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¿Estás libre esta noche?

Capítulo 1:

Un inesperado regalo

Baje del taxi, estaba lloviendo y corrí los pocos metros para entrar al edificio. El vigilante me
saludó con una sonrisa como siempre, que le devolví amable. Camine al elevador y apreté el
botón para subir, de inmediato se abrió la puerta y entre, toque el botón del piso 5 y espere
con cierta impaciencia el llegar a mi destino. Se abrieron las puertas y rápidamente saqué las
llaves de mi bolso, abrí y entré al departamento, miré el reloj y faltaba justo una hora para
que Jacob pasara por mí, así que de inmediato me metí al baño y me di una rápida ducha.
Terminé de arreglarme justo 5 minutos antes de las 8, salí de la habitación y me senté en el
sillón a esperarlo. Me di cuenta que el botón de la contestadora estaba en rojo y
parpadeando, señal de que tenía un mensaje, así que lo presione y escuche la dulce voz de
novio.

– Feliz Cumpleaños Bella!, mi amor, no sabes cómo lamento no poder llevarte hoy a cenar,
pero es imprescindible para la empresa que cierre hoy este contrato, representa muchos
millones y por más que le suplique a Sam que enviara a alguien más no quiso, me reitero
que sólo yo podía convencer al cliente, te prometo que te lo recompensare, recuerda que te
amo.

Cerré los ojos resignada y deja caer mi cabeza en el respaldo del sillón, que inconveniente
resulta que tu cumpleaños caiga en un martes y que la única persona que tienes cerca para
celebrarlo tenga que cumplir con un compromiso laboral. Deseé en ese momento seguir
viviendo con Charlie, al menos tendría compañía, entonces recordé que odiaba el clima de
Forks y además no tendría el magnífico empleo que ahora tengo, que aparte de disfrutar me
permite darme varios lujos.

Me levanté del sillón y me dirigí a la cocina, busque en la alacena de abajo y encontré una
botella de vodka a la mitad, la saque y la coloqué en la mesa, abrí el refrigerador, saque
unos hielos, un jugo de naranja y de la alacena de arriba un vaso. Coloque un par de hielos
en éste, un poco de vodka y llené el vaso con el jugo. "Feliz cumpleaños Bella", me dije y
alce mi vaso como brindando con el aire y le di un trago considerable.

Me senté en una silla del comedor y puse un poco de música, era mi cumpleaños número 23
y lo estaba celebrando sola lo que orillo a que hiciera un recuento de mi vida, a decir verdad
la gran mayoría de mis cumpleaños habían sido aburridos, a excepción de número 21 que
Jacob me organizo una fiesta sorpresa. En general mi vida era bastante monótona, centrada
básicamente en mi trabajo y en mi novio, un importante corredor de bolsa que me dedicaba
las pocas horas que su trabajo le permitía, en cuanto a amigas, sólo dos, una casada y la
otra madre soltera, genial, no tenía opciones de con quién pasar este cumpleaños.

El sonido de mi celular me saco de estas cavilaciones, me levanté y tomé mi bolso que había
dejado en el mueble junto a la puerta, empecé a buscarlo y entonces encontré con que
entretenerme un rato, mi bolso era un completo desorden, justo cuando tome el celular dejo
de sonar, era Reneé, al menos este año lo recordó, pero la verdad no tenía ganas de
escuchar a mi alocada madre, así que volví a sentarme en el comedor y me preparé otro
vodka con jugo.

Vacié todo el contenido de mi bolsa sobre la mesa del comedor, había un gran surtido,
boletos de cine, notas de restaurantes, servilletas, mentas, plumas, labiales, tarjetas, así
que empecé a seleccionar lo que podría servirme y lo que era basura. De pronto una
servilleta con algo escrito llamo mi atención, era un número de celular y una frase escrita
debajo, "clave: ¿estás libre esta noche?", entonces recordé la plática fortuita que había
tenido con una chica en el baño de aquel bar al que fui con unos compañeros de la oficina
tres semanas atrás. Ya con unas copas encima me queje de la poca atención de mi novio,
ella saco una servilleta y anoto esos datos, "no te vas a arrepentir, sólo di la clave y entrarás
al paraíso, el chico es un dios y te aseguro que te dejara sin sentido".
Mire fijamente la servilleta, releí varias veces el número y la frase, era una locura, citar a un
completo desconocido tan sólo por la inmensa soledad que sentía, y además con qué fines,
no iríamos a cenar precisamente, esa chica me había dejado muy claras cuales eran las
habilidades de su "amigo", como lo llamo. Y qué más daba hacer una locura en mi
cumpleaños?, siempre he sido una chica muy correcta, ni siquiera me fui de pinta en la
escuela y siempre tenía las mejores calificaciones, nunca les había dado un dolor de cabeza a
mis padres y mi jefe siempre alababa mi sentido de la responsabilidad, así que al diablo con
todo, tenía derecho a divertirme, además ya estaba maquillada y arreglada.

Nerviosa tome mi celular, digite los números pero al momento de presionar el botón de
llamar me acobarde y entonces termine presionando el de colgar, repetí el mismo
procedimiento varias veces mientras mi corazón se aceleraba con cada intento. Bebí el
último trago de la bebida y me dio el valor que me faltaba, así que finalmente presione el
botón de llamar mientras sentía los latidos de mi corazón en la garganta y hasta podía
escucharlos. Timbro una vez, dos, tres, pero en que estaba pensando?, era martes y
seguramente el tenía una vida y asuntos que atender, estaba por colgar cuando una
hermosa voz aterciopelada me dijo "hola", me quede muda, mis manos sudaban y creo que
todo mi cuerpo temblaba por los nervios, "hola", volvió a decir el extraño ahora con un tono
más sensual.

– estás libre está noche? – dije atropelladamente cerrando los ojos como si él me estuviera
viendo.

– sí, en dónde nos vemos? – respondió y casi pude asegurar que sonreía.

– no lo sé, tú dime – no iba a citarlo en mi departamento, alguien podría verlo.

– te queda cerca el Hotel Rose Imperial? – muy conveniente, cómo no se me ocurrió.

– como a 20 minutos – dije no muy segura, no lo identificaba bien.

– te veo en el lobby en media hora, te parece bien?

– sí, claro – con suerte si el tráfico me lo permitía.

– cómo te reconozco?

– mido como 1.60, cabello largo castaño y ondulado, ojos café oscuro, piel blanca y traigo un
vestido negro asimétrico de manga corta, que me llega debajo de la rodilla, y yo cómo te
reconozco a ti?

– simplemente lo sabrás, en media hora te veo.

Escuche el tun, tun, tun que indicaba que él había colgado primero. Metí lo indispensable a
mi bolso, como un labial, mi monedero y mis llaves, tomé mi abrigo y salí prácticamente
corriendo. Mientras bajaba por el ascensor pensaba en lo que estaba a punto de hacer, era
completamente insensato, una total locura, una cita en un hotel con un desconocido que
igual y podría ser un psicópata. Pero ya lo había hecho y además mi número había quedado
registrado en su celular, si no me aparecía seguramente me buscaría para reprocharme.

Tome un taxi y le indique la dirección, exactamente 25 minutos después estaba yo cruzando


la puerta del hotel, uno de 5 estrellas, por cierto, jamás me imagine que ahí te alquilaran
una habitación sólo por una noche. Tome un gran respiro mientras caminaba nerviosa de un
lado a otro, y si era una tomada de pelo?, una broma?, la chica que me dio el teléfono sólo la
había visto una vez en mi vida y por lo que recordaba ya estaba pasadita de copas.
Definitivamente había perdido el juicio, estaba por salir del lugar cuando alguien susurró en
mi oído.

– estás libre esta noche? – el sonido de su voz erizo mi piel.


Asentí con la cabeza, aquella intensa sensación que su aliento produjo en mi oreja no me
permitió hablar y eso que todavía no me tocaba, volteé y me encontré con el hombre más
guapo que había visto jamás, alto, delgado, de piel muy blanca, ojos verdes, cabello corto
desordenado y con una sonrisa cautivadora, vestía un traje negro impecable, en verdad era
un dios. Me ofreció su brazo y nerviosa lo tome. Caminamos en silencio al elevador. Subimos
al piso 15 y recorrimos el pasillo hasta la última habitación. Deslizó la tarjeta y la puerta se
abrió, me dejo pasar primero, además de guapo olía exquisitamente. Entro detrás de mí,
encendió la luz y cerró la puerta.

– cómo me contactaste? – preguntó mientras yo caminaba al centro de la habitación.

– una… amiga me dio tu número – no considere buena idea decirle la verdad.

– te explico las reglas? – dijo con un tono de solemnidad–

– no… sólo me dijo la clave. – respondí volteándome y encarándolo.

– bien, regla número 1, no nombres, no me dirás el tuyo ni yo te diré el mío; regla número
2, no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad,
entendido?

– sí, no nombres, no preguntas personales – repetí como si fuera una alumna.

Se acercó a mí, mi corazón se disparó más de lo que ya estaba, me quito el abrigo y


comenzó a acariciarme un brazo con el dorso de su mano, como acto reflejo cerré los ojos,
sentí como acariciaba el otro brazo con la yema de sus dedos, lo próximo que sentí fueron
sus tibios labios recorriendo mi cuello mientras me sujetaba por la cintura, yo subí mis
manos por su pecho y lo abrace por el cuello, estaba perdiéndome en sus caricias, como era
posible que un desconocido estuviera excitándome de esta manera.

Deslizo sus manos por mi espalda y bajo lentamente el cierre de mi vestido mientras sus
labios subían por mi mentón hasta llegar a los míos, me beso despacio y suavemente, yo
correspondí un tanto frenética, me estaban matando sus caricias y había deseado como
nunca antes sentir su boca unida a la mía. Le quite el saco y lo tire en el suelo, él comenzó a
bajar lentamente mi vestido en tanto yo desabrochaba su camisa sin dejar de besarnos, el
vestido cayó al suelo y yo levanté los pies para librarme completamente de él y lo aventé al
igual que su camisa.

Entonces él beso uno de mis hombros mientras sus manos desabrochaban el sostén y me lo
quitaba por completo, beso uno de mis senos mientras acariciaba el otro con movimientos
circulares, yo estaba ya jadeando y tenía mis manos enterradas en su cabello. Subió por mi
cuello con besos cortos hasta volver a besarme en los labios y me dirigió hacia la cama, me
tendió en ella y se colocó encima de mí, fue besando mi cuello nuevamente y siguió bajando
por entre mis senos, continuo hacia mi ombligo y sentí como sus manos me quitan la única
prenda que me quedaba. Abrí la boca cuando sentí que besaba la parte más íntima de mi
cuerpo, con las manos apreté el edredón y un fuerte gemido se me escapo que incluso me
sorprendió, yo era del tipo silencioso en estas cuestiones, pero sus caricias me estaban
enloqueciendo, de pronto sentí una fuerte corriente eléctrica recorriendo cada minúscula
parte de mi cuerpo, estaba llegando al clímax, otro sonido escapo de mi boca y apreté aún
más la colcha.

Mi respiración y mi pulso estaban a mil y trataba de controlarlos, vi como él se levantaba y


terminaba de desnudarse, de su pantalón saco un condón, le retiro la envoltura y se lo puso,
al subirse a la cama acaricio mis piernas con sus manos hasta llegar a la cadera, acarició mi
pelvis y no sé que botón encendió pero sentí una fuerte necesidad de tenerlo dentro así que
abrí mis piernas y sentí como se introducía, me aferré a su espalda mientras él se movía
constantemente besando alternadamente mis senos, jadeaba pero a decir verdad mis
gemidos eran los que inundaban la habitación, jamás había sentido lo que ahora estaba
experimentando, acelero sus movimientos mientras se apoyaba con ambas manos sobre la
cama, pude ver completamente su rostro retorcido, mis manos subían y bajaban por su
espalda mientras le suplicaba por más, sus movimientos se volvieron frenéticos y de pronto
me envolvió una sensación totalmente desconocida y nueva para mí, era el éxtasis total,
creo que hasta luces de colores pude ver. Se dejo caer rendido sobre mí, estábamos
empapados en sudor, cuando controló un poco su respiración se acostó a mi lado, nos
quedamos en silencio unos minutos, yo trataba de recobrar el aliento y el sentido de las
cosas, entonces él se levantó de la cama.

– te vas ya? – pregunté casi con pánico.

– sí – se dirigió al baño – pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – agregó.

– espera… tú… – no supe como formular la pregunta para que no sonara personal.

– regla número tres no lazos afectivos – dijo y entro al baño.

Así que eso era todo, sexo casual entre dos extraños, sin compromisos de ninguna índole,
sin explicaciones ni interrogantes, sonaba sencillo y simple, suspire, sin duda alguna era el
mejor cumpleaños de toda mi vida, sonriente y satisfecha abrace la almohada y me quede
profundamente dormida.

Capítulo 2:

Buscando tus caricias

La alarma incesante de mi celular me despertó, abrí los ojos y por un instante me sorprendí
al ver que no estaba en mi recamara, entonces recordé lo que había sucedido la noche
anterior y no pude evitar reírme como una niña después de haber hecho una gran travesura.
Me levanté y no había ningún rastro de él, ni siquiera una nota "regla número 3, no lazos
afectivos", recordé que lo había dicho muy claramente, así que recogí mi ropa, me vestí y
salí de la habitación, esperaba poder llegar a tiempo a la oficina. Al dar un paso fuera del
hotel sentí el aire fresco de la mañana pero extrañamente lo sentí diferente esta vez, hasta
cerré los ojos por unos segundos para disfrutarlo, algo había cambiado en mí después de esa
noche.

Eran las 9:30 cuando entre a la oficina, era la primera vez que llegaba tarde en el año que
tenía trabajando ahí, de inmediato vi el enorme arreglo floral que estaba sobre mi escritorio
y que dejaba muy por debajo el ramo de rosas que había recibido ayer, sentí que el corazón
se me aceleraba al pensar de quien podría ser. En cuanto Audrey me vio entrar me siguió
corriendo y cerró la puerta tras de sí mientras yo tomaba la nota que tenía el arreglo.

"Mi amor, en verdad perdóname por no haber podido estar contigo ayer, pero te prometo
que festejaremos tu cumpleaños, aún no sé exactamente cuándo pero considéralo un hecho.
Con todo mi amor, Jacob."

Claro, quién más podría enviarme flores que no fuera mi novio?, no sé cómo pude pensar por
unos instantes que había sido el desconocido de anoche "no nombres, nada que pueda dar
un indicio de quienes somos en realidad", recordé las reglas y tenía que recordarlas a
menudo si quería que eso siguiera funcionando, pero qué estaba pensando?, acaso iba a
volver a llamarlo?, sonreí y sacudí la cabeza tratando de disipar esas ideas que me
rondaban.

– a ver amiga, cuéntamelo todo, con lujo de detalles, sabes que soy una morbosa – exclamo
Audrey ansiosa oliendo las flores.

– qué quieres que te cuente? – pregunté rodeando el escritorio para sentarme en la silla
frente a ella.

– dios!, y todavía lo preguntas?, llegas media hora tarde, te llega este hermosísimo arreglo
floral y además traes un brillo en los ojos y una sonrisa en la cara que jamás te había visto,
la celebración de tu cumpleaños debió ser memorable, Jacob debió lucirse y recompensarte
en grande así que quiero los detalles ahora mismo – dijo más emocionada y se sentó
recargando su cabeza en ambas manos mirándome.

Y sin saber, mi amiga le había atinado perfectamente a la descripción de la celebración,


realmente había sido memorable pero ignoraba que Jacob no tuvo nada que ver con ello.
Audrey era además de mi compañera de trabajo, mi mejor amiga, a los pocos días de
conocerme me contó cómo había huido el papá de su hija después de saber que estaba
embarazada, y de ahí una gran confianza surgió entre las dos, pero a pesar de eso dude si
era buena idea compartirle lo que había hecho en mi cumpleaños, ella sentía gran simpatía
por Jacob y siempre me decía que éramos la pareja perfecta. No, definitivamente aquella
aventura era mejor mantenerla en secreto.

– pues temo desilusionarte porque no hubo tal celebración, el arreglo se debe a que
precisamente Jacob no pudo llegar para llevarme a cenar.

– él siempre tan detallista – dijo sacando una orquídea del arreglo.

– bueno, de alguna manera intenta recompensar el poco tiempo que pasa a mi lado.

– sabes que si trabaja tanto es para tener un patrimonio seguro y en algún futuro casarse
contigo y darte todo lo que mereces.

– eso lo sé muy bien, no tienes que convencerme de que es el novio perfecto, sé que lo es y
por eso lo amo y acepto que trabaje tanto para poder estar juntos algún día y para siempre.

– sí… pero no luces nada enfadada porque tu novio te dejo plantada justo el día de tu
cumpleaños, por el contrario, luces radiante, qué fue lo que hiciste anoche?

– nada, sólo ver televisión y terminarme yo sola media botella de vodka – en ese momento
recordé lo perceptiva que es mi amiga y lo mala que soy para las mentiras.

– sí, claro y yo rezo el rosario todas las tardes llegando del trabajo, eso ni tú te lo creíste.

– te juro que así fue, sabes que no tengo amigas más que tú y Kate y que jamás iría sola a
ningún lado que no sea el supermercado.

– es que de verdad te ves distinta, hay algo diferente en tus ojos.

– sólo un año más de edad, y ya déjame ver que tengo de pendientes antes de que venga el
jefe y nos regañe – dije encendiendo la computadora.

– está bien, pero te aclaro que no me convenció tu argumento, algo te traes y me lo tendrás
que decir tarde o temprano.

– ok, fui y me acosté con un completo desconocido, satisfecha?

– jajaja, ay Bella, tampoco te tienes que ir al otro extremo, ambas sabemos que no harías
una cosa así – dijo saliendo y cerrando la puerta.

Y tenía toda la razón, por algo me llamaba "la siempre correcta Bella", no supe que me había
pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero el recordar
sus caricias y sus besos eran razón suficiente para olvidarse hasta de la cordura, incluso de
mi propio nombre. Suspiré y mire mi celular que había dejado al lado del teclado de la
computadora, habría alguna restricción en cuánto al horario?, volví a recordar las reglas y no
mencionó nada al respecto. Llevé las manos a mi cara, sentí un rubor intenso en las mejillas,
pero qué me ocurría?, aún no habían pasado ni 12 horas de haberlo hecho con él y yo ya
ansiaba que volviera a pasar. "Y te aseguro que te dejara sin sentido", recordé las palabras
de la chica que me lo recomendó y debía reconocer que tenía toda la razón, y no sólo por el
magnífico sexo que habíamos tenido sino porque estaba haciéndome perder el sentido de
todo. El timbre del teléfono me hizo aterrizar y respondí a la llamada de mi jefe.

Afortunadamente para mi salud mental ese día estuvo cargado de bastante trabajo, aunque
de repente me reía yo sola porque algún recuerdo me venía a la mente y hacía que mi
cuerpo se estremeciera, pero movía la cabeza y volvía a concentrarme en lo que estaba
haciendo. Eran las 7:30 pm cuando termine la campaña publicitaria en la que estuve
trabajando todo el día, apagué la computadora y saque mi bolso del cajón del escritorio,
tome mi celular y lo mire fijamente, sería demasiado desesperado de mi parte volver a
llamarlo hoy?, ni siquiera dejar pasar un día o dos para volver a buscarlo?, pero el solo
hecho de volver a recordar sus caricias me excitaba por completo, era la primera vez que
algo así me sucedía y no es que el sexo con Jacob fuera malo, escaso sí, pero cuando lo
hacíamos no me podía quejar, al menos no antes de la velada de anoche. Teníamos ya cinco
años de novios y era el único hombre que había conocido en la intimidad antes de ir a
enredarme con ese extraño que me había mostrado una faceta del sexo y de mi misma
completamente diferente. Entonces vi que el celular se encendía anunciando una llamada de
él precisamente.

– hola amor, cómo estás? – dije mientras tomaba mi bolso y salía de la oficina.

– bien cariño y tú?, te gustaron las flores?

– claro, son hermosas.

– te dije que te recompensaría, estoy afuera de tu oficina para llevarte a cenar.

– ok, te veo en 5 minutos, ya voy de salida.

Colgué y apreté el botón del ascensor, al salir del edificio vi el flamante auto negro de mi
novio y me subí, le di un ligero beso en los labios y él me abrazo, en ese momento sentí todo
el peso de la culpa, no merecía que lo hubiera engañado, no era justificación su falta de
tiempo. Cuando nos separamos me entrego un pequeño regalo que abrí de inmediato, era un
hermoso dije en forma de media luna, la culpa se incremento y la sentí en mi espalda como
si fuera una losa pesada y le sonreí avergonzada, no sólo lo había engañado anoche con un
desconocido sino todo el día con el pensamiento.

Fuimos a un lindo restaurante de comida italiana y nos sentamos al fondo, ordenamos una
botella de vino tinto, ensalada y pasta, brindamos por mi cumpleaños y por el cierre de otro
exitoso negocio que él concretaba. Fue una linda velada que me hizo olvidar todos los
pensamientos lujuriosos que había tenido durante el día, estaba frente a un hombre real, del
cual conocía todo y que además amaba y me amaba. Pago la cuenta y salimos tomados de la
mano del restaurante, nos besamos mientras nos llevaban el auto, que diferentes eran sus
besos a los de aquel extraño, el amor debía ser la diferencia pensé tratando de borrar
aquellos recuerdos.

Llegamos a mi departamento y lo invite a subir, necesitaba apagar el fuego que me había


estado consumiendo todo el día. Entramos tomados de la mano y cuando subimos al
ascensor no pude contenerme y lo bese desesperadamente mientras acariciaba su pecho por
encima de la camisa, al llegar al piso de mi departamento Jacob me miro de forma extraña.

– pero Bella, nunca antes me habías besado de esa forma – exclamo sorprendido.

– te necesito – respondí con voz de niña pequeña – y te extraño.

Entramos a mi departamento y volví a besarlo frenéticamente mientras hacía que se sentara


sobre el sillón y yo me senté encima de él y comencé a desabrochar su camisa con urgencia,
Jacob me acariciaba la espalda, comencé a besar su cuello en tanto llegaba al último botón
de la camisa cuando su celular sonó.

– no contestes – supliqué con la voz entrecortada.


– puede ser importante – replicó tratando de alcanzar el celular en su pantalón.

– si es importante volverán a llamar – insistí exasperada.

– perdóname cariño, pero sabes que es mi deber contestar el celular sin importar la hora que
sea.

Entonces me senté molesta a su lado mientras recuperaba el compas de mi respiración y el


latido normal de mi corazón. Me di cuenta que era Sam, su jefe para recordarle de la
importante junta que tenían al día siguiente a las 8 de la mañana. En cuanto colgó vi que
abrochaba su camisa, yo me lleve una mano al cabello y lo hice para atrás.

– perdóname mi amor, tengo que irme, mañana tengo que madrugar, la junta es en Nueva
York y ya sabes cómo se pone el tráfico para allá.

– dijiste que me recompensarías – exclame furiosa cruzándome de brazos.

– y lo hare, te lo prometo, Sam va a darme un par de días libres como recompensa al


negocio que ayer cerré y viajaremos adonde quieras.

– eso has venido diciéndome por los últimos 6 meses y sigo esperando.

– te prometo que ahora sí se hará realidad, tú sabes que trabajo por los dos.

– lo sé, lo sé, es sólo que… hace cuánto hicimos el amor?, tres meses?, ya ni siquiera lo
recuerdo – agregué frustrada, cuando íbamos en la universidad lo habíamos hecho más
veces en una semana que las que lo habíamos hecho en el último año.

– mi amor, te juro que yo también te extraño y te necesito en ese aspecto, pero tienes que
comprender que de este trabajo tendremos todo lo necesario para casarnos y poder
mudarnos de Nueva Jersey.

– lo sé y lo comprendo – dije resignada – que descanses y suerte en tu junta.

– recuerda que te amo Bella, por favor, eso nunca lo dudes – dijo tomando mi rostro entre
sus manos.

– yo también te amo – respondí, me dio un ligero beso en los labios y se fue.

Me quede ahí sentada en el sillón, resoplando, a pesar de que me sentía frustrada por el
rechazo de mi novio que prefería sus negocios antes de complacer a su novia aunque fuera
por 5 minutos, lo que me tenía en realidad mal era el saber a quien era verdaderamente al
que necesitaba y deseaba en esos momentos, así que me levanté y saque el celular de mi
bolso y decidida marque su número, me importaba un reverendo pepino si pensaba que era
una urgida que no podía conseguir una pareja de forma normal, mi cuerpo entero estaba
reclamando, ansiando y deseando esos besos y esas caricias que me volvían loca por
completo.

"El número que usted marco se encuentra apagado o fuera del área de servicio".

– maldición!

Grite aventando el celular al sillón llena de rabia pensando que esas caricias y esos besos
que tanto necesitaba estaban siendo entregados a otra perfecta desconocida. Frustrada y
resignada me metí a darme una ducha de agua fría.
Capítulo 3:

Ardiente tentación

Al día siguiente llegue muy temprano a la oficina, ni siquiera había llegado Audrey y eso que
siempre es la primera. Encendí la computadora y revise mis mails, había uno marcado como
importante, en el que me recordaban que a las 4 debía entregar las fotos para el folleto de
un nuevo perfume de Armani.

– Genial! – exclamé en voz alta, yo con las hormonas hasta el cielo y encima tenía que pasar
al menos dos horas eligiendo fotos sensuales y a la vez sutiles.

Tenía otros asuntos pendientes a los que les di prioridad. A la una salí a almorzar con Audrey
que me estuvo platicando emocionada que estaba preparando la fiesta del cumpleaños
número 3 de su pequeña Lauren justo una plática como esa era la que necesitaba, algo
completamente inocente que mitigara mis bajas pasiones que seguro aumentarían a la hora
de estar escogiendo la fotos para el dichoso folleto.

Al regresar me encerré en mi oficina y me dispuse a hacer el trabajo que había estado


postergando toda la mañana, después de revisar miles de fotos para elegir las 10 que
aparecerían se me ocurrió una brillante idea. Como el lugar donde las llevaría estaba un poco
alejado le diría a mi jefe que ya no regresaría y llamaría a aquel extraño para volver a
encontrarnos, no podía demorarlo un día más, me urgía volver a sentir sus manos
recorriendo mi cuerpo, sus besos en mi boca y su olor embriagándome.

Eran las 5:15 cuando salí del edificio donde lleve las fotos, no entendí como es que me
citaron a las 4 y me hicieron esperar 45 minutos para recibirlas. En cuanto estuve en la calle
saque el celular y a toda prisa busqué su número y lo marqué, escuché el primer repique y
mi corazón se aceleró al 100%.

– hola – escuché decir a esa voz aterciopelada que me alteraba.

– estás libre esta noche? – dije pero esta vez con un tono sensual, tentándolo.

– sí, te veo en el mismo lugar a las 8, te parece?

– no podría ser más temprano?, a las 6:30? – estaba necesitada y se lo hice saber.

– lo siento, me es imposible a esa hora.

– ok, entonces a las 8 – no me quedo más remedio que aceptar.

– a las 8, en el lobby, cerca de los elevadores.

Y volvió a colgar primero sin darme tiempo a decir algo más, en ese minuto me arrepentí de
haber mostrado mi urgencia, seguro él tenía una vida y un trabajo, al menos tendría tiempo
suficiente para ir mejor arreglada esta vez. Le hice la parada a un taxi y le indique el
domicilio de mi departamento.

Al llegar me dirigí al armario y saque un vestido rojo, de tirantes delgados cruzado por la
parte de atrás y que me llegaba a mitad de los muslos, era atrevido y por eso no lo había
estrenado, pero para esta ocasión era perfecto. Abrí el cajón de la ropa interior y por más
que revolví no encontré prendas lo suficientemente sensuales, mire el reloj y faltaban 15
minutos para las 6, así que tenía tiempo de sobra y me dirigí hacia una tienda de ropa
interior que quedaba a 10 minutos de mi departamento.

Mientras caminaba pensaba que estaba completamente loca, como era posible que estuviera
yendo ex profeso a comprarme ropa sólo para tratar de impresionar a un completo
desconocido que seguramente conocía miles de modelitos de todos colores y formas. Suspire
un tanto desilusionada, no había podido dejar de pensar en él desde que lo conocí y para él
yo era una más en su lista. Entre a la tienda sacudiendo mi cabeza para borrar esos
pensamientos, lo mejor era concentrarse sólo en la diversión.

Me mire al espejo y casi no me reconocí, me había recogido el cabello y me había maquillado


más que de costumbre, con un intenso rojo carmesí en los labios y cubierta por aquel vestido
que llevaba un par de años guardado en el closet, en definitiva estaba muy alejada de la
correcta Bella, de la chica que todos conocían y algunos hasta admiraban "nadie es perfecto"
me dije mirándome fijamente. Vi el reloj y eran justo 7:30, tome mi abrigo, me lo puse y lo
cerré por completo, no iba a salir vestida así a la calle y que todos me vieran.

Tardo en pasar un taxi libre y a las 8 en punto estaba cruzando la puerta del hotel,
esperando y deseando que no me reconociera la recepcionista, pero al voltear discretamente
me di cuenta que era una chica diferente a la de la otra ocasión. Caminé hasta los
elevadores y no había señales de él. Empecé a hacer respiraciones para tratar de calmarme,
temía que el corazón se me saliera de un momento a otro por las intensas palpitaciones que
sentía en el pecho. Volteé cuando sentí una intensa mirada que hizo que mi cuerpo se
tensara, cómo podía tener ese efecto en mí?

– buenas noches – dijo mirándome de cabeza a pies.

– buenas noches – respondí perdiéndome en esos ojos hermosos.

El me sonrió divertido, quizá por la expresión de mi rostro, apretó el botón del ascensor y
entramos, yo me pare al fondo mientras el presionaba el botón del piso 15 de nuevo, ya no
podía resistir las ganas de besarlo y acariciarlo y estaba a punto de lanzarme sobre él
cuando hablo y me hizo notar algo que había pasado desapercibido.

– en este hotel hay cámaras en los elevadores, por seguridad – señalo levantando la vista
hacia una esquina y distinguí perfectamente la figura negra y circular que sobresalía del
techo.

– entiendo – pase saliva sintiendo como el rubor inundaba mis mejillas – pero no iba a
intentar nada extraño – agregué tontamente.

El soltó una risita y movió la cabeza, seguramente el deseo se me notaba en los ojos, en la
postura y en todo mi cuerpo. Finalmente la puerta se abrió y mi corazón latió aún más
aprisa, estaba a escasos minutos de volver a tener lo que había estado esperando por dos
días completos. Mire ansiosa como deslizaba la tarjeta para abrir la puerta, era la misma
habitación de la otra noche. Me cedió el paso de nuevo y entro cerrando la puerta. Ni
siquiera deje que diera un paso más, me le abalance y lo recargue en la puerta para besarlo
con toda la urgencia que sentía, mi cuerpo se estremeció completamente al sentir su tibia
lengua que se unía a la mía en movimientos frenéticos y desesperados mientras sus manos
desabotonaban el abrigo y me lo quitaba. Me separo para mirarme y sonrió satisfecho al
verme con aquel vestido.

– wow – exclamo lamiéndose los labios – ese vestido sí que te queda bien, muy bien.

– en verdad? – pregunté dándome una vuelta lentamente.

– por supuesto, aunque a decir verdad se verá mejor en el suelo.

Se acerco y me tomo por la cintura, con la punta de su lengua lamió mi oreja izquierda y
exhalo haciendo que su aliento entrara y me provocara una cálida sensación que recorrió
cada centímetro de mi cuerpo hasta arquearlo. Bajo lamiendo hasta mi cuello y una vez ahí
me dio pequeños besos mientras colocaba sus dedos en los tirantes del vestido y los bajaba,
al llegar a la altura de mis senos deslizo hasta estos sus manos y los masajeo por encima de
la delgada tela del vestido, mis manos estaban sobre sus codos sujetándolos fuertemente,
sentía que me desvanecería por las intensas sensaciones que sus caricias me estaban
provocando.
Bajo su cabeza para lamer y besar el inicio de mis senos, hice la cabeza hacia atrás y
después sujete con mis manos su cara y la lleve hacia la mía para volver a besarlo
apasionadamente, una de sus manos bajo hacia mi muslo y la metió por debajo del vestido
hasta mi nalga que masajeo. Dejamos de besarnos para tomar aliento, dirigí mi boca a su
cuello y lo lamí hasta llegar a su oreja.

– quiero sentirte dentro de mí – susurre mientras con una mano acariciaba su parte más
vulnerable por encima del pantalón notando su erección.

Presurosa desabroche el cinturón y baje el cierre del pantalón mientras él sacaba un condón
de una de las bolsas. Liberé su miembro que denotaba la misma urgencia que yo sentía
mientras él sacaba el condón de la envoltura y se lo colocaba mientras yo me tumbaba en la
cama y me quitaba la ropa interior. El se quito el pantalón y se coloco encima de mí
subiendo el vestido para introducirse en mí. Esta ocasión el gemido que escapo de mi boca
fue más fuerte, él sonrió satisfecho mientras se movía suavemente dentro de mí mientras yo
desabrochaba su camisa y se la quitaba para acariciar ese torso perfecto y marcado. El puso
su cara sobre mi hombro y jadeaba justo en mi oreja volviéndome completamente loca, yo
acariciaba su espalda y baje hasta sus nalgas que empuje para que se introdujera más
profundo en mí, acelero sus movimientos mientras me besaba y mordisqueaba mis labios,
rompí el beso al sentir que llegaba al orgasmo para liberar el grito que estaba en mi
garganta. El se rió.

– sshhh, van a pensar que te estoy matando – dijo sobre mi boca que permanecía abierta,
con esa voz aterciopelada y ahora retorcida por la excitación.

– y lo estás haciendo… de placer – dije sin ningún pudor, a estas alturas había olvidado por
completo el significado de esa palabra.

Se levantó aunque todavía no terminaba, yo me hinque en la cama y me quite el vestido que


estorbaba, él se sentó recargado en la cabecera y yo me senté sobre él, frotando nuestras
partes más íntimas mientras lamía y mordisqueaba su oreja y con mis manos jugueteaba
con sus pezones, él me sujeto por las nalgas y me levantó un poco, entonces yo tomé su
miembro y lo dirigí hacia donde lo necesitaba, dentro de mi cuerpo, al sentirlo hice la cabeza
para atrás y volví a gemir moviéndome acompasadamente, tomando el control de la
situación, él subió sus manos a mi cabello y me quito la liga que lo sujetaba, yo moví mi
cabeza y coloqué mis manos entre mis cabellos para colocarlo a los lados de mis hombros, él
tenía ahora sus manos en mi cintura y las movía hacia mis muslos, yo coloqué las mías sobre
sus hombros para seguir moviéndome, nuestras miradas se cruzaron, ambos estábamos
disfrutando las expresiones de placer que teníamos reflejadas en el rostro y los gemidos que
se confundían. Sentí como explotaba en mi interior mientras apretaba mis nalgas y gemía, lo
bese sintiendo como yo volvía a llegar al éxtasis total. Me quede unos minutos recargada
sobre su hombro, tratando de controlar mi respiración y después me senté a su lado, no
pude evitar suspirar fuertemente y él me miro.

– ya te vas? – fue lo único que se me ocurrió decir.

– ya quieres que me vaya?

– no, es sólo que… bueno… la otra vez…

– aún es temprano.

– sabes?, tengo una duda – dije mordiéndome el labio inferior.

– dila, sólo recuerda que nada personal.

– no lo es… – estaba buscando las palabras correctas para hacer esa pregunta que me
llenaba de vergüenza – bueno, como te diste cuenta mi amiga no me explico gran cosa y
pues… yo me preguntaba si… – sentí que las mejillas me ardían por el rubor.
– si qué? – preguntó poniéndome más nerviosa porque me miraba fijamente.

– pues… si hay… es decir… tengo que… pagarte – finalmente lo dije mirando hacia mis manos
que jugaban con la colcha.

– te refieres a dinero? – dijo sonriendo divertido y yo quise que la tierra me tragara.

– sí – respondí titubeante.

– y tú crees que la otra ocasión me hubiera ido sin mi pago?

– supongo que no – reflexioné que me hubiera llamado para cobrarme.

– no soy un gigoló si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay
dinero suficiente para retribuirlo.

Me quede muda, no me esperaba esa respuesta, en verdad tenía toda la razón, no contaba
con el dinero suficiente para pagarle todas esas intensas sensaciones que me hacía sentir. Vi
que se levantó y tomó su pantalón del suelo, busco en una bolsa y saco otro condón, eso
provocó que sonriera y mordiera mi labio inferior. Sí, una vez más, con otra vez me
conformaría por esta noche. Se subió a la cama y dejo el condón sobre la almohada, me jalo
de las piernas para dejarme completamente acostada y con las yemas de sus dedos las fue
recorriendo, desde el talón, se detuvo en las rodillas haciendo movimientos circulares y
después subió a mis muslos que apretó ligeramente. Lamió mi ombligo y subió a mis
pezones con los que estuvo jugueteando mientras con dos dedos frotaba mis labios
vaginales, yo arqueé mi cuerpo y abrí mis piernas, él subió lamiendo hasta mi cuello y
después me beso mientras colocaba su dedo en mi interior deslizándolo afuera y adentro.
Como pude tomé el condón y lo saque mientras él seguía dándome placer con su dedo, se lo
di y vi como se lo colocaba, abrí más mis piernas y cerré los ojos al sentir como entraba de
nuevo en mí.

Capítulo 4:

Sugerencias

Eran las 11 de la mañana y yo jugaba con un lápiz golpeándolo contra mi escritorio, no podía
concentrarme en el trabajo, había sido una espectacular noche que terminó con una frase
que me llevo a pensar algo que para nada me agrado, "no estaré disponible hasta el lunes
por la noche", recordé que me dijo antes de salir por la puerta de la habitación, así que
uniendo eso a lo de que no lo hacía por dinero llegué a la conclusión de que era casado, que
otra razón habría para que no pudiéramos vernos en fin de semana?, no sabría si podía
soportarlo, apenas era viernes y faltaban muchas horas para las 8 de la noche del lunes y
eso si me respondía el celular, "claro que siempre hay otras opciones… puedes acariciarte
pensando en mí", había agregado mientras abría la puerta.

– estás bien? – preguntó Audrey entrando a mi oficina.

– sí, por qué?

– llevas como media hora haciendo lo mismo, vas a terminar por aboyar el escritorio.

– no seas exagerada – exclame con una sonrisa.

– te noto… algo ansiosa, no sueles jugar con los lápices muy a menudo y menos por tanto
tiempo, problemas con Jacob?

– no, con él todo bien, estoy un poco bloqueada con el slogan de esta campaña.
– será que la señora inspiración anda de vacaciones – le sonreí mirando hacia arriba – por
cierto, hoy no podré ir a almorzar contigo, iré con Nick.

– el contador? – dije sorprendida, habían tenido un par de altercados poco agradables.

– sí, pero no es lo que tú piensas, su hermano administra un salón de fiestas infantiles y


quizá me consiga un descuento para la fiesta de cumpleaños de Lauren.

– sí, claro, por supuesto, algo parecido me dijiste de, cómo es que se llamaba?, ah sí Tom, y
si terminaron en su oficina pero no precisamente haciendo negocios.

– bueno, tú porque tienes un novio maravilloso y no sabes lo que es querer sentirse mujer
en toda la extensión de la palabra, sentirse deseada.

– no, no lo sé puesto que todos los días duermo con mi novio – dije irónica.

– al menos tienes un novio – dijo saliendo de la oficina.

Sí, lo tenía pero no me hacía sentir deseada, al menos no como el extraño que anoche me
había mirado de una forma que me hizo temblar, que me hizo sentir deseada como nunca
antes, con un fuego incesante en sus ojos. Tenía que hablar de esto con alguien, no podía
seguir manteniéndolo en secreto, me estaba carcomiendo por dentro y necesitaba que
alguien me escuchara, pero Audrey no era opción, seguramente me regañaría por engañar al
perfecto novio que al menos yo sí tengo, entonces pensé en Kate y recordé que me había
platicado del pequeño desliz que había tenido en aquella reunión de ex compañeros de la
preparatoria, sí, ella era la ideal para escucharme y quizá hasta aconsejarme. Entonces tomé
el teléfono y le marque, afortunadamente su oficina estaba a tres cuadras de la mía y la
invite a almorzar, de inmediato noto mi tono de angustia en la voz y me dijo que nos
veíamos a la 1 en punto en un restaurante que estaba en contra esquina de mi oficina.

Cuando llegué, ella ya estaba, se levanto, nos saludamos de beso en la mejilla y después ella
me dio un abrazo de consuelo.

– a ver Bella, qué es lo que te sucede?

– no sé por dónde empezar, es complicado.

– de eso me puedo dar cuenta en seguida, traes una cara como si hubieras cometido un
delito – dijo colocando su mano en mi mentón y me movió la cabeza.

– le ofrezco algo de tomar? – interrumpió el mesero.

– sí, un agua mineral y una ensalada de atún, pero por favor ponga el atún a un lado, no
encima de la lechuga.

– enseguida, con permiso.

– a ver ahora sí, cuéntame.

– engañe a Jacob – solté sin siquiera prepararla para la noticia.

– qué hiciste qué? – exclamo abriendo los ojos como platos.

– lo que oíste, me acosté con otro hombre – acepté avergonzada.

– pero cuándo?, quién es?, dónde lo conociste?

– el día de mi cumpleaños… y ayer – dije jugando con el tenedor para evitar mirarla.
– Bella!, te desconozco, no te estoy criticando, soy la menos indicaba para eso, simplemente
no doy crédito, tú siempre has sido tan… correcta.

– lo sé, lo sé, yo tampoco doy crédito, pero – suspire sin poder evitarlo – Kate, no tienes
idea de las miles de sensaciones que me hace sentir, ha descubierto partes tan sensibles en
mi cuerpo que yo ni siquiera sabía que tenía.

– wow, amiga, pocos hombres tienen ese don, pero aún no me has respondido quien es ni de
donde lo conoces.

Pase saliva, una cosa era contarle el desliz y otra muy diferente decirle que no tenía ni la
más remota idea de quién era en realidad el implicado, además supongo que no debería
propagar eso de las reglas. Afortunadamente en ese momento llego el mesero y colocó el
plato frente a mí, lo cual me permitió pensar por unos segundos e inventar una historia, sólo
esperaba sonar convincente.

– es un cliente de la agencia, bueno, no él, su asistente, un día platicamos y me dio su


tarjeta, la encontré el día de mi cumpleaños y como estaba sola lo llame y terminamos en un
hotel y me lo hizo de una forma que… que ayer me orillo a volver a verlo.

– tan bien estuvo?

– bien es poco para describirlo, magnífico, Kate, me hizo gritar, me hizo ver lucecitas, lo
juro, sabía exactamente que partes de mi cuerpo tocar y cómo hacerlo.

– felicidades amiga, pocas mujeres llegan a conocer y disfrutar del buen sexo.

– sí pero me asusta.

– por qué?

– porque me está creando una especie de necesidad que no es adecuada, entro muy fácil a
mi vida y con esa facilidad puede salir de ella, y qué hare después?

– Bella, si vas a seguir con esto te debe quedar muy claro algo, disfruta del momento sin
pensar en el después, no te enganches, entiendo cómo te sientes después de experimentar
lo que viviste y sientas esas ansias, a mi me paso con Steve y fue lo que me orillo a casarme
con él pero a veces me pregunto si eso es suficiente, si es lo único que tenemos en común,
la verdad hablamos poco, así que mentalízate que es sexo y nada más, que durara lo que
tenga que durar y que después podrás seguir con tu vida.

– tienes razón, además creo que es casado, me dijo que no podíamos vernos el fin de
semana.

– seguramente, te repito, disfruta los momentos con él y ya.

– pero me siento mal por Jacob, él no se merece algo así.

– no es cuestión de merecer o no, reconozcamos que él tiene descuidada su relación, no es


por intrigar, sabes que no me gusta pero, no tendrá él a alguien más también?, eso de
trabajar casi 24 por 7 está medio raro.

– no lo sé, no lo creo, él no es así… si Audrey te escuchara ya se hubiera infartado.

– pero yo no lo tengo en un pedestal como ella, y a todo esto, como se llama el susodicho
con el que te estás viendo?

– Mike – dije al leer ese nombre en la solapa de uno de los meseros que paso.
Y entonces pensé que era una mejor forma de llamarlo en lugar de haber guardado su
número con las letras CD, siglas de completo desconocido. Kate me sonrió sincera, mientras
movía la cabeza y los ojos, había sido una buena idea confiar en ella, me ayudo a liberarme
de la carga que traía sobre mis hombros y creo que hasta mis ansias de estar con él
disminuyeron un poco.

