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UNIVERSIDAD INCA GARCILASO DE LA VEGA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS


DERECHO PROCESAL CIVIL I
LA RELACION JURIDICA, RELACION JURIDICA SUSTANTIVA Y
RELACION JURIDICA PROCESAL
Con la existencia de un conflicto de intereses con relevancia jurídica,
se produce una relación jurídica sustantiva de intereses con
relevancia jurídica. El matrimonio – por ejemplo – es una relación
jurídica, la que se transformará desde una perspectiva procesal, en
una relación jurídica sustantiva cuando uno de los cónyuges desee
ponerle fin en oposición del otro cónyuge.
Adviértase que esta relación jurídica sustantiva puede tener solo
existencia jurídica aunque en la realidad no sea manifiesta. Es el
caso del matrimonio, en el que ambos cónyuges desean divorciarse.
Si bien en sentido material no hay conflicto, esto procesalmente no es
exacto, dado que ambos cónyuges deberán contender contra el
Ministerio Publico, a quien el sistema jurídico le ha impuesto el deber
de defender el matrimonio como bien jurídico tutelado por la
sociedad.
No se crea que una relación jurídica sustantiva siempre requiera la
existencia de una relación jurídica entre los contendientes. Si una
persona atropella a otra y le produce daños de los que se considera
exento de responsabilidad, a diferencia de lo que piensa el afectado,
sin duda se ha establecido entre ambos una relación jurídica
sustantiva.
Una relación jurídica sustantiva al contener un conflicto de intereses
con relevancia jurídica, genera en alguno de los que conforman, la
consideración de que puede reclamar al otro la satisfacción de sus
intereses. Esta aptitud para exigir que el contendiente reconozca el
interés reclamado se llama pretensión material. Ahora bien, si la
pretensión material es satisfecha, se acabó la relación jurídica
sustantiva y además, no habrá sido necesario que haya proceso. Sin
embargo, la negativa de la otra parte de satisfacer la pretensión
material es, el punto de partida del proceso contencioso.
El titular de la pretensión material rechazada no tiene en un Estado
de Derecho ninguna otra forma de ver satisfecho su interés que la de
recurrir a los órgano jurisdiccionales. Para que esto ocurra, debe
hacer uso de su derecho de acción, cuya manifestación concreta es la
demanda. Este acto jurídico procesal dirigido al Estado – dado que es
quien en exclusiva otorga tutela jurisdiccional – contiene una
pretensión dirigida a una persona concreta.
Esta pretensión contenida en la demanda ya no es la materia a la que
nos hemos estado refiriendo. A pesar que intrínsecamente es la
misma, pasa a denominarse pretensión procesal, en tanto va a ser
discutida, probada, alegada y al final decidida, dentro de un proceso.

JURISDICCION.- La palabra jurisdicción deriva de la palabra latina


jus dicere, que quiere decir “declarar el derecho”. Sin embargo, la
palabra jurisdicción, en nuestro país, como en los demás países
latinoamericanos, tiene varias acepciones que no corresponden a su
verdadero concepto. Unos conciben a la jurisdicción como ámbito
territorial, cuando por ejemplo dicen que tal inmueble está ubicado
en la jurisdicción de determinado Juez. Otros conciben a la
jurisdicción como sinónimo de la competencia, cuando, verbi gratia,
dicen que ese Juez no tiene competencia porque le han quitado el
título que ostentaba. Finalmente, otros conciben a la jurisdicción
como un conjunto de poder o potestades, cuando afirman, por
ejemplo, que tal organismo público tiene jurisdicción, refiriéndose a
una potestad o a una prerrogativa para imponer una multa por haber
infringido una regla de tránsito. Sin embargo, como advierte Couture,
el Juez, si bien tiene la facultad de juzgar, tiene también el deber de
hacerlo; tiene un deber-poder.
La correcta acepción de la jurisdicción es el deber que tiene el Estado,
mediante los jueces, para administrar justicia. Es que la jurisdicción
debe concebirse como una función que ejerce el Juez como integrante
de un órgano judicial al resolver los conflictos que se le someten a su
decisión. El Estado ejerce esa función cuando se presentan
determinados presupuestos. Aclaremos esta afirmación. Cuando las
personas, en sus relaciones jurídicas, conforman su conducta a los
preceptos de la ley, no se produce ninguna alteración, caso en el cual
la norma se cumple espontáneamente. Empero, cuando la conducta
de las personas se resiste a cumplir la norma, cuando a la pretensión
de una persona se opone la resistencia de la otra, sea porque niegue
su legitimidad o porque contra ella se plantea una pretensión
contraria, se produce lo que constituye una controversia o un
conflicto de intereses o una incertidumbre jurídica por
contraposiciones de pretensiones. En este estado de cosas, el Estado
puede intervenir para establecer el orden jurídico alterado, en unos
casos a instancia de parte y en otros a instancia oficial o de algún
organismo público, como ocurre en nuestro medio tratándose de la
mayoría de delitos, en los que el Ministerio Publico es el titular de la
acción. Producido el conflicto de intereses en materia civil, si no hay
posibilidad de resolverlo recurriendo a medios pacíficos y amigables,
no queda otro camino que recurrir al Estado a fin de que por
intermedio de sus organismos jurisdiccionales resuelva la
controversia aplicando la ley. Esa es la esencia de la función
jurisdiccional.
El instrumento que hace uso el Estado para ejercer su función
jurisdiccional es el proceso. El Estado, para cumplir con esa función,
ha tenido que establecer los organismos encargados del ejercicio de
ella, ha determinado sus competencias y ha establecido las reglas de
procedimiento para el debate judicial correspondiente. Para que la
jurisdicción cumpla con sus fines, la ley les confiere a los jueces una
serie de poderes, como las de resolver los conflictos que se le someten
a su decisión, la de ejecutar lo resuelto, la de recurrir a la fuerza
pública para hacer cumplir sus decisiones, etc.
Consecuentemente es pertinente definir a la jurisdicción como
una función que ejerce el Estado por medio de los jueces
integrantes de los organismos jurisdiccionales que componen el
Poder Judicial, los que, utilizando el proceso como instrumento,
dirimen los conflictos de trascendencia jurídica o resuelven las
incertidumbres jurídicas que se les someten a su conocimiento y
decisión, mediante resoluciones que adquiere la categoría de
cosa juzgada, susceptibles de ejecución en los casos en que la
decisión final dispone el cumplimiento de una prestación.
CLASIFICACION DE LOS PROCESOS
A manera de introducción deberíamos conocer un poco de los
sistemas procesales: Sistema Dispositivo, Sistema Inquisitivo y
Sistema Mixto
Las principales características de estos sistemas procesales (pues hay
otras clasificaciones como aquella que clasifica en sistemas
procesales orales y escritos entre otros).
DISPOSITIVO: En este sistema, el impulso para que el proceso avance
corresponde a las partes; sus características esenciales son las
siguientes:
- La parte actora decide si ejercita o no el derecho de acción
- Le corresponde al demandado decidir si hace valer o no la
reconvención. No será obligatorio por el juzgador oponer u
orientar una reconvención
- Las partes toman la decisión de aportar las pruebas que
estimen pertinentes para demostrar los hechos que han
aducido dentro del juicio. El Juez se atiene a los elementos
probatorios que las partes han aportado.
En este sistema dispositivo, el Juez debe tener por cierto los hechos
en que las partes estuviesen de acuerdo. En realidad, aparentemente
en todo proceso existe una verdad material y una verdad real. La
verdad material presenta los hechos tal y como ocurrieron. Por
ejemplo, si una persona tiene un accidente automovilístico, la parte
agraviada y supuestamente ganadora, demanda exponiendo los
hechos con fundamento a las razones que pretende tener en el
accidente, imputándole a la otra parte la culpa. Pero entonces puede
ocurrir que la otra parte le proponga un arreglo, mediante le cual la
parte actora desiste de la demanda y el demandado a su vez, le da
una cantidad de dinero. El actor le puede decir al juez que los hechos
en verdad no ocurrieron tal como el los expuso, y el demandado le
paga al actor para que esos hechos materiales no aparezcan en el
proceso. En este caso, el juez da como buena, la verdad formal y
tiene como ciertos los hechos en que las partes concuerdan, según el
principio antes expuesto.
Pero como el sistema dispositivo es una concepción en la cual se
asigna al juez y a las partes distintas posiciones, el juez a su vez, no
puede condenar sino de acuerdo a lo pedido en la demanda. Esto
corresponde al Principio de Congruencia en la decisión judicial, que
obliga al juez a decir de acuerdo con lo alegado y conforme a lo
pedido en la demanda y lo expuesto en su contestación por el
demandado.
De esta forma se dice que una decisión judicial es incongruente por
tres aspectos distintos:
- Cuando el juez da u otorga en la sentencia más de lo pedido por el
actor, en cuyo caso la sentencia esta viciada por plus o ultra petita.
- Cuando el sentenciador sustituye una de las pretensiones del
demandante por otra, o cuando además de otorgar las pretensiones
solicitadas, concede algo adicional. En este caso, la sentencia es
incongruente por extra petita.
- Cuando se deja de resolver sobre alguna de las pretensiones
pedidas o sobre alguna excepción perentoria, o en materia penal
sobre alguna imputación penal. En estos casos la incongruencia por
citra petita.

INQUISITIVO: En este sistema, la actuación del juzgador es


predominantemente oficiosa. No espera la instancia de la parte. De
propia iniciativa da comienzo al procedimiento y el impulso del
proceso está sujeto a su actividad y no a la actuación de las partes.
Jorge Urquizo Pérez (en: “Practica Forense Civil” Editorial Justicia,
año 1995), precisa que el sistema procesal inquisitivo se caracteriza
por que el Juez de oficio inicia la investigación y realiza toda la
actividad procesal orientado a reconstruir los hechos y llegar a la
verdad. Con este objeto utiliza todos los medios probatorios que le
está permitido, impulsa el proceso de oficio, dirige en forma personal
y directa todas las diligencias y actuaciones judiciales.
Este sistema se caracteriza por las amplias facultades y poderes que
goza el Juez como director del proceso, para lograr la reconstrucción
artificial de los hechos en el proceso y establecer quien tiene la razón,
llegando a la verdad real procesal.

Si observamos los dos sistemas, se advierte que en el Sistema


Dispositivo corresponde a las partes el ejercicio de la pretensión y
ellas fijan la cuestión litigiosa, es decir el thema decidendum;
establecen los hechos y utilizan los medios de prueba que estimen
más ventajosos dentro de lo permitido por la ley. En este caso el
papel del juez es pasivo. En cambio, en el Sistema inquisitivo el juez
actúa activamente, averigua los hechos y trata de descubrir la verdad
material frente a la verdad formal. Sin embargo, los sistemas en
verdad no son absolutos, porque no hay un proceso puramente
Dispositivo o Inquisitivo. En el Sistema dispositivo, se admiten
ciertas facultades por las cuales el Juez puede completar su
conocimiento de los hechos, como las pruebas de oficio para mejor
resolver. Por eso no puede hablarse de la prevalencia de un Sistema
sobre el otro.
MIXTO: En este sistema, los jueces y tribunales pueden hacer las
siguientes funciones como por ejemplo:
- Aclaraciones a sus sentencias, de oficio o a instancia de parte
dentro del plazo que se establece en el respectivo código
procesal u norma adjetiva.
- La caducidad de la instancia por inactividad de las partes
pueden ser declaradas de oficio o a petición de parte.
- El juez puede invocar los hechos notorios aunque no haya sido
alegados por las partes.
Ahora bien, la clasificación que nuestro Código Procesal Civil es
aquella que divide a los procesos civiles en procesos contenciosos y
procesos no contenciosos
Procesos Contenciosos: Aquellos que tienen por objeto la resolución de
un conflicto de intereses mediante el pronunciamiento de una
sentencia con autoridad de cosa juzgada. Los sujetos del proceso
contencioso reciben el nombre de partes procesales.

Procesos No Contenciosos: o de jurisdicción voluntaria, son aquellos


en los que se ventilan asuntos en que no existe, al menos en teoría,
conflicto de intereses o litigio, vale decir, no hay sujetos que asuman
la calidad, propiamente dicha de demandante y demandado sin que
ello obste que, dentro de nuestro sistema, se presente la figura de la
oposición. En tales procesos o procedimientos quienes los promueven
solicitan, por lo general, en sede judicial o notarial, que se preste
autorización para llevar a cabo ciertos actos jurídicos, o que se
homologuen o aprueben estos, o que se documente, certifiquen o
declaren determinadas situaciones también de orden jurídico, o
finalmente se pide que se fijen plazos o se dispongan medidas de
protección.
Características:
- En el proceso no contencioso no existe controversia, ni dualidad
entre las partes. Se trata de actuaciones ante los jueces, para la
solemnidad de ciertos actos o para el pronunciamiento de
determinadas resoluciones que los tribunales deben dictar.
- No hay confrontación de pretensiones contrarias. Como no hay litis,
no hay contendientes. Por lo tanto, no existe confrontación de
pretensiones contrarias.
Competencia notarial en asuntos contenciosos y no contenciosos
La Ley 26662 establece la competencia notarial en asuntos no
contenciosos, no comprende el otorgamiento de la competencia de
todos los asuntos no contenciosos regulados en el CPC sino solo
aquellos en los que la naturaleza de la situación exista un riesgo
menor que pueda generarse un conflicto de intereses. Entre los temas
no contenciosos que conoce ahora el Notario tenemos: i) Rectificación
de partidas, ii) Adopción de personas capaces; iii) Patrimonio
Familiar; iv) Inventarios; v) Comprobación de Testamentos; vi)
Sucesiones Intestadas. La ley 27517 estableció tres tramites no
contenciosos adicionales: i) Prescripción adquisitiva de dominio; ii)
Rectificación de áreas, linderos y de medidas perimétricas; iii)
Procedencia de títulos supletorios.
El motivo que se encarguen estos asuntos a los Notarios es la
descarga procesal para el Juez que anteriormente conocía en forma
exclusiva estos asuntos.
En el Perú, el Notario no conoce asuntos contenciosos.
Dentro de los Procesos de Conocimiento que regula nuestro CPC se
encuentran el proceso de conocimiento, abreviado y sumarísimo.
El Proceso de Conocimiento. Definición. Proceso de conocimiento
propiamente dicho, abreviado y sumarísimo. Similitudes y
diferencias.
Definición de Proceso de conocimiento: Son aquellos procesos que
tienen por objeto la resolución de asuntos contenciosos que
contienen conflictos de mayor importancia o trascendencia;
estableciéndose como un proceso modelo y de aplicación supletoria
de los demás procesos que señale la ley.
En el proceso contencioso (o de cognición) el órgano jurisdiccional
está llamado a juzgar, esto es, a ejercitar la actividad más
característica de su función, la de declarar entre dos contendientes –
con la solemnidad y con los efectos de la sentencia – quién tiene la
razón y quien no la tiene.
Proceso de conocimiento propiamente dicho: Es el más
importante de los procesos civiles que regula nuestro código adjetivo,
específicamente desde el artículo 475 al 485 del mencionado código.
Asimismo, el CPC en su Art. 476, correspondiente a la postulación
del proceso señala que el proceso de conocimiento se inicia con la
actividad regulada en la Sección Cuarta.
Proceso abreviado: También es un proceso de cognición, con la
particularidad que si ha de asumirse tal procedimiento como
mecanismo a través del cual se debatirán las pretensiones, se debe
tener en cuenta referentes como la cuantía y materia de la
pretensión; sin embargo hay casos en que al margen de los
parámetros de la competencia objetiva, esta vía procedimental se
encuentra establecida por ley o por que el juez la fija, en atención a la
naturaleza de la pretensión en debate.
Los incisos del 1 al 6 del Art. 486 del CPC hacen referencia a la
naturaleza de la pretensión, como condicionante para asumir el
procedimiento abreviado. Otro referente es la cuantía de la
pretensión, tal como se advierte de lo regulado en el inciso 7; sin
embargo hay supuestos que no tienen una vía procedimental propia,
son inapreciables en dinero o hay duda sobre su monto. En estos
casos, también es permisible acoger el debate de ellos bajo las reglas
del procedimiento abreviado. Sin embargo se puede apreciar que el
inciso 8 (“los que no tienen una vía procedimental propia, son
inapreciables en dinero o hay duda sobre su monto o, por la
naturaleza de la pretensión, el juez considere atendible su empleo”)
del citado Art. 486 CPC reproduce los referentes para el
procedimiento de conocimiento, señalado en los incisos 1 y 3 del Art.
475 CPC, pero lo que se reserva de particular el procedimiento de
conocimiento, son las pretensiones complejas, que por su particular
naturaleza requieran de un amplio debate judicial.
De la norma establecida en el Art. 486 CPC, materias como el
retracto, titulo supletorio, prescripción adquisitiva y rectificación de
áreas o linderos; responsabilidad civil de los jueces, expropiación y
tercerías son materias calificadas expresamente para ser debatidas
bajo el procedimiento abreviado.
Proceso sumarísimo: Es otro de los modelos que operan con los
procesos de cognición. En el Art. 546 CPC se fijan las pautas para
recurrir a esta vía procedimental, tomando como referentes a la
cuantía y materia de la pretensión; sin embargo, hay casos en que al
margen de los parámetros de la competencia objetiva, esta vía
procedimental se encuentra preestablecida por ley o porque el juez la
fije, en atención a la naturaleza de la pretensión en debate. Los
incisos 1 al 5 del Art. 546 CPC hacen referencia a la naturaleza de la
pretensión (alimentos, separación convencional y divorcio ulterior,
interdicción, desalojo o interdictos) para asumir este modelo
procedimental bajo los criterios que describe el articulo 547 CPC.
Cuando la “pretensión es inapreciable en dinero o hay duda sobre su
monto” se acoge el debate bajo las reglas del procedimiento
sumarísimo. Este criterio también aparece reproducido para los
procesos que se promuevan en la vía abreviada y de conocimiento; al
igual que los procesos que no tengan una vía procedimental propia,
sin embargo, hay un criterio que no se reproduce en los modelos
anteriores, cual es “la urgencia de la tutela jurisdiccional”.
Mediante este procedimiento sumarísimo se responde a un diseño
lato, de reducidos plazos y limitado debate probatorio, a fin de lograr
respuestas rápidas, todo ello justificado por la urgencia de obtener
tutela jurisdiccional, pero, en este caso, será el juez quien califique
las circunstancias que hagan atendible dirigir el debate de la
pretensión por un modelo sumarísimo. Es el caso del reconocimiento
de la unión de hecho entre dos personas libres de impedimento legal,
cambio de identidad por modificación de sexo, cambio de nombre
para alterar su identificación, entre otros. Aun mas, hay que tener
presente que “el juez está facultado para adaptar la demanda a la vía
procedimental que considere apropiada, siempre que sea factible su
adaptación” (Inc. 1 Art. 51 CPC).
Otro referente para establecer la vía procedimental es la cuantía de la
pretensión (no mayor de 100 UIT).
El art. 49 de la Ley Orgánica de Municipalidades No. 27072 refiere
que la autoridad municipal puede demandar autorización judicial, en
vía sumarísima, para la demolición de obras inmobiliarias que
contravengan las normas legales, reglamentos y ordenanzas
municipales.
El CC también establece el procedimiento sumarísimo en los
siguientes casos: alimentos para herederos forzosos del ausente (art.
98), convocatoria a asamblea general de asociación (art. 85 CPC),
perdida del deudor a derecho del plazo (art. 181) entre otras más …

También nuestro CPC, regula el Proceso Único de Ejecución.


Definición y clases
Los procesos de Ejecución. Definición y clases (Art. 693 CPC)
A partir de la expedición del D. Leg. 1069 publicado el 28/06/2008
ya no es posible hablar de procesos de ejecución, sino de “proceso
único de ejecución”. Este proceso no busca la constitución o la
declaración de una relación jurídica sino satisfacer un derecho ya
declarado.
El proceso de ejecución es definido como aquel que, partiendo de la
pretensión del ejecutante, realiza el órgano jurisdiccional y que
conlleva un cambio real en el mundo exterior, para acomodarlo a lo
establecido en el título que sirve de fundamento a la pretensión de la
parte y a la actuación jurisdiccional.
Para Couture el derecho entra aquí en contacto con la vida, de tal
manera que su reflejo exterior se percibe mediante las
transformaciones de las cosas y lo explica así: “si la sentencia
condena a demoler el muro, se demuele; si condena a entregar el
inmueble se aleja de él a quien lo ocupen; si condena a pagar una
suma de dinero y esta no existe en el patrimonio del deudor, se
embargan y se venden otros bienes para entregar su precio al
acreedor. Hasta el momento, el proceso se había desarrollado como
una disputa verbal, simple lucha de palabras; a partir de este
instante cesan las palabras y comienzan los hechos”.
La jurisdicción no se limita a declarar el derecho, comprende también
la ejecución del mismo. Como las sentencias declarativas y
constitutivas no imponen el dar, hacer u omitir algo, la ejecución se
dirige a asegurar la eficacia práctica de las sentencias de condena.
El que la sentencia declare que el demandado adeuda una cantidad
de dinero al demandante y le condene a pagarla no supone tutela
efectiva. Para que esta se logre es necesaria una actividad posterior
que puede realizarse de dos maneras: cumpliendo el obligado, de
manera voluntaria, la prestación que le impone la sentencia o
ingresando, ante su resistencia, a la ejecución forzosa de la
prestación. Lo interesante de esta etapa es que la ejecución permite
algo que hasta el momento de la cosa juzgada era imposible. Ya no se
trata de obtener algo con el concurso del adversario, sino justamente
en contra de su voluntad. Ya no se está en presencia de un obligado,
como en la relación de derecho sustancial, sino en presencia de un
subjectus, de un sometido por la fuerza coercible de la sentencia.
En síntesis, podemos señalar que proceso de ejecución es aquella
actividad con la cual los órganos judiciales tratan de poner en
existencia coactivamente un resultado práctico, equivalente a aquel
que habría debido producir otro sujeto, en cumplimiento de una
obligación jurídica. Es, pues el medio por el cual el orden jurídico
reacciona ante la trasgresión de una regla jurídica concreta, de la
cual surge la obligación de un determinado comportamiento de un
sujeto a favor de otro.
Clasificación: El objeto de la ejecución está determinado por las
modalidades de las obligaciones, las que pueden ser positivas o
negativas. Las positivas se sustentan en la realización de una
determinada actividad, en la satisfacción de una determinada
prestación, sea de dar o hacer; en cambio, en las negativas opera la
omisión o abstención del deudor o no realizar determinada actividad.
La obligación de dar, se califica como aquellas prestaciones que
tienen como finalidad la transferencia de la titularidad de una
situación jurídica o la entrega de un bien.
En las obligaciones de hacer no se exige la presencia de los bienes,
desde que se trata de una actividad, de un servicio, de una energía
que debe realizar el deudor en el plazo y modo pactado o, en su
defecto en los exigidos por la naturaleza de la obligación o las
circunstancias del caso (Art. 1148 CC).
Las obligaciones de no hacer son negativas y consisten en una
abstención, una omisión, una falta de acción por parte del deudor, es
la omisión en realizar una conducta que puede atender a una
indefinida duración en el tiempo (prohibición de elevar un piso en un
edificio quitando las vistas a otro) o referirse a uno o unos pocos
actos determinados (no gravar durante un plazo un disco con otra
compañía) o en una mera tolerancia que otra persona realice una
conducta (permitir que el actor utilice un camino particular,
habiéndose declarado la existencia de una servidumbre de paso).

Igualmente, nuestro CPC regula el Proceso Cautelar. Definición,


clases y presupuestos
Los procesos cautelares. Definición, clases y presupuestos
Definición: Los procesos cautelares se definen como todas aquellas
injerencias legitimas de la autoridad en los derechos fundamentales y
son instauradas como medios para lograr los fines del proceso.
Es así que la medida cautelar no puede ser considerada como un
proceso ya que no otorga ninguna satisfacción. Sólo es una
herramienta del proceso capaz de procurar la eficacia de éste.
Podemos decir que con respecto a su carácter procesal no son
muchas las diferencias entre las medidas cautelares penales con las
civiles ya que en ambas son un medio para lograr los fines del
proceso.
Es así que, con respecto al proceso civil, en el proceso cautelar (Título
IV del CC) el juez, a petición de una de las partes, adelanta ciertos
efectos o todos de un fallo definitivo o el aseguramiento de una
prueba, al admitir la existencia de una apariencia de derecho y el
peligro que puede significar la demora producida por la espera del
fallo definitivo o la actuación de una prueba.
Finalidad: El proceso cautelar tiene por finalidad el aseguramiento
del cumplimiento del fallo definitivo; con respecto a la finalidad
abstracta esta sirve de medio a través del cual el órgano
jurisdiccional se prestigia. La confianza y seguridad de la sociedad en
el órgano jurisdiccional, dependerá de la eficacia que se logre en los
fallos.
Presupuestos: Exp. No. 24565-99 del 09/09/2000. Sala de Procesos
Sumarísimos de la Corte Superior de Lima: “La función cautelar se
caracteriza por ser conservativa o aseguradora del derecho, de
manera que sólo se requiere la apariencia que existan intereses
sustanciales, que en doctrina se conoce como el fumus bonis iuris,
lo cual no requiere de certeza del derecho sino de la posibilidad o
probabilidad de la existencia del mismo, además del llamado
periculum in mora, es decir, del hecho natural o voluntario que es
capaz de producir un daño”.
Piero Calamandrei: el proceso cautelar y, por consiguiente las
medidas cautelares no tendrían lugar por innecesarias, si los fallos
judiciales fueran pronunciados con celeridad y oportunidad. El
proceso y su desarrollo no siempre breve, obliga a que el propio
Estado reconociendo tal hecho regule en su ordenamiento procesal
medidas que garanticen la efectividad de las decisiones judiciales que
se pronuncien en los llamados procesos principales.
Clases:
1. Para una futura ejecución forzada:
EL EMBARGO (Art. 642 CPC): Mediante el embargo se busca
garantizar el resultado del juicio, es decir que exista la seguridad
plena que cuando se dicte la sentencia firme se pueda ejecutar
voluntaria o forzadamente la obligación mandada.
EL SECUESTRO (Art. 643 CPC): El secuestro conservativo se da solo
en vía ejecutiva y sin requerir que el bien afectado sea objeto de la
litis, este puede recaer en cualquier bien del deudor.
LA ANOTACION DE LA DEMANDA EN LOS REGISTROS PUBLICOS
(Art. 673 CPC): Esta se da a efectos de que en virtud del principio de
publicidad registral, personas ajenas al proceso puedan informarse
de la existencia de dicho proceso. El juez debe remitir copias de la
demanda, la resolución que la admite y de la cautelar.
2. Temporales sobre el fondo. El Juez tomando en cuenta la
necesidad del solicitante o el fundamento que demuestra la demanda
puede adelantar en algún extremo la sentencia o la totalidad de esta.
Exp. 251-95 del 23/12/1995 Cuarta Sala Civil de la Corte Superior
de Justicia de Lima: La medida temporal sobre el fondo consiste en la
ejecución anticipada de lo que el juzgador va a decidir en la sentencia
en su integridad o solo en aspectos sustanciales, por la necesidad
impostergable del que la pide o por la firmeza del fundamento de su
acción y prueba que aporta.
3. Innovativas: Cuando el juez restituye al estado de hecho o de
derecho que se tenía cuando se interpuso la demanda; esto siempre y
cuando resulte necesario para asegurar la efectividad de la sentencia.
4. De no innovar: Lo que se busca es evitar el daño por medio del
mantenimiento del statu quo y no de hacer prevalecer éste por si
mismo, en atención a su valor abstracto.
Exp. 17518-98 del 02/11/1998 Sala de Procesos Abreviados y de
Conocimiento de la Corte Superior de Justicia de Lima
La medida cautelar innovativa se distingue, por ser mas excepcional
que la de prohibición de innovar, por que adelanta los efectos de la
sentencia de mérito como si la misma hubiera sido fundada,
situación que reviste un riesgo mucho mayor. No es suficiente para
dicha medida la contracautela en forma de caución juratoria para
garantizar el resarcimiento de los posibles daños que pudieran
ocasionar la medida. Además de los presupuestos señalados en el
artículo 611 del CPC requiere también la irreparabilidad del perjuicio,
es decir que el peticionante debe acreditar al Juez, que si no hace
ahora lo que pide, nunca más se va a presentar el estado de cosas
que se tiene.

