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Editorial Gustavo Gili, SL
Via Laietana 47, 2°, 08003 Barcelona, Es paña. Te l. (+34) 93
322 81 61
Valle de Bravo 21, 53050 Naucalpan, México. Tel. (+52) 55 55
60 60 11

BERGER
,
PANORAM ICAS
Ensayos

so br e art e

y po lítica

GG
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''

BERGER

sobre arte

y política

Edición o lntrOducclón a cario do Tom Ovorton


Traducción do Pilar Vázquoz GG
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Nota a la edición castellana: se han conservado las notas a ISBN: 978-84-252-3114-8 {epub)
pie de página de la edición original, a las que se añaden las www.ggili.com
notas del editor castellano [N. del Ed.) y las de la traductora Producción del ebook: booglab.com
[N. de la T.).

Título original: Landscapes: john Berger on Art, publicado origi-


nalmente por Verso, Londres, 2016.

Diseño de la cubierta: Setanta

Cualquier forma de reproducción, distribución, comuni-


cación pública o transformación de esta obra solo puede ser
realizada con la autorización de sus titu lares, salvo excepción
prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de
Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita foto-
copiar o escanear algún fragmento de esta obra.

la Editorial no se pronuncia ni expresa ni implícitamente res-


pecto a la exactitud de la info rm ación contenida en este libro,
razón por la cual no puede asum ir ningún tipo de responsa-
bilidad en caso de erro r u om isión.

© John Berger, 2016, y herederos de John Berger


© de la introducción: Tom Overton, 2016
© de la traducción: Pilar Vázquez
y para esta edición:
© Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2018
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Índice El momento del cubismo
Parade, 1917
Introducción Tom Overton
Una opinión sobre París
La estética soviética
l. Volver a trazar los mapas
La Bienal
Cracovia El arte y la propiedad privada hoy día
Coger un papel y d ibu jar flfin del retrato
La base de toda 1ª pintura y toda la escultura es el dibujo La función histórica del museo
Un homenaje a Frederick Antal La obra de arte
Disolución revolucionaria: so bre Max Raphael y las "deman- 1968/1979 Prefacio a Permanent Red
das del arte" Epílogo histórico a la trilogía De sus fatigas
Walter Benjamín: anticuario y revolucionario El pájaro blanco
El narrador El alma y el agente
Ernst Fisher: un filósofo y la muerte La tercera semana de agosto de 1991
Gabriel García Márquez: el secretario de la muerte la vuelve a Diez comunicados relativos al lugar (junio de 2005)
leer Piedras (Pa lestina, junio de 2003}
Roland Barthes: dent ro de la máscara Mientras tanto
Navegando..fil:! la co rriente joyceana
Un regalo para Rosa Luxem burg Procedencia de los textos

El crítico ideal y el crítico combativo

11. Terreno

La claridad del Renacimiento


Una vista de Delft
fidilema de los román ticos
La conciencia victo riana
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Introducción intentando revelar lo que lo conforma y lo rodea, buscando
Abajo las alambradas las condiciones de las que eme rge y el clima de su recepción.
Tom Overton Berger alcanzó su madurez intelectual en una cultura londi-
nense de refugiados del fascismo europeo, y los escritos en
¿Qué sentido tiene decir que un texto es sobre arte? Una res- los que trasciende el contexto británico para procesar el
puesta posible es Sobre los artistas,! los dos volúmenes que
pensamiento de Georg Lukács, Walter Benjamin, Frederick
acompañan a este, en los que se reúnen una variedad de
Antal, Max Raphael, Rosa Luxemburg y james joyce consti-
enfoques que John Berger adoptó al acercarse a algunos artis-
tuyen otras tantas omisiones de los dos volúmenes de Sobre
tas, libros en los que una cronología de fechas de nacimiento
los artistas.
y muerte permitía evaluar y revaluar vidas y obras por medio
Otro aspecto de la relación entre "El momento del cu-
de formas escritas diversas, modificando los contextos histó-
bismo" y el arte es que, al documentar un período asombro-
ricos y personales.
samente fértil de la historia, en el que "había dejado de haber
La estructura de aquel libro suponía excluir piezas como
una discontinuidad esencial entre lo individual y lo general",
"El momento del cubismo" (1966-1968), donde Berger argu-
Berger inauguró ese período en su propia obra.
menta que, aunque hayan existido individuos que identi-
El ensayo apareció en el número de marzo-abril de 1967
ficamos con desarrol los artísticos que tuvieron lugar entre
de la New Left Review. Un poco más tarde, en ese mismo mes
de abril, le siguió la publicación en New Society de un ex-

El cubismo no puede explicarse en virtud de la genialidad tracto de Un hombre afortunado,2 un nuevo libro, en colabo-
ración con el fotógrafo jean Mohr, que describía la vida de un
de sus exponentes. Y esto queda subrayado por el hecho
de que la mayoría de ellos perdieron parte de su profun- médico rura l en la región inglesa del Bosque de Dean me-
diante una sucesión de historiales médicos ficcionados. En
didad como artistas cuando abandona ron el cubismo. Ni
siquiera Braque o Picasso superaron nunca las obras de cuanto que trabajo híbrido entre la biografía y el retrato, Un

su época cubista, y una parte importante de su obra hombre afortunado comparte su enfoque con el del ensayo
posterior es muy inferior. publicado en agosto de 1967 en New Society, " El fin del re-
trato" (publicado posteriormente como " La imagen cam-
Este pasaje es sobre arte en cuanto que su autor está biante del hombre en el retrato"), en el que Berger anunciaba:
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Ya no podemos ace ptar que pueda esta blecerse adecua- permanente y global". Ve ía en esto el acicate para un autoa-
damen te la identidad de un hombre preservando y fi jando ná lis is más profundo: "El artista renacentista im itaba a la
su apariencia desde un único punto de vista en un solo natura leza. Los art istas manieristas y clásicos reconstruyeron
lugar. ejemplos de la natura leza con el fin de trascenderla. El cu-
bista se dio cuenta de que su conciencia de la natura leza for-
Por aquell a época, Berger estaba escribiendo G.,3 una novela maba parte de ella".
sobre la mode rnidad publi cada en el momento de la posmo-
Durante toda su trayectoria como escritor, Berger escribió
dern idad . La obra convirtió esta intu ición en un motivo que
textos que adoptaban esta perspectiva más ampl ia, más
se repite a lo largo del libro: "Nunca más se volverá a contar
sinóptica, a fin de explicar los períodos históricos, presentes
una sola historia como si fuera la ún ica".
o pasados. Panorámicas resu ltaba un títu lo obvio en torno al
Berger reprodujo secciones enteras del texto de G. en su li bro
cual organiza r estas piezas. Al igua l que Sobre los artistas, in-
más conocido, que tamb ién fue serie de televis ión, Modos de
voca la simpatía de l lector respecto a la técnica em pleada,
11er.4 El títu lo anunc iaba una aproximación plura l y reflejaba el pues se trata s iempre de una metáfora liberadora y vivaz más
modo en que se había e laborado, en colaboración (con Mike
que de una defin ición rígida (se podría habe r justificado la
Dibb, Sven Blombe rg, Chris Fox, y en el episodio sobre la m i-
presencia de otros textos, entre otras cosas porque a menudo
rada mascul ina con Eva Figes, Barbara Niven, Anya Bostock,
son los artistas qu ienes nos enseñan a m irar el arte) . Resu lta
Jane Kenrick y Carola Moon) . Finalmente, a med io camino
liberador nivelar textos q ue corresponden a géneros d ispares.
entre la invitación al desacuerdo y su desarticu lación de ante-
Aparecen aquí poemas y ta m bién prosa difíc il de catalogar, y
mano, Berger presentó el libro y la serie exp resamente como
aunque este vo lumen se presta a se r le ído al mismo t iempo
un encuentro entre el público y los creadores: "Espero que
que los dos de Sobre los artistas, un paisaje no tiene por qué
les interese lo que dispongo, pero véanlo con escepticismo,
reduc irse al decorado, o a la "cobertura" de una sección.
por favor".
Berger volvía a intentar mantenerse a la altura de lo que La palabra 'paisaje' es un registro de los horizontes de escri-
había identificado en " El momento de l cubismo" como "la tura que se ensanchan. El Oxford English Dictionary registra
nueva vis ión científica de la naturaleza, una vis ión que recha- varias formas (landschap, landskip) que se adoptaron del
zaba la simple causalidad y el punto de vista ún ico, holandés en la década de 1590, antes de que aparec ie ra
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landscape (pa isaje) en 1605. En aquel momento, señala John sobre la pintura de paisaje, una tomada de una famosa carta
Barrell,5 era un térm ino técn ico empleado po r los pintores. en la que man ifestaba "estar harto de retratos y deseoso de
Pero, aunque Christopher Marlowe (1564-1593) escribió sobre llevarse su viola de gamba de paseo a algún dulce pueblecillo
"Val les, arbo ledas, colinas y campos de lab ranza" como si en e l que pinta r paisajes" y ot ra en la que el p into r escribe:
fueran un idades autónomas de territorio, en la década de
El señor Ga insbo rough presenta sus hum ildes respetos a
1630 John Mi lton (1608-1674) ya escribía en L'Al/egro:
lord Hardwicke, y conside rará siempre un hono r que Su
Place res ha prend ido m i m irada Señoría lo emplee en cualqu ie r cosa; pe ro en relación con
cuando el paisaje medía alrededor; las vistas reales de la Natu raleza de este país, é l nunca ha
gris barbecho y la braña coloreada visto un solo lugar que ofrezca un tema comparable a las
donde pace el rebaño segador. más pobres imitaciones de Gaspar o de Claude.8

En Landscape and Memory,6 Simon Schama defiende q ue "los En la ve rsión televisiva de Ways of Seeing [Modos de ver), el
pa isajes son cultura antes de se r naturaleza; productos de la d irector, Mike Dibb, añad ió, fi jado a un árbol sobre las cabe-
imaginac ión proyectados sobre el bosque, el agua y la roca". zas del señor y de la seño ra Andrews, un letrero que decía
Donde mejor se explora esto en la obra de Berger es en el "Propiedad privada. Prohibido el paso", el cual sub raya ba la
estudio q ue ded ica en Modos de ver al cuadro de Thomas afirmac ión de Berge r en el sentido de que la pareja que ría
Ga insbo rough El señor y la señora Andrews. Al lí Berger hacía aparece r retratada en t ierras de su propiedad con el objetivo
que el cuadro pivotara entre las trad iciones de l retrato y del de defin ir su importancia social. Solo los propietarios tenían
pa isaje como parte del argumento más amplio de que la pin- derecho al voto, y la ley castigaba a los cazadores furtivos
tu ra al óleo se había convertido en la forma dom inante po r- con la de portación .
que se correspondía con cierta fase del capital ismo, una ma- Las concl usiones de Berger fueron o bjeto de una variedad
ne ra de convertir el mundo visible en p ropiedad tangible . de crít icas. El libro inco rpo ró las o bjeciones escritas de l ar-
Orientado hac ia modos plura les de ver, Berger reun ió en su t ista e historiador del arte Lawrence Gowing a que Berge r se
desc ripción una va riedad de perspectivas dife rentes. El libro inte rp usiera entre el aman te de la pintu ra "y el significado
de Kenneth Clark, Landscape into Art,z le proporcionó una cita vis ible de un buen cuadro":
en la que se com pa raban dos opiniones de Ga insborough
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Quiero señalar que existen pruebas que confirman que los Side of the Landscape, que term ina: "¿No podría el eslogan se r
Andrews de Ga insborough hacían con su pedazo de 'Abajo las alambradas, tanto las inte lectuales como las agrí-
campo algo más que lim itarse a poseerlo. El tema explí- colas'?". Berger cre ía que "el li bro manten ía el papel acadé-
cito de un diseño contemporáneo y totalmente aná logo de mico britán ico (tan depend iente de la voz y de la sintax is)" y
Francis Hayman, mentor de los Ga insborough, sugiere lamentaba su tendencia "a fomentar la especialización al pre-
que las personas de estos cuadros estaban ocupadas en el cio del aislam iento". En conjunto, Berger pensaba lo si-
goce fi losófico del "gran Principio [... ], la Luz genuina de guiente:
la Natura leza incorrupta y no pervertida".9
El libro de John Barrell consti tuye una lectura brillante de
El contraargumento de Berge r consistía en que un t ipo de d is- una serie de convenciones pict óricas (signos) y de cómo
frute no contradecía el otro . El hecho de q ue la pa reja d isfrute se mod ifica ron durante un período histórico dete rmi nado.
fi losóficamente de la naturaleza solo es posible s i no ocupa Pero no muestra mucho conocimiento de las p ráct icas
su atenc ión la posibilidad de se r persegu idos con látigos y que se sitúan a ambos lados del s igno, ni siqu ie ra cierta
con armas de fuego . cu riosidad por ellas. En este caso, la práctica de la p intu ra,
También en 1972, el académico John Barrell publicó The po r una parte, y la p ráctica de los cam pesinos pob res o
Idea of Landscape and the Sense of Place, 10 que en 19 80 con- despojados de sus tie rras. Así, aunque el libro muest ra y
t inuó con The Dark Side of the Landscape, en el que pregun- denuncia una práctica ideológica, contri buye a crea r, y
taba s i cuando contemplamos las obras de Gai nsborough, de confirma, el cerrado espacio inte rm edio en el que opera
Constable o de George Mo rl and, "nos identificamos con los esta ideología.
inte reses de sus clientes y contra los pobres que retratan".11
Estas dos práct icas son fo rm as de l trabajo. La preocu pac ión
Tanto Barrel l como Berger desa rro llaron sus ideas sob re
de Berger por la obra de los artistas se desarrolló temp rano
el paisaje criticándose mutuamente. Comparten algunas mo-
en su vida. Cuando era adolescen te escribió vívidos re latos
t ivaciones: Berger se declaró "todavía ma rxista, entre ot ras
so bre el music-hall y sobre la Resistenc ia francesa . Pe ro,
cosas", en una fecha tan reciente como en 2005, 12 y Barrell
co mo cuen ta en "Coger un papel y d ibujar", estudió en
es un hombre de izquierdas. Pe ro sus d iferencias se hacen
escuelas de Bellas Artes (la Cen tra l School primero, y des-
más claras en la reseña que hizo Berge r de l libro The Dark
pués en la Chelsea School) en lugar de en la unive rs idad, y,
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aunque dejó de pintar en torno a los 30 años, su escritura como "mi universidad".!Z El "Epílogo histórico para la t ri-
s iempre parece venir acompañada del dibujo. A veces, esto logía De sus fatigas'', que aquí se incluye, esboza el acerca-
es totalmente imaginario, de manera parecida a cómo la crí- miento a la historia que adopta la trilogía. Se trata de un pai-
tica de John Ruskin o la de William Hazlitt aparecen mol- saje en el sentido que propone el título de este libro: tal vez
deadas por el hecho de haber creado obras plásticas. En el metafórico, pero también vivo para quienes controlan tanto el
caso de El cuaderno de Bento,13 o en el del ensayo "Un regalo aspecto como la realidad del territorio y para quienes viven en
para Rosa Luxemburg", el acompañamiento del dibujo es, él. En su libro Un hombre afortunado lo explica así:
aunque esto parezca contraintuitivo, literal: los dibujos de
A veces de la impresión de que [los paisajes] no fueran el
Berger se reproducen junto al texto.
escenario en el que transcurre la vida de sus pobladores,
Hemos de guardarnos aquí de simplificar en exceso los
sino un telón detrás del cual tienen lugar sus afanes, sus
méritos relativos de los críticos que ejercen el arte sobre el
logros y los accidentes que sufren. Para quienes están de-
que escriben y los que no lo ejercen. En el ensayo "La función
trás del telón, junto a los pobladores, los referentes del
de la crítica",14 T. S. Eliot describía haber pasado de "una
paisaje ya no son solo geográficos, sino también biográ-
posición extrema, según la cual la única crítica que merecía la
ficos y personales.1ª
pena leer era la escrita por críticos que practicaban el arte
sobre el que escribían y además lo practicaban bien", a exigir
"un sentido muy desarrollado de los hechos"; o sea, unos crí-
La obra de Berger es una invitación a imaginar, a ve r de
ticos capaces de ofrecer una "interpretación", en el sentido
de "poner a dispos ición del lector hechos que de otro modo maneras diferentes. Los textos se dividen, por tanto, en dos
partes. La primera pone en re lación un espectro de textos que
se le habrían escapado". El diálogo crítico de Berger con
nos hablan de los individuos - no necesariamente artistas-
Barrell15 estaba ligado a su largo compromiso con la idea del
que han conformado el pensamiento de Berger. Algunos
paisaje plasmada en la trilogía De sus fatigas (Puerca tierra,
-Frederick Antal o Max Raphael- son claramente críticos;
Una vez en Europa y Lila y Flag).16 Mediante una escritura
otros -Roland Barthes o Walter Benjamín- no encajan
imaginativa, ficcional, estos tres libros interactúan con el tra-
fácilmente en esta caracterización, pero muestran cómo se
bajo de los campesinos de la aldea a la que Berger se trasladó
anticipó Berger a una gran parte de lo que hoy constituye las
a vivir en la década de 1970 y cuya compañía ha calificado
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bibliografías de las escuelas de arte. Todos conforman de existen te de las famas litera ri as; el ejemplo de Berger nos
una manera u ot ra su autodenom inación de narrador, de- urge fun damenta lmente a mod ificar la forma de l mapa".20
nom inación en la que, como señalé en la int roducc ión a En 2012 1 como parte de la celebración de l cuadragésimo
Sobre los artistas,19, é l incluye toda su variada producción . an iversario de Modos de ver y de G., se dio e l nombre "Volve r
Considerar estas relac iones como influencias sería incon- a trazar los mapas" a una "escuela libre" de Londres que
s istente con esa autodefin ición de na rrado r. Más que con el reun ió a un arco asomb rosamente ampl io de pe rsonas ins pi-
act o colectivo, colaborativo, de la na rración, la noción de "in- radas por la obra de John Berger para enseñar y aprender los
fl uencia" pa rece relacionarse con el ind ividual ismo de la unos de los otros. Sin la ri gidez que la palabra pueda im pli-
escritura de novelas y con una lógica ca pi ta lista de deuda y car, la primera parte es una especie de plan de est ud ios,
rest itución que Berger rechaza. mientras que la segunda es su apl icación. El t ítu lo de esta
El resto de esta sección explo ra libremente los diferentes está tomado de un poema de Berger, Terreno . Aquí, la lista de
modos en los que la esc ritura puede ocuparse del arte y los guías y mapas da paso al territorio que Berger utiliza para
límites de los m ismos, y hasta qué punto su m irada de pi nto r moverse. Presen tados por orden aproximadamen te crono-
orienta en Berger la na rración . Concluye con " El crít ico ideal y lógico, estos escritos van resu ltando menos suscept ibles de
e l crítico combativo", una especie de man ifiesto sobre cómo categorización a med ida que avan zan y cada vez resulta más
poner en práctica estos ejem plos. Hacía e l fina l de la prime ra d ifícil identifica rl os como "escritos sobre arte" enfocados
parte, al sentir las presencias de James Joyce y Ga brie l García hac ia el paisaje. Sin embargo, " La tercera semana de agosto
Márquez - y de esa trad ición en la que hoy se inclu irían auto- de i991" es, en t re ot ras cosas, un intento de comprender el
res como W. G. Sebald, Arundhati Roy, Ali Smith o Rebecca sen tido de la escultura púb lica en la Eu ropa postsoviét ica.
Solnit- , en tendemos qué llevó a Berger a contar de la ma - "Piedras {palestina, jun io de 2003" refracta la Rama llah con-
ne ra en la que las cuenta ciertas histo rias, especia lmente la temporánea y su cultura visual med ian te un ejemplo de la
de uno de sus pri meros maest ros, su passeur, Ken en el relato escultura más an t igua (un montón de pied ras en Fi nistere) .
"Cracovia". El t ítu lo de la sección, "Volver a trazar los Finalmente, "M ientras tan to", e l largo ensayo que cie rra la
ma pas", procede o ri gina lmen te de la sugerencia de Geoff se ri e, define nuest ro paisaje contemporáneo como una cár-
Dye r de que "no basta con presiona r para que el nombre de cel. Pueden leerse estos escritos como un esbozo de la h is-
Berger se imprima de manera más prom inen te en el mapa toria de l arte - aunque Berger nunca describiría así su obra-
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o como un telón de fondo pa ra los textos ind ividua les de La emigración, fo rzada o escogida, a t ravés de fronteras
Sobre los artistas: referidos bien al momento en que fueron nac ionales o del pueblo a la capital, es la expe ri encia que
escritos o bien al pe ríodo que describen . En "M ientras tanto", mejor define nuestro t iempo, su qu intaesenc ia. El in icio
Berger escribe: "Sin balizas se corre el enorme ri esgo hu - del mercado de esclavos en e l s iglo XV I profetizaba ya ese
mano de gira r en círculos". transporte de hombres que, a una escala s in precedentes y
En la pelícu la The Seasons: Four Portraits of John Berger con un nuevo tipo de vio lencia, exigirían más tarde la
(2016), la actriz Tilda Swinton nos d ice que ella y Berger com- industria li zac ión y e l capitalismo. El reclutamiento mas ivo
parten sus cumpleaños, el S de noviembre (recuerden, re- de tropas en e l frente occidenta l durante la 1 Guerra Mun-
cue rden) . Ella lee Autorretrato 1914-1918,21 e l poema de Ber- d ial constituyó una confirmación más de la m isma prác-
ger que sub raya lo mucho que le ma rcó la Gran Guerra, por tica de desarraigar, reunir, transportar y concent rar en una
medio de su padre y el mundo más ampl io al que nació en "tierra de nad ie". Después, los campos de concent rac ión,
1926. La edición inglesa de este li bro se publicó, pues, con a lo largo y ancho del mundo, siguieron la lógica de esa
ocasión de su nonagés imo cumpleaños, en 2016. Pero in- práct ica i ninterrump i da .~

cluso sumado a Sobre los artistas, Panorámicas no representa


S i, como escribe Berger, "em igrar s iempre será desmante lar
sino una parte pequeña de un logro mucho más ampl io y
e l centro de l mundo y, consecuentemente, tras ladarse a otro
prolongado, un logro al que nutre y por e l que ha sido nu -
perd ido, desorientado, formado de fragmentos'', entonces
trido.
todos estamos muy neces itados de mapas nuevos.
Un aspecto de este logro que parece especialmente vita l
en 2016 es el gran arco de la obra de Berger que conecta su
dec isión de compartir el Prem io Booker de 1972 con los Pan-
teras Negras y su proyecto sobre los t rabajado res inm i-
grantes, El séptimo hombre,22 pasando por la t ri logía De sus
fatigas, que exploraba los lugares de los que estos traba-
jadores procedían, y hasta hoy, vía Y nuestros rostros, mi vida,
breves como fotos , donde esc ri be:
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Notas Ed.J.
1 Berger, John, Portraits: John Berger on Artists, Verso, !l The Dark Side of the Landscape (op. cit., pág. 91) de John
Lond res, 2015 {versión castel lana: Sobre los artistas [2 vols.J, Barrell contiene críticas moderadas de los escritos de Berger
Ed itorial Gustavo G ili, Barcelona, 2017 y 2018) [N . del Ed.J. sobre e l territorio .
2 Berger, John y Mohr, Jean, A Fortunate Man : The Story 12 Berger, John, "Ten Dispatches about Place", en Hold
of a Country Doctor, Write rs and Readers Pub. Cooperative, Everything Dear: Dispatches on Survival and Resistance, Verso,
Lond res, 1976 {versión castellana: Un hombre afortunado: his- Lond res, 2008, pág. 121 {versión castellana: "Diez comuni-
toria de un médico rural, Alfaguara, Madrid, 2008) [N . de l Ed.J. cados. Dónde ha llar nuestro lugar", en Con la esperanza entre
3 Berger, John, G.: A Novel, Weidenfeld and Nico lson, los dientes, Alfagua ra, Mad ri d, 2010).
Lond res, 1972 {versión castel lana: c., Alfagua ra, Mad ri d, 13 Berger, John , Bento's Sketchbook, Pantheon Books,
1994) [N. del Ed.J. Nueva York, 2011 {versión castellana: El cuaderno de Bento,
4 Berge r, John, Ways of Seeing, BBC/Pengu in Books, Alfaguara, Madrid, 2012) [N . de l Ed.J.
Lond res, 1972 (ve rs ión castel lana: Modos de ver, Ed itoria l 14 Eliot, T. S., "The Function of Crit icism" [1935) (ve rs ión
Gustavo Gili, Barcelona, 2016) [N. del Ed.J. castell ana: Función de la poesía y función de la crítica, Tus-
5 Barrell, John , The Dark Side of the Landscape: The Rural quets, Barcelona, 1999) [N. de l Ed.J.
Poor in English Painting 1730-1840, Cambridge Un ivers ity 15 John Barrell reseñó Keeping a Rendezvous (1992) de Ber-
Press, Camb ri dge, 1980, pág. 1. ger con una mezcla equ ili brada de elogio y de crít ica. A pesar
Q Schama, S imon, Landscape and Memory, Harper Co- de sus reservas, ambos críticos encont ra ron pasajes de sus
lli ns, Lond res, 1995 [N . de l Ed.J. reseñas respectivas citados en la sigu iente ed ición de los li-
z Clark, Kenneth, Landscape into Art, John Murray, Lon- bros de los dos.
dres, 1949 [N. de l Ed.J. 16 La tri logía De sus fatigas {1979-1 991) está compuesta
8 Berger, John , Modos de ver, op. cit., pág. 107 [N. de l po r los li bros: Pig Earth, Write rs and Readers Pub. Coope-
Ed.J rat ive, Londres, 1979 (ve rsión castell ana: Puerca tierra, Alfa-
s lbíd. guara, Madrid, 2016); Once in Europa, Pantheon, Nueva York,
10 Barre ll, John, The Idea of Landscape and the Sense of 1987 {versión castellana: Una vez en Europa, Alfaguara, Ma-
Place, Camb ri dge Un ivers ity Press, Cambridge, 1972 [N . de l drid, 1992); y Lilac and Flag, Granta, Lond res, 1991 {versión
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castellana: Lila y Flag, Alfaguara, Madrid, 1993) (N. del Ed .J.
11 Como exploré en mi introducción "The Company of the
Past", en Berger, John, Portraits: john Berger on Artists, op. cit.
(versión castellana: "La compai'lía del pasado", en Sobre los
artistas, op. cit.), Gustave Courbet y Jean-Fran~ois Millet tam-
bién desempeñaron un papel clave en el desarrollo de este
trabajo.
18 Berger, John, Un hombre afortunado, op. cit. [N. del Ed.J.
ig Overton, Tom, "La compai'lía del pasado'', op. cit.
20 "Editor's lntroduction", en Dyer, Geoff (ed.), The Selec-
ted Essays ofjohn Berger, Bloomsbury, Londres, 2001, pág. xii.
21 Berger, John, "Self-Portrait 1914-1918'', en The Sense of
Sight, Pantheon Books, Nueva York, 1985 (versión castellana:
"Autorretrato 1914-1918", en El sentido de la vista, Al ianza, Ma-
drid, 1990) [N. del Ed.J.
22 Berger, John y Moh r, Jean, A Seventh Man: Migrant Wo-
rkers in Europe, Penguin, Harmondsworth, 1975 (versión
castellana: Un séptimo hombre: un libro de imágenes y palabras
sobre la experiencia de los trabajadores emigrantes en Europa,
Capitán Swing, Madrid, 2014) [N. del Ed.J.
~ Berger, John, And Our Faces, My Heart, Brief as Photos,
[1984), Bloomsbury, Londres, 2005 (versión castellana: Y
nuestros rostros, mi vida, breves como fotos, Nórdica, Madrid,
2017) [N. del Ed.J.
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l. Volver a trazar los mapas
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Cracovia mandarme a la otra punta del mundo. Hice una ligera incl i-
nac ión de cabeza, abrí y cerré la puerta, giré a la derecha,
No era un hotel. Era una especie de pensión en la que no ha-
vo lví a torcer a la derecha en la primera bocacalle y me en-
bría más de cuatro o cinco huéspedes. Por la mañana deja-
contré en la plaza Nowy, donde había un mercado.
ban la bandeja de l desayuno en un anaque l que hab ía en el
pasillo: pan, mantequ illa, miel y unas rodajas de un tipo de Nunca he estado en esta plaza y, s in embargo, la conozco
salchicha que es la especial idad de la ciudad. Al lado de la como la palma de la mano, o, más bien, conozco a los vende-
bandeja, unos sobres de Nescafé y un hervidor de agua eléc- dores. Algunos de ellos tienen puestos fijos con marques inas
trico. El contacto con las severas y se renas jóvenes que lle- pa ra proteger de l sol sus mercanc ías. Ya hace calor, ese calor
vaban e l establecim iento era m ín imo. d ifuso, plagado de mosquitos, característico de las llanu ras y
Todo el mob iliario de las habitac iones, de madera de los bosques del este de Eu ropa. El calor de l fol laje, que es un
nogal o de roble, era antiguo, anterior a la 11 Gue rra Mund ia l. t ipo de calor lleno de ins inuaciones, s in la seguridad de l calor
Esta fue la ún ica ciudad polaca que sobrevivió a la guerra s in mediterráneo. Aquí no hay seguridades. Lo más parecido aqu í
que sus edificios quedaran gravemente dañados. Como su- a la certeza son las abue las.
cede en ciertos conventos o monasterios, en las habitaciones Otros - o más bien otras, pues todas son mujeres- vie-
de esta pensión ten ías la sensación de que varias genera- nen desde los pueblos de los alrededo res con sus productos
ciones habían mirado contemplativamente por las dos ven- en cestas y cubos. No tienen puestos propiamente y están
tanas que daban a la calle. sentadas en las banquetas que se traen de casa. Algunas se
El ed ificio estaba s ituado en la calle Miodowa, en el Kaz i- quedan de pie. Doy una vue lta entre los puestos.
mierz, el antiguo barrio judío de Cracovia. Después de des- Lechugas, rábanos rojos y rábanos picantes, eneldo pi-
ayunar, le pregunté a la mujer que estaba detrás del mos- cado, que parece una puntilla verde; pequeños pepinos de
trador de recepción dónde se encontraba el cajero más pr- piel nudosa, que con este calor salen en t res d ías; patatas
óximo. Cla ramente a su pesar, dejó a un lado el estuche de nuevas, cuyas pieles, todavía con restos de t ie rra, tienen e l
violín de tenía en la mano, cogió un mapa turístico de la ciu- color de las rod illas de los nietos; matas de apio, que hue len
dad y marcó con un láp iz adónde tenía que d irigirme. No es a limpio como la pasta de dientes; trozos de levístico, e l ap io
muy lejos, dijo, suspi rando como si le hubiera gustado de montaña que, según juran los hombres con el vaso de
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vodka en la mano, es un afrodisíaco incomparable tanto para está de pie. La cesta está llena de pastelillos levemente dora-
las mujeres como para los hombres; manojos de nabos con- dos, como pequeñas empanadillas. Parecen piezas de ajedrez
tándose ch istes de chochos; rosas, la mayoría amarillas; ta lladas en madera, exactamente como los castillos, unos
requesón, cuyo o lor todavía permanece en los trapos ten- castillos que se t ienen en pie por los dos extremos, las regu-
d idos al sol en los huertos; espárragos trigueros que reco- lares troneras siempre arriba. Miden unos d iez centímetros.
gieron los niños junto a l cementerio de l pueblo. Tomo uno de estos casti llos y me doy cuenta de mi error.
Los comerciantes profesionales han adqu irido de fo rma Son demas iados pesados para ser empanadas.
natura l todos los pequeños trucos para convencer al públ ico Echó un vistazo a la ca ra de la mujer. Tendrá unos 60
de que las oportun idades doradas no se dan dos veces. Las años, y sus ojos son muy azu les. Me devuelve una severa mi-
muje res sentadas en las banquetas, por el contrario, no pro- rada, como si tuviera de lante a un idiota que se ha vuelto a
ponen nada. Están inmóviles, circunspectas, y solo confían o lvidar de algo. Oscypek, dice lentamente, rep itiendo e l nom-
en que su s imp le presencia garantice la calidad de lo que han bre de un queso que se hace con leche de oveja y se ahúma
tra ído de sus huertos para vender. en la ch imenea, entre las dos hab itaciones. Compro tres. Con
Una va lla de madera en torno a una parcela y una casa de un m ínimo movimiento de cabeza, me sugiere que siga m i
troncos con dos hab itac iones, una estufa de azulejos entre camino.
ambas. Estas mujeres viven en chatas de este tipo. En el centro de la plaza hay un edificio bajo de forma
Deambulo ent re e llas. Diferentes edades. Dife rentes cons- redondeada, subdivid ido en tiendas pequeñas. Hay una bar-
t ituciones. Ojos de colo res d istintos. Ninguna lleva el mismo bería en la que solo cabe un sillón. Va ri as ca rnicerías. Una
pañuelo en la cabeza. Y cada una de e llas ha encontrado su t ienda de comestibles con no más que una ún ica tina de col
manera de protege r la rabadi lla, de no forza rl a cuando se in- picada. Una cocina con un fogón de hierro y cuatro mesas
clina a a rranca r las cebolletas, a cortar unos lirios o a sacar con bancos de madera en la acera donde puedes tomarte un
los rábanos, para que estos dolores inte rmitentes no ter- cuenco de sopa. En una de las mesas está sentado un hom-
minen por hacerse crón icos. De jóvenes, eran las caderas las bre li geramente cargado de hombros, lo que le da un aspecto
que absorbían el impacto de los acontecim ientos, ahora lo un poco abatido; t iene las manos largas y afi ladas y una fren-
rec iben los hombros. te despejada que acentúan unas grandes entradas. Lleva unas
Miro la cesta de una muier que no ha traído banqueta y gafas con cristales gruesos. Esta mañana, se s iente en casa
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en este lugar, aunque no es polaco. La sopa es un borsch rojo oscu ro y lige ro, con un regusto al
Ken nació en Nueva Zelanda y allí murió. Me sien to en e l vinagre de manzana que le añaden para contrarrestar e l dulce
banco frente a él. Hace 60 años este homb re compartió con- de la remolacha, a l estilo polaco. Tomo un poco y le vuelvo a
m igo todo lo que sabía, aunque nunca me d ijo cómo lo había pasa r el cuenco y la cuchara. No hemos cruzado palabra.
ap rendido. Nunca hablaba de su infancia ni de sus pad res. Saco un cuade rno de la moch ila que llevo colgada a la es-
Me daba la sensación de que hab ía dejado Nueva Zelanda palda, pues qu iero enseñarle un dibujo que hice ayer en el
muy joven, tal vez antes de habe r cum plido los 20 años, y se Museo Czartoryski de la Dama con armiño de Leonardo da
había ven ido a Eu ropa. ¿E ran sus padres ricos o pobres? Vinci. Lo exam ina, y sus pesadas gafas se le des lizan por la
Puede que tenga tan poco sentido hacerse esta pregunta con na ri z.
respecto a él como con res pecto a la gente que hay en el mer-
cado en este momento.
Pas mal! Pero ¿no está demas iado recta? ¿No se incl ina más,
en rea lidad? ¿No está más llevada a la esqu ina en e l cuadro?
Las distanc ias nunca le arred raron. Wellington (Nueva Ze-
Al oírle hab lar de esta forma, tan indiscut iblemente suya,
landa), Pa rís, Nueva York, Bayswater Road (Londres), No-
vuelve m i amor po r él: mi amor por sus viajes, por sus ape-
ruega, España y en a lgún momento, creo, Birman ia o la India.
t itos, que s iempre se d isponía a satisfacer y nunca rep ri m ía;
Se ganó la vida de muchas mane ras; fue periodista, maestro
po r su hastío y po r su triste curiosidad .
de escuela, profesor de baile, extra de cine, gigo ló, librero s in
Demasiado recta, repite. Pero qué más da. Todas las co-
librería, árb itro de crícket. Ta l vez, algo de lo que estoy di -
pias cambian algo, ¿no?
ciendo no es cierto, pero es la fo rma que tengo de retrata rl o
Tamb ién vue lve m i amor por su fa lta de ilusiones. Sin ilu-
pa ra mí al verlo sentado enfrente en esta plaza. En París,
siones, evitaba la desi lusión.
d ibujaba t iras cómicas para un periódico, de eso s í que estoy
Yo tenía 11 años cuando lo conocí; é l 40. Durante los seis
seguro. Recue rdo perfectamente el tipo de cepillo de dientes
que le gustaba, los de mango largo, y recue rdo qué pie cal- o s iete años s igu ientes fue la pe rsona que más influyó en m i
vida. Con él aprend í a cruzar fronteras. En francés existe la
zaba, un 44.
Empuja el cuenco de so pa hacia mí. Luego se saca un pa- palabra passeur, que se puede traduci r, según el contexto,
como "barquero" o "contrabandista". Pero la palabra encierra
ñuelo del bolsi ll o de recho del pantalón, limpia la cuchara y
tamb ién la connotación de gu ía y la idea de atravesar
me la da. Reconozco e l pañuelo de cuad ros blancos y negros.
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montañas. Él fue m i passeur. d ibujando el mar. Cerca de Brighton, en el verano de 1939·
Ken hojea el cuaderno de atrás ade lante. Tenía unos Siempre llevaba en el bolsillo un largo láp iz de la marca Black
dedos diestros y podía hacer desaparecer las cartas a su an- Prince que, en lugar de ser redondo, era rectangu lar, como
tojo. Intentó enseñarme algún juego de manos: ¡puedes los lápices de carpíntero.
ganar d inero con esto!, me decía. Ahora mete el dedo entre Ya soy demasiado viejo pa ra estar mucho rato dibujando
dos páginas. de pie.
¿Otra copia? ¿Antonello da Mess ina? De pronto deja e l cuaderno sobre la mesa s in m irarme. Le
Cristo muerto sostenido por un ángel, digo. espantaba la autocompasión . Esa es la debi li dad de muchos
Solo lo he visto en reproducciones. Si hubiera podido inte lectuales, decía. ¡Evítala! Fue e l único imperativo que me
escoger un pintor para que pintara mi retrato, lo hab ría esco- transm it ió .
gido a él, d ice. Antonello . Pintaba como s i estuviera impri- Toca uno de los quesos que acabo de compra r.
miendo palabras. Todo lo que pintaba ten ía ese t ipo de cohe- Se llama Jagus ia, dice, m irando hacia la muje r que me los
renc ia, de autoridad; las primeras imp rentas aparecieron du- había vend ido, y procede de las montañas de Podhale. Sus
rante su vida. dos hijos t rabajan en Aleman ia. Trabajo negro. No les es fác il
Vuelve a bajar la vista al cuaderno. consegui r permisos de trabajo, se ven obl igados a ser ile-
No hay piedad en la cara del ángel, ni en sus manos, dice, ga les. Néanmoins, están construyendo una casa, una casa
solo ternura. Has captado esa ternu ra, pero no la gravedad, la más g rande de lo que Jagus ia haya podido soñar; tres pisos, y
gravedad de las pri meras palabras impresas. Esa ha desapa- no uno como ahora. Siete hab itac iones, en lugar de dos.
rec ido para siempre. Néanmoins! Las palabras francesas no afloraban en sus
Lo hice el año pasado en el Museo de l Prado. Hasta que frases por afectac ión, sino po rque los años que había vivido
los vigi lantes vin ieron a echarme. en París antes de ven ir a Londres, a Bayswater Road, fueron
¿No está perm itido pintar a ll í? los más fel ices de su vida. Por la m isma razón a veces llevaba
Sí. Pero no sentarte en el suelo . una boina negra.
¿Por qué no pintaste de pie, entonces? Pero Jagusia se negará a trasladarse a la casa nueva y a
Cuando d ice esto aquí en la plaza Nowy, lo veo de pie dejar su chata con los t rapos de hacer e l queso tendidos en el
-alto, un poco encorvado- al borde de un acanti lado huerto, profetiza.
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Este fue e l hombre q ue me hizo creer que juntos podría- propios alfi les levantado ya a escasos centímetros del tab lero
mos encontrar mús ica en cualquier ciudad del mundo. entre los dedos de un jugador g igante, que prueba cautelo-
¿Te apetece una ce rveza?, me pregunta ahora aqu í en Cra- samente otras posibles jugadas y no qu iere soltar la pieza
covia, señalando hacia e l otro extremo del me rcado, más a llá hasta estar del todo seguro.
de una t ienda de ropa, cuya dueña es una mujer muy go rda Pido dos cervezas. Mueven las blancas: la reina avanza en
que está fumando sentada en un sillón completamente ro- d iagonal. ¡Jaque! Después de coger el dine ro q ue le doy por
deado de vestidos. las cervezas, las negras mueven: un caballo. La reina se ret ira.
Me levanto y voy hac ia e lla. Fuma y cuenta lo que le pasó hoy Entra una clienta y pide de ese pan de m iel que t iene naranja
cuando llegó al mercado de la plaza Nowy. Todas las maña- confitada dentro. Las negras cortan unas rebanadas y las
nas hace lo m ismo, y todas las mañanas el homb re que pesan. Las blancas hacen una mala jugada de la que se dan
vende setas, secas y en salmuera, la escucha imperté rrito. cuenta demas iado tarde. El hombre t raga saliva, pues tiene
Cuando dob la y almacena en la d im inuta tienda los vestidos y un gusto ácido en la garganta. Las negras se comen una
pantalones que tiene expuestos, no queda sitio pa ra el la. Al torre.
otro lado de la puerta hay un espejo, pues los cl ientes utilizan El gueto judío de Cracov ia está a menos de diez minutos
a veces la tienda de probado r. Todas las mañanas se ve en el andando desde aqu í, fuera de la ciudad vieja. Hay que atra-
espejo al abrír e l comercio y todas las mañanas se queda sor- vesar e l río Vístu la po r e l puente Powstar'iców. El gueto ocu-
prend ida de su tamaño. paba un área de 600 x 400 m y estaba ce rcado por edific ios
Veo las latas de cerveza en un puesto en el que también amural lados y alambre espinoso. En el otoño de i941, seis
t ienen legumbres, mostaza polaca, ga lletas, pan de m ie l y meses después de cercarlo, había 18.ooo personas recl uidas.
carne en conserva. Además, hay un tab lero de ajedrez con Mi les morían todos los meses de enfermedades d iversas y
una partida empezada. El tende ro juega con las negras, y otro desnutrición. Solo les estaba permit ido salir para acud ir a sus
hombre, que parece alguien que ha pasado por al lí, con las trabajos a aque ll os que deb ido a su forta leza fís ica podían se-
blancas. Ya se han comido varios peones, un rey y un a lfi l. guir s iendo esclavizados en los talleres alemanes de arma-
El tendero est ud ia el tab lero desde lejos, luego se vuelve y mento y ropa. Salvo estos, todo judío que fue ra sorprend ido
sigue a lo suyo hasta que el otro mueve. Este se balancea, de saliendo del gueto s in autorización e ra disparado, como lo
pie, suspend ido sob re la partida, como si fue ra uno de sus e ran también los polacos que les ayudaran a pasar a la zona
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aria de Polonia o que los escondieran. d irector siguió con su arenga.
Tyskie!, aplaude Ken cuando volví a la mesa. ¡Has elegido Al final de ese mismo trimestre, lo invité a venir a una
la mejor! caravana que tenían mis padres en una playa cerca de Selsey
Empecé joven, digo. Bill, en Sussex. ¿Por qué no?, dijo. Y vino a pasar una se-
Se llama Zedrek el hombre que has visto jugando al aje- mana.
drez, dice Ken. Viene a jugar con Abram, el verdulero, por lo
Mi padre estaba feliz, pues ahora éramos cuatro y podríamos
menos una vez a la semana. Zedrek sería un buen jugador s i
jugar al bridge.
no le diera al vodka desde tan temprano. Pero no creo que
¿Jugamos con dinero?, preguntó Ken. Si no, las declara-
pueda dejarlo. Abram sobrevivió a la guerra escondido; era
ciones no cuentan.
un niño.
De acuerdo, pero las apuestas no deben ser muy altas,
Ken me enseñó la mayoría de los juegos que conozco:
por John.
ajedrez, billar, dardos, billar americano, póker, ping-pong,
¿Dos peniques a los cien?
backgammon. Al ajedrez jugábamos en su hab itación; a los
Voy a buscar el monedero, dijo mi madre.
demás, en los bares. Al bridge, que había aprendido antes de
Cuando Ken barajaba, las cartas caían en una cascada
conocerlo, jugábamos con mis padres o cuando nos invi-
entre sus manos, bien sepa radas las unas de las otras. A
taban a casa de alguien, lo que no era frecuente.
veces, la cascada parecía una escalera en movimiento, una
Lo conocí en 1937. Era profesor sustituto en el dispa -
escalera mecán ica o una escalera de mano hecha de na ipes.
ratado internado al que me enviaron pese a mis protestas.
Una vez, bastante tiempo después, me quejé de que no me
Frente a los profesores y los alumnos reunidos en asamblea
podía dormi r, y me dijo: imagínate que estás barajando. As í
- 50 chicos aún en pantalón corto, acoba rdados, que inten-
me quedo dormido yo.
taban cada cual a su manera y s in ayuda de nadie darle algún
Cortar antes de dar.
sentido a la vida-, el director, un hombre de as pecto apoplé-
Mi padre disfrutaba las partidas, no solo porque jugaba
tico, lanzó una silla del comedor al profesor de latín, y Ken,
bien, sino, en mayor medida, porque el juego le permitía
que estaba entre los dos, la agarró con una mano en el aire.
recordar los buenos momentos pasados con los muertos,
Así reparé en él. Dejó la silla en el estrado donde estaba su-
que, si no, le obsesionaban. Cuando jugábamos en Selsey,
bida la mesa de los profesores, puso los pies en ella, y el
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"Doblo seis d iamantes" se antepon ía a "Cinco morte ros per- llorar, llora después, nunca du rante. Recuérdalo. A no ser que
d idos". Jugaba con nosot ros, pero también con un cuad ro de estés con qu ienes te qu ieren, solo con qu ienes te qu ie ren, en
oficia les de infantería de los cuales é l era el ún ico supervi- cuyo caso ya eres afortunado, pues nunca hay muchas per-
viente t ras cuatro años de trincheras en la Cresta de Vimy y sonas que lo qu ieran a uno. Si estás con e ll os, puedes llorar.
en Yp res. Si no, llo ra después.
Mi madre enseguida se d io cuenta de que Ken pertenecía Jugaba bien a todos los juegos que me enseñó. De no ser
a esa categoría especial para e lla de "la gente que adoraba po r su miopía (se me ocu rre aho ra de pron to, a l escribir, que
Pa rís". toda la gente que he que ri do y que todavía qu ie ro eran o son
Estoy seguro de que, viéndonos jugar a los t res al he rrón mio pes), de no ser por su m iopía, Ken tenía los movim ientos
en la arena, previó que aquel passeur me iba a llevar lejos, al de un atleta, su mismo ap lomo.
t iempo que no dudaba, estoy igua lmente seguro de ello, de No así yo. Yo e ra torpe, precipitado, receloso, me faltaba
que yo era más o menos capaz de cuidar de m í mismo. Así, todo o casi todo su ap lomo. Sin embargo, ten ía otra cosa.
se ofreció a lavar y planchar la ropa de Ken los lunes, d ía de Una especie de determ inación que, dada mi edad, no dejaba
colada, y Ken le tra ía una botella de Dubonnet. de sorprender. Siemp re estaba apostando. Y a cambio de esa
Acom pañaba a Ken a los bares y, aunque todavía e ra impetuos idad, de esa energía, Ken pasaba por alto lo demás.
menor, nad ie me ponía el menor impedimento. No po r mi ta- El don de su amo r suponía el don de compartir conmigo
maño o m i aspecto, sino debido a mi seguridad. No m ires todo lo que sabía, casi todo lo que sabía, sin tener en cuenta
atrás, me d ijo, no vaciles, s implemente muéstrate más se- mi edad, o la suya.
guro que el los. Para que ese don sea posible, qu ien da y qu ien recibe han
de ser igua les, y nosot ros, aquella pareja extraña e ina pro-
Una vez, un parroquiano empezó a insultarme, diciéndome
piada que fo rmábamos, éramos igua les, llegamos a ser igua-
que aparta ra la geta de su vista, y yo perd í el control y estuve les. Probablemente, ninguno de los dos podía entende r cómo
a punto de echarme a llorar. Ken me puso la mano en e l hom -
había suced ido. Ahora sí que lo entendemos. Estábamos pre-
bro y me sacó a la calle. No hab ía iluminación. Estábamos en
viendo este momen to; éramos igua les entonces cómo somos
plena guerra. Caminamos un gran trecho en si lencio. Si t ie-
igua les ahora en la plaza Nowy. Preveíamos m i vejez y su
nes que llorar, y a veces no se puede evitar, dijo, s i t ienes que
muerte, y eso nos permitía ser igua les.
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Rodea la lata de cerveza con la mano y la ent rechoca con Cuando le devolvía los libros, me sentía más ce rca de él
la mía. porque sabía un poco más de lo que él había leído d urante su
Si la ocasión lo permitía, siempre prefería los gestos a las larga vida. Los libros nos acercaban. Mu chas veces, un libro
palabras. Tal vez debido a su respeto por las silenciosas pala- llevaba a otro. Después de leer Sin blanca en París y Londres,
bras escritas. Debió de estudiar en las bibliotecas, pero para quise leer Homenaje a Cataluña.
é l el mejor lugar para un libro era el bolsillo de la gabardina. Ken fue la primera persona que me hab ló de la guerra civil
¡Y los libros que sacaba de ese bolsillo! española. Heridas abiertas, dijo. Nada puede restañarlas.
Nunca había oído la palabra restañar pronunciada en voz alta.
No me los daba d irectamente. Me decía e l nombre del autor,
En ese momento jugábamos al billar en un bar. No te olvides
pronunciaba el título y lo dejaba en la rep isa de la chimenea
de poner tiza en el taco, añad ió.
de su habitación. A veces había varios apilados, para que yo
Me leyó en español un poema de Federico García Lorca,
escogiera. George Orwell, Sin blanca en París y Londres; Mar-
que había sido fusilado cuatro años antes, y cuando me lo
cel Proust, Por el camino de Swan; Katherine Mansfield, Fiesta tradujo, en mi mente de adolescente de 14 años, creí que
en el jardín; Laurence $terne, Vida y opiniones de Tristan
sabía, a excepción de algunos deta lles, de qué iba la vida y lo
Shandy; Henry Miller, Trópico de Cáncer. Por distintas razo-
que había que arriesgar. Puede que se lo dijera, o puede que
nes, ninguno de los dos creíamos en explicaciones literarias.
otro de aquellos impulsos míos le provocara, pues lo re-
Nunca le hacía preguntas sobre lo que no entendía. Ni él se
cuerdo diciendo: cerciórate de los deta lles. ¡Cerciórate antes y
refirió nunca a lo que podría resu ltarme d ifícil captar en todos
no después!
aque llos libros dada mi edad y mi escasa experiencia. Sir
Lo dijo con un tono de pesar, como si en algún luga r, en
Frederick Treves, The Elephant Man and Other Reminiscences;
algún sentido, hubiera cometido un error de detalle que
James Joyce, Ulises (una edición en inglés publicada en lamentaba. No, me equivoco. No era un hombre que se
París). Compartíamos tácitamente la idea de que, en parte,
lamentara de nada. Un error por el que tenía que pagar. Du-
uno aprende o trata de aprender a vivir en los libros. El apren -
rante su vida hubo de pagar por muchas cosas que no lamen-
dizaje empieza mirando el primer abecedario ilustrado y no
taba.
acaba hasta el día que morimos. Osear Wi lde, De Profundis.
Dos niñas vestidas con trajes largos de encaje blanco cru-
San Juan de la Cruz.
zan la plaza Nowy. Tendrán diez u once años: las dos altas
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para su edad, Mujeres Honorarias las dos, a l cruzar la plaza, hasta que tuvo que abandonar el escena ri o, el cabel lo empa-
las dos, dejando atrás la infancia. pado en lágri mas.
La Semaine blanche, d ice Ken . El domingo pasado fue e l Los números deb ían tener esti lo . Había que ganarse al
día de las primeras comun iones en toda Polonia. Y esta se- púb li co al menos dos veces cada noche. Y para hacer esto, la
mana, niños y niñas van todos los días a la iglesia para imparable secuencia de gags tenía que conducir a algo más
comulgar de nuevo, sobre todo las niñas, los niños también, miste ri oso: la propuesta, conspirativa e irreverente, de que la
pero se les nota menos y, en cualqu ier caso, hay menos; vida m isma era un número cómico.
sobre todo las niñas, que qu ieren vo lver a sali r a la calle con Max Mille r, "Cheeky Chappie", con un traje plateado y
sus t rajes de primera comunión. aque llos ojos saltones, actuaba en el escenario triangular
Las dos niñas avanzan por la plaza la una a l lado de la como un indóm ito león marino para el que cada ri sa era otro
otra y así siegan las m iradas que atraen a su paso. pez más que se zampaba.
Van a la iglesia del Corpus Christi, donde hay una famosa
Ya saben, tengo mi estudio en Bri ghton . Pues e l lunes por
vi rgen en pan de oro, dice Ken . Todas las niñas de Cracovia
la mañana viene una mujer y me dice: "Max, qu iero que
qu ie ren hacer la primera comunión es esa iglesia porque los
me pintes una serpiente en la rod illa". Me quedé lívido, de
vest idos que sus madres pueden comprarles al lí están mejor
veras, me quedé lívido. Es que, vamos, uno no es de pie-
cortados y son más largos que los que venden en las otras.
d ra. Que uno no es de piedra. Conque, bueno, salté de la
Fue en e l O ld Met Mus ic Hall de Edgware Road, sentado
cama, bueno... no. En fin ... que empecé a pintarle la ser-
a su lado, donde empecé a aprender los rud imentos de la crí-
piente justo encima de la rod illa, ahí empecé. Pe ro tuve
t ica, cómo juzgar los estilos, o su ausencia. John Ruskin,
que deja rl a a med ias: la gach í me d io un bofetón de m il
Georg Lukács, Bernard Berenson, Wa lter Benjam in y Heinrich
pares ... No sabía yo que las serpientes fueran tan largas ...
Wolffl in vend rían después. La formac ión esencial la recibí en
e l Old Met, m irando desde el ga llinero y rodeado de un pú- O ¿cuánto m ide una se rpiente normal?

bli co escandaloso, receptivo e imp lacable, que juzgaba s in Todos hac ían e l papel de víctimas, una víctima que ten ía ga-
piedad a los humoristas, a los acróbatas, a los cantantes, a
na rse los corazones de qu ienes habían pagado por su entrada
los ventrílocuos. Vimos cómo Tessa O'Shea hac ía ven irse el y tamb ién eran víctimas.
teat ro abajo con los ap lausos, y vimos cómo la abuchearon Harry Champion se acercaba al proscenio, los brazos
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extendidos, pidiendo socorro, a l borde de la traged ia: "La después.
vida es muy dura: ¡nunca se sale vivo de ella!". Cuando dec ía Una mujer con una cesta de acede ras pasa a l lado de
esto en una noche sembrada, se llevaba al teatro de calle. nuestra mesa en la plaza Nowy.
Flanagan y Al len salían ace lerados, como si llega ran tarde ¿Nos harías para mañana una sopa de acederas? Me pre-
a un asunto urgente. Y luego demostraban, a una ve locidad gunta Ken. En lugar del borsch.
de vértigo, que el mundo entero, con todas sus urgenc ias, es- Sí, supongo que s í.
taba basado en un profundo equ ívoco. Eran jóvenes. Fla- ¿Con huevos?
nagan tenía unos ojos ingenuos, conmovedores; Ches Allen, As í no la he hecho nunca.
e l serio, era atildado y correcto. Pero juntos demost raban la Bueno, d ice, y cierra los ojos. Preparas la sopa y la sirves
dec repitud del mundo. en los cuencos con un huevo cocido en cada uno. Tienes que
Si consigu iera vender el taxi, vo lvería a África a hacer lo aco rdarte de poner un cuchillo al lado de cada cuenco, ade-
mismo que hac ía. más de la cuchara. Cada cual corta el huevo en rodajas y se lo
¿Y qué hac ías? come con la sopa. La mezcla de la punta de acidez verde y e l
¡Cavaba hoyos y los vendía! ¡Los pat ronos agríco las me redondo consuelo de l huevo te recuerda a algo ext raord ina ri o
los qu itaban de las manos! y lejano.
¿A casa?
El micrófono acabará con su arte, me susurró Ken en el galli-
No, segu ro que no. Ni siqu iera a los polacos.
ne ro. Le pregunté qué quería deci r. Escucha cómo usan la
¿A qué te recuerda entonces?
voz, me explicó. Hablan desde la otra punta, y los o ímos
A la supervivencia, qu izá.
como s i estuvié ramos en med io de ellos. Si empiezan a uti-
Entonces me parecía que Ken vivía s iempre en la m isma
lizar m icrófono, dejará de ser as í, y el público ya no se sentirá
habitación con derecho a cocina. En rea lidad, se mudaba
en el med io . El secreto de los art istas de music-hall es que ac- mucho, pero cada cambio sucedía mientras yo estaba en el
túan indefensos, como estamos todos. Si le das un micró-
internado, y cuando volvía e iba a verlo encontraba las m is-
fono a un artista, lo armas. La s ituac ión es completamente
mas escasas pertenencias api ladas en una mesa s im ilar, a l
d istinta.
pie de una cama s im ilar, tras una puerta con llave que daba a
Tenía razón . El music-hall había muerto una década una escalera siempre vigi lada por una casera preocupada de
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una forma s im ilar por que apagáramos las luces. ¿Listo? ¡Saca! 15-0. 15-1. 15-2. 15-J. Esas palizas me daba en
La habitac ión de Ken tenía un fuego de gas en el hueco de 1940.
la chimenea y una ventana grande. En la repisa, sobre la es- En 1941 todavía me ganaba dos juegos de cada tres, pero
tufa de gas, apilaba nuestros libros. En la mesa, junto a la ya no me dejaba ventaja.
ventana, había una gran rad io, que solíamos escuchar. 2 de Entonces trabajaba para los serv1c1os extranje ros de la
septiembre de 1939: Las d ivisiones Panzer de las Fuerzas BBC en cal idad de algo que nunca mencionó. Con frecuencia
Armadas Alemanas han invad ido Polon ia por so rpresa esta vo lvía a su hab itac ión de madrugada. La colcha era adamas-
madrugada. Seis m illones de polacos, la m itad de e llos ju- cada.
d íos, perderían la vida durante los cinco años s igu ientes. Mu chas mañanas desayunábamos en un café protegido
En el a rmario no guardaba solo ropa, sino también co- con sacos terreros cerca de Gloucester Road. La comida es-
m ida: ga lletas de avena, huevos cocidos, una piña, café. taba racionada. Quienes no eran muy golosos les pasaban su
Ten ía un horn illo de gas pa ra calenta r agua en un cazo que azúcar a otros. Ken y yo tomábamos té, que era mejo r que la
dejaba en el a lfé izar de la ventana. La habitac ión ol ía a ciga- esencia de café. Después de desayunar le íamos los perió-
rrillos, a piña y a gasol ina de mechero. El cuarto de baño es- d icos. No tenían más de cuatro o, como mucho, seis pági-
taba en el descans illo, en el inmediatamente superior o infe- nas. 9 de septiembre, 194 1: Las tropas alemanas cercan
rior. Yo solía o lvidarme en cuál, y Ken me gritaba: ¡No, para Len ingrado. 12 de feb rero, 1942: Tres cruceros alemanes atra-
a rriba! O ¡No, pa ra abajo! viesan sin res istencia el estrecho de Dove r. 25 de mayo, 1942:
Nunca llegaba a deshacer del todo sus dos maletas, que Las Fuerzas Armadas Alemanas toman 250.000 prisioneros
dejaba en el suelo ab iertas. Poco se desempacaba por aque l soviéticos en Já rkov. Los nazis, decía Ken, están cometiendo
entonces, ni s iqu iera en la cabeza de la gente. Todo estaba o e l m ismo error que Napoleón: infrava lo ran la fuerza de l gene-
a lmacenado o en tráns ito. Los sueños se guardaban en las ra l Invierno. Tenía razón. A fina les de noviembre, el Sexto
rejillas portaequipajes, en las ma letas y en los petates. En una ejército al mando del genera l Pau lus fue rodeado en Stalin-
de las maletas abiertas en el suelo había un tarro de miel de grado, y en febrero se rind ió al general Zhúkov.
Bretaña, un jersey oscu ro de los que utilizan los pescadores, Una mañana de med iados de abri l de 1943, Ken me habló
un vo lumen de Baudelai re y una raqueta de ping-pong. de una retransm isión rad iofón ica del día anterior, en la que el
Te doy 15 puntos de ventaja y el saque, me proponía. genera l Sikorski, el primer min istro del gob ierno polaco en el
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exilio, se d irig ía desde Londres a los polacos en el interior ¿Como cuáles?
pa ra que a poya ran la insurrección del gueto de Varsov ia. El A vestirme rápidamente.
gueto estaba s iendo sistemáticamente an iqu ilado. Sikorski se ¿Y algo más?
refirió a ello con estas palabras, que Ken repitió lentamente: A leer bien en alto.
"Se está pe rpetrando el mayor crimen de la historia de la Tú también leías bien.
humanidad". Term iné descubriendo cómo lo hac ías. El secreto de que
Solo cuando no pensabas en nada, en esos momentos en leyeras tan bien. No leías el fina l de la frase hasta que ll e-
blanco, se hac ía sentir la eno rm idad de lo que estaba suce- gabas al lí. Ese e ra tu secreto. Te negabas a antic iparte.
d iendo. La eno rm idad se hacía presente entonces en e l ai re, Se qu ita las gafas, como si hub iera visto y d icho bastante.
bajo el cielo primavera l, y se d irigía a un séptimo sentido que Me conocía bien.
todavía no sé cómo nombrar. Bajo la colcha adamascada, en las noches puntuadas por
11 de julio, 1943- El octavo grupo de l ejército británico y el las s irenas antiaéreas, a veces sentía arder el m iembro erecto
séptimo de l estadoun idense invaden Sici lia y toman Siracusa. de Ken. La tu rgenc ia apa recía sin previo aviso y espe raba
Pienso en ti como en un princip iante, me susurra Ken, como un do lor, un do lor que había de se r restañado, al lí
inclinándose desde el otro lado de la mesa en la plaza Nowy abajo, en el med io de su largo cue rpo. Poco después, en la
de Cracovia, y me temo que me decepcionarías s i te leyera cama húmeda de semen y de las lágrimas de sus ojos s in
hoy. gafas, el sueño nos venc ía a los dos. Un sueño ondulado,
Hay algo muy triste en la maestría, respondo. Indescrip- como la arena en marea baja.
t iblemente t ri ste. Vamos a ver las palomas, dice Ken, limpiándose las gafas
Te veo como un pri nc ipiante. con el pañuelo de cuadros.
¿Todavía? Cam inamos hacia el lado norte de la plaza. El sol cal ienta.
¡Más que nunca! Una soleada mañana más añad ida al montón de la mesa de
¿Contigo co m o profeso r? despacho de l s iglo . Observamos cómo se elevan en espi ra l
Yo no te e nseñé nada. Tú aprend iste. Hay una d iferencia. dos mariposas ven idas al centro de la ciudad junto con las
Sencillamente te dejé aprende r. Y también aprend í de ti unas verduras. El re loj de la catedral da las 1 1.

cuantas cosas. Todos los d ías, cientos de polacos suben la escalera de


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caracol de l campanario de la catedral para contemplar la vista hasta 30 kilómetros po r de lante. Pe ro esto no explica su infa-
a l otro lado del Vistu la y para pasar los dedos po r e l inmenso lible sentido de la orientación. Durante e l ased io de París en
badajo de la campana ll amada Zygmunt, fund ida en 1520 y 1870, 50 palomas mensajeras entregaron un m illón de men-
con un peso de 11 toneladas. Se d ice que pasar los dedos por sajes a los habitantes de la ciudad. Fue la primera vez que se
e ll a trae buena suerte en el amor. empleó la m icrofotografía a esa escala. Las cartas eran redu -
Pasamos junto a un hombre que vende secado res de cidas a fin de que cientos de e llas pudieran caber en una
pelo. A 150 z lotys, lo que significa que probablemente son d im inuta pelícu la que no pesaba más de uno o dos gramos.
robados. Hace una demost rac ión de l aparato y llama a una Cuando la paloma ll egaba a su dest ino, las cartas se amplia-
niña que pasa: ven, bonita, que te voy a da r un poco de aire. ban y eran copiadas y d istribuidas. ¡Qué extraño! ¡Las cosas
La niña se ríe y acepta. Su cabello se levanta, ahuecado. que une la historia! Las películas de colodión y las palomas
Slicznie, exclama. mensa¡eras.
Qué guapa estoy, me traduce Ken, ri éndose. Han sacado algunas palomas de las jaulas y los colom-
bófilos las examinan con gesto experto. Les pell izcan ligera-
Un poco más ade lante veo un montón de hombres apiñados
mente el buche, m iden el largo de las patas, les presionan
en torno a algo. S i no fuera porque estiran el cuello hacia ese
con el pulga r en la cabeza, les abren las alas, y todo e llo lo
a lgo y por el s ilencio que reina en el aire, d iría que están escu-
llevan a cabo con la paloma pegada al pecho, como s i fuera
chando mús ica. Cuando nos acercamos, me doy cuenta de
un trofeo.
que están reunidos alrededor de una mesa en la que hay a l
No es fácil imaginarse a nad ie enviando con una paloma
menos un centena r de palomas en jau las, cinco o seis en
mensajera la noticia de una catástrofe total, ¿ve rdad?, d ice
cada una. Los pájaros varían en plumaje y tamaño, aunque
Ken, tomándome de l brazo. El mensaje podría anuncia r una
todos t ienen un reflejo de pizarra azu lada; y en este reflejo
derrota o podría ser un llamamiento pidiendo ayuda, pero
hay algo del cie lo de Cracovia. Las palomas parecen muestras
¿no encierra inevitablemente cierta esperanza el gesto de lan -
del cie lo tra ídas a la t ierra. Tal vez por eso parecía que los
zar la paloma al aire para que se d irija a casa? Los marineros
hombres estaban escuchando mús ica.
del antiguo Egipto soltaban palomas desde sus embarca-
Nadie sabe, d ice Ken, cómo reconocen el cam ino las
ciones pa ra anunciar su regreso a sus fam ilias.
palomas mensajeras. En vue lo, con t iempo despejado, ven
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Observo los bri llantes o¡os redondos, las pupilas ro¡as, de pasá ramos la Navidad juntos; y as í lo hicimos. Vino con una
una de las palomas. No mi ra a nada, porque sabe que está muje r fotógrafa de guerra, que e ra, creo, checa. Jugamos a
sujeta y no se puede mover. todos los juegos de Nav idad , nos reímos mucho, y Ken tomó
¿Qué hab rá pasado con la partida de ajedrez?, d igo. Y los e l pelo a m i mad re con que hab ía comprado la co mida en el
dos nos di ri gimos al ot ro extre mo del me rcado. mercado neg ro.
Quedan 16 piezas en e l tab lero. Zed re k tiene el rey, un alfil Había ent re nosot ros la misma complicidad . Ninguno de
y cinco peones. Mira a l cielo co mo buscando insp iración . los dos torció la vista o se most ró distante. Nos queríamos
Ab ram mira el re loj. ¡23 m inutos!, anuncia. igua l: sencillamente las circunstancias hab ían cambiado. El
El ajedrez no es un juego para ir con prisas, comenta un passeur hab ía en tregado su encomienda; la frontera había
clien te. sido cruzada.
Tiene una buena jugada, pe ro te apuesto algo a que no la Pasaron los años. La úl tima vez que lo vi viajábamos de
ve, d ice Ken . noche en coche -él, mi amigo Anant y yo- desde Londres a
Mover e l alfi l a C5, ¿es esa? Ginebra. Cuando atravesábamos un bosque cerca de Chati-
Qué va. Pa reces ton to. El rey a F1 . llon-sur-Seine oímos a Coltrane en la rad io tocando My
Díselo, entonces. Favourite Th ings. Fue en ese viaje cuando Ken me dijo que
Los muert os no mueven las piezas. vo lvía a Nueva Zelanda. Tenía entonces 75 años. No le pre-
Cuando le oigo pronunciar estas palabras, sufro su muer- gunté por qué, porque no quería oírle decir: a morir.
te. Él se agarra la cabeza ent re las manos y la gira a derecha y Fingí cree r que iba a volve r a Europa. Y a esto é l me con-
a izquierda, como si fuera un reflecto r. Espe ra que me ría, testó: lo mejor de al lí, John, es la hie rba. No hay una hierba
co mo solía hacerlo, de esa payasada suya. No se da cuenta tan ve rde en ninguna parte del mundo. Dijo esto hace 40
de m i angustia. Me río. años. Nunca supe exact amente cómo ni dónde murió.
Cuando sal í de l ejército al term inar la guerra, Ken había Entre los secado res de pelo robados, el pan de miel con
desaparecido. Le esc ri bí a la última dirección que ten ía suya y na ranja confitada, la mujer que fuma como una ca rretera y es-
no tuve respuesta. Un año después envió una postal a mis pera vender muchos vestidos, Jagusia con su cesto de que-
pad res -una postal desde algún lugar tan im probable como sos ya casi vac ío, las ce rezas que han de ser vendidas y comi-
Is land ia o Je rsey- preguntándoles s i les gustaría que das inmed iatamente porque no durarán, el barril de arenques
.' •
.' •
en salmuera, la voz de Ewa Demarczyk cantando en un CD
una de sus desafiantes canciones, ahora en la plaza Nowy,
sufro su muerte por primera vez.
Ni siquiera miro hacia donde está Ken , porque no estará.
Camino solo, paso por delante de la barbería, del pequeño
bar de la sopa, de las mujeres sentadas en las banquetas.
Algo me arrastra hacia las palomas. Cuando llego a donde
están, un hombre se vuelve y como si adivinara mi aflicción
- ¿hay otro país en el mundo más acostumbrado a aceptar
esta emoción?-, me pasa en silencio, sin una sonrisa, la pa-
loma mensajera que tenía en las manos.
Las plumas tienen el tacto ligeramente húmedo del satén,
y el plumón está partido por la mitad, como el de los búhos.
Me la arrimo al pecho.

Dejé la plaza Nowy y, después de preguntar, encon tré el ca-


jero que buscaba. Desde al lí volví directamente a la pensión
de la calle Miodowa y me eché en la cama. Hacía mucho
calor, e l calor incierto de las llanuras orientales. Aho ra podía
llorar. Luego cerré los ojos y me imaginé que estaba bara-
jando.
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Coger un pap el y dibu jar dibu jo a la mod elo y de esta al dibu jo.
As í apre ndí a inda gar un poco más a fondo con la mira da
Todavía hoy, a mi edad , con hijos adul tos y jefes de reda c-
el mist erio de la anat omía y del amo r, mien tras, fuera, los
ción llamá ndom e por teléfono, sigo soña ndo que tengo que
avi ones de la RAF atrav esa ban el cielo noct urno para inter-
deja r mi casa y pasa r nuev e mes es al año en el inter nado al
cept ar los bom bard eros alem anes que se apro xima ban a la
que me enviaron de niño . De adul to, pien so en esos mese s
cost a. Una línea com pleta men te vertical, que caía a plom o,
com o si fuera n una form a temp rana de exilio, pero en el
unía el hoyuelo que tenía en la barbilla y el tobillo del pie en
sueñ o nunc a se me ocur re nega rme a ir. En la vida real, dejé
el que desc ansa ba el peso de su cuer po.
ese inter nado a los 16 años . Está bam os en guer ra y me fui a
Hace poco estuv e en Esta mbu l. Les preg unté a unos ami-
Londres. En aque l esce nario de esco mbro s deja dos por las
gos de allí si podí an pres enta rme a la escri tora Latife Tekin.
bom bas, de sire nas y de alarm as antia érea s, solo tenía una
Habí a leído algu nos extra ctos tradu cido s de las dos nove las
idea en la cabe za: quer ía pinta r muje res desn udas . Todo el
que habí a escri to sobr e la vida en las barri adas del extrarradio
día. de la ciud ad. Y lo poco que habí a leído me habí a impr e-
Me acep taron en una escu ela de arte - no habí a muc ha
sion ado prof unda men te por la imag inaci ón y la auten ticid ad
com pete ncia , pues casi todo s los may ores de i8 años habí an
que most raba . Ella tamb ién debí a de habe r vivido de niña Y
sido llam ados a filas- , y dibu jaba todo el día y parte de la
adol esce nte en una de aque llas barri adas . Mis amig os cons i-
noch e. En aque lla époc a habí a en la escu ela un profe sor
guie ron orga nizar una cena con ella. Yo no habl o turco , y se
exce pcio nal: un pinto r mayor, refugiado del fasci smo, lla-
ofrecieron a hace r de intér prete s. Latife estab a sent ada a mi
mad o Bern ard Meninsky. Habl aba muy poco , y le olía el
lado. Algo me hizo decir les a mis amig os: "No os preo cupé is,
alien to a pe pinillos en vinagre. En la mism a hoja de pape l
-
creo que nos apan a remo s " .
(esta ba racionado; nos daba n dos hoja s al día), al lado de mi
Nos mi ra mos con ciert o recelo. En otra vida, yo podr ía
torpe, impe tuos o y simp le dibu jo, Bernard Men insky dibu -
ha ber sido el age nte de policía mayor que inter roga a una
jaba con trazo firme una parte del cuer po de la mod elo, de tal
trein tañe ra boni ta, astu ta y fiera a la que detie nen repeti-
man era que me aclar aba su estru ctura y su mov imie nto infini-
dam en te por hurto . En la vida rea l, en esta nues tra únic a vida,
tame nte sutiles. Cuan do se levan taba y se iba, me pasa ba los
los dos éram os narra dore s sin una palab ra en com ún. Solo
diez minu tos sigu iente s pasa ndo la vista, boqu iabie rto, del
cont ábam os con nues tro pode r de obse rvac ión, nues tros
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hábitos narrat ivos, nuestra tristeza esópica. El rece lo dio amoroso que se ha tornado vacilante o triste. Este d ibujo es
paso a la timidez. muy diferente del resto de los inclu idos en e l cuaderno en lo
Saqué un bloc de notas e hice un dibujo de mí leyendo que respecta a los sentimientos que expresa. Los otros dibu-
uno de sus libros. Ella dibujó una barca volcada para expre- jos juegan violentamente con los procedim ientos cubistas o
sar que no sabía dibujar. Yo le di la vuelta al papel, para que neoclás icos; en unos casos evocan e l pe ríodo previo de na-
queda ra boca arriba. Ella hizo un d ibujo para mostrarme que tura lezas muertas; otros preparan e l camino para el tema de l
las ba rcas que d ibujaba s iempre se hund ían . Yo le dije que en a rl equín que tomará a l año s igu iente tras hacer los deco rados
e l fondo del mar había pájaros. Ella me d ijo que hab ía un del balé Parade. El torso de la mujer es muy frág il.
ancla en el cie lo . (Estábamos bebiendo raki, como todos los Por lo general, Picasso dibujaba con tanto brío, con tanta
demás.) Entonces me contó la historia de las excavadoras franqueza, que cada t razo le recue rda a uno el acto de dibujar
mun icipales que derri baban las chabolas que se construían y el placer que este depara. Por eso, sus dibujos nos parecen
por la noche. Y yo le conté la h istoria de una anciana que inso lentes. Incluso los rostros llorosos del período del Guer-
vivía en una furgoneta . Cuanto más dibujábamos, mejor nos nica o las calaveras que d ibujó durante la ocupación alemana
entendíamos. Terminamos riéndonos de nuestra propia velo- poseen esa insolencia. No se someten a nada. El acto de
cidad, aunque las histo ri as fueran tristes o monstruosas. d ibujarl os es un acto triunfante.
Cogió una nuez y, partiéndola en dos, la alzó para dec ir: ¡Dos El d ibujo que nos ocupa es una excepción . Dibujado a
mitades de un mismo cerebro! Entonces a lgu ien puso mú- medias -Picasso no le dedicó mucho t iempo-, mitad
sica bektasi y todos empezaron a bailar. muje r y m itad vas ija, med io ingresiano, med io infantil, la
En el verano de i916, Pablo Picasso dibujó en una página aparición de la figura es más importante que e l acto de d ibu-
de un bloc de dibujo de tamaño med iano e l torso de una jarla. Es ella, y no el dibujante, qu ien ins iste, insiste con su
muje r desnuda. No es ni una de sus figuras inventadas (le misma indecisión.
falta virtuos ismo), ni tampoco una figura dibujada de l natu ra l
Yo sospecho que, en su imaginación, Picasso estaba dibu-
{no tiene la idiosinc ras ia de lo inmed iato) .
jando de alguna manera a Eva Gouel. Eva había muerto de
La ca ra de la mujer es irreconocible, pues la cabeza está
tuberculos is hacía tan solo seis meses. Hab ían vivido juntos
apenas ind icada. El torso, sin embargo, también parece una
cuatro años. En sus hoy famosas naturalezas muertas
cara. Tiene una expresión que nos resu lta fam iliar. Un rostro
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cubistas, Picasso había insertado y pintado su nombre, trans- un dibujo logrado, se quedará a ll í para s iempre.
formando así unos cuadros austeros en cartas de amor. En un estud io t itulado Abdomen y pierna izquierda de un
JOLI E EVA. Ahora el la estaba muerta y él vivía solo . La ima- hombre desnudo de pie y de perfil, Leonardo da Vinc i s igue
gen aparece en el papel como aparecería en un recuerdo. todavía ah í, en la entrepierna del hombre dibujado con san-
El torso vacilante - retornado al de una niña más que al guina en un papel preparado de colo r rosa salmón; ahí, en el
de una muje r- procede de otro nive l de la expe ri encia, ha hueco detrás de la rod illa, donde e l bíceps femoral y el mús-
aparecido en med io de una noche insomne y todavía tiene la culo sem imembranoso se separan para perm it ir que se inser-
llave de la puerta de la hab itación en la que él duerme. ten los gemelos. Jacques de Gheyn (que se casó con la rica
Puede que estas tres h istorias sugieran las tres maneras heredera Eva Stalpaert van der Wiele y así pudo dejar el gra-
d istintas en las que func ionan los d ibujos. Hay d ibujos que bado) sigue ahí, en las alas sorprendentemente diáfanas de
estudian y cuestionan lo visible, otros que muest ran y comu- las libélulas que d ibujó con carboncillo y t inta sepia pa ra sus
nican ideas, y, po r últ imo, aquel los que se hacen de memoria. amigos de la Un ivers idad de Le iden en 1600 .

