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Dan Auta

[Cuento - Texto completo.]

José Ortega y Gasset

Una vez, hace mucho tiempo, en un tiempo que está en la espalda del tiempo, se casó un
hombre con una mujer. Solos se fueron al bosque, cultivaron la tierra y se hicieron cuanto
necesitaban. Tuvieron una hija que llamaron Sarra. Pasaron soles y soles, y cuando Sarra
era ya moza, tuvieron otro hijo, tan pequeño, que le llamaron Dan-Auta. Poco después el
padre enfermó. “Me muero” -se dijo el padre, y llamó a Sarra-; “Me muero” -le dijo el
padre-. “Dan-Auta queda junto a ti. No le abandones y, sobre todo, cuida de que Dan-
Auta no llore nunca”. El padre dijo esto y se murió.
Poco después la madre enfermó. “Me muero” -se dijo la madre, y llamó a Sarra-: “Me
muero” -dijo a Sarra la madre-. “Dan-Auta queda junto a ti. No le abandones y, sobre
todo, cuida de que Dan-Auta no llore jamás”. La madre dijo esto y se murió.
Permanecieron solos en el bosque Sarra y Dan-Auta. Pero les quedaba un granero lleno
de harina del árbol del pan, y un granero lleno de habichuelas, y un granero lleno de sargo.
Sarra dijo: “Con esto tendremos bastante para alimentarnos hasta que Dan-Auta sea
hombre y pueda cultivar la tierra”.
Sarra se puso a moler maíz para hacer comida. Cuando tuvo la harina delgada, la puso en
una calabaza y la llevó a la choza para cocerla. Luego salió a buscar leña, dejando solo a
Dan-Auta que, menudillo, se arrastraba por el suelo y apenas podía tenerse sobre los pies.
Dan-Auta se aburría, y acercándose a la calabaza, la volcó; luego tomó ceniza del hogar
y la mezcló con el maíz. Cuando Sarra volvió, al ver lo que Dan-Auta había hecho,
exclamó: “¡Ay, Dan-Auta mío! ¿Qué has hecho? ¿Has tirado la harina que íbamos a
comer? Dan-Auta comenzó a sollozar. Pero Sarra dijo en seguida: “¡No llores, no llores,
Dan-Auta! Tu Baba (padre) y tu Inna (madre) dijeron que no llorases nunca”.
Sarra volvió a salir y Dan-Auta a aburrirse. En el hogar llameaba un tizón. Dan-Auta lo
tomó, y, arrastrándose fuera de la choza, puso fuego al granero de maíz, y al granero de
harina del árbol del pan, y al granero de habichuelas, y al granero de sargo. En esto llegó
Sarra, y, viendo todas las despensas consumidas por el fuego, gritó: “¡Ay, Dan-Auta mío!
¿Qué has hecho? ¿Has quemado todo lo que teníamos para comer? ¿Cómo viviremos
ahora?”
Dan-Auta, al oírla, comenzó a sollozar; pero Sarra se apresuró a decirle: “¡Dan Auta mío,
no llores! Tu padre y tu madre me dijeron que no llorases nunca. Has quemado cuanto
teníamos; pero ven, ya buscaremos qué comer”.
Sarra colocó a Dan-Auta en su espalda y, sujetándolo con su vestido, echó a andar por el
bosque. Sarra encontró un camino y por él caminó hasta llegar a una ciudad. Acertó a
pasar por el barrio del rey. La primer mujer del rey los recibió y se quedaron a vivir con
ella. Cada día les daba de comer.
Sarra llevaba siempre a Dan-Auta atado a su espalda. Las otras mujeres le decían: “Sarra,
¿por qué llevas siempre a Dan-Auta sobre tu espalda? ¿Por qué no le pones en el suelo y
le dejas jugar como los otros chicos?” Y Sarra respondía: “Dejadme hacer mi hacer. El
padre y la madre de Dan-Auta han dicho que no llorase nunca. Mientras lleve a Dan-Auta
sobre mí, no llorará. Tengo que cuidar de que Dan-Auta no llore”.
Un día dijo Dan-Auta: “Sarra, yo quiero jugar con el hijo del rey”. Sarra entonces lo puso
en tierra, y Dan-Auta jugó con el hijo del rey. Sarra tomó un cántaro y salió por agua. En
tanto, el hijo del rey cogió un palo y Dan-Auta cogió otro palo. Ambos jugaron con los
palos. El hijo del rey y Dan-Auta se pusieron a darse de palos. Dan-Auta, de un palo, le
sacó un ojo al hijo del rey, y el hijo del rey quedó tendido.
En esto Sarra llegó. Vio que Dan-Auta había sacado un ojo al hijo del rey. Nadie estaba
presente. El hijo del rey comenzó a gritar. Sarra dejó el cántaro y tomando a Dan-Auta,
salió de la casa, salió del barrio del rey, salió de la ciudad todo lo de prisa que pudo.
Nadie estaba presente cuando Dan-Auta sacó el ojo al hijo del rey: pero el niño gritó. El
rey, al oírlo, preguntó: “¿Por qué llora mi hijo?” Sus mujeres fueron a ver lo que ocurría,
y al notar la desgracia, comenzaron a gritar. Oyó el rey los gritos de sus cuarenta mujeres
y acudió presuroso. “¿Qué es esto? ¿Quién ha hecho esto?” -preguntó el rey-. Y el hijo
del rey repuso: “Dan-Auta”.
“¡Salid! -dijo entonces a sus guardianes-. ¡Id por toda la ciudad! ¡Buscad por toda la
ciudad a Sarra y Dan-Auta!” Los guardias salieron y miraron casa por casa, pero en
ninguna hallaron lo que buscaban. En vista de ello, el rey llamó a sus gentes; llamó a
todos sus soldados, llamó a los de a pie y a los de a caballo, y les dijo: “Sarra y Dan-Auta
han huido de la ciudad. Busquémoslos en el bosque. Yo mismo iré con los de a caballo
para buscar a Sarra y Dan-Auta.
Dos días seguidos había corrido Sarra con Dan-Auta al lomo. Al cabo de ellos no podía
más y justamente entonces oyó que el rey y sus caballeros llegaban en su busca. Había
allí un árbol muy grande, y Sarra dijo: “Subiré al árbol y así podré ocultarme entre las
hojas con Dan-Auta”.
Subió, en efecto, al árbol, con Dan-Auta a su espalda, y se ocultó en la tupida fronda.
Poco después llegaba junto al árbol el rey con los caballeros. “He cabalgado dos días -
dijo- y estoy cansado; poned mi silla de cañas bajo el árbol, que quiero descansar”. Así
lo hicieron sus hombres, y el rey se tendió en su silla, bajo la rama donde Sarra y Dan-
Auta reposaban.
Dan-Auta se aburría, pero vio al rey allá abajo, y dijo a Sarra: “¡Sarra!” Sarra dijo: “¡Calla,
Dan Auta, calla!” Dan-Auta comenzó a sollozar. Sarra se apresuró a decirle: “¡No llores,
Dan-Auta, no llores! Tu padre y tu madre me dijeron que no llorases nunca. Di lo que
quieras”. Dan-Auta dijo “Sarra, quiero hacer pis. Quiero hacer pis encima de la cabeza
del rey”. Sarra exclamó: “¡Ay, Dan-Auta, nos matarán si haces eso; pero no llores y haz
lo que quieras!”
El rey miró entonces a la pompa del árbol. Vio a Sarra, vio a Dan-Auta, y gritó: “Traed
hachas y echemos abajo el árbol”. Sus gentes corrieron y trajeron hachas. Comenzaron a
batir el árbol. El árbol tembló. Luego dieron golpes más profundos en el tronco. El árbol
vaciló. Luego llegaron a la mitad del tronco y el árbol empezó a inclinarse. Sarra dijo:
“Ahora nos prenderán y nos matarán”. Un gran churua -un gavilán gigante- voló entonces
sobre el bosque, y vino a pasar cerca del árbol donde Sarra y Dan-Auta reposaban. Sarra
vio al churua. El árbol se inclinaba, se inclinaba. Sarra dijo al churua: “!Churua mío! Las
gentes del rey van a matarnos, a Dan-Auta y a mí, si tú no nos salvas”. Oyó el churua a
Sarra y acercándose puso a Sarra y a Dan-Auta sobre su espalda. El árbol cayó y el pájaro
voló con Sarra y Dan-Auta. Voló muy alto sobre el bosque, siguió volando hacia arriba,
siempre hacia arriba. Dan-Auta miraba al pájaro; vio que movía la cola como un timón,
y se entretuvo observándola bien. Pero luego Dan-Auta se aburría, y dijo: “!Sarra!” Sarra
repuso: “¿Qué más quieres, Dan-Auta?” Y como Dan-Auta sollozase, añadió: “No llores,
no llores, que padre y madre dijeron que no lloraras. Di lo que quieres”. Dan-Auta dijo:
“Quiero meter el dedo en el agujero que el pájaro lleva bajo la cola”. Dijo Sarra: “Si haces
eso, el pájaro nos dejará caer y moriremos; pero no llores, no llores, y haz lo que quieras”.
Dan-Auta introdujo su dedo donde había dicho. El pájaro cerró las alas. Sarra y Dan-Auta
cayeron, cayeron de lo alto.
Cuando Sarra y Dan-Auta estaban ya cerca de la tierra, comenzó a soplar un gran gugua,
un torbellino. Sarra lo vio y dijo: “¡Gugua mío! Vamos a caer en seguida contra la tierra,
y moriremos si tú no nos salvas”. El gugua llegó, arrebató a Sarra y Dan-Auta, y
transportándolos a larga distancia, los puso suavemente en el suelo. Era aquel sitio un
bosque de una comarca lejana.
Sarra avanzó por el bosque con Dan-Auta y encontró un camino. Caminando el camino
llegaron a una gran ciudad, a una ciudad más grande que todas las ciudades. Un fuerte y
alto muro la rodeaba. En el muro había una gran puerta de hierro que era cerrada todas
las noches, porque todas las noches, apenas moría la ciudad, aparecía un terrible
monstruo: un Dodo. Este Dodo era alto como un asno, pero no era un asno. Este Dodo
era largo como una serpiente gigante, pero no era una serpiente gigante. Este Dodo era
fuerte como un elefante, pero no era un elefante. Este Dodo tenía unos ojos que
dominaban en la noche como el sol en el día. Este Dodo tenía una cola. Todas las noches
el Dodo se arrastraba hasta la ciudad. Por esta razón se había construido el muro contra
la gran puerta de hierro. Por ella entraron Sarra y Dan-Auta. Tras el muro, junto a la
puerta, vivía una vieja. Sarra les pidió que los amparase. La vieja dijo: “Yo os ampararé.
Pero todas las noches viene un terrible Dodo ante la ciudad y canta con una voz muy
fuerte. Si alguien le responde, el Dodo entrará en la ciudad y nos matará a todos. Cuida,
pues, de que Dan-Auta no grite. Con esta condición, yo os ampararé.
Dan-Auta oía todo esto. Al día siguiente fue Sarra al interior de la ciudad para traer
comida. Entre tanto, Dan-Auta buscó ramas secas y pequeños trozos de madera, que
encontró junto al muro. Luego corrió por la ciudad y donde veía un makodi, piedra
redonda con que se machacaba el grano sobre una losa, lo cogía. Así reunió cien makodis.
Luego se dijo: “Sólo necesito unas tenazas”. Y andando por la ciudad vio unas
abandonadas. Junto al muro donde había amontonado la leña, colocó los makodis y
ocultas bajo ellos, las tenazas. Nadie advirtió la faena del pequeño Dan-Auta.
A la vuelta, Sarra le dijo: “Entra en seguida en la casa, Dan-Auta, porque pronto vendrá
el terrible Dodo y puede matarnos”. Dan-Auta repuso: “Yo quiero quedarme hoy fuera”.
Sarra dijo: “Entra en casa”. Dan-Auta comenzó a sollozar: pero Sarra le dijo
inmediatamente: “Dan_Auta mío, no llores. Tu padre y tu madre dijeron que no llorases
nunca. Si quieres quedarte fuera, quédate fuera”. Sarra entró en la casa donde estaba la
vieja.
Dan-Auta permaneció fuera, sentado ante la casa de la vieja. Todas las gentes de la ciudad
estaban en sus casas y habían cerrado tras de sí las puertas. Sólo Dan-Auta quedaba a la
intemperie. Corrió al lugar donde había puesto la leña y le prendió fuego. Los makodis
en el fuego se pusieron ardientes como ascuas.
En esto se sintió que llegaba el Dodo. Subió al muro Dan-Auta, y vio al monstruo que
venía a lo lejos. Sus pupilas brillaban como el sol y como incendios. Dan-Auta oyó al
Dodo que con una voz terrible, cantaba:
-¡Vuayanni agarinana ni Dodo! ¡Quién es en esta ciudad como yo, Dodo?
Cuando Dan-Auta oyó esto, cantó a su vez desde el muro con todas sus fuerzas hacia el
Dodo: “¡Naiyakay agarinana naiyakay ni Auta! Yo soy como tú en esta ciudad; yo soy
como tú; yo, Auta”.
Cuando oyó esto el Dodo, se acercó a la ciudad. Llegó muy cerca, muy cerca, y cantó:
“¡Vuayanni agarinana ni Dodo!”
Al cantar esto el Dodo, los árboles se estremecían en el aire, y la hierba seca empezó a
arder. Pero Dan-Auta contestó: “¡Naiyakay agarinana naiyakay ni Auta!”
Al oír esto el Dodo, se alzó sobre el muro. Dan-Auta bajó corriendo y se fue junto al
fuego, donde relumbraban como ascuas los makodis ardientes.
El Dodo entonces cantó de nuevo con voz más terrible que nunca, y Dan-Auta una vez
más le contestó. Todos los hombres en la ciudad temblaron dentro de sus casas al oír tan
cerca la horrible voz del monstruo. Más fiero que nunca, el Dodo comenzó a repetir su
canto:
“¡Vuayanni!…”
Pero al abrir sus fauces para este grito, Dan-Auta le lanzó con las tenazas diez makodis
ardientes, que le abrasaron la garganta. Enronquecido gritó el Dodo:
“¡Agarinana!…
Pero Dan-Auta le hizo tragar otros diez makodis incendiados, que le hicieron prorrumpir
un gran quejido. Entonces, con voz débil, siguió:
“Ni Dodo”
Y Dan-Auta, aprovechando la abertura de las fauces, le envió el resto de los makodis. El
Dodo se retorció y murió, mientras Dan-Auta, subiendo al muro, cantó:
“Naiyakay agarinana naiyakay ni Auta”.
Luego con un cuchillo que había dejado fuera de la casa, cortó al Dodo la cola y,
ocultándola en un morralillo, entró con ella en la habitación de la vieja; se deslizó junto
a Sarra y se durmió.
A la mañana siguiente salían de sus casas cautelosamente los habitantes de la ciudad. Los
más decididos fueron a ver al rey. Él preguntó: “¿Qué ha sido lo que esta noche ha
pasado?”
Ellos respondieron: “No lo sabemos. Por poco no nos morimos de miedo. La cosa ha
debido ocurrir junto a la puerta de hierro”. Entonces el rey dijo a su Ministro de Cazas:
“Ve allá y mira lo que hay”.
El Ministro de Cazas fue allá, y, subiendo, medroso, al muro, vio al Dodo muerto.
Corriendo volvió al rey y dijo: “Un hombre poderoso ha matado al Dodo”. Entonces el
rey quiso verlo, y cabalgó hasta el muro. Vio al monstruo tendido y sin vida. El rey
exclamó: “En efecto, el Dodo ha sido muerto y le han cortado la cola. ¡Busquemos al
valiente que lo ha matado!”
Un hombre que tenía una yegua, la mató y le cortó la cola. Otro hombre que tenía una
vaca, la mató y le cortó la cola. Otro que tenía un camello, lo mató y le cortó la cola. Cada
uno de ellos fue al rey y mostró la cola de su animal como si fuese la del Dodo. Pero el
rey conoció el engaño, y dijo: “Todos sois unos embusteros. Vosotros no habéis muerto
al Dodo. Yo y todos hemos oído en la noche la voz de un niño. ¿Vive por aquí cerca,
junto a la puerta de hierro, algún niño extranjero?”
Los soldados fueron a casa de la vieja y preguntaron: “¿Vive aquí algún niño forastero?”
La vieja respondió: “Conmigo viven Sarra y Dan-Auta”. Los soldados fueron a Sarra y
preguntaron: “Sarra, ¿ha matado al Dodo el pequeño Auta?” Sarra respondió: “Yo no sé
nada; pregúntenselo a él”. Entonces fueron los soldados a Dan-Auta y le preguntaron:
“Dan-Auta, ¿has matado tú al Dodo? El rey quiere verte”. Dan-Auta no respondió. Tomó
su morralillo y fue con los soldados ante el rey. Abrió el morralillo y, sacando la cola del
Dodo, la mostró al Rey. Entonces el Rey dijo: “Sí, Dan-Auta ha matado al terrible Dodo”.
El Rey dio a Dan-Auta cien mujeres, cien camellos, cien caballos, cien esclavos, cien
casas, cien vestidos, cien ovejas y la mitad de la ciudad.
Restos del Carnaval

