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IMPUGNACIÓN DE RECONOCIMIENTO DE HIJO EXTRAMATRIMONIAL-

Determinación del interés actual del padre del causante, en contra de hija recocida
voluntariamente en vida. Legitimación en la causa por activa. Hermenéutica del artículo 248
del Código Civil. Reiteración de la sentencia de 12 de diciembre de 2007. (SC12907-2017;
25/08/2017)

Fuente formal:
Artículo 5º de la Ley 75 de 1968.
Artículo 248 del Código Civil.
Ley 1060 de 2006, artículo 11.

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de12 de diciembre de 2007, rad. 2000-01008.

LEGITIMACIÓN EN LA CAUSA POR ACTIVA–Del padre del causante, para iniciar


juicio de filiación. Interés actual para impugnar el reconocimiento de hijo extramatrimonial.
(SC12907-2017; 25/08/2017)

INTERÉS JURÍDICO PARA OBRAR–De carácter económico, del padre del causante,
surgido del conocimiento sobre resolución emitida por acción social que decreta reparación
integral a favor de la demandada. Reiteración de la sentencia de 11 de abril de 2003.
(SC12907-2017; 25/08/2017)

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 11 de abril de 2003, rad 6657.

CADUCIDAD-El término de los ciento cuarenta (140) días, empieza a correr desde el
momento en que se tiene la convicción del nacimiento o reconocimiento del presunto hijo.
Determinación del tiempo en que padre del causante, tiene conocimiento de la existencia de
hija reconocida voluntariamente. (SC12907-2017; 25/08/2017)

RECONOCIMIENTO DE HIJO EXTRAMATRIMONIAL–Computo del término de


caducidad del ascendiente para impugnar la paternidad extramatrimonial de hija reconocida,
antes y después de la muerte del presunto padre. Fuente de filiación. (SC12907-2017;
25/08/2017)

Fuente doctrinal:
La Cruz Berdejo, José Luis y otros, Elementos de Derecho Civil IV, Familia, La Filiación,
2002, pag. 317.

INCONGRUENCIA–Improcedencia de atacar por la causal 2º de casación la contradicción


de los hechos de la demanda con el interrogatorio de parte del demandante en proceso donde
se debate el interés actual del actor. Reiteración de las sentencias de 7 de noviembre de 2000
y 21 de octubre de 2003. Supuestos para su configuración. Concepto y reglas de la
consonancia en las providencias judiciales. (SC12907-2017; 25/08/2017)

Fuente formal:
Artículo 305 y 368 numeral 2 del Código de Procedimiento Civil.

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 7 de noviembre de 2000, rad. 6296.
Sentencia de 21 de octubre de 2003, rad. 7486.

TÉCNICA DE CASACIÓN–Imperativo para decidir sobre las acusaciones, que han debido
manifestarse por separado, como si se hubieran formulado en cargos distintos. Aplicación del
numeral 2º del artículo 51 del Decreto 2651 de 1991 convertido en legislación permanente por
el artículo 162 de la Ley 446 de 1998. Al debatir el interés actual en acción de impugnación de
Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

reconocimiento de hijo extramatrimonial del padre del causante. (SC12907-2017;


25/08/2017)

Fuente formal:
Artículo 51 numeral 2º del Decreto 2651 de 1991.
Artículo 162 de la Ley 446 de 1998.

VIOLACIÓN DIRECTA DE LA NORMA SUSTANCIAL–Ausencia de configuración del


yerro por aplicación indebida de los artículos 219, 222 y 248 del Código Civil. Al debatir el
interés actual en acción de impugnación de reconocimiento de hijo extramatrimonial del
padre del causante. (SC12907-2017; 25/08/2017)

Fuente formal:
Artículos 219, 222 y 248 del Código Civil.

APRECIACIÓN PROBATORIA–Preterición del interrogatorio de parte que permite


apreciar el interés actual del impugnante del reconocimiento de hijo extramatrimonial.
Suposición de la prueba del conocimiento del actor, sobre el contenido de la Resolución que
decreta reparación administrativa emitida por Acción Social. (SC12907-2017; 25/08/2017)

Asunto:
El demandante, padre del causante, instaura acción de impugnación de paternidad
extramatrimonial contra hija recocida voluntariamente por el fallecido. El Juez de primera
instancia declara probada la excepción de caducidad, decisión que es revocada por juez ad
quem y a su turno declara prospera las pretensiones. Contra dicha providencia las
demandadas interpusieron recurso de casación con fundamento en dos cargos, uno en la
causal segunda por inconsonancia y el segundo por violación directa de la norma sustancial.
La Corte haciendo uso de su facultad de separar cargos y estudiarlos, CASA, al encontrar
configurado errores en la apreciación probatoria y en sentencia de reemplazo revocó el fallo
apelado, para confirmar el dictado en primera instancia.

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO


Magistrado ponente

SC12907-2017

Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01


(Aprobado en sesión de veintiuno de septiembre de 2016)

Bogotá, D. C., veinticinco (25) de agosto de dos mil


diecisiete (2017).-

Decide la Corte el recurso extraordinario de casación


que la demandada, LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO,
interpuso frente a la sentencia proferida el 6 de febrero de
2013 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

Antioquia, Sala Civil - Familia, en el proceso adelantado en


su contra por RUBÉN ANTONIO QUIROZ RUIZ, al que fue
citada LUZ ELENA GIRALDO GIRALDO.

ANTECEDENTES

1. En el escrito con el que se dio inicio al proceso,


que milita en los folios 9 a 11 del cuaderno No. 1, el gestor
del mismo solicitó, en síntesis, que se declarara que la
accionada “[n]o es hija del [s]eñor JHON JAIRO QUIROZ
HERRE[R]A”; y que se comunicara tal determinación al
notario y al cura párroco respectivos, a fin de que tomen nota
de ella.

2. En sustento de dichos pedimentos, se esgrimieron


los fundamentos fácticos que pasan a compendiarse:

2.1. El actor es el padre de Jhon Jairo Quiroz Herrera,


ya fallecido, quien siempre residió en la casa de aquél, “jamás
convivió con mujer alguna por espacio de más de un año y mucho
menos con la [s]eñora LUZ ELENA GIRALDO GIRALDO”, ni
“procreó hijo alguno con esta última”, pues “solo sostenía
relaciones con ella de vez en cuando, pero sin que convivieran bajo
el mismo techo”, ni compartieran el mismo “lecho”.

2.2. Únicamente hasta el mes de abril de 2011, el


accionante y su familia se enteraron que “el finado JHON
JAIRO QUIROZ HERRERA había tenido o procreado una hija de
nombre LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO con la señora LUZ
ELENA GIRALDO GIRALDO”, habida cuenta que “Acción Social”,

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

mediante Resolución No. 6691 del 24 de agosto de 2010, les


reconoció a ellas “la reparación individual por vía administrativa”
con ocasión de la muerte del citado causante y ordenó en su
favor el pago de unas sumas de dinero.

2.3. Ante la misma entidad atrás mencionada, el


demandante, desde “[s]eptiembre de 2008”, había elevado
petición en similar sentido, sin que, para la fecha en la que
se formuló la demanda, hubiere sido resuelta la misma. En
“febrero de 2011[,] reiteró la solicitud para que le informaran el
estado de su reclamación”.
2.4. De lo anterior se desprende “que hace apenas 1
mes”, el actor “se enteró (…) que su fallecido hijo había procreado”
a Letty Alejandra.

3. Previa obtención del registro civil de nacimiento de


la demandada, el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de
Rionegro, Antioquia, admitió el libelo introductorio con auto
del 9 de junio del 2011, en el que ordenó la citación de la
progenitora de aquélla, señora LUZ ELENA GIRALDO
GIRADO, proveído que notificó personalmente a las dos, en
diligencia verificada el 5 de julio siguiente (fl. 25, cd. 1).

4. Por intermedio de un mismo apoderado judicial,


pero en escritos separados, la accionada y la citada al pleito,
respondieron oportunamente la demanda, en desarrollo de lo
cual se opusieron a sus pretensiones, se pronunciaron de
distinta forma en relación con cada uno de los hechos en ella
invocados y propusieron la excepción meritoria de
“prescripción de la acción”, sustentadas en que la misma se

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

promovió por fuera del término de los 60 días siguientes al


“nacimiento de la persona” (fls. 32 a 35 y 40 a 44, cd. 1).

5. Surtida la primera instancia, el citado juzgado le


puso fin con sentencia del 27 de junio de 2012, en la que
declaró “probada la excepción de caducidad de la acción (…)” e
impuso el pago de las costas al promotor del litigio (fls. 66 a
76, cd. 1).

6. En virtud de la apelación que contra dicho


proveído interpuso QUIROZ RUIZ, el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Antioquia, Sala Civil - Familia, mediante
sentencia del 6 de febrero de 2013, lo revocó y, en defecto del
mismo, desestimó la referida excepción, declaró que “LETY
ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO, (…), no es hija del señor JHON
JAIRO QUIROZ HERRERA, fallecido, y en consecuencia se DEJA
SIN VALOR LEGAL el reconocimiento efectuado por el último en la
Alcaldía Municipal de Guarne, Antioquia”; ordenó la modificación
del registro civil de nacimiento de la accionada; y condenó
tanto a ésta como a la citada, al pago de las costas, pero sólo
en primera instancia (fls. 7 a 20 vuelto, cd. 4).