– un consejo, metete a un gimnasio, te ayudara a liberar energía.

– no te burles.

– no es burla, es en serio, podrás mitigar las ganas cuando no puedas verlo.

Me quede más tiempo de lo necesario en mi oficina, ya que Jacob había ido a Chicago a
cerrar un negocio y regresaría hasta el domingo, entonces recordé las palabras de Kate,
cabría la posibilidad de que él tuviera una amante?, acaso por eso no quería tener relaciones
conmigo?, qué estaba pasando con nuestra relación?, debía dejarlo?, no, yo conocía a Jacob
mejor que eso y sabía que no sería capaz, claro que yo tampoco era capaz de enredarme con
otro y justo era lo que estaba haciendo.

Llegue a mi departamento como a las 9, me puse la pijama y me senté a ver televisión


mientras me comía un plato de cereal. Estaba cambiando de canal en canal y en uno había
una escena erótica, parecía que todo estaba confabulando en mi contra o quizá sería que
ahora prestaba más atención a esas cosas por lo alteradas que traía las hormonas. Me quede
viendo la escena hasta que terminó, en condiciones normales le hubiera cambiado pero
ahora me dio morbo, sacudí la cabeza y decidí darme un baño.

Estaba parada debajo de la regadera y termine de lavarme el cabello, pase mi mano por mi
cuello y no pude evitar pensar en él, "puedes acariciarte pensando en mí", solo con recordar
su aterciopelada voz mi cuerpo se excitaba, así que me deje llevar. Baje mi mano hasta mis
senos y los acaricie pensando que era su mano, viendo su rostro en mi mente, reviviendo
sus jadeos en mi oreja. Deje que mi mano viajara más abajo, acaricié mi abdomen de la
forma en que él lo hacía y note que estaba funcionando, estaba ya jadeando mientras sentía
que el agua tibia acariciaba mi espalda. Me recargué en la pared y lo frio del azulejo hizo que
arqueara un poco mi cuerpo y entonces comencé a acariciar mi parte más intima mientras
me concentraba en él, en sus facciones retorcidas, en sus labios besando los míos, en su
tibio cuerpo moviéndose dentro del mío, era increíble la forma en que podía recordar todo y
más increíble aún que mi cuerpo respondiera a esos recuerdos, abrí los labios y emití un
gemido cuando sentí que terminaba, no había sido tan intenso como si hubiera estado con
él, pero lo había disfrutado muchísimo más que en otras ocasiones.

El sábado me levante a las 9, después de desayunar eche la ropa a la lavadora e hice todo el
aseo del departamento, a demasiada conciencia a decir verdad, necesitaba estar lo más
ocupada que se pudiera. Seguí el consejo de Kate e hice un poco de ejercicio, por la noche vi
una película cursi para evitarme malos pensamientos.

El domingo fui a casa de Audrey y estuve jugando un rato con Lauren. Por la tarde me llamo
Jacob y fuimos al cine. Vimos una película de acción, se me ocurrieron un par de cosas poco
decentes mientras estaba en la sala abrazada a él pero lo vi tan concentrado en la pantalla
que preferí no intentar nada, se estaba divirtiendo y con eso me conformaba, al menos no
estaba pensando en sus negocios en ese momento. Cenamos hamburguesas y después me
llevo a mi casa, me despedí en el auto sin invitarlo a subir al departamento, estaba muy
cansada y él tampoco se veía muy interesando en acompañarme, quizá Kate tenía razón en
eso de la amante y extrañamente deseé que fuera verdad, eso disminuiría un poco mi culpa.

Al fin era lunes y el día se me estaba haciendo eterno, cada media hora estaba tentada a
marcarle a "Mike", pero él había sido muy específico en el horario, así que espere hasta que
fueran las 7:15 de la tarde. Dude un momento con el celular en la mano, pero qué más daba
lo que pensara de mí, no sabía quién era yo en realidad, creo que con él me transformaba en
otra persona, así que con el corazón latiendo a toda prisa y con las manos temblorosas le
marqué.
– hola – respondió con esa voz que me encantaba.

– estás libre esta noche? – dije otra vez con tono sensual.

– sí, misma hora, mismo lugar.

– ok, ahí te veo.

Y ahora fui yo la primera en colgar. Tome mi bolso y mi saco del respaldo del asiento,
entonces repare en que hubiera ido a cambiarme de ropa, traía un traje sastre que no lucía
muy seductor que digamos, suspire y me puse en marcha al conocido hotel.

Eran las 8:25 y no había señas de él, resople y me dirigí a la salida, iba a mitad del lobby
cuando lo vi entrar y mi corazón se acelero de inmediato, jamás me imaginé que una
persona pudiera alterarme de tal manera. Me sonrió seductoramente y en cuanto estuvo a
mi lado me ofreció su brazo.

– disculpa la tardanza, tuve un contratiempo.

– entiendo – estaba aprendiendo a hablar poco con él.

Llegamos a la reconocida habitación, deje mi bolso sobre la mesa y sentí como me abrazaba
por atrás y pegaba su cuerpo al mío. Me beso el cuello mientras sus manos acariciaban mis
senos por encima de la blusa. Me quito el saco y me volteó, me miro con fuego en los ojos,
en ellos había el mismo deseo que en los míos, me beso apasionadamente en tanto
acariciaba mis nalgas y me pegaba a su cuerpo que ya estaba respondiendo a la pasión que
nos consumía, yo lo sujetaba fuertemente por la espalda, para evitar que se me escapara,
subió besando mi cuello, succiono el lóbulo de mi oreja y lo mordisqueo un poco, exhalando
su tibio aliento.

– hiciste lo que te sugerí? – preguntó bajando su dedo por mi columna vertebral.

– sí – exclame con un hilo de voz.

– demuéstrame como lo hiciste – susurró después de lamer mi oreja.

– qué? – pregunté contrariada separándome un poco de él para mirarlo.

– quiero que te acaricies para mí – solicitó con una seductora mirada.

Capítulo 5:

Aún no tengo suficiente de ti

Estaba petrificada mirándolo, sus labios rozaron los míos y su aliento embriagador inundó mi
boca hasta la garganta, mientras mi mente trataba de procesar su propuesta. Con un dedo
recorrió mis labios sin quitarme la vista de los ojos.

– anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – pidió de nuevo.

Entonces se sentó en la orilla de la cama, yo sentía que mi corazón se me salía por la boca,
nunca antes había experimentado algo así, pero él lograba sacar una parte de mí que
desconocía que tenía, así que le sonreí seductoramente y comencé a desabrochar mi blusa
mientras las yemas de mis dedos acariciaban la piel que iba quedando al descubierto, él
tenía sus ojos fijos en mí y esa era razón suficiente para estar excitada.

Le di la espalda y baje la blusa de un lado, desnudando uno de mis hombros, después baje la
otra parte y acaricie mi otro hombro, finalmente me quite la blusa y la tire al suelo,
desabroche el sostén y me lo quite. Me di la vuelta con mis manos sobre mis senos que
impedían verlos, me los acaricie con los dedos pulgares sin quitarle los ojos de encima, me
masaje los senos y después jugueteé con mis pezones apretándolos un poco y él colocó su
mano sobre el bulto que se le marcaba en el pantalón, yo le sonreí, me agradaba demasiado
ver que yo era la causante de esa erección. Nuevamente le di la espalda y baje el cierre de
mi falda que instantes después cayó al suelo, dejando a su vista mis nalgas con una sutil
tanga de encaje que comencé a bajar lentamente.

Una vez completamente desnuda me senté en el sillón frente a él, que ya se había librado de
la prisión de su pantalón y acariciaba su erección, eso me impulso y me acaricie el cuello, mi
mano bajo por entre mis senos, paso por mi estómago y finalmente se colocó en mi parte
más intima, me arqueé un poco mientras me frotaba con dos dedos que después inserte y
saque en repetidas ocasiones ya jadeando, cerré los ojos al sentir que casi llegaba al
orgasmo cuando de pronto él me detuvo, evitando que eso sucediera, tomo mis dedos y se
los llevo a la boca, los chupo unos instantes, después soltó mi mano y vi como se colocaba el
condón, se colocó sobre mí y se introdujo de un tirón, emití un grito al sentirlo dentro con
esa fuerza, sus manos sostenían mis piernas a la altura de las rodillas mientras entraba y
salía de mí fuertemente, gimiendo al igual que yo, su expresión retorcida me fascinaba y
entonces lo detuve obligándolo a salir de mí, me miro confundido.

– qué haces? – preguntó con la voz entrecortada.

– lo que me pediste, complacerte – susurré en su oído.

Hice que se sentara en el sillón y yo me senté encima de él hincada son las piernas abiertas
absorbiendo su miembro en mi interior, él puso sus manos en mi cintura pero yo las retire y
las entrelace con las mías colocándolas a un lado de él, impidiéndole que me tocara, él me
miro fascinado mientras yo me movía libremente lamiendo su cuello y después gimiendo en
su oreja, asegurándome que mi aliento le llegara al interior. Comencé a moverme con más
velocidad, faltaba poco para llegar al éxtasis y juntos lo alcanzamos emitiendo un gemido
bastante audible. Me deje caer sobre su hombro y le solté las manos. Emití otro gemido que
no pude evitar y él soltó una risita. Me senté a su lado con las piernas temblorosas
recuperando poco a poco mi respiración normal, de pronto un gruñido proveniente de mi
estómago hizo que me avergonzará.

– el ejercicio intenso provoca hambre – dijo sonriendo.

– sí, la falta de alimento también, hoy no comí porque… – él arqueó una ceja y entonces
recordé las reglas, estaba a punto de dar más información de la necesaria – no me dio
tiempo – terminé diciendo.

– bueno, podemos pedir servicio a cuarto.

– a esta hora? – pregunté sorprendida, calculé que serían cerca de las 10 de la noche.

– en este hotel hay servicio las 24 horas.

Se levantó del sillón y lo mire caminar desnudo, tenía un cuerpo muy bien tonificado, supuse
que hacía ejercicio. Tomo el teléfono y digito tres números, se volteó hacia mí.

– qué apeteces? – preguntó y después le dijo a quien le respondió que esperara.

– no conozco el menú de aquí, alguna sugerencia?

– hamburguesa, son lo mejor.

– ok, una, pero las papas en otro plato, por favor… gracias.
Me miro algo extrañado mientras le repetía a su interlocutor lo que yo le había dicho y pidió
otra hamburguesa sin cebolla y dos jugos, entonces la sorprendida fui yo, no imagine que
fuera a acompañarme. Colgó el teléfono y se acostó sobre la cama, tomo el control remoto y
encendió el enorme televisor de pantalla plana, yo me metí al baño a lavarme las manos.

Me miré al espejo, tenía en el rostro una amplia sonrisa, él surtía un efecto en mí bastante
poderoso, todo de él me afectaba, su olor, su sabor, su cuerpo. Recordé las reglas y decidí
quedarme ahí mientras llegaba la comida, preferí eso a salir y soportar su indiferencia.
Minutos después salí envuelta en una toalla, no supe porque, pero me daba vergüenza que
me viera desnuda si no estábamos teniendo relaciones, él tenía puesta una bata blanca con
el logotipo del hotel y estaba sentado frente a la mesa, las hamburguesas ya habían llegado,
así que recorrí la silla frente a él y me senté y empecé a comer mientras él hacía lo propio y
me miraba.

– son ricas, verdad? – preguntó y después se comió una papa.

– sí, tienen un sabor especial.

– receta secreta de la casa.

Le sonreí mientras le daba otra mordida a mi hamburguesa, era tan extraño todo eso, de
pronto sentí que su pie acariciaba mi rodilla, cerré los ojos en automático, no podía
controlarme cuando sentía su piel rozar la mía, abrí los ojos y me sonreía traviesamente,
decidí seguirle el juego, así que tome la papa más larga que vi, hice mi cabeza hacia atrás y
la introduje completa en mi boca, él frunció el seño encantado y se mordió el labio inferior
mientras yo masticaba la papa lentamente, su pie seguía acariciando mi pierna de la rodilla
hacia abajo, abrí un poco las piernas y me deslice un poco en la silla para que él pudiera
alcanzar la parte interna de mi muslo, tomé la hamburguesa y la mordí suavemente,
tratando de que pareciera sensual, él me miraba y sonreía, note que su pecho se movía un
tanto agitado, al parecer la seducción a través de la comida estaba funcionando, yo sentía
humedecer mi parte más íntima.

Terminamos de comer y bebí el jugo que habían llevado, jugueteando sensualmente con el
popote, él también se bebió el suyo creo que de un solo trago. Se levantó y de su pantalón
saco otro condón, se quito la bata. Mi respiración ya estaba agitada, necesitaba de él y con
cada encuentro crecía más esa necesidad.

Se acerco a mí completamente desnudo, me quito la toalla y me beso desesperadamente


mientras nuestros sexos se frotaban. Con una mano hice a un lado los platos y él me ayudo
a sentarme sobre la mesa, abrí las piernas sólo lo necesario para dejarlo entrar y después
enrolle mis piernas en su cintura, aprisionándolo para lograr un mejor roce mientras él se
movía en mi interior. Le supliqué por más con mi voz distorsionada, él sonreía satisfecho de
escuchar eso e incrementaba los movimientos, tenía una de sus manos en mi cuello y la otra
en mi muslo que apretaba ligeramente, yo hice la cabeza hacia atrás por la intensa
excitación que sentía, mis manos estaban sobre su pecho, subiendo y bajando, acariciando
sus pezones. Hice mi cabeza hacia adelante y él me beso con ansias, moviendo su lengua
sobre la mía de manera intensa, los movimientos de su cadera aumentaron más y él rompió
el beso, un gruñido escapo de su boca mientras terminaba dentro de mí ocasionando que yo
también llegara al clímax literalmente maullando. Volvió a besarme sin salirse de mí y
después recargo su cabeza en mi hombro tratando de recobrar la conciencia al igual que yo.

Se separo y sentí un enorme vacío en mi interior cuando su masculinidad salió de mí, podría
tenerla por toda la noche dentro. Se metió al baño y entonces yo tomé mi sostén y me lo
puse, al igual que mi blusa que empecé a abrochar.

– qué haces? – lo escuché decir y me sobresalté.

– vistiéndome – dije con un tono de voz como si no fuera evidente.

– aún no terminamos o ya te tienes que ir?


– no, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.

– cuando veas que yo me visto esa es la señal – dijo fríamente.

Yo debía estarme volviendo loca, esa frialdad, esa indiferencia, esas extrañas reglas lejos de
hacer que saliera corriendo de ahí me plantaban en esa habitación, como un árbol echando
raíces. Él ejercía un extraño embrujo en mí, estaba volviéndome adicta, esa era la palabra
correcta para describir lo que sentía, nunca antes había experimentado esa sensación,
tomaba alcohol en fiestas pero nunca he sentido la necesidad de consumirlo sin sentido, el
cigarro lo había probado sólo una vez y no me gusto. Pero, el verlo ahí parado frente a mí
mirándome como si me estuviera analizando me hacía desearlo, necesitarlo y sentirlo dentro
de mí y eso debía sentir un alcohólico cuando tenía una botella enfrente.

Acorto la distancia que nos separaba, con la punta de su lengua lamió mis labios mientras
sus dedos desabrochaban el par de botones que yo había logrado abrochar de mi blusa, la
abrió y coloco sus manos en mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo en tanto introducía su
lengua en mi boca y frotaba la mía. Mis manos rodearon su cuello y se lo acariciaron, sentí
como desabrochaba mi sostén acariciando de paso la piel de mi espalda, me separe un poco
mientras él me dejaba completamente desnuda de nuevo sin dejar de besarnos, empezó a
caminar dirigiéndome hacia la cama, cuando la sentí con la parte trasera de mis piernas me
senté. El fue por otro condón mientras yo me subía y me acostaba.

El se tumbo en mí y lamió mis senos alternadamente, en tanto su mano acariciaba mi


cadera, yo acariciaba su cabello, él continuó besándome hasta mi cuello, al que le dio ligeras
mordidas. Lo hice darse la vuelta y yo fui ahora la que quedo encima de él, le besé y lamí el
cuello tomando el condón de su mano, me hinqué sobre sus piernas y le coloqué el condón
deslizando las yemas de mis dedos en su erección, él jadeo y acto seguido me senté sobre
su miembro y comencé a moverme en círculos colocando mis manos sobre su abdomen
apoyándome. El gimió más fuerte.

– oh sí, así – exclamo con la voz entre cortada.

– te gusta? – pregunté con un hilo de voz.

– sí, sigue, no te detengas – suplicó.

Seguí moviéndome lentamente, tratando de prolongar la excitación, puse mis manos entre
mis cabellos ahora moviéndome suavemente arriba y abajo sintiendo sus dedos apretar mis
caderas y me detuve. Con un ágil movimiento él hizo que me acostara y me embistió con
fuerza, entrando y saliendo de mi cuerpo haciéndome gritar mientras nos mirábamos
fijamente rozando sus labios con los míos, sentía su aliento que aunado a sus movimientos
me estaba volviendo loca, incremento la velocidad y yo lo abrace con mis piernas por sus
caderas, sentí que llegaba al orgasmo mientras él embestía por última vez y colapsaba en mi
cuerpo.

– eres fantástica – susurro en mi oído.

– y tú eres único – respondí aún con la voz distorsionada.

A lo lejos escuchaba sonar mi celular, levanté mi mano hacia la mesita de noche pero no lo
sentí, entonces abrí los ojos y me enderece un poco, me di cuenta que seguía en la
habitación del hotel, no supe en qué momento me quede dormida, ni siquiera me di cuenta
cuando él se levantó de la cama. Me levanté ya que el celular estaba dentro de mi bolso y
cuando llegué a él había dejado de sonar, entonces un papel doblado estaba sobre la mesa,
lo tomé y lo abrí, "espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo", decía con letra
de computadora, una enorme sonrisa apareció en mis labios, pero me sobresalte al escuchar
de nuevo mi celular, era Audrey en el identificador.
– Bella, dónde estás?, son las 10 de la mañana y la junta con el nuevo cliente es a las 11,
Scott está desesperado porque no encuentra la presentación y tenemos horas buscándote,
estaba a punto de marcar al 911.

– estoy bien, sólo que me quede dormida y no escuche el despertador.

– pues date prisa antes de que a Scott le dé un infarto y de paso a mí por estar escuchando
sus gritos, prepárate porque te espera un fuerte regaño.

Me vestí a toda prisa y salí corriendo de ahí, afortunadamente un taxi iba pasando y lo tome
de inmediato, le indique la dirección de mi departamento y cuando arrancó me di cuenta que
había dejado la nota sobre la mesa. Llegué y me di una ducha de 5 minutos, me puse el
primer traje que alcance con la mano, me cepille rápidamente el cabello después de vestirme
y salí disparada, en el taxi me maquille.

Casi me caigo en las escaleras de la entrada del edificio por las prisas, pero logre detenerme
del muro. Apreté el botón del ascensor mientras miraba mi reloj, eran 11:10 am. Las puertas
se abrieron y salió un mar de gente, cuando estuvo ya vació me subí y apreté el botón del
piso 7, pero en el piso 2 se detuvo, entro un señor, volvió a detenerse en el piso 3 y
subieron dos chicas más, en el piso 5 bajo el señor y entro una señora de limpieza. Genial
dije para mis adentros, cuando más prisa tiene uno es cuando lento se pone todo.
Finalmente llegué a mi destino y salí rápidamente, acomodé mi cabello aún mojado.

– vaya, hasta que llegas, el cliente ya está aquí y Scott está furioso.

– perdón, es que no dormí bien anoche.

Entre a mi oficina y del cajón del escritorio saque el cd con la presentación y camine a paso
veloz a la oficina de mi jefe. En el umbral de la puerta mi corazón se detuvo cuando vi a un
hombre con traje negro, era alto, delgado, de cabello corto y un poco alborotado que estaba
parado de espaldas a mí y frente a mí jefe.

Capítulo 6:

Arrepentimientos

– aquí viene mi colaboradora estrella – exclamo Scott cuando me vio cruzar por la puerta.

– buenos días, perdón por la tardanza – dije nerviosa con un hilo de voz.

El hombre se dio la vuelta para mirarme y sentí que un frío recorrió mi espalda.

– Sr. Jackson, le presento a Bella Swan, la persona encargada de llevar su cuenta.

– mucho gusto – dijo sonriente extendiéndome la mano.

– igualmente – contesté estrechándosela.

El alma me volvió al cuerpo cuando me di cuenta que no era mi desconocido, suspire


aliviada, y entonces caí en la cuenta de algo en lo que no había pensado, existiría la
posibilidad de que algún día me lo encontrara en la calle con los miles de habitantes que hay
en esta ciudad?, su trabajo tendría que ver con la publicidad?, sacudí la cabeza para librarme
de esos pensamientos y me senté al lado del cliente.

La junta transcurrió de lo más normal, el Sr. Jackson quedo bastante satisfecho con la
presentación y nos indico que necesitaba la campaña para el viernes por la tarde. En cuanto
salió de la oficina, el corazón se me volvió a acelerar porque no había nada que me salvara
del regaño de Scott y lo confirmé cuando cerró la puerta, ya que siempre la tiene abierta
salvo cuando está con un cliente o cuando no quiere que los demás escuchen lo que tiene
que decir. Camino en silencio de regreso para sentarse frente a mí y coloco ambos brazos en
la orilla del escritorio.

– felicidades Bella, la presentación estuvo estupenda como siempre.

– gracias – respondí tímidamente mientras le daba un sorbo a mi vaso de agua.

– pero eso no te salva de que tengamos una charla tú y yo, sabes que te aprecio Bella, eres
una gran chica y además eres comprometida con tu trabajo y precisamente eso es lo que me
preocupa, qué pasa contigo?, la semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un
día después de tu cumpleaños y bueno, puede ser comprensible, pero hoy te retrasaste más
de dos horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no respondías el
celular y no te reportaste para al menos saber que estabas bien.

– perdón, te podría dar miles de excusas pero la verdad fue que me quede dormida, anoche
no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi bolso y no lo escuchaba.

– agradezco tu honestidad, eso es lo que me siempre me ha gustado de ti, pero aparte de


eso, te noto extraña, has estado distraída, ausente, ayer confundiste los slogans de unas
marcas que no tienen nada que ver entre sí, tienes problemas Bella?, sabes que puedes
confiar en mí.

Me quede en silencio, qué iba a responderle?, que estaba perdiendo la razón por un extraño
que me hacía suya de cuanta forma se le ocurría?, y que eso aumentaba más y más mi
ansiedad de querer estar con él, que mi mente viajaba y fantaseaba con las ideas más
inverosímiles que se me ocurrían con él, que a todo lo que había a mi alrededor le estaba
encontrando un lado sexual que posiblemente ni tenía, que había descubierto una Bella
sensual, traviesa, coqueta y sin inhibiciones que desconocía que existía, y que sólo ese
hombre desconocido hacía surgir, que me hacía sentir mujer como nadie lo había hecho
jamás. Tome un respiro antes de hablar.

– creo que es una crisis post–cumpleaños – respondí deseando que me lo creyera.

– niña, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir 40 años, tú tienes 23, hasta podrías
ser mi hija.

– sí, pero, bueno, a mi edad mis papás ya se habían casado y yo ya había nacido – yo no
deseaba eso, pero fue lo único convincente que se me ocurrió decir.

– y por eso ahora están divorciados, tienes una larga vida por delante Bella, eres brillante en
tu profesión y tienes mucho futuro ahí, el matrimonio y los hijos vendrán después, todo en
su adecuado momento.

– lo sé, supongo que me entró un poco de depresión por estar sola en mi cumpleaños – dije
mientras pensaba que fue lo mejor que pudo haberme pasado – pero, te prometo que a
partir de hoy seré la misma chica responsable de siempre, no más llegadas tarde ni
divagaciones en horas de trabajo.

– tampoco quiero un robot Bella, sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.

– y lo estoy, mejor que nunca, puedo irme a mi oficina?

– anda, que tienes mucho trabajo.

Me dirigí a mi oficina y Audrey me siguió para saber el reporte de la mini charla que había
tenido con mi jefe, entramos y ella cerró la puerta y se sentó frente a mí mientras yo daba la
vuelta al escritorio para ocupar mi lugar.

– qué te dijo Scott?


– que estaba preocupado por mí porque últimamente llego tarde y ando distraída.

– y tú qué le dijiste?

– que era una crisis por mi cumpleaños.

– sí, claro, pero a mí sí me vas a decir la verdad.

– no tengo nada, sólo estoy saturada de trabajo y por lo mismo anoche no pude dormir,
estoy estresada por el coctel que tendremos mañana, aún faltan detalles, por cierto,
tenemos que ir al salón a checarlos.

– sí, en verdad es un evento importante el de mañana, pero tú estás rara desde tu


cumpleaños, algo sucedió ese día que no sé porque no me lo quieres decir – abrió los ojos
como platos y se llevo las manos a la boca – Jacob al fin te pidió matrimonio, por eso andas
así toda nerviosa y ansiosa, te dio tiempo para pensarlo y por eso aún no traes puesto el
anillo, mala amiga, con que ocultándome información.

– que buena imaginación tienes Audrey, Jacob no me ha dado ningún anillo ni me ha pedido
nada, no recuerdas que me dejo plantada el día de mi cumpleaños?

– bueno, es que no encuentro otra razón para tu repentino cambio, obviamente no se trata
de un amante, no te atreverías a engañar a Jacob y menos con lo…

– perfecto que es – la interrumpí porque ya me sabía esa línea de memoria – tan aburrida
soy?, como para no buscarme un amante que me entretenga mientras mi novio no está –
eso era en realidad ese extraño para mí?, sólo un pasatiempo para mitigar mi soledad?, y si
era eso porque cada día que pasaba anhelaba y deseaba más y más estar con él sin
importarme lo demás.

– no eres aburrida Bella, simplemente eres una chica con valores que ama a su novio y que
jamás haría algo que pudiera dañarlo – se levantó de la silla – a qué hora vamos al salón?

– después del almuerzo.

– ok, entonces iré por mi bolso porque ya sólo faltan 5 minutos para la una.

Asentí con la cabeza mientras miraba el monitor de mi computadora que apenas se encendía
en tanto sentía las palabras de Audrey retumbar en mi mente, qué era lo que había hecho?,
dónde habían quedado mis valores?, qué pasaría si Jacob se llegara a enterar?, que haría?,
eso le dolería profundamente, le causaría un daño enorme y no se lo merecía, no, porque
antes de novios éramos amigos, él había sido quien me apoyo cuando mis padres se
divorciaron, quien me hizo ver que no era culpa mía, él había secado mis lágrimas en
innumerables ocasiones, quien me había abrazado en las noches de tormenta que tanto me
asustaban, el que me había llevado al baile de graduación, con él fue mi primer beso, mi
primera vez, quien me conocía mejor que nadie. Y no se merecía lo que le estaba haciendo,
no había justificación alguna para mi comportamiento, como pude olvidar todo eso y
cambiarlo por unos momentos de placer con alguien para quien yo no significaba nada, para
quien yo era sólo un número, una conquista más y ni siquiera eso, era sólo una más en su
cama y entonces me sentí tan miserable y ruin, como fui capaz de dejarme llevar por las
bajas pasiones en lugar de pensar con la cabeza? Y fue cuando tome la decisión de no
buscarlo más, no iba a arruinar mi vida por alguien del que ni siquiera sabía su nombre.

Hoy hacía exactamente tres semanas desde mi último desliz, me había costado trabajo
resistirme, tengo que reconocerlo, había noches en las que flaqueaba y tomaba el celular
pero me obligaba a mí misma a ver la fotografía que nos tomaron a Jacob y a mí en
Disneylandia para tomar valor y evitar llamar al extraño. Curiosamente Jacob se había dado
más tiempo para estar conmigo, cenábamos juntos 3 veces a la semana y todos los
domingos habíamos ido al cine, y entonces me sentí más culpable, porque si él estaba
teniendo ese comportamiento es porque había notado algo raro en mí.
Esa noche me encontraba viendo el televisor en mi habitación, era viernes y a pesar de que
eran las 8 yo ya estaba en pijama. Mi celular sonó y lo tomé de la mesa de noche, el
identificador señalaba "número restringido", eso me llamo mucho la atención, pero pensé
que podría ser algún cliente de la agencia llamando de un Nextel, así que contesté, "hola,
buenas noches", dije amablemente y me respondió el silencio, no se percibía ningún ruido,
"hola, hay alguien ahí?", pregunta tonta porque evidentemente alguien me había marcado y
debía sostener un teléfono del otro lado; y de pronto escuche un suspiro que me erizo hasta
la punta del último cabello seguido por el tun, tun, tun que indicaba que había colgado.

Mi corazón se había disparado y me quede como idiota viendo fijamente mi celular, en


espera de que volviera a sonar pero nada. Me levanté bastante inquieta de la cama y
empecé a caminar de un lado a otro de la habitación, como león enjaulado, sería posible que
fuera él buscándome?, me habría echado de menos?, significaba yo algo para él por mínimo
que fuera? Habían pasado 15 minutos y yo seguía con el celular en la mano caminando, mire
al televisor al que hacía rato no le hacía caso y una pareja se besaba intensamente en una
teleserie, y deje que la debilidad ganara la batalla, nerviosa busqué su número y lo llamé,
después de 4 timbrazos escuché de nuevo esa voz que me hacía perder la noción de todo.

– hola – dijo sensualmente alterando todo mi ser.

– estás libre esta noche? – pregunté con el alma en un hilo.

– lo estás tú? – preguntó confundiéndome.

– acaso es un reclamo? – respondí seria.

– de ninguna manera, sabes que así no funciona.

– entonces nos podemos ver?

– sí, en una hora en el lugar de siempre – dijo después de unos segundos en silencio.

Colgué y me quite la pijama inmediatamente, fui al closet y como hacía frío tome unos jeans,
una polera ajustada y una chamarra negra, me recogí el cabello en una coleta, me maquille
ligeramente y me puse perfume. Tome mi bolso y salí del departamento.

Cruce el lobby y lo vi parado al lado de los elevadores, vestía también unos jeans y un suéter
azul, le sonreí nerviosa y él me devolvió la sonrisa, como era su costumbre me ofreció su
brazo y en cuanto lo tome presiono el botón del ascensor.

– buenas noches – dijo con esa hermosa voz aterciopelada.

– buenas noches – respondí sintiendo como mi cuerpo temblaba.

Subimos y el ascensor se detuvo en el piso 2, subieron tal cantidad de personas que se lleno,
yo estaba parada delante de él y sentía su cuerpo pegado al mío, que aunado a su delicioso
aroma y al movimiento propio del ascensor provoco que mi cuerpo empezara a reaccionar, él
ladeo ligeramente la cabeza para exhalar justo en mi oreja y en ese momento la excitación
aumento al máximo, como se atrevía a tentarme de esa manera?, en un elevador lleno de
gente y con una cámara que grababa todo.

Finalmente bajamos en el piso 15 y parecía que él estaba empeñado en torturarme porque


camino lentamente por el largo pasillo, con sus manos dentro de los bolsillos de sus jeans
aunque de igual forma me ofreció su brazo y yo se lo acariciaba suavemente mientras
caminábamos.

– permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño – señalo mientras deslizaba la
tarjeta para que la puerta se abriera.
Yo asentí con la cabeza mordiéndome el labio inferior, así que me quede parada en la mitad
de la habitación, esperando. Pasaron 5 minutos y no salía, definitivamente me estaba
torturando así que decidí devolverle la jugada. En cuanto salió me dio la sonrisa traviesa que
me encantaba y se acerco a mí, levantó sus manos para tomar mi rostro pero yo se las tome
de las muñecas impidiéndoselo, me miro confundido y entonces lo bese con ansias
prácticamente devorándolo, como había extrañado su sabor, su lengua desenfrenada
moviéndose y frotando la mía con la misma desesperación que yo sentía, quiso zafarse y
entonces rompí el beso.

– esta noche será a mi manera – susurré sensualmente en su oído.

– ah sí?, y qué tienes en mente? – preguntó mirándome fijamente a los ojos.

Le sonreí mientras lamía su cuello, su fuerza era mayor a la mía y logro soltarse pero yo le
aventé los brazos para evitar que me tocara en tanto mordisqueaba suavemente su cuello,
empecé a levantar su suéter y él levanto las manos y se lo quite, traía una polera demasiado
ajustada que marcaba perfectamente su anatomía, se la levanté un poco y comencé a
lamerle el abdomen, él quiso poner sus manos en mis hombros y nuevamente se las quite,
un jadeo escapo de sus labios, el juego estaba funcionando y sonreí mientras seguía
lamiendo su torso al tiempo que subía la polera hasta que se la quite por completo.

Volví a sonreírle y lo tire a la cama, él se mordió el labio, yo me hinque y le quite los zapatos
y los calcetines. Después desabroche el cinturón y el pantalón que también le quite al igual
que su ropa interior, me lamí los labios al ver su erección, en verdad lo había hecho
muchísimo de menos. Lo tome con una mano y empecé a darle placer con mi boca, sus
gemidos se intensificaron, yo seguía impidiéndole que me tocara y rendido se acostó en la
cama mientras mis labios viajaban a lo largo de su erección hasta que sentí que estaba a
punto de terminar, me detuve, y me acerqué a sus labios que bese frenéticamente mientras
mi mano acariciaba su masculinidad hasta hacerlo llegar al clímax segundos después.

Capítulo 7:

Que la noche no acabe

Me separe un poco para mirarlo, la punta de mi nariz rozaba la suya, tenía una expresión de
placer en el rostro que me fascinaba, me satisfacía sobre manera ser yo la responsable de
esos gestos. Quiso besarme y yo hice mi cabeza hacia atrás pero alcanzó a lamer mis labios.
De pronto me envolvió en sus brazos y me hizo acostarme en la cama, me tomo de las
muñecas y extendió mis brazos a los lados de mi cabeza, yo quise librarme de su prisión
pero no pude, me sonrió una vez más.

– ahora es mi turno – susurró mirándome fijamente a los ojos.

– pero… – su boca en la mía silenció mi protesta.

– fue tu idea jugar rudo esta vez – dijo en mis labios y su aliento inundó mi nariz – prohibido
tocar o prolongaré más la tortura – sentenció mientras se hincaba en la cama, yo me lamí
los labios.

Subió mi polera lentamente con sus manos en tanto acariciaba la piel que iba quedando al
desnudo, beso y lamió mi abdomen, bajo hacia mi cintura, siguió subiendo la polera hasta
descubrir mi sostén que era negro de encaje, sonrió al mirar la prenda y me dio pequeños
besos en el nacimiento de los senos, me enderecé un poco y me quito la polera
completamente. Se acercó a mis labios y los rozo con los suyos, cerré los ojos esperando
recibir su lengua pero no llego, quise tomar la iniciativa pero se separo, con su lengua
recorrió mi oreja, jugueteó un rato con mi lóbulo mientras sostenía mis manos para evitar
que lo tocara. Después me quito los zapatos y el pantalón y con sus dientes bajo mi ropa
interior, primero de un lado y después del otro, yo ya estaba completamente excitada, mi
respiración era pesada y jadeaba al sentir sus caricias, ya lo necesitaba dentro de mí, él lo
sabía pero me estaba llevando al extremo, terminó por quitarme la tanga y después el
sostén.

Me hizo acostarme boca abajo, hizo a un lado mi cabello y me beso uno de mis hombros, fue
dejando besos hasta llegar al otro hombro y después bajo besando y lamiendo a lo largo de
mi columna vertebral mientras sus dedos se deslizaban suavemente por toda mi espalda y
por mis costados, yo estaba completamente húmeda y vuelta loca por querer sentirlo dentro
de mí. Me beso la cintura y con las yemas de sus dedos acaricio lentamente mis nalgas y
bajo a mis muslos.

– por favor – dije en un susurro suplicante.

– por favor, qué? – musitó en mi oído mientras sus dedos acariciaban mis brazos.

– ya fue suficiente tortura – respondí con un hilo de voz.

– y qué es lo que quieres?, – preguntó en mi oído mientras frotaba su sexo contra mis
nalgas – dímelo – agregó exhalando en mi oreja.

– deja de jugar ya, hazme tuya.

– quieres te haga mía ahora?

– sí… te lo suplico.

Sentí que se levantó de la cama, yo entré en pánico, me volteé y me enderece, lo vi sacando


un condón de su pantalón y poniéndoselo mientras yo me acosté boca arriba, él se subió a la
cama yo abrí las piernas, dándole la bienvenida a disfrutar de mi cuerpo, pero él otra vez
volvió a torturarme y sólo me frotaba muy suavemente, mientras yo me retorcía porque se
introdujera de una vez por todas.

– basta de juegos, ya no soporto – suplique casi con lágrimas en los ojos.

– qué es lo que no soportas? – preguntó colocando su cuerpo encima del mío

– lo que estás haciendo, necesito tenerte dentro ahora – ordené.

– me extrañaste? – preguntó entrando en mí finalmente de un tirón.

– sí – grité cuando su masculinidad cubrió todo mi interior.

– cuánto? – preguntó con la voz distorsionada moviéndose fuera y adentro.

– mucho – apenas y pude responder entre gemidos.

– mucho? – repitió mientras disminuía el ritmo de sus movimientos.

– muchísimo – exclame tratando de alcanzar su rostro para besarlo.

– demuéstrame que tanto.

Entonces lo aprisioné con mis piernas y empecé a moverme rápidamente, sus manos las
tenía a mis costados apoyadas en la cama, yo subí las mías y las puse en su espalda
apretándosela con cada movimiento que se iba intensificando, no sabía cómo definir los
sonidos que escapaban de mi boca, por la intensa excitación de sentirlo dentro, como
entraba y salía de mí mientras él gruñía, tenía las mismas ansias y la misma necesidad que
yo. Hizo los movimientos finales para llegar al orgasmo al mismo tiempo que yo y gritamos
juntos, se dejo caer encima de mí y así se quedo un buen rato sin retirar su miembro de mi
interior, que se lo agradecí infinitamente.

Esa noche lo hicimos de diversas formas, con urgencia, no quedo un solo centímetro de mi
cuerpo que no haya quedado cubierto por sus besos y sus caricias y entonces comprendí que
no importaba cuanto luchara yo lo necesitaba y no podía dejarlo, no, cuando me brindaba
todo ese universo de posibilidades que ni siquiera mi mente retorcida podía crear, era
completamente adicta a él y no me importaba irme al mismo infierno con tal de seguir
disfrutando de su cuerpo, de sus besos y de sus dedos acariciándome, me declare vencida y
no iba a volver a alejarme de él.

Una vez más colapsamos juntos, nuestros cuerpos estaban repletos de sudor, nuestras
respiraciones erráticas y el pulso hasta las nubes. Se acostó a un lado de mí mientras su
ritmo cardiaco y su respiración regresaba a la normalidad al igual que los míos, nos
quedamos en silencio mirando hacia el techo, yo estaba buscando la forma de preguntarle si
él era quien me había llamado cuando un fuerte trueno se escucho seguido de una intensa
lluvia, yo me abrace a él sin poder evitarlo.

– te asustan las tormentas? – preguntó extrañado.

– sí, desde niña – respondí con toda la vergüenza del mundo, algo completamente absurdo
después de todo lo que habíamos hecho, quizá por eso me sentí tonta al admitir mi temor.

– no pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además no estás sola.

– lo sé, es sólo que – recordé las famosas reglas y guarde silencio – no importa.

– tranquila, me quedaré aquí hasta que pase – dijo acariciando suavemente mi hombro.

– de verdad?

– sí, no traigo coche y no quiero mojarme.

Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría sólo por hacerme
compañía, pero supuse que eso rompería la regla de los lazos afectivos, así que me separe
de él y me volteé dándole la espalda y me abracé a la almohada hasta que me quede
profundamente dormida.

Un ruido me despertó, me pareció que era la puerta al cerrarse pero al enfocar mi vista en
ella no había nadie, mire mi reloj y eran las 10:45 de la mañana, entonces me levanté a toda
prisa de la cama y cuando termine de vestirme caí en la cuenta de que era sábado, sola me
reí y moví la cabeza. Tome mi bolso de la mesa y me encontré otra nota escrita en
computadora "recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio
y no podemos ir en contra de eso", volví a leerla varias veces, no comprendí el mensaje de
trasfondo si es que lo había, la guarde en mi bolso y salí de la habitación no sin antes voltear
hacia la cama y recordar lo que había pasado en ella, el desorden era prueba fiel de la noche
más desenfrenada y placentera de mi vida, una amplia sonrisa apareció en mis labios y salí
rumbo a mi departamento.

Tome un largo baño, mientras imágenes de lo sucedido la noche anterior se repetían, sus
besos, sus gemidos, sus caricias, todo lo tenía tatuado en mi mente y en mi piel, me sentía
satisfecha como nunca antes y estaba decidida a seguir con él, no podía renunciar a todo lo
que me hacía sentir, quizá con el tiempo se olvidaría de las reglas y me mostraría quien era
en realidad pero extrañamente yo no estaba muy segura de que él supiera quién era yo, me
asustaba la idea de que no le agradara Bella Swan, la chica correcta y de futuro prometedor
en el mundo de la publicidad y ese pensamiento me llevo a Jacob, aún lo amaba, él me
completaba de una manera muy diferente, pero en ese instante no quise pensar más,
recordé las palabras de Kate: "disfruta del momento sin pensar en el después", y eso era lo
que iba a hacer.
Después de lavar la ropa y medio recoger el departamento, me tumbé en el sillón a ver
televisión, aún tenía un par de horas antes de arreglarme para ir a cenar con Jacob, Kate y
su esposo. Fui cambiando de canal en canal y en uno encontré el anuncio de una nueva
marca de ropa juvenil que lanzarían próximamente y de la que nosotros nos estábamos
haciendo cargo de promocionar, ese comercial lo habíamos hecho en la agencia y siempre
me gustaba ver lo que hacíamos. De repente el cansancio me venció y me quede ahí
dormida, cuando abrí los ojos me di cuenta que pasaban de las 6, tenía el tiempo justo para
arreglarme, al levantarme del sillón sonó el teléfono, me recargué en el respaldo y lo
contesté.

– hola

– hola mi amor, cómo estás? – exclamo Jacob de lo más amoroso.

– bien y tú?

– extrañándote.

– yo también – dije tratando de sonar sincera.

– amor, te tengo dos noticias, una buena y una mala, cuál quieres primero?

– a ver, empecemos con la buena.

– tengo dos pases para el juego de los Gigantes de Nueva York del próximo lunes, en palco
preferencial, qué tal, eh?

– grandioso, sabes que me encanta el futbol americano – exclamé sarcástica.

– te gustaba cuando íbamos en la prepa, cariño.

– pero sólo porque jugabas tú – él formaba parte de la línea ofensiva.

– vamos, será divertido, además hace mucho que no vamos a un partido de nada.

– si cierta persona no fuera adicta al trabajo podríamos ir con más frecuencia.

– por eso ahora que está la oportunidad te estoy invitando.

– está bien, vayamos al partido y cuál es la mala noticia?

– que no alcance vuelo para hoy y no podré llegar a la cena, perdón y dale mis disculpas a
Kate y Steve.

– está bien no te preocupes – dije mientras pensaba que esa invitación al partido no era por
nada, él ya sabía que nos dejaría colgados en la cena.

– te mando muchos besos, te llamo cuando llegue mañana, recuerda que te amo.

– yo también, cuídate.

Moví la cabeza mientras caminaba a mi habitación, no sabía que pensar, quizá por mis
propias culpas pero empezaba a dudar que Jacob en realidad estuviera trabajando, cada vez
eran más frecuentes esos viajes de fin de semana, de hecho en el último mes y medio no
había estado conmigo ningún viernes ni sábado, pero si era así yo no tenía nada que
recriminarle. Saque mi ropa del closet y comencé a vestirme.
Eran las 5 de la tarde del lunes cuando me llamo Jacob para decirme que estaba a 3 cuadras
de mi oficina para irnos al partido y le dije que lo veía en la entrada del edificio. Apague la
computadora, estaba por tomar mi bolso del cajón cuando sonó mi celular y casi me da un
paro cardíaco cuando vi de quien se trataba, no podía ser cierto, no, justo hoy, por qué el
destino se empeñaba en jugar conmigo?

– hola – respondí con el corazón latiéndome a toda prisa.

– estás libre esta noche? – dijo de la forma más endemoniadamente sexy haciéndome dudar.

