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GARANTÍA DE NO AUTOINCRIMINACIÓN
ART 8.3° CADH “La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de
ninguna naturaleza”.
ART 14.2°.g) PICyP: “A no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse culpable”.
ART 296 CPPN: “El imputado podrá abstenerse de declarar. En ningún caso se le requerirá
juramento o promesa de decir verdad ni se ejercerá contra él coacción o amenaza ni medio
alguno para obligarlo, inducirlo o determinarlo a declarar contra su voluntad ni se le harán
cargos o reconvenciones tendientes a obtener su confesión.
La inobservancia de este precepto hará nulo el acto, sin perjuicio de la responsabilidad penal o
disciplinaria que corresponda”.
Esta garantía tiende a evitar todos aquellos actos crueles que puedan utilizarse para
conseguir una declaración de culpabilidad. Tiene por objeto proteger el derecho a la
dignidad que tiene toda persona, cualquiera que sea su estado jurídico. El sospechado de
culpabilidad en la comisión de un delito no puede ser obligado a suministrar pruebas que
lo incriminen, aun cuando a consecuencia de ello el delito pueda quedar impune.
Sin embargo, aunque el imputado NO puede ser SUJETO DE PRUEBA (declarar contra
sí mismo, ser obligado a presentar un escrito para que se haga una pericia), es decir,
realizar alguna presentación activa que lo incrimine, sí puede ser OBJETO DE
PRUEBA, asumiendo un rol pacifico, por ejemplo: extracción de sangre, reconocimiento
en rueda, etc, ya que no se le exige al imputado colaboración.
Es decir, la garantía sólo ampara a una persona como sujeto u órgano de prueba, esto es,
como quien con su relato incorpora al procedimiento un conocimiento cierto o probable
sobre un objeto de prueba. NO la ampara, en cambio, cuando ella misma es objeto de
prueba, por ejemplo se extrae muestra de sangre o de piel, ya que son actos que no
consisten en dar información por el relato de hechos, circunstancias o acontecimientos, y
para los cuales no es necesario el consentimiento de la persona afectada que, en
principio, puede ser forzada al examen.
La declaración del imputado prestada sin atender a estas reglas, NO puede ser utilizada
para fundar una decisión que lo perjudique, y sólo es aprovechable mientras lo beneficie.
Esto no dependerá de la voluntad del imputado, ni de su protesta ante el vicio, ya que al
tratarse de una garantía constitucional y de un defecto relativo a la participación del
imputado en el procedimiento, debe ser advertida aun de oficio; se trata por ello de
motivos absolutos de casación de la sentencia (vicio no convalidable).
Fallo “MIRANDA”: En 1963, Ernesto Arturo Miranda fue detenido por secuestro y
violación. Fue llevado a la sala de interrogatorio y luego de 12 horas Miranda confesó
sin ninguna advertencia de su derecho constitucional a guardar silencio, o su derecho
de tener un abogado presente. En el juicio, el fiscal ofreció sólo su confesión como
prueba y él fue condenado.
Por último, la Corte estableció ciertas reglas que deben respetarse al detener a un
sospechoso para que su declaración sea válida, a las que llamó Reglas Miranda: "...La
persona en custodia debe, previo a su interrogatorio, ser claramente informado de su
derecho a guardar silencio, y de que todo lo que diga será usado en su contra en un
tribunal, debe ser claramente informado de que tiene el derecho de consultar con un
abogado y tener a ese abogado presente durante todo el interrogatorio, y que, si es
indigente, un abogado le será asignado sin coste para representarlo”.
La Corte sostuvo que tanto las declaraciones inculpatorias como las exculpatorias
realizadas en respuesta a un interrogatorio por un acusado en custodia policial es
admisible en un juicio sólo si la fiscalía puede demostrar que el acusado fue
informado antes de ser interrogado de la Advertencia Miranda: su derecho a consultar
a un abogado defensor antes y durante el interrogatorio, y el derecho a no
autoincriminarse. Y además no sólo debe entender estos derechos, sino que además
debe renunciar a ellos voluntariamente.
La Corte dijo que la garantía en examen había sido afectada puesto que “el juramento
implica una coacción moral que invalida los dichos expuestos en esa forma, pues no hay
duda que exigir juramento al imputado a quien se va a interrogar, constituye una
manera de obligarlo a declarar en su contra.
UNIDAD V – Gtia de la no autoincriminación
Agregó que la declaración de quien es juzgado por delitos, faltas o contravenciones debe
emanar de la libre voluntad del encausado, quien no debe verse enfrentado con un
problema de conciencia, como el que sería colocarlo en la disyuntiva de faltar a su
juramento o decir la verdad”, en la disyuntiva de decir la verdad o autoincriminarse, o
mentir y cometer un delito (falso testimonio).
