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BASES CONCEPTUALES O TEÓRICAS PRELIMINARES

Antecedentes

A finales de la década de los 70s y principios de los 80s, las investigaciones acerca de la
escritura se centraron en los procesos cognitivos de los que escriben, como una tarea individual.
Los máximos representantes de este enfoque en Estados Unidos fueron Flower, Hayes y
Sommers; y Scardamalia y Bereinter en Canadá. En 1991, autores estadounidenses como
Flower y Higgings, y los autores franceses Piolat, Rousse y Fleury en 1994, empiezan a ver la
escritura como una actividad socialmente situada, se incluye en los estudios la incidencia del
contexto en la producción escrita de los universitarios, examinándose los tipos de tareas de
escritura propuesta, cómo se representan a quienes las llevan a cabo y en qué medida afecta su
desempeño.
En Argentina también se han hecho estudios desde la lingüística, la psicología
educacional y las ciencias de la educación, en donde se analizan los procesos y las dificultades
de los estudiantes para producir textos académicos, donde más tarde Carlino (2005), incluye en
sus trabajos la perspectiva de escribir para aprender (como una herramienta epistémica), así
como aprender a escribir en una materia (géneros discursivos propio de los diferentes campos
de disciplina).
Es entonces que la escritura académica se empieza a entender como una práctica que
varía según las disciplinas y las instituciones donde se desarrolla, con lo cual se aleja de la visión
“autónoma” y pasa a ser entendida como constitutiva de los usos discursivos de cada campo del
saber, donde el docente es un mediador entre el conocimiento disciplinar especifico, la puesta en
texto de ese conocimiento y la posibilidad de enriquecer ese pensamiento (Bazerman, 2012).
En México, autores como Hernández (2009) y Villaseñor (2013), en sus investigaciones
plantean problemas y las vivencias de los estudiantes universitarios en donde ponen de
manifiesto problemas tales como no saber o tener una idea clara de cómo elaborar y organizar la
información o qué propósitos comunicativos pueden lograr; la enseñanza de la escritura parece
no ser valorada como actividad que se deba dar dentro de los tiempos de clases. Rosenfeld
(2004), en su investigación se dio a la tarea de identificar las habilidades que los alumnos
necesitan desarrollar para que puedan ser académicamente competentes, con la ayuda de
especialistas del área seleccionaron 39 descriptores de esas habilidades. Según este autor, los
criterios imprescindibles para evaluar la calidad de los textos académicos son: organización y
precisión, terminología precisa, claridad de puntos, uso apropiado del lenguaje y de la revisión de
la literatura. Además, en sus estudios doctorales, Iñesta y Castelló (ob.cit.), añaden a las
anteriores que la revisión continua del texto es una habilidad indispensable para ser
académicamente competente.
En una palabra, es a partir de estas investigaciones que se han aportado importantes
elementos que han permitido la contextualización desde una dimensión más social y menos
individualista de los problemas, manifestando las dificultades que tienen los estudiantes dentro de
las aulas y que más allá de culparlos por no cumplir con los estándares demandados, se debería
trabajar en conjunto y fomentar la escritura académica dentro de las aulas desde una dimensión
cognitiva y social.
Bases teóricas
Escritura Académica:
Se entiende a la escritura académica como un tema de investigación que involucra una
gran cantidad de conceptos, teorías, discursos y prácticas, a veces imperceptibles e inciertos, lo
cual plantea así interesantes desafíos epistemológicos, institucionales y metodológicos. Trabajar
en espacios educativos con un objeto de estudio tan complejo como es la escritura académica
supone advertir tensiones, discursos, prácticas dominadas y dominantes.
Los estudiantes al ingresar a la universidad construyen sus vivencias y experiencias en
torno a la institución, en el campo educativo, se recurre frecuentemente al concepto de vivencias
y experiencias para abordar fenómenos y procesos de muy diversa índole que van desde el
aprendizaje y la didáctica hasta cuestiones referidas al comportamiento de profesores y alumnos,
se reconoce que es un concepto complejo. La conceptuación de vivencias como objeto de
estudio implica dificultades teóricas y metodológicas, sin embargo para propósitos de esta
investigación se abarcará desde el enfoque Histórico-Social que proporciona una definición
instrumental.
La presente investigación parte de valorar la escritura académica desde las
consideraciones de las vivencias de los sujetos investigados, según Dilthey (2010), la vivencia es
la experiencia viva y humana cuyo contenido está formado por la actuación de la totalidad de las
fuerzas psíquicas. Las ciencias comprensivas están fundadas en el nexo entre experiencia,
vivencia y comprensión. Pero la vivencia se distingue de la experiencia pues constituye el criterio
individual responsable de la caracterización de lo real. Es accionada por la resistencia ejercida
por un mundo exterior sobre los movimientos del cuerpo y sobre el impulso de la voluntad y las
emociones, respondiendo de este modo al surgimiento de los hechos de la conciencia, que a su
vez se encuentran sometidos a las condiciones históricas, lo que hace de las vivencias una
experiencia individual cargada de sentido colectivo.
En acepción de Gadamer (2007), destaca el término vivencia para hablar de aquello que
es aprendido y vivido por el individuo y por el grupo y se expresa en el sentido común. Para este
autor la vivencia constituye la elaboración del individuo sobre todo lo que experimenta, por
ejemplo un mismo acontecimiento puede ser vivido de diferente manera; es una elaboración que
