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CRISTO CABEZA DE LA FAMILIA

Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la
mujer, y Dios la cabeza de Cristo. 1Co 11:3
Pablo enseña que debe existir una línea de autoridad en el hogar que comienza con
Dios en Cristo, pasa al varón y de él a la mujer.
En las ocasiones cuando Pablo enseña que las mujeres deben sujetarse a sus maridos
(Efesios 5:22, 24; Colosenses 3:18), se puede interpretar que Pablo usa la voz media; esto
quiere decir que las esposas voluntariamente se sometan a sus esposos.
En Efesios 5:21 Pablo sugiere un sometimiento mutuo: “Someteos unos a otros en el
temor de Dios”. Por cierto, Pablo enseñaba que una igualdad existe entre todos los que son
cristianos: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;
porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).

Colosenses 3:16:
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a
otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e
himnos y cánticos espirituales.

Filipenses 1:9-11 y Colosenses 1:9-14. Ambos pasajes exaltan los recursos proporcionados
por Cristo en nuestras vidas: el amor, el conocimiento, el discernimiento, el crecimiento en
madurez, la fortaleza, la firmeza, la potencia de la gloria de Dios, la libertad del pecado y la
redención (limpieza y frescura) por la sangre de Cristo mismo. Todas estas cualidades están
en continua función en la vida de la persona que recibe a Cristo. ¡Qué privilegio más alto y
sublime es el de vivir y andar con nuestro Señor!

DEPENDE DE QUE CRISTO REINE EN NUESTROS CORAZONES


Sin falla, en cada hogar cristiano, Cristo debe estar presente y reinante. El reino de Dios
puede ser definido por ser cualquier lugar donde Dios reina. Si nuestros hogares quieren
pretender ser de Cristo, deben permitir y promover que él sea seguido, dejándose ser guiado
por sus motivos y principios.
En breve, diríamos que para que Cristo reine en nuestros hogares tenemos que amarle y
obedecerle. Así tenemos la confianza de su morada con nosotros (Juan 14:23) y la
confianza de que nuestras vidas resultarán más felices y victoriosas en todos sus aspectos.
Se espera que por amar a Cristo y expresarlo en el círculo familiar se producirá en cada
corazón una mayor receptividad a su dirección en la vida particular y corporal de los
miembros de la familia. No es automático ni fácil producir el buen carácter ni las buenas
obras, pero sí es más probable que ocurra en el contexto del amor cristiano. (Juan 13:34,
35.)
Tenemos la confianza de que las bendiciones de nuestro señor quedan con aquellos que
ponen en práctica su palabra y ejemplo. (1 Pedro 2:21; 3:8- 12.) Los padres y los que en
una familia son cristianos, son llamados a dar la pauta en dirigir el pensar y el actuar del
resto de los suyos. Después de las instrucciones conyugales en 1 Pedro 3:1-7, se encuentran
los consejos siguientes que deben ser interpretados en un contexto familiar:
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino
por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición
(1 Pedro 3:8, 9).
Ahora, un aspecto del reino de Cristo en nuestros hogares ciertamente sería el testimonio
cristiano a los que no conocen al Señor, sean los hijos, padres o familiares. El ambiente
hogareño es el más natural, pero también el lugar más difícil para dar nuestro testimonio.
Es el más natural porque allí gozamos de relaciones bastante íntimas y porque no podemos
pretender ser lo que no somos. Es el más difícil porque allá nos conocen demasiado bien,
con todas nuestras fallas y fuerzas. Sin embargo, insisto en que el cambio amoroso que