LA SENTENCIA DEL AD QUEM

Tras afirmar la satisfacción de los presupuestos


procesales; referirse al caso sometido a su conocimiento, con
precisión de lo perseguido por el demandante con el recurso
de apelación; y concretar que los “problemas jurídicos” que se
desprenden de dicho recurso, consisten en determinar el
momento a partir del cual debe contarse “el término legal de

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

caducidad de la acción de impugnación a la paternidad” y en


establecer, con base en tal definición, si la aquí intentada se
extinguió de esa manera, dicho juzgador, a efecto de arribar
a las comentadas decisiones que aquí emitió, expuso los
planteamientos que enseguida se resumen:

1. Comenzó por aludir a la acción de impugnación


de la paternidad, de la que destacó el régimen legal aplicable,
las personas legitimadas para intentarla y el término de que
disponen para ello.

2. A continuación, centró su atención en el


“reconocimiento filial”, temática respecto de la cual apuntó los
medios cómo puede verificarse y resaltó que la
“irrevocabilidad” prevista en el artículo 1º de la Ley 75 de
1968, no impide que la paternidad y la maternidad
extramatrimonial puedan impugnarse en la forma y términos
de los artículos 248 y 335 del Código Civil, respectivamente,
conforme el expreso mandato del artículo 5º de la citada ley,
preceptos de los cuales reprodujo el segundo y último
invocados.

Coligió que, por consiguiente, “el reconocimiento de la


paternidad puede ser impugnado no sólo por el padre, sino por
quien demuestre un interés actual en ello” y que “puede
tenerse como tal un interés patrimonial, como lo es por ejemplo el
de los herederos frente a sus derechos sucesorales o el del cónyuge
supérstite a reclamar sus gananciales o la pensión de
sobreviviente, o bien el de los padres a reclamar una

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

indemnización o reparación administrativa por la muerte de su


descendiente”.

3. Soportado en el contenido y diferencias de los


artículos 219 y 248 del Código Civil, conforme a las
modificaciones que a ellos les introdujo la Ley 1060 de 2006,
el ad quem aseveró que “en el evento que concita la atención de
la Sala la norma jurídica a aplicar” es la segunda, que “señala
especialmente que el reconocimiento puede ser impugnado en los
demás casos por: (…) 1. Los ascendientes legítimos del padre o de
la madre que reconoce. 2. Toda persona que pruebe tener interés
actual en ello. (…). En ese orden de ideas, como el actual artículo
219 del Código Civil no exigió calidad alguna, frente a la
impugnación de la paternidad cuando es instaurada por herederos,
debe concordarse el artículo 248 ídem con éste, para concluir que la
acción de impugnación de la paternidad para los herederos cesa,
cuando el causante reconoció al hijo como suyo en un testamento o
en cualquiera otro instrumento público”.

4. Advirtió que “si el reconocimiento voluntario no


concuerda con la verdad biológica, por más que sea un auténtico
acto de amor, es inicialmente, violatorio de la Convención
Internacional de los Derechos del Niño, por cuanto puede traer
aparejad[o]s posibles perjuicios al hijo mismo porque emplaza a un
individuo en un estado de familia que no le es propio y porque al
mismo tiempo le impide en un principio, al verdadero progenitor su
reconocimiento, pues de tal manera se entraría a sustituir o
suplantar al padre biológico. Si un niño no es hijo biológico del
reconociente, esta circunstancia patentiza virtualidad suficiente
para desplazar un estado jurídico que no se condice con la realidad
biológica que es su razón de ser. De tal manera que el

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

reconocimiento simple no concordante con la verdadera filiación[,]


conlleva a la privación del derecho a la identidad en referencia a la
realidad biológica, a los caracteres físicos de la persona y a su
realidad existencial, por lo que resulta indiscutible que el
reconocimiento no puede realizarse en forma superficial o a
sabiendas de que no es el hijo”.

5. Luego de insistir en que la irrevocabilidad que


caracteriza el reconocimiento voluntario del hijo
extramatrimonial, no obstaculiza la acción de impugnación
del mismo, aserto que sustentó con reproducción parcial de
un fallo de esta Corporación, el Tribunal se ocupó del
“cómputo del término de caducidad (…) establecido en el art.
248 del Código Civil”, cuestión sobre la que, con apoyo en la
jurisprudencia patria, apuntó:

5.1. El momento en el que surge “el interés actual, debe


establecerse en cada caso concreto”, sin que esté ligado a
cuándo se efectuó el reconocimiento, pues “puede aflorar con
posterioridad frente a cualquier circunstancia que provoque en los
demandantes la necesidad de impugnar la filiación”.

5.2. Dicho interés “debe entenderse como un motivo serio


para demandar, bien sea de carácter moral o pecuniario, que se
evidencia a través de la demanda promovida dentro de los
términos legales, y que puede provenir de los ascendientes del
padre o de un tercero, con el fin de que se declare que el hijo no
puede tener por padre al que lo reconoció”.

6. Con apoyo en esas premisas; en que la Ley


aplicable en el caso sub lite es la 1060 de 2006, “por cuanto la

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

demanda se presentó con posterioridad a su expedición (26 de julio


de 2006)”; en que el término a que alude su artículo 11,
reformatorio del 248 del Código Civil, “hace referencia a días
hábiles judiciales, toda vez que es en estos días cuando el
interesado puede acudir a la administración de justicia a través de
la correspondiente acción a presentar la demanda”, aspecto en
relación con el cual también reprodujo un segmento de otro
pronunciamiento de la Corte; y en las pruebas allegadas al
proceso y recaudadas en el curso del mismo, que el Tribunal
relacionó una a una, esa autoridad descendió al caso
concreto sometido a su conocimiento y coligió:
6.1. Pese a que el demandante, desde el nacimiento de
la accionada, tuvo dudas sobre que el padre de ella fuese
Jhon Jairo Quiroz Herrera, es lo cierto que el “interés para
impugnar” dicha paternidad surgió en aquél “a partir del
momento en que se enteró del contenido de la Resolución 6691 del
24 de agosto de 2010, y no a partir de la fecha de su expedición
como erradamente lo interpretó el Juez de instancia, y de la que
claramente advirtió el actor en el numeral 8º de los fundamentos
fácticos se enteró un mes antes de la presentación de la demanda,
que lo fue el 23 de mayo de 2011, tal como se aprecia en el sello de
recibido por el Centro de Servicios Administrativos de Rionegro a
folio 11 del cuaderno principal, afirmación esta no desvirtuada por
la parte demandada” y corroborada con el testimonio de
Ricardo Nicolás Ríos Zapata, que comentó.

6.2. Fue “el conocimiento que tuvo el demandante sobre el


pago de la mencionada reparación administrativa a las
demandadas, lo que afloró en él, interés para impugnar la
paternidad, viéndose en la necesidad de incoar esta demanda y es
a partir de este hecho que se debe computar el término de

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

caducidad previsto en el art. 248 del C.C., y no antes, pues las


meras dudas frente a la certeza de la paternidad que pudieron
darse desde el nacimiento de la otrora menor Letty Alejandra, no
pueden tenerse en cuenta respecto del demandante, habida
consideración que para esa época carecía de legitimación para
promover la acción, que recaía únicamente en el padre reconociente
de la susodicha paternidad, esto es sobre Jhon Jairo Quiroz, quien
era hijo del impugnante”.

6.3. La sola muerte del prenombrado padre, no otorgó


al actor interés para impugnar la filiación de que se trata,
circunstancia que como ya se señaló, surgió únicamente
“cuando fue enterado del contenido de la resolución referida (…),
en donde se señaló a la mencionada resistente como hija del
fallecido Jhon Jairo en el reglón correspondiente al parentesco,
siendo precisamente dicho acto administrativo en que el actor
además tuvo conocimiento cierto de que Letty Alejandra figuraba
como hija de su vástago Jhon Jairo, enmarcándose tal instante
dentro de la preceptiva del inciso final del artículo 248 C.C.”.

6.4. Como “en el campo del derecho el conocimiento implica


‘certeza’”, es del caso admitir que el promotor de la presente
controversia no tuvo “un conocimiento cierto de la paternidad que
tenía su hijo sobre la citada coaccionada por el solo hecho de haber
asistido al bautismo de la misma o por saber de su existencia” , al
punto que reclamó ante “Acción Social”, en su condición de
único heredero de Jhon Jairo, la “reparación administrativa”
por su muerte, descubriendo luego con sorpresa, que la
indemnización le había sido pagada a la aquí accionada,
determinación que fue la que le brindó convicción sobre el
hecho de que su hijo fallecido fungía como padre de ella.

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6.5. En definitiva, se establece que “fue cuando el


accionante se vio afectado económicamente, dada la reparación
administrativa que se le reconoció a las demandadas, el momento
en que el señor RUBÉN ANTONIO QUIROZ RUIZ se vio avocado a
impugnar dicha paternidad, circunstancia que constituye un
‘motivo serio’, como lo exige nuestra máxima Corporación, para
deprecar la declaración que nos convoca”.