[Cuento - Texto completo.]

Clarice Lispector

No, no del último carnaval. Pero éste, no sé por qué, me transportó a mi infancia y a los
miércoles de ceniza en las calles muertas donde revoloteaban despojos de serpentinas y
confeti. Una que otra beata, con la cabeza cubierta por un velo, iba a la iglesia, atravesando la
calle tan extremadamente vacía que sigue al carnaval. Hasta que llegase el próximo año. Y
cuando se acercaba la fiesta, ¿cómo explicar la agitación íntima que me invadía? Como si al fin
el mundo, de retoño que era, se abriese en gran rosa escarlata. Como si las calles y las plazas
de Recife explicasen al fin para qué las habían construido. Como si voces humanas cantasen
finalmente la capacidad de placer que se mantenía secreta en mí. El carnaval era mío, mío.

En la realidad, sin embargo, yo poco participaba. Nunca había ido a un baile infantil, nunca me
habían disfrazado. En compensación me dejaban quedar hasta las once de la noche en la
puerta, al pie de la escalera del departamento de dos pisos, donde vivíamos, mirando
ávidamente cómo se divertían los demás. Dos cosas preciosas conseguía yo entonces, y las
economizaba con avaricia para que me durasen los tres días: un atomizador de perfume, y una
bolsa de confeti. Ah, se está poniendo difícil escribir. Porque siento cómo se me va a
ensombrecer el corazón al constatar que, aun incorporándome tan poco a la alegría, tan
sedienta estaba yo que en un abrir y cerrar de ojos me transformaba en una niña feliz.

¿Y las máscaras? Tenía miedo, pero era un miedo vital y necesario porque coincidía con la
sospecha más profunda de que también el rostro humano era una especie de máscara. Si un
enmascarado hablaba conmigo en la puerta al pie de la escalera, de pronto yo entraba en
contacto indispensable con mi mundo interior, que no estaba hecho sólo de duendes y
príncipes encantados, sino de personas con su propio misterio. Hasta el susto que me daban
los enmascarados era, pues, esencial para mí.

No me disfrazaban: en medio de las preocupaciones por la enfermedad de mi madre, a nadie


en la casa se le pasaba por la cabeza el carnaval de la pequeña. Pero yo le pedía a una de mis
hermanas que me rizara esos cabellos lacios que tanto disgusto me causaban, y al menos
durante tres días al año podía jactarme de tener cabellos rizados. En esos tres días, además, mi
hermana complacía mi intenso sueño de ser muchacha -yo apenas podía con las ganas de salir
de una infancia vulnerable- y me pintaba la boca con pintalabios muy fuerte pasándome el
colorete también por las mejillas. Entonces me sentía bonita y femenina, escapaba de la niñez.

Pero hubo un carnaval diferente a los otros. Tan milagroso que yo no lograba creer que me
fuese dado tanto; yo, que ya había aprendido a pedir poco. Ocurrió que la madre de una amiga
mía había resuelto disfrazar a la hija, y en el figurín el nombre del disfraz era Rosa. Por lo tanto,
había comprado hojas y hojas de papel crepé de color rosa, con las cuales, supongo, pretendía
imitar los pétalos de una flor. Boquiabierta, yo veía cómo el disfraz iba cobrando forma y
creándose poco a poco. Aunque el papel crepé no se pareciese ni de lejos a los pétalos, yo
pensaba seriamente que era uno de los disfraces más bonitos que había visto jamás.

Fue entonces cuando, por simple casualidad, sucedió lo inesperado: sobró papel crepé, y
mucho. Y la mamá de mi amiga -respondiendo tal vez a mi muda llamada, a mi muda envidia
desesperada, o por pura bondad, ya que sobraba papel- decidió hacer para mí también un
disfraz de rosa con el material sobrante. Aquel carnaval, pues, yo iba a conseguir por primera
vez en la vida lo que siempre había querido: iba a ser otra aunque no yo misma.

Ya los preparativos me atontaban de felicidad. Nunca me había sentido tan ocupada:


minuciosamente calculábamos todo con mi amiga, debajo del disfraz nos pondríamos un fondo
de manera que, si llovía y el disfraz llegaba a derretirse, por lo menos quedaríamos vestidas
hasta cierto punto. (Ante la sola idea de que una lluvia repentina nos dejase, con nuestros
pudores femeninos de ocho años, con el fondo en plena calle, nos moríamos de vergüenza;
pero no: ¡Dios iba a ayudarnos! ¡No llovería!) En cuanto a que mi disfraz sólo existiera gracias a
las sobras de otro, tragué con algún dolor mi orgullo, que siempre había sido feroz, y acepté
humildemente lo que el destino me daba de limosna.

¿Pero por qué justamente aquel carnaval, el único de disfraz, tuvo que ser melancólico? El
domingo me pusieron los tubos en el pelo por la mañana temprano para que en la tarde los
rizos estuvieran firmes. Pero tal era la ansiedad que los minutos no pasaban. ¡Al fin, al fin!
Dieron las tres de la tarde: con cuidado, para no rasgar el papel, me vestí de rosa.

Muchas cosas peores que me pasaron ya las he perdonado. Ésta, sin embargo, no puedo
entenderla ni siquiera hoy: ¿es irracional el juego de dados de un destino? Es despiadado.
Cuando ya estaba vestida de papel crepé todo armado, todavía con los tubos puestos y sin
pintalabios ni colorete, de pronto la salud de mi madre empeoró mucho, en casa se produjo un
alboroto repentino y me mandaron en seguida a comprar una medicina a la farmacia. Yo fui
corriendo vestida de rosa -pero el rostro no llevaba aún la máscara de muchacha que debía
cubrir la expuesta vida infantil-, fui corriendo, corriendo, perpleja, atónita, ente serpentinas,
confeti y gritos de carnaval. La alegría de los otros me sorprendía.

Cuando horas después en casa se calmó la atmósfera, mi hermana me pintó y me peinó. Pero
algo había muerto en mí. Y, como en las historias que había leído, donde las hadas encantaban
y desencantaban a las personas, a mí me habían desencantado: ya no era una rosa, había
vuelto a ser una simple niña. Bajé la calle; de pie allí no era ya una flor sino un pensativo
payaso de labios encarnados. A veces, en mi hambre de sentir el éxtasis, empezaba a ponerme
alegre, pero con remordimiento me acordaba del grave estado de mi madre y volvía a
morirme.
Sólo horas después llegó la salvación. Y si me apresuré a aferrarme a ella fue por lo mucho que
necesitaba salvarme. Un chico de doce años, que para mí ya era un muchacho, ese chico muy
guapo se paró frente a mí y con una mezcla de cariño, grosería, broma y sensualidad me cubrió
el pelo, ya lacio, de confeti: por un instante permanecimos enfrentados, sonriendo, sin hablar.
Y entonces yo, mujercita de ocho años, consideré durante el resto de la noche que al fin
alguien me había reconocido; era, sí, una rosa.

FIN

El golpe de gracia
[Cuento - Texto completo.]

