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GÉNERO, SEXUALIDAD Y EL ASPECTO PSICOLÓGICO

El concepto de género lo define Light, Keller y Calhoun (1991) como


“todas las características no biológicas asignadas a hombres y mujeres”, es
decir, el asignar cualidades, roles, creencias, que no están en la persona por su
sexo, sino que se asocian a la persona por lo que piensa y cree la sociedad
donde nace.

Los Psicólogos de la corriente del aprendizaje social, han relacionado el


género con el proceso de identificación, y en particular la identificación de
género con el proceso mediante el cual el infante adopta las características,
creencias, actitudes, valores y comportamiento de otra persona o de un grupo.
Es el proceso de formación para la vida durante el cual la persona en
crecimiento evolutivo aprende a cumplir un rol en la sociedad, se identifica con
ella, desarrolla un sentido de pertenencia a su grupo y hábitat.

La cultura determina el contenido de la socialización e identificación, y


las conductas transmitidas de una generación a otra, y moldea la interpretación
que el niño confiere a sus propios datos y al universo en el que vive. Asimismo,
el concepto de género alude a la dimensión psicológica y social del sexo, es
decir, a las características atribuidas a los hombres y a las mujeres y a los roles
que estos deben desempeñar en la sociedad.

Este también abarca el conjunto de características, oportunidades y


expectativas, que un grupo social asigna a hombres y mujeres, y que estos
asumen como propias. Por lo tanto, el género es ante todo una construcción
social, no "natural", se aprende a "ser mujer o a ser hombre" a lo largo de un
proceso que se inicia en la familia y se continúa en las instituciones de la
sociedad. Esta construcción social presenta variaciones entre las culturas, las
clases sociales, las etnias y los momentos históricos.

La asignación que hace la cultura a hombres y mujeres sobre su ser y su


quehacer, se basa principalmente en diferencias y atributos que se valoran de
manera desigual en la sociedad. Así, las características asignadas a lo
masculino se consideran de mayor valor que las asignadas a lo femenino. Este
ordenamiento jerárquico que han hecho las culturas de lo masculino sobre lo
femenino determina desigualdades entre hombres y mujeres y lleva a la
creación de sistemas sociales no equitativos. Tenemos entonces, que los roles
de género son dinámicos, cambiantes y susceptibles de transformación, no
solo de una época a otra, sino de un grupo social a otro.

Siguiendo este orden de ideas, se debe incluir la disforia de género; es


un término utilizado por psicólogos y médicos que describe la angustia,
infelicidad y ansiedad que las personas transgénero pueden sentir acerca de la
incompatibilidad entre su cuerpo y su identidad de género. Una persona puede
recibir un diagnóstico formal de disforia de género con el fin de que reciba un
tratamiento médico que la ayude durante la transición.

Los psicólogos solían denominarla “trastorno de identidad de género”.


Sin embargo, si bien puede causar angustia emocional, la incompatibilidad
entre el cuerpo de una persona y su identidad de género no representa en sí
misma una enfermedad mental, por lo que se cambió el término para reflejar
dicha diferencia.

El término “transgenero” incluye las distintas maneras en que las


identidades de género de las personas pueden diferir del sexo que se les
asignó al nacer. Existen muchos términos diferentes que las personas
transgénero utilizan para describirse a sí mismas. Por ejemplo, en ocasiones, la
palabra “transgénero” se acorta como “trans”, “trans*” o, incluso, “mujer trans” u
“hombre trans”. Siempre es mejor utilizar el lenguaje y las etiquetas que cada
persona elige para sí misma.

Las personas transgénero expresan su identidad de género de maneras


diferentes. Algunas personas utilizan su vestimenta, comportamiento y gestos
para vivir según el género que sienten. Algunas personas toman hormonas y
pueden someterse a una cirugía para transformar su cuerpo con el fin de que
coincida con su identidad de género. Algunas personas transgénero rechazan
el entendimiento tradicional de género dividido en “masculino” y “femenino”, y
se identifican solo como transgénero, intergénero, de género fluido o de otras
formas. Cuando el sexo asignado y la identidad de género de una persona
coinciden, se la denomina “cisgénero”.
El aspecto psicológico del género surge de que la idea central es que el
sistema sexo/género constituye una categoría saliente en cualquier contexto
cultural y social. Niños y niñas elaboran estructuras de conocimiento sobre los
sexos y sus características (esquemas de género) y dichas construcciones
actúan como guías del pensamiento y del comportamiento (Markus, Crane,
Berstein & Siladi, 1982; Martin & Halverson, 1981; Martin, 2000).

Una de las teorías más influyentes ha sido la propuesta de los


esquemas de género (Bem, 1981; 1985). Mediante procesos de aprendizaje,
se desarrollan los esquemas de género asociados con cada sexo y dichas
representaciones median tanto la percepción de nuestro comportamiento como
el de los demás. Pero lo verdaderamente relevante no es el contenido sino el
proceso de aprender a codificar la información y “dividir el mundo en categorías
masculinas y femeninas” (Bem, 1985). Los esquemas no son copias pasivas,
sino estructuras activas cuyo con tenido varía en función de la cultura y la
experiencia (Martin et al., 2002).