Cristo hace en el corazón humano puede penetrar en aquel cristiano y contagiar a aquellos
con quienes tienen que ver constantemente, aún si aquellos son su propia familia. Cristo
produce en el hombre lo que C.S. Lewis llamaba “la buena infección’, que afecta a todos
los que tengan contacto con el “infectado”.
Cuando los padres son cristianos, se hace relativamente fácil que testifiquen de Cristo a los
hijos. Pero si los hijos se convierten y los padres no comparten su fe, puede resultar
dificultoso testificar a los padres. Sin embargo, no es imposible hacerlo. Se cuentan muchos
casos donde por los hijos e hijas se ha infiltrado en la familia la semilla preciosa. Todo
depende de la actitud del testigo. No debe predicarles sino guiarles por su buena y servicial
actitud, esperando que ellos pidan una clara razón de la esperanza que hay en él que es
cristiano. (1 Pedro 3:15). La rebelión y resistencia ante los padres es completamente
contraproducente para testificarles.
Se cuenta de un joven que se convirtió en una iglesia bautista y que deseaba ganar a los
demás de su familia, pero encontró una sólida resistencia a su testimonio. Su padre le era
dominante y chocaba fuertemente con su hijo sobre sus nuevas ideas religiosas. El joven
también era culpable de pelear, defendiendo su nueva fe en Cristo bruscamente ante sus
padres y hermanos. El resultado: cero; y peor, el joven se retiró de la iglesia al poco tiempo
por lo miserable que se sentía debido al suceso. El pastor le buscó y al encontrarle
reconoció la raíz del problema. Su consejo al joven fue primeramente el de pedir perdón a
su padre y después a los demás familiares. Naturalmente el joven no quiso humillarse
pidiendo perdón a su padre ni a los demás. Resistió la idea por varios días, pero orando y
leyendo su Biblia de nuevo después de la visita del pastor, sintió que el Señor le estaba
convenciendo de la necesidad de pedirle perdón a su padre por haberle faltado al respeto.
Una noche casi no podía dormir pensando en lo que tenía que hacer. Cuando llegó la
madrugada, el joven fue al jardín para orar y pensarlo más. Como era costumbre del padre
limpiar y barrer el jardín temprano en la mañana, también entró para comenzar su oficio. Al
joven le vinieron lágrimas y se arrodilló y abrazó a su padre suplicándole perdón por
haberle ofendido. Tanto fue tocado el padre por la demostración de humildad y sincera
confesión que también se arrodilló con su hijo y juntos lloraron. El joven guiado por el
Espíritu Santo le testificó a su padre. ¡Tanto quería que conociera a Cristo! El padre
conmovido en aquel precioso momento no pudo resistir el amor ardiente e intenso de su
hijo por el Señor, y aceptó a Cristo como su Señor y Salvador en la frescura de aquel jardín.
Algunos más de la familia también recibieron a Cristo debido a aquel evento especial e
inspirador. Lo que el joven no pudo hacer predicándoles, lo logró humillándose. (1 Pedro
5:1-10.) ¡Qué ciertas son las promesas del Señor!
Además del testimonio que compartimos a nuestras familias, existe una gran necesidad de
enseñar y practicar la fe cristiana con ellos. La vida espiritual del hogar cristiano demanda
que lo esencial de lo que la Biblia presenta como la fe cristiana sea hecha viva y patente en
el laboratorio más común del mundo: nuestros hogares.
Pablo en Efesios 4:32 y Colosenses 3:13 señala que debemos perdonar porque hemos sido
perdonados por Cristo. Guardar rencor o embotellar resentimiento nos frustra y eleva
paredes que nos separan de aquellos a quienes amamos. Sólo la gracia y el perdón las
pueden tumbar, como Cristo nos lo ha demostrado. (Efesios 2:14-16.)

