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101
REVISTA DE LA
UniversidaddeMexico
N U E VA É P O C A NÚM. 101 JULIO 2012 U N I V E R S I DA D N AC I O N A L AUTÓ N OMA D E M ÉX I CO $40.00 ISSN 0185-1330
Tomás Segovia
Texto inédito
Beatriz Espejo
Proust, otra mirada
Humberto Musacchio
Alonso Gómez-Robledo
Semblanza de Jorge Carpizo
Alberto Chimal
Sobre Ray Bradbury
Ascensión Hernández
de León-Portilla
Español y lenguas americanas
Adolfo Gilly
Mosqueteros en la Revolución
Vicente Quirarte
La Invencible
Adolfo Castañón
Textos Un abril para Henríquez Ureña
Aurora Díez-Canedo
I S S N : 0 1 8 5-1 3 3 0 Mónica Lavín Ana Millán
00101
Mauricio Molina Poemas
9 770185 133008
Rafael Pérez Gay
Guillermo Vega Reportaje gráfico
José Woldenberg Javier Marín
REVISTA DE LA
UniversidaddeMexico REVISTA DE LA
Universidad Nacional Autónoma de México
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LA INVENCIBLE 41
Vicente Quirarte
MOSQUETEROS EN LA REVOLUCIÓN 49
Adolfo Gilly
REPORTAJE GRÁFICO 57
Javier Marín
POEMAS 83
Ana Millán Esteinou
RESEÑAS Y NOTAS 93
LA FICCIÓN TRANSGRESORA 96
Rafael Pérez Gay
FUSIÓN 110
Claudia Guillén
CONTENIDO | 1
Poeta de altos vuelos y traductor generoso, Tomás Segovia
(1927-2011) mostró a lo largo de su trayectoria creativa una curiosidad intelectual y artística que lo llevó tam-
bién a cultivar el ensayo y la narrativa. Publicamos en esta ocasión un fragmento de su última novela, Los oídos del
Vicente Quirarte rememora la muerte de su padre en un texto íntimo y entrañable; Humberto Musacchio
recuerda al fotógrafo Héctor García, fallecido en días recientes, y Alberto Chimal rinde homenaje a Ray Brad-
La escritora Beatriz Espejo explora el universo encantado que Marcel Proust supo retratar en las páginas de En
busca del tiempo perdido, una de las obras clave del siglo XX.
Por lo que respecta a las exploraciones sobre la historia del castellano, Ascensión Hernández de León-Portilla
va en busca de la huella de las culturas indígenas de América en nuestra lengua, al tiempo que Adolfo Castañón
recuerda al crítico, filólogo y escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña, uno de los autores injustamente rele-
gados de la literatura latinoamericana. En esta misma veta, Aurora Díez-Canedo recuerda el rigor con que Alfonso
Enrique González Pedrero reflexiona sobre el papel del Estado en la era de la globalización, en la que la eco-
nomía impera sobre el gobierno. Adolfo Gilly se sumerge en los meandros de la Revolución mexicana para entre-
lazar, mediante Los Tres Mosqueteros de Dumas, las figuras de Felipe Ángeles y de Pancho Villa.
Dedicamos nuestro reportaje gráfico al escultor mexicano Javier Marín, precedido por un ensayo de Néstor
A. Braunstein.
Xilitla es uno de los lugares más alucinantes de nuestro país. José Woldenberg comenta el libro de Irene Her-
ner sobre el paraíso surrealista de la Huasteca potosina fundado por Edward James y Plutarco Gastélum.
Jorge Carpizo fue uno de nuestros universitarios más destacados. Alfonso Gómez-Robledo nos ofrece una
La mutación del libro es el tema que aborda Guillermo Vega Zaragoza en un ensayo puntual sobre los nuevos
En el ámbito de la creación ofrecemos una muestra poética de Ana Millán Esteinou y un cuento de Mauricio
EDITORIAL | 3
Los oídos
del ángel Tomás Segovia
Tomás Segovia en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino en Morelia, octubre, 2011
A eso llamaba él misterio: a algo que no se puede saber rato el tono de advertirme de una especie de peligro,
pero a la vez no se puede no saber. Cuando me decía que aunque sólo fuera el peligro de pasar por encima sin
las contradicciones de la vida provinciana son un mis- enterarme de veras, era a la vez como dar lecciones a
terio, quería decir que preguntar qué sentido tienen es unos discípulos y como inquietarse por una hija (o por
hacer una pregunta retórica que no tiene respuesta o cuya un hijo, no estaba segura). Ese misterio del que me ha-
respuesta es obvia. Eso se puede preguntar de un modo blaba como no le hablaba a nadie, añadía a continua-
juguetón o teatral, pero nadie puede dudar de veras, ción que era también lo que constituía para una perso-
hablando en serio, de que tengan sentido cosas tan po- na como yo el peligro de la provincia.
co lógicas y explicables como “la fuerza de la sangre”, la —Ya sé que eres bastante inteligente —me decía
fidelidad a los juramentos, el respeto a los muertos, el con una complicada sonrisa que subrayaba el halago y
amor al terruño, la importancia del nombre y del ape- hasta la coquetería, y simultáneamente lo desautorizaba
llido, la lealtad a los nuestros. Sólo que proclamar esas como una parodia entre cómplices— para darte cuen-
cosas como si conociéramos de cierto su valor o su sig- ta de que la pretendida superioridad de la gran ciudad
nificado es todavía peor; eso ya no es un error, es una es un espejismo. Pero cuando ve uno claramente el en-
mentira. Esas cosas siguen siendo absurdas, y el que di- gaño, quiere uno alejarse tanto de él, que no es fácil de-
ga que son lógicas o que él sabe lo que significan, lo fenderse del otro espejismo, el de la superioridad de la
mismo si pretende tener una explicación que si alega provincia.
alguna razón sobrenatural, se está engañando, a menos Y entraba en penosas explicaciones, incómodo él
que esté tratando de engañar a los demás. mismo de sentir hasta qué punto salían sobrando pero
Mientras me decía que eso era a lo que él llamaba sin encontrar la manera de cortar airosamente el hilo.
misterio, yo pensaba que no lo llamaba así delante de Creo en efecto que yo no necesitaba tanta insistencia
todo el mundo. Lo pensaba con lucidez y serenidad, no para entender a mi manera la importancia que daba a
para reprochárselo como una baladronada, sino para aquella primera breve época de vida provinciana. Le ha-
comprobar una vez más hasta qué punto yo era para él bía hecho entender mejor su insatisfacción con la vida
un interlocutor distinto de cualquier otro, y asombrar- que lo rodeaba, y le había dado a la vez el orgullo de ha-
me una vez más de la especie de facilidad con que yo ber sabido no caer en el extremo opuesto. En casa de Cha-
asumía ese papel que me emocionaba pero también belita se había asomado a un mundo donde pervivían
me asustaba. Supongo que muchas veces, durante esas principios, tradiciones, valores y prejuicios que eviden-
largas conversaciones, yo debía de poner un poco cara temente él no podía compartir, pero había hecho un
de tonta. No siempre era fácil encontrar mi lugar entre gran esfuerzo por respetarlos, por aceptar su existencia,
la amiga (con un grano también de amistad amorosa: o su “misterio”, y eso había ensanchado sin duda su com-
no es que quisiera ocultarme eso), la cómplice, el tes- prensión de la vida humana. Era claro que en aquella
tigo, la discípula, la heredera. Aquella manera, por ejem- época su obsesión era madurar, y que buscaba por to-
plo, de hablarme de la vida provinciana tomando a cada das partes los signos favorables o desfavorables a aque-
Su tumba en el cementerio de Père Lachaise es de már- Era la Bella Época en que los salones se abrían cada
mol negro, absolutamente pulida y sin mayor adorno semana para la alta sociedad. Además de apellidos nobles
que su apellido. Debe medir un metro y medio de altu- figuraban artistas o personajes connotados en diferen-
ra y allí mismo están enterrados sus padres y su herma- tes disciplinas, literatura, música, plástica, ciencia. Se
no Robert, junto con la cuñada a quien Marcel nunca planeaban los menús y al pie de cada uno se daba cré-
quiso por alguna causa poco esclarecida. Encima de la dito a los chefs encargados de preparar tan esmeradas
lápida sin rasguños hay siempre rosas blancas deposita- maravillas. Además, los finales del siglo XIX y principios
das constantemente por los oficiantes de su literatura. del XX introdujeron al mundo innovaciones técnicas
Ese monumento fúnebre sufrió modificaciones. Al prin- como el gas, luego la electricidad y productos nuevos
cipio se adornaba con un medallón del doctor Adrien que marcaron una revolución culinaria. Hubiera sido
Proust, académico, inspector general de servicios sani- una ofensa servir los vinos directamente de las botellas.
tarios e investigaciones. Medallón que hoy se encuentra Para eso estaban las licoreras de Baccarat y el paladar de
en la fachada de su casa natal en Illiers. Al permanecer los invitados que distinguían grandes cosechas y dese-
allí, unos minutos en Père Lachaise, se evoca al escritor chaban las mediocres. La Exposición Universal marcó
tal como lo retrató Jacques-Émile Blanche alrededor de el comienzo de una gastronomía exigente en que los pla-
los veinticinco o veinticuatro años, vestido de frac, im - tillos presentados sobre las mesas ostentaban galantinas
pecable en su atuendo, el bigotito recortado que solía de verduras que parecían romperse con cualquier movi -
morderse, el negro cabello peinado de raya en medio, miento o arquitecturas de pasteles de chocolate sobre
la boca tan roja que parece maquillada, mirada oriental fuentes de plata ornamentadas con angelitos o figuras de
y penetrante, corbata cruzada y una camelia en la sola- sultanes enturbantados tomándose un respiro de sus lar-
pa. O se trae a cuento otro retrato también muy cono- gas cabalgatas bajo palmeras refrescantes. Se ponían en
cido donde aparece sentado en un sofá con la mejilla competencia las habilidades de las anfitrionas contra-
sobre la mano izquierda. En pocas palabras se le reme- tando a servidores capaces. Los orfebres consolidaban la
mora: guapo, joven, rico y talentoso. Él lo sabía y con- fama de sus talleres, los artesanos gozaban de privilegios
fiaba en ello. similares y eran famosas las visitas cotidianas al merca-
Apaga la tele y enciende la calle. la transportación masiva o de gran capacidad que die-
Eduardo Galeano ron origen a la “aldea global”.
Los hijos de los días Lo que ocurre en el mundo es exactamente lo opues-
to de lo que sucedía en los albores de la cultura occi-
ESTADO dental, cuando los griegos crearon la política y la eco-
nomía. Aquélla, como sabemos, tenía que ver con la
Sabemos que el Estado ya no es lo que era, porque sa- polis, con los polites (ciudadanos) y con la libertad, en
bemos también que ni el tiempo ni el espacio lo son, tanto que la economía, como su nombre lo indicaba,
porque ya nada lo es. El tiempo porque es el resultado (oikos: casa, nomos: ley) estaba relacionada con lo priva-
de lo que ha sido, de lo que es, de lo que será: está siem- do y lo familiar.
pre en camino, aunque el incremento permanente de
la velocidad lo está transformando de manera radical. Según el pensamiento griego —dice Hannah Arendt—,
Y el espacio, porque los medios de comunicación y de la capacidad del hombre para la organización política no
transporte lo han enjutado. Por consiguiente, hay que es sólo diferente, sino que se halla en directa oposición a
situarse y reflexionar sobre lo que ocurre con el Estado, la asociación natural cuyo centro es el hogar (oikia) y la
a pesar de que su nombre pareciera indicar lo contra- familia. El nacimiento de la ciudad-Estado significó que
rio, pues Estado es “lo que permanece, lo que queda por el hombre recibía además de su vida privada, una especie
debajo de lo que pasa”.1 de segunda vida, su bios politikos. Ahora todo ciudadano
Para Anthony Giddens, la globalidad está directa- pertenece a dos órdenes de existencia y hay una tajante
mente relacionada con la transformación del espacio y distinción entre lo que es suyo (idion) y lo que es comu-
el tiempo, en lo fundamental por la influencia de los nal (kinn).2
medios de comunicación mundial e instantánea, y de
1 Regis Debray, El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del 2 Hannah Arendt, La condición humana, Ediciones Paidós, Barce-
poder, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1995, p. 17. lona-Buenos Aires, 1993, p. 39.
Hay otra expresión semejante a aquella que recor- El ejemplo de la nacionalización petrolera de la Ar-
dábamos antes, y es la que se expresa (con escasos bene- gentina muestra claramente el deterioro del Estado
ficios para la claridad mental) en la sonora palabra, en relación con las megaempresas y con la “magia” de
ahora en boga, globalización.3 Por la globalización, el la inversión extranjera como meollo del desarrollo.
espacio-tiempo se ha comprimido y, por tanto, la eco- Las declaraciones de Felipe Calderón Hinojosa que
nomía le ha ganado la carrera al Estado, pues el capital repudian el acto soberano del gobierno argentino, ta-
se desplaza mucho más velozmente que cualquier Esta- chándolo de irracional y que habla desde el país que,
do arraigado a su territorio. Mientras que el Estado “ca- en marzo de 1938 por voz del presidente Lázaro Cár-
mina”, el dinero “vuela”. Mientras el Estado tiene den- denas declaró la expropiación del petróleo en Méxi-
sidad, el dinero hace tiempo que dejó de ser metálico y, co y con ella consolidó nuestra identidad nacional,
por tanto, no pesa. Como dice Zigmunt Bauman, “aque- lo dice todo. Pareciera que ahora a la palabra expro-
llo que se mueve con velocidad similar a la del mensaje piación habría que proscribirla del diccionario. Nue-
electrónico está prácticamente libre de las restricciones re- vamente, la pregunta surge de inmediato: ¿en qué lim -
lacionadas con el territorio dentro del cual se originó”.4 bo quedó la característica fundamental del Estado: la
Esto hace que el Estado nacional paulatinamente se soberanía? Ese término al que Jean Bodin definía co-
erosione, tal vez, a una velocidad equivalente. Tenemos mo “la potestad absoluta y perpetua de una Repúbli-
un ejemplo reciente a la mano: lo que comenzó como ca”. Lo que menos podemos decir es que esa potestad
advertencia del gobierno español a la Argentina, en el se ha relativizado en grado sumo y ahora, al parecer, se
sentido de que si el gobierno de la presidenta Cristina comparte con la mano invisible del mercado y, desde
Kirchner osaba ejercer su soberanía y expropiar la com- luego, la perpetuidad se ha desdibujado, para decirlo
pañía Repsol YPF podría llegarse, inclusive, hasta la rup- matizadamente.
tura de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Pero centrando nuestro tema en el ejemplo mexica-
La amenaza no se cumplió, pero sirvió para mostrar has - no, que es el que nos toca más de cerca, aquí las cosas no
ta qué grado ha llegado la identificación entre una em - han sido sencillas porque desde los orígenes de la Inde-
presa y el Estado español. ¿Quiere esto decir, simple y pendencia tuvimos dificultades para la fundación del
llanamente, que en España empresa y Estado son ya una Estado. Primero, porque el Clero y el Ejército con sus
y la misma cosa? Esta pregunta se encadena con la si - fueros y privilegios lo sustituyeron de facto, y luego, por -
guiente: ¿acaso esto sólo ocurre en España? que para llegar a su creación después de lograda la In-
dependencia, fue necesaria una enconada lucha entre
3 Zigmunt Bauman, La globalización, consecuencias humanas, Fon -
escoceses y yorkinos, centralistas y federalistas, monar-
do de Cultura Económica, México, 2011, p. 80. quistas y republicanos; en suma, entre conservadores y
4 Op. cit., pp. 75-76. liberales, que buscaron señalar el camino de México y con
En los sistemas presidenciales el jefe de Estado es desig- 9 Mario Vargas Losa, La civilización del espectáculo, Alfaguara, Mé-
nado por una elección popular directa. Y por consiguien- xico, 2012, p. 13.
películas, programas de televisión, videojuego, mangas, Para Platón, Sócrates, Aristóteles y demás frecuentado-
conciertos de rock, pop o raps, videos y tablets y de las in - res de la Academia, el cultivo del cuerpo era simultáneo
dustrias creativas que los produce… de las diversiones del y complementario del cultivo del espíritu, pues creían que
gran público que han ido reemplazando (y que termina- ambos se enriquecían mutuamente. La diferencia con
rán por acabar con ella) a la cultura del pasado (p. 30). nuestra época es que ahora, por lo general, la práctica de
los deportes se hace a expensas y en lugar del trabajo in-
Pero hay una enorme distancia entre la cultura de telectual. Entre los deportes, ninguno descuella tanto como
ayer y el entretenimiento de hoy —a lo que los opti- el futbol, fenómeno de masas que, al igual que los con-
mistas llaman también cultura—. Aquélla se mantenía ciertos de música moderna, congrega muchedumbres y
a través del tiempo, permanecía. Lo de ahora es fugaz: las enardece más que ninguna otra movilización ciuda-
dana: mítines políticos, procesiones religiosas o convo-
Para esta nueva cultura son esenciales la producción in - catorias cívicas (pp. 39-40).
dustrial masiva y el éxito comercial. La distinción entre pre-
cio y valor se ha eclipsado y ambas cosas son ahora una sola, El ejemplo reciente del canal televisivo que optó por
en la que el primero ha absorbido y anulado al segundo… transmitir un partido de futbol en lugar del debate de los
Lo que tiene éxito y se vende es bueno y lo que fracasa y candidatos a la Presidencia de la República lo dice todo.
no conquista al público es malo. El único valor es el co - Otro elemento que forma parte del “espectáculo”
mercial. La desaparición de la vieja cultura implicó la que ha sustituido a la cultura en el mundo actual es,
desaparición del viejo concepto de valor. El único valor por una parte, la droga y los estupefacientes y, por otra
existente es ahora el que fija el mercado (pp. 31-32). parte, la proliferación de creencias, sectas y toda clase
de modos de practicar la religión, desde el espiritualis-
En 1932, cuando el pequeño Ray Bradbury tenía doce dad, y me tocó en los hombros y en la punta de la nariz y
años, una feria ambulante apareció en las afueras de Wau- gritó: “¡Vive para siempre!”. Y yo pensé: “Dios, eso es
kegan, Illinois, el pueblo en el que Ray vivía con su fa - maravilloso. ¿Cómo se hace?”.
milia. En inglés a esas ferias se les llama traveling carni-
vals o, simplemente, carnivals: la palabra, desde luego, La conclusión de la historia dio la vuelta al mundo
tiene el mismo origen que la castellana carnaval y sugie- varias veces a partir del 5 de junio de este año, cuando
re el color, el movimiento, la alegría de la celebración. Ray Bradbury murió en Los Ángeles, California. Por
La feria se instaló en las afueras del pueblo, entre los supuesto, el modo de vivir para siempre —en sentido
campos, abrió sus atracciones al público, y esto fue, co- figurado: en el único posible— era escribir, y Ray lo
mo siempre, una ocasión de maravilla: hasta su muer- hizo “todos los días” a partir de su encuentro con Mr
te, ochenta años después, Ray Bradbury recordó —por Electrico: se convirtió en escritor profesional, pasó por
escrito y en numerosas entrevistas— su fascinación todos los grandes géneros literarios del siglo XX (inclu-
con las ferias, los circos, el ilusionismo, las historias fan- yendo el guión para cine y televisión, acaso el más po-
tásticas y de terror en el cine y en los libros. deroso y desdeñado de todos) y dejó, al fin, una obra muy
Pero esta feria fue especial por otra razón: una de las copiosa y un puñado de títulos considerados clásicos:
atracciones era un mago que se hacía llamar Mr Electri- Fahrenheit 451, Crónicas marcianas, El vino del estío, La
co y hacía trucos, previsiblemente, con electricidad es - feria de las tinieblas, Las doradas manzanas del sol...