LOS PRESUPUESTOS PROCESALES


Concepto de los presupuestos procesales.
Carnelutti afirma lo siguiente “Los presupuestos se refieren a lo que
debe existir antes del acto, en la persona que actúa o en la cosa sobre
la cual se actúa, a fin de que el acto sea jurídico, esto es, de que
deriven de él efectos jurídicos”
Para los efectos de nuestro curso, para que en un proceso se
produzca una relación jurídica procesal valida, no basta la
interposición de la demanda, la presencia de las partes y la
intervención del Juez. Para que un proceso sea válido y eficaz deben
estar presentes en él los denominados presupuestos procesales, unos
de orden formal y otros de orden material o de fondo. Los
presupuestos procesales de forma son: a) la competencia; b)
Capacidad procesal; y c) Los requisitos de la demanda; y los
presupuestos procesales de fondo o materiales o también
llamadas condiciones de la acción son: a) la existencia del derecho
que tutela la pretensión procesal, lo que otros denominan la voluntad
de la ley; b) la legitimidad para obrar; y c) el interés para obrar.
Los presupuestos procesales de forma y de fondo son requisitos
ineludibles para que se genere una relación jurídica procesal valida y
para que, por consiguiente, exista proceso valido para resolverse sobre
el fondo de lo pretendido y no dictar sentencias meramente inhibitorias.
Conforme se desprende del artículo 465 inciso 1) del CPC, culminada
la etapa postulatoria (que comprende desde la demanda hasta la
absolución de la reconvención, si la hubiera), el juez procede a sanear
el proceso (elimina los vicios procesales incurridos), declarando la
existencia de una relación jurídica procesal valida.
Los presupuestos procesales materiales, también llamados
condiciones de la acción o presupuestos procesales de fondo son las
condiciones necesarias que propician la emisión de una sentencia de
mérito, es decir para que una pretensión procesal hecha valer con la
demanda sea objeto de pronunciamiento por el Juez. Su falta
impedirá al Juez pronunciarse sobre el fondo del litigio, generándose
de esta forma lo que en doctrina se conoce como sentencia
inhibitoria.
Los Presupuestos Procesales (DE FORMA)
a) La competencia del Juez: Constituye uno de los presupuestos
procesales fundamentales. Sin embargo, el Art. 427 del CPC
considera como una causal de improcedencia de la demanda
(Inc. 4) no obstante que el Código establece que el Juez declara
la improcedencia de un acto procesal si la omisión o defecto es
de un requisito de fondo (Art. 128 del CPC).
Tratándose de la competencia absoluta, que comprende a la
competencia por razón de la materia, de la jerarquía, de la
cuantía y de turno, la intervención del Juez incompetente, da
lugar a una relación jurídica procesal invalida y su
incompetencia puede ser declarada de oficio.
En cambio tratándose de la competencia relativa, que
comprende la competencia por razón de territorio, puede
producirse, si no se cuestiona oportunamente la intervención
del Juez, la prórroga de la competencia, dando lugar a la
validación del proceso y su incompetencia puede ser declarada
a instancia de parte.
La competencia absoluta no puede ser variada por acuerdo
entre las partes, en cambio la competencia relativa puede ser
acordada y pre-establecida por las partes, esto es lo que se
conoce como “prorroga convencional de la competencia”.
Inclusive si la competencia relativa no es cuestionada por el
demandado se produce la “prorroga tacita de la competencia”.
Si una demanda pasó el filtro de la calificación y el demandado
no cuestionó la competencia relativa (excepción de
incompetencia) el juez ya no podrá declararla de oficio, tampoco
podrá pronunciarse sobre ella al momento de revisar la relación
procesal con el objeto de emitir el saneamiento (aquí ya no
hablamos de un Presupuesto Procesal sino de un Impedimento
Procesal).
En cambio el carácter de absoluta e inmodificable que tiene la
otra competencia, otorga al juez la posibilidad de declarar su
incompetencia de oficio e inclusive puede motivar la invalidez
de la relación procesal.
b) La capacidad procesal de las partes: Es la aptitud para
comparecer personalmente, por si mismo en el proceso. Su
equivalencia lo encontramos en el Derecho Civil en la
capacidad de ejercicio que, según su Art. 42, se adquiere
cuando se haya cumplido 18 años de edad. Tienen Legitimatio
ad processum todos los que conforme al Código Civil tienen
capacidad de obligarse sin necesidad de autorización de otras
personas. Solo las personas naturales tienen capacidad
procesal, en tanto que las personas jurídicas no tienen
capacidad procesal, pues por ellas, se apersonan al proceso las
personas naturales.
Cabe agregar que no es suficiente para tener capacidad
procesal que la persona natural haya cumplido 18 años de
edad, sino que esa persona no se halle en las circunstancias de
incapacidad absoluta o relativa señaladas por el Código civil
(Art. 43 y 44), quienes no pueden ejercer por si mismo sus
derechos civiles y por tanto no podrían ejercer una acción
procesal validamente.
La capacidad procesal está vinculada a la capacidad de
ejercicio, sin embargo no en todos los casos la capacidad
procesal es sinónimo de capacidad civil de ejercicio, pues se
puede tener capacidad procesal (es decir participar en el
proceso como actor y producir actos procesales validos) sin
tener capacidad de ejercicio (es decir, haber adquirido la
mayoría de edad). Verbigracia, el menor de 16 años que
demanda la nulidad de matrimonio sin necesidad de contar con
mayoría de edad, esto por el hecho de contraído matrimonio a
los 16 años.
Se puede participar en el proceso por derecho propio, es decir,
por ser parte de la relación material (parte material). También
una persona que sin ser parte de la relación sustantiva puede
ser parte de la relación procesal (representación procesal). Con
lo que colegimos que no siempre el sujeto de derecho que es
parte de la relación procesal es parte de la relación material o
titular del derecho material.
c) La demanda en forma (requisitos de la demanda): La demanda
es el acto procesal que da inicio al proceso. Para Ticona
Postigo, es la forma o modo como se ejercita el derecho de
acción, por lo tanto, entre acción y demanda existe una
relación de derecho a ejercicio del derecho. Agrega este autor
que, con la sola presentación de la demanda tiene lugar el
inicio de la relación jurídica procesal, pues la presentación
importa el ejercicio de un derecho procesal por parte del
demandante
La demanda es de naturaleza compleja, pues es a la vez acto
iniciador del proceso, ejercicio inicial del derecho de acción,
apertura la instancia, es el acto principal del actor, en un acto
de petición y postulación; sin embargo, como todo acto
procesal, la demanda no puede ser una manifestación del
“estilo personal” – indica Nelson Ramírez – sino que debe
cumplir los requisitos que señala la ley.
Monroy Gálvez explica que, quien ejercita su Derecho de
acción y lo viabiliza a través de su demanda, debe cumplir con
un conjunto de requisitos al momento de interposición.
Algunos de estos requisitos son de forma y regularmente
consistente en la obligación de acompañar anexos a la
demanda o acompañar a esta algunas formalidades que la
hagan viable (la firma del abogado, las tasas correspondientes
son un ejemplo de ello). Por otro lado, hay algunos requisitos
llamados de fondo, porque son intrínsecos, es decir están
ligados a la esencia de la demanda como acto jurídico procesal
(así, identificar con precisión la pretensión, precisar la calidad
con la que se demanda, plantear debidamente una
acumulación, etc.).
Ticona Postigo manifiesta que, normalmente – aunque no es
absoluto – los requisitos de forma se refieren a la demanda en
general, y los requisitos de fondo a la pretensión en particular.
Agrega que los artículos 424 y 425 del CPC regulan los
requisitos generales de la demanda para todo tipo de procesos
contenciosos y también el Código señala los requisitos para
iniciar determinados procesos.
Los Presupuestos Materiales
Los tratadistas Chiovenda, Alsina, Devis Echandía, Vèscovi, sostienen
que los presupuestos materiales son a) el derecho, denominado
también voluntad de la ley o posibilidad jurídica de la pretensión; b)
legitimidad para obrar; y c) interés para obrar. Además sostienen
que estas deben ser verificadas por el Juez al momento de emitir su
sentencia.
a) Voluntad de la ley: Se dice que la pretensión no es posible
jurídicamente cuando no se encuentra permitida o garantizada
por el derecho objetivo – la ley – o el sistema jurídico vigente o
sea contraria a estos.
Así por ejemplo no será posible, jurídicamente hablando, la
pretensión de adquisición de propiedad por prescripción
respecto de un bien de uso público, por haber poseído el
demandante dicho bien con ánimo domini por más de 10 años
en forma continua, pacifica, publica y como propietario, en
razón de que según nuestra constitución tales bienes son
imprescriptibles.
Tampoco será jurídicamente posible pretender el cumplimiento
de un contrato celebrado entre cónyuges, respecto de un bien
social, en razón de que la ley ha prohibido la celebración de
tales contratos.
Sobre este tema cabe precisar que nuestra norma procesal civil
ha precisado en el inciso 3 de su artículo 438, que no es
posible jurídicamente iniciar otro proceso por el mismo
petitorio.
b) La legitimidad para obrar o legitimidad sustantiva o legitimidad
en la causa (Legitimatio ad causam): El demandante, salvo los
casos excepcionales de legitimación extraordinaria prevista en
la ley y que se presenta bajo la figura de la sustitución
procesal, debe invocar la titularidad del derecho subjetivo que
está haciendo valer ante el Juez.
El juez debe verificar que el demandante integra como sujeto
activo en la relación jurídica material que se describe en la
demanda, de tal manera que su legitimidad aparezca de modo
diáfano y directo, es decir sin que exista lugar a dudas de ello.
En la fase preliminar, es decir en la fase postulatoria del
proceso, se cumple con tal requisito cuando el demandante
señala ser titular de la relación material, en todo caso la
prueba de ello se establecerá luego de la actuación de la prueba
respectiva, lo que obviamente no puede verificarse en el umbral
del proceso.
Así por ejemplo, Juan no puede demandar por sí mismo la
disolución del vínculo matrimonial – divorcio – existente entre
su hermano Pedro y Julia, por causal, por ejemplo de violencia
física, en razón de que ésta causa, violencia física, le
corresponde invocar a Pedro, por ser portador de la titularidad
del derecho al divorcio.
Así también, la enamorada de Alberto no puede demandar por
sí misma la resolución del contrato de compra venta de un
vehículo celebrado entre éste y Francisco, por incumplimiento
de obligación de este último, pues la titularidad del derecho
corresponde a Alberto.
En nuestro sistema procesal, la ausencia manifiesta de éste
presupuesto material constituye causal de rechazo in limine de
la demanda.
Cabe precisar que sobre esta materia existe controversia en la
doctrina, pues se señala en contra de ésta opinión, que el tema
de legitimación no puede ser evaluado en la etapa postulatoria
del proceso; sostiene esta posición que toda persona tiene
derecho a que su legitimación sea objeto de pronunciamiento
en la sentencia y no en fase preliminar.
En forma excepcional, la norma procesal exige en determinados
casos, la acreditación con la demanda de la titularidad del
derecho invocado; es el caso, por ejemplo de la tercería de
propiedad, que impone al demandante adjuntar documento de
fecha cierta que acredite ser titular del derecho de propiedad
que invoca. Sucede lo mismo en los caos de los juicios
ejecutivos (de ejecución), donde el demandante debe adjuntar a
la demanda el titulo ejecutivo respectivo, donde conste de modo
cierto y expreso su derecho.
En términos generales, se puede decir que si el juez admite a
trámite la demanda, es porque advierte que el demandante se
ha presentado como titular del derecho invocado; en tal caso, el
demandado puede cuestionar tal invocación mediante la
excepción procesal respectiva – de falta de legitimidad para
obrar activa – si mediante la prueba respectiva actuada en la
incidencia promovida, resulta evidente e incontrovertible que el
demandante carece por completo de la legitimidad invocada, el
proceso concluirá de modo ineludible.
No obstante, si aun con la prueba aportada por el demandado
como fundamento de su excepción, no aparece de modo
diáfano la ausencia de la legitimidad cuestionada, el juez está
obligado a desestimar la defensa promovida y diferir su análisis
para expedir pronunciamiento definitivo sobre la legitimación
del demandante en la propia sentencia. Si se acredita de modo
incontrovertible que la titularidad del derecho le corresponde,
la sentencia tendrá pronunciamiento de mérito a favor del
demandante.
c) Interés para obrar (interés procesal): Tiene que ver con la
necesidad actual que tiene el demandante del órgano
jurisdiccional a efecto de que se pronuncie sobre su pretensión.
Ello supone haber agotado todas las posibilidades para que el
conflicto – que aún subsiste – se resuelva fuera del Poder
Judicial.
Tener interés para obrar supone, en primer lugar, la existencia
de un conflicto intersubjetivo de intereses con relevancia
jurídica; y en segundo lugar que respecto de tal conflicto no
exista posibilidad alguna que el mismo pueda ser resuelto fuera
del poder judicial; en este último caso, por ejemplo el requisito
de falta de agotamiento de la vía administrativa es una
expresión de falta de interés para obrar, o la omisión de
concurrir a la conciliación extrajudicial prevista en la ley.
De lo expuesto en la primera parte del párrafo precedente, se
desprende que no existirá interés para obrar del demandante
cuando no exista conflicto o éste ya fue resuelto. Así por
ejemplo, si respecto de la pretensión que está haciendo valer el
demandante ya existió pronunciamiento de fondo, con calidad
de cosa juzgada material, no tendrá necesidad de otro
pronunciamiento pues con ello se atentaría contra la cosa
juzgada.
Tampoco tendrá interés para obrar el demandante cuando
sobre la misma pretensión exista otro proceso en trámite,
anteriormente iniciado entre las mismas partes – litispendencia
– o el conflicto haya sido a través de uno de los mecanismos de
autocomposición reconocido en la ley; como lo es la transacción
o la conciliación. Producida la caducidad del derecho se
extingue también el interés para obrar del demandante.

LOS SUJETOS DEL PROCESO


LOS ORGANOS JUDICIALES Y SUS AUXILIARES
La sección segunda de nuestro CPC regula a los sujetos procesales.
En principio se refiere a los órganos judiciales y sus auxiliares (Art.
48 y siguientes). Habría que decir, como señala Micheli “con la
locución “juez” la ley quiere, de ordinario referirse al órgano juzgador,
considerado en su unidad (y por consiguiente, también si está
compuesto de varios miembros) y en su continuidad en el tiempo,
prescindiendo, por consiguiente, de las personas físicas que, en un
cierto momento personifican el oficio. En algunos casos, sin embargo,
la ley procesal toma en consideración directa la persona física del
magistrado – que constituye o concurre a constituir el órgano
juzgador – cuando esto es necesario a causa de una relación
particular entre magistrado y proceso, como ocurre en tema de
abstención, de recusación y de responsabilidad civil (…). Con el
término “juez” se entiende normalmente el órgano que “administra
justicia civil” (…) ya esté formado por uno o varios miembros…”
D’onofrio dice del Juez, lo siguiente:
“… (es) una persona individual (o colegiada), que tiene por oficio
propio declarar, con fuerza obligatoria para las partes, cuál sea, en
cada caso, la voluntad de la ley (…).
(…) Ante todo, el juez debe ser Extraño a las partes (…); el juez
representa un interés diverso, es decir, el del Estado en la actuación
de la ley y, generalmente, en la composición del conflicto surgido
entre las partes mediante la aplicación de una norma jurídica (…)
(…) La función específica del juez es la de declarar la voluntad de la
ley, con efecto vinculativo para las partes, en los casos concretos”.

Condiciones generales. Cultura profesional y Dignidad de vida


Le ley de la carrera judicial signada con el número 29277 establece
en su artículo 2 el perfil del juez de la siguiente manera: “El perfil del
juez está constituido por el conjunto de capacidades y cualidades
personales que permite asegurar que, en el ejercicio de sus funciones,
los jueces responderán de manera idónea a las demandas de
justicia. En tal sentido, las principales características del juez son:
1. Formación jurídica sólida;
2. capacidad para interpretar y razonar jurídicamente a partir de
casos concretos;
3. aptitud para identificar los conflictos sociales bajo juzgamiento;
4. conocimiento de la organización y manejo del despacho judicial;
5. independencia y autonomía en el ejercicio de la función y defensa
del Estado de Derecho;
6. Conocimiento de la realidad nacional y prácticas culturales del
lugar donde desempeña su función;
7. propensión al perfeccionamiento del sistema de justicia;
8. Trayectoria personal éticamente irreprochable.
A efectos de la implementación de la presente norma, los órganos
competentes del Poder Judicial, Consejo Nacional de la Magistratura
y Academia de la Magistratura desarrollan, coordinadamente, las
disposiciones previstas sobre el perfil del juez.
La Academia de la Magistratura, que forma parte del Poder judicial,
se encarga de la formación y capacitación de jueces y fiscales en
todos sus niveles para los efectos de su selección.
Es requisito para el ascenso la aprobación de los estudios especiales
que requiera dicha Academia.

Actos procesales del juez


En lo que concierne a los actos procesales del Juez, Couture enseña
lo siguiente:
“Los actos del tribunal (…) actos de los agentes de la jurisdicción.
Al tribunal incumbe, fundamentalmente, decidir el conflicto de
intereses que le es sometido. Pero no es esa su única actividad, ya
que para llegar a la decisión es necesario, como se dice en la doctrina
francesa, mettre le proces en état d’etre jugé.
Surge de aquí la siguiente clasificación:

a) Actos de decisión; por tales se entienden las providencias


judiciales dirigidas a resolver el proceso, sus incidencias o a asegurar
el impulso procesal;

b) Actos de comunicación; son aquellos dirigidos a notificar (notum


facere) a las partes o a otras autoridades, los actos de decisión;

c) Actos de documentación; son aquellos dirigidos a representar


mediante documentos escritos, los actos procesales de las partes, del
tribunal o de los terceros…” (Couture).
Los actos procesales del Juez son objeto de regulación en el Capítulo
I (“Actos procesales del Juez”) del Título I (“Forma de los actos
procesales”) de la Sección Tercera (“Actividad procesal”) del Código
Procesal Civil, en los arts. 119 a 128.
Véscovi señala al respecto que las resoluciones judiciales “…se
dividen en: de mero trámite, que solo dan el impulso al proceso;
interlocutorias (sentencias o autos, según los códigos), que se dictan
durante el procedimiento y se relacionan con una cuestión conexa
pero ajena a la principal (al objeto del proceso), y definitivas, que son
la sentencia final. Después de éstas sigue en importancia los autos
(…) interlocutorios que, en ciertos casos, pueden tener carácter de
definitivos cuando, al resolver una cuestión accesoria (caducidad,
prescripción, cosa juzgada, etc.), ponen fin al proceso” (Véscovi).
El CPC (en su art. 120) solamente reconoce como resoluciones
judiciales las siguientes:
- Decretos;
- Autos;
- Sentencias.
Decretos: Los decretos suelen ser denominados también providencias
o providencias simples o providencias de mera tramitación o autos de
trámite o autos de sustanciación.
En opinión de Beatriz Quintero y Eugenio Prieto, “los autos de
tramite disponen una simple impulsión del proceso, no requieren
motivación…”;
A decir de Andrés de la Oliva y Miguel Ángel Fernández, las
providencias son “…resolución de tramitación o (…) de ordenación
material. Y por tramitaciones ha de entender el desarrollo
procedimental, el avance de los actos conforme a la serie de ellos
abstractamente prevista en la norma procesal. Esto significa,
ciertamente, un impulso procesal (y de oficio), es decir, paso de un
acto al siguiente o de una fase a la sucesiva cuando se producen los
supuestos de hecho (procesales) contemplados por la ley…”.
Conforme se desprende de nuestro ordenamiento jurídico, los
decretos son resoluciones expedidas por los auxiliares
jurisdiccionales (obviamente por indicación del respectivo magistrado,
quien como es sabido, es el director del proceso) y orientadas a
impulsar el proceso, que disponen la realización de actos procesales
de mero tramite, tan es así que, a diferencia de los autos y
sentencias, los decretos no requieren de fundamentación alguna
(arts. 121, primer párrafo y 122 CPC).
Autos: Andrés de la Oliva y Miguel Ángel Fernández anotan que los
autos (llamados también providencias interlocutorias) “… son las
resoluciones que se dictan para resolver cuestiones de importancia,
afectantes a intereses de los litigantes dignos de protección, pero
distintas de la cuestión principal o de fondo, distintas, por tanto, del
objeto principal y necesario del proceso (…) los autos son las
resoluciones con las que, salvo que se indique expresamente que
deben solventarse mediante sentencia, se deciden las denominadas
cuestiones incidentales, que no pongan fin al proceso”.
Devis Echandia sostiene que los autos o providencias interlocutorias
“…son decisiones pronunciadas en el curso de las instancias o del
trámite de los recursos extraordinarios de casación y revisión, o para
el cumplimiento de la sentencia en el mismo proceso, sobre puntos
que no son del simple trámite que contienen alguna cuestión de
fondo distinta de resolver sobre las pretensiones de la demanda y las
excepciones de fondo o merito opuestas a ellas y que en ocasiones le
ponen fin al proceso, por ejemplo, cuando se declara su perención o
caducidad o se acepta una transacción total o el desistimiento de la
demanda o del recurso de apelación o casación contra la sentencia”.
Se infiere del texto del segundo párrafo del artículo 121 del CPC, que
los autos son aquellas resoluciones expedidas por el juez a través de
las cuales:
- Se resuelve la admisibilidad o inadmisibilidad y la procedencia o
improcedencia de la demanda;
- Se resuelve la admisibilidad o inadmisibilidad y la procedencia o
improcedencia de la reconvención;
- Se resuelve lo relativo al saneamiento del proceso (esto es, se
determina si existe o no una relación jurídica procesal valida)
- Se resuelve lo concerniente a la interrupción y conclusión del
proceso (con declaración sobre el fondo o sin ella)
- Se resuelve acerca de las formas especiales de conclusión del
proceso (conciliación, allanamiento, reconocimiento, transacción
judicial, desistimiento y abandono) que se hubieran presentado en el
curso de la causa;
- Se resuelve el concesorio o denegatorio de los medios de
impugnación: recursos (reposición, apelación, casación y queja) y
remedios (solicitud de declaración de nulidad procesal y cuestiones
probatorias como la tacha y la oposición)
- Se resuelve la admisión, improcedencia o modificación de medidas
cautelares (secuestro judicial o conservativo, embargo en forma de
depósito, embargo en forma de inscripción, embargo en forma de
re4tencion, embargo en forma de intervención en recaudación o
información, embargo en forma de administración, medidas
temporales sobre el fondo, medidas innovativas, medidas de no
innovar, etc.)
. Se adoptan todas las demás decisiones para las que se exige la
debida fundamentación (excluyéndose, obviamente, el
pronunciamiento judicial acerca de la cuestión controvertida en el
que se declare el derecho que corresponde a las partes, que no se
hará mediante auto sino a través de la sentencia).
Sentencias: Para Aldo Bacre, la sentencia es “el acto jurídico procesal
emanado del juez y volcado en un instrumento publico, mediante el
cual ejercita su poder-deber jurisdiccional, declarando el derecho de
los justiciables, aplicando al caso concreto la norma legal a la que
previamente ha subsumido los hechos alegados y probados por las
partes, creando una norma individual que disciplinará las relaciones
reciprocas de los litigantes, cerrando el proceso e impidiendo su
reiteración futura”.
Devis Echandia, en relación a la sentencia, manifiesta lo siguiente:
“La sentencia es el acto por el cual el juez cumple la obligación
jurisdiccional derivada de la acción y del derecho de contradicción, de
resolver sobre las pretensiones del demandante y las excepciones de
merito o fondo del demandado.
Mediante la sentencia se convierte, para cada caso, en voluntad
concreta la voluntad abstracta del legislador que la ley contiene.
Toda sentencia es una decisión y el resultado de un razonamiento o
juicio del juez, en el cual existen las premisas y la conclusión. Pero al
mismo tiempo contiene un mandato, pues tiene fuerza impositiva, ya
que vincula y obliga. Es, por lo tanto, el instrumento para convertir la
regla general contenida en la ley, en mandato concreto para el caso
determinado. Pero no es en si misma un mandato, ya que se limita a
aplicar el que contiene la ley”.
Conforme se desprende del texto del último párrafo del artículo 121
del CPC, la sentencia es aquella resolución destinada a poner fin a la
instancia o al proceso, por la que el Juez decide, en forma expresa,
precisa y debidamente fundamentada, acerca de la cuestión
controvertida, declarando el derecho de las partes, dando solución de
esa manera al conflicto de intereses o incertidumbre jurídica de que
se trate. Puntualizamos que, según se infiere de la parte final del
citado numeral, en la sentencia el Juez puede pronunciarse, de modo
excepcional, respecto de la validez de la relación jurídica procesal,
estando así facultado para declarar ésta inválida, no obstante haber
expedido anteriormente el respectivo auto de saneamiento en el que
se determinó precisamente que tal relación era valida. Por
consiguiente, si en la sentencia el Juez considera que la aludida
relación no es valida, procederá a declarar la nulidad de todo lo
actuado, cuestión ésta muy grave que, en nuestra opinión, será
justificada solamente si los vicios o defectos en la relación jurídica
procesal no han podido ser advertidos antes por el juzgador en la
etapa procesal correspondiente por razones no imputables a este
último.
COMPARECIENTES AL PROCESO: POR SI, POR APODERADO, VIA
REPRESENTACION

Cuando se trata el tema de los comparecientes al proceso,


necesariamente hay que estudiar determinados institutos procesales,
cuyo examen doctrinario y legislativo abordamos a continuación,
empezando naturalmente con el estudio de lo que se entiende por
capacidad de ser parte en el proceso.
Capacidad de ser parte en el proceso: esta implica en principio aptitud
de ser titular de los derechos materiales o sustantivos en
controversia, o mejor aptitud para afirmar en un proceso que se tiene
la calidad de titular de tales derechos. También se dice que quien es
parte en un proceso es quien tiene la legitimatio ad causam, de modo
que, por ejemplo, un menor de edad, un enfermo mental, etc.,
pueden ser perfectamente parte en un proceso. Lo importante es que
el hecho de ser parte en un proceso importa pretender ser titular de
un derecho en conflicto amparado por la ley, pues recién en la
sentencia se determinará si en efecto quien hizo la referida
afirmación es realmente el titular del derecho alegado o no.
a) El CPC señala como regla general, que toda persona natural o
jurídica, los órganos constitucionales autónomos, la sociedad
conyugal, la sucesión indivisa otras formas de patrimonio autónomo,
pueden ser parte material en un proceso (art. 57 CPC).
b) El Estado y sus dependencias también pueden ser parte en el
proceso civil, ya sea como demandantes o como demandados. El
ordenamiento procesal civil señala que cuando el Estado y sus
dependencias, o las empresas públicas y privadas con participación
económica determinante de aquel, intervienen en un proceso civil,
cualquiera sea la calificación o ubicación procesal que se le asigne, se
someterán al Poder Judicial sin más privilegios que los expresamente
señalados en el CPC (art. 59). De lo contrario se violaría el principio
de socialización del proceso (Art. VI T.P. CPC).
c) Las personas jurídicas de derecho público externo igualmente
pueden ser parte en un proceso civil, como por ej. el caso de la Cruz
Roja internacional, que puede ser demandante o demandada, ante los
organismos judiciales del país.
d) También pueden ser parte material en el proceso civil los titulares
abstractamente considerados de los intereses difusos, es decir, un
conjunto indeterminado de personas titulares de determinados
derechos, tales como el derecho a la protección de su medio ambiente
donde domicilian, el derecho a que sus recursos naturales sean
protegidos, el derecho a la tranquilidad y al desarrollo integral de sus
componentes, el derecho a tener un adecuado servicio de transporte
público, el derecho a que sean protegidos sus bienes culturales e
históricos donde viven, el derecho a que sus integrantes consuman
bienes en condiciones adecuadas a su salud, etc. (El art.68 de la
Constitución establece que el Estado está obligado a promover la
conservación de la diversidad biológica y de las áreas naturales
protegidas). Tales derechos naturalmente protegen bienes que por su
naturaleza son de inestimable valor patrimonial, a los que el CPC
denomina intereses difusos. Interés difuso dice el Código, es aquel
cuya titularidad corresponde a un conjunto indeterminado de
personas respecto de bienes de inestimable valor económico, tales
como la defensa del medio ambiente, de bienes o valores culturales o
históricos o del consumidor (Art. 82 CPC). Los intereses difusos son
denominados también intereses transpersonales, colectivos,
comunes, sociales, públicos, etc., correspondiente a un conjunto
indeterminado de personas. El CNA prevé que corresponde al Fiscal
promover la acción civil o administrativa para la protección de los
intereses difusos o los colectivos de los niños establecidos en dicho
Código (Art. 157.e CNA).
e) El referido Código, por otro lado, establece que el ministerio publico
interviene en determinados procesos como parte (Art. 113 CPC).
Específicamente, la LOMP señala que es atribución del Fiscal
Provincial en lo Civil intervenir como parte, ejercitando los recursos y
ofreciendo las pruebas pertinentes, en los juicios de nulidad de
matrimonio, de separación de cuerpos y de divorcio (Art. 96.1 LOMP).
¿En este caso podrá sostenerse válidamente que el MP se constituye
en parte demandante o en parte demandada? De ser así se
presentaría la figura del litisconsorcio. Consideramos que en los
procesos anotados se constituye en parte singular del proceso, no
identificándose plenamente con las partes naturales del proceso
(actor y demandado), en donde la ley le confiere la facultad de
intervenir defendiendo la subsistencia del matrimonio, sobre cuya
vigencia evidentemente la sociedad tiene legítimo interés.