“He aprendido a contentarme (a estar satisfecho) en cualquier situación en que me


encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido
a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar
hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” .
(Filipenses 4:11-13

Efesios 5:23
Versículos Conceptos
Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, {siendo} El
mismo el Salvador del cuerpo.

1 Corintios 11:3
Versículos Conceptos
Pero quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el
hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.
Colosenses 2:10
Versículos Conceptos
y habéis sido hechos completos en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad;

LA CABEZA DE UN HOGAR CRISTIANO ES CRISTO


A. 1ª Cor. 11:3 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón…”
1. Cristo es la cabeza del esposo.
a. Cuando un hombre es sumiso a la voluntad de Dios, no es difícil para su esposa y
familia seguirle. Pero si vive en rebelión contra Dios, no debería sorprenderse que aquellos
bajo su autoridad vivan en una abierta rebeldía. Aquí es donde se derrumba la familia, Si el
esposo es rebelde contra la autoridad de Dios, no debería sorprenderse si su esposa o sus
hijos también son rebeldes.
b. Uno debe estar bajo autoridad para tener autoridad. 2 (1) Este principio es verdad
en toda la sociedad:  En la milicia  En el gobierno  En los negocios (2) Ejemplo del
centurión que tenía al siervo enfermo. Mt. 8: 5-10 “Entrando Jesús en Capernaum, vino a él
un centurión, rogándole y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico,
gravemente atormentado. Y Jesús dijo: Yo iré y lo sanaré. Respondió el centurión y dijo:
Señor, no soy dignos que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado sanará.
Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a
éste: Ve y va; y al otro: Ven y viene; y a mi siervo has esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se
maravilló, y dijo a los que lo seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado
tanta fe.”
c. No es bueno para una mujer estar casada con un hombre sin cabeza. El ser
responsable ante nadie que no sea uno mismo conduce a problemas.
d. La mayoría de las disfunciones dentro de un hogar, vienen a raíz de que el esposo
fracasa en someterse a la autoridad de Dios, El hombre es la clave de la armonía dentro de
la familia.
2. Cristo es también la cabeza de la esposa. La cabeza de la esposa es primero Cristo
y después su esposo.
3. Cuando Cristo es reconocido como Señor de ambos, el esposo y la esposa recién
entonces ese hogar es verdaderamente cristiano.
4. Cristo es la cabeza de los niños, y se les debe enseñar esta verdad. a. Ef. 6:1
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” a. Los hijos están
bajo la autoridad de Dios, y bajo la autoridad de ambos padres, Cuando este orden se
revierte, tenemos un hogar disfuncional. 3
B. La supremacía de Cristo sobre la familia es el mayor distintivo de un hogar cristiano.
1. Su Palabra es honrada…
2. Su Nombre es exaltado y adorado…
3. Su Presencia enriquece el hogar…
4. Su Poder es la fuerza del hogar.
C. Toda la familia necesita a Jesús.
1. Su guía divina. a. Pr. 20:24 “De Jehová son los pasos del hombre; Cómo, pues, entenderá
el hombre su camino?”. b. Jer. 10: 23 “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de
su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos.”
2. Su divino poder puede hacer que seamos lo que debemos ser. a. Rom. 7: 24 - 25
“Miserable de mi! quien me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por
Jesucristo Señor nuestro…” b. Fil. 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
3. Su poder para hacer lo que nosotros no podemos hacer.
¿Cuál es esa Cadena de Mando la cual la Esposa Cristiana desea respetar? Esta Cadena de
Mando es encontrado en 1 Corintios 11:3 (Dios Padre cabeza de Cristo, Cristo cabeza de
todo varón, y el Varón cabeza de la mujer).

1) La palabra “CABEZA” (Strongs G2776, gr. Kephale [kefalei] = verbo femenil, 1.


Metáfora: alguien supremo en autoridad o jefe, preeminencia).
2) La Esposa Cristiana quiere respetar este Protocolo. Protocolo que Dios estableció
desde el Principio de la humanidad (1 Timoteo 2:12-13).
a. Dios en su sabidura ha decidido que fuera asi: Primero fue el Esposo creado y después la
Esposa. Fue creada para ser “ayuda Idonea” (Gen. 2:18). ¿Acaso Dios se equivocó respecto
a esta Cadena de Mando? ¿Se equivoca Dios?

b. Romanos 11:33 “! Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de


Dios !Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”

3) La Esposa Cristiana no desea ignorar esta Cadena de Mando, ya que sabrá que violará un
mandamiento y se separará de la comunión con Dios (1 Juan 1:7-9).

a. Sí, el Dios de los cielos y de la tierra que tiene poder para salvar el matrimonio y
ayudarle en los problemas de ansiedad.
b. La Esposa Cristiana se puede sentir ahogada en sus problemas y pueda que ore a
Dios, pero ¿Podrá Dios responderle si está violando la Cadena de Mando?

C) La Esposa Cristiana debe reconocer algunos posibles impedimentos a Respetar la


Cadena de Mando.

1) La Influencia de la sociedad en la que vive puede ser que sea un impedimento para que
Respete la Cadena de Mando.

a. Gracias a los movimientos feministas, se han levantado protestas y demandas tratando de


igualar a la mujer con el hombre en TODO.

b. El movimiento femenil invita a la Esposa Cristiana a ignorar citas Bíblicas, tales como:
“vence con el bien, el mal” (Romanos 12:21) al tratar de ponerse al tú por tú con el
esposo malvado e inconsiderado.