tática. Bradbury lo contó así a su biógrafo, Sam Weller: Ahora, que comenzamos a leer esos libros por sí so -
los, sin la presencia de su autor, tal vez comencemos a
(...) se sentaba en una silla eléctrica, un ayudante movía notar que la maravilla y el color del carnaval estuvieron
un interruptor y él se cargaba con cincuenta mil voltios siempre en todos ellos.
de electricidad pura. Brillaban rayos en sus ojos y sus ca- Considerado desde el comienzo un “escritor de cien-
bellos se erizaban. Yo estaba sentado abajo, en primera fila, cia ficción”, Bradbury luchó por quitarse esa etiqueta
y él me acercó una espada llameante, llena de electrici- durante toda su carrera y tuvo un éxito parcial, pero
El sentido de estas imágenes, desligadas de una tra - tran extremos opuestos de los ideales de la Era Espacial
ma enérgica pero poderosas a su propia manera, se re- y del último tramo del mito americano de la coloniza-
pite en incontables episodios de la obra posterior del es - ción, en el que la expansión territorial se detiene y los
critor. El impacto de lo maravilloso, lo desconocido, lo sueños de la abundancia constante y el Destino Mani-
terrible, siempre es individual y profundo: una experien- fiesto empiezan a quebrarse.
cia que sacude y transforma, y que además implica siem- El Marte de Dick es desde el principio un infierno
pre el traspaso de algún límite que parecía insuperable. y el de Bradbury, en cambio, un paraíso que se estropea
Montag, el bombero que destruye libros en Fahrenheit a causa de la estupidez y la voracidad humanas, pero en
451, se convierte en defensor de los libros al descubrir ambos se pone a prueba, como en ninguna otra novela
la poesía. En “Calidoscopio”, uno de los cuentos más ce- del siglo XX, la vanidad de las ideas del progreso y de su
lebrados de Bradbury, el astronauta que va a morir al caer encarnación más optimista, que durante años alimen-
en la Tierra desde su órbita tiene tiempo para decidir tó —a través de la cultura popular— los mitos del mun-
que su vida de aventuras le parece hueca, pero se con- do entero. Y Crónicas marcianas, probablemente, llega
vierte sin querer en la causa de una alegría fugaz para un poco más lejos que Dick en su descripción del miedo
una familia que desconoce; El vino del estío, más sutil, que sacudió a una nación entera al comenzar a darse
se basa en el contraste entre la vida real del niño Dou- cuenta de sus limitaciones. Tal vez pueda ser recorda-
glas Spaulding y los vuelos de su fantasía, que la trans- da, con el tiempo, como la primera novela que avisó de
forman sin destruirla y a la vez la vuelven memorable... la decadencia del Imperio Americano. El carnaval tam-
Un mito muy repetido de la cultura literaria esta- bién rebaja a los poderosos: los humilla y les muestra
dounidense es el de la Gran Novela Americana: la que cómo sería el mundo sin ellos al frente.
condensaría, o describiría amplísimamente, o explora- Esta nota olvida un aspecto esencial de la obra de
ría hasta enormes profundidades, la totalidad de la vida Ray Bradbury: el afecto que inspira en sus lectores, a la
americana. La hazaña es imposible pero constantemen- vez menospreciado por los estamentos culturales, ex -
te se anuncia que tal o cual obra y autor la intentan y plotado por editoriales mercachifles y absolutamente
hasta la consiguen (el más reciente de estos anuncios es sincero. Diré un poco sobre esto.
el elogio de Libertad de Jonathan Franzen). Y algo que A una semana de su muerte, mientras escribo estas
parece darse por sentado al discutir la cuestión es que esa palabras, el escándalo mediático que rodea a la muerte
novela tendría que escribirse desde el centro de la cul- de cualquier celebridad ya dejó a Bradbury, como suele
tura estadounidense: desde una perspectiva relaciona- pasar. Pero las historias que Bradbury escribió siguen allí,
da con sus grupos fundacionales —blancos, anglosajo- en los libreros y las pantallas de muchas personas. Tam-
nes y protestantes— y eminentemente realista. Pero este bién en la memoria: allá en lo profundo no cesa el desfile,
prejuicio no sólo omite a grandes novelas y autores lejos la procesión alegre y melancólica, el carnaval de los mar -
de ese centro por su origen o sus inclinaciones, desde cianos, los niños del Mid-West, los monstruos y los libros
Lolita de Vladimir Nabokov hasta La vida breve y mara- vivientes, los seres ordinarios tocados por Lo Más Allá.
villosa de Óscar Wao, de Junot Díaz; ignora, además, a Una cultura que alienta el horror de la maravilla, la
por lo menos dos grandes obras escritas desde la imagi- culpa de la maravilla —y al hacerlo se priva de la facul-
nación fantástica: Tiempo de Marte de Philip K. Dick y, tad de imaginar y se resigna, se contrae, se atrofia—,
justamente, Crónicas marcianas de Bradbury. Publicadas podría aprender mucho de esta posteridad sencilla y
con menos de veinte años de diferencia, ambas mues- poderosa.
Breve
semblanza Alonso Gómez-Robledo V.
La historia, como un proceso ciego, necesario y mecá- años sólo se le asignaba un salón en el turno vesperti-
nico, es tan falaz como paradójicamente lo muestra la no— por la fatiga del día, pronto sacaba, cual mago de
misma historia de los grandes hombres. la chistera, alguna anécdota sobre la Revolución mexi-
En forma constante la historia nos muestra cómo cana, o sobre algún aspecto de la vida pública del país,
en múltiples ocasiones un solo hombre realiza el “su - y de inmediato estábamos encarrilados para seguir el
ceso trascendental” y se convierte en el verdadero artí- curso de su cátedra: los principios de soberanía y de in -
fice del acontecimiento capital: “No fue un ejército el violabilidad constitucional; el concepto del poder cons-
que cruzó los Alpes, fue Aníbal”. tituyente; el procedimiento de las reformas a la Consti-
Tener el atrevimiento de esbozar así sea una brevísi- tución; las formas de Estado y de gobierno, etcétera.
ma semblanza del doctor Jorge Carpizo es obviamente Nunca, pero nunca, se abandonaba a la consabida
una temeridad, una franca osadía, que únicamente pue- rutina de repetir lo ya dicho por otros autores o pseu-
de atemperarse en algo, y digo bien solamente atempe- doespecialistas de la materia. Muy por el contrario, día
rar, por la inmensa admiración, respeto y gran afecto que con día, criticaba, profundizaba y analizaba, en deba-
se le profesa. te con sus alumnos, todas aquellas tesis, doctrinas y con -
Muy lejos de ese estilo grandilocuente, tan aprecia- ceptos jurídicos fundamentales.
do por el gremio de la abogacía, Jorge Carpizo llegaba Jorge Carpizo es considerado, hoy en día, como el
a su cátedra de Derecho Constitucional con la sencillez mejor y más ilustre constitucionalista que tiene Méxi-
y puntualidad que siempre le caracterizaron. co. La Constitución mexicana de 1917, El presidencialis-
Después de pasar lista, preguntaba al azar la clase mo mexicano, Estudios constitucionales y Nuevos estudios
del día anterior, o de hacía tres días, o de una semana constitucionales son evidencia palpable y prueba plena
atrás; nunca había forma de adivinar. del por qué ocupa el lugar primero, en esta trascenden-
Su clase se acompañaba de una gran erudición y te y compleja disciplina jurídica, y por qué no decirlo,
harto compleja en muchos de sus puntos; sin embargo, tan llena de falsos estudiosos y pseudoconstitucionalis-
él abordaba los más intrincados temas en forma amena, tas, que por si fuera poco, conforme pasan los días se
agradable y didáctica. multiplican de manera abrumadora.
Cuando percibía que alguno de sus alumnos pre- En un brillante ensayo, de hace algunos años, en re-
sentaba una señal de lasitud —nótese que en aquellos lación con la Constitución y el derecho a la información,
BREVE SEMBLANZA | 33
Jorge Carpizo consideraba que después de varios falli- En su sobresaliente paso al frente del instituto, Jorge
dos intentos por dotar de una normativa al derecho a la Carpizo emprende labores monumentales, en forma y
información, parecería que, por lo pronto, aquello que fondo, y así por vez primera se va a coordinar la edición
resultaría más realista, estribaría en ir legislando “po- crítica de la Constitución política de los Estados Unidos
co a poco sobre aquellos aspectos en los cuales los jueces Mexicanos, a la par del importantísimo Diccionario jurí -
apliquen e interpreten las normas respectivas y sobre dico mexicano, obras ambas que muy pronto se conver-
aquellos otros aspectos en los cuales se va alcanzando tirían de imperativa consulta y asesoría para alumnos,
consenso”, para advertir líneas después, “Lo único profesores, investigadores y abogados postulantes.
inadmisible es el dejar hacer, dejar pasar, la parálisis Pero hay que recordar que años atrás el rector Gui-
jurídica, el desprecio a la protección de los derechos llermo Soberón lo había designado Abogado General
humanos […] Hay que saber defender el régimen de- de la UNAM (1973-1977).
mocrático y los derechos, libertades y garantías que el La Oficina del Abogado General, que para todo efec-
mismo presupone y protege”. Dicho esto, toda glosa to práctico era en el paisaje universitario un tanto de-
sale sobrando. corativa, va a experimentar un cambio radical.
Como director del Instituto de Investigaciones Jurí- Poco a poco, mediante un trabajo jurídico de exce-
dicas, Jorge Carpizo, fiel discípulo del eminente jurista lencia, la figura del Abogado General se iría convirtien-
y entrañable maestro, doctor Héctor Fix-Zamudio, toma do en una posición de primera importancia, al grado de
sus enseñanzas de base, las interioriza, y no sólo va adap- llegar a ocupar, desde aquel entonces y hasta hoy en
tando el instituto a las nuevas realidades, sino con mente día, un sitial en el “presidium” del Consejo Universita-
visionaria moldea el futuro del mismo, de tal suerte que rio y en el Colegio de Directores de facultades, escuelas
sus insignes sucesores irán, de una forma u otra, conser - y centros de investigación.
vando las directrices fundamentales y transitando por Por otro lado, en el estricto terreno de la cultura y
los cauces y derroteros ya abiertos por Jorge Carpizo. las artes, la impronta de Jorge Carpizo se vería refleja-
da en su desempeño como Coordinador de Humani-
dades de nuestra Universidad (1977-1978).
Para los propósitos de esta semblanza, es suficiente
recordar su visión, de genuina vanguardia, en la inteli-
gente y difícil tarea de lograr coordinar los esfuerzos de
una quinteta de artistas mexicanos, para la creación del
prodigioso Centro del Espacio Escultórico, único en su
género, indescifrable y enigmático: “Entre los relámpa-
gos […] de la tragedia, de la desesperanza, se impone un
arte renovador que inventa nuevos alfabetos claros, di-
rectos y limpios” (Federico Silva).
Paralelamente a lo anterior, Jorge Carpizo daría un
impulso mayúsculo a las magníficas colecciones univer-
sitarias de libros, como la espléndida Biblioteca del Es-
tudiante Universitario, para sólo mencionar una de ellas.
Prueba inequívoca de su alta inteligencia y claridad
de pensamiento, de su gran compromiso y total entre-
ga por las mejores causas, será su designación a la Rec-
toría de nuestra Universidad.
En su discurso de toma de posesión al cargo de Rec-
tor de la Universidad Nacional Autónoma de México,
Jorge Carpizo sostuvo: “[…] La Universidad no puede
ser sólo crítica, sino ha de ser fundamentalmente pro-
positiva; ha de ofrecer soluciones y plantear alternativas
para superar los problemas nacionales. Tiene que ser una
Universidad preocupada por la sociedad, capaz de en-
tenderla e impulsarla […]. La Universidad debe estar
libre de todo dogmatismo y libre de toda hegemonía
ideológica” (2 de enero de 1985).
El proyecto académico del rector Jorge Carpizo fue
expresado a lo largo de su rectorado, una y otra vez, con
BREVE SEMBLANZA | 35
rio que en su actuación tenga independencia del go- De aquí nacía esa gran autoridad, sin ostentación,
bierno, de los partidos políticos y de otras organizacio- privilegio natural de la sabiduría, siempre templada,
nes políticas y sociales […]. Las recomendaciones de la con constante elegancia e hidalguía, a la par de su ine-
Comisión sólo se pueden basar en las evidencias del quívoco compromiso en defensa de los mayores valores
respectivo expediente apreciadas en conciencia, y en na- de México.
da más”. Por todo lo anterior, el rector José Narro, al final de
En este sentido, añadía el fundador de la CNDH: “La su emotiva alocución luctuosa, expresó:
Comisión es apolítica y apartidista; […] la Comisión
siempre debe guardar imparcialidad y la sociedad debe La tranquilidad me alcanza cuando pienso en lo que hizo
estar segura de que sus recomendaciones son objetivas y en lo que creyó. La angustia me inunda cuando com-
e imparciales” (1991). prendo que no lo veré ya más. Sus enseñanzas y su forta-
De entre las numerosas distinciones de las que fuere leza me cobijan, su pérdida me abruma y conmociona.
merecedor, mencionemos solamente: el doctorado Hono-
ris Causa de la Universidad del Tel-Aviv; de la Western Para terminar esta breve semblanza de Jorge Carpi-
California School of Law; de la Complutense de Madrid zo —“creador de una conciencia nacional”— permíta-
y de la Universidad de Calgary, Canadá. Igualmente, Jor- senos traer al recuerdo un par de sonetos de Enrique
ge Carpizo fue miembro asociado de L’Académie Inter- González Martínez:
nationale de Droit Comparé, miembro de la Société de
Législation Comparée de Francia, Investigador Emérito ¡No propale la muerte su victoria!
del Instituto de Investigaciones Jurídicas, entre muchas Si hay un vigía en el panal que vierte perenne luz en la vi -
otras; habiendo sido, por lo demás, presidente del Ins- da transitoria;
tituto Iberoamericano de Derecho Constitucional. Si el verbo se difunde y se convierte en el propio guardián
Menos secreto, sin duda, que discreto por respeto al de tu memoria,
otro, Jorge Carpizo conjugaba una profunda generosi- ¿Dónde está la victoria de la muerte?
dad y ejemplar rectitud, que lo llevaba primero a com-
prender y valorar, antes de emitir un juicio.
Testigo a la
intemperie
Humberto Musacchio
En la Ciudad de México, de la que fue amante irrenun- las figuraciones lo eligen a él para perpetuarse”, seduci-
ciable, murió Héctor García (1926-2012) después de das por este mago que “cicatriza la luz y convoca a las
un largo padecimiento que lo mantuvo en casa, injus - sombras y decreta su permanencia”.
tamente postrado en el lecho o atado a la silla de rue- Legítimamente, todo fotógrafo aspira a captar una
das, inmóvil casi, a él, infatigable trotamundos o “Pata imagen que se quede en la conciencia y en el gusto de
de Perro”, como se llamaba a sí mismo. la gente. Héctor García nos dejó decenas de gráficas que
De sus seis décadas de fotorreportero, deja una am- hablan elocuentemente de su talento y de su tino para
plia colección de tomas que son memoria gráfica y jiro- estar en el lugar de los hechos en el momento justo. Entre
nes de nuestra identidad. En ese dilatado trayecto aportó esas tomas que ya forman parte de nuestro inventario
un conjunto de imágenes capaces de trazar un insusti- iconográfico se cuenta su Tláloc, que data de cuando el
tuible retrato de México y los mexicanos. Su obra es tes- centro de la ciudad se inundaba; sus Cargadores y dia-
timonio clave de la segunda mitad de nuestro siglo XX, blos, prodigio de la mirada que pudo armonizar las ino-
pero es también un fundamental aporte al patrimonio pias terrestres con la estética del ojo privilegiado; el Na-
cultural: es documento y es obra de arte, pues sin renegar cimiento de Neza, donde, con el Ixtaccíhuatl al fondo,
de los valores estéticos, las gráficas de Héctor muestran despliega la danza inmóvil de los postes de luz; la reta-
su respeto por la diaria epopeya asalariada tanto como su dora Celestina de la Candelaria, el viejo revolucionario
gusto por las estampas de arrabal, las escenas marcadas conocido como Cartucho quemado, su Noche de muer-
por la picardía o sus homenajes al genio y a la belleza. tos en Janitzio, Los fantasmas de palacio, Nuestra señora
Rendir un buen testimonio gráfico hubiera sido su - sociedad o El grito en el Zócalo, foto, esta última, donde
ficiente para ocupar un lugar en la mejor historia de aparece la María de su corazón comiendo buñuelos.
nuestra fotografía, pero Héctor, con su sentido de adi- Otras imágenes inevitables, clásicas, son su Adelaido el
vinación, “se anticipa a las imágenes y las provoca, las conquistador o la gráfica del porrista Palillo en lo alto de
sueña o las inventa, las cristaliza: las crea”, como dice el una escalera en pleno Zócalo.
poeta Dionicio Morales en uno de los mejores textos En la memoria colectiva figura La Mafia en La Ópera,
que se han escrito sobre nuestro fotógrafo: “otras veces espléndida fotografía donde aparecen en actitud de cons-
TESTIGO A LA INTEMPERIE | 37
piradores Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Fernando do ser Héctor García de chamaco: retador, burlón, pa-
Benítez y Carlos Fuentes, una gráfica que ya pertenece rado frente al mundo en medio de la barriada.
a la historia literaria o por lo menos a nuestro anecdo- Una historia particular tiene Paso a la luz, una de las
tario cultural. Menos conocidas, aunque muy merece- más afortunadas tomas del artista en la que aparece una
doras de celebridad, son tomas como la de Diego Rive- niña corriendo hacia el sol mientras cruza una puerta
ra sustituyendo el “Dios no existe” de Ignacio Ramírez de piedra en forma de llave. Cuando trabajábamos en
en el mural del Hotel del Prado, o esa otra en la que apa- la sección cultural del viejo unomásuno, si Héctor no
rece un Agustín Lara extraño, como afectado por una había cumplido las órdenes de redacción me desarma-
sustancia prohibida. Curiosos, aunque sin la calidad pro- ba llevando material de archivo. Así llegó a mi mesa una
pia de Héctor, son los retratos de Pedro Infante o uno foto del ya para entonces lejano 1963. En ese cuadro el
que ha merecido como homenaje en la reproducción fotógrafo capturó un momento del día con un perfecto
innumerable de la piratería: una de Tin Tan bajo la re- equilibrio de claros y oscuros, la mocosa como un ángel
gadera mostrando su bien dotada masculinidad. plebeyo corriendo más de felicidad que de prisa con un
Igualmente magistrales son tomas como Arte y rea- muro al fondo en el cual está una puerta que resultó
lidad, El vendedor de milagros, la del edificio semides- situada en el centro de la composición. Un encuadre
truido por el sismo de 1957 o la del campesino maya co- perfecto, un hallazgo que se reserva a los iluminados…
ronado por las espinudas hojas del henequén. De un alto Cuando vi la foto fui presa de un encantamiento. Algo
rango plástico son fotos como una de las torres geme- me tocó porque no pude evitar que los ojos se me hu-
las de Nueva York en plena construcción, el Pescador pes- medecieran. Héctor miraba sobre mi hombro y cuan -
cado de Pátzcuaro o sus Trabajadores del petróleo. Menos do me volví hacia él noté que también lloraba y ahí nos
populares, aunque espléndidas, resultan las imágenes dimos un abrazo.