6.6. Como el conocimiento, por parte del demandante,


del pago a la demandada de la “reparación individual por vía
administrativa”, derivada del fallecimiento del señor Jhon
Jairo Quiroz Herrera, se produjo “con posterioridad al 22 de
febrero de 2011, fecha en que presentó el requerimiento ante
Acción Social, para que le diera respuesta a la solicitud de
reparación individual vía administrativa” o, “atendiendo lo
manifestado en la demanda, (…) en abril siguiente, un mes antes
de la presentación de la demanda”, se tiene que así se parta de
la primera fecha, no se configuró la caducidad de la acción,
pues el escrito con el que se promovió la misma se presentó
el 23 de mayo de 2011, esto es, que “solo alcanzaron a
transcurrir cincuenta (50) días hábiles, que están muy lejos de los
ciento cuarenta (140) días previstos en el art. 248 de la codificación
civil”.

7. Definido lo anterior, siguió el Tribunal al estudio


de la acción, en relación con la cual acotó que “en el plenario
se demostró fehacientemente” que la demandada “no es hija del
señor JHON JAIRO QUIROZ HERRERA, de acuerdo a la prueba
genética obrante a folios 53 a 55 del cuaderno principal” , en tanto
que ella arrojó como resultado la exclusión de la paternidad
controvertida, dictamen que no fue objetado y que es

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merecedor de “total credibilidad, dada la seriedad de la


metodología utilizada, del análisis y de sus conclusiones”.

Observó que la filiación, como atributo de la


personalidad jurídica, está ligada al estado civil, de donde su
reconocimiento debe corresponder a la realidad, a fin de que
no se vulneren derechos fundamentales, como lo declaró la
Corte Constitucional, en el fallo de tutela que reprodujo.

Así las cosas, dedujo la prosperidad de la acción, como


quiera que con la prueba de ADN quedó satisfecha la carga
probatoria asignada por el artículo 177 del Código de
Procedimiento Civil al actor.

8. Respecto de la excepción “de prescripción alegada


por las demandadas”, infirió su fracaso, debido a que la
acción versó sobre el estado civil, el cual no puede
consolidarse por el simple transcurso del tiempo. Entendida
la defensa como caducidad, tampoco resulta atendible, por
las razones ya expuestas.

LA DEMANDA DE CASACIÓN

Contiene dos cargos, que la Corte estudiará en orden


inverso al de su proposición, toda vez que en el segundo se
denunció la incongruencia del fallo combatido, esto es, un
error in procedendo, mientras que en el inicial, se reprochó la
comisión de un yerro in judicando.

CARGO SEGUNDO

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Como atrás se consignó, mediante él se acusó la


sentencia del ad quem de ser disonante, por “no estar en
concordancia (…) con los hechos [y] con las pretensiones de la
demanda”.

En desarrollo de la acusación, su proponente, en


síntesis, expuso:

1. El Tribunal “no tuvo en cuenta las declaraciones del


señor RUBÉN ANTONIO QUIROZ RUIZ, cuando reconoc[ió] dentro
del interrogatorio de parte, que conocía de la existencia de (…)
LETTY ALEJANDRA, como su nieta”, toda vez que tales
manifestaciones comprueban que aquél faltó a la verdad en
los hechos cuarto a sexto y octavo de la demanda, “por cuanto
en los mismos afirm[ó] que no conocía” dicha circunstancia,
amén que en la señalada probanza, además, relató que
“istaur[ó] la demanda porque desde un principio ha negado que la
codemandada LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO, sea su
nieta, ya que cuando nació la gente comentaba que no era hija de
su descendiente JHON JAIRO” y, por otra parte, reconoció que
“aparece en la foto que obra a folio 37 del [c]uaderno principal, con
una niña que dice era LETTY ALEJANDRA, que se la dieron a
cargar pero que no la reconoció nunca como su nieta”.

2. El sentenciador de segunda instancia no se


percató de la comentada declaración de parte y, como
consecuencia de ello, no se dio cuenta de que el demandante
“estaba faltando a la verdad, al afirmar que no conocía de la
existencia de su nieta hasta un mes antes de la presentación de la
demanda”, actitud que provocaba el fracaso de la acción.

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3. El referido yerro es trascendente, pues de no


haberlo cometido, el ad quem habría confirmado la sentencia
de primera instancia e impuesto el pago de las costas en
segunda, al gestor del litigio.

CONSIDERACIONES

1. Por mandato del artículo 305 del Código de


Procedimiento Civil, “[l]a sentencia deberá estar en consonancia
con los hechos y las pretensiones aducidos en la demanda y en las
demás oportunidades que este Código contempla, y con las
excepciones que aparezcan probadas y hubieren sido alegadas si
así lo exige la ley. (…). No podrá condenarse al demandado por
cantidad superior o por objeto distinto del pretendido en la
demanda, ni por causa diferente a la invocada en ésta. (…). Si lo
pedido por el demandante excede lo probado, se le reconocerá
solamente lo último. (…)”.

2. Como se aprecia, el legislador, en el anterior


precepto, fijó las reglas que, en cuanto hace a la dimensión
de las sentencias, deben atender los juzgadores de instancia
al proferirlas, de modo que en ningún caso pueden dejar sin
resolver alguno de los extremos del litigio (mínima petita), o
pronunciarse sobre cuestiones ajenas a la controversia y que
no podían contemplarse de oficio (extra petita), o ir más allá
de los límites que a ella le fijaron las partes o que establece la
ley (ultra petita).

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3. La congruencia de los fallos judiciales es, por lo


tanto, una regla de procedimiento, en tanto que versa sobre
el comportamiento que deben asumir los operadores
judiciales al momento de definir las controversias sometidas
a su composición y, por lo mismo, no puede confundírsela
con la labor de juzgamiento, propiamente dicha, que ellos al
igual realizan, expresada en la decisión que adoptan, en sí
misma considerada, y en los fundamentos fácticos y/o
jurídicos que esgrimen en su respaldo.

De suyo que una cosa es, resolver un proceso sin


desatar, o excediendo, lo que en él se debate; y otra,
completamente diferente, es pronunciarse sobre todos sus
extremos sin rebasarlos, pero desacertadamente, debido a la
deficitaria aplicación de las normas sustanciales que lo rigen,
sea que tal desatino provenga o no de la incorrecta
comprensión de los hechos que componen la plataforma
fáctica del respectivo litigio.

En el primer supuesto, se está en frente de una


sentencia incongruente, atacable en casación por la causal
segunda del artículo 368 del Código de Procedimiento Civil;
en el otro, de un fallo violatorio de la ley adjetiva,
denunciable solamente a la luz del primero de los motivos de
esa misma norma.

Sobre los anteriores particulares, la Corte tiene dicho:

(…) Es bien sabido que el principio de la congruencia que


debe informar a la sentencia, se infringe ‘cuando hay falta de

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conformidad entre lo pedido y lo resuelto, en cualquiera de


estas formas: 1) ultra petita: si provee sobre más de lo
pedido; 2) extra petita: si provee sobre pretensiones o
excepciones que debiendo ser alegadas no fueron propuestas
y, 3) mínima petita: cuando omite decidir sobre todo lo pedido
(sent. 107 de julio 21 de 1993, exp. 4383, reiterada en mayo
16 de 2000, exp. 6295).

Infiérese de lo anterior que la señalada causal, únicamente


puede derivar de un error in procedendo, en la medida en que
traduce la vulneración de una norma de procedimiento: el
artículo 305 ibídem, en cuya virtud la sentencia ha de estar
en armonía con lo pedido y manifestado por las partes, en las
oportunidades y con arreglo a las pautas referidas
precedentemente. De consiguiente, el censor, cuando
enderece su ataque por la causal segunda de casación, debe
necesariamente, sustraerse de toda consideración atinente al
análisis que de las pruebas haya hecho el juzgador, la cual
bien puede plantear como un yerro in judicando, acorde con
el mismo artículo 368, denunciando la vulneración de una
norma sustancial como consecuencia de ‘un error manifiesto
en la apreciación de la demanda, de su contestación o de
determinada prueba’. En últimas, ha de asumirse que, por
razones de orden técnico, el hecho de que el impugnante
proceda a ‘enjuiciar la actividad del sentenciador en el campo
probatorio’ será ‘razón más que suficiente para que la
censura no prospere’ (sent. de marzo 16 de 1993 reiterada en
fallo de mayo 24 de 2000, exp. 5399), se itera, cuando quiera
que se trate de cargos apoyados en la causal segunda de
casación (CSJ, SC del 21 de octubre de 2003, Rad. n.°
7486; se subraya).

4. El reproche examinado, sin duda, se resiente de la


anomalía atrás advertida, pues como se infiere del
compendio que de él se hizo, el censor lo circunscribió a
poner de presente la contradicción que, en su criterio, se
palpa entre los hechos cuarto a sexto y octavo del libelo y lo
expresado por el actor en el interrogatorio de parte que
absolvió, toda vez que, según los identificados

16
Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

planteamientos de escrito introductorio, él sólo vino a saber


de la existencia de LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO,
cuando se enteró que “Acción Social” le había reconocido la
“reparación administrativa” derivada de la muerte de Jhon
Jairo Quiroz Herrera, quien fungía como su progenitor, lo
que tuvo ocurrencia un mes antes de la presentación de
dicho memorial; mientras que, de acuerdo con lo expuesto en
la memorada probanza, ese conocimiento se produjo desde
cuando la nombrada nació, momento a partir del cual no la
aceptó como su nieta.
5. Consistiendo en eso la acusación propuesta,
forzoso es colegir que ella, en su verdadera esencia,
cuestiona al Tribunal por haber errado en el juzgamiento del
caso, como consecuencia, en primer lugar, de haber
soslayado la declaración de parte del actor; y, en segundo
término, de no haber, en virtud de ese inicial defecto,
valorado los anotados fundamentos fácticos de la demanda,
en conjunto con ese elemento demostrativo, apreciación que
le habría permitido colegir la insinceridad de los mismos, con
incidencia directa en la definición de la excepción de
caducidad de la acción.

