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UNIDAD V – Gtia de la no autoincriminación

GARANTÍA DE NO AUTOINCRIMINACIÓN

ART 18CN: “Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo”.

ART 8.3° CADH “La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de
ninguna naturaleza”.

ART 14.2°.g) PICyP: “A no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse culpable”.

ART 296 CPPN: “El imputado podrá abstenerse de declarar. En ningún caso se le requerirá
juramento o promesa de decir verdad ni se ejercerá contra él coacción o amenaza ni medio
alguno para obligarlo, inducirlo o determinarlo a declarar contra su voluntad ni se le harán
cargos o reconvenciones tendientes a obtener su confesión.

La inobservancia de este precepto hará nulo el acto, sin perjuicio de la responsabilidad penal o
disciplinaria que corresponda”.

Esta garantía tiende a evitar todos aquellos actos crueles que puedan utilizarse para
conseguir una declaración de culpabilidad. Tiene por objeto proteger el derecho a la
dignidad que tiene toda persona, cualquiera que sea su estado jurídico. El sospechado de
culpabilidad en la comisión de un delito no puede ser obligado a suministrar pruebas que
lo incriminen, aun cuando a consecuencia de ello el delito pueda quedar impune.

Sin embargo, aunque el imputado NO puede ser SUJETO DE PRUEBA (declarar contra
sí mismo, ser obligado a presentar un escrito para que se haga una pericia), es decir,
realizar alguna presentación activa que lo incrimine, sí puede ser OBJETO DE
PRUEBA, asumiendo un rol pacifico, por ejemplo: extracción de sangre, reconocimiento
en rueda, etc, ya que no se le exige al imputado colaboración.

Es decir, la garantía sólo ampara a una persona como sujeto u órgano de prueba, esto es,
como quien con su relato incorpora al procedimiento un conocimiento cierto o probable
sobre un objeto de prueba. NO la ampara, en cambio, cuando ella misma es objeto de
prueba, por ejemplo se extrae muestra de sangre o de piel, ya que son actos que no
consisten en dar información por el relato de hechos, circunstancias o acontecimientos, y
para los cuales no es necesario el consentimiento de la persona afectada que, en
principio, puede ser forzada al examen.

El imputado goza con las siguientes garantías:

 Facultad de abstenerse de declarar.


 Voluntariedad de su declaración, es decir, que no puede ser eliminada o
menoscaba por medio de la administración de psicofármacos, detectores de
mentiras etc.
 Libertad de decisión durante su declaración.

Solo la declaración del imputado obtenida por un procedimiento respetuoso de estas


reglas puede ser ampliamente valorada por lo jueces para fundar sus juicios o decisiones
sobre la reconstrucción del comportamiento atribuido, objeto del proceso, si a la vez
respeta las demás reglas de garantía que la rigen (asistencia técnica, conocimiento previo
de la imputación, etc).

La declaración del imputado prestada sin atender a estas reglas, NO puede ser utilizada
para fundar una decisión que lo perjudique, y sólo es aprovechable mientras lo beneficie.
Esto no dependerá de la voluntad del imputado, ni de su protesta ante el vicio, ya que al
tratarse de una garantía constitucional y de un defecto relativo a la participación del
imputado en el procedimiento, debe ser advertida aun de oficio; se trata por ello de
motivos absolutos de casación de la sentencia (vicio no convalidable).

Las garantías no pueden ser utilizadas en perjuicio del imputado.


UNIDAD V – Gtia de la no autoincriminación

Fallo “MIRANDA”: En 1963, Ernesto Arturo Miranda fue detenido por secuestro y
violación. Fue llevado a la sala de interrogatorio y luego de 12 horas Miranda confesó
sin ninguna advertencia de su derecho constitucional a guardar silencio, o su derecho
de tener un abogado presente. En el juicio, el fiscal ofreció sólo su confesión como
prueba y él fue condenado.

La defensa apela y termina llegando a la Corte Federal Norteamericana, la cual ordenó


que se revise la sentencia, además de hacer hincapié en las técnicas persuasivas que
suelen utilizarse para conseguir declaraciones en contra de uno mismo.