2) También, otro posible impedimento hacia Respetar la Cadena de Mando es el de tener un


Esposo inconsiderado a las responsabilidades que Dios manda, cual es que sea él el que
lleve el control de la casa.

a. A veces la Esposa Cristiana puede estar tentada a ignorar la Cadena de Mando porque
su esposo no es responsable hacia el hogar y decide ella tomar el control de la
situación.
b. Al parecer es lógico pensar que la mujer debe salir al rescate de la familia y no dejarla
en una aparente “ruina”, más sin embargo me gustaría compartir la escritura:
1 Pedro 3:1 “mujeres, estad sujetas a vuestros maridos…que no creen a la palabra”
i.) ¿Acaso Dios quiere que la Esposa Cristiana respete la Cadena de
Mando aun cuando su esposo no es bautizado? Si no es bautizado, puede ser
que sea irresponsable hacia el hogar y todo lo que entorna el vínculo familiar.
ii.) En mismo√ 1 Pedro 3:1b Dios declara la razón por la cual la Esposa Cristiana
desea respetar la Cadena de Mando aun teniendo un esposo no bautizado e
irresponsable ante el hogar: “sean ganados sin palabra por la conducta de sus
esposas”
c. La Esposa Cristiana que tiene a un esposo no bautizado quiere serle obediente para
que sea ganado a Cristo y no darle “lugar al Diablo” (Efesios 4:27) o razón para que el
Esposo reclame que es muy Cristiana pero ni quiere darle de comer, lavarle la ropa o
darle intimidad en cama.

d. Ser obedientes no equivale a NO Hablar, Preguntar y Tratar de razonar con el esposo


no bautizado.

i.) Pablo Obedece la Cadena de Mando hacia el Gobierno al escribir Romanos


13:1-7, pero aun así, leemos en: Hechos 16:37-38; 22:25-27,29; 23:27; 25:16
que hablaba, preguntaba y trataba de razonar de manera humilde a sus
superiores convirtiéndose aun en un súbdito.

3) Hemos visto algunos posibles impedimentos que la Esposa Cristiana puede tener
mientras reside en el mundo, pero digo que son posibles impedimentos porque aunque
estén en el mundo “no hay que conformarse al mundo” (Romanos 12:2). No vivir bajo la
ley mundana, sino bajo la ley de Dios.

D) La Satisfacción y el Gozo de ser Obedientes 1) Nunca habrá una verdadera satisfacción