Esta d istinción no deja de ser importante incluso frente a los Si nos o lvidamos de los deta lles circunstanc iales, de los
d ibujos de los maestros antiguos, pues cada tipo sobrevive medios técn icos, de los t ipos de papel, etc., estos d ibujos no
de manera d iferente. Cada tipo habla en un tiempo verbal dis- envejecen, ya que e l acto de mira r con concentración, de
t into. Y nuestra imaginac ión responde con diferentes capaci- cuestionar la apariencia de l objeto que uno tiene delante, ha
dades a cada uno de e llos. variado muy poco a lo largo de los mi len ios. Los antiguos
En e l primer tipo de d ibujos (en su momento se les lla- egipcios m iraban a los peces de una forma parecida a como
maba "estudios"), las líneas en el papel son las huellas que lo hacían los bizantinos de l Bósforo o Henri Matisse en el
deja tras de sí la m irada del artista, que está continuamente Med iterráneo. Lo que cambiaba, en consonancia con la h is-
partiendo, saliendo, interrogando a la rareza, a l enigma, que toria y la ideología, era la representac ión visual de aque ll o que
encierra lo que tiene ante sus ojos, po r más común y coti- los artistas no se at revían a cuestionar: Dios, el Poder, la Jus-
d iano que sea. La suma total de las líneas en e l papel narra t icia, e l Bien, el Ma l. Siempre se podían poner en te la de jui-
una especie de em igrac ión óptica med iante la cual e l artista, cio visualmente las trivial idades, los objetos secundarios. Por
sigu iendo su propia m irada, se insta la en la persona, el árbol, eso, los buenos dibujos de trivial idades con llevan su propio
e l an ima l o la montaña que está d ibujando. Y si el dibujo es "aquí y ahora", lo que pone de re lieve su human idad.
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Entre 1603 y 1609, e l dibujante y pintor flamenco Roelandt cuad ro. Son dibujos que unen, colocan, componen una es-
Savery viajó por Europa central. De este viaje han sobrevivido cena. Como en el los, no se cuestiona di rectamente lo visible,
80 dibujos de gente de la calle, impresos con el t ítulo Toma- son mucho más depend ientes de l lenguaje visual dom inante
dos del natural. Hasta hace muy poco se creía erróneamente en la época y, po r consigu iente, son esencialmente más fáci-
que eran del gran Pieter Brueghel. les de datar y pueden clasificarse con menor margen de error
Uno de ellos, dibujado en Praga, representa un vaga- como renacentistas, barrocos, man ieristas, neoclás icos,
bundo sentado en el suelo . Lleva un gorro negro y t iene un académ icos o lo que sea.
pie envuelto en un harapo blanco; sobre sus hombros, una En esta categoría no se producen confrontaciones, no se
capa negra. Mira a l frente; sus ojos oscuros y hoscos están a producen encuentros. Más bien m iramos po r una ventana la
la m isma altura de los de un perro. Su sombrero está vuelto capacidad del homb re para inventar, para construir un
en el suelo pa ra mend igar unas monedas, a l lado de l pie ven- mundo alternativo en su imag inación. Y todo depende del
dado. No hay ningún comentari o, ni ot ra figura ni local i- espacio creado dentro de esta a lternativa. Por lo general, es
zación alguna. Un mend igo de hace casi 400 años. muy exiguo: una consecuencia d irecta de la im itación, el fa lso
Nos sale al encuentro hoy en un trozo de papel de 15,4 virtuos ismo, la afectación. Aunque exiguos, estos dibujos t ie-
17,6 cm igua l que nos saldría camino del aeropuerto, en una nen un interés artesana l (nos pe rm iten ve r cómo se hac ían
cuneta de la autopista que pasa po r encima de una de esas los cuad ros, cómo se montaban, como si fueran vitrinas o
barri adas del extrarrad io que describe Latife . Un momento re lojes), pero no nos hab lan d irectamente. Para que suceda
enfrente de l otro y tan pegados como las dos páginas cen- esto, el espacio creado en el d ibujo ha de parecer tan grande
tra les del periódico de hoy, todavía s in abrir. Un momento de como el espacio de la t ierra o de l cie lo . Entonces sentimos el
1607 y un momento de 1987. Un presente ete rno bo rra e l a liento de la vida.
t iempo. Tiempo verbal: presente de ind icativo. Nicolas Poussin podía crear ese espacio, y tamb ién Rem-
En la segunda categoría de dibujos, e l tráfico, el trans- brandt. El hecho de que no haya muchos artistas que lo con-
porte, va en sentido contra ri o. Ahora se trata de llevar al papel sigan en e l dibujo europeo (a diferencia del ch ino) puede de-
lo que ya está en la imaginación. Ya no se trata de que el ojo berse a que esa suerte de espacio solo se abre cuando se
emigre, sino de que entregue lo que se le encomienda. Este combina una maestría extrao rd inaria con una modest ia ex-
t ipo de dibujos solían ser bocetos, d ibujos de t rabajo para un traord inaria. Para crear un espacio tan inmenso sencillamente
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con unas marc as de tinta en un pape l, uno tiene que sabe r exorcismo doble, terrible.
cuán pequ eño es. Me vien e a la cabe za una sang uina suya que repre senta
una muje r en la cárcel. Está enca dena da al muro por los tobi-
Esto s d ibujo s son visiones de "qué pasa ría si ... ". La mayo r
llos. Tien e las suela s de los zapa tos aguj erea das. Está echa da
parte de ellos registran visio nes del pasa do, hoy cega das para
de lado , con la falda levan tada hast a las rodillas. Se tapa la
noso tros, com o jardi nes privados. Cuan do el espa cio es lo
cara y los ojos con el braz o dobl ado a fin de no ver dónd e
bast ante gran de, la visión sigue abier ta y pode mos entrar.
está. La pági na pinta da pare ce una man cha en las losas de
Tiem po verbal: cond icion al. piedra del suelo en el que yace . Y es indeleble.
Finalmente, están los dibu jos ejecu tado s de mem oria.
En este caso ni se une nada ni se com pone esce na al-
Muc hos son apun tes toma dos rápid ame nte para su uso
guna . Tam poco se pone en cues tión lo visible. El dibu jo
posterior: una forma de recopilar y de guar dar las impre-
sencillam ente declara: vi esto . Tiem po verbal: pretérito.
sion es y la información. Los cont emp lamo s con curio sidad si
Cuan do son lo sufic iente men te insp irado s, cuan do se tor-
nos inter esa el artis ta o el tema histórico. (Los rastrillos de
nan mi lagro sos, los dibu jos adqu ieren otra dime nsió n tem-
mad era utilizados en el siglo xv para rastrillar el heno eran
poral, inde pend iente men te de la categ oría a la que perte-
exac tame nte iguales que los que se sigu en utilizando en las
nezcan. El milagro emp ieza por el simp le hech o de que, a
mon taña s dond e yo vivo.) diferencia de las pintu ras, los dibu jos son por lo gene ral
Los dibu jos más impo rtant es de esta categoría, sin em-
mon ocro mos .
bargo, se hace n a fin de exorcizar un recu erdo que obse sion a
Las pintu ras, con sus colo res, sus tona lidad es, su exten sa
al artis ta, a fin de saca rse de la cabe za de una vez para siem -
luz y sus som bras , com piten con la natu ralez a. Inten tan
pre una dete rm inada imagen, llevá ndol a a un pape l. La ima-
sedu cir a lo visible, atrae r a la esce na pinta da. Los dibu jos no
gen inso porta ble pued e ser dulc e, triste , espa ntos a, atractiva,
pued en hace r esto. La virtud de los dibu jos se deriva del
cruel. Cada una es insop ortab le de una man era diferente. hech o de que son diag ramá ticos. Los dibu jos son solo nota s
El artis ta en cuya obra es más obvia esta mod alida d de di-
toma das en un pape l. (Las hoja s racio nada s dura nte la gue-
bujo es Goya. Hizo un dibu jo tras otro com o si hiciera exor-
rra. La servilleta de papel dobl ada en forma de barco y hun-
cism os. A vece s, el tema era un pres o tortu rado por la Inqui-
dida en un vaso de raki.) El secre to es el pape l.
sición para que expiara sus peca dos, en cuyo caso era un
El papel se conv ierte en lo que vem os a través de las
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líneas, y, sin embargo, sigue siendo un papel. Voy a poner un
ejemplo: un dibujo realizado por Pieter Brueghel en 1553
(reproducido perdería gran parte de su calidad, así que mejor
describirlo). En los catálogos se lo identifica como Paisaje de
montaña con un río, un pueblo y un castillo. Está dibujado con
tintas sepia y aguada. Las gradaciones de la pálida aguada
son muy leves. Entre los trazos, el papel se presta a conver-
tirse en árbol, piedra, hierba, agua, tapia, montaña de piedra
caliza, nube. Sin embargo, no se lo puede confundir ni por
un instante con la sustancia de cualquiera de estas cosas,
pues sigue siendo evidente y enfáticamente una hoja de papel
con unos trazos finos dibujados en ella.
Esto es obvio y, al mismo tiempo, si uno se para a pen-
sarlo, tan extraño que no es fácil de entender. Hay algunas
pintu ras que un anima l podría leer. Ningún animal podría leer
un dibujo.
En algunos grandes dibujos, como en este paisaje de
Brueghel, parece que todo existe en el espacio, la comple-
jidad de todo vibra, pero aquello que estamos contemplando
es solo un proyecto trazado en un papel. La rea lidad y el pro-
yecto se hacen inseparables. Uno se encuentra a sí mismo en
el umbral, justo antes de la creación del mundo. Estos dibu-
jos, al utilizar el futuro, prevén, para siempre.
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La base de toda la pint ura y toda la escultura es "acab ado" o escul pir una estat ua. En estos casos no se atra-
el dibujo viesa el tema , sino que se inten ta rec rea rlo y cobij arse en él.
Cada pince lada o cada golpe de cincel ya no es una piedr a pa-
Para el artist a dibuj ar es descu brir. Y no se trata de una frase
sadera, sino una piedr a que ha de se r coloc ada en un edificio
bonit a· es literal men te cierto. Es el acto mism o de dibuj ar lo
' plan ificad o. Un dibuj o es un docu men to autob iográ fico que
que fuerza al artist a a mirar el objet o que tiene delan te, a
da cuen ta del descu brimi ento de un suces o, ya sea visto ,
disecciona rlo y a volver a uni rlo en su imag inaci ón, o, si di-
recordado o imag inado . Una obra "acab ada" es un inten to de
buja de m emor ia, lo qu e le fue rza a ahon dar en ella, hasta
const ruir un acont ecim iento en sí mism o. En este senti do, es
encon trar el conte nido de su propi o alma cén de obser va-
significativo que solo cuan do el artist a alcan zó un nivel relati-
cione s pasad as. En la enseñ anza del d ibujo, es un lugar
vame nte alto de libert ad "auto biogr áfica" indiv idual empe -
comú n decir que lo funda ment al resid e en el proce so espe-
zaron a existir los dibuj os tal como los conc ebim os hoy. En
cífico de mirar. Una línea, una zona de color, no es realm ente
una tradic ión hierá tica, anón ima, no son neces arios . (Debe-
impo rtante po rque regis tre lo que uno ha visto, sino por lo
ría, tal vez, indicar aquí que estoy habla ndo de dibuj os de tra-
que le llevará a segui r viend o. Sigui endo su lógica a fin de
bajo, aunq ue estos no siem pre se hacen para un proye cto
comp robar si es exact a, uno se ve confirmad o o refuta do en
específico. No me refiero a dibuj os lineales, ilustr acion es, ca-
el propi o objet o o en s u recue rdo. Cada confi rmac ión o cada
ricatu ras, cierto s retrat os o ciertas obras gráficas que pued en
refutación lo aprox ima al objet o, hasta que termi na, como si
ser produ ctos "acab ados " por de rech o propio.)
dijéra mos, dent ro de él: los conto rnos que uno ha di bujad o
Varios facto res técni cos ampl ían con frecu encia esta dis-
ya no marc an el límite de lo que ha visto , sino de aquel lo en
tinción entre dibuj o de t rabaj o y obra "acab ada": el mayo r
lo que se ha conv ertido. Pued e que esto suene innec es-
tiemp o neces ario para pinta r un lienzo o esculpi r un bloque,
ariam ente metafísico. Otra man era de expre sarlo sería decir
la mayo r escal a del trabajo, el probl ema de tener que mane jar
que cada marc a que uno hace en el pa pel es una piedr a pa-
simu ltáne amen te el colo r, la calida d del pigm ento, el tono, la
sader a desde la cual salta a la sigui ente y así hasta que haya
textura, el grano , etc.; en comp ara ción, el lenguaj e "taqu i-
cruza do el tema dibuj ado como si fuera un río, hasta que lo
gráfico" del dibuj o es relati vame nte sencillo y directo. No
haya dejad o atrás . obsta nte, la distin ción fund ame nta l se encuen tra en el funcio-

Esto es muy distin to del proce so poste rior de pinta r un lienzo nami ento de la ment e del artist a. Un dibuj o es esenc ialme nte
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una obra privada que solo guarda relación con las propias ne- de sa ltar y mantenerse unos segundos en el a ire contra la
cesidades de l artista; una estatua o un lienzo "acabado" es fuerza vertical de la gravedad. Esta capacidad de movim iento,
esencialmente una obra púb li ca, expuesta, que se relac iona esta tens ión irregular y tempora l de su cuerpo, más que uni-
de una forma mucho más directa con las exigencias de la co- forme y permanente, tendría que expresarse en relac ión con
mun icación. los bordes laterales de l papel, con las diferencias que hub iera
De esto puede deducirse que desde el punto de vista de l a cada lado de la línea recta que va desde la base del cuello
espectador existe una d istinción equ ivalente. Frente a un cua- hasta el ta lón de la pie rna que soportaba el peso.
dro o una escultura, e l espectador t iende a identificarse con Busqué las diferenc ias. La pie rna izqu ierda soportaba su
e l tema, a inte rpretar las imágenes por el las mismas; frente a peso y, por consigu iente, esa parte del cuerpo en segundo
un dibujo, se ident ifica con el artista e utiliza las imágenes plano estaba tensa, ya fue ra recta o angu lar; la parte derecha,
pa ra adquirir la experiencia consciente de ver como s i fuera a la que está de lante, estaba comparativamente más relajada,
través de los ojos de este. Cuando mi ré a la página en blanco más suelta. Líneas latera les arbitrarias corrían transversa les a
de mi bloc de dibujo, percibí más su altura que su anchura. su cuerpo desde las curvas a las aristas, como los arroyos co-
Los bo rdes superior e inferior eran los importantes, pues en rren desde las coli nas hasta las angostas torrenteras de l acan-
e l espacio comprend ido entre ellos ten ía que reconstru ir el t ilado. Pero no era as í de senci llo. En la parte relajada del
modo como é l se alzó del suelo o, pensándolo en e l sentido cue rpo que está delante, e l puño estaba apretado y la dureza
opuesto, el modo como estaba pegado al suelo . La energía de de los nud illos recordaba la línea rígida de las costillas del
la pose era ante todo vertical. Todos los pequeños movi- otro lado, como un montón de piedras en las colinas que
mientos late ra les de los brazos, el cuello gi rado, la pierna que reco rdara los acant ilados.
no soportaba su peso, guardaban re lación con esa fuerza ver- Entonces empecé a ver de otra manera la superficie blan-
t ical, al igual que las ramas que cuelgan o sobresalen lo ca del papel en el que iba a d ibujar. Dejó de ser una página
hacen con el eje vertical del t ronco. Era eso lo que ten ían que limpia, lisa, para convertirse en un espacio vacío. Su blancura
expresar m is primeras líneas; ten ían que hacer que se mantu- se transformó en una zona de luz ili mitada, opaca, por la que
viera como un bolo, pero al mismo tiempo ten ían que dar a uno podía move rse, pero no ver a su través. Sabía que en
entender que, a diferencia de un bolo, era capaz de moverse, cuanto dibujara una línea en ella - o a t ravés de ella- ten-
capaz de vo lve rse a equi librar si e l suelo se incl inaba, capaz dría que controlarla, no como el conductor de un coche, en
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un solo plano, s ino como un piloto en el aire, ya que el movi- tuviera vo lumen, de que ocupara espacio, de que fuera más
m iento era posible en las tres dimens iones. que la suma tota l de d iez m il vis iones de él desde d iez m il
Sin embargo, cuando h ice una marca, en a lgún punto por puntos de vista diferentes. Esperaba que m i dibujo, que era
debajo de las costi ll as en primer plano, la natu ra leza de la pá- inevitab lemente una vis ión desde un solo punto de vista,
gina volvió a cambiar. De pronto la zona de luz opaca dejó de term inara dejando entrever este número ilim itado de otras
se r ilim itada. Lo que había d ibujado cambió toda la página, facetas, pero po r ahora se trataba s imp lemente de construi r y
del m ismo modo que el agua de una pecera cambia en cuan- refinar las formas hasta que sus tens iones empezaran a pare-
to metes un pez en ella. A partir de ese momento uno ya solo ce rse a aque ll as que ve ía en el mode lo . Por supuesto, sería
m ira al pez. El agua pasa a ser simplemente la condición de muy fácil equivocarse, darle un énfasis excesivo y hacerlo
su existencia y la zona en la que puede nadar. explota r como un globo o desmoronarse como arci lla dema-
Pero entonces, cuando atravesé el cuerpo para marcar el siado fina en el torno; o podría quedar irrevocab lemente
contorno de l hombro en segundo plano, ocu rrió otro cam- contrahecho y perder su centro de gravedad. S in embargo,
bio . No era algo tan sencillo como mete r otro pez en la pe- ahí estaba. Las posibilidades infin itas, opacas, de la página
cera. La segunda línea modificó la natura leza de la primera. en blanco hab ían pasado a se r concretas y luminosas. Mi
Hasta ese momento, la primera línea parecía carecer de obje- tarea ahora consistía en coordina r y medir, pero no med ir por
t ivo, ahora la segunda le daba un sign ificado fijo y deter- pu lgadas, como qu ien mide una onza de pasas contándolas,
m inado. Juntas, las dos líneas sujetaban los bordes de la sino medi r por e l ritmo, el volumen y el desplazam iento: cal-
zona que había entre ellas, y esta zona, en tensión por la fuer- cular las distancias y los ángulos como un pájaro que vo lara
za que en su momento hab ía dado a toda la página la poten- a través de una celosía de ramas, visua li zar la planta como un
ciali dad de profundidad, se levantaba como para suge ri r una a rqu itecto, sentir la presión de m is líneas y garabatos en la
forma tridimens ional. El d ibujo había comenzado. superfic ie última del papel, al igua l que un marinero siente la
La tercera dimensión, e l volumen de la s illa, del cue rpo, tens ión de sus velas a fin de ceñ ir más o menos el viento.
del árbol es, a l menos en lo que concie rne a nuestros sen- Juzgué la altura de la oreja en relac ión con los ojos, los
t idos, la prueba m isma de nuestra existencia. Constituye la ángu los del reto rcido triángulo formado por los dos pezones
d iferencia entre la palabra y e l mundo. Cuando miré al mo- y e l ombl igo, las líneas latera les de la espalda y las caderas
delo, me quedé maravillado ante el simple hecho de que que desc ienden hasta que term inan encontrándose, la
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posición relativa de los nudi llos de la mano en segundo tér- la posición vertical dom inante. Me había implicado más
mino, casi en línea recta con respecto a los dedos del pie íntimamente con la figura . Hasta los deta lles más pequeños
tamb ién en segundo plano. Sin embargo, no solo buscaba las se habían hecho urgentes, y tenía que resist irme a la tenta-
proporciones linea les, los ángu los y las longitudes de esos ción de darles un énfasis excesivo a todas y cada una de las
trozos de cordel imaginarios extendidos entre dos puntos, líneas. Entré en los espacios rehund idos y di prioridad a las
s ino tamb ién las relac iones de los planos, de las superficies formas que se aproximaban . As im ismo, corregía, dibujando
que retroced ían y de las que avanzaban. sobre las líneas anteriores, y a través de e llas, a fin de resta-
Del m ismo modo que al contemplar los tejados d is- blecer las proporciones o para encontrar una mane ra de
puestos al azar de una ciudad sin plan ifica r uno encuentra expresar unos descub ri m ientos menos obvios. Vi que la línea
ángu los que retroceden de idéntica manera en los hastia les y que bajaba por e l centro de l torso, desde la base del cuello,
buhardillas de casas muy distintas, de modo que s i exten- entre los pezones, sob re e l ombligo y entre las pie rnas, se
d iéramos un plano determ inado a través de todos los inter- pa recía a la qu illa de un barco, que las costillas formaban el
med ios term inaría coincid iendo exactamente con otro, as í casco y que la pierna relajada en pri mer plano se alargaba en
tamb ién encontramos extensiones de planos idénticos en su movimiento hac ia delante como un remo arrastrando el
d iferentes partes del cuerpo. El plano que desciende desde la agua. Vi que los brazos que colgaban a cada lado de l cuerpo
boca del estómago hasta la ent repie rna coincide con el que e ran como los ejes de un carro, y que la curva exterior del
va hac ia atrás desde la rod illa en pri mer plano hasta e l ab rup- mus lo en el que se apoya el peso de l cuerpo se pa recía a la
to borde exterior de la pantorrilla. Uno de los suaves planos llanta metál ica de una rueda. Vi que las clavículas eran seme-
interiores, muy por encima de l mus lo de la misma pierna, jantes a los brazos de la figura de un crucificado . No obs-
coinc idía con el pequeño plano que se extiende hasta el con- tante, aunque las he elegido con el mayor cu idado, todas
torno de l múscu lo pecto ral en segundo plano y lo rodea. estas imágenes distorsionan lo que intento describir. Vi y
reconoc í unos hechos anatóm icos bastante comunes, pero el
Y as í, mientras que cierta suerte de un idad iba tomando
caso es que tamb ién los sentí fís icamente, como s i, en cierto
forma y las líneas se acumulaban en el papel, vo lví a ser
modo, m i s istema nervioso hab ita ra tamb ién su cuerpo.
consciente de las tens iones rea les de la pose. Pero esta vez
Algunas de las cosas que reconoc í las puedo describir
de una forma más sutil. Ya no se trataba de darme cuenta de
más d irectamente. Por ejemplo, percibí que había un espacio
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vacío bajo el arco del pie de la tensa pierna dob lada que de forma parecida a la vara de un zaho rí. Una forma ti raba,
soportaba el peso de l cuerpo. Percibí cuán sutilmente la recta forzando a l lápiz a sombrear, lo que volvía a acentuar su
pa red infe ri or de l estómago se fus ionaba con los planos ate- rehund im iento; otra pres ionaba e l lápiz pa ra que volviera a
nuados, convergentes, del mus lo y la cadera. Pe rcibí e l recalca r una línea que podía rea lza rl a.
cont raste entre la dureza del codo y la vu lne rable blandura Ahora m iraba a l modelo de forma dist inta cuando que ría
del interior del brazo a esa m isma altura. co m probar una forma. Mi raba, como si d ijéramos, con
Entonces, el dibujo alcanzó enseguida un punto crít ico, lo mayor connivencia: solo buscando lo que quería encont ra r.
que s ign ifica que lo que había dibujado empezó a interesarme Y así llegué a l final. Simu ltáneamente, am bición y desi -
tanto como lo que todavía me quedaba por descubri r. En lus ión . Aunque en mi imaginación ve ía que mi d ibujo y el
todos los dibujos hay un momento en el que sucede esto, y hombre real coincidían, de modo que po r un instante dejó de
yo lo denom ino "momento crítico", porque es entonces ser un homb re que hab ía posado para mí y se convirtió en un
cuando se dec ide rea lmente si el dibujo va a sal ir bien o mal. habitante del mundo que yo había med io creado, en una
A partir de ese momento, uno empieza a dibuja r confo rme a expres ión ún ica de m i ex periencia, aunque fuera esto lo que
los requ is itos, las neces idades, del d ibujo. Si el d ibujo ya es veía en mi imag inación, lo que de hecho ve ía era lo inade-
un poco fie l, entonces esos requ isitos corresponderán proba- cuado, lo fragmenta ri o y lo torpe que era mi dibuj ito.
blemente a lo que uno todavía puede descubrir buscando de Pasé la página y em pecé otro d ibujo retomando el hi lo del
ve rdad. Si el d ibujo no es fiel, dichos requisitos acentuarán la anterio r. Un homb re de pie, el peso de su cue rpo descan-
infide li dad. sando más en una pierna que en la otra ...
Miré mi dibujo intentando encon trar posibles distor-
siones: qué líneas o sombreados hab ían perdido su énfasis
o ri ginal, necesa ri o, al haber quedado rodeados por otros; qué
gestos es pontáneos habían e lud ido un problema y cuáles ha-
bían s ido instin tivamente certeros. Sin emba rgo, hasta este
proceso e ra solo parcialmente consciente. En algunos luga-
res, ve ía clara mente que un pasaje era torpe y neces itaba una
revis ión; en otros, dejaba que e l lápiz planea ra sobre el papel,
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Un hom ena je a Fred erick Ant a/ por cont raste la profu ndid ad y la calm a de sus ojos, al mism o
tiem po aterciopelado s, ama b les y muy duro s. Solo el movi-
Antal, el lógico, el preciso, el prof undo histo riado r del arte, se
mien to de sus man os, largas y delg adas , indic aba su sens i-
ha gana do mere cidam ente su fama internacional. Sin em-
bilidad extre ma. Tenía una expresión severa; no la seve ridad
barg o, en cualquier valoración se tiend e a sube stim ar la
petu lante de un mae stro de escu ela ama rgad o, sino la seve-
impo rtanc ia del marx ismo en su obra . Es curio so, pero
ridad paciente del hom b re que ha pasa do mu cho tiem po solo
prob able men te suce de por resp eto hacia su pers ona, com o si
y alerta. A vece s, cuan do se reía o hacía una obse rvac ión
se quisi era decir: "a pesa r de ello, fue brillante, así que ten-
amab le y personal, su expresión camb iaba y se desh acía de
gam os la carid ad de olvid arlo". Olvidarlo, s in em bargo, su-
toda com plica ción , com o la de un colegial.
pone nega r todo lo que era Anta!. Es cierto que la perso -
A pesa r de que su prese ncia disolvía cualquier roma n-
nal idad de un hom bre se debe tanto a su temp eram ento
ticis mo, se lo podría toma r com o poet a o d irige nte político.
com o a sus convicciones. Y Antal tenía, ciert amen te, su
Cuan do lo iba a visitar y le cont aba mis actividades de la se-
temp eram ento . No obst ante, todo s los rasg os que le disti n-
man a, me sentía com o un men sajero info rman do a un gene -
guía n con tanta claridad, com o hom bre y com o pens ador ,
ral. No porq ue tuviera nada muy impo rtant e o revelador que
coincidían plen ame nte con su marx ismo , aunq ue no hubie-
cont arle, sino porque la man era en la que escu chab a le reco r-
ran sido origi naria men te crea dos por él. daba a uno que para el verd ader o estra tega hast a los dato s
la historia del arte no era para él un simp le cam po "in-
más pequ eños pued en tene r impo rtanc ia.
teres ante " en el que excavar: era una activ idad revoluciona ria.
En lo que se refiere al poet a que podría habe r sido , la
los hech os eran arma s dese nterr adas del pasa do para ser
cues tión era más com plica da. No tenía nada que ver, por
usad as en el futuro y toda su perso na lidad reAejaba esta act i-
ejem plo, con su actit ud en relación con la lengu a. Al con-
tud. Al cono cerlo , uno nunc a habría supu esto que era histo -
trario, daba poca impo rtanc ia a las palab ras y las cons idera ba
riador. Carecía por com pleto del cóm odo aisla mien to res- de man era abso lutam ente fu ncional, insen si ble; no eran sino
pect o a la vida que el estu dio acad émic o suele procurar.
clavos que habí a que clavar para fijar una idea o estab lecer un
Era un hom bre muy alto, de pelo negro, que llevaba largo
hech o en el luga r que corre s pond ía. Era más bien que su sen-
y pein ado hacia atrás . Tenía un rostr o mag ro y unas cejas
tido de la historia, lo que cone cta el pasa do con el futuro, se
pobl adas y protu bera ntes que, siem pre fruncidas, subr ayab an
pare cía al sent ido del desti no en el poet a épico . Y
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exactamente igua l que el poeta intenta conectar intuit ivamente Quie ro menc ionar finalmente su optim ismo. Siempre
mediante imágenes, Antal buscaba la conexión racional me- dec ía que no era la época o la generación lo que contaba,
d iante la investigac ión. Por encima de todo, su compulsión sino la perspectiva que uno tenía. Y era e l optim ismo de la
pa ra el trabajo se parecía a la de l poeta. Trabajaba para liberar perspectiva de Anta l lo que le mantenía joven . Como exiliado,
una visión. en desacuerdo con casi todos sus colegas occidenta les en
Otra cosa que me gusta ría subrayar es e l sentir de Anta l re lación con sus convicciones fundamentales, y apartado en
por la pintura y por la escultura. Nunca simplificó el misterio este país de toda ocasión para exp resa r su ta lento como pole-
del arte, y por misterio entiendo la capacidad de una obra de mista, algo que resentía, tenía pocos motivos pe rsonales para
arte para llega r a l corazón. Lo he visto profundamente ser optimista. Tampoco era su optimismo de l t ipo senti-
conmovido frente a obras que adm iraba. Y su juic io sobre menta l, un sentímenta lismo a corto plazo. Veía con gran cla-
una obra no depend ía necesariamente de su conocim iento ridad la magnitud de la presente corrupción de la cu ltura
sobre todos los datos relativos a esa ob ra. Unas semanas occidental y se daba cuenta de que, aun cuando se llegara a
antes de su muerte, visitamos juntos la exposición de un pin- alcanzar e l socialismo autént ico, costaría mucho tiempo esta-
tor as iático de l que ninguno de los dos sabíamos nada. blecer una trad ición de arte verdadero. A lo que llamo su opti-
Según íbamos avanzando por la exposición preguntaba de mismo consistía en su convicción de que todos los que
vez en cuando por la fecha de un cuadro específico . La mayo- combatían esta corrupción y trabajaban por el socia lismo
ría de ellos ten ían 15 o 20 años. Pasada una media hora me (s in que importase cuán pequeña o anón ima fuese su apor-
preguntó m i opinión. Yo le expresé mi entusiasmo. Él estuvo tación) hac ían algo que ten ía cierto va lor. En un t iempo de
de acuerdo en que se trataba de buenas pinturas, pero me autojustificac iones e ri gidas sobre un sentido de futi lidad y de
d ijo que pensara adónde conducía su estilo, que imaginara en desesperación, se mantenía intelectualmente tranqu ilo: con-
qué consistirían los cuadros posteriores del mismo art ista. Y fiado en el juicio de la historia, que para é l (como he inten-
entonces describió con gran detal le lo que preveía. Cuando tado mostrar) era el ju icio de l futu ro.
salimos pasamos por otra ga lería. Allí, sin que lo supiéramos
ninguno de los dos, estaban los cuadros posteriores del
mismo artista. Eran exactamente como Anta l los hab ía des-
crito.
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Disolución revolucionaria: sin descanso. En sus v1a¡es, pequeños grupos de am igos y
sobre Max Raphael y las "demandas del arte" a lumnos no oficia les se reunían para escucharlo. Las jerar-
quías cultura les lo rechazaban diciendo que era un marxista
Algunos luchan porque odian aquello a lo que se enfrentan,
inintel igible, pero no por e llo menos peligroso, y los comu-
otros porque ponen a prueba su vida y desean dar sentido a
nistas miembros del partido porque lo consideraban tro-
su ex istencia. Estos últ imos suelen ser más pertinaces en la
tskista. A diferencia de Spinoza, no tuvo un oficio.
lucha. Max Raphael fue un ejemplo puro de este tipo.
En su libro Wie wi// ein Kunstwerk gesehen sein?,1 Raphae l
Nació cerca de la frontera germano-polaca en 1889. Es-
cita una observación de Paul Cézanne (en e l contexto de un
tud ió fi losofía, econom ía política e historia del arte en Berl ín
aná lis is bastante d istinto):
y Mún ich. Publicó su primer libro en 1913- Murió en Nueva
York en 1952. Y en los 40 años que med ian entre estas dos fe- Pinto m is bodegones, estas natures martes, para m1 co-
chas no dejó de reflexionar y de escribir sus reflexiones. chero, que no las qu iere; las pinto pa ra que los niños subi-
Solo se ha publicado una pequeña parte de su ob ra, y la dos a las rod illas de los abuelos las vean m ientras se
mayor parte está descata logada y es difíc il, si no impos ible, toman la sopa y cha rl otean. No pinto para el orgu ll o del
encontrarla. Dejó cientos de páginas manuscritas que su emperador de Alemania o la vanidad de los magnates del
viuda y am igos están ordenando y esperan poder publica r. petróleo de Chicago. Puedo conseguir d iez m il francos
Los temas tratados van de la paleontología a la arquitectura po r una de estas porquerías, pero prefie ro la pared de una
clásica, de la escultura gótica a Gustave Flaubert, del urba- iglesia, de un hospita l o de un ed ificio mun icipal.
nismo mode rno a la ep istemología.
Desde 1848, todo artista que no estuviera d ispuesto a ser un
Du rante cinco años t raté de interesa r a los editores euro-
mero an imador pagado ha intentado resist irse al aburgue-
peos en su obra, pero todo fue en vano. Un hecho que qu iero
samiento de su obra acabada, a que transformaran en d inero
mencionar porque en unas décadas nos costará trabajo recor-
e l va lor espiritua l de su ob ra. Y esto era así al margen de cuá-
da r lo desconoc ido que era aún Max Raphae l en 1969.
les fueran las opiniones políticas de l artista. El intento de Cé-
Llevó una vida muy austera. Nunca ocupó un puesto
zanne, como el de todos sus contemporáneos, fue en vano.
académ ico oficial. Se vio forzado a em ig rar en diversos
La res istencia de los artistas posteriores a él se hizo más ac-
momentos. Ganó muy poco d inero. Escribía y tomaba notas
t iva y más violenta, en el sentido de que la incorporaron a sus
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obras. Lo que ten ían en común el constructivismo, el dad- valor en tanto que rareza y en que tiene un valor funcional en
a ísmo, el surrealismo, etc. era su oposición a co nsiderar el la med ida en que estimula las sensaciones. Ha dejado de
arte como una propiedad o co mo una excusa cultura l de la tene r implicaciones más a llá de sí m ismo. Las ob ras de arte
sociedad impera nte. Ya conocemos los ext remos a los que se convierten en objetos cuyo carácter fundamenta l se parece
llegaron, los sac rificios que estuvieron d is puestos a hace r a l de los d iaman tes o las lámpa ras de bronceado. El factor
co mo creadores y vemos tamb ién que su resistencia fue tan dete rmi nante de esta evolución - internacionalización de los
poco eficaz como la de Cézanne. monopolios, el poder de los medios de comunicación, el
Rec ientemente, las tácticas de la resiste ncia han cam- grado de al ienación de las sociedades de consumo- no nos
biado. La confrontación es menos fronta l y ha sido sustituida inte resa aqu í. Sí nos inte resan, en cambio, las co nsecuencias.
po r la infi ltración, la ironía y el escepticismo filosófico . En e l El arte ya no puede oponerse a lo que existe. La facu ltad de pro-
tach ismo, e l arte pop, e l mi nimal ismo, e l neodadaís mo, etc., poner una rea lidad al te rnativa ha quedado reducida a la facul-
pueden verse las consecuencias. Pero estas tácticas no han tad de d iseñar - más o menos bien- un objeto.
tenido más éxi to que las an teriores. El arte se s igue trans- De ahí la duda imaginativa de todos los artistas merece-
forma ndo en una propiedad más de la clase que posee pro- do res de esta ape lación. De ahí e l hecho de que los jóvenes
piedades. En el caso de las artes visua les, la propiedad en militantes empiecen a utiliza r e l arte como tapadera de una
cuestión es material, fís ica; en el caso de las otras artes es acción más di recta.
una propiedad moral.
Pod ría argumentarse que los artistas deben continuar a l ma r-
Los historiadores del a rte con una fo rm ación social o
gen de l tratam iento inmed iato que la sociedad les dé a sus
marx ista han interpretado el arte de l pasado desde el punto
obras, que deben dirigirse al futuro, como han ten ido que ha-
de vista de la ideo logía de clase. Han de mostrado que una
cerl o des pués de 1848 todos los artistas imaginativos. Pe ro
clase, o ciertos grupos dentro de una clase, t iende a a poya r y
esto significa ignora r el mo mento histó ri co mund ial en el que
patrocinar el arte que, hasta cierto punto, refleje o aus picie
nos encontramos. Hoy se em pieza a oponer res istencia al
los valores y la forma de ver las cosas de d icha clase. Parece
impe ri al ismo, a la hegemonía europea, a la mo ra l de la cris-
que hoy, en esta fase del capital ismo tardío, esto ha dejado
t iandad capital ista y de l co mun ismo de Estado, al dual ismo
de ser cierto e n líneas generales. El a rte se considera hoy un
cartesiano de la lógica blanca, a la práctica de construi r
art ículo de consumo cuyo s ign ificado reside solo en que t iene
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culturas "hum anistas" basadas en una explotación mons- Rembrandt, José interpretando los sueños del Faraón; y e l Guer-
t ruosa: se está preparando una lucha mundia l contra e l sis- nica de Pablo Picasso (el capítulo sob re e l Guernica, claro
tema que vincula todo ello. Quienes se imaginan un futu ro está, lo añad ió posteriormente). A todos ellos les segu ía un
d iferente están ob li gados a posiciona rse con respecto a esta capítu lo sobre " La lucha pa ra comp render el arte" y un apén-
lucha, obligados a e legi r. Esta e lección tiende a conduci rl os d ice compuesto por un capítulo inacabado, pero extrema-
ya sea a una desesperación impotente o a la conclusión de damente importante, titu lado " Hacia una teoría empírica de l
que la liberación del mundo es la precondición esencial para arte", escrito en 1941.
alcanzar cualqu ier nueva meta cultural vá lida. {En a ras de la No voy a comenta r el aná lis is que hace Raphael de cada
brevedad, s impl ifico y hasta cierto punto exage ro las posi- obra en concreto. Son unos aná lis is brillantes, largos, muy
ciones.) En cualqu ier caso, sus dudas sobre el va lor de l arte específicos y densos. A lo más que puedo aspi ra r es a inten-
aumentan. Un artista que se d irige al futuro hoy no neces- tar pe rfi la r a grandes trazos su teoría genera l.
a ri amente verá confi rmada su fe en su visión. ¿Sigue s iendo Una cuestión que Ka rl Ma rx planteó, pero no pudo res-
posible en la presente cri sis hablar de l significado revolu- ponder: si e l arte, en un último anál isis, es una supe res-
cionario de l arte? Esta es la pregunta fundamenta l, la pre- t ructu ra, ¿por qué su poder de conmovernos continúa mucho
gunta que Max Raphae l empezó a contestar en Wie will ein t iempo des pués de que la base se haya transformado? ¿Por
Kunstwerk gesehen sein? qué, se preguntaba Marx, seguimos conside rando e l arte grie-
El li bro se basa en unas cha rl as que d io Raphael a prin- go un ideal? Empezó a contestar a la pregunta hablando de l
cipios de la década de 1930 en unas modestas clases para "encanto" de los "niños" (la joven civi lización griega) y luego
adu ltos en Su iza, bajo el título "¿Cómo debe m irarse el interrump ió la escritura, e l manuscrito quedó a medias, y,
arte?". Eligió cinco obras y ded icó un ca pítulo a cada una, entre todas sus muchas ocupaciones, nunca más volvió a
ana lizándolas exhaustivamente. Las ob ras son: Mont Sainte- tocar la cuestión .
Victoire (1904-1906) de Pau l Cézanne {el que está e l Phi la- "Una época de t rans ición", d ice Raphael:
delph ia Museum of Art); un grabado de Edgar Degas, Ma-
S iempre entraña incertidumbre: la lucha de Marx po r
dame X saliendo del baño; Llanto sobre Cristo muerto de G iotto
entender la suya es buena prueba de ello. En un período
(Padua) , comparándola con otra obra posterio r de l m ismo ar-
as í, pueden darse dos actitudes. Una es aprovechar las
t ista, Muerte de san Francisco {Florencia); un d ibujo de
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fuerzas emergentes del nuevo orden con la idea de sub- estudio en térm inos matemáticos''.
vertirlo, de afirmarlo a fin de llevarlo más allá de sí Y pasa luego a recordarle al lector escéptico que, antes de
mismo: esta es la actitud activa, m ilitante, revo lucionaria. que se descubriera el cálcu lo infinites imal, ni s iqu iera la natu-
La otra se aferra a l pasado, es retrospectiva y romántica, ra leza podía estudiarse matemáticamente.
se lamenta o reconoce el decl ive y afirma que la voluntad " El arte es una interacc ión, una ecuación de tres factores:
de vivir ha desaparec ido: resum iendo, es la act itud pasiva. e l artista, el mundo y los med ios de figu rac ión". La manera
Cuando las cuestiones que estaban en juego eran econó- en la que entiende Raphael el tercer factor, los med ios o e l
micas, sociales y políticas, Marx adoptó la prime ra actitud; proceso de figuración, es crucia l, porque es este proceso el
en cuestiones artíst icas no adoptó ninguna. que permite considerar que la obra de arte acabada posee una
rea lidad específica propia.
Raphae l se lim itó a reflejar su época.
De la m isma manera que los gustos art ísticos de Marx Aunque no existe ta l cosa como una ún ica proporción
- conforme a los cuales parece que e l ideal clásico excluye excepcionalmente bella de l cuerpo humano, ni un solo
las extrao rd inarias obras de l arte paleolítico, azteca o afri- método científicamente correcto de representar el espacio,
cano- reflejaban la ignorancia y los preju icios de su t iempo ni un único método de figurac ión en el arte, sea cual fuera
a la hora de examinar e l arte, así tamb ién su fracaso a la hora la forma que e l arte asuma en el curso de la h istoria, s iem-
de crear una teo ría del arte que fuera más al lá de la teoría de pre es una síntesis entre la natura leza {o la histo ri a) y la
la superestructura (pese a ve r que era necesaria) era una mente, y como tal adqu iere cierta autonom ía con respecto
consecuencia de la pri macía continua y abrumadora del a estos dos e lementos. Parece que esta independenc ia se
poder económico en la sociedad que le rodeaba. debe a la mano del hombre y que, po r consigu iente, posee
Viendo esta laguna en e l marxismo, Raphael se dispuso a una real idad psíquica; pero, en real idad, el proceso de
"desarrollar una teoría del arte que llamo empírica, porque creación puede llegar a existir solo porque toma cuerpo en
está basada en el estud io de obras de todos los períodos y de un material conc reto.
todos los orígenes. Estoy convencido de que las matemá-
El artista elige su material - piedra, cri stal, pigmento o una
t icas, que han avanzado tanto desde Euclides, algún d ía nos
mezcla de varios- y luego elige la manera de trabajarl o
proporcionarán los medios de formu la r los resultados de ese
- muy pul ido, tosco- a fin de preservar su propio carácter,
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a fin de destruirlo o transcende rl o. Estas e lecciones están, en independ ientes y largu ísimos de la idea y el motivo y se com-
gran med ida, cond icionadas históricamente. Por el procedi- pleta cuando, ya nac idos, no se dist inguen el uno del otro.
m iento de trabajar su materia l de modo que rep resente ideas
Las características de la idea ind ividua l son:
o un objeto, o ambas cosas, el art ista t ransforma el materia l
bruto en materia l "artístico". Lo que se representa se mate-
1. Es s imu ltáneamente una idea y una sensación.
ria liza en e l materia l bruto una vez t rabajado, m ientras que el 2. Contiene las d iferencias entre lo particular y lo gene-
mate ri al bruto trabajado adqu iere un carácter inmaterial po r ral, lo individual y lo un iversa l, lo o ri ginal y lo banal.
medio de sus representaciones y de la un idad artificial que 3. Es una progresión hacia s ign ificados cada vez más
conecta y une estas representaciones. El materia l "artístico", profundos.
as í defin ido, una sustancia entre fís ica y espiritua l, es un
4. Es e l punto nodal a partir del cual se desarro ll an
ingred iente del materia l de la figuración.
ideas y sensaciones secundarias.
Un ingred iente más se deriva de los med ios de represen -
tación . Estos son e l color, la línea y la luz y la sombra. Perci- "El motivo es la suma total de la línea, el color y la luz me-
bidas en la natura leza, estas cualidades constituyen s imp le- d iante los cuales se real iza la concepción". El motivo em-
mente la materia de la sensación, indiferenciadas unas de pieza a nacer separado, pero al m ismo t iempo que la idea
otras y arb itrariamente mezcladas. A fin de sustitu ir la contin- porque "solo en el acto de creación toma el conten ido con-
gencia por la neces idad, el artista empieza por separar las ciencia de s í m ismo".
cualidades y luego las combina en to rno a una idea o senti- ¿Cuál es la relación entre la idea pictó ri ca (ind ividua l) y la
m iento central, que pasa a determ inar todas sus relaciones. natura leza?
Los dos procesos que producen e l materia l de la figu-
La idea pictórica separa los elementos de las apariencias
ración (e l proceso de transformar el material bruto en mate-
naturales ut ilizables de los inutilizab les e, inversamente, el
ria l artístico y el de transformar la materia de la sensación en
estudio de las apariencias naturales el ige de entre todas
medios de representac ión) se interre lac ionan constante-
las man ifestaciones posibles de la idea pictórica la que es
mente. Juntos constituyen lo que podríamos denom ina r la
más adecuada. La d ificultad de l método se reduce a
mate ri a del arte.
"demostrar lo que uno cree": la "prueba" consiste aqu í en
La figuración em pieza con los nac im ientos
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esto, en que los puntos de partida metodológicos opues- a través de ella el artista, en lugar de intentar transm iti r al
tos (la experiencia y la teoría) se un ifiquen, se unan en una espectador los contenidos y las sensaciones descri-
realidad de un tipo especia l, d iferente de los dos, y en que biéndolos por completo, le proporciona las claves neces-
esta rea lidad debe su vida pictórica a un motivo adecuado arias para producir estos contenidos y sensaciones por sí
a la concepción y desarro llado en la composición. mismo. Pa ra lograrlo, el artista no debe actuar sobre los
ó rganos sensoria les por separado, sino sobre todo e l
¿Cuáles son los métodos de figuración? 1, la est ructu rac ión
hombre; es decir, debe hacer que e l espectador viva en e l
del espacio; y 2, hacer que las formas sean eficaces en ese modo de real idad propio de la ob ra.
espacio .
La estructu rac ión de l espacio no tiene nada que ver con la ¿Qué logra la figurac ión con su mate ri al particu lar? {Véase
perspectiva: su func ión es d islocar el espacio para que deje más arriba) .
de ser estático (el ejemplo más simp le es el de la pierna que
La intensidad de la figurac ión no muestra la fuerza del ar-
se ade lanta, relajada, en las figuras griegas erectas) y divid ir
tista, n i tampoco una vita li dad que an ime al mundo exte-
e l espacio de modo que nos hagamos conscientes de su d i-
ri or con las energías personales del artista creativo, ni una
vis ibi lidad y así dejemos de ser las cri aturas de su conti-
coherencia lógica o emocional con la que se piensa o se
nu idad (por ejemplo, los planos que se a lejan paralelos a la
s iente hasta sus últimas consecuencias un problema con-
supe rfic ie de la imagen en los cuadros tardíos de Cézanne).
creto. Lo que denota es el grado hasta e l cual se ha alcan-
Crear un espacio pictó ri co es penetrar no solo en las pro- zado la esencia misma del arte: la disolución del mundo
fund idades de la imagen, s ino también en las profun- de las cosas, la construcción del mundo de los valores y,
d idades de nuestro s istema intelectual de coordenadas de ahí, la constitución de un mundo nuevo. La origi-
{que coincide con el del mundo). La profund idad del na li dad de esta constitución nos proporciona un criterio
espacio es la profund idad de la esencia o, de no ser as í, general med iante el cual med ir la intensidad de la figu -
no pasa de ser apariencia e ilusión . rac ión. La original idad de la constitución no es el impu lso
de ser dife rente de los demás, de produci r a lgo comple-
La distinc ión entre forma real y fo rma eficaz es esta: la
tamente nuevo, sino que es (en su sentido etimológico) la
forma real es descriptiva; la forma eficaz sugiere, es decir,
comprensión de l origen, de las raíces tanto de nosotros
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mismos como de las cosas. siglo XX, pero que, al mismo tiempo, era un hombre cuya
constitución vitalista le impedía ignorar lo desconoc ido, lo
Hemos de distingu ir aquí entre e l "mundo de va lores" de Ra-
todavía incip iente, el explosivo potencial humano que s iem-
phael y la visión idealista de l arte en cuanto que depositario
pre hará impos ible defin ir al hombre confo rme a un sistema
de valores transcendenta les. Para Raphael, los valores residen
categórico.
en la actividad que la obra revela. La función de la obra de arte
es conducirnos desde ella hasta el proceso de creación que Puesto que no podemos conocernos d irectamente, sino
contiene. Este proceso viene determ inado por e l materia l de solo a través de nuestras acc iones, s igue siendo más que
la figuración, y es en este material que Raphae l reve la y ana- dudoso que nuestra idea de nosotros m ismos sea con-
liza con gran gen ial idad, y donde las matemáticas podrán gruente con nuestros motivos rea les. Pero debemos lu-
a lgún día descubrir princip ios precisos. El proceso va d iri- char s in descanso pa ra lograr esa congruencia, pues solo
gido a crear en la obra una s íntes is de lo subjetivo y lo obje- el conocimiento de uno mismo puede conducir a la auto-
t ivo, de lo condicional y lo absoluto dentro de una tota li dad determ inac ión, y una autodeterm inac ión falsa arruinaría
gobernada po r sus propias leyes de la neces idad. As í, el nuestra vida y sería la acción más inmoral que podríamos
mundo de las cosas es sustituido en la ob ra por una jera rquía cometer.
de valores creados por el proceso que contiene.
Pa ra volver a nuestra pregunta original: ¿cuál es e l significado
No es este el lugar para expl icar en detal le la manera
revo lucionario del arte? Raphael nos muest ra que el sign i-
específica, precisa y concreta en la que Raphae l apl ica su teo-
ficado revolucionario de una obra de arte no tiene nada que
ría a las cinco obras que estudia. Lo ún ico que puedo decir es
ver con su tema en sí o con el uso funcional que se le dé,
que su ojo y su conciencia sensual estaban tan desarrol lados
sino que es un s ign ificado que está siempre esperando ser
como su mente. Leyéndolo, uno tiene la impres ión, por com-
descubierto y liberado.
plicado que sea su pensamiento, de que tenía que ser un
hombre con un equ ilibrio poco común . Por fuerte que sea una tendenc ia cultura l dada, el ser hu -
Se pe rcibe a lo largo de todo el texto e l perfi l de un pen-
mano no solo puede, sino que además debe, res istirse a
sado r austero, un materia lista dia léctico heredero de la prin- ella cuando va en cont ra de su capacidad creadora. No
cipal trad ición fi losófica europea, que, como tal, pertenece al hay ningún dest ino que decrete que debamos ser víct imas
.'
.'
de la tecnología o que haya que arrinconar el arte por ser cosas y llegamos a darnos cuenta de que es lo que final-
un anacronismo; ese "destino" es simplemente el mal uso mente poseen en común todas las cosas condicionales.
que la clase dirigente hace de la tecnología a fin de repri- De este modo, en lugar de ser sus criaturas, nos hacemos
mir el poder del pueblo para hacer su propia historia. parte de la fuerza que crea todas las cosas.
Hasta cierto punto, es una decisión individual de cada
Raphael no eligió por nosotros, no podía hacerlo, aunque
cual, mediante su participación en la vida social y política,
quisiera. Cada cual debe resolver por sí mismo las demandas
decidir si el arte se hará o no se hará obsoleto. Com-
contradictorias de su situación. Pero incluso a quienes con-
prender el arte ayuda a elevar esta decisión a su más alto
cluyan que la práctica del arte debe quedar temporalmente
nivel. Cual recipiente hecho de las fuerzas creativas que
suspendida, Raphael les mostrará, como ningún otro teórico
preserva, la obra de arte mantiene viva y realza toda nece-
lo había hecho hasta el momento, el significado de las obras
sidad de ponerse de acuerdo con el mundo.
heredadas del pasado... y el de las obras que se crearán en el
Hemos dicho que el arte nos conduce desde la obra hasta
futuro. Y esto lo muestra sin retórica, sin exhortar, modes-
el proceso de creación. Esta reversión, ajena a la teoría del
tamente y con fundamento. El suyo fue el mayor intelecto
arte, term ina rá generando una duda universa l tanto sobre
aplicado al tema que haya habido hasta hoy.
el mundo natural como el social. En luga r de aceptar las
cosas como son, de darlas por sup uesto, gracias al arte
aprendemos a evaluarlas confo rme a un modelo de per-
fecc ión. Cuanto mayor es la inevitable brecha entre lo
ideal y lo rea l, más ineludible se hace la cuestión. ¿Por qué
es así el mundo? ¿Cómo ha llegado el mundo a ser como
es? De omnibus rebus dubitandum est! Quid certum?,
"Debemos dud ar de todo. ¿Qué es cierto?" (Descartes).
Está en la natura leza de la mente creativa disolver aquellas
cosas que parecen sólidas y transformar el mundo tal
como es en un mundo en el proceso de devenir y de crear.
Así es cómo nos liberamos de la multiplicidad de las
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1 Raphael, Max, Wie will ein Kunstwerk gesehen sein? The


Demands of Art (1968], Suhrkamp Verlag, Fráncfort, 1989.
Todas las citas de este capítulo pertenecen a este libro (N. del
Ed.].
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Walter Ben jam ín: ant icuario y revolucionario otorg arle todo su peso a la exist enci a objetiva del tema que
trata ba (su suei'lo era com pone r un libro ente ro de citas ),
Walter Benjamín nació en Berlín en i892 en el seno de una
pero era inca paz de escribir una frase que no exija acep tar su
fami lia jud ía burg uesa . Estu dió fi losofía y se hizo crític o lite-
muy idios incrá sico proc eso men tal. Por ejem plo: "Lo qu e re-
rario, de un tipo de crítico que nunc a habí a exist ido hasta
sulta para dójic o sobr e todo aque llo a lo que con razó n lla-
ento nces . Todas las pági nas, todo s los obje tos que le lla-
mam os bello es el hech o de qu e apa rezca".
mab an la aten ción cont enía n, segú n él, un testi mon io cod i-
Sus cont radic cion es -y más arrib a solo he enum erad o
ficado dirigido al pres ente : codi ficad o de mod o que su men -
unas cua ntas - le impe dían con tinua men te avan zar en su tra-
saje no se conv irtiera en una ca rretera recta que atrav esara el
bajo y su carre ra. Nun ca llegó a escr ibir el exten so libro que
ínterin bloq uead o con el tráfico de la caus alida d direc ta, los
se prop onía sobr e el París del Segu ndo Impe rio, cons i-
conv oyes milit ares del prog reso y los giga ntesc os cami ones
dera ndo la ciudad no solo desd e un punt o de vista arqu itec-
de las idea s instituc ionalizad as here dada s.
tónic o, sino tamb ién socio lógic o, cultural y psicológico,
Era simu ltáne ame nte un antic uario romá ntico y un revo lu-
co mo el Jocus por anto nom asia del capitalism o deci mo-
cion ario marx ista atípico. La estru ctura de su pens amie nto
nóni co. La mayo r parte de lo que escri bió era fragm entar io Y
era teoló gica y talm údic a; sus as piracione s, mate rialis tas y
aforístico . Su obra apen as tuvo repe rcusi ón mien tras vivió Y
dialécticas. La tensi ón resu ltant e se revela típic amen te en fra-
toda s las "esc uelas " de pens amie nto -qu e hubi eran debi do
ses com o: "El conc epto de vida sola men te recibe el recono-
alent a rl e y estim ula rle-
le acus aron de ser un ecléctico sin
cimi ento debi do si a todo lo que tien e una histo ria prop ia, y
fund amen to. Fue un hom bre a qui en la originalidad le im-
no se limit a a ser el esce nario de la histo ria, se le atribuye
pidió alcan zar aqu ello que para sus cont emp orán eos era el
vida". éxito. Para tod os, a exce pció n de sus am igos pers onal es, fue
Los dos amig os que prob able men te más le influyeron fue-
un fraca sado . Sus retra tos mue stran la cara de un hom bre a
ron Gerh ard Scho lem, un sion ista profe sor de míst ica judía
quie n el peso de su prop ia existencia le hace pare cer lento y
e n jerus alén , y Berto lt Brecht. Su estil o de vida fue el del
apes adum brad o, un peso que se vuelve casi abru mad or de-
"hom bre de letra s" deci mon ónic o, econ ómic ame nte inde pen-
bido al brillo rápido, insta ntán eo, de sus idea s inco ntrolables.
dien te, y, sin emb argo , nunc a dejó de tene r graves dificul-
En i 940 se suici dó po r mied o a que le capt urara n los
tade s econ ómic as. Com o escri tor le obse sion aba la idea de
nazis cuan do inten taba cruz ar la fro ntera entre Franc ia Y
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España. Aunque era poco probable que llegaran a capturarlo, objeto fijo frente a él en tiempo histórico, a fin de med ir el
al lee r su ob ra se entiende que es fáci l que el suicidio le pare- tiempo {que, según él, no era homogéneo) y comp re nder la
ciera su fin natural. Era consciente de hasta qué punto la importancia del transcurso de tiempo específico que lo sepa-
muerte da forma a la vida a la que pone fin, y puede que deci - raba a él de la obra, y para redimir, como él diría, ese tiempo
diera elegir él mismo esa forma, legando a la vida todas sus del sinsentido.
contradicciones aún intactas.
El don de encender la chispa de la esperanza solo es inhe-
Quince años después de su muerte, se publicó en Ale-
mania una edición en dos volúmenes de sus escritos, y Ben- rente al historiógrafo que esté convencido de que ni los
muertos estarán seguros ante al enemigo si es que este
jamin alcanzó una fama póstuma. Durante estos últimos
cinco años, esa fama ha empezado a hacerse internacional y vence. Y ese enemigo no ha cesado de vence r.1

hoy aparecen muchas referencias a su obra en artículos, colo-


la hipersensibilidad de Benjamin a la dimensión del tiempo
quios, reseñas críticas y discusiones políticas. no se limitaba, sin embargo, a la escala de la generalización
histórica o de la profecía. Era igualmente sensible a la escala
¿Por qué Benjamin es algo más que un crítico literario? Y ¿por
temporal de toda una vida:
qué su obra ha tenido que esperar casi medio siglo para
empezar a encontrar un público adecuado? Al intentar dar
En busca del tiempo perdido representa un inten to inaca-
respuesta a estas dos preguntas, tal vez veamos con mayor bable de carga r una vida con la mayor presencia posible
claridad nuestra penuria, una penuria para la que hoy Ben- de espíritu. El procedimiento empleado por Prou st ya no
jamin ofrece una solución y que él, anticipándose a su t iem-
es el modelo de la reAexión, sino el hacer presente en
po, supo prever. cuanto ta l, estando poseído por la verdad de que no tene-
El anticuario y el revolucionario pueden tener dos cosas
mos tiempo de vivir los verdaderos dramas de la exis-
en común: su rechazo del presente tal como es dado y la con- tencia que a cada uno le está determinada. Eso es lo que
ciencia de que la historia les ha adjudicado una tarea. Para nos hace envejecer, eso y no otra cosa. las arrugas del
ambos, la historia es vocacional. la actitud de Benjamín
rostro son las huellas de las grandes pasiones, de los vi-
como crítico al respecto de los libros o los poemas o las pe- cios, de los conocimientos que nos visitaron cuando no
lículas que analizaba era la del pensador que necesitaba un
estábamos en casa.~
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O al efect o de un segu ndo. Así escri be sobr e la trans for- El paso del tiem po, qu e tanto le intrigaba, no term ina ba en la
mación de la conciencia que ha acom paña do al cine: superfi cie externa de la ob ra, sino que entra ba en ella y ahí le
cond ucía a su otra "vida". En esta otra vida, que em pieza
Las calles y las tabe rnas de nues tras gran des ci udad es, las
cuan do la obra ha alcan zado "el mom ento de fama", se trans -
habi tacio nes y las oficinas amu eblad as, las estac ione s y
cien de la iden tidad aisla da, la sepa ració n de la obra indi-
,
las fá brica s de nues tro ento rno parec1a . . .
n apris iona rnos sin vidua l, exac tame nte igual que se supo nía que le pasa ba al
abrig ar espe ranz a. Ento nces llegó el cine, y con la din a-
alma en el cielo tradi cion al del crist ianis mo. La obra entra en
mita de las déci mas de segu ndo hizo saltar por los aires
la total idad de lo que el pres ente here da cons cien teme nte del
todo ese mun do carcelario, con lo que ahor a pode mos
pasa do, y al en tra r en esa totalidad, la camb ia. La otra vida de
emp rend er mil viajes de aven turas entre sus esco mbro s
la poes ía de Char les Baud elair e no solo coexiste con Jean ne
disp ersos : con el prim er pla no se ensa n cha el espa cio,
Duva l, Edga r Allan Poe y Cons tanti n Guys, sino tamb ién, por
con el ralen tí el mov imie nto en éL3 ejem plo, con los bule vare s de Hau ssma nn, los prim eros
gran des alma cene s, las desc ripci ones de Friedrich Enge ls del
No qu iero dar la impr esión de que Benjamin utiliz aba las
ob ras de arte o de litera tura com o ilust ració n de unos argu- prole taria do urba no y con el nacimie nto del salón mod erno

men tos prev ia men te form ulad os. El princ ipio de que las en la déca da de 1830 , qu e Benjamin desc ribe com o sigue :

obra s de arte no están ahí para ser usad as, sino solo para se r
Para el particular, el espa cio de la vida apar ece por pri-
juzg adas , de que el crítico es un men sajero impa rcial en tre lo
mera vez com o opue sto al luga r de trabajo. El prim ero se
utilitario y lo inefable, este principio, con toda s s us va ria-
cons tituye en el interior. La oficina es su com plem ento . El
cion es más sutiles aún en vigor, ¡no repre senta sino la pre-
parti cula r, qu e en la oficina lleva las cue ntas de la reali dad,
tens ión de los privilegiados de que su am or por el place r pa-
exige del inter ior que le man teng a sus ilusi ones . Esta
s ivo se ha de cons idera r desin teres ado! Las obra s de arte
nece sidad es tanto más urge nte cuan to qu e no pien sa
está n a la espe ra de ser util izada s, pero su verd ader a utilidad
exte nder sus reflexiones merc antiles al cam po de las refle-
resid e en lo que son realm ente ahor a -qu e pued e ser bas-
xion es sociales. Al confi gura r su en torn o priva do, repri me
tante d iferen te de lo que fuero n anta ño-, más que en lo que
amb as. De ahí surg en las fanta smag orías del interior. Para
pued e resu ltar conv enien te creer que son. En este senti do,
el particular, el inter ior repre senta el universo. En él reún e
Benj am in uti lizó las obra s de arte de una form a muy rea lista.
.'
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la distan cia y el pas ado. Su salón es un palco para el tea- despo litiza ción de los habit antes de la Unión Sovié tica, la
tro del mund o.A reem ergen cia de la cuest ión d e la democracia revolucion aria
como algo esencial, los logro s de la revolución camp esina en
Tal vez veam os ahora con un poco más de clarid ad por qu é
China, el hecho de que es hoy m enos pro bable que los prole-
Benjamín es algo más qu e un crític o litera rio. Pero aú n nos
tarios de las socie dade s de consu mo alcan cen una con-
q ueda por hacer una obser vació n. Su actitu d al respe cto de
cienc ia revolucionaria direc tame nte a travé s de la búsq ueda
las obras de arte nu nca fue un a actitu d sistem áticam ente so-
de sus propi os intere ses econ óm icos que medi ante una per-
ciohistórica. Nu nca inte ntó busca r unas rel acion es causa les
cepción más am plia y más gene raliza da de privación y frus-
simp les entre las fuerzas socia les de un perío do y una obra
tració n gratu itas, y la com prens ió n de que en un país no
dada. No quería explic ar la aparienc ia de la obra: quería
pued e a lcanz arse plena ment e el socialismo , y m ucho m enos
descubrir el lugar qu e s u existe ncia tenía que ocup ar en nu es-
el comu nism o, mien tras el capit alism o sigua siend o el sis-
tro cono cim iento . No desea ba alent ar el gusto por la lite-
tema globa l, etcét era, etcéte ra.
ratu ra: q uería que el arte del pasad o se man ifestara en las
Lo que vaya a supo ner esta revisi ón tanto en la teoría
elecc iones que se hacen hoy cuan do la gente decide cuál es
como en las práct icas políticas no se pued e prever ni prede cir
s u pape l en la histo ria. desd e fue ra de los te rritorios es pecíficos involu crado s en ella.
¿Por qué solo ahora se empieza a a precia r la figura de
Pero se pued e empe za r a definir el interr egno --el período de
Benjamín como pensa dor? Y ¿por qué es muy pro bable que
revisión- en relación con lo que prece dió realm ente, al t iem-
su inA ue ncia aume nte aún más en la décad a de 1970? Este
po que se dejan sensa tame nte de lado las dem anda s y contr a-
d es perta r del interé s por Benjamín coinc ide con la revisión
dema ndas relativas a lo que el propi o Marx querí a d ecir real-
actua l del marxi smo, revisión que se está llevan do a cabo en
me nte.
tod o el mund o, hasta en aqu ellos lugar es d onde se consi dera
El interr egno es antid eterminista, tanto e n lo que re spect a
un delito contr a el Estado. al prese nte deter mina do por el pasad o co mo al futuro deter-
Mu ch os acon tecim iento s han llevad o a la necesidad de
mi nado por el prese nte. Es escé ptico en relación con las lla-
esta revisión: la exte nsión y el grado d e empo breci mien to y
mada s leyes de la historia, y asim ismo es escép tico al res-
viole ncia que el imperialis mo y el neocolonia lis mo infligen a
pecto de todo va lor s uprah istó rico implícito en la idea de Pro-
una mayo ría mun dial que no deja de crece r, la práctica
greso o Civilizació n global. Es consc iente de que un pode r
.'
.•.
'
político excesivo depende para su supervivencia de que apele imagen ya irrevocab le del pasado que amenaza dis iparse
a un destino impersona l, de que toda acción revo lucionaria con todo presente que no se reconozca aludido en e lla
debe de rivarse de una esperanza personal en que con esa ac- [...J.
ción uno puede impugnar al mundo ta l como es. El inte- El materia lista histórico no puede renunciar al concepto
rregno existe en un mundo invisible, donde el tiempo es de un presente que no es trans ición, s ino en el que el
breve, y donde la inmora l convicción de que el fin justifica los tiempo está en equilibrio e incluso ha llegado a detenerse.
medios parte de la arrogante suposición de que el t iempo Porque este d icho concepto justamente define ese pre-
siempre está del lado de uno y de que, por consigu iente, se sente en que él escribe histo ri a por su cuenta [...]. Qu ien-
puede poner en peligro, olvidar o negar e l momento presente; quiera que, por tanto, hasta este día haya conseguido la
e l tiempo de l Aho ra, como lo llamaba Benjam ín. victoria marcha en el cortejo triunfal en que los que hoy
Benjam ín no fue un pensador s istemático. No llegó a son poderosos pasan por encima de esos que hoy yacen
nuevas s íntes is . Pero en una época en la que la mayoría de en el suelo . Así, tal como s iempre fue costumbre, el botín
sus contemporáneos seguían aceptando una lógica que ocul- es arrastrado en med io del desfile del triunfo. Y lo llaman
taba los hechos, él previó nuestro interregno. Y es en este bienes culturales. Estos han de contar en el materialista
contexto en el que ciertos pensamientos, como los que se h istórico con un observador ya d istanciado. Pues eso que
apuntan a continuación, tomados de su texto "Sobre el con- de bienes cu ltura les puede aba rcar con la mirada es para
cepto de historia", son relevantes para nuestras preocu- él sin excepción de una procedencia en la cual no puede
paciones actua les: pensar sin horror. Su existencia la deben no ya solo a l es-
fuerzo de los grandes genios que los han creado, s ino
La verdadera imagen de l pasado pasa súbitamente. El pa-
también, a la vez, a la servidumbre anón ima de sus con-
sado solo cabe retenerlo como imagen que re lampaguea
temporáneos. No hay documento de cu ltura que no lo sea
de una vez para s iempre en e l instante de su cognosci-
al tiempo de barbarie.5
bilidad. "La verdad no podrá escapársenos": la frase, que
procede de Gottfried Kel le r, nos señala el lugar en que el
materialismo histó ri co viene a atravesa r exactamente la
imagen histó ri ca de l historicismo. Por cuanto es una
.' •
.' •

