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Cada época, cada etapa histórica, genera ideas que no son más que respuestas a ciertas crisis y fenómenos
sociales que producen cambios importantes en la vida social. En la Europa de fines del siglo XVIII, una serie
de transformaciones grandes y profundas en la realidad ofrecerán el marco para el surgimiento de las ideas
centrales que consolidaron a la sociología como una disciplina científica. Este contexto de transformaciones
estuvo compuesto por la llamada Doble Revolución: la Revolución Industrial y la Revolución Francesa. Los
cambios producidos por ambos procesos, si bien hoy se los estudia a partir de sus efectos en el largo plazo,
para los intelectuales de la época fueron marcadamente abruptos y cataclísmicos.
La Revolución Industrial se desarrolló de manera progresiva a lo largo de medidas del siglo XVIII hasta
finales del siglo XIX, teniendo en Inglaterra su zona de mayor influencia. Este proceso no sólo se caracterizó
por las grandes innovaciones tecnológicas en maquinaria que revolucionaron las formas de producción
(reemplazándose los métodos artesanales o tradicionales de trabajo por maquinarias como la sembradora y el
trillado a vapor, las máquinas de hilar y la lanzadera volante, todas impulsadas por la novedosa máquina de
vapor), principalmente en el sector textil algodonero, metalúrgico y químico. Sino que, principalmente, la
revolución industrial se caracteriza por las grandes transformaciones económicas, sociales y demográficas,
por ella generada.
Se sucedieron grandes cambios en la distribución de la propiedad, producto principalmente de las “leyes de
cercamiento” (aprobadas por el Parlamento inglés entre 1760 y 1830) que permitieron que grandes
terratenientes legalizaran la apropiación de bosques y tierras comunales trabajadas por el campesinado. El
desplazamiento de sus tierras, sumado al decrecimiento de la demanda de trabajadores por la incorporación
de tecnología, llevó a que un gran número de campesinos se vean obligados a buscar refugio en las nuevas
ciudades, produciéndose un verdadero “éxodo rural”. Por su parte, en las ciudades comenzaron a surgir las
grandes industrias y fábricas que, con la incorporación de las innovaciones tecnológicas, aumentaron su
producción en una escala sin precedentes y reemplazaron a los antiguos talleres de artesanos, que no podían
competir frente a ellas. El gran crecimiento industrial demandaba una amplia cantidad de trabajadores, los
cuales fueron provistos por los campesinos que migraban desde las zonas rurales. Empleados en condiciones
de trabajo insanas y viviendo en condiciones paupérrimas, estos nuevos obreros industriales se constituyeron
en una de las figuras emblemáticas de este proceso.
Según R. Nisbet (1996), hubieron una serie de cambios y aspectos que trajo la Revolución Industrial que
despertaría la inquietud de los intelectuales de la época, provocando las primeras respuestas sociológicas
acerca de dichas problemáticas. Entre ellas, se destacan la situación de la nueva clase trabajadora, la
transformación de la propiedad, el surgimiento de la ciudad industrial, el desarrollo tecnológico y el sistema
fabril.
El otro gran suceso acontecido en esa época fue la Revolución Francesa de 1789. Concebida como la primera
revolución ideológica de la historia de Occidente, representó la muerte del Antiguo Régimen feudal y dio
origen a la acción revolucionaria contemporánea.
El Antiguo Régimen se basaba en una estructura socioeconómica de tipo rural (más del 80% de la población
era campesina), en la cual la posesión de tierras era la única forma de riqueza social y era un símbolo de
poder. La monarquía absoluta estaba a la cabeza del Antiguo Régimen. Junta a ella, se encontraba el clero y
la nobleza, quienes compartían privilegios políticos, judiciales y disfrutaban de exenciones fiscales para con
el rey. Tras ellos, se encontraba el tercer estado, en el cual se agrupaba a la población sin privilegios, desde
burgueses ricos y comerciantes, productores independientes, trabajadores urbanos hasta campesinos. Estos
últimos se encontraban bajo relación de servidumbre respecto del rey, cultivando las tierras de éste y
pagando altos impuestos.
Pero hacia el siglo XVIII, producto de la expansión del comercio y el desarrollo de la incipiente industria, un
grupo dentro del tercer estado, denominado como “burguesía”, comenzó a consolidar un gran poder
económico al manejar las finanzas, la industria y las transacciones comerciales. Pero se veían imposibilitados
de desarrollar una economía de tipo capitalista (la cual le permitiría aumentar sus riquezas) debido a las
trabas que la estructura de la sociedad feudal (con sus privilegios y derechos señoriales) le imponían.
Es así como se producirá la primera revolución social de masas de la época, donde confluyeron los ideales
revolucionarios e intereses de la burguesía con distintos levantamientos campesinos y de trabajadores
urbanos (sans-culottes). El derrocamiento de la monarquía y la promoción de los ideales democráticos, la
pérdida de poder de la Iglesia (representada en la expropiación de sus tierras) y el crecimiento de la figura
del Estado como representación de la voluntad general de los ciudadanos – concebidos ahora como iguales
ante la ley –, la abolición de los gremios y corporaciones y la promoción de la libertad del trabajo, fueron
algunas de las grandes transformaciones políticas y sociales que se sucedieron con el desarrollo de la
Revolución Francesa y que estimularían el pensamiento de los intelectuales a la hora de reflexionar sobre la
nueva sociedad que se estaba configurando.
FENÓMENOS
FISIOLOGÍA RELATIVOS A LOS
FENÓMENOS DE
INDIVIDUOS + particulares
LOS CUERPOS
VIVOS FENÓMENOS + complicados
FÍSICA SOCIAL RELATIVOS A LA + concretos
ESPECIE + cercanos
De este modo, si la ley de los tres estadios enunciaba el progreso de la inteligencia, entonces la ley de la
clasificación de las ciencias da el orden necesario de ellas.
Partiendo de ambas leyes, Comte afirmará que las diversas ciencias han logrado alcanzar, en mayor o en
menor medida, su estado positivo, exceptuando una: la física social. Frente al contexto de crisis moral y
política que se vivía en la Francia de la época, la propuesta de Comte es adoptar una nueva doctrina positiva
basada en la conformación y desarrollo de una rama del conocimiento que él denomina como física social.
Esta rama de la ciencia partiría de comprender a la sociedad, no como el producto de las decisiones y
pensamientos individuales de los sujetos, sino como una realidad mayor o superior, que se encuentra sujeta y
determinada por el estado de civilización en el que se encuentra en el marco del “avance progresivo de la
civilización”. Y el objetivo de esta rama del conocimiento, al llegar a su estado positivo, es poner en
evidencia, mediante estudios científicos, la existencia de esta ley natural que define la marcha de la
civilización. Ya que, según el autor, al tenerse conocimiento de la ley que define esta marcha, los cambios y
transformaciones que la misma produce (y que en ese momento llevaron al estado de crisis que se vivía en
Francia) se darían de manera más rápida y pacífica. Por lo tanto, la física social debe encargarse de facilitar
la transición definitiva del estado de anarquía moral e intelectual al nuevo estado social (positivo), de la
manera más pacífica posible. La llegada a dicho estadio permitiría la reorganización de la sociedad, la
eliminación del clima de crisis existente, y el avance continuo y progresivo de la sociedad en la marcha
civilizatoria.
Bibliografía.
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