en la desobediencia pero siempre perdurará la felicidad en la obediencia. 2) El gozo de
Jesús era el ser obediente a su Padre celestial (Jn. 15:10-11). Ese mismo gozo lo puede vivir
la Esposa Cristiana al ser obediente a las escrituras que ya leímos donde dice que debe
obedecer la Cadena de Mando.
"Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza
de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo".
Sabemos que hay aquellos en el día de hoy que enfatizan la declaración del medio, "El
hombre es la cabeza de la mujer", pero cuando usted pone todas estas declaraciones juntas,
no va a quedar un punto de vista desigual, desequilibrado. Pablo estableció aquí otro gran
principio. Éste es la autoridad en beneficio del orden, para eliminar la confusión.
En ese versículo 3 que hemos leído, la palabra que más se destaca es la palabra "cabeza".
Dice, "Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la
cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo". Bien, la cabeza es la parte del cuerpo que
proporciona la dirección.
Aquí el orden normal, correcto es el de Cristo como la cabeza de cada hombre. Hasta que
un hombre no sea dominado por Cristo, no es un hombre normal. Hay aquellos que han
sido dominados por la bebida, otros que han sido dominados por la pasión, y otros que han
sido dominados por su naturaleza física. Pero todo hombre debería estar dominado por
Cristo. San Agustín dijo: "El corazón humano está inquieto hasta que descanse en Ti". Así
es que el corazón humano estará dominado por la inquietud hasta que convierta a Cristo en
su cabeza. Hubo hombres destacados que han logrado llevar a cabo grandes obras para
Dios, y que hicieron precisamente eso; por ejemplo Martín Lutero, San Agustín y otros.
Podemos decir que estos hombres fueron dominados por Cristo. Cuando oímos hablar de
una persona que es un creyente, nos preguntamos, ¿ha sido dominado por Cristo? Eso es lo
importante y lo que él estaba diciendo aquí, es que así debía ser.
El apóstol continuó diciendo: "La cabeza de la mujer es el hombre". No hay artículo en el
idioma griego. La traducción es "hombre" y no "el hombre". Y tampoco dice de cada
mujer. No es un absoluto. Se refiere al matrimonio, en el que la mujer ha de responder al
hombre. Ese es un principio general. Y es normal, creemos, que una mujer esté sujeta al
hombre en el matrimonio. Una mujer que no pueda respetar al hombre, no podría seguirle
y, por supuesto, no debería casarse con él. Pero una verdadera mujer responde con cada
fibra de su ser al hombre que ella ama. Y él, a su vez, debe ser la clase de hombre que esté
dispuesto a morir por ella. En la carta a los Efesios, capítulo 5, versículo 25, leemos:
"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí
mismo por ella".
El Dr. G. Campbell Morgan, un comentarista bíblico, contó que él y su esposa tenían una
amiga, una mujer muy brillante, una mujer que tenía una gran personalidad, una
personalidad fuerte, y que era una persona excepcional. Ella era soltera. El Dr. Morgan le
hizo una vez una de esas preguntas directas, "¿por qué no se ha casado usted?" Ella
respondió, "Nunca pude encontrar a un hombre que me pudiera dominar". Por esa razón
permaneció soltera. Pues bien, hasta que una mujer no encuentre esa clase de hombre,
cometería una equivocación si se casara. Porque tendría problemas desde el primer día de
su vida matrimonial.
Estimado oyente, todas instrucciones fueron dadas a personas creyentes, es decir, que
habían recibido al Señor Jesucristo como su Salvador. Al dar entrada a Cristo en la vida,
cada persona, cada cosa, cada circunstancia en la vida, cambia, y ocupa su debido lugar. Y
si el nuevo creyente, sigue las instrucciones de la Palabra de Dios, con la ayuda del Espíritu
Santo, disfrutará la paz de una vida de compañerismo con Él, con las personas que le
rodean, y también la paz que produce la posesión de la vida eterna, que se disfruta
anticipadamente aquí y ahora, en esta vida.
1 Corintios 11:3c-16
Regresamos hoy al capítulo 11 de la Primera Epístola a los Corintios. Y en nuestro estudio
anterior, vimos que el apóstol Pablo estaba indicando un gran principio, que la cabeza de
todo hombre, es Cristo. Y que la cabeza de la mujer, es el hombre. Ahora, si un hombre ha
sido dominado por el Señor Jesucristo, Él es su cabeza. Y la mujer, la esposa, ve en el
hombre alguien que la ama y si es así, ella de una manera natural y normal le considerará a
él como su cabeza, tanto de su vida, como de su hogar. Cristo, en forma voluntaria, se
sometió al Padre y tomó el lugar para nuestra redención. Las dos primeras partes de este
versículo fueron consideradas en nuestro programa anterior. Vamos a leer nuevamente todo
el versículo 3, de 1 Corintios 11, prestando atención, especialmente a la tercera parte de
este versículo, en la que Pablo presentó esta gran declaración:
"Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza
de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo".
"Dios es la cabeza de Cristo" es la tercera y última parte de este versículo. Éste es,
realmente, un gran misterio. En Juan 10:30, el Señor Jesucristo dijo: "El Padre y yo uno
somos". Pero Él también dijo, en Juan 14:28: "Porque el Padre mayor es que yo". En la