1 Benjamin, Walter, "Über der Begriff der Geschichte",


en Tiedemann, Rolf y Schweppenhauser, Hermann (eds.),
Walter Benjamin: Gesammelte Schriften (vol. l-2}, Suhrkamp
Verlag, Fráncfort, 1989 (versión castellana: "Sobre el con-
cepto de historia", en Walter Benjamín. Obras [libro l/vol. 2],
Adaba, Madrid, 2008, pág. 308) [N. del Ed.].
2 Benjamin, Walter, "Zum Bilde Prousts" (1929], en
Tiedemann, Rolf y Schweppenhauser, Hermann (eds.}, op.
cit. (vol. ll-1) (versión castellana: " Hacia la imagen de
Proust", en Walter Benjamín. Obras [libro 11, vol. 1], op. cit.,
pág. 327) [N. del Ed.].
3 Benjamin, Walter, "Das Kunstwerk in Zeitalter seiner
technischen Reproduzierbarkeit", en Walter Benjamin: Gesam-
melte Schriften (vol. l-2), op. cit. (versión castell ana: "La obra
de arte en la época de su reproductibilidad técn ica" (pri mera
redacción), en Walter Benjamín. Obras [libro l/vol. 2], op. cit.,
pág. 38) [N. del Ed.].
4 Benjamin, Walter, "Paris, di e Hauptstadt des XIX.
Jahrhunderts", en Tiedemann, Rolf y Schweppenhauser, Her-
mann (eds.), op. cit. (vol. V-1: Das Passagen-Werk) (versión
castellana: "París, capital del siglo x1x", en Libro de los pasajes,
Akal, Madrid, 2005, pág. 43) [N. del Ed.].
5 Benjamin, Walter, "Sobre el concepto de historia", op.
cit. , págs. 307, 316 y 309, respectivamente (N. del Ed.].
.' •
.•
''
El nar rado r son mom ento s de triunfo, mom ento s de verd ader a gana ncia;
mom ento s que unen al vaqu ero de 70 años , astut o, ambi-
Ahora que se ha ido, oigo su voz en el silencio. Llega de un
cioso , endu recid o, con el univ erso que lo rode a.
lado al otro del val le. No le cues ta esfu erzo algu no prod u-
Toda s las mañ anas , desp ués de las prim eras tarea s, solía-
cirla , y, al igual que las canc ione s tirol esas, viaja com o un
mos toma r una taza de café junto s, y él me habl aba del pue-
lazo de rode o. Da la vuel ta y regre sa tras enla zar a quie n oye
blo. Reco rdab a la fecha y el día de la sem ana en que ocu-
los grito s y a quie n los emit e. Sitúa al que grita en el centr o.
rrieron todo s los desa stres . Reco rdab a el mes de toda s las
Las vaca s resp onde n a su voz igual que su perro . Una tarde ,
boda s, y de toda s tenía algo que contar. Podía remo ntars e en
al ence rrarl as en el estab lo, nota mos que falta ban dos. Salió y
los lazos de pare ntesc o de los prota goni stas hast a los prim os
las llamó. A la segu nda vez, las dos vaca s resp ondi eron
segu ndos de cada cóny uge. De vez en cuan do sorp rend ía una
desd e las profu ndid ades del bosq ue, y unos minu tos des-
exp resió n en sus ojos, una mira da de com plicidad. ¿En qué?
pués estab an a la puer ta del estab lo, justo cuan do emp ezab a
En algo que amb os com parti mos , pese a las difer encia s ob-
a caer la noch e. vias. Algo que nos une, pero a lo que nunc a nos refer imos de
Un día ante s de bajar, hacia las dos de la tarde , cond ujo
form a direc ta. Desd e lueg o no era el esca so traba jo que hago
todo el gana do desd e el valle, grita ndo a las vaca s, y a mí
para él. Me deva né la cabe za dura nte algú n t iemp o pens ando
para que abrie ra las puer tas del estab lo. Mug uet estab a a
en ello. Y de repe nte me di cuen ta de lo que era. Era su re-
punt o de parir: ya asom aban las pata s dela ntera s. La únic a
cono cimi ento de nues tra igualdad; los dos som os histo-
man era de traer la hast a el estab lo era cond ucirl as a toda s. Le
riado res de nues tro tiem po. Los dos vem os cóm o se engr a-
temb laba n las man os al atar la soga a las pata s del becerrillo.
nan los acon tecim iento s.
Tira mos dos m inuto s, y no tardó en salir. Se lo dio a Mug uet
Ese cono cimi ento encie rra, para noso tros, orgullo y tris-
para que lo lami era. Ella emit iend o un soni do que las vaca s
teza. Por ello era lúcid a y reco nfor tante la expr esión que yo
nunc a prod ucen en otras ocas ione s, ni siqui era en los
sorp rendía en sus ojos. Era la mira da de un narra do r a otro.
mom ento s de dolor. Un soni do agud o, pene trant e, enlo-
Escribo en pági nas com o esta s que él nunc a leerá. Cuan do ha
quec ido. Un soni do más fuert e que el lame nto y más apre -
echa do de com er al perro, se sient a en un rincón de la cocin a
mian te que el llanto. Un poco simi lar al berrido del elefante.
y char la un rato ante s de irse a la cam a. Se acue sta temp rano ,
Fue a busc ar la paja para acom odar al bece rro. Para él, esto s
desp ués de toma rse la últim a taza de café del día. Yo no lo
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acompaño casi nunca, y a no ser que me cuente a mí alguna y lo grande, lo cercano y lo d istante. Y as í, e l acto de aproxi-
historia personalmente, no podría entenderlo porque habla marse a un momento dado de la experiencia impl ica escru-
en patois. La compli cidad no desaparece, sin embargo. t inio (cercan ía) y capacidad de conectar (d istancia). El mov i-
Nunca he pensado que escribir fuera una profesión. Es miento de la escritu ra se parece al de la lanzadera de los tela-
una actividad independiente, solitaria, en la que la práctica res: se acerca y se aleja una y otra vez, viene y se va. A dife-
nunca otorga un grado de veteranía. Por suerte, cualqu iera renc ia de aquella, s in embargo, no s igue una pauta fi ja. A me-
puede ded icarse a esta actividad . Sean cuales sean los mot i- d ida que se repite a s í m ismo, el mov im iento de la escritura
vos pol ít icos o pe rsonales que me conducen a escribir algo, aumenta su intimidad con la experiencia, se ace rca cada vez
en cuanto empiezo, la esc ritura se convierte en una lucha por más a e lla. Y al fina l, s i tienes suerte, el s ign ificado será fruto
da r s ign ificado a la experiencia. Todas las profesiones tienen de esa intim idad .
unos lím ites que definen la esfera de su competencia, pero Para e l viejo que me cuenta las histo ri as, su s ign ificado es
tamb ién tienen un territorio propio . La escritura, ta l como yo más cierto, pero no por ello menos m isterioso. En real idad,
la concibo, no tiene un te rritorio propio. El acto de escribir no se reconoce el m isterio de una fo rma más abierta. Trataré de
es más que el acto de ap roximarse a la expe ri encia sobre la explicar lo que qu iero deci r con esto.
que se escribe; del mismo modo, se espera que e l acto de Todos los pueblos tienen histo ri as que contar. Historias
leer el texto escrito sea otro acto de aproximación parecido. del pasado, incluso del más lejano. Cam inando por las mon-
Aprox ima rse a la experiencia, s in embargo, no es lo tañas con otro am igo que tamb ién rondaba los 70, como
mismo que acercarse a una casa. La experiencia es indivis ible pasábamos al pie de un a lto ba rranco, me contó que una
y continua, al menos en el transcurso de una vida y ta l vez en joven había encontrado la muerte all í al despeñarse desde los
e l de muchas. Nunca tengo la imp resión de que m i expe- pastos cuando estaban segando el heno. ¿Fue antes de la
riencia sea solo m ía, y con frecuencia me pa rece que ha guerra?, pregunté. Hacia i8oo (no es una errata), respondió
precedido. En cualqu ier caso, la experiencia se rep liega sobre é l. E historias del mismo día. La mayor parte de lo que su-
sí m isma, se rem ite a su pasado y a su futuro med iante los cede será narrado por algu ien antes de que este acabe. Las
refe rentes de esperanza y de m iedo; y, utilizando la metáfora historias son rea les, basadas en la observación o en el relato
que se encuentra en el origen del lenguaje, está conti- d irecto ofrecido por otro. La sutil observación de l inventario
nuamente comparando lo parecido y lo d iferente, lo pequeño de los sucesos y encuentros cotid ianos, combinada con el
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conocimiento mutuo e inmemorial, constituye el llamado inmed iata, oral, cotidiana, es pe rmit ir que todo el pueblo se
cotilleo de los pueblos. A veces hay un ju icio moral implícito defina. La vida de un pueblo, como algo diferente de sus atri-
en el cuento, pero este, ya sea justo o injusto, no es más que butos físicos y geográficos, es la suma de todas las re la-
un deta lle: la historia, en conjunto, se relata con cierta tole- ciones sociales y personales que existen en él más las rela-
rancia porque imp li ca a aquel los con qu ienes van a segu ir vi- ciones sociales y económicas - norma lmente op resivas-
viendo la persona que cuenta la historia y la que la escucha. que lo vinculan al resto de l mundo. Pero se pod ría decir algo
Muy pocas h istorias se narran con e l fin de idea li za r o similar con respecto a las ciudades, a las grandes metrópol is
condenar; más bien demuestran que la gama de lo posible incluso. Lo que hace diferente la vida de un pueblo es que
siempre resulta un poco sorprendente. Aunque tratan de esta es también un autorret rato vivo: un retrato comunal, en
sucesos cotidianos, la mayoría son h istorias de m isterio. cuanto que todos son retratados y retratistas. Al igua l que en
¿Cómo es que C, que es tan puntilloso con su t rabajo, dejó las ta llas de los capiteles román icos, existe una identidad de
que se volcara su ca rro ca rgado con el heno? ¿Cómo puede L espíritu entre lo que se muestra y el modo de mostrarlo:
despojar a su amante J de todos sus bienes? ¿Y por qué L, como si los esculpidos y los escultores fueran las m ismas
que norma lmente no da nada a nadie, deja que lo des- personas. Pero e l autorretrato de cada pueblo no está cons-
plumen? tru ido con piedras, sino con palabras, hab ladas y recordadas:
La historia inv ita al comentario . En real idad, lo crea, pues con opin iones, historias, re latos de testigos presenciales,
incluso e l silencio tota l se toma como una crítica. Esta puede leyendas, comentari os y rumores. Y es un retrato continuo;
se r ma lévola o intolerante, pero, de serlo, pasará a fo rmar nunca se deja de trabajar en él.
otra historia, y as í será a su vez objeto de habladurías. ¿Cómo Hasta hace re lativamente poco tiempo, los únicos mate-
es que E nunca deja pasar la oportunidad de criticar a su her- ria les de que d isponían un pueblo y sus hab itantes para defi-
mano? Más frecuentemente, los comentarios, que se añaden nirse a s í m ismos eran sus propias palabras habladas. El re-
a la historia, pretenden ser una respuesta personal de qu ien trato que e l pueblo hacía de sí m ismo, aparte de los logros
los hace, a la luz de ese suceso concreto, al enigma de la fís icos fruto del trabajo de cada cual, era lo ún ico que refle-
existencia. Y como ta l son tomados. Cada cuento perm ite que jaba e l sentido de su existencia. Un sentido que ninguna otra
cada cual se defina a sí mismo. cosa o persona reconoc ía. Sin ese autorretrato - y el "coti-
La func ión de estos cuentos, que de hecho son histo ri a lleo", que es la materi a bruta del mismo-, e l pueblo se
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habría visto obligado a dud ar de su propia existencia. Todas representan papeles, como lo hacen los personajes urbanos.
las histo ri as y todos los comentarios que ellas desencadenan Esto no se debe a que sean "sencillos" o más since ros o
(que no hacen s ino probar que ta les histo ri as han s ido menos astutos; s implemente el espacio entre lo que se
presenciadas) contribuyen al retrato y confirman la existencia desconoce sob re una persona y lo que todo e l mundo sabe
del pueblo . de el la - y este es e l es pac io de toda representación- es
A dife rencia de la mayoría, este retrato continuo es a lta- demas iado pequeño. Cuando los campesinos representan, lo
mente rea lista, info rm al y es pontáneo. Como todo el mundo, hacen para gastarse bromas. Cuando aque lla vez en que un
o qu izá más, dada la inseguridad de sus vidas, los cam pe- domingo po r la mañana, ap rovechando que el pueblo estaba
sinos neces itan un grado extremo de forma lidad; una fo rma- en misa, cuatro hombres cogie ron todas las ca rretillas que se
lidad ex presada en ce remon ias y ritua les. Pe ro co mo crea- ut ilizaban para sacar el estié rcol de los establos, y las a li-
do res de su propio retrato comunal son informa les, porque la nearon en e l atrio de la ig lesia, de modo que, al salir, todos
información está más cerca de la verdad: la verdad que la los demás hombres, t ras busca r cada cual la suya, tuvie ron
ce remon ia y el ritual solo controlan pa rcialmente. Todas las que empujarla - ¡vestidos de dom ingo como iban!- por la
bodas son s im ila res, pero cada mat ri mon io es diferente. La calle del pueblo. Por esta razón, el retrato que e l pueblo hace
muerte les llega a todos, pe ro uno llora solo . Esta es la ve r- continuamente de s í mismo es mordaz, franco, exagerado a
dad. veces, pero casi nunca idea lizado o hipócrita. Y eso es impor-
En un pueblo, la dife rencia en tre lo que se sabe sobre una tante porque la hipocresía y la idealización zanjan todas las
persona y lo que se desconoce de ella es mín ima. Puede cuestiones, m ient ras que e l real ismo las deja abiertas.
habe r cierto número de secretos bien gua rdados, pero, en Hay dos tipos de real ismo: profesional y t rad icional. El
general, apenas existe el engaño: es prácticamente im posible. rea lismo profesional, en tanto que método escogido po r un
La cu ri osidad - en e l sentido de fisgar o entremeterse- es art ista o un escritor, como yo m ismo, es siempre consciente
escasa, pues no hay neces idad de ella. La cu ri osidad es un en términos políticos; su objetivo es quebrantar una parte
rasgo del porte ro o la portera de las ciudades, que pueden ha- opaca de la ideo logía di ri gente por med io de la cual se suelen
ce rse con cierto poder o reconocim ien to dic iéndole a X lo d istorsiona r o nega r sistemáticamente ciertos aspectos de la
que este no sabe sobre Y. En el pueblo, X ya lo sabe. Por ello, rea lidad. El rea lismo trad icional tiene siempre un origen
tam poco hay apenas representación: los campesinos no popu lar y en cierto sentido es más científico que político.
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Partiendo del cúmulo de experiencias y conocimientos em- él.
píricos, plantea el enigma de lo desconocido. ¿Por qué .. .? A
diferencia de la ciencia, puede vivir sin saber la respuesta.
Pero la experiencia acumulada es tanta que no se puede igno-
rar la cuestión.
Al contrario de lo que suele decirse, los campesinos están
interesados en el mundo allende los límites del pueblo. Y, sin
embargo, es muy raro que un campesino pueda trasladarse
de un sitio a otro sin dejar de ser campesino. No puede esco-
ger su residencia. Esta le ha sido dada desde el instante
mismo de su concepción. Y por ello, el que considere que su
pueblo es el centro del mundo no se deriva de su provin-
cianismo, sino más bien de una verdad fenomenológica. Su
mundo tiene un centro (no así el mío). El campesino cree
que lo que sucede en el pueblo es típico de la experiencia hu-
mana. Esta creencia solo es ingenua si se la interpreta en tér-
minos tecnológi co u organizativos. Él la interpreta en tér-
minos de la especie hombre. Lo que le fascina es la tipo logía
de los caracteres humanos en toda su diversidad y el destino
común de nacimiento y muerte que todos compart imos. Así,
el primer plano del autorretrato vivo de l pueblo es extrema-
damente específico, mientras que su fondo consiste en todas
aquellas cuestiones que siendo las más abiertas y generales
nunca tienen una respuesta completa. De ahí el recono-
cimiento del misterio.
El viejo sabe que yo veo esto con la misma claridad que
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Ernst Fisher: un filósofo y la muerte flore ros y, a fin de pode r ir tiran do, alquilan unas cuan tas ha-
bitac ione s a sus viejo s amig os.
Era el últim o día de su vida. Claro está que ento nces no lo
Por la mañ ana, cuan do llegué, Ernst estab a pase ando por
sabía mos; no lo supi mos has ta poco ante s de las diez de la
el jardí n. Estab a delg ado, pero todavía anda ba muy ergu ido.
noch e. Tres de noso tros pasa mos el día con él: Lou (su
Pisab a muy suav eme nte, com o si, de tan ligero, s u peso
muje r), Anya y yo. nunc a llega ra a pla ntars e del todo en el suelo. Tenía pues to
Erns t Fisch e r tenía la cost umb re de pasa r el verano en un
un som brer o blan co y gris de ala anch a que Lou le habí a
pueb lecit o de Estiria. Él y Lou se hosp edab an en la casa de
rega lado hacía poco tiem po. Al igual que el resto de la ropa ,
t res herm anas que eran viejas amig as suyas y habí an sido
lo lleva ba con gran dono sura y elega ncia, pero s in preo cu-
cam arad as de Ernst y de sus dos herm anos en el Partido
pació n. Era un hom bre muy meti culo so, no con los detal les
Com unis ta austr íaco dura n te la déca d a de 1930. La más joven
de la vesti men ta, sino con la natu ralez a de las apar ienci as.
de las tres herm anas , que era la que ahor a llevaba la casa ,
Tom aba los place res prese ntes en todo su valor, y su
habí a sido enca rcela da por los nazis por ocul tar y pres tar
ca pacid ad para hacerlo no se veía en abs oluto dism inuid a
ayud a a los refug iado s políticos. El hom bre de quie n estab a
por el dese ncan to político o por las mala s notic ias que desd e
ena mora da ento nces fue deca pitad o po r un delito político
1968 no habí an deja do de llega r desd e tan tos luga res dife-
similar. rente s. Era un hom bre en cuyo rostr o no habí a huella, rastr o
En Estiria suele llover con frecuencia, y cuan do está s en
algu no de amar gura . Algu nos, supo ngo, lo llam arán inge nuo,
esta casa, a vece s, aun que haya para do de llover, t ienes la
pero se equi voca rán. Erns t Fisch er fue un hom b re que se
sens ació n de que sigue lloviendo debi do al soni do del agua
negó a echa r por la bord a o a dism inuir su alto coci ente de fe.
que llena el jardín . Este, s in em bargo , no es es pecia lmen te
En su lugar, reco locó los obje tos de esa fe y su orde n rela-
húm edo, y todo s los colo res de las muc has flores que crece n
tivo. Reci entem ente creía en el esce ptici smo.
en él disue lven su verdor. Este jard ín es un refug io. Pero para
Son la segu ridad y la fuerza de sus co nvicc ione s las que
com pren de r todo su significado, uno debe reco rdar, com o
hoy hace n que pare zca que muri ó súbi tame nte. Habí a tenid o
decía ante s, que muc hos hom b res y muje res salvaron sus
una salud delic ada desd e niño. Estaba enferm o a men udo.
vida s ocultánd os e en sus depe nden cias y fueron protegido s
Reci entem ente le habí a emp ezad o a fallar la vista, y solo
por esta s tres herm anas , que hoy disp onen herm osos
podí a lee r con una lupa de gran aum ento , pero lo más
.'
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'
norma l es que Lou le leyera. Y, s in embargo, pese a todo ello, hamacas ap iladas ya en el cobertizo, parece opresiva, fla-
nad ie que lo conociera podía creer que se estaba muriendo grantemente vac ía.
poco a poco, que cada año pertenecía un poco menos vehe- Ya hab ía empezado a llover, as í que nos sentamos en su
mentemente a la vida. Estaba del todo vivo por que estaba del habitación un rato antes de salir a comer fuera . Sol íamos sen-
todo convencido. tarnos los cuatro en torno a una mes ita redonda y charlá-
¿De qué estaba convencido? Sus libros, sus interven- bamos. A veces me tocaba de frente a la ventana, y entonces
ciones pol ít icas, sus conferencias son documentos del dom i- contemplaba los árboles del jard ín y los bosques en las lade-
nio público que responden a esta pregunta. ¿O acaso no dan ras de las col inas. Aquella mañana hab ía observado que
una respuesta lo bastante completa? Ernst Fischer estaba cuando la ventana tenía puesto e l mosqu itero, todo parecía
convencido de que el capita lismo acabaría destruyendo al más o menos bidimens ional y también muy sereno. Le
hombre, si el hombre no lo derrotaba pri mero. No se hacía damos demas iada importanc ia al espacio, continué d iciendo;
ilusiones sobre la imp lacab ilidad de la clase dirigente a lo ta l vez hay más naturaleza en una alfomb ra persa que en la
largo y lo ancho de l mundo. Reconocía que carecíamos de un mayor parte de la pintura paisajística. "Allanaremos las coli-
mode lo social ista. Le impres ionaba y estaba profundamente nas, apartaremos los árboles y colgaremos alfomb ras persas
interesado por lo que estaba sucediendo en China, pero no pa ra que tú las m ires", dijo Ernst.
creía en un mode lo chino. Lo que resu lta de verdad arduo, Íbamos a comer en una fonda situada cerca de la cima de
dec ía, es vo lver a vernos fo rzados a ofrece r visiones. las col inas y rodeada por los bosques que las pueblan. La
Cam inamos hacia el fondo de l jardín, en donde hay una idea era comprobar s i el lugar e ra adecuado para que Ernst
pequeña pradera rodeada por unos arbustos y un sauce. Le pudiera quedarse a t rabajar al lí en septiembre y octubre.
gustaba tumbarse all í a charlar y lo hacía con gesto animado, Meses antes, Lou hab ía escrito a varias decenas de hotel itos
pulsando los dedos, llevando y t rayendo las manos, como s i y pensiones de la coma rca, y esta era la única que era barata y
estuviera literalmente devanando una madeja desde los ojos sonaba prometedora. Querían aprovechar que yo tenía coche
de su interlocutor. Al hablar encorvaba ligeramente los hom- pa ra ir a echar un vistazo. Dos días después de su muerte, Le
bros, de forma que estos s igu ieran e l movimiento de las Monde le dedicó un largo artículo. "Poco a poco -decía-,
manos; y cuando escuchaba, adelantaba la cabeza a fin de se- Ernst Fischer se estableció como uno de los pensado res más
guir las palab ras del otro. Hoy esta m isma pradera, con las originales y atractivos del marxismo herético". Fischer influyó
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en toda una generación de la izquierda austríaca. Durante los asomaban a la llanura por encima de los empinados prados
últimos cuatro años había s ido repetidamente denunc iado en del otro lado del bosque. No era muy dife rente de l comedor
los países del Este por la influencia esencia l que hab ía obra- de un albergue de juventud, a excepción de que los bancos
do su pensamiento en los checos que d ieron lugar a la prima- tenían coj ines y había flores en las mesas. Las dos hab ita-
vera de Praga. Sus li bros han sido traduc idos a una gran ciones e ran idénticas, una al lado de la otra; el cuarto de baño
cantidad de lenguas. estaba enfrente de ambas, en el m ismo re llano. Las dos eran
Pero los últimos años de su vida estuvieron llenos de estrechas; tenían una cama pegada a la pared, un lavabo, un
estrecheces y d ificultades de todo t ipo. Él y Lou tenían muy austero armario y en la pared del fondo una ventana con una
poco dinero, siempre andaban con problemas económ icos y vista que abarcaba ki lómetros y kilómetros de paisaje. "Pue-
vivían en un ru idoso pisito en un ba rrio obre ro de Viena. ¿Por des poner una mesa frente a la ventana y trabajar aquí." "Sí,
qué no?, oigo dec ir a sus oponentes. ¿Acaso e ra él mejor que sí", dijo él. "Terminarás e l li bro". "Tal vez no lo acabe, pero
los trabajadores? No, pero neces itaba ciertas condiciones podría da rle un buen empujón". "Tienes que cogerl a", d ije yo.
pa ra su trabajo. En cualquier caso, él no se quejaba. Pero con Fuimos a pasear juntos, el paseo por el bosque que daría
e l ru ido constante de las fami lias y las rad ios a rri ba y abajo y todas las mañanas. Le pregunté por qué en el primer vo lu-
a un lado y al otro de su piso, le resu ltaba casi imposible tra- men de sus memorias hab ía ut ilizado varios estilos bien dife-
bajar en Viena con la concentración que él deseaba y era renc iados.
capaz de alcanzar. De ahí la búsqueda anua l de lugares tran- "Cada esti lo pertenece a una persona diferente".
qu ilos y baratos en el campo, en donde t res meses podrían "¿A un diferente aspecto de ti m ismo?"
significar la final ización de varios capítulos. Solo podían estar "No, más bien pertenecen a se res dife rentes".
en la casa de las tres hermanas hasta septiembre. "¿Y esos seres d iferentes coexisten o cuando hay uno que
Atravesamos el bosque por una empinada pista de tierra y predomina los otros permanecen ausentes?"
encontramos la pensión . Una mujer joven y su esposo esta- "Están presentes todos al mismo tiempo. Ninguno puede
ban esperándonos y enseguida nos condujeron hasta una desaparecer. Los dos más fuertes constituyen m i perso-
mesa larga en la que otros huéspedes estaban ya comiendo. na lidad vio lenta, extrem ista, arrebatada; y el otro, el ser dis-
La habitación era grande; tenía el suelo de madera, s in alfom- tante y escéptico que hay en mí".
bras de ningún tipo, y unos grandes ventana les que se "¿Discuten los unos con los otros en tu cabeza?"
.'
.•.
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ºNo". equiparada?", pregunté.
(Tenía una manera pecul iar de deci r "no", como s i hubiera " El ser escéptico se ha hecho más fuerte - d ijo- , pero
considerado en profund idad esta cuestión hacía largo tiempo tamb ién hay otras personalidades en m í". Me tomó del brazo
y tras una larga y paciente investigación hubiera llegado a sonriendo y añad ió, como tranqu ilizándome: "¡Su hegemon ía
esta conclusión .) no es tota l!".
"Se observan - continuó- . Un escultor, Alfred Hrdl icka, Dijo esto un poco jadeante y con una voz ligeramente
ha esculpido mi cabeza en mármo l. Parezco mucho más más profunda de la suya norma l; era la voz con la que ha-
joven de lo que soy. Pero de todas maneras puedes ver en blaba cuando se emocionaba, por ejemplo, a l abrazar a una
e ll a las dos personalidades que predom inan en m í: cada una persona querida.
de e llas se corresponde con un lado de la cara. Uno se parece Andaba de una forma pecul iar. Sus cade ras se movían
ta l vez a Danton; el otro t iene algo de Vo lta ire". envaradas, pero, por lo demás, su paso era el de un joven,
Sin dejar de caminar, me cambié de lado para exam inar ágil, ligero, al ritmo de sus pensam ientos. "Este libro de
su rostro, primero desde la derecha y luego desde la iz- ahora - d ijo- está escrito en un solo estilo: despegado,
qu ie rda. Los ojos eran diferentes, una diferenc ia que se veía racional, frío".
confirmada po r la existente entre las comisuras de la boca a "¿Porque es posterior?"
un lado y al otro de su rostro. El lado derecho era tierno y sal- "No, sencillamente porque en real idad en él no hab lo de
vaje. Él había mencionado a Danton. Pero yo pensé más bien mí. Trata de un período histórico. El prime r volumen trata
en un an ima l: algún tipo de cabra, qu izá, ligera de movi- además de mí y no podría haber d icho la verdad si lo hub iera
m ientos, o posiblemente una gamuza. El lado izqu ie rdo era escrito todo utilizando la misma voz. Ninguno de los seres
escéptico y, al m ismo tiempo, mucho más duro: juzgaba, d iferentes que hay en mí se encontraba por encima de la
pero se reservaba sus opin iones, ll amaba a la razón con una lucha de los otros y, por consigu iente, n inguno de el los po-
certeza inquebrantable. El lado izquierdo habría s ido infle- dría haber contado la historia con impa rcialidad . Las cate-
xible, de no haberse visto obligado a vivir con el derecho. gorías en las que solemos dividir los d iferentes aspectos de
Volví a cambiar de lado pa ra comproba r lo que acababa de la experiencia - así, por ejemplo, alguna gente me dice que
observar. no debería haber hablado de l amor y de l Com inte rn en e l
"¿Y la fuerza relativa de ambos ha estado siempre m ismo li bro- existen princ ipalmente porque les resultan
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cómo das a los ment iroso s." Siguió bajan do las escal eras al mism o ritmo que de cos-
"¿Alg una de tus perso nalid ades oculta a las demá s sus tumb re. Las tres herm anas nos esper aban en la puert a para
decis iones ?" darno s las bue nas noch es. Nos param os un mom ento a
Tal vez no oyó la pregu nta. Tal vez qu ería decir lo que charlar. Ernst explic ó que le había dado un pinch azo reum á-
dijo, indep endie ntem ente de cuál fuera la pregu nta. tico en la espal da.
Se le sentí a cu riosa m ente dista nte. Ya fuera porqu e cons-
"Mi prime ra decisión - dijo - fue no morir. Cuan do era niño
cient emen te sospe chab a lo que le ha bía suced ido, ya fuera
y estab a enfer mo, y la muer te ronda ba alred edor de mi cama ,
porqu e la gamu za que había en él, e l anim al que tanta fuerza
decid í que quería vivir". tenía en su perso nalid ad, había partid o ya en busca de un
En el cam ino de vuelta , pasam os por Gra z, y me paré en
lugar aparta do para mo rir. Me pregu nto s i no estar é utili-
una librería: quería enco ntrar un ejem plar de los poem as del
zand o ahora una visión retrospectiva. No lo creo. Ya se había
poeta serbio Miod rag Pavlovi ' c para regalá rselo a Ernst . En
alejad o de noso tros.
algún mom ento en el trans curso de la tarde, Ernst había
Atrav esam os el jardín charl ando , y dejam os atrás el so-
dicho que ya no escribía poem as y que había dejad o de ver el
nido del agua. En el café, nos senta mos en la mesa de cos-
objetivo de la poesía. "Pue de que tenga una idea antic uada de
tumb re. Hab ía algun os parro quian os. Luego se fueron . El pa-
la poesía", añadi ó. Yo qu ería que leyera los poem as de Pavlo-
trón, un homb re a quien solo le inte resab a el ojeo y la caza de
vi ' c. Le di el libro al volver al coche. "Ya lo tengo", dijo. Pero
venad os y era un tanto agarrado en la gestió n de su estab le-
me puso una mano en el homb ro. Por últim a vez sin sufrir.
cimie nto, apagó dos de las luces y fue en busca de nuest ra
íbam os a cenar en un café del puebl o. Al salir de su habi-
sopa. Lou se puso furios a y le gritó. El no oyó. Enton ces ella
tación , Ernst , que iba bajan do las escal eras detrá s de mí,
se levantó, pasó detrá s de la barra y vo lvió a encen derlas. "Yo
exhaló de repen te un grito apag ado. Me volví de inme diato.
hubie ra hecho lo mism o'', dije. Ernst sonrió miran do a Lou y
Tenía amba s mano s apret adas contr a la parte inferior de la
luego a Anya y a mí. "Si tú y lou vivierais junto s -dij o-,
espalda. "Sién tate - le dije- , túmb ate". No pa reció darse
sería una comb inación explosiva".
cuen ta. Tenía la vista fija en la distan cia. Su atenc ión estab a
Cuan do vino el segu ndo plato, Ernst no pudo probarlo. El
allí, no aq uí. En ese mom ento pensé que se debía a que el
patró n se acerc ó a pregu ntar si no esta ba buen o. "Está muy
dolor era muy fuerte. Pe ro, al parecer, se le pasó enseg uida.
bien prese ntado -res pond ió Ernst, soste niend o el plato con
.'
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la comida intacta delante de él- y excelentemente cocinado, Ernst a cuestas hasta e l interior de la casa y lo subió a su
pero creo que no podré comérmelo". Estaba pálido, y d ijo habitación. Yo iba detrás de ellos sosteniéndole la cabeza
que le dolía la parte baja del estómago. pa ra que no se diera con las jambas de las puertas. Lo echa-
"Volvamos", sugerí yo. De nuevo, como respuesta a m1 mos en la cama. Hicimos m il cosas inútiles intentando ocu-
sugerencia, volv ió a fijar la vista en la distanc ia. "Todav ía no pa r el tiempo m ientras esperábamos la llegada del médico.
- respondió-, dentro de un rato". Pero incluso esa espe ra no era más que un pretexto. No hab ía
Term inamos de cenar. Apenas se tenía de pie, pero in- nada que hacer. Le d imos masaje en los pies, le pusimos una
sistió en que no necesitaba ayuda. De camino hacia la puerta, bolsa de agua cal iente, le tomamos el pulso. Le pasé la mano
me puso una mano en e l homb ro, como había hecho antes po r la frente gé lida. Sobre la sábana blanca, sus manos bron-
en el coche. Pero expresaba algo muy diferente. Y el roce de ceadas, cerradas sin fuerza, parecían separadas del resto de l
su mano ahora era todavía más ligero. cue rpo. Se d iría que habían sido amputadas a la a ltu ra de las
No habíamos recorri do ni un kilómetro cuando d ijo: " Me muñecas. Al igua l que se cortan las patas de lanteras de un
pa rece que me voy a desmayar". Detuve el coche y lo sostuve an ima l muerto en el bosque.
rodeándo lo con el brazo; su cabeza cayó desmayada sobre Llegó el médico. Era un hombre de unos 50 años. Can-
mi hombro. Resp iraba con d ificultad . Con el ojo izqu ierdo, e l sado, pálido, sudo roso. iba vestido como un campesino, s in
ojo escéptico, me m iró fi jamente a la ca ra. Una mi rada escép- corbata. Pa recía un vete ri nario. "Sosténgale el brazo - dijo-
t ica, interrogativa, inqueb rantab le. Un momento después era mientras le pongo una inyección". Int rodujo la fina aguja en
una m irada vaga. la vena, de forma que el líquido fluyera por el la como e l agua
Anya hizo una seña a un coche que pasaba y regresó a l a lo largo de la conducción de madera que at ravesaba e l jar-
pueblo en busca de ayuda. Vo lvió en ot ro coche. Cuando d ín. En ese momento estábamos solos en la habitación . El
abrió la puerta de l nuest ro, Ernst intentó salir. Fue su últ imo médico meneó la cabeza. "¿Qué edad t iene?". "73". "Parece
mov im iento instintivo: ser ordenado, vo luntarioso, pulc ro. mayor'', dijo .
Cuando llegamos a la casa, la notic ia nos hab ía prece- "Vivo no aparentaba su edad", respondí yo.
d ido, y la verja ya estaba ab ierta, de modo que pudiéramos "¿Había tenido un infarto antes?"
entrar en e l coche hasta la puerta. ºSI'.
El joven que había tra ído a Anya desde el pueblo llevó a " Esta vez no tiene ninguna posibilidad", d ijo.
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Lou, Anya, las tres hermanas y yo nos reunimos al red edor
de su cama. Ya se había ido.
Además de pintar escenas de la vida cotidiana en las pare-
des de las tumbas, los etruscos tallaban en las tapas de los
sarcófagos una figura de tamailo natural, que representaba a
la persona muerta. Por lo general, estas figuras están recli-
nadas, apoyadas sobre un codo y con los pies y las piernas
distendidos, como si estuvieran reposando en un diván, pero
tienen la cabeza y el cuello vigilantes y su mirada parece cla-
vada en la distancia. Los etruscos labraron miles de tallas de
este tipo; todas ellas están ejecutadas con rapidez y res-
ponden más o menos a una fórmula fija. Pero por estereo-
tipado que sea todo lo demás, no deja de sorprendernos la
atenc ión con la que miran a lo lejos. Dado el contexto, la d is-
tancia es seguramente tempora l, más que espacial: es el fu -
turo que los muertos proyectaron en vida. Tienen la vista fija
en esa distancia como si pudieran alargar la mano y tocarl a.
Yo no puedo tallar un sarcófago. Pero creo que hay ciertas
páginas de Ernst Fischer en las que el escrito r adopta una
post ura pa recida y alcanza una clase similar de expectación .
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Gabriel Garc ía Márquez: trata de la muer te, de una muer te violenta. la narración, con-
el secretario de la mue rte la vuelve a leer tada con la persp ectiv a de hoy, descr ibe lo q ue suced ió entre
las 5.30 y las 6.30 de una mai'lana de febrero hace un cuart o
Un buen amig o mío se suicid ó antea yer hacié ndos e volar la
de siglo, cuan do Santi ago Nasa r - de ascen denci a árabe y en
tapa de los sesos . Hoy su muer te hace q ue se ago lpen en mi
ese mom ento aquej ado de una inme nsa resac a a resul tas de
cabez a m il recue rdos de su vida, que ahora veo tal vez no
la juerg a en que había acaba do la boda celeb rada la tarde
más clara ment e, pero sí con más certe za que antes . La vida,
anter ior- es acuchi llado desp ués de que el desco nso lado
cuan do está siend o vivida , siem pre tiend e a simplificar; por
novio descu brier a que la novia no era virgen; acuch illado
eso, algun as histo rias se cuen tan con el fin de opon erse al
contr a una de las dos puert as de su propia casa, que su
oport unism o de tales simp lificac iones . En cierto sentido, una
madr e, por lo gener al tan clariv ident e con los sueño s de su
histor ia no va a ningu na parte: se limita a estar ahí, al igual hijo, había mand ado cerra r sin darse cuen ta, cortá ndole así la
que el amig o que me ha dejad o está ahora en mi imag inaci ón.
huida de los cuchillos de matarife de los do s herm anos Vica-
Estas sencillas ideas están re lacion adas con el nuevo
rio, a quien es el hono r había forzado a mata r (pese a todos
libro de Gabriel García Márquez, Crónica de una muer te sus esfue rzos para prevenir a su víctima y, por consi guien te,
anunciada, ya sea en lo que se refiere a la historia en sí mism a
para dejarle escap ar) al homb re a quien su herm ana Ángela,
o la forma de conta rla. Quie ro toma r princ ipalm ente en con-
la novia , en un mom ento de verdad o de aberr ación - ¿quié n
sideración esta última, porqu e García Márq uez es un narra-
sabe?- había nomb rado aquella noch e como el que la había
dor ejem plar en una t radición ya rara para quien es vivimos e n
desfl orado .
la cultu ra de la OTAN. Com prend iendo un poco mejo r la
La histo ria es más auste ra que cualq uier otra de las suyas .
forma de narra r de García Márquez, tal vez poda mos saber
Se diría que fue escrita por un inves tigad or ansio so por
un poco más acerc a de la mayor parte de los pobla dores del
descu brir la pura verda d de un asunt o. Pero al no ser un libro
mund o, e inclu so sobre nuest ro propi o futuro, cuan do nues-
típico del prote stant ismo occid ental, el mode lo del inves-
t ra cultu ra caiga en pedaz os. tigad o r no es el detective, sino más bien el exper to en jeroglí-
Com o otros cuen tos suyos, este trans curre en algún lugar
ficos. Al igual que los pétal os de una marg arita en torno a su
de Colombia, el país natal de García Márquez. Es muy corto ,
cabez uela, las líneas de la inves tigac ión están centr adas alre-
apen as 120 págin as. Al igual que El otoño del patriarca, este dedo r de un mom ento, que es el mom ento del asesi nato
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contra la puerta. Todo gira alrededor de l instante en que San- m iste ri os, sino porque ninguno de nosotros podía seguir vi-
t iago Nasar (de 2 1 años, propietario de un rancho y halco- viendo s in sabe r con exactitud cuál era el s itio y la m isión que
nero), aterrado, llama a gritos a su madre por última vez. le había as ignado la fatalidad.
¿Y qué es lo que espera descubrir García Márquez con De todos m is contempo ráneos, García Márquez es el que
todos estos cortos, finos pétalos de investigac ión? Nunca más adm iro. Tal vez no sea una adm iración des interesada. En
una motivac ión psicológica. Nunca una inocencia o cu lpa- a lgunos países, los críticos han comparado mi ficción más
bilidad legal. Nunca un proceso de causa y efecto. Nunca la rec iente con la suya, y es cierto que yo no lo conside ro como
patología de la embriaguez o la sexualidad. Nunca una his- lo haría un crítico, sino como a un colega en e l arte de la
toria de éxito o fracaso . Solo qu iere demostrar lo que puede na rración.
haber sucedido aquell a madrugada en la plaza pública cuan- ¿Pero qué arte es ese? Ga rcía Márquez se propone pre-
do el pueblo ya estaba desp ierto y en la calle; po rque si lo de- servar un m isterio. ¿Quiere esto dec ir que es un oscurantista
muestra y si nos pe rm ite a qu ienes lo escuchamos hacernos que se aprovecha o d isfruta de la m istificac ión por la m istifi-
una idea de lo que puede haber suced ido, es posible que e l cación? Tal acusación sería absurda en su caso; García Már-
destino de todos los impl icados - Nasar, su novia, su quez es también un gran peri odista profesional compro-
madre, los dos hermanos que vengan de mala gana el honor metido en la expl icación de los m itos ideo lógicos y en la
de su hermana, la novia y el novio- resulte engarzado lucha por el derecho democrático a estar informado. Hab la
(como una piedra preciosa en un ani ll o) en todo su m isterio. de " la m isión que la fata lidad nos ha as ignado". Y, s in em-
Las novelas de detectives se proponen reso lver un m isterio. bargo, su sentido de la histo ri a es s in duda marxista. ¿Cuál es
La Crónica de una muerte anunciada se propone preservarlo. la forma y la trad ición de la narrac ión que reconcilia lo que
Du rante años no pudimos hablar de otra cosa. Nuestra nos han enseñado a ver como contradicciones irrecon -
conducta diaria, dom inada hasta entonces por tantos háb itos ci li ab les?
lineales, había empezado a girar de go lpe en torno de una Un momento de reflex ión basta para demostrar que toda
m isma ans iedad común. Nos sorprendían los ga ll os de l ama- historia basada en la vida rea l empieza, para e l narrador, con
necer tratando de ordenar las numerosas casualidades en- su fina l. La historia de Dick Wh ittington se convierte verdade-
cadenadas que habían hecho posible el absurdo, y era evi- ramente en histo ri a cuando por fin llega a se r alcalde de Lon-
dente que no lo hac íamos po r un anhelo de esclarecer dres. La historia de Romeo y Ju li eta empieza de verdad
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después de su muerte. La mayoría, si no todas, las historias crónica, a l igual que el poema épico, vuelve a narrar de una
empiezan con la muerte de l protagon ista. Es en este sen tido forma más memorab le lo que por lo general ya se sabe; la no-
en el que podemos decir que los narradores son los sec re- vela, por el contrario, revela lo que es sec reto en una fami lia
tarios de la muerte. Es la muerte quien les entrega el a rch ivo. de vidas privadas. El novel ista hace una seña furt iva a l lector
Este está lleno de hojas de papel un iformemente negras, pero invitándole a entrar en el dom icilio privado y allí, llevándose
e ll os t ienen ojos para lee rl as, y es partiendo de tal a rchivo los dedos a los labios en ademán de s ilencio, observan jun-
cómo construyen la historia para los vivos. La cuestión de la tos. El cronista cuenta su h istoria en la plaza de l mercado
inventiva, en la que tanto insisten ciertas escuelas de crítica compitiendo con el clamo r de todos los demás vendedores:
moderna y ciertos estudiosos, resu lta aquí claramente ab- su triunfo ocasional consiste en crear un s ilencio en torno a
surda. Todo lo que los na rrado res necesitan, o t ienen, es la sus palabras.
capacidad para leer lo que está esc rito sobre negro.
Así pues, el novelista y el na rrado r son dife rentes, y es obvio
Pienso en una pintura de Rembrandt conse rvada en La
que pertenecen a períodos históricos distintos y que las cla-
Haya que represen ta a Homero ciego; es la imagen sup rema
ses dom inantes a las que se oponen o con las que colaboran
de uno de estos secretarios. Me gusta la idea de imaginar al
no son las mismas en ambos casos. Y, s in embargo, existe
lado de esta pintu ra una fotografía de Garc ía Márquez, con su
as im ismo una dist inción interna re lacionada con e l t iempo de
cara de bon vivant y su insu ltante energía. No hay nada de
la narración. Las novelas se inician con el d rama de la espe-
pretencioso en esta comparación : nosotros, los sec retarios
ranza: las esperanzas en las que los protagon istas cifran sus
de la muerte, acarreamos e l mismo sentido de l deber, el
vidas. La novela, como forma, no se presta al relato de las
mismo pudor obl icuo {nosotros hemos sobrevivido; los
vidas de los más desva lidos. {Dickens rescata a los más indi-
mejores nos han dejado) y el mismo oscuro o rgul lo que no
gentes de sus pe rsonajes a fin de que puedan convertirse en
nos pertenece más de lo que lo hacen las historias que con-
tamos. Sí, me gusta imaginar esta foto colgada al lado de personajes de una novela.) Y así, los t iempos de la novela, o
más bien del corazón de l lector de novelas, son el futu ro o el
aque lla pintura.
cond icional. Las nove las tratan de l deven ir.
Es significativo que el libro reciba e l nomb re de crónica.
El tiempo de la crónica, de l re lato de l narrado r, es el pre-
La trad ición narrativa de la que hab lo t iene muy poco que ver
sente histórico. La historia se refie re ins istentemente a lo que
con la novela. La crónica es pública y la nove la es privada. La
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ya ha acabado, pero lo hace de ta l modo que pueda preser- t iempo diferente, en el que, casi de forma litera l, todo ha s ido
varse, aunque ya haya suced ido. Este preservar no es tanto d icho y hecho.
una cuestión de recuerdos como de coexistencia del pasado Para decirlo con toda sencillez, esta es una historia sobre
con e l presente. Las crónicas épicas tratan del ser. El instante la gente contada a la gente que todavía cree que la vida es una
del ases inato de Santiago Masar, ese momento a las 6.30 de historia. Nad ie escoge su propia historia. Pero, por defi-
una mañana hace 25 años, sigue estando presente. nición, toda historia vivida u o ída t iene un s ign ificado. El pre-
Tal vez, esto hace que la historia suene prod igiosa. Aque- guntarse s i este s ign ificado es objetivo o subjetivo no es s ino
llos que conocen la obra de Garc ía Márquez no lo creerán, y salirse de l círculo formado por los oyentes. Preguntar cuál es
t ienen razón. En real idad, este es el más cotidiano, e l más e l s ign ificado es preguntar por lo indec ible. No obstante, la fe
ord inario, de todos sus libros. Todos los personajes son pe- en el significado promete una cosa, y es que este, neces-
queño bu rgueses de una ciudad de provinc ias. Sus preocu- a ri amente, ha de poderse compartir.
paciones cotid ianas son cortas de m iras, triviales. No hay en Estas historias comienzan con la muerte, pero nunca aca-
todo el libro ni una sola incl inación noble. Cuando se d irige ban en abandono. Cuando llama a gritos a su madre por
hac ia su muerte, Santiago Nasar (qu ien, en m i opinión, no última vez, Santiago Nasar está sufriendo una soledad terri-
sedujo a Ánge la y moriría absurdamente por un acto que ble. Durante más de 20 años, Ángela vivirá sola con su se-
nunca cometió) está todavía calculando, con una curiosidad creto y sus recuerdos. Al fina l, su agraviado y desconsolado
un tanto inút il (en unos segundos esa inutilidad adqu irirá la esposo, qu ien nunca llega ría a abrir ni una siqu iera de las
cualidad de un paraíso), cuánto le habrá costado exactamente miles de cartas que ella le fuera enviando, vue lve a vivir con
a l nov io el convite de la boda celebrada la tarde anterior. e ll a: ta l era la soledad de ambos durante todos esos años.
No obstante, todos los personajes de la historia (¿era Hay una soledad amarga, pero no hay abandono, pues todos
acaso d iferente en la vida rea l?) tienen otra dimensión; una están comp rometidos en una interm inab le lucha por vis lum-
d ign idad que nada t iene que ver con e l poder, s ino con la ma- bra r a lgo más al lá del absurdo. Todos están leyendo, pero no
ne ra en que viven su dest ino. Esto no ent raña ni pasividad ni es un li bro lo que leen . De la m isma mane ra, leo yo la vida de
renunc ia a la elección. La noción de destino confunde al m1 am igo, que se acaba de suicidar cuando, a mi pa recer,
nove lista occidenta l ún icamente po rque piensa que este exis- más fe liz era.
te en e l m ismo t iempo que el libre albed río. Pero existe en un
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Roland Barthes: dentro de la máscara diferencia haga que el ejerc1c10 de escribi r el libro parezca
mucho más egocéntrico de lo que es realmente. La editorial
Hay en Francia una colección de libros ilustrados sobre la
McMillan le ha dado al libro un sello aristocrático.
vida y la obra de autores y todo tipo de creadores; la gama es
El libro, sin embargo, es muy original, y su originalidad
muy extensa, se puede encontrar en ella tanto a Aristófanes
no se pierde ni siquiera después de semejante transfor-
como a Borís Pasternak. Cada volumen incluye además de la
mación. La originalidad no es el resultado, como se d ice en la
biografía del auto r en cuestión, una serie de citas escogidas
solapa, de que en él Barthes hable con tanta libertad de sí
de sus obras. Son unos libros baratos, y se dirigen a un pú-
mismo. Es original porque equivale a un cuestionamiento ori-
blico muy ampl io; su objet ivo -al que contribuyen las ilus-
ginal: es un libro en el que se permite que el lenguaje cues-
traciones- es dar a conocer a l público en genera l a ciertos
tione la historia de una vida intelectual y asi mismo a l sujeto
escritores. La idea del álbum familiar desempeñó posible-
cuya vida describe. Es, si se quiere, una confesión del len-
mente un papel importante e n la concepción de la colección.
guaje de Barthes. Y él cree que el lenguaje de una persona (la
Roland Barthes empieza así su libro:
forma peculiar en la que se despliega en torno al centro de su

Para comenzar, he aquí algunas imágenes: ellas son la conciencia) es, entre otras cosas, una proyección del cuerpo
de esa pe rsona:
porción de placer que el autor se otorga a sí mismo al ter-
minar su libro. Es un placer de fascinación (y por ello
Diferente a la sexualidad de segunda mano, lo sexy de un
mismo bastante egoísta). Solo he conse rvado las imá-
cuerpo (que no es su belleza) depende de que sea posible
genes que me dejan estupefacto, sin yo sa ber por qué
marcar (fantasmar) en él la práctica amorosa a la cual se
(esta ignorancia es característica de la fascinación, y lo
le somete en pensamiento (se me ocurre precisamente
que diré de cada imagen no será nunca sino imaginario) ·l esta, y no tal otra). Asimismo, distinguidas dentro del

Es necesario explicar la diferencia de contexto -y Barthes, texto, se diría que hay frases sexy: frases que turban por su
quien hacía mucho hincapié en él, sería el primero en ha- aislamiento mismo, como si detentaran la promesa que se
nos hace a nosotros, lectores, de una práctica de lenguaje,
cerlo-, ya que cuando el mismo libro se publica a un precio
casi ocho veces más alto y como único título de este t ipo, se como si fuéramos a busca rlas en virtud de un goce que

convierte en un objeto diferente. Y es muy probable que esta sabe lo que quiere.
.'
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El libro consta de una sección que contiene fotografías a par- No es posible defin ir en una reseña de este tipo los térm inos
tir de las cuales Sarthes se cuestiona sobre su infancia. mediante los cuales Sarthes se interroga a sí m ismo. Lo má-
(Nació en 1915 y pasó los primeros 15 años de su vida en Sa- ximo que se puede decir es que a Sarthes le inte resan los
yona.) A esta sección le s iguen 140 páginas de conside- puntos ciegos del lenguaje, y los espacios en los que no se
raciones breves e independientes, cada una de e llas enca- pueden emplea r las palab ras tal como se ut ilizan conforme a
bezada por un títu lo . Yo d iría que pueden lee rse en cualquier la convención. Para explorar este interés tiene que "tomar
orden. No se repiten, pero se conectan, y esta conexión cons- prestadas" palab ras, y esto en ocasiones con lleva cierta oscu-
t ituye su un idad. Cuando se conectan, se puede trazar su ridad. Y, a veces, el esfuerzo que encierra pa rece despropor-
práctica lingüística hasta el muchacho de Sayona, y cuando cionado con respecto a la extensión del espacio sugerido.
se desconectan se d irigen de una forma desconcertante a los Cuando sucede esto, uno recuerda lo privilegiado que es Sar-
lenguajes (político, psicológico, retórico, sexual, científico) thes (europeo, miembro de la é lite inte lectual parisiense, có-
que han contri buido a la formac ión de a lgunos de nosotros, modo con su situación). Pero é l es el prime ro en recono-
europeos. Por ejemplo: ce rl o, y utiliza su privilegio para alcanzar ese háb ito de cues-
t iona rse que es un producto del ocio y simu ltáneamente de la
El regreso como farsa: profundamente impres ionado, otro- d isciplina. (Puede que la esperanza que insp ira a Sarthes no
ra, e impresionado para siempre, por aquella idea de Marx
esté muy lejos de la de André Gide.) Nadie puede desen -
de que en la Historia, la tragedia regresa a veces como
mascarar a Sarthes porque, antes de term inar el párrafo, él
farsa. La farsa es una forma ambigua, pues deja que se mismo se ha qu itado la máscara para mostrar cómo es desde
perciba en ella la figura de lo que rep ite irrisoriamente; así
dentro.
en el caso de la Contabilidad: va lo r fuerte en la época en
que la burguesía era progresista, rasgo mezqu ino cuando El adjetivo
esta burguesía se ha vue lto triunfante, juiciosa, explo- To lera mal toda imagen de s í mismo, sufre s 1 es nom-
tadora; lo mismo pasa con lo "concreto" (coartada de tan- brado. Considera que la perfección de una relac ión hu-
tos sabios mediocres y polít icos pedestres), que no es mana depende de esa vacancia de la imagen: abo lir entre
más que la farsa de uno de los va lores más altos: la exen- los dos, entre el uno y el otro, los adjetivos; una relac ión
ción de sentido. que se adjetiva está del lado de la imagen, del lado de la
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dom inac ión y de la muerte.
1 Este capítu lo es una reseña de la edición inglesa
De no ser por lo desca bellado de su precio, recomenda ría
(Roland Barthes, MacM illan , Lond res, 1977) del libro: Barthes,
am pl iamente este libro. La experi encia de conoce r a Barthes
Ro land, Roland Barthes par Roland Barthes, Éd itions du Seuil,
es inestimable. Me imagino que es un maest ro excelente y un
Pa rís, 1975 (vers ión castellana: Roland Barthes por Roland
buen am igo. Sus puntos de d ive rgencia son muchas veces
Barthes, Ka irós, Barcelona, 1978). Todas las citas de este ca pí-
pequeños e incluso va liosos. Su escrit ura, en su o rgu llo y su
t ulo corresponden a este libro.
reticencia, es a ltamente estética. Sus conclusiones son en
muchas ocasiones utó picas. La más utóp ica de sus creencias
es que de alguna mane ra e l lenguaje puede red im ir el alma.
Pero me rece confianza. Y eso no es mu y común. No es un
oport un ista. No repite lo que han d icho ot ros. Y en su bús-
queda de la verdad s iempre se sien te inclinado hacia lo que
no ha s ido revelado previamente: el interio r de la másca ra, el
lado interno de las palab ras.
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Navegando en la corriente joyceana miedos en el que nad ie se atrevía a preguntarse nada y en el
que todos util izaban todo su va lor - po rq ue valor no les fal-
La pri me ra vez que navegué por el Ulises de Jam es Joyce tenía
taba- pa ra someterse a lo que fuera s in protesta r. Era la edi-
14 años. Uti lizo el término navegar en luga r de leer porq ue,
ción inglesa publicada en Francia por la editorial Shakes peare
como ya nos lo recuerda su título, el libro es un océano : no
and Co. Stowbird la había comprado en su último viaje a
se lee, se navega. Como todos los que han pasado una infan-
París antes de que estallara la guerra. Solía llevar una larga
cia solitaria, a los 14 años yo tenía una imaginación adulta,
gabardina y una boina negra compradas en la mis ma o ca-
preparada para hacerme a la mar; lo que me faltaba e ra expe- .,
s1on.
riencia. Ya había leído Retrato del artista adolescente,! y su tí-
Cuando me lo dio, yo creía que era un libro prohibido en
tulo era el título honorario que me daba a mí mismo, en mis
Inglaterra, aunque en realidad ya no lo era. Sin emba rgo, para
ensoñaciones, una especie de coartada o de salvoconducto
mí, el muchacho de 14 años, su "ilegalidad" era una prueba
para presenta r cuando los mayores, o uno de sus age ntes,
de la evidente calidad literaria del libro. Y en eso, tal vez, no
me pedían explicaciones.
me equivocaba. Estaba convencido de que la legalidad era un
Era el invierno de 1940-1941. Joyce se estaba mu riendo en
pretexto o una pretensión arbitraria. Necesa ria para el con-
Zú ri ch de una úlcera gastroduodenal. Pero eso yo no lo sabía
trato social, indispensable para la supervivencia de la socie-
en tonces . No creía que fuera morta l. Sabía qué aspecto ten ía
dad, pero contraria a la mayor parte de la experiencia. Lo
e incl uso que padecía de la vista; no lo imaginaba como un
sa bía po r instinto, y cuando leí el libro por primera vez, mi
d ios, pe ro en s us palabras , en sus interm inab les idas y ven i-
en tusiasmo fue en aumen to al comproba r que su supuesta
das, sentía que estaba siempre presente. Y por ello no ex-
ilegali dad como objeto quedaba más que confi rmada po r la
puesto a la muerte.
ilegi timidad de las vidas y almas con tenidas en el relato.
Mient ras leía el libro, se estaba librando una cruenta bata-
El libro me lo había pasado un amigo que era un profesor
lla sob re Londres y la costa merid ional de Inglaterra. Todo el
subve rsivo. Se llamaba Arthur Stowe. Yo le llamaba Stowbird
{pájaro clandestino). A él se lo debo todo. Fue él quien me mundo creía que el país iba a ser invadido. El futuro era in-
cierto. Entre las piernas me estaba haciendo hom bre, pe ro
echó una mano a la que agarrarme para salir del sótano en el
que había sido educado, un sótano de tabúes, de normas , de era bastante posible que no llegara a vivir lo sufi ciente para
descubrir cómo era la vida. No sabía cómo era la vid a, claro
convencionalismos, de idées refues, de prohibiciones y
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que no. Pero tampoco me creía, por supuesto, lo que me con- compañía de los ins ignificantes, de los que no t ienen voz, de
taban, ya fuera en la clase de h istoria, por la radio o en el só- los publicanos y pecadores, como d ice la Biblia, de la gente
tano. de baja estofa. Ulises rebosa ese desdén de los representados
Lo que me contaban eran pequeñeces que se perdían en po r aquel los que afirman (falsamente) representa rlos y está
la inmensidad de lo que no sabía y de lo que, ta l vez, nunca plagado de las tiernas iron ías de aque llos de qu ienes se d ice
sab ría. No me sucedía lo mismo con U/ises. Este libro con- (fa lsamente) que son unos perdidos.
tenía esa inmensidad. No la fingía; la inmensidad lo impreg- Pero no se quedó ahí. Aquel hombre que me mostraba la
naba, manaba por él. Vue lve a parecer pertinente su compa- vida que ta l vez nunca llegaría a conocer, aquel hombre que
ración con un océano, pues, ¿no es acaso el libro más líquido nunca fue arrogante con nad ie y que hasta hoy sigue siendo
que se haya esc rito nunca? pa ra mí el ejemplo de l verdadero adu lto - es dec ir, de la per-
He estado a punto de esc ri bi r: en aque lla primera lectura sona que conoce íntimamente la vida porque la ha aceptado
no entendí muchas cosas. Pero sería fa lso. No entend í nada. como es- , aque l hombre no se quedó ahí, pues su penchant
Y no hubo párrafo que no me prometiera lo mismo: la pro- po r los hum ildes le llevó a buscar la misma compañ ía dent ro
mesa de que muy abajo, bajo las palabras, bajo las afi rma- de cada uno de sus personajes: escuchaba sus estómagos,
ciones y los interminables juic ios mo ra les, bajo las opiniones sus do lores, sus tumescencias; oía sus pri meras impre-
y las lecciones y las jactancias e hipocresías de la vida coti- siones, sus pensam ientos s in censurar, sus d ivagac iones,
d iana, las vidas de los adultos estaban compuestas de los sus oraciones s in palab ras, sus desabridos gruñidos y sus
mismos ingred ientes de los que estaba hecho e l libro: asa- agitadas fantasías.
du ras, despojos salteados en d ivinidad. La receta por exce-
Un d ía de l otoño de i 941, m i padre, que debía de llevar algún
lencia.
t iempo preocupado por mí, vigi lándome, dec idió echar un
Aun a aque lla temprana edad, reconocí la prod igiosa
vistazo a los libros que ten ía en la estantería al lado de la
e rud ición de Joyce. En cierto sentido, era la encarnación del
cama. Y me confiscó cinco, U/ises entre ellos. Aque lla misma
Saber, pero del Saber despojado de toda solemn idad, el
noche me d ijo lo que hab ía hecho y añad ió que los había
Saber que se quita el bi rrete y la toga pa ra convertirse en ju-
guardado en la caja fuerte de su oficina. Por entonces estaba
glar y bufón. Pero, quizá, más importante todavía me pareció
rea lizando una importante tarea bélica para e l gob ierno cuyo
entonces e l t ipo de compañía que se buscaba ese Saber: la
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objetivo era incrementar la producción industrial. Me imaginé lo alto esqu ivas frondas de plata. Día tras días: noche tras
m1 ejemplar de Ulises, con la etiqueta de altamente noche, elevadas, sumergidas, dejadas caer. Señor, están
confidencial, guardado bajo llave junto con las ca rpetas de fatigadas: y, en respuesta al susurro, suspiran . San
secretos gubernamentales. Ambrosio lo oyó, suspiro de hojas y olas, esperando,
Me puse fu rioso como solo puede ponerse un ado les- aguardando la plen itud de los t iempos, diebus ac noctibus
cente. Me negué a comparar el dolor de mi pad re con el m ío, iniurias patiens ingemiscit. Reun idas para ningún fin: vana-
como él me hab ía dicho que hiciera. Le hice un retrato -el mente soltadas luego, fluyendo al lá, volviéndose atrás:
cuad ro más grande que había pintado hasta la fecha-, en el telar de la luna. Fatigadas tamb ién a la vista de amantes,
que le d i un as pecto d iabólico, unos colores mefistofé li cos. hombres lascivos, una mujer desnuda resplandeciendo en
Sin embargo, pese a m i rabia, tuve que term inar recono- su reino, e ll a atrae hacia sí una redada de aguas. 2
ciendo algo más: la historia del libro confiscado y del padre
preocupado por el alma de su hijo, de la caja fuerte y los
a rch ivos gubernamentales podría haber sido sacada del libro
en cuestión y habría sido narrada con ecuan imidad y s in
od io .
Hoy, 50 años después, s igo viviendo la vida en cuya
preparación tanto contribuyó la lectura de Joyce, y me he con-
vert ido en escrito r. Fue é l qu ien me enseñó, cuando yo nada
sabía, que la literatu ra es enem iga de toda jerarquía y que
separar los hechos de la imaginación, e l suceso de los senti-
mientos, al protagonista de l narrador es quedarse en t ie rra,
no llegar a hacerse a la mar.

Bajo la marea creciente vio las algas retorcidas elevarse


lánguidamente y balancear brazos re luctantes, subiéndose
las enaguas, en agua susurrante mec iendo y volv iendo a
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1 Joyce, James, A Portrait of the Artist as a Young Man


(1916] (versión castellana: Retrato del artista adolescente,
lumen, Barcelona, 1976) [N del Ed.].
2 Joyce, James, Ulises (1922) (vers ión castellana: Ulises,
lumen, Barcelona, 1989) [N. del Ed.).
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Un regalo para Rosa Luxemburg particularidades de cada una de las plantas. Sus plantas le ha-
cían compañía. Charlaba y bromeaba con ellas.
¡Rosa! Te conozco desde que era un niño. Y ahora tengo dos
Aunque no hablo polaco, el país eu ropeo donde qu izá me
veces la edad que tenías t ú cuando te golpea ron hasta la
s ienta más cómodo es Polon ia. Com parto con su gente a lgo
muerte en enero de 19 19, unas semanas después de que fun -
parecido a su orden de prioridades. A la mayoría no les inte-
da ras el Partido Comunista Alemán junto con Karl Liebk-
resa el poder porque conocen bien toda la mierda que puede
necht.
haber en él. Son expertos en so rtear los obstácu los. Se las
Mu chas veces apareces en la página que estoy leyendo, y
apañan como pueden, y para ello no paran de inventarse tru-
a veces en la que estoy intentando escri bir: apa reces para reu-
cos. Respetan los secretos. Tienen memoria. Hacen una ma-
nirte conmigo con una sonrisa, saludándome con un leve
ravillosa sopa de acede ras con acede ras silvestres. Y s iempre
mov im ien to de cabeza. Ninguna página ni ninguna de las cel-
qu ie ren estar alegres.
das en las que te ence rraron repetidamente pud ieron con te-
Algo así d ices tú en una de tus fu riosas cartas desde la
nerte.
cárcel. La autocompas ión te hac ía enfadar, y res pond ías a
Quiero enviarte algo. Antes de que me lo d ieran a mí, este
una carta quejumb rosa de un am igo. "Ser un se r humano'',
objeto estaba en la ciudad de Zamo 's 'c, en el sureste de
d ices,
Polon ia, la ciudad en la que naciste y donde tu pad re se dedi-
caba al negocio de la madera. Pero esa no es la ún ica cone- es lo más impo rtan te, por encima de todo lo demás, y eso
xión que gua rda contigo el objeto en cuestión. s ign ifica se r fi rme y cla ro y alegre, sí, a legre, a pesar de
El objeto pertenecía a una am iga polaca que se llamaba todo y de nada, po rque quejarse solo es pa ra los débiles.
Jan ine. Ella vivía sola, no en una elegan te plaza princ ipal, ta l Ser un ser humano s ign ifica lanza r con alegría toda tu vida
como tú h iciste en los dos pri meros años de t u vida, s ino en a la gigantesca balanza de la suerte, s i ha de ser as í, y, al
una pequeña casa suburbana a las afueras de la ciudad . mismo t iempo, regocijarse con la luz de cada d ía y la be-
La casa de Jan ine y su m inúscu lo jardín estaban llenos de lleza de las nubes.
macetas. Incluso las había en el suelo de su dorm itorio. Y
Duran te los últ imos años ha apa recido en Polon ia un nuevo
nada le gustaba más cuando algu ien iba a visitarla que irl e
t ipo de negocio, y los que se ded ican a él rec iben el nombre
señalan do al vis itante, con su mano añosa de t rabajado ra, las
de stacz, que s ign ifica "guardar el sitio". Uno paga a un
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hombre o a una mu¡er para que haga cola por e llos, y des- de pu ri ficador la libertad política depende de esta caracte-
pués de horas (la mayoría de las colas son muy largas), cuan- rística esencial, y su eficacia desaparece cuando la "liber-
do el stacz ha llegado a l princip io, la persona que le ha pa- tad" se convierte en un privilegio especial.
gado lo sustituye. Las colas pueden ser para comprar algún
Janine tomó e l tren a Moscú para comprar oro. El oro en
a limento o utens ilio de cocina, para tram itar algún t ipo de
Moscú cuesta un tercio de lo que costaba en Polon ia. Tras
licencia, para que te sellen un documento, para que te den
dejar la estación Belorussky, después de muchas vue ltas ter-
azúcar o unas botas de goma ...
minó dando con e l callejón, donde los joyeros que le habían
No paran de inventarse trucos para salir ade lante.
ind icado ten ían an illos en venta. Ya había una larga cola com-
A principios de la década de 1970, m i amiga Jan ine de-
puesta de otras muje res "extranjeras" esperando, como e lla,
cid ió tomar un tren a Moscú, como lo habían hecho varios de
pa ra comprarlos. Por razones de orden y legalidad, cada una
sus vecinos. No era una decis ión fácil. Solo uno o dos años
de esas mujeres tenía un núme ro escrito con t iza en la mano
antes, en 1970, hab ía sido la masac re de Gdansk y de otras
que ind icaba su puesto en la cola. Un po li cía se encargaba de
ciudades portuarias, donde el ejército y la policía polaca, bajo
escribirlos. Cuando llegó po r fin al mostrador con sus rublos
las órdenes de Moscú, hab ía dispa rado contra los obreros de
preparados, Jan ine compró tres an illos.
los ast illeros en huelga, causando muchos muertos.
De camino de vuelta a la estación, vio el objeto que yo te
Tú los antic ipaste, Rosa, antic ipaste los peligros impl í-
qu ie ro envia r a t i aho ra, Rosa. Solo costaba 60 rub los. Lo
citos en la argumentación bolchevique contra toda razón: ya
compró sin pensá rselo dos veces. Le hab ía hecho gracia. Les
en 19 18 lo previste en tu comentario sobre la Revoluc ión
da ría conversación a sus macetas.
Rusa:
Tuvo que esperar mucho tiempo en la estación la salida
Cuando la libertad es solo para los miembros del go- de su t ren. Tú las viste, Rosa, viste esas estaciones rusas que
bierno, solo para los miembros del Partido, aunque estos se convierten en campamentos de pasajeros en espera de sus
sean muy numerosos, no es libertad en absoluto. La liber- trenes. Jan ine se puso uno de los ani llos en el anular de su
tad siempre ha de ser la libertad de qu ien piensa d istinto mano izqu ie rda, y los otros dos los escondió en unos lugares
de uno. No como resu ltado de una idea fanática de la jus- más íntimos. Cuando llegó e l tren y se montó, un soldado le
ticia, sino porque lo que t iene de instructivo, de íntegro y ofreció un as iento en un rincón, y ella suspi ró, aliviada;
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podría echar una cabezada. No tuvo problemas en la frontera. la imagen, grabada en color, de un pájaro canto r diferente, 18
En Zamo 's 'c vend ió los ani llos por el dob le de lo que le d istintos, y debajo de cada grabado, en tipografía muy pe-
habían costado, y seguían s iendo considerab lemente más queña, e l nombre del pájaro en ruso. Tú, que te hartaste de
baratos que los que se pod ían comprar en cualquier joyería escribir en ruso, en polaco y en a lemán, hab rías s ido capaz
polaca. Una vez descontado lo que le había costado el billete de leer los nombres. Yo no puedo: tengo que ad ivinarlo a pa r-
de t ren, Janine había hecho una pequeña fortuna . t ir de vagos recuerdos de mi esporádica expe ri encia como
El objeto que yo qu iero enviarte lo puso en el alféizar de la observador de pája ros.
ventana de la cocina.
La satisfacción de identificar un pájaro a l vuelo, o cuando
El objetivo de una enciclopedia es reun ir todo el conoci- desaparece en un matorral, es extraña, ¿verdad? Implica una
m iento desperdigado en la faz de la t ierra, demostrar el intim idad rara, momentánea, como si en ese instante de re-
s istema general a la gente con la que vivimos y trasm i- conocimiento uno se d irigiera a l pájaro a pesar del barullo y
tírselo a la gente que vendrá después de nosotros, de de la confusión de los otros eventos incontables; uno se di-
modo que la obra de los siglos pasados no resu lte inút il a rige al pájaro por su mismís imo mote específico. ¡Lavande ra!
los siglos que seguirán, que, a l volverse más sabios, nues- ¡Lavandera!
tros descend ientes puedan ser tamb ién más virtuosos y De los 18 pájaros de las etiquetas, yo reconozco tal vez
más fe lices cinco.
Las ca¡as contienen cerillas con la cabeza verde, 60 en
Así explicaba Diderot en 1750 la encicloped ia que había ayu-
cada caja, tantas como segundos en un m inuto y m inutos en
dado a crear.
una hora. Cada una, una ll ama en potencia.
El objeto que está en el alféizar tiene algo de enciclo-
"La clase proletaria moderna - escribiste- no lucha s i-
pédico. Es una caja de lgada de cartón de l tamaño de una
guiendo un plan fijado en un libro de teoría; la lucha de los
cuartilla. Tiene impreso en la tapa e l grabado de un papa-
trabajadores mode rnos forma parte de la historia, del pro-
moscas aco llarado, y debajo dos palabras rusas escritas en
greso socia l, y es en medio de la historia, en med io de l pro-
ci rílico: PÁJAROS CANTORES.
greso y de la lucha, como ap rendemos cómo hay que pelear".
Abre la tapa. En e l interior hay tres fi las de cajas de ceri-
La tapa de la caja de cartón lleva una breve nota
llas, seis cajas en cada fi la, y cada caja t iene una etiqueta con
.'
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explicativa dirigida a los coleccionistas de etiquetas de cajas en otra parte. No lo había visto n i oído desde hacía serna-
de cerillas (se llaman filumen istas) de la Un ión Soviética de nas.
la década de 19 70. Aye r reconoc í sus notas, procedentes de l otro lado del
La nota proporciona la sigu iente info rmación : en té r- muro que sepa ra nuest ro patio de ot ra parte de la prisión;
minos evolutivos, las aves preceden a los an ima les; existen pero e l canto hab ía cambiado considerablemente, pues
hoy en el mundo en to rno a 5.000 especies de aves; en la llamaba tres veces en breve sucesión, chichibay, chichibay,
Un ión Soviética existen 400 es pecies de aves canto ras; gene- chichibay, y entonces se callaba. Me llegó al corazón por lo
ra lmente son los machos los que cantan; las aves canto ras mucho que dec ía su ap resu rado canto desde la d istancia:
t ienen a l fondo de la garganta unas cuerdas voca les especia l- era una historia completa de la vida de las aves.
mente desarro lladas; suelen an ida r en matorrales, en los
Des pués de va ri as semanas, Janine decidió meter la caja en e l
á rboles o en e l suelo; contribuyen al cu lt ivo de los cereales
a rm ario que hab ía debajo de las escale ras. Conside raba este
po rque se comen, y así elim inan, eno rmes cantidades de
a rm ario una especie de refugio, lo más pa recido que tenía a
insectos; recientemente se han identificado en las zonas más
una despensa, donde guardaba una lata de sal, una lata de
remotas de la Unión Soviética tres nuevas especies de go-
rrión canto r. azúcar, una lata más grande de harina, una bolsita de kasha, y
ceri llas. La mayoría de las amas de casa polacas tienen una
Jan ine puso la caja en el alféizar de la cocina. Disfrutaba
reserva semejante a esta como med io m ínimo de supervi-
mirándo la y en invie rno le reco rdaba el canto de los pájaros.
vencia para e l d ía en e l que los estantes de las tiendas estén
Cuando fu iste encarcelada por tu oposición vehemente a
vacíos debido a alguna cri s is nacional.
la 1 Guerra Mundia l, o íste cantar a un herrerillo
La sigu iente crisis de este t ipo fue en i 9 80 . De nuevo co-
que siempre se quedaba ce rca de mi ventana, venía con menzó en Gdansk, donde los trabajadores se pusie ron en
los otros a comer y cantaba con diligencia su grac iosa huelga en protesta por el alza de los precios, y su actividad
cancioncilla, chichibay, pero sonaba como la broma tra- generó e l movimiento naciona l Solidarno 's ' c, que de rribó el
viesa de un niño. Siempre me hacía reír y yo le contestaba gob ierno.
con la m isma llamada. Luego el pája ro desapareció con "La clase pro letaria moderna - esc ri biste hace toda una
los demás al com ienzo de este mes, s in duda para anidar vida- no lucha s igu iendo un plan fijado en un libro de
.'
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teoría; la lucha de los trabajadores modernos forma parte de d iscursos a l jardín, y s iempre en una voz muy alta y llena
la historia, de l progreso socia l, y es en med io de la historia, de teat ra l excitación, atacando las trans iciones y los pasa-
en med io del progreso y de la lucha, como aprendemos jes con un patetismo extremo. Plan tea las preguntas más
cómo hay que pelear." impos ibles, y luego se apresura a contestárselas él
Cuando murió Jan ine en 2010, su hijo Witek encontró la mismo, s in sentido alguno, haciendo las declaraciones
caja en el armario de debajo de la escalera y la trajo a París, más atrevidas, opon iéndose aca loradamente a opiniones
donde trabajaba como fontanero y albañ il. La t rajo para dár- que nad ie ha dado, arremetiendo contra unos y otros, pa ra
me la a mí. Somos viejos am igos. Nuestra am istad comenzó exclamar de pronto: "¿No os lo dije? ¿No os lo d ije?". E
jugando a las cartas noche tras noche. Jugábamos a un juego inmed iatamente después advierte a qu ien qu iera o no
ruso y polaco que se llama "el imbécil". En este juego, el pri- qu iera oírlo: "¡Lo veréis! ¡Lo veréis !". (Tiene la sana cos-
mer jugador que pierde todas sus cartas es e l que gana. tumbre de repetir cada una de sus ingen iosas observa-
Witek ad ivinó que la caja me pondría a pensar. ciones.)
Reconozco uno de los pája ros que hay en la segunda fi la
La caja de l pardillo, Rosa, está llena de ce rill as.
de cajas de cerillas, un pardillo, con su pecho rosado y dos
" Las masas - escribías en 1900- son en rea lidad su pro-
rayas blancas en la cola. ¡Choooel! ¡Choooel!... A menudo, va-
pio líder, que crea d ialécticamente sus propios proced i-
rios pardillos cantan en coro desde las ramas de un arbusto.
mientos de desarrol lo ..."
"Qu ien más ha hecho para devo lverme la razón es un pe-
¿Cómo enviarte esta colección de ca¡as de cerillas? Los
queño am igo cuya imagen adjunto. Este camarada de pico
matones que te ases inaron lanzaron tu cuerpo mutilado a
confiado, de fren te empinada y mirada de saberlo todo se
uno de los canales de Berlín. Lo encon t ra ron en el agua
llama Hypolais hipolais, o, como se lo conoce vu lga rmen te,
estancada tres meses des pués. Algunos dudaban de que
zarcero políglota". Es 1917 y estás en la cárcel de Pozna 'n, y
aque l cadáver fueras tú.
as í continúas t u carta:
Te las puedo enviar escribiendo, en estos tiem pos oscu-
El pájaro es un bicho excén trico. No canta una canción o ros, estas páginas.
una me lodía como los otros pájaros, s ino que es un ora- "Yo era, soy, seré", decías. Vives en e l ejem plo que eres
dor púb lico por la gracia de Dios, y pon t ifica, dando sus pa ra nosotros, Rosa. Y aqu í t ienes, a tu ejemplo se la envío .
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El crítico idea l y el crítico com bati vo opin ión será prob able men te acert ada. Pero casi con toda cer-
teza no verá s los proc esos que trans form an tu tiem po. Ten-
Cons iderá ndol o desd e una persp ectiv a histó rica amp l ia, es
derá s a ver la dram ática ruptu ra que existe entre la cultu ra
evid ente que nues tro tiem po es un tiem po de ama nera mien to
co n la que te identificas y la cultu ra que te rode a más clara -
y de deca denc ia. La subje tivid ad excesiva de la mayor parte
men te que la dialéctica que cond uce hacia esa ruptu ra y
de nues tro arte y de nues tra crítica lo conf irma . No es difícil
desd e ella. Te habr ás dado cuen ta, por ejem plo, de que el su-
enco ntrar explicaciones histó ricas y socia les. Pued e que esta
rreal ismo era deca dent e, pero no habr ás cons egui do ente n-
óptic a no teng a una acep tació n unán ime, pero no es una
der la man era en la que alim entó a Paul Éluard, qu ien se
estup idez cond enar una obra por burg uesa , formalista o
opus o desp ués a cualquie r tipo de deca denc ia. Es una
esca pista . persp ectiv a que da por supu esto que el perío do de uno está
Por otra pa rte, adop tand o una pers pect iva muy limit ada,
cerra do, en luga r de cons idera rlo un con tinuo .
ente nder ás a cualq uier artis ta. Cuan do se acep ta lo que están
La limitación de la segu nda óptic a es su subjetividad. Las
inten tand o hace r los artis tas, resu lta posib le adm irar su es-
inten cion es cuen tan más que los res ultad os . Ju zgas la dis-
fuerzo. La obra deja ento nces de ser una prue ba de la valid ez
tanci a reco rrida en luga r de la dista ncia que aún es nece sario
de las inten cion es del artis ta: son sus inten cion es las que
recorrer. Pien sas com o si la histo ria com enza se de nuev o
debe n prob ar la validez de su obra . Si qu ieres sabe r lo que se
con cada individuo. Tien es la men te abier ta pero cualq uier
sient e siend o X, sus cuad ros te infor mará n mejo r que cual-
cosa pued e entra r en ella y pare cer un facto r positivo. Admi-
quie r otra cosa . Acep ta que para él es prec iso crea r un tipo de
tirás al geni o y al necio, pero no será s capa z de disti ngui r al
mun do fluido en el que han desa pare cido la solid ez, el peso y
uno del otro.
la iden tidad, y ento nces sus cuad ro s te caus a rán un a pro-
De mod o que lo nece sario es com bina r amb as pe rspe c-
fund a impr esión . tivas. Esta rás ento nces plen ame nte equi pado para reco noce r
La limit ación que tiene la prim era óptica es que tiend e a la peculiar trans form ación , cuan do tiene lugar, que hace que
ser dem asiad o mecá nica . Para adop tar la persp ectiv a histó-
la búsq ueda de sus nece sidad es pers onal es por parte de un
rica del plazo largo, tiene s que situa rte fuera de tu tiem po y
artis ta se conv ierta en una búsq ueda de la verd ad. Tend rás la
de tu cultura. Has de pone r tu base en el pasa do, en un fu-
persp ectiv a histó rica nece saria para valorar la verd ad que el
turo imag inari o o en el cent ro de una cultu ra alternativa. Tu
artis ta desc ubre , y tamb ién la capa cidad imag inati va para
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ap reciar e l camino que deberá recorrer hasta su descubri- t iempo.
miento. En teoría, una combinación así constitu iría e l equipa- Lo que yo pregunto es lo s igu iente: ¿contribuye esta obra
miento óptimo de l crítico idea l. Pero esto es en rea lidad a que las personas conozcan y re ivindiquen sus derechos
imposible. sociales? Permítaseme explicar en primer lugar a qué no me
Las dos pe rspectivas se oponen mutuamente. Estás exi- refiero con esta pregun ta. Cuando entro en una ga lería no va-
giendo que el crítico esté al mismo tiempo en un lugar (la loro las obras por el grado de efectividad gráfica que logran
imaginac ión de X) y en todas partes {la h istoria) . Le estás ad- pa ra presentar, por ejemplo, la situación de los pension istas.
jud icando el papel de Dios, que es, claro está, e l papel que la Es evidente que ni la pintura ni la escultura son el med io más
mayoría de los críticos se as ignan a s í m ismos. Su ún ica ap ropiado para presionar al gobie rno para que nacional ice la
preocupac ión y su ún ico temor es no com prender al próximo t ierra. Tampoco estoy sugiriendo que el artista pueda o deba,
gen io, el último descubrim iento, la corriente más novedosa. mientras trabaja, preocuparse pri oritariamente por la justicia
Y es que no son Dios. De modo que caminan s in rumbo, de una reivind icación socia l.
buscando no saben bien qué, pero s iempre convencidos de
Cerrad la puerta de la capilla papa l,
que lo acaban de encontra r.
que no entren los niños.
La crítica que hace falta es más modesta. Debe rás con-
Ah í arriba, en el andam io, se recl ina
testar, en primer lugar, a una pregunta: ¿para qué sirve el arte
Miguel Ángel.
aquí y ahora? Podrás entonces practicar la crítica consi-
No hace más ru ido que un ratón
derando si las obras de las que tratas sirven o no a esos obje-
Al mover la mano.
t ivos. Debes guardarte mucho de creer que s iemp re lo hacen
Como en la alberca la mosca patila rga,
d irectamente. No estás pid iendo pura propaganda. Pero tam-
poco hace falta extremar la moderac ión para evitar que qu ie- su pensam iento cam ina sobre el silencio.1

