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Como agua para chocolate

Apasionada, sensual y romántica. Un delicioso plato cinematográfico cocinado a partir de


la receta escrita por Laura Esquivel en su novela homónima. Uno de los grandes éxitos de
la cinematografía mexicana, una historia de amor en tiempos de revolución convertida en
todo un fenómeno internacional. "Como agua para chocolate" consigue abrir el apetito del
buen cine. Tita y Pedro son dos jóvenes locamente enamorados que deben renunciar a su
amor cuando Mamá Elena decide que Tita, por ser la menor de sus hijas, debe quedarse
soltera para cuidarla en su vejez. Entre los olores y sabores de la cocina tradicional mexicana
Tita sufre durante muchos años por un amor que perdura más allá del tiempo.

Título: Como agua para chocolate


Título original: Como agua para chocolate
Dirección: Alfonso Arau
País: México
Año: 1992
Duración: 105 min.
Género: Drama, Romance
Reparto: Marco Leonardi, Lumi Cavazos, Regina Torné, Mario Iván Martínez, Ada
Carrasco, Yareli Arizmendi, Claudette Maillé, Et all.
Guión: Laura Esquivel
Productora: Cinevista, Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), Arau
Films Internacional, Aviacsa, Fonatur, Fondo de Fomento a la Calidad
Cinematográfica, Gobierno del Estado de Coahuila, Secretaria de Turismo
Agradecimientos: Ilann Girard
Departamento artístico: Alejandro Santillan, David Ascencio, Jesús Flores,
Mauricio De Aguinaco
Departamento editorial: Alejandro Chilpa, Eduardo Soto-Falcón, Francisco Chiu
Jr., Greg Spence
Departamento musical: Annette Fradera
Dirección: Alfonso Arau
Dirección artística: Ricardo M. Kaplan
Diseño de producción: Denise Pizzini, Emilio Mendoza, Marco Antonio Arteaga
Efectos especiales: Carlos Falomir, Eduardo Castañeda, Raul Falomir
Efectos visuales: Francisco Rodríguez, Manuel Sáinz
Fotografía: Emmanuel Lubezki, Steven Bernstein
Guión: Laura Esquivel
Maquillaje: Aurora Sánchez, Julian Tejeda, Lucero Esquivias, Robert Villafuerte,
Sergio Espinoza
Montaje: Carlos Bolado, Francisco Chiu
Música: Leo Brouwer
Novela original: Laura Esquivel
Producción: Alfonso Arau
Producción ejecutiva: Óscar Castillo
Producción en línea: Emilia Arau
Sonido: Alejandro Baez, Aurelio López, Felipe Zavala, Juan Carlos Prieto, Juan
Castro, Marco Welsh
Vestuario: Carlos Brown Maria Ines Garibay, Víctor Balderas
“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los
amores contrariados” (García Márquez, 1985)

“Y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más
agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle
con el último aliento: - solo Dios sabe cuánto te quise” (García Márquez, 1985)

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los
amores contrariados” (García Márquez, 1985)

“Y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más
agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle
con el último aliento: - solo Dios sabe cuánto te quise” (García Márquez, 1985)

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los
amores contrariados” (García Márquez, 1985)

“Y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más
agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle
con el último aliento: - solo Dios sabe cuánto te quise” (García Márquez, 1985)

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los
amores contrariados” (García Márquez, 1985)

“Y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más
agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle
con el último aliento: - solo Dios sabe cuánto te quise” (García Márquez, 1985)

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los
amores contrariados” (García Márquez, 1985)

“Y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más
agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle
con el último aliento: - solo Dios sabe cuánto te quise” (García Márquez, 1985)

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los
amores contrariados” (García Márquez, 1985)

“Y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más
agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle
con el último aliento: - solo Dios sabe cuánto te quise” (García Márquez, 1985)

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