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RESUMEN
El presente trabajo tuvo como objetivo, desarrollar los argumentos y fundamentos jurídicos
a la luz del Derecho nacional e internacional sobre el derecho a la unión civil de personas
del mismo género como legítimo derecho constitucional de las minorías nacional. La presen-
te investigación se ubica en el ámbito del Derecho civil y Constitucional, se hizo uso del
método exegético y la dogmática jurídica nacional y el Derecho comparado. El ámbito de
investigación, en el aspecto teórico, abarca toda la doctrina nacional e internacional refe-
ridos al sistema de la Unión Civil. Por la complejidad del problema materia de análisis, la
investigación es exploratoria. Los derechos fundamentales de las minorías, como el derecho
a ser iguales ante la ley, no pueden ser recortada porque lo decide una mayoría a la que le
‘incomodan’ actitudes de una minoría que no perjudican a nadie. Y este derecho tampoco
puede ser sometido a un referéndum o cualquier forma de consulta popular porque devendría
en ilegítimo, pues, los derechos humanos no son materia de consulta por ser inherentes a la
persona. Podemos concluir que con la aprobación de la unión civil no matrimonial de perso-
nas del mismo género, el Perú tiene la oportunidad para dar un paso más en el camino de la
cultura de la libertad y el respeto de las minorías discriminadas.
SUMMARY
The main objective of this paper is to develop and legal arguments in the light of national
and international law on the right to civil unions of same gender as the legitimate consti-
tutional rights of national minorities foundations. This research is located in the area of
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civil law and Constitutional, use was made of the exegetical method and national legal
doctrine and comparative law. The scope of research in theoretical aspect, encompasses all
national and international doctrine referred to the system of the Civil Union. Because of the
complexity of the matter problem analysis, research is exploratory. The fundamental rights
of minorities, such as the right to be equal before the law, can’t be cut because it decided by
a majority to him ‘uncomfortable’ attitudes of a minority that do not harm anyone. And this
right not be subjected to a referendum or any form of referendum that would become illegi-
timate, then, human rights are not a matter of consultation to be related to the individual. In
that sense, even against the tyranny of the majority, the draft civil union of same-sex must
be approved by the Congress. With the approval of non-marriage civil union of persons of
the same gender, Peru has the opportunity to take another step on the road to the culture of
freedom and respect for minorities discriminated against.
INTRODUCCIÓN
Se considera que, la unión civil no matrimonial de personas del mismo género, a la luz del
derecho nacional e internacional, es un avance hacia la igualdad de derechos. Es un tema
relacionado a los derechos de minorías y que de ninguna manera, desde el punto de vista
jurídico, es inconstitucional, ni ilegal, ni antinatural y, ni siquiera, poco cristiano dar una
protección jurídica patrimonial, estrictamente por razones de justicia, a personas que han
construido un patrimonio común de idéntica naturaleza al de los gananciales. Los derechos
fundamentales de la persona no están a lo que digan las mayorías o minorías. El ámbito de
investigación, en el aspecto teórico, abarca toda la doctrina nacional e internacional referidos
al sistema de la Unión Civil de personas del mismo género. Minorías nacionales, Constitu-
ción Política de 1993, Derecho Internacional, Derecho Comparado, Posiciones en debate de
la unión civil Congreso de la República.
