El malestar en la globalización presenta un análisis del efecto de las políticas que han

tenido las instituciones internacionales, tales como el FMI, BM y OMC durante la crisis
financiera, en la cual el autor ha demostrado que no fueron las más acertadas para corregir
el problema inicial de una recesión. Stiglitz señala que la economía mundial se encuentra
afecta a la globalización de manera buena y mala, para algunos países desarrollados
buena, dado que presentan instituciones fuertes que permiten dinamizar una economía de
mercado, sin embargo , países subdesarrollados como lo fueron en ese momento aquellos
del Este Asiático sufrieron procesos de recesión un tanto fuertes, dado que existe una
mala gestión de quienes controlan y toman decisiones económicas y políticas en los
organismos internacionales.

El autor señala varios de los errores que cometió el FMI durante este periodo, partiendo
que el diagnostico que realizo en ese momento fue errado, dado que se basó en evidencias
de América Latina, donde los procesos de recuperación de las crisis que suscitaron en
esta región, fueron en base a políticas fiscales y monetarias contractivas que implicaban
elevar la tasa de interés referencial de cada país para poder restaurar confianza en la
economía de estos países, sin embargo algo que denuncia el autor es que previamente el
FMI obligo a estos países a demandar créditos, y de esta manera hizo que las empresas
de estos países tuvieran un mayor apalancamiento que trajo como consecuencia la quiebra
y descapitalización de muchas de estas empresas, generando así procesos cíclicos de
empobrecimiento de estos países y finalmente genero una crisis. Si bien son muchos los
que dirán que sin las políticas del FMI nuestro mundo sería aún peor, hemos visto cómo
las recomendaciones de la institución sólo empeoran la situación macroeconómica de los
países, incrementan los índices de pobreza y desigualdad social, generan monopolios,
propician cierres y liquidaciones de empresas, y tantas otras graves enfermedades
económicas.

El autor propone que las instituciones internacionales sean rediseñadas, para que ello sea
posible, es necesario conocer porque han fracasado de forma tan lastimosa. No se puede
anular la globalización, está aquí para quedarse. La cuestión más importante es cómo
hacerla funcionar. Y si va a funcionar, habrá que contar con instituciones públicas
globales que ayuden a establecer las reglas. Tales entidades internacionales por supuesto,
deberían concentrarse en aquellos temas en los cuales la acción colectiva global es
deseable o incluso necesaria. El cambio más fundamental requerido por el autor es que la
globalización funcione es un cambio en la gobernanza.