obra de la redención, Jesuscristo, voluntariamente, ocupó un lugar más bajo y por un
tiempo fue hecho un poco menor que los ángeles. El transitó por un camino humilde en este
mundo. El mismo apóstol Pablo nos amonestó, en Filipenses 2:5-7 lo siguiente, "Haya,
pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: El cual, aunque existía en
forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios, como algo a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres".
Ahora, Pablo iba a aplicar este principio de liderazgo o dirección, a la situación en Corinto.
En aquella ciudad, una mujer que no usaba el velo, era una prostituta. La situación local
suya, estimado oyente, podría ser diferente. Su Iglesia, su comunidad, podrían ser
diferentes a lo que era Corinto. Pero en Corinto, y en aquella época, éste era un asunto
importante. Aun así, creemos que aquí hay un gran principio que se aplica en el día de hoy.
En el versículo 4 dijo el apóstol:
"Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza".
Los rabinos de esa época enseñaban que el hombre debía cubrir su cabeza. Y Pablo dijo
que, en realidad, ellos habían interpretado mal a Moisés y el motivo para el uso del velo.
Porque en su Segunda carta a los Corintios, capítulo 3, versículo 13, dijo: "Y no como
Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en
el fin de aquello que había de desaparecer". Pablo se estaba refiriendo a la experiencia de
Moisés cuando el descendió del monte en donde había estado en comunicación con Dios.
Cuando descendió de allí la primera vez, la piel de su rostro brillaba, pero después de un
rato, la gloria comenzó a desaparecer. En consecuencia, él cubrió su rostro para que ellos
no descubrieran que el brillo de la gloria estaba desapareciendo.
Pablo estaba diciéndoles a los hombres que no debían cubrir sus cabezas. Un hombre,
creado a imagen de Dios, que está unido a Cristo por la obra de la redención, debía tener su
cabeza descubierta como una señal de dignidad y de libertad. No debía cubrirse cuando
estaba orando u profetizando. Cuando estaba orando, estaba hablando a Dios de parte de los
hombres, haciendo una obra de intercesión. Y cuando estaba profetizando, estaba hablando
a los hombres de parte de Dios. Cada vez que se encontraba en esas dos posiciones
sagradas, debía tener su cabeza descubierta. Continuó entonces el apóstol Pablo y dijo en el
versículo 5:
"Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza,
porque es lo mismo que si se la hubiera rapado".
Fue como si en Corinto hubieran tenido como una versión antigua del movimiento de
liberación de la mujer, pero orientado en la dirección equivocada. Así que, el hombre debía
tener su cabeza descubierta, mientras que la mujer la debía tener cubierta.
Observemos que aquí dice "toda mujer que ora o profetiza", lo cual significa que ella puede
orar en público, o sea, que puede hablar en público. La mujer tiene derecho a realizar estas
tareas si Dios le ha dado esa capacidad espiritual. Y algunas mujeres la tienen. Luego él
continuó diciendo en el versículo 6:
"Si la mujer no se cubre la cabeza, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a
la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra".
Esto tenía una aplicación concreta para Corinto. La mujer que no usaba el velo en aquella
ciudad, era una prostituta. Muchas de ellas se habían afeitado la cabeza. Las vírgenes
vestales del templo de Afrodita, que eran realmente prostitutas, tenían sus cabezas
afeitadas. Por eso, las mujeres que tenían sus cabezas descubiertas, eran las prostitutas.
Aparentemente, algunas de las mujeres de la iglesia de Corinto estaban diciendo: "Bueno,
como todo me es lícito y me está permitido". Pablo dijo que esto no debía hacerse porque el
velo era una señal de sujeción, de sometimiento, no ante los hombres, sino ante Dios.
Ahora, estas instrucciones tenían una aplicación local, porque fueron dadas a las mujeres de
Corinto. Entonces, ¿se aplican a nuestro tiempo y a nuestra sociedad? Bueno, para algunas
mujeres el uso de un sombrero ofrece una especie de apoyo moral. Pero las normas para el
vestido de la mujer, tienen que ver con su ministerio, con su servicio para el Señor. Hay
algunos otros pasajes en la Biblia que presentan una mayor información sobre este tema y
creemos que es necesario considerarlos en este momento.
Por ejemplo, en la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo, capítulo 2, versículos 8 al 10,
Pablo dijo: "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas,
sin ira ni discusiones. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y
modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas
obras, como corresponde a mujeres que practican la piedad".
Lo que Pablo estaba diciendo aquí es simplemente que si la mujer iba a elevar manos
santas, guiando el servicio, entonces ella no debía arreglarse de manera que llamase la
atención sobre sí misma. ¿Por qué? Francamente hablando, no debía apelar o acentuar su
atractivo físico en el servicio de Dios. Estimado oyente, esto es exactamente lo que quería
decir el apóstol.
Notemos lo que Pedro dijo en su primera carta universal, capítulo 3, versículos 1 y 2; dice:
"Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no
creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, al considerar
