Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Salvador
Raúl E. Azcúnaga López1
Universidad de El Salvador
razcunaga@gmail.com
Introducción
1
hablantes de nahua, quienes se dirigieron al Golfo de México y Soconusco alrededor del
800 d.C. De aquí habrían partido después para Centroamérica. (...) los chorotega-mangue
que se asentaron en la región del Golfo de Fonseca en Honduras y la costa pacífica de
Nicaragua, así como la península de Nicoya en Costa Rica, aunque emigraron primero
fueron seguidos en un corto espacio de tiempo por los pipiles que se asentaron en la costa
pacífica de occidente y el centro de El Salvador. Lo anterior concuerda con el relato de
Torquemada en donde dice que los chorotega-mangue “iban en la delantera”. Los pipiles
mismos no parecen haber llegado a El Salvador hasta el año 900 d.C. La segunda gran
migración atribuida a grupos nahuas, acaecida entre el 1200 y 1300 d.C., (...) se ha
identificado como nonoalca. Su llegada constituyó una seria amenaza militar y económica
para los pipiles ya establecidos. El trastorno provocado por la migración nonoalca
condujo a la separación de grupos pipiles tanto de Guatemala como de El Salvador que se
trasladaron a la costa pacífica de Nicaragua, irrumpiendo en territorio chorotega-mangue
y subtiaba-mangue después de 1200 d.C (...) Estos tardíos inmigrantes son los nicaraos,...
” (Hasemann y Lara Pinto, 1994: 178).
Las comunidades indígenas pipiles de El Salvador coexistían con otros grupos que
habitaban la zona, algunos que estaban desde antes de su llegada, formando parte de un
verdadero mosaico geopolítico, cultural y lingüístico. Diego de Palacio en Carta de
Relación a Felipe II sobre la provincia de Guatemala en 1576 señala con respecto a las
leguas en las comunidades salvadoreñas que:
“... en cada una de ellas (provincias) hay y hablan los naturales diferentes lenguas, que parece
fue el artificio más mañoso que el Demonio tuvo en estas partes para plantar discordia,
confundiéndolas con tantas y tan diferentes lenguas como tienen, que son:
2
La de San Salvador: pipil y chontal (...)
En la de San Miguel: potón, ytaulepa, ulúa, la choluteca, mangue y chontal.”
3
Si bien para esta fecha -sigloXVII-, y hasta muy avanzado el siglo XIX 3,
establecer los límites del territorio de cada provincia en Centro América es bastante
impreciso, para el caso de los pipiles se puede suponer la relación, dada la proximidad
de las comunidades y lenguas con grupos mayenses, lencas y ulúas, principalmente .
Lardé y Larín (1957) al estudiar 262 nombres de pueblos, villas y ciudades (toponimia)
de El Salvador encuentra glosas de las siguientes lenguas:
Lengua Topónimo %
Náhuat o pipil 137 57.3%
Lenca 83 34.7%
Taulepáulua 13 5.4%
Chortí 6 2.5%
Total 239 100%
Cuadro Nº 1.
Fuente: Elaboración propia con base a los datos de Larde y Larín (1957)
Desde el primer cuarto del siglo XVI los españoles bajo la divisa colonizadora
fundaron en los territorios pipiles y lencas las provincias (ciudades) que llegarán tres
siglos después a aglutinarse con el nombre de El Salvador: San Salvador de Cuzcatlán
(1525); la Ciudad de los Caballeros (1530, de efímera existencia, fundada al oriente de
San Salvador, cerca del actual San Martín); la villa de San Miguel de la Frontera (1530
San Miguel), Acajutla (1532) y la villa del Espíritu Santo de Sonsonate (1552). Y
llegan a Cihuatehucán en 1525, asentamiento al que llamarán posteriormente (1576
como primera referencia) Santa Ana (cfr. Lardé y Larín, 1957).
3
Y siglo XX en el caso de las fronteras limítrofes entre El Salvador y Honduras.
4
Esta segunda carta de De Alvarado junto al denominado Códice de Glasgow –presentación de los
combates y traza de la ruta seguida- dan el panorama de la expedición-conquista de Cuscatlán (cfr.
Escalante Arce, 2000).
4
A esta etapa colonizadora, apunta Herranz (1995) al tratar la política lingüística
en Honduras, le corresponde el establecimiento de una política monolingüe castellana
que va de 1502 a 1569, política diseñada por los Reyes Católicos y continuada por
Carlos V basada en que “todos los naturales de América debían aprender obligatoriamente el
castellano” (Herranz, 1995: 156).
Sin embargo, para este primer contacto del náhuat-pipil con el castellano se debe
tomar muy en cuenta que los conquistadores fundaron las ciudades con exiguas fuerzas
y los indígenas se alejaron de los asentamientos, dirigiéndose a los montes (montañas)
desarrollando en un primer momento prácticamente una convivencia paralela, alejados
los unos de los otros. Posteriormente, de manera paulatina se dará un proceso de
mestizaje en el que en un intercambio desigual se comienza a construir un mundo
simbólico sincrético con predominio de valores occidentales-cristianos. La lengua, se
puede decir, aplicando las fases de Bauman (1980) pasa de un estado de florecimiento a
un estado de resistencia.