de la serie sobre China; Las tentaciones del pope, toma- Por décadas, Héctor García fue un buen reportero
da en Atenas en 1975; o esa otra, también captada en gráfico, bravo y entrón, de ésos que pasan sobre quien
Europa, en la que dos niños atraviesan una calle mien- sea o lo que sea antes que perder la nota. Recuerda Ro-
tras cargan un ataúd. drigo Moya que en los años cincuenta, cuando los equi-
Un aspecto emblemático del trabajo de Héctor Gar- pos estaban lejos de ser ligeros, los fotógrafos se amon-
cía es lo que Alfonso Morales llama “la infancia desper- tonaban en el camión que seguía al presidente de la
diciada en vecindades, mercados y banquetas”. Muchas República o a los dignatarios extranjeros. En esas oca-
de las más emocionantes fotos de Héctor tienen a esos siones, estar cerca de Héctor era un peligro, pues con su
ángeles sin alas como protagonistas. En algunos casos corpulencia fácilmente desplazaba a los colegas cercanos
se trata de niños felices, pero generalmente son niños y uno de sus bien calculados caballazos solía mandar al
proletarios, abandonados, inermes, dejados a la maldad pavimento al que se descuidaba. Aquel fotorreportero
del mundo, como el que aparece en la imagen doloro- es el que congeló grandes momentos de las luchas fe-
sa de El niño en el vientre de concreto, donde un chama- rrocarrileras o del movimiento magisterial de fines de
co duerme o se oculta en el hueco en la pared, o aquella los años cincuenta, el mismo que retrató las manifes-
otra foto, llamada Sueño inocente, en la que un escuin- taciones de 1968 y los inicios de la matanza tlatelolca.
cle proletario aparece como olvidado en la defensa de La gente acostumbraba a subirse al Caballito para
un automóvil que, para mayor contraste, es un relu- ver el paso de los desfiles en el cruce de la avenida Juá-
ciente Cadillac. En otros casos, son chamacos que tra- rez, Bucareli y el Paseo de la Reforma. No son pocos los
bajan, como su excelso Niño del machete, representan- hombres de cámara que han captado la escena, pero
te de esos obreros involuntarios privados de juegos y de ninguno ha logrado igualar la fuerza de una foto de Héc-
escuela, niños héroes sin pedestal y sin esperanza. El niño tor que recogió a decenas de jinetes sobre el caballo de
del machete es el retrato captado en el ingenio de Aten- Tolsá o parados en el pedestal, con el arco del Monu-
cingo de un pequeño cortador de caña integrado con el mento a la Revolución como fondo perfecto.
mural de la zafra que está a sus espaldas, lo que da por La iconografía de nuestro artista cuenta con dece-
resultado una composición magistral. nas de tomas indispensables que se han convertido en
A esos pequeños próceres del esfuerzo pertenece auténticos lugares comunes de nuestra fotografía. So-
también El niño de la hoja, aquel que se protege de la bre ellas vuelven repetidamente otros profesionales de
lluvia con una hoja de plátano y al mismo tiempo suda la cámara como si fuera una obligación bañarse en las
en el bochorno veracruzano. Toda la ternura del artista mismas aguas del río de luz que antes navegó Héctor.
está en El ojo insólito de la mujercita envuelta en un re- Esas fotos las han recreado varias generaciones de fotó-
bozo, en la gráfica sin nombre que muestra el infinito grafos, algunos de los cuales lo han hecho con un talento
desamparo de un chamaco que se ha orinado en los que hace honor al maestro. Cito, para fines de ilustra-
pantalones o el niño lépero de Caracolitos, que bien pu - ción, su Judas de Iztapalapa en donde el protagonista
no es el apóstol traidor, sino el gentío sufrido que cada Las fotos de Héctor García son contundentes, pero
año da pretexto para encuadres parecidos que resultan en todas le corresponde al lector, al espectador, com-
todo un homenaje, especialmente uno de Marco Anto- pletar la historia. Las imágenes hablan del esfuerzo hu-
nio Cruz que del Judas sólo muestra la parte inferior de mano, de las ignotas hazañas del sudor, de la incerti-
las piernas. Importa detenerse en esta foto porque cada dumbre en que se desenvuelve la existencia. Nacho López
año, durante los días de Semana Santa en que parafra- contaba que alguna vez su colega dijo que él rescataba
seando a Alfonso Reyes se carece de “electricidad infor- a sus personajes del “basurero de la humanidad”, don-
mativa”, los periódicos capitalinos tienen que atenerse al de los había confinado el sistema. Ignoro si la expre-
rutinario material que les proporciona el atiborramien- sión es afortunada, pero lo cierto es que Héctor era de
to de balnearios y sitios de recreo o la representación los que “bajan a la Gloria”, de los que hurgan en los ám-
del Viernes Santo en Iztapalapa. En ese caso, sólo los bitos donde germina la dignidad del trabajo, de los que
periodistas con imaginación pueden hacer algo dife- ejercen su libertad en el mundo de la necesidad.
rente, y Héctor lo hizo. Nuestro fotógrafo ejerció también como el pícaro
Si Héctor podía hacer tales cosas fue por sus dotes que se mete a husmear en los camerinos, pues fue siem-
de artista, pero también, y a mucha honra, porque era pre admirador de la belleza y levantó monumentos a
un fotógrafo de prensa, de los mayores en el oficio, uno las divas de los espectáculos, un ser humano que cogió
de ésos que sientan precedentes para la profesión, que y recogió la vida del legendario callejón del Órgano, el
abren camino. En los diarios se confina a la fuente poli- mismo que inquietos y temerosos recorríamos los estu-
ciaca a los aprendices o a quienes nunca aprendieron. diantes de secundaria desde Santa María la Redonda
Es también un área de castigo por donde Héctor, siempre hasta la avenida Peralvillo en medio de dos hileras con-
rebelde, pasó más de una vez. Pero los genios del foto- tinuas de accesorias en las cuales mostraban sus encan-
rreportaje brillan en cualquier tarea. En su breve y sus- tos las hetairas que trabajaban bajo el infaltable cuadro
tancioso prólogo al libro Héctor García (Editorial Turner, del Sagrado Corazón.
El Equilibrista, Conaculta, Madrid, 2004), dice Susan El fotógrafo entraba ahí buscando saciar algo más
Kismaric que para ella hay tres fotografías particular- que su capacidad de asombro. Fue en todo momento el
mente convincentes y cita una, “la del hombre no iden- impertinente que lograba fotos pertinentes. Un testigo
tificado que señala una enorme mancha de sangre sobre a la intemperie que retrataba la vida y los rostros de una
la acera”. La gráfica encierra “una narrativa elíptica (que) ciudad en movimiento perpetuo y permanente cambio.
proporciona unos cuantos elementos, pero su mensaje La urbe que le habla a quien le presta oídos y le mues-
no puede eludirse ni malinterpretarse”. Esa gráfica es tra sus desnudeces a quien sabe mirarla y admirarla, al
una rotunda lección de fotografía policiaca. En lugar que despliega su instinto para capturar momentos y
de llevar a la redacción la imagen obvia del cadáver u situaciones, algo que le permitió a Héctor García hacer
otras truculencias, Héctor confía en la inteligencia del escuela en un género que ya era conocido, pero que
lector y le ofrece simplemente una sugerencia que hace hasta entonces no había tocado el cielo, como sí lo hizo
innecesario decir más. con él, que llevó a las alturas lo que ahora conocemos
TESTIGO A LA INTEMPERIE | 39
Héctor García, Payasito callejero, 1950 Héctor García, Entre el progreso y el desarrollo, 1950
como fotografía de “vida cotidiana”, una parcela del ofi- ficas de mérito. Héctor no era precisamente ducho para
cio que por fortuna hoy tiene grandes cultivadores entre las cosas administrativas y lógicamente tuvo problemas
los reporteros de prensa. con los otros fotógrafos, todos más jóvenes y algunos
Héctor fue también un cabal dominador del retra- apenas en formación. Sin embargo, en medio de las di-
to, género al que ha dado algunas obras maestras, como ficultades propias de un diario que empieza, Héctor
su poderoso Siqueiros en Lecumberri o un Dr. Atl harto supo transmitir a su tropa el arrojo de que siempre hizo
de las erupciones de Nahui Olin y de los volcanes. Un gala, legó a aquellos muchachos su ejemplo, sus mañas
detalle a observar en las imágenes de creadores son las y sus moños para que cobraran conciencia cabal de la
manos: Siqueiros pone la suya delante de las rejas, como dignidad de su oficio. Hizo de ellos fotógrafos cumpli-
un anticipo de libertad; las de Frida Kahlo reposan mos- dores, perros de presa bien apreciados en la redacción
trando los dedos profusamente anillados; en la de Oroz- por su valentía y porque hasta muertos iban a cumplir
co el foco está precisamente sobre su única mano; en la orden del día con la ambición de ganar primeras pla-
otra Diego y su hija Ruth parten un hueso de pollo con nas. En medio de pleitos, competencia feroz y un apren-
las manos en primer plano; Katy Jurado oculta el ros- dizaje acelerado, aquel grupo acabó por ser una de las
tro tras de las palmas y en Carlos Chávez el foco está mejores orquestas de cámara que haya dado el perio-
también sobre los instrumentos de carne y hueso con dismo mexicano.
que dirige la orquesta. Todos crecieron con Héctor, pero él siguió siendo
Durante muchos años la realidad puso a Héctor un gigante. La razón está en que el suyo es un camino
frente a la misma materia retratable de que disponían que muchos recorren, pero en el que muy pocos en-
sus compañeros, pero de la que no todos lograban cap- cuentran. Se trata de una búsqueda consciente y en la
tar la información —requisito primero del fotoperio- que deben invertirse todos los recursos, pero que sólo
dismo— y de la que todavía menos eran capaces de ex- arroja buenos resultados cuando se tiene duende, ángel,
traer belleza. Todos operaban bajo la misma presión al chaneke o como se quiera nombrar a la sustancia que
hacer sus encuadres, al seleccionar sus formatos, al per- llevan en el alma los elegidos, los artistas verdaderos, los
cibir las condiciones de luz y determinar “a ojo” la aper- domadores del fuego.
tura del diafragma, el tiempo de exposición y todo aque - La naturaleza es básicamente injusta y repartió el ta-
llo que las cámaras digitales han convertido en historia. lento en forma por completo antidemocrática. Lo puso
Además, en el infaltable tumulto de los fotógrafos de en unos pocos y a los demás nos permite apenas gozar
prensa había que tener pulso firme, buen equilibro y con los logros de esos privilegiados que enorgullecen a
colmillo para no dejarse ganar el lugar o para conquis- un gremio, a un país, al género humano. En el caso de
tar otro mejor. la fotografía, pocos son los que poseen el “ojo de Dios”
En 1977, Héctor García regresaba ya de todas las al que llegó a referirse Héctor, esa mirada como adqui-
batallas y era una leyenda cuando fue nombrado jefe de rida en otra dimensión que permite ver lo que al resto
fotografía del viejo unomásuno, aquel diario en el que, de los seres humanos alguien nos tiene que revelar. A
su director, Manuel Becerra Acosta, puso a competir Héctor, que algo de huichol adquirió con Fernando Be-
los textos con las fotografías y por primera vez en nues- nítez en sus viajes al Nayar, le fue conferido ese Ojo de
tra prensa se le dio crédito a los autores de todas las grá- Dios con que nos seguirá iluminando.
—¿Quién se murió primero? en el lugar de los hechos, sin saber que ese hombre, en
—El primero no sé, pero el último fue el capitán. un sitio y una actitud desconcertantes, era mi padre. Un
lápiz en la mano. ¿Qué sucedió con él? ¿Quién lo resca-
Priscila Witt Córdova,
Exposición oral sobre el hundimiento del Titanic, tó y lo siguió utilizando? ¿Y el portafolios que siempre
Jardín de Niños Kuruwi, 26 de abril de 2012 lo acompañaba como fiel escudero? Mi padre venía de
dar clase en la Facultad de Filosofía y Letras y quiso
caer en su campo de batalla, dentro de los límites de la
Existen varios puentes en Ciudad Universitaria. Para mí, Universidad.
uno es el puente. Debido a sus delgadas planchas de Carlos acostumbraba correr a esa hora poco habi-
acero, se cimbra, suena, habla como si respondiera al vi- tual. Como parte del paisaje vio a un hombre sentado
gor de los pasos que lo tocan. Hoy comienza el año en en el puente. De pronto dejó de verlo. No lo vio caer
que cumpliré la edad que mi padre tenía al morir. Es do- pero sí vio al caído. Me consuela saber que en medio de
mingo y el puente, todo para mí. Lo cruzo con múscu- los curiosos desconocidos que comenzaron a agolparse
los, corazón y aliento que aún quieren sonar en la sin- alrededor, el gran corazón de Carlos, que por razones
fonía del mundo aunque no tengan la fuerza, el brillo, naturales debe de haber palpitado más que nunca, acom-
la flexibilidad de antes. Ahora que todo es más intenso. pañaba al de mi padre, que paulatinamente se apagaba.
Durante mucho tiempo lo evadí. Más poderoso que la Y así como Roberto Moreno de los Arcos, joven director
pena, el dolor fue mitigándose para darme otra vez la con- del Instituto de Investigaciones Históricas, fue la últi-
vicción de que los puentes nacen para modificar el tiem- ma persona cercana que habló con él, mientras las jaca-
po y el espacio. Ahora paso por él siempre que puedo y randas proclamaban como en ninguna otra parte de
lo celebro inundado de estudiantes que hacen del pre- nuestra ciudad la inminente primavera, Carlos Pujalte
sente un arma invencible. pudo decirme que papá no murió instantáneamente:
Aquí estuvo mi padre los últimos momentos de su jalaba con ansia todo el aire, para que la ingrata vida tu -
vida. Sentado a la orilla, con un lápiz en la mano. Puedo viera su final en tono mayor. Me lo contó la mañana en
afirmarlo así porque mi amigo Carlos Pujalte coincidió que juntos fuimos a visitar el sitio.
LA INVENCIBLE | 41
And I only am escaped alone to tell thee, exclama el ***
Ismael de Herman Melville al final de Moby Dick, con
palabras del Libro de Job. No sólo porque yo no estaba La Invencible abre los domingos. De semejante provo-
en la Ciudad de México cuando los seres más próximos cación viene su nombre. De tal profanación, su resis-
a la familia comenzaron a hablar, con piadoso y bienin- tencia. Invencible su convocatoria para quienes llegan
tencionado eufemismo, del accidente que había sufrido a aliviar heridas del naufragio, sordos a la insistencia
el maestro Quirarte, me obsesioné por reconstruir cada del campanario en la vecina iglesia de San Jacinto. La
momento de su estar en el mundo. Carlos me explicó Invencible. Desvencijada y mínima, sus puertas batien-
dónde estaba sentado papá, las ramas que había roto su tes que han renunciado a la dignidad amenazada del
cuerpo, la forma en que había calculado caer para no ha- vidrio, parece nacida con San Ángel, donde confluyen
cerlo encima de un automóvil o debajo de sus ruedas. los latidos más hondos del barrio, sus instituciones apo-
Para no interrumpir el tránsito. Para no arruinarle el día sentadas en edificios que conservan usos y rostros ori-
a terceros. Para que la vida continuara y fuera labor ex - ginales: el baño público cuya fachada de ladrillo reite-
clusiva de su tribu quedarse a descifrar lo indescifrable. ra su nombre Colonial; el mercado Melchor Múzquiz
¿Qué libro llevaba? ¿Qué dijo a sus alumnos? Una donde no falta uno solo de los colores, los aromas, los
de sus lecturas reincidentes era el cuento de Alphonse sonidos de México; el sitio de Taxis San Jacinto, que a
Daudet en que un profesor de francés, durante la ocu- sus setenta y cinco años ostenta el orgullo de ser el más
pación prusiana de 1871, dice a sus estudiantes que los antiguo de la ciudad.
invasores han determinado que sólo se enseñe alemán La Invencible es flanqueada exclusivamente por ape-
en las escuelas de Alsacia y Lorena. Por lo tanto, ha sido llidos, como si de compañeros de banca se tratara: Artea -
removido de su puesto y ésa será la última clase. Al final ga, Gálvez, Frontera. Al caminar por esta última no hace
de ella, y al escuchar a los prusianos que vuelven de hacer daño decir el nombre completo del general José Fron-
ejercicios militares, en el pizarrón escribe Vive la France. tera, que transformó su condición civil para enfrentar al
La voz narrativa es articulada por un alumno que llega invasor estadounidense, ser abandonado y muerto en
tarde a clase y nunca antes había aprovechado las lec- la batalla de Padierna: una placa en San Jacinto, apenas
ciones del profesor que durante cuarenta años se afanó recientemente colocada, explica su memorable actua-
en demostrar que el francés era la lengua más hermosa ción. Se consignan desde antes los nombres del bata-
del mundo, patrimonio que otorga orgullo e identidad de llón irlandés de San Patricio, comandados por John
patria, porque, explicaba monsieur Hamel, “cuando un O’Reilly, algunos castigados, otros ejecutados por opo-
pueblo cae en la esclavitud, si conserva bien la lengua nerse a una nueva guerra de conquista. La ceremonia
propia, es como si tuviera la llave de la prisión”. anual que se organiza cada 12 de septiembre para re -
Después de dar ésa que fue su última clase, ¿tenía cordarlos es, de tan íntima, sólo conocida por sus ini-
mi padre el saco puesto o se lo había quitado para ali- ciados y los habitantes del barrio: con su presencia rin-
viar el calor? No se lo pregunté a Carlos y sólo ahora den homenaje a sus antepasados que descolgaron los
aparece la pregunta. Cuando llega el momento decisivo, cuerpos y les dieron sepultura en la vecina iglesia de
no obstante el trastorno que acompaña la separación Tlacopac. Se llega por la calle que conserva, en el nom-
del ritmo natural de la existencia, hay un apego al ritual bre y en la anchura, el nombre de Reyna. Otras histo-
que sitúa en un mismo pentagrama a príncipe y men- rias, no por cotidianas menos señaladas. Un día del
digo: el último lento y abundante desayuno de Maxi- siglo XIX, a San Ángel llegó a caballo el joven Manuel
miliano, la postrera copa de vino a las seis de la mañana, Payno. Al aplicar a su viaje el calificativo sentimental,
antes de ser fusilado en Querétaro. El personaje evoca- transformó el concepto de locomoción práctica en pe -
do por George Orwell que, descalzo y con taparrabos, regrinación del alma. En los albores del siglo XX, por
tiene la elegancia instintiva de esquivar un charco cuan - estas calles pasó el cuerpo duro y palpitante de Santa,
do se dirige al sitio de su ejecución. antes de abordar el tren hacia una ciudad donde la
Los puentes y los angustiados. Extraña, inevitable esperaban el esplendor y la miseria.
