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«Es tierra de indígenas, pero también hay un igual número de mestizos y algunos
americanos más cultos. El número de habitantes de Pelileo se acerca a seis mil,
incluyendo a los de los alrededores, que da la impresión de una hermosa aldea»1.
El párrafo anterior corresponde al jesuita italiano Mario Cicala, que vivió en tierras
tungurahuenses desde más o menos 1764, hasta la orden de extrañamiento de los
jesuitas de los territorios españoles por medio de la «Pragmática sanción» de Carlos III,
en 1767. Este jesuita había llegado a los territorios de la Real Audiencia de Quito a
finales de 1742 y se dedicó a observar su topografía y a tomar notas, que luego
plasmaría en su obra.
Pero no hablaremos de Cicala, sino que nos apoyaremos en él para, esta vez, revisar por
encima los registros de los libros primero (1617-1719) y quinto (1752-1759) de
bautismos de Pelileo, que son los que se han conservado, y trataremos de ponerlos un
poco en contexto. En el primer caso hay un vacío de datos entre 1689 y 1700, mientras
el segundo libro nos muestra mayor regularidad.
Esta revisión busca apenas colaborar con un poco de información básica para conocer
desde los apellidos cómo se fue constituyendo la sociedad pelileña a partir del siglo
XVIII. Ni siquiera es exhaustivo desde este punto de vista, pero servirá de referencia o
quizás de base para estudios que aspiren a profundizar más. Se verá al final la presencia
de ciertos apellidos en ciertos momentos, así como el aparecimiento y la desaparición de
otros en etapas posteriores.
1
Mario Cicala, S.J., Descripción histórico-topográfica de la Provincia de Quito de la Compañía de
Jesús, Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit, Instituto Geográfico Militar, Quito, 1994, pág.
391.
de diverso tipo. Veamos, entonces, qué otras cosas dice el cura sobre esos días en esas
telúricas tierras:
Desde la llanura de Cotaló se desciende por dos pendientes, la una de media milla de
distancia y la otra de poco menos de una legua, y un tanto escarpada, al lugar llamado
Pelileo, situado en un llano ameno en forma de círculo exacto, con algo de declive
hacia el valle de Patate y con un diámetro de un poco más de una milla. En el centro de
dicha llanura circular se levanta el gran lugar y población de Pelileo, también en
forma de círculo, igual de largo que de ancho, unas 350 canas 2 italianas. Sus calles
rectas todas y anchas de casi 2 canas cada una, todos los edificios de adobe y los
techos cubiertos de tejas; por cada calle corre agua. El clima sanísimo y fresquecillo.
Tiene una hermosa y amplia plaza de cuadro perfecto, toda plana y lastrada y tiene
unas 50 canas por lado.
Hay allí una hermosa y muy elegante iglesia de una sola nave pero muy grande,
construida con piedra labrada a cincel y cal, con un campanario alto y una fachada de
piedra muy majestuosa. Su párroco era un fraile dominicano, y de ordinario se lo
designaba al que terminaba el provincialato. La renta es de cerca de 6.000 escudos
anuales. La casa parroquial, llamada convento, está construida en cuadrilátero, con un
patio en medio y los corredores alrededor; es de un solo piso, y por detrás tiene varios
espaciosos huertos de árboles frutales, de hortalizas, alfalfa para las mulas y sembrío
de granos y legumbres, inclusive tiene pequeños jardines de flores. El frontis de la casa
que da a la plaza tiene un bello pórtico, con bancos a 6 palmos de altura del suelo de la
plaza y con un murito bajo a manera de balcón. 3
El italiano publicó esta obra en Italia en 1771, y esta descripción expone condiciones
que no se pueden verificar físicamente hoy en día, pues, según cuenta el pelileño Carlos
Miranda Torres: «Veintiséis años más tarde la publicación de este libro, esto es en el
año 1797, un pavoroso sismo redujo a escombros varias poblaciones de la provincia de
Tungurahua, Pelileo en particular. Este sacudón telúrico tuvo una fuerza y una magnitud
increíbles, habiendo devastado íntegramente la ciudad […], el fenómeno fue de tal
intensidad que “arrastró el primer asiento de Pelileo al cauce del Patate 4». 5
2
Según el Diccionario de la lengua española: «cana. Del lat. canna ‘caña’. En Cataluña y otras partes,
medida equivalente a dos varas aproximadamente». Es así que, siendo que la vara tenía entre 76,8 cm y
91,2 cm, el diámetro de Pelileo en la década de 1760 era de entre 268,8 metros y 319,2 metros por lado;
es decir, tenía un área de entre y 72,25 km y 101,89 km.