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En el ordenamiento peruano las uniones de hecho han existido desde el incanato, en donde
se les reconocía como “servinakuy” esta situación se ha dado a lo largo de los diversos de
los ordenamientos legales desde entonces, exceptuando el Código civil de 1852 que no la
contiene porque adopta la doctrina canónica; así es recogida en el Código civil de 1936, en la
Constitución Política de 1979, en la vigente de 1993 y en el Código Civil de 1984. El reco-
nocimiento otorgado por el ordenamiento jurídico peruano a esta figura no supone que su
objetivo es promoverla para que constituya una alternativa más al establecimiento en pareja
junto al matrimonio; sino que se ha visto obligado a contemplarla en vistas a una realidad
existente, sobre todo para brindar protección al hogar que, de facto, se forma en el seno de tal
convivencia. Por lo que se entiende que el ordenamiento, al reconocer las uniones de hecho
está adoptando la tesis de la apariencia de estado matrimonial (Vilcachagua, 2001) NO. El
artículo 1 del Proyecto LEY N° 2647/2013-CR, establece que: A los efectos de esta Ley, se
entiende por Unión Civil No Matrimonial, a la unión voluntaria conformada por dos perso-
nas del mismo sexo con el fin de establecer y garantizar derechos y deberes, el uno para
con el otro, dispuestos en la presente Ley (…). Las Uniones de hecho homosexuales, que es
así como les llama, cuentan con las siguientes características: Cohabitación; singularidad;
estabilidad; publicidad; inexistencia de impedimentos de parentesco, incesto; imposibilidad
de engendrar hijos comunes; incapacidad para educar hijos con los roles diversificados de
hombre y mujer; ineptitud para la continuación de la especie; ineptitud para la transmisión
de valores culturales tradicionales (Medina 2001).
La palabra familia procedería del sánscrito, idioma de la lengua indoeuropea similar al latín
y al griego en Europa. En esta corriente, algunos refieren su relación con los vocablos dhá
(asentar) y dhaman (asiento, morada) designando la cada doméstica y, en un sentido espe-
cífico, los bienes pertenecientes a esa morada, el patrimonio (Corral, 2005). Otros en la raíz
vama, hogar o habitación comprendiendo a todos los sujetos que compartían un mismo techo
(Ramos 2003). Este último es, en su sentido vulgar, el concepto que se tiene de la familia. Los
que sostienen el origen itálico alegan que en su naturaleza está la voz latina fames, hambre,
como referencia que es en la familia donde se satisface esta necesidad fundamental. Pero la
teoría que merece mayores seguidores explica que familia procede a la voz familia, derivada
de la raíz latina clásica famulus. (Corominas y Pascual 1961). Que deviene de famel (idioma
de los Oscos) referido al sirviente o esclavo, considerándose con este término a todos los
que viven con el señor de la casa. Entonces, Famulus es el esclavo doméstico y familia es el
conjunto de esclavos pertenecientes a un hombre. Con esta estructura lingüística se sustentó
que la familia se constituía por las personas que sirviendo a un hombre viven bajo su mismo
techo, ab initio el término familia no fue aplicado por las relaciones conyugales ni filiales.
Téngase en cuenta que esta fuente de terminología no muestra la característica actual de la
familia. Solo sirve para demostrar la idea de agrupamiento (Varsi, 2011).
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Definición de Familia
La familia, según Varsi Rospigliosi, tiene una multiplicada de definiciones tomando en cuen-
ta las diversas disciplinas que la estudian. Tenemos definición legal, política, sociológica,
filosófica, antropológica, sicoanalítica por citar algunas. La coincidencia entre todas en el
aspecto grupal, lo organizacional y la vinculación que une a sus integrantes. Debemos tener
en cuenta que el fenómeno familiar no es un todo homogéneo. Es un mundo de relaciones
diferentes que afectan a cada una de las partes en que ellas insertas de manera diferente, que
exige de un enfoque multidisciplinario para su comprensión general. De lo contrario es posi-
ble que se vea solo o a menos la punta del iceberg (Farias y Rosenvald 2008).
Por ser una institución sumamente extendida en el mundo –aunque no de modo universal
–la definición del matrimonio es materia de diversas disciplinas. Existen varias nocio-
nes de matrimonio. Según Valverde, citado por Vásquez Olivera, por el matrimonio, el
hombre y la mujer, asociados en una perdurable unidad de vida sancionada por la ley, se
completan recíprocamente, y cumpliendo los fines de la especie la perpetúan al traer a la
vida la inmediata descendencia (Vásquez, 2002). Igualmente Enneccerus, manifiesta que
el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, reconocida por la ley, investida de
ciertas consecuencias jurídicas y dirigidas al establecimiento de una plena comunidad de
vida (Enneccerus, cit. Vasquez, 2002).