Por último, la Corte estableció ciertas reglas que deben respetarse al detener a un
sospechoso para que su declaración sea válida, a las que llamó Reglas Miranda: "...La
persona en custodia debe, previo a su interrogatorio, ser claramente informado de su
derecho a guardar silencio, y de que todo lo que diga será usado en su contra en un
tribunal, debe ser claramente informado de que tiene el derecho de consultar con un
abogado y tener a ese abogado presente durante todo el interrogatorio, y que, si es
indigente, un abogado le será asignado sin coste para representarlo”.

La Corte sostuvo que tanto las declaraciones inculpatorias como las exculpatorias
realizadas en respuesta a un interrogatorio por un acusado en custodia policial es
admisible en un juicio sólo si la fiscalía puede demostrar que el acusado fue
informado antes de ser interrogado de la Advertencia Miranda: su derecho a consultar
a un abogado defensor antes y durante el interrogatorio, y el derecho a no
autoincriminarse. Y además no sólo debe entender estos derechos, sino que además
debe renunciar a ellos voluntariamente.

Fallo “MENDOZA”: En un juicio criminal, el Fiscal solicita tomar declaración


indagatoria a Mendoza bajo absolución de posiciones. A raíz de esto, el juez lo
condena. La defensa interpone una nulidad que es aceptada.

La Corte dice que la garantía de la no autoincriminación se vería afectada al exigir


juramento al imputado a quien se va a interrogar, ya que esto constituiría una manera
de obligarle a declarar en su contra.

Toda declaración de quien es juzgado por delitos, faltas o contravenciones, debe


emanar de la libre voluntad del encausado, quien no debe verse siquiera enfrentado
con un problema de conciencia, cual sería colocarlo en la disyuntiva de faltar a su
juramento o decir la verdad. El juramento en una declaración es violatorio del ART
18CN.

Fallo “DIARIO EL ATLÁNTICO” (1971): el director del diario El Atlántico es citado a


una audiencia por un juez de menores, en el que se le tomó declaración bajo
juramento sobre su eventual responsabilidad en una publicación pretendidamente
ilícita relativa a un menor. Concluida la audiencia, el director del diario fue condenado
a una pena de arresto de 10 días, condena que se basó principalmente en los dichos
vertidos durante la audiencia. Agotadas las vías ordinarias, la sentencia fue recurrida
por la vía del Recurso Extraordinario.

La Corte dijo que la garantía en examen había sido afectada puesto que “el juramento
implica una coacción moral que invalida los dichos expuestos en esa forma, pues no hay
duda que exigir juramento al imputado a quien se va a interrogar, constituye una
manera de obligarlo a declarar en su contra.
UNIDAD V – Gtia de la no autoincriminación

Agregó que la declaración de quien es juzgado por delitos, faltas o contravenciones debe
emanar de la libre voluntad del encausado, quien no debe verse enfrentado con un
problema de conciencia, como el que sería colocarlo en la disyuntiva de faltar a su
juramento o decir la verdad”, en la disyuntiva de decir la verdad o autoincriminarse, o
mentir y cometer un delito (falso testimonio).

Fallo “ACOSTA” (2000): HECHOS: En un proceso penal, el juez de primera instancia


declaró la nulidad de la declaración indagatoria, con fundamento en que en el acta
respectiva no constaba que se le hubiera hecho saber al imputado su derecho de
negarse a declarar, y de todo lo actuado en consecuencia, decretándose su absolución.
La Cámara confirmó lo resuelto. Interpuesto recurso extraordinario federal por el
Ministerio Público Fiscal, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, lo
declaró procedente y dejó sin efecto el pronunciamiento apelado.

La CORTE dijo que la omisión de consignar que se le hizo saber formalmente al


imputado su derecho de negarse a declarar no se traduce en agravio constitucional
alguno, si la declaración indagatoria tuvo lugar en presencia del juez de la causa con
asistencia del letrado designado por el imputado quien se negó a declarar, pues
mediante dicha negativa éste concretó la garantía consagrada en el art. 18 de la
Constitución Nacional y el art. 8° de la Convención Americana de Derechos Humanos.

Además agregó que no se precisó cuál era el agravio que la supuesta irregularidad
habría ocasionado al imputado, más aun cuando éste se negó a declarar, ni cuál es el
derecho o garantía que se habría visto impedido de ejercer. Por lo que el proceso
volvió a sus inicios.