3
Ibídem, págs. 391 y 392.
4
Darío Guevara, citado por Carlos Miranda Torres en «El viejo parque principal de Pelileo», Ecuador
raizal. Estudios histórico-sociales, volumen II, pág. 171.
5
Carlos Miranda Torres, op. cit.
Pero resulta que, como en todo proceso histórico-social, la época que analizamos es
resultado de actores y hechos anteriores. El ilustre hijo de este pueblo Darío Guevara
Mayorga, en su célebre Puerta de El Dorado. Monografía del cantón Pelileo, nos
cuenta una leyenda por medio de la que los lugareños explicaban en parte el paisaje
topográfico que han tenido los últimos 300 años:
Otra tradición leyendosa de los tiempos prehistóricos dice que mama Tungurahua le
traicionó a taita Chimborazo para vivir en mal estado con el alto Cúllay, conocido
ahora con el nombre de Altar.
Taita Chimborazo descubrió el engaño de la infiel esposa y quiso acabar con
ella a garrote limpio, y así lo hubiera hecho si a tiempo no acuden eu defensa de la
adúltera, el mismo Cúllay y el vecino Carahuairazo. Pero el esposo burlado no estaba
para soportar tamaño atrevimiento; pues, al Cúllay, por su falta gravísima, le mató
(hundió), y al Carahuairazo «le dejó en esqueleto», por meterse en lo que no le
convenía.
Esta leyenda tiene relación con el hundimiento del Altar y el desmochamiento
del Carahuairazo, dos cataclismos que se produjeron eh distintas épocas: el primero en
el siglo XIII y el segundo en el siglo XVII (1698). 6
6
Darío Guevara, La Puerta de El Dorado. Monografía del cantón Pelileo, I. Concejo Municipal de
Pelileo, Editora Moderna, Quito, 1945, págs. 42-43.
7
Wolf, pág. 26.
8
«Dans les ruines d’un village indien nommé Ticsan, que l’éboulement des terres d’une montagne
voisine fait abandonner, & transférer ailleurs en 1689, j’ai vu plusieurs pignons de maisons bâties de
ces adóbes, dont les angles n’étoient pas émoussés depuis plus de cinquante ans», en M. de la
Condamine, Journal du voyage fait par ordre du Roi, a l’Equater, L’Impremerie Royal, París, pág. 142.
— El terremoto de 1797 del que nos habla líneas arriba Carlos Miranda, que
sacudió a la Sierra centro y que dejó destruida a la ciudad de Riobamba.
La natural y obvia conclusión que se saca de ver un pueblo aún parado y trabajando a
pesar de estos hechos es la reiterada, notoria y ya tradicional «actitud de ave fénix» del
habitante de Pelileo, demostrada con esa manera de levantarse una y otra vez y de
volver a salir adelante sin dejarse abatir.
Entre los hechos no naturales de esos años, tenemos que en el 25 de abril de 1768, los
indios conciertos en el obraje de San Ildefonso (entre Pelileo y Patate) se levantaron por
el aumento de trabajo. Los amotinados asesinaron al administrador; los líderes del motín
fueron capturados y ajusticiados 10. Luego, el 9 de enero de 1780, mestizos en Pelileo, y
los indios de Píllaro y Quisapincha se sublevan en protesta al aumento de alcabalas
ordenado por García de León y Pizarro; Antonio Solano Salas sofoca las insurrecciones
y ejecuta a los líderes. 11
Pero, como habíamos anotado, los registros de bautismos de Pelileo que se conservan
comienzan en 1671, lo que nos deja un hueco de algo más de 100 años desde su
fundación por Antonio de Clavijo, en 1570, y algo menos de 130 años desde que la
encomienda de Chumaquí fuera entregada a Hernando de la Parra. La siguiente
encomienda, Huambaló, se dio a Alonso de Bastidas en 1549. Debemos apuntar que
los encomenderos no vivían en el pueblo, sino que iban de vez en cuando a recoger el
camarico 14 de los indios o incluso iba sencillamente un enviado 15.
