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Cuentos
Gabriel Castro Rodríguez
Cinco
Cuentos
Gabriel
Castro
Rodríguez
2006, Gabriel Castro Rodríguez
Editorial Alianza de las Artes
Renzo Pecchenino 2404, TroncosViejos,
Villa Alemana.
(032) 2420447 / 09-0463883 / 08-4453443
mrojasvicencio@gmail.com
Cualquier parte de este libro, incluido el diseño de la portada,
puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por
procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o
electrónicos, incluidas las fotocopias,
con o sin permiso escrito del editor.
Se terminó de imprimir esta
PRIMERA EDICIÓN en los talleres de Editorial Arte de la Alianza del Arte
en el mes de diciembre de 2006.
CUBIERTA
Grabado de Francisco de Goya
y su familia
justo a tiempo.
entonces con la energía y las semillas
que esta tu cosecha magra amarga ahora te da
¿qué cómo y para quién siembras la siguiente?
Cinco Cuentos - Gabriel Castro Rodríguez
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Sin embargo prefiere hilar más fino -y piensa sin evitar cierto tibio orgullo
durante esa tarde helada que justamente tal es su principal costumbre mental
desde no recuerda cuándo- para así trasponer la fisiología de la comunicación e ir
más allá hasta el territorio de la mente-corazón, zona explorada por el eminente
académico porteño Luis Gómez Macker: La T cambiada por S corresponde a una
contradicción profunda que poéticamente, recuerda trabajó nuestra joven poeta
Karen Toro para quien el Tú y el Usted fueron los significantes entre los cuales se
representa el significado del estado amoroso para cada una de sus fases -y bueno,
en este caso la del odio, piensa, que bien sabemos tan lejano de la amor no está
(“ódiame, por Dios te lo pido, porque el odio duele menos que el olvido, porque ten
presente que solo se odia lo querido")- y por lo tanto borra inmediatamente después de
esta rápida pero para él auspiciosa reflexión.
Se siente orgulloso mientras ocupa la cilíndrica gomita rosada en el extremo
superior de su lápiz de grafito amarillo HB2. Hace desaparecer la línea gruesa que
tachaba el conchetumadre y reescribe la palabra semi borrada.
También satisfecho ve que así queda patente la contradicción sosteniendo
firme el vehículo en la pista a un estado de cierta paz porque la entiende y por lo
tanto no todo está perdido.
En el fondo tiene dudas y él certezas: las escritas por él en su agenda.
Serie de raciocinios desde los cuales se desprenderían análisis -no aquellos
de los freudianos, obvio, ni siquiera aquellos de los de sus herederos díscolos o
duros- en fin puras cómodas y claras comprensiones.
En suma orden y no caos, se dice cerrando la agenda donde ha anotado todo.
Piensa que la explicación del incidente a sus padres se facilita y más encima
en seguida se da cuenta: ha registrado suficientes apuntes como para
próximamente escribir algo que resultará bastante distinto a este cuento.
Estira las piernas y se prepara para descansar las dos estaciones que le
quedan.
Cinco Cuentos - Gabriel Castro Rodríguez
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Ensaya mentalmente el siguiente poema que para pesar suyo nunca más
recordará con exactitud:
Quería aquilatar la
por milagro de la razón escamoteada
mitigación del tan profundo sinsabor.
La Gentileza de la Casa
Al final lo único que me empezaba a pasar cada vez más era sentirme tan
angustiado que mirar por la ventana también lo hacía para que no me vieran con
los ojos llenos de lágrimas pues sentía que se me venía el mundo abajo poco a poco.
Ni siquiera de una sola vez. Esto no le pasa a uno si está en presencia de un maestro
¿O sí?
Le dije que por lo tanto para mí ese tipo no fue mi maestro ni nada sino
simplemente la música de fondo que ni siquiera escuchaba de tan terrible que me
sentía.