– no… lo siento, un… compromiso previo – no podía cancelarle a Jacob, debía estar ya afuera
esperándome y no tenía ningún pretexto que ponerle, sería exponerme demasiado a que se
enterara de la verdad.

– entiendo – exclamo serio.

– podría ser mañana? – pregunté con pánico.

– quizá… buenas tardes.

Y colgó sin que yo pudiera decir más, me golpeé en la frente con el celular, era la primera
vez que él me llamaba y yo no estaba disponible, aunque después vinieron a mi mente las
palabras que Kate me había dicho el sábado cuando Steve fue al baño, "que no sepa que te
tiene en sus manos amiga, date a desear y no siempre estés disponible para él", claro que
ignoraba que era yo quien lo llamaba, así que suspire mientras caminaba al ascensor,
después de todo Kate tenía razón.

En el trayecto hacía el estadio no hablamos mucho, a Jacob le sonaba frecuentemente el


celular por cuestiones de trabajo y yo iba cruzada de brazos pensando en lo que podría estar
haciendo en ese momento en lugar de estar atrapada en ese auto, suspiré y miré por fuera
de la ventanilla mirando hacia el cielo.

Llegamos al estadio y después de estacionar el auto caminamos a nuestros lugares, era un


palco privado y me dio una perspectiva completamente diferente de lo que era asistir a
presenciar un partido en vivo. Había una mesa larga con botanas, botellas, sodas, jugos y
una enorme hielera atestada de cervezas, un par de meseros nos llevaron a nuestro lugar,
Jacob saludo y me presento a las personas que ya había ahí. Nos ofrecieron de tomar y
aunque no me gustaba mucho pedí una cerveza y Jacob un whisky en las rocas, tomamos
nuestros lugares y el partido dio inicio.

– impresionante, verdad? – me dijo él muy orgulloso.

– sí, la verdad es que sí, quién te consiguió los pases?

– Jacob, que bueno que sí pudiste venir, viejo – se escucho una voz familiar que me hizo
quedarme congelada en el asiento sin voltear.

– no podía desaprovechar la oportunidad – respondió mientras se ponía de pie y lo abrazaba


fraternalmente – mira, te quiero presentar a mi novia, ven, amor.

Levanté la cara lentamente, quizá podía tratarse de un juego de mi mente como la vez
anterior, pase saliva y al girar mi cuello completamente hacia la derecha mi ojos se toparon
con su mirada topacio, el desconocido estaba justo ahí, parado al lado de mi novio con su
gran sonrisa en el rostro y yo sentí que todo me daba vueltas. Jacob me extendió la mano y
gracias a eso pude ponerme de pie torpemente.

– cariño, te presento a Edward Cullen, uno de los inversionistas más jóvenes y exitosos del
país – su mirada estaba clavada en mí sin inmutarse en lo absoluto – ella es Bella Swan,
hermosa, inteligente y talentosísima mujer del mundo de la publicidad, y lo mejor es la
dueña de mis quincenas – bromeó Jacob mientras me abrazaba sosteniéndome de un
hombro y yo me sentía desfallecer.

Capítulo 8:

La vida te da sorpresas

– mucho gusto – dijo en tono neutral y me extendió la mano.

Pero yo no quería estrechársela, ya conocía los efectos en mí cuando me tocaba, aunque


esta situación era completamente diferente, pero no quería arriesgarme, ni siquiera podía
hablar por el enorme estado de shock en el que me encontraba, sentía mis rodillas temblar y
un trasudor recorrer mi cuerpo, si no fuera porque tenía a Jacob sujetado de la cintura ya me
hubiera desvanecido. No entendía como él podía estar como si nada, como si en verdad
fuera la primera vez que me veía en su vida, deseé tener la misma fortaleza o desfachatez,
no sabía cómo calificar su actitud. Tome un fuerte respiro y apreté con la mano a Jacob, casi
enterrándole las uñas.

– igualmente – respondí estrechándole la mano pero la retire con rapidez.

– sin que me lo tomes a mal Jacob, tienes una novia muy linda – cómo decía eso?

– oh yo lo sé, gracias, además es una excelente chica, la única que me aguanta el ritmo de
trabajo y casi no se queja, por eso trato de complacerla lo más que se pueda – dijo de lo
más amoroso mientras deslizaba un dedo en mi nariz.

– sí, se ve que están muy enamorados – exclamo en un tono frío.

– te sientes bien Bells? – preguntó Jacob mirándome preocupado.

– un poco mareada, creo que la cerveza ya se me subió, necesito refrescarme, con permiso.

Salí prácticamente corriendo al baño y una vez adentro me recargué en la puerta y me lleve
las manos a la cara, por qué me pasaba eso a mí?, ahora sí que el destino me había jugado
una broma demasiado macabra, de todas las posibilidades que había de encontrármelo
jamás me imaginé que fuera con mi novio y mucho menos que se conocieran, pero de
dónde?, yo conocía a todos los amigos y compañeros de Jacob, tendría que tratarse de algún
cliente.

Y lo peor era no tener la menor idea de lo que pasaba por su mente, aparte de empresario
sería actor?, cómo podía tener el rostro sin ninguna expresión?, acaso sabría que me
encontraría aquí?, no, por supuesto que no, aunque conociera a Jacob y supiera que tenía
novia no había forma de que supiera que yo era precisamente esa novia, además no me
habría llamado si hubiera sabido que estaría aquí.

Me acerqué al lavabo y deje correr el agua, moje mis manos y las puse en mi nuca y luego
me moje la cara, tome varias toallitas de papel para secarme, estaba pálida como una hoja
de papel, como fui tan tonta para creer que ese jueguito iba a continuar por tiempo
indefinido? Es tan típico que cuando siempre te portas bien, el día que haces algo indebido te
sale mal. Tocaron a la puerta y eso me hizo salir de mis pensamientos, tire las toallitas al
bote.

– Bella, estás bien? – preguntó Jacob del otro lado.

– sí, todo bien.

– quieres que nos vayamos?

– no, te digo que fue la cerveza, pero ya se me paso – respondí abriendo la puerta.
– estás muy pálida, seguro que te sientes bien?

– sí, creo que se me bajo la presión, pero no te arruinare – dije poniendo mi mano en su
mejilla – esta noche – agregué ocultando el verdadero trasfondo de ese comentario.

El sonrió, me dio un ligero beso en los labios, me tomo de la mano y nos dirigimos a
nuestros lugares. Edward estaba parado frente a la mesa preparando unas bebidas, una
chica estaba a su lado platicándole muy entusiasmada, era un poco bajita, de tez levemente
oscura, ojos cafés, cabello castaño que le llegaba debajo de los hombros y con una gran
sonrisa, traía unos jeans y un jersey de los Gigantes, al parecer era fan del equipo. Vi que le
acaricio el cabello a él y los celos me inundaron, pero cómo podía estar celosa?, era seguro
que él tuviera a alguien en su vida. Nos acercamos y la chica saludo a Jacob.

– hola!, que bueno que viniste – exclamo entusiasmada saludándolo de beso en la mejilla.

– hola, mira, te presento a mi novia Bella, amor, ella es Jennifer.

– mucho gusto Bella, moría por conocerte, no sabes lo bien que se expresa este hombre de
ti, te tiene en un altar – dijo abrazándome como si fuéramos grandes amigas.

– mucho gusto – respondí sintiéndome asfixiada.

– les sirvió algo? – preguntó Edward mientras le daba un vaso a Jennifer obligándola a
soltarme al fin.

– yo quiero un whisky en las rocas – dijo Jacob de inmediato.

– yo un jugo de naranja, por favor.

Vi como preparaba el whisky y luego tomo otro vaso y el jugo de naranja.

– hielo? – me preguntó mirándome.

– no, gracias – respondí esquivando la mirada.

Sirvió el jugo y tomo ambos vasos, a Jacob le entrego el suyo y a mí, el mío, rozando mis
dedos cuando lo tomé, provocando que sintiera un escalofrío, vi que esbozo una sonrisa
traviesa, sabía perfectamente el efecto que provocaba en mí.

Tomo a Jennifer de la mano y caminaron a sus asientos, deje que Jacob me abrazara y
caminamos detrás de ellos, nos sentamos a su lado, Jacob junto a Edward, yo quede en una
esquina y mire al campo de juego, no tenía idea de lo que estaba pasando ahí, pero tenía
que tratar de distraer mi mente. No sabía que iba a pasar ahora, era un hecho que él juego
entre él y yo había terminado, las dos primeras reglas estaban quebrantadas totalmente, la
tercera ya no importaba, era la más difícil de romper.

Los minutos pasaban lentamente, cada que detenían el reloj en el juego mi corazón se
detenía porque eso extendía la agonía de estar ahí, a tan sólo un asiento de distancia.
Estaba a punto de pedirle a Jacob que nos fuéramos, pero la parte masoquista de mí no
quería irse, lo más probable es que fuera la última vez que lo viera y quería guardar esos
recuerdos, su sonrisa natural, tan encantadora como la retorcida, sus gritos por la emoción
del partido, era un chico normal, que disfrutaba de la vida.

Cuando los Gigantes anotaban Jennifer lo abrazaba emocionada, se sentía una conexión
especial entre ellos y por un momento deseé ser ella, yo conocía al amante pero ella conocía
al hombre y eran afortunada por eso, no estaba limitada a ninguna regla y disfrutaba de
ambas facetas, la sonrisa en su rostro me lo demostraba y yo sabía perfectamente lo que
Edward te hacía sentir en la cama. Sentí que iba a romper en llanto y fui al baño otra vez.
Me moje de nuevo la cara, no podía llorar, no debía, había sido una aventura que no podía
tener un final feliz, quise jugar con fuego y me queme, por qué me afectaba tanto que
tuviera novia?, yo tenía a Jacob y a Edward parecía no importarle, estábamos bajo las
mismas condiciones, "la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso", acaso a
esto se refería?, él y yo estábamos buscando un equilibrio en nuestras vidas amorosas?
Suspire apoyada en el lavabo, después salí del baño y me acerqué a la mesa a servirme otro
jugo.

– disfrutando del partido? – susurró en mi oído erizando mi piel, pero qué pretendía?

– no tanto como tú – respondí sin mirarlo tratando de calmar los latidos de mi corazón.

– no te emociona tanto porque tu novio no está en el terreno de juego? – volteé a verlo más
que sorprendida – él me contó que jugaba cuando iba en la prepa.

– de dónde lo conoces? supongo que dadas las circunstancias te puedo preguntar lo que
quiera – dije dándome la vuelta para enfrentarlo pero deje una mano en la mesa y la otra
me la puse en la cintura.

– hace un par de semanas cerramos un negocio – dijo sonriendo, quizá por mi comentario
anterior – por cierto, es muy talentoso con los números… y ya veo que para otra cosa
también – agrego poniendo su mano en la mesa y rozando la mía, pero yo la retire nerviosa.

– por qué me llamaste en la tarde?, no me digas que no sabías que vendrías aquí.

– no pensaba hacerlo – puso su pie pegado al mío – pero en vista de que no estabas
disponible, no tuve otra opción, jamás me imaginé que tu compromiso fuera este.

– la vida es un equilibrio – dije irónicamente – no me la paso teniendo sexo todo el día –


agregué un tanto seria.

– yo tampoco – dijo muy sonriente – aunque… con cierta "desconocida" de ojos color marrón
con la que estuve toda la noche del viernes – se acerco a mi oído – sí podría – agregó en
tono sensual disparando todos mis sentidos.

– basta de juegos… eso no puede continuar, tus reglas están rotas – asegure haciéndome
para atrás.

– en ese caso… disfruta de este otro juego – soltó una risita – es decir, del partido – me
guiño un ojo y luego camino hacia su lugar.

Yo me quede ahí parada, sosteniéndome del filo de la mesa, tratando de regular mi


respiración, qué se traía entre manos?, como podía ser tan cínico de coquetearme de esa
manera cuando su novia estaba ahí y además Jacob, acaso no le importaba que se dieran
cuenta?, ahora ese era su juego? Moví la cabeza y me fui a mi lugar.

El partido terminó, ganaron los Gigantes y Jennifer propuso ir a cenar para celebrar pero yo
les dije que me dolía la cabeza y que mañana tenía que estar muy temprano en la oficina
para armar una nueva campaña.

– ni modo, tú te lo pierdes – dijo Jennifer sonriendo – en verdad me dio mucho gusto


conocerte – agrego mientras yo pensaba si le daría el mismo gusto saber que me había
revolcado con su novio en más de una ocasión.

– el trabajo es primero, ya habrá oportunidad de convivir en otra ocasión – intervino Jacob


haciendo que yo entrara en pánico, no, yo no podía volver a convivir con ellos.

– viejo, es bueno trabajar, pero no olvidándose de la diversión – dijo Edward mirándome.


– tú porque eres millonario, pero uno que es un simple mortal tiene que echarle todas las
ganas al trabajo para conseguir lo que uno quiere – rebatió Jacob.

– el dinero no lo es todo Jacob, hay que darse tiempo para los placeres que la vida nos da o
tú qué opinas… Bella?

– que la vida es un equilibrio – repetí desviando mi mirada.

– lo ves Jacob?, no todo puede ser trabajo.

– tienes razón Edward, tienes razón, otro día vamos a cenar.

– un viernes por ejemplo, para así no tener que levantarse temprano al otro día – propuso
Jennifer que sostenía a Edward de un brazo.

– claro – dijo Jacob titubeante.

Nos despedimos, Jennifer volvió a abrazarme mientras Jacob y Edward hacían lo mismo,
definitivamente algo le debía a la vida y ahora me lo estaba cobrando muy caro. Me despedí
de mano de Edward que me regalo otra de sus sonrisas y abrace a Jacob mientras
caminábamos al auto. Agradecía que al fin pudiéramos estar solos porque así podría buscar
las respuestas que Edward no me daría.

– son geniales, verdad? – exclamo Jacob al subir al auto, que bueno que él había sacado el
tema, así no me vería tan obvia en mis preguntas.

– sí, cómo fue que los conociste?

– hace un par de semanas, Edward fue a la casa de bolsa y ya sabes cómo es Sam, de
inmediato me lo mando, estuvimos hablando de negocios y el día que firmamos el contrato
fuimos a cenar y llevo a Jennifer.

– es su novia?

– pues a mí me la presento como su amiga, creo que se conocen hace muchos años, pero
quizá son amigos con derechos.

– quizá – dije mientras miraba hacia la noche.

En el trayecto a mi departamento me quede dormida, Jacob me despertó suavemente


cuando llegamos, adormilada le di un beso y baje de su auto. Al entrar a mi habitación pudo
más mi curiosidad que mi cansancio así que encendí la lap y mientras tanto me puse la
pijama. Una vez conectada a internet me metí a Google, quizá encontraría alguna
información de él. Con los dedos un poco temblorosos tecleé su nombre, y aparecieron varias
páginas, entre a una donde estaba una especie de biografía.

Edward Cullen

Nació el 20 de junio de 1982 en la ciudad de Chicago, Illinois. Segundo hijo del matrimonio
conformado por Carlisle Cullen, uno de los mejores y más prestigiados neurocirujanos de
Estados Unidos, y Esme Cullen reconocida pintora a lo largo del mismo país. Su hermano
mayor, Emmett es jugador profesional de futbol americano, forma parte del equipo de Pieles
Rojas de Washington. Su hermana menor, Alice acaba de graduarse de una prestigiada
escuela de diseño de modas de París.

De niño tomo clases de piano pero siempre mostro su inquietud por los negocios. Estudió en
las escuelas más prestigiadas del país y siempre obtuvo las mejores calificaciones. Es
egresado de la universidad de Harvard donde cursó Administración de empresas y cuenta
con una maestría en Economía de la misma institución.
Actualmente es dueño de una pequeña cadena de hoteles que inició con el Rose Imperial de
la ciudad de Nueva Jersey donde radica por temporadas, su residencia oficial está en Seattle,
muy cercana a la de sus padres y también tiene una casa de descanso en Las Vegas.

Desde temprana edad mostro su inquietud por las chicas, ganándose a pulso en la
preparatoria y en la universidad la fama de conquistador que ahora lo ha llevado a ser
considerado el soltero más codiciando del medio en el que se desenvuelve.

Es socio y vicepresidente de la fundación que inició hace 15 años su padre, la cual se dedica
a ayudar a personas con enfermedades terminales.

Eche un vistazo en otras páginas y en una de sociales había fotos de la boda de su hermano,
me sorprendió ver que estaba casado con una de las más importantes modelos del país,
Rosalie Hale, quien era la imagen exclusiva del nuevo perfume del que había estado
eligiendo las fotos hace pocas semanas.

Y donde casi me caigo de la silla fue cuando mi mente proceso que su hermana es nada más
y nada menos que Alice Cullen, la nueva diseñadora a la que le estábamos organizando el
evento del lanzamiento de su línea de ropa y que sería el jueves de la semana siguiente
precisamente en uno de los salones del Hotel Rose Imperial.

Capítulo 9:

Rompiendo las reglas

Parecía ser un chico ejemplar, a excepción de su fama de playboy, "algún defecto debería de
tener, nadie es perfecto", me dije en voz alta. Me lleve las manos a la cabeza sin poder dar
crédito a que él fuera el dueño del hotel donde me citaba, ahora comprendía muchas cosas,
porque siempre íbamos a la misma habitación, porque sabía lo de las cámaras en los
elevadores y lo del servicio a cuarto las 24 horas.

No podía ser cierto lo que me estaba pasando, toparme con un desconocido que resulto
tener más lazos conmigo que los que jamás imaginé, no sólo era cliente de mi novio sino que
su hermana era cliente de la agencia y a pesar de que Audrey era quien llevaba esa cuenta
yo tenía que estar también en el evento, parecía que el destino se empeñaba en
complicarme la vida.

Esa noche casi no pude dormir, tenía demasiadas dudas en mi cabeza y debía reconocer que
una gran parte de mí iba a extrañar esos encuentros, pero me quedaba claro que ya no
podían ser, no cuando él conocía a Jacob y cuando yo había comprobado que tenía a alguien
en su vida, cualquiera que fuera la relación que llevaran, una cosa era tener la sospecha y
otra muy diferente corroborarlo de primera mano, además ella era una buena chica, hasta
podríamos ser amigas.

Al día siguiente llegue muy temprano a la oficina, tenía que mantener mi mente ocupada lo
más que pudiera o me volvería completamente loca. Como a la media hora llego Audrey que
se sorprendió de verme ahí a esa hora.

A mediodía me llamo Kate para contarme que había peleado con Steve, al parecer su
relación se estaba acabando de a poco, me llamo muchísimo la atención algo que me dijo
"ahora entiendo que todo debe ser equilibrado, ni puro amor ni puro sexo, lo ideal es una
combinación de ambas cosas, tómalo en cuenta Bella para cuando te cases, el deseo no es
suficiente, si no hay amor en algún momento se termina la pasión". Me quede pensando en
sus palabras y tenía razón, yo tenía el amor de Jacob y la pasión de Edward, ambos me
daban el equilibrio pero separados la balanza se inclinaba hacia alguno de los lados, que
difíciles son las relaciones humanas.

Los días se me habían pasado volando, a pesar de que no dormía mucho y sentía la
necesidad de llamar a Edward pero ahora no podría resistir que su celular me mandara al
buzón, además él no daba ninguna señal de querer estar conmigo y yo no iba a rogarle
ahora que ambos sabíamos quiénes éramos en realidad.

Me mire al espejo después de terminar de arreglarme, hoy era la fiesta del lanzamiento de la
línea de ropa de Alice Cullen y ella se había empeñado en que Audrey y yo vistiéramos uno
de sus modelos, mi amiga eligió el más atrevido, yo me quede con uno verde que me llegaba
justo arriba de la rodilla, tenía descubierta la espalda y se unía por el cuello en una tira que
bajaba por ambos lados al frente, así que tenía un escote, era un poco volado y de una tela
finísima. Me coloqué encima la estola verde también, tome mi bolso y salí rumbo al conocido
hotel que no había pisado hacía dos semanas, claro que el propósito de esta visita era muy
diferente.

Fui la primera en llegar, me aseguré que todo estuviera en orden, la plataforma para el
desfile estaba lista, las sillas acomodadas, la enorme mesa con los bocadillos y las bebidas,
el lugar donde se colocaría la poca prensa que habría, los meseros perfectamente vestidos,
un chico estaba haciendo la prueba de sonido, todo iba marchando de acuerdo a lo planeado.
Minutos después llego Audrey y dimos las últimas indicaciones a las edecanes que recibirían
a los invitados.

– no va a venir Jacob? – me preguntó Audrey mientras se retocaba el maquillaje.

– no, tuvo que viajar a San Francisco, creo que regresa el sábado.

– ah ok, hace mucho que no lo veo.

– yo también, bueno, desde el domingo que fuimos al cine y tú por qué no invitaste a Nick?

– tenía otro compromiso.

Alrededor de las 7 empezaron a llegar los asistentes y mis piernas me temblaron al ver
entrar a Emmett y Rosalie, señal de que Edward en algún momento se presentaría, era
lógico que toda la familia estuviera presente y yo me debatía por dentro, a una parte de mi
le daba miedo volver a verlo pero la otra se moría de ganas de mirarlo aunque fuera a lo
lejos. Minutos después arribaron el Dr. Cullen y su esposa Esme, y me dio tanta tristeza al
verlos tomados de la mano, sonrientes, felices y orgullosos, deseé que Renee y Charlie algún
día se hubieran visto así, pero ni siquiera podían hablarse por teléfono, es más ni a mí me
llaman por sus múltiples ocupaciones, según.

Un mesero pasó y de la charola tome una copa de champagne que me bebí de un solo trago,
necesitaba valor para el momento que inevitablemente ocurriría. La siguiente en llegar fue
precisamente Alice, de la mano de su novio, del que no recordaba su nombre pero que
extrañamente su rostro me resultaba familiar, se parecía a alguien que conocía pero no sabía
a quién. De inmediato los fotógrafos se acercaron a ellos y ambos posaron, ella con una gran
sonrisa y él un poco tímido, se veía que no estaba acostumbrado a las cámaras.

Siguieron llegando más invitados, incluido Scott que iba con su esposa, de inmediato me
acerqué a saludarlos y él me felicito por lo bien que el salón lucía y por toda la organización
del evento, tuve que recordarle que lo había organizado en conjunto con Audrey, pero él me
sonrió y me dio unas palmaditas en el hombro. Me quede platicando un buen rato con ellos y
me bebí otra copa de champagne.

Después Alice se acercó a Audrey y a mí y nos saludo con un gran abrazo, de inmediato note
el hermoso anillo de oro con un diamante al centro que portaba en su dedo anular de la
mano izquierda, debía ser de compromiso sin duda.

– muchas gracias chicas, todo está espectacular.

– no tienes nada que agradecer, es nuestro trabajo y lo hacemos con gusto – respondió
Audrey.
– y los vestidos les quedaron perfectos, ustedes también van a pasar a modelar, eh?

– no Alice, de ninguna manera, te lo agradezco pero no hay forma alguna de que yo me suba
a esa plataforma – dije un tanto seria y con miedo.

– pero si te ves hermosa Bella, aunque yo había pensado que te pusieras el vestido rojo, no
es que se te vea mal a ti Audrey, para nada, pero los elegí pensando en sus respectivas
personalidades.

– por eso yo traigo el rojo, Bella es muy tímida y quiere pasar desapercibida.

– pues yo percibo en ella un lado muy sensual que debería explotar – aseguro guiñándome el
ojo.

– Alice, que cosas dices – exclame muerta de la vergüenza con la cara roja como tomate, si
supiera cuanto había explotado esa parte con su hermano.

Entonces vi que los fotógrafos corrían a la puerta y volteé motivada por la curiosidad y lo vi
entrar, Edward Cullen en todo su esplendor, vistiendo un smoking y corbata negra de moño,
con una camisa blanca, el cabello un poco más arreglado que de costumbre pero sin perder
su toque, era un monumento a la belleza masculina, mi corazón empezó a latir a toda prisa
mientras lo veía posar junto a Jennifer que lo tenía tomado por un brazo, no pensé que
vendría con ella, pero claro, no podía llegar solo tampoco.

Me excuse con Alice al ver que caminaban directamente a ella y me fui a meter a la cocina
con el pretexto de ver si ya tenían listos más bocadillos. Me quede ahí varios minutos hasta
que escuché que el maestro de ceremonias le pedía a la audiencia que tomaran asiento
porque estaba por empezar el desfile salí a ocupar mi lugar y en el camino me atajo Jennifer.

– Bella, que sorpresa verte aquí!, y Jacob? – exclamo abrazándome.

– no pudo venir, está en un viaje de negocios – respondí al separarnos.

– ese hombre no cambia, no sabía que eras amiga de Alice.

– no lo soy, yo trabajo en la agencia de publicidad que organizó toda la promoción del


evento y de la línea de ropa.

– en serio?, eres la responsable de los espectaculares que hay en la calle?, te felicito, están
geniales.

– bueno, en realidad mi compañera Audrey es la que lleva la cuenta, yo sólo estoy como
apoyo.

– buenas noches – dijo Edward parándose a su lado y pase saliva al verlo.

– buenas noches – respondí con voz ronca por la impresión.

– no pensé encontrarte aquí – agregó extendiéndome la mano para saludarme.

– soy una de las encargadas de la logística del evento – dije estrechándole la mano que me
acaricio sutilmente con su dedo pulgar.

– felicidades, el salón luce de maravilla – dijo mirándome de pies a cabeza.

– gracias, pasemos a tomar asiento, el desfile ya va a comenzar – agregué nerviosa soltando


mi mano de la prisión de la suya.
Me senté en una fila delante de ellos, en diagonal, el presentador anunció a Alice y ella subió
y dio las palabras de bienvenida, agradeció a todos los presentes, incluida su familia y su
prometido Jasper Hale, ahí supe porque su rostro me era familiar, era hermano de Rosalie,
vaya sorpresa, supuse que por ella lo conoció.

El desfile dio inicio y yo sentía las insistentes miradas de Edward, eso me ponía más nerviosa
y cuando volteaba a mirarlo me sonreía seductoramente. Hubo un momento en el que ya no
resistí y hui de ahí, me metí a la bodega que se había adecuado como vestidor para las
modelos y en la cual había un caos con gente entrando y saliendo. Me senté en un sofá que
había en una esquina tratando de guardar la compostura, puse mis codos sobre mis rodillas
y me lleve las manos a la cara cubriéndome los ojos.

– cansada o nerviosa? – escuché que me dijo con su hermosa voz.

– cansada, ha sido una semana muy pesada – respondí después de aclarar mi garganta
levantando la cara, estaba parado frente a mí sonriéndome.

– necesitas relajarte – dijo poniendo su mano en mi hombro y apretándolo suavemente, por


qué insistía en torturarme?

– gracias por el consejo, lo tomare en cuenta – dije mirando hacia el suelo, conteniendo mi
respiración.

– no es un consejo – deslizo su mano por mi brazo – es una invitación – agregó y bajo hasta
llegar a mi mano que tomo.

– estás loco?, afuera hay un mundo de gente, incluida tu familia y tu novia, no voy a ir a esa
habitación arriesgándome a que alguien nos vea – exclame tratando de soltarme, pero no lo
conseguí.

– la gente está muy entretenida con el desfile, incluida mi familia y mi amiga, además jamás
mencione subir a la habitación – dijo mientras me hacía ponerme de pie – hay otros lugares,
usemos la creatividad – agregó apretando mi mano.

– y qué paso con tus reglas? – pregunté tratando de controlarme.

– ya son obsoletas, claro que si quieres se pueden poner unas nuevas.

Comenzó a caminar y no me había percatado que al fondo había una pequeña puerta, la
abrió y me hizo entrar. Me di cuenta que era una pequeña bodega donde guardaban cosas
para el aseo. Entro y cerró la puerta, quedamos completamente a oscuras, sólo se colaba un
poco de luz por debajo de la puerta y sentí miedo, la adrenalina estaba subiendo a mi cabeza
pero temía que alguien pudiera abrir la puerta.

Sentí sus manos en mi cintura atrayéndome a su cuerpo y su boca besándome


desenfrenadamente, con hambre y le correspondí de la misma forma, había extrañado tanto
esos besos, aunque este era más intenso, mi cuerpo de inmediato se encendió, ese hombre
era mi perdición. Subió lamiendo al lóbulo de mi oreja mientras una de sus manos apretaba
mi nalga por encima del vestido, un jadeo se me escapo, su cuerpo estaba reaccionando de
la misma forma que el mío. Mis manos se movían hacia su pantalón para desabrochárselo,
las suyas subieron presurosas por mis muslos y las deslizo por debajo del vestido, alcanzó mi
ropa interior y comenzó a bajarla, le ayude a deshacerme de ella con las piernas.

Me recargo en una especie de estantería y sus dedos se dirigieron a mi parte intima que
comenzó a frotar en tanto yo lograba por fin desabrocharle el pantalón, se lo baje un poco al
igual que su bóxer y acaricie su erección. Segundos después él se separo un poco para
ponerse el condón mientras yo sentía mi respiración agitada. Sentí que colocaba su miembro
en la entrada de mi sexo y yo subí una pierna y la coloque en su cadera, él me ayudo
poniendo su mano en mi muslo mientras lo sentía entrar en mí con fuerza, me mordí el labio
para no gritar, él se movía en mi interior ávidamente y al mismo tiempo me besaba para
silenciar los gemidos que no podíamos reprimir, mis manos estaban aferradas a su espalda
por debajo de la camisa que había desabrochado a la mitad. Rompimos el beso para respirar.

– me extrañaste? – susurre con la voz entrecortada.

– no tienes idea cuanto – respondió en mi oído con su voz distorsionada.

– muéstrate que tanto – agregue apretando su espalda.

Él acelero más sus movimientos mientras lamía mi cuello, yo seguía aferrada a su espalda y
la acariciaba, él me apretaba el muslo y su otra mano estaba en mi cintura, volvimos a
besarnos ansiosamente, nos separamos y lamí su cuello.

– te extrañe tanto Bella – susurró en mi oído mientras seguía moviéndose en mi interior.

– repítelo – pedí vuelta loca porque había pronunciado mi nombre.

– te eche muchísimo de menos… Isabella.

Odiaba que me llamaran así pero en su boca fue como música para mis oídos y sentí como
una intensa corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo al llegar al éxtasis total y ahogué el
gemido en su cuello.

– yo también te eche de menos… Edward – en ese instante sentí como llegaba él al orgasmo
mientras me besaba con fiereza para evitar gritar.

Después se separo de mis labios y puso su cabeza en mi hombro, sentí su tibio aliento en mi
piel y lo sujete con más fuerza, su miembro seguía dentro de mí y él me abrazo fuertemente
tratando de controlar su respiración al igual que yo.

Capítulo 10:

Una invitación inimaginable

– debemos regresar al desfile – dije en voz baja.

– siempre eres así de responsable? – replico en tono serio.

– incluso más.

– escapémonos, te aseguro que nadie se dará cuenta.

– ni pensarlo, es la gran noche de tu hermana.

– podrá perdonarme.

– siempre eres así de terco?

– incluso más.

– en serio debemos regresar, para mi es trabajo y mi jefe está aquí – insistí poniendo mis
manos en su pecho obligándolo a separarse, aunque sentí un hueco enorme cuando
finalmente salió de mí.

– está bien, tú ganas esta vez – dijo entregándome mi ropa interior.


Nos arreglamos las ropas en silencio y le dije que yo saldría primero, no estuvo muy de
acuerdo pero aceptó, no entendía porque era tan descarado. Abrí la puerta y me asome
sigilosamente, me dispuse a salir de ahí y Edward me dio una cariñosa nalgada que me hizo
sonrojar, no quise voltear a verlo porque seguro aceptaría escaparme con él y tenía que
recordar que estaba en horas de trabajo. Me fui directo al baño a retocarme el maquillaje y
ponerme perfume, una amplia sonrisa había en mis labios, él había dicho mi nombre y yo el
suyo, no más reglas y eso me entusiasmo sobre manera, aunque en realidad no sabía que
pasaría de ahora en adelante.

Llegué al salón y ocupé mi lugar, pocos minutos después llegó Edward muy sonriente y se
sentó al lado de Jennifer, ella se recargó en su hombro, eso no me agrado mucho, esos dos
tenían algo, era demasiada la confianza que se tenían y el acercamiento, además llego con
ella a un evento familiar, uno no lleva a cualquier persona a convivir con la familia, ahí
entendí que no debía emocionarme más de la cuenta y si seguíamos teniendo algo él y yo,
sería oculto, sin que nadie lo supiera.

El desfile terminó y Alice nos agradeció a Audrey y a mí, nos pusimos de pie y todos nos
brindaron un fuerte aplauso, Edward hasta se puso de pie muy entusiasmado. Scott estaba
sumamente orgulloso aplaudiendo también. Empezó la fiesta y todo mundo se dirigió a la
mesa de los bocadillos.

– dónde estabas Bella? – preguntó inquisidoramente Audrey.

– fui a ver a las modelos.

– que raro, yo fui allá y no te vi.

– es que también fui al baño.

– ah, ok – respondió no muy convencida.

Moví la cabeza negativamente cuando la vi ir a saludar a un chico que la miraba, yo me


acerque a la mesa y busque algún bocadillo que no estuviera mezclado, pero como no
encontré ninguno tome un pedazo de queso y le di una pequeña mordida.

– uf, no hagas eso en mi presencia… me trae muy gratos recuerdos – dijo Edward detrás de
mí y casi me atraganto, tome una copa y bebí.

– quieres provocarme un infarto, verdad? – exclame volteándome para encararlo.

– tú también a mí, no tienes idea de lo sensual que te ves comiendo.

– estás loco – dije mirando hacia el techo.

– puede ser, pero a poco no te fascina? – exclamo guiñándome un ojo.

– pero ustedes se conocen? – dijo de pronto Alice parándose frente a nosotros y no supe que
decirle, entre en pánico al pensar que hubiera escuchado el comentario de Edward, pero
pensé que no tendría esa sonrisa en el rostro.

– sí, estuvimos juntos un semestre en la universidad – respondió él muy seguro.

– yo siempre he dicho que el mundo es un pañuelo, jamás me imagine que fueras amiga de
Edward no te ofendas hermanito pero tienes unas amistades – dijo dándole palmaditas en el
hombro – no lo digo por Jennifer, ella es aparte, pero te he conocido cada "amiguita" –
agrego mirando hacia arriba.

– bueno, en realidad no somos amigos, no nos habíamos visto desde ese entonces – dije
siguiéndole el juego.
– pero las amistades se pueden retomar, verdad hermanita? – dijo abrazándola
cariñosamente – además aquí entre nos Alice, si no fuera porque le ayude en matemáticas
Bella aún no se graduaría.

– no me digas que ella era la que te regalaba esos deliciosos chocolates?

– la misma – respondió muy seguro dándome una mirada de complicidad.

– sí, es que mi mamá trabajaba ahí y siempre llevaba pero como a mí no me gustan,
prefería dárselos a él en pago a sus clases, en lugar de…

– te dije desde un principio que jamás aceptaba dinero de las mujeres, ni siquiera pensaba
cobrarte, tú insistas en regalármelos – interrumpió mirándome seriamente.

– ay sí Edward, como si desconociera la forma en que te cobrabas, fui a la misma


preparatoria que tú, recuerdas?, creo que aún sigue ahí tu fama, por eso ella me caía bien
porque nunca sucumbió ante tus encantos.

– más bien dirás que te encantaban los chocolates.

– también, pero eso es aparte, definitivo, Bella, tienes que ir a mi boda, no voy a permitir
que este hermano mío vaya con nadie más que no seas tú.

Yo me quede paralizada y abrí los ojos como platos, no podía expresar palabra alguna, una
cosa era seguirle el juego de que nos conocíamos desde antes con tal de ocultar la verdad
que su familia ignoraba y otra muy diferente era llevar la farsa hasta esos extremos, yo no
podía ir a esa boda y no creía que él tampoco lo quisiera, lo más probable es que ya hubiera
invitado a alguien para acompañarlo.

– genial idea hermanita, como me tienes sentenciado, no he invitado a nadie.

– es que es la boda de tu única hermana y no quiero un escándalo como en la de Emmett –


puso su mano en mi brazo – no sabes Bella la vergüenza que nos hizo pasar la tipa con la
que fue a la boda de mi hermano mayor, se puso a bailar cual bailarina exótica a mitad de la
fiesta y a quitarse la ropa, obvio los hombres estaban encantados pero los papás de Rosalie,
o sea, mi cuñada, casi piden la anulación del matrimonio ahí mismo, mi papá tuvo que
hablar con ellos y tranquilizarlos, claro después de que sacaron a la susodicha, que por
cierto, estaba pasadita de copas.

– que exagerada eres Alice, no fue para tanto.

– ah, no?, quieres que ahorita vaya por Emmett y Rosalie para que se lo confirmen?

– no es necesario hermanita, ese no es el punto.

– así que comprenderás, Bella, que obvio no voy a dejar que vaya a la mía con cualquiera,
es mucho mejor que asista con una vieja amiga, además tú eres una chica linda, responsable
y muy decente.

Yo seguía sin poder hablar, si Alice supiera cómo había conocido en realidad a su hermano y
lo que acabábamos de hacer hace un par de horas no me tendría en tan buen concepto y
mucho menos me invitaría a su boda, quizá debía decirle la verdad para que se le quitara
esa idea de la cabeza. Y lo peor es que Edward me miraba divertido y con una sonrisa
triunfante, en definitiva ese hombre disfrutaba con mi sufrimiento, yo le di otro sorbo a mi
copa antes de hablar.

– gracias Alice, pero…


– ningún pero, no voy a aceptar una negativa de tu parte, la boda es en dos meses y ahí te
quiero ver, por cierto no veo a mi novio, iré a buscarlo – dio dos pasos y se volteo a verme –
no excusas Bella – agrego y me guiño un ojo.

– es una lástima que no te guste el chocolate, se me había ocurrido una idea genial – dijo
pícaramente y después tomo un bocadillo.

– pero cómo puedes decirme eso después de lo que acaba de decirme tu hermana? –
pregunté angustiada, que acaso él no podía pensar en otra cosa que no fuera sexo?

– no hay nada que decir al respecto – se llevo el bocadillo completo a la boca.

– perdón?, tu hermana cree que nos conocemos de años, que soy casi un modelo a seguir y
encima parece estar empeñada en que vaya a su boda con–ti–go.

– así es Alice, cuando se le mete una idea en la cabeza, no hay poder humano que se la
quite, pero yo no le veo mayor problema a lo que te dice, mejor que siga pensando que eres
un modelo a seguir, y en cuanto a la boda, vamos y ya.

– y lo dices tan tranquilo?, se te olvida un pequeño detalle, yo tengo novio.

– eso no es problema, tu novio seguramente tendrá un negocio que cerrar ese fin de semana
– aseguró irónico y serio con una expresión en el rostro que no le había visto.

– y Jennifer?

– que no es mi novia – exclamo molesto y tomo una copa que se bebió de un trago.

– no, por supuesto que no – dije sarcástica.

– piensa lo que quieras.

– perfecto, entonces ve con ella a la boda porque yo no iré de ningún modo – aseguré.

– estás celosa? – preguntó mirándome a los ojos.

– tú no tienes vergüenza de verdad – exclame exasperada.

– eso no responde mi pregunta.

– estoy tan celosa de Jennifer como tú lo estás de Jacob, satisfecho? – respondí irónica.

– alguien dijo mi nombre? – exclamo ella acercándose a él y tomándolo del brazo, lo bueno
es que no era su novia, no sé que le haría si en realidad lo fuera.

– con permiso, tengo que checar cosas en la cocina – dije y me aleje.

– qué le pasa? – escuche que Jennifer le preguntó.

– nada mi niña, seguro está estresada por todo el evento.

Entre a la cocina y me dieron ganas de aventar los sartenes, es que no había conocido
hombre más cínico en toda mi vida, mira que negar y engañar a la novia en el mismo lugar
donde ella se encontraba. Me lleve una mano a la frente, es que yo no podía ser más idiota,
qué me daba ese hombre que me hacía perder la cordura?, bueno, sí lo sabía, el mejor sexo
que había tenido jamás, pero no podía dejarme llevar por eso, debía encontrar la forma de
recobrar la sensatez.
Era lunes por la noche y yo seguía en la oficina, como iba a tomar un par de días libres
porque finalmente Jacob y yo nos iríamos de vacaciones, tenía que dejar todo listo en la
oficina. Estaba concentrada respondiendo unos mails cuando escuche que tocaron mi puerta,
gire la cabeza y casi me da un paro cardíaco cuando vi que era Edward.

– tú?, qué haces aquí? – pregunté más que sorprendida.

– buenas noches, yo muy bien, aunque no tanto como tú – exclamo con una gran sonrisa
entrando y se quedo de pie del otro lado del escritorio.

– buenas noches Edward, como estas?

– que diferencia, primero los saludos y luego lo que quieras.

– ahora sí me puedes decir a que debo el honor de tu visita.

– Alice me pidió que te entregara esto – respondió entregándome un sobre blanco en el que
estaba escrito mi nombre con una hermosa letra – le has caído de maravilla ya que ha sido
muy selectiva con los invitados no sé que le hiciste pero te quiere ahí.

– Edward, pero yo… tú quieres que yo vaya?

– sería divertido, va a ser en Miami, imagínate, el mar, la playa, el sol, la arena, tú y yo


desnudos al anochecer – respondió mientras caminaba y se paraba junto a mí, recargado en
el escritorio, yo hice un poco la silla para atrás, nerviosa – además, Alice no te perdonaría tu
ausencia y sabe dónde encontrarte y no querrás conocerla enfadada, hasta asusta a Emmett,
así que imagínate.

– tratare pero la verdad no te lo aseguro.

Me dio una de esas sonrisas arrebatadoras que elevaba mi pulso a mil y entonces recordé lo
que había fantaseado con él en varias ocasiones, mi corazón se acelero ante semejante idea,
no imagine que pudiera cumplirla, lo bueno es que pasaban de las 8 y no había nadie más en
la oficina, salvo los vigilantes pero se encontraban en la planta baja, así que decidí
arriesgarme.

– necesito ir a la oficina de mi jefe por unos papeles – dije para despistarlo, quería tomarlo
por sorpresa.

– está bien, te espero.

Le di una pequeña sonrisa y salí, entre a la oficina de Audrey y le agradecí su vanidad como
nunca antes, me mire en el espejo que tenía pegado detrás de la puerta y arregle un poco mi
cabello, no se para que con lo que tenía planeado hacer. Camine de puntas a mi oficina y lo
vi sentado sosteniendo y mirando una foto mía con Jacob, se me había olvidado que la tenía
ahí. Cerré despacio la puerta de la oficina y le puse el seguro, camine tratando de no hacer
ruido y cuando estuve a su lado, le quite el portarretratos de la mano y lo puse con la foto
hacia abajo sobre el escritorio.

Me miro y entonces yo me senté encima de él con mis piernas a sus costados, me sonrió
sensualmente, adoraba esas sonrisas, puse mis manos sobre el respaldo de la silla y lo bese
apasionadamente, él me abrazo y comenzó a acariciar mi espalda, devorando mi lengua, yo
comencé a desabrochar su camisa sin dejar de besarlo y él me sacaba la blusa de la falda,
cuando lo logro acaricio la piel de mi espalda y sentí que movía sus dedos para desabrochar
mi blusa pero lo frene. Me hice un poco hacia atrás y la desbroché yo lentamente, él me
miraba fascinado, con la sonrisa retorcida, me abrí la blusa y desabroche el sostén, de
casualidad me había puesto uno que se abrochaba por enfrente, cuando destape mis senos
él comenzó a besarlos, pasando su lengua por mis pezones, yo emití un suave jadeo y eche
mi cabeza hacia atrás por las sensaciones que me provocaban sus labios. Subió mi falda y
comenzó a retirar mi ropa interior, me puse de pie para quitármela por completo y él saco un
condón de la bolsa del pantalón, me sorprendía tanto que siempre llevara uno consigo, no
quise pensar en eso, sólo disfrutar del momento, le quite el condón de la mano, le
desabroche el pantalón y me hinque, me lleve su erección a la boca y el emitió un gruñido
delicioso, así que seguí absorbiéndoselo con delicadeza, su cabeza la tenía hacia atrás y se
lamía los labios gimiendo con sus dedos enterrados en mis cabellos.