Ambrose Bierce

La lucha había sido dura e incesante. Todos los sentidos lo atestiguaban: hasta el gusto
de la batalla flotaba en el aire. Pero ya había terminado; sólo quedaba auxiliar a los heridos
y enterrar a los muertos…; “limpiar un poco”, como decía el humorista del pelotón de
sepultureros. Era bastante lo que había que limpiar. Hasta donde abarcaba la vista dentro
del bosque, entre los árboles descuajados, veíanse restos de hombres y caballos, entre los
que se movían los camilleros recogiendo y transportando a los pocos que daban señales
de vida. La mayor parte de los heridos habían muerto desangrados, cuando hasta el
derecho de atenderlos se hallaba en disputa. Los heridos tenían que esperar,
reglamentaban las ordenanzas del ejército. La mejor manera de cuidarlos es ganar la
batalla. Debe admitirse que la victoria es una indudable ventaja para un hombre que
necesita atención médica, pero muchos no viven para sacarle partido.
Los muertos eran puestos en hilera, en grupos de quince o veinte, mientras se cavaban las
fosas que habían de recibirlos. A algunos, que estaban demasiado lejos, se les enterraba
donde habían caído. Nadie se esforzaba demasiado por identificarlos, aunque en la
mayoría de los casos los pelotones de enterradores que espigaban en el mismo terreno
que contribuyeran a segar anotaban los nombres de los muertos victoriosos. A las bajas
enemigas, ya era bastante que las contaran. Aunque esto tenía su compensación, porque
a muchos los contaban varias veces; de ahí que el total que aparecía en el comunicado del
comandante vencedor denotaba más bien una esperanza que un resultado.
A corta distancia del sitio donde uno de los pelotones de enterradores había establecido
su “vivac de la muerte”, un oficial de los federales se apoyaba contra un árbol. Desde los
pies hasta el cuello, su actitud era de fatiga en reposo. Pero la cabeza movíase inquieta de
un lado a otro. Su mente, al parecer, no descansaba. Quizá no sabía en qué dirección
marcharse. Lo más probable era que no permaneciese allí mucho tiempo, porque ya los
rayos oblicuos del sol poniente manchaban de rojo los claros del bosque, y los soldados
exhaustos abandonaban su tarea. Era difícil que pernoctara entre los muertos. Después de
la batalla, nueve hombres de cada diez le preguntaban a uno el paradero de alguna sección
del ejército… como si alguien lo supiera. Indudablemente este oficial estaba extraviado.
Tras descansar un instante, marcharía en pos de los pelotones de sepultureros.
Cuando todos se fueron, empezó a caminar a través del bosque, en dirección al rojo
poniente, cuya luz le manchaba la cara con reflejos sanguíneos. El aire de confianza con
que ahora avanzaba sugería que estaba en terreno familiar; había logrado orientarse.
Marchaba sin mirar los muertos que yacían a derecha e izquierda. Tampoco le detenía la
sorda queja de algún infeliz, olvidado por los grupos de rescate, que pasaría mala noche
bajo las estrellas, sin más compañía que la sed. El oficial nada podía hacer: no era médico,
no tenía agua.
Al extremo de una angosta quebrada -una simple depresión del terreno- yacía un pequeño
grupo de cadáveres. Los vio. Apartose de pronto del camino que seguía y caminó rápido
hacia ellos. Escrutándolos al pasar, se detuvo al fin ante uno que estaba a corta distancia
de los demás, cerca de un matorral de arbustos. Lo miró atentamente: parecía moverse.
Se agachó y le puso la mano en la cara. El cuerpo gritó.
El oficial era el capitán Downing Madwell, de un regimiento de infantería de
Massachusetts, soldado inteligente y audaz, amén de hombre honorable.
En el regimiento había dos hermanos de apellido Halcrow. Caffal y Creede Halcrow.
Caffal Halcrow era sargento en la compañía del capitán Madwell. Y esos dos hombres, el
sargento y el capitán, eran íntimos amigos. Dentro de lo que permitía la diferencia de
graduación, la disparidad de obligaciones y los requisitos de la disciplina militar, estaban
siempre juntos. En realidad, se habían criado juntos. Y una costumbre del corazón no se
desarraiga fácilmente. Caffal Halcrow nada tenía de marcial en su carácter ni en sus
gustos, pero la idea. de separarse de su amigo le resultaba desagradable; y por eso se alistó
en la compañía de la que Madwell era entonces teniente. Ambos habían ascendido dos
grados, pero entre el suboficial más alto y el oficial más subalterno, el abismo social es
ancho y profundo; y aquella vieja relación, mantenida con dificultad, ya no podía ser
idéntica.
Creede Halcrow, hermano de Caffal, era mayor del regimiento. Un hombre cínico,
saturnino. Entre él y el capitán Madwell reinaba una antipatía natural, que las
circunstancias habían alimentado y fortalecido hasta convertirla en activa animosidad. De
no mediar la influencia moderadora de Caffal, es indudable que cada uno de estos
patriotas habría tratado de privar a su país de los servicios del otro…
*
Al iniciarse la batalla esa mañana, el regimiento cumplía una misión de avanzada, a una
milla del cuerpo principal del ejército. Fue atacado y casi rodeado en el bosque, pero
mantuvo a pie firme el terreno. Al disminuir momentáneamente la lucha, el mayor
Halcrow se dirigió hacia el capitán Madwell. Cambiaron un saludo formal, y dijo el
mayor:
-Capitán, el coronel le ordena avanzar con su compañía hasta el nacimiento de esa
quebrada, y mantener la posición hasta nueva orden. No necesito subrayarle el carácter
peligroso de la maniobra, pero si usted lo desea, imagino que puede entregar el mando a
su primer teniente. No se me ordenó, sin embargo, autorizar esta substitución. Es
simplemente una sugerencia personal y extraoficial.
A ese atroz insulto, replicó fríamente el capitán Madwell:
-Señor, le invito a participar en la maniobra. Un oficial montado sería un blanco perfecto,
y siempre he sostenido la opinión de que usted valdría más si estuviera muerto.
Ya en 1862 se cultivaba en los círculos militares el arte de la réplica.
Media hora más tarde la compañía del capitán Madwell fue desalojada de su posición,
con pérdidas equivalentes a un tercio de sus efectivos. Entre los muertos estaba el sargento
Halcrow. Poco después el regimiento debió replegarse a las líneas principales, y al
terminar la lucha se encontraba a varias millas de distancia.
El capitán estaba ahora de pie junto al amigo y subordinado.
El sargento Halcrow se hallaba mortalmente herido. El desgarrado uniforme dejaba ver
el abdomen. Algunos de los botones de la casaca habían sido arrancados y estaban
dispersos por el suelo, con otros fragmentos de su ropa. El cinturón de cuero estaba
partido, y parecía que se lo hubieran arrancado de bajo del cuerpo. No había mucha sangre
derramada. La única herida visible era un ancho e irregular desgarrón en el abdomen,
sucio de tierra y hojas muertas, por donde asomaba un extremo lacerado de intestino. En
toda su experiencia, el capitán Madwell no habla visto una herida semejante. No podía
imaginar cómo fue producida, ni explicar las circunstancias que la acompañaban: el
uniforme extrañamente rasgado, el cinturón partido, las manchas de la piel. Se arrodilló
para efectuar un examen más atento. Cuando se puso de pie, volvió los ojos en varias
direcciones, como buscando un enemigo. A cincuenta yardas de distancia, en la cresta de
una loma baja, cubierta de arbustos, vio varios objetos oscuros que se movían entre los
hombres caídos…: una manada de cerdos. Uno le daba la espalda, con los cuartos
delanteros levantados. Apoyaba las patas en un cuerpo humano; la cabeza baja era
invisible. La erizada eminencia del lomo se recortaba en negro contra el rojo poniente. El
capitán Madwell apartó los ojos y volvió a clavarlos en eso que había sido su amigo.
El hombre que había padecido esas monstruosas mutilaciones estaba vivo. De a ratos
movía las piernas. Con cada inspiración lanzaba un gemido. Miraba azorado la cara del
amigo; y si éste lo tocaba, soltaba un grito. En su feroz agonía, había arañado el suelo en
que se encontraba tendido; sus manos crispadas estaban llenas de tierra, hojas y palitos.
No conseguía articular una palabra. Era imposible saber si sentía algo que no fuera dolor.
La expresión de su rostro era un ruego; en sus ojos parecía reflejarse una plegaria. ¿Qué
pedía?
Imposible equivocar el significado de esa mirada. El capitán la había visto con demasiada
frecuencia en los ojos de aquellos cuyos labios aún podían suplicar la muerte.
Conscientemente o no, este retorcido fragmento de humanidad, esta imagen del
sufrimiento, esta mezcla de hombre y bestia, este humilde Prometeo sin heroísmo,
suplicaba a todos, a todas las cosas, a todo lo que no era él, la bendición de no existir. A
la tierra y al cielo, a los árboles, al hombre, a todo cuanto adquiría forma en los sentidos
o en la conciencia, este padecer hecho carne dirigía su callada plegaria.
¿Qué significaba? Lo que concedemos a la más ruin criatura desprovista de razón para
pedirlo, lo que sólo negamos a los infortunados de nuestra propia especie: la anhelada
liberación, el rito de compasión máxima, el golpe de gracia.
El capitán Madwell pronunció el nombre de su amigo. Lo repitió una y otra vez, sin
resultado, hasta que lo ahogó la emoción. Sus lágrimas, encegueciéndolo, cayeron sobre
aquel pálido rostro. Ahora no veía más que un objeto borroso y móvil, pero los gemidos
eran más claros que nunca, cortados a breves intervalos por agudos gritos. Dio media
vuelta, llevándose la mano a la frente, y se alejó. Los cerdos, al verlo, alzaron los hocicos
encarnados, lo miraron suspicaces un momento, y después, gruñendo ásperamente al
unísono, se alejaron a la carrera. Un caballo, con la pata horriblemente astillada por un
cañonazo, alzó la cabeza del suelo y lanzó un doloroso relincho. Madwell avanzó un paso,
desenfundó el revólver, y le pegó un tiro entre los ojos, observando atento la agonía de la
pobre bestia, que contrariamente a lo qué él esperaba, fue larga y violenta. Pero al fin
quedó inmóvil. Los tensos músculos de los belfos, que habían desnudado los dientes en
una mueca atroz, parecieron aflojarse. El perfil nítido y fino de la cabeza adquirió un
aspecto de profunda paz y reposo.
En el oeste, a lo largo de la distante loma arbolada, se extinguían los últimos esplendores
del atardecer. La luz que acariciaba los troncos de los árboles se había degradado a un
gris tierno; en lo alto de las copas anidaban las sombras como grandes pájaros oscuros.
Llegaba la noche, y entre el capitán Madwell y el campamento, se extendía a lo largo de
muchos kilómetros el bosque espectral. Sin embargo, ahí estaba, junto al animal muerto,
desvinculado al parecer de cuanto le rodeaba. Los ojos clavados en el suelo, la mano
izquierda floja al costado, la derecha esgrimiendo la pistola. De pronto alzó la cara, miró
a su amigo moribundo y volvió rápidamente a su lado. Se arrodilló a medias, montó el
arma, apoyó el cañón en la frente del sargento, desvió los ojos y apretó el gatillo.
No hubo detonación. Su última bala la había gastado en el caballo. El moribundo gimió
y sus labios se movieron convulsivamente. La espuma que brotaba de ellos tenía un tinte
sanguinolento. El capitán Madwell se puso de pie y desenvainó la espada. Pasó los dedos
de la mano izquierda a lo largo del filo desde la empuñadura a la punta. La tendió recta
ante sí como para probar sus nervios. La hoja no temblaba. El mortecino fulgor que
reflejaba la luz del cielo, permanecía inmóvil y firme. Se inclinó, desgarró con la mano
izquierda la camisa del moribundo. Irguiéndose, le puso la punta de la espada sobre el
corazón. Esta vez no apartó los ojos. Aferrando la empuñadura con ambas manos, empujó
con todas sus fuerzas. La hoja se hundió en el cuerpo del hombre. Atravesó el cuerpo y
se clavó en la tierra. El capitán Madwell estuvo a punto de caer sobre su obra. El
moribundo encogió las piernas, y al mismo tiempo se llevó el brazo al pecho, sujetando
el acero con tanta fuerza que los nudillos de la mano se le pusieron blancos. Con este
violento pero inútil esfuerzo por quitarse la espada, agrandó la herida, por la que escapó
un hilo de sangre, que se filtró sinuosamente por el roto uniforme.
En ese momento tres hombres salían silenciosamente del montecito de arbustos que había
ocultado su avance. Dos eran enfermeros y traían angarillas.
El tercero era el mayor Creede Halcrow.
CUENTOS

EL CAMPEÓN DE LA MUERTE- ENRIQUE LÓPEZ ALBÚJAR

ADMIN 31 Mayo, 2015 0

Se había puesto el sol y sobre la impresionante tristeza del pueblo comenzaba a asperjar la
noche sus gotas de sombra. Liberato Tucto, en cuclillas a la puerta de su choza, chachaba,
obstinado en que su coca le dijera qué suerte había corrido su hija, raptada desde hacía un
mes por un mozo del pueblo, a pesar de su vigilancia.

Durante esos treinta días su consumo de coca había sobrepasado al de costumbre. Con
regularidad matemática, sin necesidad de cronómetro que le precisara el tiempo, cada tres
horas, con rabia sorda y lenta, de indio socarrón, y cachazudo, metía mano alhuallqui, que,
inseparable y terciado al cuerpo, parecía ser su fuente de consuelo. Sacaba la hoja sagrada a
puñaditos, con delicadeza de joyero que recogiera polvo de diamantes, y se la iba embutiendo
y aderezando con la cal de la shipina, la que entraba y salía rápidamente de la boca como la
pala del horno.

Con la cabeza cubierta por un cómico gorro de lana, los ojos semioblicuos y fríos –de frialdad
ofídica- los pómulos de prominencia mongólica, la nariz curva, agresiva y husmeadora, la boca
tumefacta y repulsiva por el uso inmoderado de la coca, que dejaba en los labios un ribete
verdusco y espumoso, y el poncho listado de colores sombríos en el que estaba semienvuelto,
el viejo Tucto parecía, más que un hombre de estos tiempos, un ídolo incaico hecho carne.

Y de cada chacchada no había obtenido la misma respuesta. Unas veces la coca le había
parecido dulce y otras amarga, lo que le tenía desconcertado, indeciso, sin saber qué partido
tomar. Por antecedentes de notoriedad pública sabía que Hilario Crispín, el raptor de su hija,
era un indio de malas entrañas, gran bebedor de chacta, ocioso, amigo de malas juntas y
seductor de doncellas; un mostrenco, como castizamente llaman por estas tierras al hombre
desocupado y vagabundo. Y para un indio honrado esta es la peor de las tachas que puede
tener un pretendiente.