6. Así las cosas, es del caso reiterar que como la


causal segunda de casación “se refiere exclusivamente a yerros
in procedendo, ‘está instituida para corregir yerros de
construcción formal que surgen cuando la sentencia contiene
puntos ajenos a lo pedido o cuando no cubre plenamente las
pretensiones formuladas por las partes o, lo que es lo mismo,
cuando sus decisiones no guardan ‘conformidad con las
pretensiones del demandante, o con las excepciones propuestas

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

por el demandado, o con las que en ella deban ser reconocidas de


oficio, ya porque se otorgue más de lo pedido por las partes, ora
porque se decida sobre asuntos extraños al litigio, o en fin porque
se omita proveer sobre alguno de los extremos caracterizadores
del mismo, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 305 del C.
de P.C.’. (G.J. T.CLXXXVIII, págs. 64 y 163) (Cas. Civil de 8 de
mayo de 2000), por lo que, si la disonancia proviene del
entendimiento de la demanda o de alguna prueba, por haberla
omitido o adicionado, o por error de hecho o de derecho en su
apreciación, la falencia se torna in judicando, que tiene que
fundarse necesariamente en la causal primera de casación,
puesto que, de existir el yerro, éste sería de juicio y no de
procedimiento” (CSJ, SC del 7 de noviembre de 2000, Rad.
n.° 6296; se subraya)

7. No avizorándose, pues, que el fallo combatido sea


inconsonante, el cargo está llamado al fracaso.

CARGO PRIMERO

Con fundamento en la causal inicial prevista para el


recurso extraordinario de que se trata, se acusó la sentencia
censurada “de violar en forma directa los artículos 219, 222 y 248
del Código de Procedimiento Civil (sic) por aplicación indebida”.

En desarrollo de la acusación, su proponente, luego de


memorar los planteamientos en los que el ad quem soportó
su fallo, específicamente, los que lo condujeron a desechar la
caducidad de la acción, adujo los argumentos que a
continuación se plasman:

18
Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

1. El Tribunal no concretó “la fecha exacta” y “cierta”


de surgimiento del “interés del demandante para incoar la
presente acción”, toda vez que en el proceso no se estableció la
forma cómo él se enteró “de la existencia de su nieta LETTY
ALEJANDRA” y, por el contrario, es un “hecho notorio que toda
la familia” sabía de ella “desde siempre luego de su nacimiento”.

2. El actor, en el interrogatorio de parte que absolvió,


confesó que “(…) ‘desde un principio ha negado que la
codemandada LETTY ALEJANDRA, sea su nieta ya que cuando
nació la gente comentaba que no era hija de su descendiente JHON
JAIRO QUIROZ’ (…)”; y admitió, por una parte, que es él quien
aparece en la foto militante a folio 37 del cuaderno principal
“con un niña que dice ser LETTY ALEJANDRA” y, por otra, que en
las fotos de folios 38 y 39 figuran ella, sus hijos Jhon Jairo,
Ninfa del Socorro y Nora María Quiroz Herrera y su cónyuge,
Elvia Rosa Herrera Jaramillo, pese a lo cual no reconoció a
aquélla “como su nieta”.

3. Previa reproducción de las normas que en la


introducción del cargo señaló como quebrantadas, según su
tenor actual, esto es, consideradas las modificaciones que a
ellas les introdujo la Ley 1060 de 2006, el censor, en relación
con cada una, observó:

3.1. Sobre el artículo 219 del Código Civil, puso de


presente que la accionada nació el 17 de mayo de 1987 y que
su padre, Jhon Jairo Quiroz Herrera, murió el 4 de abril de
1997.

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

Con tal base aseveró que el sentenciador de segunda


instancia, “se confundió con la búsqueda de un interés actual y en
determinar su existencia, para iniciar el proceso de [i]mpugnación,
pero lo cierto es que para que los ascendientes puedan reclamar
sobre la paternidad de sus hijos fallecidos, no opera la exigencia de
tener un interés actual, tal y como lo ha reiterado la Honorable
Corte Suprema de Justicia cuando señala: ‘según lo expuesto, la
legitimación para impugnar el reconocimiento se reserva a dos
grupos de personas, [u]no conformado por los ascendientes del
padre del reconociente, y otro integrado por quienes sin ser
ascendientes del padre reconociente tienen un interés actual en
ello’. Por lo demás el interés actual para la prosperidad de la
pretensión de impugnación, en los términos como está concebida la
norma no está vinculado a ambos grupos de personas (Sentencia
del 16 de [s]eptiembre del año 2003 C 7609)”.

3.2. En cuanto hace al artículo 222 de la obra en cita,


observó que él “no habla de un interés en particular y es muy
claro en afirmar que el ascendiente del padre, tendrá(…) derecho a
impugnar la paternidad aunque no tenga pa[r]te alguna en la
sucesión de su(…) hijo(…) dentro de los ciento cuarenta 140 días al
conocimiento de la muerte”, término que en el caso sub lite no
se respetó, según las fechas atrás registradas.

Añadió que en el presente asunto, se demostró “que el


demandante ya sabía de la existencia de mi representada, como
hija del fallecido, es más que [é]ste siempre dud[ó] que fuese nieta
suya”.

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

Y puntualizó que el precepto de que se trata, no refiere


a ningún interés del impugnante de la filiación sino que, por
el contrario, “establece que una vez se presente la muerte del
padre el ascendiente tiene 140 días para iniciar la acción” , por lo
que “no se entiende” que el Tribunal hubiese exigido dicho
interés.

3.3. Finalmente, en relación con el artículo 248 del


Código Civil, señaló que él “reitera los dos grupos llamados a
impugnar la paternidad”; y que “impone una sola condición a los
ascendientes que pretendan impugnar y es que lo hagan dentro de
los 140 días, desde que tuvieron conocimiento de la paternidad” ,
lapso de tiempo que el aquí demandante dejó transcurrir sin
presentar la demanda, toda vez que ella data de mayo de
2011, no obstante que aquél supo de la existencia de la
accionada “desde [su] nacimiento es decir desde el año 1987,
pues [é]l mismo asistió [al] bautizo de LETTY ALEJANDRA”,
conocimiento que adicionalmente reconoció en el
interrogatorio de parte que absolvió.

4. La convocada “ejerció siempre su posesión notoria del


estado civil de hija extramatrimonial de JHON JAIRO QUIROZ
HERRERA, porque ocup[ó] tal condición por cerca de veinticuatro
(24) años, aun después de la muerte de [é]ste (…) sin protesta ni
reclamo de nadie aun ante los ojos del abuelo que en la demanda
indica que solo supo de la existencia de [é]sta hasta un mes antes
de la presentación” de dicho libelo introductorio.

5. El pago en el que se fincó el ad quem para deducir


el interés del demandante para promover la presente acción,

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

“no tiene incidencia en la tipificación de la caducidad, porque como


se ha reiterado los ascendientes no están atados a la existencia de
ese interés y no puede considerarse [é]ste como equivocadamente
lo hace el Tribunal Superior de Antioquia, que la aparición de esa
ambición pecuniaria determine el término desde cuándo se
empieza[n] a contabilizar los 140 días para que opere la caducidad
de la acción, pues esto se prestaría para que cada uno realizara un
estudio amañado de cada caso según sus conveniencias (…)[,]
[m]áxime que para este caso en particular no existe certeza del
tiempo en el cual se enteró verdaderamente el señor demandante
de la respuesta de acción social pues a la fecha de presentación de
la demanda no le había dado respuesta, por lo tanto ese tiempo es
incierto”.

6. El Tribunal violó el “derecho sustancial, al legitimar a


un ente administrativo como lo es ACCIÓN SOCIAL, como portadora
de certeza de la existencia de una paternidad y de la veracidad del
acto de reconocimiento”, más cuando en el proceso no se
acreditó el momento en el que el actor tuvo conocimiento de
la decisión que esa entidad adoptó, toda vez que ella data del
24 de agosto de 2010 y el escrito con el que se dio inicio a
esta controversia se presentó el 23 de mayo de 2011, “por lo
tanto es muy difícil establecer la fecha en la cual se empieza a
contabilizar el tiempo de caducidad de la acción, obviamente
tratándose de persona con algún interés, diferente a los
ascendientes que ya realizamos la diferenciación”.

CONSIDERACIONES

1. La inconformidad planteada en el cargo que ahora


se examina obedeció, en líneas generales, a que el Tribunal

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

determinó que el “interés actual” del demandante para


impugnar la paternidad de la accionada, surgió con el
conocimiento que aquél tuvo de que “Acción Social” le
reconoció y pagó a ésta “la reparación individual por vía
administrativa” derivada del fallecimiento del señor Jhon Jairo
Quiroz Herrera, pues ese hecho lo lesionó económicamente y,
por ende, a partir de su ocurrencia, fue que se vio en la
necesidad de gestionar la presente acción.