pareja. Los auténticos vencidos no se salvan. Logran Con sus veinte metros cuadrados, La Invencible
hacerlo, a veces, los enamorados. Voraces como nadie, tiene dimensiones de camarote. Su barra, el aspecto de
el amor los parte con un rayo seco y les otorga la posi- muelle en que vienen a recalar navíos perdidos. En La
bilidad de la resurrección. Los otros se arrojan seguros Invencible no se come. Sus mesas escuetas alojan a lo
de llevar un ancla al cuello. Quien evade a la Parca, des- sumo a cuatro, pero invitan más que nada al solo. Solo
quicia las agujas del cuadrante: su tiempo no ha llega- se bebe y solo se camina en el filo de la vida. Y de la
do. Únicamente el samurái que se hunde su obediente muerte. Así debe de haber sido el Spouter Inn, adonde
acero, altivo y fulgurante como nunca, es señor de la llega el Ismael de Moby Dick antes de dar inicio a una
vida y de la muerte. aventura de consecuencias impredecibles. La vida no
es la literatura pero su obligación es ser como ella. El lo preparaba para que el resto de la tripulación no se
acoso al leviatán nos lleva a leer el mundo y transfor- perdiera. Su actitud física —reflejo de su alma— era la
marlo en letras. del ángel de Durero: rodeado de todos los instrumen-
Mientras me recupero del humillante calor de afue- tos para trazar y construir lo que sus habilidades le exi-
ra y poco a poco el cuerpo se adapta a la frescura de esta gían, aquéllas para las que estaba preparado, su gesto
cueva milagrosa, pido un tequila Herradura blanco amargo lo transformaban en su peor enemigo, lo hacían
acompañado de la cerveza más fría de la cantina, a esa blanco impecable de sus insospechables e íntimos dolo-
temperatura que sólo sabe crear el hielo en bloque. Ha res. Alguien muy sabio y longevo, Johann Wolfgang Von
venido conmigo un hermano de Ismael, llamado Bar- Goethe, escribió que la actividad fresca y renovada es la
tleby, compañero inseparable desde la adolescencia. En única manera de sobreponerse a la adversidad. De esas
una de mis solitarias y largas caminatas de fines de se- últimas semanas en que mi padre estuvo en el mundo
mana, cuando la única incondicional se llamaba la lec- recuerdo con qué alegría y alivio lo descubrí una maña-
tura, no tuve más remedio que detenerme en una banca na, recién bañado y luminoso, de pie en su alto escrito-
a devorar aquel texto inagotable. ¿Por qué traer a Bar- rio, que evocaba al de Hemingway. Me invadía enton-
tleby, a leerlo otra vez, precisamente hoy, a La Invenci- ces la pasajera y consoladora seguridad de que era capaz
ble? Tal vez para convencerme de que añadir una línea de vencer las tempestades que lo amenazaran a él y a los de
más a todo lo escrito es una tarea imposible pero que su barco.
siempre habrá caminos para decir de otro modo lo mis- La Invencible. El mismo adjetivo, igualmente con
mo. Seguramente, cuando a mi padre le aconsejaron mayúscula, utilizó Felipe II para bautizar a su Armada.
que aceptara vivir una existencia mutilada, con sus ojos Invencible cada uno de sus bronces y velas, jarcias y mas -
ya en otra parte contestó: “Preferiría no hacerlo”: en carones. La derrotaron los elementos antes que sus hu-
todo cuanto hizo se dedicó a ser fiel a esta verdad, basa- manos enemigos. A esta otra nada la vence. Por eso im-
da en la estoica negación. Puso sus mejores cartas a la pone el inaudito poder de la minúscula: invencible es
palabra escrita. No escribir era morir. la vida y no la muerte. Invencible la poesía, pero no hay
Uno de los últimos días de su vida lo vislumbré en honor más alto que enfrentarla; invencible la pasión
un café cercano a Insurgentes al que solía ir en compa- amorosa y su áspero laberinto de señuelos; invencible la
ñía de sus alumnos y donde compensaba sus prolonga- Oscura Señora de la Melancolía, que pasa largas estacio-
das estancias con espléndidas propinas. Desde la calle nes en casa de quienes dejan sus puertas más abiertas.
lo descubrí solo, acodado en una mesa, en una inmovi- Hoy es domingo y he rebasado la edad que mi pa-
lidad desoladora. Su rostro ya no estaba en este mundo dre tenía cuando decidió abandonar el mundo, incapaz
y una mirada ceniza invocaba con urgencia la piedad de de enfrentar ya no victoriosa sino decorosamente a La
la muerte. Me seguí de largo, con la inmediata mandí- Invencible. Hoy soy más viejo que mi padre. Hoy mi
bula del remordimiento afianzada en la carne del alma. padre es el hijo que no tengo. Creo tener algunas respues-
Mi instinto vital me alejaba de quien se hundía con el tas a las preguntas desencadenadas por su prematura
barco, pero que dentro de su personal maremoto todo aunque no imprevista partida. He logrado conjurar de -
LA INVENCIBLE | 43
monios que en algún momento lo vencieron, pero me Después me dijo un arriero
resulta imposible no mirarme en su espejo. La vida es que no hay que llegar primero
mejor que la escritura, pero el estigma sanguíneo per- sino hay que saber llegar.
manece, para bien y para mal, como el fuego de San
Telmo en que templaban sus armas los arponeros del Octubre de 1993. No me duele una mujer en todo el
Pequod. Vencer a la blancura y al silencio, sí. Conser- cuerpo, como en el verso que Borges concibió para los
var el honor, la varonía, pero mantener a raya los emba- vulnerados. Me lastima cada uno de mis músculos tras
tes de la sombra. haberlos sometido al esfuerzo de medio maratón. Correr
Rubén Bonifaz Nuño nació el mismo día y el mis- es como escribir. No hacerlo acabaría con ese inexplica-
mo año en que mi padre biológico vino al mundo. En ble y absurdo sufrimiento. Pero también con el goce más
este barrio, el niño Rubén soñaba con ser héroe y mago. sublime y pleno logrado en soledad. Me baña, con el mis-
Sus compañeros más hondos, llamados Salgari, Dumas mo vigor y contundencia de la regadera que me bautiza
y Rider Haggard, lo hicieron lector. Más aun, protago- como la primera vez, el fragmento del epistolario de Flau-
nista de combates en que llevó a la práctica la condi- bert, al que acudía mi padre con frecuencia: “Pero la vida
ción de la aventura con el anunciado riesgo del fracaso, es tan corta. Nunca escribiré lo que quiero, ni la cuarta
suprema iluminación del que se arriesga. A sus ochen- parte de lo que sueño. Toda esta fuerza que se siente y
ta y seis años, los mismos que ahora tendría mi padre, que te asfixia, habrá que morir sin haberla desbordado”.
traba combate diario por la vida, enfrenta sus cotidia- A La Invencible se llega con preguntas. Nunca se
nas humillaciones con estoicismo y entereza y nos hace sale con respuestas. El primer caballo de tequila que in-
entender cada día más el sentido de aquel verso suyo vade el estómago vacío abrillanta hasta la última de las
donde afirma que “es mejor sufrir que ser vencido”. Mi piedras del barrio, como cuando sobre ellas cae una llu-
padre Martín dejó de creer que al escribir para uno se via prolongada y nos otorga la momentánea ilusión de
escribe para otro. Y ese otro, que acaso nunca conoce- que será más breve la distancia entre experiencia y es-
remos, nos justifica sin saberlo él ni el nosotros que con critura. Para que el fuego nacido del impacto sea fruto
él labramos la más poderosa armadura. El poema de mi de la sustancia y no del artificio. Alejar las palabras de
padre Rubén implica escribir para aquellos que, no obs- la vida para que a ella más se acerquen.
tante su desamparo, gracias a su desamparo, forjan las Me llega, como muchas otras imágenes reinciden-
armas para sostener el ignorado heroísmo de ser hombre. tes, una de los últimos días que vivimos en el centro an-
Tras el disparo de salida en las carreras de larga dis- tes de irnos a la colonia Roma, tierra entonces ignota y
tancia, el mayor de los estímulos es la frase “Los espe- prometida. Papá se encuentra en el interior del único
ramos a todos en la meta”. Cuando los de mediano ren- coche que tuvo. Mientras llega el muchacho que ma-
dimiento llegamos a la mitad de la competencia, es un nejaba para él, espera, leyendo como siempre. Una pa-
honor ver a los punteros, kenianos con piernas de antí- rroquiana de La antigua Roma, que parece salida de
lope, cercados por carencias y dobles ansias de vencer- una película de Ismael Rodríguez, se le acerca, curiosa
las. Sabemos que ellos llegarán antes que todos. Uno e insolente. Junto a su aliento fermentado, le lanza una
sigue corriendo, seguro de no tener el cuerpo, la condi- pregunta que es afirmación al descubrir a un ser en apa-
ción, la disciplina del que encabeza ese nosotros afano- riencia ajeno a la fauna del barrio: “Ese mi valedor, de qué
so y gratuito al que consagramos cada minuto y cada las compone”. Mi padre la mira y lanza espontáneamen-
esfuerzo de ese día. Al vislumbrar la meta y cruzarla con te la carcajada infantil que nunca debió de haberlo aban-
el último aliento, somos parte del héroe que hizo lo mis- donado. A ella me aferro para que no me abandone.
mo que nosotros pero lo hizo mejor. Así con la escritu- En su última clase, el maestro Quirarte dejó un solo
ra. Escribir es tener orgullo y humildad. En ese orden. trabajo. Con el paso de los años he aprendido que con-
Orgullo para profetizar, como Zola: “Seré Balzac o nada”. siste en escribir la carta que no pudo dejarnos. Su he-
Humildad para admirar la gloria de ese otro que ha rencia fue la vida, la invencible. Su ejemplo final nos ha
visto lo que nosotros hemos creído ver. Uno cruza la meta llevado a intentar agotarla, abrirle las piernas, seducir-
como puede y no como debe. No se trata de falta de la sin tregua para lograr sus más altos dones. Como la
esfuerzo sino de plena conciencia de los poderes con escritura, puede ser conquistada por momentos, siem-
los que contamos. Es posible expandirlos, entrenarlos, pre y cuando seamos dignos de las armas para comba-
pero íntimamente sabemos lo que somos. La expresión tirla, hacerla nuestra aliada y vencer al común enemi-
“Los esperamos a todos en la meta” puede ser hermana go. El día en que murió papá di comienzo a esa tarea.
de la frase amarga y soberbia de Salieri cuando dice a su Aún no la termino en esta sucesión de años que ya van
confesor: “Bienvenido al Universo de los mediocres”. siendo muchos. La intento en la mesa de trabajo que
En su sentido más hondo, subraya la sabiduría ances- fue suya. Si vivir es escribir con todo el cuerpo, la resis-
tral rescatada por uno de nuestros más jóvenes clásicos: tencia es mejor que la existencia.
Una pasión
sacrificial Adolfo Castañón
La materia desea la forma como la mujer desea al hombre. aun de la idea misma de civilización crítica e ilustrada
Aristóteles, Física I, 9 en Hispanoamérica. De la crítica literaria, la literatura
comparada, el ensayo practicado sobre los cimientos mis-
…the uncertain glory of an April day.
William Shakespeare mos de la cultura colonial, a los estudios sobre el folclor,
la música, la danza, los estudios sobre la lengua española
I en América como sobre las formas métricas en que se
ajusta la poesía y la canción hispánicas, pasando y repa-
La trascendencia de la obra y del pensamiento de Pedro sando por las bóvedas de la cultura medieval, renacen-
Henríquez Ureña en el tejido de la cultura hispanoa- tista, virreinal, por los arcos de las ideas entreveradas de
mericana es uno de los secretos mejor guardados de este la política y la historia, la obra de Pedro Henríquez Ure-
continente americano tan especializado en el oculta- ña se alza como un castillo olvidado en el desierto de
miento. Está convenientemente escondido en la urdim- nuestra cultura avasallada por el mercantilismo y la prisa.
bre de nuestras letras como un exvoto en un nicho, en El legado de Henríquez Ureña es ante todo ético y crí-
el altar más alto y en consecuencia inaccesible de las tico; transfigura y salva todo lo que toca: por ejemplo
efemérides nacionales (tuvo él, como los caudillos de la el modesto género de la antología se transforma en sus
Independencia, tres o cuatro patrias que lo reclaman, a manos en un arpa encantada, como es el caso de la An-
pesar de que su cuna irrenunciable sea la República tología de la versificación rítmica, que primero fue su tesis
Dominicana) y, en particular, en el calendario nacio- de doctorado en Minnesota, y luego se publicó en el Con-
nal mexicano, en la piedra de sol asociada a la etapa vivio de García Monge en Costa Rica, en México en
constructiva de la Revolución mexicana y de la funda- los cuadernos de Cvltura1 y finalmente en Madrid en la
ción de la Universidad Nacional sobre cuya idea escri- Revista de Filología Española. Entre los motivos más in -
bió, por cierto, su tesis de grado.
Ese reconocimiento, a pesar de ser generoso, resul- 1 Pedro Henríquez Ureña, Antología de la versificación rítmica
ta más que insuficiente para dibujar la envergadura, el (prólogo fechado en Minnesota en mayo de 1918), colección El Con-
alcance y calado de una obra y un pensamiento que, vivio, San José de Costa Rica; segunda edición, Editorial Cvltura, Mé-
desde el ensayo, va a campo traviesa por los territorios xico, tomo 10, número 2, 1919 (retocada y ampliada). Nueva edición
en Fondo de Cultura Económica, colección Popular, México, 1999,
más diversos del conocimiento y cumple, en su trasiego, primera reimpresión, presentación de Alfonso Reyes y epílogo de José
una idea de la cultura americana, de la ciudad letrada y Luis Rivas.
Pedro Henríquez Ureña en una presentación de la revista Sur, acompañado por Jorge Luis Borges, Francisco Romero y Ramón Gómez de la Serna, entre otros, 1931
MOSQUETEROS EN LA REVOLUCIÓN | 49
timísima hora y ya con Villa ante el pelotón de ejecu- que comandaba un Batallón de Irregulares adscripto al
ción, lo había impedido. Ejército Federal.
La crisis no podía ser más grave. Poco más de un año El presidente Madero intercedió por Villa a pedido
antes la audaz iniciativa de Pancho Villa y de Pascual de su hermano Raúl Madero pero pactó con Huerta.
Orozco, sin el previo acuerdo de Madero, había sido Villa quedó preso acusado del robo de una yegua fina
decisiva para la toma de Ciudad Juárez, primer gran de un hacendado, sometido a proceso y enviado a la cár-
hecho de armas de la Revolución, mientras Huerta acon- cel de Lecumberri en la Ciudad de México. Le tocó co-
sejaba a Porfirio Díaz no pactar y aplastar a los insu- mo juez el licenciado Méndez Armendáriz. Unos vein-
rrectos con el Ejército Federal. te años después el semanario Todo entrevistó al juez
Don Porfirio, que sabía más, buscó una salida ne- sobre aquel caso.2 La memoria aún estaba fresca —y
gociada con Francisco I. Madero, firmó a fines de mayo cómo no, si de Villa se trataba— y el licenciado recordó:
de 1911 los Acuerdos de Ciudad Juárez y dejó su larga “El señor Madero recibió del general Huerta un lar-
presidencia, porque percibía mucho mejor que Madero go mensaje en que acusaba a Villa de los graves delitos
y Huerta que los tigres andaban sueltos y él ya no los de insubordinación, desobediencia, pillaje y uno o dos
iba a poder enjaular. Mejor salir en paz y dignidad por homicidios. Y el acuerdo para que el guerrillero fuese
propio pie que ser sacado a empujones. procesado fue escrito en el mismo mensaje de puño y
Un año después Victoriano Huerta, general renco- letra del presidente”. Madero, que siempre tuteó a Villa
roso, rasgo de peligro en quien comanda destacamentos mientras éste le hablaba de usted, nunca alcanzó a te -
armados, venció a Orozco en Rellano. Creyó entonces ner idea cabal de con quién estaba tratando.
llegado el momento de cobrarse el agravio sobre el otro “La yegua no figuró en la consignación”, agregó el
audaz de Ciudad Juárez y eliminar a Francisco Villa, el juez al reportero.
“general honorario”, que así lo llamaba con sorna por- A Méndez Armendáriz le atrajo la personalidad de
aquel jefe norteño. Solía llamar a Villa, dijo, “a la reja”
de la crujía para platicar con él, pues el preso “tenía facili-
dad de palabra” y “contaba muchas anécdotas interesantí -
simas”. “Pero tenía un defecto máximo: su extraordina-
ria irascibilidad. Cualquier contradicción lo sublevaba”.
Como muestra de aprecio, le prestó un ejemplar de
Los Tres Mosqueteros que a Villa “le agradó muchísimo”.
Desmentía así el juez, al pasar de su relato, la leyenda
de que Villa había aprendido a leer en la prisión, una de
las muchas consejas que corren en su entorno. Se ve que,
veinte años más tarde, aquel preso a su cargo aún le caía
simpático.
***
MOSQUETEROS EN LA REVOLUCIÓN | 51
Aquí el diálogo llegó a su tema urgente, bastante más lar el relato irónico, angustiado y angustiante de Mar-
serio —y, claro, más apremiante— que la elegancia de tín Luis Guzmán en El águila y la serpiente.
las botas de los mosqueteros y el archivo de Antonio Ángeles venía de hallar las pruebas escritas de la tra-
Villarreal. El mensaje de Ángeles era un indicador de la ma de la deserción y las enviaba a Villa. Las pruebas ma-
crisis que iba ganando las filas de la División del Norte teriales de la crisis ya las había tenido en las batallas, las
después de la ruptura de Eulalio Gutiérrez, Luis Agui- defecciones y las insubordinaciones, incluida la insólita
rre Benavides, Maclovio Herrera, José Isabel Robles, desobediencia de Emilio Madero, y se las hacía saber a Vi-
Antonio Villarreal y otros jefes convencionistas. Pedía lla en el informe verbal del mensajero. Urgía discutir la si-
a Villa que viniera a Monterrey, no tanto como refuer- tuación y los planes antes de proseguir con la campaña.
zo militar según apareció a ojos de Villa (o así se dijo), Felipe Ángeles, que antes había insistido en ir sobre
sino porque desde antes de la ocupación de la Ciudad de Veracruz, conquistar una salida al Atlántico y frustrar la
México veía Ángeles venir la crisis, que la ciudad acen- reorganización del gobierno de Carranza y el rearme de
tuó y que se confirmó con la defección de Eulalio Gu - Obregón en la gran ciudad del puerto, pensaba ahora
tiérrez y su gobierno a mediados de enero de 1915. en Tampico y el noreste para conquistar petróleo, puer -
Ése fue el momento del viraje hacia el desastre del to y aduana, alargar las líneas de abastecimiento de Obre-
Bajío. No hay reseña de esa encrucijada que pueda igua- gón y hacerse fuerte en una posición defensiva con el mar
a sus espaldas, antes que proseguir la guerra del propio
ro por haber desviado la orden que se le encomendó, pero no lo hago desgaste en diferentes batallas en el centro. Villa fue a
porque es hermano del señor Madero, pero… —y al decir esto se atu- Monterrey, en efecto, pero vio las cosas de otro modo.
saba su hirsuto bigote con el reverso de la mano— voy a ordenarle que
Contra las razones del técnico de la guerra privó el sen-
deje esas fuerzas en manos de Máximo García, y don Emilio que se
vaya pa’ su tierra, mejor a sembrar algodón…”. (Sara Aguilar Belden timiento, la intuición si se quiere, del caudillo de la gue-
de Garza, op. cit., p. 351). rra, que también sus razones tenía. Y la hasta entonces
invicta División del Norte fue al encuentro de su desti-
no en las batallas del Bajío.
