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Revista
No. 19
AGN I 2018
ISSN 0123-0336
MEMORIA
Revista
No. 19
AGN I 2018
ISSN 0123-0336
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LOS TRAZOS
QUE FORMARON
A COLOMBIA Un recorrido por la mapoteca
y planoteca del
Archivo General de la Nación
El croquis de un continente
En el texto “Historia de la Cartografía en Colombia 1” Se relata
que el Cacique Tumaco hizo un croquis de la provincia de Quito
con el fin de informar a Pizarro, sin embargo, ese primer mapa
prehispánico de nuestro territorio no tiene evidencia documental
que lo pueda probar.
Se tiene también conocimiento que los conquistadores españoles
acostumbraban a enviar mapas a manera de croquis o bosquejos de las
tierras conquistadas. Según el documento citado, se tiene referencia que
parte de estos mapas se encuentran archivados en el Archivo de Sevilla
en España.
El primer mapa de nuestro territorio se debe seguramente a Cristóbal
Colón, quien en su segundo viaje en 1493 dibujó la costa norte de nuestro
territorio en un mapa llamado: “Carta de Navegar para saber el Viaje de
las Indias2”. A partir de allí, se empieza a desprender una serie de mapas,
entre los que se destaca el primer Mapa- Mundi, llamado inicialmente
Carta de Marear, presentado a la Reina Isabel en 1500 (o 15023); Antiglia
en 1508 (Nombre usado para referirse a las actuales costas de Colombia y
Venezuela); Mapa de Wltzamuller en 1507, donde referencia por primera
vez el nombre “América”. Mundus Novus en 1510, Mapamundi de Simón
Grynacus en 1532, hasta el Mapa realizado por Antonio de Herrera en
1601, denominado “Descripción de las Indias Occidentales”, en donde se
identifica claramente nuestro territorio con sus dos mares, denominado
en el mismo como “tierra Firme”.
Explorando el territorio
El propósito de explorar, conocer y plasmar cada una de las regiones,
latitudes y variedad geográfica, y natural, terminó con la propuesta y
ejecución de expediciones como la tardía Comisión Corográfica y la
140 | Expedición Botánica, que reflejan parte del territorio, y que terminan con
la definición de nuestra propia nación en el origen de la Republica.
Los primeros trabajos emprendidos por dibujar lo que iba más
allá del mar inician en el año 1601 con el primer mapa del cauce del
rio Magdalena, enviado a España por Luis Enríquez, seguido por un
mapa de 1641 realizado por los Jesuitas para ubicar las misiones que se
encontraban en la provincia de nuestro territorio.
Gracias a la publicación de Eduardo Posada, primer presidente de la
Academia Colombiana de Historia en CARTOGRAFIA COLOMBIANA,
se encuentra un detallado catálogo de mapas de la época colonial hasta
1960, los cuales se referencian catálogos anteriores realizados por Ezequiel
Uricoechea en 1860.
Los primeros mapas identificados que se encuentran en el Archivo
General de la Nación corresponden a documentación desde 1601 hasta
1700 en un volumen de 90 registros, entre los que se cuentan los primeros
mapas que dan fe del reconocimiento de nuestro territorio, como lo son
los mapas de las estancias y resguardos indígenas, planos de los pueblos
recién creados de la colonia, como: el Plano del pueblo de Chiracoca de
Virués, elaborado por Juan de Vargas, escribano en 1606; el Plano de la
ciudad del valle de Duraza; corresponde al expediente sobre la fundación
de la ciudad de La Grita, en 1601; El Plano del pueblo con la plaza y
dos calles en las que están la iglesia y la casa del cacique de 1602 (sin
identificar la población); Un Plano de unas cuadras de tierras en litigio
con sus linderos, en inmediaciones de Villa de Leiva, entre la sierra que
hace cabecera de la Villa, el Rio y quebrada, que data de 1613; y el Mapa
de las tierras del valle de Minipi, en Cundinamarca en 1680.
Se encuentran allí, documentos de autorización para construcción
de iglesias, como parte de las misiones católicas en la colonia, como es
el caso del plano de la planta de la Iglesia de Tibaguyas. Levantado por
Cristóbal Serrano, entre muchos otros levantamientos.
La tradición romana, inculcada en la cultura española trae la
impronta de la implantación de la cuadricula o damero en las nuevas
tierras, que se ve reflejado en las disposiciones coloniales y en los mapas
que se encuentran en las mapotecas del AGN, que van desde exquisitos
gráficos, como el del Plano de la Parroquia de Sincelada [Cincelada-
Santander] con sus alrededores, hasta algunos otros reticulados simples
de implantación de la cuadricula en nuestra geografía no tan plana como
los soportes documentales, como es el caso de Plano de los solares de la
parroquia de Somondoco, en 1791.
Años después, a la llegada de Humboldt y su encuentro con Caldas, | 141
se inicia un nuevo capítulo de exploración de territorio que enriquece
los archivos de representaciones gráficas bañadas de conocimiento
de la época y de avances que permiten identificar la genialidad de sus
personajes y su apasionada necesidad de identificar los pisos térmicos
de nuestra escarpada patria llena de montañas y diversidad de paisajes.