Darío Guevara cuenta 16 que la repartición de estancias comenzó en 1535, pero que no se
sabe con exactitud cuáles fueron las primeras en Pelileo. De todas formas, expone
algunas de las que constan en el Libro de proveimientos de tierras, solares, aguas, etc.,
por los cabildos de la ciudad de Quito, de 1583 a 1594:
— Al capitán Lucas Porcel se le concedió el 19 de marzo de 1584 una estancia de
«doce caballerías 17 de tierras para sembrar en términos de Ambato, en un sitio
llamado Chumaquí». Porcel es tronco de los Fiallos, por tanto, es ascendiente
directo de Juan Montalvo 18.
— El 28 de mayo de 1585: «Diósele título a Diego Pérez, de cuatro caballerías de
tierra en Pachalica 19, que llaman Cullimanga». Además: «“Dióseles título en
forma a Inés de Alarcón, de seis caballerías de tierra en términos del pueblo de
Patate, en la orilla del río de la otra banda, como van del pueblo de Pelileo, río
en medio, linderos con tierras de don Cristóbal Arromadiza 20 y por otra parte
14
camarico. «De origen quecha. Ofrenda que hacían los indios americanos a los sacerdotes, y después a
los españoles», Diccionario de la lengua española, versión on-line.
15
Fernando Jurado Noboa, «Pelileo existió desde siempre», Ecuador raizal. Estudios histórico-sociales,
volumen II, pág. 163.
16
Darío Guevara, op. cit., pág. 80.
17
caballería. «Porción de tierra que se repartía a los caballeros que habían contribuido a la conquista o a
la colonización de un territorio».
18
Ibídem, pág. 164.
19
Pachanlica.
20
Debe ser Alomaliza.
tierra de los indios Camayos”, es decir, de los indios mitimaes y forasteros que
debieron formar comunidad por allí».
— El 10 de marzo de 1586: «A Francisca Chunque (india) se le dió el título de
amparo, de una caballería de tierra en el asiento llamado Llupullata, en lo llano y
camino de Pelileo, linde con el río Mocha».
— El 2 de enero de 1587: «Diósele título de amparo a Rodrigo Tucsi, natural de
Guambaló, de cuatro solares de tierra en Guápulo».
Otros nombres que sonaban esos primero años en Pelileo son 23:
— Alonso de Guadalupe Espinosa, vecino de Riobamba, que es el primer
obrajero, casad con Ana Vallejo y Padilla. Jurado explica que Guadalupe es
quien inició el mulataje en Pelileo, al haber llevado esclavos: «seguramente unos
treinta».
— Juan Vera de Mendoza, «un español de arrestos», compró en 1594 parte del
obraje a Guadalupe. Fundó otro obraje en 1604.
— Melchor de Paredes, mestizo quiteño, fundó un núcleo importante en 1605.
— El español Alonso Sánchez de Ana, español natural de La Mancha, tenía en
1608 un tercer obraje en la zona, y suscribió un contrato con Gonzalo Villalba
para que se hiciera cargo de esa empresa.
— El vasco Nicolás de Larráspuru y Araníbar aparece como yerno de Vera,
casado con su hija María.
21
Archivo General de Indias, Quito, 83, nro. 4.
22
Darío Guevara, op. cit., pág. 81.
23
Fernando Jurado, op. cit., págs. 164-167.
— Aparece luego el general Antonio López de Galarza, sobrino político del
encomendero Alonso Bastidas de la Cueva. Este Antonio fue el segundo
esposo de la ya citada María de Vera.
— «Llegan por entonces en oleadas los blancos y los mestizos, tanto que para 1650
se calculan alrededor de “100 hogares mestizos”, la mayor parte era uniones de
mestizos con mestizos, pero se daban casos como el de Cristóbal de Aponte,
que se casó con la india Tomasa Uxpi, o el de su hermano Lucas, que se casó
con la cacica doña Francisca Chango, o el de Sebastián de la Cruz, que se
casó con la india Micaela Quilago. En menor número de casos el blanco
simplemente se amancebaba; verbigracia, Antonio de Coca, con Pascuala
Quilago, no obstante su parentesco con la familia del Inca» 24.