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contratos en general; que en la casi totalidad de las legislaciones no puedan las partes
modificar los efectos personales del matrimonio.
La sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que legaliza el matrimonio
igualitario
El Tribunal Supremo de los EEUU ha declarado inconstitucionales las leyes de sus 14 esta-
dos que prohibían al matrimonio homosexual; por lo tanto, las parejas del mismo sexo tienen
el derecho de contraer matrimonio en los 50 Estados de la Unión sin que ninguna ley pueda
impedirlo. La sentencia es histórica porque pone fin a un debate legal y judicial en un país
tan influyente como EEUU, en donde se refleja de modo complejo las contradicciones entre
el impulso liberal y democrático y una poderosa cultura reaccionaria que lo resiste. También
lo es porque esta decisión que hace justicia a millones de hombres y mujeres no obedece a
una ley sino a una decisión judicial. desde el 26 de junio de 2015, tras la sentencia del caso
Obergefell contra Hodges del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que declaró que
todos los Estados tienen obligación de conceder licencias de matrimonio a parejas del mismo
sexo bajo la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos (Bassets,
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2015). [Pero es preciso adentrarse en la sentencia para apreciar el enfoque de los altos jueces
norteamericanos a fin de sopesar las poderosas razones que, revistiendo en su totalidad de
sentido jurídico –constitucional, se sustentan en los más antiguos principios generales del
Derecho, la equidad y la libertad, ambos elementos concurrentes y no limitativos del amor y
sus consecuencias legales.
El Tribunal, a través de esta magistral sentencia, realiza como muy pocas veces una inte-
gración del amor al derecho positivo. Señala, por ejemplo, que “el matrimonio representa
un amor que puede sobrevivir a la muerte”; “que no hay ninguna unión más profunda que
el matrimonio, que representa los más altos ideales de amor, fidelidad, devoción, sacrificio
y familia”; y que “al afrontar una unión en matrimonio, dos personas se convierten en algo
más grandioso que lo que eran antes”. Luego, desde una visión de matrimonio como poten-
cia dota de libertades que no pueden considerarse reñidas con los sentimientos, el Tribunal
concluyente que “la naturaleza del matrimonio es que, a través de su lazo eterno, dos perso-
nas pueden encontrar otras libertades, como la de expresión, intimidad o espiritualidad. Esto
es cierto para todos los ciudadanos, independientemente de su orientación sexual”.
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MATERIAL Y MÉTODOS
RESULTADOS
Los derechos fundamentales de las minorías, como el derecho a ser iguales ante la ley, no
pueden ser recortada porque lo decide una mayoría a la que le ‘incomodan’ actitudes de
una minoría que no perjudican a nadie. Y este derecho tampoco puede ser sometido a un
referéndum o cualquier forma de consulta popular porque devendría en ilegítimo, pues, los
derechos humanos no son materia de consulta por ser inherentes a la persona. En ese sentido,
aun contra la tiranía de la mayoría, el proyecto de unión civil de personas del mismo género
debe ser aprobado por el Congreso de la República.