vuestra conducta casta y respetuosa". Veamos ahora lo que Pedro siguió diciendo en los
versículos 3 y 4: "Vuestro adorno no sea el externo de peinados ostentosos, de joyas de oro
ni de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible adorno de un
espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios". Dios estaba diciendo,
en esta primera carta del apóstol Pedro, que la esposa no puede ganar a su esposo para
Cristo, utilizando su atractivo exterior y físico. Hubo mujeres en la Biblia que tuvieron un
reconocido atractivo físico: por ejemplo, Jezabel, Esther, Salomé. Pero hubo también
mujeres que se destacaron por ser mujeres maravillosas y devotas, a quienes Dios usó,
como Sara, Débora, Ana, Abigail y María, la madre de Jesús. Y después, hubo consejos
dados a los maridos. En la citada primera carta de Pedro 3:7, el escritor dijo: "Vosotros,
maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más
frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo". Cabe destacar que muchas familias han visto sus oraciones estorbadas porque
marido y mujer no estaban compenetrados como deberían haber estado.
Luego el apóstol volvió al principio establecido para los hombres en el versículo 4. Leamos
entonces los versículos 7 al 9:
"El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer
es gloria del hombre, pues el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre; y
tampoco el hombre fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre".
El lugar de la mujer es el de ser una compañera idónea del hombre, ella ha de ser la otra
parte de él. Hemos de destacar algo importante. Ningún hombre está completo sin una
mujer, a no ser que Dios le haya concedido a un hombre la gracia especial para una obra
especial. Escuchemos lo que dice el versículo siguiente, el versículo 10:
"Por lo cual la mujer debe tener señal, un símbolo de autoridad sobre su cabeza, por causa
de los ángeles".
Aquí vemos una referencia a los ángeles que no resulta fácil de entender. En nuestra
opinión, tiene relación con el hecho de que estamos siendo observados por seres
inteligentes creados por Dios. En este pequeño mundo en el que vivimos, estamos como en
un escenario, y esos seres nos están observando. Ellos están descubriendo el amor de Dios
porque saben que los seres humanos no somos dignos de ese amor divino. Probablemente
piensen que Dios habría hecho bien en librarse de nosotros, porque somos las criaturas
rebeldes del universo que Él ha creado. Pero Dios no nos abandonó. Él nos ama. Y la
muestra de Su amor fue evidente en Su gracia y misericordia para salvarnos. Los ángeles
posiblemente se asombran de la gracia y paciencia de Dios para con los seres humanos.
Veamos ahora el versículo 11:
"Pero en el Señor, ni el hombre es independiente de la mujer, ni la mujer independiente del
hombre"
Éste es el poder de la mujer. El de poder mantener al hombre junto a ella, simplemente por
ser una mujer. Y el hombre puede mantener a la mujer junto a sí mismo por ser un hombre.
Ésta es la relación que debe existir en el matrimonio, porque Dios la ha dispuesto de esta
manera. Y cuando esa relación no existe, entonces el ideal de Dios se ha perdido. Veamos
ahora el versículo 12, de este capítulo 11, de la Primera carta a los Corintios:
"porque, así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero
todas las cosas proceden de Dios".
Usted puede apreciar que aquí el hombre y la mujer son inseparables. El hombre no es
como una esfera, sino un hemisferio. Ya sabemos que un hemisferio es una de las dos
mitades de una esfera dividida por un plano que pase por su centro. Esto quiere decir que el
hombre no está completo en sí mismo, sino que es simplemente la mitad de una unidad. Esa
unidad es la que se constituye con el matrimonio. Es absurdo concebir, tanto al hombre
como a la mujer, separados o liberados el uno del otro. Por la forma en que han sido
creados, se necesitan mutuamente. La libertad, estimado oyente, se convierte en una
realidad en la gloriosa relación del matrimonio. Leamos ahora el versículo 13:
"Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?"
Por lo que hemos leído en este pasaje de la epístola a los Corintios, pensamos que una
mujer no debe llamar la atención a sí misma cuando está hablando en público por el Señor,
cuando está enseñando en una clase bíblica, o cuando se encuentra orando. Cuando se
encuentra sirviendo a su Señor de esa manera, no debiera destacar su atractivo físico. La
atracción que puede despertar, no solo posee la influencia necesaria como para desviar los
pensamientos del sexo opuesto de las labores espirituales que esté realizando, sino que,
puede iniciar y culminar el proceso de elevar o hundir a un hombre. Y continuamos leyendo
el versículo 14, de este capítulo 11 de la Primera Epístola a los Corintios:
"La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el
cabello?"
En el Antiguo Testamento había algunas personas que se obligaban por un voto a
abstenerse de varias cosas. El voto nazareo era un acto por el cual un hombre se consagraba
a Dios. Ya lo hemos visto antes. Los hombres tomaban ese voto y lo hacían dedicándolo a
Dios, y entre las cosas que debían hacer, estaba el no cortarse el cabello. Eso indicaba que
