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¿Por qué la regla general proscribe la unipersonalidad? ¿Por qué no permitir que
una persona que pretenda desarrollar actividades empresariales aporte un
conjunto de activos a una sociedad para emplearla con dicha finalidad, siendo el
aportante el único socio, es decir el único titular de la participación en dicha
sociedad? Estas preguntas son especialmente relevantes porque se puede
constatar que existen sociedades unipersonales de facto. En otras palabras, es
fácil constatar la realización efectiva de actividad empresarial a través de las
llamadas sociedades de favor, sociedades que tienen un único titular real,
aunque en su estructura formal tengan que incluir otro socio para cumplir con la
regla de la pluralidad de socios. Este segundo socio no mantiene un interés real
en la sociedad y generalmente es titular de una participación porcentualmente
ínfima de las participaciones de la sociedad. ¿Son las sociedades de favor
situaciones anómalas e indeseables que deben ser combatidas por el
ordenamiento?
Es fácil notar que esta concepción tradicional se centra en una de las funciones
de las estructuras societarias: la función de facilitar la coordinaciónde
relaciones entre una pluralidad de personas que aportan para la realización de
actividad empresarial. Al optar por una forma societaria se elige un conjunto
prefijado de reglas (muchas de ellas supletorias, que pueden ser modificadas en
el estatuto respectivo) que regulan aspectos fundamentales de la relación entre
los socios y entre éstos y terceros. Temas como la forma de tomar decisiones y
la responsabilidad de los socios, por ejemplo, vienen prefijados por estas reglas.
a) La EIRL está asociada, según la propia definición del artículo 1 del Decreto Ley
No. 21621, a actividades económicas de pequeña empresa. Si bien esta
asociación no tiene un contenido regulatorio específico al no existir normas que
limiten las actividades económicas que pueden desarrollarse a través de una EIRL
(fuera de la reserva general de realizar ciertas actividades económicas a través
de sociedades anónimas), podemos afirmar que usualmente estas entidades
están relacionadas con la organización de pequeñas empresas.
b) Una persona jurídica no puede ser titular de una EIRL, según lo prescrito por
el artículo 4 del Decreto Ley No. 21621, lo que impide que esta entidad sea
empleada para la organización de la actividad económica de grupos societarios.
Si bien es cierto que al menos las dos primeras limitaciones anotadas pueden ser
tratada mediante modificaciones relativamente sencillas al régimen de la EIRL
que no impliquen una modificación de la regulación societaria, consideramos que
la forma más adecuada de regular la materia en el Perú es permitiendo la
unipersonalidad. Como ya se ha señalado, una regulación permisiva de la
unipersonalidad facilitaría el uso de las estructuras societarias como entidades
que cumplen la ya anotada función de segregación de activos. La coexistencia de
una regulación permisiva de la unipersonalidad con la regulación de la EIRL no
haría más que dar múltiples opciones de organización a los agentes económicos,
quienes serán los que decidirán la forma más adecuada a sus intereses.