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hombre no ve nada más que niebla, no deja de imaginar cosas: la mente se eleva y se
encierra en sí misma hasta que comienza a llover en la fantasía. La imaginación,
entonces, es un lugar en el que llueve. Cuando leemos su poema épico tendemos a
pensar, como acertaba Borges, que Dante se imaginaba el otro mundo exactamente
como lo presenta.
Nunca habrá otro Dante. No sólo porque Dante Alighieri, el poeta florentino del
siglo XIII, fuera un genio irrepetible, sino también porque las condiciones modernas
probablemente no pudieran dar lugar a la aparición de un nuevo Dante. Pensemos en
la personalidad de Dante, que, por lo poco que sabemos, probablemente fuera algo
desabrida. Estaba muy seguro de tener razón, en todo. Estaba seguro de su
idiosincrática teología católica y de su sistema de valores, que difería lo bastante de
los dictados oficiales del Vaticano como para que algunos de sus escritos fueran
prohibidos; tenía suficiente certeza acerca de su propia comprensión de los asuntos
religiosos como para describir el inexplorado territorio del purgatorio y contarnos
qué aspecto debería tener la santísima trinidad; estaba seguro de que las distintas
religiones se equivocaban al situar a sus líderes en el infierno; sostenía con fuerza la
opinión de que debemos tener dos gobernantes, un emperador universal y un papa,
para regir sobre toda la humanidad. Todo esto permitió a Dante escribir la Divina
Comedia, porque le daba la posibilidad de diseñar el infierno, el purgatorio y el
cielo, así como a todos sus habitantes, y de describir su propio viaje por esos
ámbitos. Piensen en distribuir a sus amigos, parientes y a algunos papas en lugares
específicos de la vida en el más allá. No se puede escribir un poema así sin tener
mucha confianza en uno mismo.
a colección La Divina Comedia, de Dalí, se encuentra dividida en tres series
de treinta y tres obras que retratan los tres cantos del inmortal poema de
Dante y en ellas están contenidos: el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso.
1. Jesús no es Dios: ningún cristiano pensaba que Jesús es Dios hasta que el
emperador Constantino lo deificó en el concilio de Nicea del 325.
En una nota al principio del libro, el autor, Dan Brown, declara: "todas las
descripciones de arte, arquitectura, documentos y rituales secretos en esta
novela son fidedignas". Como veremos, esto es falso: los errores, las
invenciones, las tergiversaciones y los simples bulos abundan por toda la
novela.
Dan Brown, en su propia página web, dice bien claro que no ha escrito sólo
una novela llena de despropósitos para divertir: "Como he comentado antes,
el secreto que revelo se ha susurrado durante siglos. No es mío".
Como afirma el dicho: "calumnia, que algo queda, y si calumnias con datos
que suenen a científico -aunque sean inventados- queda más".
1. Tenemos textos que demuestran que el cristianismo antes del 325 no era
como dice la novela y que los textos gnósticos eran tan ajenos a los cristianos
como lo son actualmente las publicaciones "new age": parasitarios y
externos.
sobre las tumbas en tierra excavadas está escrito quién era cuando vivo, 18 y de nuevo se llora
muchas veces por el aguijoneo del recuerdo, que tan sólo espolea a los piadosos; 21 con mayor
semejanza, pues tal era el artificio, lleno de figuras vi aquel camino que en el monte avanza. 24
Veía a aquél que noble fue creado 25 más que criatura alguna, de los cielos como un rayo caer, por
una parte. 27 Veía a Briareo, que yacía 28 en otra, de celeste flecha herido, por su hielo mortal
grave a la tierra. 30 Veía a Marte, a Palas y a Timbreo, 31 aún armados en tomo de su padre,
mirando a los Gigantes desmembrados. 33 Veía al pie, a Nemrot, de la gran obra 34 ya casi
enloquecido, contemplando los que en Senar con él fueron soberbios. 36
¡Oh Niobe, con qué dolientes ojos 37 te veía grabada en el sendero, entre tus muertos siete y siete
hijos! 39 ¡Oh Saúl, cómo con la propia espada 40 en Gelboé ya muerto aparecías, que no sentiste
lluvia ni rocío! 42 Oh loca Aracne, así pude mirarte 43 ya medio araña, triste entre los restos de la
obra que por tu mal hiciste. 45 Oh Roboán, no parece que asuste 46 aquí tu efigie; mas lleno de
espanto le lleva un carro, sin que le eche nadie. 48 Mostraba aún el duro pavimento como
Alcmeón a su madre hizo caro 50 aquel adorno tan desventurado. 51 Mostraba cómo se lanzaron
sobre Senaquerib sus hijos en el templo, 53 y cómo, muerto, allí lo abandonaron. 54 Mostraba el
crudo ejemplo y la ruina
Es el bestseller de la temporada, un fenómeno sociológico que desborda los límites de lo literario: El código da Vinci,
de Dan Brown (Umbriel), ha vendido más de trescientos mil ejemplares en España en apenas dos meses, cinco
millones en Estados Unidos, y acaba de empezar a distribuirse ahora en Hispanoamérica: ya hay 150.000 ejemplares
en México, 25.000 en Argentina, 15.000 en Chile... De hecho, Umbriel espera superar el millón de ejemplares antes de
que acabe 2004. Las cifras son demasiado elocuentes, pero ¿cuál es el secreto de su éxito? ¿La manera en que
cuestiona el papel de la mujer en la Iglesia? ¿La posibilidad de que Leonardo Da Vinci fuese Gran Maestre de una
sociedad secreta llamada el Priorato de Sión, encargada de custodiar un secreto que puede cambiar la historia?
¿Quizá que el genio renacentista pudiera haber dejado pistas y enigmas por resolver en sus cuadros? ¿O tal vez que
sea el Opus Dei la organización dispuesta a todo para que no se sepa nada de la vida de Sara, la hija que Jesús tuvo
con María Magdalena? ¿Y los crímenes que salpican la trama? ¿Las pistas que a cada paso plantea el autor?
Especialistas en Leonardo como Luis Racionero y apasionados en la teología y el conocimiento de lo sagrado como
Antonio Colinas, Ignacio Gómez de Liaño, Fernando Sánchez-Dragó y Juan Antonio Cebrián examinan las pistas e
intentan resolver el enigma que es hoy, para la edición mundial, El Código da Vinci.