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Las dimensiones del tiempo y del espacio encuadran la vida del hombre, que
se ha servido para sobrevivir y para vivir en bienestar de cosas inanimadas y formas
de vida, siendo contradictoriamente respetuoso y agresivo con su entorno, ya que el
progreso de las ciencias y las técnicas le dio instrumentos para vivir mejor, pero
también para ser más agresivos con él. Así, la relación del hombre con su entorno
se hizo, a lo largo de milenios, cada vez más rica y más compleja, apareciendo
riesgos que acechan su vida y su salud. La presión demográfica, el desarrollo
tecnológico y las crecientes pautas de consumo han deteriorado en forma acelerada
un medio vulnerable. La dinámica del tiempo es la que expresa con mayor claridad
los cambios en la convivencia social, el crecimiento del tamaño de las poblaciones y
el perfil de sus problemas de salud, las causas de muerte y de enfermedad.
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En un sistema físico, la frontera separa lo que pertenece o no al sistema,
mientras que el entorno es todo aquello que se encuentra fuera de la frontera. La
frontera es fácil de delimitar, pero el entorno, lo forman todos los elementos del
ambiente fuera de la frontera que influyen o pueden influir sobre los elementos del
sistema, o son influidos por los mismos.
Cuando existen relaciones entre los elementos del sistema y los elementos de
su entorno decimos que aquel es abierto. Por lo tanto, un sistema será más o menos
abierto según la importancia que tengan los intercambios que mantiene con el
entorno. Si consideramos a una empresa como un sistema abierto, el entorno influirá
en gran manera sobre la empresa (el entorno político podrá actuar decidiendo
aranceles y permitiendo o no la importación de un producto; el entorno social podrá
influir al demandar un determinado producto o servicio; el entorno económico hará
más o menos difícil la concesión de ayudas, subvenciones, préstamos, etc.; el
entorno tecnológico ayudará a emplear tecnologías de punta; el entorno ambiental
demandará la necesidad de un mejor desempeño de operaciones y procesos para
no generar impactos en el ambiente, etc.). Los sistemas que se convierten en
cerrados o poco abiertos tienden a desaparecer a medida que van disminuyendo sus
relaciones con el entorno (una empresa, por ejemplo, que no tiene intercambios
técnicos con otras de su especialidad, no interactúa con la comunidad circundante,
ni hace marketing, ni publicidad, ni recibe información sobre la dinámica de
tecnologías, productos y mercado).
Un sistema puede estar formado por dos o más subsistemas, y éstos a su vez
pueden contener otros subsistemas de rango inferior, cada uno de los cuales
quedará definido por sus fronteras (en el ejemplo de la empresa, podemos
considerar que ésta puede tener varios departamentos tales como producción,
personal, medio ambiente, y si tenemos en cuenta este último, podemos dividirlo en
subdepartamentos tales como efluentes, legales, análisis, etc.).
Una vez definidos estos flujos, en cada sistema deben establecerse los
correspondientes controles para corregir las desviaciones que se produzcan en los
procesos para conseguir los objetivos (por ejemplo, en el caso de la empresa, se
fijarán los sistemas de control necesarios para comprobar que sus actividades se
desarrollan de acuerdo con las pautas ambientales previstas, como procedencia y
composición de materias primas, cantidad y calidad de efluentes y vertidos, impactos
ambientales por debajo de los estándares preestablecidos, etc.).
Definimos la ecología como la ciencia que estudia las relaciones entre los
seres vivos y su medio, y las interacciones de estos seres vivos entre ellos. Dentro
de las distintas disciplinas básicas que la componen, se estudia el comportamiento
ambiental de cada especie individual (aisladamente) y sus respuestas ante la
variación de las condiciones de su hábitat y sus respectivas adaptaciones al
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ambiente (Autoecología), el conjunto de las especies (Sinecología) y sus
interacciones y los mecanismos generadores de las variaciones demográficas de las
poblaciones de las diversas especies, con el objeto de conocer la abundancia,
densidad, representatividad, fragilidad y diversidad de éstas, su crecimiento,
distribución por edades, fluctuaciones y sus causas (Dinámica de las poblaciones).
Un ecosistema está, pues, constituido por dos componentes: una parte viva
que lo habita, la biocenosis, constituida por poblaciones vegetales y animales, y una
parte inanimada, que actúa como soporte o substrato, el biotopo (parte del medio
ocupada por la biocenosis), donde actúan los factores abióticos que determinan las
características físico-químicas del medio. El alcance del término ecosistema se
refiere, entonces, a la organización de la vida y a las interacciones entre los
componentes bióticos y abióticos.