Al obtener el reconocimiento jurídico de la unión civil de personas del mismo género, los
compañeros (as) civiles podrían realizar contratos económicos, como cualquier pareja de
esposos; para obtener y poseer bienes comunes; derecho a la herencia de la pareja en caso
de que uno de ellos fallezca, su vez, si uno ellos se encontrase impedido de tomar decisiones
sobre su estado de salud, su compañero civil podría autorizar, por ejemplo, un tratamiento
quirúrgico de emergencia; el derecho a visitar a su pareja en el hospital, así se encuentre en la
unidad de cuidados intensivos; se les permita realizar visitas a un centro penitenciario. Dere-
chos ante la seguridad social, es decir, los compañeros civiles podrían adquirir el derecho a
ser beneficiaros directas del Seguro Social de su pareja. Esto implicaría que tendrían acceso
a la pensión de invalidez de Essalud, de sobrevivencia en AFP, de viudez, al régimen manco-
munado de jubilación, gozar del derecho al seguro ante cualquier aseguradora. Asimismo,
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en caso de que alguno de los compañeros civiles sea extranjero, tendría derecho a adquirir
la nacionalidad peruana, luego de dos años de haber celebrado la unión civil no matrimonial
con un ciudadano peruano.
DISCUSIÓN
El Premio Nobel Mario Vargas Llosa, Señala: “El matrimonio entre personas del mismo
sexo, ya autorizado en varios países del mundo, tiende a combatir un prejuicio estúpido y a
reparar una injusticia por la que millones de personas han padecido (y siguen padeciendo en
la actualidad), injusticias y discriminación sistemática, desde la hoguera inquisitorial hasta
la cárcel, el acoso, marginación social y atropellos de todo orden. Inspirada en la absurda
creencia de que hay solo una identidad sexual “normal” (Vargas-Llosa, 2013).
Para el ex congresista conservador, Rafael Rey, aquello de legalizar la “unión civil homo-
sexual” no es algo normal. “La pareja tiene que ser de distinto sexo” (Chavez, 2014).
Por su parte, Federico Prieto Celi, otro laico consagrado de las filas opus deístas, opina en
las mismas páginas sobre el mismo tema, y advierte: “sufrimos el brote de un movimiento
cultural neopagano”. Y señala que estamos ante una suerte de confabulación internacional
que pretende destruir el matrimonio, tal como lo entiende el catolicismo desde su particular
cosmovisión, la cual considera de refilón que los homosexuales son como ciudadanos de
segunda categoría (Prieto, 2014).
No comparto los argumentos que fueron vertidos por Rafael rey y Federico Prieto Celi,
porque para los homosexuales, es más normal que dos personas del mismo sexo se sien-
tan atraídas, que, por ejemplo, alguien aspire a vivir el celibato. Porque desde mi punto
de vista, los decretos impracticables, como reprimir la libido, solo favorecen la genera-
ción de patologías, o producen individuos infelices, o contribuyen a la neurotización y
ahondamiento de la soledad. Lo medular de este debate de la “unión civil” es que trata de
instalar la igualdad para todos los peruanos, sin discriminaciones de ningún tipo. Y las
parejas homosexuales, independientemente, tengan los mismos derechos patrimoniales,
hereditarios, tributarios, de acceso a la salud pública, etc. Porque, a fin de cuentas, lo
que se pretende es que se legisle bajo el principio de laicidad del Estado peruano, pues,
el Perú no es un país musulmán ni se rige bajo las leyes absolutistas del Vaticano. Bajo
esa premisa, lo que se debe buscar es la construcción de una nación más inclusiva, en
la que los derechos que se les reconocen a los heterosexuales también se les reconozcan
a los homosexuales. El problema no es de difícil comprensión jurídica. Si en el Perú
existen minorías excluidas y estigmatizadas, el Estado debe actuar de forma especial
para superar este tipo de situaciones, promoviendo políticas públicas destinadas a dejar
atrás cualquier tara o anacronismo que arrastremos como sociedad.