Esto vino a privilegiar el náhuat ante las demás lenguas indígenas que poco a
poco irán quedando reducidas. Se logra así a lo largo de los siglos XVI y XVII que el
náhuat diera el salto a la escritura, específicamente el náhuatl de la Nueva España que
5
será reconocido, siguiendo la tradición latina, como náhuatl clásico, lo que condujo a la
idea errónea de considerar al pipil como un náhuatl corrupto, vulgar (hablado). Después
de todo, la provincia de San Salvador era periferia de Guatemala y Guatemala de Nueva
España, y, además, Centroamérica en la parte occidental y central era el sur de
Mesoamérica. No se mencionan artes (estudios gramaticales) del pipil en esta etapa de
la colonia.
Sin embargo, el privilegio del náhuat debe relativizarse, pues al ser el castellano
la lengua de la administración pública es también la de la escuela, de manera que las
élites indígenas allegadas a los españoles irán adoptando, en un proceso aún no muy
documentado, el castellano como su lengua; por otra parte, el fenómeno del mestizaje
tan notorio e importante en El Salvador, acelerará el aprendizaje del castellano en las
urbes de la época. Serán los indios de las zonas rurales quienes mantendrán la lengua,
en las ciudades la floreciente clase mestiza se comunicará en castellano. El náhuat-pipil
pasa entonces, a la fase que Bauman (1980) llama de resistencia a un estado de
reclinación.
Ya en la segunda mitad del siglo XVIII, Carlos III retomó la noción imperial de
el castellano como única lengua del reino (Cédula Real de 1770) y se desarrolla una
política monolingüe (cfr. Herranz, 1995: 166) que viene a acelerar la marginación y
negación de las lenguas y culturas indígenas. En El Salvador esta política es coadyuvada
por las modernas ideas de la vida política y económica, ya que la élite criolla ve desde
muy temprano en el siglo XIX al indio como atraso y barbarie. Los indios y sus lenguas
son cada vez más arrinconados en los montes y presionados a una incorporación
humillante a la vida de la incipiente nación en el cultivo del añil y la explotación del
bálsamo.
6
Con el advenimiento de la independencia y las pugnas en torno a la construcción
del aparato de Estado, la situación para las comunidades indígenas llegará a ser más
crítica, al punto que a principios de la década del 30 del siglo XIX se dan sublevaciones
en Izalco, un motín en San Miguel y el levantamiento indígena de los nonualcos de
Anastasio Aquino (1833). La reforma liberal de finales el siglo XIX agrava la situación
de los indios, que para la fecha ya son una minoría ante mestizos y españoles.
Los indios salvadoreños reciben el siglo XX como minoría desposeída (de tierra
y demás bienes), como comunidades que se enfrentan a la desintegración, como grupo
étnico marginado y como cultura y lengua excluidas.
Schuller (1928), citado por Del Río (1999: 195) señala a propósito del oriente de
El Salvador:
“Indios Lenca, con sus arcos y flechas, aparecen cada semana en San Miguel, una de
las poblaciones más importantes de Oriente de la República de El Salvador, donde estos
indígenas, a pesar de sus escasos conocimientos del castellano, acostumbran a vender
con bastante provecho los productos de su industria casera (mecates y otros objetos
trenzados de pita), con cuyo lucro luego se aprovisionan para sus hogares.” (Del Río
1999:195).
Medio siglo después constata Campbell (1976) que en 1970 murió el último hablante
lenca salvadoreño. El lenca se ha conocido como lenca de Chilanga (Campbell, l976;
Arguedas, 1987; Del Río, 1999). De la extinción del ulúa se conoce poco y el chortí fue
de las lenguas que más temprano se dejaron de hablar en El Salvador.
7
El náhuat-pipil tiene su estocada más importante en el siglo XX con los sucesos
de 1932 en El Salvador. En el occidente del país miles de campesinos se levantan contra
los patrones y se produce la mantanza de indios (masacre del 32) con alrededor de 30
mil muertos, bajo la consigna de el indio es comunista. Se desmantela la organización
comunal indígena por considerarla una amenaza a la seguridad del Estado y la
democracia. Se persigue cualquier forma de identificación cultural indígena y se
considera al náhuat lengua comunista de subversión. Señala Campbell: “... the government
decree that Indian languages could be no longer legally spoken.” (Campbell,1985: 2).
Después de los sucesos del 32, pasarán alrededor de 30 años para volver a tratar
el tema del náhuat. Jiménez (1959) saca a luz La lengua de los pipiles, sus relaciones
con el dialecto lenca y su distribución en El Salvador, un año más tarde Aráuz (1960)
El pipil de la región de los Itzalcos, y a finales de la década de 1960 Geoffroy Rivas
(1969) El Nawat de Cuscatlán: apuntes para una gramática tentativa, trabajos que
documentan la lengua para lo que se le puede denominar período post-32. No se tienen
al momento datos demográficos y de sociolingüística que orienten el camino hacia la
comprensión del fenómeno de la obsolescencia de la lengua, en la terminología Bauman
(1980).