Por su parte, José Celestino Mutis, emprendió un largo viaje desde
Cádiz- España, en el verano de 1760, encontrándose “maravillado en sus
encuentros con plantas, animales y seres humanos que se suceden en su
mente con objetos y sujetos de conjeturas científicas”4
El resultado de estos encuentros y viajes expedicionarios surge
la Expedición Botánica en 1783, bajo el reinado de Carlos III, y la
consecuente Comisión Corográfica. Como eruditos en el campo de las
ciencias naturales se destacan: el botánico y geólogo Mutis (nacido en el
año 1732 en Cádiz, fallecido en 1808 en Bogotá) y su discípulo Caldas5
(nacido en 1770, fusilado en Bogotá por los españoles en el año 1816), un
autodidacta instruido en sus viajes y que dejó asombrado a Alexander
von Humboldt por los conocimientos y observaciones a que había llegado
en materia de botánica, química, astronomía y etnología, así como por la
invención de algunos instrumentos, como el hipsómetro.
En la década de 1850, con el desarrollo de la Comisión Corográfica
liderada por Agustín Codazzi, se incrementó el interés por la búsqueda
de material bibliográfico, cartográfico y topográfico relacionado con los
4 Tomado de: A impulsos de una rara resolución. El viaje de José celestino Mutis al
Nuevo Reino de Granada1760-1763. Jaime Bernal y. Alberto Gómez Gutiérrez. Bogotá.
Pontificia Universidad Javeriana; Universidad del Rosario. 2010. Pag. 28.
5 Francisco José de Caldas Tenorio (1768-1816), geógrafo, naturalista, escritor y
abogado neogranadino, editor del Semanario del Nuevo Reyno de Granada en los
primeros años del siglo XIX. Participó en las luchas de la Independencia y murió fusilado,
así como otro integrante de la Expedición. Jorge Tadeo Lozano.
límites y los recursos de la Nueva Granada. Es en este contexto en el
que Ezequiel Uricoechea (1834-1880) publica su Mapoteca colombiana
obra en la que compila el listado de los materiales cartográficos del país
y la llamada Gran Colombia, identificados por él durante su estadía en
Europa, particularmente en la importante mapoteca de la Biblioteca Real
de Bruselas6.
A pesar de que los bienes de la Expedición Botánica fueron embalados
a España en 1816, en el Archivo General de la Nación, algunos de los
mapas realizados por la Comisión corográfica reposan en la mapoteca 6,
142 | como son las cartas corográficas de los diferentes estados del Gobierno,
realizadas en Paris, con los datos de la Comisión Corográfica.
Los recorridos por la comisión, por sus personajes que fueron
dibujando nuestro país y recolectando información geográfica, botánica,
de costumbres, tradiciones, y de las mismas aventuras, nos permiten
conocer no solo la geografía, sino la hostilidad que se fundía con la
riqueza de nuestras tierras vírgenes. Viajeros de selva tropicales escribían
y trazaban ideas que se volvían mapas y apuntes de expediciones en
nuestra nación. Parte de esas mágicas sensaciones las encontramos
cuando observamos los primeros mapas de Bogotá y los unimos a los
escritos de lo que experimentaban los viajeros que venían a Colombia
y se adentraban a su capital, era, como lo describe Ernst Röthlisberger
en su libro EL DORADO: “El extranjero que, después de un largo y
costoso viaje, llega a la Sabana de Bogotá, experimenta, antes que todo,
una justificada sorpresa. Se ha dicho con acierto que la impresión que
recibe una persona en tales circunstancias debe de parecerse a lo que se
sentiría al pasar rapidísimamente de una selva del centro de África a
una llanura de la Normandía. ¿Cómo es posible que tan penosos caminos
conduzcan a una de las más importantes ciudades de Suramérica, donde
habitan tantas personas ricas y cultas y donde se acumulan tantos capitales
y tantos tesoros del espíritu? Ya en esto se muestra que Colombia es un
país de violentos contrastes. Estos contrastes se hacen visibles en su misma
configuración física, en las variedades climáticas, en las diferencias raciales,
en su desarrollo etnográfico y político”7.
Dos son los orígenes próximos de todos los ejemplares que se custodian
en el Archivo Nacional, pues junto a los propios del Centro y procedentes
directamente de los expedientes allí guardados, se hallan también los cedidos
por la Biblioteca Nacional. Y decimos origen próximo porque, según vamos
a ver, creemos que a su vez los de la Biblioteca fueron sacados, con bastante
anterioridad, de otros expedientes que debían estar en el Archivo Virreinal,
de cuyos legajos serían extraídos para su mejor consulta o conservación,
como hemos hecho nosotros ahora, razón por la cual no desaparecieron en
el incendio que destruyó gran parte de la documentación del Nuevo reino
a fines del Siglo XVIII.
Los primeros, los procedentes del Archivo, forman el contingente
más numeroso y es el que está perfectamente detallado en cuanto a su
procedencia, porque salvo en raras excepciones en que fueron sacados de
los expedientes sin tomar los datos necesarios, todos ellos se refieren a unos
papeles en los que se puede bucear su génesis16. Como muchos de ellos