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COMENTARIO PELÍCULA: UNA JORNADA PARTICULAR (1977)

Se trata de una película italiana, del año 1977, que retrata lo ocurrido en Roma el 6 de mayo de 1938,
día en el cual se realiza un desfile en honor a la visita de Hitler. Bajo este contexto, se cuenta la historia de lo
que viven, ese día, un par de vecinos de un edificio que no asisten al evento: Antonietta, por un lado, encarna
a una ama de casa, madre de 6 hijos y esposa de un funcionario público, dedicada a labores domésticas, que,
de hecho, la mantienen en el hogar familiar en dicha jornada. Por el otro, Gabriele, ex locutor de una radio
estatal, recientemente despedido por, en sus palabras “tener conductas desviadas”. En el primer caso, una
obediente mujer que vive y se apropia de los valores fascistas italianos, y por el otro, un subversivo frente al
régimen. Entre ambos, y gracias al escape de Rosmunda, un ave parlanchina, se produce una especie de
relación afectiva muy especial, que intentaré retratar en función de algunos humildes análisis.

I. La conjunción de lo público y lo privado:

Al comenzar el film, las primeras imágenes son, nada menos que grabaciones originales del encuentro del
Führer y el Duce, acompañados del relato original de las radios de la época, que, con orgullo, retrataban para
su audiencia, la importancia de la nueva alianza formada entre ambos países que, para la Segunda Guerra
Mundial, conformarían el bloque del Eje. Gracias al nacionalismo exacerbado de la portera bigotuda del
edificio, el audio del desfile nos acompaña a lo largo de toda la película. A simple vista, la voz de fondo parece
no ser central para la trama relacional de nuestros personajes principales, así como demostrar una lejanía, algo
así como un mundo distinto, entre lo sucedido en el desfile y lo acontecido entre los vecinos; sin embargo, es
dicha voz la que nos recuerda que es precisamente lo particular del suceso nacional lo que configura, no sólo
el propio encuentro, sino también lo esencial de la, llamémosla “caricatura”, que representan ambos
protagónicos.
Empecemos por Antonietta: como ya mencioné, dueña de casa, relegada al rol de madre y esposa. De
forma tradicional, es ella quien prepara a sus seis hijos para asistir al desfile junto con el padre de éstos, que
no hace más que quejarse de aquello que su mujer no hizo. Ella, sin mayor elección, se queda en el hogar
familiar, abnegada a las labores domésticas del caos familiar mañanero. Y esta es la tónica en aquella mujer:
parece no tener elección, presa de discursos que no le pertenecen. Esposa de funcionario público de bajo
rango, su vida se configura en función de aquel marido que decide por Antonietta, fiel a la patria, pero no a
ella. Para la mujer, un buen hombre no puede ser antifascista, con un ideal puesto en Mussolini, el único otro
permitido en su vida: se esmera en confeccionarle un álbum de fotos y frases, e incluso un retrato hecho con
botones. Conocer a Gabriele, este hombre efusivo y divertido, que se alegra con su presencia, le desconfigura
aquellas creencias que para ella parecían inamovibles.
Gabriele, por otro lado, homosexual, declara, contrario a los rumores propagados por la bigotuda portera,
que no es antifascista, sino, más bien, pareciera ser que el fascismo está en contra de él. Ésta, una frase clave,
permite pensar en que ambos viven confinados, relegados a la esfera privada, y no en el desfile al que asisten
los ciudadanos de bien.
De este modo, lo público, aquel discurso fascista, parece oprimir y relegar a ambos sujetos a sus confinados
departamentos, pues ninguno pertenece a aquella sociedad que es digna de recibir al Führer: ni las mujeres
poco letradas, ni los homosexuales.
La seguidilla de sucesos del film dirigido por Ettore Scola, desencadenan en una relación amorosa entre
ambos personajes, algo extraña. Si bien no aporta para lo relevado en este análisis, se le pueden atribuir diversas
razones, considerando la homosexualidad de Gabriele: al tratarse de sucesos particulares, es Antonietta quien
se siente atraída por este hombre tan distinto a su marido. Si bien Gabriele la rechaza en un inicio, luego
accede a intimar con ella, lo que él mismo describe luego como algo hermoso, pero que no cambia sus
preferencias sexuales. Este fugaz encuentro retrata la propia particularidad de todos los sucesos, tanto en lo
íntimo como en lo público. El desenvolvimiento de los sentimientos más íntimos los lleva a este momento
liberador, que no es más que el simbolismo de su igualdad de condiciones ante este sistema.
Esta conjunción de lo privado y lo público es equivalente a pensar en lo individual, que necesariamente
nos remite al fenómeno de lo colectivo, que Freud planeta en “Malestar en la cultura”, en donde la propia cultura
resulta paradigmática: necesariamente ésta impacta en el individuo y su malestar psíquico, pero de la misma
manera no se puede vivir aislado de ella; reflejado tanto en Antonietta como en Gabriele, quienes encuentran
en el otro alguna salida al sufrimiento causado por las ideas radicales del fascismo italiano, incluso, desde
veredas opuestas de tal ideología.

II. Curiosidades y algunas conclusiones:

Algo casi anecdótico, recae en una actriz, quien interpreta a una de las hijas de Antonietta: Alessandra
Mussolini. Y el apellido no es coincidencia, pues se trata de la nieta de Benito Mussolini, el Duce. Siendo
joven, incursionó en la actuación, pero hoy es una importante política del neofascismo europeo, que ha
acuñado frases dignas de nuestro fascista local, Bolsonaro, pues gritó, frente a una diputada transexual que es
“mejor ser fascista que maricón”.

Si bien se pueden realizar interpretaciones más detalladas de lo que la película ofrece, este aspecto me
pareció particularmente relevante, por la posibilidad de trasladarlo a fenómenos de la actualidad, frente a lo
que podríamos llamar “neofascismos”, que comienzan a tomar fuerza política alrededor del mundo. Pues,
parece ser que la forma en la que opera el discurso del contexto de la película es homologable a los discursos
actuales, y a su impacto y violencia sobre los relegados y quienes salen de la norma permitida del
conservadurismo. Tal como deja entrever Gabriele, no tienen opción, pues es el fascismo quien se encuentra
en contra de todo aquel que no es un ideal de hombre fiel al partido. Ante esto, los excluidos reales, y no sólo
ideológicos, sino aquellos que sufren el ser relegados de forma tangible, quienes viven el odio en carne, no
eligen ser oposición.

La película finaliza con Antonietta, escuchando sin atención los relatos de su familia sobre el desfile
mientras cenan. Ella, distraída por la luz del apartamento del frente, no aparta la mirada de la ventana de
Gabriele, quien arregla sus maletas mientras lo esperan dos oficiales que lo acompañarán a lo que parece ser
el exilio por ser homosexual. Ella lo ve descender por el edificio, dejando, así, que esta jornada no sea más
que algo particular para ambos.

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