Cuando ya no aguante más, le coloqué el condón y me monte en él emitiendo un gemido


cuando lo sentí dentro de mí, él levanto la cara, me tomo por nalgas y me ayudo a subir y
bajar mientras nos besábamos frenéticamente, yo tenía los ojos cerrados, concentrada
únicamente en las maravillosas sensaciones que me hacía sentir, me fascinaba la forma en
que se movía en mi interior. Nos separamos para respirar, pero nuestros labios seguían
juntos, jadeando, inundando nuestras bocas con el tibio aliento que emanábamos. Le sujete
las manos y las enlace con las mías colocándolas en los costados de su cabeza.

– me fascina cuando tomas el control – susurro con la voz entre cortada.

– te hare mi esclavo entonces – dije mientras me movía en círculos.

– hazme lo que quieras… pero no me dejes.

Le sonreí y seguí moviéndome, no quería engancharme en sus palabras, no cuando


estábamos teniendo sexo, en ese estado se dicen muchas cosas, pero no tienen el mismo
valor a cuando se dicen con los cinco sentidos bien puestos. Apreté más sus manos cuando
sentí que juntos llegábamos al orgasmo y recargué la cabeza en el respaldo de la silla, él se
soltó y me abrazo fuertemente.

– de verdad eres maravillosa – susurro en mi oído y una sonrisa apareció en mi rostro.

Capítulo 11:

Qué significa esto?

Un repentino ruido nos hizo aterrizar de golpe en la realidad y me levante a toda prisa, con
los dedos temblorosos me abroché el sostén y abotone la blusa, abrí la puerta despacio y
sólo asomé medio cuerpo, era uno de los vigilantes que había subido a hacer su rondín
habitual.

– buenas noches señorita Swan, todavía por aquí? – dijo amablemente.

– sí, terminando una campaña, pero ya casi me voy.

– quiere que le pida un taxi?

– no es necesario, gracias.

Me sonrió y camino a los elevadores, yo apreté los ojos de miedo y cerré de nuevo la puerta.
Me di la vuelta y Edward estaba parado justo detrás de mí, con su dedo pulgar delineo mis
labios y luego acarició mi mejilla y bajo a mi cuello acariciándolo también.

– debemos irnos, los policías estarán a la expectativa de mi salida, además deben saber que
estás aquí.

– dije que iba a otro piso, no saben que estoy aquí contigo, es una gran ventaja que las
ventanas de tu oficina tengan persianas, no se dio cuenta de mi presencia – dijo mientras
besaba suavemente mi cuello y acariciaba mi cintura.

– Edward, por favor – dije con un hilo de voz, mi cuerpo estaba reaccionando de nuevo a sus
caricias haciéndome perder la perspectiva de donde nos encontrábamos.
– sólo una vez más, hare un viaje de negocios y no sé cuando pueda regresar a Nueva
Jersey, quizá nos veamos hasta el día de la boda – anunció lamiendo mi oreja en tanto sus
manos acariciaban mis senos por encima de la blusa.

– aún no te he confirmado que iré.

– con mayor razón necesito hacerte mía una vez más esta noche.

Me beso apasionadamente mientras desabrochaba la blusa y la bajaba dejando al


descubierto mis hombros, dio pequeños besos en uno y después siguió por mi cuello y paso
hasta el otro hombro, yo tenía mis manos entre sus cabellos. Me cargo y me deposito sobre
el escritorio, como pude hice a un lado las cosas y tire el portarretratos al suelo, él se rio y
sentí como separaba suavemente mis piernas para enterrar su cabeza y besar mi parte más
íntima. No pude reprimir el gemido al sentir como movía su tibia lengua en mí, puso un dedo
en mi boca y comencé a chupárselo para no gritar, estaba totalmente envuelta en las
magníficas sensaciones que me estaban provocando sus besos, en esa parte tan sensible.
Sentí que iba a explotar y él se detuvo, yo lo mire casi con furia y él sólo me sonrió, se
colocó un nuevo condón, tomo mis piernas y entró en mí de golpe, moviéndose con
desesperación, gimiendo al unísono, lo veía morderse el labio inferior, totalmente perdido en
la excitación y en la lujuria del momento, gruño cuando llego al clímax lo que provoco que yo
lo alcanzara instantes después y luego salió de mí.

El sonido de mi celular hizo que pegara un grito del susto y hasta me lleve la mano al pecho,
Edward se rió a carcajada abierta y yo le di una mirada de odio. Alcancé el aparato y los
colores se me fueron de cara cuando vi que era una llamada de Jacob, no quería siquiera
imaginar que hubiera pasado si se le hubiera ocurrido llamar dos minutos antes. No muy
segura contesté, sabía que insistiría.

– hola – dije conteniendo la respiración.

– hola Bells, adivina donde estoy.

– ni idea – no tenía cabeza ni para pensar del 1 al 5 menos para adivinar.

– afuera de tu oficina, marqué a tu casa pero como no me contestaste supuse que estarías
aquí, te invito a cenar.

– que sorpresa, en unos minutos bajo – dije nerviosa y le colgué.

Mire con pánico a Edward y comencé a abrocharme la blusa y metérmela en la falda,


comencé a buscar mis pantaletas pero no las veía por ningún lado, él estaba parado cruzado
de brazos viéndome seriamente, creo que había adivinado quien me había llamado, yo
levante los hombros y moví la cabeza negativamente, él sabía perfectamente de la existencia
de Jacob, además lo que había entre nosotros sólo era sexo, aunque ya no existieran las
reglas, al final del día lo único que nos unía era eso, sexo sin compromiso ni ataduras.

– buscas esto? – preguntó mostrándome mis nada sexys pantaletas azules.

– cómo te gusta hacerme sufrir – exclame y levante la mano para quitársela pero él puso la
suya detrás de su espalda – no es momento de juego, tengo que irme ya.

– pues vete, yo no te estoy deteniendo.

– dame eso de una buena vez.

– no, quiero conservar algo tuyo hasta que vuelva a verte.

– pero eso no – grité entre seria y asustada.


– por qué no?

– por obvias razones que no quiero repetirte, dámelas ya y estoy hablando en serio.

– o qué?, vas a llamar a los policías?

– ash, me estás desesperando en serio, ya déjate de juegos.

– hasta luego Isabella, que pases buenas noches.

Comenzó a caminar y lo ataje en la puerta casi estampándolo en ella.

– por favor Edward – dije en tono suplicante casi al borde de las lágrimas de desesperación.

– él te tiene completa, qué más da que yo conserve esto?

– no, no me tiene completa y lo sabes, no te puedo dejar eso, al menos no hoy, otro día, te
lo prometo, cuando volvamos a vernos, te daré otra cosa hoy, por favor.

– y qué me darías a cambio?

Lo tome de la mano obligándolo a caminar conmigo, no quería que se me escapara, se veía


molesto y quizá podría ser capaz de cometer una locura. Abrí el cajón de mi escritorio con la
otra mano sin soltarlo, ahí tenía una pañoleta, la saque y la puse sobre el escritorio, tome el
pequeño perfume que estaba también en el cajón y le rocié un poco a la mascada y se la di.
Me sonrió y me entrego las pantaletas.

– ah, se me olvidaba decirte, no uses vestido rosa ni lila para la boda – dijo en el umbral de
la puerta.

– no te he asegurado que iré.

– buenas noches Bella.

Salió y yo me coloqué rápido mis pantaletas, Jacob me llamo de nuevo y le asegure que ya
bajaba. Fui al baño y me arregle un poco el cabello, el maquillaje y me puse un poco de
perfume. Cuando subí al auto, Jacob me dio una mirada de reproche.

– perdón, se atasco la impresora y no podía dejarla así, el servicio es muy caro.

– está bien, adónde quieres ir a cenar?

– no sé, a ti que se te antoja?

– comida china, te apetece?

– sí, vamos.

No hablamos mucho en el camino al restaurante ni durante la cena, Jacob estaba


mensajeándose con un cliente según me dijo, aunque se le escapan unas sonrisitas que
dudaba que un cliente se las provocara, quizá era lo que yo quería ver para no sentirme tan
culpable por engañarlo, después de todo iba a cumplir su promesa de irnos de viaje solos los
dos, sin trabajo de por medio, o lo estaría haciendo para acallar sus culpas también?

Fui al baño y me mire al espejo, pensé que tal vez debería dejar a Jacob, no se merecía lo
que le estaba haciendo y ya una vez había intentado dejar a Edward y no había funcionado,
así que ahora me tocaba hacer la prueba con mi novio, suspire resignada, el viaje sería la
última oportunidad para tratar de salvar mi relación con él. Me llevo a mi departamento y me
dijo que nos veríamos hasta el jueves que era cuando salíamos de viaje.

Los días siguientes tuve mucho trabajo pero ya no podía ver mi oficina de la misma manera,
por ratos me quedaba mirando la silla donde Edward me había hecho suya y me había
pedido que no lo dejara, la sonrisa estúpida aparecía en mi rostro sin remedio, como
deseaba que sus palabras fueran ciertas, pero eran sólo eso, palabras que se las llevaba el
viento porque no daba ninguna otra señal, si en realidad quisiera que yo estuviera en su vida
mostraría algún interés, que se yo, una llamada, un mensaje, pero nada, silencio total. Abrí
el cajón y me tope con la invitación de Alice, la saque y me puse a leerla, era color crema, de
un papel finísimo y una letras preciosas.

Alice Cullen & Jasper Hale

En compañía de nuestros padres:

Esme & Carlisle Cullen

Elizabeth & Peter Hale

Deseamos compartir con ustedes nuestro enlace matrimonial,

Que se llevará a cabo el sábado 13 de diciembre en MacArthur Causeway #395, Miami South
Beach a las 18 hrs.

La recepción será en el mismo sitio una vez concluida la ceremonia.

Agradecemos su asistencia

Suspire después de leerla, aunque el matrimonio no era mi gran ilusión ya me había


mentalizado que algún día daría ese paso con Jacob, aunque ahora no estaba tan segura de
lograrlo pero tampoco me lo imaginaba con Edward, no se veía que fuera de ese tipo dado
que mejor se iba a casar su hermana menor que él. Moví la cabeza, pero qué estaba
pensando? Es increíble lo vulnerables que somos las mujeres y como unas simples palabras
nos hacen perder la perspectiva, "no me dejes", recordé como si lo estuviera escuchando en
ese preciso momento, con su voz distorsionada, suspire de nuevo, deje la invitación en el
mismo lugar y seguí con mi trabajo.

A las 10 am en punto llego Jacob por mí para irnos al aeropuerto, subió al departamento por
mi maleta y una vez en la calle, el taxista la metió a la cajuela. Apenas habíamos subido al
vehículo su celular sonó, el miro el identificador pero no respondió la llamada y envió un
mensaje.

– perdón amor, parece que no todos en la oficina se enteraron que estoy de vacaciones –
justifico mientras escribía.

– no te preocupes.

Llegamos al aeropuerto y se alejo un poco de mí para hablar por teléfono, es que ni siquiera
este fin de semana lo iban a dejar en paz?, empezaba a odiar su trabajo. Después de
registrar las maletas me senté en la sala de espera mientras él seguía pegado al celular
recargado en un muro. Más tarde tomo asiento a ni lado y me dio un beso en frente y luego
empezó a leer el periódico, fantásticas vacaciones iba a pasar, estaba a punto de regresarme
a mi casa cuando anunciaron que subiéramos al avión.

Afortunadamente en el último minuto había decidido llevar mi Ipod, así que cuando
anunciaron que se podía prender aparatos me puse el mío, en tanto veía que Jacob ya tenía
los ojos cerrados, claro él estaba sumamente acostumbrado a los aviones.
Finalmente llegamos a nuestro destino, al subir al taxi le entrego un papel con una dirección,
yo baje la ventanilla del auto para permitir que el aire acariciara mi cara. Minutos después
llegamos a un muy bonito vecindario y el taxi se estaciono frente a una hermosa casa con
techo de dos aguas. El taxista bajo las maletas y las puso justo en la puerta. Jacob le pago y
después me tomo del brazo para caminar juntos, saco unas llaves del pantalón y abrió la
puerta, tomo el par de maletas y las dejo en mitad de la sala. La casa era relativamente
pequeña, pero muy espaciosa y con muebles rústicos de madera.

– Jacob, de quien es esta casa? – pregunté sentándome en el confortable sillón.

– de un cliente, me la presto por este fin de semana, al parecer quiere venderla y la anda
promocionando a ver si alguien se interesa por ella.

– tú eres un posible comprador?

– eso le hice creer con tal de que me la prestara, así nos ahorramos lo del hospedaje y lo
gastamos en otra cosa, ya después le diré que no te gusto.

– francamente es muy linda – respondí entrando a la cocina – pero no podríamos costearla,


el rumbo parece muy caro.

– lo es, así que mejor disfrutemos de la casa por estos días, subiré las maletas, para ir a
comer y dar un paseo por los alrededores.

Salí de la cocina para seguir explorando la casa, al fondo había una hermosa cantina, con las
copas colgando del techo y varias botellas en los anaqueles, fui a curiosear y vi que había
casi de todo, brandy, ron, whisky, vodka, tequila, pero todas estaban selladas, parecía que
sólo formaban parte de la decoración.

Jacob bajo corriendo las escaleras y salimos. Caminamos un poco hasta llegar a la avenida
principal y ahí tomamos un taxi. Comimos en un bonito restaurante y estuvimos platicando
por un par de horas, como en los viejos tiempos, en el garaje de su casa en la reserva de
Forks, en el cual había sido nuestra primera vez, un día que Billy fue a casa de Charlie a ver
un partido en la televisión, parecía aquello tan lejano.

De regreso, pedimos al taxista que nos dejara en la avenida principal y bajamos caminando
por el sendero, jugando y haciendo bromas, me había olvidado de todo eso, Jacob solía ser
muy alegre y jovial antes de entrar a trabajar a aquella casa de bolsa que lo había
convertido en un adicto al trabajo. Y no pude evitar sentir remordimientos por mi conducta,
él matándose en el trabajo y yo enredándome con un hombre que para completar el cuadro
era cliente suyo, me pregunte que tanto se frecuentaban pero decidí no expresarlo en voz
alta.

Al ir cruzando el caminito que llevaba a la entrada principal de la casa un aroma delicioso a


comida llego a mi nariz, lo que me recordó que hacía mucho yo no cocinaba. Jacob abrió la
puerta y al entrar a la sala escuchamos música proveniente de la cocina, ambos nos
volteamos a ver y le mostré mi Ipod que lo traía en la bolsa de mi chamarra. Así que
sigilosos y yo con un poco de miedo caminamos lentamente hacia la cocina que tenía la
puerta cerrada, Jacob la empujo con sumo cuidado y casi me da un infarto al ver a Jennifer y
Edward cocinando y cantando cual recién casados. Volteé a ver a Jacob con una cara de no
dar crédito y él sólo se encogió de hombros sorprendido por verlos también ahí, carraspeo un
poco y Jennifer volteó y nos miro extrañada pero nos sonrió, Edward también volteó y la
expresión en su rostro era inescrutable, no daba el menor indicio de lo que pasaba por su
mente.

Capítulo 12:

Perdiendo el control
– Jacob, Bella, que gusto de verlos – exclamo Jennifer alegremente – malvado, no me dijiste
que los habías invitado – dijo a Edward dándole un golpecito en el hombro.

– en realidad no sabíamos que ustedes estarían aquí, Edward me prestó la casa por el fin de
semana – respondió Jacob mirándolo como pidiéndole una explicación.

– que no era el próximo fin de semana? – exclamo Edward serio y confundido.

– bueno, hay suficiente espacio para los cuatro y así será mucho más divertido – agregó
entusiasmada Jennifer casi brincando.

Yo simplemente no podía hacer ni decir nada, estaba estupefacta tratando de procesar la


información en mi mente, el shock había sido más grande a cuando me lo tope en el estadio
y lo que más me había molestado era haberlo visto tan feliz con Jennifer, cómo podía decir
que no era su novia si parecía todo lo contrario? Lo único que atine hacer fue jalar a Jacob
del brazo para sacarlo de la casa mientras le daba una mirada de odio a Edward que nos veía
seriamente.

– él fue quien te presto la casa? – pregunté molesta afuera de la puerta principal.

– sí – respondió parándose frente a mí.

– no podemos quedarnos aquí, busquemos un hotel, al fin estamos a 10 minutos del centro
de Las Vegas.

– pero nena, desde cuando eres antisocial?

– nena? – pregunté extrañada olvidando por un segundo el origen de la pelea.

– dije Bella, por el enojo ya ni me escuchas bien.

– te escuche perfectamente bien y me dijiste nena, desde cuando me dices así?

– ya sé porque fue la confusión – exclamo ignorando mi pregunta – es que primero le había


dicho que vendríamos el siguiente fin de semana pero como tengo que ir a… San Francisco
en esa fecha le cambie el día a la mera hora, fue mi culpa Bella, perdón – se acerco y puso
una mano en mi mentón – pero no podemos hacerle un desaire cariño, Edward ha sido muy
amable conmigo además se ve que a Jennifer le caes muy bien, será como aquel viaje que
hicimos con Quil y Claire, acuérdate que la pasamos genial.

– pero se suponía que la razón de este viaje era para estar solos tú y yo.

– y lo estaremos cariño, a poco crees que ellos no querrán estar solitos también? – respondió
guiñándome un ojo – anda, no seas así, serían prácticamente 3 días.

Sentí como se me revolvió el estómago con la insinuación, la escenita de la cocina estaba


muy fresca en mi mente y no quise ni pensar como hubiera terminado si no hubiésemos
interrumpido. Jacob me dio un ligero beso en los labios y escuchamos que alguien
carraspeaba, volteamos, pero él seguía sosteniendo mi mentón.

– perdón, no quise interrumpir, la cena está casi lista, pasen y después vemos como nos
acomodamos – exclamo Jennifer desde el umbral de la puerta, Edward estaba detrás de ella
con una mirada de pocos amigos, como si quisiera fulminar a alguien.

– gracias Jennifer, pero nosotros acabamos de comer, además supongo que ustedes querrán
estar solos, creo que será mejor que Jacob y yo nos vayamos a un hotel – dije separándome
de él pero entrelace mi mano con la suya.
– de ninguna manera, el que se confundió fui yo, los que debemos irnos somos Jen y yo –
dijo Edward abrazándola por la cintura.

– no, Edward, por supuesto que no, es tu casa, además la culpa fue mía porque primero te
dije que vendríamos el siguiente fin de semana y apenas el martes te avise que siempre
llegaríamos hoy, yo fui el de la confusión.

– nadie se va a ir a ningún lado, quizá no somos los mejores amigos del mundo pero será
grandioso convivir este fin de semana y conocernos más, verdad baby? – dijo Jennifer
volteando a ver a Edward y le dio unas palmaditas en la mejilla.

– yo encantado, esta es su casa y Jen tiene razón, no veo ninguna razón para que no la
podamos pasar bien los 4 – respondió mientras chocaba delicadamente su cabeza con la de
ella que le sonrió.

– yo tampoco le veo mayor problema, es que Bella tenía la ilusión de que estuviéramos solos
ella y yo – intervino Jacob dándome un beso en la comisura de los labios.

– Bella no te preocupes por eso, compartirán habitación, y Edward y yo podemos usar


tapones en las orejas contra el ruido.

– Jennifer pero que cosas dices.

– ay Bella, ya todos somos adultos aquí, no tiene nada de malo, anda, acompáñame a la
cocina a terminar la cena – exclamo Jennifer tomándome de la mano que tenía libre
obligándome a caminar.

Con dificultad solté a Jacob, yo seguía con el estómago hecho nudos por las muestras de
afecto entre ella y Edward y cuando pase a su lado le corrí la mirada furiosa y él desvió la
suya. Me excuse con Jennifer diciéndole que estaba muy cansada y que mejor aprovecharía
para subir a acomodar mis pertenencias. Cuando salí de la cocina Edward y Jacob miraban
televisión y sostenían una copa cada uno, sólo les dije con permiso y subí corriendo las
escaleras.

Abrí la puerta de la primera habitación y sólo había una maleta que supuse era la de Edward
y Jennifer, me dieron ganas de arrojarla por las escaleras, pero sabía que tenía que guardar
la compostura, nos quedaban 3 largos y tortuosos días que no sabía cómo iba a sobrellevar.
En la recámara contigua estaba mi maleta y la de Jacob. Tome la mía y empecé a
desempacar, aún era temprano pero me puse mi pijama y me metí a la cama, no estaba
dispuesta a bajar y seguir presenciando las expresiones de cariño entre Jennifer y Edward,
no tenía idea si podría evitar hacer una escena de celos que no venía al caso porque también
estaba mi novio.

No supe en qué momento me quede dormida. De pronto sentí el peso de alguien sentándose
en la cama y una suave mano que empezó a acariciarme la espalda, abrí los ojos y gire mi
cabeza, era Jacob que me miraba con deseo y aunque estaba que reventaba de los celos no
iba a tener relaciones con él sólo por venganza.

– Jacob no estoy de humor ahora, me duele la cabeza, estoy cansada por el viaje.

– está bien, como quieras, luego estás reclamando y ahora sales con que te sientes mal –
dijo molesto levantándose de la cama.

– claro, yo sí tengo que aguantarme que tú prefieras trabajar que hacerme el amor y con
una vez que yo me niego me lo hechas en cara.

– no quiero volver a discutir contigo Bella, ya tuve suficiente por hoy de recriminaciones, no
que te duele la cabeza?
– pues sí y mucho, buenas noches – dije molesta y me puse la almohada sobre la cabeza.

Minutos después él se acostó a mi lado, apago la luz de la mesa de noche y me dio la


espalda sin decir nada. Apreté la almohada de coraje, estaba por levantarme para ir a dormir
al sofá cuando mi celular sonó, lo tome y era número restringido.

– hola – contesté desconcertada.

– tienes 5 minutos para bajar a la cocina o subo y le cuento todo a Jacob, recuerda que
tengo una prenda que te pertenece – sentenció Edward y me colgó.

El enojo que yo sentía se transformo en pánico, por el tono de su voz supe que su amenaza
no era en vano y no podía permitir que eso sucediera, no tenía la menor idea de cuál sería la
reacción de Jacob y francamente no quería averiguarlo y menos con la mini discusión que
acabábamos de tener.

– quién era? – preguntó Jacob sin voltear a mirarme.

– nadie, me colgaron, voy por un vaso de agua para tomarme una pastilla – respondí
poniéndome las pantuflas y levantándome de la cama.

Jacob no me dijo nada más y salí de la habitación con el pulso hasta las nubes, qué se creía
Edward para amenazarme de ese modo?, cuando él estaba de lo más contento con su
noviecita, me iba a escuchar, si a esas íbamos yo también tenía varias cosas que contarle a
Jennifer que seguramente no le agradarían para nada.

Desde la sala se distinguía la luz proveniente de la cocina, tome un respiro y entre. Edward
estaba parado recargado en el mueble junto al lavabo sosteniendo mi pañoleta entre sus
manos. Mis ojos se abrieron de par en par al verlo, definitivamente no estaba jugando,
estaba dispuesto a decirle todo a Jacob y entregarle pruebas contundentes.

– qué pretendes? – pregunté seria y molesta cruzándome de brazos.

– no quiero que él te toque – respondió usando el mismo tono de voz que yo.

– es mi novio, lo olvidas?, acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?

– cuántas veces tengo que decirte que Jennifer no es mi novia?

– que cínico eres, cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?

– pues no se compara con lo que yo vi – exclamo acercándose a mí.

– pues yo no niego a Jacob, sabes perfectamente que es mi novio – dije caminando hacia
atrás

– no me lo recuerdes – dijo acercándose más – no me hagas recordar que lo vi dándote un


beso.

– pues eso es lo que hacen los novios, no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se toquetean
frente a otros – seguí caminando y tope con el refrigerador.

– con un demonio – exclamo exasperado a pocos pasos de mí – Jennifer no es mi novia, es


mi amiga de toda la vida.

– mira qué casualidad, Jacob y yo también nos conocemos desde niños.


– ahora comprendo porque recurriste a mí – dijo sarcásticamente poniendo sus manos al
lado de mis hombros impidiéndome el paso.

– como te atreves – exclame y quise darle una bofetada pero me atajo la mano.

– sabes que tengo razón, si él cumpliera con sus obligaciones no tendrías ninguna necesidad
de citarte con un extraño.

– fue una estupidez de la que ahora me arrepiento – exclame soltándome pero él


rápidamente subió el brazo y volvió a hacerme prisionera.

– en verdad te arrepientes? – preguntó a milímetros de mis labios y aspire su aliento


embriagador – estás segura? – agregó acariciando suavemente mi cuello y luego descendió
su mano a uno de mis senos que masajeo encima de la ropa mirándome fijamente a los ojos.

– basta, por favor – dije con un hilo de voz, no podía controlar mi cuerpo cuando él me
estaba tocando y tenía su aliento clavado en mi nariz.

– en serio quieres que me detenga? – susurró en mis labios mientras su mano bajaba por mi
costado hasta mi nalga que apretó y luego pegó su cuerpo al mío, uniendo nuestros sexos
que sólo los separaba la delgada ropa de nuestras pijamas.

– alguien puede bajar – dije con dificultad olvidando todo el enojo.

Su respuesta fue lamer mis labios y levantar mi pierna para pegar mucho más su cuerpo al
mío y rozar más nuestros sexos moviéndose suavemente sin dejar de mirarme, un jadeo se
escapo de mis labios, no podía evitarlo, él me hacía perder completamente el sentido de
todo, y aunque la cabeza me gritaba que detuviera esa locura, mi cuerpo entero lo
reclamaba, no tenía fuerzas suficientes para detenerlo.

Introdujo su lengua ansiosa en mi boca y la mía la recibió con la misma inquietud. Puso
ambas manos en mis nalgas y yo lo envolví con mis piernas, me cargo y comenzó a caminar
conmigo mientras yo le lamía el cuello, sentí que mi espalda chocaba con una puerta y como
pude la abrí volviendo a besarlo, entramos y me colocó sobre una superficie fría. Se separo,
encendió una tenue luz y cerró la puerta, entonces me di cuenta que estaba sentada encima
de una lavadora dentro de un pequeño cuarto.

Volvió a mi lado y me beso desenfrenadamente mientras sus manos soltaban las tiras de mi
pantalón, le ayude a bajármelo al igual que mi ropa interior, y le quite la parte de arriba de
su pijama, le besé y lamí el torso desnudo olvidándome completamente de donde
estábamos. El termino de desnudarme y me beso los pechos en tanto yo bajaba su pantalón
y su bóxer, antes de quitárselo con completo saco un condón y se lo puso entrando en mí
con urgencia, me beso para ahogar mi gemido y se movía con rapidez en tanto yo lo rodeaba
con mis piernas aprisionándolo. Se separo de mis labios y nuestras narices se rozaban, nos
mirábamos a los ojos mientras él seguía moviéndose en mi interior, nuestros gemidos se
mezclaban y ambos sonreíamos sumergidos en el enorme placer que estábamos sintiendo,
no existía nada más en ese momento, sólo él, yo y el fuego de la pasión. Sentí como llegaba
al orgasmo y él me beso para callar el grito que emitiría, hizo los últimos movimientos y
alcanzo el éxtasis total sin dejar de besarme. Nos abrazamos y sentí su pecho agitado en el
mío.

– nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el
mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – dijo mientras me
abrazaba y acariciaba mi espalda.

– lo sé, lo sé y me asusta – acepté avergonzada.

– no tienes nada que temer Bella – respondió separándose sólo lo necesario para mirarme.

– esto es una locura Edward.


– sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.

Puse mis manos en su rostro y lo bese delicadamente, él me correspondió de la misma


manera, después de unos minutos nos separamos y comenzamos a vestirnos en silencio.
Cuando iba a abrir la puerta él me jalo de un brazo haciéndome voltear.

– no permitas que te toque, por favor.

– y tú prométeme que no la tocaras a ella.

– no estamos en la misma recámara, te repito que sólo somos amigos, en cambio yo no


podre dormir sabiendo que compartes la cama con él.

– sólo será para dormir, lo prometo – le di un ligero beso y salí de ahí.

Cruce lentamente la cocina y la sala sintiéndome en las nubes, jamás me imaginé que esa
aventura fugaz iba a llegar tan lejos y en verdad me asustaba lo que estaba sintiendo, al
menos para mí estaba dejando de ser sólo sexo, mi corazón estaba por quebrantar
completamente la tercera regla. Subí cuidadosamente las escaleras y al llegar al último
escalón vi que Jennifer salía de mi habitación.

Capítulo 13:

Rebasando límites

– Jennifer? – exclame mirándola desconcertada – que hacías en mi cuarto?

– ay Bella, me asustaste, es que esa recámara es la que ocupo normalmente y como soy
muy sensible para la luz necesito dormir con antifaz y entre por el que siempre guardo en el
cajón de la mesita de noche – aclaro y me lo enseño – toque la puerta y como nadie me
contestó entré, pensé que Jacob y tú habían salido a dar un paseo nocturno – agregó con
una sonrisa pícara.

– Jacob no está en la recámara? – pregunté sorprendida.

– no, no hay nadie, dónde estabas tú?

– baje a la cocina a tomarme una pastilla para el dolor de cabeza.

– ah ok, buenas noches, que descanses, no, mejor diviértete – dijo de lo más divertida y vi
como entraba a la recamara de enfrente.

Entre a la mía y en efecto Jacob no estaba en la cama, el pánico volvió a inundarme y mi


corazón se acelero al pensar en la posibilidad de que se hubiera dado cuenta de lo que yo
estaba haciendo. Iba a tomar mi celular para llamarlo cuando vi que salió del baño y al
verme parada en mitad de la recámara se asusto y soltó su celular que cayó sobre la
alfombra, de inmediato se agacho para levantarlo.

– Bella, te tardaste una eternidad – dijo nervioso y dejo el aparato sobre la mesa de noche y
se sentó en la cama.

– salí a tomar el aire para ver si me sentía mejor.

– y funciono? – preguntó mientras se acostaba dándome la espalda.

– sí, ya estoy bien.

– hasta mañana cariño, que descanses.


– hasta mañana Jacob.

Me acosté a su lado en la orilla de la cama y apague la luz, no pude evitar sentirme mal por
lo que había hecho con Edward mientras mi novio estaba bajo el mismo techo, pero tampoco
pude evitar sentir incertidumbre por la actitud de éste, que hacía hablando por teléfono en el
baño?, si el reloj de la mesa de noche marcaba poco más de la 1 de la mañana.

Aún no despertaba por completo cuando sentí como acariciaban mi brazo y subían la manga
de la pijama para deslizar sus dedos en mi hombro y moverlos en círculos, después bajaron
por mi espalda y metió la mano por debajo del saco para acariciar mi cintura mientras sentía
como pegaba su cuerpo al mío. Abrí los ojos al sentir que su mano bajaba más allá de la
cintura y volteé para encararlo.

– Edward, qué rayos haces aquí? – exclame atemorizada levantándome de la cama.

– comprobando si eres capaz de cumplir con tu promesa – respondió en tono serio


acostándose de lado y poniendo su cabeza sobre su mano cerrada.

– estás loco, como entras así nada más?, Jacob puede estar en el baño.

– no te preocupes por él, salió a correr hace 15 minutos.

– de todas maneras vete, Jennifer sí está en la casa.

– esa niña no se despierta antes de las 11 y apenas son las 9 de la mañana – dijo
hincándose en la cama.

– por favor, Edward, no me hagas las cosas más difíciles.

– tú?, difíciles?, y yo como califico que no tienes voluntad para impedir que él te acaricie? –
exclamo acercándose a mí que seguía de pie cerca de la cama.

– Edward, estaba dormida, perdón si no tengo mucho control bajo ese estado.

– sentí cuando te despertaste y no me detuviste – me tomo por la cintura y me hizo caer en


la cama colocándose encima de mí – no quiero imaginarte entre sus brazos.

– tonto, yo sabía perfectamente que eras tú, mi cuerpo te reconoce.

Me sonrió encantadoramente mientras sus ojos analizaban mi rostro y me quitaba un


mechón para luego besarme apasionadamente mientras su mano doblaba una de mis piernas
y acariciaba la pantorrilla debajo del pantalón.

– buenos días Isabella – dijo sonriente en mis labios rozando su nariz con la mía.

– en serio que sí estás loco, te caíste de niño y te golpeaste la cabeza?

– no, me la golpeo una hermosa desconocida la noche de un martes y ella fue la que me hizo
enloquecer – respondió mientras besaba mi cuello.

– así que estás loco por una desconocida? – pregunté sonriendo con los ojos cerrados,
siguiéndole el juego.

– sí, no sé que me ha hecho, creo que me embrujo – respondió lengüeteando el lóbulo de mi


oreja mientras se abría paso para que nuestros sexos se rozaran.

– deberías hacerte a una limpia para librarte del hechizo – dije acariciándole lentamente la
espalda.
– no se me había ocurrido, gracias por el consejo.

Volvió a besarme en los labios mientras mis manos jugaban con su cabello y movía mi pelvis
acompasadamente con la suya. Bajo dando pequeños besos a mi cuello, yo jadeé acariciando
el suyo.

– Edward, ya basta – dije con un hilo de voz sintiendo como se elevaba mi temperatura – no
podemos continuar con esto y menos aquí.

– vamos a mi recámara entonces.

– por supuesto que no, Jacob no tarda en regresar.

– tenías que recordármelo – dijo molesto – está bien, por ahora lo dejaremos así.

Me dio un pequeño en los labios y con dificultad se levantó de la cama, mientras yo le


sonreía. Me levanté después que él y camine hacia el baño, cuando puse la mano en el
picaporte sentí que me jalo, me volteó y volvió a besarme apasionadamente, le correspondí
unos instantes y después rompí el beso.

– Edward, por favor, detente – dije seria poniendo mis manos sobre su pecho alejándolo.

– es que no puedo evitarlo, me encantas Isabella – dijo mirándome a los ojos – pero ganas
otra vez, ya me debes dos.

– anoche te cobraste una, ya se te olvido tu amenaza?, me hiciste entrar en pánico.

– discúlpame, estaba cegado y fue lo que único que se me ocurrió para verte a solas.

– lo pensare, claro que si te vas ahora ayudara a aclarar mi mente.

– chantajista.

– yo?, el león cree que todos son de su condición.

Me sonrió y me dio otro pequeño en los labios, me quede ahí parada para asegurarme que
salía de la recamara, cuando lo hizo y cerró la puerta, entre al baño. Me metí a bañar y
cuando termine de vestirme Jacob entro a la habitación, me saludo a lo lejos y me dijo que
se daría un baño.

Baje a la cocina para preparar algo de desayunar y Jennifer estaba ahí tomando café y
hojeando una revista.

– buenos días Jennifer.

– hola Bella, buenos días – respondió y se levanto para saludarme de beso en la mejilla –
justo estaba pensando en ti, estoy viendo un anuncio de la ropa de Alice – agregó
enseñándome la revista y la mire unos segundos.

– por cierto, ahora que lo mencionas, tengo duda de algo que me dijiste el día de la
presentación – dije sirviéndome una taza de café.

– adelante, con confianza.

– cuando te dije que Jacob estaba de viaje, me dijiste que él no cambiaba, por qué?

– ah, es que el día que firmo el contrato con Edward yo fui a la cena y estuvieron hablando
de negocios toda la noche y menciono que viajaba mucho y luego Edward me ha contado
que le llama y siempre está en juntas, por eso lo dije, pensaste que yo y él nos veíamos
clandestinamente?

– no, para nada, no te creo capaz de engañar a Edward – dije para ver su reacción.

– jamás lo haría, lo adoro – aseguro.

– buenos días señoritas – exclamo Edward entrando a la cocina.

– hola baby, buenos días – respondió ella y lo abrazo efusivamente.

Yo no respondí y le corrí la mirada con enfado, que amigos tan cariñosos eran, alguno de los
dos me estaba mintiendo y dudaba que ella tuviera alguna razón para hacerlo, abrí el
refrigerador para no mirarlos y escuche que Jacob los saludaba, me abrazo por la cintura, yo
volteé y nos dimos un beso en los labios. Edward carraspeo y nos sugirió ir a desayunar a un
pequeño restaurante que estaba a un par de cuadras. Todos estuvimos de acuerdo y salimos
los cuatro.

Jacob y yo íbamos tomados de la mano y Jennifer sostenía del brazo a Edward, después él la
cargo sobre sus hombros y tuve ganas de golpearlo y de paso yo darme de topes en un
árbol, cómo era posible que me dejara envolver por ese embaucador de oficio?, sólo era un
hermoso mentiroso como dice una canción y muy a mi pesar me tenía vuelta loca sin
remedio, jamás me imaginé perder así la cabeza por alguien, quizá debía recurrir a la ayuda
de un psiquiatra.

Llegamos al restaurante y nos sentamos en una pequeña mesa, Jennifer frente a Jacob y
Edward frente a mí, la mesera nos llevo los menús, la verdad yo no tenía mucha hambre, así
que sólo ordene un jugo de naranja y fruta con yogurt, en un recipiente por separado,
Jennifer me miro de forma extraña y Jacob empezó a explicarle lo rara que soy para comer
mientras ella se reía, luego se pusieron a intercambiar anécdotas curiosas. Yo sentía las
miradas de Edward y trataba de evitarlas lo más posible. Minutos después nos dejaron los
platillos y al llevarme un pedazo de piña a la boca sentí que Edward puso su pie sobre el mío
y lo subió un poco. Yo retire el mío bruscamente mientras lo mire frunciendo el seño, él
sonrió divertido, mire a Jacob nerviosa y seguía platicando animadamente con Jennifer, al
parecer ninguno de los dos se había dado cuenta. Edward lo noto y siguió con su jueguito, yo
ya no sabía para donde moverme y tuve que ir al baño para tranquilizarme, ese hombre
quería destrozarme los nervios. Al regresar ya habían pedido la cuenta y suspire aliviada.

Jennifer propuso ir a algún hotel de Las Vegas a jugar un poco y de paso ver algún
espectáculo, así que regresamos a la casa y Edward saco del garaje un Volvo plateado que
había rentado. Jacob y yo nos subimos en la parte de atrás y Jennifer encendió el radio
después de subir. Jacob me abrazo y note la mirada seria de Edward a través del espejo
retrovisor pero me volteé y recargué mi cabeza en el hombro de Jacob, no sé porque Edward
ponía esas miradas cuando él jugaba con Jennifer en los altos.

Llegamos a un hermoso hotel y entramos al casino, ellos se fueron a una mesa de póker y
Jennifer y yo a unas maquinas de esas que si te sale tres veces la misma figura ganas, pero
con mi suerte lo único que logre fue perder 100 dólares, en cambio ella gano 250. Después
Jacob me abrazo emocionado, me cargo y me dio vueltas porque gano 2 mil, cuando me
dejo en el piso Edward nos miraba con el seño fruncido, pero yo lo ignore y tomé a mi novio
de la mano. Comimos en el restaurante del hotel y ahora opte por sentarme frente a
Jennifer, lo cual provoco que Edward se riera divertido nuevamente. Al terminar compramos
los boletos para un espectáculo musical y mientras esperábamos recorrimos las tiendas de
suvenir y me sorprendió que Jacob comprara un oso de peluche que en la polera decía I love
Las Vegas, me dijo que era para la sobrina de Sam que iba a cumplir años próximamente, no
recordaba que él tuviera una sobrina y Jacob me explico que era hija de un primo que
acababa de mudarse a Nueva Jersey y que también trabajaba en la casa de bolsa.

Regresamos a la casa pasadas las 11 de la noche, Jacob se puso de inmediato la pijama y se


metió a la cama, yo decidí darme una ducha, me sentía muy cansada y esperaba que él se
durmiera para evitar que se pusiera "romántico", no lo hacía por Edward, sino por mí,
aunque estuviera engañando a mi novio tampoco era una cualquiera que se iba a revolcar
con los dos en la misma casa.

Entre al baño, me desmaquille y me lave los dientes, todo muy lentamente para hacer
tiempo. Aún con la bata de baño puesta abrí la llave de la regadera, volteé para quitármela y
colgarla y me tope con Edward que alcanzo a taparme la boca para que no gritará, se llevo el
dedo índice de su otra mano a la boca indicándome que guardara silencio, yo asentí con la
cabeza y me soltó.

– como rayos entraste? – pregunté en un susurro mientras me preguntaba dónde estaría


ahora Jacob que Edward pudo escabullirse al baño sin problema alguno.

– vaya que eres distraída, este baño conecta con las dos recámaras – respondió y me mostro
la puerta que yo no había distinguido – cuando escuche el agua correr me asome para ver si
eras tú y que suerte tuve – agregó soltándome la tira de la bata que se abrió dejando al
descubierto parte de mi cuerpo desnudo.

– ahora sí enloqueciste por completo, Jacob está en la habitación de al lado.

– y a poco no lo hace más excitante? – susurró mirándome con pasión.

Yo me quede paralizada, él se acerco y me quito la bata, me recargó en la pared y mi cuerpo


se arqueó ante el frío del azulejo, la adrenalina comenzó a recorrer mi cuerpo mientras él
pegaba el suyo al mío y sentí su erección, me lamió el cuello, luego subió a mi mandíbula y
después a mis labios mientras se pegaba más y más a mí, lo abracé por la espalda, quise
besarlo pero hecho la cabeza un poco hacia atrás sonriendo y sólo pude lamerle los labios,
así que eso seguí haciendo, primero el inferior de un lado a otro y luego el de arriba, sus
manos estaban masajeando mis nalgas, yo baje su bóxer y acaricie su masculinidad, él
correspondió de la misma manera acariciando mi parte más intima con dos dedos, nos
besamos desesperadamente y luego sustituyo sus dedos por su miembro, pero sin
introducirlo, sólo me frotaba suavemente.

Se separo para ponerse el condón que tomo del lavabo, me hizo darme la vuelta, tomo mis
manos y las puso a los lados del lavabo, yo lo sujete con fuerza, se coloco detrás de mí y se
introdujo en mí, me mordí el labio para no gritar, y él comenzó a moverse sujetándome de
las caderas, yo trataba de reprimir los gemidos, a pesar de que se escuchaba el agua
cayendo. El salía y entraba de mí sin cesar, puso dos dedos en mi boca que igual salían y
entraban de ella y su otra mano subía y bajaba por mi muslo, apreté los ojos cuando sentí
que él explotaba en mi interior desencadenando que yo lo alcanzara segundos después.

– estuve esperando todo el día por esto – susurro en mi oído – me trastornas Bella, cada día
ansío más estar contigo – agrego y me volteó la cara para besarme.

Cuando desperté a la mañana siguiente Jacob no estaba en la cama, supuse que se había ido
a correr de nuevo, mire el reloj y casi eran las 10 de la mañana, así que me levanté.
Después de lavarme los dientes me gano la curiosidad y me asomé a la habitación de
Edward pero no estaba, entonces baje a la cocina. Estaba por abrir la puerta y escuche
murmullos.

– yo también te extraño mucho princesa, te prometo que lo primero que hare mañana
cuando regrese será ir a verte – dijo la ya familiar voz masculina y se me hizo un nudo en la
garganta.

Capítulo 14:

Dejando las cosas en claro

Pase saliva, tratando de ordenar las ideas en mi cabeza y aclarar mi garganta, abrí la puerta
de golpe, él se dio la vuelta y me miro asustado, guardo silencio unos segundos, me dio una
sonrisa fingida y siguió hablando.
– tengo que irme hermanita – volvió a guardar silencio, supuse que estaba escuchando al
interlocutor – aquí está Bella, yo le doy tus saludos, sí, ella también te manda saludar, un
beso y mañana hablamos – agrego y finalmente colgó – buenos días cariño – dijo dándome
un beso pero yo moví la cabeza y me lo dio en la mejilla – era Leah, está de vacaciones en
Nueva Jersey.

No le respondí nada, sólo asentí con la cabeza, desde cuando Jacob le llamaba princesa a su
hermana?, por qué me sentí mal al escucharlo?, si me engañaba yo le estaba haciendo lo
mismo, creo que al final lo que duele es el orgullo o quizá yo sola era la que me seguía
haciendo rollos extraños en la cabeza por el peso de la culpa, la pregunta era qué sentía yo
por Jacob?, tenía que encontrar la forma de averiguarlo.

Tome su cara con mis manos y lo mire a los ojos, se veía nervioso, trataba de esquivar mi
mirada y entonces lo besé dulcemente, él titubeo pero al final puso sus manos en mi cintura
y yo corrí las mías hacia su cuello, termino por abrazarme completamente y el beso se
intensifico un poco, yo baje mis manos a su espalda y de pronto se escucho un fuerte
carraspeo que nos hizo romper el beso pero permanecimos abrazados.

– lamento la interrupción – dijo Edward visiblemente molesto con el seño fruncido, recargado
en la puerta con los brazos cruzados y los puños cerrados.

