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Historia de la novela
La novela fue escrita por George Orwell bajo el título de trabajo de El último hombre
de Europa (The Last Man in Europe en inglés). No obstante, los editores tanto en el
Reino Unido como en Estados Unidos, en donde fue lanzado el libro de forma
simultánea, cambiaron el nombre a Mil novecientos ochenta y cuatro por motivos
comerciales. En ese año transcurre la acción narrada en el libro. Publicado
inicialmente el 8 de junio de 1949, el grueso de la novela fue escrito por Orwell en
la isla de Jura en Escocia en 1948, aunque Orwell había estado escribiendo pequeñas
partes desde 1945.
Los miembros “externos” constituyen la burocracia del aparato estatal (de ahí la
necesidad de la estricta vigilancia), viven sometidos a un control asfixiante y a una
propaganda alienante que los desmoraliza y les impide pensar críticamente. El
estado suprime todo derecho y los condena a una existencia poco más que
miserable, con riesgo de perder la vida o sufrir vejámenes espantosos si no
demostrasen suficiente fidelidad y adhesión a la causa nacional. Para ello se
organizan numerosas manifestaciones donde se requiere la participación activa de
los miembros, gritando las consignas favorables al partido, vociferando contra los
supuestos traidores, dando rienda suelta al más desaforado fanatismo. Sólo con
fervor fanático se puede escapar a la omnipresente vigilancia de la policía del
pensamiento.
Además, hay diversas zonas del mundo que están siendo disputadas entre las
diversas superpotencias.
La familia es apenas tolerada por la ideología del Partido; es una práctica común la
denuncia de traición al Partido por parte de hijos pequeños a sus padres.
Los lemas del Partido, de cuya inversión de significado habla O’Brien, son:
Argumento
Tras años trabajando para el Ministerio de la Verdad, Winston Smith se va volviendo
consciente de que los retoques de la historia en los que consiste su trabajo son sólo
una parte de la gran farsa en la que se basa su gobierno, y descubre la falsedad
intencionada de todas las informaciones procedentes del Partido Único. En su ansia
de evadir la omnipresente vigilancia del Gran Hermano (que llega inclusive a todas
las casas) encuentra el amor de una joven rebelde llamada Julia, también
desengañada del sistema político; ambos encarnan así una resistencia de dos contra
una sociedad que se vigila a sí misma.
El Gran Hermano es una copia, hasta en los detalles físicos del personaje, del
culto a la personalidad de Iósif Stalin.