© Colección Ricardo Espinosa
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MOSQUETEROS EN LA REVOLUCIÓN | 53
Javier Marín
¿Escultor
expresionista?
Néstor A. Braunstein
© Jimena Oliver
¿ESCULTOR EXPRESIONISTA? | 55
Los cuerpos no deambulan a la búsqueda del senti- del siglo XXI: decenas de millares de decapitaciones, des-
do, sino que desesperan de encontrarlo. Interrogan a las tazamientos, mutilaciones, ligaduras con alambres, col-
fotografías y a las estatuas de las plazas y los museos. gamientos, fosas colectivas, picas con manos y cabezas
Buscan resemblanzas. brotando cual la maleza en cualquier parte de la geo -
Marín no transmite la apariencia de las cosas, sino grafía nacional.
que decanta lo que ve y lo “radicaliza” imponiendo a las Como en la época de los sacrificios humanos. Como
imágenes el trabajo desestabilizador de su fantasía. cuando llegaron los conquistadores. Como cuando se
Desnuda a los cuerpos muchas veces imponiéndo- reprimió a los insurgentes. Como en el Cerro de las Cam-
les la violencia de los más impensables atuendos y tocados. panas. Como en la época porfiriana. Como en las masa-
Deformando labios, párpados y cabelleras. Rasgando la cres sangrientas de la Revolución. Como en Ciudad Juá-
piel con cortes inclementes, quitando carnes, cortando rez. Como hoy.
pies, manos y cabezas que acaban en los platos de em- The night of the living dead.
briagadas Salomés. Pedazos de cuerpos que no se sabe a quién pertene -
Cabe insistir: al contrario de todo lo que se ha di- cen, sin nombres ni identidad. Disueltos. El homo sacer
cho, Javier Marín no esculpe cuerpos sino fantasmas. En tal como es definido por Giorgio Agamben: el que pue-
otras palabras: inventa cuerpos. Selves. Myself. Yourself. de ser asesinado sin que su muerte constituya un delito.
Ready-mades. No para el gusto de oneself. Anonimato de la muerte multitudinaria, de las multi-
¿Para acabar en qué? En la destrucción de las imá- tudes exiliadas de la historia y de los linajes humanos.
genes... pero no al precio de la abstracción, rebelde a la Apátridas. Derelictos. Supuestos miembros del “crimen
figuración, sino de la preservación de los fantasmas, de organizado”.
los revenants, en su avanzado estado de descomposición. Cuerpos sin nombre: excluidos de los hogares (home-
No puedo dejar de pensar en esto: es como si, al less), de las pasiones, incluso del odio. Muertos por el
fijarlas en barro y piedra, Marín describiese la pesadilla goce de matarlos y descuartizarlos, de exponerlos sin
y el malestar en la cultura mexicana de los comienzos vergüenza como manifestaciones del poder del asesino
que sabe de la impunidad de sus acciones.
Proyección de lo desmembrado, de lo disjunto, de
© Armando Canto
Cuando en 1492 Antonio de Nebrija, en el Prólogo a su del castellano como lengua académica, competitiva,
Gramática de la lengua castellana, escribió que “siempre diríamos hoy, frente al latín, dentro del espacio penin-
la lengua fue compañera del imperio”, posiblemente sular en el que los reyes católicos estaban construyendo
nunca imaginó el futuro de aquella lengua que él, por un estado moderno. Quizás imaginó la posibilidad de
primera vez, acababa de “reducir en artificio gramati- que su lengua, algún día, tuviera un papel destacado en
cal”. Si hubiera imaginado el porvenir del castellano en el ámbito geopolítico más importante para la España de
el mundo nuevo que ese mismo año apareció a los ojos aquel momento, el Mediterráneo y el norte de África.
asombrados de los europeos, habría adaptado su famo- En realidad, si leemos con atención el prólogo a la
sa frase, inspirada en Lorenzo Valla, y hubiera escrito Gramática, veremos que su gran preocupación era que
“las lenguas compañeras del imperio”.1 el castellano dejara de ser peregrino, “pues no tiene
Pero la historia es a veces impredecible y Nebrija propia casa en que pueda morar”. Y como para justifi-
(1444-1522) pensaba, al redactar su obra, en el futuro car más su tarea gramatical afirma que era el momento
oportuno “por estar nuestra lengua tanto en la cumbre
que más se puede temer el descendimiento della que
1 Antonio de Nebrija, Gramática de la lengua castellana, estudio y
esperar la subida”.
edición de Antonio Quilis, Editora Nacional, Madrid, 1980, p. 97.
Las siguientes citas del prólogo de la Gramática están tomadas de la Pero una vez más el futuro resultó sorprendente y
misma edición. Sobre esta frase famosa de Nebrija puede consultarse el ese mismo año de 1492, Cristóbal Colón (1451-1506)
artículo de Eugenio Asensio, “La lengua compañera del imperio. His- llegaba a las nuevas tierras. Nebrija vivió lo bastante pa-
toria de una idea de Nebrija en España y Portugal”, Revista de Filología
Española, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, ra saber que aquellas tierras eran un orbe nuevo donde
1960, volumen XLIII, pp. 309-413. existía un universo de hombres y lenguas. Sin embar-
mentos de otras lenguas, principalmente del árabe. Se más Navarro Tomás, El Colegio de México, México, 1950, p. 105.
te diferentes, el de las lenguas indoeuropeas y las meso- Era la primera gramática de una lengua del Nuevo
americanas, la redacción de artes y vocabularios no fue Mundo. Allí también Alonso de Molina redactó su
fácil. De nuevo es Mendieta quien en la Historia ecle- Vocabulario en la lengua castellana y mexicana impreso
siástica indiana nos relata los trabajos y sufrimientos de en 1555. Poco después, en 1558 el también franciscano
los primeros religiosos para entenderse con los niños Maturino Gilberti (1498-1585), quien trabajaba en
que tenían en sus escuelas.7 Gracias a ellos se redacta- Tzintzuntzan, sacaba a la luz la primera gramática que se
ron los primeros glosarios y se prepararon incipientes imprimió en América, el Arte de la lengua de Michuacan y
reglas gramaticales. al año siguiente el Bocabvlario en lengva de Mechuacan.
La situación empezó a mejorar hacia 1530, cuando Esto sucedía cuando en varios países europeos se elabo-
los franciscanos lograron hacer funcionar un centro de raban también las primeras gramáticas y diccionarios.
estudios de humanidades en Santa Cruz de Tlatelolco En realidad el centro de la Nueva España se convir-
y los agustinos otro en Tiripitío, Michoacán. En ambos tió en un foco vanguardista en la producción de obras
se puso en marcha un proyecto educativo en el que lingüísticas, de tal manera que no es exagerado decir
maestros y alumnos se comunicaban en tres lenguas, que para fines del siglo XVI las principales lenguas me-
náhuatl, español y latín; y en el caso de Tiripitío, en soamericanas estaban “debaxo de arte”. Sin pretender
tarasco o purépecha. hacer una lista de todas ellas recordaré el Arte breve de
No es extraño que fuera en uno de estos centros don - la lengua otomí y vocabulario trilingüe, de fray Alonso
de cuajaran los primeros tratados de lingüística. Con- Urbano (1528-1608), terminado en 1606;9 el Arte en
cretamente en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, lengua zapoteca y el Vocabulario en lengva çapoteca del
en el que fray Andrés de Olmos (ca. 1485-1571) elabo- dominico fray Iuan de Cordoua (1501-1595), ambos
ró su Arte para aprender la lengua mexicana, aunque la de 1578; el Arte de la lengua mixteca, 1593, de fray
terminó en tierra totonaca, en Hueytlalpan, en 1547.8 Antonio de los Reyes (m. 1603) y el Vocabulario en len-
por primera vez en París por Rémi Siméon en 1875. La última edición su momento. De hecho la única edición que de él tenemos se debe a
se debe a Ascensión y Miguel León-Portilla, Arte de la lengua mexicana, René Acuña, UNAM, México, 1990.
tzeldal según el orden de Copanabastla, UNAM, México, 1986, 520 pp. dro Balli, México, 1595. Edición facsimilar, Edmundo Aviña Levy,
11 Un amplio estudio de los impresos en lenguas indígenas es el de
editor, Guadalajara, 1967.
Irma Contreras García, Bibliografía sobre la castellanización de los gru- 13 Sobre éste y otros paradigmas acuñados por los gramáticos no-
pos indígenas de la República Mexicana (siglos XVI al XVIII), UNAM, vohispanos para codificar las diferencias de las nuevas lenguas respecto
México, 1985-1986, 2 volúmenes. La descripción y estudio de los im - de la latina, vid. Ascensión Hernández de León-Portilla, La tradición
presos en lengua náhuatl se puede consultar en Ascensión Hernández gramatical mesoamericana y la creación de nuevos paradigmas en el con-
de León-Portilla, Tepuztlahcuilloli, impresos en náhuatl, UNAM, Mé - texto de la teoría lingüística universal, Academia Mexicana de la Lengua
xico, 1988, 2 volúmenes. y UNAM, México, 2010.
Vocabulario en lengua castellana y mexicana, Fray Alonso de Molina, Casa Vocabulario en lengua mexicana y castellana, Fray Alonso de Molina, Casa de Antonio
de Antonio de Spinosa, México, 1571 de Spinosa, México, 1571
Paraíso
en la Tierra
José Woldenberg
El libro de Irene Herner es una especie de caleidosco- Chesterton escribió de Bernard Shaw que portaba
pio. Al asomarnos al mismo y dar un pequeño giro con dos cualidades indiscutibles: “una especie de castidad
la mano, las figuras cambian, se transforman, adquie- intelectual y un espíritu combativo. Tiene tanto de idea-
ren otra disposición. También puede equipararse a un lista en sus ideales como de despiadado realista en sus
viaje en el que aparecen sucesivas estaciones: las influen- métodos”.1 Y James, guardando todas las distancias, se
cias que impactaron a Edward James, su correspon- le parece. Nacido en Escocia, con antepasados irlande-
dencia, sus afanes, su origen, sus amigos, su obra y sus ses, conjugaba esa virginidad emocional y “esa extraor-
pasiones amorosas y sexuales. En todo caso, la obra de dinaria belicosidad” que Chesterton veía en los irlan-
Irene Herner es un acercamiento erudito, gozoso y sor- deses. Fue un peregrino en busca del paraíso perdido y
presivo a la tarea de un —o dos— hombre(s) que quiso creyó encontrar la tierra prometida en una región sel-
escapar del “mundanal ruido” y construir un refugio a vática de San Luis Potosí. Ahí en Xilitla edificó, paso a
la altura de sus ensueños. paso y a través de los años, una obra personalísima a la
James es algo más que un excéntrico. Es un hombre que dedicó, como dice el promocional cansino, “tiem-
marcado por una vocación de estilo, un rebelde contra po, dinero y esfuerzo”.
la modernidad que todo lo homogeniza, un Robinson James fue tocado por la obra de Magritte y Dalí, de
voluntario y voluntarioso, un surrealista de hecho y de quienes además fue amigo e incluso mecenas. Esa com-
derecho. Su biografía y su obra navegan a contracorrien-
te de las tendencias hegemónicas, y es su singularidad 1 Gilbert K. Chesterton, George Bernard Shaw, Biblioteca de la Me-
PARAÍSO EN LA TIERRA | 73
binación de vigilia y sueños, esa “yuxtaposición de ob - Y James se convertirá en patrón, mecenas, devoto com-
jetos imposibles”, esa exploración marcada por los des- pañero, tío protector de los hijos de Plutarco y amigo y
cubrimientos del psicoanálisis, que se encuentra presente benefactor de su esposa. Herner recrea esa telaraña teji-
en la obra de ambos, dejó su huella. Y James que siem- da por la pasión, el interés, el cariño y el respeto, de una
pre quiso ser reconocido como poeta, acabó edificando forma comprensiva, empática, deshojándola con tino
en Las Pozas de Xilitla su delirio alimentado por la pul- y sensibilidad.
sión surrealista. Lo que construyen entre ambos, a decir de Irene
Cuando James llega a Xilitla se encuentra con un es- Herner, es una obra inspirada en las iglesias góticas, en
pacio perdido, frondoso, desconocido e inaccesible. Lo Gaudí, en Leonora Carrington, en Alicia en el país de
compra en 1948. Escribe: “el escenario es soberbio, ro- las maravillas. Escribe: “La arquitectura se convierte en
mántico a más no poder… Cuenta con muchas casca- pasajes de un espacio a otro, en laberintos de pasillos
das que caen entre los árboles gigantes de una selva pri- marcados por formas escultóricas de extraña simbolo-
mordial y virgen, habitada por cotorras silvestres que gía que evocan composiciones pictóricas de naturalezas
llegan en parvadas a bañarse con la espuma que salpica muertas, escalinatas de función onírica, cuya incons-
de las caídas de agua”. Queda deslumbrado. La natura- ciencia las hace topar con el cielo para caer al infinito,
leza le ofrece la materia prima para hacer realidad sus puentes para una vida imaginaria. Entradas y salidas, el
fantasías. Y sin orden previo ni mapa de navegación em- propio vértigo está construido en Las Pozas. Patios, con-
pieza a remodelar el entorno. Escribe Irene Herner: “La trafuertes y arcadas, bóvedas y estanques, un cuarto os-
idea de hacer una arquitectura escultórica como apro- curo pero con chimenea, encajes, floreteos y agujas gó-
piación del concepto de jardín inglés con sus ruinas ro- ticas, que evocan las crestas de las pirámides mayas del
mánticas fue surgiendo con el tiempo, al azar”. Petén…”. El capricho como guía, la audacia como brú-
En esos lances conoce a Plutarco Gastélum, jefe en jula, la fantasía como vocación cumplida.
la oficina de telégrafos de Cuernavaca, al que invita a Hay una sobrelectura de Edward James y su obra
trasladarse a su “hacienda” para hacerse cargo de la ad- marcada por la pasión y la subjetividad de Irene Herner.
ministración. La relación entre ambos es compleja y Se trata de un acercamiento barroco a la de por sí ba-
amorosa. Plutarco será, y no de manera sucesiva, jefe rroca ingeniería de James. El conocimiento, incluso la
de obras, amante, prestanombres, tesorero, ingeniero. erudición de la autora están puestas al servicio de una
lectura entusiasmada y exaltada de un autor que lo me-
rece y suscita. Ese calor dramático que transpira el libro,
con sus múltiples entradas y salidas, su baraja intercam-
biable, sus anotaciones precisas e insinuaciones antoja-
dizas, es quizás el reconocimiento más abarcador y com-
plejo que han recibido Las Pozas y sus autores.
Leamos a la autora: “Sobrevive ahí, en Las Pozas de
Edward James y Plutarco Gastélum, un jardín román-
tico, surrealista, una evocación edénica real, con aro-
mas y texturas, con cielo y Tierra. Es una atmósfera, un
English garden revisitado. Ahí el susurro y el chorro del
agua son un sonido constante. Y el calor húmedo te tie-
ne húmeda, empapada. Todo fluye entre los caminos
que se abren y cierran, para cambiar de lugar sin cam-
biar, recorriendo los espacios de un verde intenso, como
si se tratara de un laberinto diseñado por los elementos
de un código soñado”. Herner se apropia, hace suyo, el
jardín encantado; la propuesta estética de revalorar las
ruinas y fundir naturaleza y arquitectura; aprecia y subra-
ya el tesón megalómano de un hombre único, capaz de
ofrecerle un lugar en el tiempo y el espacio a sus quimeras.
Herner encuentra en Las Pozas la estela de Giorgio
de Chirico, de los dos Rousseau —el de El contrato so-
cial y el del pintor naif de la selva—, de Carrington y
Dalí. Y en efecto, esa obra que tardó en edificarse trein-
ta y cinco años —terminó en 1983—, también puede
verse como la desembocadura material de ensueños que
Xilitla, San Luis Potosí
PARAÍSO EN LA TIERRA | 75
Alfonso Reyes y A.A.M.Stols
Amistad en
torno a los libros Aurora Díez-Canedo F.
Mientras que en Holanda Alexandre A. M. Stols fi- por un lado, las cartas de Reyes a Stols que se conservan
gura entre los impresores y editores más importantes del en la Stads Bibliotheek Harlem en Omstreken (junto
siglo XX y su vida y obra se encuentran ampliamente do- con su archivo), y por otro, las cartas de Stols al escritor
cumentadas, su estancia de varios años en México, desde mexicano guardadas en la Capilla Alfonsina de México.
mediados de 1956 hasta marzo de 1965, consta en los La correspondencia entre Reyes y Stols se remonta
colofones de ciertos libros del FCE y en el recuerdo dis- a principios de los años treinta en que ellos se conocie-
gregado de quienes trabajaron con él en imprentas y ron por carta, gracias a la mediación de Valéry Larbaud.
editoriales. Algunas bibliotecas cuentan con sus ele- Reyes era entonces embajador de México en Brasil don-
gantes y limitadas —en cuanto a la cantidad de ejem- de editaba su revista Monterrey.
plares— ediciones de la Colección Alción, realizadas La primera carta la escribe Stols desde Maastricht a
en México. Reyes en Río de Janeiro. El impresor holandés se pone
A través de la relación de Alfonso Reyes con quien a la disposición del diplomático y escritor mexicano y
fuera su editor e impresor holandés, el libro de Gabriel expresa su enorme interés en publicar “textos mexica-
Rosenzweig Pasión por los libros. Reyes y Stols, correspon- nos” (p. 3).
dencia 1932-1959, deja ver a un Reyes afecto a las edi- Larbaud y otros escritores europeos abrigaban gran-
ciones finas y atento al cuidado editorial de sus libros. des esperanzas hacia la creación literaria proveniente
Al mismo tiempo es éste el primer testimonio largo de de los países de Hispanoamérica. Stols editaba por esos
y sobre Stols no sólo en su relación con Alfonso Reyes años una revista de poesía y, por encargo de la viuda de
sino con México; testimonio, podría decirse —glosan- Ricardo Güiraldes, amigo también de Larbaud, había he-
do el título del libro— de su “pasión” por México, y de cho una edición de lujo de Don Segundo Sombra (Maas-
su experiencia mexicana. tricht, 1929, trescientos treinta ejemplares), que sería
Rosenzweig presenta reunidas por primera vez, en su carta de presentación ante Reyes.
una edición limpia, bilingüe y pertinentemente anota- A disgusto con las ediciones de sus libros o plaquettes
da, las dos partes de un interesante diálogo epistolar: Fuga de Navidad, La saeta y Horas de Burgos hechas en
© Archivo A. A. M. Stols
da y recomendaciones de Alfonso Reyes, Jaime Torres
Bodet, Manuel Sandoval Vallarta y otros, ante la UNESCO.
Con su esposa, Alexandre A. M. Stols vivió aquí tra-
bajando para la UNAM, el Fondo de Cultura Económi-
ca y en su propia colección de libros antes mencionada,
Alción, de la que Rosenzweig registra cuatro títulos:
Ifigenia cruel, de Alfonso Reyes; Sonetos, de Louise Labé;
Cartas portuguesas, de Mariana Alcoforado y Verde y azul,
de Eduardo Luquín.