– no te preocupes Edward, lo dejaremos para después, verdad amor? – respondió Jacob sin
soltarme y me dio un corto beso en los labios.

– pueden aprovechar más tarde cuando Jen y yo vayamos al supermercado – exclamo en


tono sarcástico y pude notar como apretaba los puños.

– voy a preparar café – dije separándome de Jacob y podía sentir la mirada asesina de
Edward aún cuando estaba de espaldas.

– Jacob, me puedes dar las llaves del Volvo, por favor?, ya que tu fuiste el que lo guardo en
el garaje.

– claro, voy por ellas, las deje en la habitación.

En cuanto Jacob salió de la cocina, Edward me sujeto fuertemente por el brazo y me hizo
girarme para mirarlo.

– qué parte no te quedo clara de que no permitieras que te tocara? – recriminó furioso.

– es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo.

– eres mía Isabella, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese vas a
buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.

– odio que me digan Isabella y suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para
exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y
con esa misma facilidad puede acabarse.

– estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo
olvides.

– no soy un objeto Edward, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides.

Se escucharon los pasos fuertes de Jacob y entonces me solté. No supe de donde saque
fuerzas para decirle eso, lo que había entre Edward y yo no era sólo sexo, al menos no de mi
parte, y debía reconocer que por un lado me sentía feliz por los celos de Edward, aunque no
sabía si los provocaban un sentimiento afectivo o sólo era su orgullo de hombre herido.
Jacob y Jennifer entraron a la cocina, ella abrazo de nuevo muy efusiva a Edward y sentí un
dolor en el pecho, después me saludo a mí muy entusiasta como siempre, yo le sonreí pero
la tensión se sentía en el aire.

Desayunamos ahí casi en silencio, sólo Jennifer y Jacob hablaban de vez en cuando. En
cuanto termine subí a mi habitación a cambiarme, puse unos jeans y un suéter ligero. Jacob
subió después y me abrazo por detrás, pero me separe argumentando que no estábamos
solos y que no era nuestra casa. El acepto sin recriminaciones y empezó a cambiarse de ropa
y yo baje. Escuché las risas de Jennifer provenientes de la parte trasera de la casa, resople y
camine hacia allá, estaba jugando pin pon con Edward que se puso serio al verme.

Minutos después llego Jacob y entonces Jennifer propuso que jugáramos los cuatro. El juego
empezó tranquilo pero de repente Edward empezó a golpear la pelota demasiado fuerte
mandándosela a Jacob que le respondía de la misma manera, Jennifer y yo nos quitamos al
ver lo agresivo que se estaba poniendo el asunto. Edward miraba con rabia a Jacob y se
notaba que tenía todas las intenciones de golpearlo con la pelota y si no hubiera sido porque
Jacob era muy hábil para regresársela, lo habría conseguido.

Jennifer me sugirió que entráramos a la casa y no muy convencía lo hice ya que ella
prácticamente me arrastro al interior, pero yo estaba sumamente nerviosa por lo que
pudiera pasar entre ellos si se quedaban solos. Ella encendió el televisor y empezó a cambiar
de canal en canal hasta que encontró algo que le llamo la atención, era un partido de hockey
sobre hielo y grito emocionada porque su equipo favorito estaba jugando. Más tarde entraron
Edward y Jacob y éste también se entusiasmo porque era gran aficionado de ese deporte, así
que se sentó al lado de Jennifer en el sillón.

– a poco te gusta el hockey? – preguntó sorprendido.

– uy sí, desde niña, mi papá lo jugaba aunque nunca estuvo en un equipo profesional.

– y a qué equipo le vas?

– a Chicago Blackhawks.

– bromeas?, yo también.

– chócalas amigo – exclamo entusiasmada y le extendió la mano que Jacob se la choco –


ojala que ganen, acaba de empezar el partido.

– Jennifer, ya habíamos quedado en ir al supermercado – dijo Edward serio.

– pero baby, sabes que cuando los Balckhawks juegan el mundo desaparece para mí, vamos
cuando termine, sí?

– y tú sabes que a mí eso me aburre.

– a Bella también – intervino Jacob.

– entonces ustedes par de aburridos vayan a hacer las compras mientras mi amigo Jacob y
yo vemos el partido.

– sí, es buena idea y de paso traen unas cervezas – agrego Jacob.

Edward me miro y entro a la cocina por las llaves del coche que había dejado ahí cuando se
las entrego Jacob. Yo no estaba muy segura de ir, lo que menos quería era que empezara
con reproches otra vez, pero al ver que Jennifer y Jacob estaban ensimismados viendo el
televisor y no encontrar otra cosa que hacer decidí acompañar a Edward, al fin que iríamos a
un lugar lleno de gente.
Camine hacia el auto y Edward me abrió la puerta para que subiera, él se dio la vuelta y
entro también, sin decir nada lo puso en marcha y la radio empezó a sonar.

– perdóname, no debí tratarse así en la mañana – empezó a decir mientras una canción
seguía sonando – pero me enferma la idea de pensar que él te toque, sé que es tu novio y
que yo sólo soy un extraño en tu vida, que ni siquiera nos conocemos bien – guardo silencio
mientras le tocaba un semáforo en rojo – sólo no puedo procesar esa idea, lamento mucho
haber perdido los estribos Bella, por favor perdóname.

– no me gusta que me trates como un objeto, sé que nuestra… lo que sea que tengamos
empezó de forma extraña pero eso no te da derecho a que me trates así.

– lo sé, estoy muy arrepentido.

– y después, qué fue todo ese despliegue de hombría en el pin pon?

– una forma muy infantil de… demostrar quién es el mejor.

– eso no se demuestra así Edward, no necesito un súper macho a mi lado.

– me perdonas? – preguntó con cara de arrepentimiento.

– lo voy a pensar y ahora sí es en serio.

– qué tengo que hacer para que me perdones?

– comportarte como el adulto que eres y pensar con la cabeza y no con el hígado.

– lo intentaré.

– cuando lo hagas entonces hablamos – dije firme y mire por fuera de la ventanilla.

Llegamos al supermercado y él se bajo a abrirme la puerta, me tendió su mano para que me


apoyara, no pude negarme a su gesto y cuando salí del auto quedamos cerca mirándonos,
pero yo desvié la vista y comencé a caminar sin esperar a que cerrara la puerta del coche.
Después él me alcanzó y entramos al lugar. Tomó una canastilla y me guió por uno de los
pasillos.

– qué venimos a comprar? – pregunté caminando a su lado.

– todo lo necesario para la cena, ya mañana nos vamos, así que hoy haremos un festín.

– y cuál será el menú?

– pasta y ensalada, sin faltar un buen vino.

– pero falta el postre.

– cierto, ese te toca a ti.

– te gusta el flan napolitano?

– sabes prepararlo?

– por supuesto, soy una gran cocinera.

– eso quiero verlo, habrá flan entonces.


Le sonreí y caminamos al pasillo a buscar los ingredientes para el flan, incluido el molde
porque me dijo que no tenía. Después fuimos al área de frutas y verduras, escogimos una
lechuga verde y una morada, pequeños tomates, uvas y finalmente fuimos por la pasta, el
queso y el vino.

– qué bonita pareja, seguro acaban de casarse, me recuerda a nosotros hace 40 años.

Escuché que una señora le decía al que debía ser su esposo, él asintió y le dio un dulce beso
en los labios, mi corazón se oprimió y por primera vez en mi vida me visualice anciana y sólo
había un hombre con el que quería llegar a esa edad.

– ya está todo, podemos irnos– dijo Edward sacándome del trance – estás bien?

– sí – apenas pude decir sin quitar la vista de la pareja que seguía mirándonos.

– los conoces? – me preguntó mirándolos también y les sonrió.

– no.

Edward me sonrió, pero de forma muy diferente a como lo hacía normalmente, aunque en
ese minuto no supe si era realidad o mi mente me estaba haciendo una jugada, para mi
sorpresa me tomo de la mano y me hizo caminar.

Pago todas las cosas y se negó rotundamente a que yo contribuyera con algo. Caminamos al
estacionamiento y metió las bolsas a la cajuela. Volvió a abrirme la puerta y luego subió él.
Empezó a manejar por una calle inclinada, era un rumbo diferente al que tomamos cuando
llegamos, al subir estaba un poco desierto, sólo había casas de un lado y del otro había un
pequeño bosque. El coche se jaloneó un poco y se apago.

– qué pasa? – pregunté extrañada.

– no lo sé – trato de encenderlo tres veces y no funcionó.

– creo que se descompuso, que lata, me choca rentar autos, no sabe uno quien los usa ni si
les dan mantenimiento.

– y qué haremos?

– esperar un poco, quizá sólo necesita enfriarse.

Me acomode en el asiento y eche mi cabeza atrás en el respaldo. El hizo lo mismo pero me di


cuenta que jugaba con sus manos. De pronto se volteó y me miro sin decir nada, yo me
acomode de lado para verlo también, acarició mi rostro y puso un mechón atrás de mi oreja,
yo sostuve su mano, entonces se acerco y me beso despacio, sin intentar algo más, yo le
respondí de la misma manera pero baje su mano con la mía y la puse sobre uno de mis
senos, él comenzó a acariciarlo lentamente, mi mano busco los botones de su camisa y
empecé a desabrocharla y a acariciar la piel que iba quedando al descubierto. El se separo y
hecho su asiento hasta atrás, con sus ojos verdes me invito a que me sentara sobre él y eso
hice.

Volvimos a besarnos mientras él metía sus manos debajo de mi suéter y acariciaba mi piel.
Bese su cuello y su torso, desabroche el cinturón y el pantalón, me separe y me quite el
suéter, él se acerco y beso la parte superior de mis senos que salía del sostén en tanto yo
acariciaba su masculinidad, él me desabrocho el pantalón y me acaricio por encima de las
pantaletas, jadeé al sentir sus caricias.

– Bella, no debiste ponerte pantalón – se quejo con la voz entrecortada.

– no tenía planeado hacer esto y menos aquí.


Me sonrió y entonces yo me senté en el asiento del copiloto y me saque el pantalón y la ropa
interior mientras él bajaba el suyo hasta las rodillas después de sacar un condón del bolsillo.

– acaso eres dueño de esa empresa? – pregunté al tiempo que se lo colocaba.

– no, pero me gusta estar prevenido, uno nunca sabe en qué momento se darán las cosas –
respondió mientras me atraía a su cuerpo.

Me senté sobre él con las piernas a los lados y entró en mí, empecé a moverme lentamente
con mis manos sobre el respaldo del asiento, él movía las suyas de mis muslos a mis nalgas.
Nuestros rostros estaban pegados por la nariz, nos mirábamos, jadeábamos en sincronía a la
par que nuestros cuerpos se fundían en uno. Acelere los movimientos, él me sostenía por las
caderas, nos besamos apasionadamente en tanto los movimientos se volvían más frenéticos,
buscando un solo objetivo. Rompí el beso y puse mi boca en su cuello moviéndome aún más
rápido y segundos después sentí como mi cuerpo se estremecía al llegar al éxtasis total al
mismo tiempo que él.

Me quede así unos minutos, mientras nuestras respiraciones recobraban su curso normal, lo
besé nuevamente y luego de un lapso me separé, al pasarme al otro asiento no sé cómo,
creo que con el codo hice sonar la bocina del auto. El soltó una risa divertida y yo también.
Me puse la ropa mientras él se acomodaba la suya. Encendió el auto que respondió a la
primera y lo mire sorprendida, arqueando una ceja.

– está bien, me cachaste y me confieso culpable, jamás fallo el auto – acepto con una
sonrisa en los labios.

Capítulo 15:

Buscando la verdad

– me engañaste!, eres un mentiroso y un tramposo – dije cruzándome de brazos.

– tú eres la causante de todo, me vuelves loco, no podía esperar hasta la noche para tenerte
entre mis brazos.

– en serio? – pregunté un tanto sonrojada.

– por supuesto, no sé qué me pasa cuando estoy contigo que pierdo el control, eres un
peligro Bella Swan, nublas mi mente y no me permites ver las cosas con claridad.

– quizá debas remitirme a las autoridades – respondí jugando.

– eso hare, pero tu condena será estar encerrada en un cuarto conmigo, sin oportunidad de
fianza ni de apelación.

– eso sí me da miedo – exclame y me abrace a mí misma.

– debería, en serio, ya no sé qué otra locura podría cometer, eres una hermosa tentación
andante.

– definitivamente deberían encerrarme, en una torre alta sin accesos.

– y yo iría a rescatarte – dio la vuelta en la siguiente esquina – ya no puedo imaginar mi vida


sin ti, definitivamente me hechizaste.

Mi corazón se disparo ante esas palabras y ya no supe que más decirle, coloqué mi mano
encima de la suya, sobre la palanca y él me sonrió, en un semáforo en rojo se acerco y me
beso dulcemente. Seguimos el trayecto en silencio, yo quería preguntarle tantas cosas pero
no sabía cómo, no quería arruinar el momento, parecía mágico. Llegamos a la casa, Edward
metió el auto a la cochera, me ayudo a bajar y me dio un beso en los labios, yo lo mire
asustada.

– Edward!, pueden vernos.

– tranquila, todavía siguen viendo el partido – respondió y volvió a besarme, pero después
de unos segundos lo separe.

– basta, no es bueno tentar a la suerte.

Me sonrió y luego bajo las bolsas de la cajuela, caminamos a la cocina y dejamos todo ahí,
en efecto Jennifer y Jacob seguían viendo el partido. El me preguntó por las cervezas y le
dije que se nos olvidaron, sólo esperaba que no notaran que nos tardamos más de la cuenta,
pero al verlos tan emocionados siguiendo el partido descubrí que no habían sentido el tiempo
pasar.

Subí a darme una ducha y cuando baje ya había terminado el partido. Jennifer y Edward
estaban en la cocina y no pude evitar sentir celos de esa escena, pero cuando él se dio
cuenta de mi presencia me guiño un ojo y se me aceleró el corazón, olvidando la molestia.
Jacob estaba afuera de la casa hablando por celular otra vez, así que me puse a preparar el
flan.

Era una situación tan extraña, Edward picaba las lechugas mientras Jennifer preparaba la
pasta y yo estaba poniendo los ingredientes en el molde, entonces extrañamente note que la
actitud de ella estaba un poco diferente, no estaba tan efusiva con Edward y por primera vez
escuche que lo llamo por su nombre en lugar de decirle "baby", que por cierto odiaba que le
dijera así. Jacob entró finalmente y también se puso a ayudarnos, puso el vino en el
refrigerador y comenzó a separar las uvas de los racimos. Parecíamos cuatro buenos amigos
de toda la vida compartiendo un agradable momento culinario, incluso las cosas entre
Edward y Jacob estaban más relajadas, se habían olvidado del acalorado partido de pin pon y
como mi novio estaba distante conmigo, Edward se estaba comportando tranquilamente.
Como a las 6 estaba lista la cena, Jennifer y yo pusimos la mesa y después nos sentamos los
cuatro a comer mientras seguíamos platicando.

– por qué no mezclas los alimentos Bella?, de todas maneras se mezclan en el estómago –
preguntó Jennifer divertida.

– no sé, es una manía que tengo desde niña, creo que fue a raíz de una vez que me enferme
del estómago.

– que curioso, nunca había conocido a alguien así y yo que pensaba que era rara.

– creo que todos tenemos alguna manía, la de Jacob es hablar por teléfono.

– cariño no es algo que disfrute mucho, créeme, es sólo por el trabajo.

– yo también trabajo mucho Jacob pero no soy esclavo del teléfono – dijo Edward serio
mientras lo fulminaba con la mirada porque me había agarrado la mano pero yo la retire
suavemente para que él no notara nada extraño.

El comentario de Edward aunado a la plática que yo había escuchado en la mañana y al


volver a verlo hablando por celular me llevaron a la conclusión de que Jacob escondía algo,
quizá no era una amante pero había algo raro en su vida que no quería que yo supiera y lo
analice con la mirada unos segundos tratando de descubrir que era lo que me escondía.

Después que terminamos de cenar vimos una película de acción y luego jugamos Jenga.
Hubo un momento en el que entré a la cocina por un vaso de jugo y Edward entró tras de
mí.
– por favor, quédate esta noche conmigo, es la última que estaremos aquí, el lunes viajo
muy temprano a Londres a ver lo de un nuevo hotel y regresare días antes de la boda de
Alice – me pidió parándose frente a mí con cara de gorrión herido.

– pero Edward, cómo me pides eso?, qué quieres que le diga a Jacob?

– no sé, ármale un pleito y le dices que te dormirás en la otra recámara, por favor – suplicó
no sólo con palabras sino también son su mirada.

– no sé Edward… me pones en un predicamento.

– no es mayor al que tú me pones, Bella no vamos a vernos como en mes y medio, regálame
esta noche, por favor – insistió tomando la punta de mis dedos.

– mira, hagamos esto, subiré y cuando esté dormido me escapo, Jacob tiene el sueño muy
pesado y seguro no se dará cuenta.

– está bien – aceptó con una gran sonrisa mientras acariciaba mis dedos.

– chicos me voy a dormir – anunció Jennifer entrando a la cocina y separamos abruptamente


las manos mientras la mirábamos asustados.

– hasta mañana niña, que tengas dulces sueños – dijo Edward cariñosamente y yo lo mire
seria y salí de la cocina después de despedirme de ella.

Jacob estaba sentado en el sillón cambiando de canal en canal. Jennifer paso, se despidió de
él y subió. Edward salió de la cocina y se sentó en el otro sillón sin decir nada. Minutos
después Jacob se levantó y le dio el control remoto.

– ya es tarde, vámonos a dormir cariño – exclamo volteando a verme.

Edward me dio una mirada suplicante que Jacob no percibió porque estaba dándole la
espalda y entonces recordé las misteriosas llamadas telefónicas.

– no tengo sueño, además hay que lavar los trastos, no sé pueden quedar sucios y no quiero
andar con prisas mañana.

– está bien, pero no tardes – se inclino para darme un beso pero agache la cabeza y terminó
por dármelo en la frente.

– Edward, tú no vas a dormirte ya?

– sí, pero primero tengo que sacar unas cosas del auto para entregarlo mañana.

– bueno, hasta mañana – se despidió y subió las escaleras.

Edward se quedo parado ahí y cuando se escuchó que Jacob cerró la puerta de la habitación,
me sonrió y se acerco a mí.

– gracias señorita limpieza – exclamo en tono de burla.

– muy gracioso, acompáñame a la cocina, anda.

Me tomo del rostro y me planto un beso en los labios, yo le recrimine con la mirada, él me
tomo de la mano y entramos a la cocina. Me puse el delantal y comencé a lavar los trastos
mientras él se recargaba en el mueble, a mi lado.

– cuéntame de ti – dijo metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón.


– qué quieres saber?

– lo que quieras platicarme.

– está bien, pero… – tomé un fuerte suspiro, era una duda que tenía desde el primer día que
lo conocí y que después de este fin de semana se había incrementado – tú podrías primero
contestarme una pregunta?

– claro, pregúntame lo que quieras, las reglas ya no existen – me guiño el ojo.

– por qué un chico como tú tiene un… pasatiempo tan… peculiar?

– a qué te refieres? – exclamo extrañado.

– a la forma en que nos conocimos – dije mirando el plato que lavaba para evitar mirarlo –
por qué lo haces?, si no es por dinero, que obvio no te falta, entiendo lo del placer, pero, no
sería más fácil conseguirse una novia o ligarse a alguien en un bar?, por qué así?, por qué
esas reglas?

– es complicado Bella – suspiró – así como a ti, un amigo mío de la universidad me dio el
teléfono de una chica y me explicó de que se trataba el asunto – miro al suelo un tanto
avergonzado, creo que era la primera vez que hablaba de eso con alguien – me dijo que era
un tipo de sociedad secreta, de cierto nivel económico, quizá para salir de la rutina o cumplir
fantasías que no harían con su pareja, así que un día por curiosidad le llame a la chica y…
bueno, fue emocionante eso de no saber nada de la otra persona y seguí con el juego, a
veces yo llamaba y a veces me llamaban – me miro fijamente mientras yo procesaba la
información y me dio una rabia pensar que él llamara a alguien – ahora tú dime, quién
realmente te dio mi teléfono?, no te ofendas pero tú no encajas en el prototipo de las chicas
que están involucradas.

– me lo dio una chica en el baño de un bar, no sé cómo se llama y vagamente la recuerdo –


ahora fue mi turno de avergonzarme, él soltó una risita y movió la cabeza.

– y por qué me llamaste?, estarás de acuerdo que fue sumamente arriesgado.

– lo sé, me imaginé miles de cosas pero – suspiré – el día que te llame era mi cumpleaños,
mi papá vive en Forks y mi mamá en Los Ángeles, y para variar Jacob tuvo que trabajar
hasta tarde, así que me sentía muy sola, de casualidad encontré la servilleta con tu número
y después de vacilar mil veces te llame.

– vaya, veo que la cuarta regla fue rota mucho antes que las demás.

– de qué hablas? – pregunté sorprendida, sólo recordaba 3.

– regla número 4, no repartir los teléfonos indiscriminadamente y menos a desconocidos, te


repito que es como una secta, había que ser muy selectivos a la hora de dar algún teléfono,
ni imaginas que personajes están envueltos ahí.

– no quiero saberlo, se me revuelve el estómago de imaginar con cuantas has estado.

– ahora entiendes lo que yo siento al pensar que Jacob pueda tocarte? – respondió
parándose tras de mí y abrazándome por la cintura

– no es lo mismo, él es mi novio.

– a eso precisamente me refiero, ustedes han hecho el amor, sé que suena trillado pero es la
verdad, yo sólo he tenido sexo con esas mujeres, ninguna se había significado nada – me dio
un beso en el cuello – hasta que tú apareciste una noche y me cambiaste la perspectiva de
todo – añadió recargando su mandíbula en mi hombro.
– entonces no soy una más? – dije con el corazón en la boca.

– y todavía lo preguntas?, jamás había roto las reglas Bella, sabía perfectamente que esas
mujeres estaban con otros de la misma forma que conmigo, así que ninguna valía la pena,
pero contigo fue muy diferente, por eso no te dije la última regla, desde un principio supe
que no le darías mi teléfono a nadie, así que no era necesario decirla.

– y ahora qué va a pasar?

– lo que tenga que pasar – me abrazo con más fuerza – lo único que debes saber es que no
dejare que salgas de mi vida – resoplo en mi oído – y espero que el que salga y pronto de la
tuya sea él, no quiero compartirte con nadie… y menos con él.

– por qué lo dices de esa forma?, tú sabes algo de Jacob que yo desconozca?

– no, me gustaría para que de una vez por todas lo dejaras pero no sé nada – me dio otro
beso en el cuello – mejor olvidémonos de él y aprovechemos estas horas juntos.

Colocó sus manos en el plato que sostenía y me ayudo a restregarlo al igual que los demás
que faltaban, ninguno decía nada, sólo sentía su cuerpo pegado al mío y su aliento sobre mi
cabeza. Nuestras manos se rozaban entre los trastos y el jabón que resbalaba, Edward
deslizaba sus dedos en los míos, la sensación era maravillosa, sentí poco a poco como él se
excitaba, pegando más su cuerpo al mío que en automático hice hacia atrás y cerré los ojos
al sentir también mi excitación. El dejo correr el agua para retirar el jabón de los trastos y
después los pusimos en el escurridor.

Con sus manos aún mojadas acarició mi abdomen por debajo de la polera y un escalofrío
delicioso recorrió mi piel mientras me daba besos cortos en el cuello. Me gire para quedar
frente a él y nos besamos apasionadamente mientras le acariciaba el pecho por encima de su
polera, él me tenía abrazada, acariciando mi espalda. Subí mis brazos sin que él lo pidiera y
me quito la polera y después el sostén, delineó mis senos con las yemas de sus dedos y
después los beso en tanto yo acariciaba sus cabellos. Se separo un poco mirándome con un
infinito deseo, entonces yo le retire la polera y la deje caer al suelo, bese su torso perfecto,
lamí sus pezones y él jadeaba acariciando mis nalgas por encima del pantalón y después
deslizó sus manos para desabrochármelo.

Me cargo y me coloco en la mesa para quitarme el resto de la ropa, mi respiración estaba


más que acelerada y lo único que deseaba era sentirlo en mi interior, no importaba cuantas
veces me hiciera suya, la sensación previa era la misma, incluso más intensa con cada
encuentro. Mientras Edward retiraba el condón de su envoltura yo le desabroché el pantalón
y se lo baje al igual que su bóxer, mientras se lo colocaba me beso apasionadamente y
segundos después sentí como se introdujo, yo puse mis manos en sus nalgas para impulsarlo
a que entrara más profundo, él me acariciaba el contorno de mi cuerpo y nos mirábamos,
grabándonos las expresiones de placer que ambos teníamos en la cara, tratando de gemir lo
más bajo que se pudiera.

Dirigió su boca a mi cuello y lo recorrió con su lengua y después lo succiono con sus labios,
yo lo sujete fuertemente por la espalda sintiendo como entraba y salía de mí con un ritmo
exquisito y lo aprisioné con mis piernas para intensificar la sensación, gruñó en mi oído y
entonces tome su rostro en mis manos y lo bese desesperadamente, pero terminé
rompiendo el beso porque no pude reprimir el grito al llegar al orgasmo al mismo tiempo que
él que apenas y pudo ponerme su mano en mi boca para que no fuera tan audible mientras
me miraba con sus ojos acuosos debido al intenso placer que acabábamos de experimentar.
Retiro su mano de mi boca y me beso una vez más, en tanto yo acariciaba su cuello y sus
hombros bien definidos, después me abrazo fuertemente unos segundos y luego froto mi
nariz con la suya en tanto acariciaba mis mejillas.

– qué me hiciste Bella?, que me tienes todo hipnotizado.

– lo mismo que tú me hiciste a mí, porque yo estoy igual que tú.


Me regalo la hermosa sonrisa que me encanta y volvió a besarme, nos separamos lo
necesario para tomar aire cuando de pronto se escucho un ruido y se encendió la luz de la
sala y en el suelo alcance a ver una sombra.

Capítulo 16:

Mentiras al descubierto

No pude moverme del pánico que me inundo, la escena del pin pon vino a mi mente y eso no
sería nada a lo que sucedería si era Jacob el que estaba ahí. Edward alcanzó a subirse y
abrocharse el pantalón y se volteó para encarar a quien fuera, yo sólo pude enterrar mi
cabeza en su hombro mientras él trataba de cubrir mi cuerpo desnudo.

– haré de cuenta que no vi nada – dijo Jennifer pasando al lado de la mesa con una mano
cubriendo sus ojos a la altura de las cejas.

– Jennifer – exclamo Edward pero se cayó, supongo que buscando que decirle.

– ahórrate las palabras, sabes que no es necesario.

– no quiero que pienses que soy de lo peor – dije muerta de la vergüenza por la
incomodísima situación y además aún no tenía clara la relación entre ellos.

– tranquila Bella, jamás pensaría eso de ti, yo no soy nadie para juzgarlos, además es muy
evidente la atracción que hay entre ustedes, me di cuenta desde el primer día.

– y eso no te molesta? – pregunté asombrada.

– por qué habría de molestarme?, espera, no me digas que piensas que entre Edward y yo
hay algo más, Ed, no le has dicho que sólo somos amigos tú y yo? – exclamo de lo más
divertida riéndose.

– sí, pero ya me doy cuenta que no me creyó.

– es que por la forma en que se tratan cualquiera pensaría que son novios.

– nos conocemos de toda la vida Bella, el "baby" es como un hermano más para mí, bueno,
me voy a dormir, lamento haberlos interrumpido pero mejor que haya sido yo, y no te
preocupes Bella, repito yo no vi nada, buenas noches – tomó el vaso de agua que se había
servido y salió de la cocina sonriéndonos en complicidad.

– que vergüenza, no podre volver a mirarla a los ojos.

– tranquila, Jen es muy alivianada, además no es la primera vez que me pilla en una
situación comprometedora – lo fulminé con la mirada – no me veas así, no te conocía.

– será mejor que me vista y suba a mi habitación, no quiero ni imaginar que habría pasado
si no hubiera sido ella la que nos vio.

– quizá hubiera sido lo mejor para que de una vez por todas Jacob te deje en paz.

– no Edward, así no, no quiero herirlo de esa manera, además como quedaría mi reputación,
también nos conocemos de toda la vida y mi papá lo adora.

– viéndolo así, tienes razón, pero no quiero que duermas con él, vamos a mi habitación, por
favor.
– no Edward, te dije que no era bueno tentar a la suerte y ve, Jennifer nos pillo, así que
mejor ya no nos la juguemos de nuevo.

– está bien, pero, prométeme algo – me tomo de las manos – vas a terminar con él lo antes
posible, cuando regrese de Europa ya no quiero que sea tu novio.

– lo haré, te lo prometo, en cuanto regresemos buscaré la forma de terminar con la relación


– me solté para acariciarle las mejillas y luego le di un pequeño beso.

Me levanté de la mesa y me vestí, él se coloco su polera y después me abrazo fuertemente.

– te voy a extrañar mucho Bella – susurró en mi oído.

– yo también a ti, voy a estar contando los días para volver a verte.

– y yo las horas – dijo y me beso nuevamente y luego volvió a abrazarme.

Al día siguiente nos despedimos en el aeropuerto, ellos iban para Nueva York y sentí un gran
hueco en el pecho, sólo pudimos darnos la mano que Edward me acaricio suavemente y un
beso en la mejilla, me sonrió cuando me soltó. Jennifer me abrazo con fuerza y calidez, me
dio otra sonrisa de complicidad y luego se despidió de Jacob.

Me dormí durante el vuelo ya que en la noche no había podido hacerlo, habían sido
demasiadas las emociones de todo el fin de semana, sobre todo el descubrir que para
Edward yo no era una más en su cama, que al parecer sentía lo mismo que yo, no sé si con
la misma intensidad pero estaba segura que no era sólo sexo para él tampoco, que ambos
habíamos roto por completo la tercera regla y eso llenaba de gozo mi corazón, aunque no
sabía cómo sobreviviría este tiempo sin verlo.

Jacob me llevo a mi departamento y luego se fue en el mismo taxi, claro tenía que ir a ver a
Leah, la verdad me tenía muy sin cuidado adónde iba en realidad, estaba decidida a terminar
con él, sólo tenía que buscar la oportunidad para tratar de lastimarlo lo menos posible y lo
primero, que tuviera tiempo para verme.

A la mañana siguiente llegue a la oficina y Audrey de inmediato entro tras de mí.

– hola amiga, luces radiante esta mañana, ya veo que el viaje a Las Vegas estuvo
fenomenal.

– sí, estuvo bien – dije extrañada, no recordaba haberle dicho que iba a Las Vegas.

– me da mucho gusto, eso era justamente lo que les faltaba.

– sí, justamente, que novedades hubo?

– como siempre de responsable, yo no tendría ganas de trabajar después de unas


maravillosas vacaciones como las que pasaste.

– la vida es un equilibrio – respondí sonriendo al acordarme de Edward.

Era miércoles por la tarde y no había tenido noticias de Edward, lo cual me tenía muy
nerviosa, y si no estaba en un viaje de negocios?, y si todo lo que me había dicho era
mentira con tal de seguir acostándose conmigo?, y si yo sólo era una diversión para él?, la
secta esa sólo existiría en Estados Unidos o también en Europa?, mi corazón se oprimió ante
tal idea, no podía imaginármelo en los brazos de otra. Fui devuelta a la realidad cuando
tocaron la puerta, levanté la vista y era un chico con un paquete, lo hice pasar, me lo
entrego y firme un par de hojas de recibido.
Curiosa lo abrí, no traía remitente, me encontré con un estuche cuadrado y lo abrí, era un
hermoso collar de plata con un colgante en forma de corazón y un par de aretes que hacían
juego también de corazón. Tomé la nota del interior y ansiosa la leí.

"Feliz cumpleaños hermosa Bella!!!

Sé que el regalo llega retrasado pero ignoraba que el día que nos conocimos era esa fecha
tan especial y ahora que lo sé no quise que pasara desapercibida. Espero que te guste, es
una representación material de una parte de mi cuerpo que te añora, no pude encontrar algo
que no fuera burdo de otra parte que te extraña más.

Sigo contando las horas que faltan para volver a vernos, creo que son como mil, te mando
igual número de besos, repártelos en tu cuerpo como quieras.

Tuyo, Edward Cullen"

Una enorme sonrisa se dibujo en mi rostro, jamás me imaginé semejante sorpresa y sus
palabras me arrancaron una risita, eran la mezcla exacta de él, tiernas pero con un toque de
sensualidad, eso era lo que más me gustaba de él, esa combinación de ternura y sexualidad,
simplemente lo hacía irresistible y me hacía enloquecer.

Al día siguiente al abrir mi correo electrónico del trabajo, sorpresivamente me encontré con
un mail suyo y mi corazón latió a toda prisa, el asunto decía Hola hermosa Bella y lo abrí
inmediatamente.

"Seguro pensaste que ya me había olvidado de ti y que todo lo que te dije eran mentiras,
pero déjame aclararte que te equivocaste, en primera quería que tu regalo fuera una
sorpresa, te gusto?, y en segunda tuve que escribirle varios mails a Alice antes de que me
diera tu correo porque no podía creer que no lo tuviera.

Pero ahora ya no te podrás librar de mí porque diario te estaré enviando al menos uno y
ojala que podamos chatear, tienes webcam en casa?

Te extraño y te mando muchos besos.

Tuyo, Edward"

Sonreí ante sus afirmaciones, acaso podía leer mi mente?, como sabía que exactamente eso
era lo que estaba pensando?, sonreí y le respondí.

"Como puedes creer que pensara esas cosas de ti?, con todo el tiempo que tenemos de
conocernos, déjame aclararte que he tenido demasiado trabajo como para pensar en cierta
personita que al parecer se cree el centro del universo.

Mentira, te extraño muchísimo y todo el día pienso en ti, tu regalo me encanto, esa parte de
mi cuerpo también te añora, pero como no tengo la dirección de donde te encuentras
tendrás que conformarte con un dibujo.

Por qué la pregunta de la webcam?

Yo también te extraño mucho y te mando el doble de besos.

Tuya, Bella"

Era viernes por la tarde, después de salir de la oficina me dirigí al centro comercial, dada la
insistencia de Edward de querer verme porque no se conformaba con las fotografías que le
había mandado, iba comprarme una webcam y aprovecharía para ver los vestidos a ver si
encontraba uno adecuado para la boda de Alice. Salí de la tienda de electrónicos y fui
recorriendo las de ropa pero no encontraba algo propio para la playa. Decidí subir al
siguiente piso y tome las escaleras eléctricas, al llegar arriba me detuve en una tienda de
zapatos, también debía comprarme unos.

De pronto escuche una voz infantil que grito mi nombre, volteé y era Lauren que corría a mi
encuentro sosteniendo en una de sus manitas un oso que me resulto muy familiar, levanté la
cara y me los tope, a escasos tres metros de mí tomados de la mano, Audrey y Jacob juntos,
él con cara de sorpresa y ella con mirada retadora.

– tía Bella, tía Bella – exclamo la pequeña abrazándome de las piernas.

– hola pequeña, cómo estás? – dije agachándome para mirarla.

– mien, mida mi nuevo papi me lo dio – dijo mostrándome el oso de Las Vegas.

– que bonito – exclame acariciándole la cabeza a la niña.

– hola Bella, que sorpresa encontrarte, no me dijiste que venías – dijo Audrey en tono
sarcástico – ahora que recuerdo sí lo mencionaste, creo que lo olvide, tú sabes, mucho
trabajo, pero qué bueno que nos encontramos, ya estaba harta de mentirte.

– Bella, déjame explicarte – intervino Jacob soltándola de la mano y yo me enderecé.

– no, tú no le vas a explicar nada, lo voy a hacer yo, ya es hora de que sepa la verdad mi
amor, 10 meses ignorándola es demasiado tiempo, no crees?, y como tú no te decidías a
terminar con ella "acorde" este encuentro "casual".

– cómo pudiste? – exclamo él mirándola molesto, yo simplemente no podía hablar.

– no me dejaste otra alternativa mi amor, me dijiste que en las vacaciones terminarías con
ella y no lo hiciste, ya me cansé de compartirte, de ser la otra, de vernos a escondidas los
fines de semana, sí Bella, esos supuestos viajes de trabajo eran a mi casa, ahí dormía los
viernes y los sábados – agrego volteando a verme.

– cállate ya Audrey.

– no Jacob, no me voy a callar, que se entere de todo de una vez por todas, así es Bella, esa
supuesta adicción al trabajo se llama Audrey, o sea, yo, recuerdas aquella vez que te
platique que estaba deprimida y me encontré a un viejo amigo en este mismo centro
comercial, por cierto?, pues era Jacob, desde que me lo presentaste me gusto y en esa
ocasión tuve oportunidad de conocerlo más y me enamore de él y fui correspondida, sólo
había un pequeño inconveniente, su novia, al principio no me importo compartirlo porque ese
"amor" que te profesa es más de amigos que de pareja pero con el tiempo mi deseo por
estar con él se fue incrementando a tal grado de ponerle una prueba de fuego y qué crees?,
la paso, prefiero estar conmigo que contigo en tu cumpleaños, eso es amor Bella y no lo que
te dice que siente por ti.

– me dijiste que estabas enferma Audrey, que no podías cuidar de Lauren, por eso fui
contigo – exclamo sorprendido, al parecer no conocía ese lado oscuro de ella.

– Jacob, ya basta de mentir, sí te dije eso para que fueras pero al llegar al departamento te
diste cuenta que estaba bien y no te marchaste, por el contrario, te quedaste toda la noche
en mi cama, no tengo que darte los detalles, verdad Bella?, supongo que conoces sus dotes
en ese arte, así que comprenderás porque ya no quise compartirlo más contigo, hasta por
teléfono lo hace sensacional, sí Bella, durante sus vacaciones era conmigo con quien hablaba
y me extrañaba tanto que todas las noches me llamaba sólo para que tuviéramos sexo
telefónico mientras tú dormías.

– que te calles ya, no tienes que ser tan mordaz, Lauren está presente – grito Jacob
jaloneándola de un brazo.
– es que ya me canse Jacob, ya no quiero ser tu amante, quiero ser tu novia, quiero que
Lauren al fin tenga un padre y tú lo habías prometido, maldita sea, por qué no terminaste
con ella en el viaje?, tú me orillaste a hacer esto, acaso crees que es muy fácil para mí
decirle esas cosas cuando hemos sido amigas desde que nos conocimos?, a pesar de todo te
estimo Bella, yo no quería que esto pasara, se dio solo un día y no sabes cómo te envidiaba
cuando te veía de su brazo en los eventos, como me dolía ver que te mandara flores con tal
de seguir pareciendo el novio perfecto que nunca ha sido, no soy la única con la que te ha
engañado Bella.

– ya basta Audrey, nos vamos ahora mismo.

– no, la que se va soy yo – no sé cómo pude hablar y me di la vuelta.

– Bella, por favor, déjame hablar a mí, sé que soy un canalla pero…

– ahora no Jacob, ahora no es un buen momento – lo interrumpí.

– déjala ir ya, no creo que te ame Jacob, su reacción no es la de una mujer enamorada, si
hubiera sido al revés yo estaría ahogada en llanto.

– la verdad no creo que tú tampoco me ames, cómo has podido hacer esto?

Me di la vuelta para bajar por las escaleras y deje de escuchar su conversación, no podía dar
crédito, me dolía sí, porque a pesar de todo le tenía cariño y me dolía ver en que había
terminado nuestra relación, además me dio coraje que yo sintiera remordimientos y culpa
por haber estado con Edward cuando Jacob tenía meses revolcándose con una de mis
mejores amigas y los dos mintiéndome descaradamente, cómo es que no me di cuenta
antes?, ahora comprendía tantas cosas.

Salí del centro comercial y camine rumbo a mi casa, necesitaba un poco de aire libre. Al
llegar me tire en el sillón a pensar, en qué momento Jacob y yo dejamos de amarnos?, qué
nos orillo a buscar otras personas?, por qué tenía que acabar así lo nuestro? La puerta
empezó a sonar insistentemente y escuché la voz de Jacob rogando por entrar, me levanté a
abrirle, era mejor acabar con esto de una buena vez.

– Bella, por favor, escúchame – dijo suplicante al entrar.

– y qué vas a decirme?, qué lo lamentas?, qué fue una tontería?, un momento de calentura?,
que pensabas terminar conmigo y no supiste cómo para no herirme?

– merezco tu odio, sí, lo lamento enormemente y sí fue una estupidez, Audrey supo bien
como envolverme, jamás me imaginé que resultara tan ruin.

– vas a echarle toda la culpa a ella?, no esperaba eso de ti, creí conocerte mejor.

– no, ella no tiene la culpa de todo, no me puso una pistola para obligarme, poco a poco se
fueron dando las cosas y yo jamás puse alto, deje que esa relación fuera creciendo y nunca
vislumbre el daño que iba a ocasionar.

– no te preocupes por mí, no te odio, no podría hacerlo cuando yo – tome un fuerte respiro –
he hecho lo mismo que tú.

– qué? – exclamo de lo más sorprendido y su cara de remordimiento cambio por una de


enojo.

Cerrando un ciclo

– no me mires de esa manera Jacob, no es momento de ponerse como el hombre mal herido
– desvió su mirada y la dirigió al suelo desconcertado – así es, la correcta Bella se acostó con
otro hombre que no eras tú y varias veces, y así como te lo confieso también te digo que
sentí remordimientos, pensaba que no te merecías algo así, jamás reflexioné que lo nuestro
ya se había acabado mucho antes de que él apareciera, que nuestro amor se había esfumado
sin darnos cuenta.

– quién es él?, lo conozco? – preguntó serio mirándome de nuevo.

– eso no te lo voy a decir, sólo te aclarare que no es uno de tus mejores amigos.

– sé que fue un gran error de mi parte involucrarme precisamente con ella, pero te juro que
no lo planeé.

– no creo que alguien planeé engañar a su pareja, eso sí sería demasiado ruin, yo tampoco
lo tenía planeado, simplemente se dio.

– tan siquiera dime que lo amas, no soportaría que lo hayas hecho sólo por despecho a
causa de mi distanciamiento.

– tú la amas a ella?

– no sé, sí sentía algo, la verdad no sólo estaba con ella por el sexo, pero después de la
faceta que hoy descubrí, no puedo querer a alguien así, alguien que fue capaz de mentir mil
veces sólo por salirse con la suya, que ni siquiera le preocupa decir todas esas barbaridades
enfrente de su hija.

– yo sí lo hice al principio por soledad pero ahora… creo que sí lo amo.

– y él a ti?

– creo que también, no estoy muy segura, hace poco que lo conozco.

– lo que sí quiero aclararte es que nunca hubo otras, ella lo dijo por rabia.

– eso ya no importa Jacob, si ella fue la primera o la décima ya da igual.

– qué nos paso Bella?

– es lo mismo que me pregunto, no sé, quizá la rutina, teníamos trazado un plan casi
perfecto pero no contemplamos otras posibilidades, pensamos que siempre estaríamos
juntos y dejamos enfriar la relación, no imaginamos que otras personas se cruzarían en
nuestras vidas y cuando sucedió nos dio miedo, que eso sólo fuera una ilusión y lo nuestro
era algo real, un puerto seguro como dicen, creo que sólo seguíamos juntos por costumbre y
a veces eso es más fuerte que el amor.

– eso es lo que tú pensabas cuando lo conociste a él?

– sí – me quede callada unos segundos – la soledad es mala consejera, y al final siempre le


tenemos miedo a que sea la única a nuestro lado.

– sabes?, no te culpo que hayas caído en los brazos de otro, yo me lo gane a pulso y creo
que tienes mucha razón en lo que dices, tú y yo nos conocemos bastante bien, sabíamos que
tanto podía aguantar el otro y me confié, sólo espero que me perdones algún día y que
podamos seguir siendo amigos.

– yo también espero que tú me perdones, creo que no debemos buscar culpables, una
relación es de dos y si fracasa o triunfa es responsabilidad de ambos, creo que yo también
permití que el fuego se apagara, deje de hacer muchas cosas, incluso no te recriminaba tus
ausencias, como ibas a evitarlas si veías que a mí no me importaba?
– lamento mucho que lo nuestro haya terminado así.

– yo también lo lamento, pero mejor ahora, antes de hacernos un daño irreparable, creo que
con el tiempo podremos volver a ser amigos, por ahora es mejor que no nos veamos, es lo
más sano si es que queremos rescatar al menos la amistad.

– tienes razón, creo que debo estar solo un tiempo.

– creo que yo también.