Representación en Juicio (representación en el proceso).- En


términos genéricos, la representación importa la celebración de
negocios jurídicos en nombre de otra persona y que sus efectos son
vinculantes para el representado. La representación se ha establecido
para satisfacer necesidades humanas. Si no existiera este instituto la
actividad del hombre se reduciría; el patrimonio de los incapaces, por
ejemplo, no sería pasible de negocios jurídicos. Mediante la
representación se suple la falta de capacidad de ejercicio de los
derechos civiles de las personas. Nuestro ordenamiento civil establece
que el acto jurídico puede ser realizado mediante representante y que
la facultad de representación la otorga el propio interesado o la
confiere la ley (art. 145 CC).
En el orden procesal, toda persona natural o jurídica, o entes
singulares como los patrimonios autónomos, tienen derecho para
intervenir en el proceso para defender sus intereses en controversia.
Pero hay casos en los cuales el titular del derecho en litigio en el
proceso no tiene capacidad procesal (no ha cumplido, por ejemplo los
18 años de edad la persona natural); en estos supuestos, terceras
personas señaladas por la ley son las que intervienen en nombre y
representación de los incapaces. Estamos aquí frente a la
denominada representación legal. En cambio, hay supuestos en los
cuales la persona titular de un derecho en controversia en el proceso,
no obstante tener capacidad procesal, por múltiples razones, puede
ponerse en la situación de no poder intervenir personalmente en el
proceso, caso en el cual perfectamente puede delegar en terceras
personas su representación, de modo que éstas intervengan en
representación del litigante. En estos casos estamos frente a la
denominada representación voluntaria. Finalmente, hay también
supuestos en los cuales el Juez es quien designa al representante,
como el caso de la designación del curador procesal; en este caso
estamos frente a la denominada representación judicial o
representación judiciaria, autorizada, naturalmente, por la ley.
Para la valida intervención de los representantes en el proceso, estos
deben acreditar fehacientemente su calidad de tales pues, de lo
contrario, el Juez debe rechazar su participación, o en su caso, la
parte contraria tendrá perfectamente la facultad de cuestionar la
intervención del tercero que invoca una representación. El padre del
hijo menor de edad demandante, que ejerce la patria potestad, por
ejemplo, acreditará su representación en el proceso presentando la
partida de nacimiento del menor; el representante de una sociedad
comercial podrá acreditar su personería con la presentación de su
estatuto. Tratándose de la representación voluntaria, quien se
apersona al proceso en nombre de alguna de las partes, acreditará su
personería presentando el poder conferido en la forma señalada por
la ley, por ejemplo, la escritura pública que contenga el poder
conferido. Finalmente, tratándose de la representación judicial, para
el nombramiento del representante deben cumplirse determinados
requisitos y tramites que el ordenamiento procesal determina; solo
así tendrá valida representación.

Representación Convencional.- La representación convencional, en


términos genéricos, emerge de la voluntad de aquel que quiere ser
representado en la celebración de actos jurídicos, confiriendo al
efecto el poder correspondiente, en el que se fijarán los actos para los
cuales se confiere la representación y sus alcances. El acto jurídico,
como está regulado por el CC, puede ser realizado mediante
representante, salvo disposición contraria de la ley; la facultad de
representación la otorga el interesado o la confiere la ley (art. 145
CC). Puede conferirse representación a una sola persona o a varias.
Si son varios los representantes, dice el CC, se presume que lo son
indistintamente, salvo que expresamente se establezca que actuaran
conjunta o sucesivamente o que estén específicamente designados
para practicar actos diferentes (art. 147 CC).
En el orden procesal, quien tiene capacidad para comparecer por sí
mismo al proceso y disponer de los derechos que en él se discuten
puede nombrar uno o más representantes voluntarios, llamados
también representantes convencionales o apoderados. Si son varios lo
serán indistintamente y cada uno de ellos asume su responsabilidad
por los actos procesales que realice. No es válida la designación o
actuación de apoderados conjuntos, salvo para los actos de
allanamiento, transacción o desistimiento (art. 68 CPC).
El poder procesal, que interesa tratar en esta parte, es la facultad de
representación que una persona concede a otra dentro de un proceso
judicial. Otra cosa es el instrumento donde consta el otorgamiento de
esa facultad. El poder normalmente se confiere por escrito, pudiendo
otorgarse mediante escritura pública, mediante acta ante el Juez y
por escrito dirigido a él. Cuando aludimos al poder procesal o
simplemente al poder, nos estamos refiriendo a la facultad que tiene
el apoderado que representa a su poderdante para actuar en el
proceso en nombre de éste.
Cabe aclarar que el tratamiento del poder, que consideramos una
institución netamente procesal, es diferente del tratamiento del
mandato, que es una institución eminentemente de orden civil. En
este entendido, cuando el CC menciona o utiliza la palabra poder hay
que comprender que se está refiriendo al instituto que en doctrina se
conoce como poder de representación. Cuando se hace alusión al
poder de representación nos estamos refiriendo a la facultad que
tiene el representante para negociar, celebrar y ejecutar actos
jurídicos de orden material en nombre del representado. Luis Diez-
Picazo, sobre el poder de representación, anota lo siguiente “En
nuestro ordenamiento jurídico y en nuestra practica forense la
expresión poder, referida a la representación, se emplea en varios
sentidos que, aunque no dejan de ser próximos entre sí, conviene
distinguir nítidamente. En primer lugar, en ocasiones con la
expresión poder se designa el documento en el cual consta, en el cual
se ha plasmado o mediante el cual se acredita la representación que
se ha conferido. Otras veces, sin embargo, con la expresión poder se
alude al acto o negocio jurídico por medio del cual se otorga la
representación, y ello con independencia de que tal negocio jurídico
se encuentre o no fijado documentalmente. Se comprende en seguida
que, en este ultimo sentido, el poder es un prius respecto del primero,
puesto que antes habrá de celebrarse el negocio jurídico de
otorgamiento de la representación y después habrá de plasmarse
documentalmente. Por último, con la expresión poder se designa
aquella situación jurídica en virtud de la cual el representante influye
con sus actos – o está facultado para influir con sus actos – en la
esfera jurídica del representado. Normalmente, en este ultimo
sentido, se tratará de una consecuencia del fenómeno antes aludido.
En virtud del negocio jurídico de otorgamiento de la representación se
coloca al representante en una situación que le faculta para actuar
en nombre, por cuenta o con influencia en la esfera jurídica ajena.
En nuestra práctica procesal se utilizan como equivalentes los
términos poderdante-apoderado, representado-representante,
mandante-mandatario. No obstante, existen estudiosos que sostienen
– con lo que estamos de acuerdo – que las palabras mandante-
mandatarios, que aluden al mandato, son del campo civil, y que las
palabras representado-representante y poderdante-apoderado son
propios del área procesal. No obstante, en el área civil es frecuente el
uso de las palabras representado y representante en atención a que es
posible el mandato con representación.

Representación legal.- El CPC trata de la representación legal en el


titulo relativo a la representación procesal. La representación legal en
los procesos se ha establecido también para cubrir una necesidad,
pues de lo contrario, por ejemplo, los incapaces no tendrían la
posibilidad de que sus derechos sean defendidos en los casos que
fuesen violados o desconocidos por terceras personas. Es que los
intereses de todas las personas tienen que estar tutelados por el
derecho. Por ello es que la ley también, en determinados supuestos,
impone la obligación de representar.
El ordenamiento procesal civil señala que las personas naturales que
no tienen el libre ejercicio de sus derechos comparecen al proceso
representadas según dispongan las leyes pertinentes (art. 63 CPC).
Tratándose de personas naturales, el CC determina que son
representantes de los menores de edad los padres que ejercen la
patria potestad (art. 419 CC) y si no estuvieran sujetos a la patria
potestad el tutor designado (art. 502 CC); el curador de bienes del
incapaz representa en juicio a éste (art. 603 CC).
Las personas jurídicas están representadas en el proceso de acuerdo
a lo que dispongan la Constitución, la ley y el respectivo estatuto (art.
64 CPC). Las personas jurídicas, en conceptos genéricos, pueden ser
de derecho público y de derecho privado. Las primeras, a su vez,
pueden ser de carácter externo, como la Cruz Roja Internacional, la
OEA, los Estados extranjeros, etc.; y de carácter interno, como el
propio Estado peruano, las Universidades nacionales del país, las
Municipalidades, etc. Las segundas, las personas jurídicas de
derecho privado, están constituidas por las asociaciones, las
fundaciones, los comités, las comunidades campesinas y nativas,
reguladas por el CC, y las sociedades de carácter civil y comercial,
reguladas por la Ley General de Sociedades. Estas personas jurídicas
tienen capacidad de ser parte en el proceso, pero como no tienen
capacidad procesal – capacidad para ejercitar sus derechos en el
proceso – por tratarse de personas ideales, pueden hacerlo a través
de sus representantes legales (personas naturales o físicas) señalados
por la Constitución, por la ley de su creación, por su respectivo
estatuto o por su documento de constitución. Naturalmente,
tratándose de personas jurídicas de derecho externo, su
representación está determinada por sus propios ordenamientos
jurídicos. Tratándose de personas jurídicas de derecho interno, estas
son representadas en el proceso de acuerdo a lo que dispongan la
carta magna, la ley y el respectivo estatuto.
Tratándose del Estado, los procuradores públicos tienen su plena
representación en juicio y ejercitan su defensa en todos los procesos
y procedimientos en los que actúe como demandante y demandado
(art. 2 del Reglamento del Decreto Legislativo 1068 del sistema de
Defensa Jurídica del Estado que crea el Consejo de Defensa Jurídica
del Estado). Debe anotarse que la Ley General de sociedades señala
que el nombramiento de administradores, de liquidadores o de
cualquier representante de la sociedad, así como el otorgamiento de
poderes surten efecto desde su aceptación expresa o desde que las
referidas personas desempeñan la función o ejercen tales poderes;
además, que el gerente general o las facultades generales y especiales
de representación procesal señaladas en el Código de la materia (en
este caso el CPC), por el solo merito de su nombramiento, salvo
estipulación en contrario del estatuto (art. 14 LGS). En este caso,
para acreditar la representación, bastará presentar el documento que
pruebe el nombramiento.
Las personas jurídicas extranjeras, sus sucursales, agencias o
establecimientos que realicen actividad en el Perú, están sujetas a las
mismas exigencias de representación que la ley señala para las
personas jurídicas nacionales, salvo convenio internacional o
disposición legal en contrario (art. 67 CPC). Estas personas jurídicas
y sus dependencias, si ejercitan actividades en nuestro país, tienen
que sujetarse a las reglas nacionales sobre personas jurídicas
peruanas. En materia comercial es frecuente la celebración entre los
Estados, entre ellos el Perú, de convenios internacionales en los
cuales se pueden establecer normas que regulen la actividad de esas
personas extranjeras en nuestro país, normas que tendrán
preferencia frente a las nacionales.
Tratándose de patrimonios autónomos es decir, cuando dos o más
personas tienen un derecho o interés común respecto de un bien, sin
constituir una persona jurídica (una copropiedad, una sucesión), la
representación corresponde a cualquiera de sus participes si es
demandante y si es demandado la representación corresponde a la
totalidad de los que lo conforman (art. 65 CPC). La representación de
la sociedad conyugal es ejercida conjuntamente por los cónyuges, sin
perjuicio de lo dispuesto por el CPC (art. 292 CC); la sociedad
conyugal es representada en proceso por cualquiera de los cónyuges
si es demandante y si es demandada la representación recae en los
dos consortes (art. 65 CPC).
LITISCONSORCIO. TIPOS
Introducción
Habrá litisconsorcio cuando en el proceso exista más de una persona
defendiendo en forma conjunta (ya sea como demandantes o como
demandados) alguna pretensión procesal que a todos ellos les
interesa o que su pretensión se deriva de un mismo título, teniendo
entre ellos lógicamente algún tipo de vinculación, como sería el caso
de copropietarios demandante o copropietarios demandados.
Etimología: Esta palabra traduce o denota la presencia de varias
personas en el proceso, unidas en determinada situación. Se podría
afirmar que todas las legislaciones y doctrinas admiten la existencia
de varias personas en la situación de demandante o demandado, o en
ambas calidades.
Definición: Se trata de una acumulación subjetiva, ya que nos
encontramos con la presencia de más de una persona en calidad de
parte demandante o demandada.
En la doctrina se han dado una serie de definiciones y responden a
diversas teorías acerca de la naturaleza de esta institución; desde la
simple pluralidad de sujetos, hasta la multiplicidad de sujetos en
posesión de actores o demandados o en ambos, así como la
vinculación por coincidencia de intereses, correlacionadas por la
conexidad de pretensiones.
GARRONE, explica el litisconsorcio, como una situación que surge
cuando por mediar cotitularidad respecto del ejercicio de una
pretensión o un vínculo de conexidad entre distintas pretensiones, el
proceso se desarrolla con la participación de más de una persona en
la misma posición de parte. Según que la pluralidad de partes
consista en la actuación de varios actores, contra un demandado, de
un actor contra varios demandados al litisconsorte se llama activo,
pasivo o mixto.
JAIME GUASP afirma: “que litisconsorcio es aquel tipo de pluralidad
de partes que se produce cuando los diversos litigantes aparecen no
solo situados en un mismo plano; sino, además unidos en una
actuación procesal; según que la unión plural afecte a los
demandantes, a los demandados o a ambos.
FINALIDAD

La finalidad o fundamento del litisconsorcio es la economía procesal,


es decir la sustanciación y decisión conjunta de diversas acciones,
que de suyo, darían lugar a diversos procesos, en un solo
procedimiento, de forma que se decidan en una sentencia
formalmente única, sin perjuicio de la independencia de trato de las
cuestiones sustantivas.

CLASES

El litisconsorcio puede ser:


1. Activa: Pluralidad de personas como demandantes;
2. Pasiva: Pluralidad de personas como demandados;
3. Mixta. Cuando existe pluralidad de personas demandantes y
pluralidad de personas demandadas.
El CPC define como “litisconsorcio, cuando dos o más personas
litigan en forma conjunta, como demandantes o como demandados,
porque tienen una misma pretensión, sus pretensiones son conexas o
porque la sentencia a expedirse respecto a una pudiera afectar a la
otra”. (Art. 92 CPC).
De esta definición se desprende que se produce la figura de
litisconsorcio en los siguientes casos:
a. Cuando dos o más personas litigan en forma conjunta como
demandantes o demandados, tienen una misma pretensión.
b. Cuando las pretensiones son conexas.
c. Cuando la sentencia a expedirse respecto a una parte, afecte a
la otra.
En la intervención litisconsorcial, pueden integrarse al proceso quien
se considera titular de una relación jurídica sustantiva a la que
presumiblemente puede extenderse los efectos de una sentencia y por
esa razón estuviera legitimado para demandar o ser demandado en
un proceso, puede intervenir como litisconsorte de una parte, con las
mismas facultades de ésta (Art. 98 CPC).
Atendiendo a su fuente u origen, el litisconsorcio se puede clasificar en:
Litisconsorcio necesario y Litisconsorcio facultativo
Litisconsorcio necesario: Esta institución surge cuando varias
personas tienen, y conforman de manera indisoluble, la calidad de
parte material, es decir, participan de una relación jurídica
sustantiva (Art. 93 CPC). En este caso, solo se perfecciona la relación
jurídica procesal si todos los litisconsortes comparecen, es decir
interponen demanda judicial o si todos los litisconsortes son
emplazados, salvo disposición legal en contrario.
En este tipo de litisconsorcio no existe un criterio de oportunidad que
permita que varias partes actúen conjuntamente en el proceso, sino
que es criterio de necesidad el que impone la presencia de varios
litigantes en el mismo proceso.
Por ejemplo: A y B efectúan un contrato de venta de una casa a favor
de C. Después de concluido el negocio jurídico A, considera que en la
venta existe causal de resolución de contrato en contra de C, pero
también debe emplazarse a B, que tomó parte en el contrato de
compraventa.
La fuente del litisconsorcio necesario, lo encontramos en la relación
jurídica material sustantiva de la controversia. Generalmente deriva
de una relación material o por mandato de la ley. La fuente del
litisconsorcio lo encontramos en la relación material objeto de la
controversia; esto es, su origen hay que buscarlo fuera de la relación
procesal.
Las normas del litisconsorcio necesario se encuentran generalmente
en la relación material o la ley, que regula expresamente; pero en
algunos casos, se prevé en normas procesales, como en el deslinde o
rectificación de área, en el juicio de partición, contra todos los
copropietarios, etc.
Si al momento de la integración de la relación procesal, en el caso del
litisconsorcio necesario, ya se hubiera realizado la audiencia de
pruebas y alguno de los incorporados ofreciera medios probatorios, el
Juez fijará el día y la hora para una audiencia complementaria de
pruebas que debe realizarse dentro de un plazo que no excederá de
20 días (art. 96 CPC). Esto significa que la incorporación del
litisconsorcio necesario puede producirse incluso con posterioridad a
la audiencia de pruebas, entendemos hasta que el Juez expida la
sentencia correspondiente.
El profesor Monroy Gálvez ilustra: Un cónyuge demanda la nulidad
de un contrato de compra venta sobre un bien social o común, dado
que ha sido vendido por su cónyuge sin su intervención. Sin
embargo, la demanda la dirige únicamente contra el comprador,
dejando fuera de la relación procesal a su cónyuge. La demanda no
refleja la relación sustantiva; así, siendo el conflicto de intereses la
nulidad de un acto jurídico, forman parte de la relación sustantiva –
relación de conflicto – quien pide la nulidad y los que participaron
con su declaración de voluntad en el acto jurídico. Dado que el
cónyuge vendedor no ha sido demando, resulta evidente que la
relación procesal es defectuosa, faltó demandar a un litisconsorte
necesario.
Litisconsorcio cuasinecesario o impropiamente necesario: Este caso
constituye una situación hibrida entre el litisconsorcio necesario y el
litisconsorcio facultativo. En situaciones normales, todos los que
tienen relación e interés con la materia en controversia deben
intervenir necesariamente en el proceso, pues de lo contrario la
relación procesal, por un lado no tendrá validez y por otro, la decisión
que se emita no tendrá eficacia jurídica. Sin embargo, hay supuestos
facticos en los que, no obstante que la naturaleza de la pretensión
procesal no permite sino una declaración judicial unitaria que
comprende a todos los que tienen relación con ella, no supone que
todos los interesados tengan que intervenir en el proceso. Un ejemplo
sobre esta modalidad de litisconsorcio lo tenemos regulado por el
C.C. cuando dice que el acreedor puede dirigirse contra cualquiera de
los deudores solidarios o contra todos ellos simultáneamente. Las
reclamaciones entabladas contra uno, no serán obstáculo para las
que posteriormente se dirijan contra los demás deudores solidarios
mientras no resulte pagada la deuda por completo (Art. 1186 CC).
Litisconsorcio Facultativo: Estamos frente al litisconsorcio facultativo
o voluntario o coadyuvante cuando una persona que tiene interés
propio y particular interviene en el proceso ya sea como demandante
o como demandado, proponiendo, lógicamente su pretensión procesal
en base a elementos fácticos propios y bajo el amparo de una
disposición sustantiva. El Juez, al resolver la causa, tiene que
pronunciarse sobre todas las pretensiones procesales propuestas,
incluyendo las planteadas por el litisconsorte facultativo. Ni el CPC
ni la propia naturaleza del derecho en controversia, obligan al
litisconsorte voluntario intervenir en el proceso, pues lo que hace es
permitir que éste participe en él proponiendo sus pretensiones. Hay
que remarcar que si bien los litisconsortes facultativos no forman
parte de la relación sustantiva originaria o principal, empero sus
pretensiones deben tener alguna vinculación con ella, cuya que
pueden ser afectadas por la resolución que emita el juez. Se trata de
casos en los que las personas no están intrínsecamente unidas en la
relación sustantiva principal. Su no intervención en el proceso no lo
invalida ni lo afecta. Voluntariamente pueden apersonarse al
proceso. Claro está que el Juez tiene que calificar el interés y la
graduación correspondiente de la persona frente a la relación
sustantiva originaria que dio lugar al proceso o el tipo de relación que
mantiene con alguna de las partes en el proceso en que quiere
intervenir como litisconsorte facultativo. La persona que alegue
simplemente tener la calidad de litisconsorte facultativo, sin mayor
probanza, no puede ser admitida dentro del proceso. Ejem.
Supongamos que Juan Miguel (el prestamista) ha celebrado un
mutuo con Alfredo, y Víctor Raúl, como garantía del mutuo, ha
hipotecado su inmueble a favor de Juan Miguel. Si Alfredo (el
prestatario) demandara la nulidad del mutuo, perfectamente Víctor
Raúl podría intervenir en el proceso para contribuir en demostrar la
nulidad alegada por Alfredo. Víctor Raúl es el litisconsorte facultativo.
Su intervención, sin embargo, no es indispensable. Si se anula el
mutuo, la hipoteca quedará sin efecto al desaparecer el crédito que
garantizaba. El Art. 97 del CPC regula la intervención litisconsorcial
coadyuvante o facultativa.
Los ejemplos de casos prácticos son muy útiles para captar mejor el
sentido del instituto procesal. En ese orden, Hugo Alsina refiere:
Intervención adhesiva (conservatoria o coadyuvante) (… es aquella)
que tiene por objeto ayudar a una de las partes en el proceso, para lo
cual basta justificar un interés legitimo, por ejemplo, el vendedor que
viene a secundar la acción del deudor para prevenir su negligencia o
mala fe; el legatario que concurre al pleito entre el heredero legitimo y
el testamentario sobre nulidad de testamento; el fiador que interviene
en el juicio entre acreedor y el deudor sobre la existencia o validez de
la obligación principal (…).
LOS TERCEROS
Introducción: La intervención de terceros importa una acumulación
subjetiva sucesiva, pues con posterioridad a la notificación con la
demanda al emplazado se incorporan al proceso otros sujetos. De por
medio está el interés y la legitimidad de los terceros para pretender
incorporarse voluntariamente al proceso o para ser incorporados por
él, ya sea de oficio, por el juzgador, o a petición de parte. Esto
significa que cualquier tercero no puede incorporarse al proceso. Por
lo pronto se debe precisar que la denuncia civil constituye un
mecanismo procesal para incorporar a terceros al pleito.
Concepto: Se llama tercero en el campo procesal a todo aquel que no
es parte en el proceso, es decir a todo aquel ajeno absolutamente a la
relación jurídico-procesal que se produce en él. Una persona puede
ser calificada como tercero con relación a un proceso dado; sin
embargo, puede tener vinculación con la relación material, con el
derecho sustantivo, caso en el cual se le califica como parte material.
Claro está que, como en la relación procesal hay terceros totalmente
extraños a ella, en la relación sustantiva existen también terceros
totalmente ajenos a ella. Tercero, en términos absolutos, será aquel
ajeno totalmente a ambas relaciones. Quien no tiene vinculación
alguna con la relación material siempre tendrá la condición de tercero
en atención a que no tendrá la legitimidad o el interés legítimo para
tener participación en el proceso correspondiente.
Presupuestos de la intervención de terceros
El primer presupuesto es la conexidad, esencia de todo proceso
acumulativo. Es decir que la pretensión del tercero tiene que ser
conexa con el objeto del proceso para permitir (o determinar) que se
trate y resuelva juntamente con ésta. En principio, no puede
admitirse que el tercero deduzca una nueva pretensión, sino que
debe ser conexa con la que las partes controvierte en el proceso en
curso, sea coincidentemente o excluyente, pero siempre relacionada
con aquella.
En segundo término, debe alegar un interés propio y actual en el
proceso. Esto resulta de la necesaria conexión referida. En primer
lugar, que se requiera un interés propio y cierto para evitar la
intervención de un tercero que alegue un derecho ajeno al que se
debate en el proceso; luego que sea actual, lo que no implica que no
pueda ser eventual, pero sujeto a una eventualidad cierta, esto es que
se trate de algo que acaecerá, no una simple probabilidad.
Según algunos, el interés invocado debe ser legítimo, esto es, basado
en el derecho, pues no basta el simple interés. En realidad, la pauta
la debe constituir la misma condición que permita ejercer
legítimamente una acción independiente.
En último término, se requiere que haya un proceso pendiente.
FINALIDAD