Además agregó que no se precisó cuál era el agravio que la supuesta irregularidad
habría ocasionado al imputado, más aun cuando éste se negó a declarar, ni cuál es el
derecho o garantía que se habría visto impedido de ejercer. Por lo que el proceso
volvió a sus inicios.
Fallo “BIANCHI” (2002): HECHOS: Bianchi realiza una denuncia, y luego es llamado a
ratificarla, por lo que se le toma juramento como testigo de decir la verdad. La causa
avanza, y el juez en base a los elementos de sospecha que tiene, lo llama a prestar
declaración informativa, pero esta vez como imputado. A partir de esta declaración, lo
condenan por el delito de defraudación prendaria.
La CORTE: siguiendo la línea del fallo Acosta, dice que si bien se le tomo juramento de
decir la verdad, también se le hizo saber que podía no declarar y en todo el proceso
estuvo presente su abogado.
Disidencia de PETRACCHI: cuando se plantea una situación como la del sub lite, en la
que el sujeto ya declaró sobre los hechos que lo incriminan bajo juramento o promesa
de decir verdad al ratificar una denuncia, y luego es interrogado en calidad de
UNIDAD V – Gtia de la no autoincriminación
La Corte dijo que el a quo para agravar el monto de la pena valoró el silencio de Casas,
lo que demostraba su falta de arrepentimiento y sentimientos de culpabilidad.
Como regla dice que el tribunal debe garantizar la dispensa de juramento, y que debe
evitar crear condiciones propicias para que el imputado confiese.
TORMENTOS
En cambio, sí puede utilizarse a favor del imputado un acto con ese defecto, sin perjuicio
de la eventual persecución penal de quien participó en el tormento.
Por último dijo que atribuirle valor al resultado de un delito (apremios ilegales) y
apoyar sobre él una sentencia judicial, no sólo es contradictorio de la garantía de la
defensa en juicio (que prohíbe declarar contra uno mismo), sino que compromete la
buena administración de justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho
ilícito.
Para 2 miembros de la Corte, una confesión policial sólo sería válida si los funcionarios
policiales hubiesen observado ciertos requisitos tendientes a asegurar la espontaneidad
de las declaraciones. Otro miembro de la Corte señaló que no correspondía darle ningún
valor a una confesión policial rectificada luego ante el juez de la causa. No existe en la
causa una fuente independiente de conocimiento que permita acreditar el cuerpo del
delito y la autoría de la acusada, prescindiendo de las pruebas viciadas de nulidad.
UNIDAD V – Gtia de la no autoincriminación
EXTRACCIÓN DE SANGRE
El ART 218bis CPPN permite al juez ordenar la obtención compulsiva de ADN del
imputado o de otra persona, cuando ello fuera necesario para su identificación o para la
constatación de circunstancias de importancia para la investigación.
Para la obtención de ADN serán admisibles mínimas extracciones de sangre, saliva, piel,
cabello u otras muestras biológicas a efectuarse según las reglas del saber medico,
siempre y cuando no se afecte la integridad física de las personas.
La medida será practicada del modo menos lesivo para la persona y sin afectar su pudor,
teniendo especial consideración en su género y otras circunstancias particulares.
Si el juez lo estimare conveniente, y siempre que sea posible alcanzar igual certeza con el
resultado de la medida, podrá ordenar la obtención de ADN por medios distintos a la
UNIDAD V – Gtia de la no autoincriminación
El tribunal hizo notar que “el procesado está sujeto a la revisación corporal, de modo no
solo pasivo sino también activo”, agregando que esa revisación puede ser hecha “aun
en contra de su voluntad cuando el examen médico, realizado por persona idónea, no
conlleva un peligro para su persona”.
Algunos autores dicen que la diferencia entre ser sujeto u objeto de prueba está dada por
la persona que ingresa la información: el imputado está protegido por el derecho a no
declarar contra sí mismo respecto de todo ingreso de información que él (como sujeto)
pueda realizar. Nadie puede obligarlo a ingresar información que lo perjudique, y en
consecuencia, él desee retener. Sin embargo, en el caso del reconocimiento de
personas, la información no es ingresada por el propio imputado, sino por un testigo que,
viendo al imputado, lo reconoce; en el caso de la extracción de sangre, la información
tampoco es ingresada por el imputado, sino por el perito que, por ejemplo, reconoce la
cantidad de alcohol o un cierto patrón genético en la sangre del imputado. Este criterio
basado en quien es el sujeto que efectivamente ingresa la información, permite distinguir
los casos en que el imputado está amparado por esta garantía de aquellos en los que no
lo está.