En un año de calma quizás diga que sus anécdotas y arengas implícitas me
servían de algo y porque lo escuché estoy vivo. Pero te mentiría, le dije a ver si
reconocía el parafraseo.
El Godoy se quedó callado mirándome con esa mirada suya. Así que seguí:
Ni lo escuchaba ni lo respetaba ni nada. Y la culpa no era del maestro, sí, culpa, no
responsabilidad, culpa. La culpa era mía: Nunca debería haber venido a esas
reuniones en tal estado, no me hacía bien. Ni siquiera mal. Simplemente fue un
intento, infructuoso por cierto, de no sentirme tan solo. Además abrigaba la
estúpida esperanza de que de pronto la vería pasar por fuera del café, detenerse,
entrar y escuchar cómo me llamaba por mi nombre. Sonriendo pero con firmeza
diría, vamos tonto.
El Godoy sin mi complicidad ni preocupación sino más bien con un interés
mío comparable al que se le puede poner al amigo con quien se fue al cine y que
permaneció despierto mientras uno roncaba de tan patética la película y que ahora
pretende contársela, así mismo dejé que me explicara que el maestro no había sido
exiliado ni lo habían torturado ni había sido del FPMR ni había estado en la Cuesta
Achupallas y que las visibles secuelas sicológicas y físicas, esas no las mentía, me
aclaró, eran ciertas, pero la verdad es que fueron resultado de una dipsomanía
arrastrada desde la adolescencia y parada literalmente en seco pocos meses antes
de que lo conociéramos. Por eso podía y necesitaba horas de horas tomándose con
nosotros litros de cafés con leche y hablándonos y hablándonos todos los miércoles
de ese año.
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sacarlos del error. Aunque ahora considero que sería muy cómico que el Godoy
verdaderamente supiera lo que pienso y a pesar de ello se hiciera el tonto y a
cambio dijera puras evasivas como decir fuimos muy huevones, todo para no
meterse de lleno en los problemas que sí son reales. Y las legítimas amistades se
meten en los reales problemas por sus amigos. Con lo que me resulta entonces que
el amigo débil del par es Godoy y no yo. Vaya sorpresa.
Acaso tú nunca mientes, le digo sin despegar la vista de los que entran a la
función de las siete.
No me escucha o hace que no me escucha así es que le repito la pregunta
ahora mirándolo a los ojos con rabia. No me contesta, en cambio con su cara de
susto pero mostrando todos los dientes dice: Estás llorando.
Entonces me doy cuenta de que hay lágrimas, mocos y tanta pena en mí
como si todavía fuera el 2006, fuera estreno de El rey de los huevones y sentado
con nosotros estuviera el maestro tomando con sus dos manos tembleques una taza
de café con leche y hablara nuevamente de una vergüenza que he conocido tan bien
pero de muy distinto origen... o quizás no tanto.
Le digo al Godoy que es alergia.
Me dan muchas ganas de irme (mi vicio endémico) y dejarnos
recíprocamente solos para siempre pero permanezco sentado, nuevamente sin
ganas de nada como si todavía fuera aquella resaca del 2006.
Entonces me escucho pedir otro café con leche e inmediatamente después
dejo que me salga el llanto con todas sus fuerzas ya evidentemente no de alergia
sino que de una valiente pena por años encerrada sin un juicio justo.
El maestro es un héroe de verdad tanto o más que los héroes de verdad,
balbuceo entre hipos y sollozos.
Casi de inmediato recibo de la señorita del café una ración extra de
servilletas. Gentileza de la casa, me dice con cara de preocupada de que vaya a
espantarle una escasísima clientela todavía a tiempo para ver la reposición de la
versión cinematográfica del rey de los huevones.
La cual por cierto nunca he visto.
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Dudo que el Godoy haya escuchado lo que dije en medio del llanterío y si lo
hizo, quizás si haya entendido algo.
Lo que es yo, ni palote.