En desarrollo de esa queja, el recurrente, pese a que en


el inicio de la misma adujo el quebranto directo de los
artículos 219, 222 y 248 del Código Civil, formuló tres
acusaciones diversas y de distinto temperamento, a saber:

a) En primer lugar, le enrostró al ad quem la


indebida interpretación de dichos preceptos, en particular,
del último, como quiera que de ellos se desprende que, en
tratándose de la impugnación de la paternidad
extramatrimonial, los ascendientes no están condicionados,
para demandar, al requisito del “interés actual”, siendo su
única obligación promover la acción dentro de los 140 días
siguientes a cuando se enteraron de la paternidad.

b) En segundo término, le imputó la preterición de


los siguientes dos hechos, íntimamente relacionados: que el
actor y su familia supieron de la existencia de la demandada
desde cuando ella nació -17 de mayo de 1987-; y que, desde
entonces, como consecuencia de los comentarios de la gente,
la desconocieron como hija de Jhon Jairo Quiroz Herrera,
situaciones que el promotor del litigio confesó, en el

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

interrogatorio de parte que absolvió dentro de la audiencia


del artículo 101 del Código de Procedimiento Civil, practicada
el 1º de febrero de 2012.

c) Y, finalmente, estimó que fue el sentenciador de


segunda instancia quien supuso el momento en el que el
señor QUIROZ RUIZ conoció el contenido de la Resolución
No. 6691 del 24 de agosto de 2010, por medio de la cual la
“AGENCIA PRESIDENCIAL PARA LA ACCIÓN SOCIAL Y LA
COOPERACIÓN INTERNACIONAL – ACCIÓN SOCIAL” le asignó a
LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO y a su progenitora,
LUZ HELENA GIRALDO GIRALDO, la “Reparación Individual
por Vía Administrativa” causada con ocasión de la muerte de
Jhon Jairo Quiroz Herrera, toda vez que en el proceso no
milita prueba de dicho enteramiento.

Tales reproches, como ya se dijo, son de diferente


naturaleza, pues mientras el primero se ubica dentro del
concepto de la violación directa de la ley sustancial, los otros
dos conciernen con su quebranto indirecto, por indebida
apreciación de las pruebas del proceso.

2. Reza el numeral 2º del artículo 51 del Decreto


2651 de 1991, convertido en legislación permanente por el
artículo 162 de la Ley 446 de 1998:

Sin perjuicio de lo dispuesto en los respectivos códigos de


procedimiento acerca de los requisitos formales que deben
reunir las demandas de casación, cuando mediante ellas se
invoque la infracción de las normas de derecho sustancial se
observarán las siguientes reglas:

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

1° (…)

2°. Si un cargo contiene acusaciones que la Corte estima han


debido formularse separadamente, deberá decidir sobre ellas
como si se hubieran invocado en distintos cargos (se
subraya).

La Sala, en acatamiento de ese mandato legal, que parte


del supuesto de que los distintos reproches acumulados por
el censor deben resolverse, escindirá las advertidas
acusaciones a efecto de pronunciarse sobre ellas, como
corresponda.

Con esa comprensión del cargó, síguese a su definición.

3. A voces del artículo 5º de la Ley 75 de 1968, el


reconocimiento voluntario de la filiación extramatrimonial
“solamente podrá ser impugnado por las personas, en los términos
y por las causas indicadas en los artículos 248 y 335 del Código
Civil”, preceptos que tratan sobre dicho cuestionamiento
tanto de la paternidad, como de la maternidad,
respectivamente.

El primero de ellos, que es el que concierne al presente


asunto, establece:

Art. 248.- Modificado. Ley 1060 de 2006, art. 11. En los


demás casos podrá impugnarse la paternidad probando
alguna de las causas siguientes:

1. Que el hijo no ha podido tener por padre al que pasa por


tal.

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

2. (…).

No serán oídos contra la paternidad sino los que prueben un


interés actual en ello, y los ascendientes de quienes se creen
con derechos, durante los 140 días desde que tuvieron
conocimiento de la paternidad.

4. Se extracta de lo anterior que, en tratándose de la


impugnación de la paternidad extramatrimonial, la norma
aplicable es el pretranscrito artículo 248 del Código Civil,
sobre el que esta Sala de la Corte, en reciente fallo, señaló:
Cabe resaltar que aún antes de la expedición de la Ley 1060
de 2006, el artículo 248 del Código Civil, disponía que la
caducidad operaba, bajo el supuesto de que no se promoviera
la demanda dentro de los 60 días ‘subsiguientes a la fecha
en que tuvieron interés actual’.

Ahora bien, esta Corporación determinó que el ‘interés actual


debe ubicarse temporalmente en cada caso concreto’ y hace
referencia a ‘la condición jurídica necesaria para activar el
derecho’, por lo que se origina en el momento que se establece
la ausencia de la relación filial, es decir, cuando el
demandante tiene la seguridad con base en la prueba
biológica de que realmente no es el progenitor de quien se
reputaba como hijo suyo.

Sobre el particular precisó la Sala

‘(…) mientras el reconociente permanezca en el error, la


posibilidad de impugnación simplemente se presenta latente.
En ese sentido, la Corte tiene precisado que el interés para
impugnar el reconocimiento surge es a partir del
momento en que sin ningún género de duda se pone de
presente o se descubre el error, por ejemplo, con el
‘conocimiento’ que el demandante ‘tuvo el resultado de
la prueba de genética sobre ADN (…) que determinó que
respecto de la demandada su paternidad se encontraba
científicamente excluida’. (se resalta) (CSJ SC, 12 Dic. 2007,
Rad. 2000-01008)

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

En consecuencia, tanto en la legislación anterior, como en la


actual, es claro que el fenómeno extintivo bajo análisis,
comienza a contabilizarse en la forma ya indicada, ante la
contundencia de la verdad científica, razonamiento que como
quedó evidenciado, ha sido acogido y reiterado por la Corte
(CSJ, SC11339-2015 del 27 de agosto de 2015, Rad. n.°
2011-00395-01; se subraya).

Precedentemente, la Corporación tenía puntualizado:

(…) Es incontestable que como, en principio, nadie reconoce


un hijo extramatrimonial, sin haber tenido trato sexual con la
madre del reconocido, por lo menos durante la época en que
se presume la concepción de éste, la impugnación de ese acto
voluntario debe dirigirse a desvirtuar que el hijo no ha podido
tener por padre a quien lo reconoció, es decir, en palabras de
la Corte, a ‘correr el velo de la inexactitud del reconocimiento,
en cuanto éste no se aviene con la realidad’, según lo prevé el
artículo 248, numeral 1º del Código Civil, aplicable por
remisión expresa del artículo 5º de la Ley 75 de 1968.

(…)

Precisiones todas que vienen a propósito del caso, porque si


el interés es un presupuesto que por vía de principio
concierne a toda legitimación, el ‘interés actual’ de que habla
el inciso final del artículo 248 del Código Civil, se refiere es a
la ‘condición jurídica necesaria para activar el derecho’, como
así tuvo oportunidad de explicarlo la Corte.

Ahora, si esa condición es la que le da vida o nacimiento a la


acción de impugnación de que se trata, el ‘interés actual’,
para efectos de computar el término de caducidad, debe
ubicarse temporalmente en cada caso concreto y no ligarlo
necesariamente al acto voluntario de reconocimiento, porque
una cosa es reconocer a un hijo bajo la convicción invencible
de ser el fruto de las relaciones sexuales que el reconociente
tuvo con la madre del reconocido, y otra, distinta, es abrigarlo
como tal a sabiendas de que en la realidad no lo es.

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

En este último evento, desde luego, el ‘interés actual’ surgiría


en forma concomitante con el reconocimiento voluntario, tal
cual lo concluyó la Corte en el último antecedente citado, a
propósito del estudio de un caso similar, al decir que el
interés para impugnar el reconocimiento ‘devino evidente
desde que se surtió ese acto, pues a ese momento’ el
demandante ‘era consciente’ que la demandada ‘no era su
hija’.

Lo mismo no puede predicarse de la otra hipótesis, porque


mientras el reconociente permanezca en el error, la
posibilidad de impugnación simplemente se presenta latente.
En ese sentido, la Corte tiene precisado que el interés para
impugnar el reconocimiento surge es a partir del momento en
que sin ningún género de duda se pone de presente o se
descubre el error, por ejemplo, con el ‘conocimiento’ que el
demandante ‘tuvo del resultado de la prueba genética sobre
ADN (…), que determinó que respecto de la demandada su
paternidad se encontraba científicamente excluida’ (CSJ, SC
del 12 de diciembre de 2007, Rad. n.° 2000-01008-01;
se subraya).

5. Es claro, entonces, que en todos los casos de


impugnación de la paternidad extramatrimonial,
independientemente de que su promotor sea el propio padre
reconociente, o sus ascendientes, cuando aquél ya ha
fallecido, o cualquiera otra persona, el que intente la acción
debe estar asistido de “interés” suficiente para gestionarla,
esto es, encontrarse en condiciones reales de adelantarla, lo
que sólo acontece cuando ha adquirido la certeza de que el
reconocido no puede tener por padre a quien figura como tal.

De suyo, que el mero conocimiento del nacimiento y/o


del reconocimiento, no son circunstancias suficientes para
cuestionar judicialmente la filiación de que se trata, pues se
torna indispensable que el interesado -repítese, sea el padre,

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

sus ascendientes o un tercero- haya adquirido la referida


convicción, toda vez que es sólo a partir de ella, que se torna
factible para él, desvirtuar tal vínculo parental.

