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DESPERTAR A LA REALIDAD ORDINARIA

Densho Quintero, "Dudar de la Propia Comprensión"

En nuestra práctica se insiste en la necesidad de no buscar beneficio al sentarnos, de no perseguir


algún tipo de experiencia sicológica ni tratar de anular los procesos mentales mediante la
voluntad. No obstante, con frecuencia encontramos personas que, al poco tiempo de haber
iniciado la práctica, se sienten desilusionadas por no poder apagar el “discurso interior” y de
encontrar con frecuencia mucho barullo mental durante su práctica. Es muy importante entender
que en zazen no tratamos de controlar o suprimir los pensamientos. Al igual que la lluvia, el canto
de los pájaros o los ruidos de la calle, los pensamientos son expresión de la realidad total de la
vida. El maestro Dogen dijo: “La totalidad de la existencia, la totalidad del universo existen en cada
momento del tiempo. Nada se aparta ni se queda fuera del universo en este preciso momento”.
Nunca hemos estado separados del ser universal, pero cuando nos identificamos con los
pensamientos, nos aislamos, anteponemos la barrera de las obstrucciones mentales (kleshas). El
Buda enseñó que hay pensamientos, pero no un yo que piense.

Lo importante es simplemente sentarnos sin buscar nada. Si abandonamos la práctica es porque


no entendimos que no hay un objetivo más allá de estar sentados despertando a la intimidad con
todo. Aprender a coexistir con los pensamientos soltando la identificación. No hay avance ni
retroceso, sólo despertar momento a momento. Esto es zazen, y no, alcanzar algún estado
psicológico o alguna experiencia espectacular. “La mente ordinaria es la Vía” dijo el maestro Baso.
Despertar a la maravilla de “lo simple” es la máxima expresión de abandonarnos con confianza a la
realidad última. Si no hay expectativas no puede haber desilusión.
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