nes vengan después adv iertan que te equivocaste. Cometerás W. B. Yeats comprendía las preocupaciones necesarias de l a r-
e rro res. Tal vez se te escape el gen io que finalmente consigue t ista.
se r reconocido. Pero s i contestas a la pregunta in icia l con ló-
A lo que sí me refie ro es a a lgo menos directo y menos
gica y con justicia históricas, habrás contribuido a acercar un general. Después de responder a una obra de arte, nos sepa-
futu ro desde e l cual se pueda juzga r cabalmente e l arte de tu ramos de el la llevándonos en la conciencia a lgo que no
.'
.•.
'
teníamos antes. Algo que es más que e l recuerdo del inci- cierto punto, incrementar la conciencia de d iferentes per-
dente representado y ta m bién más que nuestro recue rdo de sonas en relación con diferentes potencia lidades. Lo impor-
las fo rm as y de los colores y espacios que el art ista ha utili- tante es que una obra de arte vá lida promete de uno u ot ro
zado y d ispuesto. Lo que nos llevamos -en e l nivel más pro- modo la posibilidad de crecimiento, de mejora. No hace fa lta
fundo- es el recuerdo de la manera que tiene e l artista de que la ob ra sea optim ista para consegu ir esto; el tema de la
mirar el mundo. La representación de un inc idente recono- obra puede, de hecho, ser trágico. Pues no es e l tema lo que
cible {aqu í un incidente puede no ser sino un árbo l o una ca- hace la promesa, s ino la manera que tiene e l artista de ve r el
beza) nos ofrece la posibi lidad de re lacionar nuestra mane ra tema. La manera que t iene Goya de ve r una masacre equiva le
de m irar con la del artista. Confirma la verdad de esto e l a afi rmar que debe ríamos ser capaces de vivir s in masac res.
hecho de que a menudo seamos capaces de reco rda r la expe- Las ob ras pueden divid irse ap roximadamente en dos cate-
riencia de una obra después de haber olvidado su tema es pe- gorías, cada una de las cuales ofrece, de la mane ra que he
cífico o su d isposición formal exacta. descrito, un tipo diferente de promesa. Ex isten ob ras que
Sin embargo, ¿por qué habría de tener un sentido para rep resentan una manera de m irar que promete el dom inio de
nosotros la manera que tiene un artista de m irar e l mundo? la rea lidad: Pie ro della Francesca, Andrea Mantegna, Nico las
¿Por qué nos proporciona place r? Creo que po rque incre- Poussin, Edgar Degas. Cada uno de estos artistas sugie re de
menta nuestra conciencia de nuest ra propia potencial idad. d iferente manera que el es pac io, el t iempo y el mov im iento
Po r supuesto, no la conciencia de nuestra potenciali dad son comprensibles y cont ro lables. La vida solo es caótica en
co mo artistas. Pe ro una manera de m irar el mundo supone la medida en la que los humanos se lo perm itan ser. Ot ras
cierta relación con el mundo y toda re lac ión imp lica una ac- obras representan una manera de m irar cuya promesa no re-
ción. El t ipo de acc iones imp lícitas varía mucho. Una escu l- side tanto en una sugerencia de dom inio, s ino en e l fervor de
tu ra clásica gri ega incrementa la conciencia de nuest ra d ig- un deseo im plícito de cambio: El Greco, Rembrandt, Jean -
nidad fís ica potencial; un Rembrandt, de nuestro coraje moral Antoine Watteau, Eugene Delac ro ix, Vincent van Gogh. Estos
potencial; y un Matisse, la conciencia de nuest ra potencial art istas sugieren que de un modo u ot ro los humanos son
sensualidad. Sin emba rgo, cada uno de estos ejemplos es más grandes que sus circunstancias y que, por consigu iente,
demas iado personal y demasiado estrecho pa ra contener deberían mod ifica rlas. Tal vez ambas catego rías se re lac ionen
toda la verdad sobre la cuestión . Una obra puede, hasta con la antigua d istinción entre lo clásico y lo romántico, pero
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.•.
'
son más amplias porque no se centran en vocabularios h istó- permanente de l arte, si es que existe tal cosa. Han sido las
ricos específicos. (Es evidentemente absurdo pensar en El vidas vividas durante los últimos 50 años las que han conver-
Greco como romántico en el m ismo sentido que Delacro ix o t ido ahora a Migue l Ángel en un artista revoluc ionario. La his-
Frédéric Chopin.) teria con la que mucha gente niega hoy el inevitab le énfasis
De acuerdo, me dirás ahora, ya veo lo que quieres expre- social del arte se debe sencillame nte al hecho de que niegan
sar: el arte nace de la esperanza. Es algo que se ha dicho a su propio tiempo. Les gustaría vivir en un tiempo en el que
menudo, pero ¿qué tiene eso que ver con la re ivindicac ión de tuvieran la razón.
los derechos socia les? Aqu í es importante recordar que el
sentido específico de una obra de arte cambia; s i no lo hi-
ciera, ninguna obra se ría capaz de trascende r su t iempo y un
agnóstico sería incapaz de ap reciar una pieza de Giovanni Be-
ll ini . El sentido de mejora, de l incremento que una obra de
arte promete, depende de qu ién la esté mirando y cuándo. O
depende, para decirlo d ialécticamente, de qué obstácu los
impiden en cada momento el progreso humano. La rac io-
na lidad de Poussin generó esperanzas primero en e l contexto
de la monarquía absoluta; más tarde, dio esperanzas en el
contexto de l librecambismo y de las reformas liberales; y aún
más adelan te, confi rmó la confianza de Fernand Léger en e l
socialismo pro letario.
Es nuestro s iglo, preem inentemente e l s ig lo de una
humanidad que reivind ica en todo el mundo el de recho a la
igua ldad, es nuestra propia historia, los que hacen inevitable
que solo lo podamos entende r s i lo juzgamos med iante el cri-
terio de s i ayuda o no a los humanos a reivind icar sus dere-
chos sociales. Nada tiene que ver con la naturaleza
-' -
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1 Yeats, William Butler, Long-legged Fly (1939], en Jeffa-


res, A. No rman (ed.), W. B. Yeats: Selected Poetry, MacMillan,
Londres, 1968 (versión castellana: Mosca patilarga, en Teatro
completo y otras obras de William Butler Yeats, Aguilar, Ma-
drid, 1956) [N. del Ed.).
.' •
.' •
11. Terreno

Voy
voy
a tumbarme en la tierra
la tierra
agachará sus orejas
y con mi antebrazo
antebrazo
entre ellas
mis dedos juguetearán
juguetearán con
su hocico
siempre fresco
por un ai re que viene
de sabe Dios dónd e.
.' •
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''
La clar idad del Ren acim ient o certe ra se encu entra es nues tra prop ia cultu ra, no en otras , y
es la cultu ra del hum anis mo indiv idua lista que se inició en
Es depr imen te. No para de llover. Llueve, pero no nos pode-
Italia en el siglo x111. Y el segu ndo hech o es que dos siglo s y
mos quejar. Está nublado, feo. Cada uno de estos com en-
med io desp ués de que com enza ra tuvo lugar en esa cultu ra,
tario s desc ribe el mism o día desd e difer entes punt os de
al men os en la pintu ra, una ruptu ra fund amen tal. Desp ués
vista : el subje tivo, el práct ico, el mora lista y el visual. Todo s
del siglo xv1, los artistas se hicie ron más prof undo s psico ló-
los pinto res de verd ad ven y sient en de una man era que es
gica men te (Rem bran dt), más amb icios os de éxito (Rub ens),
cien veces más extre mad amen te visua l y tang ible de lo que
más evoc ador es (Claude), pero , al mism o tiem po, tamb ién
pued e il ustra r el últim o de esos com entar ios o, en verd ad,
perd ieron una facil idad , una vera cidad visua l que excluye toda
cual quiera de ellos . Pero lo que ven y sient en es, por lo gene-
oste ntaci ón; perd ieron lo que Bernard Bere nson deno mina ba
ral, lo mism o que ve y s iente todo el mun do. Esto qu e digo ,
los "valo res tá ctiles". Desp ués de 1600, los gran des artis tas,
no es que no me dé cuen ta, es una pero grull ada. Pero cuán -
lleva dos cada uno por su prop ia obse sión solit aria, estiraron
tas vece s pare ce olvidarse. De hech o, ¿se lo ha dado por su-
y exten diero n el ámb ito de la pintu ra, derri baro n sus fron -
pues to algu na vez de una man era cons isten te desd e el siglo
teras . Anto ine Watt eau se fue hacia la músi ca, Francisco de
xv1? Goya hacia el teatr o, Pablo Picas so hacia la pant om ima. Uno s
Hace poco pasé un día en la Nati ona l Gallery vien do,
cuan tos, com o Jean Simé on Char din, Camille Coro t y Paul
sobr e todo , las obra s rena cent istas flam enca s e italia nas.
Céza n ne, acep taron sus límites más estri ctos. Pero ante s de
¿Qu é es lo que las hace tan esen cialm ente distin tas de casi
, 550, todo s los artis tas los acep taba n. Uno de los resu ltado s
toda s las obra s que las sigui eron , y, espe cialm ente , las britá-
más impo rtant es de esta difer encia es que, en las gran des
nicas? La preg unta pued e pare cer inge nua. Histo riado res,
incu rsion es post erior es, solo los geni os podí an triunfar;
soció logo s, econ omis tas, quím icos y psicó logo s se han pa-
ante s, hast a un talen to men or podí a prop orcio na r un pro-
sado la vida definiend o y expli cand o esta y otras muc has dife-
fund o place r.
renc ias exist entes entre los artis tas, los perío dos histó ricos y
No estoy defe ndie ndo la apar ición de un nuev o movi-
las cultu ras. Esas inve stiga cion es son muy valio sas, pero su
mien to prerr afaelita, ni estoy haci endo ning ún juicio cuali-
com plejidad nos ocul ta muc has vece s dos hech os básic os y
tativo -en el sent ido hum ano más amp lio- del arte de los
muy obvi os. El prim ero de ellos es que la explicación más
últim os tres siglo s y med io. Pero ahor a, cuan do tanto s
.'
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art istas t ienden a lanza rse vanamen te cont ra las fronte ras de Frente a las obras de l Renac im iento sucede exactamente lo
la pintu ra - tanto desde el punto de vista de la técn ica como cont ra ri o. Después de Miguel Ángel, el artista nos permite se-
de la expe riencia subjetiva- , con la esperanza de conseguir gui rl e, y él nos conduce a la imagen que ha creado. Es esta
un salvoconducto pe rsonal; aho ra, cuando apenas puede d iferencia, la dife rencia entre que la imagen sea un punto de
describirse el territo ri o legítimo de la pintura, creo que se ría part ida o un destino, la que expl ica la claridad, la defin ición
út il observar los límites dentro de los cuales acepta ron visua l, los valores táct iles del arte del Renac im iento. Al artista
permanecer algunos de los más grandes pintores de nuestra renacentista le preocupaba exclusivamente lo que vería el
cultura. espectado r, y no lo que pod ría colegir a partir de la imagen.
Cuando uno vis ita las salas ded icadas a la pintura del Re- Comparemos la Venus de Urbino (1538) de Tiziano, con su
nac im iento, de pronto le pa rece como s i en todas las demás inaprens ible Ninfa y Pastor de 30 años más ta rde.
salas que ha visitado hubiera sufrido una especie de m iopía Esta actitud tuvo va ri os resultados importantes. Vedaba
que lo nub laba todo. Y esto no se debe a que la mayoría de todo intento de natura lismo litera l, porque el ún ico at ractivo
los cuadros hayan quedado muy limp ios después de una del i- del natural ismo es la deducción de que es "casi como e l
cada restau rac ión, ni tampoco a que el claroscuro es una natura l"; obviamente no es como el natura l, po rque, de
convención poste rio r. Se debe a que todos los pinto res rena- hecho, la pintura es una imagen estática. Impedía toda evoca-
centistas flamencos e italianos creían que era el propio tema ción meramente subjetiva. Fo rzaba al artista, en tanto en
- y no su manera de pin tarlo- el que ten ía que exp resar las cuanto se lo perm itía su sabe r, a enfrentarse simu ltá-
emociones y las ideas que se habían propuesto expresa r. neamen te con todos los aspectos visuales de su tema - e l
Puede que esta d istinción parezca muy leve, pe ro es funda- color, la luz, e l volumen, la línea, el movim iento, la est ruc-
menta l. Hasta un art ista tan afectado como Cosimo Tura nos tu ra- en luga r de cent ra rse en un solo as pecto y deduc ir los
convence de que todas las mujeres que pintó re presentando a demás, tal como fue suced iendo de forma creciente desde
la Virgen tenían de verdad articulaciones dob les en los dedos, entonces. Le permitía combinar, de una forma más generosa
doblemente sensibles. Sin emba rgo, un retrato de Goya nos de lo que pud ieron hacerlo los artistas poste ri ores, realismo y
convence de la idea que tiene Goya del mode lo antes de con- decorac ión, observación y formal ización. La idea de que son
vence rnos de su anatomía; porque reconocemos que la inter- incompatibles se basa únicamente en el su puesto actua l de
pretación de Goya es convincente, su tema nos convence. que lo que se puede deducir de una es incom patible con lo
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que se puede deducir a partir de la otra: visualmente, una los objetos".
superficie bordada o unos tapices, inventados igual que la
más hermosa arquitectura efímera que se haya construido
jamás, se pueden combinar con un análisis anatómico rea-
lista, tan naturalmente como lo cortesano y lo material se
combinan en Shakespeare.
Pero, sobre todo, la actitud del artista renacentista le hizo
utilizar al máximo la forma visual más expresiva del mundo:
el cuerpo humano. Posteriormente, el desnudo devendría una
idea, arcádica o bohemia. Durante el Renacimiento, sin em-
bargo, cada párpado, cada mui'leca, cada pie infantil, cada
nariz era una doble celebración, del hecho de la milagrosa es-
tructura del cuerpo humano y de que solo mediante los sen-
tidos de este cuerpo podemos aprehender el resto del mundo
visible, tangible.
Esta falta de ambigüedad es el Renacimien to, y su so ber-
bia combinación de sensualidad y nobleza su rge de una co n-
fi anza que no se puede recrear artificialmente. Pero cuando al
fi n logremos recobrar la confianza, el arte de la sociedad
resultante podría tener más que ver con el Renacimiento que
con cualquiera de las teorías artísticas morales o políticas del
siglo x1x. Mientras tanto, es una forma saludable de recor-
darnos que incluso hoy, como Berenson ha observado tantas
veces y con tanta sabiduría, la vitalidad del arte europeo re-
side en sus "valores táctiles y su movimiento", los cuales son
el resultado de la observación de la "importancia corpórea de
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Una vista de Delft

En esa ciudad
al otro lado del agua
donde todo ha sido visto
y cuidan de los ladrillos como de gorriones,
en esa ciudad como una carta de la familia
leída una y otra vez en un puerto,
en esa ciudad con su biblioteca de tejas
y sus calles recordadas por Johannes Vermeer,
que dejó deudas al morir,
en esa ciudad al otro lado del agua
donde los muertos levantan el censo
y no quedan habitaciones
porque la mirada de él las ocupa todas,
donde el cielo aguarda
las noticias de un nacimiento,
en esa ciudad que se vierte por los ojos
de los que se fueron,
al lí
entre dos campanadas matutinas,
cuando se vende el pescado en la plaza
y en las paredes los mapas
muestran la profundidad del mar,
en esa ciudad
me estoy preparando para tu llegada.
.'
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El dilem a de los rom ánti cos convertiría la mayo r parte del arte gótic o en romá ntico . E in-
cluso habrá quien obser ve que todo esto debe de tener algo
Recie ntem ente se ha empe zado a utilizar el térmi no Roman-
que ver con el clima inglés.
ticism o para definir casi todo el arte produ cido en Europ a
No, si uno ha de respo nder a esa pregu nta -y, como
entre 1770 y 1860, más o meno s. lngre s y Thom as Gains -
digo, ningu na respu esta nos va a llevar tan lejos -, debe ha-
borou gh, Jacqu es-Louis David y J. M. W. Turner, Aleksándr
cerlo histó ricam ente. El perío do en cuest ión se extie nde entre
Pushk in y Stend hal. Así, no se les da la impo rtanc ia que tie-
los dos punto s a partir de los cuale s se empi ezan a gesta r
nen a las batal las camp ales del siglo x1x entre el Roman- dos revol ucion es, la franc esa y la rusa. jean- jacqu es Rous-
ticism o y el clasic ismo, sino que, más bien, se sugie re que las
seau publicó El contrato social en 1762. Karl Marx publicó El
d iferen cias entre las dos escue las eran meno s impo rtan tes
capital en 1867. No creo que haya dos hech os conc retos que
qu e lo que amba s tenía n en comú n con el resto del arte de su
pued an revelar más. El Roma nticis mo fue un mom ento re-
tiemp o. voluc ionar io que se cohes io na en torno a una prom esa que
¿Cuá l era este elem ento comú n? Tomar un siglo de vio-
está desti nada a no cump lirse: la prom esa del éxito de las re-
lenta s revue ltas y agita ción e inten tar definir la natur aleza
voluc iones cuya filosofía se deriv a del conc epto del "hom bre
gener al, global, de su arte eq uivale a negar la natur aleza de
natur al". El Roma nticis mo repre senta ba y demo strab a los
este perío do histór ico. La impo rtanc ia del resul tado de cual-
confl ictos de quien es crear on la diosa de la Libertad, le pusie -
quier revolución solo pued e comp rende rse en relaci ón con
ron una band era en las mano s y la s iguie ron, solo para
sus circu nstan cias espec íficas . No hay nada meno s revo lu-
descu brir que los lleva ría a una embo scada : la embo scada de
ciona rio que las gener alizac iones sobre la revolución. Las
la realidad. Es este confl icto el que explica las dos caras del
pregu ntas estúp idas, sin emba rgo, suele n tene r respu estas
Roma nticis mo: su au daz espír itu explo ratorio y su malsa na
estú pidas . Algu nos t ratan de definir el arte romá nt ico por los
autoc ompa sión. Para los romá ntico s puros , las dos cosas
tema s tratad os. Pero enton ces Piero di Cosim o sería un ar- meno s romá ntica s del mund o eran, en prim er lugar, acept ar
tista romá ntico al lado de Geor ges Morland. Otros sugie ren
la vida como era, y, en segun do, logra r cam bia rl a.
que el Roma nticis mo es una fuerza irracional prese nte en
En las artes visua les, estas dos caras se revelan, por un
todo el arte, pero qu e a veces predo mina más que otras sobre
lado, en la intu ición de la posi bilida d de unas d imen sione s
la fuerz a opue sta del orden y la razón . Sin emba rgo, esto
nuev as, y, por el otro en una claus trofo bia opres iva. Tene mos
.'
.•.
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las nubes de John Constable formadas por una tierra y un la urgenc ia creciente por establecer una identidad nac ional.
agua que no vemos, y tenemos el típ ico cuadro romántico de Naturalmente, as im ismo, la del icada s ituac ión política que he
un hombre en su ataúd, enterrado vivo. Tenemos a Théodore descrito muchas veces se presentaba de una forma indirecta.
Géricault, m irando ab iertamente, tranqu ilo, a los internos de Hubo más artistas románticos influenciados directamente
un man icomio; y tenemos a los pintores románticos ale- por e l cu lto literario a l pasado, cuando se creía que la vida
manes del Med ite rráneo, qu ienes pintaban las colinas y el había s ido más "sencilla" y más "natural", de los que lo fue-
cielo con un azu l tan legendario que parece que toda la es- ron por e l cartismo. La ciencia de Isaac Newton fue también
cena podría romperse como un plato. Tenemos a Georges re levante en la apa ri ción del Romanticismo. Los románticos
Stubbs, qu ien comparó científicamente a los an imales y m i- aceptaron la manera en la que la ciencia había venido a liberar
raba a los ojos a los tigres; y a James Ward, quien redujo las e l pensam iento de la atadura de la re ligión, pero al mismo
pa redes rocosas de la garganta de Gordale Scar, en el norte t iempo alzaron una protesta intu itiva en cont ra de su cerrado
de Inglaterra, a un monumento especia lmente hend ido para sistema mecanic ista, cuya falta de humanidad parecía quedar
é l. Tenemos una conciencia nueva de l tamaño y las fuerzas demostrada en la práctica po r los horrores que producía el
del mundo, una conciencia que le confirió a la palabra sistema económico. Las complejidades de l momento son
Naturaleza un s ign ificado completamente nuevo; y tenemos inmensas. Precisamente porque no les afectó el conflicto ro-
las pasmosas, imponentes, nuevas supersticiones que prote- mántico, algunos artistas del período, por ejemplo, Francisco
gían a los hombres de la enormidad de lo que estaban descu- de Goya y Honoré Daumie r, no entran en la categoría de ro-
briendo: sob re todo, la superstición de que un sentim iento mánticos, aunque de alguna manera sean deudores del vo-
del corazón era en cierto modo comparable a una tormenta cabulario romántico.
en e l firmamento. Y, s in embargo, pese a las complejidades, esta defin ición
Como es natura l, los centros foca les de l arte romántico histórica es la ún ica que tiene sentido. Lo confirma el hecho
variaron mucho dependiendo del lugar y del tiempo. En Ingla- de que después de i86o, cuando el confl icto hab ía dejado de
terra, lo que lo impulsó fue la Revolución Industrial, y la se r real porque se disponía del conocim iento y de la expe-
nueva luz (litera l y metafórica) que proyectó en el paisaje; en riencia para superarlo, el Romantic ismo degeneró en un es-
Francia, el estímu lo predominante fue la nueva moda lidad de teticismo amanerado. Y, sobre todo, lo confirma, de la forma
heroísmo m ilitar establecido por Napoleón; en Alemania, fue más sorprendente, la obra que representa e l momento
.'
.•.
'
cumbre del Romanticismo, La matanza de Quíos, de Eugene sincera, pero no por ello dejaba de ser una vis ión no solo
Delacroix. acomodaticia, s ino tamb ién privilegiada. Y entre el privilegio y
El subtítulo de la obra es Familias griegas esperando la la real idad res idía el conflicto.
muerte o la esclavitud. Es una ob ra maestra reconoc ida y con-
t iene algunos fragmen tos pictó ri cos de una gran brillantez. El
gesto político que representa era importante y tamb ién in-
dudablemente since ro. Pero no deja de ser un gesto. Está
m uy lejos de comp render o imagina r la muerte o la escla-
vitud. Es una farsa voluptuosa. La mujer atada al caballo se
ofrece, lángu ida, y la soga que le rodea e l brazo parece una
culeb ra exótica con la que está jugando. La pa reja centra l po-
dría estar recli nada en un harén. En rea li dad, todas las figuras
(con la posible excepción de la anciana) son exóticas. Perte-
necen a los sueños del arte y a las leyendas lite ra ri as, y solo
han sido colocadas en un contexto rea l por el hecho de que
se han "ennoblecido" a l pertenece r también a una t raged ia
histórica.
Delac ro ix re lata haber hablado con un viajero recién regre-
sado de G recia, y dice que en una ocasión este homb re "se
quedó tan profundamente impresionado po r la cabeza de un
tu rco que aparec ió en las almenas que impid ió que un sol-
dado le d isparara". En otro lugar, Delacro ix e logia con e l
m ayor entusiasmo un cuad ro de Anto ine-Jean Gros, y d ice:
"Uno ve e l deste llo de l sable hund iéndose en la garganta de l
enem igo". Así era la vis ión romántica de la guerra: podías
detenerla o em peza rl a, como en las pel ículas. Era una vis ión
.'
.••
La conciencia victo rian a cuad ros, surge n los dos aspec tos de su confl icto intern o:
"Caín se encu entra en quien es se aprov echan de su riqu eza
Esperanza! está senta da sobre un globo terráq ueo co mo una
para herir a otros , o en la indife renci a hacia los demá s; en
niña de la calle. El cuad ro se hizo tan popu lar como Love Lo-
quien es cons truyen casas en las que no se pued e habit ar, y
cked Out, de Ann a Lea Me rritt, y Pompas, de John Evere tt Mi- en aquel los que conta mina n los arroy os y no dan mues tras
llais. la fugac idad de la infan cia, la impo sibilidad del amor , la
de arrep entim iento" . Pero tamb ién, deses perad o, identifi-
fragilidad de la esperanza: estos eran los tema s que mant e-
cánd ose él mism o co n Caín, escri bía: " No solo sus seme-
nían la confian za y el biene star de la socie dad victo riana .
jante s ignor an su prese ncia, sino tamb ién toda la natur aleza
Pued e que la natur aleza de su senti mien to de culpa haya sido
anim ada lo ha expul sado: ni un pájar o ni cualq uier otra cria-
comp leja, pe ro la ambi va lencia resul tante de su fe es muy
tura viva recon oce su existe ncia".
clara en toda su pintu ra, más clara que en su litera tura. Y
Estos confl ictos, siemp re repri mido s e n parte, fuero n
Watts es el epíto me de la pintu ra victo riana .
fata les para su talen to artíst ico. No sabía dibujar. lo que que-
En casi todo lo que h izo hay un abis mo amen azado r entre
ría que repre senta ran sus tema s se interp onía entre él y s u
sus ideal es y los tema s con los que escog ió repre senta rlos.
forma . Creía qu e el objetivo del arte "debí a ser dar una idea
Nada respo nde a la rea lidad. El deseo era como un padre
de la gran verda d de la natur a leza, algo dema siado grand e
victo riano para el pensa mien to. Al fred Tenn yson, que en cier-
para pode r expre sarlo , hasta tal punto qu e finalm ente debe
to modo se asem eja a Watts , fue retrat ado por este como s i
perm anece r indef inido . lo infin ito que aso ma por detrá s de
fuera ciego: sus ojos no ven a fi n de prese rvar su visión inte-
lo finito". Y asom a tanto qu e el frunc e de las cejas acaba des-
rior. Ellen Terry (quie n se casó con Watts a los 16 años} es
truye ndo la forma del cráne o, o le impe día llega r a verlo
una fl or si n arom a. nunc a: la ans iedad de los o jos disolv ía sus cuen cas. Ocas io-
No es posib le preci sar la causa exact a de la ambi valen cia
na lme nte, como en su retrat o El cardenal Mann ing, la inten -
y la ansie dad de Watts , tan dolor osas amba s para el pinto r.
sidad del senti mien to es treme nda. Pero un o solo se pre-
Socia lmen te, tenía mala co nciencia, y a veces , en sus obras
gunta : ¿era posib le realm ente ver así a un hom bre? Y nunca :
hac ía una prote sta socia l explíc ita, pero sus m iedos eran tam-
¿era as í de verda d?
bién muy perso nales. Obse siona do con la muer te, pintó a
Algun os de sus dibuj os más pequ eños están logra dos,
Caín en diver sas ocas iones . En sus come ntario s sobre estos
pero cualq uier artist a con cierto talen to produ ce unos
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'
cuantos buenos estud ios en su vida. Tampoco se trata con "apasionada castidad" al hab lar de uno de sus cuad ros: una
esta severa opin ión de cambiar el gusto visual: basta con manera concisa, aunque no intenc ionada, de resumir su
comparar a Watts con Millet. Se puede a rgumenta r que la contradicto ri a sensualidad. Los pliegues de los ropajes que
falta de una formación como es debido explica la debi lidad envuelven a las figuras de Watts están increíblemente retor-
de su dibujo, pero que esta queda compensada por su maes- cidos, recargados, en su complejidad, porque se creía que
tría con el color. Pero su colo r ado lece del m ismo ma l. En ocultaban mucho más de lo que en rea li dad ocultaban. La tú-
una carta, John Ruskin le dec ía: "Das demasiada importancia nica de la Aurora está a punto de resba lá rsele mientras el la ve
a la mezcla del color, y no le das la necesaria a la manera de aparecer las primeras luces sobre las montañas. Sin em-
tratarlo''. Tratar el color es, como s i d ijéramos, entenderlo, bargo, cuando caiga, no reve lará su cuerpo, sino ese sol que
saber aprovecha rl o. Watts no hubiera sido ca paz de compro- todo lo consume y al que no hay que m irar nunca.
meterse hasta ese punto. Su color es potente, pero inapren - Watts trabajó mucho, vivió rodeado de lujo y fue acla-
sible, porque nunca pertenece a las fo rmas. En sus retratos mado y mimado por la sociedad de su tiempo, pero su pri-
d ieciochescos, el color está ap licado como quien pone colo- mera idea para su cuadro sobre e l origen del cosmos, El sem-
rete en unas meji ll as. En sus obras alegóricas tard ías, el color brador de los sistemas, se le ocurrió al ver en el techo el reflejo
pa rece una gruesa vid ri era, a través de la cual, e l espectador de una luz nocturna. Cuando describía cómo había trabajado
ve, oscuramente, e l tema pi ntado al ot ro lado. Y sucede lo pa ra esta obra, se com pa raba con un niño al que le piden que
mismo con la escultura. Nunca pudo acepta r el tema como d ibuje a Dios, el cual, "poniendo e l papel sob re una super-
un todo orgánico. En su busto de Clytie, los múscu los son fic ie blanca, clavó e l láp iz en el centro y produjo un gran
mascu li nos, y la cara, femen ina. Y es esta separación de las vacío''. Era un victoriano t ípico, pero estaba más cerca de
partes la que causa, entre otras cosas, que los pezones apa- nuestra revo lución de lo que solemos pensa r. "Centinela,
rezcan de una forma tan incongruentemente notoria: uno no ¿qué hay de la noche?",2 preguntaba. Fue Arthur Rimbaud
puede deja r de preguntarse qué dijo y observó Wi lliam Glad- qu ien res pondería a la pregunta. Watts fracasó como artista,
stone cuando Watts le pid ió su opinión. pero su fracaso fue más elocuente que el de muchos artistas
Como en todo e l arte victo ri ano, es el e lemento sexual pa- de hoy, que huyen aún más ráp ido de lo que creen que es e l
tente en la obra lo que revela más claramente el conflicto de vacío, pero en ot ra di rección.
Watts. Algernon Charles Swinburne se refería a una
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1 Hope (Esperanza) es un cuadro alegórico de l taller de


George Frederic Watts (1817 -1904). conservado hoy en la Tate
Collection.
2 lsaías, 21.11 [N. del Ed.)
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El momento del cubismo La obra de arte solo es entonces
un alto en el devenir
Qu is iera ded icar este ensayo a Barbara Niven, qu ien lo ins-
y no una meta congelada en s í m isma.
piró hace casi 20 años en una tetería de la londinense G ray's
lnn Road. El Lissitzki

Algunos hombres son col inas Me cuesta trabajo creer que las obras cubistas más extremas
Que se e levan ent re los hombres hayan s ido pintadas hace más de 50 años. Es cierto que no
Y a lo lejos ven e l fu tu ro esperaría que hubie ran s ido pintadas hoy. Son demas iado
Mejor que si fuera presente, optim istas y demas iado revo lucionarias para e llo. Tal vez, en
Con más claridad que e l pasado.]. cierto modo, lo que me sorprende es que hayan s ido pintadas
Guillaume Apol/inaire a lguna vez. Se diría que es más probable que todavía estu-
vieran po r pintar.
Las cosas que Picas so y yo
¿Pongo las cosas más complicadas de lo necesario? ¿No
nos dij imos durante aquellos años nunca volverán a ser di-
sería más út il decir simplemente que las escasas grandes
chas,
obras cubistas fueron pintadas entre 1907 y 1914, y matizar,
y aunque lo fueran,
ta l vez, esta afi rmación añad iendo que algunas más, las de
ya nad ie las entende ría.
Juan Gris, son un poco posterio res a esa fecha?
Era como
Y, en cualqu ier caso, ¿no es un sinsent ido pensar que el
estar enco rdados juntos en una montaña.
cubismo todavía no ha tenido luga r cuando en nuest ra vida
cotidiana estamos rodeados por sus efectos evidentes? Todo
Georges Braque
e l d iseño, la arqu itectura y el urbanismo mode rnos pa recen
En la historia hay momentos fe lices, inconcebibles sin el ejemplo in icial del cubismo.
pero no existen períodos fe li ces. No obstante, debo ins isti r en la sensación que me pro-
ducen las obras en s í m ismas: la sensación de que estas y yo,
Arnold Hauser
cuando las m iro, estamos atrapados, paral izados en un en-
clave h istórico, a la espera de que nos liberen para continuar
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un viaje que em pezó en 1907. pintu ra que había ven ido existiendo desde el Renacim ien to
El cubismo fue un estilo de pintura que evolucionó muy quedó de rrocado. La idea de que el arte sost iene un espejo en
ráp idamente y cuyas d ive rsas etapas se pueden defin ir con e l que se m ira la nat ura leza pasó a ser una idea nostá lgica:
bastante concreción.g Pero también hubo poetas cubistas, una manera de subestimar la reali dad, en lugar de inter-
escultores cubistas y posteriormente los llamados diseña- preta rl a.
dores y arqu itectos cubistas. Ciertas caract erísticas origina les Si la utilizamos seriamente (y no como un mero epíteto
del cubismo se pueden encontrar en las ob ras pioneras de pa ra califica r las "novedades" de la última tempo rada), la
otros movim ientos: suprematismo, const ruct ivismo, fu t u- palabra "revoluc ión" imp li ca un proceso. Ninguna revolución
rismo, vorticismo, De Stijl. es el resultado de la origina lidad personal. Lo máximo que
As í que surge la cuestión: ¿se puede defin ir adecua - esa o ri ginal idad puede alcanzar es la locu ra; la locura es la
damen te el cubismo como un estilo? No pa rece muy pro- libertad revo luc ionaria confinada en la persona.
bable. Tampoco se lo podría defin ir como una polít ica artís- El cubismo no puede explicarse en virtud de la gen ialidad
t ica. Nunca hubo un man ifiesto de l cubismo. Las opiniones y de sus exponen tes. Y esto queda subrayado po r el hecho de
los puntos de vista de Pablo Picasso, Georges Braque, Fer- que la mayo ría de ellos perdie ron parte de su profundidad
nand Léger o Juan Gris eran claramente diferentes incluso du- como artistas cuando abandonaron e l cubismo. Ni s iqu iera
ran te los años en los que sus pi nturas ten ían muchas caracte- Braque o Picasso superaron nunca las obras de su época cu-
ríst icas comunes. ¿No basta acaso con inclu ir bajo la cate- bista, y una parte impo rtan te de su ob ra posterio r es muy
go ría cubismo todas aque llas obras que hoy, po r lo gene ral inferior.
de común acue rdo, se consideran cubistas ? Basta para los
La historia de cómo surgió el cubismo, desde el punto de
ma rchantes, los coleccionistas y los catalogadores que se lla-
vista pictó rico y el de sus figuras más destacadas, ha s ido
man a sí m ismos historiadores de l arte. Pero no basta, creo
con tada muchas veces. Los propios protagon istas, en ese
yo, pa ra ti y para mí.
momento y aun después, encontraban extremadamente d ifícil
Que el cubismo constituyó un cambio revolucionario en
explicar el sign ificado de lo que estaban hac iendo.
la histo ri a del arte lo suelen dec ir hasta qu ienes se s ienten
Para los cubistas, el cubismo fue algo espontáneo. Para
sat isfechos con la categorización estilística. Más ade lante
nosotros es parte de la histo ri a. Pero una parte curiosamente
ana lizaremos este cambio en deta lle. El concepto de la
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inacabada. No debemos considerar el cub ismo como una gustaría intentar defin ir con mayor precis ión el sign ificado
categoría estilística, sino como un momento (aunque se trate fi losófico de esas evo luc iones y de su coincidencia.
de un momen to que duró seis o s iete años) experimentado
El engranaje de l s istema im perialista mund ia l; o puesto a este,
por cierto número de personas. Un momento sit uado en un
una internacional socialista; los cim ientos de la fís ica, la fis io-
t iempo ext raño.
logía y la sociología modernas; e l incremento en e l uso de la
Fue un momento en el que las promesas de l futuro e ran
e lectricidad, la invenc ión de la rad io y de l cine, el inicio de la
más sustanciales que e l presen te. Con la importante excep-
producción en serie, la pub licación de pe ri ód icos de circu-
ción de la vanguard ia moscovita duran te los años inmed ia-
lación de masas, las nuevas pos ibilidades estructurales que
tamente an teriores a 1917, no ha hab ido otros artis tas que
ofrecían el acero y el a lum inio, el ráp ido desarro llo de las
igua laran la confianza en sí m ismos que mostraron los cubis-
industrias qu ím icas y de producción de materia les sintéticos,
tas.
la aparición del au tomóvil y el aeroplano: ¿qué s ign ifica todo
O. H. Kahnwe iler, am igo y ma rchante de los cubistas,
e ll o?
dec ía as í:
Se d iría que la amp litud de esta cuestión podría desespe-
Viví aquellos siete años cruciales, entre 1907 y 19 14, con rarnos, y, sin embargo, hay momentos his tóricos sobre los
m is am igos pintores[ ...]. Lo que estaba sucediendo enton- que qu izá es pos ible planteárse la. Existen momentos de con-
ces en el campo de las artes plásticas solo puede en ten- ve rgencia, cuando numerosas evo luc iones d istintas en tran en
derse si se t iene en mente que estábamos as istiendo al un período de cambio cualitativo s im ilar, antes de d ivers i-
nac im iento de una nueva época en la que el hombre (toda ficarse en una multipli cidad de térm inos nuevos. Solo algu-
la human idad, de hecho) estaba sufriendo la t ransfor- nos de los que viven ese momento pueden comprender todo
mación más rad ical que se conoce en la his toria.3 e l s ign ificado del cambio cualitativo que está ten iendo lugar,
pero todos son conscien tes de que los t iempos están cam-
¿Cuál e ra la natura leza de esa transformac ión? En Fama y
biando: el futuro, en lugar de ofrecer una continu idad, parece
soledad de Picasso4 he señalado la re lación entre e l cubismo y avanzar hacia ellos.
la evo luc ión que tiene lugar en ese momento histórico en e l
Este era s in duda el caso en Europa en tre 1900 y 1914,
campo de la econom ía, la tecno logía y la ciencia. No t iene
aunque debemos recordar, a la hora de anal izar los datos,
mucho sentido vo lver a repet irlo aquí; en su lugar, me
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que la reacción de muchas personas con respecto a su propia Si Apol linai re fue e l gran poeta cubista, Blaise Cendrars
conciencia del cambio fue pretender igno ra rlo . tuvo el mérito de ser el primero. Su poema Pascua en Nueva
Guil laume Apollina ire, el mejor y más re presentativo York (1912) tuvo una profunda influencia en Apol linaire al
poeta del movimiento cubista, se refie re repetidamente al fu- demostra rl e hasta qué punto se podía romper rad icalmente
tu ro en sus poemas: con la trad ición. Los t res grandes poemas de Cend rars du -
rante ese período tienen todos ellos e l viaje como tema cen-
En donde cayó m i juventud
tra l; pero el viaje en un nuevo sentido a través de un globo
ves la llama del futuro
imaginable. En Panamá, o Las aventuras de mis siete tíos, dice:
debes saber que hab lo hoy
para anunciar a todo el mundo La poesía es de hoy
que por fin ha nacido el arte de la profecía. La vía láctea alrededor del cuello
Los dos hem isfe ri os sob re los ojos
Las evoluciones que convergieron al in icio del siglo xx en Eu-
A toda ve locidad
ro pa cambia ron e l s ign ificado del tiempo y de l espacio . Cada
No hay más desperfectos
cual a su manera, inhumana en unos casos y llena de pro-
S i tuviera tiempo de hacer algunos ahorros tomaría parte
mesas en otros, todas ofrecían una liberación de lo inme-
en el rally aé reo
d iato, una li beración de la rígida distinc ión entre ausencia y
Reservé sitio en el pri me r t ren que pasará el túne l bajo la
presencia. El concepto de "campo" (propuesto por primera
Mancha Soy el prime r aviador que atraviesa e l Atlán tico en
vez po r Michael Farad ay cuando se enfrentaba a lo que
monocasco 9 00 m illones.5
entonces, conforme a la term inología trad icional, se defin ía
como la "acción a d istancia") entró en ese momento, s in Los 900 mi llones se refieren probablemente a la poblac ión
haber sido reconocido siquie ra, en todas las formas de pla- mundia l estimada en ese momento.
nificación y cálculo e in cl uso en muchos modos de sentir. El Es impo rtante comprender el profundo alcance fi losófico
poder y el conocim iento humanos se amplia ron de una forma de las consecuencias de este cambio y tamb ién las razones
asombrosa a t ravés de l t iempo y e l espacio. Por pri me ra vez, po r las que se lo puede denom inar cualitativo. No se trataba
e l mundo, como tota li dad, dejó de ser una abst racción y se simplemente de una mayor ra pidez en e l t ransporte o en la
hizo imaginable, realizable. t ransmisión de mensajes, de un vocabulario científico más
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complejo, de una mayor acumu lac ión de capital, de la am - ese mundo secularizado. Hab ía dejado de haber una d iscon-
pliac ión de los mercados, de la aparición de organ izaciones t inuidad esencial entre lo individual y lo gene ra l. Lo invis ible
internac ionales, etc. El proceso de secu larizac ión de l mundo y lo mú lt iple habían dejado de med ia r entre cada ind ividuo y
había quedado a l fin completado. Los argumentos contra la e l mundo. Cada vez resu ltaba más d ifícil pensa r en términos
existencia de Dios habían logrado muy poco, pero e l hombre de haber sido situado en el mundo. Cada hombre formaba
se vio entonces con la capacidad de extenderse indefini- parte del mundo y era insepa rable de este. En un sentido en-
damente allende lo inmed iato: se apoderó del territorio espa- teramente o ri ginal, que s igue estando en la base de toda la
cial y tempora l en e l que hasta entonces se había supuesto la conciencia moderna, cada hombre era e l mundo que hab ía
existencia de Dios. heredado.
Zona, el poema escrito por Apoll inaire bajo la influenc ia De nuevo, lo vuelve a exp resar Apoll ina ire:
inmed iata de Cendrars, contiene los s igu ientes ve rsos:
Desde entonces conozco el sabo r del un iverso
Pupila Cristo del ojo Borracho estoy por haber bebido el universo.z
En la vigés ima pupila de los siglos sabe cómo apañarse
Todos los problemas espiritua les previos re lativos a la re li -
Y convertido en pájaro nuestro s iglo asciende como Jesús.
gión y la mo ra lidad se irían concentrando entonces en la acti-
Los demon ios en sus ab ismos levantan la cabeza para
tud que cada hombre eligiera adoptar en re lación con el es-
contemplarl o
tado del mundo, considerado como el estado de su propia
Dicen im ita a S imón el mago de Judea
existencia.
Gritan s i sabe volar que le llamen vo lado r
Desde entonces, solo en relac ión con e l mundo, en el
Los ángeles revo lotean en to rno al lindo volatinero
seno de su propia conciencia, pueden med irse los hombres.
Ícaro Enoc El ías Apolon io de Tiana
Se verán engrandecidos o dism inu idos en consonancia con
flotan al rededor del primer aerop lano
su actuación en e l engrandecim iento o e l dete ri oro de l
A veces se apartan para dejar pasar a los que
mundo. Su existencia independ iente de l mundo, su existencia
Llevan la Santa Euca ri stía
a rrancada de l contexto global (la suma de todos los con-
Sacerdotes que ascienden lentamente e levando la hostia. 6
textos sociales existentes) es un mero accidente bio lógico. La
La segunda consecuencia implicaba la relac ión del ser con secularización del mundo t iene un precio, al tiempo que
.'
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ofrece el privilegio de una e lección, una elección más clara ni eguen, estará negando la unidad de s u pro pio ser. De ah í la
que cualqu ie r otra ofrecida e n la historia. profunda enfe rmedad psicológica de los países imperialistas,
Apol linaire: de ahí la corrupción implíci ta en gra n parte de lo que en ellos
se ense ña, cuando el conocimiento se e m plea pa ra nega r el
Me encuentro en todas partes o mejor dicho co mienzo a
co nocimiento.
estar en todas partes
En el momento de l cubis mo no era necesa ri o negar nada.
Soy yo q ui en está empeza ndo esta cosa de los siglos
Era un momento de profecía, pero de un a profecía que cons-
ven ide ros.8 t it uía la base de una transformación que, de hecho, ya hab ía

En cuanto hay más de un hombre que dice o s ie nte, o asp ira empezado.
Apol linaire:
a sentir, tal cosa - y hemos de recordar que esa noc ión y ese
sentimiento son la consecuencia de numerosos desarro llos
Ya oigo el tono est ri dente de la voz amiga que va a llega r
mate ri ales que inciden en millones de vidas- , en cuan to su-
Que camina contigo en Europa
cede esto, la unidad del mundo ha quedado propuesta.
Sin haber dejado nunca América.
La expresión "unidad de l mundo" puede adqu irir un aura
peligrosame nte utó pica, pe ro solo s i se piensa que es políti- No es mi intención da r la idea de un período de optim ismo y
ca mente aplicable al mundo ta l co mo es. Una cond ición sine entusias mo gene ralizados. Fue un período de pobreza, ex plo-
qua non para la un idad del mu ndo es e l fin de la explotación. tación, m iedo y desesperación. A la mayoría solo le preo-
Igno ra r este hecho es lo que hace utópica esta expresión . cupaba su supervivenc ia, y m illones no logra ron sob revivir.
Mie nt ras tan to, la exp resión tiene otros s ign ificados . En Pero para quienes se hacían preguntas, había nuevas res-
muchos aspectos (la Declaración de los Derechos Humanos, puestas positivas cuya objetividad pa recía ven ir ga rantizada
la estrategia militar, las comun icaciones, etc.}, desde 1900, po r la existencia de unas fuerzas nuevas.
se ha ven ido co nsiderando al mundo como una unidad. La Los mov im ientos social istas en Europa (con excepción de l
un idad del mundo ha sido reconocida de facto . a lemán y de ciertos sectores de l movim iento s ind ical en Esta-
Hoy sabemos que el mundo debería estar un ificado, al dos Un idos) estaban convencidos de que se encontraban en
igua l que sabe mos que todos los hombres debe rían tener los las vísperas de una revolución, y que esta se extendería hasta
mismos de rechos. Quien niegue esto, o ace pte que otros lo convertirse en una revo lución mund ia l. Esta creencia la
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compartían incluso qu ienes no estaban de acuerdo con los posible? De nuevo, encont ramos la respuesta en la especial
medios políticos necesarios: s ind icalistas, pa rl amentarios, oportunidad histórica del movimiento cubista. En aquel
comunistas, anarquistas. entonces no era esencial adopta r una posición política para
Un tipo particular de sufrim iento estaba llegando a su fin: mantener la integri dad intelectua l. Al produci rse un cambio
e l sufrim iento derivado de la desesperación y la de rrota. La cualitativo semejante en muchas de las evoluciones que con-
gente empezó a creer entonces en la victoria, s i no inmed iata, ve rgieron en ese momento histórico, parecía que todas e llas
a l menos futura . Esta creencia era con frecuenc ia más fuerte prometían una transfo rmación del mundo. Se trataba de una
en donde se daban las peores cond iciones. Los explotados, promesa general izada.
los op ri midos que todavía ten ían fuerzas para preguntarse "Todo es posible -escri bía André Salmon, otro poeta cu-
po r e l sentido de sus vidas m iserables podían o ír como res- bista-, todo es imag inab le, en cualqu ier parte, con cualqu ie r
puesta el eco de ciertas declaraciones, como la de Lu igi Lu- cosa".

chen i, e l anarqu ista ita liano que acuchilló a l emperador aus- El imperia lismo había empezado el proceso de un ifi-
t ríaco en 1898: "No está lejos el d ía en que un nuevo sol bri - cación del mundo. La producción en serie prometía un
llará sobre todos los hombres por igua l"; o la de lván Kal iá- mundo futuro de abundancia. La prensa de circu lac ión de
yev, en 1905, qu ien, al ser sentenciado a muerte por e l ases i- masas prometía una democracia info rmada. El aeroplano
nato de l gobernador gene ral de Moscú, le d ijo a l ju rado que prometía hacer real idad e l sueño de Íca ro. Las terri bles
debe ría "ir aprend iendo a m irar a los ojos a la revo lución que cont rad icciones nacidas de aquel la convergencia no estaban
se acercaba". todavía cla ras. Se hic ieron evidentes en 1914, y la Revo lución
Había un final a la vista. La ausencia de lím ites, que hasta Rusa de 191 7 fue la pri me ra en polarizarlas políticamente. El
entonces hab ía recordado a los hombres cuán inalcanzables Lissitz ki, uno de los grandes innovadores de l arte revo lu-
e ran sus esperanzas, pasó a se r de repente un motivo de cionario ruso hasta que este fue ra e li minado, d io a entender
a liento. El mundo se convirtió en un punto de partida. en una nota biográfica hasta qué punto el momento de op-
El pequeño círculo de pintores y escrito res cubistas no ción polít ica proven ía de las condiciones del momento cu-
estaba d irectamente comprometido con la pol ít ica. No pen- bista:
saban en térm inos polít icos. Pero estaban interesados en una
La película de la vida de El hasta 1926
t ransformación revo lucionaria del mundo. ¿Cómo e ra esto
.'
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NAC I M 1ENTO: Mi generación nac ió de tener grandes vientres llenos de intestinos.
pocas decenas de años Ya contamos con los cráneos comp ri m idos
antes de la Gran Revoluc ión de Octubre. de d inamos con cerebros eléct ricos.
AN TEPASADOS: Hace unos cuan tos siglos nuestros antepa- Materia y mente
sados se transm iten d irectamente a través de cigüeñales
tuv ieron la suerte y de esta forma se los hace func ionar.
de hacer los grandes descubrim ien tos geográficos. La g ravedad y la inerc ia están s iendo superadas.
NOSOTROS: Nosotros, los nietos de Colón, 1918: En 1918, en Moscú, ante m is ojos,
estamos creando la época de los más gloriosos inventos. saltó la chispa del cortocircuito
Estos han hecho más pequeño nuestro globo que pa rt ió e l mundo
pero han amp li ado nuestro espacio po r la m itad .
e intens ificado nuestro tiem po. Este golpe abrió nuest ro presen te
SENSAC I ONES : Mi vida se ve acompañada como una cuña
po r sensaciones sin preceden tes. entre ayer y mañana.
Apenas con cinco años ten ía los cables de caucho Mi trabajo
del fonógrafo de Ed ison pegados a las orejas. también
A los ocho, contribuye a hinca r la cuña
estaba persigu iendo e l primer t ranv ía e léct rico en Smo- más
lensk, profunda.
la fuerza d iabó lica Uno pertenece aquí o al lí:
que sacó de la ciudad a los caball os campesinos. no hay térm ino med io.g
COMPRES IÓN DE LA MAT ER IA: La máqu ina de va por meció
El momento cubista term inó en Francia en 1914 . Con la gue-
m1 cuna
rra había nacido un nuevo t ipo de sufrimiento. Los hombres
Mientras tan to ha segu ido el cam ino de todos los ict io-
se vieron obligados a enfrenta rse po r primera vez a un horror
sauros.
total; no el del infierno, o e l de la condenación o e l de perder
Las máqu inas han dejado
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una batal la o el de una hambruna o una plaga, s ino todo el invertido. Los hombres empezaron a luchar consigo m ismos
horror de lo que se interpon ía en el camino de su propio pro- intentando comprende r el s ign ificado de los acontec i-
greso. Y se vieron forzados a enfrentarse a el lo en razón de mientos, su identidad, sus esperanzas. Esta era la posibilidad
su propia responsab ilidad, y no en la de una simple confron- negativa imp lícita en la nueva relac ión de cada ser con el
tación entre enemigos claramente definidos. mundo. La vida pasó a ser un caos dentro de cada cual. Se
La escala de la pérdida y de la irracionali dad y el grado perd ieron en s í m ismos.
hasta el que los hombres podían se r convencidos y forzados En luga r de aprehender (aunque fuera de una manera sim-
a nega r sus propios intereses llevaron a creer que había en ple o d irecta) los procesos que hac ían que sus destinos fue-
juego unas fuerzas ciegas e incomprensibles. Pero dado que ran idénticos al de l mundo, se sometieron pasivamente a la
estas fuerzas ya no pod ían ser acomodadas por la re ligión y nueva condición. Es decir, que el mundo, no obstante ser una
que ya no había rituales mediante los cuales pudieran ser parte indivisible de ellos, vo lvió a ser en sus mentes el viejo
abordadas o apac iguadas, cada hombre ten ía que vivir con mundo, el cual era independiente y opuesto a ellos; e ra como
e ll as lo mejor que podía. Y, viviendo con ellas, acabarían por si se hubieran visto fo rzados a devorar a Dios, el cielo y el in-
destru ír su vo luntad y su confianza. fierno y a vivir para s iempre con sus fragmentos dentro de
En la última página de Sin novedad en el frente, el prota- e ll os. Era en verdad una forma nueva y terri ble de sufri-
gonista piensa: miento, y coinc idió con e l uso generalizado y de li berado de
una propaganda ideo lógica fa lsa, a modo de arma. Esta
Estoy muy sosegado. Ya pueden llegar los meses y los
propaganda preserva en la gente unas estructu ras de pensa-
años. No podrán qu itarme nada más. No me quitarán
miento y unos modos de sentir trasnochados, al tiempo que
nada más. Estoy tan solo y tan desesperado que puedo
la somete por la fuerza a nuevas experi encias. Transforma así
recibirlos s in temor. La vida que me ha guiado a través de
a las personas en marionetas, al tiempo que la mayor parte de
estos años late todavía en mis manos, en m is ojos. Ignoro la tens ión provocada por la transformación no deja de ser po-
s i la he superado. Pero m ientras e ll a siga ah í dentro inten-
líticamente inofensiva, una frustrac ión inevitablemente
tará abrirse camino, lo quiera o no lo qu iera mi "Yo".10
incoherente. El único fin de esta propaganda es hace r que la
gente renunc ie y term ine por abandonar la identidad que su
El nuevo t ipo de sufrimiento que nació en 1914 y ha persis-
expe ri encia, de no ser por ella, hubie ra creado.
t ido en la Europa occidenta l hasta hoy es un sufrim iento
.'
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En La linda pelirroja, el último poema largo de Apo llina ire Pero re íd re íd de mí
(murió en 19 18), su visón del futuro, tras su experiencia en la Hombres de todas partes sobre todo gentes de aquí
guerra, se ha convertido en una fuente tanto de sufrim iento Pues hay tantas cosas que no me atrevo a dec iros
como de esperanza. ¿Cómo iba a reconci liar lo que ha visto Tantas cosas que no me dejaríais deci r
con lo que había predicho en a lgún momento? A partir de ese Ap iadaos de m í.11
momento ya no puede haber profecías apolít icas.
Aho ra podemos empezar a entender la pa radoja cent ra l del
No somos nosotros enem igos vuestros cubismo. El espíritu de l cubismo era objetivo. De ahí su
Queremos ofreceros ampl ios y extraños parajes calma y la relativa anon im ia a la hora de diferencia r a los
En los que el misterio en flor se entrega a qu ien qu iere co- art istas. De ahí también la precis ión de sus profecías téc-
gerl o nicas. Vivo en una ciudad satélite que ha s ido constru ida du-
Hay en e ll os fuegos nuevos colores nunca vistos rante los últimos cinco años. El carácter del modelo de lo que
Mil qu ime ras imponderab les veo aho ra por la ventana mientras escribo puede retrotrae rse
Que es preciso real izar d irectamente a las pinturas cubistas ejecutadas en 1911 y
Queremos explorar la bondad región enorme en la que 1912. Y, sin embargo, resu lta curioso lo distante y desco-
todo enmudece nectado que nos parece hoy el espíritu cubista.
Tamb ién está el t iempo que se puede d is ipar o restaura r Esto se debe a que los cubistas no tuv ieron en cuenta la
Ap iadaos de nosotros que combatimos s iemp re en las política tal como nosotros la hemos experimentado desde
fronteras entonces. Al igual que sus contemporáneos, incluso aque llos
De lo ilim itado y de lo venidero con una experiencia política, los cubistas no imaginaron, no
Piedad para nuestros errores piedad pa ra nuestros peca- pred ijeron, la extensión, la profundidad y la durac ión del
dos sufrim iento que iba a ocasionar la lucha por hacer realidad
Aquí está llegando e l ve rano la violenta estación aque llo que se hab ía vuelto tan cla ramente posible y que
Y mi juventud ha muerto como la primavera desde entonces ha pasado a ser un imperativo.
Oh Sol es la ho ra de la ardiente Razón Los cubistas imaginaron e l mundo transformado, pe ro no
[...] e l proceso de transformac ión.
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El cubismo cambió la naturaleza de la relac ión entre la Sin embargo, la re lac ión de l artista con la naturaleza era
imagen pintada y la realidad, y al hacerlo puso de manifiesto comparable a la del científico. Al igual que este, e l art ista apli-
un nuevo tipo de relac ión entre el hombre y la realidad. caba la razón y e l método a l estud io de l mundo. Observaba y
ordenaba sus hal lazgos. El pa ra lelismo de las dos d isciplinas
Muchos críticos han señalado que el cubismo supuso una
queda rá ulteriormente demostrado por el ejemplo de Leo-
ruptura en la h istoria del arte comparable a la del Renaci-
na rdo da Vinci.
m iento en relación con el arte medieva l. Esto no qu ie re dec ir
Aunque durante los s iglos s igu ientes se emplearía a me-
que e l cubismo pueda equ ipararse al Renacim iento. La con-
nudo con mucha menos precis ión, en el Renac im iento, el
fianza del Renacim iento duró a lrededor de 60 años {apro-
mode lo metafórico de la función de la pintura es el espejo. Al-
ximadamente de 1420 a 1480); la de l cubismo unos seis. S in
berti citaba a Narc iso viendo su imagen reflejada en e l agua
emba rgo, e l Renac im iento sigue s iendo un punto de partida
como el primer pintor. El espejo representaba las apariencias
pa ra pode r apreciar el cubismo.
de la natu ra leza y simu ltáneamente las dejaba en manos del
En los in icios del Renacimiento, e l objetivo del arte era la
hombre.
imitación de la natura leza. Leon Battista Alberti formuló as í
esta visión de l arte: "La función de l pintor consiste en cir- Resu lta extremadamente d ifíci l reconstruir las actitudes del
cunscribir y pintar sobre una tab la o pared dete rm inadas, me- pasado. A la luz de las cuestiones que plantean ciertos avan-
d iante líneas y colores, la supe rfic ie visible de algún cuerpo, ces más rec ientes, tendemos a el im inar las ambigüedades
de suerte que, visto a una cierta distanc ia y desde un deter- que puedan haber existido antes de que surgieran tales cues-
m inado ángu lo, lo representado aparezca en relieve y tenga la t iones. Al principio de l Renacimiento, por ejemplo, la visión
apariencia de un cuerpo''.g humanista y la med ieval cristiana pod ían combinarse todavía
Claro está que no era tan simple como parecía. Estaban sin problemas. El hombre pasó a ser igua l a Dios, pe ro
los problemas matemáticos impuestos po r la perspectiva li- ambos manten ían sus pos iciones trad icionales. Arnold Hau-
nea l, para los que el prop io Alberti encontró soluciones. Es- se r decía lo siguiente con respecto al primer Renacim iento:
taba tamb ién la cuestión de la elección; es dec ir, la cuestión
El trono de Dios era e l centro alrededor de l cual giraban
de hacer justicia a la natura leza e ligiendo representar lo que
las esferas celestiales, la tie rra era e l centro de l un iverso
e ra típico de la natu ra leza y lo que más la favorecía.
material; y e l m ismo hombre, un m icrocosmos autónomo
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en torno al cual, como s i dijéramos, giraba toda la natu - que se debe ser además un hombre de vida irreprochab le
ra leza, al igua l que los cuerpos celestiales giraban en e incluso, en lo posible, un santo, para que e l Espíritu
torno a esa estrella fija, la tierra.13 Santo inspire e l entend im iento.JA

Así, e l hombre pod ía observar la naturaleza que le rodeaba y Nos apartaría demasiado de nuestro estudio el intentar s i-
sentirse engrandecido, tanto por lo que observaba como por qu ie ra hacer un breve bosquejo de la historia de l arte a partir
su propia capacidad para observar. No neces itaba considerar de Migue l Ángel: e l manierismo, e l Barroco, el clasicismo de
que él m ismo fo rmaba una parte esencial de la natura leza. El los s iglos XV II y XV I II . Lo que es re levante pa ra el objetivo que
hombre era el ojo para el que la realidad había sido hecha visual: nos proponemos es que, a partir de Migue l Ángel y hasta la
e l ojo idea l, e l ojo del punto de vista de la perspectiva rena- Revoluc ión Francesa, e l escenario teatral paso a ser el mode lo
centista. La grandeza humana del ojo resid ía en su capacidad metafó ri co de la func ión de la pintura. Puede parecer bas-
pa ra reflejar y contener, como un espejo, lo que existía. tante improbab le que e l m ismo mode lo funcionara en e l caso
La revo lución copern icana, e l protestantismo, la Contra- de un visionario como El Greco, un estoico como Nicolas
rreforma echaron por t ierra la visión renacentista. Con su Poussin (qu ien, de hecho, trabajaba con mode los escénicos
destrucc ión nac ió la subjetividad moderna. Al artista pasó a que se construía él m ismo) y un mora lista bu rgués como
preocuparle en pri mer lugar la creación. Su propio genio Jean Siméon Chard in. Y, sin embargo, todos los artistas de
usurpará a la naturaleza el ape lativo de "maravilla". Es el don estos dos siglos compartían ciertos supuestos. Para ellos,
de su gen io, su "espíritu'', su "grac ia", lo que le hace seme- todo el poder del arte residía en su artificialidad; es decir, les
jante a un dios. Al m ismo t iempo, la igualdad entre el hombre interesaba la construcción de ejemplos g lobales de una ver-
y Dios quedó tota lmente destru ida. El misterio ent ra en el arte dad que en la vida m isma no puede encontrarse de una ma-
pa ra acentuar esa desigua ldad . Un s iglo después de que Al- ne ra tan estática, defin ida y sublime.
berti afirmara que el arte y la ciencia eran actividades para- La pintu ra se convirtió en un arte esquemático. La ta rea
lelas, Migue l Ángel ya no habla de im itar a la natura leza, s ino del pintor ya no era representar o im itar lo que existía, s ino
de imitar a Cristo: resum ir la expe ri encia. La naturaleza se convirtió en aquel lo
de lo que el hombre ten ía que redim irse. El artista llegó a ser
Para im itar en parte la venerada imagen de Nuestro Señor,
e l responsab le no solo de los med ios de transm iti r la verdad,
no es suficiente ser un d iestro y excelente maestro. Creo
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sino tamb ién de la verdad misma. La pintura dejó de ser una estaba solo, rodeado por la natura leza, de la que lo separaba
rama de la ciencia natural para convertirse en una rama de las su propia experiencia.
ciencias mora les. La natu ra leza es lo que el artista ve a través de su expe-
riencia. As í, en todo e l arte del s iglo X IX, desde la "falacia
En el teatro, el espectador se enfrenta a unos aconteci-
patética o antropomórfica", de los románticos a la "óptica"
mientos, pero es inmune a sus consecuencias; puede sen-
de los impres ionistas, se dio una confusión considerable con
t irse afectado emocional y mora lmente, pero está fís icamente
respecto a la frontera en la que acababa la expe ri encia de l ar-
a lejado, protegido, separado de lo que está suced iendo ante
t ista y empezaba la natura leza. El testimonio personal de l a r-
sus ojos. Lo que está suced iendo es artificia l. La obra de arte
t ista era su intento de hacer su experiencia tan rea l como esa
ya no representa la naturaleza, s ino que es el espectador
natura leza que le resu ltaba inalcanzable por el proced im iento
qu ien la representa. Y, por consiguiente, a l ser él m ismo de
de comun icársela a los otros. El sufrimiento considerab le de
qu ien debe red im irse, nos encontramos ante la divis ión carte-
gran parte de los pintores del siglo XIX surgió de esta contra-
siana que, de forma profética o de hecho, dom inó estos dos
d icción: puesto que estaban al ienados de la natura leza, ten ían
siglos.
que presentarse a los otros como natura leza.
Jean-Jacques Rousseau, lmmanuel Kant y la Revo lución
Francesa, o más bien todas las evoluciones subyacentes al El habla, en tanto que refrendo de la experi encia y modo de
pensamiento de los fi lósofos y a los sucesos de la Revo- hacerl a real, interesó a los románticos. De ah í su constante
lución, posibilitaron el que se siguiera creyendo en un orden comparación entre la pintura y la poesía. En 1821, Théodore
constru ido como oposición al caos natural. El modelo meta- Gé ri cault, cuya Balsa de la Medusa fue la primera pintura de
fórico vo lvió a cambiar, y de nuevo fue ap licado du rante un un suceso de la época conscientemente basado en el testi-
largo período, pese a los grandes cambios esti lísticos. El mon io de test igos, escribía:
nuevo mode lo es e l de l testimonio personal. La natu ra leza
Cómo me gustaría poder mostrar a nuestros pintores más
había dejado de confirmar o engrandecer a l artista cuando
destacados ciertos retratos que presentan un estrecho
este investigaba. Tampoco le interesaba ya al artista la crea-
parecido con la natura leza, cuya pose, carente de toda
ción de ejemplos "artificia les", pues estos dependían del re-
afectación, no deja nada que desear y de los cuales uno
conocimiento común de ciertos va lores mora les. Ahora
puede verdaderamente dec ir que solo les falta hablar.15
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En 1850, Eugene Delacro ix esc ribía: resultado de esta fusión, por armoniosa que sea, es un se nti-
miento de impotencia; lo que sugiere que, privado de su
Me he dicho mil veces a mí mismo que la pintura, es
subjetividad, no tiene con qué sustituirla. la natu raleza ya no
decir, la cosa material llamada pintura, no era más que un
es un campo de estud io, se ha convertido en una fu erza abru-
pretexto, un puente entre la mente del pintor y la del
madora. De un modo u otro, la confrontación entre el artista
espectador. 16
y la natu raleza a lo largo del siglo x1x fue desi gual. Siempre
Para Camille Co rot, la experiencia era algo mucho menos rim - dominaba uno de los dos, bien el corazón de l hombre, bie n
la grandi osidad de la naturaleza. Mo net esc ri bía :
bombante, más modesto que para los románticos . Pero, s in
em bargo, siguió haciendo hincapié en lo esenciales q ue eran
Llevo pi ntan do medio siglo, y pronto habré su perado los
para el arte lo personal y lo relativo. En 1856 escribía:
69 años, pero, lejos de disminuir, mi sensibilidad se ha

la realidad es una parte; el sentimiento la completa [... ) agudizado con la edad. Mientras el contacto constante
con el mundo exterior pueda mantener el ardor de mi
ante cualquier lugar u objeto, abandónate a la p rimera
impresión. Si te ha conmovido de verdad, transmitirás a curiosidad y mi mano siga siendo la esclava rápida y fiel
de mi perce pción, no tengo nada que temer a la vejez.
los otros la sinceridad de tu emoción.u
Solo deseo una estrecha unión con la natu raleza, y, como
Émile Zola, uno d e los pri me ros defensores de los impresio- Goethe, no anhelo ot ro destino que el d e haber trabajado
nistas, definió la ob ra de arte como "un rincó n de la natu- y viv ido en armon ía con sus leyes. Co mparada con su
raleza visto a través de un temperamento". Esta definición grand iosidad, su pode r y su inmo ralidad, la cri atu ra hu-
puede apl icarse a todo el siglo x 1x, y es otra manera de des- mana no parece sino un átomo miserable.
cribir el mismo modelo metafórico.
Claude Monet fue el más teórico de los impresionistas y Soy consciente del esquematismo de este breve res um en.

el más ansioso por romper esa barrera de la subjetividad que ¿Acaso no es Delacroix, en cierto sentido, una figura de tran-

caracterizaba al siglo. Para é l (al menos, en teoría), el pa pel sición entre el siglo xv111 y el x 1x? ¿Y no fue Rafael otra fi gura

de su temperamento se limitaba al proceso de percepción. de transición que trastoca estas categorías tan elementa les?