8
“El pipil es poco usado, sólo lo habla un pequeño grupo de mujeres mayores
principalmente en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán, al este de El Salvador:
Comazagua, Concepción de Ataco, Cuisnahuat, Chiltiupán, Izalco, Jicalapa, Juayúa,
Nahuilingo, Nahuizalco, Santa Catarina Mazaguat, Santa Isabel Ishuatán, Santo Domingo
de Guzmán, Tacuba y Teotepeque. El número exacto de hablantes se desconoce, ya que
muchos son recelosos a ser reconocidos como hablantes (...) la lengua esta moribunda, los
hablantes más jóvenes no hablan fluido. Mientras los censos y otros reportes oficiales
señalan un máximo de 2000, mi suposición es que a lo mucho serán alrededor de 200”
(Campbell 1985: 2). (La traducción es mía).
9
Mapa Nº 3. Comunidades indígenas por departamento en El Salvador (2004).
Fuente: Perfil de los pueblos indígenas de El Salvador (2004).
Referencias bibliográficas
Aráuz, P., 1960. El pipil de la región de los Itzalcos. San Salvador: Ministerio de
Cultura.
Campbell, L., 1972. La dialectología pipil. América Indígena, 34: 833 – 44.
Campbell, L., 1978. Middle American Languages. The languages of native America:
historical and comparative assessment. Campbell and Mithum (Eds). Austin: University
of Texas Press, 902 – 1000.
Geoffroy Rivas, P., 1969. El Nawat de Cuscatlán: apuntes para una gramática
tentativa. San Salvador: Ministerio de Educación
Geoffroy Rivas, P., 1973. Toponimia nahuat de Cuscatlán. San Salvador: Ministerio de
Educación.
Geoffroy Rivas, P., 1975. El español que hablamos en El Salvador. San Salvador:
Ministerio de Educación.
10
Griffey, P. S., n.d. Pipil: a Nahuatl dialect spoken in El Salvador. Unpublished
manuscript, Linguistics Department, University of California, Berkeley.
Hasler, J. A., 1958. La posición dialectológia del pipil como parte del nahua del este.
América Indígena, 18: 333 – 339.
Hasler, J. A., 1975. Los dialectos de la lengua nahua. América Indígena. 35: 179 – 188.
Jiménez, T. F., 1937. Idioma pipil de Cuzcatlán y Tunalá, hoy República de El Salvador
en la América Central. San Salvador, El Salvador: Tipografía La Unión.
Jiménez, T. F., 1959. La lengua de los pipiles, sus relaciones con el dialecto lenca y su
distributción en El Salvador.
Lemus, J., 1988. A Sketch grammar of the Nahuat spoken in Santo Domingo de
Guzmán. Tesis de Licenciado, Universidad Evangélica de El Salvador.
Lemus, J., 1985. Situación actual del idioma pipil de El Salvador. Boletín Idiomas.
Universidad de El Salvador.
Lemus, J., 1997. Alfabeto pipil: una propuesta. In: Estudios Lingüísticos. El Salvador:
CONCULTURA.
Lemus, J., 1997. Formación de palabras y léxico pipil. In: Estudios Lingüísticos. El
Salvador: CONCULTURA.
Lemus, J., 1999. Revitalización de las lenguas amerindias: una propuesta. In: Una
visión indígena hacia el futuro! Memoria Segunda Jornada Indígena Centroamericana
sobre Tierra, Medio Ambiente y Cultura. San Salvador, El Salvador: Profitexto.
Miller, W. R., 1984. Uto-Aztecan languages. Handbook of North American Indians, vol.
10: Southwest. Ortiz (Ed.). Washington: Smithsonian Institution.
Piérzon, G. de, 1951. Palabras o frases del náhuat o pipil como se habla en Izalco.
Anales del Museo Nacional "David J. Guzmán" 2: 85
11
Ramírez, G., 1997. Vocabulario náhuat. In: Estudios Lingüísticos. San Salvador, El
Salvador: CONCULTURA
Ramírez, A., 1999. Rescate y fortalecimiento de las lenguas indígenas. In: Una visión
indígena hacia el futuro!. Memoria Segunda Jornada Indígena Centroamericana sobre
Tierra, Medio Ambiente y Cultura. San Salvador, El Salvador: Profitexto.
Rochac, A., 1951. Vocabaulario náhuatl o pipil de Izalco. Anales del Museo Nacional
"David J. Guzmán", 2.7: 46 – 48. San Salvador
Roque, C., 2000. Nuestra Escuela Nahuat – Tukalmumachtiak Nahuat. San Salvador,
Imprenta Universitaria, Universidad de El Salvador.
Schultze-Jena, L., 1935. Indiana II: Mytehn in der Muttersprache der Pipil von Izalco
in El Salvador (Jena: Gustav Fischer)
Schultze-Jena, L., 1977. Mitos y leyendas de los pipiles de Izalco. San Salvador:
Ediciones Cuscatlán.
Todd, J. G., 1953. Notas del náhuat de Nahuizalco. San Salvador: Editorial "Nosotros".
12
13
14