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Aproximadamente 930 años antes de que nuestro Señor viniera a la tierra, el rey
Salomón dejaba el trono a su hijo Roboam. Este Rey recibiendo el consejo de los
jóvenes amigos de él, se mostró inflexible hacia la petición del pueblo de disminuir el
trabajo que su padre Salomón les había impuesto.
El escritor del libro de Reyes escribe: “Y les dijo (Roboam): ¿Cómo aconsejáis vosotros
que respondamos a este pueblo, que me ha hablado diciendo: Disminuye algo del yugo
que tu padre puso sobre nosotros? Entonces los jóvenes que se habían criado con él le
respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu
padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor dedo
de los míos es más grueso que los lomos de mi padre. Ahora, pues, mi padre os cargó
de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo
os castigaré con escorpiones. Al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam,
según el rey lo había mandado, diciendo: Volved a mí al tercer día. Y el rey respondió al
pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían dado; y les habló
conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo
añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con
escorpiones. Y no oyó el rey al pueblo; porque era designio de Jehová para confirmar la
palabra que Jehová había hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam hijo de
Nabat. Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído, le respondió estas
palabras, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos heredad en el
hijo de Isaí. ¡Israel, a tus tiendas! ¡Provee ahora en tu casa, David! Entonces Israel se
fue a sus tiendas.” (1 Re. 12:9-16)
De esta manera, diez de las tribus de Israel se rebelaron y formaron su propio reinado
en el Norte, estableciendo a Jeroboam como Rey. Este reinado del norte, conocido
como Reino de Israel, tuvo su capital en Samaria. Es conocido en las Escrituras como
una nación pérfida y corrupta la cual apostató del Dios verdadero muchas veces. Por lo
cual, Dios enviando profetas amenazó a esta nación de enviarla a territorios extranjeros.
Siendo que hicieron oídos sordos a la voz de Jehová el Señor usó al imperio Asirio que
en año 722 a.C. destruyó la nación y llevó lejos a las 10 tribus de Israel.
El territorio de esta nación fue ocupado por pueblos gentiles y la tierra de Israel se
corrompió. Estas tribus nunca más regresaron a su tierra.
Cuando el Pueblo de Israel regresa a su nación en 1948 d.C. se empieza la búsqueda
de las tribus perdidas de Israel. De esta manera hoy en día hay grupos que proclaman
ser descendientes de alguna de las tribus perdidas de Israel como por ejemplo:
(1) los Bene-Israel, judíos de la India, que creen haber llegado allí después de la
destrucción del primer templo (586 a.C.)
(2) los judíos de Assam, que creen ser la tribu perdida de Manasés;
(3) los falashas de Etiopía, a quienes se ha reconocido como la tribu perdida de Dan;
(4) Los grupos judaizantes de Japón, que creen ser la tribu perdida de Zabulón.
De esta manera, el actual Estado de Israel está descubriendo a las antiguas tribus
perdidas de Israel y volviéndolas a su tierra. Sin embargo, aunque los judíos no
encuentren a todas las tribus perdidas, Dios sabe dónde se encuentran sus
descendientes y de esas tribus perdidas, el Señor ya eligió a 144000 para una misión
especial durante la tribulación. ¿En qué consiste esa misión?
“Porque así ha dicho Jehová: Regocijaos en Jacob con alegría, y dad voces de
júbilo a la cabeza de naciones; haced oír, alabad, y decid: Oh Jehová, salva a tu
pueblo, el remanente de Israel.” (Jer. 31:7)
- El remanente de Israel será un grupo salvador por Dios para garantizar a Israel su
restauración al final de los tiempos.
“Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte
de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el
remanente al cual él habrá llamado.” (Joel 2:32)
“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también
yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha
desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de
Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas
han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran
matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres,
que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha
quedado un remanente escogido por gracia.” (Ro. 11:1-5)
- Dios le da una gran lección a Elías. Dios no “depende” de los hombres, sino que
los hombres dependemos de Dios.
- Los judíos a los que les resplandezca la luz del evangelio son asimilados a la
iglesia. La iglesia actual es la conformación del remanente judío y gentil en un solo
cuerpo.
- Los vientos son sinónimo de juicios, caos y confusión sobre la tierra. En Dn. 7:2
leemos: “Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro
vientos del cielo combatían en el gran mar.”
- Dios ordena a cuatro ángeles a detener los vientos para poder primero sellar a sus
escogidos antes que vengan más calamidades sobre el mundo. Dios cuida de los
suyos.
b) Sus características:
“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios
vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder
de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni
a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro
Dios.”
(v. 2-3)
(1) Son sellados: Antiguamente se usaban los anillos como sellos.
Protección: Algo que tenía un sello no podía ser abierto ni tocado. En Ap.
5:1 leemos “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un
libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.” Los siervos de
Dios en Apocalipsis no pueden ser tocados por nadie, pues tienen el sello
de Dios que les garantiza protección.
Posesión: Tener un sello significaba pertenecer a alguien. En Ez. 9:4
leemos: “y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de
Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que
claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de
ella.” Los siervos de Dios en Apocalipsis son propiedad de Dios.
Posición: Una persona con un sello real tenía una posición especial. En
Ester 3:12 leemos: “Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el
mes primero, al día trece del mismo, y fue escrito conforme a todo lo que
mandó Amán, a los sátrapas del rey, a los capitanes que estaban sobre
cada provincia y a los príncipes de cada pueblo, a cada provincia según su
escritura, y a cada pueblo según su lengua; en nombre del rey Asuero fue
escrito, y sellado con el anillo del rey.”
c) Su nacionalidad:
Son 144.000 israelitas de las doce tribus de Israel. No son testigos de Jehová, ni la
Iglesia que para este momento estará en el cielo con Cristo.
NOTA: No se menciona a Dan por ser una tribu idólatra, ni a Efraim, aunque está
implícito en José. Algunos creen que de la tribu de Dan saldrá el anticristo.
d) Su oficio:
Predicar el evangelio del reino de Dios al mundo. Estos 144000 judíos harán una
labor evangelística mundial que se cumplirá la profecía de Jesús: “Y será predicado
este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y
entonces vendrá el fin” (Mt. 24:14)