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Por el poder del Señor Jesucristo de Nazaret, me enfrento a todas las fuentes de pecado en
mi vida. Te pido, Señor Jesús, que envíes una guarnición de ángeles guerreros para derribar y
destruir todo ente demoníaco que haya estado influenciando mis comportamientos
pecaminosos de envidia, crítica, impaciencia, resentimiento, orgullo, rebelión, terquedad, falta
de perdón, chisme, desobediencia, conflicto, violencia, divorcio, acusaciones, ira,
manipulación, celos, avaricia, pereza, venganza, codicia, posesividad, control, represalia,
egoísmo, engaño, deshonestidad, falta de fe, seducción, lujuria, pornografía, masturbación,
idolatría y brujería. Que tus ángeles guerreros derriben y destruyan toda influencia demoníaca
que hayan contribuido a mis dolencias físicas y psicológicas de trastornos nerviosos,
trastornos pulmonares, trastornos o disfunciones cerebrales, Sida, cáncer, hipocondría,
hiperactividad, depresión, esquizofrenia, fatiga, anorexia, bulimia, adicciones, gula,
perfeccionismo, alcoholismo, autoabuso, adicciones sexuales, perversiones sexuales, intentos
de suicidio, incesto, pedofilia, lesbianismo, homosexualidad, adulterio, homofobia, confusión,
ignorancia, desidia, odio a mí mismo, aislamiento, soledad, ostracismo, paranoia, nerviosismo,
pasividad, indecisión, duda, opresión, rechazo, pobre imagen de mí mismo, ansiedad,
vergüenza, timidez y miedo. Me pongo en pie hoy mismo por el poder del Señor Jesucristo y
ruego ser colmado por los dones del Espíritu Santo, de paz, paciencia, amor, gozo, bondad,
generosidad, fidelidad, gentileza, autocontrol, humildad, perdón, bondad, fortaleza, disciplina,
verdad, renunciamiento, buena imagen de mí mismo, prosperidad, caridad, obediencia, mente
sana, orden, plenitud en Cristo, aceptación de mí mismo, aceptación de otros, confianza,
libertad de adicciones, libertad de querer controlar, libertad de estar avergonzado, integridad,
bienestar, salud, sabiduría, conocimiento, entendimiento y la luz y vida del Señor Jesucristo.
Amén.
Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados
ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la
que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que
tiene mucho valor delante de Dios.
1 Pedro 3:3-4