Es curioso que Stols, en la carta en que le habla a
Reyes de su edición de Don Segundo Sombra (después
de la cual la novela se traduciría al neerlandés), le acla-
re que su edición está “en argentino”, pues muestra una
vaga idea de Hispanoamérica; sin embargo, el impre-
sor holandés sabe de lo que habla cuando afirma: “Car
l’intérêt du public hollandais en ce qui concerne la lit-
térature mexicaine est plus grande que vous ne le croi-
riez peut-être a première vue” (p. 4).
Todos los envíos y decisiones editoriales y tipográ-
ficas relacionadas con los dos libros de poesía de Reyes
impresos en Holanda se harán puntualmente a través
del correo. También por carta se coordinará el pago de
la edición, los gastos de envío, el costo de la edición, el
precio de cada libro y la distribución de los ejemplares:
quinientos de cada título, numerados, de los cuales só -
lo una parte está destinada a la venta.
El libro incluye las equivalencias en pesos actuales
de lo que Reyes hubo de pagar por estas nada baratas
ediciones: setenta mil y cien mil pesos en números re -
A. A. M. Stols en la Imprenta Universitaria, 1960
Conocí al autor de este libro en lo que podríamos lla- los hombres sin propósito en la vida. En ciertos mo-
mar, sin hipérbole, los años salvajes de mi vida: una épo - mentos manifestaba una disposición hacia una especie
ca un tanto caótica y confusa. Todo estaba revestido de de entusiasmo melancólico que muy a menudo lo ha-
un aura mitológica tan intensa que muchos estábamos cía salir de las fiestas ahogado en alcohol, colgado de los
convencidos de estar viviendo una suerte de Edad de hombros de sus compañeros de juerga. Todos estos ras-
Oro. Y era cierto: éramos jóvenes y vivíamos en un es- gos no eran más que una máscara de múltiples rostros
tado de exaltación permanente. Los ojos de las mujeres que escondía a una persona arisca, insegura, inasible.
brillaban con la promesa del abandono, las fiestas se Lo recuerdo ahora bebiendo a solas su inevitable y
sucedían interminables, los medios de nuestros éxtasis emblemático vaso de whisky, con un libro en las manos
eran las drogas, el sexo y el alcohol. Cada viernes era es- o escribiendo con una caligrafía nerviosa e inconfundi-
pecial y único: los hielos esperaban en los vasos de nues- ble en pequeñas libretas que acostumbraba llevar a to-
tros tragos y los ceniceros inmaculados estaban listos das partes. Tengo la fortuna de poseer esos documentos,
para que vaciáramos en ellos las cenizas de nuestras frus- única prueba cabal de su existencia: cuadernos más pro-
traciones. El eco de nuestras conjuras políticas, com- pios de contadores o de colegialas, forrados en keratol
plots literarios e hipótesis trasnochadas se perdía entre y papel de fantasía, libretas de papel reciclable o prove-
las grietas de las paredes y no creo imposible que aún hoy nientes de diversos museos del mundo que coleccionaba
puedan escucharse nuestras voces, si es que esos lugares con avidez, en las que escribía con su característica letra
existen todavía. apretada y casi indescifrable. En ellas redactó pequeñas
Fue en ese tiempo mítico cuando trabé amistad con ficciones, algunas de ellas notoriamente autobiográfi-
aquel hombre un poco mayor que yo, ligeramente más cas, otras que narran alucinaciones y describen pesadi-
alto y más delgado, de voz apagada y ojos burlones que llas, así como historias que resultan extrañamente fami-
se ocultaban tras el antifaz dorado de sus lentes. Se le liares, acaso contadas por alguien más y traducidas a su
conocía sobre todo por cierta propensión a un cinismo propio lenguaje privado. Es difícil hallar ahora algunos
desesperado que le hizo ganar muchas simpatías y no de sus cuentos y ensayos, dispersos en revistas o reuni -
pocos enemigos. Había en él una alegría sardónica y dos en pequeñas ediciones marginales. La crítica y él
desmesurada típica de los criminales perseguidos y de fueron mutuamente indiferentes.
PERO TÚ…
Pero tú, niña mía, tú eres algo diferente. No pisas el césped como pisas mis sue-
ños, no ahogas silencios como destruyes futuros. No yaces desnuda en las sába-
nas de mi cama como yacen tus ideas. Tú no eres poeta ni esclava. Exploras el
filo de mis pensamientos del mismo modo en que reencarnas desde mi memo-
ria. Te escabulles por ella como una fugitiva. No vas sigilosa, no cuidas el paso,
vas tumbando los pilares de mis certezas con tus arrebatos fantasiosos. ¿Por qué,
niña mía, me miras con esos ojos tan ausentes? Puedo probar en tu mirada el
sabor a pasado. Tomarte la mano es como tomarle la mano al tiempo, siempre
nos miras hacia atrás, siempre nos piensas en el futuro. Este presente está extra-
viado; este momento, perdido de su tiempo. El reloj no marca más la hora en
que nacimos. Quizás es muy temprano para empezar una eternidad contigo.
POEMAS | 83
vez más, eres dueño de ese suspiro, en donde la vida misma se diluye y se desin-
tegra; me incita a querer sentir por siempre, a vivir una y otra vez. Lo abando-
no todo para invocarte en mi memoria. Anhelo alcanzar esa gota de locura que
aparenta desplomarse pero jamás se deja caer. Es ese idilio tu refugio y mi cár-
cel. Fuera de tu memoria, sólo conozco el sinsentido de palabras, las opacas lá-
grimas de mis ojos apagados, la desolación de la memoria. Huir hacia ti es mi
reclusión, mi salvación; es mi más grande soledad.
No deseo que me quieras ahora, no sé amarte más que en el recuerdo. No
me aflige tu olvido, es mi cobardía a enamorarme, mi renuncia anticipada a la
vida, son mis ganas ocultas de morir lentamente, tu inmortalidad. Estás ahí, sólo
porque lo romántico es aquello que es trágico. Y aun al desprenderme de mí, tu
recuerdo me persigue. Lo sé bien: más allá de todo, de aquellos años, queda la
aterradora añoranza de extraviar lo que jamás vivimos.
PENSAR, TE PIENSO
Mis pies reclaman su independencia, van hacia delante: no puedo ir hacia atrás.
Caminan por la uniformidad como por un pantano ahíto de vergüenzas.
Tú, pensamiento incasable, extasiado de inquietudes,
delirante voz que me llama desde el sabor de su victoria,
aprisionas mi vida derramada sobre tu faz.
Muero en la ausencia de motivos y mi muerte atesoras.
Y cae sobre mí, la lacerante catarsis de tu júbilo.
EL PÉNDULO Y EL RECUERDO
POEMAS | 85
te fuiste y aún respiro, te fuiste y sigo viva.
Pero el tren por sus vías te lleva consigo.
POEMAS | 87
El futuro del
libro ya llegó
Guillermo Vega Zaragoza
En su más reciente libro La civilización del espectáculo ñada, sin orden ni sintaxis, hecha de apócopes y jerga a
(Alfaguara, 2012), Mario Vargas Llosa manifiesta su an- veces indescifrable, que domina en el mundo de los blogs,
gustia sobre el advenimiento del libro electrónico. Re- el Twitter, el Facebook y demás sistemas de comunica-
conoce que “no es imposible avizorar una época en que ción a través de la Red, como si sus autores, al usar para
los lectores de libros de pantalla sean la gran mayoría y los expresarse ese simulacro que es el orden digital, se sin-
de papel queden reducidos a ínfimas minorías o inclu- tieran liberados de toda exigencia formal y autorizados
so desaparezcan”. Sin embargo, por una parte, lamenta a atropellar la gramática, la sindéresis y los principios
que esto tenga como consecuencia que los lectores de las más elementales de la corrección lingüística”.
nuevas generaciones difícilmente estén “en condiciones El Premio Nobel de Literatura 2010 señala que para
de apreciar todo lo que valen y significaron unas obras muchos lectores, leer “significa también, y acaso sobre
exigentes de pensamiento o creación pues les parecerán todo, gozar, paladear aquella belleza que, al igual que
tan remotas y excéntricas como lo son para nosotros las los sonidos de una hermosa sinfonía, los colores de un
disputas escolásticas medievales sobre los ángeles o los cuadro insólito o las ideas de una aguda argumentación,
tratados de alquimistas sobre la piedra filosofal”. Y por despiden las palabras unidas a su soporte material. Para
otra, aunque reconoce que no tiene forma de demos- este tipo de lectores leer es al mismo tiempo que una
trarlo, sospecha que “cuando los escritores escriban lite - operación intelectual un ejercicio físico, algo que aña-
ratura virtual no escribirán de la misma manera que han de al acto de leer un componente sensual y sentimental
venido haciéndolo hasta ahora en pos de la materializa- infalible. El tacto y la inmanencia de los libros son, pa-
ción de sus escritos en ese objeto concreto, táctil y du- ra el amateur, variaciones del erotismo del cuerpo tra-
rable que es (o nos parece ser) el libro”. bajado y manoseado, una manera de amar”. Y remata:
El laureado escritor no cree que el cambio del libro “Me cuesta trabajo imaginar que las tabletas electróni-
de papel al libro electrónico sea inocuo, un simple cam- cas, idénticas, anodinas, intercambiables, funcionales
bio de “envoltorio”, sino también de contenido: “Algo a más no poder puedan despertar ese placer táctil pre-
de la inmaterialidad del libro electrónico se contagiará ñado de sensualidad que despiertan los libros de papel
a su contenido, como le ocurre a esa literatura desma- en ciertos lectores”.
Un lector/lectora de cuentos se siente re - sus cuentos— me cautiven. Que las frases, común, por otro lado, que se elija el nom-
tribuido/a cuando puede abrir la puerta (la las imágenes, el uso del lenguaje con el que bre de uno de los cuentos para nombrar al
portada de una colección de ellos) y poner se construye el suceso me emocionen no só- volumen que reúne a varios. Recuerdo con
un pie en un territorio donde quizás hu- lo por la adrenalina de su desarrollo sino entusiasmo el prólogo que escribió Mary
biera caído, quién sabe cuándo, por qué por la estética misma del fraseo, de la eclo- Lavin, autora irlandesa, tocaya de apellido
azares, a qué hora. Vladimiro Rivas aceleró sión de las imágenes puestas con las pala- cuyos libros generosamente Hernán Lara
el encuentro con su nuevo libro, Visita ínti- bras del autor, que la emoción estética me Zavala puso en mis manos. Para su reunión
ma, y me dio el placer casi perverso (como invada, que el libro me tome para sí, que de cuentos selectos, decidió incluir uno de
diría Cortázar de aquel lector en “Conti- unos cuentos me resulten inolvidables. Y cada uno de sus libros: el que daba título al
nuidad de los parques”) “de desgajarme todo ello, me ha ocurrido, tras las puertas volumen. Porque de alguna manera reco-
línea a línea” en sus historias, en este con- de Visita íntima de Vladimiro Rivas. No sólo nocía que al haberlos elegido para nom-
junto de veintiún cuentos que habitan Vi - por lo versátil de los mundos y las maneras brarlos había destacado y que ahora esos
sita íntima y que ahora me habitan a mí. de abordarlos, relatos en lo contemporáneo destacados cuentos conformaban un volu-
¿Cómo se vive la lectura de un libro de donde la realidad deja escapar el hedor de men de quizá lo más representativo de su
cuentos? Una novela es una compañía pro- lo insólito, de lo inexplicable; donde lo so- escritura (concepto un tanto forzado). Un
longada, esperamos de ella una acumula- brenatural y lo real se desmarcan sin bor- criterio al fin. Una manera de agrupar. Por
ción progresiva de asombros por la trama des precisos, donde la realidad es un puñe- eso cuando me acerco a Visita íntima, pien-
y el desarrollo del personaje. No le pedi- tazo en el estómago, donde no se sabe cuál so que la elección de este título, que corres-
mos que nos zarandee desde la primera lí- es la pesadilla, si la del sueño o la de la vida, ponde a uno de los cuentos, ofrece una
nea ni que nos sorprenda con estrategias sino por su prosa precisa y eficaz. Vladimi- clave que quiero desentrañar. Un algo que
narrativas diversas; no esperamos el mismo ro Rivas no es un escritor predecible, sus permite que los cuentos que habitan el vo-
tono, la misma anécdota, la misma voz en cuentos son asombros que se acumulan pa- lumen se sientan cómodos y a sus anchas
un libro de cuentos distintos. Allí pedimos ra deleite de esta su lectora agradecida. con esa tarjeta de presentación.
al autor una muestra de sus destrezas para Siempre me ha llamado la atención el En primer lugar, Visita íntima alude al
apresar en palabras lo que la mirada y la proceso de nombrar un libro de cuentos. proceso de lectura de los cuentos. Visitar
sensibilidad han editado de la realidad, o Yo misma me he visto en esa encrucijada. el libro es siempre un acto íntimo, sobre
como realidad. Se puede elegir un genérico como Cuentos todo cuando hablamos de cuento, cuando
Entramos a un libro de cuentos des- de amor y locura, Narraciones extraordina- sabemos que entre el autor y el lector, vía
prevenidos, porque no hay contraportada rias, pensando en las colecciones de Qui- el texto, se establece una complicidad de
que pueda resumir ni prever lo que habrá roga y Poe. Pero no fueron ellos quienes susurros, un entendimiento de nuestra la-
de ocurrir con el lector. Como lectora de bautizaron a sus libros, que crecieron como bor de buzos literarios. Queremos ver los
cuentos quiero entrar en cada universo casi todo libro de cuentos, de publicaciones siete octavos hemingwayanos de la mate-
de los que pueblan un libro, con la natura- aisladas en medios impresos (proeza difícil ria helada que flota como evidencia de un
lidad de quien va caminando por la calle y de realizar estos días en nuestro país). Se di - mundo mucho más ancho (y profundo).
es sorprendido por una situación, cartel, ce que fue Faulkner quien inauguró la pu - Pero “Visita íntima” es también un cuento
persona inesperados. Y quiero que cada blicación de colecciones de cuentos, habien - perturbador y original. Un cuento donde
uno de sus mundos revele lo necesario pa - do logrado el entusiasmo de sus lectores, en la soledad de una joven la hace caer en la
ra que la epifanía joyceana ocurra, para que revistas como el New Yorker, Harper’s Ba - trampa de sus ilusiones. Las visitas carcela-
la emoción del más allá del cuento palpite zaar, entre otras que condecían un espacio rias construyen un territorio de la felicidad
viva y provocadora en cada historia. Quie- a la ficción breve. Borges nombró a uno de que acabará con la liberación del recluso.
ro que los mundos que habitan un mismo sus libros como un cuento, El Aleph, y a El encierro, afortunado símil o paradoja, es
mundo —propuesta del autor que reúne otro lo llamó con un genérico: Ficciones. Es la premisa para el amor. Con las palabras
RESEÑAS Y NOTAS | 95
La ficción transgresora
Rafael Pérez Gay
Amor y otros suicidios reúne dieciocho cuen- de almas en “Un ramillete de violetas”; un
tos de Ana Clavel. Apenas tuve el libro en cesto de regalos para una boda, en “Un rin-
mis manos recordé aquello que contaba cón del infierno”. Hasta aquí la primera
Bioy Casares que había respondido Borges mitad del libro, más o menos.
cuando una señora le preguntó, muy inte- Mientras leía Amor y otros suicidios, no
resada, en qué se diferenciaban el cuento y me decidía por el primer reparo al libro has-
la novela. Borges contestó: a mí me gusta- ta que lo sentí claramente en cuentos como
ría saber en qué se parecen. Propongo este “Lagartos y Sabandijas” y “Cuando María
punto de partida pues Ana Clavel es nove- mire al mar”: Ana, la novelista, ha interfe-
lista probada y cuentista de experimentos rido en varias ocasiones en los relatos de Ana
varios. De eso trata este volumen publica- cuentista. Estas historias huelen a novela,
do por Ediciones B. algunos de sus personajes no se resignan a
¿En qué se diferencian los cuentos y las evaporarse en el interior del cuento largo y
novelas de Ana Clavel? A mí me gustaría viven en la obra negra de una novela.
saber en qué se parecen e intentaré en estas Un lector debe pensar dos veces en los
breves notas hablar de esa escritora de cuen- reparos que le pone a los libros que lee. Así
tos que ha vivido en casa de la novela. Aun- lo hago en esta ocasión y me pregunto en-
que los géneros no tengan nada que ver, la tonces si la largueza y hondura de algunos
escritora los une con la luz compartida de cuentos del libro no son una forma de la
sus temas y el perfil tenue de una brevedad libertad, ese conjunto de juegos estilísticos,
en busca de sorpresas. Eso creo yo que es búsquedas formales, revelación de obsesio-
un cuento: una brevedad que oculta una o nes. La escritora inteligente e intuitiva que
varias sorpresas en una subtrama. gan esto: “Pero desde que me enteré, en es Ana Clavel quizá sintió precisamente esta
El erotismo, la sensualidad, las aparien- vez de colocar el dato como uno más entre temperatura en su libro y la arregló de in-
cias, el azar y el juego, esto es lo que com- las anécdotas de ese sistema arterial de le - mediato: ubicó brevísimos textos, parade-
parten las novelas y los cuentos de Clavel. yendas, deseos y temores que es el metro, ros para observar desde ahí el resto de los
Muy pronto, esta escritora logró una tex- le he hecho un sitio muy especial en mi tea- cuentos. Me refiero a “Altura inadecuada”,
tura personal en cuyos orígenes están dos tro imaginario”. Pongo aquí esta propuesta “Una relación perfecta”, “Flor de sangre” y
escritores, Felisberto Hernández, y uno de de las aventuras creativas de Ana: “sistema desde luego “Caldo largo de cola de sirena”.
los más grandes admiradores del escritor arterial de leyendas y deseos”. Ésta es la divi - Amores y otros suicidios es un libro po -
uruguayo: Julio Cortázar. La puerta de en - sa en el territorio de Amor y otros suicidios. tente de historias bien tramadas. En él, los
trada a este volumen así lo comprueba; “Des- Un joven perdido en las cuentas ban- lectores encontrarán más revelaciones acer-
pués del paraíso” contiene la llave de un carias de un padre explora sus dotes artís- ca de la forma en que Ana Clavel concibe
misterio: “Como si una puerta se clausu- ticas en Florencia y encuentra la realización sus historias que en sus novelas. Por eso este
rara y después no supiéramos ni siquiera que del deseo en “Próxima visita a Florencia”; volumen de cuentos ocupa un lugar cen-
existía y conducía a un lugar”. Así propone en una cantina, una balada de amor impo- tral en la obra en marcha de Ana Clavel.