Habla de una "estrecha fusión" con la naturaleza. Pero el No obstante, este esque ma es lo bastante cierto para ayu-
darnos a apreciar la natu raleza del cambio que supuso el
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cubismo. pasó a ser inadecuado en el arte.
El modelo metafórico de l cubismo es el diagrama . El d ia- ¿Cómo expresa ron los cubistas su presen t im ien to de la
g rama es una representación vis ible, s imbó lica, de procesos, nueva relación existente en t re e l hombre y la natu raleza?
fuerzas y estructu ras inv isibles. El d iagrama no t iene que evi-
1. Con su uso del espacio
tar ciertos aspectos de las apa ri encias, pe ro estos serán tam-
El cubismo rom pió con el espacio trid imens ional ilusorio que
bién tratados s imbó licamente como s ignos, no como im ita-
hab ía exist ido en la pintura desde el Renacim iento. No lo des-
c1ones o recreaciones.
t ruyó. Tampoco lo dis imu ló, como lo hicieran Pau l Gaugu in y
El mode lo de l diagrama d ifiere del modelo de l espejo en
la escuela de Pont-Aven. Lo que h izo fue romper su con t i-
que sugiere un interés po r lo que no es eviden te en s í m ismo.
nu idad. Tanto en cuan to podemos interpretar que una forma
Se d iferencia de l mode lo del escenario teatral en que no t iene
está detrás de otra, se puede afirma r que en la pintura cubista
que concentrarse en los momentos culminantes, s ino que
existe el espacio. Pero la relación en t re dos formas cuales-
puede revelar un con t inuo. Y es diferente del modelo de l testi-
qu ie ra no estab lece, como sucede en el caso del es pacio ilu-
monio personal porque su objetivo es una ve rdad gene ral.
sorio, una ley que rija todas las re lac iones espaciales ex is-
El artista renacentista im itaba a la natu raleza. Los artistas
tentes entre todas las fo rmas represen tadas en la pintu ra.
man ieristas y clásicos reconstruyeron ejemplos de la natu-
Esto es pos ible s in llegar a una delirante defo rmación de l
ra leza con el fin de t rascenderla. El artista de l s iglo X IX expe-
espacio, po rque la superficie bid imens ional de la pintu ra
rimen tó la naturaleza. El cubista se d io cuen ta de que su con-
esta rá s iempre ah í, arb it rando y resolviendo las d iferen tes
ciencia de la nat ura leza formaba parte de e lla.
demandas de qu ienes la contemplamos. En las obras cubis-
Werner Heisenbe rg hab la con la voz del fís ico moderno:
tas, la superficie de la imagen funciona como una constan te
La ciencia nat ura l no se lim ita a describir y expl ica r la que nos perm ite apreciar las va ri ab les. Antes y después de
natu raleza; forma parte de la inte racción existente en tre la cada aventu ra de nuestra imaginación por entre los proble-
natu raleza y nosotros m ismos: describe la natura leza máticos espacios de una pintura cubista, a través de sus in-
como algo expuesto a nuestro método de te rconexiones, nos damos cuenta de que nuestra m irada se
razonamiento.18 queda fija en la su perfic ie de la imagen, consciente o t ra vez
de las fo rmas bid imens ionales insc ritas en una tab la o un
Del m ismo modo, el enfrentam ien to fron tal con la natu raleza
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lienzo bid imens ional. del m ismo princ1p10. Parte de la superficie real o imitada de
Esto hace que en una obra cubista resu lte imposible en- un objeto se pegaba a la supe rficie de la imagen como un
frentarse a los objetos o las fo rmas. No solo deb ido a la signo que no imitaba su apariencia, sino que hacía refe rencia
mu lt iplicidad de puntos de vista - es dec ir, la vista de una a el la. Un poco después, la pintura se ap ropió de la expe-
mesa desde abajo se combina con la vista de esa misma riencia del co ll age, de modo que, por ejemplo, se pod ía hacer
mesa desde arriba y desde uno de sus lados, por pone r un refe rencia a unos lab ios o a un racimo de uvas median te un
ejemplo-, sino tamb ién porque las fo rmas interpretadas d ibujo que "fingía" estar en un t rozo de papel blanco pegado
nunca se presentan como una total idad. La tota lidad es la a la superficie de la imagen.
supe rfic ie de la pintura, que ha pasado a ser el origen y la suma
2. Con su tratamiento de la forma
de todo lo que ve uno. El punto de vista de la perspectiva rena-
Fue este el que dio su nombre a los cubistas. Se dec ía que lo
centista - fijo y exterior a la pi ntura, pero en relac ión con el
pintaban todo en fo rma de cubos geométricos. Más tarde, el
cual se ha d ibujado todo lo que esta contiene- se ha conver-
apelativo se pond ría en re lación con aquel comentario de
t ido en un campo visual que es la pintura en sí m isma.
Pau l Cézanne: "Haz pasa r la natura leza por el ci lind ro, po r la
Tres años les llevó a Picasso y a Braque llegar a esta ex-
esfe ra y por e l cono, y en todo utiliza una perspectiva ade-
t raord inaria transformación. En la mayoría de sus imágenes
cuada". Y desde entonces ha continuado el ma lentend ido,
datadas entre 1907 y 1910 se hacen todavía ciertas conce-
fomentado, todo hay que decirlo, por e l s infín de confusas
siones al espacio renacentista. Con e llo se consigue defo rmar
afirmac iones de a lgunas de las figuras meno res de l cubismo.
e l tema. La figura o el paisaje se convierten en la cons-
El malentend ido consiste en cree r que los cubistas desea-
t rucción, en lugar de ser la construcción la imagen expresiva
ban la simplificación por la simpl ificac ión. En algunas de las
de la re lac ión entre el espectador y e l tema.!.9
obras ejecutadas por Picas so y Braque en 1908 puede pa recer
Después de 1910, todas las referencias a las aparienc ias se que es este e l caso. Antes de dar con su nueva visión, tuvie-
hacen en forma de signos en la superficie de la imagen . Un ron que echa r por la borda todas las complej idades trad i-
círculo rep resenta el cuello de la botell a, una gragea repre- cionales. Pero su objetivo era llegar a una imagen de la rea-
senta un ojo; unas letras, el periódico; una voluta arqu itec- lidad mucho más compleja de lo que hasta entonces se hab ía
tón ica, el mástil de un vio lín, etc. El collage era una extensión intentado en la pintura.
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Para apreciarla hemos de abandonar una costumbre cubistas crearon la posibilidad de que e l arte revelara pro-
ancestra l: la de m irar cada objeto, cada cuerpo como si fuera cesos en lugar de entidades estáticas. El conten ido de su arte
completo en s í mismo y diferenc iado de los demás deb ido consta de varios modos de interacc ión: la interacc ión entre
precisamente a su integridad. A los cubistas les interesaba la los diferentes aspectos de un m ismo suceso, entre el espacio
interacción entre los objetos. lleno y e l vac ío, entre la est ructu ra y e l mov im iento y ent re e l
espectador y la cosa vista.
Redujeron las formas, pri mero, a unas combinaciones de
Más que preguntarnos si es cierta o si es sincera, lo que
cubos, conos y cilindros y, posteriormente, a unas disposi-
debemos pregunta rnos ante a una imagen cubista es si tiene
ciones de facetas o planos tota lmente articu lados y con los
una continuación .
bordes muy defin idos, de modo que los elementos de cual-
qu ie r forma eran intercambiables con los de las demás, ya se
tratara de una col ina, de una mujer, de un violín, una ja rra,
Hoy resu lta fácil darse cuenta de que, a partir del cubismo la
una mesa o una mano. Así, fren te a la discontinu idad del
pintura se ha ido hac iendo cada vez más diagramática, aun
espacio cubista, crearon una continuidad de estructura. No
cuando no se haya dado una influencia d irecta del cubismo,
obstante, cuando hab lamos de la d iscontinu idad del espacio
como, por ejemplo, en e l caso de l surreal ismo. Edd ie Wo l-
cubista, lo hacemos solo a fin de distingu irlo de la conven-
fram, en un artícu lo sob re Francis Bacon, dec ía lo sigu iente:
ción de la pe rspectiva li neal del Renac im iento.
El espacio forma parte de la continu idad de los sucesos La pintu ra hoy funciona di rectamente como una act ividad
que t ienen lugar en é l. Es en sí mismo un suceso más, conceptual en té rminos fi losóficos, y el objeto artístico
comparable a los otros. No se lim ita a contene rlos. Y esto es funciona tan solo como una referencia, cifrada, a la rea-
lo que nos muestran las escasas obras maest ras que generó lidad tangible ..6Q
e l cubismo. El espacio comprend ido entre los objetos forma
Esto formaba parte de la profecía cubista. Pero solo era una
parte de la m isma estructura que estos. Las formas están
parte. El arte bizantino tamb ién podría inclu irse en la defi-
sencillamente invertidas, de modo que, por ejemplo, la coro-
nición de Wo lfram . Para comprende r la tota li dad de la pro-
nilla de una cabeza es un elemento convexo y el espacio con-
fecía cubista hemos de exam inar el conten ido de su arte.
t iguo, que aquel la no llena, es un elemento cóncavo. Los
Una pintura cubista, como Botella y vasos (19 11) de
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Picasso, es bidimens ional en tanto en cuanto el o¡o de l una imagen cubista con cualqu ier obra de la trad ición rena-
espectador vuelve una y otra vez a la superficie de la imagen. centista. Pongamos, por ejemplo, el cuadro Martirio de san
Partimos de la superficie, seguimos una secuencia de formas Sebastián de Anton io Pollaiuo lo . Ante la pintura de Pollaiuolo,
que nos introducen en la imagen, y entonces, de golpe, vo l- lo que hace e l espectador es completarla. Es e l espectador
vemos a estar de nuevo en la superficie, en la que depos i- qu ien saca las conclusiones y deduce todas las re lac iones,
tamos el conocim iento recién adqu irido, antes de hacer otra salvo las estéticas, existentes entre las pruebas que se le ofre-
incu rsión. Por eso d igo que la superficie pictórica cubista es cen: los arqueros, el mártir, e l sencillo decorado tras ellos,
e l origen y la suma de todo lo que podemos ver en la imagen. etc. Es é l qu ien mediante su lectura de lo que está repre-
No hay nada de decorat ivo en esa bidimensional idad, ni tam- sentado determ ina la unidad de s ign ificado de la pintura. La
poco es s imp lemente una zona que ofrezca posibilidades de obra le es presentada. Uno casi tiene la sensación de que san
yuxtaposic ión de imágenes d isociadas, como sucede en e l Sebastián fue martirizado a fin de darle a él la oportun idad de
caso del arte neodada ísta o de l arte pop. Partimos de la explicar esta imagen. La complejidad de las fo rmas y e l ta-
supe rfic ie, pero dado que todo lo que hay en la imagen se re- maño del espacio rep resentado aumentan el sentimiento de
mite a la superficie, empezamos por la conclusión . Luego, domin io, de control.
nos lanzamos a la búsqueda, no de una explicación, como lo En una imagen cubista, se nos dan la conclusión y las
haríamos ante una imagen en la que predom ina un solo conexiones. Son las que componen la pintura. Son su conte-
significado (un hombre ri endo, una montaña, un desnudo nido. El espectado r debe encontra r su lugar en este conte-
recl inado), s ino de un modo de interpretar la configuración nido, al t iempo que la complejidad de las formas y la "discon-
de los sucesos cuya interacc ión es la conclusión de la que t inuidad" del espacio le recuerdan que su visión desde ese
hemos partido. Cuando "depositamos el conocim iento recién lugar está abocada a ser parcial.
adqui ri do" en la superficie de la imagen, lo que hacemos en Este contenido y su funcionamiento fue profético porque
rea lidad es encontrar el signo para lo que acabamos de coinc idió con la nueva visión científica de la natura leza, una
descu brir: un s igno que siempre había estado ah í, pero que vis ión que rechazaba la simple causali dad y el punto de vista
no hab íamos sido capaces de leer previamente. ún ico, permanente y global.
Werner Heisenberg dice:
A fin de dejar más claro este punto, merece la pena comparar
.'
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Se podría decir que la capacidad humana de comp rensión e ran mode los precisos y continuos del método de investi-
es, en cierto sentido, ilimitada. Pero los conceptos cientí- gación y comprobación descrito más arriba. Es dec ir, fuerzan
ficos existentes solo abarcan una parte muy lim itada de la a los sentidos y a la imaginac ión de l espectador a calcular,
realidad, y la parte que todavía no ha sido comprendida es omit ir, dudar y conclui r conforme a una pauta que guarda un
infin ita. Puede que espe remos com prender s ie m pre que estrecho pa recido con la uti lizada en la obse rvación cien-
pasamos de lo conocido a lo desconoc ido, pero puede tífica. La dife rencia es una cuestión de atract ivo. Como el acto
que también tengamos que aprende r al mismo t iempo un de mirar una imagen es mucho menos concentrado, la ima-
nuevo sentido de la palabra comprensión.21 gen atrae una gama más amp li a y variada de las experiencias
previas del espectado r. El arte está relac ionado con la memo-
Esta noc ión im plica un cambio en la metodo logía de la in-
ria; el expe rimento, con las pred icciones.
vest igación y la invención . El fis iólogo W. Grey Wa lter obser-
Fuera de l laboratorio moderno, la neces idad de adapta rse
vaba que:
constantemente a las total idades que se nos presentan
- más que hace r inventa ri os o suplir un significado t rascen-
La fis iología clásica, como hemos visto, solo to le raba una
denta l, como ante la pintu ra de Pollaiuolo- es una caracte-
ún ica incógn ita en sus ecuaciones; en cada experimento
ríst ica de la ex periencia de nuestros días que afecta a todos
no se pod ía invest igar más de una sola cosa[...]. No pode-
po r obra de los med ios de información de masas y los sis-
mos ext raer una variab le independ iente a la manera clá-
s ica; hemos de enfrentarnos todo el t iempo a la inte- temas de comunicación mode rnos.

racción de muchas incógn itas y variables [...]. En la prác- Marshall McLuhan es un maníaco de la exageración, pero

tica, esto impl ica que se deben hacer y comparar a l mismo e ll o no qu ita para que no haya visto con toda claridad ciertas

tiempo no una s ino muchas observaciones, tantas como verdades:

sea posible, y que cuando se pueda, se debe utilizar una


En la edad eléctrica, cuando nuestro s istema ne rvioso
sola va ri ab le conocida para mod ifica r las d iversas incóg-
cen tral ha s ido ampl iado tecno lógicamente a fin de in-
nitas complejas, de modo que se puedan evaluar sus ten -
cluirnos en e l total de la human idad y de incorporar e l
dencias y su interdependencia. 22 tota l de la human idad en nosot ros, necesariamente parti-
cipamos, en profund idad, de las consecuencias de todas y
Las mejores obras cubistas rea lizadas en 19 10, 1911 y 1912
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cada una de nuestras acciones. La aspiración a la tota- de un presentimiento.
lidad, a la empatía y a la profundidad de conocimiento, ca- No hay razones que expliquen el que los máximos logros
racterística de nuestra era, es un elemento natural adjunto cubistas se dieran en unas fechas determinadas. ¿Por qué
a la tecnología eléctrica. La edad de la industria mecánica entre 1910 y 1912, y no de 1905 a 1907? Tampoco se puede
que nos precedió encontraba en la vehemente afirmación explicar con exactitud por qué ciertos artistas llegaron, exacta-
del punto de vista privado el modo de expresión natural mente en el mismo momento, a una visión del mundo muy
(...]. El signo de nuestro tiempo es su revolución contra diferente: una gama de artistas que va de Pierre Bonnard a
las pautas impuestas. Repentinamente deseamos que las Marce! Duchamp, pasando por Giorgio de Chirico. Para
cosas y las personas se declaren seres totales.13 poder explicarlo tendríamos que saber una cantidad imposible
de datos sobre cada evolución individual. (En esa imposi-
Los cubistas fueron los primeros artistas que intenta ro n pin-
bilidad, que es absoluta, reside que estemos libe rados del
tar totalidades más que acumulaciones.
determinismo.)
Debo vo lver a hacer hincapié en el hecho de que los
Hemos de trabajar con explicaciones parciales. Con la
cubistas no eran conscientes de todo lo que podemos leer
ventaja que nos proporcionan 60 años de perspectiva, las co-
hoy en su arte. Picasso, Braque y Léger guardaron s ilencio
rrelaciones que he intentado establecer entre el cubismo y el
porque sabían que podrían estar haciendo más de lo que sa-
resto de la historia me parecen hoy innega bles. El cam ino
bían . Los cubistas menores tendieron a creer que su ruptura
exacto de esas conexiones sigue s iendo desconocido. No nos
con la trad ición los había liberado de la atadura de las apa-
informan sobre las intenciones de los artistas; no explican
riencias, de forma que podrían enfrenta rse a cierto t ipo de
exactamente por qué apareció el cubismo de la manera en la
esencia espiritua l. Se albergó la idea de que su arte coinci-
que lo hizo, pero sí que nos ayudan a desvelar el significado
diera con las implicaciones de ciertos descubrimientos cientí-
del cubismo más continuo y más amplio posible.
ficos y tecnológicos, pero nunca llegó a elaborarse. No hay
Dos objeciones más. Dado que el cubismo representó
pruebas que demuestren que reconocieran como tal el cam-
una revolución tan fundamental en la historia del arte, he te-
bio cualitativo que había tenido lugar en el mundo. Es por
nido que hablar de ella como si de pura teoría se tratara. Solo
estas razones por lo que me he referido constantemente a s u
así podía dejar claro su contenido revolucionario. Pero, natu-
presentimiento de un mundo transformado; no pasaba de eso, ralmente, no se trató de pura teoría. No hubo en él nada tan
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claro, tan consistente y tan s impl ista. Hay pinturas cubistas Pasan de contrabando los deta lles y los esconden a modo de
llenas de anoma lías y de una marav illosa ternura gratuita y de recuerdos.
una excitac ión confusa. Vemos el inic io a la luz de las conclu- La segunda objeción tiene que ver con e l contenido social
siones que este m ismo sugería. Pero solo era un 1n1c10; un del cubismo: o más bien su carencia de este. Uno no puede
inicio que se cortó en seco. esperar encont rar en una pintura cubista el m ismo t ipo de
Pese a toda su comp rensión de lo inadecuado de las apa- contenido social que apa rece en un Breughel o un Courbet.
riencias y de la visión frontal de la naturaleza, los cubistas Los med ios de información de masas y la llegada de los nue-
ut ilizaron tales apa ri encias como medios para referirse a la vos públicos han mod ificado profundamente el papel social
natura leza. En el to rbellino de sus nuevas construcciones, su de las Bellas Artes. No deja de ser cierto, s in embargo, que,
relación con los sucesos que las provocaban aparece mos- durante el momento de l cubismo, a los cubistas no les in-
trada med iante una referencia sencilla, casi ingenua, a la pipa teresaban en absoluto las imp licaciones humanas y sociales
pegada a la boca del "modelo", a l racimo de uvas, a l frutero o de lo que estaban haciendo. Esto se debió, creo yo, a que te-
a l títu lo de un pe ri ódico. Incluso en algunas de las pinturas nían que simplificar. El problema a l que se enfrentaban e ra
más herméticas, como El portugués, de Braque, uno puede tan complejo que su planteam iento y su solución absor-
encontrar alus iones natura listas a los detal les de la apariencia bieron todo su interés. Como innovadores, querían lleva r a
del sujeto, como los botones de la chaqueta de l músico, cabo sus experi mentos en las condiciones más fáci les que les
enterrados intactos en la construcción. Hay solo unas cuan- fuera posible, y, consecuentemente, tomaron como temas lo
tas obras, por ejemplo, El modelo, de Picasso, rea lizada en que tenían más a mano y requería menos esfuerzo. El conte-
1912, en las que se ha prescind ido tota lmente de este tipo de nido de estas obras es la re lac ión entre el espectador y la
a lusiones. cosa vista. Esta re lación es posible grac ias al hecho de que el
Las dificultades e ran probablemente tanto intelectuales espectador hereda una situación histórica, económ ica y so-
como sentimentales. Las alus iones natural istas parecerían cial precisa. De no se r así, las obras carecerían de sentido.
necesarias a fin de ofrecer una med ida med iante la cual poder No ilustran una situación humana o social; la proponen.
juzgar la transformac ión . Tal vez, también los cubistas eran He hab lado de l s ign ificado continuo del cubismo. Hasta
reac ios a separarse de las apariencias porque sospechaban cierto punto, este sign ificado ha cambiado y seguirá cam-
que nunca volverían a ser los mismos en el terreno de l arte. biando conforme a las neces idades del presente. Las
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re laciones que podemos leer con la ayuda del cubismo varían Las afirmac iones de Arp las rep iten hoy con un vocabu lario li-
según nuestra posición . ¿Cuál es la lectura hoy? geramente mod ificando todos los defenso res contem-
Cada vez se afirma de una forma más categórica que la poráneos del arte escandaloso. (Uti lizo la palabra "escan-
"tradición moderna" se in icia con Alfred Jarry, Marcel Du- da loso" de forma descriptiva, no en sentido peyorativo.)
champ y los dadaístas. Esto confiere legit im idad a las rec ien- Du rante el transcurso de los años, los surrealistas, Pablo
tes aparic iones de l neodada ísmo, el arte autodestructivo, los Picasso, Giorgio de Ch irico, Joan Miró, Paul Klee, Jean Dubu-
happenings, etc. La afirmac ión impl ica que lo que separa el ffet, los exp resionistas abstractos y muchos otros pueden in-
arte característico del siglo xx del arte de todos los s ig los cluirse en la m isma trad ición: la t rad ición cuyo objetivo con-
anteriores es su aceptación de la sinrazón, su desesperación siste en engañar al mundo, quitándo le sus vac íos triunfos, y
social, su extremo subjetivismo y su dependencia forzosa de desve la r su do lor.
la experiencia existencial. El ejemplo del cubismo nos fuerza a reconocer que esta
Hans Arp, uno de los portavoces origina les del dadaísmo, es una interp retación un ilateral de la h istoria. El arte escan-
dec ía: da loso t iene muchos precedentes tempranos. En épocas de
duda y transic ión, la mayoría de los artistas han tend ido
El Renacim iento enseñaba a los homb res la exaltac ión al-
siempre a interesa rse por lo fantást ico, lo incontrolab le y lo
tiva de la razón . Los tiempos modernos, con su ciencia y
horrendo. El g ran extrem ismo de los artistas contem-
su tecno logía, han vuelto al hombre mega lómano. La
poráneos es el resultado de su fa lta de rol social; hasta cierto
confusión de nuestra época es e l resu ltado de esta so-
punto, pueden crearse uno propio, pero existen precedentes
breestimac ión de la razón .~ de su espíritu en la historia de otras actividades: las reli-

Y en otra parte observaba: giones heréticas, la alqu im ia, la brujería, etc.


La ruptura real con la trad ición, o la transfo rmación real
La ley del azar que contiene en sí todas las demás leyes, y de esa trad ición, ocurrió con el propio cubismo. La trad ición
es inaccesible como las fuentes insondables de donde moderna, basada en e l establecim iento de una relac ión cua-
emana la vida, solo puede captarse med iante una entrega litativamente d iferente entre el hombre y el mundo, no se
tota l al subconsc iente.~ inició en la desesperación, sino en la afi rmación .
La prueba de que este era e l papel objetivo de cubismo
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reside en el hecho de que, por mucho que se rechazara su es- en cierto sentido, fue e l arte más moderno, al igua l que e l
píritu, proporcionó a todos los movimientos posteriores los más complejo en términos fi losóficos, que haya existido
med ios básicos de su propia liberación. Lo cual sign ifica que hasta el momento.
recreó la sintax is del arte de modo que pud iera dar cabida a la Las posibilidades tecnológicas s iguen s iendo las que ima-
experiencia moderna. La proposición de que la obra de arte ginó e l momento cubista. Y, sin embargo, tres cuartas partes
es un nuevo objeto y no s imp lemente la expresión del tema del mundo s iguen estando subalimentadas y el crecim iento
rep resentado, la est ructurac ión de la imagen en función de la previsto de la poblac ión mund ia l está sobrepasando la pro-
coexistencia de modos dife rentes de espacio y tiempo, la ducción de al imentos. Mientras tanto, m illones de privile-
inclus ión en la obra de arte de objetos ajenos a ella, la d is lo- giados se ven pri s ione ros de un sentimiento cada vez más in-
cación de las formas a fin de reve la r movim iento o cambio, la tenso de impotencia.
combinac ión de med ios hasta entonces separados y d iferen- La lucha polít ica será gigantesca por su escala y duración.
ciados, e l uso d iagramát ico de las apariencias: todas estas La transformación de l mundo no llegará como la imaginaron
fueron las revo luc ionarias innovac iones del cubismo. los cubistas. Nace rá de una historia más larga y más terrible.
Sería una locura infrava lorar los logros del arte poscu- No podemos ver el fina l de l presente período de invers ión
bista. No obstante, es justo dec ir que, en general, e l arte de la política, de hambre y de explotación. Pero el momento del cu-
época poscubista ha estado cargado de ans iedad y subje- bismo nos recuerda que, s i queremos ser representantes de
t ivismo. Pe ro esto tampoco debe llevarnos a concluir, dada la nuestro siglo, y no simp lemente sus criaturas pasivas, e l
evidencia que nos brinda el cubismo, que la ans iedad y e l objetivo de lograr ver ese fina l debe informar constantemente
subjetivismo extremo constituyen la natura leza del arte mo- nuestras conciencias y nuestras dec is iones.
derno. Constituyen la natu ra leza del arte en un período de ex- El momento en el que se inicia una pieza mus ical propo r-
trema confusión ideo lógica y de frust rac ión política invertida. ciona una clave de la natura leza de todo el arte. El sec reto de l
Du rante la primera década de l siglo XX, se hizo teóri- arte res ide en lo incongruente de ese momento cuando se lo
camente posible la transformación de l mundo y se pod ía compara con el s ilencio incalcu lable, inadvert ido, que lo pre-
reconocer la existencia de las fuerzas necesa ri as para el cam- ced ió . ¿Cuál es el s ign ificado de esa incongruenc ia y de la
bio . El cubismo fue e l arte que reflejó la posibilidad de un conmoción que la acompaña? Tal sign ificado hay que bus-
mundo transformado y la confianza que este inspiraba. Así, ca rl o en la d istinc ión entre lo rea l y lo deseab le. Todo arte es
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un intento de definir y hacer antinatural esta distinción . en e l que se definieron deseos que todavía no han sido satis-
Durante mucho tiempo se pensó que el arte era la imita- fechos .
ción y la celebración de la natura leza. La confusión surgió
porque el propio concepto de natura leza era una proyección
de lo deseado. Ahora que hemos purificado nuestra vis ión de
la natura leza, vemos que el arte es una expresión de nuestro
sentim iento de que lo dado, que no estamos obligados a
aceptar con gratitud, es impropio o insuficiente. El arte med ia
entre nuestra buena fortuna y nuestra des il usión. A veces se
e leva hasta un tono de horror. A veces da un va lo r y un s ign i-
ficado permanente a lo efímero. A veces describe lo deseado.
As í, por libre o anárqu ico que sea su modo de expresión,
e l arte es siempre una demanda de mayo r control y un ejem-
plo, dentro de los límites art ificiales de un "med io", de las
ventajas de ta l control. Todas las teorías relativas a la inspi-
ración del art ista son proyecciones del efecto que su obra
ejerce en nosotros. La ún ica inspirac ión que existe es el pre-
sentim iento de nuestro propio potencial. La inspiración es el
reflejo exacto de la historia, por medio de l cual podemos ver
nuestro pasado, al tiempo que le damos la espalda. Y es
precisamente esto lo que sucede en e l instante en que se in i-
cia una pieza mus ical. De repente somos conscientes del
silencio anterior, al m ismo tiempo que nuestra atenc ión se
concentra en seguir las secuencias y resoluc iones que han de
contener lo deseado.
El momento de l cubismo fue ese com ienzo; un com ienzo
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(vers ión castellana: Sin novedad en el frente, Bruguera, Barce-
1 Apo llina ire, Gu illaume, Les co//ines, en Calligrammes. lona, 1967).
Poemes de la paix et de la guerre 1913-1916, Éd itions Mercure 11 Apo llina ire, Gu illaume, Caligramas, op. cit. [N. de l Ed .J.
de France, Pa rís, 1918 (vers ión castellana: " Las co linas", en 12 Leon Battista Alberti, citado en Blunt, Anthony, Artistic
Caligramas, Cátedra, Madrid, 198 7) [N. del Ed .J. Theory in Ita/y, 1450-1600, Oxford Paperbacks, Oxford, 1962
2 Véase: Go ld ing, John, Cubism, Faber & Fabe r, Lon- (vers ión castellana: La teoría de las artes en Italia (1450-1600),
dres, 1959 (vers ión castellana: El Cubismo: una historia y un Cátedra, Madrid, 1982) .
análisis, 1907-1914, Alianza, Madrid, 1993). 13 Véase Hauser, Arnold, Mannerism, Routledge, Londres,
3 Kahnwei le r, Dan ie l-Henry, Cubism , Éd itions Braun, 1965 (vers ión castell ana: El Man ierismo. La crisis del Renaci-
Pa rís, 1950 (vers ión castellana: El camino hacia el Cubismo, miento y los orígenes del arte moderno, Ed iciones Guadarrama,
Quaderns Crema, Barcelona, 1997) . Mad ri d, 196 5). Es una ob ra fundamenta l para qu ienes tengan
Berger, John, The Success and Failure of Picasso, Pen- interés en la prob lemática natura leza del arte contemporáneo
gu in, Harmondsworth, 1965 (vers ión castellana: Fama y sole- y sus ra íces históricas.
dad de Picasso, Alfagua ra, Mad ri d, 2013) [N. de l Ed.J. 14 Citado en Blunt, Anthony, op. cit.
5 Cend ra rs, Blaise, Le Panama ou Les aventures de mes 15 Go ldwater, Robert y Treves, Marco (eds.), Artists on Art,
sept oncles [1918] (vers ión castellana: Panamá, o Las aventuras Pantheon, Nueva York, 1945 (ve rs ión castellana: El arte visto
de mis siete tíos, en Poesía completa, Ed ic iones Librerías por los artistas, Seix Barral, Barcelona, 1953) .
Fausto, Buenos Aires, 19 75) [N. del Ed .J. 12 lbíd.
6 Apo llina ire, Gu illaume, Zone, en Alcools [1913) (vers ión 11 lbíd .
castell ana, Zona (Alcoholes), en Apollinaire, Antología, Plaza y 18 He isenberg, Werne r, Phisik und Philosophie [1958), H ir-
Janés, Barcelona, 1986) [N. de l Ed.J. ze l, Stuttgart, 2011.
z lbíd . [N. del Ed.J 19 Pa ra un aná lis is s im ilar de l cub ismo, escrito 30 años
§. Apo llina ire, Gu illaume, Caligramas, op. cit. [N. de l Ed .J. antes, pero desconoc ido po r e l autor en el momento de escri-
S Liss itzky-Küppers, Soph ie (ed.), El Lissitzky: Maler, bir este ensayo, véase la g ran obra de Max Raphae l, Wie will
Architekt, Typograf, Fotograf, Ve rl ag de r Kunst, Dresde, 1967. ein Kunstwerk gesehen sein? The Demands of Art [1968], Suh-
lQ Rema rque, Enrich Maria, lm Westen nichts Neues [1929 ) rkamp Ve rl ag, Fráncfort, 1989 .
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.' •
20 Wolfram, Edd ie, "Rasher than Bacon'', Art and Artists,
Londres, septiembre de 1966 [N. del Ed.).
21 Heisenberg, Werner, op. cit.
22 Walter, W. Grey, The Living Brain, Duckwoth, Londres,
1953 (versión castellana: El cerebro viviente, Fondo de Cultura
Económica, Ciudad de México, 1961).
n McLuhan, Marshall, Understanding Media, Routledge &
Kegan Paul, Londres, 1964 (versión castellana: La compresión
de los medios como las extensiones del hombre, Diana, Ciudad
de México, 1974).
M Hans Arp, citado en Richter, Hans, DADA. Kunst und
Anti-Kunst, Verlag M. Dumont Schauberg, Colonia, 1964 (ver-
sión castellana: Historia del Dadaísmo, Nueva Visión, Buenos
Aires, 1973) .
~ lbíd.
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Parade, 1917 pega r mate riale s dive rsos en el lienzo.) Pero prob able men te
fueron sus am igos quie nes más s intie ron la pres ión de lo que
Desp ués de Los señoritas de Aviñón (1909), Pica sso se vio .
he deno mina do la conv erge ncia histó rica que hizo posib le el
atrap ado en algo que él m ismo habí a prov ocad o. Pasó a for-
cubi smo. Eran ellos, más que él, qu ienes perte necía n al
mar parte de un grup o. Con esto no quie ro decir solam ente
mun do mod erno , con el que estab an firm emen te com pro-
que tuvie ra un círculo de amig os, pues ya lo tenía ante s. Y lo
meti dos. Pica sso estab a com prom etido con su traba jo con
seguiría tenie ndo desp ués. Pasó a form ar parte de un grup o
ellos.
en el cual, aun sin habe r form ulad o un prog rama conc reto o
un man ifiesto, todo s los com pone ntes traba jaban en la
mism a direc ción . Este es el únic o perío do en toda la vida de
En 1914, el grup o se disp ersó . Geor ges Braque, Fern and
Picas so en el que su obra se pare ce, hast a ciert o punt o, a la
Léger y Guil laum e Apollinaire se fueron a la guer ra. Sien do
de otro s pinto res cont emp orán eo suyo s. Es tamb ién el únic o
com o era alem án, Daniel-Henry Kahnweiler, el marc hant e de
perío do de su vida en el que su obra (aun que él lo nega ra) re-
Picas so, tuvo que aban dona r Francia. Cam bios pa recid os
vela una evolución abso lutam ente cohe rente : desd e Paisaje
afect aron a la vida de millo nes de pers onas .
con puente (1908) hast a El violín (1913). Fue un perío do de
A Pica sso no le preo cupa ba la guer ra. No era su guerra, Y
gran agita ción , pero tamb ién de muc ha certe za y segu ridad
esto es un ejem plo más de que apen as perte necía al mun do
en su interior. Fue, en mi opin ión, el únic o mom ento en el
que le rode aba. Sin emb argo , sufrió al vers e solo , y su sole-
que Pica sso se haya senti do com pleta men te a gust o. Es de
dad aum entó en 1915 con la trági ca mue rte de su joven aman -
ese perío do, tanto com o de Espa ña, de dond e ha vivido exi-
te. Bajo la pres ión de esta soled ad, volvió a ser el mism o que
liado desd e ento nces .
habí a sido ante s. Volv ió a ser un "inv asor vertical" llegado del
Dent ro del grup o (aun que "gru po" es una palab ra ya
pasa do. Pero ante s de pasa r a exam inar toda s las cons e-
dem asiad o form a l), en el marc o de la cama rade ría que se
cuen cias de esta reversión, quer ría mos trar a mod o de ejem -
estab leció , segu ían dest acan do la ener gía y el extre mism o de
plo cóm o se trans form ó a parti r de 1914 toda la relación entre
Pica sso. Prob able men te fue él quie n may orme nte llevaría sus
el arte y la reali dad.
conv ersac ione s y su lógica a las conc lusio nes pictó ricas más
No se trató solo de una disp ersió n. Desp ués de la guer ra,
com pleta s. (Fue a él a quie n prim ero se le ocur rió la idea de
la mayo r parte de los cubi stas regre saron a París. Sin
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embargo, les resu ltó casi impos ible encontrar o recrear e l un balé pa ra Serguéi Diágui lev. La compañ ía de Diágui lev lle-
amb iente y el espíritu de 1910. No solo el mundo ten ía una vaba d iez años t ri unfando en París. En Rus ia había sido la
apariencia completamente d istinta, no solo e l desencanto favorita de los zares. Pero la idea de Cocteau era romper con
había ven ido a sustitu ir a la esperanza, s ino que también la trad ición y producir un espectáculo "moderno". El títu lo,
había cambiado su propia posición con respecto al mundo. Parade (Desfile), quería evocar el circo y el music-ha//, y exor-
Hasta 1914, e ll os hab ían ido siempre por delante de los acon - cizar as í los fantasmas burgueses.
tecimientos, y sus obras habían s ido proféticas. Después de Picasso fue a Roma a trabajar en los preparativos de l balé.
la guerra, los acontecim ientos les toma ron la delantera. La Diseñó el te lón, el vestuario y los decorados. También aportó
rea lidad los sobrepasó. Ya no captaban - ni siqu ie ra intuit i- ideas y sugerencias. El telón es muy sentimental, ta l vez,
vamente- el sentido de lo que sucedía. Había empezado la intencionadamente sentimental, pero encaja perfectamente
e ra de la pol ít ica impresc ind ible. Lo revoluc ionario tenía que en e l nuevo med io en el que se encontraba entonces. "H ici-
se r inevitablemente político. El gran innovador, e l gran artista mos Parade - dec ía Cocteau- en un sótano de Roma,
revo lucionario de la década de 1920, fue Serguéi Eisenstein. donde ensayaba la compañ ía; paseamos a la luz de la luna
(James Joyce pertenecía esencialmente al mundo ante ri or a la con los bailarines y las bailarinas, vis itamos Nápo les y Pom-
guerra.) Ciertos cubistas, como Léger, y a lgunos de sus peya. Y conocimos a los aleg res futuristas". Pa rece muy lejos
seguidores, por ejemplo, Le Corbusier, adoptaron una de la violencia de Las señoritas de Aviñón, muy lejos de la
perspectiva política y d ieron un paso adelante, convirtiéndose austeridad de las natura lezas muertas cubistas y muy lejos
en una nueva avant-garde. Otros se rep lega ron . Max Jacob, del Frente Occidental en aque l el terce r año de guerra.
por ejemplo, que había sido un escéptico herético, se con- El balé s í es menos convencional, y se podría decir que el
virt ió al catolicismo en 191 5 y se fue a vivir a un monasterio. telón hab ía sido d iseñado a propósito para atraer al público.
Nada ilustra este cambio de una forma tan clara como la Hab ía s iete personajes en el balé: un prestidig itador chino,
historia del balé Parade. Los cubistas siempre habían menos- una ch ica americana, dos acróbatas y t res d irectores de es-
preciado el balé por se r para e llos un entreten im iento preten- cena. Estos últimos llevaban unas estructuras compuestas de
cioso y burgués. Preferían las verbenas y los circos. En 191 7, e lementos cubistas que hacían que pareciera que medían tres
sin embargo, Jean Cocteau convenció a Picasso para que metros de a ltu ra. Uno de ellos era francés y "llevaba" los
colabo rara con él y con e l mús ico Eri k Satie en la creación de á rboles de un bulevar; otro e ra americano y llevaba unos
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rascacielos, y el tercero era un caballo. Se mov ían po r el esce- Él m ismo había escrito la introducción de l programa. En
na ri o como si fue ran decorados y su fin era empequeñecer a e ll a, se mostraba entusiasta y decía que aque l balé era una
los bailarines y bailarinas pa ra que parecieran marionetas. prueba de que e l movim iento moderno, el nuevo espíritu de l
No hab ía un argumento coherente, pero sí, mucha m í- arte, podía sob revivir a la gue rra. A ese espíritu superviviente
mica. Estas son dos típ icas acotaciones de Cocteau para los lo denom inó superreal ismo o surrealismo.
bailarines. Pa ra el prestid igitado r chino:
Dieciocho meses después, Apol li na ire había muerto. (Murió
Se saca un huevo de la coleta, se lo come, lo vuelve a mientras en Pa rís se celebraba el arm isticio, y cuando, en e l
encontrar en la punta del za pato, escupe fuego, se quema, delirio de la fieb re, oyó a la muchedumb re gritar que hab ía
pisotea las chis pas. que colga r a l káiser Gu ille rmo, pensó, dado que é l se llamaba
igua l, que se referían a él. ) Pero había dado nomb re a la s i-
Pa ra la chica americana:
guiente fase del movim iento moderno.
No sabemos qué habría pensado Apo llina ire de habe r
Hace una carrera, se monta en una bicicleta, se est remece
como en las pelícu las antiguas, imita a Cha rlot, pe rsigue a sob revivido. Yo creo que no habría tardado en darse cuenta

un lad rón con un revolver, boxea, baila un ragtime, se va a de que "el nuevo espíritu" no era una continuación de l de los
cubistas. Estos hab ían sido profetas, cuyas profecías, hasta
dormir, naufraga, da vo lteretas en la hierba en una ma-
ñana de abril, hace una foto, etc. cierto punto todavía incump lidas, segu ían siendo convin-
centes. Los su rrealistas se limitaban a comentar irón icamente
El balé se estrenó el 17 de mayo en el Théatre du Chatelet de una rea lidad que ya les superaba.
Pa rís. El d istingu ido púb li co se sintió ultrajado y empezó a Exactamente un mes y un d ía antes de que Parade se
sospecha r que el balé había s ido d iseñado con el único fin de estrenara en París, los franceses hab ían comenzado la ofen-
rid icul iza rlos. Cuando bajó el te lón, se oyeron amenazas siva contra la línea Hindenburg. Su objetivo era e l río Aisne.
cont ra e l productor y gritos de "alemanes asquerosos". Gu i- El ataque resu ltó ser un completo desastre. El núme ro de
llaume Apo ll ina ire salvó la s ituac ión. Herido, con la cabeza muertos se mantuvo en secreto, pe ro se estima que unos
vendada, en un iforme y luciendo la Cruz de Guerra, como 120.000 franceses encontraron allí la muerte. Esto sucedía a
héroe de la patria, pudo llamar a la tolerancia. unos 300 kilómet ros de l Théat re du Chatelet. Profundamente
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desengañados y en parte im pulsados por el ejem plo de la crisis o de guerra. Los artistas, cuya imaginación es menos
Revoluc ión Rusa del mes de febrero, grandes secciones del cont ro lable que la de la mayoría, se han obsesionado con el
ejé rcito francés se amotinaron cuando se estrenó el balé. De prob lema: ¿cómo puedo justifica r lo que hago en un mo-
nuevo, e l número de los amotinados se mantuvo en secreto. mento así? Esto llevó a algunos a renunciar al mundo; a ot ros
Pero, sin duda, fue el motín más importante de la histo ri a a volverse demas iado ambiciosos o pretenciosos, y aún a
moderna en e l seno de un gran ejército. Se produje ron mu- otros a rep ri mi r su imaginación. Pero desde 1914, no ha po-
chos incidentes ext raños. Todo parecía habe r pe rd ido su d ido habe r un art ista que no se haya hecho esa pregunta.
razón de se r. Un pequeño incidente se hizo famoso poste- Haría falta todo un li bro para examinar en profundidad
riormente. Un contingente de soldados de infante ría desfi ló ese d ilema. Yo solo qu iero hacer un breve comentario a fin de
po r las calles de una ciudad. Mientras desfi laban en perfecta demostra r po r qué es relevante mencionar la batal la del Aisne
formac ión, balaban como ovejas para indica r que e ran cor- a l ana liza r el balé Parade. En 191 7, Juan Gri s segu ía pintando
deros a los que conducían absurdamente al matadero. cuad ros cubistas, sus mejores cuad ros y algunos de los cua-
¿No hace e l grotesco absurdo de esta escena, comple- dros cubistas más desa rrol lados que se hayan pintado nunca.
tamente real, que la chica americana de Cocteau y Picasso pa- (Porque era el más intelectual de los cubistas, Gris fue e l
rezca plana y banal? ún ico que pudo continuar produciendo obras cubistas du-
Tenemos que se r muy cla ros con respecto a lo que sign i- rante unos cuantos años después de que e l cubismo como
fica esto, pues allí, en el Théatre du Chatelet, en 1917, se plan- mov im iento hubiera muerto. Veía los problemas teó ri cos que
teó uno de los problemas recurrentes de l arte en nuestros quedaban po r resolve r, y se dispuso a reso lve rl os con toda su
d ías. inte ligencia.) Estos cuadros están tan lejos de la guerra como
Parade, aún más lejos, de hecho. Y, s in emba rgo, ¿por qué re-
Los acontecimientos en nuestro s iglo suceden a escala glo-
sulta irre levante menc ionar aqu í los ocho m illones de muer-
bal. Y nuestra área de conocim iento se ha ensanchado a fin
tos, o tan irre levante como siem pre ha s ido y será?
de aba rca r esos acontec imientos. Todos los d ías podemos
Se t rata de una cuestión social a la que solo se puede res-
se r conscientes de cuestiones de vida o muerte que afectan a
ponder desde una perspectiva social. Hemos de tener en
millones de pe rsonas. La mayoría de nosotros echamos fuera
cuenta la función y el contenido social de los cuadros de Juan
de nuestras cabezas esos pensamientos, salvo en t iempos de
Gris y del balé Parade . Ya hemos examinado el conten ido
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social del cubismo. Y en cuanto a los cuadros de Gris, en ese justificación que se daba e ra que expresaba la "realidad" con-
momento apenas cumplían función social alguna. Gris pasó tempo ránea. Cocteau rechazó la denom inación de surreal ista
los años de la gue rra en una extrema pobreza, y se encont ró dada por Apo ll ina ire, y, de hecho, ins istió en calificar la ob ra
con grandes dificu ltades para vender o exponer su ob ra. En de "balé rea lista".
un sentido a largo plazo, su función era expresar y preservar Obviamente, su "reali dad" no era la de los cubistas; aus-
una mane ra de ver basada en un orden que aceptaba todas tera, ordenada, espe ranzada. Era frenética e irrac ional, y, se
las posibilidades posit ivas del conocimiento moderno. En d ieran o no cuenta sus creado res, solo pod ía justificarse en
otras palabras, G ri s pintó estos cuad ros como si la guerra no refe rencia a la gue rra. El público que gritaba "¡a lemanes
hubiera tenido lugar. Uno podría dec ir que decidió tocar e l asquerosos!" hab ía hecho la conexión correcta. Pe ro, si-
a rpa m ientras a rd ía Roma. Pe ro, a diferenc ia de Ne rón, él no guiendo su costumbre, solo la uti lizó pa ra amp liar su auto-
e ra e l responsable del incend io, y no e ra una figura pública. complacenc ia.
Fue su soledad la que le perm itió a Gris igno ra r la guerra s in La función social objetiva que cumpli ó Parade fue la de
po r ello pe rder su integri dad. Incluso hoy puede habe r zonas consolar a la burguesía a la que había escandalizado. (D igo
de gracia o de exención, y s i un artista se encuent ra en una de objetiva para d istingu ir el verdade ro efecto del balé de lo que
e ll as, paradójicamente y con el t iempo, el resu ltado puede sus creado res pud ieran esperar subjetivamente que este
tene r un valor social considerable. La cultura europea sería lograría.) En este aspecto, Parade sentó e l precedente para
más pob re si Gris no hub iera segu ido pintando du ran te la 1 una buena porción de l llamado arte "escandaloso" que ven-
Guerra Mund ial sus benignas e impertérritas natura lezas dría a continuación . Su va lo r como agente de l escándalo era
muertas. Pero hemos de recordar siempre que el éxito, a l e l resu ltado de su espíritu particular: su forma inconexa, su
matiza r la soledad, destruye tamb ién la legit im idad de la frenes í, su mecan izac ión, sus títeres. Este espíritu era un re-
exención . El éxito convierte al artista que la reivind ica en un flejo, aunque pálido, de lo que estaba sucediendo. Y lo que
esca pista, y aque llos que escapan a su tiempo son tamb ién estaba sucediendo e ra infin itamente más escandaloso a un
los primeros en ser olvidados junto con su t iempo. Son nivel infin itamente más serio . La razón por la que se puede
adu ladores que nunca sobreviven a sus mecenas. criticar y finalmen te calificar de frívo lo y desestima r el balé
El caso de Parade es dife rente del de Juan Gris. Parade fue Parade, por más bello que fuera ve r bai lar a Léonid Mass ine,
una man ifestación púb lica. Quería provoca r, escandal izar. La no es que ignorara la guerra, s ino que pretendiera ser rea lista.
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Y el resu ltado de esa pretensión fue que escandalizaba de tal entonces más libres. Un tiempo así se inició en Europa en
forma que distraía a la gente, desviándola de la verdad. Como 1914, y todavía continúa. El balé Parade es uno de los pri -
si d ijéramos sustituía algo que pesaba una tonelada por otra meros ejemplos que perm iten ver las d ificu ltades a las que se
cosa que pesaba unos gramos. La locura del mundo, podían enfrenta el arte en la s ituac ión actua l. Por primera vez, vemos
decir, era una invención de los artistas. El público que gritó a l artista moderno s irviendo, pese a su intención, al mundo
"¡a lemanes asquerosos!" se sentía, a l fina l de la represen- burgués, y, por consiguiente, compartiendo una posición de
tación, más patriótico que nunca, más seguro que nunca de dudoso privilegio . El resto de la historia de la vida de Picasso
que la guerra era nob le y razonab le. Una representación de es la historia de cómo ha luchado para supera r las desven -
Las sífides no habría tenido e l mismo efecto. tajas de esa posición.
Había empezado la era de la política imprescindible. Los
soldados de infante ría que desfi laron balando lo sabían, aun
cuando no vie ran una salida. Ni Cocteau ni Picasso ni si- Cuando Picasso visitó Londres en 19 18 se a lojó en el hotel
qu ie ra Apoll inaire se habían dado cuenta todavía porque se- Savoy. Ya no ve ía parejas a ll ende toda esperanza o redención
guían creyendo en la posibilidad de que e l arte permaneciera en las mesas de los cafés, y el lugar de los acróbatas y los
a l margen. La amarga ironía que encierra este asunto se re- lad rones de caballos pasaron a ocuparlo los camareros y los
vela en el espectáculo de Apoll ina ire pacificando a un público mayordomos. Sería trivia l menc ionarlo, s i no fuera t ípico de
burgués, al que odiaba y desprec iaba, a lgo que le era posible la nueva vida de Picasso. Después de haber "escandal izado"
hacer en razón de las heridas que hab ía recibido como héroe a los ad inerados y los dist ingu idos, pasó a formar parte de
de guerra, heridas que le causarían la muerte 18 meses des- e ll os.
pués. Sus antiguos amigos, especia lmente Braque y Gris, consi-
Mu chas veces se acusa estúpidamente a los marx istas de deraron que su nueva vida era una tra ición a aquello por lo
permit ir la intrus ión de la política en el arte. Por e l cont rario, que habían luchado antaño. Pero e l problema no era as í de
los marx istas protestamos contra esa intrus ión. La intrus ión sencillo. Con e l fin de seguir como antes, Braque y Gris tuvie-
se intens ifica en tiempos de crisis y gran sufrim iento. Pero no ron que ence rrarse en s í mismos. Picasso e ligió, en vez, sal ir
t iene sentido negar esos momentos. Hay que entenderl os a l mundo. Los deta lles privados que entrañaba esa elección
pa ra poder pone rles fin: e l arte y la humanidad serán no son de nuestra incumbencia. Lo que sí es necesario saber
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es hasta qué punto se transformaron su espíritu y sus acti-
tudes.
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Una opin ión sob re París clau strofóbico en su interior, com pleta men te cerra do a toda
visión del mun do exter ior. Desd e el punt o de vista econ ó-
Dura nte más o men os 80 años , París fue la capital euro pea
mico, hay una supe rabu ndan cia; intel ectua lmen te, una gran
de la pintu ra. Recie ntem ente se ha suge rido que pod ría habe r
sequía.
deja do de serlo y que en Roma o Milán o Varsovia se cuec en
Típico de este amb iente es el escá ndal o de la nueva
idea s más inter esan tes. La supe rstic ión, sin emb argo , per-
dispo sició n de las salas de l Mus eo del Louvre. No teng o aquí
siste , y el crítico de arte inglés todavía emp rend e un viaje a
espa cio para describirlo en detalle, pero el asun to qued ó bien
París de forma parecida a com o el perio dista de provincias
resu mido por ese pinto r francés que decla raba que no le
podría d irigirse a Lond res. Y luego vuelve henc hido con la
extrañaría ente rarse de que los direc tores del Moulin Rouge
"exclusiva" sobr e las verd ades secr etas de la gran ciud ad,
habí an asum ido la gesti ón del mus eo. Se ha hech o todo lo
entre cond esce ndie nte y adm irado. En realidad, cualquie r
posib le para que la disp osici ón sea lo más chic, al tiem po
gran ciud ad es lo bast ante gran de para prop orcio nar a cual-
que fácil men te superficial para la vista y la men te: el deco rado
qu ier perio dista la historia que busc a. Digo todo esto a mod o
por el deco rado s in cons ideración alguna por los cuad ros ex-
de explicación de por qué mi opin ión sobr e París pued e dife-
pues tos. La sepa ració n de las obra s de su perío do y su es-
rir de las de otro s y para advertir a lector de que, aunq ue,
cuela, a fin de cons egui r una disp osición elega nte de "esti-
natu ralm ente , yo estoy conv encid o de que es cont unde nte en
los" cosm opol itas, com pleta men te atem pora les; el aban dono
sí mism a, en realidad, podr ía no serlo. de la pintu ra franc esa (de los 40 Pous sins, solo hay nueve ex-
Hoy por hoy, Pa rís me pare ce una ciud ad enfe rma de
pues tos), a fin de at raer a los visitante s a una espe cie de ver-
tanto arte, víctima de una idios incra sia que ha alcan zado a la
bena de toda s las nacio nes: todo el plan equivale a la destr uc-
tercera o cuar ta gene ració n. O, para deci rl o de una fo rma
ción del mus eo com o luga r de estu dio serio y a su estab le-
men os extravagante, París sufre de la inevitable sobr eesp e-
cimi ento com o parq ue de atrac cion es para turis tas cultu rales .
cialización del capita lism o inter nacio nal indu stria l y ha termi-
Las débiles idea s que hay detrá s de esta trans form ación
nado conv irtién dose en la fábrica, en el mero salón de expo-
nos resul tan cono cida s. Fund amen talm ente : que se pued e
sición y vent as de un artículo de cons umo esno b. Uno tiene
igno rar la trad ición nacional, que una obra de arte es una
la sens ació n de ver un cuad ro enci ma de otro, fo rman do un
entid ad com pleta en sí mism a, que el "estilo" se pued e sepa -
inme nso castillo de naip es: insus tanci al y, sin emb argo ,
rar de la inten ción y de la función, y que el lujo de la estét ica
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es puro y absoluto. Si esto fuera todo lo que se puede dec ir pájaros, flores, peces, hé roes, e l sol, la luna y los aman tes; su
del amb iente artístico de París, apenas merece ría la pena de- afirmac ión de toda la gama de la experiencia sensual y poé-
ci rlo otra vez. El concu rso para el Monumento a los Presos t ica, de l hombre, desde las sutiles mane ras de registrar la
Políticos en Lond res, la Bienal de Venecia y la mayo r parte de infanc ia (un pája ro en una jaula, de Picart Le Doux) hasta los
lo producido después de la guerra que se puede encontrar en reflejos de la vejez, la síntesis del conocimiento y las sen-
las libre rías cultas hacen hincap ié en el m ismo tema. Po r saciones va lo radas desde siempre (El cielo... la tierra ... la paz,
suerte, s in embargo, tamb ién hay en Pa rís un movim ien to de Luri;at}, pasando por la fuerza combativa y la actitud pose-
que va completamente en contra de esa tendenc ia de l a rte y siva de la madu rez (Teseo y el minotauro, de Saint-Saens); la
que ha alcanzado los objetivos que se proponía: el movi- sencillez de sus colores (en los tapices de Gobe lins, en
miento de artistas, encabezado por Jean Lu ri;at y con su cen- donde absurdamente se copian óleos, se llegan a uti li za r
t ro en Aubusson, que t rabajan para la Association des Pein- 14.000 colores; estos artistas, s in embargo, emplean unos
t res Cartonn iers de Tapissei re, un grupo de artistas que 40}, que parecen intangiblemente variados por las cualidades
hacen cartones para tap ices. intrínsecas de las propias lanas y por el uso de tonos que s i-
A Luri;at ya le interesaban los tap ices antes de la gue rra, guen la trama vertica l a fin de aporta r un flujo lumín ico ondu-
pero fue durante la guerra y en la inmediata posgue rra cuan- lante, como el reflejo de la luz en las hojas, en las plumas o
do el mov im iento creció hasta convertirse en una influenc ia en las aletas de los peces. Sería muy fácil, desde luego, pero
rea l en el arte francés; pintores como Pablo Picasso, Fernand es más impo rtante comp render las razones que explican la
Lége r, Marcel Groma ire, Georges Braque, Raou l Dufy, Joan vital idad de sus obras.
Mi ró y Georges Rouault han producido d iseños para tapices. Todos ellos se han metido en la trad ición nacional del
Las mejores obras, no obstante, han s ido y son producidas tapiz y han aprend ido de los grandes tapices medieva les.
po r aquellos artistas que han centrado toda su energía en Suponen que si se entregan a intentar reso lver los inmensos
domina r la técn ica de ese med io, en particu lar, e l propio Lu- prob lemas que entraña la técn ica de l tap iz y si eligen esen-
ri;at, Marc Saint-Saens y Jean Picart Le Doux. cialmente temas visuales que ilustren una vida sencilla, fís ica,
Sería muy fácil escribir párrafo t ras párrafo describiendo la cuestión estética se solucionará sola. Todos están con-
en un tono lírico e l carácter de sus ob ras: su poesía sencilla e formes con poner en común sus conocim ientos a fin de re-
inocente, pero profunda, tejida a partir de imágenes de crea r una trad ición, en lugar de rompe rl a con el
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individualismo de sus respectivas personalidades. Disfrutan
orientando su trabajo en la dirección de las circunstancias
que hay fuera de sus estudios: los requisitos propios de los
emplazamientos para los que diseñan, la técnica de los traba-
jadores en las hilaturas de Aubusson, etc. Son artistas que
han vivido el tiempo suficiente con una fe progresista en la
humanidad para ser optimistas de corazón y para saber que
celebrar el placer es al fin y al cabo uno de los deberes supre-
mos del artista.
Como resultado de todo ello, han conseguido que, pese a
rebosar una poética fuera de toda lógica, distorsiones y
demás, su obra haya llegado a ser muy popular y apreciada.
Sus tapices condensan las experiencias y las aspiraciones
comunes {alejando la fantasía de que la poesía es algo es-
caso) , de una manera semejante a co mo lo hacen las can-
ciones anónimas y las leyendas, o, de una manera más com-
pleja, como lo pueden hacer algunas películas. Asimismo,
como se han fijado un a tarea, e n lugar de hacer su propia ca-
rrera, han encontrado una mane ra de usar sus talentos res-
pectivos -pues ninguno imita a los genios- con el fin de
producir obras de un valor humano inmediato. Y s i esto
suena a lugar común, merece la pena recordar que hoy el ta-
lento se considera una posesión, en lugar de una aptitud. la
parábola sigue en vigor.
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La esté tica sovi étic a cualq uier inter preta ción insis tente de la vida reali zada con-
form e a unos valo res con los que resul ta que no esta mos de
"Con ozco bien sus nove las socia l-rea listas '', dijo, susp i-
acue rdo. Y tamb ién siem pre que teng amo s en cuen ta que la
rand o, un cóm ico televis ivo mosc ovita . "En la prim era pági na
tradi ción que ellos reivi ndican no es solo la de la sátir a polí-
hay una desc ripci ón de una turbi na; en la segu nda, una des-
tica, sino la de, por ejem plo, Fran cisco de Goya, William
cripc ión de un mart illo hidráulico; en la te rce ra, una desc rip-
Shak espe are, Hon oré de Balzac y, en particular, sus prop ios
ción de una dina mo; en la 140 se llega a la palab ra AMO, se- gran des artis tas de los siglo s xv11 y x1x. El principal resul-
guid a de A MI MÁQUINA". tado , y más obvi o, del énfa sis que pone n los sovié ticos en el
La actit ud sovi ética en relac ión con las artes no es está-
uso del arte es que se toma n el arte rea lmen te en serio . La
tica. Reci entem ente ha habi do muc ha polé mica y crític as al
form ación de los estu dian tes de Bellas Artes y de los de
respe cto, pero ante s de pasa r a desc ribir esta nueva evol u-
Arqu itect ura es muc ho más larga y más co mple ta y rigur osa
ción , es nece sario que com pren dam os la base de su plan tea-
que la nues tra. Un estu dian te de 17 aiios se pasa 30 hora s
mien to, el cual es invariable . En prim er luga r, y sobr e todo ,
traba jand o en un dibu jo. Com o resul tad o de esta disciplina,
toda s las obra s de arte cons tituy en un prob lema moraL
es el dobl e de com pete nte que yo, que doy clase s en una es-
Noso tros tend emo s a ve r la polé mica cons tante en torn o al
cuela de arte .
realis mo y al form alism o com o una cues tión relac iona da con
Pero ¿qué pasa con los artistas que no se adap tan, que no
la impo rtanc ia relativa del cont enid o y la form a. Ellos la ven
quieren seguir la línea del parti do?
com o una cues tión mo ral, com o el prob lema que plan tea juz-
Detr ás de esta preg unta hay muc ha imag inaci ón, muc ha
gar si una obra tiene o no tiene un fin mora l, y si no lo tiene ,
idea prec once bida . Se suele hace r con una imag en dem a-
para ellos es in moral. No les inter esan las obra s de arte en
siado dram ática en men te. Es más bien com o si uno oyer a
cuan to que obje tos, sino su efect o. Sus cual idad es no son
habl ar de una casa cons truid a a 120 metr os sobr e el nivel del
abso lutas , sino func iona les. A esto se refería Stalin cuan do
mar e inme diata men te asu m iera que está colg ada de un acan -
decía que los escri tores eran "los inge niero s del alma".
tilado, en luga r de ser un edificio de una ciud ad asen tada en
¿Lo que está diciendo realm ente es que los rusos consideran
una leve hond onad a en las falda s de una colina. En prim er
que todo el arte es propaganda? lugar, porq ue hay muc ha más varie dad en lo que se prod uce,

Sí, siem pre que reco rdem os que la prop agan da hoy significa tanto desd e el punt o de vista de la tradi ción local com o del
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de la personali dad ind ividua l, de lo que generalmente se ima- de Brodski eran muy grandes y conten ían cientos de figuras .
gina. Conocí a dos pintores fauv istas a los que no les iba Al reproducirlos parecen un poco fotog rafías sobreexpuestas,
nada mal. En segundo lugar, po rque las g randes trad iciones pero en realidad t ienen dign idad, garra, cla ri dad y un sentido
pictórica y lite ra ri a rusas s iempre han hecho gran hincapié en de la estructura que es verdaderamente notable: un tosco
la conciencia social (A leksándr Push kin, León Tolstói, Vas ili equivalente en pintura a las pelícu las de Serguéi Eisenstein.
Súrikov y otros). En tercer lugar, porque la revoluc ión tuvo La m isma intens idad en el enfoque.
lugar hace 36 años. El arte soviético contemporáneo solo se Unos 10 o 15 años más tarde, el carácter de la pintura
puede ver en re lación con el conjunto de l modo de vida soviética empezó a cambiar. Se hizo menos austera, más
soviético establecido. No está bien pensar que los artistas colorida y mucho más académ ica, más o menos lo que la
rusos son víctimas trágicas; si uno se empeña en compade- mayoría de Occidente considera hoy que se tata de l típ ico
cerl os, tendrá que decir que son un producto t rágico, que han arte soviético "victoriano". Hab ía paisajes, temas de género,
sido condicionados para no enterarse. Pero los artistas no escenas históricas, retratos de obreros e imágenes de fábri-
agradecerán que se piense así de el los. Lo que aquí se ll ama cas, de Stalin, de granjas colectivas, de ciudades nuevas y de
independencia, los artistas rusos lo llama rían irrespon - estajanovistas, pero la mayo ría eran fotográficas y trilladas. Y,
sabilidad. sin embargo, pese a toda su banalidad, este arte intentaba
Las pri meras obras del rea lismo socialista las produjo seri amente reso lver un problema. La revoluc ión hab ía te rmi-
inmed iatamente después de la revo lución Rusa un grupo de nado. Se estaba construyendo el socia lismo. Por primera vez
pintores que trabajaba en Leningrado. El más sobresaliente en la historia, los pintores pasaron a ver en e l gusto popular a
de e ll os era lsaak Brodski. Sus temas eran ret ratos o escenas gran escala un factor posit ivo. El arte ten ía que celebrar los
de la lucha revo lucionaria. Por ejemplo, la de Lenin llegando logros de la gente, de un modo u otro. El error que come-
a la estación de San Petersburgo desde Finland ia y diri- t ieron fue suponer que la gente solo quería y neces itaba que
giéndose a los trabajadores desde el famoso carro blindado. la reconfortaran, que le d ieran constantemente palmad itas en
Su estilo era austero, en cierto modo, en la trad ición de Gus- la espalda. O lvidaron el verdadero optim ismo que encerraba
tave Courbet, aunque en rea lidad eran más deudores de l rea- aque l comentari o de Maks im Go rki de que "la vida s iempre
lismo ruso dec imonón ico, cuyos artistas ya estaban pintando será lo bastante ma la para que e l deseo de algo mejor no lle-
temas sociales en la década de 1860. Muchos de los lienzos gue a extingui rse nunca en los se res humanos", y lo
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sustituyeron por un optimismo trivia l. Esto condujo a un arte En e l estudio de un pintor, uno espe ra encontrar una enciclo-
natural ista carente tanto de tens ión como de conflicto. Como pedia junto a la paleta. {Diré, de paso, que es por esta razón
todo está bien, o iba a estar bien, no había neces idad de que por la que hay tan pocos mura les. Se dan cuenta de que hacer
e l artista seleccionara la experiencia. Se sentían con razón una s íntes is ent re lo ampliamente decorat ivo y lo m inucio-
orgul losos de lo que habían alcanzado, pero consideraron samente lite rario está todav ía allende sus capacidades.) Pero
equivocadamente que lo ún ico que ten ían que hacer era alza r a l mismo tiempo, el carácter de las ob ras de los estud iantes y
un espejo en el que se reflejaran sus logros. O, para dec irlo de los jóvenes pintores es nuevo, sorprendentemente dis-
con ot ras palab ras, el arte se acercó tanto a la vida que no t into. En lo que respecta a la temática, las obras son menos
tenía ni espacio ni t iempo para dec idi r sobre s í m ismo. Podía d irectamente didácticas; y en cuanto a la invest igación fo r-
estimu lar, pero no satisfacer. La satisfacción solo la propor- mal, mucho más profundas. Ya no basta con captar una ima-
cionaba la propia vida. gen fi ja de un brazo; hay que establecer tamb ién su est ruc-
Y entonces, hace a lgunos años, surgió un gran debate tura. Entonces se hace real idad su capacidad de movim iento
sobre estas cuestiones. Los artistas y los críticos empezaron a lternativo y, as í (desde un punto de vista humano}, se puede
a darse cuenta de que no bastaba con registrar s imp lemente tener en cuenta la decis ión que hay detrás de ese movi-
cualqu ier escena y esperar que reflejara el progreso de la vida miento. Si uno pinta una son ri sa, debe dar a entender tam -
en general; más bien, el artista deb ía escoger lo típ ico, libe- bién que e l rostro humano es capaz de sol lozar.
rando y demostrando las potencialidades ocultas de lo que Yo lo resum iría así. La mayor parte de la pintura rusa es
pintaba. Esto ent rañaba que ten ía que haber conflicto, que mala, la nueva pintura está todavía en pañales. La mayor
había que luchar por ello, pues de no ser así, esas potencia- parte del arte occidental es igualmente ma lo, pero por razo-
lidades serían obvias. Desde el punto de vista psicológico, nes opuestas. En un caso se trata de un arte demas iado su-
esto significaba ver la acc ión en re lación con e l motivo; desde perficia lmente literal; en el otro, de un arte que es demasiado
un punto de vista pu ramente visua l, s ign ificaba ver la apa- profundamente remoto. Ellos han abaratado el arte; nosotros
riencia superficial en relac ión con la estructura subyacente. lo hemos convertido en un lujo . Si fuera crítico de arte en
Hoy se están haciendo evidentes los resu ltados de esta Moscú, ataca ría a los trasnochados academ icistas senti-
reva luación. Sigue habiendo sombríos pintores académ icos. menta les, de la m isma manera que aqu í ataco a los fríos aca-
Sigue existiendo ese énfasis típ icamente ruso en la anécdota. demic istas de la forma li zac ión y la abstracc ión. (Habiendo
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leído alg unas de sus críticas, tamb ién creo que deberían
publicar lo que escribo.) Pero, y esto es el qu id de la cues-
t ión, creo que ellos están poniendo los cimientos de una
verdadera tradición, mientras que nosotros, en una inmensa
mayoría, estamos destrozando la tradición que hemos here-
dado. Una verdadera tradición solo se puede construir sobre
la base de una conciencia general de que el arte debe ser una
inspiración para la vida, y no un consuelo.
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La Bienal palab ras, entre aquel los artist as cuya visión de la vida con-
tiene una fe mín ima en el va lor de la trans form ación hum an a
La parte más grand e de la expos ición intern acion al de la Bie-
y aquel los para quien es la a lienac ión se ha vuelt o patol ógica .
nal de Venecia la organ iza un comi té italia no. Este año (1958 ),
El arte abstr acto ha dejad o de ser desd e hace ya much o tiem-
este comi té ha sido muy critic ado por su obvia inclin ación
po un asunt o de pura "esté tica". La torre de marfil se ha
por e l arte abstr acto, y ha sido acusa do de provi ncian ismo.
trans form ado en la celda inson oriza da que encie rra un "pro-
Lionello Venturi, el histo riado r del arte y gran figura de la crí-
vincia lismo " llevad o al ext remo más abso luto.
t ica italia na, se ha lanza do a defen d erlos afirm ando que los
Miles de obras expue stas ahora en Venecia, obras lle-
mejo res artist as de los últim os 60 años han sido pinto res
gada s de Estad os Unid os , de Alemania, de Italia, de Hola nda,
abstr actos , y qu e, en cualq u ier caso, los pabel lones organi-
de Franc ia, tie nen una imag en en com ún: la imag en de la ba-
zado s por otros paíse s mues tran la mism a inclinación, con lo
sura, de la mugr e. Tamp oco estoy emiti endo un juicio de
que prete nde dar a enten der que no pued en estar todos equi-
valor cuan do digo esto: estoy siend o litera l. Uno va de galería
vocad os. Pe ro la verda d es que sí qu e pued en, y que, adem ás,
en galería viend o las forma s de la desco mpos ición y la por-
lo están . Los humo ristas tiene n razón cuan do llama n a esta
querí a de la putre facci ón. Algu nos de los lienz os están ras-
Biena l, La Banal. gado s, otros t ienen gasas re llenan do mero s corte s, otros
Seam os claro s sobre las cuest iones implícitas. (Mere ce la
están cubiertos de ceme nto, otros solo consi sten e n una
pena , porqu e en esta expos ición se pued e leer el futur o polí-
grues a capa del mism o color que ha sido artific ialme nte
t ico del mund o; pued e que carez ca de obras maes tras, pero
prepa rada para agrie tarse y pelar se. De nuevo , sin emba rgo,
está llena de revel acion es y presa gios incon scien tes.) No se
debe mos mani festa r cierta tolera n cia a fin de hacer creíble la
trata, y nunc a se ha tratad o, de que todo el arte abstr acto se
decad en cia absol uta del fenóm eno que estam os exam inand o.
opon ga funda ment alme nte al arte figu rat ivo. Ningú n estu-
No hay ningu na razón que impid a que los pinto res utilicen
dioso de la cultura europ ea del siglo xx pued e nega r que cier- nuev os mate riales y que "jueg uen" con la su perficie de sus
to arte abstracto ha contr i buido al desarrol lo de la pintu ra, de
lien zos; en algun as de sus natur aleza s mu ertas más her-
la escul tura y de la arqui tectu ra. La divi sión hoy se estab lece
mosa s , Geor ges Braqu e mezc ló arena con el pigm ento. Pero
entre aqu ellos artistas que tiene n un senti do de la respo n sa-
lo que esta mos anali zando ahora perte nece a una catego ría
bilida d y aquel los que no lo tiene n; o, para decirlo con otras
comp letam ente distin ta. No esta mos habla ndo de añad idos,
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sino de vio laciones. Y si se necesita una sola prueba de la ins ign ificante de sus ideas.
irremed iab le y autocomp laciente decadenc ia de estas ob ras, Esta ins ign ificanc ia, la pobreza y la deb ilidad de las ideas
la encontra remos en el hecho bastante obvio de que la gran y los objetivos, es la característica más sorprendente de l ac-
mayoría no aguantará, mate ri almente, más de un par de años. tua l amb iente cultural de Occidente, hasta en donde no ha te-
No son objetos creados, son objetos que han sido utili zados, nido lugar el decl ive último que ha conducido a l no arte. In-
como las colillas, las botell as rotas o, los más aprop iados de cluso en las galerías en las que el arte abstracto tiene todavía
todos, los condones usados. cierta función decorat iva o en aquel las donde las obras s i-
En otras ocasiones he intentado explicar los factores guen s iendo figurat ivas, uno t iene la impresión de que cada
psicológicos y sociales que han hecho posible este tipo de no art ista ha buscado desesperadamente alguna pequeña nove-
arte. Por descontado, refleja, de una forma inconsciente y dad propia y luego se ha contentado con produci rl a en serie y
completamente pasiva, una rea lidad : la rea li dad de los mie- colocarla en el mercado. El extremo más ext remo de esta
dos, el cinismo, las alienaciones humanas que acompañan a menta li dad comercial es un cuadro que consiste simple-
los estertores del imperia lismo. Refleja, pasivamente, la rea- mente en las barras y estrellas de la bande ra americana. Un
lidad de nuest ras propias supersticiones, ritua les y crímenes ejemplo más serio y, po r consiguiente, más trágico, es el de
semejantes a los de Mau Mau : una rea lidad contra la que Kenneth Armitage, un escu ltor inglés de gran ta lento, a quien
puso med idas el Mau Mau africano. Pero no podemos sen- se le ha ocurrido la idea de hacer que los torsos de sus figu-
t irnos satisfechos dejando ahí el razonam iento: en parte, por- ras parezcan tableros de mesas, de tal modo que las piernas y
que no es e l imperialismo lo que representa verdaderamente los brazos sobresalen como los miembros de un hombre
a Occidente, sino tamb ién todos los movim ientos de oposi- atrapado en un cepo. Estas otras t ienen, s in duda, un va lo r
ción; y, en parte, porque este no arte hoy se está exportando. sorpresa que genera una emoción superficia l. Pero pasado un
El pabel lón español está enteramente ded icado a é l, y está momento, uno piensa: ¡ojalá este hombre pudiera utiliza r su
empezando a brotar en los pabellones polaco y yugos lavo. Es ta lento, ojalá fuera libre, ojalá no se viera forzado a utilizar
exportable porque apela a ese egoísmo destructivo, en forma tretas comerciales! Pero ¿qu ién lo obliga a hacerl o?
de una tentac ión interior, al que todo artista tiene que enfren-
Ah í está la iron ía. Pues ese arte de lo que se ha dado en ll a-
tarse; le da el va lor sagrado de l arte al más pequeño de sus
mar Mundo Libre se está convirtiendo en e l arte más
gestos, incluso a la huel la de su pulgar... y a la más
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limitado, más romo que se haya producido nunca. En compa- cosas. Su lenguaje es amp liamente trad icional. Sus colores
ración, el pabellón soviético, lleno de obras estali n istas de la teñidos al sol, su expresivo uso de unas s iluetas decorativas y
vieja guard ia, es rico, variado e ingen ioso. Hemos de adm it ir sus simp lificaciones fác iles y carentes de todo artific io se
que la riqueza es literaria y que visua lmente los cuadros rusos derivan de l arte y e l diseño egipcio. Y, sin embargo, es e l arte
son muy sentimentales, que están pintados siguiendo los cli- occidental el que en comparación parece no solo académico,
chés impuestos por los burócratas, pero si uno tuvie ra que sino tamb ién, en el contexto de l mundo emergente del siglo
e legir entre la fa lta de imaginac ión de los burócratas y las xx, acabado, agotado, inúti l.
fantas ías enfermas ...
En rea li dad, para cuestiones de arte, uno no tiene que
hacer esa elección . Entre los 500 art istas más o menos que
t ienen obra expuesta en Venec ia hay, ta l vez, una docena que
no nac ieron con más ta lento que sus compañeros expuestos,
pero que nos al ientan al recordarnos que el arte es indepen-
d iente en exactamente e l m ismo grado en el que reve la la rea-
lidad. Estos son: Kewa l Son i, escu ltor indio; Padamsee, pin-
tor ind io; lvan Peries, pintor ceilandés; Raú l Angu iano, segui-
dor mexicano de Rive ra; los Bruselmans, de Bélgica; lchi ro
Fukuzawa, un exp resionista japonés. Y luego está el pabellón
de las Repúblicas Árabes Un idas. Solo muy ocasionalmente
la historia y el arte son tan directamente equiva lentes como
aparecen aqu í; pero no deja de ser un hecho que este pabe-
llón es e l más afirmat ivo y vita l de todos en esta Bienal de
1958. No qu iero decir, claro está, que de la noche a la mañana
hayan aparec ido en El Cai ro cierto número de gen ios. Lo que
hace estas obras notables es e l hecho de que afirman. No
son tratados defens ivos. Los homb res están antes que las
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El arte y la propiedad privada hoy día del arte y los indiferent es, la mino ría y la mayoría, ha segu ido
siend o tan rígid a com o siem pre. Y es inevitable que esto sea
El amo r al arte ha s ido un conc epto útil para las clase s dom i-
así; pues , apar te de los factores econ ómic os y educ ativo s
nant es desd e hace más de siglo y medi o. El amo r se les atri-
relac iona dos con el arte, exist e una cont rad icció n irreso luble
buía a esas clase s y con él podí a justi ficarse una relación con
en la prop ia filantropía. Los privilegiados no están e n una
las civilizacio nes preté ritas y la pose sión de esas virtudes
posic ión que los ca pacit e para ense ñar o para rega lar nada a
asoc iada s a la "belleza". Con él se podí a tamb ién desd eñar
los no privil egia dos. Su amo r al arte es una ficción, una pre-
por no artísticas y primitivas las cultu ras a las que estas cla-
tensi ón. Lo que tiene n para dar com o ama ntes no mere ce ser
ses destruían en su prop io seno y po r todo el mun do. Más
acep tado.
recie ntem ente , esas clase s han podi do asoc iar su amo r al
Creo que final men te esto es cierto con resp ecto a toda s
arte con su amo r a la liber tad, y opon er am bos am ores al des-
las artes . Pero - por los mot ivos que examinaré ense guid a-
precio, real o supu esto , por el arte de los paíse s socia lista s.
es más evid ente en las artes visuales. Dura nte 20 años he
La utilidad del conc epto era algo por lo que había que
buscad o com o Dióg enes un ve rdad ero am ante del arte: si lo
pagar. Se exigía que el amo r al arte, que era un obvio privi-
hubi era enco ntrad o me habr ía visto oblig ado a aban dona r
legio y estab a, de una man era men os obvia, íntim ame nte rela-
por su perficial, por constituir un acto de ma la fe, mi prop io
cion ado con la moralidad, se fome ntara entre los ciud adan os
apre cio por el arte, que es cons tante y abie rtam ente político.
mere cedo res de algú n estat us. Esta exige ncia gene ró en el
Y nunc a lo he enco ntrad o.
siglo x1x muc hos mov imie ntos de fil ant ropía cultural, de los ¿Ni s iquiera entre los artis tas? Men os aún. Los artis tas
que los mini steri os de cultu ra occi dent ales son las últim as
fraca sado s espe ran ser ama dos po r sí mism os. Lo que los
man ifest acion es, absu rdas y cond enad as al fraca so . artis tas en acti vo ama n es su próximo proyecto, aún inexis-
Sería una exageración decir que las insti tucio nes cultu-
tente . La mayoría de los artis tas alternan lo uno y lo otro.
rales dedi cada s al arte, abier tas al público en general, no han
En verano, en el palac io de los Uflici de Florencia, la
rend ido ning ún beneficio. Han cont ribui do al desa rrollo cul-
muc hedu mbre , hacin ada, con la vis ión cons tante men te obs-
tural de muc hos miles de pers onas . Pero toda s estas per-
tru ida, se som ete a un a visita guiada de una o de dos hora s
sona s constituyen excepcio nes porq ue la división funda-
qu e nada revela. Sufre una dura prue ba, pero la reco mpe nsa
men tal entre los iniciados y los no iniciados, los "ama ntes "
para sus integ rante s es pode r decir que han estad o en el
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palacio de los Uffici. Han estado lo suficientemente próximos Cam inan po r una cal le de ga lerías de arte, pero no hace
a los Botticelli para comprobar que son trozos enmarcados falta describir a los galeristas, de rostros semejantes a mone-
de madera o de lienzo que se pueden poseer. En un sentido, deros de seda. Todo lo que d icen lo dicen para disfrazar y
los han adqu irido; o más bien, han adquirido e l derecho a esconder su objetivo verdadero. Si, además de compra rl as,
referirse a ellos en un contexto de propiedad. Es como si, en uno pudiera follar con las obras de arte, serían proxenetas.
un sentido muy atenuado, hubieran sido, o hubieran jugado a Pero en ese caso, cabría imagina r algún tipo de amor; en su
ser, huéspedes de los Medici. Todos los museos t ienen fan - caso con lo que sueñan es con e l dine ro y con e l prestigio.
tasmas, los fantasmas de los poderosos y de los ricos, y, en ¿Los crít icos? John Russel l habla por la inmensa mayoría
general, los visitamos para caminar entre los fantasmas. de sus colegas cuando - sin sentido alguno de incon-
Conozco a un coleccionista privado que es dueño de gruencia o de vergüenza- explica que una de las cosas más
a lgunos de los mejores cuadros cubistas que se hayan pin- excitantes de la crítica de arte es que te brinda la oportun idad
tado y que t iene un conocim iento enciclopédico sobre el arte de adquirir una colección privada atrevida, "aventurada".
del período que le interesa, un gusto infa li ble y fue, o es, La verdad es que un cuadro o una escultura es una forma
amigo personal de varios artistas importantes. No tiene un significativa de propiedad en un sentido en el que ni un cuen-
trabajo que le distra iga, pues su riqueza heredada está asegu - to, ni una canción, ni un poema lo son . Su valor como pro-
rada. Parecería representar la antítes is de las masas des in- piedad los provee de un aura que es la exp resión fina l, degra-
formadas y ciegas que sufren la prueba de vis itar el palacio de dada, de la calidad que tuvieron los objetos artísticos cuando
los Uffici. Vive con sus cuadros en una casa amp lia y t iene se uti lizaban de manera mágica. Es en torno a la propiedad
t iempo, tranqu ilidad y conocim ientos para acercarse a estos como reconstruimos nuestra última y destrozada religión, y
cuad ros como nadie lo puede hacer. ¿Nos encontramos aqu í, nuestras obras de arte visual son sus objetos rituales.
sin duda alguna, ante un amante del arte? No, a lo que nos Por esta razón, durante la última década, con la emer-
enfrentamos es a una man ía obsesiva po r proba r que todo lo gencia de la nueva ideología consum ista, las artes visuales
que ha comprado es incomparable, lo mejo r, y que cualqu iera han adqu irido un aura de la que no habían gozado en varios
que lo ponga en duda es un sinvergüenza ignorante. Por lo siglos. Las exposiciones, los li bros de arte y los artistas son
que se refiere a l mecanismo psicológico, los cuadros podrían portadores de un mensaje urgente, aun cuando las obras en
ser castañas pilongas. sí mismas sean inintel igibles. El mensaje es que la obra de
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arte es el objeto de consumo ideal (y, por lo tanto, mágico, un art ista trágico. La violencia que registra no es la violencia
misterioso, incomprensible) . Se lo sueña como una posesión del mundo; ni siquiera es la vio lencia que un artista como él
espiritua lizada. Nad ie piensa en la mús ica, en el teatro, en el pueda sentir subjetivamente en sí mismo. Es la violencia eje r-
cine o en la lite ratura de la misma manera. cida contra la idea de que un cuadro pueda ser deseable. La
El extremismo del arte visua l más reciente es conse- "tragedia" es la tragedia de la pintura de caballete, que no
cuencia de la m isma s ituac ión. El artista acepta de buena puede escapar a la trivia li dad de convertirse en una posesión
gana el prestigio y la li bertad que se le concede; pero en cuan- deseab le. Y todo e l arte de protesta de los años recientes ha
to que portador de una vis ión imaginativa resiente profun- sido derrotado de la misma manera. De ahí su cual idad op re-
damente que se trate su obra como un objeto de consumo. siva. No es capaz de liberarse. Cuanto más violento, cuanto
(El argumento de que no hay nada nuevo en esta s ituac ión más extremo, más crudo se vuelve, más atractivo como pose-
porque las obras de arte se han comprado y vend ido du rante sión rara e inusua l.
siglos no se puede tomar con demasiada seriedad : el con- El propio Marcel Duchamp - un artista muy adm irado
cepto de propiedad privada ha ido perdiendo su disfraz ideo- hoy por haber sido el prime ro en indagar sobre qué es lo que
lógico muy paulatinamente.) El expresion ismo abstracto, el convierte en arte una obra de arte y que ya en 1915 compró
art brut, el arte pop, el arte autodestructivo, el neodadaísmo, una pala de nieve en una ferretería y no le añadió nada más
todos estos y otros movimientos, a pesar de las d iferencias que un títu lo (existen hoy en los museos varias ediciones de
profundas entre el los en espíritu y en estilo, han intentado esta pieza)- adm itió recientemente su derrota como art ista
trascender los lím ites dentro de los cuales una obra de arte iconoclasta cuando d ijo: "Hoy d ía ya no hay escándalo. Lo
puede seguir s iendo una posesión deseable y va liosa. Todos ún ico escandaloso es que la obra no cause escándalo".
e ll os han puesto en duda o en te la de ju icio lo que convierte No hab lo metafóricamente cuando d igo que no fa lta
en arte una obra de arte. Pero la importancia de esta cuestión mucho para que un ga lerista exponga literalmente m ierda y
se ha entendido muy mal, a veces por parte de los propios los coleccionistas la compren. Y no, como se d ice a menudo,
art istas. No se refie re al proceso de la creación de arte, s ino porque e l público sea crédulo o porque el mundo del arte
a l papel, hoy escandalosamente evidente, del arte como pro- esté loco, sino porque la pasión de poseer algo se ha exacer-
piedad. bado y distors ionado hasta tal punto que ahora existe como
Nunca he creído, y aún no lo creo, que Francis Bacon sea una neces idad absoluta, abstraída de la rea lidad.
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Algunos artistas han entendido esta situación, en lugar de conciencia del espectador y su interés en lo que le rodea
limitarse a reaccionar contra ella, y han producido un arte que inmediatamente a él y a la obra. Los tipos de movimiento que
por su naturaleza presenta una resistencia a la corrupción del se ponen en marcha pueden ser muy diferentes; pueden ser
nexo de propiedad: me refiero al arte cinético y a algunas ten- ópticos o mecánicos, programados o fruto del azar. Lo único
dencias cercanas, como el op art y el constructivismo. esencial es que la obra depende de cambios originados fuera
Hace 12 ai'los Victor Vasarely escribía: de ella. Incluso si se mueve de manera regular, accionada por
su propio motor, el objetivo de este movimiento es sola-
No podemos deja r el place r que obtenemos del arte en las
mente iniciar y poner en acción cambios que van más allá de
manos de una élite de expertos para s iempre. Las nuevas
ella misma. La naturaleza de este arte es ambienta l. Son
formas artísticas están abiertas a todo el mundo. El arte
dispositivos, de poco valor intrínseco, creados para que
futuro será para todos o no existirá. En el pasado, la idea
obtengamos placer de la interacción entre nuestros sentidos
del arte plástico estaba vinculada a una actitud artesana y
y el espacio y el tiempo que nos rodean.
al mito del producto singular; hoy, la idea de arte plástico
Hasta el momento, la promesa de este arte es limitada.
sugiere posibilidades de recreación, multiplicación y
Su adecuada aplicación a esos ambientes en los que la mayo-
expansión.1
ría vive y trabaja exige decisiones políticas y económicas que
trascienden el control de los artistas. Mientras tanto, es un
Esto qu iere decir que la o bra de arte puede ahora produci rse
arte que ci rcula en el mercado privado.
industrialmente y no necesita del valor de lo escaso. Ni s i-
quiera tiene un estado en el que pueda ser propiamente con- De manera más profunda, un arte así está limitado por el
hecho de que de momento su contenido no admite la mate-
servado: está constantemente abierto a la a lteración y al cam-
bio. Como los juguetes, se desgasta. rialidad de las relaciones sociales; es decir, no puede utilizar
la tragedia, la lucha, la moralidad, la cooperación, el odio, el
Un arte así se diferencia cualitativamente del arte que lo
amor. Por esta razón se lo puede categorizar hasta ahora (sin
ha precedido y que todavía lo rodea, pues su valor reside en
subestimarlo) como arte decorativo.
lo que hace, no en lo que es. Lo que hace es animar o pro-
Sin embargo, su naturaleza esencial, su modo de produc-
vocar con sus movimientos al espectador para que adquiera
conciencia de los procesos de su propia percepción, y juegue ción y su negativa a explotar la personalidad individual del ar-