La intervención de terceros en un proceso se admite por razones de


seguridad jurídica y economía procesal, y por la conveniencia que
significa extender los efectos de la cosa juzgada a todas las personas
interesadas en una determinada relación jurídica o situación jurídica.
Declarada admisible la intervención del tercero, éste asume la calidad
de parte, con sus derechos, facultades, cargas y obligaciones, porque
el propósito de la institución consiste precisamente en brindar a
aquella posibilidad de obtener la protección judicial de un derecho o
interés propio. Procesalmente acontece que como consecuencia de la
intervención de un tercero en el proceso original, se produce una
acumulación de pretensiones.
CLASES

ANA MARIA ARRARTE (en “Sobre el litisconsorcio y la intervención de


terceros, y su tratamiento en el Código Procesal Civil Peruano” de
Revista Peruana de Derecho Procesal I, Lima 1997) aclara: Las
diversas formas de intervención de terceros estarán determinadas por
la legitimidad del interés jurídico que sea invocado, es decir, mientras
más cercano está de la relación material involucrada en el proceso,
las facultades de las que gozará el tercero legitimado serán mayores.
A manera de precisión resulta pertinente indicar que al analizar cada
una de las modalidades de terceros, podremos apreciar que, en
estricto, dos de ellas (la intervención coadyuvante y la litisconsorcial)
formaran parte del sub-genero de los litisconsorcio facultativos o
cuasinecesarios – al haber descartado la posibilidad que un tercero
sea parte en el proceso, mientras que las modalidades de terceros
excluyentes (sea principal, de derecho preferente o de propiedad)
pertenecerán al género que será simplemente la acumulación
subjetiva sucesiva, en la medida que estaremos frente a supuestos
donde se pretende evitar la multiplicidad de procesos respectos a
temas vinculados”.
Intervención voluntaria de un tercero:
Intervención coadyuvante: Es coadyuvante cuando su participación
tiene por objeto ayudar a una de las partes, colaborar con él en el
litigio, sin incorporar pretensión alguna al proceso.
Su intervención puede admitirse incluso durante el trámite en
segunda instancia, entendiéndose que como el trámite en la segunda
instancia no termina normalmente con la sentencia que se emita en
ese nivel, el tercero adherente está en aptitud procesal de interponer
el recurso de casación correspondiente pues el Código hace referencia
al trámite y no a la sentencia de segunda instancia.
La intervención coadyuvante es calificada como accesoria en atención
a que ella no importa la inclusión al proceso de una pretensión
propia del tercero, sino que su tarea se concreta a defender el derecho
que sustenta la pretensión de la parte a quien coadyuva en la defensa.
Esta intervención servirá asimismo para evitar que el actor y el
demandado acudan al fraude procesal.
El doctor Carrión Lugo dice que el tercero coadyuvante tiene la
calidad de parte en la relación procesal y no tiene la calidad de parte
en la relación material subyacente en el proceso. Por ello el CPC
señala que el coadyuvante puede realizar los actos procesales que no
estén en oposición a la parte que ayuda y no impliquen disposición
del derecho discutido.
Intervención litisconsorcial de un tercero: La intervención de un
tercero es litisconsorcial cuando alguien que se considere titular de
una relación jurídica sustancial, a la que presumiblemente deban
extenderse los efectos de una sentencia y que por tal razón estuviera
legitimada para demandar o haber sido demandado en el proceso,
puede intervenir como litisconsorte de una de las partes, con las
mismas facultades de ésta.
Este tipo de intervención genera el denominado litisconsorcio
sucesivo, porque se produce estando en trámite el proceso
correspondiente. La intervención litisconsorcial importa que el
interviniente lleve al proceso una pretensión procesal jurídicamente
conexa y paralela con la de las partes originarias por sustentarse en
un mismo título, en una misma causa jurídica o en una misma relación
material, de modo que el resultado del proceso afectará tanto a la
parte originaria como al sujeto consorcial.
La intervención litisconsorcial puede producirse incluso durante el
trámite en segunda instancia. Consideramos que esta intervención
puede permitirse incluso desde que se ha emitido la sentencia de
segunda instancia hasta plantear el recurso de casación, en su caso,
puesto que este recurso puede dar lugar a una sentencia de merito a
nivel de las Salas de Casación cuando se ampara el medio
impugnatorio por alguna causa de orden material, pudiendo
favorecer la decisión a la parte originaria y al litisconsorte que tienen
derechos comunes. Es más, el Código hace referencia al trámite en
segunda instancia, que incluye naturalmente el anotado recurso. No
dice que la intervención debe producirse antes de la emisión de la
sentencia de segunda instancia.
Intervención excluyente principal: Se presenta cuando alguien
pretenda su incorporación al proceso a fin de hacer valer dentro de él
su propia pretensión procesal, que se supone opuesto a las
pretensiones de las partes en el proceso.
Aceptada como tal y sólo si se presenta antes de la expedición de la
sentencia de primera instancia, actuará como una parte más en el
proceso, dando lugar a un caso sui generis en el cual habrá tres
partes intervinientes en el proceso con sendas pretensiones
procesales. Su intervención no suspende el proceso sino la
expedición de la sentencia. Sus presupuestos son:
1. El interviniente debe tener la calidad procesal de tercero.
2. Debe pretender total o parcialmente la cosa o el derecho que es
objeto del proceso. Es decir que concurra la incompatibilidad.
3. Que exista un proceso pendiente
4. El procedimiento para el proceso que plantea el interviniente debe
ser el mismo del proceso en curso.
5. El juez o magistrado que conoce el proceso debe ser competente
para la demanda del interviniente.
Intervención excluyente de propiedad o de derecho preferente: Puede
intervenir en un proceso quien pretende se le reconozca su derecho
en oposición al de los litigantes como consecuencia de alguna medida
cautelar ejecutada sobre un bien de su propiedad o sobre el cual
tuviera un mejor derecho que el titular de la medida cautelar. Para la
viabilidad de la intervención del tercero, en este caso, se supone la
existencia de una medida cautelar dictada dentro de un proceso,
incompatible con el derecho de propiedad o de algún otro derecho de
un tercero (tercerista) respecto al bien gravado, en este caso, el
tercero puede intervenir en el proceso con el propósito de obtener una
declaración judicial sobre la prelación de su derecho.
Tratándose de la tercería excluyente de propiedad, la demanda
correspondiente puede interponerse en cualquier momento antes de
que se inicie el remate del bien. Debe reunir los requisitos legales y
debe presentar la prueba que acredite el pretendido derecho
consistentes en documento público o privado de fecha cierta, así
como prestar garantía suficiente por los daños y perjuicios que la
tercería pudiera irrogar. Admitida a trámite, se suspenderá el
proceso si estuviera en la etapa de ejecución, aunque esté
ejecutoriada la resolución que ordena la venta de los bienes.
Tratándose de la tercería preferente de crédito la demanda debe
proponerse antes que se realice el pago al acreedor. Admitida la
demanda, se suspende el pago al acreedor hasta que se decida en
definitiva sobre la preferencia.
Intervención provocada de un tercero
La intervención de un tercero es provocada u obligatoria cuando
alguna de las partes solicita o el propio juez dispone su incorporación
al proceso. La intervención del tercero en este caso no proviene de su
voluntad, sino que se ve impelido para intervenir en el litigio como
consecuencia de un llamamiento formulado por el Juez, ya sea de
oficio o a petición de alguna de las partes mediante la denuncia civil
correspondiente.
La denuncia civil como una forma de llamamiento de terceros al
pleito, desde una visión genérica, constituye una forma de propiciar
una intervención obligada de un tercero en el proceso. En un
mecanismo procesal mediante el cual una de las partes en el litigio
solicita la incorporación de un tercero al proceso, además de él o en
su lugar, por tener alguna obligación o responsabilidad en el derecho
discutido, para lo cual debe denunciarlo indicando su nombre y
domicilio a fin de que, si el Juez considera procedente, sea emplazado
con las formalidades establecidas para la notificación con la
demanda. La denuncia civil constituye un mecanismo de intromisión
de un tercero en el proceso. No obstante que el Código, por su
redacción, solo autoriza al demandado para formular la denuncia
civil, considera el doctor Carrión Lugo que la denuncia civil puede ser
formulada también por el actor cuando sea demandado
reconvencionalmente.
El llamamiento del tercero que hace el Juez en caso de fraude o
colusión procesal es un llamamiento sui generis, ya que tiene como
sustento la conducta fraudulenta de las partes y tiene como propósito
dar la oportunidad al tercero para defender su derecho discutido en
el proceso fraudulento o que pueda ser afectado.
En rigor, no se trataría del llamamiento a un litisconsorte necesario,
por cuanto el Código faculta al acreedor reclamar el cumplimiento de
la obligación a cualquiera de los deudores solidarios y no
necesariamente a todos. En todo caso, la denuncia civil servirá para
conocer y, consecuentemente emplazar al litisconsorte necesario, que
se supone no conocía el actor.
Llamamiento en garantía o aseguramiento de pretensión futura: La
parte que considere tener derecho para exigir de un tercero una
indemnización por el daño o perjuicio que pudiera causarle el
resultado de un proceso, o considere tener derecho a repetir contra
dicho tercero lo que debiera pagar en ejecución de sentencia, puede
solicitar el emplazamiento del tercero con el objeto que en el mismo
proceso se resuelva además la pretensión que tuviera contra él.
Este instituto procesal constituye una especie de denuncia civil
previsto para aquellos casos en los cuales las partes consideren estar
facultados para exigir a un tercero el cumplimiento de alguna
prestación como consecuencia de la decisión que en su contra se
produzca en el proceso.
Cualquiera de las partes pueden pedir el emplazamiento del tercero,
planteando realmente una pretensión procesal con todas las
formalidades que señala el ordenamiento procesal civil, para que el
juez en el mismo proceso, decida sobre dicha pretensión. El amparo o
no de la pretensión planteada contra el tercero está subordinada a la
suerte de la pretensión originaria propuesta contra la parte que
solicita la incorporación del tercero al proceso, cualquiera que sea el
sentido de la decisión, porque supongamos que prospere la
pretensión del demandante, ello no necesariamente conducirá a que
la pretensión del demandado propuesta contra el tercero prospere, ya
que ésta dependerá que sus fundamento se acrediten en el proceso,
especialmente la conexidad que sustenta la subordinación entre la
pretensión del demandado contra el tercero respecto de la pretensión
originaria. Asimismo si no prospera la pretensión del demandante, la
pretensión del demandado contra el tercero tampoco prosperará. Por
tanto la pretensión propuesta por el demandado contra el tercero
mediante el aseguramiento de la pretensión futura no tiene carácter
de autónomo.
Este instituto, no solo importa una denuncia civil para lograr la
consecuente incorporación del tercero al proceso, sino también
propende a garantizar la pretensión del demandado que va a surgir
precisamente como consecuencia del resultado negativo del proceso,
es decir, cuando el demandado es vencido en el litigio (por ej. En el
caso que se le prive al demandado de su propiedad; en el caso que al
demandado se le mande pagar como avalista, el importe de la letra de
cambio, etc.) Consiguiendo que el propio Juez ampare la pretensión
procesal del demandado frente al tercero incorporado. Aquí en efecto,
se ve claramente la vigencia, como sustento del instituto, de los
principios de economía procesal y de la congruencia de las decisiones
judiciales que no permite sentencias contradictorias.
Llamamiento posesorio: Supongamos que Alfonso dirige una
demanda de desalojo contra Luis, que no es la persona que
verdaderamente está en posesión del bien cuya restitución reclama,
siendo simplemente un tenedor del inmueble en nombre de otro. En
este caso Luis, al contestar la demanda, debe expresar su verdadera
situación, indicando el nombre y domicilio real del verdadero
poseedor. Esto importa una denuncia civil especial que dará lugar a
que el proceso se suspenda hasta el momento del emplazamiento del
denunciado. Aquí se pueden presentar dos situaciones:
- Si el denunciado comparece y reconoce su condición de
poseedor, será emplazado con la demanda con las formalidades
de ley, y reemplazará al demandado originario, quien será
apartado del proceso.
- Si por el contrario el denunciado no comparece al proceso, o
haciéndolo niega ser poseedor, el proceso seguirá en curso
contra ambos, esto es, contra el demandado originario y contra
el denunciado en su condición de litisconsorte, a quien
necesariamente se le debe notificar con la demanda con las
formalidades de ley, caso en el cual la sentencia, si ampara la
demanda, afectará a los dos, si las pruebas lo ameritan.
Esta figura procesal de llamamiento posesorio tiene relación con la
legitimidad para obrar del demandado, que constituye una de las
condiciones para un adecuado pronunciamiento sobre el fondo de la
controversia, pues con ella se evitará que el proceso se siga contra
una persona que realmente no deba ser demandada, dando lugar a
un proceso inútil. Por ello es viable también que el emplazado, que
es demandado atribuyéndose una condición que realmente no tiene
(aducir que es poseedor sin serlo realmente), deduzca perfectamente
la excepción de falta de legitimidad para obrar del demandado, la que
si se ampara conducirá a la suspensión del proceso y, eventualmente,
a la nulidad de lo actuado y conclusión del mismo.
Llamamiento en caso de fraude o colusión: cuando en cualquier
etapa del proceso se presuma fraude o colusión entre las partes, el
Juez de oficio ordenará la citación de las personas que puedan
resultar perjudicada con ese proceso, a fin de que se hagan valer sus
derechos, suspendiendo, para tal efecto del proceso por un plazo no
mayor de treinta días.
En estos casos el problema que se presenta es cuando el Juez no
tiene ningún elemento de juicio para establecer el domicilio de los
terceros que pudieran ser afectados por el proceso en curso, ya que
no estaría en condiciones, por ejemplo, de ordenar la notificación por
edictos. Esa es la dificultad que encuentran los jueces en procesos
fraudulentos. En el supuesto que se conociera el domicilio del tercero
y se le notificara haciéndole conocer del proceso fraudulento en
trámite: ¿Cuál sería la condición de ese tercero? ¿Será emplazado con
la demanda? ¿Se le autorizará pedir la nulidad de todo lo actuado
aduciendo fraude y el archivamiento del proceso? ¿Intervendrá en el
proceso para rechazar los fundamentos de la demanda? ¿Será un
interviniente principal ya sea exclusivo o litisconsorcial?. Dependerá
del interés que tenga el tercero sobre el derecho en debate en el
proceso fraudulento. Sin embargo el Juez debe tener cuidado con la
calificación, pues puede tratarse de un litisconsorcio necesario, en el
cual para la existencia valida de una relación jurídico procesal, debe
obligatoriamente incorporarse al proceso al litisconsorte. Es que en
el proceso fraudulento se presupone la existencia de una relación
jurídica procesal valida y lo que se cuestiona en la conducta procesal
de los participantes como partes en él.
El llamamiento que ahora nos ocupa puede producirse en cualquier
estado del proceso, empero, dada la naturaleza del derecho en
debate, consideramos que el llamamiento no tendría objeto si se
produjera después de emitida la sentencia de primera instancia.
REQUISITOS

- Ser un tercero.
- Existencia de un proceso pendiente (litispendencia)
- Existencia de la posibilidad que el Tercero resienta algún tipo
de eficacia de la sentencia.
EL MINISTERIO PUBLICO
Nuestro CPC establece que el ministerio publico interviene en
determinados procesos como parte (Art. 113 CPC). Específicamente,
la LOMP señala que es atribución del Fiscal Provincial en lo Civil
intervenir como parte, ejercitando los recursos y ofreciendo las
pruebas pertinentes, en los juicios de nulidad de matrimonio, de
separación de cuerpos y de divorcio (Art. 96.1 LOMP). ¿En este caso
podrá sostenerse válidamente que el MP se constituye en parte
demandante o en parte demandada? De ser así se presentaría la
figura del litisconsorcio. Consideramos que en los procesos anotados
se constituye en parte singular del proceso, no identificándose
plenamente con las partes naturales del proceso (actor y
demandado), en donde la ley le confiere la facultad de intervenir
defendiendo la subsistencia del matrimonio, sobre cuya vigencia
evidentemente la sociedad tiene legítimo interés.
LA DENUNCIA CIVIL (ya lo hemos explicado)
LA EXTROMISION.- Como lo entiende Liebmann, “la extromisión de
una parte es el fenómeno inverso a la intervención; es la salida de
una parte del proceso. La misma se produce por efecto de un
pronunciamiento del Juez, que libera o excluye a una parte de la
participación ulterior en el proceso, y puede referirse tanto a una
parte originaria cuanto a una parte que haya intervenido o haya sido
llamada al proceso ya pendiente. En general, la extromisión tiene
lugar cuando el Juez compruebe el defecto de presupuestos
particulares que condicionan la presencia de la parte en el proceso, o
cuando llegue a faltar la demanda propuesta en juicio por la parte o
contra ella (y el proceso deba, en cambio, continuar entre las dos
partes””. La extromision cabe pues, para ordenar la salida tanto de
un tercero legitimado (aquel admitido ya en el proceso) como la de
uno que ha asumido la calidad de parte, que son las dos posiciones
que pueden asumir (una u otra) los intervinientes en un proceso.
Para ello, el Juez, conforme al art. 107 del CPC, debe expedir una
resolución debidamente fundamentada, la que se produce, en
palabras de Monroy Gálvez, “porque el Juez considera que el derecho
o el interés jurídico relevante que estuvo presente cuando calificó
positivamente la intervención del tercero, ha desaparecido o puede
ser también, que ahora con más perspectiva del caso, advierte3 que
la calificación que hizo fue defectuosa”.

LA SUCESION PROCESAL
Si bien quienes participan en un proceso e individualizan de tal
manera la relación procesal normalmente permanecen en el
ambivalente carácter de actor y demandado hasta su finalización, no
se puede sostener que esta regla es absoluta. Ante determinadas
situaciones, puede variar la identidad de las partes, ya sea
estrictamente por el cambio del sujeto que la integra por otro, o bien
por adición – de sujeto singular a sujeto múltiple – o por detracción –
de sujeto múltiple a sujeto singular -.
Este fenómeno no pasa desapercibido para las legislaciones
procesales que, en mayor o menor medida, lo contemplan. A su vez,
dentro del marco genérico del denominado cambio de partes,
abarcador de todos los supuestos de mutaciones que describimos,
resulta imprescindible distinguir diversas categorías que comprenden
diferentes situaciones.
Articulo 108 CPC: “Sucesión procesal.- Artículo 108.- Por la sucesión procesal un
sujeto ocupa el lugar de otro en un proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo del
derecho discutido. Se presenta la sucesión procesal cuando:

1. Fallecida una persona que sea parte en el proceso, es reemplazada por su sucesor, salvo
disposición legal en contrario;

2. Al extinguirse o fusionarse una persona jurídica, sus sucesores en el derecho discutido


comparecen y continúan el proceso;

3. El adquirente por acto entre vivos de un derecho discutido, sucede en el proceso al


enajenante. De haber oposición, el enajenante se mantiene en el proceso como
litisconsorte de su sucesor; o

4. Cuando el plazo del derecho discutido vence durante el proceso y el sujeto que adquiere
o recupera el derecho, sucede en el proceso al que lo perdió.
En los casos de los incisos 1. y 2., la falta de comparecencia de los sucesores, determina
que continúe el proceso con un curador procesal.

Será nula la actividad procesal que se realice después que una de las partes perdió la
capacidad o titularidad del derecho discutido, siempre que dicho acto le pueda haber
generado indefensión. Si transcurridos treinta días no comparece el sucesor al proceso, el
Juez debe designar a un curador procesal, de oficio o a pedido de parte.”

La sucesión procesal tiene lugar cuando una persona que es parte en


el proceso, por razones voluntarias (por ejemplo, la transferencia de
la cosa litigiosa) o por razones ajenas a la voluntad (como el
fallecimiento del litigante), deja su calidad de parte en el proceso a
otra, quien asume la titularidad del derecho en debate y adquiere
plenas facultades para intervenir en el proceso, es decir, adquiere las
atribuciones de actuar en su propio nombre y por derecho propio.
Supongamos que en un proceso en que se debate el mejor derecho a
la propiedad de un inmueble, el demandante transfiere los derechos y
acciones sobre la cosa litigiosa a favor de un tercero; en este caso, el
adquirente asume no solo la titularidad del derecho en debate, sino
también la calidad de demandante. Esta sucesión normalmente se
produce tratándose de derechos patrimoniales, pues no tendrá lugar
tratándose de derecho intuito personae, como es el caso de una
demanda de divorcio. Depende de la naturaleza de la pretensión
procesal en controversia. Igualmente, como consecuencia de la
muerte del actor, quienes asumen la misma posición que tenía el
fallecido en el proceso y la calidad de titulares expectaticios del
derecho material en debate son sus sucesores declarados
testamentariamente o mediante resolución judicial, dependiente
también de la naturaleza de la pretensión procesal.
El CPC establece que por la sucesión procesal un sujeto ocupa el
lugar de otro en un proceso al reemplazarlo como titular activo o
pasivo del derecho discutido (Art. 108 primer párrafo CPC).
En principio, al fallecimiento de una persona física, le sucede en el
derecho discutido el heredero designado testamentariamente o
establecido mediante el trámite de la sucesión intestada. El Código
Civil establece que desde el momento de la muerte de una persona
los bienes, derechos y obligaciones que constituyen la herencia se
transmite a sus sucesores (Art. 669 CC). Se presenta la sucesión
procesal cuando fallecida una persona que sea parte en el proceso, es
reemplazada por su sucesor, salvo disposición legal en contrario (Art.
108.1 CPC). Sucesor es el heredero de una persona fallecida. El
heredero puede instituirse mediante testamento, que es el
instrumento mediante el cual una persona dispone de sus bienes,
total o parcialmente, para después de su muerte y ordenar su propia
sucesión dentro de los límites de la ley (art. 686 CC). En el caso en
que no se hubiera instituido heredero mediante testamento se
recurre al procedimiento de la sucesión intestada. En este caso la
herencia corresponde a los herederos legales, a cuyo procedimiento
se acude no solo cuando el causante muere sin dejar testamento,
sino también en los demás supuestos facticos que señala el numeral
815 CC. En estos casos la falta de comparecencia de los sucesores
determina que se nombre por el juez, a petición del interesado, al
curador procesal con quien continuará el desarrollo del proceso (art.
61 y 108 sexto párrafo del CPC).
También se presenta la sucesión procesal cuando al extinguirse o
fusionarse una persona jurídica sus sucesores en el derecho
discutido comparece y continúan el proceso (art. 108.2 CPC). No
entendemos como se presentaría el supuesto de que una persona
jurídica al extinguirse tenga sucesores. Da la impresión de que en el
texto del Código se ha utilizado indebidamente la conjunción
disyuntiva “o”- Lo que el legislador quiso decir, se infiere, es que la
sucesión procesal pueda producirse cando una persona jurídica se
extingue por fusión. Por ejemplo, puede darse el caso que una
persona jurídica que es parte en el proceso se fusione a otra; en este
caso la entidad absorbente asume la titularidad de derechos
controvertido y se constituye en sucesora de la entidad litigante
extinguida; esta persona jurídica sucesora tiene que apersonarse al
proceso. Es que el patrimonio de la persona jurídica que se fusiona a
otra incorpora su patrimonio a ésta y, si ello es así, la entidad
absorbente asume el activo y el pasivo patrimonial, encontrándose
dentro de ellos el derecho controvertido en un proceso, hecho que
justifica la intervención de la entidad absorbente como sucesora de la
persona jurídica extinguida. Aquí un tema de reflexión ¿Una persona
jurídica que tenga un derecho patrimonial en discusión en un
proceso podrá extinguirse? Consideramos que no. En todo caso, la
persona jurídica que tiene patrimonio se liquida o si ha cumplido con
su objetivo se da por terminada.
En el supuesto previsto en el párrafo anterior, así como en el
supuesto regulado por el inciso 1 del aludido articulo 108 del Código,
si no comparecen los sucesores se tiene que nombrar curador
procesal para la continuidad del proceso.
Se presenta igualmente, la sucesión procesal cuando el adquirente
por acto entre vivos de un derecho discutido sucede en el proceso al
enajenante, que supone la adquisición de la titularidad del derecho
en debate. Esta enajenación se produce mediante un acto jurídico,
oneroso o gratuito, nominado o innominado; puede producirse, por
ejemplo, una cesión de créditos o la cesión de la posición contractual,
que son también mecanismos de trasmisión de derechos y
obligaciones. En este supuesto, el código prevé una regla especial
pues, la parte contraria puede oponerse no a la sucesión sino al
apartamiento del litigante originario, caso en el cual el enajenante
debe mantenerse en el proceso como litisconsorte de su sucesor (art.
108.3 CPC). Hay casos en los cuales el litigante recurre a la
enajenación del derecho en controversia para evadir su declaración
personal ofrecida por su contrario. Con la regla anotada se evita que
los litigantes inescrupulosos acudan a la anotada maniobra.
El CPC consigna en forma un tanto vaga e ininteligible otro supuesto
de sucesión procesal cuando dice que se produce esta figura en el
supuesto que el plazo del derecho discutido vence durante el proceso
y el sujeto que adquiere o recupera el derecho sucede en el proceso
al que lo perdió (Art. 108.4 CPC). No se entiende si se refiere al plazo
de prescripción, al plazo de caducidad o a otro tipo de plazo. No
encontramos un caso práctico que se subsuma dentro de la anotada
norma para explicar su sentido, por lo que llegamos a la conclusión
que se trata de una norma inútil.