Siempre me ocurre: digo y hago y después (muy tarde) me cae la chaucha.
El fantasma en la escalera le llaman los franceses.
* * *
Post Scriptum:
Si no fuera porque Borges lo escribió antes, hubiera escrito en vez de esto un
cuento en defensa (o por lo menos en explicación) de un Judas que no solo miente
como nuestro maestro sino que traiciona heavy y con este acto queda como queda
persecula secolorum.
Con tal acción desprestigiosa ambos ceden el paso.
Ceder el paso: hacerse oscura sombra esclava de héroes. Pero como me
importa explorarlo, ya que estoy en el fondo, me pregunto la buena pregunta: ¿Por
quién?
El ahorcado de las treinta monedas quiero pensar que optó por cederle el
paso a Jesús y no que era su destino (en tal caso no sería gracia).
Quiero al mismo tiempo pensar que nuestro maestro optó y no porque se le
hizo (ni estaba destinado) dejar pasar a los que así serían ellos -y no él- héroes
históricos detenidos torturados y cuando no, desaparecidos exiliados y combativos.
A los más cumple (tampoco quiero pensar que por culpa) con asumir su talento y/o
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vocación por ser el evangelista quien miércoles a miércoles nos sermoneaba y al que
le cayera el sayo que se lo pusiera.
Quedo más tranquilo porque tarde pero antes que nunca entiendo qué le
quise decir al Godoy con eso de que el maestro (el nuestro) es un héroe de verdad
tanto o más que los héroes de verdad.
Vive la France!
Ojalá me haya entendido entremedio o bastante después de los mocos,
lágrimas y sollozos.
Es mi deseo ahora esta mágica otra gentileza de esta atroz casa (en cuando ya
hace rato acabada la otra) no ha secado, sino al contrario, haya tan finamente
destilado todas estas palabras digitadas hoy por este otro evangelista, de pacotilla
cierto… pero evangelista al fin.
Haciendo entonces, ya que estamos en esto, una trinidad al cuete (nuestro
maestro, Judas y un servidor) entonces quiero pensar que yo también cedí el paso
por un quien okey y soy también oscura sombra esclava por opción, talento,
vocación y no porque no me quedaba otra.
Por lo tanto ver o no ver El Rey de los huevones no es la cuestión.
Que así sea, es decir amén.
Y ahora sí punto aparte y final.
El Arte de Hacerlo
sin Condón
Botero, Scorsesse, Salgado son como los asesinos del gay: brindan difusión,
inmortalidad, fijan para los tiempos que vienen contra la muerte física,
popularizan. Pero todo sin amor. Con protección. No se entregan.
Te hablo de ética no de estética.
Te hablo de bondad (o de su ausencia) no de inteligencia.
(Sí, cierto quién más brillante que Salgado, Scorsesse o Botero y quién más
leso que Van Gogh o Munch.)
Pero en un mundo perfecto bondad e inteligencia deberían ser sinónimos.
¿Te parece?
¿Sabes quién escribió algo así como del asesinato como una de las bellas
artes? Yo no me acuerdo, pero de lo que dice ese título te estoy hablando. Ciertos
asesinos son como ciertos artistas.
Los que soltaron la bomba desde el Enola Gay igual que Picasso pariendo su
Guernica. Libres de polvo y paja..
Supongo que el body art puede ser la respuesta ante la denuncia que pongo
entre tus ojos y la tele.
A ver qué haces. Porque yo quiero que hagas algo.
¿O sigues pensando que si no fuera por esos artistas brillantes ni siquiera
sabríamos de algunos errores y horrores? Y entre eso y nada, mejor eso.
¿O te quedas pensando en la autobiografía?
(En la buena no la de Britney Spears obvio)
¿Piensas en el autorretrato?
Robert Capa es uno de los padres de esta Iglesia que hoy te ofrezco.
