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Son varios los estudios particulares que deben realizarse para evaluar un proyecto: la viabilidad
comercial, técnica, legal, organizacional, de impacto ambiental y financiera o económica.
Cualquiera de ellos que llegue a una conclusión negativa, determinara que el proyecto no se lleve a
cabo.
El estudio de una inversión se centra en la viabilidad económica o financiera, toma al resto de las
variables únicamente como referencia.
El estudio de viabilidad técnica analiza las posibilidades materiales, físicas o químicas de producir
el bien o servicio que desea generarse con el proyecto.
El estudio de viabilidad organizacional, es el que recibe menos atención a pesar de que muchos
proyectos fracasan por falta de capacidad administrativa para emprenderlo.
La profundidad con que se analice cada uno de los anteriores factores dependerá, como se señaló
atrás, de las características de cada proyecto.
El estudio más acabado denominado de factibilidad se elabora sobre la base de los antecedentes
precisos obtenidos mayoritariamente a través de fuentes de información primarias.
El estudio de proyectos, cualquiera que sea la profundidad con que se realice distingue dos grande
etapas: la de formulación y preparación, y la de evaluación. La primera tiene dos objetivos: definir
las características que tengan algún grado de efecto en flujo de ingresos y egresos monetarios del
proyecto, y calcular su magnitud. La segunda etapa, con metodologías muy definidas, busca
determinar la rentabilidad de la inversión en el proyecto.
En la etapa de formulación y preparación se reconocen a su vez, dos sub etapas: una que se
caracteriza por la recopilación de información y otra que se encarga de sistematizar en términos
monetarios la información disponible.
Por otra parte, en la etapa de evaluación es posible distinguir tres sub-etapas: la medición de la
rentabilidad del proyecto, el análisis de las variables cualitativas y la sensibilización del proyecto.