Dado que el estudio de la biosfera (espacio del planeta ocupado por los seres
vivos), en su conjunto, y el de sus interacciones, es prácticamente imposible debido
a su complejidad y extensión, se diseña una unidad de menor amplitud, el
ecosistema, como unidad funcional de la biosfera.
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3. Ambiente - Recursos Naturales
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Elemento natural: existe independientemente de la presencia y necesidades del
hombre.
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Es necesario para lograr una mejor claridad conceptual, establecer la
diferencia entre factor ambiental y recurso ambiental. Los factores ambientales
engloban los diversos componentes del ambiente en los que se desarrolla la vida
en nuestro planeta y son el soporte de toda actividad humana: el aire, el clima, el
agua, el suelo, el hombre, la flora, la fauna, el paisaje y las interacciones entre
todos ellos, además de los bienes materiales, la calidad de vida y el patrimonio
cultural. Son susceptibles de ser modificados por la actividad del hombre
ocasionando problemas menores fácilmente soportables o graves problemas que
suelen ser a mediano o largo plazo y por ende resultan difíciles de valorar. La parte
del factor ambiental disponible (en términos de explotación o satisfacción) por el
hombre, se considera como un recurso ambiental, y puede ser modificado tanto en
calidad como en cantidad y tiempo de disponibilidad, presentándose en un espacio
o entorno ambiental más o menos amplio.
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En cualquier caso, deberá llevarse a cabo una cuidadosa y escrupulosa
gestión del recurso. La economía ambiental define el concepto de tasa de
explotación sostenible, es decir, aquella que es posible mantener a largo plazo sin
disminuir significativamente la capacidad del recurso natural para abastecer a las
generaciones futuras. En los recursos renovables la explotación anual debe ser
igual que su tasa de crecimiento anual. Sin embargo, si el recurso incorpora
externalidades y éstas no son consideradas en la decisión, las tasas calculadas no
serán realmente sostenibles (si la tala de un bosque se calcula por el precio de la
madera sin incorporar por ejemplo la función de sumidero de CO 2, la explotación no
será sostenible y el resto de la sociedad perderá esta externalidad positiva). 2
R = f (C, Q, t, S)
Siendo: R=Valor del recurso, C=Cantidad del recurso, Q=Calidad del recurso,
t=tiempo de disponibilidad, S=espacio ocupado.
2) Soporte de actividades
2
Economía ambiental y valoración de recursos naturales. Publicaciones de la UAP. 2010
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aceptables (procesos de oxidación atmosférica o hídrica, incorporación a la cadena
trófica, descomposición química o biológica, reacciones químicas, etc.). También
puede interpretarse como la capacidad de dispersar, diluir y/o filtrar los elementos
que se incorporen al medio físico, transportándolos a lugares donde los impactos
presenten moderada agresividad, y/o manteniéndolos por debajo de los niveles de
inmisión requeridos por la legislación vigente o, de los estándares que se
consideren aceptables.
4. Desarrollo Sustentable
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Sostenibilidad Ecológica: Preservación de Recursos Naturales
Garantiza que el desarrollo aumente el control de los hombres sobre sus propias
vidas, sea compatible con la cultura y los valores de las personas afectadas y
mantenga y fortalezca la identidad de la comunidad.
Garantiza que el desarrollo sea económicamente eficiente y que los recursos sean
gestionados de modo que se conserven por las generaciones futuras
5. Servicios Ecosistémicos
producción de alimentos
regulación climática
provisión de agua
protección del suelo
atenuación de disturbios (como las inundaciones)
regulación de gases atmosféricos (captura de carbono)
provisión de refugio a la biodiversidad
recreativa
preservación de valores culturales
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Valoración de servicios ecosistémicos Conceptos, herramientas y aplicaciones para el
ordenamiento territorial. Laterra, P. ; Jobbágy S. ;Paruelo J.;
(Editores) INTA Buenos Aires. 2011
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urbanización, la utilización de tecnologías industriales y agropecuarias inadecuadas,
la migración de grandes masas de población rural hacia las ciudades y la
explotación irracional de los recursos naturales son algunos de ellos.
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• Peligros tradicionales, ligados a la pobreza y al desarrollo insuficiente.
• Peligros modernos, dependientes de un desarrollo insostenible. Guardan relación
con un desarrollo rápido que no tiene en cuenta mecanismos de protección del
medio ambiente y la salud y con un consumo abusivo de los recursos naturales.