Sustitución Procesal.- En un litigio, normalmente, las posiciones de


demandante y de demandado (relación procesal) corresponden a los
titulares de la relación jurídica sustancial (relación material), que
actúan ya sea en forma personal o mediante representantes legales o
voluntarios. Sin embargo, hay supuestos en los cuales en lugar del
titular del derecho comparece al proceso en curso un tercero, que
actúa en interés propio, pero defendiendo el derecho del titular en
debate. Este tercero se constituye en parte dentro del proceso, es
decir, en sujeto de la relación procesal cuya intervención puede ser
consentida por el titular del derecho material o puede producirse
contra su voluntad.
Unos ejemplos nos van a clarificar la exposición anterior. De acuerdo
a nuestro CC, promovido el juicio de evicción, queda el adquirente
obligado a solicitar, dentro del plazo para contestar la demanda, que
ésta (la demanda) se notifique al transferente que él designe (Art.
1498 CC). Si el transferente sale a juicio ocupará el lugar del
adquirente como demandado hasta la conclusión del proceso,
pudiendo el adquirente, previa solicitud, coadyuvar en la defensa (art.
1499 CC). Debemos entender por evicción el abandono que
obligatoriamente tiene que hacer de la cosa el adquirente de la
misma, en todo o en parte, en virtud de una sentencia judicial
dictada a instancia de quien resulta ser su legítimo dueño. El
saneamiento constituye el efecto de la evicción, que importa obligar al
que hizo la enajenación de devolver al adquirente el precio de la cosa
perdida, indemnizar los gastos del contrato, los del proceso de
saneamiento y los frutos, cuya restitución se le hubiere impuesto. El
saneamiento por evicción presupone que la cosa que se ha vendido es
ajena. En el ejemplo anotado el adquirente queda obligado a solicitar
que se le emplace con la demanda al transferente del bien, quien al
salir a juicio ocupará el lugar del adquirente que ha sido demandado
por saneamiento por evicción. Ahí perfectamente advertimos la
sustitución procesal, que se sustenta en que al defender el derecho
del titular estará defendiendo también su propio interés. Otro caso es
el regulado también por el inciso 4 del artículo 1219 CC cuando
establece que es efecto de las obligaciones autorizar al acreedor para
ejercer los derechos del deudor, sea en vía de acción o para asumir
su defensa, con excepción de los que sean inherentes a la persona o
cuando lo prohíba la ley. El acreedor para el ejercicio de los derechos
mencionados en este inciso, no necesita recabar previamente
autorización judicial, pero deberá hacer citar a su deudor en el juicio
que promueva. En este supuesto, el acreedor, ante un deudor
negligente e insolvente, tiene la facultad de plantear las demandas
destinadas a lograr que reingrese materialmente en el patrimonio de
su deudor lo que jurídicamente le corresponde, naturalmente en el
entendido de que en esa forma la acreencia del demandante será
satisfecha como consecuencia del éxito que logre en el proceso. Aquí
también se configura la sustitución procesal, donde el acreedor se
sustituye al deudor generando un proceso o interviniendo en el
promovido. En estos dos ejemplos, como se ha indicado, no se
necesita que se produzca el otorgamiento de poderes o se genere la
sustitución de poderes. En todo caso, la ley confiere tales facultades a
determinadas personas que ella misma señala.

LA ACUMULACION DE PRETENSIONES. TIPOS DE ACUMULACION


La acumulación es una institución procesal que se presenta cuando
hay más de una pretensión o más de dos personas (como
demandantes o como demandados) en un proceso. En un proceso se
pueden reunir los siguientes petitorios: resolución de contrato,
devolución de bien y entrega de frutos, a fin de que en una sentencia
se defina la pretensión. En muchos procesos, que muy bien se puede
calificar como la generalidad, se advierte la intervención de más de
dos personas y la presencia de más de una pretensión procesal.
La Finalidad de la acumulación, es decir lo que se persigue con la
acumulación (y en esto hay consenso) es en primer lugar evitar
pronunciamientos jurisdiccionales contradictorios, y en segundo
lugar se busca la economía procesal, que permita el ahorro de
tiempo, de gastos y de esfuerzos.
En cuanto a las clases de acumulación, siguiendo la regulación
contenida en el CPC, señalada específicamente en el numeral 83,
encontramos distintas formas de acumulación, con características
propias y con la fijación de diferentes requisitos para su procedencia.
Genéricamente hay dos tipos de acumulación procesal: la objetiva y
la subjetiva. No se descarta la acumulación procesal objetiva-
subjetiva, cuando en un proceso por ejemplo hay más de una
persona en la calidad de demandantes y más de una pretensión
procesal propuesta.
La acumulación objetiva se da cuando en un proceso se propone más
de una pretensión procesal, ya sea por la parte demandante como por
la parte demandada. Es decir, en el proceso hay en debate más de
una pretensión procesal.
La acumulación subjetiva se presenta cuando en un proceso dado la
parte demandante está integrada por dos o más personas, por dos o
más actores (acumulación subjetiva activa), o la parte demandada está
integrada por dos o más personas, por dos o más emplazados
(acumulación subjetiva pasiva) o que tanto la parte actora como la
parte emplazada están conformadas por dos o más demandantes y
por dos o más demandados (acumulación subjetiva mixta).

Acumulación Objetiva

Existe acumulación objetiva cuando en el proceso se demanda más


de una pretensión. Ej. Resolución de contrato, más indemnización
por daños y perjuicios.
Acumulación Objetiva Originaria de pretensiones: Esta institución se
presenta cuando la pluralidad de pretensiones es propuesta con la
demanda. Puede por ejemplo, plantearse en ella tres pretensiones
procesales: la resolución del contrato de compra venta de un
inmueble, la entrega del bien y la indemnización por los daños y
perjuicios que alega el actor ha sufrido. Estamos frente a la
acumulación objetiva sucesiva cuando la pluralidad de pretensiones se
presenta después de iniciado el proceso, como cuando se produce la
acumulación de procesos. Así, por ejemplo, en un proceso donde la
demanda contiene como pretensión procesal la resolución del
contrato de compra venta de un inmueble, el demandado reconviene
para que el actor le entregue el bien relativo a dicha compra venta.
En cuanto a la acumulación de procesos supongamos que en un
proceso se estuviera ventilando la resolución del contrato de compra
venta de un inmueble y en otro proceso, que se acumula al anterior,
se estuviera debatiendo el cumplimiento de la entrega del bien
derivado de la anotada compra venta. En estos casos se advierten
claramente la presencia de la acumulación objetiva sucesiva.
La acumulación objetiva originaria puede ser a su vez: subordinada,
alternativa y accesoria.
Acumulación objetiva originaria subordinada: Esta se presenta
cuando las pretensiones procesales propuestas en la demanda
guardan una relación si se quiere, de dependencia, de modo que una
pretensión es principal y la otra es subordinada a aquella, en el
sentido de que si prospera la principal simplemente el Juez no se
pronuncia sobre la subordinada y si no fuera así el Juez tiene que
pronunciarse sobre la pretensión procesal propuesta
subordinadamente (Art. 87 CPC). Por ejemplo: Si como pretensión
procesal principal se propone la resolución por falta de pago de saldo
de precio del contrato de compra venta de un inmueble y
subordinadamente se propone el pago de la diferencia de precio que
adeuda el comprador, en el supuesto que el Juez amparara la
pretensión principal, ya no se pronunciará sobre la pretensión
subordinada. En caso contrario, si el Juez desampara la pretensión
procesal principal, en el supuesto que el comprador haya pagado más
de la mitad del precio (Art. 1562 del CC versión primigenia), recién el
Juez analizará y se pronunciará sobre la pretensión subordinada. En
este supuesto el Juez no puede ni debe pronunciarse amparando las
dos pretensiones procesales planteadas, aun en el caso de haberse
acreditado sus fundamentos.
Otro ejemplo sería si la pretensión principal, la constituye la entrega
de un vehículo por haber comprado y pagado gran parte del precio, y
si se desestima la entrega del vehículo, la pretensión subordinada
seria, que se le devuelva el dinero entregado a cuenta de la compra.
Si se desestima la entrega del vehículo, el Juez tiene que
pronunciarse obligadamente sobre la devolución del dinero entregado
a cuenta del precio de compra, ya que no puede quedarse con el
dinero que se entregó. Cabe anotar que cuando se plantea una
demanda que contenga una pretensión principal y otra subordinada,
las mismas deben ser claramente propuestas; el actor debe precisar
que una de las pretensiones la propone como principal y la otra la
plantea como subordinada, pues de lo contrario el Juez está
autorizado para declarar improcedente la demanda basado en una
indebida acumulación de pretensiones (Art. 427, inc. 7 CPC).
Acumulación objetiva originaria alternativa: Esta se da cuando se
proponen en la demanda dos pretensiones procesales que el Juez
puede ampararlas (las dos en conjunto) en la sentencia, confiriendo
el ordenamiento procesal civil al demandado el derecho de elegir la
pretensión amparada que desea cumplir. Esta alternatividad se ha
establecido en función del demandado y para la ejecución de la
sentencia. En este supuesto, recién en ejecución de sentencia, el
demandado está autorizado para elegir la pretensión procesal
amparada por el Juez que requiera cumplir. Claro está que si el
demandado no elige o renuncia a elegir, es el propio demandante el
que señala la pretensión que debe cumplir el vencido en el proceso
(Art. 87 CPC). En el mismo ejemplo anotado precedentemente, si el
actor ha demandado la resolución del contrato de compra venta por
falta de pago con entrega del bien y alternativamente (no
subordinadamente) el pago del saldo de precio, el Juez puede muy
bien, si las pruebas aportadas al proceso lo ameritan, amparar las
dos pretensiones. En ejecución de sentencia el demandado elegirá si
cumple con la entrega del inmueble como consecuencia de la
resolución del contrato o si cumple con pagar el saldo de precio
adeudado.
Acumulación objetiva originaria accesoria: Se presenta cuando en
una demanda se propone una pretensión procesal principal y otras
accesorias a ella, de modo que si el Juez ampara la principal
necesariamente tendrá que acoger las accesorias (Art. 87 CPC), salvo
que no se hayan probado sus fundamentos de hecho. En el mismo
ejemplo anotado, puede el actor demandar la resolución del contrato
de compra venta el inmueble por falta de pago de una parte del precio
(pretensión principal) y accesoriamente puede proponer la devolución
del bien y el pago de una suma de dinero por concepto de
indemnización pactado en el contrato. Si se ampara la pretensión
procesal principal necesariamente tendrá que ampararse las
pretensiones accesorias. La suerte de la pretensión principal
determina la suerte de las pretensiones accesorias. Las pretensiones
procesales accesorias pueden proponerse hasta el día de audiencia de
conciliación (Art. 87, cuarto párrafo del CPC). Por ejemplo, en una
demanda pueden proponerse, como pretensión principal “Petición de
Herencia” y si los bienes producen renta, puede proponerse como
pretensión accesoria, el pago de “frutos” de los bienes en la
proporción que corresponde al demandante y si se actuó de mala fe,
como pretensión accesoria, puede proponerse la de cobro de daños y
perjuicios. Si el Juez, ampara la pretensión principal, también
ampara las pretensiones accesorias. Cuando la accesoriedad está
expresamente prevista por la ley, se consideran tácitamente
integradas a la demanda (Art. 87 quinto párrafo CPC). En este
sentido, por ejemplo, el artículo 1985 del Código Civil prevé una
accesoriedad legal, que no requiere ser propuesta expresamente, por
tratarse de una norma imperativa; es el caso del pago de los intereses
cuando se trata de la responsabilidad extracontractual, sobre el cual
el Juez obligatoriamente debe pronunciarse aun cuando no se haya
demandado expresamente. Tratándose de pretensiones que tienen
que ver con la separación de cuerpos y de divorcio por causales, el
Código Procesal Civil prevé una acumulación originaria y accesoria de
pretensiones estableciendo que pueden acumularse a la pretensión
principal de separación o de divorcio las pretensiones sobre
alimentos, tenencia y cuidado de los hijos, suspensión o privación de
la patria potestad, separación de bienes gananciales y las demás
relativas a derechos u obligaciones de los cónyuges o de estos con
sus hijos, o de la sociedad conyugal, que directamente deban resultar
afectadas como consecuencia de la pretensión principal (Art. 483,
primer párrafo CPC). Este tipo de acumulación supone que no existe
proceso fenecido sobre separación por causales o divorcio. En este
caso de acumulación no son de aplicación las reglas referidas a la
competencia del Juez y a la vía procedimental como requisitos de la
acumulación objetiva (Art. 483 segundo párrafo CPC). Es posible la
acumulación de pretensiones accesorias que tuvieran decisión
ejecutoriada (decisión firme) a condición de que soliciten su variación
(Art. 483, tercer párrafo CPC).

Acumulación objetiva sucesiva: La acumulación objetiva sucesiva se


presenta cuando se incorporan al proceso pretensiones
procesales con posterioridad a la presentación, admisión y
notificación con la demanda. Este es el caso cuando el actor amplia
su demanda proponiendo otras pretensiones, una o más, al amparo
de lo dispuesto por el numeral 428 del CPC (Art. 88 inc. 1 CPC).
Otro caso es cuando el demandado reconviene (en sentido estricto
cuando plantea una contrademanda), incorporando al proceso
pretensiones procesales nuevas (Art. 88, inc. 2 CPC). Finalmente,
otro supuesto en que se produce la acumulación objetiva sucesiva de
pretensiones es cuando se acumulan procesos, de oficio o a petición
de parte, a fin de que se resuelva en una sola sentencia, con lo que se
evitan decisiones contradictorias (Art. 88, inc. 3 CPC). Un caso
regulado por el CPC sobre acumulación objetiva de pretensiones
sucesivas es el que autoriza que los procesos donde se ventilan las
pretensiones que pueden acumulare como accesorias a las de
separación por causales y de divorcio (alimentos, tenencia y cuidado
de los hijos, suspensión y privación de la patria potestad, separación
de bienes gananciales, etc.) se acumulen al proceso de separación o
de divorcio, siempre a pedido de parte (Art. 484, primer párrafo,
CPC). La acumulación se solicita acreditando la existencia del
proceso donde, por ejemplo, se ventila una pretensión que el Código
le da la naturaleza de accesoria a la de separación y de divorcio. El
Juez que conoce de estas últimas pretensiones debe resolver sobre la
procedencia o no, debiendo ordenar la remisión del expediente
respectivo dentro de tercero día, bajo responsabilidad (Art. 484,
segundo párrafo CPC). No dice si esa responsabilidad es de
naturaleza penal, civil o administrativa.
Acumulación Subjetiva

Esta supone la presencia de más de dos personas dentro de un


proceso ya sea como demandantes, como demandados o como
demandantes y demandados. El litisconsorcio, en realidad implica
una acumulación subjetiva por la presencia de más de una persona
en la calidad de demandantes o en la de demandados. Ej. Una
demanda de reivindicación dirigida contra tres copropietarios.
Acumulación subjetiva originaria: Habrá acumulación subjetiva
originaria cuando la demanda es interpuesta por dos o más personas
o es dirigida contra dos o más personas o cuando una demanda de
dos o más personas es dirigida contra dos o más personas (Art. 89,
primer párrafo CPC), es decir cuando en la propia demanda
intervienen una pluralidad de sujetos como demandantes o ella es
dirigida contra una pluralidad de sujetos como demandados o
cuando una pluralidad de sujetos como demandantes dirigen la
demanda contra una pluralidad de sujetos como demandados.
Acumulación subjetiva sucesiva: Estamos frente a una acumulación
subjetiva sucesiva cuando la pluralidad de sujetos se presenta con
posterioridad a la admisión y notificación con la demanda, es decir,
cuando en pleno desarrollo del proceso se incorporan otras personas.
Esta forma de acumulación regula los supuestos de incorporación de
un tercero al proceso, la de la acumulación de pretensiones
propuestas en procesos distintos para ser decididos en una sola
sentencia. Este tipo de acumulación es realmente complejo.
Se presenta la acumulación subjetiva sucesiva cuando un tercero
legitimado incorpora al proceso otra u otras pretensiones procesales
(Art. 89, inc. 1 CPC), por ejemplo cuando en un proceso se discute el
mejor derecho la posesión y el tercero ingresa al proceso, también
incorpora una nueva pretensión, de mejor derecho a la posesión por
ser propietario y con título inscrito en los Registros Públicos. Otro
caso en que se presenta este tipo de acumulación es cuando dos o
más pretensiones intentadas en dos o más procesos autónomos se
reúnen en un proceso único (Art. 89 inc. 2 CPC), por ejemplo
cuando en un proceso A y B, discuten la nulidad de un contrato de
venta y en otro proceso, se discute la entrega de posesión del mismo
bien entre C y D; si se acumulan estos dos procesos se produce la
acumulación de pretensiones que contiene cada una de las
demandas o las reconvenciones o contestación de las demandas. En
este caso, el Juez tiene la facultad de ordenar la desacumulación de
los procesos, por la diferencia de trámite, reservándose el derecho
para expedir una sola sentencia que ponga fin al conflicto de
intereses (La norma considera que en caso se declare fundada la
acumulación de procesos, se puede producir una acumulación ficta,
esto significa que los procesos no se juntan, cada proceso declarado
acumulado sigue su tramite separado. Se acumula como decisión y
se desacumula como trámite para que siga el proceso avanzando.
Cuando se tiene que sentenciar se remite al juez de la acumulación,
quien expide una sola sentencia para los dos procesos, evitando así
fallos contradictorios). Estos casos suponen la incorporación de otros
sujetos procesales.

Requisitos de la Acumulación

Son requisitos de la acumulación objetiva de pretensiones, los


siguientes (Art. 85 CPC):
- Que las pretensiones sean de competencia de un mismo Juez.
- No sean contrarios entre sí, salvo que sean propuestas en
forma subordinada o alternativa.
- Que sean tramitables en una misma vía procedimental.
En la ley se establece las excepciones en la aplicación de estos
requisitos de la acumulación de pretensiones.
La indebida acumulación de pretensiones genera la improcedencia de
la demanda, previsto en el inc. 7 del Art. 427 del CPC por estar
considerado como un requisito de fondo de la demanda.

Son requisitos de la acumulación sucesiva de procesos, los


siguientes (Art. 90 CPC):
- Cuando dos o más pretensiones intentadas en procesos
distintos, se reúnan en uno solo, debe existir conexidad entre
dichas pretensiones (existe conexidad entre las pretensiones,
cuando se presentan elementos comunes entre las distintas
pretensiones a acumularse o por lo menos elementos afines
entre ellas -Art. 84 CPC-).
- El pedido de acumulación procede hasta antes de expedirse
sentencia en los procesos a acumularse. El pedido de
acumulación de procesos, impide la expedición de sentencia,
mientras no sea resuelto en forma definitiva dicha
acumulación.
- El pedido de acumulación de procesos, puede hacerse ante
cualquiera de los jueces que tramitan los procesos. Debe
anexarse al escrito donde se pide la acumulación de procesos,
copia certificada de la demanda, de contestación si la hubiera.
- Del pedido de acumulación de procesos, el Juez corre traslado
a la otra parte por el plazo de tres días. Con la contestación o
vencido el plazo, el Juez expide resolución declarando fundado
o infundada la petición, en base a la prueba acompañada. La
resolución que pronuncia el Juez en los pedidos de
acumulación de procesos, es apelable sin efecto suspensivo
(Art. 90 CPC).
- Si se declara fundada, la acumulación sucesiva de procesos se
tramita la causa a procesos acumulado ante el Juez, que hizo
el primer emplazamiento.
- La acumulación de procesos, se ordena de oficio por el Juez,
cuando los procesos se tramitan en el mismo Juzgado (Art. 90
CPC).

LA ETAPA POSTULATORIA
Una relación jurídica sustantiva al contener un conflicto de intereses
con relevancia jurídica, genera en alguno de los que conforman, la
consideración de que puede reclamar al otro la satisfacción de sus
intereses. Esta aptitud para exigir que el contendiente reconozca el
interés reclamado se llama pretensión material. Ahora bien, si la
pretensión material es satisfecha, se acabó la relación jurídica
sustantiva y además, no habrá sido necesario que haya proceso. Sin
embargo, la negativa de la otra parte de satisfacer la pretensión
material es, el punto de partida del proceso contencioso.
El titular de la pretensión material rechazada no tiene en un Estado
de Derecho ninguna otra forma de ver satisfecho su interés que la de
recurrir a los órgano jurisdiccionales. Para que esto ocurra, debe
hacer uso de su derecho de acción, cuya manifestación concreta es la
demanda. Este acto jurídico procesal dirigido al Estado – dado que es
quien en exclusiva otorga tutela jurisdiccional – contiene una
pretensión dirigida a una persona concreta.
Esta pretensión contenida en la demanda ya no es la materia a la que
nos hemos estado refiriendo. A pesar que intrínsecamente es la
misma, pasa a denominarse pretensión procesal, en tanto va a ser
discutida, probada, alegada y al final decidida, dentro de un proceso.

