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Esta vez lo haré distinto

Rompiendo límites en el pensamiento


En esta mañana declaro que mi mente se renueva con la verdad.
Declaro que la palabra de Dios, que está guardada en mi corazón,
ahora comienza a traer luz a mis pensamientos.
En esta mañana se quiebran todas fortalezas mentales que me
impiden avanzar en mi vida.

Con Cristo en mi vida soy una nueva persona, las cosas viejas
pasaron he aquí son todas hechas nuevas.

Sos una nueva persona en Cristo Jesús.

Si queres tener un corazón fuerte, o el hombre interior, o un espíritu


fuerte tenes que alimentar el espíritu con la palabra de Dios. Cada
palabra que recibo es necesario que llegue al corazón, no al alma, a
las emociones.

Ezequiel 36:27: “os daré un corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo


dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.

Y pondré mis estatutos…

En la semana reflexioné que, si tenemos a Cristo en nuestro corazón,

¿por qué repetimos historias en nuestras vidas? ¿por qué a veces


nos ocurre que sentimos que reincidimos en algo?

Nos encontramos una y otra vez, haciendo las cosas del mismo
modo. De la misma forma.

Aprendimos a entablar relaciones como nuestros mayores, (nos


movemos en la popular) enfrentamos o resolvemos conflictos de
modo familiar. Formas aprendidas, pensamientos, mentalidad. Eso
que creo actúo, eso que pienso soy. Nos decimos cosas, las decimos
a otros.

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Y además nos movemos con piloto automático. Hasta que llegan
las grandes preguntas a mi vida: ¿quién soy?, ¿adónde quiero llegar?
¿esto va a ser siempre así? ¿por qué no puede ser diferente?

Pero mientras tanto, ¿qué nos impide ser renovados en todo en


nuestra vida?

Decimos que cambie nuestra manera de pensar para que cambie


nuestra manera de vivir. Y respondiendo a un mandato es muy difícil
que nuestros pensamientos giren en favor de la persona que soy, que
llevo dentro. Nos dedicamos a conformar a los otros, buscamos la
aprobación, buscamos el complacer.

El alma, los pensamientos almáticos han gobernado nuestra vida,


nuestra mentalidad ha estado conformada por todo lo aprendido
durante todos los días de nuestra vida. El alma entonces choca con
lo que está en nuestro corazón ahora. Necesitamos identificar esos
pensamientos, fortalezas mentales que nos impiden avanzar, que
nos impiden que el verdadero ese que soy se manifieste.

2 Corintios 10:3 aunque andamos en la carne, no militamos según la


carne. Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

Yo soy así…

Hay pensamientos que gobiernan nuestro actuar, y necesitamos


identificarlos. Cuando los identificamos, vemos que no son reales.

Todo lo que no me permite avanzar en la vida es una fortaleza que


tengo que romper.

Altivez: pensamiento que te dice “esto es así”. “yo me merezco esto”.


Es un pensamiento altivo, que te gobierna. Son los pensamientos que
te gobiernan.

El pensamiento que te gobierna tiene armado un argumento, por


ejemplo: me siento solo. Porque es muy difícil, porque nadie me
ayuda, etc. Es la excusa para tener ese pensamiento. Termina siendo

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una fortaleza. Una fortaleza es una prisión. Y como tengo una
fortaleza en esa área de mi vida, no puedo avanzar. Me gobierna.

Donde hay miedo, hay una fortaleza

Donde hay ansiedad, hay una fortaleza

Donde te sentis inseguro, hay una fortaleza

Donde no te multiplicas, hay una fortaleza

Donde no estás avanzando en la vida, ahí hay una fortaleza.

Toda fortaleza se rompe con una palabra de Dios.

Tenemos que agarrar a cada pensamiento y llevarlo delante de


Cristo, a la palabra, y será evaluado para según qué diga la palabra.
Entonces llevas ese pensamiento prisionero a Cristo, y ya no le das
lugar para estar en tu alma.

Donde está el espíritu de Dios hay libertad.

Abram se movió en sus pensamientos para tener un hijo con la


esclava. Le creyó al alma, tardó 25 años en creerle a Dios.

Creí por lo cual hablé

Somos luz, somos sal, somos justicia, somos hijos

Gedeón Jueces 6:12

La palabra que crees construye un pensamiento divino

Le dice Jesus a los discípulos y ¿ustedes quiénes dicen que soy yo?
Ahí está Pedro: tu eres el Cristo el hijo del Dios viviente

Había construido un pensamiento divino.

Hablar lo que creo.

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