Cantidad de Porcentaje
Año
bautismos %
1671 3 1,06
1672 1 0,35
1674 8 2,83
1675 8 2,83
1676 13 4,59
1677 10 3,53
1678 1 0,35
1679 1 0,35
1680 75 26,50
1681 37 13,07
1682 26 9,19
1683 23 8,13
1684 11 3,89
1689 1 0,35
1700 1 0,35
1705 3 1,06
1706 22 7,77
1717 18 6,36
1718 8 2,83
1719 13 4,59
Totales 283 100
24
Ibídem, pág. 165.
25
Mauricio Alvarado-Dávila, «Contribución para el estudio de la sociedad colonial del antiguo Reino de
Quito. El primer libro de bautismos de Pelileo», en Estudios histórico-sociales (I), Colección Ecuador
Mestizo, vol. 8, Corporación SAG, Quito, agosto de 1994, págs. 347-348.
Esas bajas cifras de bautizos pueden deberse a diferentes factores: morbimortalidad alta
debida a precarias condiciones de salubridad, altos índices de abortos e incluso la
pérdida de registros por las inclemencias del tiempo o de la tierra, algunas ya citadas.
En los libros de bautismos que hemos revisado, en particular el primero, los hijos están
clasificados de la siguiente forma según los criterios de legitimidad/ilegitimidad 27.
Ilegítimos %
madre soltera 69 24,38
padre soltero 7 2,47
expósito/a 18 6,36
prohijado/a 2 0,71
Subtotal 96 33,92
Legítimos
padres casados 187 66,08
TOTAL 283 100,00
Según Jurado 28, la cifra de legitimidad: 66,08 %, es alta, ya que en Quito solía ser de
alrededor el 50 % e incluso podía bajar hasta el 32 %.
26
Juan Larrea Holguín, Manual elemental de derecho civil del Ecuador, tomo I, Corporación de Estudios
y Publicaciones, séptima edición, Quito, 2002, pág. 318.
27
Mauricio Alvarado-Dávila, ibídem.
28
Fernando Jurado Noboa, op. cit., pág. 166.
Incidencia de apellidos. De los apellidos ya citados como previos a los registros
eclesiásticos, apenas encontramos pocos entre éstos: Paredes, Pérez, Sánchez de Ana e
incluso un Vera. Pero en el listado completo se han encontrado 102 apellidos que han
servido para clasificar a los bautizados, así hayan sido hijos de matrimonio (entonces,
llevarán los apellidos de los dos padres), hijos fuera de matrimonio (usualmente con un
solo apellido, el de la madre, aunque hay algunos casos en los que aparece sólo el
padre), así como de prohijados o expósitos, así como aquellos en los que los nombres de
los progenitores no se hayan podido leer bien y se haya colocado como referente el
apellidos de alguno de los padrinos.
17 Rodríguez 2 Velasco
10 Ladrón de Guevara (o sólo Guevara) 2 Veloso
10 Aponte 2 Fernández de Villena (o sólo Villena)
10 López 1 Aguiar
10 Oñate 1 Aguilar
10 Paredes 1 Andino
López de la Vega (o sólo Vega o sólo
10 1 Aragón
López)
8 Delgado 1 Barreiro
8 Fiallos 1 Bautista
8 Sánchez de Ana 1 Briseño
7 López Trujillo (o sólo Trujillo) 1 Buenaño
6 Cisneros 1 Cáceres
6 Sánchez 1 Caguas
6 Sánchez de la Mota 1 Chimbo
5 Solís 1 Cortés
5 Bonilla 1 Durán
5 Rojas 1 Esparza
4 Campos 1 Fernández
4 Ojeda 1 Gómez de Balseca (o sólo Balseca)
4 Pérez 1 González
4 Polo del Águila (o sólo Polo) 1 Guarapo
3 Alarcón 1 Haro
3 Barrera 1 Herrera
3 Coca 1 Jiménez
3 Flores 1 Mafla
3 García 1 Maroto
Gómez de Ayora (o sólo Gómez o sólo
3 1 Medina
Ayora)
3 Heredia 1 Mejía
3 Ortiz 1 Meneses
3 Ramos 1 Molina
3 Reinoso 1 Moreta
Rodríguez de la Vega (o sólo Rodríguez o
3 1 Moro
sólo Vega)
3 Ruiz 1 Naranjo
2 Acosta 1 Orozco
2 Argüello 1 Pallascos
2 Aroca 1 Piñarreta
Núñez de Prado (o sólo Núñez o sólo
2 Carrasco 1
Prado)
2 Chérrez de San Martín (o sólo Chérrez o 1 Santillán
Echerri)
2 Criollo 1 Sigcho
2 De la Cruz (o sólo Cruz) 1 Sinalín
2 Freire (o Freyle, Fraire, Fraile o Freile) 1 Sisa
2 Jácome 1 Sogal
2 Llerena 1 Solina
2 Manzano 1 Torres
2 Pérez de Miranda (o sólo Miranda) 1 Tumibán
2 Muñoz 1 Vasco de la Vega (o sólo Vasco)
2 Núñez 1 Vera
2 Parreño 1 Villacís
2 Pineda 1 Villaseca
2 Tirado 1 Yubaglla
2 Vargas 1 Zurita
29
Ibídem.