¿A dónde habría llevado el muy pícaro a su Faustina? ¿Qué vida estaría haciéndola pasar? ¿O
la habría abandonado ya en represalia de la negativa que él, como hombre juicioso, le hiciera
al padre de Crispín cuando fue a pedírsela para su hijo?

En estas hondas meditaciones estaba el viejo Tucto el trigésimo día del rapto de la añorada
doncella, cuando de entre las sombras de la noche naciente surgió la torva figura de un
hombre, que, al descargar en su presencia el saco que traía a las espaldas, dijo:

-Viejo, aquí te traigo a tu hija para que no la hagas buscar tanto, ni andes por el pueblo
diciendo que un mostrenco se la ha llevado.

Y, sin esperar respuesta, el hombre, que no era otro que Hilario Crispín, desató el saco y vació
de golpe el contenido, un contenido nauseabundo, viscoso, horripilante, sanguinolento,
macabro, que, al caer, se esparció por el suelo, despidiendo un olor acre y repulsivo. Aquello
era la hija de Tucto descuartizada con prolijidad y paciencia diabólicas, escalofriantes, con un
ensañamiento de loco trágico.

Y con sarcasmo diabólico, el indio Crispín, después de sacudir el saco, añadió burlonamente:

-No te dejo el saco porque puede servirme para ti si te atreves a cruzarte en mi camino.

Y le volvió la espalda.

Pero el viejo, que, pasada la primera impresión, había logrado impasibilizarse, levantóse y con
tranquilidad, inexplicable en hombres de otra raza, exclamó:

-Harás bien en llevarte tu saco; será robado y me traería mala suerte. Pero ya que me has
traído a mi hija debes dejar algo para las velas del velorio y para atender a los que vengan a
acompañarme. ¿No tendrás siquiera un sol?

Crispín, que comprendió también la feroz ironía del viejo, sin volver la cara respondió:

-¡Qué te podrá dar un mostrenco! ¿No quisieras una cuchillada, viejo ladrón?

Y el indio desapareció, rasgando con una interjección flagelante el silencio de la noche…

II

Entre la falda de una montaña y el serpenteo atronador y tormentoso del Marañón yacen
sobre el regazo fértil de un valle cien chozas desmedradas, rastreras y revueltas, como cien
fichas de dominó sobre un tapete verde. Es Pampamarca. En medio de la vida pastoril y
semibárbara de sus moradores, la única distracción que tienen es el tiro al blanco, que les sirve
de pretexto para sus grandes bebezones de chicha y chacta y para consumir también gran
cantidad de cápsulas, a pesar de las dificultades que tienen que vencer para conseguirlas,
llevándoles su afición, hasta pagar en casos urgentes media libra por una cacerina de máuser.
A causa de esto tienen agentes en las principales poblaciones del departamento, encargados
de proveerles de munición por todos los medios posibles, los que, conocedores del interés y
largueza de sus clientes, explotan el negocio con una desmedida sordidez, multiplicando el
valor de la siniestra mercancía y corrompiendo con precios tentadores a la autoridad política y
al gendarme.

Y cuando el agente es moroso o poco solícito, ellos bajan de sus alturas, sin importarles las
grandes distancias que tienen que recorrer a pie, y se les ve entonces en Huanuco, andando
lentamente, como distraídos, con caras de candor rayanas en la idiotez, penetrando en todas
las tiendas, hasta en las boticas, en donde comienzan por preguntar tímidamente por las
clásicas cápsulas del 44 y acaban por pedir balas de todos los sistemas en uso. Se les conoce
tanto que, a pesar del cuidado que ponen en pasar inadvertidos, todo el que los ve murmura
despectivamente: “shucuy de Dos de Mayo”, y los comerciantes los reciben con una
amabilidad y una sonrisa que podría traducirse en esta frase: “Ya sé lo que quieres, shucuysito:
munición para alguna diablura”.

Es en este caserío, en esta tierras de tiradores –illapaco jumapa-, como se les llama en la
provincia, donde tuvo la gloria de ver por primera vez el sol Juan Jorge, flor y nata de illapacos,
habiendo llegado a los treinta años con una celebridad que pone los pelos de punta cundo se
relatan sus hazañas y hace desfallecer de entusiasmo a las doncellas indias de diez leguas a la
redonda. Y viene a aumentar esta celebridad, si cabe, la fama de ser, además, el mozo un
eximio guitarrista y un cantor de yaravíes capaz de doblegar el corazón femenino más rebelde.

Y también porque no es un shucuy, ni un cicatero. Y en cuanto a vestir y calzar, calza y viste


como lomistis, y luce cadena y reloj cuando baja a los pueblos grandes a rematar su negocio –
como dice él mismo- que consiste en eliminar de este mezquino mundo a algún predestinado
al honor de recibir entre los dos ojos una bala suya.

III

En lo que Juan Jorge no andaba equivocado, porque su fortuna y bienestar eran fruto de dos
factores suyos: el pulso y el ojo.

IV

Y fue a este personaje, a esta flor y nata de illapacos, a quien el viejo Tucto le mandó su mujer
para que contratara la desaparición del indio Hilario Crispín, cuya muerte era indispensable
para tranquilidad de su conciencia, satisfacción de los yayas y regocijo de su Faustina en la otra
vida.

La mujer de Tucto, lo primero que hizo, después de saludar humildemente al terrible illapaco,
fue sacar un puñado de coca y ofrecérselo con estas palabras:

-Para que endulces tu boca, taita.

-Gracias, abuela; siéntate.

Juan Jorge aceptó la coca y se puso a chacchar lentamente, con la mirada divagante, como
embargado por un pensamiento misterioso y solemne. Pasado un largo rato, preguntó:

-¿Qué te trae por aquí Marina?

-Vengo para que me desaparezcas a un hombre malo.

-¡Hum! Tu coca no está muy dulce…

-Tomarás más, taita. Yo la encuentro muy dulce… y también te traigo Ishcayrealgota.


Y sacando la botella de agua de florida llena de chacta se la pasó al illapaco.

-Bueno. Beberemos.

Y ambos bebieron un buen trago, paladeándole con una fruición más fingida que real.

-¿Quién es el hombre malo y qué ha hecho, por que tú sabrás que yo no me alquilo sino para
matar criminales. Mi máuser es como la vara de la justicia…

-Hiralio Crispín, de Patay – Rondos, taita, que ha matado a mi Fausta.

-Lo conozco; buen cholo. Lástima que haya matado a tu hija, porque es un indio valiente y no
lo hace mal con la carabina. Su padre tiene terrenos y ganados. ¿Y estás segura de que Crispín
es el asesino de tu hija?

-Como de que ayer la enterramos. Es un perro rabioso, un mostrenco.

-¿Y cuánto vas a pagar porque lo mate?

-Hasta dos toros me manda a ofrecerte Liberato.

-No me conviene. Ese cholo vale cuatro toros; ni uno menos.

-Se te darán, taita. También me encarga Liberato decirte que han de ser diez tiros los que le
pongas al mostrenco, y que el último sea el que le despene.

Juan Jorge se levantó bruscamente y exclamó:

-¡Tatau! Pides mucho. Pides una cosa que nunca he hecho, ni se ha acostumbrado jamás por
aquí.

-Se te pagará, taita. Tiras bien y te será fácil.

Juan Jorge volvió a sentarse, se echó un poco de coca a la boca y después de meditar un gran
rato en quién sabe qué cosas, que le hicieron sonreír, dijo:

-Bueno; diez, quince y veinte si quieres. Pero te advierto que cada tiro va a costarle a Liberato
un carnero de yapa. Los tiros de máuser están hoy muy escasos y no hay que desperdiciarlos
en caprichos que pague su capricho Tucto. Además, haciéndole tantos tiros a un hombre, corro
el peligro de desacreditarme, de que se rían de mí hasta los escopeteros.

-Se te darán las yapas, taita. De lo demás no tengas cuidado. Yo haré saber que lo has hecho
así por encargo.

-Juan Jorge se frotó las manos, sonrió, dióle una palmadita a la Martina y resolviese a sellar el
pacto con estas palabras:

-De aquí a mañana haré averiguar con mis agentes si es verdad que Hilario Crispín es el asesino
de tu hija, y si así fuera, mandaré por el ganado como señal de que acepto el compromiso.

Cuatro días después comenzó la persecución de Hilario Crispín. Jorge y Tucto se metieron en
una aventura preñada de dificultades y peligros, en que había que marchar lentamente, con
precauciones infinitas, ascendiendo por despeñaderos horripilantes, cruzando sendas
inverosímiles, permaneciendo ocultos entre las rocas horas enteras, descansando en cuevas
húmedas y sombrías, evitando encuentros sospechosos, esperando la noche para proveerse de
agua en los manantiales y quebradas. Una verdadera cacería épica, en la que el uno dormía
mientras el otro avizoraba, lista la carabina para disparar. Peor que si se tratara de cazar a un
tigre.

Y el illapaco, que a previsor no le ganaba ya ni su maestro Ceferino, había preparado el


máuser, la víspera de la partida, con un esmero y una habilidad irreprochables. Porque Juan
Jorge, fuera de saber el peligro que corría si llegaba a descuidarse y ponerse a tiro del indio
Crispín, feroz y astuto, estaba obsedido por una preocupación, que sólo por orgullo se había
atrevido a arrostrarla: tenía una supersición suya, enteramente suya según la cual un illapaco
corre gran riesgo cuando va a matar a un hombre que completa cifra impar en la lista de sus
víctimas. Tal vez por eso siempre la primera víctima hace temblar el pulso más que las otras,
como decía el maestro Ceferino. Y Crispín, según su cuenta, iba a ser el número sesenta y
nueve. Esta superstición la debía a que en tres o cuatro ocasiones había estado a punto de
parecer a manos de sus victimados, precisamente al añadir una cifra impar a la cuenta.

Por esta razón sólo se aventuraba en los desfiladeros después de otear largamente todos los
accidentes del terreno, todas las peñas y recovecos, todo aquello que pudiera servir para una
emboscada.

Así pasaron tres días. En la mañana del cuarto, Juan Jorge, que ya se iba impacientando y cuya
inquietud aumentaba a medida que transcurría el tiempo, dijo, mientras descansaba a la
sombra de un peñasco:

-Creo que el cholo ha tirado largo, o estará metido en alguna cueva, de donde sólo saldrá de
noche.

-El mostrenco está por aquí, taita. En esta quebrada se refugian todos los asesinos y ladrones
que persigue la fuerza. Cunce Maille estuvo aquí un año y se burló de todos los gendarmes que
lo persiguieron.

-Peor entonces. No vamos a encontrar a Crispín ni en un mes.

-No será así, taita. Los que persiguen no saben buscar; pasan y pasan y el perseguido está
viéndoles pasar.

Hay que tener mucha paciencia. Aquí estamos en buen sitio y te juro que no pasará el día sin
que aparezca el mostrenco por la quebrada, o salga de alguna cueva de las que ves al frente. El
hambre o la sed le harán salir.

Esperemos quietos.

Y tuvo razón Tucto al decir que Crispín no andaba lejos, pues a poco de callarse, del fondo de la
quebrada surgió un hombre con la carabina en la diestra, mirando a todas partes
recelosamente y tirando de un carnero, que se obstinaba en no querer andar.

-Lo ves, taita –dijo levemente el viejo Tucto, que durante toda la mañana no había apartado
los ojos de la quebrada-. Es Crispín. Cuando yo te decía… Apúntale, apúntale; asegúralo bien.

Al ver Juan Jorge a su presa se le enrojecieron los ojos, se le inflaron las narices, como al llama
cuando husmea cara al viento, y lanzó un hondo suspiro de satisfacción. Revisó en seguida el
máuser y después de apreciar rápidamente la distancia, contestó:
-Ya lo ví; se conoce que tiene hambre, de otra manera no se habría aventurado a salir de día de
su cueva. Pero no voy a dispararle desde aquí; apenas habrán unos ciento cincuenta metros y
tendría que variar todos mis cálculos. Retrocedamos.

-¡Taita, que se te va a escapar!…

-¡No seas bruto! Si nos viera, más tardaría él en echar a correr que yo en meterle una bala. Ya
tengo el corazón tranquilo y el pulso firme.

Y ambos, arrastrándose felinamente y con increíble rapidez, fueron a parapetarse tras una
blanca peñolería que semejaba una reventazón de olas.

-Aquí estamos bien –murmuró Juan Jorge-. Doscientos metros justos; lo podría jurar.

Y, después de quitar el seguro y levantar el librillo, se tendió con toda la corrección de un


tirador de ejército, que se prepara a disputar un campeonato, al mismo tiempo que musitaba:

-¡Atención, viejito! Está en la mano derecha para que no vuelva a disparar más. ¿Te parece
bien?