Fallo “BIANCHI” (2002): HECHOS: Bianchi realiza una denuncia, y luego es llamado a
ratificarla, por lo que se le toma juramento como testigo de decir la verdad. La causa
avanza, y el juez en base a los elementos de sospecha que tiene, lo llama a prestar
declaración informativa, pero esta vez como imputado. A partir de esta declaración, lo
condenan por el delito de defraudación prendaria.

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, al examinar la


apelación interpuesta contra la condena de Guillermo Oscar Bianchi, declaró la
nulidad de la declaración informativa del nombrado y de todos los actos dictados en
consecuencia, y decidió la absolución del imputado. El fiscal interpuso recurso
extraordinario contra dicha decisión, que fue concedido.

El fiscal afirma que la sentencia es arbitraria, en tanto la nulidad decretada carecería


de sustento legal y sería producto de una errónea interpretación de la garantía según
la cual nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo. Según el representante
del Ministerio Público, la exigencia de relevar del juramento prestado no surge de
norma legal alguna, por lo que, a fin de asegurar la libertad de la declaración, es
suficiente con hacerle saber al imputado su derecho de no declarar, tal como aquí se
hizo.

La CORTE: siguiendo la línea del fallo Acosta, dice que si bien se le tomo juramento de
decir la verdad, también se le hizo saber que podía no declarar y en todo el proceso
estuvo presente su abogado.

Disidencia de PETRACCHI: cuando se plantea una situación como la del sub lite, en la
que el sujeto ya declaró sobre los hechos que lo incriminan bajo juramento o promesa
de decir verdad al ratificar una denuncia, y luego es interrogado en calidad de
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imputado, es razonable, a fin de asegurar la libertad de la declaración, considerar


(como lo hizo el a quo) que no es suficiente con comunicarle que "se puede negar a
declarar". Pues hay que hacerle saber, además, que su anterior declaración no es
vinculante, garantiza en mejor y mayor medida que el declarante sea plenamente
consciente de las consecuencias de sus dichos.

Fallo “CASAS” (2007): La Corte Suprema de Justicia de Catamarca, casó parcialmente


la sentencia de primera instancia por la que había sido condenado Casas. En virtud del
nuevo pronunciamiento, la pena impuesta al imputado fue fijada en el monto de 3
años y 6 meses de prisión e inhabilitación especial de 8 años para conducir cualquier
tipo de vehículos automotores. Contra ese pronunciamiento la defensa del imputado
interpuso recurso extraordinario que fue concedido por la Corte Suprema provincial
(la cual actúa como tribunal de casación).

La Corte dijo que el a quo para agravar el monto de la pena valoró el silencio de Casas,
lo que demostraba su falta de arrepentimiento y sentimientos de culpabilidad.

Resulta violatorio de la protección constitucional contra la autoincriminación la


creación, por parte de las autoridades que conducen el proceso, de una situación tal
que si se elige no confesar, se sufrirán consecuencias negativas directamente
relacionadas con el proceso.

En este caso, la conducta del imputado se inscribe en el marco de una práctica


violatoria de la garantía porque si no confiesa -como de hecho sucedió- se le agrava la
pena por "falta de arrepentimiento", mientras que si confiesa se le valorará tal
confesión como prueba de su responsabilidad penal.

Como regla dice que el tribunal debe garantizar la dispensa de juramento, y que debe
evitar crear condiciones propicias para que el imputado confiese.

TORMENTOS

La tortura o el tormento fueron durante la Inquisición métodos habituales y legítimos de


indagación y prueba en el procedimiento penal.

La Asamblea de 1813 fue el inicio del Sistema Acusatorio en Argentina, y comienzan a


manifestarse el repudio a estos medios.

En 1853 se sanciona la Constitución Nación y ya en su ART 18 se establece que “Quedan


abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los
azotes”, por lo que el medio de la tortura deja de ser parte del proceso penal formal. Sin
embargo, ésta pasa a formar parte de un sistema penal subterráneo, es decir, pasa a las
agencias policiales, donde sigue funcionando en el marco de la investigación de delitos.
Durante la dictadura, la tortura como medio encuentra su apogeo.

Luego con la reforma constitucional de 1994, se refuerza la protección de los derechos de


las personas, con la incorporación de los pactos internacionales y especialmente de la
“Comisión contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o
degradantes” (#75.22CN).