Desde la teoría del aprendizaje social se explica también cómo se


adquiere y se mantiene el género (Lott &Maluso, 1993). La adquisición de la
identidad de género es similar a la de cualquier otra conducta. A través de la
combinación de observación, imitación y reforzamiento diferencial, niños y
niñas aprenden a comportarse de acuerdo con el grupo social en el que se
incluyen. En este proceso de aprendizaje el comportamiento diferencial de
padres y madres hacia sus hijos e hijas tiene un papel esencial. (Rider, 2000).

En un trabajo reciente, Bussey y Bandura (1999) han aplicado dicha


teoría al desarrollo del género. Junto con el origen, aprendizaje y desarrollo de
los esquemas de género, otro de los focos de atención ha estado centrado en
conocer cómo funcionan los esquemas una vez construidos (Martin & Dinella,
2001). Puesto que muchos de los elementos del mundo se codifican en
términos de género, esta categoría se activa tan frecuentemente que a menudo
este proceso se produce de manera automática llegando a constituir una
especie de lente a través del cual se crea e interpreta la información
(Bem,1993).
Recientemente Barberá (2003) ha propuesto un modelo sobre la
formación de los esquemas de género y el funcionamiento de la información
estereotipada basado en la teoría general de sistemas. El modelo sostiene una
estructuración jerárquica y distingue características dominantes, relevantes y
complementarias en la configuración de los esquemas de género. Una vez
activados, los esquemas de género intervienen en la interpretación y atribución
de la conducta de los demás, en la reconstrucción de la memoria y son
decisivos para el desarrollo del auto concepto.

Por otra parte, para comprender que es la sexualidad se debe


comprender el concepto de “sexo”, el cual se refiere al conjunto de
características biológicas que definen el espectro de humanos como hembras y
machos. Mientras que por otro lado, la sexualidad es una capacidad que
conforma a cada ser humano y que permite sentir, vibrar y comunicarnos a
través del propio cuerpo. Es algo que forma parte de lo que somos desde el
mismo momento en el que nacemos y que permanece en nuestras vidas hasta
que morimos. Es además un universo complejo en el cual intervienen aspectos
tanto biológicos, como psicológicos y sociales.

Engloba una serie de condiciones culturales, sociales, anatómicas,


fisiológicas, emocionales, afectivas y de conducta, relacionadas con el sexo
que caracterizan de manera decisiva al ser humano en todas las fases de su
desarrollo.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la


sexualidad humana se define como: “Un aspecto central del ser humano,
presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de
género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación
sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos,
creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones
interpersonales”.

La sexualidad humana tiene diversas dimensiones:


 Biológica: incluye la procreación, el deseo y la respuesta sexual
influenciados por la anatomía humana, el sistema genético, la
fecundación, el embarazo y el parto.
 Social: incluye el papel fundamental de la familia, amigos y la educación
recibida. Cabe destacar que las diversas sociedades poseen modelos
distintos de entender y vivir la sexualidad.

Podemos destacar algunos elementos que se engloban dentro del


concepto de sexualidad:

El impulso sexual: El impulso sexual que va dirigido tanto al placer sexual


inmediato, como a la procreación.

Identidad sexual y orientación sexual: Se entienden como tendencias


sexuales en cuanto a aspectos de la relación psicológica con el propio cuerpo
(sentirse hombre o mujer) y en cuanto a atracción sexual hacia un sexo, otro o
ambos (heterosexualidad, homosexualidad o bisexualidad).

Relaciones sociales: En la vida diaria, la sexualidad cumple un papel muy


importante, ya que, desde el punto de vista emocional, afectivo y social, va
mucho más allá de la finalidad reproductiva y compromete la vida de pareja, de
familia, y los lazos afectivos interpersonales

La psique (mente) humana juega un papel fundamental en nuestro modo


de vivir y sentir nuestra sexualidad. Nuestras forma de percibir la belleza,
nuestras ideas sobre lo que está bien o mal en cuanto al sexo, nuestra
personalidad, nuestras convicciones, el temperamento de cada persona, son
factores que dependen de la orientación sexual de cada persona.

Nuestra propia identidad sexual, nuestra orientación sexual, depende en


gran manera de nuestro modo de vernos y entendernos psicológicamente en
relación a lo sexual. La dimensión psicológica del ser sexual puede dividirse en
dos: la INTELECTUAL (desarrollo cerebral que posibilita en el ser humano
capacidades y potencialidades a nivel de pensamiento y conocimiento que
convierten lo sexual de un instinto en un IMPULSO sobre el cual puede ejercer
control) y la AFECTIVA (capacidad humana de establecer relaciones de distinto
grado de intensidad e intimidad con otros seres de su misma especie, con los
cuales se relaciona de una manera que involucra sentimientos y sensaciones).
El proceso típico de la dimensión psicológica en los y las adolescentes es la
identificación sexual.

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