-Si taita, pero no olvides que son diez tiros los que tienes que ponerle. No vayas a matarlo
todavía.

Sonó un disparo y la carabina voló por el aire y el indio Crispín dio un rugido y un salto tigresco,
sacudiendo furiosamente la diestra. En seguida miró a todas partes, como queriendo descubrir
de donde había partido el disparo, recogió con la otra mano el arma y echó a correr en
dirección a unas peñas; pero no habría avanzado diez pasos cuando un seguro tiro le hizo caer
y rodar al punto de partida.

-Esta ha sido en la pierna derecha –dijo sonriendo el feroz illapaco– para que no pueda
escapar. Veo que completaré con felicidad mi sesenta y nueve. Y volvió a encararse el arma y
un tercer disparo fue a romperle al infeliz la otra pierna. El indio trató de incorporarse, pero
solamente logro ponerse rodillas. En esta actitud levantó las manos al cielo, como
demandando piedad, y después cayó de espaldas, convulsivo, estertorante, hasta quedarse
inmóvil.

-¡Los has muerto, taita!

-No, hombre. Yo sé donde apunto. Está más vivo que nosotros. Se hace el muerto por ver si lo
dejamos allí, o cometemos la tontería de ir a verlo, para aprovecharse él del momento y
meternos una puñalada. Así me engañó una vez José Illatopa y casi me vacía el vientre.
Esperemos que se mueva.

Y Juan Jorge encendió un cigarro y se puso a fumar, observando con interés las espirales del
humo.

-¿Te fijas, viejo? El humo sube derecho; buena suerte.

-Va a verte Crispín, taita, no fumes.

-No importa. Ya está al habla con mi máuser.

El herido, que al parecer había simulado la muerte, juzgando tal vez que había transcurrido ya
el tiempo suficiente para que el asesino lo hubiera abandonado, o quizás por no poder ya
soportar los dolores que, seguramente, estaba padeciendo, se volteó y comenzó a arrastrarse
en dirección a una cueva que distaría uno cincuenta pasos.

Juan volvió a sonreír y volvió a apuntar, diciendo:

-A la mano izquierda…

y así fue: la mano izquierda quedó destrozada. El indio, descubierto en su juego, aterrorizado
por la certeza y ferocidad con que le iban hiriendo, convencido de que su victimador no podía
ser otro que el illapacode Pampamarca, ante cuyo máuser no había salvación posible, lo
arriesgó todo y comenzó a pedir socorro a grandes voces y a maldecir a su asesino.

Pero Juan Jorge, que había estado siguiendo con el fusil encarado todos los movimientos del
indio, aprovechando del momento en que éste quedará de perfil, disparó el quinto tiro, no sin
haber dicho antes:

-Para que calles…

el indio calló inmediatamente, como por ensalmo, llevándose a la boca las manos
semimutiladas y sangrientas. El tiro le había destrozado la mandíbula inferior. Y así fue
hiriéndole el terrible illapaco en otras partes del cuerpo, hasta que la décima bala,
penetrándole por el oído, le destrozó el cráneo.

Había tardado una hora en este satánico ejercicio; una hora de horror, de ferocidad siniestra,
de refinamiento inquisitorial, que el viejo Tucto saboreó con fruición y que fue para Juan Jorge
la hazaña más grande de su vida de campeón de la muerte.

En seguida descendieron ambos hasta donde yacía destrozado por diez balas, como un andrajo
humano, el infeliz Crispín. Tucto le volvió boca arriba de un puntapié, desenvainó su cuchillo y
diestramente le sacó los ojos.

-Estos –dijo, guardando los ojos en el huallqui– para que no me persigan; y ésta –dándole una
feroz tarascada a la lengua- para que no avise.

-Y para mí el corazón –añadió Juan jorge-. Sácalo bien. Quiero comérmelo porque es de un
cholo muy valiente.

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CUENTOS

LOS CANASTOS- CLEMENTE PALMA


ADMIN 18 Mayo, 2015 0

(CUENTO) Entre hacer un pequeño servicio que apenas labre huella en la memoria del
beneficiado o un grave daño que le deje profundo recuerdo, elegid lo segundo. Os contaré lo
que me sucedió una tarde de invierno con un pobre hombre llamado Vassielich.

Os juro que yo soy bueno, que soy un buen padre de familia, pero solo en la época en que hay
sol en este cielo brumoso. ¡Oh!, la bruma invernal me hace daño y me convierte en malvado. Si
yo fuera, poppe, en verano rendiría culto a Dios, pero en invierno le volvería la espalda y me
entregaría a darle gusto al diablo. En el invierno le amo, siento que se introduce en mí ser, que
estruja mi espíritu y aviva el fuego de mis malos instintos: entonces me siento nihilista, capaz
de ser ladrón y asesino; lo rojo me excita, y lo afilado y lo agudo me fascinan. Cuando llega la
época de las primeras nevadas, mi mujer me dice: «Marcof, padrecito mío, ya las malas ideas
comienzan a fulgurar en tus ojos. Ya viene el tiempo en que no vives sino gruñendo y
blasfemando, en que nos aporreas a tus hijos y a mí. Mira, no te alejes de la estufa, porque el
hielo te hace malvado… » Pero decía hace poco que iba a referiros una aventura que tuve: ya
lo había olvidado.

Escuchadme: Iba yo una tarde caminando, con mi pipa en la boca, por un largo y estrecho
puente.

Un carretero sordo llamado Vassielich seguía el mismo camino que yo, conduciendo en su
carro más de veinte canastos de pescado fino, que diferentes dueños le hablan comisionado
que llevara al mercado para la venta del siguiente día. El carro, a causa de la curvatura del
puente, se inclinaba hacia el borde derecho, pero no había peligro de que cayese, porque el
pretil era suficientemente alto para impedir la caída. Con todo, hubiera querido darle un buen
susto a Vassielich.

Creedme que no soy malo, pero deseaba con toda mi alma darle un susto, aunque no fuera
sino arrojarle con carreta y todo al río, De repente, la cuerda que sujetaba los canastos rompió
o desató … A fe que sentí un vuelco en el corazón. El puente es estrecho y largo, el carro
caminaba despacio y saltaba mucho, el suelo del puente tiene una inclinación sensible del
centro hacia los bordes… A los pocos segundos, ¡pum!, uno de los canastos se desprendió,
cayó pesadamente sobre el pretil y desde allí se precipitó al río. Lo vi caer y una voz muy débil
murmuraba dentro algo así como: «avisa a ese infeliz carretero que su carga se va al río». Pero
el invierno me’ gritaba más alto: «cállate, hombre, y limítate a mirar, ¿no es curioso y
entretenido ver caer veinte canastos, uno detrás de otro, como una manada de estúpidos
carneros?» Y la verdad es que preferí esto. Cierto que Vassielich, un buen hombre que jamás
me había hecho daño alguno, iba a sufrir mucho con esta desgracia, pero ¿a mí qué me
importaba?, ¿perdía yo algo con el desastre de Vassielich? No; al contrario, ganaba una
diversión durante el trayecto del puente, que tiene unos cien metros de largo-. Callé y vi caer
la segunda canasta, luego la tercera y la cuarta, y la quinta y otras muchas.

El pobre Vassielich, sea porque fuera sordo, o porque iba distraído, no advirtió el ruido
delicioso de los canastos al romper la superficie ondulosa del río, haciendo saltar chorros de
espuma. El caballo advirtió mejor lo que pasaba, pues, al sentir el carro menos pesado, aligeró
el paso. Cuando llegamos al término del puente, corrí hacia la carreta:
– ¡Eh, Vassietich, amiguito!

El carretero no me oía; tuve que avanzar más y tocarle la pierna con el extremo de mi pipa,
gritándole:

– ¡vassietich! ¡Vasslelich! -¡Eh!, ¿qué deseas? Tengo prisa…

– ¡Ay, padrecito, no la tengas ya! Vaya comunicarte una gran desgracia.

– ¡Dios de Dios! ¿Ha muerto Ivanowna, mi mujer?

– No, te juro que no; es algo peor y de más trascendencia social.

– ¿Ha muerto el Zar?

– ¿Eh? ¡Así reventara!… -Habla, habla… -Pues, detén el carro, que es algo grave lo que vaya
decirte.

– Pero… está anocheciendo y tengo prisa de llegar a la ciudad.

– No la tengas ya.

– ¿Por qué? Habla. ¡Dios de Dios! -exclamó Vassielich impaciente deteniendo el carro.

Yo encendí lentamente mi pipa, que se había apagado:

– Te decía, padrecito, que no tuvieras ya prisa en ir a la ciudad… Verás si tengo razón.

– ¡Maldición! Pero ¿por qué?

– Porque… Créeme que me duele decírtelo, padrecito. Óyeme bien: no debes apresurartex
porque, porque el señor río se ha engullido, bocado tras bocado, tus canastos de peces. Soy
testigo ocular. Te aconsejo que otro día hagas uso de cuerdas más fuertes. Vassielich volvió el
rostro violentamente y al asegurarse de su desgracia se puso horriblemente pálido, luego
enrojeció y apeándose de la carreta se asomó al río. ¡Eh, amigo!, ¿Buscas los agujeros que
hicieron los canastos al atravesar la superficie? Ya se taparon. Vassielich se puso a llorar; no
tenía dinero con qué pagar; le embargarían sus cosas. Ivanowna y sus hijos sufrirían miserias
espantosas, y si no alcanzaba a pagar toda la deuda, le meterían en la cárcel. ¡Y el invierno que
era tan crudo! El pobre sordo lloraba amargamente. ¡Era cosa de matarse!

– ¡Sí, padrecito, es cosa de matarse! -afirmé yo con acento filosófico. Y, en efecto, creí que iba
a arrojarse al río de cabeza, pues asomó el cuerpo por el pretil. Abrí los ojos
desmesuradamente para ver con toda mi alma el chapuzón. Quizás el caballo por una de esas
asombrosas fidelidades de que hablan las historias se precipitaría también arrastrando consigo
el carro. Y si no lo hacía yo le obligaría a ello. El puente estaba solitario y la ciudad distaba dos
verstas. Pero no, lo que hizo Vassielich fue ponerse a gritar y a maldecir su suerte… Se
«desvaneció mi esperanza, e irritado por la estupidez de ese carretero que por un cobarde
amor a la vida no cumplía con su deber, le dije sonriéndome:

– Pude avisarte, padrecito, desde que vi caer el primer canasto. Más ¿para qué? Mañana
habrías olvidado el favor que te hacía: en cambio, cuando te lleven a la cárcel, y tu mujer y tus
hijos lloren en la miseria, te acordarás de mí, cierto que para maldecirme, pero te acordarás…

Vassielich no me respondió, sea porque no me oyera, sea porque estaba aturdido con su
desastre.
Me encogí de hombros y proseguí mi camino, fumando mi pipa. Después de todo, el sitio de
los peces era el río y no los canastos. He restablecido, pues, el equilibrio de la naturaleza.

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CUENTOS PERUANOS

LA SEÑORITA FABIOLA

GIANFRANCO HEREÑA RODRIGUEZ 3 Diciembre, 2017 0

Por:
Julio Ramón Ribeyro

Yo aprendí el abecedario en casa, con mamá, en una cartilla a cuadrados rojos y verdes, pero
quien realmente me enseñó a leer y escribir fue la señorita Fabiola, la primera maestra que
tuve cuando entré al colegio. Es por ello que la tengo tan presente y que me animo a contar
algo de su vida, su triste, oscura y abnegada vida de mujercita fea y pobre, tan parecida a
tantas otras vidas, de la que nada sabemos.

Cuando digo que era fea no exagero. No tenía un Dios te guarde, Fabiola. Era pequeñita, casi
una enana, pero con una cara enorme, un poco caballuna, cutis marcado por el acné y un bozo
muy pronunciado. La cara estaba plantada en un cuerpo informe, tetón pero sin poto ni
cintura, que sostenían dos piernas flaquísimas y velludas. A esto se añadía una falta absoluta
de gracia, de sexy como diríamos ahora y una serie de gestos y modales pasados de moda o
ridículos. Por ejemplo, tenía la costumbre de hacer huesillo o sea empujar el carrillo con la
punta de la lengua cada vez que creía haber dicho algo ingenioso o de estirar mucho el dedo
meñique cuando levantaba su taza de té para llevársela a la boca.

Aparte de ser nuestra maestra en el colegio era amiga de la casa, pues vivíamos en Miraflores,
en calles contiguas. Como la escuela que frecuentábamos se encontraba en Lima, mis padres le
pidieron que nos acompañara en el viaje, que entonces era complicado, ya que había que
tomar ómnibus y luego tranvía. Todas las mañanas venía a buscarnos y partíamos cogidos de
su mano. Gracias a este servicio que nos prestaba, mis padres le tenían mucho aprecio y una o
dos veces al mes la invitaban a tomar el té.