La obra de arte como espejo crudo frente a su creador y no como
pulcramente cocinada representación obtenida por un teleobjetivo que nos proteja
(en cuanto artistas y público) de la sarna, el sida, el olor a/y la carne quemada.
Nos proteja en cuanto artistas y público de la muerte.
Hombre y mujer, su obra y viceversa.
Cinco Cuentos - Gabriel Castro Rodríguez
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periodista nunca dudó de la veracidad del aviso) vea que se aproxima el automotor
a la estación ¿Qué voy a hacer? se preguntó en mitad del andén con la cámara
absolutamente preparada para disparar en el momento adecuado.
¿Lo salvaré? ¿Sacaré la foto exclusiva?
El tiempo se dilataba, los pasajeros aumentaban, la reflexión no se resolvía o
quizás sí pero tal vez todavía costaba aceptar el resultado. Eso nos dijo, pongámosle
que por razones de suspenso (es decir razones estéticas no éticas. Ojo con eso.)
Si fuera cuento esto que ahora te narro, pienso qué notable final hubiera sido
que el suicidado esa tarde fuera nuestro condiscípulo fotógrafo, ahorcado con la
misma correa de su cámara hallándose incapaz de soportar las consecuencias a la
resolución frente un dilema ético que se proyectaría por toda su carrera, como
efectivamente te digo que lo vivieron tiempo después, no recuerdo cuánto, supongo
que no mucho, dos de los tres que participábamos de esta narración. Otro día te
cuento.
La anécdota termina cuando nos contó que de pronto vio que un hombre
lenta pero resueltamente se adelanta del numeroso grupo de pasajeros y camina
hacia el mismísimo borde del andén, demasiado como para que pase desapercibido
también para el atento conductor del automotor que ingresaba a la estación con sus
vagones si bien vacíos (el recorrido en ese tiempo empezaba en esta ciudad) pero lo
suficientemente pesados y a suficiente velocidad como para cumplir con el deseo
premeditado del suicida.
Se detuvo muy a tiempo y rápidamente la tragedia fue evitada para felicidad
de algunos (¿Crees que otro cuento podría escribirse con la del suicida frustrado?) y
evitada también, me imagino, para desgracia de la iconografía periodistica del valle
de Aconcagua, la región, Chile y, por qué no pensarlo ¿No crees tú? de todo el
mundo civilizado.
Civilizado sobre todo, dicen, gracias a nuestros brillantes fotógrafos,
pintores, cineastas y escritores que pueblan aquella sensible raza descrita
Cinco Cuentos - Gabriel Castro Rodríguez
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Salida de Libreto
con
Atardecer de Cruces vacías
(Queremos el Resto 2006)
entrega: se necesita todo el papel que exista para prender el asado al que estamos
todos invitados y organizan millones y millones y millones y millones y también los
mismos que puedes ver en ese profético gobelino de mercado persa donde se
representa La última cena de Da Vinci, pero en lugar de Jesús está la Marilyn que
ni cagando admite la muerte otra vez, por allá Marlon Brando (quien ya nunca más
le pegará a ninguna mujer) y por acá Bogart que promete no muy convencido que
va a fumar y tomar menos.
Einstein decide abandonar completamente las ecuaciones y consagra su vida
al violín, el cual inmediatamente comienza a tocar para la concurrencia.
Jesús por supuesto que está de acuerdo con que en su lugar a la mesa esté la
media mina, lo mismo Leonardo quien en verdad está más preocupado de
engrupirse a Pedro. Si bien hediondo a pescado igual está como le gustan: macizos
y rudos. Lo hace reir con lo de sobre esta piedra edificaré mi iglesia, lo del gallo al
amanecer y su crucificción al revés. Da por terminado el intento de seducción
confesándole que el santo sudario en realidad es su autorretrato.
Por todo el mundo se repite con los vivos y los resucitados la escena de este
planetario asado de carne vegetal.