De este modo, los peligros para la salud derivados del ambiente y sus riesgos
asociados van cambiando con el tiempo y/o el desarrollo, pasando de tradicionales a
modernos. Este patrón de cambios se denomina “transición del riesgo”.
Los peligros tradicionales suelen manifestarse en las poblaciones a través de
enfermedades de aparición rápida. Por ejemplo, beber agua contaminada por
bacterias producirá en pocas horas diarrea y otros síntomas relacionados.
Contrariamente, los peligros modernos pueden expresarse en determinadas
sintomatologías muchos años después que ha sucedido una modificación en el
medio. Es común que los efectos aparezcan en la salud después de haberse
mantenido por decenios en el ambiente físico o en las cadenas alimentarias. En
muchos casos, los peligros modernos pueden socavar las propias estructuras de
sostén de la vida sobre la Tierra, como sucede con la desaparición del ozono
estratosférico por la presencia de clorofluorocarbonos.
7. Crisis Ambiental
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La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano se celebró en
Estocolmo en 1972 con la participación de 110 países. El mayor logro fue que todos
los participantes aceptaran una visión ecológica del mundo, en la que se reconocían,
entre otras cosas, “los grandes trastornos del equilibrio ecológico de la biosfera; la
destrucción y agotamiento de recursos insustituibles y las graves deficiencias,
nocivas para la salud física, mental y social del hombre, en el medio por él creado,
en que vive y trabaja, y la necesidad [...] de una amplia colaboración entre las
naciones y la adopción de medidas por parte de las organizaciones internacionales,
en interés de todos”. La Declaración final incluyó cierto número de contrasentidos, al
preconizar simultáneamente medidas de reducción de la contaminación ambiental e
industrialización acelerada del Tercer Mundo. Una conclusión clave surgió a partir de
los países más pobres, bajo la tesis de que “la peor de las contaminaciones es la
pobreza”. De esta manera, enraizaba el concepto sobre el “principio de la calidad de
vida”. Consecuente con la Declaración final, la Asamblea General aprobó la creación
de un programa internacional que se denominó Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA).
A partir de la reunión de Estocolmo, muchos países comenzaron a incorporar
el medio ambiente en sus estructuras gubernamentales, creando ministerios o
agencias específicas. El tema ganó espacio en los medios de comunicación, se
crearon miles de organizaciones y se impulsaron estudios e investigaciones
ambientales. En 1983, las Naciones Unidas establecieron una Comisión Mundial
sobre Medio Ambiente y Desarrollo que elaboró el informe “Nuestro Futuro Común”,
en el que se alertaba sobre las consecuencias de seguir adelante con los modelos
de crecimiento vigentes. Este documento, conocido como “Informe Brundtland”
(1987), condujo a la realización de una Asamblea General de Naciones Unidas en
1989. De este modo, en el 20° aniversario de la Conferencia de Estocolmo, se
organizó la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo
(CNUMAD) en Río de Janeiro (Brasil, 1992), conocida como “Cumbre de la Tierra”
(ECO 92). La Cumbre fue convocada con el objeto de buscar estrategias para
prevenir el proceso de degradación ambiental y empobrecimiento creciente del
planeta, colocando el medio ambiente y el desarrollo como centro del debate
internacional.
El legado de la ECO 92 marca los deberes y las responsabilidades de los
países respecto al manejo ambiental del planeta, respetando pautas hacia un
desarrollo sustentable. El documento llamado “Declaración de Río sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo” no tiene carácter jurídico obligatorio, por lo tanto, sus
principios sólo significan un compromiso moral y ético. La Agenda 21 es el Plan de
Acción para poder llevar a cabo los principios enunciados en la Carta de la Tierra,
marcando la transformación del concepto de desarrollo sustentable en planes
específicos. Estos planes están descriptos en términos de objetivos, actividades y
medios de ejecución, aspectos financieros, recursos científicos y tecnologías
necesarias.
Sucesivos encuentros internacionales profundizaron la discusión sobre los
temas ambientales La primera Convención Internacional sobre Medio Ambiente y
Desarrollo (La Habana, Cuba, 1997), denominada “A 5 años de Río”, evaluó el
cumplimiento internacional de la Agenda 21.
En Johannesburgo (Sudáfrica, 2002), diez años después de la Cumbre de la
Tierra, se establecieron vínculos entre el desarrollo socioeconómico y la protección
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del ambiente, con énfasis en el desarrollo humano. Las discusiones no fueron sólo
entre funcionarios gubernamentales, sino entre representantes de la sociedad civil, y
fue vista como la Primera Cumbre Multisectorial.
Bibliografía
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