La postulación del proceso


La Demanda. Requisitos. Clases. Inadmisibilidad e Improcedencia
Requisitos de la demanda. Según Gozaíni, se denomina demanda “…
al acto procesal por el que se ejercita el derecho de peticionar a las
autoridades procurando la iniciación del proceso” (GOZAINI, 1992,
Tomo I, Volumen 2:479). Dicho autor precisa que “a través de la
demanda se formula un pedido o una pretensión cuyo tenor objetiva
el fin del proceso y fija el contenido de la decisión jurisdiccional a
producir…”
Según Véscovi: “La demanda es (…) un acto de iniciación del proceso.
Es un acto del procedimiento que, normalmente, da comienzo al
proceso. En él se ejerce el poder de acción y se deduce la pretensión.
Es la petición que el actor, dirige al juez para que produzca el
proceso, y a través de él, satisfaga su pretensión. Es también un acto
jurídico procesal, no un derecho. Es también algo que hace alguien,
dando comienzo al procedimiento”.
Alsina, “…por demanda se entiende toda petición formulada por las
partes al juez en cuanto traduce una expresión de voluntad
encaminada a obtener la satisfacción de un interés. Desde este
punto de vista ninguna distinción cabe hacer entre la petición del
actor que ejercita una acción o la del demandado que opone una
defensa, porque ambos casos se reclama la protección del órgano
jurisdiccional fundada en una disposición de la ley” (ALSINA, 1961,
tomo III:23), también agrega “…dentro del concepto procesal estricto,
la palabra demanda se reserva para designar con ella el acto inicial
de la relación procesal, ya se trate de un juicio ordinario o de un
juicio especial, es decir, la primera petición que resume las
pretensiones del actor. Puede definírsela entonces como el acto
procesal por el cual el actor ejercita una acción solicitando del
tribunal la protección, la declaración o la constitución de una
situación jurídica. Según sea, en efecto, la naturaleza de la acción
deducida, la demanda será de condena, declarativa o constitutiva”.
Según se colige del Art. 424 CPC, además de la forma escrita, la
demanda tiene como requisitos los que se indican a continuación:
1. La designación del Juez ante quien se interpone la demanda.
Para determinar quién es el juez competente, es necesario aplicar las
reglas de la competencia previstas en los artículos 5 a 47 del CPC,
asimismo tomar en cuenta la competencia absoluta y competencia
relativa.
2. El nombre (completo), datos de identidad (DNI, carnet de
extranjería), dirección domiciliaria (domicilio real) y domicilio
procesal del demandante (casilla u oficina del Abogado
patrocinante).
3. El nombre y dirección domiciliaria del representante o apoderado del
demandante, si no puede comparecer o no comparece por sí mismo.
Se debe consignar las generales de ley del representante legal (por
ejemplo datos del Gerente en el caso de personas jurídicas) o del
apoderado.
4. El nombre y dirección domiciliaria del demandado.
Si se ignora esta última, se expresará esta circunstancia bajo el
juramento previsto en el artículo 165 CPC, de haber agotado las
gestiones destinadas a conocer el domicilio del demandado.
5. El petitorio, que comprende la determinación clara y concreta de lo
que se pide.
6. Los hechos en que se funde el petitorio, expuestos enumeradamente
en forma precisa, con orden y claridad.
7. Los fundamentos jurídicos del petitorio.
Normas sustantivas (C.C., LGS, etc.) y normas adjetivas (CPC, CNA,
etc.) en que ampara la pretensión, además de la fundamentación.
8. El monto del petitorio, salvo que no pudiera establecerse.
Se refiere a la cuantía de la pretensión (monto de una deuda, monto
de la indemnización, monto de la pensión de alimentos, etc.), salvo
que la pretensión no tenga cuantía (pretensiones de: Nulidad de Acto
jurídico, Declaración Judicial, etc.) o no pudiera establecerse.
9. La indicación de la vía procedimental que corresponde a la
demanda.
Conocimiento, abreviado, sumarísimo.
10. Los medios probatorios.
Que el actor ofrece para acreditar los hechos en que se sustenta la
pretensión (documental, testimonial, declaración de parte, pericia,
inspección judicial, etc.)
11. La firma del demandante o de su representante o de su apoderado,
y la del abogado.
El Secretario respectivo certificará la huella digital del demandante
analfabeto.
Inadmisibilidad de la Demanda: Una demanda es declarada
inadmisible, cuando la misma no satisface o no cumple con las
exigencias o requisitos de orden formal, que condicionan su admisión
a trámite; es decir, el Juez al momento de calificar la demanda,
verifica que no se cumple con algunos de los presupuestos procesales
(competencia, capacidad procesal y requisitos de la demanda).
Esta omisión o defecto del cumplimiento de dichos requisitos
formales, acarrean la declaración de inadmisibilidad de la demanda;
sin embargo, siendo de carácter subsanable, el juez prudencialmente
concede un plazo para subsanar, que es no mayor de diez días, bajo
apercibimiento de rechazar la demanda y disponer el archivo del
expediente.
Si el actor no cumple con la subsanación dentro del plazo concedido,
el juez hará efectivo el apercibimiento decretado.
El articulo 128 CPC – primer párrafo – regula la “inadmisibilidad de
actos procesales”, entre ellas lógicamente regula también la
demanda; estableciendo que el juez declara la inadmisibilidad,
cuando el acto procesal carece de un requisito de forma o este se
cumple defectuosamente.
El Art. 426 establece las causales de inadmisibilidad de la demanda,
siendo las siguientes:
“El juez declarará inadmisible la demanda cuando”:
1. No tenga los requisitos legales.
Son los requisitos previstos en los Arts. 130 (forma de redacción del
escrito) y 424 (forma y contenido del escrito) del CPC
2. No se acompañen los anexos exigidos por ley
Son los enumerados en el artículo 425 CPC (generales) y las
especiales previstas para cada demanda. Por ejemplo en el proceso
abreviado, los requisitos especiales previstos en el artículo 505 CPC
para las demandas de Titulo Supletorio y Prescripción Adquisitiva.
3. El petitorio sea incompleto o impreciso
Las pretensiones tienen que ser propuestas en forma clara y precisa,
evitando las ambigüedades; de no ser así, procede deducirla
excepción de oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la
demanda (Art. 446.4 CPC).
4. La vía procedimental propuesta no corresponda a la naturaleza del
petitorio o al valor de este, salvo que la ley permita su adaptación.
La vía procedimental propuesta, tiene que tener relación con la
naturaleza y cuantía de la pretensión, dependiendo de dichos
factores, la demanda puede ser tramitada en la vía de conocimiento,
abreviado o sumarísimo.
Existen leyes especiales, que regulan de manera expresa, que una
pretensión puede ser tramitada en una vía procedimental. Por
ejemplo, el Art. 365 LGS regula que la pretensión de nulidad de la
fusión se tramita en la vía procedimental abreviada.
Improcedencia de la Demanda: El Juez declara la improcedencia de la
demanda, cuando al momento de calificarla, advierte que falta algún
requisito de fondo o cuando este apareciera defectuosamente; es
decir, el juez al momento de calificar la demanda, verifica que no se
cumple con algunos de las condiciones de la acción que hemos
estudiado anteriormente (voluntad de la ley, interés para obrar y
legitimidad para obrar).
El Art. 128 CPC – segundo párrafo – regula la “improcedencia de
actos procesales”, entre ellas lógicamente regula también la
demanda: estableciendo que el juez declara la improcedencia de la
demanda, cuando advierte que la omisión o defecto es de un requisito
de fondo.
El Art. 427 CPC establece las causales de Improcedencia de la
demanda, siendo las siguientes:
1. El demandante carezca evidentemente de legitimidad para obrar
Para Matheus López, es posible definir a la legitimación para obrar,
como la cualidad que corresponde a los sujetos de la relación jurídica
sustancial, cuando esta ultima sea deducida en juicio, para ser parte
activa y pasiva, respectivamente, en la relación jurídica procesal que
se forme, pues solo cuando estas personas figuren como partes en el
proceso, la pretensión procesal podrá ser examinada en cuanto al
fondo. Siendo necesario salir del derecho procesal para saber que
sujetos han de figurar como partes en el proceso, puesto que la
legitimación viene más bien regulada por el derecho sustancial.
Buscándose con ello lograr que el proceso sirva a su objetivo final y
se evite la actividad jurisdiccional en el vacío. Matheus López,
1999:53)
Es decir la legitimidad para obrar es la adecuación correcta de los
sujetos que participan en la relación jurídica sustantiva o material,
con los sujetos que van a participar en la relación jurídica procesal.
Por ejemplo, en un contrato de compra venta, donde participa A
como vendedor y B como comprador, tenemos que A y B son parte en
la relación sustantiva o material. Si B incumpliera con su
obligación de pagar el precio y A decide interponer su demanda para
que se declare la resolución del contrato, la relación procesal sería
la siguiente: A como sujeto activo y B como sujeto pasivo.
En síntesis los sujetos que participaron en la relación material son
los mismos que van a participar en la relación procesal; es decir, que
existe una adecuación correcta, de los sujetos que participan en
ambas relaciones.
2. El demandante carezca manifiestamente de interés para obrar
El actor tiene interés para obrar, cuando ha agotado todos los medios
extrajudiciales a su alcance y las previstas en la ley (como la
Conciliación Extrajudicial prevista en la Ley de Conciliación – Ley No.
26872), para lograr que el demandado cumpla con la obligación o
prestación asumida. Al no tener resultado positivo, no tiene otra
alternativa que recurrir al órgano jurisdiccional para exigir la tutela
de sus intereses. En tal sentido, el actor carecerá de interés para
obrar, cuando no acredite haber agotado los referidos medios o
gestiones extrajudiciales.
Ejemplo: en un matrimonio entre A (marido) y B (mujer). La
demanda de Alimentos interpuesta por B contra A, será declarada
improcedente por falta de interés para obrar, si B no acompaña como
Anexo de su demanda, la respectiva Acta de Conciliación
Extrajudicial (por estar calificado los Alimentos como una materia
conciliable); tal como se desprende de los artículos 6 y 7 – segundo
párrafo – de la Ley de Conciliación – Ley 26872.
3. Advierta la caducidad del derecho.
Según los Arts. 2003 y 2004 CC, la caducidad extingue el derecho y
la acción correspondiente; asimismo, los plazos de caducidad los fija
la ley, sin admitir pacto en contrario.
En tal sentido podemos concluir que la caducidad opera con el
transcurso del tiempo, de modo tal, que si al momento de calificar la
demanda, el juez advierte que ha transcurrido el plazo de ley,
liminarmente declarará la improcedencia de la demanda.
Ejemplo: en una Asociación de Comerciantes de Polvos Azules, si un
asociado decide impugnar los acuerdos adoptados en una Asamblea,
debe interponer su demanda dentro de un plazo no mayor de sesenta
días computados a partir de la fecha del acuerdo; si el asociado
interpone su demanda fuera de dicho plazo, la misma será declarada
improcedente, en aplicación del Art. 92 CC.
4. Carezca de competencia (derogado por cuanto el juez cuando
determine que la demanda no es de su competencia lo que hará es
remitir al juez competente, ya no declarará improcedente la demanda,
ello haciendo una interpretación extensiva del artículo 451.6 del CPC)
La competencia tiene relación directa con el principio del “juez
natural”, inmerso dentro del derecho al debido proceso, regulado por
el Art. 139.3 de la Constitución.
Según uniformes jurisprudencia, todos los jueces tiene jurisdicción
pero no todos tienen competencia para conocer determinados
asuntos. Motivo por el cual, para determinar quien deberá conocer el
proceso, se aplican las reglas siguientes: por razón de la materia, por
razón del territorio, por razón de la cuantía, por razón del grado y por
razón del turno. Leer lo relacionado a la competencia absoluta y la
competencia relativa.
4. No existe conexión lógica entre los hechos y el petitorio
Los hechos expuestos en la demanda tienen que estar referidos al
petitorio.
Ejemplo: A (vendedor) interpone demanda contra B (comprador), con
el objeto que el órgano jurisdiccional declare la resolución del
contrato de compraventa y como pretensión accesoria pide la
restitución del inmueble, sin embargo, en los fundamentos de hecho
de la demanda, el actor persigue la restitución del bien (objeto de la
compraventa), argumentando haber resuelto extrajudicialmente el
contrato (por carta notarial), en aplicación de la cláusula resolutoria
expresa convenida en el contrato.
5. El petitorio fuese jurídica o físicamente imposible
Ejemplo: Resulta improcedente la demanda de prescripción
adquisitiva de dominio contra el Estado, pues contiene una
pretensión jurídicamente imposible, en razón que los bienes de
dominio público son inalienables e imprescriptibles.
Otro Ejemplo: Resulta jurídicamente imposible solicitar la
declaración de propiedad por prescripción adquisitiva, si se afirma
haber adquirido el bien, mediante contrato de compraventa.
Al respecto según el Art. 504.2 CPC, en la demanda de prescripción
adquisitiva, el sujeto activo es el “poseedor” (sin título) a fin que el
órgano jurisdiccional lo declare propietario del bien que posee en
forma continua, pacífica y publica como propietario durante diez
años (Art. 950 CC); sin embargo, en el segundo ejemplo, el actor no
es poseedor sino propietario del bien, en razón que afirma haber
comprado el bien, motivo por el cual su demanda deviene en
Improcedente.
En tal orden de ideas, esta condición está referida a la necesidad de
que toda pretensión que es sometida a conocimiento del órgano
jurisdiccional, tenga su sustento en un derecho (del actor), y que este
a su vez, tenga apoyo en el ordenamiento jurídico.
Esta causal tiene relación con la voluntad de la ley (que el caso sea
justiciable), que constituye una condición de la acción. Es decir, que
el juez solo admitirá a trámite la demanda, si las pretensiones
propuestas se encuentran reguladas en el ordenamiento jurídico.
7. Contenga una indebida acumulación de pretensiones (derogado por
la ley 30293 publicado el 28 de diciembre de 2014, entrando en
vigencia a los 30 días de su publicación, en razón a que dicha ley
entre otros agregó el siguiente párrafo al artículo 427 del CPC: “Si el
Juez estima que la demanda es manifiestamente improcedente, la
declara así de plano, expresando los fundamentos de su decisión y
devolviendo sus anexos. Si el defecto se refiere a alguna de las
pretensiones, la declaración de improcedencia se limita a aquellas que
adolezcan del defecto advertido por el Juez”). Significando ello que
cuando el juez determine que la demanda contiene una indebida
acumulación de pretensiones ya no declarará improcedente la
demanda, sino que solo declarará la improcedencia de la pretensión
que considere indebidamente acumulada, prosiguiendo con la
secuela del proceso.
En un proceso puede haber una pluralidad de pretensiones y una
pluralidad de sujetos procesales (en calidad de sujeto activo o sujeto
pasivo); es decir, puede existir más de una pretensión, o más de dos
personas.
Ejemplo: A (marido) y B (mujer) se casaron en el año 1992 y en el
año 1994 compraron una casa. En el año 1996, A falsificando la
firma de B simula la transferencia (compraventa) del bien a favor de
C (quien participa como testaferro). Al enterarse B de esta ilegal
transferencia, interpone demanda de Nulidad del Acto Jurídico
(compraventa) y la correspondiente Indemnización por daños y
perjuicios.
De acuerdo al caso propuesto: en la demanda interpuesta por B
existen dos pretensiones. Ahora bien, respecto a los sujetos
procesales, existirán tres: B como demandante y las personas de A
(vendedor) y C (comprador) como parte demandada.
Ahora bien, a la acumulación de pretensiones, las mismas que
pueden ser propuestas por ambas partes procesales (en los casos que
la parte demandada formule reconvención), se le denomina
“acumulación objetiva”; y a la acumulación de sujetos procesales se
le denomina “acumulación subjetiva”, que puede ser activa o pasiva,
según sean demandantes o demandados.
Los principios se justifican la acumulación bajo análisis son dos: A)
evitar que el órgano jurisdiccional emita pronunciamiento
contradictorios (evitar que se afecte la seguridad jurídica); y b) la
economía procesal, que permite el ahorro de tiempo, costos y costas
del proceso.
Según lo establece el artículo 83 CPC la acumulación objetiva y la
acumulación subjetiva, pueden ser originarias o sucesivas, según se
propongan en la demanda o después de iniciado el proceso,
respectivamente.
Los requisitos para la acumulación objetiva son:
a. Que sean competencia del mismo juez.
b. Que no sean contrarias entre sí, salvo que sean propuestas en
forma subordinada o alternativa.
c. Que sean tramitables en una misma vía procedimental.
Ejemplo: Por razón de la cuantía, una demanda sobre Desalojo por
falta de pago de la renta, viene siendo conocida por un juez de Paz
Letrado; el demandado, al momento de contestar la demanda,
pretende formular reconvención, exigiendo el cumplimiento de una
obligación económica (devolución de un dinero prestado a los
demandantes), la misma que por razón de la cuantía y la vía
procedimental será de conocimiento del Juez Especializado; de modo
tal, que no es posible la acumulación, porque ambas pretensiones se
tramitan en vía procedimentales diferentes. Al respecto, el articulo
559.1 CPC deviene en improcedente la reconvención.
El Art. 87 CPC regula una subclasificación de la acumulación
objetiva originaria; que lo estudiaremos más adelante.
Conforme lo dispuesto por el Art. 427 CPC, si el juez estimara que la
demanda es manifiestamente improcedente, la declara así de plano
(liminarmente, sin correr traslado) expresando los fundamentos de su
decisión y devolviendo los anexos.
Si la resolución que declara la improcedencia fuese apelada, el juez
pondrá en conocimiento del demandado el recurso interpuesto. La
resolución superior que resuelva en definitiva la improcedencia,
produce efectos para ambas partes.

Contestación de la Demanda: Montero Aroca, define la contestación


de la demanda, en la siguiente forma: “Si la demanda se define por su
contenido (acción más pretensión), la contestación también debe
definirse atendiendo al mismo criterio: Es el acto procesal de parte en
el que se opone expresamente la resistencia por el demandado, esto
es, por medio del cual el demandado pide que no se dicte contra él
sentencia condenatoria. La contestación como acto es un continente;
el contenido es la resistencia y esta es una declaración petitoria de no
condena” (Montero Aroca, 2000: 384).
Según nuestro CPC luego de su emplazamiento, el demandado tiene
las siguientes opciones frente a la demanda:
1) Antes de contestar la demanda y dentro del plazo previsto para la
vía procedimental (fijado en el auto admisorio), formula cuestiones
probatorias (tacha y oposición contra los medios probatorios ofrecidos
por el actor).
2) Antes de contestar la demanda y dentro del plazo previsto para la
vía procedimental (fijado en el auto admisorio), deduce Excepciones
(atacando los presupuestos procesales y las condiciones de la acción)
y/o formula Defensas Previas.
3) Deja transcurrir el plazo y decide no contestar la demanda, por
consiguiente será declarado rebelde (Art. 458 CPC)
4) Dentro del plazo de ley, contesta la demanda, formulando
contradicción a la pretensión
5) Formula reconvención (en el mismo escrito de contestación de la
demanda)
6) reconoce o se allana a la demanda.
Requisitos y contenido de la contestación de la demanda
Toda persona que es demandada en un proceso regular, tiene
derecho a contradecir las pretensiones incoadas en su contra.
Este derecho o principio de contradicción, constituye un elemento del
derecho al debido proceso regulado por el Art. 139 Inc. 3 de la
Constitución Política, en virtud de la cual, las partes tienen que estar
en igualdad de condiciones, para la defensa de sus intereses, ante el
órgano jurisdiccional.
Este derecho le permite a los justiciables contradecir cada uno de los
fundamentos de hecho de su contraparte y ofrecer los medios
probatorios en que se sustenta su afirmación. Este derecho también
le permite a las partes, ejercer control sobre las decisiones del órgano
jurisdiccional, mediante la interposición de los recursos
impugnatorios.
Uniformes jurisprudencias del TC señala que un justiciable quedará
en indefensión, cuando se anule o limite, total o parcialmente, sus
oportunidades de defensa. La indefensión dará lugar a la nulidad de
los actos procesales.
“Art. 442. Requisitos y contenido de la contestación a la demanda. Al
contestar el demandado debe:
1. Observar los requisitos previstos para la demanda, en lo que
corresponda.
Se refiere a los requisitos previstos en el Art. 424 CPC “en cuanto sea
aplicable” (no todos). Por ejemplo, no será necesario señalar la vía
procedimental, por cuanto esta fue fijada en el auto admisorio de la
demanda. Tampoco será necesario consignar el petitorio ni los
fundamentos de hecho en que se sustenta el petitorio, en razón que
dichos requisitos son de cumplimiento del actor.
2. Pronunciarse respecto de cada uno de los hechos expuestos en la
demanda. El silencio, la respuesta evasiva o la negativa genérica
pueden ser apreciados por el Juez como reconocimiento de verdad de
los hechos alegados.
Conforme lo señala el Art. 424.6 CPC los fundamentos de hecho en que
se sustenta el petitorio deben ser expuestos por el actor
enumeradamente, en forma precisa, con orden y claridad. Por
consiguiente, el demandado, deberá pronunciarse sobre cada uno de
dichos fundamentos de hecho, siguiendo el orden numérico que fue
propuesto por el actor.
La norma resulta imperativa, estableciendo que el silencio (omite
contestar los hechos), la respuesta evasiva (no es frontal, se va por la
tangente o contesta con ambigüedad) o la negativa genérica (el
demandado solo dice niego y contradigo la demanda, omitiendo
pronunciarse sobre cada uno de los fundamentos de hecho), puede ser
apreciado por el juez como reconocimiento de verdad de los hechos
alegados.
3. Reconocer o negar categóricamente la autenticidad de los
documentos que se le atribuyen, o aceptar o negar, de igual manera,
la recepción de documentos que se alega le fueron enviados. El
silencio puede ser apreciado por el Juez como reconocimiento o
aceptación de recepción de los documentos.
El demandado debe pronunciarse sobre la prueba documental que fue
ofrecido por el actor y que aparece recaudada a la demanda. Este
reconocimiento o negación de la autenticidad (fundamentando su medio
de defensa) es sin perjuicio de la cuestión probatoria (tacha) que puede
formularse oportunamente y ofreciendo los medios probatorios
respectivos, conforme al trámite previsto en los artículos 300 y 301
CPC.
4. Exponer los hechos en que funda su defensa en forma precisa,
ordenada y clara.
Conforme hemos explicado líneas arriba, las partes tiene que estar en
igualdad de condiciones, para la defensa de sus intereses (principio de
equilibrio procesal), por consiguiente, la contestación de la demanda,
también debe ser enumerada, con orden y claridad, conforme le fue
impuesto al actor en el Art. 424 CPC.
5. Ofrecer los medios probatorios
Según el Art. 189 CPC los medios probatorios deben ser ofrecidos por
las partes en los actos postulatorios, en consecuencia, al contestar la
demanda, el emplazado debe ofrecer las que le corresponde, para
sustentar su contradicción.
6. Incluir su firma o la de su representante o de su apoderado, y la
del Abogado. El secretario respectivo certificará la huella digital del
demandado analfabeto.
Este requisito también le fue exigido al actor en el articulo 424.11
CPC.
Plazo para contestar la demanda y reconvenir: El Art. 443 CPC
establece que el plazo para contestar la demanda y reconvenir
(formular contrademanda) es el mismo y simultaneo.
Las pretensiones contenidas en la demanda y las pretensiones de la
reconvención, serán resueltas en la sentencia.
Finalmente, tal como lo establece el Art. 444 CPC al escrito de
contestación de la demanda, se acompañan los anexos exigidos para
la demanda en el Art. 425 en lo que corresponda.

Reconvención: Montero Aroca la define así: “(…) se trata entonces de


la interposición por el demandado de una pretensión contra la
persona que le hizo comparecer en juicio, entablada ante el mismo
juez y en el mismo procedimiento en que la pretensión del actor se
tramita, para que sea resuelta en la misma sentencia, la cual habrá
de contener dos pronunciamientos”.
Según el principio dispositivo regulado por el Art. IV TP solo las
partes formulan pretensiones.
El actor formula sus pretensiones al interponer su demanda y el
demandado tiene la oportunidad de formular pretensiones, en los
casos que decide formular reconvención (siempre que la vía
procedimental lo permita, por ejemplo el Art. 559.1 CPC establece
que es improcedente la reconvención en procesos sumarísimos).
En tal sentido, podemos inferir que la reconvención es una
contrademanda, la misma que plantea el demandado, dentro del
mismo proceso instaurado en su contra y en el mismo escrito que
contesta la demanda (Art. 445 CPC) cumpliendo con los requisitos de
admisibilidad y de procedencia.
En virtud de la reconvención, el lugar que ocupan las partes en la
relación procesal, son las siguientes:
- El actor es demandante en la demanda y tiene la calidad de
demandado en la reconvención.
- El emplazado es demandado en la demanda y tiene la calidad de
demandante en la reconvención.
Requisitos y Anexos: Conforme al Art. 445 CPC la reconvención se
propone en el mismo escrito en que se contesta la demanda, en la
forma y con los requisitos previstos para esta, en lo que corresponda.
Se propone en un otrosí cumpliendo con los requisitos previstos en
los artículos 424 (forma, contenido del escrito) y 425 (anexos del
escrito) del CPC.
La reconvención es admisible si no afecta la competencia ni la vía
procedimental originales.
La reconvención es procedente si la pretensión contenida en ella
fuese conexa con la relación jurídica invocada en la demanda. En
caso contrario, será declarada improcedente.
Se refiere a que la reconvención solo procede formularse contra quien
es parte en un proceso y no contra terceros.
El plazo para contestar una reconvención, es el mismo que fue fijado
para contestar la demanda (teniendo en cuenta la vía procedimental).
Luego de culminar la actuación de pruebas, las pretensiones de la
demanda y de la reconvención serán resueltas conjuntamente en la
sentencia.

Cuestiones Probatorias: Dentro de las denominadas cuestiones


probatorias se incluyen la tacha que puede formularse contra testigos
prohibidos de declarar (Art. 229 CPC) o contra documentos afectados
de nulidad o falsedad (Arts. 242 y 243 CPC), así como la oposición
que se puede plantear contra mandatos del Juez que ordenan la
declaración de parte, la exhibición de documentos, la práctica de una
pericia o la realización de una inspección judicial (Art. 300 CPC).
La Tacha se interpone contra:
a) Los testigos, imputándoles encontrarse incursos en las
prohibiciones previstas en el Art. 229 CPC y/o en las causales
previstas en los Arts. 305 y 307 CPC, conforme lo prevé el Art. 303
del mismo CPC. Por ejemplo se formula tacha contra un testigo
ofrecido por el actor, por ser su empleado (existe vínculo contractual
entre demandante y testigo).
b) Los documentos, por encontrarse afectados de falsedad del
documento o de nulidad de documento, conforme lo establecen los
Arts. 242 y 243 CPC.
La oposición: se interpone contra una declaración de parte, una
exhibición, una pericia o una inspección judicial.
Por ejemplo, en un proceso de desalojo por vencimiento de contrato,
el demandado ofrece como medio probatorio la declaración de un
testigo. El actor podrá formular oposición a dicha prueba,
argumentando que el Art. 591 CPC establece limitación de medios
probatorios, cuando la demanda de desalojo se sustenta en la causal
de vencimiento de contrato; es decir, que no resulta admisible la
declaración testimonial.
Los requisitos de admisibilidad de las cuestiones probatorias son:
a) Que se interponga dentro del plazo que establece cada vía
procedimental, por ejemplo: en conocimiento es 5 días, en abreviado
es 3 días, según los artículos 478 Inc. 1 y 491 Inc. 1 CPC.
b) Que se exponga con claridad los fundamentos en que se
sustentan; y
c) Que se acompañe la prueba respectiva.
El trámite: Se corre traslado por el plazo previsto en la vía
procedimental (fijada en el auto admisorio), teniendo por ofrecidos los
medios probatorios. Su absolución debe hacerse de la misma manera
(observando los requisitos de admisibilidad) anexando los medios
probatorios.
En caso las partes formulen cuestiones probatorias, incumpliendo los
referidos requisitos de admisibilidad, serán declaradas inadmisibles
de plano. Dicha decisión no es apelable (inimpugnable).
Estos requisitos no son exigibles para las absoluciones de las
cuestiones probatorias formuladas en proceso sumarísimo (Art. 555
CPC).
La actuación de los medios probatorios se realiza en la audiencia de
Pruebas, iniciándose estas por la actuación de las cuestiones
probatorias.
Aunque se haya formulado tacha u oposición contra un medio
probatorio, el Juez ordenará su actuación, sin perjuicio que su
eficacia sea resuelta en la sentencia.
Ejemplo, si un testigo es tachado, su declaración será actuada en la
audiencia de pruebas, sin perjuicio que el juez, al expedir sentencia,
declare fundada o infundada la tacha. Si se declara lo primero
(fundada), la testimonial no tendrá eficacia probatoria para el
proceso.

Excepciones: En forma adicional a la evaluación que de oficio realiza


el juez, respecto de la validez de la relación jurídica procesal, la parte
demandada puede formular, previa a su defensa sobre el fondo del
asunto, cuestionamientos a la validez de dicha relación procesal
denunciando defectos existentes en ella, ejerciendo lo que se conoce
como la defensa de forma. Tal defensa puede consistir en deducción
de excepciones procesales, de las defensas previas, o las meras
denuncias a la validez del proceso por ausencia de alguno de los
presupuestos no advertidos por el juez o silenciados por el
demandante.
Con la excepción procesal el demandado no ataca el derecho del
demandante, sino la validez del proceso iniciado por éste. Dicha
defensa guarda relación directa o indirecta con los presupuestos
procesales y materiales antes citados, por ello el pronunciamiento
que el juez realice respecto de tales defensas del demandado se
producirá en momento que el juez evalúa de oficio la validez de la
relación jurídica procesal; nuestra norma procesal la ha denominado
saneamiento procesal.
Nuestra norma procesal civil vigente ha establecido que el
demandado puede proponer trece excepciones procesales, ellas están
detalladas en su artículo 446.
Los efectos que de dichas excepciones procesales pueden producir en
el proceso son dos: a) suspender el proceso hasta que se subsanen
los defectos si éstos fueran subsanables, y b) concluir el proceso por
tratarse de defectos insubsanables. En doctrina se conocen a las
primeras como excepciones procesales dilatorias, en el sentido que no
tienen por objeto la conclusión del proceso; y a las segundas como
excepciones procesales perentorias, pues se trata de defectos
insubsanables y su objeto es la conclusión del proceso.
Según nuestra norma procesal serán dilatorias las excepciones de
incapacidad del demandante o su representante, de
representación defectuosa o insuficiente del demandante, de
oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda, de
falta de legitimidad para obrar del demandado. En este caso,
refiere el legislador, si el demandado no subsana el defecto dentro del
plazo que el juez conceda, se dará por concluido el proceso.
Por su parte, se consideran perentorias las excepciones de
incompetencia, representación insuficiente del demandado, falta
de agotamiento de la vía administrativa, falta de legitimidad para
obrar del demandante, litis pendencia, cosa juzgada,
desistimiento de la pretensión, conclusión del proceso por
transacción o conciliación, caducidad, prescripción extintiva o
convenio arbitral.
Resulta importante resaltar, debido a reiterados errores que se
incurren, que si se promueven más de una excepción procesal, éstas
deben en ser objeto de pronunciamiento en un solo auto. Por otro
lado, resulta evidente que si resulta exitosa alguna de las excepciones
que establezca la imposibilidad jurídica del juez de conocer la
pretensión propuesta en la demanda, por ser otro órgano
jurisdiccional o arbitral quien deba conocer de dicha pretensión –
incompetencia, litispendencia o convenio arbitral – le está
prohibido pronunciarse sobre cualquier otro cuestionamiento, toda
vez que ello deberá hacerlo el órgano jurisdiccional o arbitral
competente.