con ellos. Haciendo esto también renueva o extiende la tista (inevitablemente singular) le permiten liberarse de las
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inve rsiones y escapar de las contradicciones que agarrotan el
resto del arte actua l. los experimentos de estos artistas serán l Vasarely, Víctor, Notes pour un Manifeste, Galerie De-
út iles en el futuro. Como artistas, han encontrado una ma - nise René, París, 1955.
nera de trascender en alguna medida su situación histórica.
¿Quiere decir todo esto que la obra de arte duradera y sin-
gular ha periclitado? Su momento de apogeo coincidió con el
de la burguesía; ¿desaparecerán ambas al mismo tiempo? Si
uno adopta la perspectiva histórica de ciclo largo, parece muy
probable. Pero mientras tanto, la irregularidad del devenir
histórico es capaz de ocultar posibilidades inesperadas, in-
cluso impredecibles. En los países socialistas, el desarrollo
del arte ha sido frenado artificialmente. En la mayor parte del
tercer mundo, la obra de arte autónoma existe tan solo como
producto exportable para alimentar e l apetito enfermo de los
europeos. Puede ocurrir que en algún otro ámb ito la obra s in-
gu lar se inscriba en un contexto social diferente.
Lo que es seguro es que, en nuestras sociedades euro-
peas actuales, la obra de arte singular está condenada a la
desaparición: no puede escapar a su condición de objeto ri -
t ual de posesión, y su contenido, aun cuando no sea por
completo complaciente, no puede sino resultar un inten to
opresivo, dada su impotencia, de negar esta condición.
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El fin del retrato cual idad es mist erios as, meta físic as, con las que dem ostra r
que lo que ofrecía el retra to pictórico era incom para ble. Solo
Me pare ce poco probable que se pinte n más retra tos impor-
un hom bre podí a inter preta r el alma de la pers ona retra tada;
tante s. Es decir, retra tos en el sent ido en que en tend emo s
una máq u ina (la cám ara) nunc a pod ría hacerlo. El artis ta ope-
hoy el arte del retrato pictórico. Pued o imag inarm e serie s de
raba con el dest ino del retra tado ; la cáma ra, senc illam ente
mom ento s desti nado s a repre senta r la perso nalid ad de indi-
con la luz y la som bra. El artis ta juzg aba; el fotóg rafo regis -
vidu os conc retos , pero esto s no tend rán nada que ver con las
traba. Etcétera, etcét era.
obra s que hoy enco ntram os en la National Portrait Gallery de
Todo ello es dobl eme nte falso. En prim er lugar, niega el
Londres. papel interpretativo del fotógrafo, que es cons idera ble. En se-
No creo que haya que lame ntar la desa paric ión del retrato;
gund o lugar, otorg a a los retra tos p1ctoricos una percepc1on
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el talen to que an taño se cons agra ba al arte del retra to pued e


psicológica que está ause nte en el 99 % de ellos. Si consi-
emp lears e de otras man eras a fin de darle una función más
dera mos que el retra to es un géne ro, no pode mos limit arno s
urge nte, más mod erna . Merece la pena , s in emb argo, preg un-
a tene r en cuen ta unos cuan tos cuad ros extrao rdinarios, sino
tarse por qué el retra to pictórico ha pasa do de mod a: nos
que debe mos cons idera r tamb ién los innu mera bles retra tos
pued e ayud ar a ente nder con mayo r claridad nues tra situa -
de la nobleza y de los dign atari os locales que llena n los in-
ción histó rica. num erab les mus eos provinciales y ayun tami ento s. Salvo
El inicio del declive del retra to pictórico coincidió más o
exce pcio nes, incluso el retra to rena cent ista -aun que sugi-
men os con la apa ri ción de la fotog rafía, de mod o que su jus-
riera una prese ncia cons ider able - carecía de gran cont enid o
tificación inme diata --co mo ya había emp ezad o a form ulars e
psicológico. Los retra tos de la antig ua Roma y del antig uo
a fina les del siglo x1x - fue que el fotógrafo ha bía reem-
Egipto no nos sorp rend en por su percepción psico lógica, sino
plaz ado al pinto r retratista. La fotografía era más fiel, más rá-
porq ue nos mue stran lo que ha cam biad o el rostr o hum ano.
pida y muc ho más bara ta, tanto que ofrecía la posi bilidad de La idea de que el ret ratista revelaba el alma de sus retra tado s
retra tarse a cualq uier pers ona, algo que hasta ento nces había
no es más que un mito . ¿Existe diferencia cualitativa en la
sido el privilegio de una pequ eña elite. forma en que Diego Veláz quez pinta ba una cara y la fo rma en
A fin de rebatir la lógica trans pare nte de este argu men to,
que pinta ba unas nalgas~ Los esca sos retra tos, en térm inos
los pinto res y sus mec enas se inve ntaro n una serie de
com para tivos , que revelan una verd ader a perc epció n
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psicológica (a lgunos de Rafael, de Rembrandt, de Jacques- e lementos deben se r transformados para ocupar su espacio
Lou is David o de Francisco de Goya) sugieren un interés per- en el marco de esas limitaciones. En la fotografía, la transfo r-
sonal, obsesivo, por parte del artista, que no puede atribu irse mación es en gran med ida mecán ica. En la pintura, s in em-
sin más a la profesión del retratista. Esos cuadros t ienen el bargo, cada transformación es el resu ltado de una decisión
mismo t ipo de intensidad que los autorretratos. En real idad, consciente del artista. Así, las pintu ras están mucho más car-
son obras en las que el artista se descubre a s í m ismo. gadas de intenc ión que las fotografías. El efecto total de una
Planteémonos una cuestión hipotética. Supongamos que pintura (a l margen de su veracidad) es menos arbitrario que
estamos interesados en un personaje de la segunda mitad de l e l de una fotografía; su construcción está más intensamente
siglo XIX cuyo rostro no hemos visto nunca reproduc ido. socializada porque depende de un mayor número de deci-
¿Qué preferiríamos ver de esa persona? ¿Una pintura o una siones humanas. Un retrato fotográfico puede ser más reve-
fotografía? Planteada de esta fo rma, la cuestión ya favorece lador y más fiel respecto a la fisonom ía y la personal idad de l
de antemano a la pintura, pues la manera lógica de plantearla retratado, pero probablemente será menos convincente,
se ría: ¿preferiríamos ver una pintura o un á lbum entero de menos concluyente (en e l sentido estricto de l té rmino). Po r
fotografías? ejemplo, si la intenc ión del retratista es favorecer o idea liza r,
Hasta la invenc ión de la fotografía, el retrato pictórico (o podrá hacerlo de una forma mucho más convincente en un
escultó ri co) e ra el único med io existente pa ra registrar y pre- retrato pictórico que en una fotografía.
sentar la fisonomía de una persona. La fotografía sustituyó a Este hecho nos perm it irá comprender mejor la verdadera
la pintura, al tiempo que e levaba los estándares a la hora de función del retrato pictórico en su momento culm inante: una
juzgar la cantidad de información relat iva al parecido que función que tendemos a ignora r cuando nos lim itamos a l pe-
debería inclu ir el retrato. queño número de retratos excepcionales, y no "profe-
Esto no qu iere decir que las fotografías sean superio res a sionales", de Rafae l, de Rembrandt, de David o de Goya. La
los retratos pictóricos en todos los sentidos. Son más infor- función de l retrato era subrayar e idea liza r un dete rminado
mativas y, en gene ra l, más fieles, y revelan más información papel social de l retratado. No se trataba de presentar a un
psicológica, pero no constituyen una unidad tan tensa como "ind ividuo", sino al ind ividuo en cuanto mona rca, obispo, te-
la que ofrece un retrato pictórico. La un idad en las obras de rraten iente, negoc iante, etc. Cada función tenía unas cual i-
arte es un resultado de las lim itac iones de l medio. Todos los dades aceptadas y un lím ite aceptab le de d isc repancia (un
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monarca o un papa podían ser mucho más idiosincrásicos románticas que s igu ió a la derrota de Napo león y al mez-
que un simple caballero o un cortesano) . La función se ponía qu ino triunfo de la burguesía francesa. Estos cuadros no eran
de re lieve med iante la pose, el gesto, el atuendo y e l entorno. ni mo ra lmente anecdót icos ni s imbólicos: eran retratos d irec-
El hecho de que ni el retratado ni el pintor profesional se tos, pintados a la manera trad icional. Sin embargo, los suje-
impl icaran en la pintura de estos aspectos no queda comple- tos pintados no tenían una func ión social y se les supon ía
tamente explicado por la mera cuestión de ahorrar tiempo: se incapaces de tener ninguna. En otros cuad ros, Géricault pintó
concebían como at ri butos aceptados de un estereotipo social cabezas cercenadas y miembros humanos amputados ta l
dete rm inado y como ta l se suponía que hab ían de inter- como se uti lizan en una sala de disección. Su punto de vista
pretarse. e ra amargamente crít ico: elegir pintar a los locos y a los
Los malos pintores nunca pasa ron del estereotipo. Los desposeídos suponía una reflexión sobre aque llos hombres
buenos profesionales (Hans Memlinc, Lucas Cranach, Ti- con propiedades y poder, pero tamb ién era una forma de afir-
ziano, Peter Paul Rubens, Anton van Dyck, Diego Ve lázquez, mar que el espíritu esencial del hombre era independ iente de l
Frans Ha ls, Philippe de Champaigne) pintaron ind ividuos, papel que la sociedad le obligaba a adoptar. Para Géricault, la
pero eran homb res, no obstante, cuyo carácter y expresión fa- sociedad era tan negativa que, s iendo é l perfectamente cuer-
cial se ve ían y juzgaban a la sola luz de una func ión socia l do, pensaba que e l ais lam iento de los lunáticos tenía más
prefijada. El retrato debía ajustarse como un traje a med ida, sentido que el honor que se dispensaba a qu ienes triunfaban
pero e l tipo de traje se daba por supuesto. socialmente. Fue e l primer y, en cierto sentido, e l último
La satisfacción de ser retratado en un cuadro e ra la satis- retratista profundamente antisocial, té rmino que contiene una
facción de ser reconocido personalmente y confirmado en la contradicción imposible de resolver.
posición que uno ocupa: no ten ía nada que ver con el solitario Después de Gé ri cault, e l retrato profesional degeneró y se
deseo moderno de que se reconozca "qu ien es uno rea l- convirtió en un modo de adulación personal burdo y servil,
mente". cín icamente ejecutado. Ya no era posible creer en e l va lor de
Si tuv iéramos que señalar e l momento en el que el decl ive las func iones sociales elegidas o as ignadas. Algunos artistas
del retrato pictórico se hizo inevitable, yo e legiría los dos o sinceros pintaron cierto número de retratos "íntimos" de sus
tres extrao rd inarios retratos de locos pintados por Théodor amigos o de sus modelos (Cami lle Corot, Gustave Courbet,
Gé ri cault en el primer período de des ilus ión y rebeldía Edgar Degas, Pau l Cézanne, Vincent van Gogh), pero en
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todos e llos la única func ión social de la persona retratada es ut ilidad.
precisamente la de ser pintada. El va lor social imp lícito es el Du rante el último s iglo, el número de qu ienes seguían
de la amistad personal {la proxim idad) con un artista original, creyendo en el va lo r de las funciones sociales as ignadas se
o el de se r visto de esa manera {ser "interpretado" de esa ma- redujo de forma drástica en las sociedades capita listas. Esta
ne ra) por é l. En cualquiera de los dos casos, el modelo o la es la segunda respuesta a la pregunta que nos planteábamos
mode lo está suped itado al servicio del pinto r, en cierto modo a l empezar con respecto al decl ive del retrato pictórico.
como si fuera una natura leza muerta. Finalmente, no es la Sin embargo, esta segunda respuesta sugiere que, s i exis-
personali dad del retratado o su func ión social lo que nos t ie ra una sociedad más coherente y confiada, podría resurgir
impresiona, s ino la visión que de él nos ofrece el artista. e l retrato pictó ri co, lo cual parece bastante improbable. Para
Henri de Tou louse-Lautrec fue la excepción importante a entender por qué, hemos de considerar una tercera res-
esta tendenc ia general. Tou louse-Lautrec pintó una serie de puesta.
retratos de prostitutas y personajes de cabaré. Cuando los Las proporciones, el cambio de escala de la vida mo-
examinamos, ellos nos exam inan a nosotros. Po r med iac ión derna, han mod ificado la naturaleza de la ident idad indi-
del pintor se establece una reciprocidad socia l. Lo que se nos vidua l. Confrontados a otra persona, hoy somos conscientes,
presenta no es un disfraz - como en el caso del retrato ofi- a t ravés de esa persona, de las fuerzas que operan en d irec-
cial- , ni tampoco meras criaturas nacidas de la imaginación ciones que eran inimaginables antes del siglo xx y que solo
del pinto r. Sus retratos son los ún icos retratos de finales de l han resultado evidentes hace muy poco. No es fáci l defin ir
siglo XIX que resultan convincentes y concluyentes en el sen- este cambio brevemente. Tal vez nos resu lte más fácil recurrir
t ido en el que los hemos defin ido antes. Son los ún icos retra- a una analogía.
tos pictóricos en cuya evidencia social podemos creer. No Se oye hab lar continuamente de la crisis de la novela mo-
sugie ren el estud io de l artista, s ino "el mundo de Toulouse- derna, pero de lo que se t rata ante todo es de un cambio en el
Lautrec"; es deci r, un med io social específico y complejo. modo narrativo. Ya no es posible contar una histo ri a en la
¿Por qué fue una excepción Toulouse-Laut rec? Po rque a su cual los acontec im ientos se desarrollan en un orden crono-
manera excéntrica creía en la función social de sus retra- lógico li neal. Esto se debe a que somos demas iado cons-
tados. Pintó a los artistas de cabaré porque admiraba sus cientes de todo lo que se cruza en la línea de la narrac ión. Es
actuaciones; pintó a las prostitutas porque reconocía su dec ir, en lugar de ser conscientes de un punto que constituye
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una parte infin ites ima l de una línea recta, somos conscientes que veamos en una fotografía nada tan concluyente o defi-
de este punto como una parte infin ites ima l en un número nitivo como en una pintura) . Nuestros térm inos de recono-
infinito de líneas, como el centro de una intersección de lí- cimiento han cambiado desde el apogeo de l retrato pictó ri co.
neas. Esta conciencia es el resu ltado de tener en cuenta cons- Puede que todavía nos basemos en el "retrato" pa ra identi-
tantemente la s imultaneidad y la extensión de los aconteci- ficar una persona, pero ya no pa ra explicarla o contextua-
mientos y de las posibilidades. lizarla. Concentrarse en el "retrato" s ign ifica a isla r falsa-
Son muchas las razones para el lo : la gama de los med ios mente, s ign ifica suponer que la superficie más externa con-
de comun icación modernos, la escala de l poder, el grado de tiene a la persona o al objeto, cuando en real idad somos
responsabilidad política personal que debe asum irse res- plenamente conscientes de l hecho de que nada se contiene a
pecto a acontecim ientos acaec idos en e l ámb ito mundia l, e l sí m ismo.
hecho de que el mundo se ha vue lto indivisible, la desi- Pablo Picasso y Georges Braque eran obviamente cons-
gua ldad de l desarro llo económ ico en ese mundo y la escala cientes de este mismo efecto en ciertos retratos cubistas de
de la explotación . Todo e llo t iene su papel. La profecía hoy es 1911, pero en esos " retratos" es impos ible identificar a la per-
más una proyección geográfica que histórica; no es e l tiempo, sona, de modo que dejan de ser lo que denom inamos retra-
sino el espacio e l que nos oculta las consecuencias. Para tos.
profetizar hoy, basta con conocer a los homb res ta l como Se d iría que las demandas de la visión moderna son in-
pueblan e l mundo en toda su des igualdad. Toda narrativa compatibles con la s ingu la ri dad de l punto de vista, una pre-
contemporánea que ignore la urgencia de esta dimensión es misa esencia l del "parecido" pictórico estático. Esta incompa-
incompleta y adqu iere el carácter de una fábu la excesi- t ibilidad gua rda relación con una crisis más general que atañe
vamente simplificada. a l s ign ificado de la individual idad. La ind ividua lidad ya no
Algo parecido, pero menos directo, puede deci rse del re- puede enmarcarse en virtud de unos rasgos man ifiestos de la
trato pictórico. Ya no podemos aceptar que pueda estable- personali dad. En un mundo de transic ión y revoluc ión, la in-
ce rse adecuadamente la identidad de un hombre preservando d ividua lidad constituye un problema inseparable de las re la-
y fijando su apariencia desde un único punto de vista en un ciones históricas y sociales, hasta el punto de que no adm ite
solo lugar (podría decirse que esta misma limitac ión afecta ser reve lada med iante las s imples caracteri zaciones de un
tamb ién a la fotografía, pe ro, como hemos visto, no se espera estereotipo social preestablecido. Cada modo de
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individualidad está hoy rela cionado con la totalidad del
mundo.
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La función histórica del mus eo Estado o de una ciuda d que de los coleccionistas privados,
pero debe n perte necer a alguien, y alguien debe prese ntars e
los conse rvado res de los muse os de arte del mund o (con tal
en una relación de propi edad hono raria respe cto a ellas. la
vez tres o cuatr o excep ciones) senci llame nte no están con
idea de que, antes que propi edad es, las obras de arte son
noso tros. Dentro de sus muse os viven en pequ eños castillos,
exp resion es de la experiencia huma na y un medi o de cono ci-
o si sus intere ses son conte mpor áneo s, en fortalezas Gu-
' mien to constituye para ellos una noción de mal gusto porqu e
ggen heim . Nosotros, el público, tenem os nuest ros horarios
no solo amen aza s u pos ición, sino lo que ellos han cons-
de admi s ión y se nos acept a como una neces idad diurna;
truid o sobre la base de su posición.
pero no hay conse rvado r que sueñe que s u traba jo realm ente
Dado que el "mun do de los muse os" constituye un secto r
comienza por noso t ros . muy ampl io del "mun do del arte", que recientem ente ha
los conse rvado res se preoc upan de la calefacción, del
adquirido un pode r come rcial e incluso diplo mátic o muy
color de las pared es, de los probl emas de colga r los cuad ros,
cons iderable, lo qu e estoy dicie ndo seguramen te será ata-
de la procedencia de las obras y de las visitas de honor. los
cado como una perspectiva sesga da. Pero es mi opini ón,
que se dedic an al arte conte mpor áneo se preoc upan por
contr astad a desp ués de años de tratar con direc tores de mu-
mant ener el equilibrio entre la discreción y el coraje.
seos por toda Europ a, tanto en países socia listas como ca-
Los individuos varían, pero como grupo profe sional su
pitalistas. lenin grado es, en este sentido, como Roma o Ber-
carác ter es cond escen dient e, elitista y perez oso. Estos rasgo s
lín.
son, creo, resul tado de un a fantasía continu a que en mayor o
Sería equivocado suger ir que lo que hacen los conser-
meno r grado todos se perm iten. la fantasía se teje en torno a
vado res es inútil. Conservan - en el senti do pleno de la pala-
la noción de que se les ha pedid o que acept en como una seria bra- lo que ya está ahí, y algun os adqu ieren obra nueva con
responsabilidad cívica el prestigio derivado de la poses ión de inteligencia. No es inútil, sino inade cuado . Y es inade cuado
las obras que se encu entra n bajo su techo . por antic uado . Su perspectiva sobre el arte como evide nte
Se consi dera que las obras que se encue ntran bajo su
fuent e de place r dirigida a un Gust o bien fo rmad o, su visión
protección son sobre todo propi edade s, y, por lo tanto ,
de la Apreciación en cuan to que basad a finalmente en la fami-
deben ser poseí das. Pued e que much os cons ervado res consi-
liaridad con el tipo de obra -es decir, la capacidad para
deren que es mejo r para las obras de arte ser propi edad de un
comp arar un produ cto con otro dentr o de un camp o muy
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estrecho- proceden de l siglo xv111. Su sentido de una pe- moderna? Naturalmente, cada museo plantea un problema
sada responsabilidad cívica (t ransformada, como hemos d iferente. Una solución adecuada para una ciudad de provin-
visto, en un prestigio honorario), su actitud respecto al pú- cias resultaría absurda para la National Ga llery de Lond res.
bli co como una muchedumbre pasiva a la que se le debe fac i- De momento solo podemos hab lar de princ ipios genera les.
litar el acceso a las ob ras de arte, portadoras de va lor espi- En pri mer lugar, es necesa ri o hacer un esfuerzo de imagi-
ritual, corresponde a la trad ición dec imonón ica de las obras nac ión que va en contra de la corriente gene ra l en e l mundo
púb li cas y de la gest ión benevolente. A cualqu iera que no sea del arte: es necesario ver las ob ras de arte liberadas de toda la
un experto y que entre en un museo común hoy día se le hace mística que se les adh iere en cuanto que objeto de propiedad.
sentir como un indigente objeto de caridad, al t iempo que las Se hace posible entonces verlas como testimonios de l pro-
ventas espectaculares de libros de arte de tercer orden refle- ceso de su producción en lugar de como productos; verlas
jan la correspondiente fe en la autosuperación. como acc ión en luga r de como logro acabado. La pregunta
¿qué procesos formaron parte de la producción de esta obra?
La influencia del siglo xx en el pensam iento de los conser- sustituye a la pregunta de l coleccionista ¿qué es esto?
vadores de museos se ha lim itado a la decoración o a las in-
Hay que darse cuenta de que este cambio de énfasis ya ha
novac iones técn icas pa ra fac ilita r el paso de los vis itantes por
afectado al arte profundamente. Desde los tiem pos de la ac-
sus dom inios. En un libro publicado hace algunos años y es-
tion painting, a los artistas les ha ido interesando más reve la r
crito por un comisario francés de importancia se sugiere que
e l proceso que llegar a su conclusión. Haro ld Rosenberg,
e l museo de l futuro será mecanizado: los vis itantes se sen-
quien actuó como portavoz de los innovadores estadou-
tarán qu ietos en cabinas y los lienzos aparecerán ante e llos
nidenses, lo ha dicho con mucha sencillez:
mediante una especie de escale ra mecánica vertical. "De este
modo, en una hora y med ia un m illar de visitantes será capaz La action painting proveía una nueva razón para pintar en
de ver un mi lla r de cuadros s in levanta rse del asiento". La el siglo xx: la de constitu ir un med io para la recreación de
concepción de Frank Lloyd Wright de l Guggenheim Museum s í mismo por parte de l artista y una evidencia para e l
de Nueva Yo rk como una máquina de ver cuad ros es solo un espectado r del t ipo de actividades que esta aventu ra
ejemplo más sofisticado de la misma actitud. imp licaba.1
¿En qué consiste entonces una actitud verdaderamente
El nuevo énfasis es resultado de una revolución en nuestra
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mane ra gener al de pensa r e interpretar. Los proce sos han ba- estab lecid as por el experto: un desnu do de Fran~ois Boucher
rrido con todos los estad os perm anen tes; el atribu to huma no podría colga rse junto a un Gusta ve Courbet. Toda la deco-
supre mo ha dejad o de ser el cono cimie nto en cuan to tal y ha ración debe rá ser neutr a y móvil. El noble tendr á que pres-
pasad o a serlo la autoc oncie ncia del proce so. Los artist as cindi r de su habit ación de tercio pelo miran do al medi odía.
más originales de los últim os 25 ai'los han sentido la sacu-
Podría conti nuar con la lista de las conse cuen cias práct icas
dida de esta revolución más profu ndam ente que la mayoría
posibles, pero ya oigo las prote stas. ¡Prop agand a didáctica,
de las demá s perso nas; pero debid o tamb ién a que se han
purit ana! ¡Subordinación filistea del arte por parte del histo-
senti do aislad os en una socie dad indiferente (cuan do al fin
ricismo! La santi dad del arte como propi edad se defen derá
les llegó, el éxito no llegó a especificar esta indiferencia), no
con estas y otras mil prote stas y risota das, y los conse r-
han sido capac es de enco ntrar otro conte nido pa ra su obra
vador es actua les se ahorr arán la humillación de inten tar pen-
que su propi a soled ad. De ahí el escas o interé s de su arte
' sar sobre su asun to como un todo.
pero tamb ién de ahí la re levancia de su prese ntimi ento.
Si la aplicación de ideas a la comp rensi ón del arte implica
Desd e un punto de vista práctico, esto significa que, en el
propa gand a, eso es lo que propo ngo. Por otra parte, en modo
muse o mode rno, las obras de arte de cualq uier perío do nece-
algun o estoy sugir iendo que un muse o haya de organ izar su
sitan ser most radas en el conte xto de vario s procesos: el pro-
traba jo sigui endo la pauta de un solo argum ento perm anen te.
ceso técni co de los medi os del artist a, el proce so biográfico
Cada grupo de obras pued e recibir un tratam iento diferente.
de su vida y, sobre todo, el proce so histórico que pued e refle-
Ningún argum ento deber ía ser perm anen te, e incluso en el
jar, sobre el que pued e influir o profetizar, o que pued e anu-
seno de un grupo de pieza s existiría la posibilidad (colg ando
larle. Este conte xto habrá de estab lecer lo la secue ncia en la
cuad ros sobre mam paras que se cruza sen con la obra prin-
que se cuelg uen los cuadr os y, cuan do sea preciso, medi ante
cipal) de prese ntar una variedad de argum entos simu ltá-
textos en la pared . Las fotografías de cuad ros que se hallan
en otro lugar deber án colga rse junto a los cuad ros reales. En neam ente. En las grand es colec cione s, las obras que no estu-
vieran siend o uti lizad as para ilustrar un argum ento podrían
el caso de las acuar elas y dibuj os, harán fa lta facsímiles que
colga rse como ahora , para referencia o para el place r de quie-
se comb inen con los originales. Las obras de inferior calid ad
nes ya las cono cen, sin come ntario .
deber án ser prese ntada s y expli cadas como ta les. A menu do
En el caso de todos los muse os salvo los metro polita nos
habrá que ignor ar las categ orías de país o de perío do
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de mayor rango, la aproximación que estoy proponiendo los función futu ra del arte que hemos heredado.
transformaría por completo. Su fama dejaría de depender del El at ractivo y la justificación puramente estéticas de l arte
pequeño número de obras maestras incomparables de las se basan en algo me nos que una media verdad. El arte debe
que se enorgullecen. Obras de segundo y te rcer orden po- tamb ié n servir a un objetivo extraartístico. Las grandes obras
drían, por su contexto, resu ltar importa ntes y co nmovedoras. suelen vivir más tiem po que el objetivo que las originó, pero
Imaginemos un estud io de Jean-Bapt iste Greuze de un niño lo hacen porque un período posterior es capaz de d iscern ir,
colocado junto a un retrato oficial de estilo barroco pintado en la profundidad de la expe ri encia que contienen, otro obje-
por uno de sus co ntemporáneos. Obras inferiores y abu rridas t ivo. Por ejemplo : Frani;ois Villon escribía para presentarse
adqui ri rían de re pente una func ión positiva, pues ha rían com- ta l como era ante Dios. Hoy lo leemos tal vez como el primer
prens ibles problemas que otra obra hab ía resuelto. Si los mu- poeta "libre" de la Europa cristiana.
seos colaborasen entre s í, todo museo podría tener una Ya no podemos "usar" hoy la mayoría de los cuadros
colección fabu losa de acuarelas y dibujos con la que ejempli- co mo estaban destinados a ser utilizados: en el culto re li-
ficar sus a rgumentos y estud ios. Podría n utilizarse a efectos gioso, para celebrar la riqueza de los ricos, como il ustrac ión
de comparación fotografías de cualquier colección del po lítica inmed iata, como prueba de lo subli me román tico ...
mu ndo. En resumen, el museo, en lugar de se r un almacén No obstan te, la pintura es especialmente apta para desa-
de tantas perspectivas o tesoros singulares, se convertiría en rrol lar la m isma facu ltad del entendim iento que ha vuelto
una escuela viva con la ventaja muy especial de utilizar imá- obsoletos sus usos anteriores; es decir, para desa rrollar
genes visuales que, con un marco sencillo de conocim ientos nuestra autoconciencia histórica y evolutiva.
históricos y psicológicos, podría t ransm itir expe ri encia Frente a una obra preté rita, con nuestra respuesta esté-
mucho más profundamente que la mayoría de las explica- t ica, así como median te la inte ligencia imaginativa, somos
ciones literarias y cie ntíficas. capaces de reconocer las posibilidades que la rea lidad le pre-
No tengo la me nor duda de que los museos term inarán sentaba a un artista hace 4 .000, 400 o 40 años. No es pre-
teniendo el t ipo de función que estoy sugi ri endo. Estoy se- ciso que este reconoc im iento sea académ ico. Se nos entre-
guro de ello, no solo porque los museos se verán obligados a gan (como no sucede con la literatura) los datos sensuales a
reconocer su siglo, lo que constitu irá una solución obvia para través de los cuales hubieron de presentarse forzosamente
los problemas que ya t ie nen, s ino también por se r la ún ica ante él las alte rnativas de su e lección. Es como s i pud ié ramos
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beneficiarnos de nuestras sensaciones y de nuestras res-
puestas a la forma y al contenido de su obra, ta l como los l Rosenberg, Harold, "The American Action Painters",
interpretó en su momento la conciencia del artista y los Art News, Nueva York, diciembre de i952 (N. del Ed.).
condicionó su época, aparte de nuestra propia interpretación.
¡Una dialéctica extraordinaria que obvia el tiempo! ¡Una ayuda
extraordinaria para darnos cuenta de cómo hemos llegado
históricamente a ser quienes somos!
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La obra de arte que mis argu men tos sean cont unde ntes , pero sin men os-
prec io para los de Hadj inico laou .
Me ha llevado largo tiem po llegar a acep tar la reacción que
En prim er lugar, inten ta ré hace r un resu men del libro lo
provoca en mí el libro de Nicos Hadj inico laou Historia del
más im parcial posible. "La histo ria de toda socie dad, hasta el
arte y lucha de clases.1 Es una reacc ión comp leja, debi do a pres ente , es la histo ria de la luch a de clase s". Habi endo
razo nes tanto de índo le teóri ca com o perso nal. Nico s Had-
com enza do co n esta cita del Manifiesto comu nista, Hadj ini-
jinico laou se pro pone definir la pos ible práctica de una his-
cola ou se preg unta : "¿Có mo se debe apl icar esto a la disci-
toria del arte científica y marxista. ¡Qué nece saria era esa ini-
plina de la histo ria del arte?". Dese cha com o simp lista s las
ciativa, prop uest a po r prim era vez por Max Ra phael ha ce casi
resp uest as ofrec idas por el marx ismo "vulgar", que busc an
50 años ! las prue bas direc tas de la lucha de clase s en los oríge nes de
La figura ejem plar del libro, casi se podr ía decir su pad re
clase y las opin iones políticas del pinto r o, alter nativ amen te,
adop tivo, es el desa pare cido Frederick Antal. Ver por fin reco -
en las histo rias na rrada s en sus pintu ras. Reconoce la auto -
noci da la obra de este gran histo riad or del arte es un a ex pe-
nom ía relat iva de la prod ucció n de imág enes (un té rm ino que
riencia alent ador a; tanto más para mí perso nalm ente cuan to
favorece frent e al de arte po rque impl ícito en este últim o hay
que en algún mom ento de mi vida fui alum no por libre de
un juici o de valo r derivado de la estética burgu esa) . Hadj ini-
Antal. Él era m i maes tro, él me anim aba y a él le d ebo una
cola ou argu men ta que las imág enes pres enta n su prop ia
gran parte de lo que entie ndo po r histo ria del arte. Dos alum -
ideo logía, una ideología visua l, que no debe confun dirse con
nos del mis mo maes tro ejem plar debe rían, tal vez, hace r
la política, la econ ómic a, la colonial o cualq u ier otra ideo -
caus a com ún.
logía.
Y, s in emb argo , una cues tión de princ ipios me oblig a a
Para él, la ideol ogía es la form a siste mática en la que una
expo ner ciert os argu men tos en cont ra de este libro. La erud i-
clase o una parte de una clase proyecta, disfr aza y justifica
ción de Hadj inico laou es impr esio nant e y está bien em-
s us re lacio nes co n el m un do. La ideo logía es un ele men to so-
pleada; sus argu men tos so n de una claridad meri dian a. En
cioh istór ico que, com o las agua s, lo cerca todo , y del que
Francia, don de reside, ha ayud ado a form a r, con otros cole-
será impo sible eme rger hast a que no se hayan abo lido las
gas ma rxista s, la asoc iació n Histo ire et Criti ques des Arts,
clase s. Todo lo más que se pued e hace r es identificar cada
que ha orga niza do vario s e impo rtant es cong reso s. Espe ro
ideo logía y pone rla en relación con su función precisa en la
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clase en cuestión . científicas . Hadjinicolaou va pasando revista a todas ellas. La
Por ideología en imágenes2 se refie re al modo en que una prime ra t rata la histo ri a de l arte como s i solo fue ra la historia
pi ntura hace ve r a l espectador la escena representada. En de los grandes pintores, a los que luego explica en térm inos
ciertos aspectos es similar a la categoría esti lo, aunque es psicológicos, psicoanalíticos o amb ientales. Tratar la historia
más amp lia que aquel la. Hadj inico laou rechaza totalmente del arte como s i fue ra una ca rrera de re levos de gen ios es una
todas las connotaciones comunes del esti lo . No existe tal ilusión ind ividua lista, cuyos orígenes renacentistas coinc iden
cosa como el estilo de un artista. Rembrandt no tiene estilo, con la fase prim itiva de acumu lac ión de capita l privado. Yo
todo depende de la imagen que Rembrandt producía en cada hago e l m ismo anális is en Modos de ver.3 El gran fa llo teórico
momento y bajo qué circunstanc ias. La forma en que cada de este libro m ío es que no dejé clara la relac ión existente
imagen representa la experiencia visible constituye su ideo- entre lo que yo ll amo la "excepción" (e l genio) y la trad ición
logía. no rmativa. Es este punto el que neces ita ser elaborado. Bien
Pero al considerar lo visible - y esta es m i interp re- pod ría se r el tema de una cha rl a.
tación- , uno debe reco rdar que, según esa teoría de la ideo- La segunda escuela ve la histo ri a del arte como una parte
logía (que debe mucho a Lou is Althuse r y a Nicos Pou lan - más de la histo ri a de las ideas (Jacob Burckhardt, Aby Wa r-
tzas}, nos convertimos en cierto modo en ciegos que t ienen bu rg, Erwin Panofsky, Fritz Saxl) . El punto flaco de esta es-
que aprende r a tener en cuenta y a vencer su ceguera; unos cuela es el haber pasado por alto la es pecificidad de l lenguaje
ciegos a qu ienes no se les concederá el don de la vista m ien- de la pin tura, tratándola como s i fue ra un texto jeroglífico de
t ras continúe existiendo la sociedad de clases. Como inten- ideas. En cuanto a las ideas propiamente d ichas, los rep re-
taré demostrar más tarde, las imp licaciones negativas de esto sentantes de esta escuela tendieron a conside ra r que ema-
son crucia les. naban de un Zeitgeist, que en térm inos de clase es inma-
La ta rea de una histo ri a de l arte científica es examinar culada y vi rgen. En este punto, encuentro vá lida la crít ica de
cualqu ier imagen, identificar su ideología y re laciona rla con la Hadjin icolaou.
historia de su clase en el momento de su producción; una La tercera escuela anal izada por Hadj inicolaou es la del
historia compleja, pues las clases nunca son homogéneas y forma lismo, que ve el a rte como una historia de las estruc-
constan de muchos grupos e inte reses contra puestos. tu ras forma les. El arte, independiente tanto de los art istas
Las escuelas trad icionales de historia del arte no son como de la sociedad, tiene una vida pro pia en sus fo rmas
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que evolucionan en espira l pasando por las etapas de juven- pintores tan d iferentes como Franz Ha ls y El Greco.
tud, madurez y decadencia. Un pintor hereda un estilo en un Se d iría que esta fó rmu la cubre retrospect ivamente la ca-
momento determinado del desarro llo espiral de este. Al igua l rrera de Antal como historiador del arte. En su formidable
que todas las teorías orgánicas ap licadas a actividades alta- estudio sobre e l arte floren tino, así como en otras obras
mente sociales, confund iendo así la historia con la naturaleza, suyas, Anta l se propuso mostrar en deta lle hasta qué punto la
la escuela forma lista condujo a conclusiones reacciona ri as. pintura e ra sensible a los cambios económicos e ideológicos.
Contra todas estas escuelas, Hadj inicolaou se enfrenta Por sí solo descub ri ó, con todo e l rigor del erud ito europeo,
con el mismo va lor que David, armado con la honda de la una nueva veta de conten ido en las imágenes, y era por esta
ideología en imágenes. El objeto correcto de la historia del arte veta por donde se fi ltraba la lucha de clases. Pero no creo que
en cuanto que ciencia autónoma es "el aná lisis y la expli- creyera que esto explicaba por s í solo el fenómeno del arte.
cación de las ideo logías en imágenes que han existido, así Su respeto po r el arte e ra ta l que no podía o lvidar, como tam-
como la histo ri a de sus ' luchas'." Solo estas ideologías pue- poco pod ía hace rlo Ka rl Marx, la historia que hab ía estu-
den exp li car el arte. El "efecto estético", el realce de la belleza d iado.
que ofrece una determinada obra de arte, "no es ot ra cosa Y e l propio Marx planteó una cuestión a la que la fó rmu la
que el placer que experimenta el espectador que se reconoce de la ideología en imágenes no puede dar una respuesta. Si el
en la ideo logía en imágenes de la obra". La emoción des inte- arte está ligado a ciertas fases de la evolución histórica y so-
resada de la estética clásica resulta ser e l interés de una clase cial, ¿cómo puede se r que s igamos encontrando he rmosa,
dete rm inada. por ejemplo, la escultura griega? Hadjinicolaou responde con
Conforme a la lógica del marx ismo althuseriano y su e l argumento de que lo que se considera "arte" cambia conti-
campo de formulaciones ideológicas, nos encontramos ante nuamente, y que las m ismas esculturas vistas por el s iglo X IX

una fórmu la elegante, s i bien un tanto abstracta. Ofrece la o por el s iglo 111 a. C. no constituían e l m ismo arte. Y, s in em-
ventaja de corta r la maraña interminable del obsoleto dis- bargo, la cuestión s igue estando ahí: ¿qué es lo que permite
curso de la estética burguesa. As im ismo, puede contribu ir en que ciertas obras de arte rec iban diferentes interpretaciones y
parte a explicar las grandes fluctuac iones que se han dado en continúen ofreciendo un misterio? (Hadjinicolaou consi-
la h istoria del gusto: por ejemplo, el o lvido durante siglos, deraría esta última palabra acientífica; pero yo, no.)
tras haber gozado de gran renombre en su t iempo, de En sus dos ensayos, "The Struggle to Understand Art" y
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"Towards an Empirical Theory of Art" {1941}, Max Raphael que esta independenc ia es una creación de l hombre, y de ah í
empezaba con la m isma cuestión planteada por Marx, pero que posea una realidad psíqu ica; pero, de hecho, el proceso
proced ía en la dirección opuesta a Hadj inico laou. Mientras de creación solo puede llegar a se r algo que existe porque
que este último parte de la obra como objeto y busca luego está enca rnado en un material conc reto". Madera, pigmentos,
explicaciones anteriores y poste ri ores a su producción, Ra- lienzos, etc. Cuando este material ha s ido trabajado por el a r-
phael creía que la explicación había de buscarse en e l proceso t ista se convierte en a lgo tota lmente distinto de todos los
mismo de producción: e l poder de las pinturas res idía en su mate ri ales existentes: lo que la imagen representa {una ca-
ejecución. "El arte y e l estudio del arte abrieron el cam ino beza, un hombro, por ejemplo) está comprim ido, embutido,
entre la obra y el proceso de creación". Para Raphael, " la obra en e l materia l en cuestión, al t iempo que este, a l haber sido
de arte contiene los poderes creativos del homb re en una trabajado y convertido en una imagen rep resentacional, ad-
suspensión cristalina, a partir de la cual pueden ser trans- qu ie re cierto carácter inmateria l. Y es esto lo que da a las
formados de nuevo en energías vivas''. Todo, por tanto, de- obras de arte su incomparable energía. Existen en el mismo
pende de esta suspensión cristali na, que se da en la histo ri a y sentido en que existe una corriente: no puede existir s in sus-
se somete a sus cond iciones, al tiempo que, a otros niveles, tanc ias, y, s in emba rgo, en s í misma no es una simp le sus-
las desafía. Raphael compartía la duda de Marx; reconocía tanc ia.
que el materia lismo histórico y las categorías que se habían Nada de esto excluye las " ideo logías en imágenes". Pero
desarro llado a partir de este solo podían exp licar ciertos la teoría de Raphael solo puede situarlas como un factor más
aspectos del arte. No explicaban por qué e l arte es capaz de entre todos los que componen el acto de pinta r; no forman
desafiar la corriente de la historia y del t iempo. Raphae l pro- esa sencilla cuadrícula a través de la cual e l art ista ve y el
pone una respuesta empírica, no ideal ista. espectador mira. Hadjinicolaou no qu iere cae r en el reduc-
" El arte es una interacc ión, una ecuación, de tres factores: cionismo de l marxismo "vulgar", pero lo sustituye con otro,
e l artista, el mundo y los med ios de representación''. La obra porque no tiene una teoría sobre el acto de pintar o el acto de
de arte no puede considerarse ni como un s imple objeto ni mirar las pinturas.
como una simple ideo logía. " Es siempre una s íntesis de la
Esta carencia se hace obvia en cuanto pasa a conside rar la
natura leza (o la historia) y la mente, y como ta l síntesis ad-
ideo logía en imágenes de obras concretas. No hay nada en
qu ie re cierta autonomía frente a estos dos e lementos. Pa rece
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común, dice, entre un retrato de Lou is David pintado en 1781, Hadj inicolaou respondería a esto dic iendo que el término
su Muerte de Marat de 1793, y e l retrato de Madame de Réca- "pintura de valor" carece de sentido. Y, en cierto modo, no
mier real izado por el mismo David en 1800. Hadjin icolaou puedo rebatir esa objeción dado que este es el punto en e l
t iene que dec ir esto porque s i una pintura solo consiste en que fa lla mi propia teoría: en la relac ión existente entre la
ideo logía en imágenes, es ev idente que estas tres no pueden obra excepcional y la med ia. No obstante, le pediría a Had-
tener nada en común, pues muestran ideo logías claramente jinicolaou y a sus colegas que consideraran la idea de que su
d istintas a la hora de reflejar la historia de la Revolución . La planteam iento podría ll egar a se r cont raproducente y retró-
experiencia de David como pintor es irrelevante, de la m isma grado al retrotrae rnos a un grado de reducc ionismo no muy
manera que lo es tamb ién nuestra prop ia experiencia como d istante del de Andréi Zhadánov o el de Stalin .
espectadores de la de David. Y ahí encontramos el principa l
El rechazo a emitir ju icios comparativos en el terreno de las
obstáculo. La experi encia rea l de contemplar las pinturas ha
artes se deriva en último térm ino de la ausencia de toda
sido e liminada.
creencia en e l objetivo de l arte. Uno solo puede calificar a X
Cuando Hadj inico laou va más lejos y equ ipara la ideo-
como mejor que Y cuando cree que X logra algo más, y ese
logía en imágenes del Madame de Récamier con la de un re-
logro ha de med irse en relación con un objetivo. Si las pin-
trato real izado por Anne-Louis Girodet, uno se da cuenta de
turas no t ienen objetivo a lguno, si no t ienen más va lo r que la
que e l conten ido visual al que está haciendo referenc ia no
promoción de una ideología en imágenes determ inada, no
llega más all á de la puesta en escena. La correspondencia se
hay razón para contemplar las pinturas antiguas, salvo como
da al nive l de los ropajes, el mob iliario, los peinados, los ges-
historiadores especia lizados. Pasan a ser poco más que un
tos, la pose. Al nivel, s i se qu iere, de las costumbres y las
texto que han de desc ifrar los expertos.
apariencias.
La cu ltu ra del capita lismo ha reduc ido el papel de las pin-
Claro está que hay pinturas que efectivamente solo fun-
turas, como el de todo lo que está vivo, al de meros artícu los
cionan en este nivel, y su teoría puede ayudar a acomodarlas
de mercado o al de anuncio de otros artícu los. El nuevo
en la historia. Pero ninguna pintu ra de va lor t rata de las apa-
reducc ion ismo de la teo ría revo lucionaria que estamos anali-
riencias; representa una total idad de la que lo vis ible no es
zando aqu í corre el riesgo de hacer algo similar. Lo que el
sino un código. Y frente a una de estas pinturas, la teoría de
uno uti li za como publ icidad (para dar prestig io a un modo de
la ideo logía en imágenes no sirve de nada.
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vida y a los bienes que la acompañan), la otra lo ve solo en imágenes.
térm inos de la ideología en imágenes de una clase. Ambos La ideología determ ina en parte el resu ltado fina l, pero no
e li minan el arte como mode lo potencial de libertad, que es lo as í la energía que fluye por la corriente. Y es con esta ene rgía
que los artistas y las masas han visto s iempre en el arte cuan- con la que se identifica e l espectado r. Todas y cada una de las
do este habla a sus necesidades. imágenes utilizadas por el espectado r suponen un ir más allá
Cuando un pintor está trabajando, es consciente de que de lo que podría haber llegado solo en su recorrido hac ia una
los med ios de que dispone (entre estos se incluyen los mate- presa, una madonna, un placer sexual, un paisaje, un rostro,
ria les que utiliza, e l estilo que ha heredado, las convenciones un mundo dife rente.
que debe obedecer, el tema impuesto o libremente escogido) " En el margen de lo que puede hacer el hombre - escri-
constituyen tanto una oportunidad como una lim itación. bía Max Raphael- aparece aque ll o que no puede hacer, al
Trabajando y uti lizando la oportun idad que le bri ndan los me- menos todavía, pero que se encuentra en la ra íz de toda
d ios, llega a ser consciente de algunas de las lim itac iones que creatividad". Una h istoria del arte revoluc ionaria y científica
estos entrañan. Estas limitac iones suponen para él un reto, ya debe llegar a aceptar esa creatividad.
sea a un nive l artesanal, mágico o imaginativo. Lucha contra
una o varias de el las. Confo rme a su carácter y su situación
histórica, el resultado de esta lucha varía desde la mod ifi -
cación apenas perceptible de una determinada convención
(una mod ificación que no supone más cambio que e l que
pueda introduc ir en el caso de una me lodía la voz particu lar
de un cantante) hasta el descubrim iento tota lmente original,
la ruptura. Salvo en e l caso de l pintor a sueldo - que, no es
necesario decirlo, se trata de una invención del mercado mo-
derno-, desde e l Paleol ítico, todos los pinto res han experi-
mentado esta voluntad de empujar, de luchar contra las li-
mitac iones. Es algo int rínseco a la actividad de hacer pre-
sente lo ausente, de engañar a lo visible, de fabricar
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1 Hadj inicolaou, Nicos, Histoire de /'art et lutte des


clases, Franc;ois Maspero, París, 1973 (versión castellana: His-
toria del arte y lucha de clases, Siglo XXI de España Ed itores,
Madrid, 1975).
2 Esta es la expresión utilizada en la traducción caste-
llana de esta obra que, en aras de una mayor coherencia, he
decidido conservar [N. de la T.].
3 Berger, John, Ways of Seeing, BBC/Penguin Books,
Londres, 1972 (versión castellana: Modos de ver, Editorial
Gustavo Gili, Barcelona, 2016) [N. del Ed.J.
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1968/ 1979 Prefacio a Perm anen t Red acción política. La polarización se enco ntrab a entre Mosc ú y
Wash ington. Mucha gente hacía todo lo posible por escap ar
Este libro se publicó por prime ra vez en 1960.1 La mayo r a esta polarización, pero era impo sible, en térmi nos obje-
parte fue escrit a entre 1954 y 1959. Me parec e que he cam-
tivos, porqu e no depe ndía de las opini ones, sino que era una
biado much o desd e enton ces. Cuan do releía hoy el libro, me
conse cuen cia de una lucha mund ial crucial. Solo cuan do la
dio la impre sión de que por enton ces estab a atrap ado: atra-
Unión Soviética consi guió (o se recon oció que había conse -
pado en ten er que expre sar todo lo que sentí a o pensa ba en el
guido) una parid ad nuclea r con Estad os Unidos, pudo dejar
lengu aje de la crítica de arte. Pued e que un senti do incon s-
de ser esta lucha el factor político primario. La consu maci ón
cient e de estar atrap ado ayude a explicar el purit anism o de
de esta parid ad prece dió justa ment e al XX Cong reso de Par-
algun as de mis opinion es. En mu chos aspec tos hoy soy
tido y a los levan tamie ntos en Polonia y en Hu ngría, a los que
much o más tolera nte, pero en lo que se refiere a la cuest ión
segui ría la victoria de la revolución cuba na. Los ejem plos y
central podrí a ser todavía más intran sigen te. Hoy creo que el
las posibilidad es revolucion arias se han multiplicad o desd e
arte y la propi edad privada son com pleta ment e incom pa-
enton ces. La raison d'etre del dogm atism o polar izado ha
tibles, y tamb ién lo son el arte y la propi edad estata l, a no ser
sucum bido.
que el Estad o sea una demo craci a popu lar. La propi edad ha
Siem pre me most ré abier tame nte crítico con la política
de ser destr uida para que la imag inaci ón pued a seguir des-
cultural de Stalin, pero duran te la décad a de 1950, mi crítica
arroll ándos e. Por lo tanto, hoy encon traría impo sible de acep-
era más conte nida que ahora . ¿Por qu é? Desd e que era estu-
tar la función de la actual crítica de arte, una función que, al
diant e no he dejad o de ser consc iente de la injusticia, la hipo-
marg en de las opini ones del crítico, sirve sobre todo para
cresía, la cruel dad, el despi lfarro y la alienación de nuest ra
mant ener el merc ado del arte. Y por eso hoy soy más to le-
sociedad burgu esa, tal como se refleja y expre sa en el terren o
rante con aquellos artist as que se ven reduc idos a ser en gran
del arte. Y mi meta ha sido, por pequ eño que fuera el inten to,
medi da destr uctiv os. destr uí r esa socie dad. Existe para frustr ar al mejo r de los

Pero no solo yo he camb iado. La perspectiva del mund o ha homb res. Lo sé profu ndam ente y soy comp letam ente inmu ne
a las discu lpas de los liberales. El liberalismo va siem pre a
camb iado funda ment alme nte. A inicios de la décad a de 1950,
cuan do empe cé a escri bir crítica de arte, había dos polos , y favor de la clase dirigente alternativa, nunc a de la clase explo-

solo dos, a los que cond ucía inevi table ment e cualq uier idea o tada. Pero uno no pued e prete nder destr uir sin tener en
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cuenta e l estado de las fuerzas existentes. A pri ncipio de la El mundo del arte ha cambiado desde entonces, y cuando es-
década de 1950, la Un ión Soviética, pese a todas sus defo r- cribo ahora sobre a rte, tengo la suerte de poder escribir con
midades, constitu ía una gran parte de la fuerza del desafío la mayor libertad .
que representaba e l social ismo pa ra e l capita lismo. Ya no lo Releyendo el li bro, me veo atrapado y tengo la sensación
es. de que muchas de mis afirmac iones están cod ificadas, y, s in
Merece la pena menc ionar, qu izás, un tercer cambio, aun- emba rgo, he aceptado que se volv ie ra a publicar el libro en
que trivia l. Tiene que ve r con m is condiciones de t rabajo po r formato bolsillo . ¿Por qué? El mundo ha cambiado. La situa-
entonces. La mayor parte de este li bro fue esc rito primero en ción en Londres ha cambiado. Algunas de las cuestiones y
forma de artícu los para e l New Statesman. Los esc ri bí, como a lgunos de los art istas sobre los que escribo ya no tienen un
ya he expl icado, en el momento cumb re de la Guerra Fría, du- inte rés inmed iato. Yo he cambiado. Pero precisamente por
rante un período de estri cto confo rm ismo. Ten ía ve intitantos las presiones bajo las que escribí el libro - profesionales,
años {en una época en la que se r joven su pon ía que te tra- políticas, ideológicas, personales- me parece ahora que en
taran s iempre con cierta condescendencia) . Así pues, todas ese momento neces itaba formu lar unas general izaciones
las semanas, después de esc ri bir el artícu lo tenía que pe- ráp idas y tajantes y cultivar algunas ideas a largo plazo a fin
lea rlo, línea po r línea, adjetivo po r adjetivo, frente a los cons- de transcende r las presiones y sal irme de los confines de l gé-
tantes reparos de los editores. Durante los últimos años de la ne ro. Hoy me sorprenden como todav ía vá lidas la mayo r
década, tuve el apoyo y la am istad de Kings ley Martín, pero parte de esas generalizaciones e ideas. Y todav ía más, me
pa ra entonces ya se hab ía formado m i propia act itud con res- pa recen coherentes con lo que he pensado y escrito desde
pecto a esc ri bi r pa ra la revista y se r pub li cado en el la. Era una entonces. El breve artícu lo sobre Pablo Picasso es, en mu-
actitud de beligerante recelo. La presión no proven ía solo de chos sentidos, un esbozo de m i libro posterio r sob re el
la dirección de la revista. Los intereses creados del mundo pi ntor. 2 El tema recurrente del presente libro es la desastrosa
del arte ejercían su propia presión a través de los ed ito res. relación entre el arte y la pro piedad, y este es el ún ico tema
Cuando reseñé una exposición de Henry Moore, dic iendo re lacionado con el arte sobre el que todavía me gustaría esc ri -
que revelaba un retroceso con respecto a sus log ros ante- bir un li bro ente ro.
riores, e l British Council telefoneó al a rtista para pedi rle excu- El títu lo Permanent Red [Rojo permanente] nunca qu iso
sas porque algo tan lamentable hub iera sucedido en Londres. dec ir que yo no cambiaría nunca. Era una fo rma de afirma r
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que nunca trans igiría en mi opos ición a la cu ltu ra y a la socie-
dad burguesas. Al aceptar la nueva ed ición de l li bro me rea- 1 Berger, John, Permanent Red: Essays in Seeing [1960],
firmo en e ll o. Writers and Readers Pub. Cooperative, Londres, 1979 [N. del
Ed.]
2 Se refiere a Berger, John, The Success and Failure of
Picasso, Penguin, Harmondsworth, 1965 (ve rsión castellana:
Fama y soledad de Picasso, Alfagua ra, Mad ri d, 2013) [N. de l
Ed.].
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Epílogo histórico a la trilogía De sus fatigas escritor de dar una explicación en torno a la obra o las obras
que ofrece al lector. Esta tradición se estableció precisamente
La tierra muestra a quienes valen y a quienes no sirven
en el siglo x1x, pues ese fue un s iglo de cambios revolu-
para nada.1 cionarios en el que la relación entre el individuo y la historia
Comentorio de un campesino
se hizo consciente.