Todos se preguntan en voz alta o calladamente por qué chuchas nos
habíamos estado muriendo y matando como huevones por tanto tiempo siendo que
podíamos pasarla tan bien.
Osama Bin Laden, Dios y varios presidentes de los Estados Unidos se
ofrecen voluntariamente para encargarse de los fuegos artificiales a fin de dar el
gran espectáculo cuando oscurezca. (Dios sabio ha desenchufado el Tiempo pero
no los atardeceres.)
A Albert ya se le unió Lennon, Mozart, Joey Ramone, Sinatra, Louis
Amstrong, Charly García (quien está evidentemente pasado de copas y otras
sustancias, pero en buena. Che, no la voy a cagar ahora que todo se arregló, dice.) y
un millar de gente que quiere amenizar. Nicanor Parra pregunta si puede tocar
guitarra (es uno de los que más ha aportado papel para los asados mientras recitaba
Cinco Cuentos - Gabriel Castro Rodríguez
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una y otra vez: después de todo la vida no tiene sentido, después de todo la vida no
tiene sentido.)
Pinochet y Allende son interrumpidos por Nietzche en mitad una densa
discusión política (que iba ganando Salvador) Se les ha acercado junto a un caballo
con el cual abrazado segundos antes sí que estaban conversando cosas relevantes.
Les pasa a cada uno un vaso de vino. Déjense de discutir güevadas e
intégrense al grupo, no sean desubicados, les dice señalando hacia el gentío que
rodea a Hitler y Chaplin quienes para regocijo de la multitud se imitan
mutuamente.
Ornitología
… y de patitas en la calle las mismas alguna vez sobre los hombros de las
estrellas de Terciopelo Negro films. Todo por mis risitas estas que al principio el
Carlos me dijo son tu marca registrada y que al final de cuentas ni él yo ni nadie
suponía que iba a ser marca maldita.
Dime tú quién iba a suponer que este mi montón de pajaritos, así el Carlos
bautizó hace un año esta risa, iba a ser mi ruina en el cine para adultos.
Estos mismos mis pajaritos soltados de pronto sin aviso previo ¿Los
escuchas? ¿Cierto que son lindos? Antaño felicidad mía y de todos los actores, el
equipo y por supuesto de los fanáticos seguidores de mi carrera que iba
despegando, actualmente solo felicidad mía, como siempre. Bueno y dices que
ahora tuya. Lo mismo dijo el Carlos hace un año.
Ese mismo día cuando me echó me reía un poquito sentada en la cuneta
frente a la casa de Carlos esperando algo que no va iba suceder así es que mejor
decidí hacer parar un colectivo al centro y mientras me tomaba un mokaccino
express de 300 de la máquina que hay en la galería Aeropuerto me puse a pensar
qué sería de mí y mis pajaritos sueltos.
Nadie me cree que ya tengo 18, sobre todo cuando me río y se me van de una
plumada tres años. Cierto mi cuerpo es de mujer pero mis pajaritos me llevan
volando a la infancia. Algunas, muchas se ponen trenzas, calcetines de vuelitos,
jumper, yo solo tengo que ponerme contenta, estado casi permanente de mi
carácter y ya tienen a la alguna vez apetecida niña-mujer de Lolita audaz, Inocente
y perdida, Liceana Hot, Colegiala de día mujer de noche y Ángel de Charlie mi
preferida porque es de espionaje.
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No te creo que no hayas visto ninguna. Una apareció hasta en internet lo que
al Carlos le molestó mucho porque se la piratearon. Fotos mías hay muchas
también, pero no es lo mismo porque aunque me reconozco linda nunca es lo
mismo sin escuchar mi risa la cual aunque me ha hecho pasar lo que te cuento igual
la quiero porque es representación de mi alegría interior que es verdadera más que
cualquier otra cosa en este ambiente donde todo es mentira o peor es verdad sin
sentido. Claro porque las corridas -precoces por culpa de mi risa- de los hombres
son de verdad pero puro vaciado y nada más, lo mismo las palabras, los quejidos,
los gritos. Las tetas, los culos, las erecciones pura cirugía y química. Lo único de
verdad y con sentido que en todo el año cuando estuve en esto del cine para adultos
y puedo jurar que lo es, modestia aparte, son mis pajaritos desatados.