Ella nos invitó una vez y todavía recuerdo la impresión que me causó la casa un poco ruinosa
en la que vivía con toda su familia. Era una casa de una sola planta pero bastante grande,
como correspondía a una familia numerosa que se mantenía unida para defenderse de las
dificultades de la vida. Esas familias ya no existen, ni probablemente esas casas. Empobrecidos
no sé por qué razones, Fabiola y sus cinco hermanos habían resuelto seguir viviendo juntos,
con sus padres ancianos y prácticamente inmortales. Eran tres hombres y tres mujeres, todos
solteros, todos incapaces de casarse, porque no tenían plata, porque todos eran muy feos. De
los hermanos sólo recuerdo a uno que era oficial del ejército, medio loco, que había inventado
algo así como un nuevo tipo de bomba, a otro que componía aparatos eléctricos y a la
hermana mayor, que Fabiola odiaba, pues era mandona, austera, malgeniada y tenía a su
cargo el gobierno de la casa. Entre todos reunían lo suficiente para seguir pagando el alquiler
de esa casona miraflorina e irse extinguiendo con su aire de dignidad. Pero un día el militar fue
destacado fuera de la capital, el electricista se mandó mudar, el padre se murió, la casa resultó
grande, la renta disminuyó y tuvieron que dispersarse.

La señorita Fabiola se mudó a Lima con su mamá y su hermana mayor a un departamento que
tenía al menos la ventaja de estar cerca del colegio. Por nuestra parte fuimos matriculados en
un colegio de Miraflores. Así Fabiola dejó de ser nuestra maestra y nuestra vecina, pero
nuestro contacto con ella se mantuvo.

Una noche la invitamos a cenar. Como el ómnibus se detenía a varias cuadras de la casa me
encargaron que fuera a buscarla al paradero. Yo fui en mi bicicleta, con la intención de
acompañarla lentamente. Pero cuando la señorita Fabiola descendió del ómnibus la vi tan
chiquita que le propuse llevarla sentada en el travesaño de mi vehículo. Ella aceptó, pues las
calles eran sombrías y no había testigos, se acomodó en el fierro y emprendí el viaje rumbo a
casa. Antes de llegar había de dar una curva cerrada. Tal vez el piso estaba húmedo o calculé
mal la velocidad, pero lo cierto es que la bicicleta patinó y los dos nos fuimos de cabeza a una
acequia de agua fangosa. La tuve que rescatar a pulso del légamo, con la carterita y el
sombrero embarrados. La pobre estaba tan asustada que ni siquiera podía llorar y se limitaba a
repetir: «Ave María Purísima, Ave María Purísima». Cuando llegamos a casa mis padres se
pusieron furiosos y me enviaron esa noche a comer a la cocina.

Este incidente grotesco no enfrió nuestras relaciones, antes bien las estrechó y nuevos
contactos surgieron, haciéndose extensivos a otros miembros de su familia. Pero estaba
escrito que la familia de Fabiola se encontraba en plena caída y no cabía esperar nada de ella.

Mi padre era muy aficionado al fútbol y no se perdía un solo partido internacional. Cada vez
que venía un equipo argentino o uruguayo era sabido que ese domingo no almorzaría en casa,
pues desde antes del mediodía partía hacia el estadio con su fiambre en una maletita y una
visera para protegerse del sol. Su pasión por el fútbol no se limitaba a presenciar los partidos
sino a escucharlos por radio. Se realizaba en esa época un campeonato sudamericano, el Perú
jugaba contra Brasil y todos estábamos reunidos en la sala escuchando el encuentro. Los
peruanos jugaban muy bien y el scorer iba cero a cero. De pronto el radio quedó mudo y de su
parlante surgió al poco rato un ronquido. Mi padre movió todos los botones posibles,
manipuló incluso detrás del aparato jalando alambres y enchufes, pero no había nada que
hacer, la emisión se había perdido y sólo nos llegaban todos los ruidos del espacio. Mi padre
era un hombre colérico y de decisiones intempestivas. Lo vimos entonces hacer algo
memorable, que nos dejó pasmados. Se alejó hasta la puerta de la sala y tomando impulso
corrió hasta el radio y le aplicó un puntapié tan preciso que su zapato se introdujo por el
parlante incrustado en el aparato. El ronquido desapareció, naturalmente, pero el radio
también.

No sé cómo la señorita Fabiola se enteró de este percance y sugirió que para componer radios
no había nadie mejor que su hermano Héctor. No tenía taller ni era un profesional, pero sus
precios eran módicos y su trabajo impecable. Mi padre aceptó encantado su propuesta y la
instó a que el técnico viniera cuanto antes.

Héctor se presentó al día siguiente. Era la versión de Fabiola, pero en masculino. La misma
cabezota y cutis agrietado, casi la misma estatura. La pretina de sus pantalones le llegaba a las
tetillas y usaba tirantes. Cuando vio el radio dijo que era un juego de niños, abrió su maletín de
cuero y se puso a desarmarlo. Mi hermano y yo observamos durante largo rato sus manejos.
Con un destornillador iba retirando una a una las piezas, que distribuyó sobre la alfombra, con
una aplicación artística en la que entraba en juego colores, formas y tamaños. A mediodía
había desmontado íntegramente el aparato y haciendo una pausa dijo que iba a almorzar para
continuar su trabajo en la tarde.

Lo esperamos en vano. Nunca en la vida regresó. ¿Se encontró en la esquina con algún amigo?
¿Le dio un colapso mortal? ¿Se dio cuenta que el radio era incomponible? Lo cierto es que
cuando en la noche llegó mi padre, agitadísimo e impaciente por seguir escuchando sus
partidos, se encontró con una caja de madera vacía y cientos de tornillos, tuercas y pilas
diseminados por el suelo. Una patada más y las piezas salieron volando por la ventana.

La chambonada de su hermano Héctor no nos alejó de Fabiola. Mi mamá era su más


encarnizada protectora y siguió viniendo a casa a tomar el té o a cenar. Se quejaba siempre de
su trabajo de maestra de primaria, no ganaba nada, se gastaba todo en trapos y pasajes,
cualquier sirvienta u obrera la pasaba mejor pues no tenía que mantener su fachada de
señorita de clase media. Fue así como mi padre, que era invulnerable, se dejó conmover y
decidió darle un puesto en su oficina.

Aparte de enseñar a leer y escribir a niños la señorita Fabiola no sabía nada. No era taquígrafa,
ni mecanógrafa, ni redactora de cartas comerciales. Fue rodando de puesto en puesto hasta
que mi padre resolvió que se ocupara de la caja de su departamento, al menos conocía su
aritmética y era honrada. Los frutos fueron inmediatos. Mi padre estaba encantado con la
exactitud de los balances mensuales. Nunca faltaba ni sobraba un centavo. Las cuentas de fin
de mes eran impecables. Pero cuando se hizo el arqueo de fin de año mi padre notó que
sobraba una importante cantidad de dinero, que no lograba justificar, por más que se rompió
la cabeza durante noches cotejando facturas. Después de una larga pesquisa descubrió la
verdad: la señorita Fabiola, como las cuentas no le casaban cada mes, ponía de su bolsillo la
plata que faltaba y así había logrado construir una contabilidad perfecta pero viciada en su
origen. Esto era inadmisible como método de trabajo, el cajero general tuvo que rehacer todas
las cuentas, sus quejas llegaron a oídos del gerente y mi padre se vio en la necesidad de
despedir a Fabiola. Fue todo un drama. Fabiola vino a casa a llorar, mi madre intervino una vez
más en su favor y así pudo seguir en su puesto, después de jurar que pondría más atención.

Y allí duró, más que mi padre, que se murió tiempo después, y fue aprendiendo lo que tenía
que aprender y acumuló años de servicios y beneficios sociales y probablemente hasta ahorró.
Ya su madre inmortal había muerto y Hortensia, su hermana mayor, el mandamás de la casa,
se había fugado con un libanés que vendía corbatas a domicilio, de modo que vivía sola en su
diminuto departamento de Santa Beatriz. Iba todos los días a la oficina, puntual, sobre sus
piernecitas velludas, era una solterona eficaz, una veterana de las cuentas, una rutera en la
carretera de la vida. Unos años más y listo, jubilada, al retiro, con sueldo completo y ríete de
mí.
Pero nadie está libre de las celadas ni de las chanzas de la vida. Alguien, por allí, la observó, la
siguió, la estudió, la eligió, la convenció. Lo cierto es que un día, cuando ya por la fuerza de las
cosas habíamos perdido su pista, llegó a casa un parte de matrimonio y quedamos
asombrados: ¡se casaba la señorita Fabiola! Mi padre, de vivir, se hubiera rascado pensativo la
barbilla diciendo que se trataba de un hecho que trastocaba las leyes del universo. Fuimos a su
matrimonio. El novio era un jovenzuelo, quince o veinte años menor que ella, un poco gordo,
desteñido, reilón, muy simpático y dicharachero, lleno de atenciones para con Fabiola, a quien
no soltó de la mano ni dejó de dar besitos durante la ceremonia. Sirvieron un pésimo champán
nacional. Nos llamó la atención que no asistiera uno solo de sus parientes y que su único
amigo, que sirvió de testigo, era un boticario charlatán, desdentado y borracho que, al salir de
la iglesia, patinó en la acera y se fue de cabeza rompiéndose la frente.

Volví a ver a Fabiola sólo una vez, muchísimos años más tarde. Tenía varios hijos, se había
separado de su marido y a pesar de estar jubilada necesitaba encontrar otro trabajo para
mantener a su prole. Estaba más chiquitita, viejísima y fea como nunca. Quería por el
momento que la ayudara en un juicio de divorcio, pues su marido seguía viniendo a casa para
sacarle plata y la última vez, según me dijo, le había dado «una patada en la boca». Yo le di una
recomendación para un amigo abogado y otra para un vocal de la Corte. Antes de partir me
dijo que tenía una sorpresa e hizo un huesillo, esperando que le preguntara cuál era. De su
cartera extrajo uno de mis libros y me lo mostró diciendo que lo había leído de principio a fin
—estaba en realidad subrayado en muchas partes— añadiendo que estaba feliz que uno de
sus viejos alumnos fuera escritor. Me pidió, como es natural, que le pusiera una dedicatoria.
Nada me incomoda más que poner dedicatorias. Traté de inventar algo simpático u original,
pero sólo se me ocurrió: «A Fabiola, mi maestra, quien me enseñó a escribir». Y tuve la
impresión de que nunca había dicho nada más cierto.

(París, 1976)

Tomado de: La palabra del mudo– Julio Ramón Ribeyro. Seix Barral, 2010.

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La sopa de piedra

[Cuento - Texto completo.]


Anónimo: Occidente

Un monje estaba haciendo la colecta por una región en la que las gentes tenían fama de ser
muy tacañas. Llegó a casa de unos campesinos, pero allí no le quisieron dar nada. Así que
como era la hora de comer y el monje estaba bastante hambriento dijo:

-Pues me voy a hacer una sopa de piedra riquísima.

Ni corto ni perezoso cogió una piedra del suelo, la limpió y la miró muy bien para comprobar
que era la adecuada, la piedra idónea para hacer una sopa. Los campesinos comenzaron a
reírse del monje. Decían que estaba loco, que vaya chaladura más gorda. Sin embargo, el
monje les dijo:

-¡Cómo! ¿No me digan que no han comido nunca una sopa de piedra? ¡Pero si es un plato
exquisito!

-¡Eso habría que verlo, viejo loco! –dijeron los campesinos.

Precisamente esto último es lo que esperaba oír el astuto monje. Enseguida lavó la piedra con
mucho cuidado en la fuente que había delante de la casa y dijo:

-¿Me pueden prestar un caldero? Así podré demostrarles que la sopa de piedra es una comida
exquisita.

Los campesinos se reían del fraile, pero le dieron el puchero para ver hasta dónde llegaba su
chaladura. El monje llenó el caldero de agua y les preguntó:

-¿Les importaría dejarme entrar en su casa para poner la olla al fuego?

Los campesinos lo invitaron a entrar y le enseñaron dónde estaba la cocina.

-¡Ay, qué lástima! –dijo el fraile-. Si tuviera un poco de carne de vaca la sopa estaría todavía
más rica.

La madre de la familia le dio un trozo de carne ante la rechifla de toda su familia. El viejo la
echó en la olla y removió el agua con la carne y la piedra. Al cabo de un ratito probó el caldo:
-Está un poco sosa. Le hace falta sal.

Los campesinos le dieron sal. La añadió al agua, probó otra vez la sopa y comentó:

-Desde luego, si tuviéramos un poco de berza los ángeles se chuparían los dedos con esta sopa.

El padre, burlándose del monje, le dijo que esperase un momento, que enseguidita le traía un
repollo de la huerta y que para que los ángeles no protestaran por una sopa de piedra tan sosa
le traería también una patata y un poco de apio.

-Desde luego que eso mejoraría mi sopa muchísimo -le contestó el monje.

Después de que el campesino le trajera las verduras, el viejo las lavó, troceó y echó dentro del
caldero en el que el agua hervía ya a borbotones.

-Un poquito de chorizo y tendré una sopa de piedra digna de un rey.