El campesinado consiste en pequeños productores agrí- La escala y el ritmo de los cambios en nuestro siglo son

colas, quienes, sirviéndose de unos sencillos aperos del incluso mayores. Y, sin embargo, es raro que un escrito r hoy
intente explicar su libro. El argumento que se ha venido ofre-
trabajo de sus fam ilias, producen principalmente pa ra su
propio consumo y para el cumplim iento de sus obliga- ciendo es que la obra de imaginación que el autor ha creado
debería bastarse a sí m isma. La literatura se ha elevado a sí
ciones para con qu ienes detentan el poder político y
misma al rango de arte puro. O eso se supone. La verdad es
económico.2
que la mayor parte de la literatura, ya esté d irigida a un pú-
Teodor Shanin
blico de élite o a las masas, ha degenerado en pura diversión.
En el siglo X IX existía una tradición según la cual los nove- Yo me opongo a esa transformación por muchas razones,
listas, los cuentistas e incluso los poetas ofrecían al público entre las cuales la más sencilla es que es un insulto para la
una explicación histórica de su obra, a menudo en la forma dignidad de l lector, para la experiencia que se trata de comu-
de un prefacio. Inevitableme nte, un poema o un cuento tratan nicar y para el escritor. Por eso he escrito este ensayo.
de la experiencia individual; el modo cómo esta experiencia
se re laciona con las evoluciones y los cambios a una escala
mundial puede y debe estar implícito en la escritura misma: La vida campesina es una vida dedicada por entero a la su-
este es precisamente el reto que plantea la "resonancia" de pervivencia. Esta es ta l vez la única característica totalmente
un idioma (en cierto sentido, cualquier lengua, al igual que compartida por todos los campesinos a lo largo y ancho del
cualquier madre, lo sabe todo). Sin embargo, en un poema o mundo. Sus aperos, sus cosechas, su tierra, sus amos pue-
en un cuento no suele ser posible hacer totalmente explícita den ser diferentes, pero, independienteme nte de que trabajen
la relación entre lo particular y lo universal. Quienes intentan en el seno de una sociedad capitalista, feudal u otras de más
hacerlo terminan escribiendo pa rábolas. De ahí el deseo de l difícil clasificación, independienteme nte de que cultiven arroz
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en Java, trigo en Escandinavia o ma íz en Sudamérica, en esto lo convirtió, hasta cierto punto, en una clase aparte. En
todas partes puede defin irse al campesinado como una clase tanto en cuanto producía la plusvalía necesaria, se integraba
de supervivientes. Durante e l últ imo siglo y med io, la tenaz en el s istema económico-cultural histó ri co. En tanto en cuan-
capacidad de los campesinos para sob revivir ha confundido a to se sustentaba a s í m isma, se encontraba en la frontera de
los admin istradores y a los teóricos. Todavía hoy se puede ese sistema. Y creo que esto mismo se puede dec ir incluso
dec ir que los campesinos constituyen la mayor parte de los de aque llas épocas y aquellos lugares en los que los campe-
habitantes del globo. Pero este hecho oculta otro más impor- sinos com ponen la mayoría de la población.
tante. Por primera vez en la historia se plantea la posibi lidad Si pensamos que la estructura jerárquica de las socie-
de que esa clase de supervivientes pueda dejar de existir. dades feudales o de las asiáticas e ra más o menos piram ida l,
Puede que dentro de un s iglo los campesinos hayan desa pa- e l campesinado formaba la base del triángulo. Esto s ign i-
rec ido. Si se cumplen las previsiones de los economistas, ficaba, como en el caso de todos los pueblos de frontera, que
dentro de 25 años no quedarán campesinos en Eu ropa occi- e l sistema político y social les ofrecía el m ínimo de protec-
denta l. ción. Por eso tenían que va le rse por s í mismos en e l seno de
Hasta hace muy poco t ie mpo, la campesina hab ía sido la comunidad y en e l de la fam ilia extensa. Manten ían o des-
siempre una econom ía dent ro de otra economía. Esto fue lo a rro llaban sus pro pias leyes y cód igos de co mportamiento
que hizo posible que sobreviviera a las transfo rm aciones glo- tácitos, sus propios rituales y creencias, sus pro pios conoci-
bales que se d ieron en el seno de la macroeconom ía en la mientos y su propia sabiduría transm itidos oralmente, su
que estaba inserta: feuda l, ca pita lista, socialista incluso. Con propia medic ina, sus propias técn icas y, en ciertos casos, su
esas transformaciones, el modelo campesino de lucha por la propia lengua. Sería un error pensar que todo esto constitu ía
supervivencia se vio mod ificado, pero los cambios defin itivos una cultura independiente, a la que no afectaban las transfor-
se forjaron en los métodos empleados con el fin de extraerle maciones técnicas, sociales y económicas de la cu ltura domi-
una plusvalía: trabajos obligatorios, diezmos, arriendos, im- nante. A lo largo de los siglos, la vida campesina ha sufrido
puestos, aparcerías, in tereses sobre los préstamos, normas modificaciones, pero las prioridades y los valores de los
de producción, etc. campesinos (su estrategia para sobrevivi r) constituyeron una
A diferencia de cualqu ier otra clase trabajadora y explo- t rad ición que sobrevivió a cualquier ot ra en el resto de la
tada, el campesinado siempre se ha sustentado a s í m ismo, y sociedad . La relac ión tácita de esta trad ición campesina, en
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cualqu ier momento de la historia, con la cu ltura de la clase producir lo que neces itaban para vivi r, y po r el otro, el campe-
dominante ha sido, por lo genera l, subversiva y herét ica. "No sino ve ía que qu ienes no hab ían trabajado se ap ropiaban
huyas de nada - dice un refrán campesino ruso- , pe ro no parte de ese producto, el resu ltado del trabajo de su fami li a.
hagas nada". La fama de astutos que se atribuye un iver- El campesino sabía perfectamente lo que se le ext ra ía, pero
salmente a los campesinos es un reconocim iento de esta ten - no lo consideraba plusvalía por dos razones, materia l la pri-
denc ia a la reserva y la subversión. mera y ep istemológica la segunda: 1) no era plusvalía porque
Ninguna clase ha s ido o es más consciente que el campe- las neces idades de su fam ilia todavía no estaban garan-
sinado en lo que respecta a su economía. Esta determina o t izadas; y 2) una plusvalía es un producto final, el resultado
influenc ia de forma consciente cada una de las dec isiones de un proceso consumado de trabajo y de cumpl im iento de
que toma cotidianamente un campesino, pero la suya no es la ciertos requ isitos. Para el campesino, sin embargo, las obli-
economía de l comerciante, ni tampoco la econom ía po lítica gaciones que le impon ía la sociedad tomaban la fo rma de un
burguesa o marxista. El auto r que ha escrito con mayor co- obstáculo preliminar. Este obstácu lo era a menudo insupe-
noc imiento de causa acerca de la economía campesina, rab le. Pero era al otro lado en donde operaba la otra mitad de
basándose en su expe ri encia personal, fue e l agrónomo ruso la econom ía del campesino, en virtud de la cual su fami lia
Aleksándr Chayánov. Qu ien qu ie ra comprender e l campe- trabajaba la tierra pa ra garantizar sus prop ias necesidades.
sinado, ent re otras muchas cosas, ha de ir a los escritos de El campesino podía pensar que las obligaciones impues-
Chayánov. tas eran o bien un deber natural o bien una injustic ia inevi-
El campesino no imaginó nunca que lo que se extraía de table, pero, en cualqu ier caso, eran a lgo por lo que tenía que
su trabajo era plusval ía. Se podría decir que el proletariado pasar antes de iniciar la lucha po r la supervivencia. Primero
sin conciencia po lítica tampoco es consciente de la plusval ía tenía que trabajar para sus amos, y luego pa ra él m ismo. Aun
que crea para sus patronos, pero esta comparación es equí- cuando fue ra aparce ro, la porción de la cosecha del amo se
voca, pues a l obrero, al trabajar por dinero en una economía anteponía a las necesidades básicas de su fam ilia. Si no fuera
monetaria, se le puede engañar fác ilmente con respecto al un té rm ino demasiado suave para el trabajo, apenas imagi-
valor de lo que produce, m ientras que la re lación económica nable, que e l campesino carga a sus espaldas, se podría decir
del campesino con el resto de la sociedad siempre ha sido que esas obligaciones impuestas tomaban la forma de un
transparente. Por un lado, su fam ilia producía o intentaba hánd icap permanente. Era a pesar de este como la familia
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tenía que iniciar la lucha, ya de po r s í desigua l, con tra la natu- años más tarde descend ió a 18 m illones.
raleza, a fin de ganarse su propia subsistencia med iante su En 1789, la poblac ión e ra de 27 mi llones, 22 de los cuales
pro pio t rabajo. correspondían a la población rural. La revo luc ión y los ade-
As í, el campesino tenía que su perar e l hánd icap pe rma- lantos científicos de l siglo XIX ofrecieron a l campesino t ie rras
nente de que le arrebata ran una "plusvalía"; ten ía que vence r, y una protección fís ica que hasta entonces no había cono-
en la m itad de subsistencia de su economía, todos los ri es- cido; al mismo tiem po lo expus ie ron a l capital y a la eco-
gos de la agricultura: ma las cosechas, tormentas, sequías, nomía de mercado; hac ia 1848 hab ía comenzado el g ran
inundaciones, plagas, acc identes, empobrecimiento del éxodo rura l hacia las ciudades, y hacia 1900 solo quedaban
suelo, pestes, y, sob re todo, estando en la base, en la fron- en Francia 8 m illones de campesinos. El pueblo abandonado
tera, con una protección m ínima, ten ía que sobrevivir a las ha sido qu izá casi s iempre, y lo es hoy con toda certeza, una
catástrofes sociales, políticas y natura les: gue rras, plagas, ca racterística del med io ru ra l: representa el escenario de los
fuegos, pi llajes, etc. que no han sobrevivido.
Una comparación con e l proletariado de los pri me ros
La palabra superviviente t iene dos s ign ificados. Denota a al-
t iempos de la Revo lución Industria l podría cla rificar lo que
guien que ha vivido y superado trances muy duros, y también
qu ie ro dec ir por clase de supe rvivientes. Las condiciones de
denota a la persona que ha seguido viviendo cuando otras
vida y de t rabajo de los primeros obreros industriales conde-
han desa pa recido o pe recido. Es en este segundo sentido
na ron a mi llones de ellos a una muert e temprana o a la inva-
como yo utilizo el té rm ino en relación con el campesinado.
lidez de po r vida, pero la clase en su conjunto, su núme ro, su
Los campesinos eran aquellos que continuaban t rabajando, a
ca pac idad, su poder, estaban creciendo. Era una clase com-
d iferencia de los muchos que morían jóvenes, emigraban o
prometida con (y sometida a) un proceso de continua trans-
acababan en la pobreza más completa. En ciertos períodos,
formac ión y crecim iento. No fueron las víctimas de los pa-
los que habían sob rev ivido e ran ciertamente una minoría. Las dec im ientos que entrañaban las que determ inaron su carácte r
estadísticas demográficas nos dan una idea de las dimen -
de clase, como sucede en una clase de supervivien tes, s ino
siones de los desastres. La población de Franc ia en 1320 e ra
más bien las demandas y qu ienes lucharon po r el las.
de 17 m illones. Un poco más de un s iglo después era de 8
m illones. Hacia 1550 hab ía vuelto a su bi r a 20 m illones; 40 A partir del siglo XV I 11 aumenta ron las poblaciones de todos
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los países; primero poco a poco y luego drásticamente. Para atado a un presente de trabajo interm inab le, el campesino ve,
e l campesinado, s in embargo, esta experiencia general de una no obstante, la vida como un interlud io. Esto queda confir-
nueva seguridad vita l no podía borrar de su memoria de clase mado en su trato cotid iano con el ciclo del nacim iento, vida y
los s iglos pasados; las nuevas condiciones, incluyendo aque- muerte. Esta vis ión pod ría llevarle a ser religioso; s in em-
llas proporcionadas por unas mejores técnicas agrarias, bargo, la re ligión no se encuentra en los orígenes de su act i-
supon ían nuevas amenazas: la come rcial ización y la colon i- tud, y, en cualquier caso, la re ligión de los campesinos nunca
zación a gran escala de la agricultu ra, la insufic iencia de unas se ha correspondido plenamente con la de los gobe rnan tes y
pa rcelas de cultivo cada vez más pequeñas para el sustento los curas.
de fami lias enteras y, por consigu iente, la em ig rac ión a gran El campesino ve la vida como un interludio deb ido al
escala a las ciudades, en donde los hijos y las hijas de los mov im iento dua l, opuesto en el t iempo, de sus ideas y de sus
campesinos eran as im ilados a otra clase. sentim ientos, movimiento que a su vez se deriva de la natu-
El campesinado de l siglo XIX era todavía una clase de su- raleza dua l de su economía. Sueña con vo lver a una vida s in
pervivientes, con la d iferencia de que aquellos que desapa- hánd icaps y está decid ido a transm iti r a sus hijos los med ios
rec ían ya no eran los que hu ían o morían a resu ltas de las pa ra sobrevivir (y, de se r posible, más seguros en compa-
hambrunas y las pestes, sino los que se veían forzados a ración con los que él heredó). Sus ideales se sitúan en el pa-
abandonar el pueblo para convertirse en asalariados. Hemos sado; sus obl igaciones son para con un futu ro que él m ismo
de añadir que bajo estas nuevas condiciones a lgunos campe- no vivirá para ver. Tras su mue rte, no se rá transportado a l fu-
sinos se hicie ron ricos, pero t ras una o dos generaciones tu ro: su noción de inmortal idad es diferente; volverá a l pa-
tamb ién dejaron de ser campesinos. sado.
Puede parecer que e l deci r que el campesinado es una Estos dos movim ie ntos, hacia el pasado y hacia el futuro,
clase de supervivientes no hace s ino confi rmar lo que las ciu- no son tan opuestos como puede parece r a primera vista,
dades, con su arrogancia hab itua l, han dicho s iempre de po rque básicamente el campesino tiene una vis ión cíclica del
e ll os: que están atrasados, que son una rel iqu ia del pasado. t iempo. Son dos maneras diferentes de girar en torno a un
Los propios campesinos, s in embargo, no comparten la vi- círculo. Ace pta la secuencia de los siglos s in conve rtirla en
sión de l tiempo imp líc ita en esas o pi niones. a lgo absoluto. Qu ienes tienen una visión de l t iempo unid irec-
Incansab lemente entregado a arrebatar la vida de la tierra, cional no adm iten la idea de l t iempo cíclico: les da vértigo
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moral, pues toda su moralidad se basa en la re lac ión entre neces idad primord ial de l hombre. Todas las revueltas campe-
causa y efecto. Quienes tienen una vis ión cíclica del tiempo sinas espontáneas han tenido como objetivo la restauración
no t ienen gran inconveniente en aceptar la convención del de una sociedad campesina justa e igualitaria.
t iempo histórico, que no es s ino la hue lla de la rueda que Este sueño no es la vers ión usual del sueño de l paraíso.
gira. El paraíso, ta l como hoy lo entendemos, fue seguramente la
El campesino se imag ina una vida sin hándicaps, una vida invención de una clase relativamente desocupada. En e l
en la que no se vea obligado a producir primero una plusvalía sueño campesino, el trabajo no deja de ser necesario. El tra-
antes de proveer su propio sustento y e l de su fami lia, como bajo es la condición de la igua ldad. Los ideales de igualdad
un estado originario de l ser que existía antes del adven i- marx ista y burgués presuponen un mundo de abundanc ia;
miento de la injusticia. El a li mento es la primera neces idad exigen la igua ldad de de rechos pa ra todos de lante de una
del hombre. Los campesinos trabajan la t ierra para producir cornucopia; la cornucopia que construirán la ciencia y e l
e l al imento necesario para sustentarse. Y, sin emba rgo, se desarro llo de l conocimiento. Lo que cada uno de ellos en-
ven obli gados a a li mentar a otros antes, a menudo al precio t iende por igualdad de derechos es, po r supuesto, muy dife-
de pasar hambre ellos m ismos. Ven cómo les arrebatan el rente. El ideal campesino de igua ldad reconoce un mundo de
grano de los campos que e ll os han labrado y cosechado, en escasez, y su promesa es la de una ayuda mutua fraterna l en
su propia tierra o en la del amo, para al imentar a otros, o lo la lucha contra esta y un reparto justo de l producto del tra-
venden as imismo para el beneficio de ot ros. Por mucho que bajo. Estrechamente relacionado con su aceptac ión de la
se considere que las ma las cosechas son una fatal idad de l escasez (en cuanto que superviviente}, se encuentra su re-
destino, o que e l amo/propieta ri o lo es debido a l orden natu- conocimiento de la relativa ignorancia del hombre. Puede
ra l de las cosas, independientemente de las explicaciones admi rar el saber y los frutos de este, pero nunca supone que
ideo lógicas que puedan ofrecerse, e l hecho básico está claro: e l avance de l conocim iento reduzca en modo a lguno la exten-
e ll os, que pueden alimentarse a s í mismos, se ven obligados sión de lo desconocido. Esta re lación no antagon ista entre lo
a alimentar a los demás. Tal injusticia, razona el campesino, desconoc ido y e l saber explica por qué parte de su conoci-
no puede haber existido s iempre, y as í imag ina un mundo miento se acomoda a lo que, desde fuera, se define como su-
justo en sus com ienzos. En sus com ienzos, un estado de jus- perstición o magia. No hay nada en su experiencia que le
t icia primordia l para con e l trabajo primord ial de satisfacer la lleve a creer en las causas fina les, precisamente porque su
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experiencia es tan ampl ia. Lo desconoc ido solo se puede eli- contradicción fundamenta l de la situación de l campesino, el
minar dentro de los límites de un experimento de laboratorio . resultado de la natu ra leza dua l de su econom ía era que sien-
Unos lím ites que a él le parecen ingenuos. do ellos quienes producían el alimento, eran ellos también
Opuestos al movim iento de las ideas y de los senti- los que tenían más probabilidades de pasar hambre. Una
mientos del campesino con respecto a la justicia en el pa- clase de supervivientes no puede permitirse el lujo de creer
sado se encuentran otras ideas y sentimientos d irig idos hac ia en una meta en la cual la seguridad o el bienestar están
la supervivencia de sus hijos en el futuro. En la mayor parte garantizados. El único futuro es la supervivencia; y ese ya es
de los casos, los segundos son más fuertes y conscientes. un gran futuro.
Los dos movim ientos se equ ilibran solamente en la med ida Por eso más les va le a los muertos volver al pasado, en
en que juntos le convencen de que el interl udio de l presente donde dejan de correr riesgos.
no puede juzgarse en sus propios térm inos; mo ra lmente, se El camino del futu ro cruzado de futuras emboscadas es la
juzga en re lación con el pasado; materialmente, en re lación continuación de l otro ca mino viejo por el que han llegado los
con el futuro. Estrictamente hablando, nadie es menos opor- supervivientes de l pasado. Esta imagen es adecuada porque
tun ista que el cam pesino (s i dejamos a un lado la oportu- es siguiendo un camino, constru ido y manten ido por genera-
nidad inmed iata) . ciones de cam inantes, como pueden evitarse algunos de los
¿Qué piensan o sienten los cam pesinos con respecto a l peligros de los bosques, las montañas y las marismas ci rcun-
futu ro? Dado que su trabajo imp lica la intervenc ión o la dantes. El cam ino es la trad ición transm itida mediante ins-
ayuda en un proceso orgánico, la mayoría de sus actos están trucciones, ejemplos y comentarios. Para el campesino, e l fu-
orientados hacia e l futu ro. Plantar árboles es un ejemplo turo es este estrecho camino a través de una extensión inde-
obvio, pero tamb ién lo es igualmente ordeñar una vaca; la term inada de riesgos conocidos y desconoc idos. Cuando los
leche se empleará en hacer queso y mantequ illa. Todo lo que campesinos colabo ran entre s í para luchar contra a lguna
hacen tiene un carácter anticipatorio y, por consiguiente, fuerza exte rna, y el impulso para hacerlo es s iempre defen -
siempre inacabado. Conciben este futu ro, en el que se ven sivo, adoptan una estrategia de gue rrilla: que es precisamente
forzados a empeñar todos sus actos, como una serie de una red de pequeños senderos que cruzan un med io hosti l
emboscadas. Emboscadas de riesgos y peligros. El futuro indeterminado.
más probable, hasta hace poco, era e l hambre. La
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La visión que tiene el campesino del destino humano, visión representado conforme a los cánones de la perspectiva clá-
que yo estoy t ratando de esbozar aquí, no era, hasta el ad - sica. En lugar de parecer que se va estrechando al aleja rse en
venimiento de la historia moderna, esencialmente diferente la distancia, se hace cada vez más a ncho.
de la de las otras clases. Basta con pensar en los poemas de
Geoffrey Chaucer, Fran~ois Villon y Dante; en todos ellos, la
Muerte, de la que nadie puede escapar, sirve como sustituto
de un sentido generalizado de incertidumbre y amena za fren-
te al futuro.
En diferentes momentos, según los lugares, la historia
moderna empieza con el principio del progreso en cuanto Una cultura de supervivencia concibe el futuro como una se-
que objetivo y motor de la historia. Este principio nació con cuencia de actos de supervivencia repetidos. Cada acto es
e l advenim iento de la burguesía como clase, y todas las teo- como introducir el hilo por el ojo de la aguja; el hilo es la
rías modernas de la revolución lo han hecho suyo. A un nivel tradición. No se prevé un aumento generalizado.
ideológico, la lucha entre el capitalismo y el socialismo en
nuestro siglo es una pugna sobre el contenido del progreso.
Hoy, en los países desarrollados, la iniciativa de esta lucha
Si comparamos ahora los dos tipos de cultura consideramos
está, a l menos tempo ralmente, en manos del capitalismo,
sus visiones del pasado y del fu turo, veremos que son simé-
para el cual el socialismo solo produce atraso. En el mundo
tricamente opuestas.
subdesarrollado, el "progreso" del capitalismo está desacre-
d itado.
Las culturas del progreso conciben una expansión futura.
Mi ran hacia delante porque el futuro ofrece esperanzas aún =====~~9 -.
o
Cultura de la Cultura
mayores. En los momentos más heroicos, esas esperanzas
supcrv1vcnc1a del progreso
llegan a minimizar la Muerte (La rivoluzione o la morte!). En
sus momentos más triviales, la ignoran (la sociedad de con- Esto puede ayudar a explicar por qué una experiencia deter-
sumo). El futuro se concibe como algo opuesto al camino minada en una cultura de supervivencia puede tener una
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significación totalmente opuesta a la que tendría otra expe- que hasta aho ra le ha condenado a su s ituación de traba-
riencia s im ila r o comparable en e l seno de una cultura del jador. Esta es una de las razones por las cuales una al ianza
progreso. Tomemos como ejemplo clave el conservadurismo entre obre ros y campesinos solo puede mantenerse en el
del campesinado, su tan traída y llevada resistenc ia a l cam- caso de un objetivo específico (la derrota de un enem igo
bio; todo el conjunto de actitudes y reacciones que a menudo exterior, la expropiación de los terraten ientes) en e l que
(pero no invariablemente) ha pe rmit ido que ciertas socie- ambas partes están de acue rdo. Norma lmente no es posible
dades rura les fueran clasificadas entre las fuerzas que se ali- una al ianza general.
nean a favor de la derecha. Para entender el sign ificado de l conservadurismo del
En primer luga r, hemos de observar que las clasifi- campesino en relación con el conjunto de su experiencia,
caciones las hacen las ciudades conforme a un gu ion histó- hemos de examinar la noción de cambio desde una óptica
rico, perteneciente a la cultura de l progreso, que enfrenta a la d iferente. La idea de que el cambio, la crítica, la experi -
derecha y la izqu ierda. El campesino rechaza ese gu ion, y no mentac ión florec ieron en las ciudades y emana ron de ellas es
hace ma l en rechaza rl o, pues en él, independientemente de un cl iché histórico. Lo que a menudo se pasa por a lto es que
que gane la derecha o la izqu ierda, se prevé su desaparición. e l ca rácter de la vida cotidiana en las ciudades permitía ese
Sus condiciones de vida, el grado de explotación y sufri- t ipo de invest igación . La ciudad ofrecía a sus habitantes cier-
miento, pueden ser extremas, pero no puede contemplar la ta seguridad, continu idad , permanencia. El grado dependía
desaparición de lo que da sentido a todo lo que sabe, que es de la clase a la que pertenecía cada ciudadano, pe ro en
precisamente su deseo de sobrevivir. Ningún otro trabajador comparación con la vida rura l, todos los habitantes de las
se encuentra nunca en esta posición, pues lo que da sentido ciudades se beneficiaban de cierta protección .
a su existencia es o bien la esperanza revoluc ionaria de trans- Había s istemas de calefacción que cont rarrestaban los
formarla, o bien el d inero que recibe a cambio de su vida cambios de temperatura, il um inac ión para hace r más leve la
como asalariado y que gasta en su "verdadera vida" como d iferencia entre la noche y e l d ía, med ios de transporte que
consum idor. reduc ían las distancias, una re lat iva comunidad que compen-
Todas las transfo rmaciones que pueda imaginar el saba las fatigas; hab ía mura llas y otros sistemas defens ivos
campesino impl ican su vo lver a ser "el campesino" que fue . contra los ataques, hab ía una ley efectiva, hab ía asi los y
El sueño político de l obrero industria l es transfo rmar todo lo hos pita les para los anc ianos y enfe rmos, había bibliotecas
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que preservaban e l conocimiento esc rito, hab ía una amp lia demas iado tardías, como la niebla que destruye los brotes,
variedad de servicios, desde panaderos y carn iceros a médi- como las continuas y siempre cambiantes exigenc ias de quie-
cos pasando por mecán icos y a lbañiles, a los que se podía nes se llevan su plusval ía, como una epidem ia, como una
recurrir cuando una neces idad amenazaba con altera r el plaga de langosta, son impredecibles.
curso hab itua l de la vida, había convenciones que regían e l En rea lidad, la experiencia de cambio del campesino es
comportamiento socia l y que los forasteros estaban obli- más intensa de lo que cualqu ier lista, por larga y completa
gados a adoptar ("a llá donde fueres ..."), había ed ificios dise- que sea, puede sugerir. Po r dos razones. En pri mer lugar, su
ñados como promesas de continu idad y monumentos alza- capacidad de observación. Apenas se produce un cambio en
dos en su honor. e l entorno del campesino, ya sea en las nubes o en las plu-
Du rante los dos últimos siglos, y a med ida que las doc- mas de la cola de l ga llo, sin que él se dé cuenta y lo interprete
trinas y teorías urbanas sobre el cambio se han ido hac iendo en térm inos de l futuro . Su actividad como observador no
cada vez más vehementes, no ha dejado de incrementarse el cesa nunca, de forma que siempre está registrando cambios y
nivel y la eficacia de esa protección. Últ imamente, el aisla- reflexionando sobre ellos. En segundo lugar, su situación
miento del habitante de las ciudades es tan tota l que ha pa- económ ica. Esta suele ser ta l que incluso e l cambio más leve
sado a resultar sofocante. El ciudadano vive solo en un limbo hac ia peor, una cosecha que produzca un 25 % menos que el
bien atend ido: de ah í su interés reciente, y por neces idad año precedente, una caída del precio en e l mercado del pro-
ingenuo, por e l campo. ducto cosechado, un gasto inesperado, puede tener conse-
El campesino, por el contrario, carece de toda protección. cuencias desastrosas o casi desastrosas. Su observación no
Cada día expe ri menta no solo más cambios, sino también deja pasar inadvertido el menor s igno de cambio, y sus deu-
más d irectamente re lac ionados con su existencia, que cual- das magn ifican la amenaza real o imaginaria de una gran
qu ie r otra clase social. Algunos de estos, como los de las parte de lo que observa.
estaciones o el proceso de l envejecim iento y la consigu iente Los campesinos conviven cada hora, cada d ía, cada año,
pérd ida de energías, son predecibles; otros muchos, como con e l cambio, de generación en generación . En sus vidas
las variac iones del tiempo de un d ía para el otro, como la apenas hay otra constante que la constante necesidad de tra-
muerte de una vaca atragantada con una patata, como la bajo. Crean sus propios ritua les, rutinas y háb itos en torno a l
caída de un rayo, como las lluvias demas iado tempranas o trabajo a fin de arrebatar cierto s ign ificado y continu idad al
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ciclo imp lacab le del cambio; un ciclo que en parte es natura l ve r con la ceguera o con la pereza), sino porque cree que
y en parte resultado de l girar incesante de la piedra de mo li no esas ventajas, dada la naturaleza de las cosas, no pueden
que es la economía en la que viven. estar garantizadas y s i fa llaran, él se vería solo, ais lado,
La inmensa variedad de las rutinas y los rituales vincu- desgajado de la rut ina de la supervivencia. (Qu ienes trabajan
lados al trabajo y a las diferentes fases de la vida (nacimiento, con los campesinos en los planes de mejora de la produc-
matrimonio, muerte) constituye la protección del campesino ción deberían tener esto en cuenta. La ingenuidad del campe-
frente a un estado de flu ir incesante. Las rutinas de l trabajo sino lo hace ab ierto a los cambios; su imaginación le exige
son trad icionales y cíclicas: se rep iten todos los años y, en una continu idad. Los llamamientos urbanos al cambio suelen
ocasiones, todos los días. No solo se mant iene la tradic ión estar basados en todo lo contrario: al igno rar la ingenu idad,
porque parece ser la mejor garantía de éxito con el trabajo, que tiende a desapa recer con la extrema divis ión de l trabajo,
sino tamb ién porque, al repetir la m isma rutina, al hacer la prometen la imaginac ión de una nueva vida.)
misma cosa de la m isma manera que su padre o el padre de El conservadurismo campesino, en el contexto de su
su vec ino, el campesino se otorga una continu idad y, por expe ri encia, no tiene nada que ver con el conservadurismo de
tanto, experimenta conscientemente su propia supervivencia. la clase dirigente privilegiada ni con el conservadurismo ser-
La repet ición, s in embargo, es solo y esencia lmente for- vi l de cierta pequeña burguesía. El primero es un intento, po r
mal. Las rutinas de trabajo de los campesinos son muy dife- vano que sea, de hacer abso lutos sus privilegios; el segundo
rentes de la mayoría de las rutinas de trabajo urbanas. Cuan- es una manera de apoya r a los poderosos a cambio de cierto
do un campesino rep ite una ta rea determ inada, s iempre hay poder de legado sobre las otras clases. El conservadurismo
e lementos en ella que han cambiado. El campesino está campesino apenas defiende privilegio alguno. Lo que explica
continuamente improv isando. Su fidel idad con la tradic ión es e l que, para gran sorpresa de los teóricos políticos y sociales
solo aproximada. La rut ina trad icional determ ina el ritua l de l urbanos, los pequeños campesinos se hayan aliado tan fre-
trabajo; su conten ido, como todo lo que él conoce, está tam- cuentemente para la defensa de los campesinos ricos. No es
bién sujeto a l cambio. un conservadurismo de l poder, sino de l s ign ificado. Repre-
Cuando un campesino se res iste a la int roducción de nue- senta un almacén (un granero) de significado, preservado de
vas técnicas o métodos de t rabajo, no lo hace porque no vea la amenaza que supone pa ra las vidas y generaciones el cam-
sus posibles ventajas (su conservadurismo no tiene nada que bio continuo e inexo rable.
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Mu chas otras actitudes campesinas suelen entenderse total. En Francia, en la actual idad cada año abandonan e l
e rróneamente o se les da un significado opuesto, como campo unos 150 .000 campesinos. Los plan ificado res econó-
intentaba sugerir la figu ra en la que la cu ltu ra de la supervi- micos de la Comun idad Económica Europea prevén la elim i-
vencia y la cu ltura del progreso se oponen de fo rma s imé- nac ión s istemática de l campesinado para e l fina l de l siglo XX,
t ri ca. Po r ejemplo, se cree que los campesinos son intere- si no antes. Por razones de orden político a corto plazo no
sados, cuando la rea lidad es que e l comportamiento que ha ut ilizan la palabra eli m inación, s ino el térm ino modern i-
dado lugar a esta idea se deriva de hecho de un profundo re- zación. La mode rnizac ión en traña la desaparición de los
celo con respecto al dine ro. Por ejemplo, se dice que los pequeños campesinos {la mayoría) y la t ransformac ión de la
campesinos no suelen perdona r nada, y, s in embargo, siendo minoría restante en unos se res tota lmente dife rentes desde e l
como es cierto, este rasgo no es s ino el resu ltado de la creen- punto de vista socia l y económico. El desembolso de ca pita l
cia en que una vida s in justic ia carece de sentido. Es raro que con vistas a una mecan izac ión y ferti lización intens iva, e l ta-
un campesino muera s in ser perdonado. maño necesario de la granja que ha de producir exclusi-
vamente pa ra e l mercado, la especiali zac ión en d iferentes
productos de las zonas agrícolas, todo ello s ign ifica que la
Llegados a este punto hemos de hacernos la s igu iente pre- fam ilia campesina deja de ser una un idad productiva y que,
gunta: ¿cuál es la re lación contemporánea ent re el campe- en su lugar, el cam pesino pasa a depender de los intereses
sinado y el sistema económico mund ial del que forma parte? que le financ ian y le compran la producción. La presión
O, pa ra formu la rl a en los térm inos de nuestra reflex ión sobre económ ica, imprescind ible pa ra el desa rrollo de este plan, la
la experiencia campesina: ¿qué s ign ificac ión puede tene r esa propo rciona la caída de l va lo r en e l mercado de los pro-
expe ri encia hoy en un contexto global? ductos ag rícolas. En Francia hoy, el poder adquis itivo del pre-
La agricu ltura no requ iere necesa ri amente la existencia de cio de un saco de trigo es tres veces menor que hace 50 años.
campesinos. El campesino britán ico fue an iqu ilado (sa lvo en La persuasión ideológica la proporcionan todas las promesas
ciertas zonas de Irlanda y Escocia) hace más de un siglo. En de la sociedad de consumo. Un campesinado intacto e ra la
Estados Unidos no ha habido cam pesinos en la historia mo- ún ica clase social con una res istencia inte rna al consum ismo.
derna po rque e l índice de desarrollo económico basado en el Desintegrando las sociedades campesinas se ampl ía e l mer-
intercambio monetario fue demasiado rápido y demas iado cado.
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En gran parte del Tercer Mundo, los s istemas de tenenc ia no se puede ap lica r a su economía), y, por el otro, pa ra e l
de la t ierra (en muchas zonas de América Latina un 1 % de capital, la tierra, a d iferencia de ot ros productos, no es infin i-
los propietarios posee el 60 % de la tierra cult ivab le y el 100 tamente reproducible, y la inversión en la producción agríco la
% de la más productiva), la impos ición de monocultivos para term ina enfrentándose a algún impe rativo y produce meno res
e l beneficio de las grandes corporaciones capita listas, la mar- ingresos.
gina li zac ión de las granjas de subsistencia y, ún icamente de- El campesino ha sobrevivido más t iempo del que le ha-
bido a estos facto res, e l ascenso de la población hacen que bían pronosticado. Pero durante los últ imos 20 años, el capi-
cada vez más campesinos se vean reduc idos a un estado de ta l monopo lista, mediante sus empresas multinacionales, ha
pobreza ta l que, sin tie rra, sin semillas, s in espe ranza, pier- creado una nueva estructura de l todo rentab le, e l agribusiness
den toda su identidad social previa. Muchos de estos anti- (las grandes industrias agropecuarias), por med io del cual
guos campesinos se aventuran en las ciudades, en donde for- controla el mercado, aunque no necesariamente la produc-
man una masa compuesta por m illones de personas; una ción, y el procesado, el empaquetado y la venta de todo tipo
masa, como no la había habido nunca, de vagabundos está- de productos al imentic ios. La penetración de este mercado
t icos, una masa de s irvientes desemp leados. Sirv ientes en e l en todos los rincones de la tie rra está acabando con e l
sentido de que esperan en los suburbios, arrancados de su campesinado. En los países desarrol lados mediante una con-
pasado, excl uidos de los beneficios del progreso, abando- versión más o menos plan ificada ; en los países subdesa-
nados por la tradic ión sin nada a lo que servir. rrol lados de forma catastrófica. Anteriormente, las ciudades
Friedrich Engels y la mayoría de los marxistas del siglo xx depend ían del campo para el a limento, y los campesinos se
pred ijeron la desaparición del campesinado frente a la mayor ve ían obligados, de una manera o de otra, a separarse de su
rentab ilidad de la agri cu ltura capita lista. El modo de produc- llamado "excedente". No fa lta mucho pa ra que todo e l
ción capita lista abol iría la producción de l pequeño campe- mundo rura l dependa de las ciudades incluso para el ali-
sinado "como la máqu ina de vapor aplasta a la ca rretilla". mento que requ iere su población. Cuando suceda esto, s i
Estas profecías subestimaban la res istencia de la economía llega a suceder realmente, los campesinos habrán dejado de
campesina y sobrevaloraban el atractivo que podría tener la existir.
agricultura para el capital. Por un lado, la fam ilia campesina Du rante estos m ismos 20 años, en otras partes del Tercer
pod ía sobrevivir sin beneficios {la contabilidad de los costes Mundo (Ch ina, Cuba, Vietnam, Camboya, Argelia), ha hab ido
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revo luciones en nombre del campesinado. Es demas iado que traza una raya sobre una cuenta saldada.
pronto para saber qué tipo de transformac ión de la expe- Cabe explicar esto con mayor precis ión . La notab le conti-
riencia campesina lograrán esas revoluciones y hasta qué nu idad de la expe ri encia y del modo de ver e l mundo del
punto serán capaces los gob iernos de mantener un conjunto campesino adqu iere, a l estar amenazada de extinción, una
de prioridades d iferentes de las impuestas por el mercado ca- inm inencia s in precedentes e inesperada. Hoy esa conti-
pital ista mund ial. nu idad ya no afecta solo al futu ro de los campesinos. Las
De lo que llevo d icho hasta aqu í se deduce que nad ie en fuerzas que hoy están e lim inando o destruyendo al campe-
su sano juicio puede defender la conservación y el manten i- s inado en la mayor parte del mundo representan la contra-
m iento del modo de vida trad icional del campesinado. El ha- d icción de muchas de las espe ranzas conten idas en su mo-
cerl o equiva ldría a dec ir que los campesinos deben seguir mento en e l principio de progreso histórico. La productividad
s iendo explotados y que deben segu ir llevando unas vidas en no reduce la escasez. La expansión del conocim iento no lleva
las cuales e l peso de l t rabajo fís ico es a menudo devastador y inequ ívocamente a una mayo r democ rac ia. El adven im iento
s iempre opresivo. En cuanto uno acepta que el campesinado del ocio en las sociedades industria li zadas no ha traído la
es una clase de supervivientes, en el sentido en el que he satisfacción personal, s ino una mayor man ipulación de las
definido el térm ino, toda ideal ización de su modo de vida re- masas. La un ificación económ ica y m ilitar del mundo no ha
sulta impos ible. En un mundo justo no existiría una clase so- conducido a la paz, s ino al genocidio. El rece lo de l campe-
cial con estas características. s ino respecto a l "progreso", al haber acabado este por impo-
Y, sin embargo, despachar la expe ri encia campesina ne rse med iante la historia global de l capita lismo monopolista
como a lgo que pertenece al pasado y es irrelevante para la y el poder que de ella emana, incluso sobre qu ienes intentan
vida moderna, imaginar que los m iles de años de cu ltura encontrarle una alternativa, no está tan fuera de lugar ni es
campesina no dejan una herencia pa ra el futuro, senci- tan infundado.
llamente porque esta casi nunca ha tomado la forma de obje- El recelo no puede formar po r s í m ismo la base de un
tos perdurables; seguir manten iendo, como se ha manten ido desarro llo polít ico alte rnativo. La condición necesaria para
durante siglos, que es algo margina l a la civilización: todo una a lternativa as í es que los campesinos lleguen a tener una
e ll o es negar el va lo r de demas iada historia y de demas iadas vis ión de ellos m ismos como clase, y esto implica, no su
vidas. No se puede tachar una parte de la historia como el e li m inac ión, sino que consigan poder como clase: un poder
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que, al ser asumido, transformaría su experiencia de clase y la vergüenza de l pasado) de aquellos a quienes el propio sis-
su carácter. tema se encarga de empobrecer son todas ellas cuestiones
que exceden los límites de este ensayo. Por lo general, nadie
Mientras tanto, si nos fijamos en el curso que más probabi-
ha dado el valor que se merece a aquella observación de
lidades tiene de seguir la historia mundial en el futuro, conci-
Henry Ford: "la historia es una patraña". Ford sabía exacta-
biendo ya sea la ulterior extensión y consolidación del capita-
mente lo que se decía. la destrucción de los campesinos del
lismo monopolista en toda su brutalidad, ya sea una lucha
mundo podría constituir un acto final de eliminación
prolongada y desigual contra él, una lucha cuya victoria no es
histórica.3
segura, puede que la experiencia de supervivencia del campe-
sino esté mejor adaptada para esta dura y lejana perspectiva
que una esperanza progresiva, continuamente reformada,
desencantada e impaciente, en la victoria final.
Por último, tenemos la función histórica del capitalismo;
una función que ni Adam Smith ni Karl Marx previeron. El
papel histórico del capitalismo es destruir la historia, cortar
todo vínculo con el pasado y orientar todos los esfuerzo s y
toda la imaginación hacia lo que está a punto de ocurrir. El
capital solo puede existir como tal si está continuamen te re-
prod uciéndose: su realidad presente depende de su sat is-
facción futura. Esta es la metafísica de l capita l. Según ella,
una expresión como "reconocer el mérito" o una palabra
como "acreditar" se refieren solo a una expectativa, al futuro.
Cómo dicha metafísica acabó por dar forma a un sistema
mundial, cómo terminó siendo trasladada a la práctica como
consumismo, cómo ha prestado su lógica para la catego-
rización como atrasados (es decir, portadores del estigma y
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1 Citado en Vernant, Jean Pierre, Mythe et pensée chez les


Crees, Éditions Maspero, París, 1965 (versión castellana: Mito
y pensamiento en la Grecia antigua, Ariel, Madrid, 1993) [N.
del Ed.].
2 Shanin, Teodor, Peasants and Peasant Societies, Pen-
guin, Hammonswroth, 1971 [N. del Ed.).
3 la edición inglesa de 1999 de Puerca tierra acaba este
ensayo con: "Este libro que acabo de terminar es el primer
volumen de una obra más extensa en la que pretendo seguir
examinando el significado y las consecuencias de esta ame-
naza de eliminación histórica".
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El pájaro blanco form ando la silue ta de una sola plum a. Luego, se corta en 13
capa s finas que se abre n con cuid ado, una a una, para darle s
De vez en cuan do, algu nas insti tucio nes, en su mayoría esta-
una form a de aban ico. El mism o proc edim iento se sigu e para
doun iden ses, me invitan a habl ar de esté tica. En una ocas ión
la otra ala y las plum as de la cola. Los dos trozo s de mad era
cons ideré la idea de acep tar y llevar conm igo uno de esos
se unen form ando una cruz, y el pájar o está term inad o. No se
pája ros labra dos en mad era blanca. Pero no fui. El prob lema
uti liza pega men to de ning ún tipo, y solo lleva un clavo en la
es que no se pued e dar una char la sobr e estét ica sin habl ar
inter secc ión de las dos pieza s. Esto s ligeros pája ros (solo
del princ ipio de la espe ranz a y de la existencia del mal. Du-
pesa n entre 55 y 80 gram os) se suele n colg ar con un hilo de
rante los largo s inviernos, los cam pesi nos de ciert as zona s
una repis a o de una viga, de mod o que se mue van con las co-
de la Alta Saboya solía n labra r unos pájar os de mad era que
rrien tes de aire.
luego colga ban en la cocina y, en algu nos caso s, ta m bién en
Sería absu rdo com para r uno de esto s pájar os con un
la iglesia del pueb lo. Algu nos amig os viajeros me dijeron que
auto rretr ato de Vincent van Gog h o con una crucifixión de
habí an visto pájar os pare cidos , cons truid os segú n el mism o
Re mbra ndt. Son uno s senc illos obje tos de artes anía dom és-
principio, en ciertas regio nes de Chec oslov aqui a, Rusia y los
tica traba jado s conf orme a un mod elo tradicional. Sin em-
paíse s balcá nico s. Es posib le que la tradi ción esté toda vía
ba rgo, su m isma senc illez nos perm ite categoriza r las cuali-
más extendida. dade s que los hace n agra dabl es y mist erios os para todo s los
El principio que sigu e la cons trucc ión de esto s pájar os es
que se fijan en ellos .
de lo más simple, aunq ue para hace r uno buen o se requ iere
En prim er lugar, tene mos una repre senta ción figurativa:
una técni ca cons idera ble. Se coge n dos trozo s de mad era de
uno ve un pájar o, más exac tame nte una palo ma, que pare ce
pino, de unos 15 cm de largo, un poco me nos de 2,5 cm de
susp endi da en el ai re. Así pues , hay una referencia al mun do
alto y lo mism o de anch o. Se remo jan hast a que la mad era ha
de la natu ralez a circu ndan te. En segu ndo lugar, la elección
alcan zado el máximo de flexibi lidad , y lueg o se labra n. Uno
del tema (un pájar o vo lando ) y el cont exto en el que está si-
de los trozo s form ará la cabe za, el cuer po y la cola, desp le-
tuad o (pue rtas aden tro, en dond e no suele habe r pájar os
gada en form a de aban ico; el segu ndo servirá para las alas. El
suelt os) conv ierte n el obje to en algo simbólico. Este simb o-
buen arte se ve princ ipalm ente en el labra do de las plum as de
lism o prim ario se inco rpora a otro más gene ral, más cultural.
la cola y las alas. Cada una de las alas se traba ja en bloq ue
A los pájaros, y en parti cular a las palo mas, se les atrib uyen
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significados s imbólicos en muchas culturas diferentes. considerando es una emoción que t iene muy poco que ver
En tercer lugar, hay un respeto por e l material empleado. con las otras que experimentamos, principalmente porque en
La madera ha s ido trabajada de acuerdo con sus propias este caso e l yo se queda más en suspenso.) Y, s in embargo,
cualidades de peso, flex ibilidad y textura. Lo que nos sor- mis definiciones incu rren en una petición de princip io . No
prende al m ira rlo es la facilidad con la que la madera se con- d icen nada sobre la re lación entre el arte y la natu raleza, entre
vierte en pájaro. En cuarto lugar, presenta una un idad y una e l arte y el mundo.
econom ía de formas. Pese a la aparente complejidad del ob- Ante una montaña, ante el desierto justo antes de la pues-
jeto, la gramática de su factura es muy sencilla, austera in- ta de sol, o ante un fruta l, uno puede experimentar también
cluso. Su riqueza es el resu ltado de las repeticiones, que son una emoción estética. Po r consigu iente, hemos de vo lver a
as im ismo va ri aciones. En qu into lugar, la manufactu ra de empezar. Pero esta vez no con un objeto hecho por el ser hu-
este objeto artesanal siempre provoca cierto asombro: ¿cómo mano, s ino con la natura leza en la que nacemos.
demon ios lo habrán hecho? Antes he dado algunas someras La vida urbana s iempre ha tend ido a producir una visión
ind icaciones al respecto, pero cualqu iera que desconozca por sentimenta l de la natura leza. Se piensa en la natura leza como
completo la técn ica querrá cogerlo y exam ina rl o de cerca para en un jard ín, una vista enmarcada por una ventana, un esce-
descubrir el sec reto que esconde su construcción . na ri o de libertad. Los campesinos, los marineros, los nóma-
Estas cinco cuali dades, cuando se pe rciben en conjunto, das saben que no es así. La natura leza es energía y lucha. Es
ind ife renciadas, provocan, a l menos momentáneamente, la lo que existe sin promesa alguna. Si pensamos en ella como
sensación de estar ante un misterio. Uno observa un trozo de en un escenario, un ruedo, este ha de ser uno que se preste
madera que se ha convertido en pájaro. Uno m ira un pájaro tanto para el ma l como pa ra e l bien. Su energía es de una in-
que en cierto modo es algo más que un pájaro. Uno ve algo d iferencia atroz. La primera neces idad de la vida es un techo.
que ha s ido trabajado con una técn ica m isteriosa y cierto tipo Guarecerse de la naturaleza. La prime ra plegaria pide protec-
de amor. ción. El primer s igno de vida es el do lor. Si la Creación tuvo
Hasta aqu í he tratado de separar aque llas cualidades de l un objetivo, este está oculto y solo puede ser descubierto por
pájaro blanco que provocan una emoción estética. (La pala- ciertos signos intangibles, nunca por la evidenc ia de lo que
bra "emoción", aunque designa un mov im iento de l corazón y sucede.
de la mente, es tal vez confusa. Pues lo que estamos Es en este contexto natu ra l tan poco prometedor en
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donde se descubre la belleza, y el descubrimiento es por emoción estética cambia según el momento histórico: la s i-
natura leza súbito e impredecible. La tempestad se calma, el lueta de una montaña puede representar la casa de los muer-
color del mar cambia de color gris pardo al aguamarina. Bajo tos o un desafío para los vivos. La antropo logía, los estudios
la piedra desprendida en un alud crece una flor. La luna surge de religión comparada, de econom ía polít ica y marx ismo han
sobre las chabolas. Ofrezco ejemplos espectaculares a fin de explicado todo e ll o.
ins istir en la desolación de l contexto. Pensemos en otros Y, s in embargo, parece haber ciertas constantes que todas
ejemplos de la vida cotid iana. Se encuentre en donde se en- las culturas encuentran "bel las": por ejemplo, ciertas flores y
cuentre, la belleza es siempre una excepción, siempre apa- á rboles, ciertas formas de rocas, ciertos pájaros y an imales,
rece a pesar de. Por eso nos emociona. la luna, e l agua que corre ...
Se puede objetar que el modo que tiene de emocionamos Nos vemos obligados a reconocer una coincidenc ia o tal
la belleza natura l es func ional en su origen. Las flores son vez una coherencia. Al coincidir la evolución de las fo rmas
una promesa de fertilidad, una puesta de sol nos recuerda el natura les y la evolución de la percepción humana, se produce
fuego y el calor, la luna hace que la noche sea menos oscura, un fenómeno de reconocim iento potencial: lo que es y lo que
los brillantes colores de l plumaje de un pájaro son un estí- vemos (y tamb ién lo que sentimos al verlo) confluyen a veces
mu lo sexual (por razones atávicas, incluso para nosot ros). Y, en un punto de afirmación. Este punto, esta coinc idencia,
sin embargo, este argumento es demasiado simpl ista, creo t iene dos ca ras: lo que ha sido visto queda reconocido y con-
yo. La nieve no es úti l. Las mariposas nos aportan muy poco. firmado, y, al mismo t iempo, el espectador resulta afi rmado
Claro está que la gama de lo que una comunidad deter- por lo que ve. Po r un breve momento uno se encuentra, sin
minada encuentra hermoso en la natu ra leza dependerá de las pretensiones de un creador, en la posición de Dios en e l
sus med ios de supervivencia, su econom ía y su geog rafía. Es primer capítulo del Génesis ... Y vio que era bueno. La emo-
bastante improbable que lo que resu lta bello para los esqui- ción estética ante la natura leza se deriva, creo yo, de esta
males sea lo m ismo que lo que los ashanti encontraban her- doble afirmación.
moso. En las sociedades de clase modernas se dan determ i- Pero no vivimos en el pri mer capítu lo del Génes is . Vivi-
nantes ideológicos complejos: sabemos, por ejemplo, que en mos, si nos atenemos a la secuencia de los hechos bíblicos,
e l siglo xv111 a la clase d irigente británica no le gustaba el después de la Caída. En cualquier caso, vivimos en un
mar. Del m ismo modo, el uso socia l que se puede dar a una mundo de sufrim iento en el que el ma l se extiende como una
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plaga, un mundo cuyos acontecim ientos no confirman nues- cara trascendental del arte plantea la cuestión del derecho
tro Ser, un mundo al que hemos de res istirnos. Es en esta ontológico del ser humano.
situación en donde el momento estético ofrece una espe- La noción de que e l arte es un espejo de la natura leza solo
ranza. El hecho de encontrar hermosos un cristal o una ama- resulta atrayente en períodos de escepticismo. El arte no
pola significa que estamos menos solos, que estamos inser- imita a la natura leza; im ita a una creación, unas veces para
tos en la existencia mucho más profundamente de lo que el proponer un mundo a lternativo, ot ras sencillamente para am-
curso de una sola vida nos llevaría a creer. Trato de describir pliar, confirmar, hacer social, la breve esperanza que ofrece la
con la mayor precisión posible la expe ri encia en cuestión; m i natura leza. El arte es una respuesta organ izada a aquel lo que
punto de partida es fenomenológico, no deductivo; su forma, la naturaleza nos deja entrever ocasionalmente. El arte se pro-
percibida como ta l, se convierte en un mensaje que uno re- pone transfo rmar el reconoc im iento potencial en uno con-
cibe, pero no puede traduc ir porque en él todo es instan- t inuo. Celebra a l ser humano en la esperanza de recibir una
táneo. Durante un momento, la energía de nuestra percep- respuesta más segura, pues la cara t rascendenta l de l arte es
ción se hace insepa rable de la energía de la creación. siempre una fo rma de o rac ión.
La emoción estética que sentimos ante un objeto arte- El pájaro de madera blanca se balancea empujado po r e l
sanal, como el pájaro blanco con e l que he comenzado, es a ire caliente de la estufa de la cocina, en donde los vec inos
una consecuencia de la emoción que sentimos ante la natu- están bebiendo. ¡Fuera, a 25 grados bajo cero, los pája ros de
raleza. El pájaro blanco es un intento de traducir el mensaje ve rdad mueren congelados!
que recibimos de l pájaro real. Todos los lenguajes artísticos
han sido desarrol lados como un intento de transformac ión
de lo instantáneo en pe rmanente. El arte supone que la be-
lleza no es una excepción {que su existencia no es a pesar de),
sino la base de un orden.
Hace años, cuando consideraba la ca ra histórica del arte,
dec ía que mi juicio sobre una obra depend ía de que esta ayu-
da ra o no a los seres humanos a re ivindicar sus derechos
sociales en e l mundo moderno. Lo s igo manteniendo. La otra
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El alm a y el agente "¿Qu é plan es tiene mi gene ració n para i969 ? Segu ir una co-
rriente de pens amie nto polít ico que se opon ga a toda form a
Las fotos llega n de Varsovia, de Leipzig, de Buda pest, de Bra-
de esta linis mo y, sin emb argo , no perm itirn os soi'lar. Recha-
tis lava, de Riga, de Sofía . Cada país tiene una man era ligera-
za r la utop ía de la nueva izqui erda , pues con sueñ os com o
men te diferente de resis tir codo con codo en las conc en-
esos nos enter raría n. Man tene r de algu na man era nues tros
traci ones de masa s. Pero lo que me inter esa en tod as las
vínculos con los sind icato s, cont inua r traba jand o y prepa-
fotos es algo que es invisible. rand o un mod elo alternativo de socia lism o. Nos pued e cos-
Com o suce de siem pre en los mom ento s de gran feli-
tar un ai'lo, o nos pued e costa r diez... "
cidad , los acon tecim iento s de i989 en Eu ropa del Este eran
Ahora el líder estud ianti l es un hom bre de med iana edad y
impr edec ibles . Pero ¿es "felicidad" la palab ra más adec uada
Alexander Dubcek es prim er mini stro de su país.
para desc ri bir la emo ción de millo nes de pers onas dura nte
Hay muc ha gent e que se refiere a lo que está pasa ndo
aque l invierno? ¿No se trata ba en todo aquello de algo más
com o a una revolución. El pode r ha cam biad o de man os
grave que de la fe licidad? com o resu ltado de la presi ón polít ica ejerc ida desd e abajo.
De la mism a man era que los acon tecim iento s eran im-
Los estad os se están trans form ando econ ómic a, política y ju-
predecibles, el futur o toda vía lo sigu e siend o. ¿No sería más
rídicamente. A las élite s que gobe rnaron se las expu lsa de sus
apro p iado habl ar de preo cupa ción , d e conf usión , de alivio?
pues tos. ¿Qu é otra cosa hace falta para una revolución?
¿Por qué insis tir en la felicidad? Los rostr os que apar ecen en
Nada . Y, sin emb argo , es difer ente que cualq uier otra en tiem -
las fotos están tens os, ojero sos, pens ativo s. Las sonr isas no
pos mod erno s.
constituyen una parte obligatoria de la felicidad. La felicidad
En prim er lugar, porq ue, salvo en el caso de Rumanía, la
suce de cuan do la gent e es capa z de entre gars e ente rame nte
élite dirig ente no cont raata có, sino que abd icó, o aban donó ,
al mom ento que vive, cuan do Ser y Devenir son la mism a
aunq ue los revol ucio nario s estu vie ran desa rmad os Y, en se-
cosa . gund o lugar, porq ue esta revo lución se desa rro lla s in ilu-
Mien tras escri bo me recu erdo aban dona ndo Praga hace
sion es utóp icas. Paso a paso , con conciencia de que la rapi-
más de 20 ai'los . Era com o dejar una ciud ad en la qu e cada
dez es necesaria, pero sin la tem ida exhortación clásica: ¡ade-
piedra de cada edificio fuese negra. Vuelvo a oír las palab ras
lante!
de un líder estu diantil dirig iénd ose a la útlim a asam blea :
Más bien, la espe ranz a de un retor no. ¿Al pasa do, a los
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t iempos previos a las anteriores revo luciones? Imposible. Y e l que e l egoísmo, en luga r de conside rarse una tentación hu-
solo las m inorías muy pequeñas exigen lo imposible. Estas mana cotidiana, se convirtió en heroico. Mu ch os se opu-
son man ifestaciones espontáneas y mas ivas. Gente de todas sieron a la nueva energía prometeica en nombre del bien
las generac iones, abrigadas contra e l frío, con los rostros gra- común, de la razón y de la justicia. Pero los partidarios de
ves, contentos, llegando a una cita. ¿Con qu ién? Prometeo y qu ienes se les opon ían compartían ciertas convic-
Antes de contestar, tenemos que preguntar: ¿qué es lo ciones. Ambos lados creían en el progreso, en la ciencia y en
que acaba de terminar? ¿El Muro de Berlín, el s istema mono- un futuro nuevo para la Humanidad. Cada cual tenía sus
partid ista, en muchos países e l Partido Comunista, la ocupa- creencias (una de las razones por las que se pud ieron escribi r
ción por e l Ejército Rojo, la Guerra Fría? Hay otra cosa que es tantas novelas), pero en su práctica, en su re lación con e l
más antigua que todo esto y más d ifíci l de nombrar que tam- mundo, en sus intercambios, todos estaban sometidos a s is-
bién ha term inado. No fa ltan las voces que nos dicen lo que temas que se basaban excl us ivamente en una interpretación
es. ¡La historia! ¡La ideo logía! ¡El socia lismo! Estas respuestas mate ri al ista de la vida.
no son convincentes, pues las dan los que qu is ieran creerlo. El capita lismo, sigu iendo las doct ri nas de sus filósofos
A pesar de todo, algo enorme ha terminado. - Adam Sm ith, David Ricardo y Hergert Spencer- , impuso
A veces, la historia parece extrañamente matemática. El una práctica según la cual solo contaban las consideraciones
año pasado, como se nos ha recordado a menudo, fue e l se- y los va lores materialistas. Lo espiritua l fue, por lo tanto,
gundo centenario de la Revoluc ión Francesa, que, aunque no marginado; sus prohibiciones y sus alegaciones fueron expul-
fue la primera, se convirtió en e l modelo clásico de todas las sadas de los tribunales por la prioridad que se les concedió a
demás revoluciones modernas. 1789-1989. Basta con escribir las leyes económicas, leyes a las que se dio la auto ri dad
estas fechas pa ra preguntarse s i no constituyen un período. (como todavía hoy) de leyes natu ra les.
¿Es esto lo que ha term inado? Si es as í, ¿qué fue lo que hizo La re li gión oficia l se convirtió en un teatro solapado que
de e llo un período? ¿Cuál fue su rasgo histórico d istintivo? vo lvía la espalda a las consecuencias rea les y bendecía sobre
Du rante estos dos s iglos, e l mundo se "abrió", se "un i- todo a los poderosos. Y frente a la "destrucción creativa" de l
ficó", se modern izó, se creó, se destruyó y se transformó a capitalismo - como lo defin ió Joseph Schumpeter, uno de
una escala s in precedentes. La energía necesa ri a para estas sus eminentes teóricos- , se desarrolló la retórica moderna
transformaciones la generó el capitalismo. Fue el período en de la política burguesa con e l fin de ocu ltar la lógica
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desp iadada de la práctica subyacente. rea lidad mate ri al que le rodeaba más trascendente se vo lvía
La oposición socialista, res istiéndose a esta retórica hipó- su me lanco lía.
crita, ins istió en la práctica. El gen io de Karl Marx consistió De manera parecida, qu ienes no eran poetas intentaban
en esta ins istencia. Nada le desvió de ella. Apartó, una tras busca r exce pciones en el mate ri alismo que dominaba su
otra, las capas que recubrían esta práctica hasta desenmas- época. Creaban enclaves del más allá, de lo que no encajaba
cararla po r completo. La eno rmidad de esta reve lación le en las explicaciones mate ri alistas. Estos enclaves parecían
prestó una auto ri dad profética al materialismo histórico. ¡Ahí escond ites, y a menudo se mantenían en secreto. Se visitaban
estaba el secreto de la historia y de todos sus sufrimientos! por la noche. Se pensaba en ellos conteniendo e l a liento. A
Todo podía explicarse {¡y resolverse!) ahora sob re base mate- veces se convertían en teatros de la locura, y otras, en jar-
ria l, ab ierta a la razón humana. El propio egoísmo term inaría d ines amura llados.
decayendo. Lo que contenían, las formas de l más allá que se guar-
daban en estos enclaves, variaban eno rmemente según el pe-
ríodo, la clase social, la elección personal y la moda. El
La imag inación humana tiene, s in embargo, una g ran d ifi- Romanticismo, e l neogót ico, e l vegeta ri an ismo, Rudo lf Stei-
cultad para vivir estrictamente confinada por una práctica ne r, e l arte por el arte, la teosofía, el deporte, el nud ismo ...
mate ri alista de la fi losofía. Sueña, como un perro en su cesta, Cada mov im iento conservaba para sus adeptos fragmentos
con liebres en e l campo. Y as í fue como du rante esos dos s i- de lo espiritua l que habían s ido deste rrados.
glos persistió lo espiritua l, pero marginado en formas nue- El problema del fasc ismo, cla ro está, resulta inevitab le
vas. aquí. Pues hizo lo m ismo. No debe pensarse que el ma l ca-
Fijémonos en Giacomo Leopardi, qu ien nació exacta- rece de poder es pi ritua l. De hecho, uno de los princ ipales
mente e l año que abre nuestro período. Llega ría a ser el e rro res del período se relacionaba con el ma l. Los fi lósofos
mayor poeta líri co moderno de Italia. Como hijo de su tiem- mate ri alistas deste rraron la catego ría y pa ra los retó ri cos de la
po, e ra un rac ionalista de lo existente y estudiaba el un ive rso clase dom inante lo que pasó a constitu ir e l mal fue ... ¡el
como un materialista. Sin emba rgo, su t ri steza y el estoi- mate ri alismo marxista! Esto dejó el campo ab ierto para lo que
cis mo con el que la sob re ll evó se vo lvie ron en su poesía aún S0ren Kie rkegaard llamó muy adecuadamente la "palabre ría
más vastos que el un ive rso. Cuanto más ins istía en la del demon io", la palab rería que levanta una terrible cortina
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entre el nombre y la cosa, entre el acto y su consecuencia. a las. Su fe t razó para la humanidad un cam ino que atravesaba
Sin embargo, la forma espi ritua l marginada más o ri ginal las t inieblas habituales de l planeta.
del período fue la fe trascendente, pe ro secu lar, de qu ienes Sin embargo, en sus anál isis sociopolíticos no había
luchaban po r la justic ia social contra la codicia de los ricos. lugar para esta fe, de modo que la trata ron como a un hijo
La lucha se extend ió desde el Club des Cordel iers de la Revo- ilegítimo, pero que ri do, al que no se le había dado nomb re. Y
lución Francesa y hasta m is am igos estudiantes de la Un iver- aquí comenzó la tragedia. Resu ltaba fáci l usurpar una fe que
sidad de Praga, pasando por los marineros de Kronstadt. In- no ten ía nombre. Fue en nomb re de su determ inación y de su
cluía a m iembros de todas las clases: campesinos ana lfa- solida ri dad como las maquinarias de partido justifica ron sus
betos y catedráticos de etimología. Ten ían una fe muda, en e l prime ros crímenes y, más adelante, utili za ron los crímenes
sentido de que carecía de una declaración ritua l. Su espiri- pa ra borrar otros crímenes, hasta que fina lmente no quedó fe
tual idad era implícita, no explíc ita. Probablemente produjo a lguna en ninguna pa rte.
más actos de sac rificio voluntario, de nob leza (una palabra
que algunos hab rían evitado) , que cualqu ier otro movimiento
histórico del período. Las explicaciones y las estrategias de A veces, por su inmed iatez, la televisión produce una especie
los protagonistas eran mate ri al istas, pe ro su esperanza y la de parábola e lect rón ica. Berl ín, por ejem plo, e l día de la aper-
t ranqui lidad inesperada que a veces encont raban en sus cora- tu ra del Muro. Mstis lav Rostropóvich tocaba el violoncello
zones eran los propios de los visionarios trascendentes. junto al Mu ro, que ya no proyectaba una sombra, ¡y un m illón
de berlineses de l este se apiñaban para pasar al oeste a com-
Decir, como se suele, que e l comunismo era una rel igión su-
prar con un subsidio que les habían conced ido los bancos de
pone no entende r nada. Lo que contaba era que las fuerzas
la Alemania Occidenta l! ¡En aquel momento, el mundo ente ro
mate ri ales de l mundo llevaron a mi llones de pe rsonas - y de
vio que e l material ismo había perdido su t remenda fuerza
una manera en la que nunca había sucedido-, una promesa
histórica para converti rse en una lista de la comp ra!
de salvación universal. S i Fried ri ch Nietzsche había anunciado
Una lista de la compra implica unos consumido res. Y por
la muerte de Dios, estos m illones sin tie ron que Dios se
eso el capitalismo cree que ha conqu istado el mundo. Los
escond ía en la historia y que, s i unidos podían llegar a ll eva r
t rozos del Muro de Berlín se venden ahora po r todo e l
todo e l peso de l mundo materia l, las a lmas volve rían a recibir
mundo. Cuaren ta ma rcos por un trozo grande del lado oeste,
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d iez por uno del lado este. El mes pasado se abrió el primer natura l, sino de un conjunto de prioridades impuestas por
McDona ld's de Moscú; el año pasado, el primer Kentucky los ricos al resto del mundo. Como consecuencia, los pob res
Fried Chicken en la plaza de Tiananmén. Las multinacionales modernos no merecen compasión {salvo por parte de indi-
se han vuelto globa les en el sentido de que son más pode- viduos), s ino ser elim inados como la basura. La economía
rosas que cualqu ier Estado nación individual. El libre mer- del consumo del s iglo XX ha producido la primera cultura en
cado va camino de insta larse en todas partes. la que el mendigo no es un recordatorio de nada.
Sin embargo, si la filosofía materia lista de los dos últimos
siglos se ha agotado, ¿qué le sucederá a la fantasía materia-
lista de la que el consum ismo y, por consigu iente, e l capita- La mayoría de los comentaristas en la Europa del Este subra-
lismo global dependen absolutamente? yan el retorno a la re ligión y a l nacional ismo. Esto es parte de
Los estudios de mercado pautan nuestras vidas con la re- una tendencia mundia l, aunque la palabra "retorno" puede
gularidad y la s istematicidad de cualquier ciclo de o rac iones ser engañosa, pues las organizaciones re ligiosas a las que se
en un seminario. Transfigu ran el producto o la oferta de refieren han cambiado y qu ienes protagonizan este "retorno"
promoción que se vende de manera diseñada para que adop- viven y oyen la rad io a fina les del s iglo XX, no en el XV I 11.

te un aura, para que adqu iera brillo, lo que promete un tipo En Latinoamérica, por ejemplo, constituye una ram ifi-
de inmun idad temporal contra el sufrimiento, un tipo de cación de la Ig lesia católica (para bochorno del papa) que li-
salvación provis ional, s iendo s iempre lo m ismo el acto salu- dera la lucha revo lucionaria por la justicia social y ofrece me-
t ífero que el de comprar. Cualquier bien de consumo se con- d ios de supervivencia a qu ienes son tratados como basura
vierte así en una manera de soñar, pero, más importante, la histórica. En muchas zonas del Oriente Medio, el creciente
propia imaginación se vuelve adqu isitiva y acepta e l credo de atractivo del islam es inseparable de la conciencia social que
lvan Boesky, qu ien les d ice a sus a lumnos de la escuela de promete a los pobres, los despojados de sus t ierras (como es
ciencias empresa ri ales de Berkeley: "Creo que la codicia es e l caso de los palestinos), o a los exiliados, enfrentados a la
saludable. Se puede ser codicioso y tener la conciencia t ran - desp iadada maqu inaria económica y m ilitar de Occidente.
qu ila". Los naciona lismos que resu rgen reflejan una tendenc ia
La pobreza de nuestro s iglo no se parece a la de ningún similar. Todos los mov im ientos por la independenc ia pre-
otro. No es, como antaño lo fue, resu ltado de una escasez sentan re ivindicac iones económ icas y territoria les, pero su
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prim era exigencia es de orde n espiritual. Los irlan dese s, los
vasc os, los cors os, los kurdos, los kosovares, los azerí es, los
Lo espir itual , marg inad o, arrin cona do, emp ieza a recla mar el
porto rriqu eños y los leton es tiene n poco en com ún cultural o
terre no que ha perd ido. Esto está suce dien do sobr e todo en
histó ricam ente , pero todo s ellos qu ieren ser libres de esos
las conc ienci as de las pers onas . Unas form as antic uada s de
cent ros lejan os y extranjeros que, tras una larga y ama rga
razo nam iento , el viejo sent ido com ún e inclu so los antig uos
expe rienc ia, han apre ndid o a reco noce r com o desa lmad os.
mod elos de coraje, han sido aban dona dos, y unas cree ncia s Y
A todo s los naci onal ismo s les preo cupa n prof unda men te
espe ranz as desc onoc idas, expu lsada s desd e hace tiem po
los nom b res: la invención hum ana más originaria e inma -
hacia las periferias, retor nan para exigir sus dere chos . Aquí es
terial. Quie nes desd eñan los nom bres com o si fueran deta -
dond e com ienz a la felicidad que está detrá s de los rostr os de
lles no se han visto nunc a desp lazad os; pero los pueb los de
la foto. Pero no term ina ahí.
las periferias son desp lazad os siem pre. Por eso insis ten en
Ha tenid o luga r una reun ión. Los que estab an sepa rado s
que su iden tidad se reco nozc a, insis ten en su cont inuid ad, en
vuelven a reunirse, los sepa rado s por las front eras Y por los
sus vínculos con los mue rtos y con los que aún no han na-
siglos. Dura nte todo el perío do que está term inan do, la vida
cido. cotid iana, con toda su dure za, se justificaba cont inua men te
Si el "reto rno" de la religión es en cierta med ida una pro-
med iante prom esas de un futur o radia nte. La prom esa del
testa cont ra la crue ldad de los siste mas mate rialis tas, el
nuevo hom bre com unis ta a quien sin cesa r se sacrificaba a
resurgir nacio nalis ta es en buen a med ida una prote sta cont ra
los vivos. La prom esa de la ciencia, s iemp re obligando a
la anon imia de esos siste mas, su redu cción de toda s las
retro cede r a la igno ranc ia y al prejuicio. Más recie ntem ente , la
cosa s y pers onas a la estad ístic a y a lo efímero.
prom esa de las tarje tas de créd ito, que com pran la sigui ente
La dem ocra cia es una exigencia política. Pero es tamb ién
felicidad insta ntán ea.
algo más. Es una exigencia moral del dere cho individual a
Esta nece sidad desp ropo rcion ada de un futur o radia nte
decid ir qué crite rios califican un act o com o buen o o ma lo. La
sepa ró al pres ente de toda s las époc as pasa das y de la expe -
dem ocra cia surg ió de un principio de conciencia. Y no, com o
riencia pretérita. Quie nes habían vivido ante s estab an más
nos quie re hace r cree r el libre merc ado, de un principio de
aleja dos de la historia de lo que lo habí an estad o nunc a. Sus
elección que, de ser verd ader amen te un principio, resulta re-
vidas qued aron aleja das de la sing ular excepción del pre-
lativ amen te trivial. sent e. Así, dura nte dos siglos, la "pro mesa " futu ra de la
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histo ria les asegu ró a los vivos una soledad sin precedentes.
Hoy los vivos vuelven a encontrarse con los muertos d e
hace mucho tiempo, compartiendo con ellos su dolor y su
esperanza. Y es curioso que también esto sea parte de la feli -
cidad visible detrás de las caras en las fotos.