30
Darío Guevara, op. cit., págs. 103 y 104.
Nuevos propietarios llegaron a finales del siglo XVII: el general Fernando Dávalos
Sotomayor, madrileño, se hizo cargo en 1686 del obraje de San Ildefonso, avaluado en
esos días en la extraordinaria cantidad de 400.000 pesos. Dávalos se había casado con
doña María Villagómez y Larráspuru, sobrina del ya citado Galarza.
A principios del XVIII vivían en Huambaló el general arequipeño don Pedro Anastasio
Maldonado y Aramburú y su esposa, la riobambeña doña Isidora Palomino y
Villavicencio, padres del sabio Pedro Vicente Maldonado.
Cantidad
Porcentaje
Año de
%
bautismos
1752 117 17,86
1753 123 18,78
1754 33 5,04
1756 78 11,91
1757 145 22,14
1758 132 20,15
1759 27 4,12
Totales 655 100,00
31
Jurado, op. cit., págs. 167 y 168.
32
Mauricio Alvarado-Dávila, «Contribución para el estudio de la sociedad colonial del antiguo Reino de
Quito. Análisis del libro nº 5 de bautismos del asiento de San Pedro de Pelileo (1752-1759)», en Bases
para la historia social de Pelileo, colección Nuestra Piel Social nro. 14, SAG 13, Quito, noviembre
1998, págs. 184-254.
Una elemental comparación demuestra el incremento demográfico entre la etapa
anterior y ésta: de 283 bautizados en 38 años, se subió a 655 en apenas ocho años, lo
que da un aumento nada más y nada menos que de 1.099,38 %. Esto ratifica lo de
«proceso silencio» al que se refiere Jurado, pues quiere decir que la gente estaba
dedicada a tareas más privadas.
• Luego tenemos los apellidos que aparecen en el primer período y que no hay en el
segundo, asimismo, con las cantidades de bautizos. Son 42:
1 Aguiar 2 Parreño
3 Alarcón 1 Piñarreta
1 Andino 3 Reinoso
1 Aragón 3 Rodríguez de la Vega
1 Barreiro 8 Sánchez de Ana
1 Bautista 6 Sánchez de la Mota
1 Briseño 1 Santillán
1 Chimbo 1 Sigcho
2 Criollo 1 Sinalín
1 Esparza 1 Sisa
1 Gómez de Balseca 1 Sogal
1 Guarapo 1 Solina
1 Haro 2 Tirado
1 Jiménez 1 Tumibán
10 López de la Vega 1 Vasco de la Vega
1 Mafla 2 Veloso
2 Manzano 1 Vera
1 Molina 1 Villacís
1 Moreta 1 Villaseca
1 Núñez de Prado 1 Yubaglla
1 Pallascos 1 Zurita
Aquí vemos incluidos algunos apellidos indígenas. Es cierto que podría haberse
tratado de alguna forma de proceso de mestización, como había señalado Jurado,
pero también puede ser el caso, sencillamente, de error de registro, bastante común
en esa época de marcada, y legal, separación de estamentos sociales; y se puede
asumir esta situación al verse que estos apellidos no aparecen en registros
posteriores.
Hay que tener claro que cuando hablamos de «apellidos indígenas» se lo hace
específicamente por su forma, pues bien puede ser que alguno o varios de los
individuos de estas listas que tienen apellido español hayan sido también indígenas,
en este caso sí, mestizados e incluso integrados sin perjuicio en la vida cotidiana de
los blancos.
• Finalmente están los 116 apellidos del segundo período que no aparecen en el
anterior.