Casos habrá, en los que a ese convencimiento se llega


fruto de la realización de un cotejo de ADN, que descarta la
paternidad, prueba que por sus características y desarrollo,
ofrece plena convicción al respecto.

Pero también puede acontecer, que sin haberse


practicado la indicada prueba científica, el interesado, de
todas maneras, albergue la idea de que el reconocido no es
hijo de quien lo reconoció, porque así lo deduce de otros
medios de convicción, como pueden ser, a título de mero
ejemplo, las afirmaciones de la madre del reconocido, o los
comentarios de terceras personas.

En el entendido que la formulación de la


correspondiente demanda de impugnación indica que quien
la promueve, arribó a esa convicción, la labor de los
sentenciadores de instancia, en asuntos de este linaje, será
la de verificar, en cada caso concreto y según sus propias
particularidades, de qué manera y, por sobre todo, en qué
momento, el gestor del litigio hizo suya la indicada conjetura,
porque es a partir de allí que él quedó habilitado para
ejercitar la acción, es decir, que se concretó su “interés” para
desvirtuar la paternidad, y que, por lo tanto, se inicia el
cómputo del término de ciento cuarenta (140) días que la
norma establece para adelantarla, so pena de que la misma
caduque.

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

En el supuesto de los ascendientes, se impone precisar


que si la creencia de que su hijo no es el progenitor del
reconocido, surgió antes del deceso de aquél, el interés que
tienen de impugnar la paternidad, se concretará únicamente
con la muerte de su descendiente. En cambio, si afloró
posteriormente, se materializará a partir de su
aparecimiento.

6. Las premisas que anteceden descartan, de


entrada, que el Tribunal hubiese vulnerado rectamente los
artículos 219 y 222 del Código Civil, en la medida que, como
ya se registró, esa autoridad fue conteste en aseverar que la
norma disciplinante de la impugnación propuesta, era el
artículo 248 ibídem, de lo que se sigue que aquellos dos
preceptos no orientaron su juicio y que la mención que hizo
del primero, fue meramente tangencial y tuvo por fin ilustrar
los verdaderos fundamentos en los que sustentó su fallo.

Del análisis efectuado, igualmente se infiere que dicha


Corporación no erró al interpretar la última de las
disposiciones legales en precedencia invocadas, pues en
relación con ella consideró, en resumen, que se ocupaba de
la impugnación de la paternidad extramatrimonial; que el
“interés actual” de que habla, “debe entenderse como un motivo
serio para demandar, bien sea de carácter moral o pecuniario, que
se evidencia a través de la demanda promovida dentro de los
términos legales, y que puede provenir de los ascendientes del
padre o de un tercero, con el fin de que se declare que el hijo no
puede tener por padre al que lo reconoció”; que el término en ella

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

establecido, es de caducidad y corresponde a días “hábiles


judiciales”, planteamientos todos que se ajustan al genuino
sentido de la norma.

7. Pese a lo anterior, encuentra la Sala que el


Tribunal sí incurrió en los restantes errores que le imputó el
censor, como pasa a analizarse:

7.1. Para el ad quem, se reitera, el interés del actor, a


efecto de impugnar la paternidad de la demandada, afloró
como consecuencia del hecho de que la “Agencia Presidencial
para la Acción Social y la Cooperación Internacional – Acción
Social” reconoció y pagó a aquélla, y a su progenitora, la
convocada al juicio, la “Reparación Individual por Vía
Administrativa” derivada del fallecimiento del señor Jhon Jairo
Quiroz Herrera (Resolución 6691 del 24 de agosto de 2010),
para lo cual tuvo a LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO
como hija del causante.

En consonancia con lo anterior, dedujo que el señor


QUIROZ RUIZ se informó del hecho anteriormente descrito,
luego del 22 de febrero de 2011, fecha en la que “presentó el
requerimiento ante Acción Social, para que le diera respuesta a la
solicitud de reparación individual administrativa” que él le había
elevado, con el mismo propósito.

En opinión de esa Corporación, fue a partir de cuándo


el nombrado obtuvo tal conocimiento, porque en ese
momento se consolidó la afectación patrimonial que sufrió,

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

que él se vio en la necesidad de formular la demanda con la


que se dio inicio a esta controversia.

En tal orden de ideas, el Tribunal coligió que hasta


cuando se presentó la demanda -23 de mayo de 2011-, “solo
alcanzaron a transcurrir cincuenta (50) días hábiles, que están muy
lejos de los ciento cuarenta (140) días previstos en el art. 248 de la
codificación civil”.

7.2. Es innegable, entonces, que el sentenciador de


segunda instancia, al aducir esos razonamientos, pretirió el
interrogatorio de parte que el demandante absolvió dentro de
la audiencia surtida con base en el artículo 101 del Código de
Procedimiento Civil el 1º de febrero de 2012, en el que
manifestó que “[e]sta demanda la hice porque desde el principio
he negado que esta niña es hija del hijo mío” y que “[d]esde que
nació LETTY ALEJANDRA me dijeron a mi que no era hij[a] de mi
JHON JAIRO QUIROZ HERRERA, eso lo decía por ahí la gente; de
eso hace muchos años ya, más o meno[s] desde antes de morir mi
hijo, que va a cumplir quince años de muerto”.

Al ser preguntado sobre quiénes son las personas que


aparecen en las fotos obrantes a folios 37 a 39 del cuaderno
principal, respondió: “En la primera foto estoy yo con una niña
que dice que era LETTY ALEJANDRA, no puedo asegurar que sea
ella, me la dieron a cargar a mi pero no l[a] he reconocido nunca. En
la segunda foto está el padre, el yerno mío que se llama HARNÁN
DE JESÚS OCHOA HERRERA y la otra es hija mia que se llama
NINFA DEL SOCORRO QUIROZ HERRERA, en la tercera foto
marcada con el Nro. 2, está mi esposa que se llama ELVIA ROSA
HERRERA JARAMILLO, falleció hace cinco años; está el hijo mío el

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

difunto JHON JAIRO; está la mamá de esta niña -se dirige a la


demandada- y la menor dice que es la misma que está ahí. En la
segunda foto del mismo folio 38 señala que está el mismo hijo mío,
el mismo sacerdote; las mismas caras con distintas fotos. En la foto
de folio 39 sólo reconozco a la persona de la misma que es NORA
MARÍA QUIROZ HERRERA hija mía” (fls. 58 a 59, cd. 1; se
subraya).

Tales manifestaciones comportan confesión de que


tanto él, como los demás miembros de su familia, supieron
de la existencia de LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO,
como hija de Jhon Jairo Quiroz Herrera, desde cuando nació,
momento a partir del cual, como consecuencia de los
comentarios de la gente, la desconocieron como tal y, por
ende, le negaron su condición de nieta y sobrina.

Traduce lo anterior, que desde el inicio de la vida de la


convocada al juicio -17 de mayo de 1987-, el promotor del
proceso tuvo la convicción de que ella no era hija de Jhon
Jairo Quiroz Herrera, creencia que, por lo tanto, ya había
hecho suya, al momento en el que se efectuó el
reconocimiento de la prestación dineraria en la que el
Tribunal posó su atención, circunstancia esta que, por ende,
no incidió en lo más mínimo en aquella idea del actor, ni
mucho menos la provocó.

Ahora bien, que sólo a raíz del proferimiento del referido


acto administrativo hubiese sobrevenido un supuesto
perjuicio económico para el demandante, en tanto que no
resultó beneficiario de la comentada reparación

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administrativa, no es una circunstancia que pueda


subsumirse dentro del concepto de “interés” que exige el
artículo 248 del Código Civil, anterior o actual, para quien
pretenda impugnar la paternidad extramatrimonial, toda vez
que tal eventualidad es aparente, caprichosa y, si se quiere,
frívola, frente a los derechos que en un proceso de esa
naturaleza se controvierten, los cuales, por ende, no pueden
pender del fracaso de una pretensión meramente patrimonial
de su gestor.

Sobre el punto, es pertinente reproducir in extenso las


apreciaciones que sentó la Corte en la sentencia que a
continuación se transcribe, habida cuenta que el caso allí
resuelto, guardadas las proporciones, se aproxima al
presente, en la medida que aquél versó sobre la impugnación
que el propio padre reconociente planteó, pretextando que su
interés para el ejercicio de dicha acción, surgió cuando se
enteró del embargo de su sueldo, como consecuencia de la
acción emprendida para el cobro de alimentos en favor de su
hija, ocasión en la que la Sala expuso:

(…) La acusación está encaminada a cuestionar la


comprensión que el Tribunal dio al concepto del interés
actual a que alude el artículo 248 del Código Civil, como
quiera que para su determinación tomó como tal la fecha en
que el actor efectuó el reconocimiento de la menor
demandada, esto es, la del correspondiente registro civil de
nacimiento, y no el día en que fue notificado del embargo de
su sueldo decretado en el proceso seguido con miras a
obtener alimentos en favor de Yury Andrea, ya que, según
el recurrente, computado el tiempo transcurrido desde ese
día y aquel en que se presentó la demanda con la que se
dio inicio al proceso sólo transcurrieron noventa días, y no

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trescientos, por lo que no había lugar, en consecuencia, a


estimar caducada la acción intentada, resultando así
errada su apreciación sobre el instante del surgimiento de
dicho interés en el presente asunto.

(…).