– nos vemos Bella y en verdad perdóname, yo a ti te perdono porque sé que si todo hubiera
estado bien entre nosotros no hubieras andado con alguien más.

– la verdad no lo sé Jacob, eso nunca lo sabremos.

– espero que él no te falle… conozco bien esa mirada Bella – guardo silencio mientras me
miraba a los ojos – en verdad espero que él te ame como tú lo amas a él, no me gustaría
verte sufrir por alguien que no te valore.

– gracias Jacob, puedo cuidarme sola y lo que tenga que pasar, pasara.

– podría abrazarte?

– por qué no?

Al momento de abrazarnos vinieron a mi mente tantas cosas, me di cuenta que el cariño que
le tenía era sólo de amigos, ese beso que le había dado en la cocina en la casa de Las Vegas
me lo había dejado claro, pero egoísta yo, como se lo dije, tenía miedo de que lo de Edward
sólo fuera algo fugaz y no quería quedarme sola, ahora sólo esperaba que en verdad no se
esfumara, no sabría qué hacer, me derrumbaría completamente porque lo amaba con todo
mi ser, ahora terminaba por entenderlo.

El lunes por la mañana me sorprendió ver que Scott ya había llegado a la agencia y que
estaba encerrado en su oficina con Audrey, sentí un desasosiego, podría soportar la ruptura
con Jacob, era algo ya inminente pero no podía perder mi trabajo, eso sí me destrozaría, la
agencia de Scott era una de las más reconocidas y él con facilidad podría cerrarme la
oportunidad de conseguir trabajo en otra. Entre a mi oficina y alcance a ver que Audrey salía
llorando, se dio cuenta que yo estaba ahí y furiosa entro golpeando la puerta.

– ya estarás contenta maldita mosca muerta, tenías que hacerte la sufrida con el jefe,
verdad?, por tu culpa me he quedado sin trabajo y no podré encontrar otro igual en todo el
país y tengo una hija que mantener.

– eso hubieras pensando antes de montar un escándalo en un lugar público, exponiéndote a


que alguien te viera, que eso fue lo que sucedió, ni siquiera he hablado con Bella y ya deja
de hacer numeritos, vete por favor antes que llame a seguridad para que te acompañen a la
calle – respondió Scott serio.

– esto no se va a quedar así Bella, me las vas a pagar.

– ya te dije que ella no tiene nada que ver, acepta las consecuencias de tus actos Audrey, tú
eres la única responsable de lo que ha pasado.

Lo recorrió con la mirada furiosa y salió de mi oficina, yo me deje caer en mi silla, lo que
menos quería es que la despidieran, conocía perfectamente su situación y no le guardaba
rencor, al final lo que se hace en la vida se paga y creo que ella se iba a quedar sin Jacob
que era lo único que le importaba y la causante era ella misma.

– Scott, no tenías que haber hecho eso, no tiene nada que ver con el trabajo.
– perdón Bella, no lo hice por ti, te estimo pero tuve otras razones, mi esposa las vio en el
centro comercial y escucho todas las cosas que Audrey te grito, si fue capaz de involucrarse
con el novio de una amiga y se valió de todas las artimañas que pudo para conseguirlo, más
encima ventilar intimidades en un lugar público y frente a su hija, qué podría yo esperar de
ella en cuestiones laborales?, que un día se marchara llevándose sus cuentas y echara
pestes de la agencia, que tirara lodo por todas partes, no Bella, eso no podía yo permitirlo,
me ha costado mucho abrirme paso en este medio tan competido para dejar que alguien
como ella lo arruine por su falta de escrúpulos.

– no sé qué decirte.

– no digas nada y sigue con tu trabajo, tenemos varios asuntos pendientes y mientras
conseguimos a otra persona para reemplazarla te harás cargo de sus cuentas.

Asentí con la cabeza y Scott salió de mi oficina. Encendí mi computadora y como siempre
había más de un mail de Edward, pero no me sentía con ánimos de leerlos, y menos con lo
que acababa de pasar, no podía evitar sentir lástima por Audrey, no le había valido de nada
todo lo que hizo, había perdido lo más por lo menos. Por la tarde, salí a almorzar con Kate y
le conté lo que había sucedido.

– lo sabía Bella, no en vano ella lo tenía en un altar, era porque se estaban acostando.

– nunca lo sospeche, alguna vez sí pensé que estaba enamorada de él por la forma en que
se expresaba pero no imagine que tuvieran un amorío.

– las relaciones humanas son difíciles Bella, y los hombres son muy débiles, caen fácil ante el
sexo, por eso ahora debes tener mucho más cuidado, veme a mí.

– y, por cierto, cómo van las cosas con Steve?

– ya iniciamos los trámites del divorcio, mañana es la primera audiencia.

– entonces no hubo arreglo?

– no Bella, nos hemos dado cuenta que nos casamos sin conocernos, cegados por el fuego
de la pasión y aunque ese todavía está presente no es lo único que mantiene viva una
relación, algún día se acabara y entonces que nos quedara?, somos completamente distintos,
no tenemos nada en común, así que no tiene caso seguir juntos.

En eso mi celular sonó, lo tomé y era número restringido, no pude evitar que los latidos de
mi corazón se dispararan al adivinar de quien se trataba.

– hola – respondí de lo más normal.

– vaya, hasta que me contestas, Bella, me tenías con el alma en un hilo, sabes dónde estoy?
– escuché su voz aterciopelada con un tono de preocupación.

– no tengo la más remota idea, por la hora que es y considerando el cambio de horario,
supongo que estarás alistándote para cenar.

– pues no corazón, estoy en el aeropuerto buscando un boleto para Nueva Jersey, no he


sabido nada de ti en todo el fin de semana, no has contestado mis mails y no había podido
comunicarme a tu celular, me tenías sumamente preocupado.

– Edward, no tienes que hacer eso, tuve un fin de semana muy ocupado, y tengo mucho
trabajo en la oficina, no tienes porque alarmarte.

– está bien, entiendo, discúlpame por ser tan aprensivo pero, no sé, tuve un extraño
presentimiento el viernes, júrame que estás bien Bella, por favor.
– estoy bien, no tienes nada de qué preocuparte… por cierto, ya compre la webcam.

– esa es mi chica, está bien, me calmaré y me conectare cuando allá sean las 10 de la
noche, ok?

– pero Edward, allá serán las 3 am, tienes que dormir.

– no te preocupes por eso, de todas maneras aún no me adapto bien al cambio de horario.

– sigo pensando que estás loco.

– claro que lo estoy, pero por ti.

– de verdad?

– y por qué lo dudas?, si no estuviera loco por ti no te escribiría todos los días ni estaría
ahorita a punto de regresar a Estados Unidos sólo para asegurarme que estás bien, debes
tenerme confianza corazón.

– lo sé – respondí con un suspiro.

– en serio estás bien Bella?

– sí, anda, ya ve a cenar, no es necesario que vengas.

– está bien, entonces nos vemos a esa hora, sí?

– ok, hasta entonces.

– cuídate mucho corazón, por favor, te mando muchos besos.

– yo también, bye.

Llegué a casa y cené mientras veía la televisión, no me quise cambiar de ropa porque vería a
Edward por la webcam, lo cual me tenía nerviosa. La conecte y verifique que sirviera, me
tome una foto y la puse en el messenger. A las 10 en punto Edward se conecto y de
inmediato me escribió hola y me mando la invitación para la video llamada, sonreí y la
acepté.

– hola mi preciosa Bella, cómo estás? – preguntó en cuanto nos vimos.

– bien y tú? – respondí saludándolo con la mano.

– feliz de verte, aunque me gustaría más estar contigo.

– en serio no tienes sueño?

– no, por supuesto que no, tú me lo quitas, me haces falta, ya te lo había dicho?

– sí, en cada correo electrónico que me escribes – respondí y puse mi mano en la pantalla
del notebook y él hizo lo mismo – qué es lo que más extrañas de mí?

– por dónde empezar?, tu sonrisa, tus ojos, el aroma de tu cabello, tus besos, tus caricias, tu
sensualidad, el calor de tu cuerpo, tus manos en mi espalda, tu respiración errática, tu forma
de perder el control – se quedo en silencio y una sonrisa traviesa escapo de sus labios – qué
tal si jugamos un poquito Bella?
– jugar?, a qué? – pregunté haciéndome la tonta porque bien sabía a qué se refería.

– a que estamos juntos y vamos haciendo lo que nos digamos, tú sabes, cositas que nos
haríamos el uno al otro – respondió y me guiño el ojo lamiéndose los labios.

– está bien, pero tú empiezas y yo te sigo, sí?

– ok, suéltate el cabello y acomódate bien en la silla, muy bien, ahora cierra los ojos y
concéntrate en mi voz, imagina que estoy ahí contigo, parado frente a ti y empiezo a
acariciar suavemente tu cuello, eso es, imagina que es mi mano y la deslizo hasta llegar al
primer botón de tu blusa y lo desabrocho, voy bajando desabrochando los demás, al
terminar acaricio tus pechos, así, despacio, en círculos, muy bien Bella, ahora con la otra
mano imagina que la deslizo por el interior de tu muslo, por debajo de tu falda, justo así, te
acaricio por encima de tu ropa interior y voy sintiendo tu humedad, mis dedos se abren paso
y finalmente alcanzan tu interior, comienzo a acariciarte despacio, suave, placentero, eso es
hermosa, no te detengas, siénteme, oh sí, tus jadeos me fascinan, sigue así, un poco más,
otro poco, ay Bella, no tienes idea cuanto me encantaría ser verdaderamente yo quien te
estuviera acariciando.

– a mi también, Edward – abrí los ojos y vi que él también estaba acariciándose, me lamí los
labios – yo te llenaría de besos el torso y bajaría por tu abdomen, seguiría bajando y
dejando más besos, cuando sintiera que yo no pudieras más te ofrecería entrar en mí, lento,
constante, como sólo tú sabes hacerlo, oh Edward, así me encanta, sigue moviéndote,
hazme tuya, enloquéceme, no pares, falta poco.

Ya no pude pronunciar palabra alguna, un intenso gemido salió de mis labios y cerré los ojos
al sentir que llegaba al clímax con mi corazón latiendo a mil, cómo podía hacerme sentir eso
cuando estaba a kilómetros de distancia?, apreté los ojos, me daba vergüenza verlo, ya no
era más una desenfrenada desconocida, era una mujer completamente enamorada de él.

– eres extraordinaria Bella, jamás me cansare de decirlo.

– y tú también, me haces hacer locuras que jamás imaginé – dije abriendo los ojos.

– bendita sea la tecnología.

– me esperas?, voy a lavarme las manos.

– está bien, pero no tardes.

Regrese al cabo de 5 minutos y él ya había vuelto a ponerse el pantalón de la pijama.

– cómo te sientes? – pregunto sonriente.

– relajada.

– me encanta haber contribuido con eso – se puso serio y suspiro – Bella, no quiero arruinar
el momento pero necesito saber algo que me está quemando… ya terminaste con él? –
añadió.

– sí, descubrí que andaba con otra, curioso, no?, ambos vivíamos en una mentira.

– lo sabía, por eso no quería que te tocara.

– qué dijiste?, tú sabías que Jacob tenía una amante? – exclame más que sorprendida.

Capítulo 18:
Argumentos

– cómo lo supiste? – agregué un tanto molesta.

– un día lo vi en un restaurante, pero él no se dio cuenta.

– por qué no me lo dijiste cuando te lo pregunte?

– porque no sabía si ibas a creerme, no quería parecer intrigante.

– qué clase de excusa es esa? – dije exasperada – yo pensando que no querías que me
tocara porque estabas celoso y resulta que sólo era porque sabías que se estaba acostando
con otra.

– por supuesto que estaba celoso y mucho más sabiendo lo que él te ocultaba.

– mira quién habla de ocultar cosas?, primero lo del auto y ahora esto, cómo me pides que
confié en ti si haces cosas que no son para ganarse mi confianza?, en qué más me has
mentido?, aparte de esto y de decirme, que te irías a un viaje de negocios cuando en
realidad te fuiste a descansar a Las Vegas, en serio Jennifer es sólo tu amiga?, o es igual de
buena para mentir que tú?, qué clase de relación retorcida mantienen?

– cómo puedes decirme eso Bella?, por supuesto que Jennifer sólo es mi amiga y si no nos
crees pregúntale a Alice.

– ahora el ofendido eres tú, no?, ya parece que tu hermana va a saber lo que en realidad
hay entre ustedes, por favor!

– es que estás llevando esto al extremo, ok, sí te oculte lo de Jacob, porque sé el cariño que
le tienes y no quería lastimarte, Bella tuve más de una ocasión para gritártelo, estuve a
punto de hacerlo cuando los vi en la cocina besándose, pero a pesar de mi rabia y de mis
celos no iba a ser yo quien te quitara la venda, no iba a tener un enfrentamiento con él
frente a ti porque sabía que te dolería, no iba a ponerte entre la espada y la pared, no soy
así Bella, estaba seguro que algún día te enterarías.

– que sobreprotector resultaste – exclame cruzándome de brazos.

– pues sí, así soy y si te engañe en lo del auto fue para estar más tiempo contigo a solas, sin
que ellos estuvieran cerca y lo del viaje de negocios no fue del todo mentira, si fui a Las
Vegas fue porque sabía que irías con Jacob, quería tenerte cerca y quería ver cómo era tu
relación con él.

– o sea que todo lo hiciste premeditado?, eres increíble y yo soy una tonta por seguir con
esto – dije molesta y cerré la ventanita y la sesión del Messenger.

Me lleve las manos a la cara, qué clase de hombre era en realidad Edward Cullen y qué era
lo que verdaderamente quería de mí?, yo enamorada de él como idiota y él con sus jueguitos
tontos. En eso sonó mi celular y vi que era número restringido, no quise discutir más con él y
lo apague, necesitaba pensar y analizar lo que iba a hacer, confiar en él, que fácil se dice,
como iba a hacerlo con esas actitudes?

Al otro día que llegue a la oficina tenía una página completa de mails de él, en el asunto
decían perdóname y léelo por favor, pero no quise hacerlo, no estaba dispuesta a iniciar una
relación a base de mentiras, si con Jacob todo había empezado bien y como había
terminado, qué podría esperar de una relación que desde el principio había mentiras y
engaños? No quise pensar en el asunto y me concentre al máximo en el trabajo, tenía miles
de cosas que hacer y apenas iban a iniciar la búsqueda de la persona que reemplazaría a
Audrey.
Al día siguiente seguía igual, metida en el trabajo, ni siquiera salí a almorzar, lo bueno es
que ya habían entrevistado a una chica, ojalá la contrataran. Estaba concentrada en la
computadora haciéndole cambios a un logotipo cuando tocaron mi puerta, al voltear vi que
había un enorme oso de peluche blanco con una carta entre sus brazos, me levanté de la
silla curiosa, el sobre decía, "Léeme por favor", una sonrisa escapo de mis labios, tomé el
sobre y lo abrí.

"Tienes razón en pensar esas cosas de mí, no puedo pedir tu confianza cuando soy el
primero que la traiciona, pero no tienes idea de lo que siento por ti, es mucho más fuerte
que yo y me asusta, porque aun sin conocerte demasiado te has metido hondo en mi
corazón y no sé qué sería de mí si tú no sintieras lo mismo, Bella, hace mucho que rompí la
tercera regla, incluso antes que las otras dos, eres lo más importante para mí y estoy
dispuesto a hacer lo que sea con tal de demostrártelo.

Tuyo por siempre

Edward Cullen"

Me quede estática al leer la nota, qué era lo que estaba tratando de decirme?, qué él
también estaba enamorado de mí como yo de él?

– perdóname por favor, nunca fue mi intensión herirte, pero cuando se trata de ti pierdo la
perspectiva de todo, no puedo pensar coherentemente, se me ocurren las más extrañas
locuras, por eso estoy aquí, no me importo faltar a la junta de socios con tal de venir a
aclarar las cosas contigo – dijo en el umbral de la puerta.

Yo estaba completamente emocionada, entre el oso, las palabras de la carta, lo que acababa
de decirme de su propia boca y el gesto de haber volado sólo para arreglar las cosas, no
podía hablar, pero entonces la parte cruel de mi ser salió a flote, quería ver qué tanto más
estaba dispuesto a decir o hacer con tal de que lo perdonara.

– por mí puedes regresarte a tu junta – le di la espalda antes de que la sonrisa sádica se me


escapara de la cara y se acabara mi actuación, porque lo que en realidad quería hacer era
echarme en sus brazos y besarlo – yo también tengo mucho trabajo.

– no me digas eso Bella, por favor, si tú no me perdonas lo demás ya no importa –me


abrazo por detrás y cerré los ojos al sentir su cuerpo pegado al mío, percibí los latidos
acelerados de su corazón y su perfume me envolvió por completo – ya perdóname, sí
corazón? – susurró en mi oído, sabía bien como desarmarme.

– no más mentiras ni engaños? – dije con un hilo de voz.

– te lo prometo.

Me voltee y nos besamos frenéticamente, parecía que teníamos meses separados, nuestras
bocas se devoraban sedientas del elixir que emanaba de ambos, sus manos viajaban por mi
espalda y yo lo tenía sujetado por el cuello apretándoselo con las yemas de mis dedos,
mientras sentía como mi cuerpo se excitaba por completo. De pronto se escuchó que tosían
y nos separamos de inmediato, era Scott y deseé que la tierra me tragara, con pánico lo
mire, la expresión en su rostro era seria.

– buenas tardes – dijo en tono firme.

– buenas tardes, Edward Cullen – respondió extendiéndole la mano ya que yo estaba en


shock sin poder hablar.

– sí te recuerdo, eres el hermano de Alice, no? – exclamo estrechándole la mano.

– el mismo, perdón por lo que acabas de presenciar… – comenzó a explicar.


– no necesito detalles – interrumpió – mañana hablamos Bella, voy a ver a un cliente –
añadió mirándome y sólo pude asentir con la cabeza – gusto en verte Edward, dale saludos
de mi parte a Alice, por favor.

– claro, con gusto, hasta luego.

Y se fue, yo sentí que estaba a punto de desmayarme, si había despedido a Audrey por el
escándalo en un centro comercial, que podía esperar yo si me había pillado en mi oficina en
un acto poco decoroso? Vi que Edward se asomó y luego de unos segundos volvió a entrar y
cerró la puerta, supuse que lo vio entrar al ascensor, yo seguía paralizada y él hizo a un lado
al oso y luego se paro frente a mí.

– en qué estábamos? – dijo sonriéndome mientras me abrazaba.

– Edward, basta por favor, puede regresar, además todavía hay otras personas trabajando –
replique poniendo mis manos sobre su pecho.

– tú lo has dicho, trabajando y no creo que tu jefe regrese – me dio unos besos en el cuello
– además tú y yo no hemos terminado de reconciliarnos y no puedo esperar – agregó
apretando mis nalgas con sus manos.

– tengo que terminar unos pendientes – respondí acariciando su pecho.

– este es el más importante, todo lo demás puede esperar.

Volvimos a besarnos desesperadamente, la interrupción hizo que las ansias aumentaran, me


hizo caminar mientras nuestras bocas seguían unidas y yo desabrochaba presurosa los
botones de su camisa, sentí que mi espalda chocaba con la puerta, entonces comencé a
besar su torso en tanto el deslizaba sus manos por debajo de la falda para quitar mi ropa
interior, yo desabroche velozmente su cinturón y su pantalón, deseosa de sentirlo ya dentro,
levante los pies para deshacerme por completo de la prenda que estorbaba y él subió la falda
casi hasta la cintura, me tomó de las nalgas para que lo rodeara con mis piernas y entró en
mí, me mordí el labio para que el grito no se me escapara y apreté sus hombros, él comenzó
a moverse con rapidez, era demasiado intenso el deseo como para hacerlo lento, sentía mi
cuerpo arder en cada movimiento, lo sujetaba fuertemente de la espalda mientras me perdía
en el inmenso placer que estaba sintiendo, busco mi boca y me beso ansiosamente, después
de unos instantes rompió el beso pero nuestros labios permanecieron unidos y sentimos
como ambos llegábamos al orgasmo exhalando el uno en el otro mientras yo lo apretaba de
la espalda, volvió a besarme saliendo de mí y yo bajé mis piernas.

– esto sí es una muy grata reconciliación completa, voy a hacerte enojar más seguido – dijo
mirándome a los ojos con mi rostro entre sus manos.

– no te acostumbres, quizá la próxima vez no corras con tanta suerte.

– te quiero Bella, te quiero – dijo en mis labios desarmándome completamente.

– yo también te quiero Edward – respondí con voz apenas audible sin quitarle mi vista de sus
ojos y volvimos a besarnos.

Después nos abrazamos con fuerza sin decir nada, pero yo tenía la sonrisa estúpida tatuada
en mi cara, no sólo habíamos hecho el amor, porque en esta ocasión así había sido, no sólo
sexo, me había dicho que me quería y mi corazón no podía sentirse más dichoso, pero de
pronto un detalle cruzo por mi mente y me separe para mirarlo, él noto mi confusión y
también me miro desconcertado.

– qué sucede corazón?

– Edward – pase saliva – tú no… esta vez no usaste protección.


– ya no tengo porque hacerlo, las cosas han cambiado, nos queremos, ya no es necesario –
respondió frotando su nariz en la mía.

– pero… – no pude completar la frase, esa idea me aterraba sólo de pensarla.

– existe algún riesgo? – preguntó separándose un poco para verme a los ojos.

– no, hoy no – dije no muy segura, necesitaba hacer bien las cuentas.

– ya quita esa cara, si te tranquiliza seguiré usando, ok?

– ok, sólo cuando haya riesgo – respondí sonriéndole mientras pensaba en que tenía que
buscar algún método anticonceptivo para mí.

– lo que tú digas corazón, yo haré lo que tú me pidas – me dio otro corto beso en los labios
y luego me abrazo de nuevo.

– bueno, por el momento dejarme trabajar, tengo que terminar unos asuntos urgentes, no
puedo irme hasta que los acabe – dije separándome.

– bien, me quedare contigo, al fin que todo mundo piensa que sigo en Europa – respondió
mientras se arreglaba la ropa.

– en serio no tendrás problemas por venir así de improviso? – pregunté en tanto me


colocaba mi ropa interior y acomodaba mi falda.

– no, pero tengo que reportarme.

– cuando regresarás? – pregunté casi con pánico, ahora lo extrañaría mucho más.

– pasado mañana, quería quedarme hasta el domingo pero me es imposible, el viernes tengo
una cena a la que no puedo faltar, es el cumpleaños de uno de los socios y podrá
disculparme el que no haya ido a la junta pero no el que falte a su festejo y también Alice irá
a visitarme porque habrá una pequeña boutique en el hotel y quiere ver el espacio, llega el
sábado por la tarde.

– no te preocupes, yo entiendo que tienes una vida y muchos asuntos que atender – dije
caminando para sentarme en mi silla.

– Bella, yo no te voy a dejar sola, ok? – exclamo tomándome de un brazo para que volteara
– siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más
importante que tú – añadió entrelazando ambas manos con las mías – nunca, grábatelo bien,
nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado
y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Alice, a la
que tú me vas a acompañar, por cierto.

– aún no sé si pueda – dije en tono juguetón.

– pues si no puedes te secuestro, pero de que irás a esa boda conmigo irás – respondió
pegando su frente a la mía.

– está bien, pero ya déjame trabajar o nunca saldremos de esta oficina.

– yo no tendría ningún inconveniente en quedarme aquí contigo encerrado.

– ya basta Edward, en serio.


Me dio otro pequeño beso en los labios y nos soltamos, me hizo la silla hacia atrás para que
me sentara como todo un caballero y seguí trabajando en la computadora, él se sentó frente
a mí y saco su blackberry. Hizo un par de llamadas mientras yo seguía trabajando con el
logotipo, después vi que escribía y escribía en el aparato. Cuando termino con sus asuntos,
movió la silla para sentarse a mi lado, le explique un poco lo que estaba haciendo, luego
respondí unos mails y termine un par de pendientes más. Y finalmente como a las 8 salimos
de la oficina, cargo al oso y después tomo su pequeña mochila que había dejado en
recepción, mientras yo me reía divertida, saque mi celular y le tome una foto con el oso en
las manos.

– podemos ir a tu departamento corazón?, ahora Jennifer está en el mío y no quiero que


nadie sepa que estoy aquí – dijo al salir del edificio.

– no lo sé, podrías quedarte en alguna suite del Hotel Rose Imperial.

– por supuesto, siempre y cuando tú te quedes conmigo, recuerda que vine única y
exclusivamente para estar contigo.

– claro que te puedes quedar en mi departamento – respondí sonriendo.

Le hice la parada a un taxi y subimos los tres, porque al oso lo pusimos en el asiento de
adelante, al lado del conductor que nos miro extrañado, le sonreímos y subimos a la parte
trasera, íbamos abrazados sin decir nada, escuchábamos la música de fondo que traía el
taxista. Al cabo de unos 20 minutos llegamos a mi departamento, Edward volvió a cargar el
oso y yo volví a reírme, se veía tan lindo, entramos y le indique donde estaba mi habitación
para que lo dejara ahí en tanto yo entraba a la cocina a ver que había para cenar, pero no
tenía nada digno y se lo dije, entonces propuso pedir una pizza y se sentó en el sillón
mientras le servía un vaso de agua. Se lo lleve y me jalo para que me sentara en sus
piernas, me queje porque no alcanzaba el teléfono y me lo paso, pedí una pizza de peperoni
mientras él me besaba el hombro, yo le recriminaba con la mirada pero él seguía y se reía
por mis expresiones.

– listo, en media hora llega – dije entregándole el teléfono de vuelta.

– bien, tiempo suficiente– exclamo acostándome en el sillón y se colocó encima de mí.

– eres insaciable Edward, te tomas algo? – exclame acariciando su cabello.

– tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte
como mereces – respondió para luego besarme apasionadamente mientras sus manos se
deslizaban por mi cuerpo.

Capítulo 19:

Amor de piel

Aún estaba perdida en la intensa sensación del clímax que acababa de alcanzar gracias a sus
profundos besos en mi parte más intima, cuando tocaron la puerta, mire asustada a Edward
y me dio una gran sonrisa y un ligero beso en los labios.

– yo abro, no te preocupes – dijo y se levantó del sillón.

Yo me quede ahí sumida para evitar que el repartidor me viera y cuando Edward cerró la
puerta me enderece, tomé mi blusa del suelo y me la puse, aún seguía dándome vergüenza
que Edward me viera desnuda y más si él estaba completamente vestido, puso la pizza en la
mesa del comedor mientras yo me levantaba y caminaba.

– adónde vas, corazón?


– a ponerme algo encima.

– para qué si te lo voy a quitar? – exclamo divertido y sensual.

– bueno, no voy a comer desnuda mientras tú estás vestido.

– eso se arregla muy fácil, ahorita me quito la ropa.

– no te atrevas, eso es algo que quiero hacer yo con mis propias manos.

– uy, siendo así no moveré un dedo y te obedeceré.

Le sonreí y entre a mi habitación, me puse una polera larga y amplia, aproveche para ver lo
que realmente me interesaba, el calendario, no quería llevarme una sorpresa, no estaba
preparada para una responsabilidad tan grande y menos sin planearla, además aún no sabía
exactamente el rumbo que tomaría la relación con Edward, así que para que tomar riesgos
innecesarios, sólo esperaba que estuviera preparado como siempre si resultaba que estaba
en uno de esos días peligrosos para tener relaciones sin protección, afortunadamente no lo
estaba, y me hice una nota mental de llamar al día siguiente al ginecólogo para sacar una
cita.

Salí y me senté al lado de Edward, que estaba en el sillón mirando el televisor, me dio un
pedazo de pizza y él tomó otro. En eso pasaron un sensual comercial de Emmett y Rosalie,
donde anunciaban una marca de preservativos que de inmediato reconocí.

– seguro que no eres el dueño de la empresa?

– no, cuando hicieron el anuncio parte de su pago fue en especie y como Emmett no los
necesita porque está casado me los regalo a mí.

– ahora comprendo porque siempre estás preparado.

– y vieras el dinero que me ahorre – respondió divertido.

Terminamos de comer y fui a lavar los platos mientras él veía el noticiero. Regresé y me
senté en sus piernas de nuevo, él me abrazo de la cintura y yo recargué mi cabeza en su
hombro, comencé a darle pequeños besos en el cuello y él suspiro, fui desabrochando su
camisa y apagó el televisor, me cargo y me llevo a la recámara, cerró la puerta con su pie y
me colocó en la cama, yo me hinqué y termine de quitarle la camisa, le bese el torso en
tanto le desabrochaba el cinturón y el pantalón, lo baje al igual que su bóxer, entonces él me
detuvo.

– te dije que te haría feliz, esta noche es sólo para ti – exclamo quitándome la polera y luego
él termino de quitarse su ropa.

Miro mi cuerpo completamente desnudo, entrelazamos las manos y froto mis labios con los
suyos para después besarme dulce y apasionadamente mientras apretábamos las manos
como si quisiéramos fundirlas en una sola. Después me hizo acostarme en la cama y tomo
una de mis piernas, empezó a besarla desde el tobillo, en tanto una de sus manos bajaba
por ella acariciándola suavemente, subió besando hasta mi pantorrilla, ahí se entretuvo un
rato y después siguió hasta la parte trasera de mi rodilla, cada beso y cada caricia elevaban
mi pulso y mi respiración, era tan cierto eso de que sabía exactamente donde tocarme y
cómo hacerlo, lo miraba hacer su ritual y eso me excitaba más, Edward realmente estaba
disfrutando del sabor de mi piel.

Llego a mi muslo y se concentró en él besándolo, lamiendo, succionando para luego


detenerse en mi entrepierna, sentía su aliento sobre la piel y se me erizaba, a cada momento
más anhelante por sentirlo dentro de mí, paso por mi pelvis, se detuvo en mi ombligo, yo
doble la otra pierna y el la acaricio con las yemas de sus dedos y después delicadamente con
sus uñas, la sensación me hizo arquearme y volvió a pasar sus uñas a lo largo de toda mi
pierna, para este punto mi respiración era totalmente errática y los jadeos escapaban cada
vez con más frecuencia. Llego a mis senos y estuvo besándolos y acariciándolos en tanto mis
manos se entretenían con sus cabellos finos y sedosos. Siguió subiendo dejando besos entre
mis pechos y continuó con su camino de besos ahora en mi cuello, con sus dientes jugó con
él y yo apretaba su espalda, continuó hasta el lóbulo de mi oreja y luego exhalo en ella, todo
mi cuerpo se erizo ante su tibio aliento, besó mi frente, mis párpados, mis mejillas, mi nariz
y finalmente mis labios que lo devoraron con impaciencia. Se separo escasos milímetros
mirándome con pasión y deseo, pero había algo nuevo en su mirada, algo aún más
excitante, un brillo que en nada se parecía al de nuestro primer encuentro.

– Edward, hazme el amor – musité con voz apenas audible.

Me respondió con una gran sonrisa en su rostro, tomó mis piernas y las subió para que
quedaran sostenidas en sus hombros y entró en mí, esta vez deje que el gemido se
escuchara, él volvió a sonreír mientras entraba y salía en un delicioso ritmo que me hizo
apretar la colcha, nos mirábamos fijamente, ambos estábamos sumergidos en el inmenso
placer que experimentábamos, el no poder besarnos intensificaba aún más la excitación y el
goce del momento, además que podíamos observar plenamente las expresiones retorcidas
de cada uno, en tanto, nuestros gemidos se mezclaban en el aire envolviendo la habitación.
Edward aumentó el ritmo de sus movimientos más y más, enloqueciéndome, haciendo que
me perdiera completamente en el deleite que su cuerpo me proporcionaba y de pronto una
nueva y cálida sensación recorrió mi interior cuando él llego al orgasmo y sus fluidos me
inundaron provocando que yo también llegara al éxtasis emitiendo un intenso grito que se
unió al de él.

Volvimos a amarnos un par de veces más, casi sin descanso, nos cubrimos de besos y
caricias, repetíamos nuestros nombres sin cesar, a la par de apasionadas palabras que antes
no decíamos y que hacían que la experiencia fuera aún más satisfactoria.

– hasta mañana Edward – dije con la voz adormilada y los ojos casi cerramos.

– hasta mañana corazón – me dio un pequeño beso en la mano – te quiero.

– yo también te quiero.

Nos quedamos dormidos con las manos y las piernas entrelazadas. La alarma incesante del
despertador sonó y a mí me parecieron que habían pasado apenas 5 minutos desde que me
dormí, me estiré para apagarlo y sentí su brazo aferrado a mi cintura y su cuerpo pegado al
mío, era inevitable que una sonrisa se dibujara en mi rostro. Tome su mano para retirarla y
levantarme pero me apretó más contra él.

– Edward, tengo que ir a trabajar – replique.

– no vayas.

– amor, yo qué más quisiera que quedarme aquí contigo pero en verdad no puedo, estoy
llevando casi la mitad de las cuentas de la agencia y hay mucho que hacer – dije
colocándome encima de él.

– repórtate enferma, por favor – suplico acariciando mis brazos.

– en serio que no puedo, además recuerda que Scott nos vio ayer juntos, seguro no lo
creería – respondí enmarañando aún más su cabello.

– Bella, no debe preocuparte el quedarte sin trabajo, yo tengo muchos contactos, podría
recomendarte en la mejor agencia de Nueva York.

– te lo agradezco Edward, pero prefiero ganarme las cosas por mí misma, no quiero que
digan que si tengo trabajo es por ti y no por mi talento.
Me sonrió, deslizando su dedo pulgar por mis labios y luego me beso en tanto su mano
bajaba aún más allá de la cintura haciendo que mi pulso se elevara mientras sentía como su
cuerpo reaccionaba debajo del mío.

– Edward, por favor, tengo que meterme a bañar – objete en un susurro.

– sólo otro beso, sí? – respondió dando la vuelta para quedar sobre mí.

– no quiero llegar tarde – dije mientras sentía como frotaba su sexo con el mío y besaba mi
cuello, alterándome más.

– te prometo que será rápido – musitó en mi oído y luego lo lamió.

– aún nos queda la noche de hoy – exclame acariciando su espalda.

– faltan muchas horas – dijo entrando en mí nuevamente.

– dijiste que… ah… sólo un beso… – señale con la voz entre cortada moviéndome a su ritmo
constante.

– no puedo evitarlo… tengo hambre de ti… – agregó moviéndose más rápido y besándome
frenéticamente en tanto mis uñas recorrían su espalda.

– en serio… no te tomas nada? – pregunté sintiendo aún más la intensidad de sus


movimientos dentro de mí.

– no corazón… tú eres mi única droga.

Embistió en mí unas veces más hasta que exploté e instantes después él lo hizo también y
luego volvió a besarme en los labios.

– buenos días corazón – exclamo mirándome y sonriendo.

– buenos días cariño, ya puedo ir a bañarme?

– es necesario?

– sí, ya te dije que debo ir a trabajar.

– está bien – se acostó a un lado y me levante de la cama – quieres que te talle la espalda?
– añadió en tono sensual.

– hoy no, tengo que ducharme rápido y sé que contigo sería imposible – respondí entrando
al baño y cerrando la puerta sintiéndome feliz como nunca antes.

Había sido el mejor despertar de toda mi vida, me volvía loca que me dijera corazón y más
cuando pronunciaba esas dos extraordinarias palabras que me hacían flotar, pero no sólo
que las dijera sino que me lo demostrara, Edward me quería tanto como yo a él, ayer me lo
había dejado muy claro con todas sus actitudes.

Salí del baño envuelta en una toalla y lo vi acostado en la cama boca arriba, con sus manos
detrás de su cabeza, me sonrió al verme, yo le devolví la sonrisa y abrí el closet para sacar
la ropa que me pondría, sentí que me abrazo y me dio un beso en el hombro y luego recargó
su cabeza.

– qué bonito cantas – exclamo haciendo que me sonrojara.

– oh dios, que vergüenza que me hayas escuchado.


– Bella, cuantas veces he recorrido tu cuerpo desnudo sin ningún pudor y te avergüenzas
porque te escuché cantar? – dijo en tono divertido y más me sonrojé.

– es que no lo hago bien y no me gusta que me escuchen.

– claro que lo haces bien, te hace falta un poco más de confianza en ti misma.

– creo que necesitas que te revisen los oídos o bañarte mejor.

– me encanta tu sentido del humor.

– ya déjame vestir que no te encantara verme de malas.

– no importa, ya sé lo gratificantes que resultan las reconciliaciones.

– Edward, apenas tengo el tiempo justo para llegar a tiempo.

– está bien – me dio un beso en la cabeza – almorzamos juntos? – añadió soltándome.

– tengo que ver primero mi agenda a ver si no tengo otro compromiso – dije divertida
mientras me quitaba la toalla para ponerme la ropa interior.

– está bien licenciada, esperare su llamada – respondió en tanto abrochaba mi sostén.

– te quedarás aquí todo el día?

– si no te molesta sí.

– por supuesto que no me molesta.

Termine de vestirme, me peine rápidamente, me puse los zapatos y tome mi bolso. Edward
se puso la misma ropa del día anterior y me acompaño a tomar un taxi, me dio varios besos
en la boca como despedida y casi tuve que empujarlo para poder subir al auto, "te quiero",
gesticule dentro del taxi y le mande un beso con la mano que él cachó en el aire y se llevo su
mano a su boca "yo también te quiero" alcance a leer en sus labios antes de perderlo de
vista.

Llegue justo a las 9 a la agencia, afortunadamente Scott no llegaba todavía, así que de
inmediato me puse a trabajar y a responder los correos que tenía. Aproximadamente una
hora después llego mi jefe, entró a mi oficina y cerró la puerta, yo comencé a temblar y sentí
un trasudor frío recorrer mi cuerpo, se sentó frente a mí con sus manos entrelazadas sobre
el escritorio.

– buenos días Bella – dijo serio.

– buenos días Scott, cómo estás? – respondí mirándolo un tanto asustada.

– bien, gracias, a ti no te lo preguntó porque se te ve – exclamo y yo agache la mirada –


Bella, es necesario que hablemos de lo vi ayer en esta oficina.

– lo sé, te pido mil disculpas y acatare la decisión que tomes al respecto sin chistar.

– tranquila Bella, no voy a despedirte por algo así, sin embargo, sí quiero que te quede claro
que no deja de ser una falta del respeto y si vuelve a repetirse tendré que aplicar el
reglamento y levantarte una acta administrativa, en esta ocasión, por ser la primera vez y
porque eres una valiosa y dedicada empleada sólo será de forma verbal.

– gracias Scott, te juro que no volverá a pasar.


– por otro lado, sabes bien que no me gusta meterme donde no me llaman, pero como ya te
lo he dicho en otras ocasiones, te estimo y me preocupo por ti, por eso me siento en la
obligación de decirte lo que pienso.

– adelante Scott, te escucho.

– entiendo que estés en toda la libertad de rehacer tu vida, de hecho me da gusto ver que
no has caído en depresión por lo de tu ex pero, quizá deberías estar un tiempo sola, analizar
todos los errores de esa relación para evitar repetirlos y… no me lo tomes a mal, no pretendo
intrigar, pero Edward Cullen no es un buen partido.

– por qué lo dices?, lo conoces? – pregunté casi con el corazón en la boca, conocía bien a
Scott y sabía que cuando decía algo tenía una buena razón para hacerlo.

– una sobrina de mi esposa salió con él cuando iban en la universidad, es el típico chico
mimado que no toma a las mujeres en serio, y menos cuando no son de su nivel social,
Bella, no sé si ha cambiado o sigue igual, lo único que no quiero es que vuelvan a lastimarte,
no me gustaría verte sufrir, sólo te pido que andes con pies de plomo, sin duda es un chico
guapo y adulador, pero comprueba que en verdad quiere algo serio contigo, es lo único que
te pido, si me permite el consejo, claro está.

– te lo agradezco Scott, la verdad, a veces te veo como un padre y créeme que apreció
mucho tus palabras y tus consejos.

– yo también te veo como una hija, ahora a trabajar señorita.

Scott salió de mi oficina y me quede pensando en lo que me dijo, que francamente no era
nada nuevo para mí, si supiera en qué condiciones lo conocí, lo cual me hizo darme cuenta
que teníamos que inventar algo, eso de que fuimos juntos a la universidad, al menos mis
conocidos no lo creerían.

Edward me llamo para ponernos de acuerdo para la hora del almuerzo y le pedí que se
adelantara al restaurante porque luego se llenaba y yo no contaba con mucho tiempo. A la
una salí y al llegar no pudo ser mayor mi sorpresa cuando vi a una guapa chica vestida de
forma provocativa que estaba a punto de besar a Edward que le sonreía como si nada y
entonces las palabras de Scott vinieron a mi mente.

Capítulo 20:

Juegos de amor

– buenas tardes – dije seria y molesta, y ambos voltearon a verme.

– corazón, al fin llegas – exclamo Edward tomándome de la mano y me dio un beso en los
labios ante la mirada atónita de la tipa que tuvo que moverse hacia atrás – mira, te presento
a Valery, una vieja amiga, Valery, ella es Isabella Swan, mi novia.

– mucho gusto – dijo con una sonrisa fingida mientras me recorría con una mirada
fulminante y yo estaba quizá más sorprendida que ella por la presentación.

– igualmente – respondí en toco seco.

– un placer verte Eddy – enfatizó mirándolo y sonriéndole coquetamente – cuando quieras


llámame, sabes dónde encontrarme – agregó dándole un beso en la mejilla.

Yo me quede trabada, era el colmo de la desfachatez, poco le importo que Edward le dijera
que yo era su novia y le coqueteó en mis narices, sentí como me hervía la sangre y di un
paso al frente, pero Edward me detuvo parándose frente a mí.
– Bella, no querrás hacer un escándalo en un lugar público.

– que tipa tan descarada y tú como si nada dejándote que te besara – exclame furiosa, si no
podía desquitar mi coraje con ella, lo haría con él.

– un beso en la mejilla no es besar, Bella – explicó sonriendo.

– pero los vi cuando llegue y su intensión no era precisamente dártelo en la mejilla.

– me encanta cuando te pones celosa – dijo abrazándome y poniendo su frente en la mía –


en verdad pensaste que yo iba a permitir que eso sucediera?

– pues le sonreías muy animadamente – respondí con menos coraje porque su aliento estaba
colándose por mi nariz.

– no es mi estilo portarme grosero y menos con las mujeres, sin embargo, iba a rechazarla
sutilmente, claro que lo mejor fue que tú llegaste – aclaro acariciándome la mejilla con el
dorso de su mano.

– pero te coqueteo descaradamente – repliqué en un tono más tranquilo.

– y podría haberse desnudado y mi respuesta iba a ser la misma – tomó mi mentón con su
mano y me miro directo a los ojos – Bella, hace mucho que deje de estar con otras mujeres,
grábate esto muy bien aquí – puso un dedo en mi sien – y aquí – lo puso en mi pecho a la
altura del corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti – me dio
un beso en los labios – con la única que me interesa compartir mi cama es contigo – susurró
en mi oído y me abrazo fuertemente.

Volvió a desarmarme por completo, no pude expresar palabra alguna, estaba por demás
emocionada y a la vez avergonzada por haber pensando durante un segundo que me
engañaba y sólo buscaba burlarse de mí, no cabía duda que los celos nublaban la razón y
jamás los había sentido con tanta fuerza, ni siquiera con Jennifer.

– aunque para serte sincero, me da gusto que esto haya pasado – exclamo y me solté para
mirarlo – porque tus celos me demuestran cuanto me quieres.

– y todavía te atreves a dudarlo?

– no, pero me encanta confirmarlo – enfatizo y me dio otro beso.

– de verdad no ibas a dejar que te besara?

– por supuesto que no, te lo juro, Bella, entiendo tu desconfianza pero si de algo debes estar
segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya vamos a
comer, anda.

Me recorrió la silla para que me sentara y después él se sentó frente a mí. Ambos pedimos
ensalada y mientras nos las llevaban, Edward me acariciaba una mano, entonces me sentí
más tranquila, pero aún así le conté lo que Scott me había dicho de él, y volvió a reiterarme
que no tenía porque preocuparme, que no me negaba que sí era así pero que ya había
cambiado.

– Bella, ya ni siquiera tengo el celular al que me llamabas.

– cómo que no lo tienes? – pregunté sorprendida.

– ese número era exclusivo para esas citas, pero ya lo tire porque no tengo ninguna
intensión de seguir involucrado en eso.
– en serio?