Defensas Previas: La defensa previa, es aquella defensa que se


interpone cuando no se ha cumplido con un requisito de
procedibilidad, es decir que la ley dispone que deban satisfacerse
previamente determinados requisitos sin los cuales no es posible
iniciar válidamente el proceso civil.
“Art. 455. Propuesta y trámite de las defensas previas.
Las defensas previas como el beneficio de inventario, el beneficio de
excusión y otras que regulen las normas materiales, se proponen y
tramitan como excepciones”.
De acuerdo al Art. 455 del CPC las defensas previas que pueden ser
utilizadas por el demandado son el beneficio de inventario, el
beneficio de excusión y otras que regulan las normas materiales.
Beneficio de Inventario: Se parte del principio de Derecho Sucesorio
de que la herencia no debe perjudicar al heredero; por tanto, el
beneficio de inventario constituye la facultad que la ley concede al
heredero para que asuma responsabilidad por las deudas y cargas de
la herencia solo hasta donde alcancen los bienes de la misma.
Fuente: Art. 661 C.C.
Quiere decir, entonces que en el caso que los herederos sean
demandados por los acreedores del causante, los emplazados podrán
solicitar vía defensa previa que el proceso se suspenda hasta saber si
la masa hereditaria tiene un saldo favorable que pueda responder por
las deudas o cargas de la herencia hasta donde alcancen los bienes
de ésta. Para determinar el monto de la herencia se hace uso del
inventario y su valorización.
Beneficio de excusión: Este tipo de beneficio (al cual la doctrina
llama beneficio de orden) es propio de los contratos de fianza. Debe
por tanto, existir un contrato de esta clase por el cual el fiador se ha
comprometido frente al acreedor a responder de la deuda del fiado, en
caso de incumplimiento de éste en el pago de dicha deuda. El
beneficio de excusión hace que la obligación del fiador tenga carácter
subsidiario, lo que significa que solo podrá cobrarse con el
patrimonio de éste si el del deudor no alcanza para cubrir la
acreencia.
Por este beneficio el fiador, tiene la posibilidad legal de exigir al
acreedor, cuando éste lo requiera para responder por la deuda del
fiado, el agotamiento previo de todos los recursos de cobranza contra
el patrimonio del fiado.
Beneficio de división: regulado por el Art. 1887 del C.C. se da en el
caso de concurrencia de varios fiadores de una misma deuda. Todo
fiador que sea demandado para pagar la deuda puede exigir, vía
defensa previa, que el acreedor reduzca la acción a la parte que le
corresponde, siempre y cuando se haya estipulado dicho beneficio, es
decir se haya pactado. El beneficio de división no opera de pleno
derecho, sino que tiene un origen eminentemente contractual, ya que
si no es pactado por las partes no tendrá efecto alguno por lo tanto
no podrá ser utilizado como defensa previa.
Pago anticipado por el fiador: Art. 1896 C.C.
Excepción de incumplimiento en los contratos con prestaciones
reciprocas: Art. 1426 del C.C.
Excepción de caducidad de plazo: Art. 1427 del C.C.
Donación a favor de tutor o curador: Art. 1628 C.C.
Comunicación de la revocación de la donación: Art. 1640 C.C.
Ejercicio del derecho de retención: Art. 1127, Inc. 2 C.C.
Beneficio de Partición: Art. 871 C.C.
Cesión de derecho como defensa previa: Art. 871 C.C.
EL SANEAMIENTO PROCESAL
Esta institución, de origen portugués, constituye un avance de
considerable importancia en el proceso contemporáneo. Tiene por
objeto la obtención de una declaración judicial previa al inicio de la
etapa probatoria en la que el órgano jurisdiccional, luego de revisado
lo actuado en la etapa postulatoria, declara la existencia de una
relación jurídica procesal valida o alternativamente, precisa el defecto
procesal identificado, concediéndole un plazo al interesado para que
sanee la relación. Lo trascendente de este instituto es que una vez
confirmada la declaración de saneamiento procesal, desaparece del
proceso toda discusión sobre el tema, quedando sólo la discusión
sobre el fondo. El Código Procesal Civil regula esta institución en los
artículos 465, 466 y 467.
Dentro de la concepción del proceso civil de cognición la declaración
judicial del saneamiento del proceso es importante porque constituye,
después de la calificación de la demanda y de la reconvención, un
filtro esencial para evitar que el proceso carezca de algún
presupuesto procesal fundamental que conduzca a su invalidez o esté
privado de alguna condición sustancial (presupuesto sustancial) que
impida al Juez pronunciarse sobre el fondo de la controversia. En
efecto, el primer filtro lo tenemos en la calificación tanto de la
demanda como de la reconvención, en su caso. El otro filtro lo
encontramos en las excepciones o defensas formales que puede
deducir el demandado, sobre las cuales el Juez está obligado a
pronunciarse; este pronunciamiento en el fondo importa una
actividad saneadora del proceso. El ordenamiento procesal establece
otros mecanismos de saneamiento, como las propias nulidades de
actuados que son declaradas por los Jueces, los recursos
impugnatorios en concreto, así como su declaración al emitir la
sentencia final del proceso. Nuestro ordenamiento procesal civil está
orientado por el principio que propicia un permanente saneamiento
procesal con el propósito de evitar litigios inútiles.
Resoluciones que debe dictar el juez con el propósito de sanear el
proceso
Contestada la demanda y la reconvención, en su caso, con el
propósito de sanear el proceso, el Juez, de oficio, debe expedir
resolución declarando:
a) La existencia de una relación jurídica procesal valida (Art. 465,
inc. 1, CPC)
Cuando una persona es notificada con una demanda, que
contiene una o más pretensiones procesales, surge entre el
demandante, el demandado y el juez ante quien se produce el
emplazamiento una relación jurídica procesal, que por su
naturaleza es de carácter público. Si en el proceso, como
consecuencia de ese emplazamiento, se advierte la presencia no
solo del Juez, el demandante, del demandado y de las
pretensiones procesales, sino también de los presupuestos
procesales y de fondo, diremos que hay una relación jurídica
procesal valida. Si la pretensión procesal propuesta está
tutelada por el derecho, si las partes intervinientes en la
relación procesal tienen legitimidad para obrar o si la relación
jurídica sustantiva o material se ha trasladado coherentemente
a la relación que se produce en el proceso, si el demandante
tiene manifiesto interés para obrar, si las personas
intervinientes tienen capacidad procesal o están legítimamente
representadas, si el Juez está facultado para conocer
legalmente del asunto materia de la demanda, etc., diremos
que existe una relación jurídica procesal valida. Estos y otros
requisitos de orden formal y de orden sustantivo tienen que ser
examinados por el Juzgador para expedir la resolución de
saneamiento correspondiente.
b) La concesión de un plazo si el proceso presenta defectos
subsanables en la relación procesal (Art. 465, inc. 3 CPC)
En el proceso de conocimiento el Juez debe conceder con ese
propósito el plazo de 10 días para subsanar los defectos
advertidos en la relación procesal (Art. 478, inc. 8 CPC) y en el
abreviado debe conceder un plazo de 5 días para subsanar los
defectos, sin alterar en este caso el curso de la audiencia (Art.
493, inc. 1 CPC). Subsanados los defectos, el Juez debe emitir
una resolución declarando saneado el proceso por existir una
relación procesal valida. En caso contrario, esto es, en el caso
que no se haya subsanado correctamente los defectos o ha
transcurrido el plazo respectivo sin que se haya subsanado, el
Juez emitirá una resolución declarando nulo lo actuado y por
concluido el proceso, imponiendo al demandante la condena de
pago de las costas y costos (Art. 465, inc. 3 y 467 CPC). En el
proceso sumarísimo el Código no prevé expresamente la
posibilidad de conceder plazo alguno para subsanar los
defectos que existieran para la determinación de la relación
procesal. En todo caso, se deben aplicar las reglas anotadas
ajustándose a la brevedad a su trámite, que es su
característica.
c) La nulidad y consiguiente conclusión del proceso por contener
defectos insubsanables para la determinación de la relación
jurídico procesal valida
Debe en este caso el Juez precisar en forma clara los defectos
insubsanables que constata en el proceso para dictar la
resolución anulatoria (Art. 465, inc. 2 del CPC).
La resolución que declara concluido el proceso por contener la
relación procesal defectos insubsanables o la que concede plazo
para subsanar los defectos advertidos es apelable con efecto
suspensivo (Art. 465, último párrafo CPC). La instancia
superior puede coincidir con el Juez o puede tener un criterio
diferente, lo que conducirá a la emisión de la resolución que
corresponda.
d) Efectos que produce la declaración judicial de estar saneado el
proceso
Ejecutoriada la resolución que declara la existencia de una
relación jurídica procesal valida, precluye el proceso y, por
consiguiente, dice el Código, ella impide cualquier petición
referida, directa o indirectamente, a la validez de la citada
relación procesal (Art. 466 CPC). Sin embargo, el Código
Procesal Civil permite al Juez, al sentenciar la causa,
reexaminar los elementos configurativos de la relación jurídica
procesal y eventualmente declarar la inexistencia de una
relación procesal valida (Art. 121, última parte CPC). La
actividad saneadora del juzgador prima en nuestro
ordenamiento.

ETAPA PROBATORIA

Es la fase donde las partes tienen la obligación de acreditar los


hechos afirmados o negados en los actos postulatorios, y el juez a
cautelar personalmente la actuación de las pruebas.
Respecto a la etapa probatoria, también se pueden entender como la
actividad procesal destinada a convencer al magistrado respecto de
las afirmaciones expresadas por las partes en los actos postulatorios
respecto de los hechos que sustentan su pretensión.
Esta definición que no se limita a precisar lo que se entiende por
prueba solamente a los medios de los cuales se valen las partes para
lograr el convencimiento del juez respecto de las pretensiones
planteadas en los actos postulatorios, que constituye solamente una
parte del mismo, sino que va más allá.
Por lo general siempre encontramos definiciones que tienden a
señalar que la finalidad de esta es la demostración o comprobación
de los hechos afirmados por las partes en los actos postulatorios del
proceso, buscando producir convencimiento en el juez sobre los
hechos y pueda así sustentar su decisión final.
Noción de Prueba. Objeto de Prueba.-
FUENTE DE PRUEBA, MEDIO DE PRUEBA Y PRUEBA
Procesalistas como Mauro Chacón, Sentis Melendo y Montero Aroca,
coinciden en que con la expresión fuente de prueba nos estamos
refiriendo a un concepto extrajurídico, a una realidad anterior al
proceso, los medios de pruebas aluden a conceptos jurídicos, y sólo
existen en el proceso, en cuanto en él nacen y se desarrollan.
Las fuentes de pruebas son los elementos que existen en la realidad,
y los medios consisten en las actividades que es preciso desplegar
para incorporar las fuentes de prueba al proceso.
La fuente es anterior al proceso y existe independientemente de él; el
medio se forma durante el proceso y pertenece a él. La fuente es lo
sustancial y material; el medio, lo adjetivo y formal.
Veamos las diferencias en los supuestos concretos. En la prueba
testimonial el testigo y su conocimiento de los hechos (fuente)
preexiste al proceso y existe aunque el proceso no llegara a realizarse
nunca; iniciado el proceso, una de las partes se servirá de esa fuente
para convencer al juzgador de la realidad de sus afirmaciones de
hecho, y para ello la ley le ofrece un método de aportación
consistente en la declaración del testigo, regulando esa actividad
(medio). Lo mismo ocurre con el resto de las pruebas; en la
declaración de la parte la fuente es la parte y su conocimiento, medio
de prueba su declaración; en la documental, la fuente es el
documento y el medio la actividad que debe realizarse para su
aportación al juicio. Recuérdese que la prueba es actividad, por lo
que los medios de prueba tienen que ser también actividad, pero no
en el vacío sino incorporando algo al proceso, ese algo es la fuente.
Por su parte prueba, es la actividad necesaria que realiza el Juez con
el fin de verificar, de confrontar los hechos acreditados en el proceso
por los litigantes utilizando naturalmente los medios probatorios que
permite el ordenamiento, con el supuesto de hecho o supuesto fáctico
contenido en el derecho objetivo aplicable al caso litigioso. Para ello
el Juez tiene que reconstruir los hechos, examinar en forma conjunta
el material probatorio aportado al proceso, averiguar cómo
sucedieron las cosas, para subsumirlos dentro del supuesto fáctico
de la norma sustantiva.
FINALIDAD DE LA PRUEBA, OBJETO Y TEMA DE LA PRUEBA
La finalidad de los medios probatorios es la acreditación judicial de
la certeza de los hechos controvertidos, sobre cuya base el juzgador
va a declarar el derecho pretendido; esa determinación se hace
utilizándose, como se ha anotado, los medios probatorios permitidos
por el ordenamiento procesal. El conocimiento de la certidumbre de
los hechos es obtenido por el Juez haciendo una labor de
reconstrucción de los mismos, confrontando al efecto unos medios
con otros utilizados, contrastando las afirmaciones que hacen las
partes sobre los hechos acreditados. Los medios probatorios, dice el
CPC, tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos por las
partes, producir certeza en el Juez sobre la verdad respecto de los
puntos controvertidos y sobre cuya base construye su decisión (Art.
188 CPC). Todos los medios de prueba, así como los sucedáneos,
aunque no estén tipificados en el citado Código, son idóneos para
lograr la finalidad de los medios probatorios (Art. 191 CPC).
El objeto y tema de los medios probatorios, son los hechos
esgrimidos por las partes como sustento del derecho que pretenden,
de la pretensión procesal propuesta; serán, en definitiva, los hechos
controvertidos. Se hace uso de los medios probatorios, en los
procesos para acreditar los hechos alegados por las partes. Los
hechos que son objeto de probanza pueden ser de carácter positivo
(que el demandado al firmar un documento se hallaba mentalmente
en su plena capacidad) o de carácter negativo (que el demandado al
firmar el documento no se hallaba mentalmente en su plena
capacidad). Los medios probatorios pueden tener por objeto la
existencia de un hecho o la inexistencia de un hecho. El CPC prevé
que los medios probatorios deben referirse a los hechos y los que no
tengan esa referencia deben ser declarados improcedentes por el Juez
(Art. 190 CPC).

ONUS PROBANDI o CARGA DE LA PRUEBA


“Art. 196 CPC.: Salvo disposición legal diferente, la carga de probar corresponde a
quien afirma hechos que configuran su pretensión, o a quien los contradice alegando
nuevos hechos”.
La prueba tiene la finalidad de producir certeza en el juez sobre la
existencia o inexistencia de los hechos afirmados. A las partes le
corresponde asumir la demostración de los presupuestos de hecho
contenidos en la norma sustancial para fundamentar sus
pretensiones, como carga probatoria.
La carga de la prueba importa no sólo ofrecer el medio o los medios
probatorios para demostrar la veracidad de los hechos alegados, sino
actuarlos en observancia de las normas previstas por el
ordenamiento jurídico procesal. Claro está que la obligación procesal
de probar tiene que ver con los hechos alegados, con las limitaciones
anotadas respecto a determinados hechos también alegados pero que
no requieren de probanza, como los hechos públicos y notorios, los
hechos presumidos por la ley como ciertos, los hechos admitidos
como ciertos por ambas partes, etc.
En el orden doctrinario y en el orden legal no hay reglas específicas y
claras que establezcan como debe operar la distribución de la carga
de probar. En otras palabras, no es posible establecer fórmulas
absolutas que permitan señalar la conducta que deben seguir las
partes en materia de probanza. De ahí que consideramos que el
principio esencial que debe regir en esta materia es que quien afirma
uno o más hechos como sustentos de su pretensión procesal tiene la
carga de probarlos, en el supuesto de que haya sido negado por el
demandado, pues si hay allanamiento no tiene la obligación procesal
de probarlos. Por ejemplo si un demandante propone la nulidad de
un acto jurídico alegando que en su constitución hubo simulación,
tiene la carga procesal de probar la simulación acudiendo a los
medios probatorios que regula el ordenamiento, pues, de lo contrario
no habrá otro camino que esperar la desestimación de su demanda.
Al demandado le corresponderá simplemente negar la demanda, salvo
que éste, al contestar la demanda, alegue algún hecho con el que
pretenda demostrar que no hubo simulación sino un acuerdo con el
propio actor como fundamento de su negativa, en cuyo caso tendrá
que probar ese hecho (el acuerdo). En este caso ambas partes tienen
la obligación procesal de acreditar los hechos alegados como sustento
de sus pretensiones: la del actor, que se ampare su demanda de
nulidad de acto jurídico y la del demandado que se ampara la
desestimación de la demanda reclamada al contestar la demanda. El
mismo razonamiento es aplicable cuando el demandado reconviene
contra su demandante. Es también pertinente indicar que en estos
casos tienen vigencia las reglas que precedentemente hemos
explicado respecto a los hechos que requieren de probanza y de los
hechos que no lo requieren.
Inversión de la carga de la prueba: Hay supuestos en los cuales la
legislación atribuye la carga de la prueba a quien niega la existencia
del hecho afirmado por el demandante. Esto ocurre, cuando el
litigante se libra de ella, por ejemplo al poseedor se le presume
propietario mientras no se pruebe lo contrario (Art. 912 CC). En este
caso el actor no está obligado procesalmente a probar la alegación
que hiciera en el sentido de ser propietario de un inmueble, pues le
bastará con acreditar que es poseedor del bien, la cual le sirve de
sustento de la presunción. Al demandado le incumbe la tarea de
probar que el actor no es propietario del predio. La presunción lo
exonera al actor de la carga de probar la propiedad. Otro ejemplo es
el siguiente: Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está
obligado a indemnizarlo. La carga de la prueba corresponde al autor
del daño, quien deberá acreditar que no hubo dolo o culpa en la
producción del evento dañoso (Art. 1969 CC). En este caso la carga
de la prueba es de cargo del demandado a quien se le atribuye la
autoría del daño y no al demandante que alegó el dolo o la culpa para
reclamar la indemnización. Son casos en los cuales se invierte la
carga de la prueba, correspondiendo ésta no a quien alegó un hecho
sino a su contraparte.
Principios generales de la prueba
Principio de eventualidad: Denominada también de preclusión en
materia probatoria, por este principio se impone a las partes la carga
de aportar al proceso medios probatorios únicamente en la etapa
postulatoria, en tal caso corresponderá ofrecer medios probatorios al
actor conjuntamente con la demanda y el demandado lo debe hacer
cuando conteste la demanda o con la reconvención, si la hubiera.
De esta manera, los medios probatorios que se ofrezcan en un
proceso para que merezcan la admisión deben ser ofrecidos en la
oportunidad que señala la norma procesal, ello impide la práctica
nociva que nos dejó el Código derogado, el cual permitía el
ofrecimiento y actuación de medios probatorios documentales en
cualquier estado del proceso.
La norma procesal vigente señala que “los medios probatorios deben
ser ofrecidos por las partes en los actos postulatorios, salvo
disposición distinta de este Código” (art. 189), permitiendo el
ofrecimiento de medios probatorios de manera extemporánea cuando
se trata de hechos nuevos: “Después de interpuesta la demanda, solo
pueden ser ofrecidos los medios probatorios referidos a hechos
nuevos y a los mencionados por la otra parte al contestar la demanda
o reconvenir” (Art. 429), asimismo el ofrecimiento de medios
probatorios al momento de interponer el recurso de apelación: “solo
en los procesos de conocimientos y abreviado las partes o terceros
legitimados pueden ofrecer medios probatorios en el escrito de
formulación de apelación o en la absolución de agravios…” (art. 374).
La prueba extemporánea es una respuesta a la necesidad de permitir
el ofrecimiento de medios probatorio fuera del plazo de quien no lo
pudo hacer valer oportunamente por alguna circunstancia, corriendo
a su cargo explicar y probar que se trata de un hecho nuevo o que se
ha generado después de concluida la etapa de postulación. Todo
medio probatorio que vulnere este principio debe ser rechazado por el
juez, pues el ofrecimiento no se formuló en la oportunidad dispuesta
por la norma procesal.
La opción legislativa asumida por nuestro código procesal, de fijar
como etapa predeterminada y preclusiva para aportar la prueba,
tiene algunos cuestionamientos por los defensores del garantismo, ya
que consideran que afectaría el derecho a probar de las partes, ya
que no les permite presentar los medios de prueba en cualquier
estado del proceso, en tanto, no se resuelva la controversia.
La posición asumida en el CPC con respecto al momento de ofrecer
los medios de pruebas, con efecto preclusivo, me parece que ha
permitido ordenar el proceso, ya que evita que las partes “oculten”
determinados medios probatorios, para dar la “sorpresa” en un
momento posterior.

Principio de conducencia: Nuestro Código Procesal admite la


tendencia del Derecho Comparado al considerar que en situaciones
determinadas las partes no pueden hacer uso de todos los medios
probatorios regulados en la norma procesal, así tendremos que en el
proceso ejecutivo solo pueden ser utilizados como medios de prueba:
la declaración de partes, los documentos y la pericia (artículo 700
CPC). En este caso no será conducente o idóneo el ofrecimiento de
una inspección judicial o declaración testimonial, de ofrecerlo el juez
no deberá admitirlos, pues las partes por disposición expresa de las
normas tienen una limitación para el uso de estos medios
probatorios.
Otro ejemplo donde prima la limitación para las partes del uso de los
medios de prueba lo encontramos en el art. 310 CPC referido a la
recusación, en el cual se señala que en el escrito donde se formula la
recusación se deben ofrecer los medios probatorios, excepto la
declaración del recusado.
La limitación probatorio establecida por el principio de conducencia
tiene su fundamento en que el proceso se debe permitir únicamente
los medios de prueba que conduzca a probar los hechos que se
pueden postular en él y que constituyen hechos centrales para
resolver la Litis.
Por ello, se explica que en el proceso de ejecución no se admita la
posibilidad de ofrecer la declaración testimonial o la inspección
judicial, debido a que por la naturaleza de lo que se discute en este
tipo de procesos,. Los medios de prueba antes mencionados no
conducirán a ningún resultado con la materia que normalmente se
controvierte en estos procesos.
Serán conducentes los medios que puedan llevar al juez a establecer
la verdad de los hechos que se afirman por las partes en el proceso, si
el medio de prueba no conduce a esta finalidad no se deben admitir.
Esta situación no afecta el derecho a probar de las partes, pues se
constituye en una limitación razonable para la no admisión de los
medios de prueba que no sean idóneos para probar los hechos
centrales de la controversia, pero, hay que entender que son
inconducentes los medios de prueba en relación a lo que se busca
probar en determinado proceso (v.gr. una inspección judicial en el
proceso de filiación), aunque estos medios de prueban pueden ser
útiles en otro proceso (v.gr. la inspección judicial en el proceso de
desalojo por ocupante precario).
La categoría de la inconducencia no debe ser entendida en forma
genérica sino en relación a un proceso determinado y a los hechos
que se configuran como centrales en aquel proceso.
Por lo cual, la conducencia de determinados medios probatorios viene
señalada por la ley de forma expresa para algunos procesos. Es el
legislador quien califica, qué medios de prueba se pueden utilizar
para probar los hechos en determinado proceso y también puede
precisar los que se encuentran prohibidos para ser ofrecidos.

Principio de pertinencia: Resultará impertinente todo medio


probatorio que no tenga relación directa o indirecta con los hechos
que configuran el material factico de la pretensión o los sustentados
por la defensa y por lo tanto debe ser rechazado de plano. Esto quiere
decir, que es medio probatorio pertinente todo aquel que guarde esta
relación y acercamiento con los hechos que sustenta la pretensión o
la defensa. A este principio se le conoce también como de
congruencia en materia probatoria, pues se busca que los medios de
prueba estén vinculados de manera estrecha a los puntos
controvertidos.
El sentido del término de pertinencia – sostiene Carolina SANCHIS –
debe surgir de la necesaria relación entre el hecho que pretende
probarse y el hecho o hechos conformadores del objeto del proceso y
aportados por las partes. Deberán inadmitirse por impertinente los
medios de prueba que se dirijan a probar hechos no alegados, no
controvertidas, no relevantes, notorios, también los excluidos por la
ley.
El típico caso de impertinencia de medios probatorios que no deben
ser admitidos por el juez lo constituyen aquellos que buscan probar
hechos afirmados por una parte y no negados por la otra, lo que
implica que no es necesario probar cuando se trata de hechos
aceptado por la contraria. Este supuesto de impertinencia de un
medio probatorio es regulado por el inc. 2 del art. 190 CPC.
La pertinencia se concreta con la relación directa que debe existir
entre le medio de prueba con el hecho que se pretenda probar en el
proceso. Debe estar vinculado el medio de prueba con lo que es
materia de prueba en el proceso. Aunque no se debe perder de vista
que el medio de prueba debe probar los hechos alegados y
controvertidos, no tendrán esta relación cuando se pretende acreditar
un hecho que no es materia de controversia.
Serán impertinentes aquellos medios de prueba que no se relacionan
con el tema decidendum, es decir, que no tienen vinculación con lo
que se busca probar como hechos controvertidas, v.gr. se ofrece como
medio de prueba la pericia grafológica cuando se discute en el
proceso el cobro de un título valor incompleto, buscando probar el
demandado que se determine que el título cambiario se completó con
lapiceros diferentes, no hay relación con la controversia, debido a que
la ley admite que se emitan incompletos los títulos valores y que se
completen antes de su ejecución, siendo posible que se haya llenado
con lapiceros diferentes.
Asimismo, será impertinente el medio de prueba, cuando el
demandante pretende ofrecer como medio de prueba el
reconocimiento de un documento y la parte demandada no ha negado
su contenido y firma; en este caso, es impertinente el medio de
prueba, no por su falta de relación con lo discutido en el proceso,
sino porque pretende acreditar un hecho no controvertido, al no
tachar ni cuestionar el documento el demandado, no cabe la
posibilidad de admitir un medio de prueba que busque reconocerlo,
no probará nada relevante en el proceso este medio de prueba.
Destaca en el principio de pertinencia, la relación lógica que debe
existir entre el medio de prueba y el hecho que se pretende probar en
el proceso.

Principio de necesidad: Cuando el mandato concreto derivado de la


ley al verificarse en la realidad no encuentra realización (obediencia)
entre los destinatarios del mismo, se hace necesaria la intervención
judicial y ésta tiene lugar a través del proceso judicial, ámbito en el
cual la prueba adquiere el significado particular. La necesidad de la
prueba en el proceso judicial deriva del hecho de ser este un
instrumento de justicia que sustituyó la defensa privada de los
derechos, extrayendo por ello todo su fundamento del carácter
imparcial del órgano (estatal o eventualmente privado, si las partes
recurren a un árbitro que conduce el debate y decide la diferente
entre las partes, garantizando así la igualdad, necesariamente
ausente en la lucha privada – lo que constituye la causa fundamental
de su supresión -.
Por el contenido del principio de necesidad se puede afirmar que la
prueba – ya en el proceso judicial – es absolutamente necesaria para
resolver el conflicto de intereses, con la cual solo se resolverá a favor
de quien a través de la prueba probó la verdad de su afirmación y
logró convencer al juez de ello. Aparece como necesario – base de este
principio – que use la prueba en el proceso judicial para resolver
correctamente el conflicto, desterrando la arbitrariedad.
También se puede entender por necesidad de prueba cuando hay
hechos en determinados procesos que necesita (necesariamente) ser
probados con independencia quien debe suministrar la prueba, v.gr.
es necesario probar un hecho central en el proceso de desalojo por
ocupante precario: la posesión del demandado. Es necesario probar
la existencia y vigencia de la ley extranjera, cuando ella sustenta la
pretensión. Resulta necesario probar que la costumbre existe cuando
la pretensión está sustentada en el llamado derecho consuetudinario.
Principio de utilidad: Conforme a la doctrina aquí se debe ver la
cualidad del medio de prueba, pues se debe cuidar que este sea el
adecuado para probar determinado hecho, descartándolo si no es útil
para probar determinado hecho que interesa en el proceso.
En este caso quiebra este principio el ofrecimiento y admisión de los
medios probatorios que tienen como propósito acreditar un hecho
que no requiere probarse, es el claro ejemplo de un medio probatorio
que busque destruir una presunción legal absoluta, verbigracia el
principio de publicidad registral, por el que se presume que todas las
personas de determinada comunidad conocen el contenido de un
Registro Jurídico, sin admitir prueba en contrario. En este caso el
medio probatorio sería totalmente irrelevante para el proceso pues no
busca acreditar un hecho sino destruir una presunción
infranqueable, en tal caso debe ser rechazado por el Juez. Supuestos
de falta de utilidad de los medios probatorios los encontramos
regulados en el inciso 1 y 3 del art. 190 CPC.

Principio de licitud: Las partes no deben ofrecer ni el juez puede


admitir ni valorar aquellos medios probatorios que fueron obtenidos
contraviniendo el ordenamiento jurídico, estos medios probatorios
son ilícitos respecto a la forma como se obtuvieron. En realidad, se
trata de una forma irregular de la obtención de la fuente de prueba
que más adelante se puede incorporar al proceso. Entonces, se
estudia aquí la regularidad de la obtención de la fuente de prueba. Si
esta es irregular de tal forma que atenta contra derechos
fundamentales, entonces hablaremos de la prueba ilícita, la cual no
tiene cabida en el proceso civil, por quebrantar el principio de licitud
de la prueba.
No cabe admitir por ello prueba prohibida expresa o implícitamente
por la ley (v.gr. la declaración testimonial del hijo de una de las
partes o la de su abogado en violación al secreto profesional) o valida
de por sí pero adquirida en forma ilícita (v.gr. la confesión obtenida a
través de la grabación clandestina o subrepticia o por el tormento).
Este principio por cierto, resulta de lo más polémico y que merece ser
aplicado con mucha ponderación por los jueces, pues si bien la idea
es desterrar del proceso cualquier medio probatorio que se haya
obtenido o producido de manera ilícita (por violación de
correspondencia, por interceptación telefónica, por violación de
domicilio, debido a un secuestro y uso de violencia e intimidación
para lograr la firma de un documento, el uso de la tortura, violación
de la intimidad personal, etc.) se debe tomar en cuenta, si la norma
jurídica violada (norma penal, delito en muchos casos) merece ser
sacrificada por un valor de mayor relevancia e importancia. Esto hoy
en día debe ser resuelto con bastante tino por los jueces, pues no es
admisible resolver un conflicto con pruebas obtenidas contraviniendo
este principio.