-Pues toma ya el chorizo, mendigo loco.

Lo echó dentro de la olla y dejó hervir durante un ratito, al cabo del cual sacó de su zurrón un
pedacillo de pan que le quedaba del desayuno, se sentó en la mesa de la cocina y se puso a
comer la sopa. La familia de campesinos lo miraba, y el fraile comía la carne y las verduras,
rebañaba, mojaba su pan en el caldo y al final se lo bebía. No dejó en la olla ni gota de sopa.
Bueno. Dejó la piedra. O eso creían los campesinos, porque cuando terminó de comer cogió el
pedrusco, lo limpió con agua, secó con un paño de la cocina y se lo guardó en la bolsa.

-Hermano, -le dijo la campesina- ¿para que te guardas la piedra?

-Pues por si tengo que volver a usarla otro día. ¡Dios los guarde, familia!

Anónimo europeo

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Cuentos – Poemas – Minicuentos – Teatro – Otros textos – Sobre el Arte de Narrar


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El león va a la guerra. Fábula sobre el liderazgo para niños

‘El león va a la guerra’ es una fábula sobre el liderazgo y el trabajo en equipo para los niños,
pero también sobre los defectos que en realidad son virtudes. Atribuida en algunas ocasiones
al fabulosa francés Jean de La Fontaine, y en otras, al griego Esopo, lo cierto es que su autoría
no está del todo clara. La fábula nos habla de valores necesarios a la hora de trabajar en
equipo: un buen líder capaz de organizar un grupo y sobre todo, de valorar todas y cada una
de las cualidades de sus miembros. Fabulosa reflexión para niños y adultos.

Una fábula sobre el liderazgo y el trabajo en equipo para los niños: El león va a la guerra

Estaba el león, el rey de la Selva, preocupado: otros animales de una zona limítrofe, les
acababa de declarar la guerra. Sin embargo, el león, un fabuloso líder entre el resto de
animales, tenía un plan, y reunió a todos sus súbditos: – ¡Amigos! Un rey vecino nos acaba de
declarar la guerra. Está bien, nos defenderemos. Pero no os preocupéis, porque entre todos
formaremos el mejor ejército. El león, pidió ayuda a su consejero, el mono. Entre los dos,
comenzaron a organizar a todos los animales para formar un poderoso ejército. Y así, fueron
llamando a cada animal para explicarle cuál sería su misión según las cualidades y habilidades
que tenía. – Elefante, ven aquí- dijo el león- Tú eres muy fuerte, y serás muy útil para llevar
todas las municiones. Piedras, troncos de árboles. ¡Vendrá fenomenal tu fuerza! – ¡Sí!-
contestó el elefante- ¡Yo llevaré todo lo que haga falta! – Serpiente, tú serás la encargada de
espiar al enemigo- le explicó el león- Eres silenciosa y podrás colarte por cualquier lugar para
averiguar cuál es la estrategia de nuestro enemigo. – ¡Me encanta esa tarea!- dijo la serpiente.
– Vosotros, zorros, os necesito- continuó hablando el león- Sois los más astutos de entre todos
los animales. Quiero que me propongáis estrategias y tácticas de asalto para vencer la guerra.
– ¡En seguida nos ponemos a pensar en ello!- contestaron los zorros. – Y vosotros, los osos-
dijo el león- Con vuestra fuerza y agilidad podréis trepar por los muros cuando nos impidan el
paso. – ¡Eso está hecho!- dijeron los osos.

El mono le explica al rey que tienen un problema

Y así, uno tras otro, cada animal fue recibiendo un cometido. Hasta que el consejero del rey, el
mono, le dijo al león: – Majestad, tenemos un problema… – ¿Y cuál es el problema?- preguntó
el león. – Tenemos dos animales que no nos sirven para nada… podríamos inventar cualquier
excusa para mandarles para su casa. – ¿Y qué animales son esos?- preguntó intrigado el león. –
El burro y el conejo- contestó el mono- Ninguno de los dos nos sirven… El burro es muy tonto,
majestad, y el conejo demasiado pequeño y débil. – Estás equivocado- dijo algo enfadado el
león-. Escucha bien: todos los animales sirven para algo. El burro y el conejo, también- Y,
diciendo esto al mono, llamó a los animales. – Burro, tú serás el encargado de llamar a todos
los animales a formar cuando yo te lo diga. Tu vozarrón es incluso más poderosa que la mía. –
¡Fantástico!- dijo el burro. – Y tú, conejo, eres tan rápido que me resultas de gran ayuda para
llevar los mensajes de un lado a otro. Serás el mensajero y tu trabajo es de vital importancia.
Los dos animales sonrieron agradecidos. El mono, agachó la cabeza apesadumbrado: acababa
de recibir una gran lección del león. Por algo era el mejor líder, el rey de la selva. Ahora sí,
estaba convencido de que entre todos, ganarían la guerra.

Moraleja: Lo que parece defecto puede que sea virtud. Todos tienen una habilidad, solo hay
que saber utilizarla.

Reflexiones sobre la fábula ‘El león va a la guerra’ para los niños

Con esta fábula trabajarás: – Todos tenemos grandes cualidades. – A veces un defecto puede
ser una virtud, según para qué se utilice. – Líder es aquel capaz de organizar a un equipo
sacando lo mejor de cada uno de sus miembros. – Sé humilde y no desestimes nunca las
capacidades de nadie. Una guerra o la gana un solo hombre. Se gana gracias a la cooperación
de miles de ellos. Es decir, gracias a las cualidades y habilidades de muchos y a la gran
capacidad de una persona, el líder, para dirigirlos. Esta fábula, ‘El rey va a la guerra’ es una
bella metáfora para explicarnos lo importante que es el trabajo en equipo para conseguir un
gran logro, y la necesidad de contar con un buen líder que sepa dirigirlo y organizarlo. ¿Y cómo
es el buen líder? Es aquel capaz de sacar lo mejor de cada uno de los miembros del grupo. Así,
el líder es capaz de ver una virtud donde otros solo ven un defecto. Y de utilizar esa virtud para
beneficio de todos. Esta fábula también nos ayuda a reflexionar sobre nuestras cualidades y
habilidades. Sin duda, todos tenemos una habilidad para algo. Tal vez en nosotros mismos lo
consideremos un defecto, y sin embargo, ese aparente defecto puede transformarse en una
virtud. Reflexiona con tu hijo sobre aquellos ‘defectos’ que piensa que tiene. ¿Es ‘respondón’?
Es porque tiene una gran capacidad de análisis crítico. Esto más tarde le ayudará a formar,
defender y argumentar sus propias ideas. ¿Tu hijo piensa que su gran defecto es la timidez? Es
porque protege su hermoso e inmenso mundo interno, su creatividad, su imaginación, y será
más precavido y prudente con los demás. Cada defecto, puede ser una virtud. Todo depende
de cómo se mire. Aprovecha también esta fábula para mejorar la atención y comprensión
lectora de tu hijo. Puedes ayudarte de estas preguntas:

¿Qué pensó hacer el león cuando le declararon la guerra?

El elefante tendría una misión: ¿cuál era?

¿Y los zorros qué tendrían que hacer?

El consejero real estaba preocupado. Le parecía que había dos animales que no podían ir a la
guerra por sus defectos… ¿cuáles eran?

¿Qué les encargó el león al burro y al conejo?

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Ver comentarios (8)

Laura - Examen Psicométrico dice: 19 diciembre, 2018 a 1:29 am

Me parece que la información del articulo es muy interesante.

El liderazgo efectivo es muy necesario en nuestra sociedad actual, se requiere llevar a

la práctica por los que ejercemos ese rol, de manera opuesta podríamos en errores de
ejecución, que a

la larga traen malos resultados. Gracias por la información.

Estefanía dice: 19 diciembre, 2018 a 9:23 am

Gracias!

Antonia - Capacitación para empresas dice: 23 enero, 2019 a 3:58 am

Hola, Quiero agradecer, estos conceptos aporta valor a nosotros como lectores.

Seguiré atento a sus blogs, saludos cordiales.

Estefanía dice: 23 enero, 2019 a 10:06 am

Muchísimas gracias! 😍
Isabel - cursos en linea dice: 13 marzo, 2019 a 1:17 am

agradezco, estos temas aportan valor, gracias! Estaré

atenta a tus nuevos blogs. Me gusto el tema, estoy haciendo

una investigación sobre el tema y me contribuye de manera significativa, ¿qué

literatura me recomiendas?. gracias por la información.

Estefanía dice: 13 marzo, 2019 a 9:23 am

¡Hola Isabel! Me alegro mucho que te gusten las fábulas con valores. Todas las fábulas vienen
con alguna moraleja muy útil, para niños y mayores. Prueba a leer más fábulas, no solo las de
Esopo o Jean de La Fontaine. Existen muchos escritores con fábulas fantásticas. Aquí iré
recopilando todas, incluidas las fábulas populares de diferentes países. Los cuentos también
pueden brindarte muchísimas reflexiones. ¡Muchas gracias por seguir la página y espero que tu
investigación salga fantástica! 😍

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Piura entre las ciudades más sucias del norte del país según informe de Minam y OEFA

Manuela Mejía Manuela Mejía

hace 1 año
Un informe emitido por el Ministerio del Ambiente (Minam) y el Organismo de Evaluación y
Fiscalización Ambiental (OEFA), determinó que las ciudades de Piura, Sullana y Talara se ubican
entre las más sucias del norte del país.

El estudio identificó los 92 distritos en todo el país que requieren tomar medidas para mejorar
la gestión de los residuos sólidos y sus servicios de limpieza.

Estos distritos se identificaron de acuerdo a la capacidad que tiene cada municipalidad para
brindar una cobertura del 100% en el servicio de limpieza y recojo de residuos sólidos.

También contempló la existencia de puntos de acumulación de residuos en espacios públicos y


el volumen de basura generada en cada distrito proveniente de domicilios y comercios.

La Procuraduría Especializada en Delitos Ambientales del Minam instó a los gobiernos locales
de estos distritos, que informen respecto a las acciones que están emprendiendo, en el marco
de sus competencias, para resolver la acumulación de residuos que atentan contra la salud
pública, y deriva en la comisión de un delito ambiental en la modalidad de incumplimiento de
las normas relativas al manejo de residuos sólidos.

La Procuraduría del Minam indicó que de incumplirse las obligaciones establecidas y generar
un problema de contaminación, se procederá a denunciar penalmente a los funcionarios
públicos.

Datos

* El artículo 314 del Código Penal vigente estipula que por faltar a sus obligaciones, los
funcionarios públicos podrían ser denunciados.

* La acumulación de basura afecta el ambiente por generar la proliferación de insectos y


roedores que podrían afectar la salud de las personas.

* La Ley Orgánica de Municipalidades, establece que las autoridades locales deben cumplir con
sus funciones.

Categorías: Local, Actualidad

Etiquetas: ciudades mas sucias, oefa, Ministerio del Ambiente


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Ejemplos de coma enumerativa

La coma enumerativa es la coma que empleamos en una oración para separar diferentes
elementos que pertenecen a una enumeración, es decir, a una sucesión de entidades o
elementos que conforman un todo o agrupación. Cada elemento que pertenece a la
agrupación se separa por medio de una coma.

La coma enumerativa puede separar palabras, sintagmas u oraciones. Aunque, si la


enumeración es muy compleja o extensa es preferible utilizar el punto y coma para separar las
partes. Por ejemplo, cuando tenemos diferentes enumeraciones cada una de las cuales tiene
comas éstas se pueden separar por punto y coma.

Reglas de uso de la coma enumerativa

A partir del primer elemento de la enumeración se coloca una coma después de cada una de
las partes que la componen. Ejemplos:

Él se comportaba de forma un tanto extraña. No sabíamos si estaba enojado, triste,


decepcionado, confundido o estresado.

Vimos películas, comimos comida china y bebimos refrescos.

Cuando la enumeración es completa el último elemento va precedido de una conjunción,


como y, e, ni, o, u. Es decir, cuando en la enumeración se expresan todas las partes que
componen un todo. Ejemplos:

Mi padre me dio siempre buenos consejos, como ser justo con los demás, tratar al otro como
quiero que me trate o ser honesto en todo lo que haga.

Me siento mal: tengo dolor de cabeza, dolor de cuerpo y fiebre.


Cuando la enumeración está incompleta el último elemento también va precedido de una
coma. La enumeración puede concluir con un etcétera o con puntos suspensivos.

En el mercado se puede encontrar de todo: carne, lácteos, verduras, frutas, legumbres,


semillas, hierbas, etc.

Estoy feliz, estoy contento, estoy radiante…

Las enumeraciones incompletas también pueden finalizar con un punto. En este caso se trata
de un uso estilístico o expresivo. Ejemplos:

La luz del día y el reflejo de los objetos crean tonalidades hermosas en la superficie del agua:
azuladas, rojizas, verdosas.

Ella es una mujer increíble. Es inteligente, amable, alegre, positiva, inquieta, elocuente,
sensata, razonable.