– sí, encontré algo mucho mejor y sin buscarlo, llegaste tú y ahora todo es diferente –
agregó y me dio un beso en la mano – anota el número de mi blackberry – añadió y me lo
dicto, pero no borre el otro, quería asegurarme que me decía la verdad.

Me sentí feliz como nunca antes al enterarme que ya no estaba en esa sociedad o lo que
fuera. Me acompaño a la oficina y le di mi llave del departamento, nos dimos un beso y entre
al edificio. Arreglé todo lo necesario para la junta que tendríamos con el Sr. Jackson a las
3:30. Scott se fue a las 7 y me dijo que ya me podía ir yo también, así que apagué la
computadora, tome mi bolso y salí de la oficina. Edward me estaba esperando afuera del
edificio, me recibió con un beso y nos marchamos.

Cuando llegamos al departamento me lleve una grata sorpresa, la mesa estaba puesta para
dos personas y en el centro había un hermoso arreglo de alcatraces, lo miré boquiabierta y lo
abracé efusivamente luego de darle un beso.

– Edward, como sabías que los alcatraces son mis flores preferidas?

– sé más cosas de ti de las que te imaginas – respondió guiñándome un ojo.

– ah sí?, y cómo puede ser eso?

– es un secreto, siéntate que la cena ya está lista.

– te ayudo en algo?

– no corazón, tú vienes de trabajar, debes estar cansada, aunque espero que no tanto para
el postre – dijo en tono sensual.

Me sirvió una copa de vino y fue a la cocina, regreso con una charola con pescado y en la
otra mano una bandeja con ensalada, me sirvió en un plato el pescado y en el otro la
ensalada y después se sirvió él, puso algo de música y se sentó frente a mí. Cenamos
tranquilamente y me comentó que Alice le había llamado para confirmar mi asistencia a su
boda y él le aseguró que por ningún motivo faltaría.

– por cierto, corazón, puedes permiso para faltar ese viernes, por favor?, me gustaría llegar
al ensayo, sabes?, soy el padrino.

– en serio?, no tenía idea, voy a hablar con Scott, si no se puede, llego el sábado yo sola y
así no te pierdes el ensayo.

– de ninguna manera, tienes que llegar conmigo.

– cierto, que soy tu "novia" – exclame en tono chistoso – no se vería bien si llego sola.

– exacto, daría la impresión que estamos disgustados.

– Edward… hablando en serio… por qué le dijiste a esa chica que soy tu novia?

– no lo eres?

– lo soy?

– no quieres serlo?

– lo quieres tú?
– vas a seguir respondiéndome con preguntas?

– vas a seguir evadiéndolas?

– vas a continuar evadiéndolas tú?

– Edward, en serio, esto no es ningún juego – dije un tanto seria.

– para mí tampoco lo es Bella – dio un suspiro – sé que no te lo he preguntado formalmente,


pero así te considero.

– no tienes que preguntarlo, las palabras se las lleva el viento, lo que cuentan son los
hechos, sólo me tomo por sorpresa escuchártelo decir… me presentarás de igual forma con
tu familia? – pregunté con cierto temor.

– por supuesto, no te agrada la idea?

– no es eso.

– qué es lo que en realidad te preocupa Bella?

– yo no soy de tu clase Edward, tú has estudiado en las mejores escuelas privadas, yo


siempre en públicas y si pude costearme la carrera fue porque trabajaba.

– no conoces a los Cullen, mi familia no es nada pretenciosa, créeme que lo que menos les
importara es tu status social, has tratado con Alice, acaso te ha hecho menos?

– no, pero, eran cuestiones de trabajo, ahora se trata de su hermano y se ve que te adora,
qué pasara si se entera no fuimos juntos a la universidad?

– nada, en primera estará demasiado feliz y entusiasmada por su boda y en segunda no es


nada rencorosa, además le caes muy bien.

– no me gustan las mentiras y no creo que a ella tampoco, a nadie le gustan.

– tranquila, no tiene porque enterarse pero si te tranquiliza le diremos "la verdad".

– qué? – pregunté con pánico.

– podemos tergiversarla un poco, que nos conocimos en el bar del Rose Imperial el día de tu
cumpleaños, que te envíe una copa de cortesía y después platicamos, volvimos a
encontrarnos un par de veces más y coincidimos de casualidad en el desfile, qué te parece?

– podría ser, pero aún así que vergüenza.

– no tienes nada de que preocuparte, mi familia te adorara porque eres adorable y


encantadora, ya verás – me guiñó el ojo.

Terminamos de cenar y Edward se ofreció amablemente a lavar los trastes, entonces yo


entré a mi habitación y saque un baby doll que me había comprado aquella vez que fui a la
tienda de ropa interior pero que aún no había estrenado porque tenía pensado hacerlo en el
siguiente encuentro en el hotel que ya no se dio porque nos conocimos oficialmente, así que
ahora era un buen momento para estrenarlo combinado con un poco de juego que se me
ocurrió, así que me lo puse y encima un abrigo, tomé mi celular y marque a su blackberry.

– hola – respondió en tono sensual.

– estás libre esta noche? – pregunté usando el mismo tono que él.
– la verdad no, estoy en casa de mi novia – dijo siguiéndome el juego.

– es una verdadera lástima… ardo en deseos de verte, acariciarte, besarte, desnudarte,


recorrer tu cuerpo.

– uf, no sigas que me harás hacer algo que no quiero.

– vamos, no tiene porque enterarse tu novia… además lo prohibido es más excitante, no


crees?

– definitivamente.

– me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo, y por tu tono
creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más mi
deseo por ti.

– en serio piensas que mis voz es sensual? – exclamo enfatizándola más.

– demasiado… mi cuerpo ha empezado a… alterarse sólo de escucharte.

– tu voz también es muy sexy, así eres tú?

– por qué no vienes y lo compruebas por ti mismo?

– está bien, cómo te reconozco?

– sólo traigo puesto un abrigo negro – respondí y le colgué.

Salió de la cocina y yo estaba parada en la entrada de mi habitación, tenía un brazo estirado


recargado en el umbral de la puerta y le sonreí coquetamente, lamiéndome los labios,
Edward me recorrió con la mirada.

– hola extraño – dije y le guiñé un ojo.

– hola belleza, en verdad eres tan sexy como tu voz.

– y espera que me ponga en acción – agregué y lo jale de la camisa.

Lo bese desenfrenadamente, él me pego a su cuerpo y entramos a la habitación, lo giré y lo


hice sentarse en la cama, me quite el abrigo y le mostré mi atuendo, el cual consistía en un
hermoso sostén rojo con encaje negro en las orillas de las copas, una tanga roja también con
encaje negro en la orilla de arriba y una pequeña bata de satín roja también con encaje que
se anudaba de la parte de arriba.

– lo dicho sí que eres sexy.

– esta noche yo te haré feliz.

Me acerqué y le abrí la camisa con fuerza, los botones salieron volando y se la arranque, él
suspiró, rápidamente le quite el pantalón, su cuerpo había reaccionado, así que me hinque y
tome su erección en mis manos y la recorrí con mis labios y mi lengua, despacio y suave, a
diferencia de la rapidez con que lo había desnudado, el apoyo sus manos en la cama y echo
la cabeza hacia atrás gimiendo en respuesta a mis caricias, yo seguí tocando y besando toda
su masculinidad, lanzó pequeños gritos de placer y me pedía que no parara, así que yo le
obedecía hasta que sentí que casi alcanzaba el clímax me detuve.

Me levanté y camine unos pasos alejada de él, puse un poco de música y le baile
sensualmente mientras me quitaba las pocas prendas que traía. Sus ojos ardían en deseo al
igual que los míos, me acerqué y le lamí los labios, él me tomo por la cintura y me hizo
sentarme en él uniendo al fin nuestros cuerpos que se movieron acompasadamente, y
comencé a gemir más fuerte que él.

– me enloqueces como nadie lo había hecho Be…

– shh, regla número 1, no nombres – dije poniéndole un dedo en los labios.

– encantadora y sexy desconocida.

– así es más excitante, hermoso y sensual desconocido.

En un movimiento me hizo girar y quedo encima de mí, nos besamos mientras seguía
introduciéndose en mí cada vez con mayor intensidad, lamió mi cuello y luego mis senos, yo
subía y bajaba mis manos por su espalda hasta sus nalgas, aumentó aún más sus
movimientos y sentí como ambos llegábamos al orgasmo gritando al unísono.

– al demonio con las reglas, me fascinas Bella, me vuelves loco y cada vez tengo más ansias
de ti – susurró en mi oído, aún con la respiración agitada.

– tú también me enloqueces como nadie Edward, te quiero.

– yo te quiero más – respondió y me beso.

Recargó su cabeza en mi hombro, yo se la acaricie y no supe en que momento nos


quedamos dormidos. El despertador volvió a hacer de las suyas a la mañana siguiente
regresándome a la realidad, podría quedarme con él todo el día en la cama pero los deberes
me llamaban. Edward lo apago, ya que estaba de ese lado, acarició mi abdomen mientras
me regalaba una hermosa sonrisa.

– buenos días señorita, creo que será la causante de un fuerte disgusto con mi novia por
haberme quedado a dormir con usted y no con ella.

– seguro encontrara la forma de reconciliarse con ella, dicen que eso es lo mejor de las
peleas – le di un beso en los labios – buenos días.

– y lo he comprobado, gracias por darme un pretexto para discutir con ella – puso un
mechón de mi cabello detrás de mi oreja – creo que es hora de tomar un baño, tú si dejaras
que te talle la espalda?

Capítulo 21:

Reencuentro

El tiempo se había pasado volando después del susto que llevé al creer que estaba
embarazada, y ahora me encontraba en mi departamento esperando que Edward pasara por
mí para ir al aeropuerto. Scott sí me había dado permiso de ausentarme un día, Irina, la
nueva chica que trabajaba en la agencia había resultado muy eficiente y de inmediato se
puso al corriente de las cuentas, incluso llevo un par de clientes nuevos, así que no hubo
ningún problema para tomarme el día.

Cuando escuché que toco la puerta mi corazón se acelero, un mes alejados había sido una
eternidad, a pesar de que a diario hablábamos y nos veíamos frecuentemente por la
webcam, pero no era para nada lo mismo a sentirlo, olerlo, tocarlo y demás. Abrí la puerta y
lo recibí con un gran abrazo, nos besamos desesperadamente, su sabor era realmente
exquisito, mucho mejor a como lo recordaba y mi cuerpo se estremeció al sentir sus brazos
rodearme y sus manos acariciando mi espalda en tanto yo le acariciaba el cuello y sus
cabellos, cortamos el beso hasta que ya no podíamos respirar, Edward tomo mi rostro con
sus manos.

– hola corazón, me alegra tanto volver a estar contigo, te extrañe horrores.

– yo también te extrañe muchísimo cariño.

– este fin de semana será inolvidable, lo prometo – me dio un beso en los labios – vámonos
ya corazón.

Tomo mi maleta y bajamos, volvimos a besarnos en el ascensor mientras con nuestras


manos acariciábamos nuestros sexos encima de la ropa, anhelaba que me hiciera suya en
ese momento pero teníamos el tiempo contado. Salimos del edificio y nos estaba esperando
un taxi, el chofer subió mi maleta a la cajuela y luego de subir arrancó. Después de poco
más de media hora llegamos al aeropuerto, registramos las maletas y caminamos a la sala
de espera, yo me senté y Edward fue a comprar unos dulces.

– Bella! – escuché que me dijeron y levante la vista.

– Eric – exclame al ver al chico con rasgos orientales que me miraba con una gran sonrisa.

– el mismo, wow, que sorpresa, cuanto tiempo, déjame darte un abrazo – dijo y me levanté
del asiento – dios, que hermosa te has puesto.

– gracias, tú siempre tan amable.

– no es amabilidad mujer, es la pura verdad – exclamo separándose pero sosteniéndome de


las manos – de verdad luces maravillosa y radiante.

– porque la felicidad se refleja en el rostro – exclamo Edward bastante serio y yo retire mis
manos, entonces él me abrazo por la cintura acercándome a su cuerpo – y Bella y yo somos
muy felices, verdad corazón?, por cierto no me vas a presentar? – agregó molesto.

– sí, claro, Eric Yorkie, un ex compañero de la preparatoria, él es Edward Cullen… – no pude


decir que era mi novio, Eric sabía de mi relación con Jacob y además se llevaban muy bien,
había estado en mi fiesta sorpresa de cumpleaños hacía 2 años.

– su novio, para mayor información – añadió aún más molesto.

– Cullen?, eres hermano de Emmett, el jugador de Pieles Rojas?

– sí – respondió en tono seco.

– encantado de conocerte, admiro mucho a tu hermano, de los mejores jugadores actuales –


dijo y le extendió la mano.

– gracias, los Cullen siempre somos los mejores en todo lo que hacemos – respondió
estrechándole la mano de mala gana y la retiro casi de inmediato.

– Bella, me dio muchísimo gusto verte, suerte en tu viaje.

– gracias Eric, cuídate y buen viaje.

– hasta luego – dijo incómodo y ya ni siquiera me dio la mano y se alejo.

– es increíble, te dejo sola dos minutos y cuando regreso te encuentro muy abrazada y de lo
más feliz con un tipo cualquiera que después te toma de las manos como si nada.
– no era un tipo cualquiera, fuimos juntos a la preparatoria y solíamos ser amigos, no estaba
intentando besarme como la tal Valery a ti, ni me coqueteó en tu cara.

– "de verdad luces maravillosa y radiante" – exclamo arremedando su voz – crees que soy
idiota?, eso es coquetear aquí y en China.

– era un cumplido de amigos, verdaderos amigos no como tu "amiguita" Valery, que casi se
te echa encima en plena calle, ya me imagino que clase de amigos eran.

– y por qué la juzgas?, al menos ella no tenía novio cuando se acostó conmigo.

No pude creer que me echara eso en cara, la rabia y la desilusión me inundaron y le di una
fuerte bofetada que hasta le volteé la cabeza de lado.

– no quiero volver a verte en mi vida – dije con los dientes apretados tratando de contener
el llanto y me aleje.

– perdóname Bella, por favor, perdóname no quise decir eso – dijo en tono suplicante
alcanzándome y abrazándome por detrás.

– suéltame, no quisiste decirlo pero lo hiciste y no puedes borrarlo con un simple perdóname
– dije con la voz entrecortada por las lágrimas.

– soy un completo idiota, lo sé, golpéame todo lo que quieras pero no me dejes, por favor,
te quiero demasiado y los celos me trastornan, no concibo la idea de que otro hombre te
abrece y te agarre, perdóname te lo suplico.

– piensas que voy a hacerte lo mismo que a Jacob, verdad? – dije soltándome y volteando
para encararlo, limpiándome furiosa las lágrimas.

– no, por supuesto que no, lo nuestro es muy diferente, su relación ya estaba rota cuando yo
llegue a tu vida y él no te quería como yo, perdóname Bella, te lo ruego – agregó y vi que se
iba a hincar pero lo detuve.

– no hagas eso por favor, no me hagas quedar en ridículo frente a la gente.

– hare lo que sea con tal de que me perdones, eres lo más importante en mi vida, ya te lo he
dicho y no me cansaré de repetirlo – dijo con lágrimas en los ojos.

– vaya forma de demostrarlo.

– perdóname, el amor que siento por ti es demasiado intenso, por eso me enferma verte con
alguien más, pero no es que dude de ti, por favor, perdóname, ya llamaron para abordar el
avión, te juro que te lo recompensaré, no me dejes y menos ahora, mi familia nos espera, te
lo suplico – agregó y una lágrima resbalo por su mejilla.

– eres increíble Edward – guarde silencio unos segundos – iré contigo pero no sé si pueda
perdonarte, me dolió muchísimo lo que me dijiste, me llamaste una cualquiera.

– no, te juro que no quise decir eso, la rabia me hizo decir semejante estupidez, pero jamás
he pensado que lo seas.

Volvieron a llamar para abordar el avión, así que caminé y él me alcanzó, abordamos y
tomamos nuestros respectivos lugares, me abroche el cinturón de seguridad y cerré los ojos,
no quería hablar con él, había sido un golpe muy bajo y no me lo merecía, él era el menos
indicado para reprocharme cosas, con todo el historial que tenía. Minutos después me
levanté y fui al baño, me eche agua en la cara y me quede apoyada en el lavabo después de
secarme, tocaron a la puerta y dije que estaba ocupado pero insistieron, resignada suspiré y
la abrí, era Edward que me hizo entrar de nuevo y él también entro cerrando la puerta con
seguro.

– qué haces?, estás loco?

– sí, completamente loco por ti – respondió y me beso pero no le correspondí.

Sus manos acariciaron mi cuerpo mientras su boca luchaba por abrirse paso en la mía,
quería resistirme pero el lugar era tan estrecho que nuestros cuerpos estaban muy juntos y
la verdad es que lo necesitaba con urgencia, a pesar de que a veces jugábamos por la
webcam no se comparaba a tenerlo en vivo, a sentir su aliento, percibir su delicioso olor, sus
manos acariciándome y el sabor de sus besos que me habían excitado desde que paso por
mí al departamento, así que deje de luchar y le correspondí el beso desenfrenadamente
mientras nuestras manos presurosas desabrocharon los pantalones de ambos que bajamos
hasta los tobillos, pego aún más su cuerpo sin entrar todavía en mí en tanto seguíamos
besándonos con desesperación, yo estaba lista para recibirlo, así que él separo sólo lo
suficiente mi pierna para entrar en mí finalmente, me mordió el labio inferior, mientras se
movía rápidamente dentro y fuera de mi cuerpo, yo me aferre a su espalda y eche mi cabeza
hacia atrás que topó con la pared, él me mordisqueo el cuello siguiendo con sus movimientos
veloces hasta que ambos alcanzamos el clímax y nos besamos para acallar los gemidos.

Yo tenía los ojos cerrados y nos separamos sólo lo mínimo, él seguía estando dentro de mí y
sus labios rozaban los míos, después abrí los ojos y lo miré fijamente al igual que él a mí.

– ya me perdonas?, por favor – dijo con un hilo de voz.

– no abuses de mi vulnerabilidad en este momento.

– sé que soy un idiota y no merezco tu perdón, la única defensa que tengo es este amor que
cada día crece más y me supera, por eso dije eso sin pensar.

– dios!, Edward, en verdad quiero estar enojada contigo, muy enojada, incluso quisiera
odiarte en este instante pero no puedo, ejerces demasiado poder en mí, estoy
completamente enamorada de ti y abusas porque lo sabes.

– jamás he querido abusar de ti, entonces sí me perdonas?

– la verdad no lo sé, no será fácil olvidar lo que me dijiste.

– haré que lo olvides, lo juro por nuestro amor.

– si no te quisiera tanto juro que no hubiera subido a este avión por nada del mundo.

– sabes que yo te quiero tanto como tú a mí, eso jamás lo olvides.

– tú tampoco Edward, porque el amor puede acabarse en cualquier momento, yo lo sé muy


bien y no me gustaría que esto acabará mal.

– entonces sí me perdonas? – insistió en tono más suplicante.

– depende como te portes, salgamos ya, sí?, no quiero que alguien nos descubra.

Me dio un beso presionando fuerte mis labios y salió de mí, nos subimos rápidamente los
pantalones y salimos de ahí tratando que nadie se diera cuenta que lo hacíamos del mismo
baño, tomamos de nuevo nuestros asientos y me abrazo, después se separo un poco y saco
una hoja de su pantalón.
– casi se me olvidaba, toma, repasa esto porque vas a ayudarme a darles una sorpresa a
Alice y Jasper – dijo entregándomela y la empecé a leer.

– es una canción? – pregunté con pánico ante la idea de la sorpresa.

– sí, la cantaremos en el ensayo de la boda.

– oh no Edward, no habrá manera de que me hagas cantar frente a tu familia.

– oh sí lo harás Bella, no quiero adelantar mi discurso de mañana de la recepción oficial, así


que hoy cantaremos.

– no de ninguna manera.

– ni por qué te lo pido yo? – dijo rozando mi nariz con la suya.

– te lo mereces? – repliqué tratando de no caer en su encanto.

– tal vez no, pero entonces hazlo por Alice, no se lo espera y le encantara.

– me da vergüenza cantar en público – finalmente acepté.

– pero lo haces muy bien, en serio, además yo no soy cantante profesional tampoco – señalo
acariciando mi mejilla con las yemas de sus dedos.

– pero estoy segura que cantas mejor que yo.

– claro que no, anda corazón, por favor.

– pero, Edward, sólo he cantado en la ducha.

– y te repito que no lo haces mal – me dio un suave beso en los labios – piensa que es un
regalo para mi hermana pequeña, anda di que sí.

– lo voy a pensar, ok?

– está bien, por ahora me conformo con eso.

Terminé de leer la canción y era realmente hermosa, todo lo que decía yo lo sentía por
Edward, a pesar de sus arranques de celos, entonces me entró la curiosidad por conocer la
historia de amor de Alice y Jasper.

– Edward, está canción es preciosa.

– yo la escribí – dijo muy orgulloso.

– en serio? – pregunté más que sorprendida.

– sí, ahora que estuve en Europa, en mis ratos de soledad.

– y por cierto, cómo fue que se conocieron Alice y Jasper?

– por Rosalie, es su hermana, ella y Emmett estuvieron juntos en la preparatoria y se


hicieron novios, pasó con nosotros una Navidad y Jasper la acompaño, la chispa surgió a
primera vista, esa semana no se separaron ni un momento Alice y él, pero eran muy jóvenes
los dos, después se dejaron de ver un tiempo y cuando volvieron a reunirse se hicieron
novios, luego ella se fue a Paris y él la espero, en cuanto regreso le pidió matrimonio y de
inmediato empezaron con los preparativos, te acuerdas que cuando nos conocimos te dije
que no estaba disponible el fin de semana?

– por supuesto que lo recuerdo – respondí mientras me ruborizaba, me habían pasado mil
rollos por la cabeza por su ausencia y aparte había hecho su extraña sugerencia.

– ese fin de semana fue cuando hicieron formal su compromiso, así que tuve que volar a
Seattle para estar presente.

– yo pensé que… eras casado y tenías que estar con tu familia.

– en serio pensaste que era casado?

– sí, eran tan raras esas reglas que pensé que las tenías por temor a que tu esposa
descubriera tu secreto.

– ay corazón, tienes una mente muy creativa, pero te equivocaste, sí estuve con mi familia,
pero con mis padres y mis hermanos.

– jamás se me ocurrió.

– por cierto, tú no me has contado nada de tu familia.

– no hay mucho que contar, soy hija única, mis padres se divorciaron cuando yo tenía 5 años
y viví con Renée, mi madre, hasta los 16, cuando se casó por segunda vez me fui a vivir con
Charlie, mi papá, hasta que terminé la carrera y luego me fui a Nueva Jersey por el trabajo,
pero ellos son muy fríos, hace mucho que no hablamos, Renée viaja constantemente porque
su esposo es beisbolista y Charlie es jefe de policía en Forks, así que siempre está ocupado y
también volvió a casarse hace año y medio.

– me apena escuchar eso, no tienen idea de la magnífica hija que tienen.

– gracias, pero nunca fui prioridad en sus vidas, ambos son muy egoístas.

– que mal, la familia es muy importante, quizá deberías tú de dar el paso para acercarse a
ellos, estoy seguro que te aman.

– supongo que sí, pero no sé, me cuesta trabajo acercarme a ellos, a pesar que viví con
ambos son prácticamente desconocidos para mí, los veía muy poco.

– deberías hacer el intento, me gustaría conocerlos pronto.

– lo intentaré pero no te prometo nada.

Finalmente llegamos a Miami, tomamos un taxi y Edward les dio la dirección, al llegar y
mientras bajaban las maletas de la cajuela, observé la casa y quede maravillada, era
enorme, de tres pisos y una fachada blanca de portada de revista de arquitectura, un
sirviente salió y metió las maletas, Edward entrelazo su mano con la mía y entramos.
Caminamos por un largo pasillo y en ambos costados había varios autos último modelo de
diversos colores, llegamos a la sala que era bastante amplia y en un lado había una escalera
de caracol, yo sentí que los nervios me inundaron por completo al ver a toda su familia de
pie esperándonos, Edward notó mi nerviosismo porque me temblaba la mano y me la apretó
con fuerza dándome confianza mientras sentía la mirada de los 6 integrantes que parecían
estarme analizando.

Capítulo 22:

Junto a ti
– Edward!, llegaron justo a tiempo, el ensayo pronto comenzará – exclamó Alice
entusiasmada y corrió a abrazarlo.

– y cómo creías que me lo iba perder duendecillo?, el padrino tiene que estar presente.

– que emoción, la madrina también ya llego – se soltó de Edward y luego me abrazo a mí –


que gusto de verte Bella, que bueno que sí viniste, por cierto, tú y yo tenemos una plática
pendiente – señaló y yo la mire asustada pero ella me sonrió.

– hermanita, por favor, déjame abrazar a la mujer que por fin ha hecho sentar cabeza al
Casanova de mi hermano – dijo Emmett sonriendo y Alice se aparto, me sentí tan pequeña
envuelta en esos musculosos brazos – que gusto volver a verte y más de saber que eres
novia de Edward, pensé que se nos quedaba solterón el muchacho – se separó y puso sus
manos en mis hombros – ya ves lo que dicen Bella, hermano saltado, hermano quedado –
añadió en tono divertido.

– Emmett, compórtate, qué va pensar Bella de tus afirmaciones? – intervino su mamá, que
me dio una tierna sonrisa y también me abrazo – bienvenida linda – añadió amablemente.

– pues son la pura verdad, yo ya hasta estaba pensando en rifarlo, no sabes el susto que me
dio cuando Alice anunció su boda y este hermano mío sin novia, no, no podía haber un
solterón en la familia, qué iban a pensar de él?

– Emmett ya basta, por favor – dijo seria su mamá después de soltarme.

– no se preocupe señora, es mejor ir conociendo la personalidad de cada uno.

– Esme, por favor, dime Esme y háblame de tú, hija.

– está bien, me costará trabajo pero lo intentare… Esme.

– a mí también dime Carlisle, por favor, no me gusta que me hablen de usted, me hace
sentirme viejo y aún no lo estoy – señalo y también me abrazo.

– gracias por el recibimiento – dije abrazándolo todavía.

– no tienes nada que agradecer, eres la novia de Edward y es lo menos que podemos hacer
para agradecerte que estés aquí en un evento tan especial para la familia.

– al contrario, gracias por la invitación.

– no tienes nada que agradecer Bella, yo quería que estuvieras aquí y eso que aún no
andabas con mi hermano, pero tuve un presentimiento y no me equivoque – dijo Alice y
después soltó una risita traviesa.

Rosalie se acercó y me saludo de beso en la mejilla al igual que Jasper que lo hizo después
que ella y luego tomo a Alice de la mano. Emmett abrazó a Rosalie y la miro como pidiéndole
permiso para hablar y ella le sonrió.

– pues ya que está toda la familia completa, mi esposa y yo tenemos que hacerles un
anuncio – exclamo de lo más feliz y le dio un beso en los labios – diles mi amor.

– bueno, el lunes pasado fui al médico y me confirmo mis sospechas, estoy embarazada,
tengo 8 semanas – anunció y Emmett puso su mano sobre su vientre.

– felicidades!, hasta que le atinaste hermano, ya tres años de casados y sin bebés, estaba
empezando a creer que te habían dado un golpe mortal en el americano – exclamo Edward y
lo abrazó.
– es que quisimos prolongar la luna de miel y además estuvimos practicando mucho para
que nuestro primer hijo saliera perfecto.

– entonces se parecerá a Rosalie porque tú de perfecto no tienes nada.

– envidioso!, yo también espero que tus hijos se parezcan a Bella.

– creo que es un poco apresurado hablar de hijos Emmett, apenas iniciamos nuestra relación
– dije sonrojada ante tal idea.

– cierto, todavía te puedes arrepentir de compartir tu vida con este hombre.

– chicos ya estuvo bueno de sus comentarios, harán que de verdad Bella se arrepienta pero
de haber venido – los regaño Carlisle, pero ellos sólo se rieron.

Yo estaba más que sorprendida por la calidez de la familia, jamás me imaginé el recibimiento
que me darían ni mucho menos la forma en que se llevaban entre ellos, se notaba la unión y
el amor que se tenían. Alice dio saltitos de alegría y los abrazó efusiva, Emmett hasta la
levantó en el aire mientras ella se reía. Carlisle abrazo orgulloso a Esme y le dio un beso en
la frente, después de haber abrazado y felicitado a su hijo y a su nuera. Jasper también los
felicito y les dijo que era el mejor regalo de bodas que podrían darle. Edward me abrazo y
me dio un beso en los labios.

– ya se te pasaron los nervios?

– sí, tienes una hermosa familia.

– y ahora es más hermosa porque tú ya perteneces a ella – dijo y me guiño un ojo.

Le respondí con una gran sonrisa, no pude decirle nada más, me emocionaba la idea de
pertenecer a esa familia, era como siempre había deseado tener una. Alice anunció que en
una hora iniciaría el ensayo, así que apenas teníamos tiempo para arreglarnos. Edward me
tomo de la mano y subimos las escaleras hasta el tercer piso, la última habitación era la
suya. Tenía las paredes blancas, la enorme cama estaba pegada a la pared del lado
izquierdo, al frente estaba el tocador y al lado había un par de puertitas que supuse eran el
closet, del lado que entramos había un mueble con un moderno aparato de sonido, varios
libros y cds, y otra puerta que debía ser el baño, lo más bonito era el gran ventanal así que
me asomé y luego salí al balcón, el mar en todo su esplendor lucía tranquilo. Edward me
abrazo por atrás.

– te gusta?

– mucho, la vista es preciosa.

– y contigo aquí lo es mucho más – con su mano movió mi cabeza para poder besarme en
los labios – como tenemos poco tiempo es buena idea bañarnos juntos.

– precisamente porque tenemos poco tiempo no es buena idea, ya te conozco, así que mejor
nos bañamos separados.

– prometo portarme bien.

– eso dijiste la otra vez y llegué tarde a mi trabajo, así que hoy no me arriesgare – le di un
ligero beso en los labios y me separé.

Me di una rápida ducha y salí envuelta en una toalla, Edward traía puesto solo su bóxer y me
miro pícaramente, pero yo moví negativamente la cabeza, él cambió su mirada a súplica y yo
mire hacia el techo, pero aún así me abrazo.
– Edward basta, por favor – dije mientras me besaba el cuello – tenemos que estar listos en
35 minutos – replique mientras mi temperatura se elevaba.

– es suficiente tiempo, podemos hacerlo rápido como en el avión – respondió metiendo su


mano por debajo de la toalla para masajear mi nalga.

– no, tengo que arreglarme bien, quiero verme linda – refute quitando su mano.

– Bella, ya eres linda, no necesitas hacerte mucho – dijo acariciando mi mejilla – corazón,
por favor, un mes de abstinencia fue mucho tiempo, estoy muy ansioso por ti.

– yo también Edward pero no podemos dejar que el fuego nos nuble la razón, no podemos
hacer esperar a tu familia, además recuerda que dormiremos juntos.

– corrección Bella, compartiremos la cama pero ni creas que te voy a dejar dormir y menos
si me dejas con las ganas ahorita.

– está bien, no dormiremos en la noche pero ahora tenemos un compromiso que cumplir,
por favor, piensa en Alice… además, no vamos a ensayar la canción?

– está bien, sólo porque cantarás conmigo me meteré a duchar en este instante.

– y de preferencia con agua helada.

– que cruel eres conmigo, pero en la noche me desquitare.

Moví la cabeza sonriendo mientras sacaba mi ropa de la maleta, me puse la interior y encima
un sencillo vestido beige de tirantes que me llegaba a la rodilla, unas sandalias del mismo
color y después cepillé mi cabello, empezaba a maquillarme cuando Edward salió del baño y
se me quedo viendo.

– qué?, hoy tampoco podía usar un vestido de este color?

– no es eso, levántate por favor – dijo extendiéndome sus manos, yo las tome y me levante
mirándolo extrañada, me hizo darme una vuelta – wow, te ves hermosa.

– pero aún no me maquillo.

– no lo necesitas, ya eres hermosa.

– adulador.

– encantadora.

– ya date prisa, anda.

Me dio un beso en los labios y empezó a vestirse mientras me explicaba las instrucciones
para la canción, yo estaba muy nerviosa por eso, no sé cómo pude aceptar, empecé hacer
respiraciones con los ojos cerrados y Edward me abrazo por la cintura y me aseguro que
todo saldría bien, abrí los ojos y fue mi turno de asombrarme, Edward se veía bellísimo, con
un pantalón y una camisa blancos que hacían resaltar sus hermosos ojos color topacio, noto
la expresión en mi rostro y me sonrió para luego darme un pequeño beso en los labios,
entrelazo mi mano y bajamos.

Atravesamos un gran salón en el que había varias personas corriendo de un lado a otro
arreglando unas mesas y unas sillas, salimos a la enorme terraza que ya estaba
prácticamente lista para la boda, había un pasillo en medio de una cantidad considerable de
sillas y una chica le estaba dando unas indicaciones a Alice, supuse que era la organizadora.
Había otras parejas además de la familia y cuando Alice se desocupo me los presento, eran
la madrina, las damas y sus respectivos novios, así como los papás de Jasper y Rosalie. El
sacerdote llego y nos acomodamos en nuestros lugares para ver el ensayo que dio inicio,
tanto Alice como Jasper traían ropa de color durazno. Sus votos fueron muy conmovedores y
en cuanto terminó pasamos al salón.

Sólo había dos mesas preparadas y en ese momento me invadieron los nervios y me mordí
el labio inferior. En una nos sentamos la familia y en la otra las amigas de Alice, y nos
sirvieron la cena. Emmett estuvo bromeando casi todo el tiempo y acariciando las mejillas de
Rosalie que sólo se reía por las ocurrencias de su marido. Alice y Jasper derramaban miel y
casi podría estar segura que no sabían de qué estábamos hablando. Esme y Carlisle estaban
sonrientes mirando felices a sus hijos y yo entré en pánico cuando sentí la mano de Edward
recorrer mi muslo por debajo de la mesa y lo miré casi fulminándolo, en cambió él me sonrió
mientras me apretaba suavemente el muslo casi a la altura de la ingle y lo miré aún más
seria pero contrariamente a lo que quería lograr, él estaba de lo más divertido deslizando su
mano por mi pierna hasta que afortunadamente la madrina dijo que era el turno de que
hablara el padrino y entonces Edward tuvo que ponerse de pie, levanto la mano y en ese
momento entraron cuatro personas con un piano.

– bueno, como la verdad no soy muy bueno para los discursos y como sólo tengo el oficial
hoy haré algo diferente – anunció y fue a sentarse frente al piano y probo el micrófono –
pero para esto necesito la ayuda de la señorita Bella Swan, mi hermosa novia por cierto, un
aplauso por favor.

Yo sentí que me ardían las mejillas por el intenso rubor que había en ellas mientras todos los
presentes aplaudían y yo me ponía de pie mucho más nerviosa que en un principio y camine
hacia él que me esperaba con una gran sonrisa, me senté a su lado y puso la hoja con la
letra de la canción sobre el piano.

– esta canción es dedicada a los novios, espero que les guste, creo que refleja lo que siente
cada uno por el otro – empezó a tocar y en la nota precisa comenzó a cantar.

Fuimos acercándonos mientras cantábamos y al terminar estábamos tan juntos que nuestras
narices se rozaban, me olvide de todo, sólo estaba concentrada en la letra de la canción y en
su mirada fija en la mí, creo que hasta me había olvidado de respirar.

– junto a ti quiero estar el resto de mi vida – musitó Edward en mi oído– soy capaz de cruzar
el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de ti, Bella
Swan – añadió y me quede sin habla.

Los aplausos fueron los que me devolvieron a la realidad y sonreí recordando donde y con
quienes estábamos. Edward me dio un dulce beso en los labios ante el grito de todos los
presentes y nos levantamos y regresamos a la mesa.

Nos felicitaron por la canción, Alice estaba sumamente emocionada y nos abrazo
agradeciéndonos el momento, yo estaba en shock por las palabras de Edward, no me las
esperaba. Estuvimos platicando un rato más y Esme nos dijo que a la mañana siguiente nos
esperaban a las 9:30 para desayunar. Poco a poco se fueron yendo todos hasta que nos
quedamos solos Edward y yo.

Me tomo de la mano y caminamos al piano, nos sentamos en el largo banquillo. Empezó a


tocar una dulce y sensual melodía mientras yo lo miraba, al terminar me beso humedeciendo
primero mis labios hasta que su lengua alcanzo la mía y se unieron en una sincronía perfecta
de movimientos, en tanto su mano subía por mi costado levantando un poco el vestido para
luego posarse en uno de mis senos que acarició al tiempo que su lengua recorría mi cuello.
Cerré los ojos sintiendo como mi pulso y mi respiración se elevaban.

– Edward, alguien puede vernos – dije al sentir su mano en mi entrepierna.

– eso tiene solución.


Se levantó y puso el seguro en ambas puertas y corrió las cortinas del lado que daba a la
terraza. Volvió a sentarse a mi lado con sus piernas a los costados del banquillo me rodeo
por la cintura y comenzó a besar mi hombro.

– Edward, estamos en tu casa y tu familia también.

– tranquila, nadie se dará cuenta te lo aseguro, pronto estarán dormidos.

– mejor vamos a la recámara.

– después iremos, te dije que esta noche no dormirías – susurró en mi oído mientras con la
punta de su lengua recorría mi oreja.

Su mano acariciaba mi muslo hasta que llego a la ingle y en automático abrí las piernas, él
comenzó a frotar mi sexo encima de la ropa interior excitándome lo suficiente para querer
sentirlo ya dentro de mí, así que me levante y me senté sobre él con mis piernas a sus
costados, beso la base de mis senos que sobresalían del vestido en tanto nuestros sexos se
rozaban. Me pidió que me levantara y eso hice, me cargo y me colocó sobre el piano, subió
mi vestido y después me quito la ropa interior, hundió su cabeza entre mis piernas y
comenzó a recorrer mi parte más íntima con su lengua, empecé a jadear mientras me
sostenía de mis antebrazos con la cabeza hacia atrás.

Mis jadeos parecían impulsarlo a seguir recorriéndome, pues lo hacía sin cesar aumentando y
disminuyendo la velocidad de sus movimientos, tratando de que su lengua tocara lo más
profundo de mi ser que se pudiera, yo tenía abierta la boca y me lamía los labios sintiendo
como mi cuerpo ardía por sus húmedos besos que seguía proporcionándome en cada rincón.
No pude evitar soltar un gritito cuando a la par de su lengua sentí que me introducía un dedo
y luego lo sacaba y volvía a meterlo en un acompasado ritmo que me estaba enloqueciendo
hasta que sentí alcanzar al éxtasis y me mordí un dedo para no gritar.

Me ayudo a bajar del piano, mis piernas me temblaban y me beso apasionadamente en tanto
su mano bajaba el cierre del vestido y me lo quitaba por completo. Desabroche su camisa y
se la quite, volvimos a besarnos mientras nuestros pechos se unían y el recorría mi columna
vertebral con las yemas de sus dedos hasta llegar a mis nalgas que acaricio. Se desabrocho
el pantalón y se lo quito mientras yo lamía uno de sus pezones y el otro lo acariciaba.
Cuando estuvimos desnudos nos recorrimos con la mirada, en ambos cuerpos se notaba la
excitación, mis pezones estaban firmes al igual que su miembro, de pronto fijo sus ojos en el
lado izquierdo de mi abdomen y paso dos dedos por el pequeño parche adherido a mi piel y
me regalo una sonrisa de complicidad, pues sabía que con eso no era tan necesario usar un
preservativo.

Me pidió que me hincara en el banquillo y después me hizo apoyar las manos en el mismo, él
se coloco detrás y entró en mí de un tirón, sentí como mi cuerpo se contrajo hacia él y me
tomo de las caderas para iniciar con su delicioso vaivén, después una de sus manos la subió
por mi contorno hasta llegar a uno de mis senos que estuvo acariciando en tanto continuaba
con sus certeros movimientos que me fascinaban cada vez más. Posteriormente se aferró a
mis caderas moviéndose a mayor velocidad hasta que sentí su orgasmo dentro de mí
acompañado de un gruñido que me hizo llegar a mí también. Se quedo unos instantes sin
moverse, aún dentro de mí, exhalo fuertemente y después se separó y me ayudo a ponerme
de pie y me abrazo efusivamente.

– la noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dijo en voz baja..

Capítulo 23:

Algo que jamás hubiera pensado

Nos vestimos y salimos del salón tomados de la mano, le pedí que me mostrará la casa e
iniciamos con el recorrido por la enorme cocina que estaba a un lado del salón, después
seguía el comedor, la sala, bajamos unas escaleras y llegamos a la piscina que era iluminada
por la luz de la luna llena que brillaba en lo alto del cielo.

– qué te parecería nadar un poco? – sugirió abrazándome.

– suena bien, pero tendríamos que subir a ponernos el traje de baño.

– y quién dijo que forzosamente se necesita traje de baño para nadar? – exclamo
sonriéndome con esa típica osadía en su rostro.

– no, no, no, eso no lo haré.

– anda, será divertido.

– Edward además de tu familia hay quien sabe cuántas personas trabajando.

– pero no tienen porque venir aquí, además supongo que ya se irán a dormir.

– eso es lo que tú y yo deberíamos de hacer también.

– pero después de nadar, anda corazón, sólo un ratito, te aseguro que nadie se enterará,
seguro que todos deben estar haciendo lo mismo que tú y yo.

– Edward!, no tienes respeto por tu familia?

– claro que lo tengo, pero eso no me impide ver la realidad, Bella, de dónde crees que
salimos mis hermanos y yo?, por qué crees que Rosalie está embarazada?

– no pongas esas imágenes en mi cabeza, por favor.

– no te asustes corazón, desde niño me enseñaron a ver el sexo de lo más natural, tal cual
es, una función del cuerpo y no tiene nada de malo hacerlo, al contrario, así que vamos a la
piscina.

– pero, cómo vamos a atravesar la casa todos mojados para llegar a la habitación?

– no te preocupes por eso, ves este mueble? – dijo y se paro frente a uno pequeño que no
había distinguido – aquí se guardan las toallas – explico en tanto abría la puertita y sacaba
dos – lo ves?, asunto arreglado.

– que loco estás – exclamé sonriendo y moviendo la cabeza.

– ya sabes bien la razón de mi locura – respondió y se quito toda la ropa – te ayudo?

– no, gracias, yo puedo sola – dije y me despoje también de toda mi ropa.

Edward se aventó un clavado casi perfecto mientras que yo camine a la escalera para bajar
sintiendo como el viento acariciaba mi cuerpo y erizaba mi piel. Cuando entré a la piscina
Edward me recibió, el agua estaba un poco fría y me sugirió que diéramos algunas vueltas
para acostumbrarnos a la temperatura, acepté pero le dije que no era muy buena nadadora
y me respondió que no era una competencia, así que nos sumergimos y nadamos hasta el
otro extremo y de regreso, Edward llego primero y me espero, me echo agua al llegar y yo le
devolví la maniobra, estuvimos jugando un rato hasta que me di por vencida y volvimos a
nadar al otro lado y otra vez de regreso.

En esta ocasión, Edward me tendió sus brazos, le tome las manos y me acerque a él, puso
mis manos alrededor de su cuello y bajo las de él a mi espalda, nos fundimos en un
apasionado beso por varios minutos hasta que Edward lo rompió para deslizar sus labios a
mi cuello en tanto acariciaba uno de mis senos por debajo del agua, lo cual producía una
reacción más excitante así que deslice mi mano por su torso hasta llegar a su sexo que
empecé a acariciar y sentí como respondía en mi mano. Volvimos a besarnos y después él
me recargó en la esquina de la piscina, con una mano me sostuve del barandal de la escalera
y lo rodeé con mis piernas por su cintura y él entro en mí al igual que un poco de agua que
hizo más placentera la sensación. Puso una de sus manos también en el barandal y comenzó
a moverse exquisitamente mientras me miraba con esa sonrisa retorcida que adoraba. Yo
trataba de gemir lo más bajo que se pudiera pero a veces no podía reprimirme por lo intensa
que era la sensación de su cuerpo y el agua chocando contra el mío. No dejábamos de
mirarnos, nos lamíamos los labios y exhalábamos en nuestras bocas, sentí que perdí el
control de mi cuerpo cuando ambos llegamos al clímax y Edward me mordió el labio inferior.

– te amo Bella – dijo mirándome fijamente todavía en mi interior.

– yo también te amo Edward, con todo mi corazón.