Para la Comisión “TORTURA” es la aplicación de tormentos físicos y mentales para


obtener información de un tercero, o para aplicar como castigo por un crimen cometido o
que se cree que se cometió.

La utilización de este medio para averiguar la verdad en el procedimiento vicia el acto y


la información que conforma su contenido de un modo insubsanable, de manera tal
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que no es posible la convalidación y, por lo tanto, no se puede fundar en decisión alguna


contraria al imputado, en un acto incorporado al procedimiento con ese defecto; por eso
constituye un motivo absoluto de casación.

En cambio, sí puede utilizarse a favor del imputado un acto con ese defecto, sin perjuicio
de la eventual persecución penal de quien participó en el tormento.

Fallo “MONTENEGRO”: Montenegro había sido condenado por el delito de robo,


habiendo constituido su confesión extrajudicial la base de las pruebas en su contra. En
la causa estaba plenamente demostrados los apremios a los que había sido sometido
en sede policial previo a su confesión. Sin embargo, la Cámara consideró que la
declaración prestada en tales condiciones constituía “una grave presunción en contra
del acusado”. Agregó que si bien se habían comprobado lesiones en Montenegro,
demostrativas de la existencia de apremios, su declaración había permitido esclarecer
un hecho ilícito no denunciado (confesó un robo que no había sido declarado, por lo que
la policía se apersonó en la casa del damnificado y efectivamente comprobó que había
sido robado). La alzada argumentó que las manifestaciones del ahora condenado, en
ningún momento se consideraron confesión pero si constituyen una presunción
grave que halló adecuada corroboración en el relato de la víctima y el secuestro de
parte de los sustraídos, acreditándose de tal manera tanto la materialidad del hecho
cuanto la autoría del acusado.

La defensa interpuso Recurso Extraordinario, el cual fue rechazado, porque la alzada


consideró que versaba sobre cuestiones de hecho y prueba propias de los jueces de la
causa.

Montenegro interpuso recurso de queja, que fue admitido. La CORTE declaró la


invalidez de las manifestaciones realizadas por el imputado, fruto de ese medio ilegal.
Entendió que atribuirle a una declaración como la prestada por Montenegro por lo
menos un valor indiciario, implicaba una violación del ART 18CN que prohíbe obligar
a una persona a declarar contra sí misma.

Por último dijo que atribuirle valor al resultado de un delito (apremios ilegales) y
apoyar sobre él una sentencia judicial, no sólo es contradictorio de la garantía de la
defensa en juicio (que prohíbe declarar contra uno mismo), sino que compromete la
buena administración de justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho
ilícito.

Fallo “FRANCOMANO”: HECHOS: condenan a una mujer a raíz de que en su domicilio,


lugar donde fue detenida, se hallaron los elementos de cargo esenciales en su contra. Sin
embargo, estos pudieron ser hallados, ya que el domicilio fue localizado por medio de las
informaciones que proporcionara Alberto J. Francomano en su "manifestación
espontánea" prestada ante las autoridades policiales. A su vez, existen graves
presunciones en autos que indican que la mencionada declaración de Francomano no fue
producto de una libre expresión de su voluntad, por lo menos en lo que se refiere a la
ubicación del domicilio de la acusada.

Para 2 miembros de la Corte, una confesión policial sólo sería válida si los funcionarios
policiales hubiesen observado ciertos requisitos tendientes a asegurar la espontaneidad
de las declaraciones. Otro miembro de la Corte señaló que no correspondía darle ningún
valor a una confesión policial rectificada luego ante el juez de la causa. No existe en la
causa una fuente independiente de conocimiento que permita acreditar el cuerpo del
delito y la autoría de la acusada, prescindiendo de las pruebas viciadas de nulidad.
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LIMITES FORMALES PARA LA AVERIGUACIÓN DE LA VERDAD

Métodos poco usuales que no están incorporados al proceso:

Existen diversos medios científicos como psicofármacos, “sueros de la verdad”, hipnosis,


“detector de mentiras”, que sirven para descubrir la verdad, pero que a su vez anula la
voluntad o, al menos, la libertad de decisión del imputado. La utilización de estos medios
sólo será admisible siempre y cuando: (según Maier)

- Lo requiera el propio imputado.