hace la persona sobre la base de su personalidad, sus experiencias anteriores, su capacidad de
reflexión, sus intereses y su lugar en la comunidad y en la sociedad.
Resulta necesario retomar a la psicología para poder adentrase en el significado teórico y
uso del término vivencia y de esta manera establecer criterios uniformes y más generalizados.
El primer elemento al que se debe hacer alusión cuando se habla de vivencia, es la
determinación histórico-social de lo psíquico. El hombre es resultado de la sociedad en la que
vive, pero como sujeto auto determinado y no como cosa producida. La vivencia como toda
subjetividad humana, está condicionada socialmente, en ella se expresa la sociedad
personalizada. La vivencia está condicionada por la cultura, por la sociedad y las redes vinculares
que se establecen en la misma la vivencia (del sujeto). Su vida, se manifiestan no como
funciones de su vida anímica personal, sino como un fenómeno de significación y valor sociales.
Ahora bien, la vivencia no es en ningún sentido una reproducción mecánica y lineal de la
sociedad, sino que la influencia de la sociedad en la vivencia es notable (y suele olvidarse a
veces). Además de proyectarse en la vivencia la sociedad subjetiva, el aprendizaje de los
significados culturales es lo que capacita al hombre para expresarse posteriormente a nivel
emocional-cognitivo. La vivencia está condicionada socialmente, pero no deviene expresión pura
de la sociedad, sino que se constituye en la unidad de la personalidad del individuo y del medio:
la vivencia constituye la unidad de la personalidad y del entorno tal como figura en el desarrollo,
debe ser entendida como la relación interior del (individuo) como ser humano, con uno u otro
momento de la realidad. La vivencia posee una orientación biosocial.
Una situación dada, es asimilada de manera personal en función de la configuración
personal específica de cada individuo y la vivencia que se tenga de la misma, la situación
adquiere mayor o menor relevancia para el sujeto por las características propias de su
personalidad y de su estructura motivacional. Este grado de relevancia situacional va a ser
susceptible de ser vivenciado con más intensidad, en tanto sea mayor la importancia atribuida a
la situación
La vivencia implica siempre una transformación, pues lo externo, la realidad, se
individualiza, siendo reestructurada y significada en función de la personalidad del individuo. Está
idea remite a la contemplación del carácter individual de la vivencia, en tanto la personalidad,
única e irrepetible interviene en el fenómeno de manera activa, lo dota del sello personal, la
vivencia es entonces una categoría intransferible, dada sólo al protagonista que la experimenta.
No permite replicaciones o imitaciones, es única y comprensible solo con la ayuda y participación
de quien la experimenta.
En un aspecto concreto, la vivencia influye en el curso del desarrollo del sujeto, la vivencia
determina de qué modo influye sobre el desarrollo del sujeto uno u otro aspecto de la realidad
propiciando la aparición de nuevas formaciones psicológicas. El entorno, aunque puede
mantenerse inalterable, es comprendido de forma diferente por la aparición de las nuevas
formaciones psicológicas que caracterizan el nivel de desarrollo actual del sujeto psicológico.
A todas estas, el dinamismo que presenta el desarrollo del sujeto, modela la vivencia,
dotándola en cada periodo de nuevas características acorde a las peculiaridades de cada edad
psicológica. Así en el decurso de la vida del sujeto, las vivencias se van modificando, se
reestructuran, se re-significan y adquieren nuevos niveles de expresión.
Esta idea lleva a contemplar el carácter mnémico de las vivencias y las emociones que
general. Las vivencias poseen características que las hacen susceptibles de ser almacenadas
en la memoria humana, tributando con ello a la conformación de la experiencia de vida
acumulada del sujeto, su memoria histórica personal.
De alguna manera las vivencias o parte de ellas son almacenadas y pueden ser activadas
o expresadas ante situaciones que contengan elementos similares a los que originalmente las
desencadenaron. Componentes elementales de orden cognitivo, son considerados como
intervinientes en la ocurrencia del acto vivencial.
Se entiende entonces por vivencia “la conjunción dinámica de lo que el sujeto percibe o
experimenta en relación con el medio (lo cognitivo) y lo que esta experiencia vale para él (relación
afectiva que establece con dicho medio)” (Fariñas, 2005, p. 152).
La vivencia, en un aspecto puntual, no puede ser reducida a un sentimiento, emoción, o
estado de ánimo o recuerdo que despierte cierta situación, aunque haya implícito en la vivencia
de manera ineludible, el acto vivencial incluye componentes cognitivos, la influencia de la
situación depende no solamente de la naturaleza de la situación misma, sino de la medida en
que el individuo entiende y percata de ella.
Para despertar un determinado afecto en el individuo es necesario que se comprenda la
situación. En la vivencia el sujeto percibe una determinada situación y le asigna un valor
emocional, un significado propio, un sentido. Si se separa el elemento cognitivo de la vivencia,
ésta no puede fluir, no existe. Se necesita de la diada cognición-afecto para dar como resultado
la vivencia. Las vivencias constituidas en parte, por lo afectivo, se pueden expresar con carga
emocional negativa o positiva. El sujeto percibe la situación y le da un significado e
inmediatamente sucede una emoción, sin que éste sea capaz de controlar el impacto primero
de ese sentir, ni su intensidad o momento de aparición; aunque luego si pueda intervenirlo
mediante recursos de autorregulación.

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