Prescribe el artículo 5° de la ley acabada de citar -se refiere


a la 75 de 1968, se aclara ahora- que ‘El reconocimiento
solo podrá ser impugnado por las personas, en los términos
y por las causas indicadas en los artículos 248 y 335 del
Código Civil’.

A su turno, la primera disposición legal a la que remite el


anterior precepto dice, en lo pertinente, que ‘en los demás
casos podrá impugnarse la legitimación, probando alguna
de las causas siguientes: 1a. Que el legitimado no ha
podido tener por padre al legitimante;…No serán oídos
contra la legitimación sino los que prueben un interés actual
en ello, y los ascendientes legítimos del padre o madre
legitimantes; éstos en sesenta días, contados desde que
tuvieron conocimiento de la legitimación; aquéllos en los
trescientos días subsiguientes a la fecha en que tuvieron
interés actual y pudieron hacer valer su derecho’.

Nótese que la referencia concreta y exclusiva expresada en


el artículo 5° de la ley 75 de 1968, comprende el contenido
del artículo 248 del Código Civil en forma aislada, sin
permitir la aplicación de las demás normas que regulan la
situación de legitimación, de las cuales hace parte esta
disposición. Tan tajante ubicación impide entonces que se
generalice en el caso de la impugnación del reconocimiento
de hijo extramatrimonial el empleo de aquellos preceptos a
los que no se refirió el legislador no obstante tratar un tema
similar, de suerte que tanto el interés actual, como la causa
de la impugnación y la caducidad de la acción pertinente a
este fin han de buscarse necesariamente en el citado
artículo 248, pues, se itera, la remisión no abarcó los otros
mandatos legales que regulan la situación de la
impugnación de la legitimidad de las que hace parte éste.

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

Entonces, aquellas personas que tengan un interés actual,


pecuniario o moral, según corresponda en cada situación,
son quienes están autorizadas legalmente para promover la
respectiva impugnación, haciéndose una extensión por vía
de excepción a esa regla general, consistente en permitir a
los ascendientes legítimos del padre o madre reconociente
accionar, explicable por razones que incluyen los conceptos
de la institución familiar, de estirpe y descendencia.

La hipótesis fáctica que consulta la dinámica de la


disposición exige, por tanto, un interés actual, cuyo
surgimiento deberá establecerse en cada caso concreto y
que cobra materialidad con el ejercicio del derecho de
impugnar el reconocimiento, el cual, por su propia
naturaleza, que lo erige en potencial exclusivo de la ley y no
del mero querer de las partes, impone la intervención
judicial, pues sería inútil cualquier intento particular de
cambiar sus efectos mediante un acto voluntario de los
interesados, más cuando su contenido atañe al orden
público. Ese interés actual pone en evidencia que está
latente la necesidad de acudir a la decisión judicial ante la
imposibilidad de decidir el derecho privadamente, de forma
individual ora consensual, prédica que invade desde luego
la esfera de quien efectuó el correspondiente reconocimiento
frente a la irrevocabilidad unipersonal del acto objeto de
impugnación, según lo dispone el artículo 1° de la ley 75 de
1968.

Es ese supuesto, valga repetirlo, el que origina el interés,


toda vez que su objeto trasciende a los atributos de la
personalidad, que lo convierte en inalienable, inescindible e
imprescriptible, no obstante haberse activado por un acto de
potestad o prerrogativa del padre, forma exclusiva de
reconocimiento de antes, concepto que ha venido cambiando
con los avances sucesivos de la legislación que permitieron
la posibilidad de que el hijo reclame contra su filiación,
momento a partir del cual, frente al contenido del estado
civil, surge concomitantemente la irrevocabilidad del mismo.

(…) No obstante que en determinados supuestos el mismo


autor del reconocimiento puede llegar a tener interés actual
en la declaración que persigue, en este asunto no es

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admisible el argumento del recurrente, según el cual su


interés vino a surgir ‘justamente cuando le notificaron el
embargo de su sueldo ordenado por el Juzgado Tercero de
Familia de esta ciudad, es decir cuando se vio afectado su
patrimonio, dentro del proceso de alimentos promovido por
la señora MARIA ROSARIO URIBE, para la menor YURY
ANDREA; ello ocurrió en junio 28 de 1993’.

El interés actual, ha de resaltarse, no alcanza a confundirse


con cualquier otro motivo antojadizo, pues aquél refiere a
la condición jurídica necesaria para activar el
derecho, al paso que éste apenas viene a ser cualquier
otra circunstancia veleidosa y, por ende, carente de
trascendencia o de razón algunas . Así, la presencia del
segundo deviene innecesaria y, por ende, es inane en
relación con el propósito de accionar ; dicho interés, por
consiguiente, valga repetirlo, no puede estar sometido al
estado de ánimo o a la voluntad de los afectados, o a
la simple conservación y mantenimiento de las
relaciones interpersonales.

El embargo del sueldo es apenas una circunstancia que ha


alterado en el recurrente cualquiera de los aspectos
mencionados, pero no es, de ninguna manera, el interés
actual exigido por el artículo 248 del Código Civil para
provocar la impugnación, y menos para servir como primer
punto de referencia en la línea de caducidad plasmada en
dicha norma legal.

En efecto, no obstante resultar que en el actor ha existido un


interés actual derivado del reconocimiento voluntario que
efectuó, interés que en el asunto que se examina devino
evidente desde que se surtió ese acto, pues a ese momento
Patiño Franco era consciente de que Yury Andrea no era su
hija, tal y como él mismo lo acepta en la demanda, es lo
cierto que la impugnación de dicho reconocimiento debió
hacerse dentro de los términos que para el caso señala la
propia ley, a cuyo vencimiento ya no es posible el ejercicio
válido del derecho perseguido.

(…) La caducidad entraña el concepto de plazo extintivo


perentorio e improrrogable que impide el ejercicio de un

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derecho cuando la inactividad de la parte ha permitido que


transcurra el término previsto por la ley para activarlo, y
esto refleja que su presencia viene a pender en forma
exclusiva del hecho objetivo de su falta de ejercicio dentro
del tiempo preestablecido, sin atender razones de índole
subjetiva o que provengan en forma única de la voluntad o
capricho del interesado. Su efecto es automático en la
medida que no depende ni de la actividad del juez ni de las
partes, pues la regla está delimitada de antemano,
conociéndose su principio y su fin. Es la ley la que fija sus
extremos sin que esté dentro de la capacidad de los
afectados alterar su contenido.

La Corte, en torno de la caducidad, tiene dicho que ‘produce


ipso jure la extinción de la facultad de ejercer un derecho o
realizar un acto por no haberlo ejercitado dentro del término
perentorio señalado por la ley, y el juez no puede admitir su
ejercicio, una vez expirado el plazo, aunque el demandado
no la alegue…Cuando la ley señala un plazo para que
dentro de él se ejercite una determinada facultad procesal,
la expiración del mismo surte efecto preclusivo, y en
consecuencia, dicha facultad no puede ejercitarse
eficazmente’ (G.J. t, CXXXI, pág. 131).
(…) En este proceso es evidente que el término de caducidad
relativo al ejercicio por parte de Bernardo de Jesús Patiño
Franco de la acción de impugnación del reconocimiento, que
en forma voluntaria hizo de la menor Yury Andrea, es de
trescientos días siguientes a la fecha en que tuvo interés
actual y pudo hacer valer su derecho, término que parte, de
conformidad con lo antes expresado, del propio acto de
reconocimiento, esto es, del 4 de agosto de 1998, fecha en
la que, según el documento contentivo del registro civil de
nacimiento de la citada menor, visible a folio 119 del
cuaderno principal, se sentó el mismo. Significa lo
demostrado que para el 27 de septiembre de 1993, cuando
fue presentada la demanda de impugnación del
reconocimiento, con notoria largueza se hallaba fenecido el
tiempo otorgado al padre para hacer valer su derecho, es
decir, había caducado para él la oportunidad legal para
impugnar (CSJ, SC del 11 de abril de 2003, Rad. n.°
6657; negrillas y subrayas, fuera del texto).

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7.3. Súmase a lo anterior, que el Tribunal supuso la


prueba de que el actor conoció el contenido de la Resolución
6691 del 24 de agosto de 2010, expedida por la “Agencia
Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional –
Acción Social”, después del 22 de febrero de 2011, fecha en la
que aquél requirió a dicha entidad para que resolviera la
solicitud que desde “septiembre de 2010” le había elevado, con
el propósito de que reconociera en su favor la “Reparación
Individual Por Vía Administrativa”, por razón de la muerte de su
hijo Jhon Jairo Quiroz Herrera.

Pese a que esa autoridad no lo dijo expresamente, es


evidente que ella fincó esa inferencia en el escrito contentivo
del “Derecho de petición” que el actor le elevó a “ACCIÓN
SOCIAL”, que aparece recibido el 22 de febrero de 2011 (fl. 5,
cd. 1) y es del siguiente contenido:

Rubén Antonio Quiroz, identificado con la C.C. No. 661.684


de Guarne (Antioquia), en mi calidad de padre de Jhon Jairo
Quiroz Herrera fallecido el día 4 de abril de 1997, y teniendo
en cuenta que radiqu[é] ante esta entidad solicitud de
reparación individual vía administrativa con radicado No.
93069 en el mes de septiembre de 2010, solicito me informe
el estado de mi solicitud.