Volvimos a besarnos y después nos abrazamos y salió de mí. Nos quedamos abrazados hasta
que nuestras respiraciones volvieron a su curso normal y después salimos de la piscina,
temblando de frío, Edward me cubrió de inmediato con la toalla y después él se puso una
también, nos secamos, tomamos nuestra ropa y entramos a la casa. Subimos las escaleras y
al llegar arriba nos encontramos a Emmett que venía caminando por el pasillo y quise que la
tierra me tragara.

– ah que muchachitos – exclamo Emmett con una amplia sonrisa.

– y tú adónde vas a esta hora? – preguntó Edward para desviar el tema mientras yo me
ponía detrás de él para tratar de cubrirme.

– Rosalie tiene antojo de limones así que voy a la cocina por unos… aunque me doy cuenta
que no es la única con antojos en esta casa – dijo de lo más divertido.

– buenas noches Emmett – respondió Edward ignorando el comentario.

– buenas noches jóvenes, no se desvelen mucho que mañana desayunamos temprano y no


quiero que se estén durmiendo en la boda.

– espero que a ti te deje dormir Rosalie o serás tú el que se esté durmiendo.

– de ningún modo, yo soy fuerte, descansan, eh?, recuerden que mi habitación está pegada
a la suya y me daré cuenta si están dormidos o no.

Edward movió la cabeza negativamente y seguimos caminando, yo ni siquiera quise voltear


cuando pasé al lado de Emmett que bajó las escaleras.

– que vergüenza.

– no te preocupes corazón, ignóralo como yo.

– no podré mirarlo a los ojos mañana.

– Bella, no quiero que vuelvas a decir eso, no tienes nada de que avergonzarte, eres mi
novia y ya te dije que no estábamos haciendo nada malo.

– no, pero, es tu casa y siento que le hemos faltado al respeto.

– tranquila corazón, créeme que Emmett y Rosalie también tienen su historia y no nada más
en esta casa, una vez los pillé en la biblioteca en la de Seattle.
– no quiero detalles por favor.

– ok, sólo te lo digo para que no te alarmes.

– así que eso de exponerse a que los descubran viene de familia?

– creo que sí, al menos del lado masculino, nunca he pillado a Alice y más le valía.

– ay, tu lado machista tenía que aflorar – dije moviendo la cabeza negativamente.

– no es eso, es obvio que ya lo ha hecho con Jasper, pero, de aceptarlo a verlo – se sacudió
como si le hubiera dado escalofríos – es mi hermanita.

– típico – exclame mirando hacia el techo y él me abrazo y me beso la mejilla.

Abrí los ojos con dificultad cuando sentí los tibios rayos del sol tocar mi espalda desnuda y
me encontré con la imagen más hermosa frente a mí que me hizo despertar por completo,
Edward con su cabello revuelto estaba acostado de lado mirándome, y al darse cuenta de
que ya estaba despierta me sonrió y acarició mi mejilla.

– buenos días corazón – dijo y me dio un tierno beso en los labios.

– buenos días mi amor – respondí en sus labios sonriéndole.

– me encanta como suena eso.

– hace mucho que despertaste? – pregunté mientras le acariciaba su mejilla.

– como 10 minutos, te ves tan hermosa dormida, tan pacífica.

– tú me das esa paz – aseguré acariciando ahora sus labios – qué hora es?

– 8:15 – respondió y luego beso mis dedos.

– hora de levantarse.

– sí, quieres bañarte primero?

– estaba pensando que… podríamos bañarnos los dos.

– esa idea me fascina.

Nos levantamos y entramos al baño, nos lavamos los dientes. Después dejamos correr el
agua de la regadera y mientras salía caliente nos besamos, nos colocamos debajo de ésta y
nos enjabonamos el cabello mutuamente, él a mí y yo a él, nos enjuagamos y luego él tomo
la esponja y comenzó a tallarme la espalda y bajo a mis piernas, me giré y me talló los
senos, el abdomen y los brazos, posteriormente yo hice lo mismo con él. Una vez que
terminamos nos abrazamos y nos besamos bajo el chorro de agua tibia, la sensación era
maravillosa, excitante pero sabía que nos esperaban y no intenté nada más y él tampoco.
Cerré la llave, él tomo una toalla, me seco, y luego yo a él también.

Salimos y nos vestimos, yo me puse una polera ligera y un pants, él también una polera y un
short. Me cepilló el cabello y yo a él, sin decirnos nada, era un momento mágico en el cual
las palabras salían sobrando. Cuando terminamos bajamos con las manos entrelazadas. En el
comedor estaba toda la familia y me enterneció tanto ver que Emmett le estaba dando fruta
a Rosalie en la boca que estaba encantada de que su marido la consintiera.

– buenos días – dijimos Edward y yo al mismo tiempo.


– buenos días, hijos – respondió Esme con una tierna sonrisa.

– vaya, pensé que no se levantarían a tiempo, par de… tortolos – exclamo Emmett.

– amor, es muy temprano para que empieces a molestar – dijo seria Rosalie.

– cierto, mi hijo no debe enterarse de las travesuras de sus tíos – señalo mientras le
acariciaba el abdomen – aunque quizá pronto podrías tener con quien jugar – añadió.

Rosalie tomo un trozo de piña con el tenedor y se lo puso en la boca a Emmett mientras
todos nos reímos. Edward y yo nos sentamos en una orilla de la mesa, frente a Alice y Jasper
que se veían nerviosos.

– listos para el gran momento? – les pregunté.

– sí, más que lista – exclamo Alice entusiasmada.

– yo también, aunque la verdad, tengo un poco de nervios.

– es comprensible, pero estoy segura que les va a ir muy bien, se ve que se adoran.

– eso sí, esta hermosa niña me conquisto desde la primera vez que la vi.

– y tú a mí osito, nunca imagine pasar mi vida con alguien más.

– sha la la la la la – empezó a tararear Emmett la canción Historia de amor.

– no nos critiques – dijo Alice y le saco la lengua – o te grabo dándole de comer a tu esposa
y lo subo al Youtube para que te vean tus seguidores – agregó riéndose.

– pequeña malévola, no serías capaz.

– sabes muy bien que sí, no me retes.

– tranquilos chicos, discúlpalos Bella, creo que les dimos demasiada libertad de niños y por
eso ahora se comportan así – aclaró Carlisle.

– no te preocupes, yo soy hija única y me hubiera encantado tener hermanos, supongo que
nos llevaríamos así.

– pues ya nos tienes a nosotros – aseguró Alice guiñándome un ojo.

– gracias, la verdad estoy muy sorprendida, pensé que eran la típica familia millonaria que
no se presta atención y que cada quien anda por su lado.

– no Bella, a nosotros nos interesa mucho la integración familiar y desde pequeños se la


inculcamos a nuestros hijos, sé que se molestan entre ellos porque es su forma de
demostrarse cuanto se quieren – dijo Esme.

– eso es lindo.

– corazón no sabes lo que acabas de decir, le estás dando armas al enemigo.

– me estás llamando enemigo Edward Cullen?, no le hagas caso Bella, no lo soy, al contrario,
te admiro porque lograste conquistar al soltero más codiciado del mundo hotelero… aunque
tengo una ligera sospecha de cómo fue que eso sucedió – exclamo en tono pícaro levantando
las cejas.
– amor, deja de darle ese ejemplo a nuestro hijo – intervino Rosalie dándole un ligero golpe
en la cabeza y todos nos reímos de la expresión de Emmett.

Seguimos desayunando entre bromas y anécdotas, me sentía tan a gusto rodeada de todos
ellos, eran una verdadera familia y deseé con toda el alma pertenecer a ella, Edward me
miraba y me sonreía, creo que estaba feliz por la aceptación que yo había tenido y por lo
rápido que me había integrado a ellos. Alice nos pidió a las mujeres que a mediodía
fuéramos a su recámara para que nos arreglara el estilista que había contratado. Mientras
tanto Edward terminó por mostrarme el resto de la casa.

Como cinco minutos antes de las doce entré a la habitación de Alice que estaba sola y, me
puse a curiosear las fotos que tenía en su mueble, me llamo la atención una de Edward de
adolescente donde se veía muy sonriente abrazando a una linda chica.

– quién es ella? – pregunté y Alice se acercó a mí.

– Tanya, su primera novia, ahí tenían 15 años.

– es muy bonita.

– sí… lo era y una gran chica.

– lo era? – pregunté asombrada.

– fue una trágica historia, no te la ha contado Edward?

– no, no hemos tocado ese tema.

– espero que no me mate por decírtela, siéntate – me arrimo una silla y ella se sentó en la
cama – Tanya era una pariente lejana, su familia pasaba con nosotros todas las navidades y
desde niños ella y Edward fueron muy unidos, hasta que él le pidió que fuera su novia
cuando ambos tenían 14 años, se adoraban pero ella una vez me confesó que Edward jamás
se lo había dicho, que era súper tierno y amoroso pero no le había dicho te amo, yo se lo
sugerí a él y cuando cumplieron un año de novios finalmente él le dijo las dos palabras, esa
foto es de ese día – hizo una pausa y suspiró con tristeza – a la mañana siguiente que ella
iba a la escuela la atropellaron y murió instantáneamente porque se golpeó en la cabeza en
el filo de la banqueta.

– que terrible – exclame acongojada.

– jamás he visto llorar a mi hermano como esa vez, quedo totalmente destrozado, incluso
cayó en un estado catatónico, dejo de comer, de hablar y de dormir muchos días, diario iba
al panteón y era el único momento en el que hablaba, le decía una y otra vez que la amaba,
mis papás estaban muy asustados, temían lo peor, Edward se estaba dejando morir de a
poco y no aceptaba la ayuda de nadie.

– y entonces qué fue lo que lo ayudo a superarlo?

– Jennifer, ella era nuestra vecina y desde niños jugaban, incluso ella se quedaba a dormir
en nuestra casa y él en la de ella, hasta llegaron a salir juntos, con sus respectivas parejas,
cuando paso la tragedia Jennifer estaba en Canadá y al regresar se encontró con un zombie
y se propuso sacarlo adelante, lo consolaba cuando lloraba, le compró libros de tanatología y
se los leía, lo obligaba a comer, a hablar, a salir, hasta a dormir, y afortunadamente Edward
se dejo ayudar por ella y poco a poco lo fue superando y volvió a ser él aunque no igual,
cuando entro a la preparatoria empezó a salir con una y otra chica pero sin engancharse de
ninguna, supongo que le daba miedo volver a tener una pérdida, así que jamás volvió a
tener novia, hasta ahora que anda contigo.
– dios, cuanto debió sufrir, pobrecito – mire hacia el techo afligida – ahora comprendo
porque es tan unido a Jennifer.

– sin ella Edward no estaría aquí, yo hasta llegue a pensar que se casarían algún día.

– bueno, nadie sabe lo que pasara en el futuro, aún son jóvenes ambos.

– Bella, me extraña muchísimo que digas eso, Edward te adora, salta a simple vista por la
forma en que te mira, no había tenido una novia en 12 años y ahora estás tú aquí, con su
familia, nunca llevo a la casa ni siquiera a amigas y aunque yo te haya invitado, en ese
momento él no tenía ninguna razón para traerte, además la canción que cantaron ayer, a
pesar que nos la dedicó a Jasper y a mí, estoy segura que la hizo pensando en su amor, no
en el mío, le agradezco el detalle pero esa canción era para ti, no sé como lo lograste pero
con la única mujer que Edward quiere estar es contigo, a Jennifer la quiere mucho, pero
como hermana, he visto como se tratan y a ella jamás la mirado como a ti, así que no seas
tontita, él sólo se casara contigo.

– pero… Edward y Jennifer alguna vez tuvieron algo que ver?

– creo que sería mejor que yo te respondiera esa pregunta – exclamo Jennifer desde la
puerta, Alice y yo volteamos sorprendidas porque no escuchamos cuando la abrió.

Capítulo 24:

Unión de dos almas

– hola Jen, cómo estás?

– bien Alice, gracias, Bella que gusto de verte – le medio sonreí avergonzada – así que
quieres saber si Edward y yo anduvimos? – dijo entrando a la recámara.

– Alice acaba de contarme lo de Tanya y cómo ayudaste a Edward a salir adelante.

– además de que has visto como nos tratamos, no? – asentí con la cabeza – está bien, te
contaré la verdad – se sentó al lado de Alice – cuando teníamos 17 años, en una fiesta
jugamos botella, alguien me puso de "castigo" besarlo durante minuto y medio y yo
encantada lo hice, porque sí, Edward me gustaba desde que me acuerdo, pero en ese beso
comprendí que éramos como hermanos, que no había química entre nosotros como pareja y
cuando lo platicamos, ambos estuvimos de acuerdo, olvidamos ese beso y seguimos siendo
confidentes como hasta ahora, aclarada la duda?

– sí, pero… dan la impresión de ser amigos con derechos.

– es una táctica que usamos ya sea para alejar a alguien o confirmar si le interesamos.

– o sea que están confabulados para cortar las expectativas si alguien no les gusta y si les
interesa otra persona lo hacen para darle celos?

– suena medio perverso pero sí, le he espantado a varias y él a mí a algunos tipejos.

– entonces tú ya sabías de mí desde antes que nos descubrieras?

– sí.

– hija, acaban de llegar el estilista y el maquillista – anunció Esme.

Yo me quede de una pieza, ahora comprendía muchas cosas y porque ella había cambiado su
actitud hacia él de repente, Edward quería corroborar mi interés por él, pequeño tramposo,
entonces me pregunté desde cuando él había roto la tercera regla. Me sacaron de mis
pensamientos cuando me dijeron que sería la primera que arreglarían, ya que Jennifer dijo
que tenía que bañarse y Alice tenía que vestirse antes de que la peinaran.

El chico inició con su trabajo, me recogió todo el cabello en un moderno chongo en el que se
veían las ondas de mis cabellos, dejo algunos rizos colgando en ambos lados de la cara y el
flequillo peinado de lado, después pasé con el maquillista, y me sentí como una celebridad,
me preguntó de qué color era mi vestido y le dije que azul, así que de ese color me maquillo
los ojos, me miré al espejo cuando terminó y casi no me reconocí, vaya que sabían hacer
bien su trabajo.

Mientras tanto peinaban a Rosalie y maquillaban a Jennifer. Por su parte, Esme ayudaba a
Alice a ponerse el hermoso y moderno vestido blanco, diseñado por ella misma, una vez que
lo tuvo puesto se sentó con sumo cuidado para que la peinaran, y maquillaran, entonces fui
a mi recámara para cambiarme de ropa.

Entre y estaba vacía, así que cuidadosamente me quite la polera y luego el pants, saque mi
vestido del enorme closet que parecía una recámara más y me lo puse al igual que mis
sandalias, estaba mirándome al espejo cuando Edward entró.

– wow, voy a ser la envidia de toda la fiesta, te ves bellísima, corazón.

– gracias – dije sonriéndole y dándome una vuelta, de pronto la triste historia vino a mi
mente y lo abrace con todas mis fuerzas y le acaricie la espalda – gracias por dejarme entrar
en tu vida.

– las gracias debería de dártelas yo a ti, tú fuiste la que me llamo, recuerdas?

– sí, pero – me quede callada, no sabía si era buena idea que él supiera que Alice me había
contado sobre su primera novia – tú rompiste las reglas… desde cuando Edward?, necesito
saberlo, por favor.

– casi desde el principio, recuerdas la noche en que llovió? – asentí con la cabeza – me
quede contigo hasta mucho después que amaneció, era mentira que no traía coche, si te lo
dije fue porque no quería ilusionarte, yo mismo no quería ilusionarme, estaba muy
confundido Bella, y quizá rompí las reglas antes que tú.

– te amo Edward, creo que te amé desde el primer segundo que te vi.

– creo que yo también, eres la única mujer con la que hecho el amor y si me lo preguntas no
sabría decirte exactamente cuando sentí esa diferencia, así que como veras, definitivamente
el agradecido de que hayas entrado a mi vida soy yo – me beso tiernamente los labios –
ahora tengo que cambiarme, nos toca recibir a los invitados.

– que nervios!

– relájate, te ves preciosa, impresionarás a todos, ya verás.

Cuando vi el color de su camisa me quede sorprendida, era azul del mismo tono que mi
vestido, cuando se lo hice notar me dijo que estábamos en sincronía y me guiño un ojo.
Bajamos y salimos a la terraza, ya había algunos invitados que platicaban con Emmett y
Rosalie. Más tarde Edward me presentó a sus tíos Aro, Cayo y Marcus, hermanos de Carlisle,
muy serios ellos, por cierto.

A las 6 en punto nos colocamos en nuestros respectivos lugares, todos los Cullen en primera
fila, Jennifer y su hermano detrás de nosotros y del otro lado los papás de Jasper. Calculé
que serían unos 200 invitados. El sacerdote ya se encontraba en el altar y Jasper también
visiblemente contento y nervioso. La melodía empezó a sonar y entraron las damas, con
vestidos color lila y una cinta rosa en la cintura, cuando llegaron a su lugar Alice hizo su
aparición, del brazo de Carlisle, comenzaron a caminar por el pasillo, ambos con una gran
sonrisa. Al llegar al altar, Carlisle entrego la mano de Alice a Jasper que la recibió gustoso y
se pararon frente al padre que dio inicio a la ceremonia. Dijeron sus votos emocionados y
después Edward y la madrina les colocaron el lazo. Al terminar Alice y Jasper se dieron un
dulce beso y después caminaron por el pasillo mientras les aventaban pétalos de margaritas.

Pasamos al salón, una pequeña banda de 4 músicos amenizaba con melodías suaves, todos
empezaron a tomar sus lugares, Alice y Jasper en la mesa de honor, uno de los músicos les
pidió que pasaran a bailar su primera pieza como el matrimonio Hale, todos les aplaudimos,
Edward me tomo la mano por debajo de la mesa y me sonrió, estaba tan feliz por su
hermana. Los músicos siguieron tocaron, algunos se pararon a bailar y un par de horas
después sirvieron la cena. En cuanto terminamos de comer, anunciaron que era momento de
las palabras del padrino y Edward se puso de pie.

– buenas noches a todos, es para mí un gran honor dirigirme a ustedes Alice y Jasper, es un
poco difícil para mí ver a mi hermanita como toda una mujer casada, todavía la recuerdo
brincando por toda la casa usando coletas y calcetas, pero el tiempo pasa y el amor tocó a
su puerta y me da muchísimo gusto que haya sido de un chico ejemplar como lo es Jasper,
bienvenido a la familia. Bien, tenía preparado un largo discurso, pero lo olvide en la maleta,
así que sólo les diré lo siguiente – tomo un respiro – amor es como encontrar un oasis en el
desierto, hay muchos espejismos pero sólo uno es el verdadero. Alice, Jasper mis mejores
deseos para esta aventura que inician juntos, estoy seguro que serán inmensamente felices
y que formaran una preciosa familia, hermanita te adoro, cuñado, más te vale que te portes
bien con ella, ok? – dijo con su típica sonrisa traviesa y levanto su copa – salud por los
novios!

Salud!, exclamamos todos los presentes levantando las copas y después bebimos el
champagne. Edward me sonrió y me extendió su mano.

– bailamos? – propuso caballerosamente.

– no soy muy buena, pero si he hecho otras locuras por ti, qué más da un simple baile? –
respondí sonriendo y tomando su mano.

Nos levantamos y caminamos a la pista, ahí estaban Emmett y Rosalie, que nos vieron y nos
sonrieron, al igual que Esme y Carlisle, que no podían ocultar su felicidad. Edward puso una
mano en mi cintura y con la otra tomó una de mis manos y coloque la restante sobre su
hombro, empezamos a movernos al ritmo de la tranquila melodía, Edward tenía apoyado su
mentón al lado de mi frente y danzábamos suavemente, me deje llevar completamente por
él y creo que no lo hice tan mal. Terminó la canción y regresamos a la mesa.

La fiesta siguió, bailamos otras melodías, platicamos y después llego el momento de aventar
la liga. Alice se sentó en una silla en medio de la pista y Jasper se la quito lentamente
mientras los hombres silbaban rodeándolos.

– sabes?, es la primera vez que Edward se une a ese ritual – dijo Jennifer sentándose a mi
lado.

– en serio?, no lo hizo en la boda de Emmett? – pregunté sorprendida.

– no, y ni en ninguna otra boda, así que me da mucho gusto que hayas terminado con Jacob
y hoy estés aquí.

– veo que entre tú y Edward no hay secretos.

– no te creas, sí los hay, no le cuento todo lo que hago, ni él a mí tampoco, pero ese no es el
punto, la semana pasada me encontré a Jacob en un bar.

– en serio?, y cómo está?


– bien, dentro de lo que cabe, me contó todo lo que paso entre ustedes, sus mutuos
engaños, te admiro, yo no sé si hubiera tenido el valor para confesar algo así.

– tenía que saber la verdad.

– pues sí, de alguna u otra manera se iba a enterar y fue mejor que lo supiera por ti.

– piensas que soy de lo peor?

– no Bella, a veces el destino se presenta de una forma extraña pero las cosas se acomodan
de tal forma para que estemos con quien debemos estar y el tuyo definitivamente es con
Edward y de la misma forma Jacob encontrará a la mujer con la deba pasar el resto de su
vida, su relación sólo fue una experiencia más, por cierto, también terminó con ella, que tipa
más desagradable.

– y ella se lo tomo tan tranquila?, a mí me amenazó.

– obvio no, estuvo acosándolo pero él tomo cartas en el asunto y logro que le pusieran una
orden de restricción, así que frustrada regreso a vivir con sus papás a San Diego.

– y de todo eso hablaron en una noche?

– la mayoría sí, casi nos sacaron con la escoba, y como platicamos muy a gusto
intercambiamos números de celular y mails, así que hemos seguido en contacto.

– te gusta, verdad? – dije recordando la escena de ellos viendo el partido de hockey.

– es muy lindo y tenemos muchas cosas en común, pero no sé, necesita poner en orden su
cabeza y su corazón… claro que yo no tengo prisa.

En eso Alice grito que aventaría el ramo, yo no quería ir pero Jennifer me jalo y nos paramos
detrás junto con varias chicas que estaban emocionadas. Alice estuvo jugando un rato a
aventarlo hasta que lo hizo finalmente y le toco a Jennifer que gritó entusiasmada, aunque la
verdad yo no creía en esa tradición.

Poco después Alice y Jasper se despidieron, para partir a su luna de miel en las Bahamas,
ella me abrazo fuertemente y después me tomo de las manos.

– me voy muy feliz y no sólo porque me he casado con el hombre que amo, también porque
en unos meses seré tía!, pero más por saber que Edward ha encontrado finalmente el amor y
me alegra tanto, gracias Bella por este regalo.

– gracias a ti por tus palabras, la verdad no sé qué decirte.

– no tienes que decirme nada, sólo ser feliz con mi hermano – me dio un beso en la mejilla,
se separó y lo abrazó a él.

Después Edward me abrazo y vimos como se iban en un hermoso carro convertible, que traía
amarradas las tradicionales latas y el letrero que anunciaban que eran recién casados, Alice
mando besos y se despidió levantando la mano, al igual que Jasper que después puso el auto
en marcha y se alejaron.

Estuvimos un rato más en la fiesta y cuando quedaban pocos invitados, Edward tomo una
botella de champagne, un par de copas y me tendió el brazo, yo le sonreí y se lo tome.
Caminamos por la playa y no muy lejos de la casa había como una especie de cama, con 4
barrotes a los lados y un techo de donde colgaba un velo blanco. Nos sentamos ahí, Edward
destapo el champagne sirvió en ambas copas y me dio una.
– por ti, por mí y por nuestro amor – dijo chocando mi copa.

– por nosotros y porque nuestro amor dure toda la eternidad.

Nos bebimos el contenido de las copas, después dejo la botella y las copas en la arena. Se
acercó a mí y me acostó, me acarició un brazo y yo le acaricié su rostro, suspiré y lo acerqué
a mí para besarlo con pasión y amor, nuestras lenguas se entrelazaron, acariciándose
suavemente, saboreándose. Edward se colocó encima de mí, puso su mano sobre mi muslo y
lo acaricio, subiendo y bajando por debajo del vestido, luego rompió el beso para
mordisquear mi cuello.

Me abrazo y se giro para que yo quedara encima de él, le sonreí y me enderece, quedando
hincada sobre él, con mis piernas a los costados, empecé a desabrochar su camisa y se la
quite por completo, bese y lamí su torso perfecto, deteniéndome en sus pezones con los que
jugueteé un buen rato, mientras miraba como su pecho subía y bajaba al ritmo de su
acelerada respiración, baje por su abdomen y volví a detenerme en su ombligo, sus jadeos
se intensificaron. Me detuve y volví a enderezarme, baje el cierre del vestido, él quiso
ayudarme pero le moví la cabeza negativamente, tome sus manos y las puse a los lados de
su cabeza y lo bese unos segundos para después volver a hincarme. Baje los tirantes del
vestido y quedaron mis senos al descubierto, él subió sus manos y me los acarició mientras
yo me soltaba el cabello.

Lo detuve para despojarlo de su pantalón y su bóxer, me lamí los labios al ver su erección y
mi corazón terminó por dispararse completamente, me quite el vestido y la ropa interior.
Tome su masculinidad entre mis manos pero Edward me pidió que me volteara para que él
pudiera también besar mi parte más íntima, así que le obedecí. Sentí su tibia lengua recorrer
mis pliegues mientras yo hundía su erección en mi boca y la sacaba, proporcionándole el
mismo placer que él me estaba dando, en momentos era tan intenso que no podía seguir con
mis besos y exhalaba en la punta de su sexo, y a veces él se detenía por mis caricias y
jadeaba en mi interior. De pronto sentí como mi cuerpo se estremecía completamente al
llegar al éxtasis total y después seguí con mi labor y segundos después Edward lo alcanzó
también, emitiendo un grito profundo que fue sofocado por el ruido del mar que era nuestro
cómplice al igual que la luna.

Me baje y me acosté a su lado, le acaricié nuevamente el rostro, sus párpados, su nariz, sus
labios y después nos besamos, aún tenía el sabor de mi intimidad en su boca y eso volvió a
encenderme intensificando el beso con ansia y hambre en tanto sentía como mi cuerpo
entero se excitaba, pero sabía que tenía que esperar unos minutos así que rompí el beso y
ambos tomamos aire. Nos miramos sin decir nada, sólo se escuchaba el sonido de las olas,
suspiré y él me sonrió de la forma en que sabía que me enloquecía, yo le sonreí también y
después cerré los ojos.

Estaba quedándome dormida cuando sentí su peso sobre mi y su boca devorando uno de mis
senos, abrí los ojos de par en par y me mordí los labios, separé mis piernas y le di la
bienvenida a su masculinidad que estaba más que lista para entrar en mí, mi gemido fue
intenso, Edward se sonrió y comenzó a moverse lentamente, entrelazo sus manos con las
mías y las puso encima de mi cabeza, pego su frente a la mía y yo le suplicaba por más y
repetía su nombre una y otra vez, le rogaba que no se detuviera. Después puso su cabeza
sobre mi hombro y susurraba mi nombre en mi oído acompañado de intensos gemidos que
me hacían enloquecer. Prácticamente le ordené que se moviera más rápido y me hizo caso
embistiendo una y otra vez en mí con fuerza hasta que ambos llegamos al orgasmo y
Edward se dejo caer en mi pecho totalmente rendido y extasiado al igual que yo.

– quédate así, por favor, un rato más, quiero seguir unida a ti.

– lo que tú quieras corazón – respondió y me beso los labios – te amo Bella.

– te amo Edward y amo la forma en que me haces el amor.

Nos quedamos así unos momentos, él recostado sobre mi hombro y yo acariciándole sus
cabellos, después me dijo que pronto amanecería así que nos levantamos y nos vestimos,
caminamos a la orilla de la playa y nos sentamos, Edward detrás de mí envolviéndome con
sus piernas y sus brazos. Poco a poco el sol fue apareciendo en el horizonte, este era el
mejor amanecer de toda mi vida, sin duda era un nuevo comienzo, al lado de un
extraordinario hombre que jamás imaginé encontrar, sólo esperaba que todo siguiera igual
de perfecto, pero, qué podría salir mal?

Capítulo 25:

Amor o sexo?

Cuando desperté me encontraba acostada en la cama de la habitación, no supe en qué


momento me quede dormida, pero debió ser en la playa porque no recordaba haber
regresado a la casa. Edward no estaba a mi lado y sentí un gran vacío, estaba
acostumbrándome a despertar a su lado. Me puse la bata y baje por un vaso de agua,
escuché unos ruidos al fondo de la cocina y abrí una puerta que no había visto antes, solté el
vaso que traía en las manos al ver a Edward sin camisa besando acaloradamente a una
chica.

– oh por dios – exclame mientras mis ojos se llenaban de lágrimas y ambos voltearon.

– Bella – dijo él separándose de la chica que se cerró la blusa.

– cómo has podido?, eres un cínico desvergonzado – grité corriendo de ahí.

– escúchame, por favor – pidió atajándome de un brazo.

– suéltame, no quiero que vuelvas a tocarme, eres de lo peor.

– Bella, debes creerme cuando te digo que te amo, en verdad eso siento por ti, pero… sí, soy
muy débil, no puedo evitarlo.

– y así dices amarme?, aceptando que te enredaras con quien sea?

– Bella, no llores, por favor, no me gusta verte llorar.

– eres un infeliz Edward Cullen, no vales la pena.

– tal vez tienes razón, pero… nunca has tenido una adicción en tu vida?, aunque trates y
trates de dejarla es más fuerte que tú y eso me pasa a mí… soy un adicto.

– eres un desgraciado, eso es lo que eres y no quiero volver a verte el resto de mi vida,
quédate con tu adicción y a mí déjame en paz.

– Bella, por favor, ya no llores – me sujeto por los hombros – no llores, Bella, escúchame
Bella… despierta!, despierta por favor.

Abrí los ojos y Edward me miraba asustando sujetándome por los hombros, estábamos en mi
departamento, y de pronto caí en la cuenta que hacía una semana que habíamos regresado
después de pasar la fiesta de año nuevo con su familia. Yo estaba sollozando por el sueño
que acababa de tener y lo abrace fuertemente.

– todo fue una pesadilla corazón, cálmate por favor.

– fue tan real, todo fue tan real – respondí entre lágrimas.

– pero no lo era, qué soñaste mi amor que te altero tanto? – preguntó mientras me
acariciaba la espalda tratando de consolarme.
– a ti… estabas con otra y… – no pude continuar, el llanto me quebró la voz.

– mi amor, jamás te engañaría – tomo mi rostro entre sus manos – te amo, por favor,
grábatelo bien, tú eres la única mujer que hay en mi mente y en mi corazón.

Me dio un corto beso en los labios pero yo lo sujete fuertemente y se lo devolví frenética,
quería asegurarme que esto fuera real, que en verdad estaba él, ahí, en mi cama, conmigo,
creo que lo desconcerté pero me correspondió el beso con la misma intensidad, besé
desesperada su cuello mientras mis manos bajaban su bóxer.

– demuéstrame que me amas y que soy la única para ti – susurré en su oído.

Edward me envolvió en sus brazos y me recostó, me quito la ropa interior y se colocó encima
de mí, me beso apasionadamente pero a la vez con ternura mientras deslizaba su mano por
mi contorno, yo enrede mis piernas en su cintura, estaba demasiado desesperada por
sentirlo dentro, no sé si por el sueño pero quería que me hiciera suya en ese instante, sin
más preámbulos. Me miro un tanto inseguro, quería prolongar el momento como siempre lo
hacía, pero ejercí fuerza con mis piernas y entró en mí de golpe, me arqueé al sentirlo y me
aferré a su espalda, moviéndome rápidamente, marcándole el ritmo que deseaba.

– te amo Bella – susurró en mi oído con la voz retorcida moviéndose en mi interior.

– repítelo – pedí con mi voz entre cortada.

– te amo – volvió a decir continuando con sus embestidas.

– dilo otra vez – suplique casi enterrándole mis uñas.

– te amo, te amo, te amo – dijo una y otra vez mientras sentía como ambos llegábamos al
orgasmo.

– yo también te amo Edward, te amo como jamás lo imaginé, por eso me asusta la idea de
pensar que puedas estar con alguien más.

– no podría volver a estar con nadie más que no fuera contigo – dijo en mis labios
mirándome fijamente a los ojos – eres mi primera, mi última, mi todo – agregó frotando mi
nariz con la suya.

– te amo Edward.

– y yo también a ti corazón, vamos, trata de dormir otro poco, apenas son las 4.

Le sonreí y bajo de mí, se acostó detrás y me abrazo por la cintura pegándose a mi cuerpo,
yo entrelace su mano con la mía y cerré los ojos mientras sentía su tibio aliento en mi nuca,
estuve acariciando sus dedos hasta que volví a quedarme profundamente dormida. El
despertador hizo su labor de todas las mañanas y no muy convencida lo apague, me volteé y
abrace a Edward que seguía con sus ojos cerrados, le di un beso en cada parpado y luego
uno en su boca.

– buenos días mi amor, ya es hora de levantarse.

– buenos días corazón… lo sé y no quiero, debo ir a Chicago a una convención.

– yo tampoco quiero que te vayas pero 3 días se pasaran volando, ya lo verás.

– me encanta tu optimismo – dijo acariciando mi nariz con su dedo índice.

– y a mí me encantas todo tú, anda, no quiero llegar tarde a la oficina.


Nos levantamos y nos bañamos, después nos vestimos y desayunamos cereal. Tomé mi
bolso y salimos del departamento, bajamos por el ascensor, subimos a su auto y me llevo a
la oficina. Antes de bajar le di un gran beso y un abrazo. El iba a su departamento a dejar el
coche y por su maleta para luego ir al aeropuerto.

Esa mañana estuvo muy agitada, hicimos una presentación para un nuevo cliente, tuvimos
una junta con el Sr. Jackson y estuve respondiendo miles de mails. Recibí un mensaje a mi
celular de Edward que acababa de abordar el avión y después Kate me llamó para que
almorzáramos juntas, se escuchaba afligida. Cuando llegué al restaurante la abrace
fuertemente, me dio una sonrisa y nos sentamos.

– entonces ya firmaron el divorcio?

– sí, esta mañana y puedes creer que anda con su abogada?

– en serio?, y cómo te enteraste?

– los vi al salir del juzgado, se besaron y subieron al auto de él, sabes?, Steve siempre fue
mujeriego, y un hombre así nunca puede estar solo y la verdad dudo que cambie y que
pueda ser monógamo.

– crees que te haya engañado?

– es muy probable, sabes que jamás hicimos cosas triviales juntos?, como ir al cine o por un
helado, casi no estábamos en casa y cuando estábamos era teniendo sexo.

– nunca se dijeron te amo?

– sí, cuando él estaba encima de mí, eso era lo que amábamos, el sexo no a nosotros como
personas, sonará tonto pero ni siquiera sé cuál es su color favorito, pero bueno ya no
hablemos más de mí, mejor cuéntame cómo te fue en las fiestas?

– genial, fueron las mejores de mi vida, su familia es tan cálida, me hacen sentir parte de
ella, todos me regalaron algo en Navidad y Edward se porta súper lindo conmigo.

– me da mucho gusto por ti amiga, es un gran detalle de su parte que te haya llevado con su
familia en esas fechas tan especiales, la primera vez que me platicaste de él jamás me
imaginé que iban a terminar así.

– yo tampoco.

Cuando terminamos de comer nos despedimos con un gran abrazo, no sé si Kate amaba o no
a Steve pero definitivamente sí le había dolido mucho el divorcio. Mientras caminaba
pensaba en todo lo que me había dicho y vino a mi mente el terrible sueño que había tenido
la noche anterior, en verdad Edward podría dejar de estar con otras mujeres y serme fiel?,
me amaba a mí o el sexo que teníamos?, tampoco habíamos ido al cine, claro que llevarme
con su familia no se compara, no llevas a la amante, llevas a la novia. Saque mi celular y
marqué al que le llamaba al principio.

"El número que usted marco se encuentra desactivado"

Escuchar eso me dio un alivio pero entones recordé las mentiras que me había dicho, lo que
me grito cegado por los celos, me ocultaría más cosas?, cómo sabía que mis flores favoritas
son los alcatraces? Sin encontrar respuestas llegué a la oficina y me concentré en el trabajo.

El tiempo paso en un abrir y cerrar de ojos, tal como se lo dije a Edward. Me encontraba en
mi departamento terminando la cena para recibirlo, cuando escuché la puerta abrirse salí de
la cocina a recibirlo. Me abrazo fuertemente y me dio varias vueltas, después me beso
ansiosamente mientras con una mano apretaba mi nalga.
– te extrañe tanto Bella.

– yo también a ti.

Me cargo y me dejo sobre el sillón, se quito la chamarra y se coloco encima de mí


besándome y acariciándome un seno mientras sentía como su sexo reaccionaba.

– te necesito tanto Bella – dijo presuroso levantando mi falda y quitando la ropa interior para
después bajar su pantalón y su bóxer.

Volvió a colocarse sobre mi y desabrocho mi blusa en tanto lamía mi cuello, y yo también


desabrochaba su camisa, él termino por quitársela y después beso mis senos haciendo que
mi respiración se elevara y mi cuerpo estuviera ya listo para recibirlo. Abrió mis piernas y se
introdujo de un tirón, mordiéndome el labio inferior en tanto yo sujetaba con fuerza su
espalda, entraba y salía de mí sin parar, lamió mi oreja y gemía en ella, yo tenía los ojos
cerrados y jadeaba también, lo había echado tanto de menos, incrementó la velocidad de sus
movimientos y sus gemidos se hicieron más audibles, mezclándose con los míos, hasta que
un fuerte grito escapó de mis labios cuando sentí que ambos llegamos al orgasmo. Edward
me beso apasionado y después me dio un beso en la nariz y puso su frente sobre la mía.

– te amo – dijo mirándome con sus ojos llorosos por el placer.

– yo también te amo y te extrañe mucho.

Se enderezo y se subió el bóxer y el pantalón, yo me levanté, me puse la ropa interior y la


blusa. Después fui a la cocina por la cena, ya estaba lista la mesa, así que le serví, me serví
yo y me senté frente a él. Me estuvo platicando sobre su viaje y de repente me vinieron las
palabras de Kate a la mente, y empecé a reflexionar que era lo que habíamos extrañado el
uno del otro, lo primero que hicimos al vernos fue tener relaciones, sería eso lo único que
habíamos echado de menos?, deje de escuchar lo que me decía y en cambio recordé las
últimas pláticas con Kate, sobre conocerse el uno al otro y el equilibrio que debía haber entre
el amor y la pasión.

– Bella, en qué piensas? – preguntó al notar que estaba ausente.

– en nosotros.

– así?, y se puede saber exactamente en qué? – dijo acariciando mi pierna con su pie.

– Edward, qué fue lo que en realidad extrañaste de no estar conmigo?

– todo, tu sonrisa, despertar contigo, tus besos, tus caricias, tus miradas, tus cantos
mientras te bañas, a qué viene esa pregunta Bella?, qué paso en estos días que estuvimos
separados? – exclamo desconcertado.

– he estado pensando en la situación de mi amiga Kate y analizando nuestra relación.

– no entiendo que tiene que ver una cosa con la otra.

– Edward – titubeé – Kate conoció a Steve, en un bar, esa noche se fueron juntos, después
se siguieron viendo y a los 6 meses se casaron y tras 5 años de matrimonio se dieron cuenta
que no se conocían, que sólo estaban juntos por el sexo.

– Bella, adónde quieres llegar contándome eso?

– no quiero que nos pase lo mismo Edward, en realidad nos conocemos poco, ni siquiera sé
cuál es tu color favorito, no hemos ido al cine juntos.
– mi color favorito es el azul y no hemos ido al cine pero fuimos a pasar las fiestas
decembrinas con mi familia, y si quieres saber más cosas sobre mí, sólo pregúntame.

– pensabas algún día contarme lo de tu primera novia?

– quizá, pero como sabes tú eso?

– Alice me lo contó, pero no te enojes con ella, yo le pregunte porque tenía una foto de
ustedes en su habitación de la casa de Miami.

– ah, sí?, y qué más te conto?

– en qué estado caíste y como te ayudo Jennifer a superarlo. Edward el punto es, qué es lo
que nos mantiene unidos?, es amor o sólo sexo?

– Bella, cómo puedes preguntarme eso?, te he dicho que te amo, te lo he demostrado y no


sólo acostándome contigo, te he llevado con mi familia, cómo puedes dudar si es amor? –
respondió totalmente sorprendido.

– porque lo primero que hicimos ahora que regresaste fue tener relaciones, eso es lo que
extrañabas de mí?, la mayor parte de tu lista son cosas físicas.

– por supuesto que no, Bella, en verdad no entiendo a que viene todo esto.

– a que debemos descubrir si este amor es auténtico o sólo es algo físico.

– ok, entiendo tus dudas por la forma en que nos conocimos, pero hasta ahora sólo me has
cuestionado a mí, ahora yo te volteó la pregunta, qué fue lo que tu extrañaste de mí durante
mi ausencia?

– muchas cosas, tu voz, tu mirada, tu sonrisa, tus besos, tus caricias, tus palabras.

– tienes dudas de amarme?

– no es eso, simplemente hemos basado nuestra relación en la pasión, recuerda la nota que
me dejaste un día, la vida es un equilibrio y eso es precisamente lo que estoy buscando, que
realmente nuestras relación sea equilibrada y no sólo física.

– y entonces qué propones para descubrirlo?

– cuando nos conocimos tú me impusiste tres reglas.

– que después rompimos, si mal no recuerdo.

– sí, y ahora es mi turno de implementar 3 nuevas reglas, pero en esta ocasión si se


rompen… no habrá nada que hacer.

– y cuáles son esas reglas? – preguntó interesado mirándome a los ojos.

– regla número 1 no mentiras ni engaños, regla número 2 no arranques de celos, regla


número 3, la más importante… no sexo durante un tiempo, quizá un par de meses.

– qué? – exclamo llevándose una mano a la cabeza – no sexo?

– sí Edward, si realmente nos amamos podremos cumplir con esa regla, pero si la rompemos
– guarde silencio, asustada por lo que iba a decir – si no podemos cumplir con esa regla, no
tendrá caso que sigamos juntos.
– no pensé que fueras tan influenciable.

– llámame como quieras, pero no quiero volver a vivir una mentira como mi relación pasada,
así que esas son las reglas para estar juntos, no quiero que vuelvas a mentirme aunque sea
para protegerme, tampoco quiero que me hagas escenas de celos, aún no olvido lo que me
dijiste en el aeropuerto, me dolió muchísimo, cómo puede haber amor si me restregaste en
la cara que estaba con otro cuando empecé contigo?, y para la tercera regla sólo agregaría
que aplica con otras personas también, si no puedes soportarlo y te acuestas con alguien
más, dímelo, aplicando la primera regla y entonces todo habrá acabado, te dejare libre para
que sigas con tu vida y yo seguiré con la mía, aceptas?

– es un poco extremo Bella, pero para que veas cuanto me importas y no sólo por el sexo
acepto, es más te propongo algo que realizaremos en lugar de hacer el amor, porque hace
muchísimo tiempo que eso es lo que hago contigo, no es simple sexo.

– y cuál sería esa proposición?

– te voy a contar mi historia, un poco cada noche, para disipar tus dudas, para que me
conozcas y seguiré las reglas, tal cual, no quieres mentiras, perfecto, de hoy en adelante
sólo la verdad, pero de tu parte también, porque no me dijiste que Alice te había platicado
sobre Tanya, no quieres arranques de celos, los controlare, no quieres sexo y en su lugar
prefieres que salgamos como dos adolescentes, lo haremos, porque entiendo tus argumentos
y comprendo que estés asustada por la forma en que terminó tu relación con Jacob y por lo
que le paso a tu amiga, pero ni tú eres ella ni yo soy él.

– lo sé, no me estoy comparando con ellos, pero vi tan devastada a Kate que no quiero
pasar por lo mismo y sí, también tiene que ver con la manera en que terminaron las cosas
con Jacob, no quiero que se repita la historia y la verdad sí me asusta que lo nuestro no
tenga un final feliz, por eso las nuevas reglas, es mejor saber ahora lo que realmente nos
une que después cuando haya pasado más tiempo y nos arrepintamos.

– yo jamás me arrepentiré de haberte conocido, sin importar las circunstancias, quizá esa
era la única forma en que hubiéramos coincidido en la vida – dio un trago a su vaso –
entonces, estás dispuesta a escuchar todo lo que tenga que contarte?

– sí… pero no quiero detalles sórdidos.

– está bien, esos los reservaré para mí.

– ok, te escucho – dije recargándome en el respaldo de la silla.

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