Ana Clavel la infancia, el pasado, el deseo. sible que taladra palabra por palabra, des- Poderes visibles en de Amor y otros sui-
Los pasajes subterráneos son el lugar per - cubre la edad del amor y el desamor, “Un cidios: las historias son profundas sin per-
fecto para esta literatura, por eso “En un hombre tiene la edad de la mujer que ama”; der la claridad; las tramas nunca abando-
vagón de Metro Utopía”, no Etiopía sino una muñeca revelada en el mundo de los nan al lector a la buena de Dios, pactan
Utopía, es uno de los mejores del libro. Oi - vivos, una obsesión y una transmigración con él y lo invitan a participar de los mis-
© Rogelio Cuéllar
Ana Clavel
RESEÑAS Y NOTAS | 97
Lo que sea de cada quien
Un nuevo amigo para Andrés Henestrosa
Vicente Leñero
Era un buen amigo Ernesto Paulsen, ex- y su mujer tuvo que traérsela personalmen- El chaparrito canoso dijo que por supues-
traordinario joyero de la Zona Rosa de aque- te cargándola sobre las piernas en el avión, to y Paulsen le entregó su tarjeta de visita.
llos años, que terminó convirtiendo en es - en estricta posición horizontal, para que no —A las nueve en punto los espero, no
culturas sus diseños geométricos de aretes, perdiera su bouquet, su cuerpo… me fallen.
pendientes, collares… Algunas de sus obras Camino de su casa, Estela y yo protes- A las nueve en punto de aquel viernes
decoran aún fachadas y vestíbulos de edi- tábamos: el chaparrito canoso llegó con su guitarra a
ficios públicos. También montó un gra- —Estás muy pedo, Ernesto, no la abras la casa de Ernesto Paulsen, allá por Lomas
cioso conjunto sobre Cri-Crí en la tercera ahora, no la vas a disfrutar. Altas. Los otros dos amigos del trío no ha-
sección del Bosque de Chapultepec, y el Sin embargo, Paulsen neceaba como bían podido venir, se disculpó gestudo con
gran trompo que plantó en el jardín Sulli- típico ebrio. el anfitrión.
van, detrás del Monumento a la Madre, le La sacó de su cava como quien saca un —Qué lástima.
dio en la madre el terremoto del 85. tesoro. Corrió las cortinas del salón. Atem- Apenas cruzó la puerta del salón el cha-
Era fiestero. Buen bebedor el generoso peró la luz hasta dejarnos en penumbras. parrito canoso fue recibido con un gran
Paulsen. Una tardenoche quedamos de ir Puso en el tocadiscos la Appassionata de abrazo de Ramón Zorrilla.
juntos al teatro, él con Yolanda su mujer, Beethoven y al fin sirvió cuatro copas lue- —¡Qué gustazo verte, Andrés! —excla-
yo con Estela. Llegó tardísimo cuando ya go de escanciar el vino en un recipiente de mó Zorrilla mientras el resto de los comen-
salíamos de la sala, muy pasado de copas. cristal. Lo mecía, lo aspiraba, lo picaba con sales se levantaban para recibir al recién lle-
Se entretuvo en una comida con clien- la punta de la lengua. gado con exclamaciones. Todos lo conocían.
tes, se disculpó, y pues ya saben… —se Por la aprensión del momento yo no Todos festejaban su presencia inesperada.
tambaleaba. pude apreciar si se trataba de un beaujolais —Vine a cantar —sonrió el chaparrito
Sin embargo, quiso congraciarse y nos buenísimo o buenérrimo —quizás él tam- estriando sus mofletes sonrosados—. Me
invitó a su casa a beber una botella de beau- poco por su estado etílico—, y apenas Paul- contrataron.
jolais que tenía guardada para una gran sen se quedó dormido en el sillón con su Hasta ese momento, con asombro ex-
ocasión. De una cosecha privilegiada, va- copa vacía en la derecha nos fuimos de tremo, Ernesto Paulsen se dio cuenta de que
lía una cifra en dólares con tres ceros. Se la puntitas de su casa guiados en silencio por el supuesto intérprete profesional de Guty
había conseguido su vinatero de Nueva York Yolanda. Cárdenas era nada menos que Andrés He-
En otra ocasión, Ernesto Paulsen vol- nestrosa, el celebérrimo juchiteco, el vascon-
vió a llegar muy tarde a una cena que orga- celista de corazón, el que fuera director de
© Archivo de Cibeles Henestrosa
nizó un prominente funcionario de la Volks- literatura del INBA en los cincuenta, el autor
wagen amante de las letras y del arte. Un de Los hombres que dispersó la danza.
trío de guitarras terminaba de tocar una Entre risas y celebraciones por el gra-
postrera canción de Guty Cárdenas. cioso equívoco, Ernesto Paulsen se quería
Ya pasaba a retirarse el trío entre felici- morir. Se deshizo en disculpas por su error
taciones exultantes; ya se iban definitiva- garrafal. Pidió mil veces perdón.
mente los tres músicos cuando Paulsen co- —Será que la guitarra es mi verdadera
rrió a alcanzarlos en la reja. vocación —bromeó Henestrosa.
—Ustedes son buenísimos —les dijo. Ahí se generó la amistad entre Paulsen y
Sonrió agradecido el chaparrito cano- el maestro porque Paulsen prometió, de aquí
so que parecía el director del trío. en adelante, dijo, invitarlo a todas, pero a
—Quisiera contratarlos, ¿se puede? El todas las celebraciones que organizara.
viernes tengo una reunión muy importan- Divertido como nadie, Andrés Henes-
te en mi casa. trosa se puso a cantar esa noche.
Andrés Henestrosa
RESEÑAS Y NOTAS | 99
Aguas aéreas
Apuntes sobre Tablada
David Huerta
Durante largos años, el poeta José Juan Ta- con una presentación de Héctor Valdés historia habría de imponer un sello ardien-
blada (1871-1945) esperó la publicación en y con el viejo prólogo del “Abate” González te en las aficiones exotistas del poeta. Na-
Europa de una antología de sus poemas. de Mendoza. La primera edición en la BEU de die lo ha escrito como José Emilio Pacheco,
El “Abate” José María González de Men- Los mejores poemas de Tablada fue, pues, en el prólogo a su imprescindible Antolo-
doza lo ayudaba como intermediario con hecha en 1971 y el libro se ha reeditado en gía del modernismo (1884-1921), la mejor
el escritor peruano-parisién Ventura García 1993 y reimpreso en 2008; eso debe signi- introducción a esa zona fundamental de la
Calderón, quien se había comprometido a ficar lo siguiente: la poesía de Tablada sigue poesía mexicana. Escribe Pacheco en ese
conseguir la edición del libro echando mano despertando el interés de la inmensa mino- prólogo:
de sus influencias y conocidos. La pacien- ría de los lectores de poemas en nuestro país.
cia de Tablada se explica únicamente por Aun cuando se lee sobre todo en antologías, Los zapatistas irrumpen en el jardín japo-
las ilusiones de ver su libro antológico sali- hay una porción de la comunidad lectora nés que Tablada cultiva en Coyoacán. Pue-
do de unas prensas de Francia. Con dos años interesada en conocer directamente esta reu- de imaginarse el asombro de los campesinos
de retraso en la publicación, en el año 1927, nión de poemas tabladianos, hecha con dis- ante la utilería Art Nouveau, los biombos, las
el poeta le escribió a su amigo González de cernimiento crítico y autocrítico. figulinas, los Budas de basalto. Se irán, pero
Mendoza: “Si de paso me dice usted algo El llamativo poema “Tianguis”, admi- no sin dejar su huella, brutal y verdadera.
de mi libro en poder de Ventura y hasta hoy rable composición de Tablada, me ha acom-
desventurado, mi agradecimiento subirá de pañado durante largas décadas; lo leí por pri- Esa casona existe todavía. Está en la ce-
punto”. El juego de palabras (“Ventura / mera vez en mi adolescencia, es decir, hace rrada de Eleuterio Méndez, a una cuadra
desventurado”) me recuerda los del Quijote: casi medio siglo. La razón, doble, de esa com- de la avenida División del Norte; ha sido
Cervantes “es más versado en desdichas que pañía es fácil de explicar y entender: su os- local de una escuela de escritores durante
en versos”, dice el cura en el escrutinio de la tentoso mexicanismo y su curiosa versifica - largo tiempo. Las consejas afirman algo muy
librería, por ejemplo; y hay un juego muy ción; sobre esos dos puntos podría escribir fácil de sospechar: el fantasma del poeta
semejante al de Tablada en el quinto capí- largamente —no sé si con buen juicio— Tablada anda por las noches por la casa;
tulo de la Segunda parte, cuando Teresa Pan- pero aquí me limito a dejar sólo un puña- debe uno preguntar si va vestido con sus
za le dice a su marido lo siguiente: do de observaciones de lector —ni filólogo batas de seda japonesa.
ni crítico ni historiador. “Tianguis” pertenece a la “época moder-
—Idos con vuestro don Quijote a vuestras Casi sobra decirlo, pero lo diré de todas na”, ente 1919 y 1930, de la obra poética
aventuras y dejadnos a nosotros con nues- maneras para no dejar cabos sueltos: ese poe- de Tablada. Esa división en épocas divide
tras malas venturas, que Dios nos las mejo- ma tabladiano me gusta mucho. El mexi- en tercios la antología de 1925, ampliada
rará a nosotras cuando seamos buenas. canismo de esos versos me llama menos la al paso de los lustros y las décadas siguien-
atención ahora, en 2012; lo considero una tes: primero, los poemas de juventud (1892-
El editor moderno de ese libro malha- vertiente de la fascinación por lo exótico, 1900); luego, los de una época media (1901-
dado de Tablada fue el profesor universita- fascinación tan distintiva de Tablada, via- 1918) y finalmente los de la época moderna,
rio Héctor Valdés, a quien recuerdo como jero, turista y observador lleno de curiosi- entre los cuales aparece el poema sobre el
un hombre de extremada gentileza y co- dad. Tan exótico le parecería al poeta un mercado indígena.
mo un investigador de raro profesionalismo. jardín japonés —como el diseñado y cons- En 2012 he releído “Tianguis” con un
Los mejores poemas, el libro así titulado des - truido por él mismo en su casona de Co - grupo de compañeros universitarios con
de 1925, cuando aún estaba inédito, fue res- yoacán— como un mercado de indios en quienes estudiamos, página tras página, se-
catado —para conmemorar el centenario del un ardiente domingo del Altiplano mexi- mana a semana, despaciosamente, la His-
nacimiento del poeta— en la colección Bi- cano. Su propio país y el lejano archipiélago toria verdadera de la conquista de la Nueva
blioteca del Estudiante Universitario (BEU) serían a sus ojos igualmente intrigantes. La España, de Bernal Díaz del Castillo.
Nacido en Buenos Aires y ciudadano ca- un campo de concentración nazi, llegaron fantasmales y sueños reveladores, adquie-
nadiense, Alberto Manguel (1948) publi- a resguardar una biblioteca de ocho libros. ren una presencia más vívida cuando se po-
có un hermoso libro, La biblioteca de noche De La biblioteca de noche he seleccionado ne el sol (p. 35).
(2008), que completa ese atlas de la lectu- algunos fragmentos, encabezados por el tí-
ra y de sus artes que con Una historia de la tulo de los capítulos en que Manguel los
lectura y Guía de lugares imaginarios, este ha dispuesto. LA BIBLIOTECA COMO ESPACIO
ensayista de lengua inglesa ha venido escri-
biendo. Al instalar su propia biblioteca en Más tarde, en mi casa de Toronto, coloqué
lo que fue un granero en el sur de Francia, LA BIBLIOTECA COMO MITO estanterías en todas partes, en los dormi-
en el año 2000, Manguel comenzó a medi- torios y en la cocina, en los pasillos y en el
tar en el sentido de las bibliotecas, en su his- Mis libros encierran entre sus cubiertas to- baño. Hasta en el porche cubierto había es-
toria y en su futuro. No se ahorró mencio- das las historias que he conocido y que aún tantes, de forma que mis hijos se quejaban
nar la soledad y la alegría de quienes viven recuerdo, o la que he olvidado, o las que pue - de tener la sensación de necesitar un carné de
entre libros, nuestras ilusiones y nuestras pe- do leer algún día; llenan el espacio que me biblioteca para entrar en su propia casa. Pero
sadillas, atento a los remotos fundadores de rodea de voces antiguas y nuevas. Sin duda mis libros, a pesar de disfrutar de aquel lu-
la biblioteca de Alejandría y a los actuales esas historias existen igualmente en la pá - gar de honor, nunca se daban por satisfe-
usuarios de las infinitas bibliotecas virtua- gina durante el día pero, quizá, debido a la chos. La sección de novela policiaca, alojada
les, pasando por los niños judíos que, en familiaridad de la noche con apariencias en el dormitorio del sótano, superaba de
pronto el espacio asignado y me veía obli- abierto al azar, pasarse la noche leyendo en libro que encuentra, aunque nunca consi-
gado a trasladarla arriba, a una de las pare- voz alta a sí mismo, como dijo Virgilio, gue reconocer su propia historia en esas pá-
des del pasillo, desplazando la sección de bajo “el amable silencio de la luna silen- ginas ajenas (p. 410).
literatura en francés, con lo cual me veía ciosa” (p. 238).
obligado a dividir esta última, a regañadien-
tes, en literatura de Quebec, literatura fran- CONCLUSIÓN
cesa y literatura de otros países francófonos. LA BIBLIOTECA COMO MENTE
Me resultaba extremedamente irritante te- Si la biblioteca de Alejandría fue el símbo-
ner, por ejemplo, a Aimé Césaire, por ejem- Mi biblioteca no tiene catálogo: al haber lo de nuestra ambición de omnisciencia, la
plo, separado de sus amigos Éluard y Bre- colocado yo mismo los libros en los estan- red es el símbolo de nuestra ambición de
ton... (p. 103). tes, en la mayoría de los casos puedo cono- omnipresencia: la biblioteca que contenía
cer su ubicación recordando la disposición todo se ha convertido en la biblioteca que
de las estanterías, de forma que las zonas de contiene cualquier cosa (p. 422).
LA BIBLIOTECA COMO AZAR luz u oscuridad no afectan mucho a mi
exploración. La ordenación recordada si- Entra en el dominio de la fatalidad poé -
Una biblioteca no sólo es un lugar de or- gue en mi mente un esquema, el de la for- tica que Manguel, según lo cuenta en Con
den y de caos; es también el reino del azar. ma y división de la biblioteca, del mismo Borges (2003), haya estado entre los vo-
Los libros, aun después de tener asignado modo que el astrólogo conecta, formando luntarios (no fueron pocos) que visitaban
un estante y un número, conservan una mo- esquemas narrativos, los puntos de luz de a Borges en su departamento de la calle de
vilidad propia. Abandonados a sus propios las estrellas, pero, a su vez, la biblioteca con- Maipú para leerle. La madre de Borges, do-
recursos, se reúnen formando agrupaciones tiene la configuración de mi mente, su as - ña Leonor, ya no podía ayudarlo, en ese
inesperadas obedeciendo a reglas secretas trólogo en la distancia (pp. 255–256). entonces, con la lectura. Eran los años se-
de similitud, genealogías nunca registra- senta y Manguel salía de la adolescencia.
das o intereses y temas comunes (p. 221). Esto viene a cuento de que a La biblioteca
LA BIBLIOTECA COMO ISLA de noche, tan borgesiana, le faltaría una re -
flexión sobre cómo Borges cambió nues-
LA BIBLIOTECA COMO TALLER Para los usuarios de la red, el pasado (la tra - tra idea de la biblioteca, le quitó su estatis-
dición que conduce a nuestro presente elec- mo, la convulsionó. Se me ocurre que la
La habitación en la que un escritor (esa trónico) es irrelevante, ya que lo único que noción misma de biblioteca virtual, la cap-
subespecie de lector) se rodea de los mate- importa es lo que se ve en un momento de - tura de miles y miles de libros para su lectu-
riales que necesita para realizar su trabajo terminado. Comparado con un libro cuyo ra en la red e inclusive la destrucción física
adquiere una cualidad animal, como de gua- aspecto físico delata su edad, el texto que trae- de millones de ejemplares cuya vida útil ter-
rida o nido, que contiene la forma de su mos a la pantalla no tiene historia. El espa - minará una vez que sean almacenados en
cuerpo y ofrece un receptáculo para sus pen- cio electrónico carece de fronteras (p. 297). ese infinito “palacio de la memoria” son
samientos. Aquí puede sentirse cómodo en- ideas devastadoras ante las cuales nos pre-
tre sus libros, puede ser un lector tan monó - paró involuntariamente Borges. No es que
gamo o polígamo como desee, puede elegir LA BIBLIOTECA COMO HOGAR haya profetizado Borges éste o aquel desti-
un clásico consagrado o un novel ignora - no del libro y de las bibliotecas. No. Pero
do, puede dejar argumentos sin acabar, co- El monstruo de Frankenstein, al no tener rodeó al libro de una metafísica que hoy nos
menzar por cualquier página de un libro biblioteca propia, busca su reflejo en cada acompaña y nos consuela.
En la noche, en la casa de Trini, veo asomar- “secos y llagados por la sed”. La crónica,
se un rostro extraño chafado sobre el cristal de comenzada a partir del reencuentro de “El
la puerta. Observo la mirada perdida, estú- Pirata”, un “bolero” vagabundo, autor de
pida, de ese desdichado que se ríe. Y Trini, unas picarescas aunque inocentes “Memo-
que al parecer lleva la estadística de los tipos rias de mi vida”, continúa con el relato del
raros de San Felipe me informa:“Es Lupe, un retorno del autor a San Felipe. Con prosa
tonto de aquí”. exaltada y/o sonriente el cronista traza pai-
Viendo a Lupe me acuerdo de Carmen, sajes, gente y anécdotas: desde los perso-
el tonto oficial de San Felipe Torres Mochas. najes de infortunio o de sangre, con sus co-
Lupe debe ser el tonto suplente. rrespondientes ráfagas de corridos, a sus
Nadie me da razón de Carmen, aquel po- tertulias de cantina, sus afamados locos y
bre diablo que recorría las callejuelas del pue- tontos, su iglesia llena de pictóricos e inor-
blo con un trotecillo quebrado y gracioso, al tográficos “exvotos”, su pomposo “prínci-
son de una melodía que hacía golpeándose fre- pe de la oratoria local”, su casa embrujada,
Otaola en una caricatura de López Cortés
néticamente la boca con la mano. ¿Qué ha- su fantasmal callejón con los ayes de los
brá sido de él? “tapados de la tuna”, sus asesinos célebres
¡Pobre Carmen! Vestido de blanco sucio, *** de ojos inquietantes (como el atroz y es-
sin edad, sin derecho al descanso. Corre que pléndidamente apodado “El Fogonazo”),
corre, que así era su estúpido destino. Pegan- Simón Otaola (San Sebastián, España, su “gótica” casona de la Hacienda de Jaral
do un saltito aquí, soltando una risotada allá, 1907-México D.F., 1980), autor de varios de Berrio, sus momentos de escándalo (co-
buscando inútilmente un desperdicio, al ano- libros (La librería de Arana, El cortejo, Tiem- mo el de los asnos que copulan a plena luz
checer, por el cochambroso barrio de Los Te- po de recordar, etcétera) en los que narró el y en plena calle a la hora de salir de misa las
petates, como un perro huido, un perro mal- exilio republicano español en México, del beatas), y, siempre presentes, los tipos que
dito, que pasa de refilón por el pueblo y se cual formaba parte, escribió además Los más atraían al autor: los que se enfrentan a
pierde por las remotas escombreras. tordos en el pirul, crónica sentimental y hu- la vida con un gesto, una frase, un esguin-
¿Pero es posible que nadie sepa qué fue de morística de San Felipe Torres Mochas que ce. Pero están también los “incapacitados”
Carmen? Por lo visto, no. Todo lo que se sabe tiene de epígrafe una famosa anotación del del pueblo, por ejemplo: los sucesivos “ton-
de él es que un día antes de su desaparición Diario de Jules Renard: “Mi pueblo es el tos oficiales” a quienes Otaola dedica pá-
se le veía borracho, dando tropezones por ahí, centro del mundo porque el centro del mun- ginas en que su arte de narrar, y de retratar
contra las esquinas del aire. En la cantina, do está en todas partes”. Así hacía suyo, a la vez, logra una vibración de vida.
manos canallas le echaban de beber y reían mediante la escritura, un pueblo del Esta- El libro, de 1953, tuvo una segunda edi-
de la gracia bestial cometida contra el des- do de Guanajuato en que vivió los prime- ción de la Editorial Andorra (1972), pero
graciado Carmen. ¡Qué impiedad, Señor! Es ros años de transterrado y al que retornó ahora, ya inencontrable, merece al menos
igual que rociar de gasolina el rabo de un pe- años después para reencontrar recuerdos y una tercera edición.
rro callejero y prenderle fuego para que corra amigos y una situación desoladora moti- Me decía don Luis González y Gonzá-
aullando, desesperado. Es igual, miserables. vada por una larga sequía: “San Felipe hace lez, el admirable autor del portentoso Pue-
A Carmen se lo ha absorbido el aire, na - más de un siglo tenía aproximadamente blo en vilo, que Los tordos en el pirul le gus-
die sabe ya de él, y Lupe ascenderá automá- dieciséis mil habitantes; ahora, en la amar- taba como una pieza de microhistoria a la
ticamente a tonto oficial del pueblo. ga actualidad que estamos viviendo, sólo manera renardiana, es decir, viva por su
tiene cinco mil”. sonriente estilo.