En caso de haberse emitido alguna decisión al respecto,


solicito indicarme los fundamentos para dicha decisión y
copia de la resolución o de las resoluciones emitidas
referente[s] a la reparación vía administrativa en
consecuencia a la muerte de mi hijo.

Recibo respuesta en la siguiente dirección:


Calle 55 # 51-17 barrio San Vicente Guarne.

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Inferir de dicha carta, cuando ella proviene del propio


demandante, que él se enteró del comentado hecho con
posterioridad a la misma, es permitirle al gestor de la
controversia fabricar su propia prueba, postura que riñe con
los principios que rigen la materia.

En suma, no militando en autos ningún elemento de


convicción que acredite la fecha en la que el accionante se
percató del hecho que el Tribunal tuvo como cimiente de su
interés para impugnar, resulta forzoso colegir que la
inferencia consistente en que tal enteramiento se dio con
posterioridad al 22 de febrero de 2011, fue fruto únicamente
de la inventiva de tal Corporación.

8. La conjunción de esos errores, por una parte,


soslayar que el demandante sabía de la accionada desde
cuando ésta nació y que a partir de ese momento estableció
que no era hija de su descendiente Jhon Jairo Quiroz
Herrera; y, de otro, suponer que aquél se enteró del
reconocimiento y pago a ella de la indemnización por la
muerte de su nombrado progenitor con posterioridad al 22
de febrero de 2011, fue la que condujo a que el ad quem
infiriera que a partir de este último hecho, surgió el “interés”
de aquél para impugnar la paternidad de LETTY ALEJANDRA
QUIROZ GIRALDO, análisis que deja al descubierto la
transcendencia de los yerros detectados.

9. El cargo, por consiguiente, prospera, ocasionado el


quiebre de fallo de segunda instancia.

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SENTENCIA SUSTITITUVA

1. Quedó dicho atrás, y ahora se ratifica, que el actor


supo de la existencia de la demandada desde cuando ella
nació -17 de mayo de 1987- y que desde esa fecha, él arribó
a la convicción de que no era hija de Jhon Jairo Quiroz
Herrera, fruto de los comentarios de la gente.

Tal aserto se deprende de la confesión que se analizó en


desarrollo del cargo primero de la demanda de casación y
aparece ratificado con la declaración rendida por la señora
Dora María Calderón Ospina, quien en audiencia practicada
el 21 de marzo de 2012, manifestó su conocimiento del
demandante y su familia, así como de la accionada y su
progenitora, porque toda la vía fue vecina de los primeros.

Precisó que desde cuando “la mamá de LETTY


ALEJANDRA estaba en embarazo se decía que el hijo que ella
estaba esperando no era hijo de JHON JAIRO, eso lo comentaba
mucha gente. Por eso es este proceso” . Añadió que “[e]llos eran
amigos, salían mucho, eran como novios”, sin que hubieran
vivido juntos.

Preguntada sobre la forma y el momento en el que el


demandante y su familia se enteraron de que Jhon Jairo
Quiroz Herrera no era el progenitor de la accionada,
respondió: “Ellos me comentaron que se había hecho una prueba
de ADN y que había salido negativa, eso hace como dos meses que
me comentó esta muchacha NINFA QUIROZ”.

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Interrogada si con anterioridad a dicha prueba, los


Quiroz Herrera “estimaba[n] que LETTY ALEJANDRA no
pertenecía a su familia”, contestó: “Ellos nunca aceptaron esa hija
como de allá, como de la familia; no la aceptaba[n] por los
comentarios que no era de JHON JAIRO; no la aceptaba[n] desde
que nació”, actitud que fue la del aquí demandante, quien
“también decía que no era de él” , lo que hizo “desde que la
muchachita nació por todos los comentarios” (fls. 1 a 3, cd. 2)

2. Siendo ello así, es claro que apenas sobrevino la


muerte de Jhon Jairo Quiroz Herrera, que acaeció el 4 de
abril de 1997, según el registro civil de defunción que obra a
folio 4 del cuaderno principal, su padre, el señor RUBÉN
ANTONIO QUIROZ RUIZ, parentesco comprobado con el
registro civil de nacimiento que figura a folio 3 ibídem, quedó
posibilitado para promover la presente acción, como se
explicó en el punto quinto de las consideraciones aducidas
para resolver el cargo primero que se introdujo en casación.

3. De suyo, entonces, que desde la fecha de tal


fallecimiento, se inició el término para que el actor, en su
condición de padre del reconociente, promoviera la presente
acción de impugnación de la paternidad del mismo en
relación con LETTY ALEJANDRA QUIROZ GIRALDO, ya se
tenga como tal el de 60 días, que regía para ese momento,
según el texto original del artículo 248 del Código Civil, o el
de 140 establecido en el artículo 11 de la Ley 1060 de 2006,
modificatorio de aquél, que era el vigente para cuando se
presentó la demanda.

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4. Como el libelo con el que se dio inicio al proceso data


del 23 de mayo de 2011, es incontestable que los dos
términos atrás mencionados transcurrieron sin el
gestionamiento de la acción y que, por lo mismo, ella, para
cuando se promovió, ya había caducado.
5. Así las cosas, habrá de confirmarse la sentencia de
primera instancia, sin que tengan acogida los planteamientos
con los que el demandante sustentó la alzada que contra ese
pronunciamiento planteó, pues como lo estableció la Corte al
desatar el cargo primero de la demanda de casación, el hecho
del reconocimiento y pago en favor de la accionada y de su
progenitora de la “Reparación Individual por Vía Administrativa”
derivada del fallecimiento de Jhon Jairo Quiroz Herrera, fue
posterior a cuando el promotor del proceso tuvo la convicción
de que aquélla no era hija de Jhon Jairo Quiroz Herrera y,
por lo mismo, no incidió en la formación de tal
convencimiento.

6. Además, es claro para esta Corte y así habrá de


mantenerse, que la única fuente de la filiación no es la
relación biológica, pues aún siendo la relación sexual entre
los padres la principal fuente de la filiación, no puede
considerarse como la única, ya que el consentimiento o la
voluntad también pueden llevar a una relación filial que no
puede desconocerse. Por eso se ha dicho que “No siempre
coinciden la filiación biológica o consanguínea con la filiación
jurídica o relación jurídica de filiación. La jurídica es más
rica y compleja que el mero hecho biológico, en cuanto
categoría jurídica y social que es y en la que se integran
elementos afectivos, volitivos, sociales y formales, en los que

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se destacan los importantes roles y funciones que la


sociedad y el derecho confieren a los protagonistas de la
relación filiatoria, de mayor trascendencia que la simple
vinculación biológica.” (La Cruz Berdejo, José Luis y otros,
Elementos de Derecho Civil IV, Familia, La Filiación, 2002,
pag. 317)

Por eso, aunque exista en ocasiones la prueba


biológica o por ADN (àcido desoxirribunucleico), existen
casos como el aquí estudiado en los que se potenciar los
valores de paz familiar, seguridad jurìdica, afecto filial y el
rol o funcionalidad de la relaciòn paterno filial,
desvalorizando la realidad biológica y estableciendo unos
esquemas de determinación de la filiación basados en la
voluntad unilateral o en determinadas presunciones, y
vedando la posibilidad de impugnación o investigación filial,
por fuera de esquemas legales previstos.

Como afirma el citado auto español, ambos sistemas


legales, el biológico y el jurídico o social, se advierten
injustos si se aplican con toda rigurosidad y rigidez, por lo
tanto debe estudiarse cada caso en particular para verificar
si prevalecen los afectos y el trato social, así como el
consentimiento del padre sobre lo puramente biológico para
que, aun conociendo la veracidad de la prueba científica, se
de prioridad a los afectos y se permita al hijo accionado
mantener el statu quo civil en la forma en que lo ha
sustentado durante toda su vida, impidiendo que razones
ajenas a intereses puramente familiares permitan
despojarlo de una filiación que ha detentado con la

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Radicación n.° 05615-31-84-002-2011-00216-01

aquiescencia de aquel que la ha tratado siempre como su


padre. Son casos en que una certeza jurídica o social debe
primar sobre la verdad biológica.

7. Las costas en segunda instancia correrán a cargo del


apelante. De conformidad con el parágrafo primero del
ordinal 1.1. del artículo 6º del Acuerdo 2222 de 2003,
expedido por la Sala Administrativa del Consejo Superior de
la Judicatura, se fija como agencias en derecho, una suma
equivalente a dos (2) salarios mínimos legales mensuales
vigentes a la fecha.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, CASA la sentencia
del 6 de febrero de 2013, proferida por el Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Antioquia, Sala Civil - Familia, en el
proceso que se dejó plenamente identificado en los comienzos
de este proveído y, actuando en sede de segunda instancia,
RESUELVE:

Primero: Confirmar el fallo dictado en este mismo


asunto, por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de
Rionegro, Antioquia, que data del veintisiete (27) de junio de
dos mil doce (2012).

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Segundo: Condenar en costas de segunda instancia, al


apelante. Se fija como agencias en derecho, una suma
equivalente a dos (2) salarios mínimos legales mensuales
vigentes a la fecha. La Secretaría del ad quem practique la
correspondiente liquidación.

Tercero: Sin costas en casación, por la prosperidad del


recurso.

Cópiese, notifíquese, cúmplase y, en oportunidad,


devuélvase el expediente al Tribunal de origen.

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO


Con ausencia justificada

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

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LUIS ALONSO RICO PUERTA

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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