¿Cuánto puede durar este momento? Todos los peligros


imaginables de la historia están esperando entre bastidores:
el fanatismo, la intolerancia, el racismo. Las colosales dificul-
tades económicas de la supervivencia cotidiana van a ser re-
sueltas, en teoría, por el mercado libre. Con este mercado
viene el riesgo de nuevos apetitos de dinero, y con su vora-
cidad, la ley de la selva. Pero nada está plenamente deter-
minado. El alma y el agente han salido juntos de su escon-
dite.
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La tercera semana de agosto de 1991 Conocido como el Férreo Félix, Dzerzhins ki fue el fundador
en 19 18 de la Checa, la policía polít ica que sería la precursora
En 1958, cuando Nazi m Hikmet, después de habe r pasado
de la KGB. Una grúa levan tó la figu ra de bronce de su pedes-
muchos años en las cárceles t urcas por se r comun ista, vivía
tal. Anna Ajmátova nos transm itió lo que s ign ificaba la pala-
en el exilio en Moscú, escribió un poema pa ra m i am igo, el
bra Lub ianka hasta esta noche, pero, también, en ot ro sentido
pintor y poeta turco Abid in Dino.
pa ra s iempre. La estatua, suspend ida horizontalmente en el

Esos hombres, Dino a ire, fue retirada en una lenta man iobra. Iría a un irse a otras.
Vac iados y escul pidos, Ka rl Marx, Fried rich Engels, Mijaíl
con jirones de luz rota en la mano
¿dónde van esos hombres, Dino Ka linin, Yákov Sverd lov están cayendo por todas partes.
Derribados, todos parecen los restos de un accidente, cha-
en la profunda oscuridad?
tarra. S in embargo, no sufrieron ningún accidente ni de carre-
Tú y yo tamb ién, Dino
estamos en t re e llos tera n i aéreo: fue ron ído los que exi gieron, año tras año, un
sacri fic io tras otro. Que ahora parezcan la chata rra de un s i-
nosotros tamb ién, Dino, nosot ros hemos visto
niestro tota l, cuando se los ve en horizon tal y sujetos po r un
un cielo que fue azul
cable, es e l resultado de su estilo estét ico y su iconografía.
El poema lo insp iró un cuadro de Dino que nunca he visto, Entre las escu lt uras monumenta les, solo ciertas crucifi -
pero que me puedo imaginar un poco. Ab idin es un pinto r xiones seguirían ten iendo sentido viéndolas suspendidas en
vis iona ri o, insp irado a su vez por las t rad iciones prove- e l a ire en posición ho ri zontal. La crucifi xi ón se rea lizaba en
nientes de los sufíes errantes. un árbol que ya hab ía s ido talado y la figura en la cru z, s i es-
El poema de Nazi m H ikmet se me vino a la cabeza esta taba fie lmente escu lpida, era la de un homb re hum illado y
noche después de ver e l te led iario. Al igua l que el resto, llevo do lido. Por el contrario, los ído los, cuando se los convierte
una semana viéndolo todos los d ías. Esta noche en Moscú, en escultu ras, tienen que pe rmanece r en vertical.
una mu lt itud reun ida en la plaza Lub ian ka vivía un momen to
que ni uno de los a llí congregados pod rá olvidar nunca. La
gigan tesca estatua de Félix Dzerzhinski, s ituada a la entrada Pese al ejemplo europeo de 1989, la rapidez de los aconteci-
del famoso ed ificio de la KGB, estaba s iendo desmante lada. m ientos cogió a todo el mundo por sorpresa. Después del
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golpe de Estado, que, al parecer, la CIA no previó, la nueva d irección opuesta en i944- debió de so rprenderle más de
voluntad de poder de la sociedad civi l rusa deb ió de sor- una vez.
prender incluso a qu ienes estaba motivando. El paso dado en Sus cálculos se demostraron correctos, y, por consi-
la tercera semana de agosto ya no era e l de un proceso histó- guiente, sucedió algo a una escala que no t iene parangón en
rico, sino un súbito resurgimiento de la natura leza. Se parecía la historia. Nunca se había desmante lado una estructura de
a l fuego, al viento y a l deseo. No solo cayeron estatuas, sino poder mas iva en tan poco tiempo y perdiéndose tan pocas
tamb ién instituciones, ciudadelas, redes, arch ivos y arsena- vidas. La faz de Europa completamente transformada, y casi
les. Como dice una canción infantil inglesa, "todos nos cae- todo e l mundo durm iendo tranqu ilo en su cama todas las no-
ches. Por eso me he referido a una canción infantil.
La natura leza orgánica de la energía empleada quedó con- Hans Magnus Enzensberger ha nombrado a Gorbachov
firmada por la participación impredecible, pero crucia l, de los e l genio de la retirada, el gran maestro de l repliegue. Y t iene
jóvenes. Lo que sucedió en la plaza de l Parlamento el miérco- razón. Pero la concepción, la real ización y e l éxito de la gran
les 21 de agosto, fue el nac im iento de una generación . Y Mi- retirada depend ía de una cosa, la cual es el eje del drama hu -
jaíl Go rbachov maduró de la noche a la mañana. mano.
Gorbachov creía que era posible y deseab le reformar el
Partido Comunista. Si no lo hub iera creído, nunca habría
El triunfo y la teatral idad de Gorbachov es sorprendente. conseguido el poder necesario, nunca habría llegado a con-
Aho ra vemos que él, y sus asesores, calcularon hace muchos vencer a sus camaradas ni intimidado a sus oponentes, n1
años - mucho antes de que llegara a tener poder- que no tampoco se hubiera movido con la fuerza vis ionaria con la
había una posibilidad rea l de provocar cambios en e l aparato que se mov ió.
estatal soviético hasta que no se hub iera creado una sociedad Podría haber escrito un li bro de teo ría polít ica, pero las
civil potencial en el país y se hubieran desmante lado en el inmensas transformaciones que hemos vivido durante los
exterior los satélites soviéticos. De ahí, primero Glásnost. Y últimos cinco años no hubieran tenido lugar de la manera en
luego, más tarde, el cam ino hasta la Plaza Roja de Moscú, la que han sucedido. Probablemente, el colapso económ ico
que tenía que partir de Berl ín . La ironía de que tuviera que ser de la Un ión Soviética hub iera te rminado provocando unas
as í -después del hero ico avance de l Ejército Rojo en la confrontaciones muy vio lentas y desesperadas.
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Gorgachov fue un hombre formado en e l seno del Partido Sin embargo, al pnnc1p10, los comun istas se hicieron
Comunista que asum ió la tarea de cambiar su partido y el comunistas precisamente llevados por la piedad. Hasta el
papel que desempeñaba en el mundo. Su error fue no imagi- propio Marx. Incluyó la salvación de l compasivo, de l pia-
narse una sola cosa: que precisamente en razón de los cam- doso, en lo que é l conside raba las leyes de la historia. Nada
bios que el mismo provocó o dirigió, el Partido Comunista de menos. Poco a poco, estas leyes se utilizaron para hacer
la Un ión Soviética sería declarado ilegal de la noche a la ma- generalizac iones incluso más ampl ias y dogmáticas, de ta l
ñana. manera que term inaron convirtiéndose en ment iras, como
Al final de la terce ra semana de agosto, se pone de cara al están abocadas a convertirse todas las generalizaciones que
púb li co, que era todo un mundo puesto en libertad, y en ese se transforman en dogma.
mismo momento se encuent ra con las manos vac ías. El comun ismo, hoy con certificado de defunc ión, repre-
sentaba al mismo tiempo una esperanza ard iente nacida de la
piedad y una práctica despiadada.
Pensé en e l poema de Hikmet porque se refiere a otra para- Esos hombres ... "con jirones de luz rota en la mano".
doja, a otro drama. Es un pequeño poema escrito en una pos-
ta l, teñ ido de tristeza y, como en muchos de los poemas de
Hikmet, de compasión. Apl icada a un poema, la palabra ¿Qué es, pues, la piedad? Simone We il la defin ió mejor que
"compasión" no presenta problema a lguno. En la vida, en los nad ie que yo sepa. Consiste en comp robar que no se hace
t iempos modernos, la idea de piedad, de compasión, ha daño a las pe rsonas. Siempre que un hombre grita para s í
deven ido sospechosa. Por desg rac ia, se creía que encerraba "¿por qué me last iman?", es que se le está haciendo daño. A
una 1n¡una. menudo, ese hombre se equ ivoca cuando intenta defin ir e l
Su opuesto, la crueldad, permanecía, te rrible y s imple. daño y por qué y qu iénes se lo infligen . Pero e l grito es infa-
Los ído los fueron derri bados porque encarnaban la crueldad. lible.
Y el partido está siendo ilegalizado por la misma razón. No
se puede ape lar al cruel, a l despiadado. Y la iconoclasia de
este momento es la venganza de qu ienes aprend ieron en sus No creo que otras estatuas en bronce ocupen el lugar de la
propias carnes que era inútil ape lar. chatarra en las ciudades rusas. Un sueño ha venido ya a
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sustitui r a la pesadilla de los desp iadados ídolos caídos. El natura leza esencia l de la red med iática se revele con la mayor
mercado libre lleva con él el derecho a soñar. Estamos aqu í, claridad en su estética y su iconografía. No todo lo que tras-
como lo explicaba sucintamente la revista francesa Marie miten lleva este sello - a veces, las noticias provienen de la
Claire, para dar nombre a tus anhelos. Los anhe los de Rusia, vida misma- , pe ro dom inan y mode lan un estilo no solo de
después de tanta penuria y sufrimiento, son intensos. La red presentación, sino tamb ién de percepción .
mund ia l de intercamb ios mediáticos parece satisfacer, más Es un estilo de vencedores y futuros vencedores, no de
consistentemente en este momento que cualquier ot ra pro- conquistadores, no de superhombres, rea lmente, sino sim-
puesta, esos anhelos. Las estatuas están s iendo reempla- plemente el estilo de aquel los a qu ienes les va bien y triunfan
zadas por unas imágenes mucho más vo láti les, que fun- po rque han llegado a cree r que el éxito es lo natural. (E l de-
cionan como una panta lla en la que se proyecta un trái le r de l porte es un campo importante para este estilo, porque t iene
futu ro. Lo que está detrás de la pantal la es contradicto ri o. en cuenta a los vencedores que pueden ser tem poralmente
perdedores mientras que s iguen siendo vencedores.)
Po r un lado, la Guerra del Go lfo ha demostrado po r qué los
Como todas las estéticas, esta conl leva la anestes ia: una
po líticos t ienen razón en teme r a los med ios de comun i-
zona entumecida, s in sentim ientos. La estética triunfa l ex-
cación; o, más bien, t ienen razón en temer la reacción de l pú-
cluye la experiencia de la pérdida, de la de rrota, de la afl ic-
bli co frente a lo que les muestran los med ios. Las transm i-
ción, excepto si a aquellos que sufren de esos males se les
siones vía satéli te han dado a l mundo un nuevo sign ificado
puede presentar como excepciones que requieren la ayuda de
pa ra la exp resión " momento de la verdad". (Como el mo-
los triunfadores. La anestes ia protege de cualqu ie r prueba,
mento en la Plaza del Pa rl amento cuando un soldado en un
afirmac ión o grito que muestre la vida como e l lugar de las
tanque de l Ejé rcito Rojo se un ió a la multitud desarmada.)
esperanzas continuamente dife ri das. Y lo hace a pesar del
Por el otro lado, la Guerra del Golfo demostró - al igua l
hecho de que esta vis ión de la vida sigue constituyendo la
que los acontec im ientos de Rumanía el año pasado- que se
expe ri encia de la mayoría de las personas en el mundo de
puede escribir un escenario de menti ras pa ra los med ios, que
hoy.
estos transm it irán comentado, ana lizado y todo lo demás con
La red med iática t iene sus ídolos, pe ro su ído lo princ ipal
gran pasión, como s i fue ra la verdad.
es su propio estilo, el cual genera un aura triunfal y deja el
Puede que, como fue e l caso con las estatuas, la
resto en la oscuridad. No reconoce ni la com pas ión ni la
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crueldad.
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Diez comunicados relativos al lugar (junio de distancia. El sitio ha perdido lo que lo conve rtía e n un des-
2005) tino. Ha perdido su territorio de experiencia.
A veces, algunos de estos viajeros emprenden un v1a¡e
1
privado y encuentran el lugar al que desean llegar, el cual,
Alguien pregunta: ¿todavía eres marxista? La devastación que
aunque lo descubran con un alivio infinito, es con frecuencia
produce la obtención de beneficios, según la define el capita-
más riguroso de lo que imaginaban. Muchos nunca lo logran.
lismo, es hoy mucho mayor que nunca. Casi todo el mundo
Aceptan las señales que siguen y es como si no v1a¡aran,
lo sabe. ¿Cómo es posible, entonces, no hacerle caso a Karl
como si se quedaran siempre donde estaban.
Marx, quien profetizó y analizó esta devastación? Se podría
responder que la gente, mucha gente, ha perdido sus coorde- 3
nadas políticas. Sin mapa alguno, no saben adónde se diri- Millones de personas abandonan su país todos los meses. Se
gen. van porque allí no hay nada, excepto su todo, que no ofrece lo
suficiente para alimentar a sus hijos. Alguna vez lo hizo. Esta
2
es la pobreza del nuevo capitalismo.
Todos los días, la gente sigue señales que apuntan a algún
Después de largos y terribles viajes, después de s ufrir la
s itio que no es su hogar, sino un destino elegido. Señales de
bajeza de la que otros son capaces, después de ha ber llegado
carretera, señales de embarque en los aeropuertos, avisos en
a confiar en su propia va lentía, una valentía obstinada e
las terminales. Algunos están de viaje por placer, otros po r
incom parable, los emigrantes se encuen t ran esperando en al-
negocios, muchos motivados por la pé rd ida o la desespe-
guna estación de tránsito extranjera, y entonces lo único que
ración. Al llegar, se dan cuenta de que no están en el lugar
les queda de su continente natal es su propia persona: sus
que indicaban las señales que siguieron. Donde se encuen-
manos, sus ojos, sus pies, sus hombros, sus cue rpos, la
t ran tiene la latitud, la longitud, el tiempo local y la moneda
ropa que usan y aquel lo con lo que se tapan por las noches
correctos, y, sin embargo, no tiene la gravedad específica del
para dormir, a falta de techo.
destino que escogieron.
En algunas fotos tomadas por Anabelle Guerrero en un
Se encuentran junto al lugar al que escogieron ir. La dis-
centro de acogida para refugiados y emigrantes que tiene la
tancia que los separa de este es incalculable. Puede ser tan
Cruz Roja en Sangatte, cerca de Calais, podemos observar
solo la del ancho de una calle o puede estar a un mundo de
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cómo los dedo s del homb re son todo lo que qued a de una lugares".1
parcela de tierra cultivada; sus palm as, lo qu e qued a del lecho El térmi no clave del caos global actual es la des loca-
de algún río; y cómo sus ojos son las reuni ones familiares a lización o la relocalización. Esto no se refiere única ment e a la
las que no asisti rá. práct ica de trasla dar la produ cción a dond e quier a que la
mano de obra sea más barat a y las regul acion es, mínim as.
4 Conti ene tamb ién el sueño deme nte del nuev o pode r: el pa-
"Esto y bajan do las escal eras del metro para toma r la línea B.
raíso fiscal ; el sueño de min ar el estat us y la confi anza de
Esto está de bote en bote. ¿Dón de estás tú? ¿De veras ? ¿Y
todos los lugar es fijos previos, de tal mane ra que el mund o
qué tiemp o hace? Ya me tengo que subir al tren, luego te
enter o sea un solo merc ado fluido.
llamo ..." El consu mido r es esenc ialme nte algui en que se sient e
De los miles de millo nes de conv ersac iones por telefo nía
perdi do (o a quien se le hace senti r perdi do) a meno s que
móvil que ocurr en cada hora en las ciuda des y subu rbios del
cons uma. Las marc as y logot ipos de las merc ancía s son el
mund o, la mayo ría, sean priva das o de negoc ios, comi enzan
sitio que nomb ra esa ninguna parte.
con una decla ració n del parad ero o la ubica ción aprox imad a
En el pasad o, fue una táctic a comú n de quien es defen dían
de quien llama . La gente neces ita identificar de inme diato
su país contr a los invas o res el ca mbia r las señal es viarias, de
dónd e se encue ntra. Es como si les persi guier a la duda de
tal modo que la que indic aba ZARAGOZA apun tara en la
que tal vez no estén en ningu na parte . Circu ndad os por tan-
dirección opue sta, hacia BURGOS. Hoy no son quien es se
tas abstr accio nes, t ienen que inventa rse y co mpar tir unos
defie nden, sino los invas ores extran jeros , los que invierten
punto s de referencia trans itorio s. las señal es para confu ndir a las pobla cione s locale s, para
Hace más de 30 años, Cuy Debo rd se most raba profético
confundirl as acerc a de quién gobie rna a qu ién, acerc a de la
cuan do escribía: "La acum ulaci ón de merc ancía s produ cidas
natur aleza de la felicidad, del alcan ce del queb ranto o de
en serie para el espac io abstr acto del merc ado no solam ente dónd e ha de busca rse la etern idad. El propó sito de estas
tuvo que vence r todas las barre ras legale s y regionales, así
d irecci ones falsas es persu adir a la gente de que ser cliente es
como todas las restri ccion es corpo rativa s medi evale s que
la salvación últim a.
defen dían la calidad de la produ cción artesa nal, sino que tam-
Sin emba rgo, a los client es no los define el luga r dond e
bién tuvo que disolver las cuali dades y la auton omía de los
viven y muer en, sino dond e comp ran y pagan .
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5 reco rdar fundamentalmente es que aquellos que se lucran del
Extensas áreas que en su día fueron rurales las están convir- caos actual no hacen más que des informar y crear confusión,
t iendo en zonas. Los detal les de este proceso varían según el sirviéndose para ello de los comentaristas incrustados en los
continente: África, América Central o e l sureste as iático. El medios. Nunca se debe pa rar uno a discutir sus afirmac iones
desmembram iento inicial, sin embargo, s iempre proviene de y esos puntos de vista robados que tanto les gusta usa r. Hay
otra parte y es efectuado por los intereses corporativos que que rechazarlos y abandona rl os categóricamente. No llevan a
dan rienda suelta a su apetito de más y más acumu lación, lo nad ie a ningún lado. La tecnología de la información desarro-
que sign ifica apoderarse de los recursos natura les {pescado llada por las corporaciones y sus ejércitos pa ra poder domi-
en el Lago Victoria, madera en el Amazonas, petróleo donde na r su ninguna parte con más veloc idad , la usan otros como
qu iera que haya, uran io en Gabón, etc.), sin importarles a medio de comunicación de una punta a la otra del en todas
qu ién pertenezca la tierra o el agua. La explotación resu ltante partes por el que luchan.
ensegu ida requiere la construcción de aeropuertos y de bases El escrito r caribeño Edouard Gl issant lo dice muy bien :
m ilitares y param ilitares, a fin defender lo que sacan, y la co- "Para resist ir la globa lización no hay que negar la globalidad ,
laboración de los mafiosos locales. Pueden darse entonces sino imaginar que es la suma finita de todas las particu-
guerras tribales o intercomunitarias, hambrunas y genoc idio. laridades posibles y luego hacernos a la idea de que, m ientras
Los pobladores de estas zonas pierden todo sentido de res i- falte alguna particularidad, la globalidad no será para noso-
denc ia: los niños se quedan huérfanos {aunque no se mueran tros lo que debería ser".
sus progen itores), las mujeres se vuelven esclavas, los hom- Estamos estableciendo nuestros propios puntos de refe-
bres se desesperan. Una vez que esto ocurre, ll evará gene ra- renc ia, nombrando lugares, encontrando poesía. S í, en ese
ciones restaurar toda idea de domesticidad. Cada año que m ientras tanto se puede encontrar la poesía. Dice Gareth
pasa de esta acumu lac ión prolonga en e l tiempo y el espacio Eva ns:
esa ninguna parte.
Como conserva e l lad rillo de la tarde el color rosa de l
6 reco rrido
Mientras tanto -y la res istencia pol ít ica comienza con fre- como conservan los capullos de la rosa un invernade ro
cuencia en un mientras tanto- lo que hay que entender y en e l que respiran y florecen como el viento
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como les susurran los esbeltos abedules su cuento de cuando se borra de la vida cotid iana todo rastro de lo eterno.
viento a la urgenc ia Lo que pasa es que todas las palabras y el lenguaje entero se
de los camiones quedan s in sentido.
como gua rdan las hojas de l seto la luz Con un solo presente, en el t iempo digital, no puede ha-
que el día creyó haber perdido llarse ni establecerse localización o ubicac ión a lguna.
como le late a ell a e l nido de la muñeca y es e l pecho de
un gorri ón donde da la vue lta e l aire
8
Nos gu iaremos por otro s istema temporal. Lo eterno, según
como encuentran los coros de la t ierra sus ojos en e l cielo
Spinoza {qu ien fuera el fi lósofo más querido de Marx}, es
y se los destapan unos a otros en la creciente oscu ri dad
ahora. No es a lgo que nos aguarde, sino algo que encontra-
consérvalo y mímalo todo .
mos durante esos momentos, breves y, no obstante, intem-
7 porales, en los que todo tiene en cuenta a todo lo demás y
Su ninguna parte genera una conciencia del tiempo ext raña, ningún intercamb io es inadecuado.
por no tener precedente. Tiempo d igita l. Continúa por siem- En Esperanza en la oscuridad,i un libro completamente
pre, ininterrumpido durante días y noches, de una estación a necesario, Rebecca Solnit cita a la poeta sand inista G ioconda
otra, de l nacim iento a la muerte. Tan ind iferente como el d i- Belli, qu ien describe e l momento en que derrocaron la d icta-
ne ro. Y, sin embargo, aunque continuo, es profundamente dura de Somoza en Nicaragua con estas palab ras: "Dos días
singular. Es e l tiempo del presente, que se mantiene separado que fueron como si nos hub ieran hecho un encantam iento
del pasado y de l futu ro . En su interior, solo el presente tiene ancestra l, regresándonos al Génesis, al sit io exacto de la crea-
peso, los otros dos carecen de gravedad. El t iempo ya no es ción del mundo". El hecho de que Estados Un idos y sus
una columnata, sino una ún ica columna de unos y ceros. Un mercenarios destruyeran después a los sand inistas no dism i-
t iempo vertical sin nada que lo circunde, excepto la ausencia. nuye en medida alguna ese momento que existe en e l pasado,
Lean unas cuantas páginas de Em ily Dickinson y luego e l presente y e l fu tu ro.
vayan a ver Dogville, de Lars von Tri er. En la poesía de Dickin-
son, lo enterno está presente en todas las pausas. Por el con- 9
A un kilómetro de distanc ia de donde escribo hay un prado
tra ri o, la película muestra inexorablemente lo que sucede
donde pastan cuatro burros: dos hemb ras y dos pol linos.
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Son de una especie particularmente pequeña. Cuando las ma- atención se fija en sus patas, 16 de el las. Son esbeltas, firmes
dres alzan sus orejas ri beteadas de negro, me llegan a la al- y contienen concentrac ión y seguridad. (Las patas de los
tu ra de l mentón. Los pol li nos, de unas cuantas semanas de cabal los parecen histé ri cas en com pa rac ión) . Las de los bu-
edad, son del tamaño de unos terrie rs grandes, con la d ife- rros son patas para cruzar montañas que ningún caballo se
renc ia de que sus cabezas son casi tan grandes como sus atrevería a cruzar, patas pa ra soportar cargas in imaginables s i
costados. uno solo t iene en cuenta po r separado las rod illas, las espi-
Salto la va lla y me siento con la espalda apoyada en e l nillas, los espolones, los corvejones, las can illas, las cuar-
t ronco de un manzano. Ya tienen trazadas sus sendas por t illas y las pezuñas. Patas de bu rro.
todo el prado y pasan por debajo de unas ramas tan bajas Deambu lan con la cabeza baja, pastando, mientras sus orejas
que yo tendría que pasar a gatas. Me observan. Hay dos no se pierden nada; los observo, atento. En nuest ros in ter-
zonas en donde no hay hierba, solo t ierra rojiza, y es a uno de cambios, ta l como ocurren, en la com pañ ía que nos ofre-
estos ani llos a donde vienen va ri as veces al día a revolcarse. cemos a med io d ía, hay un sust rato de a lgo que solo puedo
Primero las madres, luego los pollinos. Estos tienen ya una describir como gratitud. Cuatro burros en un prado, mes de
franja negra en los lomos. junio, año 2005 .
Ahora se aproximan. Me llega el o lor de los bu rros y e l
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salvado; no es e l o lor de los caballos, que es más discreto.
Sí, entre otras muchas cosas, sigo s iendo ma rxista.
Las quijadas de las mad res me rozan la cabeza. Son blancos
sus hoc icos. Las moscas les revo lotean alrededor de los ojos,
mucho más agitadas que sus propias mi radas interrogantes.
Cuando se ponen a la sombra, en el lindero del bosque,
las moscas se marchan, y pueden quedarse casi inmóviles
du rante med ia ho ra. En la sombra del med io d ía, el t iempo se
ralent iza. Cuando uno de los polli nos mama (la leche de
bu rra es la más semejante a la humana}, las orejas de la
madre se echan hac ia atrás y apuntan a la cola.
Rodeado de los cuatro burros a plena luz de l día, m 1
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1 Debord, Guy, La Société du spectacle, Buchet-Chastel,


París, 1967 (versión castellana: La sociedad del espectáculo,
Pre-Textos, Valencia, 2003) (N. del Ed.).
2 Solnit, Rebecca, Hope in the Dark, Nation Books,
Nueva York, 2005 (versión castellana: Esperanza en la
oscuridad, Capitán Swing, Madrid, 2017) (N. del Ed.).
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Piedras (Palestina, jun io de 2003) vín culo s (de amis tad, de solid a ridad política, de lealta d mili-
tar, de poes ía com partida, de hosp itali dad) , vínc ulos capa ces
Creo que Eqba l Ahm ed era un hom bre que veía la vida en su
de sob revivir tras las sepa racio nes inevitables . Aún recu erdo
conj unto . Era astu to, rápi do, no ten ía tiem po que perd er ha-
lo que coci naba .
blan do con los necio s, le enca ntab a cocin a r y era todo lo con-
No espe raba enco ntrar lo en Ram ala, aunq ue el prim er
trario de un opor tunis ta, de algu ien qu e romp e la vida en
libro qu e abrí allí ll evab a extra ña men te una foto suya en la ter-
fragm ento s. Esc ribí una vez el relat o de su infancia en Biha r
cera pági na. No, yo no le iba busc ando , aunq ue habí a estad o
en la época de la parti ción de India y Paki stán. Era la versi ón
a mi lado cua ndo decid í vis itar la ciud ad , y me dejó un men -
en pape l de lo q ue él me había cont ad o una noch e en un bar
saje que vi, com o un SMS , en la pequ eña pant alla de mi
d e Áms terda m. Cuan do lo leyó me pidió que camb iara su . . . ~

1mag1nac1on.
nom bre, cosa que hice. El relat o trata ba de lo que le hizo con-
¡Obs erva las pied ras!, decía.
verti rse en revolu cion ario a los 17 años . Ahor a está mue rto Y
De acue rdo, las pied ras, le cont esté, a mi man era.
pued o devol verle el nom bre.
Influido por los escri tos de Fra ntz Fano n (y en espe cial
por Los cond enados de la tierra),l se com prom etió a fond o en
Hay ciert os árbo les (esp ecial men te las more ras y los nís-
varia s lucha s de li bera ción , incl uida la de lo s pales tinos . Le
pero s) que toda vía cuen tan la histo ria de cóm o Ram ala era,
recu erdo habl ándo me de Yenín. Haci a el final de su vida,
ante s de la Nakb a, una ci udad de ocio y de place r para los
Eqba l fu ndó una uni vers idad de pens amien to libre en Pa kis-
ricos , un luga r al que retira rse en los tórri dos vera nos desd e
tán que lleva ba el nom bre del gran filósofo del siglo XV lbn
la cerca na Jerus alén, un cent ro turís tico. La Nakb a es el nom -
Ja ldú n, qu ien imag inó la disciplina de la socio logía ante s de
bre de la "catá strofe" de 194 8, en la que mu riero n 10.0 00
que llega ra a existir.
pale stino s y 700. 000 fuero n oblig ados a aban dona r el país.
Eqbal apre ndió muy pron to que la vida cond uce inevita-
Hace muc ho tiem po, las parej as de recié n casa dos plan-
blem ente a la sepa ració n. Ante s de que la categ oría de lo trá-
taba n rosa les en los jardi nes de Ram ala com o augu rio para
gico fuera a rroja da a la basu ra, esto lo sabía todo el mun do .
s u futur a vida jun tos. El s uelo de la llan ura aluvial les iba bien
Eq bal cono cía, si n e mba rgo , y ace ptab a, lo trági co. Por cons i-
a los rosal es.
guie nte, dedi có gran parte de su prod igios a energía a forjar
Hoy día no hay una pare d en el cent ro de Ram ala, la
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capital actual de la Autoridad Palestina, que no esté cubierta catapultas de madera, de cuerda y de cue ro retorcido para
de fotos de los muertos, tomadas cuando aún vivían y repro- a rrojar piedras contra e l ejército de ocupación .
duc idas en pequeños carteles. Los muertos son los mártires Cualquier comparación entre las armas empleadas en
de la segunda lntifada, que empezó en septiembre de 2000. estos enfrentamientos nos devue lve a lo que es la pobreza.
Los mártires incluyen a todos los que murieron a manos del Por una parte, los hel icópteros Apache y Cobra, los F16, los
ejército is rael í y de los colonos, y a todos los que decid ie ron tanques Ab rams, los jeeps Humvee, los sistemas de vigi-
sacrificarse en contraataques suicidas. Estos rostros t rans- lancia electrón ica y el gas lacrimógeno; por otra, las cata-
forman las incons istentes paredes de las calles en a lgo tan pultas, las hondas, los teléfonos móviles, los Kalashn ikov
íntimo como una cartera de papeles privados y fotografías . La requeteusados, y los explosivos, casi siempre de fabricación
cartera t iene un bolsillo para la tarjeta magnética de identidad casera. La enormidad del contraste reve la a lgo que s iento
expedida por los servicios de seguridad is rael íes, sin la cual entre estas paredes afl igidas, pero para lo que no encuentro
ningún palestino puede viajar ni siquiera unos pocos kiló- un nombre. Si yo fuera soldado israelí, no importa cuán bien
metros, y otro bolsillo para la eternidad. Alrededor de los car- a rmado, llega ría finalmente a tener miedo de este a lgo. Tal
teles, las paredes tienen heridas de bala y de metralla. vez sea lo que percibió el poeta Mou ri d Baghouti: "Los vivos
Hay una mujer mayor que podría ser la abuela cuya foto se hacen viejos pe ro los mártires rejuvenecen".
está en varias carteras. Hay muchachos ado lescentes, hay Tres relatos de las paredes.
muchos padres. Escuchando las h istorias de cómo encon- Husn i Al-Nayjar, 14 años. Trabajaba ayudando a su padre,
tra ron la muerte, uno recuerda lo que es la pobreza. La po- que e ra soldador. Estaba lanzando piedras, y le dispararon
breza obl iga a las decisiones más extremas, que conducen a una bala en la cabeza. En su foto m ira calma y firmemente
casi nada. La pobreza es vivir con ese casi. hac ia la med ia distancia.
La mayoría de los muchachos cuyos rostros están en las Abdelham id Khart i, 34 años. Pintor y escritor. De joven
pa redes nacieron en campos de refugiados, pobres como los estudió enfe rmería. Acud ió voluntariamente para rescatar y
poblados de chabolas. Dejaron pronto la escuela para ganar cuidar de los heridos en la intervención de una un idad mé-
d inero para la fam ilia o para ayudar a su padre en e l trabajo, d ica de emergencia. Encontraron su cuerpo cerca de un pues-
s1 es que lo ten ía. Algunos soñaban con hace rse gen iales to de control fronte ri zo tras una noche en la que no había ha-
jugadores de fútbol. Un buen número de ellos hicieron bido ningún enfrentam iento. Le hab ían cortado los dedos. Un
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pulgar le colg aba de la man o. Tenía un brazo, una man o y Ja mi tinta cuan do la nece s ite.
man díbu la rotos , y 20 balas en el cuer po.
Desp ués de habe r dibu jado dura nte un rato, un jove n (todo s
Muh amm ad Al-Durra, de 12 años , vivía en el cam pam ento
los habi tante s invisibles de l cam po han adve rtido , por su-
de Breij. Volvía a casa con su padr e cru zand o el pues to de
pues to, mi prese ncia) se acerc a, ab re la entra da de la tiend a
cont rol de Netz arim, en Gaza , y les orde naro n salir del vehí-
que está detrá s de mí, entra y viene co n un tabu rete decr épito
culo. Los sold ados ya estab an d ispar ando. Los dos se pusie-
de plást ico que, me indica, pued e resul ta r más cóm odo qu e
ron a cubi erto tras un muro de cem ento . El padr e levantó Ja
la pied ra. Imag ino que ante s de que él lo enco ntras e deb ieron
ma no para indicar que estab an allí y le disp araro n en Ja
de tira rlo a la calle; sería de un a paste lería o helad e ría. Se Jo
man o. Algo desp ués a Muh amm ad le d ispar aron en el pie. El
agra dezc o.
padr e cubr ió a su hijo con su prop io cuer po. Les d ispar aron
Sentado en este tabu rete en el cam pam ento bedu ino,
más balas y el niño muri ó. Los méd icos saca ron ocho balas
mien tras el sol va cogi endo fuerza y las rana s emp iezan a
del cuer po del padr e, pero qued ó paralizad o com o cons e-
croa r en el riach uelo casi seco, sigo dibu jand o.
cuen cia de las herid as y no pudo volver a trabaja r. Dado que
Sobr e una colina, a unos cua ntos kilóm etros , a Ja iz-
el incid ente fue grab ado en vídeo, la histo ria se mue stra una y
otra vez en todo e l mun do. quie rda, hay una colo nia is raelí. Pa rece militar, com o si fuera
parte de un arma dise ñada para man ejarl a con rapidez. Pero
es pequ eña y está lejos.
La colina d e caliz a que teng o enfre nte pa rece la cabe za de
Quiero hace r un dibujo para Abd elham id Kharti. Muy tem -
un anim a l giga nte dorm ido, con roca s disp ersa s com o si tu-
pra no por la mañ ana vam os a Ain Kinya dond e, un poco más
viera pulg as en el pelo ap lasta do. De pron to, fru strad o por-
allá del pueb lo, hay un cam pam ento bedu ino junto a un wadi.
que me faltan pigm ento s, vierto agua de la taza en el suelo, a
El sol aún no calie nta. Las cabr as y los cord eros pace n por
mis pies, mojo un dedo de la man o en el barro y apl ico colo r
entre las tiend as. He decid ido dibu jar las colin as que m ira n al
al dibu jo de la cabeza del anim al. Ahora el sol calie nta. Re-
este. Me sient o en una pied ra cerca de una tiend a pequ eña y
buzn a una mula. Paso las pági nas de m i cuad erno y em piezo
negr uzca . Solo teng o un cuad erno y esta plum a. Hay en el
otro dibujo, y otro. Ning uno pare ce acab ado. Cuan do vuelve,
suelo una taza de plást ico dese chad a y se me ocur re Ja idea
el jove n quie re ver mis dibujos.
de ir a por un poco de agua del ria ch uelo para mezclarla con
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Le enseño e l cuaderno ab ierto. Sonríe. Paso una página. Weizman ha señalado que este dom inio territoria l pleno co-
Nuestro, dice, ¡nuestro polvo! Está señalando a mi dedo, no m ienza en los dibujos de los urban istas y de los arqu itectos.
a l d ibujo. La violencia com ienza mucho antes de que lleguen los tan-
Luego m iramos los dos hac ia la col ina. ques y los jeeps. Habla de una "pol ít ica de la vert icalidad"
mediante la que los derrotados, incluso cuando están "en
casa'', son literalmente monitorizados y socavados.
No estoy entre los conqu istados, sino entre los derrotados, a El efecto de todo esto sobre la vida cotid iana es impla-
los que los vencedores temen. El tiempo de los vencedores cable. En el momento m ismo en e l que alguien se d ice una
siempre es corto y el de los derrotados inexplicablemente mañana "Iré a ver lo que ... ", se t iene que detene r y comprobar
largo. Su espacio es también diferente. Todo en esta t ierra cuántos puntos de control supondrá la "salida". El espacio de
lim itada es cuestión de espacio, y los vencedores lo han las dec is iones cotid ianas más s imp les está t rabado, con la
entendido. El control asfixiante que mantienen es, en primer pierna delante ra amarrada a la t rasera.
lugar y sobre todo, espacia l. Se ap lica, ilegalmente y bu rl án - Además, como las barreras cambian impredeciblemente
dose del derecho internacional, med iante los puestos de con- de un día a otro, la experiencia del tiempo está tamb ién tra-
tro l, la destrucción de las carreteras antiguas, las nuevas bada. Nad ie sabe cuánto tiempo le llevará llega r esta mañana
carreteras de circunva lación, estrictamente restringidas a los a trabajar, o a vis itar a su madre, asist ir a una clase o a la con-
colonos is raelíes, las colonias-forta leza en las cumbres de las sulta de un méd ico, ni tampoco, después de habe r conse-
colinas, que son en real idad puntos de vigilanc ia y de control guido hacer estas cosas, cuánto le costa rá vo lver a casa. El
del territorio circundante, med iante los toques de queda que viaje, en las dos direcc iones, puede lleva rle 30 minutos o cua-
obligan a la gente a pe rmanecer en casa d ía y noche hasta tro ho ras, o e l cam ino puede haber s ido bloqueado por com-
que deciden levanta rl os. Durante la invas ión de Rama la de l pleto por soldados armados con subfusiles.
año pasado, el toque de queda duró seis semanas, con sus- El gobie rno israelí d ice estar obligado a tomar estas med i-
pensiones de un par de horas ciertos días para comprar lo das para combatir el terrorismo. Esta afi rmación es una pa-
necesario. No había tiempo s iqu iera pa ra enterra r a qu ienes traña. El verdadero objetivo de este estrangu lam iento es des-
morían en la cama. tru ir e l sentido de la continu idad tempora l y espacia l de la
En un val iente libro, el arqu itecto dis idente israelí Eyal poblac ión indígena para que se marchen o se conviertan en
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t rabajadores no remunerados. Y es aquí donde los muertos En el luga r a l que llego, dos niños - que tienen 11 y 8
ayudan a los vivos a res istir. Es aquí donde hombres y muje- años aproximadamente- trabajan solos en un campo. El
res toman la decis ión de convertirse en márt ires. El estrangu- más joven está llenando regaderas de un bidón enterrado en
lam ien to de la población inspira el terrorismo que dice com- e l suelo. El cu idado con el que lo hace, s in derramar una
batír. gota, muestra lo preciada que es el agua. El niño mayor coge
la regadera llena y desciende con cu idado hasta el campo la-
brado en e l que está regando plantas. Los dos están des-
Una carreterita de pied ras que esqu iva las peñas y desciende calzos.
hasta un va lle a l sur de Rama la. A veces serpentea entre vie- El que riega me hace una señal y me enseña con orgullo
jos olivos, algunos tal vez de tiem pos romanos. Este cam ino las hileras de varios cen tena res de plantas que hay en el te-
pedregoso (du rís imo en cualqu ier coche) es el ún ico acceso rreno. Reconozco a lgunas: tomates, be renjenas, pepinos.
que t ienen los palestinos a este pueblo cercano. La ca rrete ra Deben de haberlas plantado la semana pasada. Son todavía
asfa ltada o rigina l, que aho ra les está prohibida, ha quedado pequeñas y buscan agua. Hay una planta que no reconozco y
reservada pa ra los israelíes de las colonias. Voy a buen paso é l se da cuenta. Cosa grande, me d ice. ¿Melón? ¡Shumaam!
porque a lo largo de toda m i vida me ha pa recido más fati- Nos re ímos. Sus ojos risueños están fi jos en mí y no vac ilan.
goso caminar despacio . Veo una flo r roja en t re los mato rra les (Pienso en Hosn i Al Nayja r). Estamos los dos viviendo
y me detengo a cogerla. Des pués averiguo que se llama Ado- -Dios sabrá por qué- el m ismo momen to. Me lleva por las
nis aestivalis. Tiene un rojo muy intenso y su vida, d ice el libro hileras para enseña rme todo lo que ha regado. En un mo-
de botán ica, es breve. mento hacemos una pausa, m iramos alrededor y levantamos
Baha me grita que no me acerque a la colina alta que la vista hacia el asentam iento con sus muros defensivos y
tengo a la izqu ierda. Me grita que s i ven que algu ien se acer- sus tejados rojos. Al apuntar con la barbilla en su d irección
ca, le d ispa ran. hay en su gesto una es pecie de burla, una burla que q uiere
Intento calcular la d istancia: menos de un kilómet ro. A compa rt ir conmigo, como su orgullo en rega r. La bu rl a se
unos 200 metros en la d irecc ión no recomendada veo una convierte en sonrisa, como si a los dos se nos hub iera ocu-
mu la y un caballo, ambos t rabados. Los interpreto como una rrido orinar al m ismo t iempo en el m ismo s it io.
garantía y avan zo hacia ese pun to. Luego volvemos cam inando hacia el cam ino pedregoso.
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Coge de l suelo algún t ipo de menta y me da un rami llete. Su primaveral, los rajaran con cuchillos. Otro bidón, tumbado
frescura acre es como un sorbo de agua fría, más fría que la más abajo en el bancal, quedó inuti lizable. Un poco más
que contiene la regadera. Nos d irigimos hacia el caballo y la apartado en el mismo bancal hay un tocón retorc ido de olivo
mu la. El caball o, sin s illa, tiene un ronzal, pero no tiene ni que, a juzgar por su contorno, debía de tener varios cientos
riendas ni bocado. Quiere demostrarme algo más sorpren- de años, ta l vez mi l.
dente que una meada imaginaria. Monta e l caballo de un Hace ahora unas noches, d ice e l tío, lo derri baron con
brinco mientras su hermano apacigua a la mu la y casi al mo- una sie rra mecán ica.
mento está galopando sin camisa por el cam ino por el que Cito de nuevo a Mourid Barghout i: "Para e l palestino, el
llegué. El caball o tiene seis patas, cuatro propias y dos de su aceite de ol iva es el regalo del viajero, el consuelo de la novia,
jinete, y las manos del niño controlan las seis . Monta con la la recompensa del otoño, el orgul lo de la alacena y la riqueza
expe ri encia de varias vidas. Cuando vue lve sonríe y, por pri - de la fam ilia a lo largo de los s iglos".
mera vez, muestra t im idez. Encuentro más ta rde un poema de Zakaria Mohammed
Me reúno con Bah a y con los demás, que están a un kiló- que se titula El bocado. Hab la de un caballo neg ro s in ri endas
metro de distancia. Están hab lando con un hombre, que es el que t iene sangre en los labios. También junto al caballo de
tío del niño y que también está regando plantas que han sido Zaka ri a hay un niño pasmado po r la sangre.
trasp lantadas recientemente. El sol está descendiendo y la luz
¿Qué está mordiendo el caball o negro?
se transforma. La tierra marrón ama rillento, más oscura
pregunta é l,
donde ha sido regada, es ahora del color primario de todo el
¿qué es lo que muerde?
paisaje. Está apurando el resto del agua de un bidón de plás-
Muerde el caballo negro
t ico azul oscuro de 500 lit ros.
un bocado
La superficie del bidón azu l t iene 11 parches -como los
forjado de acero
que se usan para los pinchazos de las bicicletas, pero más
un bocado de memoria
grandes- que han s ido pegados cuidadosamente. El hombre
que mascar, un bocado
me explica que as í reparó el bidón después de que una noche
que mascar hasta la muerte.
una banda procedente de Halam ish, la colon ia de los tejados
rojos, sabiendo que los bidones estaban llenos de agua Si e l niño que me d io e l manojo de hierba de menta hub iera
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tenido s iete años más, no sería difíc il imag inar por qué se entre lo lejano y lo próximo. La d iferencia entre lo remoto y lo
un ió a Hamás, d ispuesto a sacrificar su vida. ce rcano es una d iferencia de escala, no de color, ni de tex-
tu ra, ni de precisión. Y esto afecta a la manera en que te
sitúas, influye en tu sensación de estar aquí. El te rritorio se
En lo que fue la res idenc ia de Arafat, en e l centro de Ramala, o rganiza a tu al rededo r en vez de plantarte cara. Es lo con-
e l peso de los escombros y de los forjados de hormigón des- t ra ri o de Arizona. En vez de llamarte, te recom ienda que no te
t rozados han adoptado una gravedad s imból ica. Pero no de marches jamás.
la clase que esperaban los mandatarios is rael íes. Destrozar la Y aquí estoy, una figura en un sueño que deb ieron de
Muqata con Arafat y su gente dentro fue para ellos una a lberga r a lgunos de m is ante pasados en Polon ia y en Ga litzia
demostrac ión de su humillación pública, del mismo modo y en e l Imperio austrohúngaro, y del que hablarían durante al
que en las hab itac iones privadas que registraron y saquearon, menos dos siglos. Y aqu í me identifico s in titubear con la
la salsa de tomate con la que untaron la ropa, los mueb les y causa justa y con el dolor de aque llos a los que e l Estado de
las pa redes era un av iso privado de lo que vendría después. Is rael (pri mos m íos) afl igen hasta un ext remo que es t rági-
Arafat sigue representando a los palestinos ta l vez más camente total itario .
fielmente que ningún otro líder re presenta a su pueblo. No de
una manera democ rática, sino t rágica. De ahí la gravedad .
Debido a los muchos erro res que cometió la OLP, con él a la Riad, que es maestro de ca rpi nte ría, ha ido a busca r sus d ibu-
cabeza, y deb ido a los equ ívocos de los estados árabes del jos para enseñármelos. Estamos sentados en el jardín de la
entorno, no le queda espacio para man iobrar polít icamente. casa de su padre. Su padre labra e l terreno de enfrente con su
Ha dejado de ser un líder pol ít ico, pero permanece aqu í desa- cabal lo blanco. Cuando vue lve, Riad trae los dibujos como s i
fiante. Nad ie le cree, pe ro muchos darían la vida por él. fue ran un arch ivo sacado de un ant icuado arch ivador metá-
¿Cómo es esto? Arafat, que ya no es un líder político, se ha lico. Cam ina despac io y las ga ll inas se apartan a su paso, aún
convertido en una colina de escomb ros, pero se t rata de una más despacio. Se sienta enfrente de m í y me va pasando los
colina de la pat ri a. d ibujos de uno en uno. Están d ibujados con un láp iz du ro,
Nunca hab ía visto una luz semejante. Desciende del cielo de memo ri a y con mucha paciencia. Trazo a trazo, po r la
de una manera extrañamente regular, puesto que no distingue noche, después de trabajar, hasta que las líneas negras se
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vuelven tan negr as com o él las quie re y las grise s qued an pla- día, la humillación de repre senta r el pape l de refug iado s en
tead as. Los dibu jos están hech os sobr e hoja s gran des de su prop ia patri a.
papel.
Todo el que cruz a debe pasa r a pie por el cont rol, en el que
El dibu jo de una jarra de agua . El retra to de su mad re. El
los sold ados , con las arma s carg adas y listas , eligen a quié n
dibu jo de una casa que fue destr uida , de vent anas que mira-
inspeccionar. No pued en pasa r vehículos. La carre tera tradi-
ban desd e habi tacio nes que ya no exist en.
cional ha sido destr uida . La nuev a ruta obligatoria está obs-
Cuan do apar to los dibu jos, un hom bre de más años • con
tacul izada por pedr usco s gran des, pied ras más pequ eñas y
su rostr o resis tente de camp esino , se dirige a mí. Parece que
otro s obje tos men ores . Todos, por tanto , inclu so los apto s,
sabe s de gallinas, me dice. Cuan do una gallina enfe rma, deja
tiene n que pasa r enco gido s.
de pone r huev os. Poco pued e hace rse. Sin emb argo , un día
A los anci anos y los enfe rmos los llevan en cajones de
se desp ierta sinti endo que se acer ca la Muerte. Se da cuen ta
mad era sobr e rued as unos jóve nes que se gana n así un pe-
de que va a mori r y ¿qué pasa ? Que emp ieza a pone r huev os
queñ o estip endi o (los cajo nes son de los utilizados en los
otra vez y nada la detie ne sino la mue rte. Noso tros som os
com o ellas. merc ados para trans porta r la verd ura). Entregan a cada pasa -
jero un cojín para amo rtigu ar los golp es. Escuchan lo que
cuen tan. Tien en las notic ias más fresc as. (Las barre ras cam-
bian a diario). Dan cons ejo, lame ntan las inco mod idad es y
Los pues tos de cont rol funcionan com o front eras interiores
están orgulloso s de la poca ayuda que pued an ofrecer. Son
impu estas en los Territorios Ocu pado s, pero no se pare cen a
tal vez lo que más se acer ca al coro en una trage dia.
ning ún pues to de front eras norm al. Están cons truid os y ges-
Algu nos de los que cruz an cam inan apoy ados en un bas-
tiona dos de tal man era que todo el que los cruz a es redu cido
tón Y otro s anda n con mule tas. Todo lo que norm alme nte
al rang o de refug iado inde sead o.
estar ía en el male tero de un vehículo ha de ser llevado a
No se pued e sube stim a r la impo rtanc ia que para cons e-
man o en fardo s o sobr e los hom bros . La long itud de un
guir el cont rol asfixiante del territorio tiene la esce nogr afía,
pues to fronterizo pued e variar de la noch e a la mañ ana de
ut ilizada com o reco rdato rio cons tante de quié nes son los
unos 300 metr os hast a un ki lóme tro y med io.
venc edor es y quié nes debe rían reco noce r que son los ven-
Las pare jas pale stina s, exce pto algu nas de jóve nes más
cido s. Los pale stino s han de sufrir, a men udo varias vece s al
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sofisticados, suelen observar en públ ico el decoro de una Me acerco a un joven y le d igo que quiero cambiar 100 euros.
cierta d istancia. En los puestos de control, las parejas de (Por esa cantidad se podría comprar en una de las tiendas de
todas las edades cruzan cogidos de la mano, buscando a objetos de oro una pulsera pequeña para una niña) . Consulta
cada paso dónde poner e l pie y calculando exactamente e l su calculadora de bolsillo y me da va ri os cientos de shekels .
paso adecuado para sortear encorvados los fus iles que les Sigo cam inando. Un muchacho experimentado que po-
apuntan, ni demasiado ráp ido ni demas iado lento, para no dría ser hermano de la niña imaginaria de la pulsera me quie-
despertar sospechas. El t itubeo puede provoca r el "juego" re vender chicle. Es de uno de los dos campos de refugiados
con el que los soldados al ivian su crónico aburrimiento. de Rama la. Lo compro. También vende fundas de plástico
pa ra las tarjetas de identidad de la cartera. Su mueca intenta
sugerir que le compre todo el chicle que tiene, cosa que hago.
El resentim iento de la mayoría (no de todos) de los soldados Media hora después estoy en el mercado de verduras. Un
is rael íes es peculiar. Tiene poco que ver con la crueldad que hombre está vend iendo cabezas de ajos de l tamaño de una
describe y lamenta Eurípides, pues aquí e l enfrentamiento no bombilla. Hay mucha gente muy apretada. Alguien me da una
t iene lugar entre iguales, sino entre los todopoderosos y los palmada en e l hombro. Me doy la vuelta. Es el joven que me
aparentemente impotentes. Este poder de los poderosos ha cambiado d inero. Te di 50 shekels de menos, me d ice,
viene acompañado, sin embargo, de una frust rac ión furiosa: tóma los. Cojo los cinco billetes de d iez. Ha s ido fác il encon-
e l descubrimiento de que, a pesar de sus armas, el poder trarte, añade. Le doy las gracias.
t iene un límite inexpl icable. La expresión de sus ojos a l m irarme me recuerda a una
anc iana que conocí el d ía anterior. Una expresión de atenc ión
intensa al momento. Calma y considerada, como s i pud iera
Qu iero cambiar euros por shekels (los palestinos no tienen ser el último momento.
d ivisa propia) y camino por la calle principa l pasando por de-
El cambista se da entonces la vuelta y com ienza el largo ca-
lante de muchas tiendas pequeñas y ocasionalmente por de-
mino hacia su silla.
lante de un hom bre sentado en una si lla donde hubo una
Conocí a esa anciana en el pueblo de Kobar. La casa e ra
acera hasta que los tanques invadieron e l territorio . En sus
de cemento, s in te rmina r y casi vacía. En las paredes de l
manos muestran estos homb res fajos de billetes de banco.
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salón desn udo había fotos enm arca das de su sobrino, Ma-
rwan Barghou ti. Marw an niño, de adol esce nte, a los 40 años.
Un cuen co de latón que se llama Copa del Temor. Grab ado
Hoy está en una cárcel israelí. Si sobrevive, será uno de los
con moti vos geom étric os de filigran a y unos ve rsos del
poco s líder es de Fatah con el que será nece sario cons ultar
Corán disp uest os en forma de flor. Lo llenas de agua y lo
cualq uier acue rdo de paz que teng a solidez.
deja s a la intem perie bajo las estre llas noct urna s. Luego
Mien tras bebíamo s zum o de limó n y la tía hacía café, sus
bebe s el agua mien tras reza s para que te alivie el dolo r y te
nieto s salieron al jardín: dos niño s de alred edor de siete Y
cure . Para muc has enfe rmed ades , la Copa del Tem or es evi-
nuev e años . El más joven se llam aba Patria y el mayo r Luch a.
dent emen te men os efica z que un a tand a de antib ióticos. Pe ro
Corrían en toda s las direcciones y de repe nte se dete nían
un cuen co de agua que ha refle jado el tiem po de las estrellas,
mi ránd ose fijam ente el uno al otro, com o si cada uno de
la mism a agua de la qu e todo ser viviente está hech o, com o
ellos se ocultara detrá s de algo y se asom ara para ver si el
dice el Corán, es capa z de ayud arte a resistir la dom inac ión ...
otro lo había visto. Desp ués volvían a corre r hacia otro
esco ndite invisi ble. Un jueg o que hab ían inventado ellos y al
que juga ban a men udo.
Dos sem anas desp ués de habe r deja do Ramala, estoy en
El terce r niño tenía cuat ro años. Tenía en la cara man chas
Finis tere, al noro este de Fran cia, m irando al ma r. La dife-
rojas y blan cas com o las de un paya so y, com o un payaso, se
renc ia de clim a y de vege tació n no pued e ser mayor. Lo único
man tenía apar te, refl exivo, chist oso, inseg uro sobre cuán do
en com ún es la abun dan cia de za rzas: toot il alliq . La costa de
se le pasa ría. Tenía saram pión y sabía que no debí a acer carse
Finistere es verd e de helechos, hast a llegar a las rocas . Y está
a las visitas.
rota en incon table s islot es por el imp acto del océa no, qu e
Cuan do llegó el mom ento de desp edirnos, la tía me es-
cam bia de color cada med ia hora . A la costa occid ental de
trech ó la man o y vi en sus ojos la mism a expresión de aten-
Europa, desd e Cornualles hast a Galicia, se le ha dado el nom -
ción al mom ento .
bre de Fin de la Tierra. La t ierra termi na aquí con helec hos e
Cuan do dos pers onas pone n un man tel sobr e la mesa , se
islot es com o pedr usco s.
miran la un a a la otra, aten tas a la colocación del man tel.
He veni do a ver el mon ume nto más ant iguo cons truid o
Imag ínate que la mes a es el mun do y el man tel las vidas de
en el mun do, i.oo o años ante s que las pi rámi des más tem-
aque llos qu e hem os de salvar. Esa era la expresión .
pran as. Tam bién este fue cons truid o com o mon ume nto
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funerario. Lo que veo en Eqba l es un montón de piedras. Las las pied ras reducidas a gravilla.
guías lo llaman un túmu lo. Los arqueólogos han deduc ido que cada una de las partes
Sin embargo, es mucho más que un túmu lo; es una del barco, en las dos ocasiones, fue construida en unos
escultura altamente art iculada. Cada 40 centímetros de l pocos meses. Y esto, dado e l trabajo que suponía, imp lica
monumento ha sido, como s i d ijéramos, inscrito a mano. que una comun idad entera de va ri os cientos de pe rsonas tra-
Tiene más de 70 metros de largo, unos 25 de ancho y ocho o bajó para hacer la construcción.
d iez de altura, y en cada d irección cada piedra se une a la s i- La mayoría de las piedras son de l tamaño y de l peso de lo
guiente con intención, como s i las piedras fuesen palabras que un hombre fuerte puede llevar en brazos. Hay también
escritas a mano. pied ras más pequeñas, algunas del tamaño de un puño, para
Imagínate la cubierta de un barco. Se d irige al noreste rellenar los espacios que s iemp re quedaban vac íos en el ajus-
pa ra salir de la bahía de Morlaix y girar después hac ia el te perfecto de las más grandes.
oeste, hacia América. Este barco, con su proa homérica (la le- Las cubiertas de l barco son lisas, no están adoquinadas.
yenda local dice que Ulises pasó por aqu í camino de Cork), Y hay también algunos megalitos, más altos que un hombre,
está hecho de piedra y está, naturalmente, casado con la tie- ut ilizados como dinteles sobre las entradas a los pasillos o, a
rra. veces, como cubiertas planas de las cámaras abovedadas. En
De acuerdo con los datos del carbono, fue construido la cubierta inferior, 22 pasad izos de piedra seca, orientados
hace al menos 6.ooo años, en dos momentos diferentes . Pri- de babor a estribor, conducen hasta 11 cámaras abovedadas
mero se hizo la popa, con esas piedras de dole rita, verde y en las que se colocaban los muertos.
metamórfica, que abundan bajo los he lechos en esta costa de Reco rro uno de estos pasad izos, que es como una frase
t ierra ácida. Un s iglo o dos después se le añad ió la proa, que conduce hasta un centro, y aqu í, en el santuario semides-
hecha principalmente de un granito de color de avena que tru ido, observo las piedras, que parecen ménsu las protube-
procede de la pequeña is la de Sterec. rantes. Son idént icas a los millones de piedras que hay en las
Hubo una tercera const rucción, que puede haber s ido un playas de esta costa, excepto que aqu í hablan elocuentemente
segundo barco de los muertos, pero fue destruida en la dé- debido a su dispos ición .
cada de i950, cuando el luga r entero, que había quedado cu- Tal vez el caos tenga sus razones, pero el caos es mudo.
bierto de tierra y de vegetación, fue explotado como cantera y De la capacidad humana de dis poner, de colocar, proceden el
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lenguaje y la comun icación. La palabra inglesa place es un
ve rbo {'colocar', 'd isponer', ' locali za r') y un nombre (' lugar', 1 Fanon, Frantz, Les Damnés de la Terre, Éditions Mas-
'sit io'). La ca pac idad pa ra disponer y la capacidad para reco- pero, París, 1961 (vers ión castellana: Los condenados de la
noce r y nombrar un luga r. ¿Acaso no son inse parables las tierra, Txalaparta, Tafalla, 1999) [N. del Ed.J.
dos en su origen de la necesidad de respeta r y defender a los
muertos?
Se me ocurre una extraña compa rac ión . Lo que inspiró a
cientos de personas a trabajar juntos durante va ri os meses
pa ra construir este barco de pied ra, tal vez esté muy cerca de
lo que inspira a los muchachos pa lestinos que ti ran piedras
cont ra los tanques de un ejército de ocupación.
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Mientras tanto tiempos todo está codificado.
Así que me pregunto si existen otras medidas, tampoco
En una de sus conferencias recientes sobre poesía, la maravi-
codificadas, pero precisas, mediante las que calculamos otras
llosa poeta estadounidense Adrienne Rich observaba lo si-
cosas. Como la cantidad de libertad circunstancial presente
guiente: "Este año, un informe de la Oficina de Estadística
en una determinada situación, su monto total y sus límites
Jurídica ha observado que uno de cada 136 res identes en
exactos. Los presos son expertos en esto. Desarrollan una
Estados Unidos está entre rejas, muchos de ellos sin sen-
especial sensibilidad con respecto a la libertad, no como
tencia firme".1
principio, sino como estructura granula r. Localizan frag-
En la misma conferencia citaba al poeta griego Yan nis Ri-
mentos de libertad de manera casi inmediata cada vez que se
tsos:
dan.

Se había demorado en el campo la última golondrina, se


balanceaba en el aire como una cinta negra en la manga
del otoño. En un día normal, cuando no sucede nada y las crisis que se

No quedaba nada más. Solo las casas quemadas, que se- anuncian a cada momento son las que ya conocemos - y los

guían humeando. 2 políticos declaran una vez más que sin ellos sucedería una
catástrofe- la gente se cruza miradas, y algunas de estas
miradas buscan confirmar si los demás ven lo mismo que
ellos cuando se dicen "¡así es la vida!".
Levanté el auricu lar y supe al instante que se trataba de una
llamada inesperada tuya, que me llamabas desde tu piso en la A menudo sí que ven la misma cosa, y en esta percepción

Vía Paolo Sarpi. (Dos días después de que se publicasen los comparten un tipo de solidaridad que es previa al inter-
cambio de más información.
resultados de las elecciones y del retorno de Silvio Berlus-
coni.) La velocidad a la que identificamos una súbita voz Busco palabras para describir el período de la historia que

conocida es consoladora, pero también misteriosa. Porque estamos viviendo. Decir que no tiene precedentes es poco
decir, pues todo período carece de precedentes desde el prin-
las medidas, las unidades que utilizamos para calcular la dife-
cipio de la historia.
rencia clara que existe entre una voz y otra, no están formu-
No busco una defin ición compleja; hay muchos
ladas y no tienen nomb re. No tienen código. En estos
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pensadores, como Zygmunt Bauman, que han asumido esta jaula y de la mazmorra. Lo que caracteriza a la cárcel es e l nú-
tarea. No busco nada más que una imagen figurativa que mero de presos que es capaz de contener; y tamb ién la vigi-
sirva como baliza, una baliza no se expl ica plenamente a sí lancia constante a la que puede someterlos a todos gracias a l
m isma, pero que ofrece un punto de referenc ia que puede mode lo del Panóptico ta l como lo concibió Jeremy Bentham,
compartirse. En esto las ba li zas se parecen a los supuestos qu ien introdujo en la ética el principio de la responsabilidad
tácitos que contienen los refranes. S in balizas se corre e l penal.
enorme riesgo de girar en círculos vic iosos. La responsabilidad penal exige que todo intercamb io sea
registrado. De ah í los muros circulares de la cárcel con las
celdas o rdenadas en torno a un punto de vigilanc ia situado
La bal iza que he encontrado es la cá rcel. Nada menos. Todo en el centro. Bentham, qu ien fue tutor de John Stuart Mili a
e l planeta es una prisión en la que vivimos. comienzos del siglo X IX, fue el principa l defensor utilitarista
Cuando se la escribe o se la pronuncia en pantallas, la del capital ismo industria l.
palabra nosotros se ha vuelto sospechosa, pues quienes tie- Hoy, en la era de la globalizac ión, el mundo está dom i-
nen el poder la usan demagógicamente para afirmar que tam- nado, no por el capita l industrial, sino por el capita l finan -
bién hab lan para aquel los a quienes se les niega el poder. Y ciero, y los dogmas que definen la cri m inal idad y la lógica de l
se refieren a nosotros como ellos. El los viven en una cárcel. encarcelamiento han cambiado rad icalmente. Las cá rceles s i-
¿Qué tipo de cárcel? ¿Cómo está construida? ¿Dónde guen existiendo y cada día se construyen más, pero sus
está? ¿O es que solo estoy utilizando la palabra figurati- muros t ienen un objetivo dife rente. Lo que constituye un
vamente? ámb ito penitenciario ha sufrido una transformación.
No, no es una metáfora, el encarcelam iento es rea l, pero
pa ra describirlo es necesario pensar histó ri camente.
M ichel Foucault ha revelado gráficamente el modo en que Hace 20 años, Ne ll a Bielski y yo escribimos A Question of
la prisión es un invento de fina les de l siglo XV I 11 y de prin- Geography, una obra de teatro sobre el gulag. En el segundo
cipios de l XIX relac ionado íntimamente con la producción acto, un zek (un preso polít ico) habla con un n iño que acaba
industria l, con sus fábricas y con su fi losofía utilitaria. Hasta de llegar sobre la elección, sobre los límites de lo que puede
entonces, había habido pris iones que eran extensiones de la e legirse en un campo de t rabajo:
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Cuando vue lves a rast ras después de un d ía de trabajo en delincuentes, fueron reduc idos a mano de obra esclava. Hoy
la taiga, cuando te traen de vue lta en formac ión, med io d ía son mi llones los trabajadores que son reducidos a la cate-
muerto de cansancio y de hambre, te dan tu ración de goría de de lincuentes.
sopa y de pan. Con la sopa no tienes e lección: hay que to- La identificación de l gu lag de los de lincuentes con la
marla caliente o a l menos temp lada. Con los 400 gramos mano de obra esclava ha s ido reesc rita por e l neol iberalismo
de pan puedes e legir. Puedes, por ejemplo, corta rl os en pa ra que sign ifique: "trabajado r = de lincuente ocu lto". Todo
tres troc itos, uno para comértelo ahora con la sopa, otro e l d rama de la em igrac ión global se exp resa en esta nueva
para chupa rl o an tes de irte a do rmir en la litera, y guardar fórmu la: los que trabajan son del incuentes latentes. Cuando
el tercero hasta las d iez de la mañana s igu iente, cuando se les acusa se descubre que son culpables de intentar sobre-
estés t rabajando en la taiga y s ientes el vacío en e l estó- vivir a toda costa.
mago como si fuera una piedra. 1S m illones de mujeres y hombres mex icanos trabajan en
Vacías una carretilla llena de piedras. En re lación con Estados Un idos sin papeles y son, por tanto, ilegales. Se está
arrast rar la ca rretilla hasta su destino no t ienes elección construyendo un mu ro de horm igón de 1 .200 kilómetros y un
posible. Pero ahora que está vac ía s í que puedes e legir. muro "virtual" de 1.800 torres de vigi lancia a lo largo de la
Puedes volver con la carretilla en la posición en que la tra- frontera entre Estados U nidos y Méx ico. Pero se encontra rán
jiste o, si eres listo, y la supervivencia te espabi la, la llevas maneras de cruza rlos, todas e llas peligrosas, claro está.
as í, casi vertica l. Si eliges esta segunda manera, les das a Entre el capitalismo indust ri al, que depende de las fábri-
tus brazos un descanso. Si eres un zek y te haces capataz, cas y de la manufactura, y e l capita lismo financiero, que de-
puedes elegir entre jugar a ser ca rcele ro y no o lvidarte pende de la especulación en e l mercado libre y de los agentes
nunca de que eres un zek.3 que actúan med iante empresas subsidiarias, la zona de en-
carcelam iento ha cambiado 50 veces más que la suma de los
El gulag ya no existe. Sin embargo, hay m illones de personas inte rcambios comercia les. La cárcel es ahora tan grande
que trabajan en cond iciones que apenas son diferentes. Lo
como el planeta, y las zonas que se le as ignan va rían: pueden
que ha cambiado es la lóg ica forense que se ap lica a los
llamarse lugar de trabajo, campo de refugiados, zona comer-
trabajadores y a los del incuentes.
cial, perife ri a, gueto, edific io de oficinas, fave la, urbanización.
Du rante el gulag, los presos polít icos, defin idos como
Lo esencia l es que qu ienes están enca rcelados en estas zonas
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son compañe ros de prisión . reduzca o aumente; y, en segundo lugar, porque calcu la rl o
supone enfrentarse al hecho de que constituyen la mayoría de
qu ienes viven sobre la faz de la tierra, y reconocerlo se ría caer
Estamos en la pri me ra semana de mayo y en las laderas y en en e l absurdo más abso luto.
las montañas, por las aven idas y junto a las verjas de l hem is-
fe ri o norte, a la mayoría de los árboles les están saliendo las
hojas. No solo son todas sus va ri edades de verde d iferentes, ¿Te has dado cuenta de que cada vez es más d ifícil ab ri r el
sino que la gente tamb ién tiene la impres ión de que cada hoja envoltorio de los pequeños objetos de consumo? Algo pa re-
es dife rente, as í que se enfrentan a m iles de m illones; no, no cido ha sucedido con las vidas de quienes tienen un trabajo
miles de mi llones (la exp resión ha s ido corrompida po r los remunerado. Qu ienes tienen un empleo legal y no son pobres
dó lares), se enfrentan a una va ri edad infinita de hojas nuevas. viven en un espacio muy reduc ido, que cada vez les perm ite
Para los presos, los pequeños s ignos visibles de la conti- menos ca pac idad de elección, a excepción de la sempite rna
nu idad de la natu ra leza s iemp re han constitu ido un apoyo se- e lección bina ri a ent re la obediencia y la desobed iencia. Sus
creto. ho ra ri os de trabajo, su lugar de res idenc ia, su experiencia y
sus capacidades, su salud, el futuro de sus h ijos, todo lo que
t rasc iende su func ión como empleados debe ocupa r un pe-
Hoy d ía el objetivo de la mayo r parte de los mu ros (de hor- queño lugar su bord inado a las exigencias enormes e imp revi-
migón, e lect rón icos, patrul lados o resultado de un inte rro- sibles de l beneficio económ ico. Es más, a esta rígida regla
gatorio po li cial) no es encerra r a los presos y corregirlos, general se la denom ina flexibilidad. En la cárcel las palabras
sino mantenerlos fuera y excluirlos. operan a l revés.
La mayo ría de los exclu idos son anónimos; de ahí la La presión a la rmante de las condiciones extremas de t ra-
obsesión de las fuerzas de seguridad con la iden tidad. Y son bajo ha obl igado recientemente a los juzgados japoneses a
tamb ién innumerab les. Por dos razones. En primer lugar, reconocer y a defin ir una catego ría forense : "muerte debida al
po rque su número no deja de fluctuar; cada hamb runa, cada exceso de trabajo".
desastre natura l o cada intervenc ión m ilitar (lo que hoy lla- Ningún otro s istema es posible, se les dice a los traba-
man mantenimiento del orden) hace que su mu ltitud se jadores remune rados. No existe alternativa. Súbete al
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asce nsor . El asce nsor es una celda muy pequ eña.
En algún luga r de la prisión me fijo en una niña de cinco
Obs erva la estru ctu ra de pode r del mun do circundan te Y
años que está recib iend o una lección de natac ión en una pis-
cóm o funci ona su auto ridad . Toda s las tiran ías esta blece n Y
cina cu bierta mun icipa l. Lleva un baña do r azul marino. Ya
mejo ran su conj unto cara cterístico de mod os de cont ro l. Este
sabe nadar, pero toda vía no tiene la conf ianza suficiente para
es el moti vo por el que a men udo, al princ ipio, no se los
nada r sola sin otro apoyo . La profe sora la lleva hacia la zona
reco noce com o los despiada dos mod os de cont rol que ver-
prof unda de la piscina. La niña va a salta r al agua aga rrada a
dade rame nte son.
una vara larga que sosti ene la profe so ra. Es una man era de
Los pode res com ercia les qu e dom inan el mun do afirm an
supe rar su m iedo al agua . Ayer hicieron lo mism o.
que son inev itabl emen te más fuertes que cualquier Esta do
Hoy la profe sora quie re que la niña salte sin aga rrars e a la
nació n. Esta afirm ación resu lta corro bo rada cada minu to.
va ra. ¡Una, dos, y tres! La niña salta, pe ro en el últ imo mo-
Desd e una llam ada telefónica no solic itada que inte nta con-
men to coge la vara. Ning una de las dos dice nada . Inter-
ven certe de que com pres un segu ro de salud privada o un
camb ian una lejan a sonr isa, la de la niña desc arad a, la de la
plan de pens ione s hasta el ultim átum más recie nte de la Or-
profe sora pacie nte.
gani zació n Mundial de Com ercio.
La niña sale de la piscina por la esca lerilla y vue lve a acer-
El res ultad o es que la mayo ría de los gobi erno s no gobier-
cars e al bord e. ¡Otra vez!, sisea . Salta con las man os en los
nan. Un gobi erno no orien ta a sus ciud adan os hacia el des-
costa dos, sin agar rarse a nad a. Cuan do vuelve a la superficie ,
tino elegido. La palab ra "horizon te'', con su prom esa es pe-
la punt a de la va ra está dela nte de su nariz, pero la niña da
ranz ada de un futu ro dese ado, ha desa pare cido del discu rso
dos braz adas hast a la escalerilla sin tocar la.
político, tanto de dere chas com o de izquierda s. Lo ún ico que
¿Estoy prop o nien do que la niña del ba ñado r azu l mari no y
qu eda por deb atir es cóm o se mide lo que existe. Las encu es-
la prof esora de natac ión e n chan clas están pres as? Es indu -
tas de opin ión supl en el lider azgo y sustituye n al dese o.
dable que en el mom ento en el que la niña saltó s in la vara
La mayo ría de los go biern os apris can en luga r de dirigir.
ning una de las dos estab a en la cárcel. Pe ro si pien so, sin
(En el argo t carce lario de Esta dos Unid os, "pas tor" es una de
emb argo, en el porvenir de amb as, o miro atrás en el tiem po,
las mu chas palab ras que se emp lean pa ra referi rse a los
me temo que, a pesa r de lo que desc ribo, las dos co rren peli-
carce leros .)
gro de conv ertir se, o de volv erse a co nver tir, en pres as.
En el siglo xv1 11, el enca rcela mi ento prolo ngad o se defi nía
.'
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como un castigo de "muerte civil". Tres s iglos después los
gob iernos imponen -med iante la ley, la fuerza, la amenaza
El sistema carcela ri o opera gracias al ciberespacio. El ciberes-
económ ica y su ru ido mediático- reg ímenes masivos de
pacio le proporciona al mercado una ve locidad de inter-
muerte civi l.
cambio casi instantánea que se uti li za día y noche en todo el
mundo para e l comercio . La tiran ía de l mercado obtiene de
esta ve locidad su li cencia extraterritoria l. Sin embargo, esta
¿Acaso no era antaño vivir bajo una tiranía una forma de en-
velocidad tiene un efecto patológico sobre sus usuarios: los
carcelam iento? No en el sentido que describo. Lo que se vive
anestesia. Suceda lo que suceda, "nunca pasa nada".
hoy es nuevo por su re lac ión con el espacio.
La ve locidad no deja espacio para e l do lor; ta l vez s í para
los anunc ios de l dolor, pero no para sufri rl o. La cond ición
Es aqu í donde el pensam iento de Zygmunt Bauman resu lta
esclarecedor. Bauman muestra que los poderes comerciales humana queda abol ida, por lo tanto, exclu ida de aquellos que

corporativos que ahora dirigen e l mundo ya no son territo- operan e l s istema. Están solos porque no t ienen corazón.
Antaño los tiranos eran despiadados e inacces ibles, pero
ria les; es dec ir, están " libres de restricciones territoriales, las
restricciones de lo local". Son perpetuamente remotos, anó- eran prójimos sujetos al do lor. Esto ya no es as í, y en esto re-

nimos, y, por ello, nunca tienen responsabilidad por las side la probable deb ilidad de l s istema.

consecuencias fís icas, territoriales, de sus actos. Cita al presi-


Se abren las altas puertas
dente de l Banco Federal a lemán, Hans Tietmeyer: "El desafío
y estamos en el patio de la cárcel
hoy es crear las cond iciones favorab les para la confianza de
en una nueva estación.4
los inversores". La prioridad suprema.
Siguiendo esta orientación, la tarea as ignada a los obe- Son (somos) compañeros de cárcel. Este reconocim iento,
d ientes gobiernos nac ionales es e l control de las poblaciones sea cual sea e l tono de voz en que se man ifieste, contiene un
del mundo, que consisten en productores, consum idores y recha zo. En la cárcel, más que en ningún otro lugar, se cal-
los pobres marginados. cula y se espera el futuro como a lgo completamente opuesto
El planeta es una cárcel y los obed ientes gobiernos, de a l presente. El encarcelado nunca acepta el presente como
derechas o de izqu ierdas, son sus pastores. a lgo defin itivo.
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Mientras tanto, ¿cómo hemos de v1v1r este presente? vocabu lario, con e l que piensan. Mu chas palab ras son secre-
¿Qué conclusiones hemos de extraer? ¿Qué decisiones tas y otras son locales, con infin itas variantes. Palabras y fra-
tomar? ¿Cómo actuar? Tengo unas orientaciones que ofrecer, ses pequeñas, pequeñas pero que contienen un mundo: Te
ahora que hemos decid ido el punto de referenc ia. voy a enseñar cómo, pajarillo, algo pasa en el ala B, murió por
A este lado de los muros se presta o ído a la experiencia, nosotros, toma esta rulita, al toro, y así ...
no hay experiencia que se considere obsoleta. Aquí la supervi- Entre los presos hay conflictos, a veces violentos. Todo
vencia se respeta y es un lugar común que la supervivenc ia preso está privado de todo, pero hay grados de privación y
depende a menudo de la sol idaridad entre pri sioneros. Las las d iferencias provocan la envidia. A este lado de los muros
autoridades lo saben, y po r el lo uti lizan el confinamiento soli- la vida va le poco. La propia anonim ia de la tiranía globa l fo-
tario, bien físico o med iante el ruido med iático que aísla las menta la búsqueda de cabezas de turco, la búsqueda de ene-
vidas pe rsonales de la historia, de la herenc ia, de la tie rra y, migos inmed iatamente identificables entre los presos. Las
sobre todo, de un futuro común. celdas asfix iantes se convierten entonces en un man icom io.
Ignora lo que dicen los carceleros. Ex isten, claro está, los Los pobres atacan a los pobres, los invad idos roban a los
carceleros ma lvados y los menos ma lvados. En ciertas cir- invadidos. No hay que idea li za r a los presos.
cunstancias resulta út il dist ingu ir la d iferencia. Pero lo que Sin idea lización, lim ítate a fi jarte en lo que comparten
d icen, incluso lo que d icen los menos ma lvados, son pam- (que consiste en su sufrimiento innecesario, su capacidad
plinas. Sus himnos, sus fetiches, sus palabras mágicas, segu- pa ra aguantar, su astucia), más importante, más reve lado r,
ridad, democracia, identidad, civilización, flexibilidad, produc- que lo que los separa. Y de aqu í nacen nuevas fo rmas de so-
tividad, derechos humanos, integración, terrorismo, libertad, se lidaridad . Las nuevas solidaridades empiezan por el recono-
rep iten para confund ir, divid ir, deso ri enta r y sedar a los pri - cimiento de las d iferencias mutuas y de la mu lt iplicidad. ¡Así
sioneros. A este lado de los muros, lo que dicen los carce- que así es la vida! Una solidaridad, no de masas sino de in-
leros no tiene ningún sentido y sus palabras ya no sirven ni terconexiones, mucho más aprop iada a las condiciones de la
pa ra pensar. No aclaran nada. Recháza las incluso cuando cárcel.
piensas tú solo en silencio.

Como contraste, los prisioneros tienen su propio


Las autoridades hacen todo lo que pueden pa ra mantener
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sistemáticamente des informados a los presos sobre lo que colocan codo con codo con los muertos.
está sucediendo en otras partes de la cárcel mund ia l. No Haciéndolo, vuelven a descubrir pequeños dones, e¡em-
adoctrinan en el sentido agresivo de la palab ra. El adoctri- plos de va lentía, una rosa solitaria en una cocina en la que no
nam iento queda reservado pa ra entrena r a la pequeña é li te de hay qué comer, do lores indelebles, la natura leza incansable
agentes y expertos comerciales y d irectivos. Para e l conjunto de las madres, la ri sa, e l apoyo mutuo, e l silencio, la resis-
de la poblac ión presa, el objetivo no es activarlos, sino tencia creciente, e l sacrificio voluntario, más risa ...
mantenerlos en un estado de incertidumbre pasiva que les re- Los mensajes son escuetos, pe ro se extienden en la sole-
cue rde implacablemente que no hay nada en la vida sino el dad de sus (nuestras) noches.
riesgo y que el mundo es un lugar poco seguro. La pauta defin itiva no es táctica s ino estratégica.
El hecho de que los ti ranos del mundo sean extraterri -
Esto se hace med iante info rmación cu idadosamente selec-
toriales explica el alcance de su poder de supervisión, pero
cionada, con des información, comentarios, rumores, fic-
tamb ién es un ind icio de una debilidad ven idera. Ope ran en
ciones. En la medida en que la operación t iene éxito, propone
e l ciberespacio y residen en urbanizaciones cerradas y vigi-
y mantiene una pa radoja aluc inatoria, pues consigue que toda
ladas. No saben nada del mundo circundante. Es más, des-
la poblac ión enca rcelada crea que la prioridad de cada uno es
deñan este saber y lo consideran supe rfic ial, no profundo. Lo
lograr acuerdos para su protección individual y consegu ir de
ún ico que cuenta es la extracción de recursos. No saben
a lgún modo, aunque estén en la cárcel, su exención del des-
escucha r la t ierra. Sobre el terreno están ciegos. Respecto a lo
t ino común. Esta imagen de la human idad transm itida me-
local, perdidos.
d iante una vis ión del mundo en verdad no tiene precedentes.
Para los presos la situación es la contraria. Las celdas t ie-
La human idad se presenta como cobarde; solo los que ganan
nen muros que se tocan po r todo el mundo. Los actos efi-
son va lientes. Y además no hay dones; solo prem ios.
caces de resistenc ia sostenida se incrustan en lo local, cerca
Los presos siempre han encont rado maneras de comun i-
y lejos. Resistencia interior, escuchando la tierra.
carse. En la cá rcel global de hoy, el ciberespacio puede usa r-
Poco a poco se empieza a encontrar la libertad, no fue ra,
se en con tra de los intereses de qu ienes lo instituc io-
sino en las profund idades de la cárcel.
na lizaron . Así, los presos se informan de lo que hace el
mundo a d iario y continúan las historias del pasado y se
.••
.•
••
No solo reconocí inmediatamente tu voz, que me hab laba
desde tu piso en la Via Paolo Sarpi, sino que adiviné, gracias l Rich, Ad rienne, Poetry and Commitment, W. W. Norton
a tu voz, cómo estabas. Sentí tu exasperación, o más bien, & Co., Londres, 2007.
una resistencia exasperada combinada -y esto es tan típica- 2 Yannis Ritsos, Romiosyne, en Romiosyne, seguido de La
mente tuyo- con los pasos veloces de nuestra próxima señora de las viñas, Pre-Textos, Valencia, 201 4 . Traducido del
expectativa. griego por loanna Nicolaidou.
3 Berger, John y Bielski, Nella, A Question of Geography,
Faber & Faber, Londres, 1987.
~ Transtromer, Tomas, Fiingelse: nio haikudikter frtin Hii-
1/by ungdomsfangelse, Ed. Edda, Estocolmo, 1959.
.' •
.' •
Procedencia de los textos RAPHAEL Y LAS " D EMANDAS DEL ARTE"
"Revolutionary Undoing: On Max Raphael's The Demands of
CRACOVIA
Art", reseña publicada en el semanario New Society, núm. 13,
"Krakow", publicado en Here Is Where We Meet, Bloomsbury,
Lond res, 1969; y bajo el título "Revolutiona ry Undoing", en
Londres, 2005 (versión castellana: "Cracovia", e n Aquí nos
Selected Essays and Articles: The Look of Things, Penguin, Lon-
vemos, Alfaguara, Madrid, 2005).
dres, 1972 (versión castellana: "Disolución revolucionaria",

COGER UN PAP EL Y DIBUJAR en La apariencia de las cosas. Ensayos y artículos escogidos,


Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2014).
"To Take Paper, to Draw", publicado bajo el título ''To Take
Pape r, to Draw. A World through lines" en Harper's
WALTER B ENJAM 1N : ANTI C UARIO Y REVOLU -
Magazine, Nueva York, septiembre de 1987, y bajo el título
CIONARIO
" Drawing on Paper" en Berger on Drawing, Occasional Press,
"Walter Benjamín: Antiquarian and Revolutionary'', publicado
Cork, 2007 (versión castellana: "Dibujo en papel'', en Sobre el bajo el título "Antiquarian and Revolutionary" en el semanario
dibujo, Ed itoria l Gustavo Gi lí, Barcelona, 2014).
New Society, Londres, 18 de junio de 1970; y bajo el título de
LA BASE DE TODA PINTURA Y TODA ESCULTURA ES
"Walter Benjamín" en The Look of Things, op. cit. (versión
castellana: "Walter Benjamín", en La apariencia de las cosas,
EL DIBUJO
"The Basis of All Painting and Sculpture is Drawing'', pu bli- op. cit.)

cado en Permanent Red: Essays in Seeing (1960), Writers a nd


EL NARRADOR
Readers Pub. Cooperative, Londres, 1979, y bajo el títu lo
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LA TERCERA SEMANA DE AGOSTO DE 1991


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DIEZ COMUNICADOS RELATIVOS AL LUGAR (JUNIO


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PIEDRAS (PALESTINA, JUNIO DE 2003)


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