Simón Otaola, Los tordos en el pirul, En el libro, Otaola busca la sonrisa que,
Colección Aquelarre, México,1953 pese a todo, tiene ese pueblo con los labios
Caminando bajo la lluvia, en autobús fo- muy fácil de desmontar, con hechos: el pú- Y la gente, claro, asistiría a los concier-
ráneo; ejecutando malabares en el deficien- blico que asiste a los conciertos se mueve tos como un acto natural.
te transporte público urbano; siempre con merced a una serie, tan aleatoria como razo- Los cambios en los modos de produc-
entusiasmo y fervor; una ilusión en forma nada, de factores; de igual manera es multi - ción y en las herramientas para comunicar
de flama invisible flotando sobre la cabe- factorial la razón por la cual la gente no acude inciden de una manera diferente al mito:
za. Hay personas que acuden a los concier- a los conciertos, o bien no compra su boleto quien se queja de que “no hubo difusión”
tos contra viento y marea, porque se aman para un concierto determinado, y se reser- en tal concierto lógicamente tiene interés en
y por lo tanto aman la música. va para uno diferente. En ambos casos la difu- el asunto. O intereses. Olvida que el públi-
Por compromiso; para quedar bien; apa- sión es un factor constante. Las variables, en co habitual de los conciertos recurre a los
recer como culto y digno integrante de la tanto, obedecen a una realidad cambiante. mecanismos existentes, y que son una cons-
aristocracia; para lucir el nuevo atuendo; Si una sala de conciertos está llena en tante, para enterarse. El público potencial,
saludar a la presión social; porque quien se una fecha determinada y a la siguiente la mientras tanto, recibe esa difusión como un
presenta es muy famoso y es el tema obli- asistencia se reduce de manera drástica, es, referente, un chispazo de conciencia: qué
gado para la próxima cena, reunión o coc- precisamente, una comprobación fidedig- bueno que hay conciertos y los difunden,
telito. Hay también quienes van a los con- na, y en los hechos, de que sí hay difusión, pero no le entiendo a la música clásica, o
ciertos porque sí, pues cómo no. y muy buena. Y que el público es inteligen- me parece aburrida, o no tengo para com-
El tema de cómo escuchamos música te, rico o pobre, tiene mucho o poco tiempo prar mi boleto, pero ya me enteré.
los humanos tiene vertientes inagotables libre, porque le tiene miedo a “la cultura”, Por lo tanto, que la sala de conciertos
para la reflexión. El movimiento físico, el porque es demasiado culto y le parecen ma- haya estado medio llena o medio vacía no
trasladarse a una sala de conciertos, es todo los los intérpretes. Los que no acuden y los obedece a la falta o exceso de difusión, sino
un capítulo, tan insondable como preñado que acuden, todos disfrutaron de la difu- a una serie de factores insospechados algu-
de asombros, sorpresas. Manantial abierto. sión de ese concierto al que decidieron acu- nos, obvios los otros, complicados inclusive.
Punto de encuentro y desencuentro, mitos, dir o abstenerse. Un factor común es el contenido del
muchos mitos. La única realidad que no ha cambiado concierto, es decir, el programa, las obras
Cuando alguna sala de conciertos está en México es la raíz del problema: en nues- que se presentan: si Carmina Burana es la
semivacía, lo primero que expresan aun per- tro país no existe una política cultural por- obra en cuestión, los boletos se agotarán y
sonas con criterio, pensantes, suele ser la que el Estado cada vez más desobedece la los escuchas exigentes brillarán por su au-
expresión irreflexiva: “es que no hubo difu- ley e incumple los mandatos de la Consti- sencia ya sea porque el director anunciado
sión”, cuando ésta en realidad sí existió. Tan tución: descuida, diríase a propósito, fac- es malo o mediocre o bien los cantantes so-
existió que el público decidió no ir porque no tores esenciales como la salud, la educación. listas no son los adecuados o simplemente
le gustan las obras que se van a interpretar, El bien común. porque ya están hasta el copete de obras
porque no le tiene confianza al intérprete Por muy obvio que resulte, vale la pe - que ellos consideran “caballitos de batalla”.
anunciado, porque no tiene dinero para na insistir: un pueblo inculto es un pue- Si el programa reúne a, digamos, Lu-
comprar un boleto, así sea con cincuenta blo fácil de someter, por lo tanto, ¿a qué ciano Berio, Arnold Schoenberg y Anton
por ciento de descuento como estudiante, gobierno avieso como los que ha tenido Bruckner, la sala estará casi vacía aunque
porque tiene que trabajar, pues el concier- México conviene educar al pueblo que go- el director anunciado sea una eminencia,
to ocurrirá en día hábil, porque el tráfico bierna? Peligroso: un pueblo culto, educado, uno de los diez mejores en el mundo y un
vehicular lo dejó tirado en el camino, por- empezaría a pensar, a tener ideas, criterios especialista en ese repertorio, la orquesta
que llovió repentinamente y la ciudad se propios y dejaría de obedecer, consumir co - visitante un referente en Europa y la difu-
colapsó, o simplemente porque no quiso. mo autómata, y exigiría sus derechos, y cae - sión haya consistido en una profusión de
Ese primer mito, de que la gente no acu - rían gobiernos, tanto los corruptos como anuncios, alertas, convocatorias, spots y de-
de porque “no se hizo bien la difusión”, es los autoritarios. más. Vaya, muchas veces y por lógica, la
Nikola Tesla es uno de los iconos de la cien- escuchado señales de vida extraterrestre: “La
cia moderna porque hizo realidad y anticipó sensación está creciendo constantemente
muchos de los sueños tecnológicos del hom- en mí, de que yo he sido el primero en es-
bre. Lo anterior, aunado a su histrionismo cuchar los saludos de un planeta al otro”.
nato, le forjó un lugar como científico loco Son muchas las manifestaciones artísti-
en la imaginación popular. Su ilusión máxi- cas que se han acercado a la figura emblemá-
ma era crear una fuente de energía infinita tica de Tesla. Thomas Pynchon lo retrata en
que iluminara y se moviera por el planeta, la novela Contraluz como el responsable
accesible para todos: una utopía que sólo de los sucesos raros de su relato. Un perso-
podía venir de quien desdeña una recom- naje de Paul Auster en El palacio de la luna
pensa monetaria por su trabajo. Es claro Ravel, quien al final de sus días fue víctima define su profesión al asistir a una plática
que su capacidad como inventor no era só- de problemas neurológicos que le impidie- del sabio. El filme El gran truco de Chris-
lo suya sino de la humanidad. Los rayos X, ron tocar y escribir música. El segundo tex- topher Nolan lo catapulta al inventario pú-
la corriente alterna, la radio, las bases para to “Correr” está dedicado a Emil Zátopek, blico, al ser interpretado por David Bowie.
el radar, la Internet y la televisión, entre mu- multicampeón olímpico, que durante un Jim Jarmusch estrenará en el 2013 una ópera
chos otros, son su legado. Este genio de ideas tiempo barre las calles de su ciudad por en la que intenta rescatar la personalidad
fijas, solitario y teatral es retratado por Jean apoyar a la “Primavera de Praga”. Estos excéntrica de Tesla y su presencia divina.
Echenoz con sutileza, agilidad y melanco- libros son un homenaje y una invitación a El mismo Echenoz pone de manifiesto su
lía en su libro Relámpagos. no olvidar sus aportaciones; pero, sobre to- gratitud hacia la biografía que hizo la es-
Relámpagos es una semblanza sutil, frag- do, presentan una dimensión humana de critora Margaret Cheney.
mentaria y cinematográfica que retrata a tres seres que por sus talentos individuales Relámpagos otorga elementos que redun-
Gregor/Tesla como un hombre maniático dejaron tatuado su nombre en la historia. dan en un mayor conocimiento de la per-
que cuenta los pasos que hace de su casa al la- Se puede pensar que Echenoz los escogió sona histórica detrás del científico. Su trazo
boratorio, las servilletas; los números divi- por su carácter trágico: manipulados por los narrativo es delicado y simple, lo que hace
sibles por tres no faltan en su itinerario. Ve miembros del sistema e imposibilitados para ganar en misterio al hombre de dos metros
al mundo como un laboratorio y tiene una continuar su búsqueda. de altura que competía con Edison e ins-
particular fijación por la limpieza y las pa- La aportación de Jean Echenoz en Re - piró la silla eléctrica con el uso de la co-
lomas. El dinero parecía estorbarle. Se co - lámpagos consiste en capturar las manías, rriente alterna. Echenoz, autor francés mul-
locaba por encima de todo y todos: la in - obsesiones y fobias del ingeniero croata y tipremiado —Médicis, Goncourt, entre
diferencia lo caracterizó. Quizá pensó que escribirlas de una manera natural y accesi- otros—, vuelve a ganar adeptos con esta
la realidad no lo tocaría. Al llegar a Nueva ble. Cualquier otro hubiera podido bana- novela. Las premoniciones de Tesla han da-
York, Thomas A. Edison le roba algunas lizar el mito; pero el narrador galo logra po- do a luz a la civilización como la conoce-
ideas. Después, Guillermo Marconi dice tenciarlo con lo mínimo. Al hacer énfasis mos; sabía, y tenía razón, en afirmar que el
haber concebido la radio y, al final, el ejér- en lo personal se descubre al Nikola amigo futuro le pertenecía. Sus ambiciones eran
cito rechaza su proyecto de radar. Descon- de Mark Twain y de miembros de la alta más altas, él quería dominar la naturaleza
cierta su nula relación con las mujeres, el sociedad de Nueva York, así como al aman- para lograr el bien común. Murió solo y
sexo no existe para él, sus biógrafos asegu- te del arte y políglota que se vio oprimido pobre con el cerebro en ebullición. Muchas
ran que murió virgen. por el capitalismo voraz. Tenía premonicio- de sus aportaciones siguen siendo material
La novela pertenece a una trilogía que nes y visiones, dice haber soñado la muerte clasificado del FBI.
utiliza la ficción y la realidad para su cons- de su madre. Tesla es visto por algunos de sus
trucción. El primer relato lleva por título coetáneos como un intolerante megalóma - Jean Echenoz, Relámpagos, Anagrama, Barcelona, 2012,
“Ravel” en honor al compositor Maurice no, que en algún momento aseguró haber 149 pp.
Como muchos sabemos, el exilio republi- donde se vivía una dictadura similar a la
cano español, que empezó a finales de los que se dio con la llegada de Francisco Fran-
años treinta del siglo XX, permitió que aque- co al poder. La monarquía, la tradición de
llos que vinieron de la Península Ibérica la península desde sus orígenes, son temas
—ya sea como adultos o como niños— recurrentes en estos cuentos. La prosa es
comenzaran con una nueva integración de puntual y en ella se reflejan atmósferas per-
ambas culturas para que, así, terminaran fectamente bien delineadas que dotan a los
por fusionarse. El grupo que formaba este personajes de ese carácter a veces sombrío
éxodo quizás encontró en nuestro país una y otras, las menos, lúdico. Con lo cual este
nueva patria, plena y acogedora, que segu- libro semeja un pequeño cosmos de la tra-
ramente les sirvió de apoyo para mitigar un recorrido sobre ese pasado al que me he dición pero también de sus orígenes. Co-
esa melancolía que les brotaba por la im - referido líneas arriba. Son veinte relatos los mo es el caso del relato que abre el libro:
posibilidad de volver a su tierra natal. Sin que lo componen y abre con “Apuntes de “El solitario acompañante”, donde Souto
embargo, ese cobijo no fue del todo sufi- los cuentos de Arturo Souto Alabarce”, pró- nos muestra a un protagonista cargado
ciente pues allá se había quedado parte de logo de José de la Colina donde el también por el recuerdo y la melancolía de estar en
su memoria, ya sea de la infancia o de la escritor relata cuál fue su vínculo con Souto el exilio. Para ello, el autor echa mano tan-
vida adulta. Entonces, aquella nostalgia por y nos da una pequeña semblanza de aquél to de la tradición de la historia de la penín-
“lo prohibido” se gestó como una suerte en sus años más jóvenes. sula con respecto a las dos Españas así co-
de segunda piel: a través de lo paisajes, olo- El maestro Souto ha sido un apasiona- mo de personajes emblemáticos de todas
res y la gastronomía de su tierra. Y ésta fue do de las letras y de la literatura en lengua las épocas para dar ese sustento a la figura
creciendo hasta convertirse en una espe- hispana y la tradición que las arropa. Es pro- del exilio.
ranza que los mantenía en México de for - fesor de la Facultad de Filosofía y Letras de Arturo Souto Alabarce lleva a cabo en
ma más gozosa. Me viene a la mente, por la UNAM en donde imparte cursos vincula- cada relato que conforma este volumen un
ejemplo, el libro Ya sabes mi paradero de dos con estas pasiones. De igual forma, ha ejercicio estricto del arte de contar. Las imá-
Anamari Gomís, donde se relata la vida publicado ensayos pero con su obra de fic- genes líricas son una constante en la enun-
de los padres de la protagonista, quienes lle- ción ha sido un escritor más bien “discre- ciación de los cuentos, lo que permite una
garon a México a vivir y como un amule- to”. Por ello festejo doblemente la apari- lectura fluida que remite a lo poético así se
to, en alguna parte de la casa, se encontra- ción de este nuevo título. traten temas tan duros como son la guerra
ba un baúl cerrado con varias pertenencias Cuentos a deshora es un volumen que lo- y sus secuelas.
para tener todo listo cuando se diera el mo - gra integrar al lector en esos mundos que Dentro de la tradición cuentística me-
mento de volver a su patria. para muchos serían ajenos. Esos mundos xicana, sin duda, se suma Cuentos a desho-
Pero también pienso en la otra cara de que no formaron parte de la vida del autor, ras, pues si bien el autor hace referencia a
la moneda: quienes vivieron de niños y pu - en términos estrictamente biográficos, pero un pasado que nos pudiera parecer remo-
dieron guardar, casi nítidos en su memo- que él hizo suyos a través del conocimien- to y hasta ajeno éste forma parte de esa tra-
ria, los pasajes de su vida allá, y éstos se to profundo de las raíces que fueron su sus - dición que hoy nos une. Es decir, con este
fueron alimentando con los de sus padres tento para existir. De esta forma, por este libro don Arturo Souto Alabarce nos ofre-
para integrar un imaginario que desembo- libro desfilan personajes como Unamuno, ce veinte relatos portentosos como lo son
caría en un relato de aquella España que Machado, al igual que otros que podrían los temas a los que alude.
les tocó vivir. Así lo muestra Arturo Souto ser cualquiera que hubiera vivido en las épo-
Alabarce (1930) con el volumen Cuentos a cas tanto de la guerra civil como de la pos-
deshora editado bajo el sello Artigas edito- guerra. Asimismo, no deja fuera otros países Arturo Souto Alabarce, Cuentos a deshoras, Artigas edito-
res. En este volumen el lector puede hacer de Europa, como la Italia de Mussolini, en res, México, 2011, 157 pp.
Al referirse a la creatividad, Federico Felli- que el cerebro estaba muy activo durante En el libro Al faro, Virginia Woolf des-
ni decía que el artista vive entre dos mun- la supuesta pausa de la actividad visual: se cribe este proceso desde el registro de la
dos: uno es inconsciente, en el otro rigen los da una especie de conversación eléctrica novela:
modelos que predominan en nuestra cul- entre las zonas frontales y posteriores del “A decir verdad, había perdido el cono-
tura. El artista intenta combinar ambos. En cerebro. Empiezan también a interactuar cimiento del mundo exterior. Y mientras
una entrevista que realizó Jonathan Cott áreas cerebrales que normalmente no lo perdía conciencia del mundo exterior [...]
(El lenguaje de los sueños de Fellini, Rolling hacen de manera directa. Dice Lehrer: su mente continuaba arrojando, desde lo
Stone,1984), el cineasta italiano plantea que “Tienen diferentes funciones y son par- más hondo, escenas, nombres, dichos, re-
esto se puede visualizar como una zona de te de distintas vías neurales. Solamente has- cuerdos e ideas, como una fuente cuyo sur-
penumbra entre el sol y la luna, la fronte- ta que comenzamos a soñar despiertos em- tidor se derramara”.
ra entre lo inconsciente y lo real. El borde piezan a operar de manera íntimamente Lehrer dice que soñar despierto es una
entre la vigilia y el sueño que accede a lo integrada”. especie de surtidor de imágenes que an-
inconsciente está en la fuente de las imá- ¿Para qué sirve eso? Lehrer plantea que tes no estaban conectadas. En ese estado,
genes inolvidables que nos brindan las pe- en esa frontera entre el descanso y la acti- el cerebro nos permite ver las zonas en
lículas de Fellini. vidad se encuentra la clave de la creativi- donde se entrelazan mundos, ideas y con-
¿Cómo podemos explorar el estado de dad y la imaginación. En vez de volcarse al ceptos que normalmente no notamos. En
soñar despierto que marca al proceso crea- mundo exterior, el cerebro empieza a explo- ese borbotón abreva la mente de Fellini y
tivo? Esto ocurrió de manera inesperada rar su base de datos interna. Busca, de mane- la imaginación de los grandes creadores
en el trabajo de Marcus Raichle, neurólo- ra más relajada, la conexión entre distintos y poetas.
go de la Universidad de Washington. Lo na- mapas que habitan en nuestra memoria.
rra Jonah Lehrer en el libro Imagina. Cómo
opera la creatividad (Houghton, Mifflin,
Harcourt, 2012). A principios de los no-
venta, Raichle investigaba los mecanismos
elementales de la percepción visual. Me-
diante un escáner registraba lo que sucedía
en el cerebro cuando una persona contaba,
por ejemplo, una serie de puntos. Después
de esta tarea el sujeto del experimento no
hacía nada durante treinta segundos. Dice
Raichle: “Les pedíamos a los sujetos que
no pensaran en algo en particular. Quería -
mos que se quedaran con la mente en blan-
co. Pensaba que esto conduciría a una dismi-
nución de la actividad cerebral. Sin embargo,
estaba equivocado”.
Las observaciones mostraron que cuan-
do el cerebro supuestamente no está ha -
ciendo nada, está llevando a cabo una acti-
vidad sorprendente: está soñando despierto.
Los estudios de imagen por resonancia mag-
nética funcional de Raichle demostraron