1 Acurio 1 Leito
1 Aguirre 4 Lescano
2 Aldás 1 Lizano
1 Altamirano 1 Lozada
1 Alvarado 1 Luciano
1 Andrade 1 Machado
2 Andramuño 2 Mariño
1 Apunte 1 Márquez
2 Araña o Arana 1 Mena
2 Araujo 4 Mesa
1 Balarezo 2 Mora
1 Barragán 9 Morales
1 Barriga 3 Mosquera
1 Basante 1 Muchagalo
1 Borja 1 Nieves
1 Boza 2 Olivero
1 Burbano 1 Ortega
1 Caballero 5 Parra
1 Cabello 4 Paz
2 Cajas 1 Peñafiel
1 Campaña 1 Perraso
1 Cántaro 1 Pesantes
3 Cárdenas 1 Ponte
1 Carvajal 2 Proaño
1 Casachini 1 Quevedo
1 Castro 1 Quinguiña
2 Céspedes 1 Raza
1 Chalán 2 Reyes
5 Chávez 1 Rivera
1 Chiriboga 1 Romo
1 Conde 1 Salazar
1 Córdova 3 Saltos o Del Salto
1 Coronel 1 Sánchez de Alvarado
1 Cruz 1 Sanipatín
3 Cuadrado 1 Santander
1 Del Arco 1 Silva
2 Díaz 2 Soria
1 Escalada 1 Tamayo
1 Escobar 1 Tapia
2 Espín 1 Tena
5 Espinosa 2 Terán
1 Fami 1 Toasa
3 Gallego 2 Toscano
2 Garcés 1 Turrado
7 Gavilanes 1 Vallejo
4 Ginés 2 Vásconez
10 Gómez 4 Velástegui o Berástegui
3 Gordón 6 Vergara
1 Grijalva 3 Villacreses
1 Guambogabín 2 Villagrán
1 Guerra 1 Villarroel
1 Hernández 1 Villavicencio
1 Hinojosa 2 Villegas
1 Iglesias 4 Viteri
1 Inma 1 Zambrano
3 Jarrín 2 Zamora
1 Jurado 2 Zavala
1 Lara 1 Zúñiga
2 Legarda
Muchos de estos apellidos, sumados a los anteriores, forman parte todavía del diario
convivir de los pelileños, sin necesidad de que se vea ni se busque competencia entre
ellos, esa preeminencia de ciertos individuos o ciertas familias que solemos encontrar en
los libros de historia tradicionales, así como tampoco se disuelven en los sesgos
ideológicos de las últimas décadas que pretenden hacer de la historia el resultado de las
decisiones o de la inercia de masas amorfas y anónimas.
La historia de un pueblo la hacen todos y cada uno de los individuos que forman parte
de él, sin que esto quiera decir, de manera alguna, que siempre hay alguien que se
destaca de entre los demás…, así es el ser humano, así son las sociedades.
«El terremoto de 1797 destruyó casi totalmente a la población de Pelileo; pero de los
escombros volvió a resucitar y prosperar como el ave fénix de la mitología. Y
reconstruido y repoblado, continuó su Pedanía parroquial hasta cuando Quito prendió la
primera luz de la emancipación latinoamericana para cantar la victoria final a las faldas
del Pichincha» 33. La «Razón general» que presentó el presidente de la Real Audiencia,
33
Darío Guevara, op. cit., pág. 119,
Luis Muñoz de Guzmán, exhibe los siguientes datos sobre los muertos en la provincia
de Tungurahua, especificando que, de éstos, tres eran religiosos, 14 eran nobles y el
resto, blancos e indios 34.
Pelileo 4.219
San Ildefonso 813
Píllaro 730
Patate 614
Quero 462
Baños 432
Ambato 262
Mocha 226
Tisaleo 220
Santa Rosa 145
Quisapincha 131
Izamba 116
Pasa 107
Pilahuín 19
Esto significa que el panorama social del pueblo cambió, sin duda, de manera sustantiva
para el siglo XIX. Esta hipótesis tendrá que ser verificada en estudios posteriores. Aún
hay mucho por investigar, dilucidar y publicar.
FUENTES
Bibliográficas
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LARREA HOLGUÍN, Juan, Manual elemental de derecho civil del Ecuador, tomo I,
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Archivísticas
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— Genealogía del Ecuador. Los orígenes de los ecuatorianos:
http://gw.geneanet.org/ecuadorgen.
— Portal de Archivos Españoles (Pares): http://pares.mcu.es.