Principio de inmediación: De hecho es un principio vinculado a todo


proceso, en especial a todos aquellos procesos con vocación de
oralidad, se trata de que el juez mantenga un contacto directo y
permanente con las partes para conocer de cerca cuales son las
motivaciones generadoras del conflicto, cuales son las expectativas de
las motivaciones generadoras del conflicto, cuales son las
expectativas de las partes respecto del proceso, determinar con la
inmediación los motivos reales y concretos que los llevó a pedir tutela
al Estado. Este principio también ayuda al juez a determinar si el
material de prueba aportado por las partes tiene algún atisbo o
sospecha de falsedad o falta de veracidad.
Una vez terminada la etapa postulatoria, cuando el juez tiene por
escrito el dicho del actor (hechos de la demanda aparejados con
medios probatorios para su debido sustento) y cuenta también con la
posición del demandado (hechos contenidos en la contestación de
demanda con sus respectivos medios probatorios) corresponde
admitirlos y actuarlos, en esta segunda tarea el Juez tiene estrecha
relación con las partes, por ejemplo cuando actúa la declaración de
parte, cuando formula repreguntas, cuando actúa una inspección
judicial, cuando busca la verdad de los hechos, cuando intenta la
posibilidad de una conciliación etc. Lo que hace el juez es ejercitar
inmediación, es durante la actuación de los medios probatorios
donde realmente la inmediación toma la importancia que tiene en el
proceso, pues es en este momento el juez de forma directa y sin
admitir sustitución alguna actúa todos los medios probatorios
admitidos.
La actuación de los medios probatorios directamente por el juez, es
importante en el proceso, pues permite tomar conocimiento de las
actitudes, conductas y posiciones personales e íntimas de las partes,
lo que le facilitara después la toma de decisión. Por ello, es que
nuestro ordenamiento establece que el juez participante en la
audiencia de pruebas debe necesariamente emitir sentencia.
En suma, este principio permite que el juez, recibas de manera
directa y sin intermediarios (salvo situaciones puntuales donde los
medios probatorios se deben actuar por comisión – exhorto – por otro
juez, básicamente por razones de competencia territorial) la actuación
de los medios probatorios.
La inmediación probatoria se justifica en la idea de que los jueces
deben tener intervención directa en la actuación de los medios de
prueba, la finalidad de este contacto directo con los sujetos y la
prueba que se actúa, es porque busca que el juez vaya amalgamando
el resultado que podría arrojar la valoración de la prueba al momento
de emitir la decisión.
En la actuación de una declaración de parte, el juez puede apreciar
(gracias a la inmediación, control directo) la conducta de la parte
declarante, observar su nerviosismo, las posiciones asumidas al
contestar las preguntas, incomodarlo con preguntas para verificar la
veracidad de su testimonio.
El contacto directo con los sujetos y la prueba durante la actuación
de la prueba, le permiten al juez conocer con detalle en qué consisten
estas, cuál es su contenido y cómo pueden ser aprovechadas o
destacadas para la solución del caso.

Principio de contradicción: Este principio tiene como objetivo


principal que las partes del proceso tengan la oportunidad de conocer
los medios probatorios que se ofrecen, que buscan ser admitidos y
por tanto actuados. Esta oportunidad le permitirá a las partes
ejercitar la posibilidad de hacer uso de las cuestiones probatorias, es
posible por falsedad o nulidad (tacha) o proponer oposición a la
actuación de los mismos. En todo caso, permitir el uso de la vía
recursiva cuando se admite un medio probatorio que atenta contra
los principios ya citados, por ser extemporánea, por constituir prueba
ilícita, entre otros supuestos.
Este principio alcanza también a la posibilidad de ofrecer medios
probatorios, cuando lo hace la parte demandada al momento de
contestar la demanda, con ello se busca dar la oportunidad al
demandante de ejercitar contradicción con respecto a algún hecho
afirmado en esta oportunidad por la contraria, es decir producir
nueva prueba.
Conforme a este principio, las partes tienen el derecho a conocer de
forma inequívoca las pruebas ofrecidas para cuestionarlas. La prueba
en el proceso no debe ser oculta, más bien debe manifestar su
existencia con los actos procesales pertinentes.
El procedimiento de la prueba precisa COUTURE no es sino una
manifestación particular del contradictorio, como no se concibe el
proceso sin debate tampoco se puede concebir que una parte
produzca una prueba sin un riguroso control del adversario. Una
prueba que se ha producido a espalda de otro litigante, por regla
genera es ineficaz.
El contradictorio en la prueba se traduce en la actividad que pueden
realizar las partes para cuestionar la actividad probatoria de la
contraria. Se trata de realizar actividad para cuestionar con tachas,
oposiciones, apelaciones, nulidad procesal, o cualquier otro
mecanismo procesal que evite que la parte introduzca al proceso
determinado medio de prueba por considerarlo impertinente,
inconducente, ilícito, extemporáneo, etc.
Principio de comunidad: Este principio, también denominado de
adquisición, importa que el proceso adquiere para sí mismo, para
formar parte integrante de él todos los medios probatorios que se
incorporen (ofrezcan, admitan, actúen y valoren), de esta forma,
ninguna de las partes puede ejercer “posesión o propiedad” respecto
de algún medio probatorio incorporado al proceso, pues por este
principio estos son adquiridos por el proceso y forma parte de él
indisolublemente, sin importar quien la aportó al proceso.
Se deriva de este principio la posibilidad que el juez tome decisión
contraria a los intereses del demandante utilizando un medio
probatorio ofrecido por el mismo actor, esto implica que el juez toma
la decisión judicial con determinados medios probatorios actuados
sin considerar que parte del proceso lo aportó, pues una vez
incorporado válidamente, deja de ser de las partes y se integra al
proceso.
Así tenemos, como corolario en este principio que la prueba, no es de
quien la aporta sino que una vez introducida válidamente al proceso
pertenece a él y el juez puede utilizarla aun en contra de quien la
incorporó al proceso.
LIEBMAN enseña que en virtud del principio de adquisición procesal
un hecho puede ser declarado cierto aun a base de pruebas que no
hayan sido proporcionados por la parte gravada con la carga, sino
que se encuentren, como quiera que sea existentes en los autos
(porque hayan sido producidas, por ejemplo, por la parte, o por el
ministerio público o procuradas de oficio por el juez).
Cuando hablamos de adquirir, pensamos en todo lo que se incorpora
al proceso, y siendo éste el producto de una actividad generada a
partir de una relación tripartita, va de suyo que la utilidad de los
actos que reporte cada uno será en beneficio de aquella unidad que,
justamente tiene el proceso. Llevado el litigio un hecho, una
afirmación, una prueba, no importa quien la dice ni quien la aporta,
ella se adquiere para la comunidad de intereses discutidos en el
pleito.

Valoración de la prueba.-
En principio debe indicarse que el CPC prevé que todos los medios
probatorios presentados y actuados, según sea el caso, son valorados
por el Juez en forma conjunta, utilizando su apreciación razonada y
que, sin embargo, en la resolución sólo serán expresadas las
valoraciones esenciales y determinantes que sirvan para el sustento
de la decisión judicial (Art. 197 CPC). Es pertinente anotar algunos
criterios jurídicos relaciones con la valoración probatoria que es de
incumbencia del juez para dirimir la controversia.
Hernando Devis Echandia escribe “Por valoración o apreciación de la
prueba judicial se entiende la operación mental que tiene por fin
conocer el mérito o valor de convicción que pueda deducirse de su
contenido”. En efecto, la apreciación y valoración de los medios
probatorios actuados en el proceso en forma conjunta tiene por
finalidad verificar, por un lado, si el actor ha demostrado sus
alegaciones sobre hechos formulada en la etapa postulatoria del
proceso, y por otro lado, si el demandado ha demostrado las
alegaciones hechas en la misma etapa en relación a los hechos
aducidos por el actor tendientes a desvirtuarlos o las alegaciones
formuladas sobre hechos para contradecir la pretensión del
demandante.
En la apreciación de la prueba concurren dos sistemas: la libre
apreciación y la prueba legal.
Mediante la libre apreciación, el Juez tiene libertad de selección y
valoración de cada medio probatorio; el juez califica el valor de cada
prueba producida en el proceso sin tener reglas que le señalen el
camino a seguir. La eficacia la consigue de su pleno raciocinio, sin
tener el deber de expresar en la sentencia la valoración de todas las
pruebas producidas, sino únicamente de las que fuesen esenciales y
decisivas para la sentencia.
En la prueba legal, la apreciación está sujeta a reglas
predeterminadas que le otorgan parámetros, por ello se dice que es
una prueba tarifada o tasada. La vía legislativa otorga un valor
determinado a cada medio de prueba. El juez al emitir sentencia
analiza las pruebas incorporadas al proceso asignándoles la eficacia
preestablecida por ley. Si ella fuera inexistente no habría posibilidad
de sentenciar por carecer de tarifa, obligando a descalificar la
pretensión. En este sistema no existe valorización alguna porque ella
fue anticipada. Como señala Osvaldo Gozaini (en la prueba en el
proceso civil, Normas legales, Trujillo 1997, p. 196), “la tarifa legal
está sujeta a formulas preconcebidas, propias de un sistema donde el
legislador todo puede, hasta decir cuánto vale el esfuerzo por
conseguir justicia”.
Frente a estos dos sistemas surge la llamada sana crítica. Un sector
de la doctrina sostiene que la sana crítica es una modalidad de
apreciación de pruebas pero no es un verdadero sistema de
valoración. Esa modalidad se va a expresar en la apreciación
inconciencia, la íntima convicción, la persuasión racional y la
apreciación razonada.
La sana crítica no admite la discrecionalidad absoluta del juez; busca
limitar los juicios de valor del juez a proposiciones lógicas y concretas
tomadas de la confrontación con los sucesos normales que en la vida
ocurren. Lógica y experiencia son los pilares que la guían.
La arbitrariedad del juez producto de la discrecionalidad limitada
busca ser contrarrestada mediante la sana crítica, para que la
libertad de análisis se dirija por normas lógicas y empíricas que
deben expresarse en los fundamentos de la sentencia. Estas reglas no
se contraponen a la libre convicción del juez sino que otorgan una vía
que encarrile la racionalidad de su pensamiento.
Las máximas de la experiencia integran junto con los principios de la
lógica las reglas de la sana critica a las que el juzgador debe ajustarse
para apreciar o valorar la prueba, tratándose de principios extraídos
de la observación del corriente comportamiento humano y científico
verificables, que actúan como fundamentos de posibilidad y realidad.

MEDIOS PROBATORIOS
1) Declaración de parte (Art. 213 al 221 CPC)
Es la declaración que presta cualquiera de las partes en el proceso,
en base a un pliego de preguntas (en sobre cerrado) que presenta la
parte que ofrece la prueba (etapa postulatoria – Art. 189 CPC). Las
partes pueden pedirse recíprocamente su declaración.
Es un medio probatorio que necesita de actuación (en audiencia),
pues no se trata de un medio probatorio de actuación inmediata
como el caso de los documentos; de modo tal, que el juez de la causa
debe actuarla en la Audiencia de pruebas, el mismo que fija en la
etapa de saneamiento probatorio (Art. 468 CPC – luego de fijar los
puntos controvertidos, procede a calificar los medios probatorios
ofrecidos por las partes -)
La declaración de parte se actúa en última orden (Art. 208 CPC) y es
llevado a cabo por el juez de la causa, bajo sanción de nulidad (Art.
202 CPC)
Las preguntas deben ser concretas, claras precisas, además que
deben estar referidas a esclarecer los puntos controvertidos. Las
oscuras o ambiguas, impertinentes o inútiles, serán rechazadas por
el juez de oficio o a petición de parte, en resolución debidamente
motivada e inimpugnable.
Ningún pliego puede tener más de 20 preguntas por cada pretensión
procesal.
Las respuestas deben ser categóricas. Si responde evasivamente, se
niega a declarar o aclarar sus respuestas el juez lo requiere y si
persiste, el juzgador apreciará la conducta procesal del litigante al
momento de resolver (Art. 282 CPC).
El interrogado no puede usar ningún apunte o borrador para
formular sus respuestas pero se le permitirá consultar sus libros y
documentos.
2. Declaración de testigos (Art. 222 al 232 CPC)
Se puede definir a la prueba testimonial como la declaración
proveniente de terceros, pero ajenos a la relación procesal, esto es, de
sujetos que no asumen ni revisten la calidad de parte principal o
accesoria en el proceso, sin perjuicio que en virtud de normas del
derecho sustancial hubiesen estado legitimados para adquirir tal
carácter, o lo que es lo mismo, que pudieran estar involucrados en la
relación material que constituye el objeto de estos.
El testimonio es la narración que una persona hace de los hechos por
ella conocidos, para dar conocimiento de estos a otros. Su función es
la de representar un hecho pasado y hacerlo presente a la mente de
quien escucha. La persona, con sus sentidos, su memoria y su
lenguaje, cuenta acerca de la existencia del hecho, de la forma en que
este sucedió y de los peculiares matices que lo rodearon. Debe
señalarse que una particularidad de los testigos, son los llamados
testigos de referencia, de segundo grado, de oídas o testigos
indirectos. Son personas físicas, distintas de los sujetos legitimados
en un proceso, que transmiten un conocimiento relativo a un hecho
al cual han accedido mediante la percepción sensorial de un tercero,
verdadero testigo de lo acaecido. Los testigos de referencia no están
previstos en el CPC. Sus declaraciones no pueden llevar a la
incriminación porque en el fondo no constituyen una prueba.
El testimonio es apreciado como una prueba indirecta, porque no
media identificación entre el hecho a probar, que es el objeto de la
prueba, y el hecho percibido por el juez.
Es considerado prueba histórica porque a través de ella se
reconstruyen hechos pasados o pretéritos, que pueden o no subsistir
al momento de la declaración, pero que, en todo caso, comenzaron a
existir con anterioridad a ella.
Es una declaración personal porque proviene de la manifestación de
una persona física por lo que es un acto procesal y no un simple
hecho jurídico.
La declaración prestada antes o fuera del proceso no puede reputarse
prueba testimonial, aunque pueda ser considerada como indiciaría;
así cuando los testigos declararon ante un notario o ante la policía
con relación a hechos anteriores que dicen haber percibido, se
produciría una suerte de conversión de la prueba testimonial en
indiciaria.
3. Inspección judicial (Art. 274 CPC)
La resolución que ordene la inspección judicial debe individualizar lo
que deba constituir su objeto y se determinará el lugar, fecha y hora
en que se realizará para posibilitar a las partes y sus abogados la
concurrencia al acto.
La inspección judicial puede ser resultado de una carga de las partes
o de una facultad de oficio del juez, en ambos casos, es necesario la
individualización del objeto de la inspección a fin de que las partes
adopten por anticipado las medidas tendientes a controlar el debido
cumplimiento de la diligencia y puedan estar en condiciones de
requerir las medidas complementarias que aseguren su eficacia o de
valerse del asesoramiento necesario para formular sus observaciones.
Si la orden se dispone a pedido de parte, pesa sobre esta la carga de
precisar el objeto y finalidad de la diligencia.
Las partes podrán concurrir con sus representantes legales y
abogados. La eficacia probatoria de la inspección judicial requiere el
levantamiento del acta en el que la que se deja constancia de las
percepciones y observaciones recogidas durante la inspección. Las
constancias registradas en el acta deben ser valoradas al sentenciar.
La concurrencia de las partes es voluntaria porque para ellas
representa una carga, no así para los testigos y peritos, para quienes
constituyen un deber. A pesar de la concurrencia de los diversos
sujetos citados, debe tenerse presente que el protagonista único de la
inspección judicial es el juez. Las partes, sus representantes y los
abogados, tienen la posibilidad de intervenir, pero limitadamente, a
efectos de señalar algunos aspectos que se consideren de interés, o
formular observaciones o indicaciones para la eficacia de la medida,
de lo cual se debe dejar constancia en el acta.
La redacción del acta debe hacerse circunstanciada, pormenorizada,
teniendo en cuenta que ella servirá para cuando el superior
jerárquico tenga que conocer el caso en revisión o cuando la
diligencia ha sido practicada por un juez que no será el de la
sentencia.
Las constancias del acta de inspección judicial son elementos que
solo sirve para enfocar mejor el estudio de las pruebas acumuladas.
Compartimos la recomendación que el juez que quiera dejar
constancia en el acta debe limitarse a registrar comprobaciones
objetivas, sin consignar apreciaciones que pudieren considerarse
como opiniones sobre puntos en discusión.
4. Documentos (Art. 233 al 261 CPC)
Documento es un objeto material originado por un acto humano,
susceptible de representar por sí mismo y para el futuro, un hecho o
una serie de hechos percibidos en el momento para su elaboración,
con prescindencia de la forma en que esa representación se
exterioriza. Los documentos contienen un mensaje. Ese mensaje,
señala Falcón, puede ser útil a los efectos jurídicos cuando contenga
un dato que haga al proceso. El mensaje es diverso, pues puede
responder a un acto voluntario (como una carta, un contrato, una
confesión, etc.) como involuntario (restos, imprecisiones digitales,
rastros de ADN, papeles sueltos, daños naturales de los que derive
responsabilidad objetiva, etc.)
Para Chiovenda, documento es toda representación material
destinada a reproducir una cierta manifestación del pensamiento;
mientras que para Liebman documento es una cosa que representa o
configura un hecho, para dar a quien lo observa un cierto
conocimiento de él. Encajan dentro de este concepto las fotografías,
las grabaciones magnetofónicas, las películas cinematográficas y
videograbaciones, las contraseñas, radiografías, dibujos, planos,
cuadros, esculturas, murales, discos, etc.
Devis Echandia considera al documento como objeto de percepción.
Señala “el Juez necesita percibir el documento, para asumirlo como
medio de pruebas. Esas percepciones sensoriales pueden ser
diversas: visuales, para verificar la clase de material que lo forma
como papel o tela o plástico o cuero, etc., la clase de escritura o de
dibujo empleado y el material que se utilizó para escribir o dibujar
(tinta, pintura, lápiz, maquina de escribir o de imprimir, etc.);
olfativas, para conocer si contienen o no perfumes u olores
nauseabundos, si está impregnado o no de cierto olor propio del
lugar, del recipiente, caja o cartera en donde se presume que estuvo
guardado y el olor propio de la clase de papel empleado, auditivas,
cuando interesa precisar el ruido que puede percibir al ser rasgado el
documento o estrujado en una mano o dejado caer al piso”.
5. Pericia (Art. 262 al 271 CPC)
Cuando ingresa una pretensión al proceso se afirman hechos que
requieren demostrarse. Probar es precisamente “trasladar un hecho o
suceso producido en unas coordenadas tempo-espaciales distintas al
juez a la presencia de este último, haciendo de este modo viable su
repetición histórica, o como decía Musatti, actualizando con la más
apasionante representación o un evento pasado frente a un extraño,
que es el juez, quien debe revivirlo como un episodio de su propia
vida.
Hay hechos que no son de fácil apreciación y que requieren de ciertos
conocimientos especiales de naturaleza científica, tecnológica,
artística u otra análoga, que no posee el juez, de ahí que tendrá que
recurrir al auxilio de personas especializadas en dichos
conocimientos, llamados peritos. Esto quiere decir que la pericia no
es procedente cuando se trata de acreditar hechos simples; tampoco
cuando se refiere a aspectos de puro derecho, pues el juez tiene el
deber de conocer el derecho,
Los peritos son terceras personas, colaboradoras con el proceso. Son
auxiliares de la justicia y su misión consiste en contribuir a formar la
convicción del juez. Según Kielmanovich, la prueba pericial no se
limita a suministrar pautas para la valorización de los hechos, sino
que implica la demostración o verificación de su existencia y su
exteriorización para el proceso, a veces como único y excluyente
medio para su acreditación o comprobación. Piense cuando el perito
calígrafo establece la autenticidad de la firma de un documento
privado, su dictamen no le da sencillamente pautas al juez para que
este valore ese medio probatorio, sino que incorpora al documento
como un hecho, como dato objetivo y fundamental de la sentencia,
más allá que el magistrado pueda o no acordarle eficacia plena o
requiera que se lo complemente con otras pruebas.

Medios probatorios atípicos, son aquellos que no se encuentran


regulados en nuestro CPC. Según el Art. 193 CPC están constituidos
por auxilios técnicos o científicos, que permitan lograr la finalidad de
los medios probatorios.
Podrían ser exámenes auxiliares, estudios, análisis, que fueron
efectuados por especialistas en la matera, sin embargo, no fueron
concluidas como una pericia propiamente dicha.
Estos medios probatorios se actuaran y apreciaran, por analogía, con
los medios probatorios típicos y con arreglo a lo que el juez disponga
(principio de discrecionalidad).

Oportunidad de ofrecimiento. Reglas especiales


El Art. 189 CPC establece: “Los medios probatorios deben ser
ofrecidos por las partes en los actos postulatorios, salvo disposición
distinta de este Código”. Se refiere a la oportunidad del ofrecimiento
de los medios probatorios la que se relaciona con el principio de
eventualidad. Para Monroy, este principio está directamente ligado
con la diferencia, a veces sutil, que existe entre una estrategia
procesal y una conducta maliciosa.
Debe precisarse – respecto de la oportunidad del ofrecimiento de la
prueba y la incorporación de esta al proceso – pues, si bien el
emplazado con la pretensión niega los hechos y hace referencia a una
prueba documental que corrobore dicha negación, describiendo las
características del documento que acoge el hecho negado, pero no
tiene la evidencia física del documento o obtenerlo le tomaría un
tiempo mayor al plazo procesal fijado, podría ofrecer – de manera
excepcional –dicho medio de prueba, con cargo a que el juez al
momento del saneamiento probatorio, puede contar con dicha
evidencia física para decidir su admisión o no. En tal sentido el
contradictorio sobre el documento insertado con posterioridad al
ofrecimiento se materializaría bajo las reglas del Art. 302 CPC. No se
trataría de una prueba extemporánea, pues ella se ofreció dentro del
plazo legal, pero su incorporación tomó un tiempo más allá de este.
Esto se justificaría en “situaciones excepcionales” o extraordinarias
que hagan que se altere el plazo para la tacha, pero que nuestro
ordenamiento procesal contempla bajo los alcances del Art. 302 CPC.
Reglas fundamentales:
- Los medios probatorios deben ser ofrecidos por las partes en los
actos postulatorios, salvo disposición distinta del CPC (Art. 189). Así
dicho ordenamiento procesal dispone que la demanda deba contener
los medios probatorios que quiera hacer valer el actor (Art. 424 Inc.
10 CPC), es decir, con la demanda el actor debe ofrecer y/o presentar
sus medios probatorios.
- Después de interpuesta la demanda sólo pueden ser ofrecidos los
medios probatorios referidos a hechos nuevos y a los mencionados
por la otra parte al contestar la demanda y al reconvenir. De
presentarse documentos, el Juez concederá traslado a la otra parte
que dentro de cinco días reconozca o niegue la autenticidad de los
documentos que se le atribuyen (Art. 429 CPC).
- En los procesos de conocimiento y abreviados las partes o terceros
legitimados pueden ofrecer medios probatorios en el escrito de
formulación del recurso de apelación o en el de absolución de
agravios y únicamente en los siguientes casos: a) Cuando los medios
probatorios estén referidos a la ocurrencia de hecho relevantes para
el derecho o interés discutido, pero acaecidos después de concluida la
etapa de postulación del proceso; b) Cuando se trate de documentos
expedidos con fecha posterior al inicio del proceso o que
comprobadamente no se hayan podido conocer y obtener con
anterioridad. Es inimpugnable la resolución por la que el superior
declara inadmisibles los medios probatorios ofrecidos. Si fueran
admitidos, se fijará fecha para la audiencia respectiva, la que será
dirigida por el juez menos antiguo, si el superior es un órgano
colegiado (Art. 374 CPC).
- Tratándose de las excepciones y de las defensas previas solo se
admitirán los medios probatorios que se ofrezcan en el escrito en que
se propone o en el que se absuelve el traslado que se le confiere a la
parte contraria. Para la excepción de convenio arbitral únicamente
se admite como medio probatorio el documento que acredita su
existencia (Arts. 448 y 455 CPC). En los procesos sumarísimos, las
excepciones y defensas previas se interponen al contestarse la
demanda y solo se permiten los medios probatorios de actuación
inmediata (Art. 552 CPC).

LA PRUEBA ANTICIPADA
Es considerada como la medida cautelar consistente en que, debido a
situaciones especiales, pueden diligenciarse determinadas pruebas
antes de iniciarse el proceso en donde serán actuadas, o iniciando
este, antes de la etapa probatoria. Tiene por finalidad asegurar el
elemento probatorio de las partes frente a situación que amenacen la
posibilidad de obtenerlo oportunamente. Se le conoce también como
diligencia preparatoria.
La prueba anticipada tiene dos finalidades:
a) Actuar por motivos justificados una prueba antes del proceso
b) Otorgar merito ejecutivo a la absolución de posiciones y al
reconocimiento de documentos.
Se tramita como proceso no contencioso. La competencia por razón
de grado, cuantía y territorio, corresponde al juez que va a conocer la
demanda próxima a interponerse (arts. 33 y 297 CPC)
Es fundamental que el solicitante exprese la pretensión genérica que
va a reclamar y la razón que justifica su actuación anticipada (art.
284 in fine CPC). Las disposiciones relativas a la actuación de los
medios probatorios se aplican, supletoriamente en cuanto sean
pertinentes, a la prueba anticipada.
Para Martel Chang, la citada disposición autoriza a realizar actividad
probatoria antes del inicio de un proceso judicial, siempre que se
acrediten los supuestos que ella exige, vale decir, la pretensión
genérica que se va a reclamar y la razón que justifica esa actuación
anticipada.
En doctrina se señala que “(…) se entiende por prueba anticipada
toda aquella medida que tiene por objeto la realización de actos de
prueba en sede judicial, que por ciertas circunstancias, valoradas por
el legislador como dignas de protección, son realizadas con
anterioridad a la oportunidad que la regulación legal del proceso le
destina.
El emplazamiento puede ser con citación (que es la regla) o sin
citación (inaudita parte), sustentado en razones de garantía y
seguridad, especificando el petitorio de la futura demanda (art. 287
CPC). Los arts. 290 a 295 regulan los supuestos de los medios
probatorios que se pueden actuar anticipadamente.
El emplazado solo puede oponerse fundándose en que la solicitud no
reúne los requisitos generales indicados en el art. 284 (ausencia de la
pretensión genérica de lo que se va a reclamar y la razón que justifica
su actuación anticipada), además los especiales del medio probatorio
solicitado o si la actuación fuese imposible.
Si el emplazado no cumpliera con lo solicitado, se aplicaran los
siguientes apercibimientos (arts. 296 CPC):
a) En el reconocimiento se tendrá por verdadero el documento
b) En la exhibición se tendrá por verdadera la copia presentada o
por ciertas las afirmaciones concretas sobre el contenido del
documento y
c) En la absolución de posiciones se tendrán por absueltas en
sentido afirmativo las preguntas del interrogatorio presentado.
Sobre estos apercibimientos, realmente deben entenderse que su
objetivo es para dar merito ejecutivo en los supuestos a) y c); el literal
b), no tiene cabida, según las clases de títulos ejecutivos tipificadas
en los incisos 3 y 4 del artículo 693 CPC.

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