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El informe elaborado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos: señala “la obligación de proteger a las personas de la discriminación por razón
de la orientación por razón de la orientación sexual comprende que las parejas de hecho
homosexuales sean tratadas de la misma manera y tengan derecho a las mismas prestaciones
que las parejas heterosexuales”. Sin duda las trabas se encuentran en dos niveles. Por un
lado, los prejuicios de muchos en la sociedad. Esto consiste, en esencia, en una irracional
resistencia a reconocer como un “dato de realidad” la diversidad en la orientación sexual
de las personas. Por otro lado, la campaña oscurantista y totalitaria de un sector de la
jerarquía eclesiástica que alimenta esos prejuicios. En sentencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, vinculante para todo el sector público nacional, se ha establecido
sin ambigüedad que “está proscrita por la Convención cualquier norma, acto o práctica
discriminatoria basada en la orientación sexual de la persona. En consecuencia, ninguna
norma, decisión o práctica de derecho interno, sea por parte de autoridades estatales o por
particulares, pueden disminuir o restringir, de modo alguno, los derechos de una persona a
partir de su orientación sexual”.
Los que manifiestan que las parejas homosexuales se diferencian de las heterosexuales se
caracterizan por ser inconstitucional. Porque el principio de la dignidad humana, señalado
en el artículo 1º de la Constitución, atribuye de no restringir derechos salvo una limitación
permita de otro derecho fundamental, por lo que se podría sostener que no existe un tertium
comparationis válido, es decir no existe algún motivo válido para diferenciar las relaciones
iniciadas entre dos seres humanos por su orientación sexual. La Corte Constitucional de
Colombia ha sostenido que “actualmente la pareja heterosexual cuenta con dos formas de
dar lugar a una familia, lo que les permite a sus miembros decidir autónomamente y ejercer
su derecho al libre desarrollo de la personalidad, en tanto que la pareja homosexual carece
de un instrumento que, cuando se trata de constituir una familia, les permita a sus integrantes
tener la misma posibilidad de optar que asiste a las parejas heterosexuales” (Corte Constitu-
cional de Colombia,2011).
El artículo 2.2º de la Constitución dispone que toda persona tiene derecho “la igualdad
ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión,
opinión, condición económica o de cualquiera otra índole”. Este principio ha sido entendido
en el sentido que “el derecho a la igualdad tiene dos facetas: igualdad ante la ley e igualdad
en la ley. La primera de ellas quiere decir que la norma debe ser aplicable, por igual, a todos
los que se encuentren en la situación descrita en el supuesto de la norma; mientras que la
segunda implica que un mismo órgano no puede modificar arbitrariamente el sentido de sus
decisiones en casos sustancialmente iguales” (Tribunal Constitucional, 2007). El Estado no
tiene otra opción sino la de hacer respetar el principio de no discriminación por orientación
sexual. Sería útil que nuestros congresistas tuvieran en cuenta que no tienen otra opción.
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CONCLUSIONES
Con la aprobación de la unión civil no matrimonial de personas del mismo género, el Perú
tiene la oportunidad para dar un paso más en el camino de la cultura de la libertad y el respe-
to de las minorías discriminadas, dejando atrás una de las formas más extendidas y practi-
cadas por el hombre, que es la homofobia, es decir, el odio a los homosexuales. El proyecto
de ley de Unión Civil entre persona del mismo género o sexo, que cuenta con el apoyo del
Ministerio de Justicia, la Defensoría del Pueblo, de las Naciones Unidas y de Amnistía Inter-
nacional es legal y moralmente correcta. La Organización de las Naciones Unidas (ONU)
y su Comisión para los Derechos Humanos protege a las personas de la discriminación por
razón de la orientación sexual, y que sean tratadas de la misma manera y tengan derecho a
las mismas prestaciones que las parejas heterosexuales. Esta recomendación de la ONU es
concordante con el espíritu de la Constitución de 1993 por el que se rechaza toda forma de
discriminación, incluyendo la orientación sexual. Consideramos que desde una moral priva-
da y desde una óptica religiosa, las diversas confesiones religiosas se hallan completamente
equivocadas. Lo cierto es que se resisten al natural cambio y evolución de las sociedades,
el Estado peruano no es confesional ni fundamentalista, tampoco totalitario, ni se guía por
dogmas católicos retrógrados.
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