Claro, es cierto que en esto del cine para adultos o en el cine a secas ¿Qué es
verdad? Nada. Por lo tanto me quejo de algo que es asunto de las raíces de este
arte. Apuesto no sabías que los inventores del cine fueron unos franceses, unos
magos antes de dedicarse a esto: Los hermanos Lumiere.
Por lo tanto qué más verdad se le puede pedir a un arte nacido del sombrero
de unos magos. En medio de toda esa farsa lo único verdadero ha sido mi risa.
Por eso me echaron, no fue porque los actores se desconcentraban creyendo
que cuando yo me reía no estaba caliente o yéndome sino me burlaba del tamaño
de su pene o de la cara que ponían o del pecho frotado en aceite de coco o creían
que me reía de lo que decían de mis tetas, de mi culo o de mi chorito rasurado y
tatuado con un pajarito entre el ombligo y mi rajita rosada.
No me echaron porque mis pajaritos se soltaban por toda la habitación
tapando las luces, las cámaras y le cagaba la erección al tipo, lo hacía eyacular antes
de tiempo o le hacía sentirse ridículo escuchándose decir entre mis risas y sus
palabras te lo voy a chupar todo.
Mis pajaritos son alegría verdadera por supuesto no de estar ahí con el
musculoso sujeto de corte de pelo ridículo haciéndomelo por detrás con el
camarógrafo encima, las luces cocinándonos y el Carlos fumándose un pito
mientras hablaba por celular con uno de sus hijos.
Mis pajaritos se me salían a cada rato porque me siento feliz no más.
Me da lo mismo el tamaño del pene del sujeto, su peinado, lo que dice o no
dice, me da lo mismo el tamaño nada de mal de mis pechugas o de mi poto, todo
me da lo mismo excepto mi alegría. Esa no me da lo mismo, estar alegre no me da
lo mismo porque fue lo único verdadero en esa cama, en esa ducha o sobre ese
sillón, mi risa que no era para el cine, demasiado linda ¿Cierto? y dulce y
contagiosa qué más quisiera yo pero no resultó así en un ambiente de puras
ilusiones y cero realidad no podía irme bien como en un principio el mismo Carlos
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quiso creer porque esta mi risa al principio no te deja indiferente ¿Cierto?. Esa es la
idea, no la mía sino la virtud de mi talento, de mi don.
Pero en determinados lugares, con determinadas personas y después de un
tiempo tanta alegría, tanto pajarito puede ser veneno.
Por eso me echaron: les envenenaba la simulación, se las mataba y les metía
volando en bandadas la realidad y eso pocos lo soportan sobre todo los que están
en el asunto del arte.
Al final el condón no es el que se ponen en el pene sino el que se ponen en el
alma y no te hablo solo del cine de adultos sino que te estoy hablando de la vida
misma, la cotidiana.
Ahora mismo que estamos conversando los dos ¿Te pusiste condón?
¿Quieres protegerte? Protegerte de ti mismo en todo caso porque de mis pajaritos
estos no hay nada que temer salvo que no ames a la realidad y su belleza.
SE TERMINÓ DE IMPRIMIR ESTE LIBRO
EN EL MES DE DICIEMBRE DE 2006
EN LOS TALLERES GRÁFICOS
DE LA EDITORIAL ARTE
DE LA ALIANZA DEL
ARTE REGIÓN DE
VALPARAÍSO
CHILE
≈
“1) Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente,
uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de
su muerte.
Números,
Consejos sobre el Arte
de escribir cuentos.
Roberto Bolaño
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