ellos estaban dispuestos a sufrir vergüenza por amor, por consideración a Dios. Incluso en
aquellos tiempos tan lejanos en la historia, el cabello largo de los hombres era considerado
vergonzoso. Leamos ahora el versículo 15:
"Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso, porque en lugar de
velo le es dado el cabello".
Ahora, es cierto que hoy tenemos libertad al estar unidos a Jesucristo. El largo del cabello
no es el tema importante, sino que lo que cuenta realmente es el motivo que tiene la persona
para adoptar una actitud al respecto. Muchos hombres se han dejado crecer el cabello, y
muchas mujeres se lo han cortado como una señal de rebelión contra un orden establecido,
o arrastrados por los dictados de la moda. Los valores morales absolutos ya no son una
realidad en la sociedad secular, y además siempre hay gente dispuesta a llegar a extremos
en cualquier dirección. Pero, reiteramos, las decisiones de los creyentes al respecto, están
amparadas por la libertad cristiana.
Y el apóstol Pablo dice que, en realidad, no es el largo del cabello, el tipo de corte de pelo,
ni el estilo o la forma de vestir, lo que tiene una suma importancia. Continuemos leyendo el
versículo 16 de este capítulo 11 de 1 Corintios:
"Con todo, si alguno quiere discutir este asunto, sepa que ni nosotros ni las iglesias de
Dios tenemos tal costumbre".
La conclusión alcanzada por el apóstol Pablo es que la iglesia no debía ponerse a establecer
reglas en relación con el asunto de la ropa de las mujeres o el cabello de los hombres. La
cuestión verdaderamente importante es el interior de la persona. Figurativamente hablando
y desde un punto de vista espiritual, es la vieja naturaleza humana la que necesita un buen
corte de pelo y la toga, o el manto de la justicia. Estimado oyente, si nosotros como
creyentes estamos cubiertos, revestidos por el manto de la justicia de Cristo, y si nuestra
naturaleza humana se encuentra bajo el control del Espíritu Santo, esa condición espiritual
se encargará de regular la apariencia exterior del creyente. El corte de pelo o el estilo de la
ropa dan lo mismo, es decir, que no tienen mayor relevancia que la que dicten el buen
gusto, la naturalidad, la sobriedad y la elegancia. Cabe destacar que en estos asuntos el
apóstol Pablo no estaba estableciendo reglas dogmáticas para todas las sociedades, culturas
y tradiciones de todos los pueblos y para todos los períodos de la historia. Simplemente
expuso lo que, en su opinión era lo mejor, lo más adecuado para que la extensión del
evangelio entre los no creyentes no fuera obstaculizada por cuestiones secundarias.
Debiéramos recordar que en el ejercicio pleno de nuestra libertad cristiana, el mensaje del
pasaje que hemos considerado se centra en la necesidad de pensar en el bien de los demás,
en tener una actitud de amor hacia aquellos que están en su desarrollo espiritual hacia la
madurez, evitando ofenderles, y en ser efectivos en nuestro testimonio cristiano a los que
aún se encuentran alejados de Dios. Por tal motivo, debiéramos dejarnos guiar por estos
principios, que están basados en un principio general aun más amplio, y que es logar que
nuestra conducta traiga honra y gloria al nombre de Dios.
En nuestro próximo programa entraremos en otra sección de no menor importancia e
interés. De la vestimenta de la mujer y el cabello del hombre, pasaremos a considerar el
tema de la Cena del Señor. Y este tema es de una relevancia fundamental, y probablemente
sea la parte más sagrada de nuestra relación de comunión y compañerismo con Dios en el
día de hoy, no sólo desde un punto de vista individual, o vertical con el Señor, sino también
como miembros de una comunidad de creyentes. Es posible que muchos creyentes no
hayan tomado verdaderamente en serio las implicaciones de este encuentro espiritual. Y
Pablo va a advertir aquí que Dios lo juzgará a usted por la manera como usted practica la
Cena del Señor; indicando que entre los corintios había en realidad algunos que habían sido
juzgados y estaban sufriendo las consecuencias del castigo de Dios, por la forma en que
estaban observando la Cena del Señor. Ellos no discernían la realidad del cuerpo de Cristo
y debiéramos preguntarnos como vivimos hoy la realidad del cuerpo de Cristo. La mayoría
concentra su atención en el método de celebrar esta cena del Señor, así como en los detalles
externos del ritual. Los Corintios le habían hecho preguntas a Pablo sobre este tema y el
apóstol, a su vez, había recibido noticias sobre algunas cosas que sucedían en aquella
comunidad. Así que, en nuestro próximo encuentro veremos la exposición de su respuesta,
y de los principios que él establecería.
Estimado oyente, después de considerar que lo importante es el aspecto de la parte interior,
concluimos hoy afirmando que Dios ve, conoce los rincones más íntimos de nuestro ser. Su
mirada atraviesa todas las apariencias humanas y ante Sus ojos, nada puede ocultarse. Por
todo ello, le rogamos que se deje examinar por Él. Quizás pueda usted identificarse con las
siguientes palabras del Salmo 139:23 y 24: "Examíname, Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos, mis inquietudes. Ve si hay en mí camino de
perversidad y guíame en el camino eterno".

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