- Se le brinde al imputado la información suficiente sobre sus derechos y asistencia
técnica previa obligatoria (deliberación con su defensor)
- Que el método sea científica y ordinariamente utilizado en el trafico social, es
decir, que esté permitida su utilización
- Solo podrán utilizarse en casos extremos, es decir, en aquellos en los cuales
resulte prácticamente imposible obtener la información por otro medio
- El acto, sujeto a autorización judicial, debe perseguir como único fin tornar viable
la defensa del imputado, es decir, demostrar su inocencia o una circunstancia
favorable a él.

El ART 7 del PIDCyP no prohíbe recurrir a estos medios si se cuenta con el


consentimiento libre del interesado: “…nadie será sometido sin su libre consentimiento a
experimentos médicos o científicos”.

RECONOCIMIENTO EN RUEDA DE PERSONAS

La jurisprudencia ha resuelto que el imputado NO puede negarse a integrar la rueda o fila


de reconocimiento, y que puede ser obligado a integrarla.

Sin embargo, en el plano de la práctica, no se puede obligar a alguien a que se sujete a


una rueda de reconocimiento; ya que por la naturaleza de este procedimiento, las
personas que integran la misma tienen que estar quietas y no diferenciarse entre sí, lo
que sería imposible si una de ellas se niega expresamente.

Fallo “CINCOTTA”: en este fallo fue sentado el principio de que la identificación en


rueda de presos “no resulta violatoria de la clausula que veda la exigencia de declarar
contra sí mismo”. La Corte dijo que la garantía contra la autoincriminación se refiere a
las “comunicaciones verbales” del imputado, y no abarca cosas tales como pedirle que
camine de determinada manera, se preste a la extracción de huellas digitales, a la
obtención de un mechón de pelo, etc.

EXTRACCIÓN DE SANGRE

El ART 218bis CPPN permite al juez ordenar la obtención compulsiva de ADN del
imputado o de otra persona, cuando ello fuera necesario para su identificación o para la
constatación de circunstancias de importancia para la investigación.

Para la obtención de ADN serán admisibles mínimas extracciones de sangre, saliva, piel,
cabello u otras muestras biológicas a efectuarse según las reglas del saber medico,
siempre y cuando no se afecte la integridad física de las personas.

La medida será practicada del modo menos lesivo para la persona y sin afectar su pudor,
teniendo especial consideración en su género y otras circunstancias particulares.

Si el juez lo estimare conveniente, y siempre que sea posible alcanzar igual certeza con el
resultado de la medida, podrá ordenar la obtención de ADN por medios distintos a la
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inspección corporal, como el secuestro de objetos, por ejemplo: cepillos de dientes,


peines.

En el caso “ARANGUREN” se sentó el criterio de que la extracción de sangre a los


efectos del dosaje de alcohol constituye un medio de investigación licito, que puede
ser cumplido aun contra la voluntad del imputado.

El tribunal hizo notar que “el procesado está sujeto a la revisación corporal, de modo no
solo pasivo sino también activo”, agregando que esa revisación puede ser hecha “aun
en contra de su voluntad cuando el examen médico, realizado por persona idónea, no
conlleva un peligro para su persona”.

Ni en el reconocimiento ni en la extracción de sangre se viola la garantía contra la


autoincriminación, ya que el encausado es OBJETO y no SUJETO de prueba; es decir,
no se le exige que provea un relato de lo sucedido.

Algunos autores dicen que la diferencia entre ser sujeto u objeto de prueba está dada por
la persona que ingresa la información: el imputado está protegido por el derecho a no
declarar contra sí mismo respecto de todo ingreso de información que él (como sujeto)
pueda realizar. Nadie puede obligarlo a ingresar información que lo perjudique, y en
consecuencia, él desee retener. Sin embargo, en el caso del reconocimiento de
personas, la información no es ingresada por el propio imputado, sino por un testigo que,
viendo al imputado, lo reconoce; en el caso de la extracción de sangre, la información
tampoco es ingresada por el imputado, sino por el perito que, por ejemplo, reconoce la
cantidad de alcohol o un cierto patrón genético en la sangre del imputado. Este criterio
basado en quien es el sujeto que efectivamente ingresa la información, permite distinguir
los casos en que el imputado está amparado por esta garantía de aquellos en los que no
lo está.

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