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FOTOGRAFÍA
En el verano de 1927, la artista Florence Henri (Nueva York 1893 – Compiègne, Francia,
1982) ingresó en la Bauhaus de Dessau como alumna de un curso de pintura. Al frente de
la dirección del curso se encontraba László Moholy-Nagy, cuyo afán por las nuevas
tecnologías y la libre experimentación contagiaría el ánimo de la joven artista. “Como
novedad: estoy practicando la fotografía”, escribía. “Si me gusta, abandonaré la pintura
(provisionalmente)”. De la mano del heterodoxo fotógrafo y pintor húngaro, Henri pudo
comprobar que mirar a través de una cámara suponía volver a aprender a mirar,
experimentar a través de esa nueva visión. Así, pasaría a convertirse en uno de los más
destacados referentes de la fotografía asociados a la escuela. Una exposición, Florence
Henri. Reflecting Bauhaus: Photographs and Paintings recorre su obra coincidiendo con
las celebraciones que tiene lugar con motivo del centenario del utópico centro educativo.
De aquel verano data uno de los más famosos retratos que se conservan de Henri: un
sobrio primerísimo plano —inspirado en estética con la que recientemente Sergéi
Eisenstein había sorprendido a los espectadores de El Acorazado Potemkin en Berlín—
que corta de forma radical la parte izquierda del rostro y que encaja perfectamente con
los postulados de la nueva objetividad. Su autora no era otra que Lucia Moholy (casada
por entonces con László), para quien posó varias veces durante ese periodo. La relación
que surgió entre ambas mujeres sería decisiva para que la entonces joven pintora se
adentrarse de lleno en la fotografía.
Tan solo un año después de su paso por la Bauhaus fue invitada a participar en una
exposición sobre la nueva fotografía junto con Paul Strand, Edward Weston, László
Moholy-Nagy y Germaine Krull, entre otros de los grandes nombres de la fotografía de
ese momento. “Con las fotografías de Florence Henri, la práctica fotográfica entra en
una nueva fase, cuyo alcance habría sido inimaginable hasta ahora”, escribía Moholy-
Nagy. “Por encima y más allá de la composición documental precisa y exacta de estas
imágenes altamente definidas, la investigación sobre los efectos de la luz se aborda no
solo a través de fotogramas abstractos, sino también en fotografías que tratan temas de
la vida real”.
Cuando Henri estuvo en la Bauhaus la fotografía aún no era impartida como asignatura,
ni siquiera como actividad extracurricular, como lo era la arquitectura, el diseño gráfico y
de muebles o los talleres de metal, de teatro y textiles. Liberada de los rigores de una
actividad curricular, la disciplina se practicaba como un juego experimental. No fue hasta
1929 cuando Walter Peterhans fue contratado para impartir las primeras clases de
fotografía.
“Durante la época inicial de la escuela, en Weimar, apenas se hacía uso del medio
fotográfico ya que resultaba muy caro. Pero cuando sale la cámara Leica al mercado, en
1923, la fotografía empieza a tener más presencia en la escuela“, explica la historiadora
del arte Mercedes Valdivieso, comisaria de la primera exposición que se celebró en
España sobre Lucia Moholy, quien en 1923 se convierte en la fotógrafa oficial de la
Bauhaus. Documentó los edificios, los espacios interiores, retrató a los profesores, sus
obras y las de los alumnos (entre ellos la famosa imagen del servicio de té realizado por
Marianne Brandt). Fueron más de 500 fotografías las que realizó la artista —y las que de
forma recurrente aparecían sin firmar— para ayudar a divulgar la estética y filosofía del
innovador proyecto de Walter Gropius, destinado inicialmente a unir la artesanía con las
artes y el diseño (siempre al servicio de la arquitectura). La Bauhaus es hoy sinónimo de
vanguardia y modernidad, así como de un pensamiento y patrones pedagógicos
desprovistos de convencionalismos, pero también un complejo y contradictorio crisol de
ideas.
“Creo poder afirmar con toda franqueza que en aquella época no estaba guiada por
ninguna ambición en general, y en todo caso esta desempeñaba un papel mínimo. Lo que
me interesaba era: a) las aspiraciones y los objetivos del artista Moholy-Nagy, b) las
aspiraciones y objetivos de la Bauhaus, c) mi trabajo al servicio de a) y b)”, escribía Lucia
Moholy en los años 60.
Florence Henri. Reflecting Bauhaus Photographs and Painting. Atlas Gallery. Londres. Hasta el 18 de
mayo.
Bauhausmadels, A tribute to pioneering women artists. Patrick Rössler. Taschen. 480 páginas. 30 Euros.
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