90 Ejemplos de coma enumerativa:

Coma enumerativa

Había mucha comida en la fiesta: canapés, camarones, pastas de distintos tipos, cortes de
carne, pollo, albóndigas, panes recién horneados, entre muchas otras cosas.

Mi madre siempre me dice lo mismo cuando voy a salir con mis amigos: ten cuidado, pórtate
bien y no llegues muy tarde.

Los requisitos para este empleo son tener entre 18 y 40 años, saber trabajar en equipo, hablar
español e inglés, tener disponibilidad para viajar y tener experiencia en el área de negocios o
economía.

El ciclo básico de vida de los seres vivos es nacer, crecer, reproducirse y morir.

No le gusta ningún tipo de carne: ni el pollo, ni la carne de res, ni la carne de cerdo…

Ella tiene muchas habilidades artísticas: canta, baila, actúa, interpreta voces, pinta, escribe…

Durante el debate que se inició en el salón de clase todos los alumnos dimos nuestra opinión,
escuchamos los argumentos de nuestros compañeros y del maestro y llegamos juntos a una
opinión común.

Hoy en día para obtener un buen empleo es necesario tener estudios, saber más de un idioma,
tener experiencia y ser competitivo.

En el año en que José cumplió dieciocho años comenzó a manejar un automóvil, consiguió su
primer empleo e inició sus estudios universitarios.

Esta computadora está a un precio muy económico ya que las teclas del teclado, el disco duro
interno y el lector de cd y DVD están dañados.

Para ser un buen deportista hace falta tener la disciplina de practicar varias horas al día, tener
habilidad física y llevar un buen régimen alimenticio.
Después de los cambios que se hizo parecía una persona completamente distinta: se pintó el
cabello de color rojo, cambió de look y adelgazó varios kilos.

Las películas de comedia, de acción y de terror son las más vistas por el público en general.

El día del cantante fue muy atareado: tuvo tres entrevistas, una sesión de fotos, un acto
público y un concierto.

Para preparar este platillo hacen falta solo algunos ingredientes, como pollo, especias y
verduras.

Para que lleves una vida más saludable debes dejar de fumar, tomar suficiente agua, comer
saludable y hacer ejercicio.

No me gustan ni el pescado, ni el pollo, ni los mariscos.

Cuando el grupo de amigos se junta una vez al mes rememoran anécdotas de su juventud,
comparten opiniones y platican las cosas más relevantes que les suceden.

Las manzanas, las peras, las naranjas, las fresas, los plátanos y los mangos son mis frutas
favoritas.

El público estaba frenético cuando el joven cantante salió al escenario: gritaban, lloraban,
aplaudían, chiflaban.

Todo en su vestimenta combina: el saco, el pantalón, los zapatos, el cinturón, el reloj…

Quisiera estar en la playa para sentir la arena entre mis dedos, mojarme los pies en la orilla de
la playa, oler el aroma que emana del mar, nadar entre las olas, enterrar mis dedos en la arena
mojada.

El limón, las fresas, las frambuesas y las naranjas son frutas ácidas.

A los niños siempre les gusta comer cosas dulces, como caramelos, helados, gomas, chicles,
pasteles, paletas…

En la fiesta mis amigos y yo nos divertimos: comimos mucho, bebimos, bailamos, platicamos,
reímos…

El ritmo de la batería, el solo de guitarra, el tono de la voz del cantante principal, el ritmo del
bajo… Todo de esta canción me gusta.

El viernes mis compañeros de trabajo y yo salimos temprano de trabajar así que fuimos juntos
a cenar, a tomar unas cervezas y a bailar a una discoteca.

Tania tiene muchas cualidades: es atenta, servicial, trabajadora, puntual, responsable,


inteligente, cordial, respetuosa, tolerante, paciente, creativa, entre muchas cosas más.

En la clase de literatura leímos este semestre varias obras de la literatura universal, como La
Ilíada, La Odisea, El Quijote, El principito, Romeo y Julieta, Hamlet, Cien años de soledad y
Grandes esperanzas.
Algunas películas que forman la filmografía del director Steven Spielberg son Tiburón de 1975,
T. el extraterrestre de 1982 y La lista de Schindler de 1993.

Yo siempre les obsequio regalos a mis seres queridos en Navidad, en sus cumpleaños y cuando
quiero tener un detalle con ellos sin que sea en una fecha especial.

Él se acercó a la mujer, tomó su mano entre las suyas, se acercó a su oído, le confesó con un
susurro su amor y luego le dio un beso.

Al final de la película los villanos terminaron siendo castigados, los héroes fueron premiados y
algunos inocentes fueron víctimas tanto de los héroes como de los villanos.

Por las mañanas Juan desayuna, va al gimnasio, se baña, se arregla y va a trabajar.

La historia, la geografía y la literatura eran sus asignaturas favoritas de la preparatoria.

La mañana estuvo muy atareada en la oficina: respondimos las solicitudes de varios clientes,
entregamos proyectos que ya estaban concluidos y solucionamos varios problemas que
surgieron de algunas obras en proceso.

Algunos síntomas de la gripe son el escurrimiento nasal, el dolor de cabeza, el cansancio


corporal y el dolor de ojos.

Algunas fallas recurrentes que el profesor de inglés observó en sus estudiantes son que les
cuesta trabajo entender el idioma a una velocidad de habla normal, que les hace falta
aprender más vocabulario y que necesitan practicar el habla.

En las papelerías venden artículos necesarios para la escuela, la oficina, el trabajo, etc. Por
ejemplo: plumas, lápices, borradores, libretas, hojas y papeles de distinto material, sobres,
carpetas, etc.

Los amigos salieron a un bar para celebrar que había terminado el ciclo escolar, que no
reprobaron ninguna materia y que irían juntos de vacaciones en unos días.

En la joyería Carla buscó varios accesorios para complementar su guardarropa: algunos anillos,
unos collares y unas cuantas pulseras y brazaletes.

La ira, la tristeza y el deseo son sentimientos pasionales que están basados en aspectos
emocionales y no tanto racionales.

Después de hacer el desayuno, limpiar la casa, lavar la ropa, pasear a su perro y regar las
plantas, Carolina se sentó a ver su serie de televisión favorita.

La calidez y rapidez de su servicio, el sabor de su comida, el ambiente relajado, la amplitud de


la carta y la buena ubicación son algunas de las razones por las que este restaurante es uno de
los más famosos de la ciudad.

Julia es un ejemplo a seguir, pues desde pequeña se ha esforzado por conseguir lo que quiere,
ha trabajado constantemente y ha logrado sobresalir a pesar de que nació en un ambiente de
pobreza.

Los pantalones, las playeras, la ropa interior, los zapatos, las toallas, los libros, los documentos,
las cobijas, las sábanas, los envoltorios de comida, las botellas de plástico vacías… Todo estaba
hecho montones en el suelo de la habitación de Luis Ángel.
En vísperas de navidad la gente comienza a adornar sus casas con motivos navideños: luces de
colores, figuras de duende o de Santa Claus, trineos, noche buenas…

En el club deportivo tienen un gimnasio que abre las 24 horas del día, una cámara de vapor, un
spa que ofrece masajes relajantes, canchas de tenis, canchas de frontón, canchas de futbol
soccer y de fútbol rápido y una alberca para nado libre.

Entró en el café, se sentó en la mesa más apartada del lugar, pidió un americano, abrió su
libreta y comenzó a tomar anotaciones de todo lo que sucedía a su alrededor.

Una película está compuesta por varias artes, las cuales en conjunto configuran una obra
cinematográfica y le otorgan su belleza artística: música, literatura, fotografía, dibujo.

Para preparar la masa vierta la harina en un recipiente, agregue mantequilla, coloque cuatro
yemas y dos claras, incorpore azúcar y mezcle los ingredientes hasta crear una masa uniforme.

Las habitaciones dos, diez, veinte, veintitrés, veintiséis, treinta y dos, cuarenta y cinco,
cincuenta y sesenta se encuentran disponibles para brindar hospedaje.

La leche de soya, la leche de arroz y la leche de coco son algunas alternativas para las personas
que son intolerantes a la lactosa.

Para organizarse mejor, Andrea utiliza una libreta como agenda, recordatorios del celular y
pequeños papeles con adhesivo que coloca sobre su escritorio.

Debes vacunar a tu perro cuando tenga un par de semanas, un mes y tres meses.

La maestra suele incentivar a los alumnos para que tomen sus propias decisiones, sean
creativos en sus trabajos y propongan soluciones a los problemas que se plantean en el aula.

Elías tiene muchas fobias hacia animales: le teme a los gusanos, a las cucarachas, a los
escarabajos, a las serpientes, a las arañas, a las palomas, a los caracoles…

Buenos Aires, Bogotá, Lima, Río de Janeiro, Quito, Panamá, La Habana, Belo Horizonte, San
Salvador y Barranquilla son ciudades de América del Sur.

Desde que viven juntos, Rubén y Rocío pelean por cualquier cosa: por lo que comen, por las
luces que se quedan encendidas, por las tareas de la casa, por los ruidos que hace uno, por los
horarios, por las rutinas y las costumbres de cada uno, etc.

Estados Unidos de América, Guatemala y Belice son los países con los que colinda México.

Los estudios de sangre revelaron que el paciente tenía las plaquetas bajas, el colesterol alto, el
azúcar alto y los triglicéridos altos.

Por las mañanas y las tardes me gusta comer algo de fruta: naranja, manzana, plátano,
guayaba y fresa.

La vida pasa rápido, las cosas materiales se acaban, el cuerpo se envejece… Así que hay que
disfrutar cada momento.

Como cada tres horas porque me lo recomendó un nutriólogo: a las ocho de la mañana, a las
once, a la una de la tarde, a las cuatro, a las siete y a las diez.

Jimena es una gimnasta que ha cometido a nivel regional, nacional e internacional.


La prioridad de un maestro debe ser compartir sus conocimientos con sus alumnos, escuchar y
aprender de ellos, orientarlos en su aprendizaje e inculcarles el autoaprendizaje.

El azul, el rojo, el morado y el verde son sus colores favoritos.

Antes de contestar las preguntas del examen, lea cuidadosamente las indicaciones, revise cada
uno de los incisos y conteste la respuesta que considere más adecuada a lo que se le pregunta.

Había un partido de fútbol que todos queríamos ver, así que nos reunimos, compramos
botanas y bebidas, pusimos una televisión en el salón y nos sentamos a disfrutar del encuentro
deportivo.

La ciudad ofrece todo tipo de ruidos: consignas de vendedores, rugidos de motores,


conversaciones, risas, gritos, cláxones, chirridos de llantas…

Las mejores etapas de mi vida fueron cuando tenía alrededor de 6 años, cuando tenía 18 y de
los 25 a los 30.

En una obra literaria podemos encontrar distintos tipos de manejo del discurso o del lenguaje
escrito: diálogos, narraciones, descripciones, argumentaciones…

En una relación nunca se debe perder el cariño, el respeto y el compromiso.

Aida comenzó una dieta para perder peso y le prohibieron comer grasas, bebidas azucaradas,
frutas con mucha azúcar y café.

Ellos no solo son amigos: son confidentes, camaradas, hermanos, socios…

En su bolsa Itzel guarda muchas cosas: maquillaje, papel, agua, plumas, tarjetas de
presentación, documentos, monedas, llaves, etc.

En las olimpiadas compiten distintas disciplinas, como gimnasia, natación, waterpolo,


piragüismo, ciclismo de montaña, ciclismo de ruta, voleibol de playa, voleibol de cancha, lucha,
esgrima, atletismo, tenis, judo, entre otros.

Los lunes, miércoles y viernes mis compañeros de la oficina y yo encargamos comida de un


negocio local.

Rita tiene tres trabajos distintos: dirige un negocio de comida, vende seguros de vida y renta
algunos automóviles.

Cuando comenzó a llover las personas inmediatamente buscaron refugio, trataron de cubrirse
con algo de la lluvia y aceleraron el paso.

Antes de comenzar cada partido, el jugador estrella medita varios minutos a solas, habla con
sus seres queridos y hace unos ejercicios de respiración.

En el evento había prensa local, periodistas independientes y varios curiosos que intentaban
tomar fotografías.

Las impresoras multifuncionales pueden imprimir, sacar copias, digitalizar documentos y


enviar faxes.

Cuando tuvo el accidente automovilístico se fracturó el hueso de la muñeca, una costilla y uno
de los dedos de la mano.
En la papelería venden cuadernos de rayas, de cuadrícula chica, de cuadrícula grande y de
hojas blancas.

Sus plantas están muy cuidadas porque les quita las hojas secas, las riega diariamente y les
pone abono.

Para este trámite es necesario llevar los siguientes documentos: identificación oficial,
comprobante de domicilio, acta de nacimiento y último comprobante de estudios.

Mi trabajo me gusta mucho porque me pagan bien, me gusta lo que hago y me llevo bien con
mis compañeros de trabajo.

Esta semana Tomás tuvo muchas invitaciones: le invitaron a dos fiestas, a un cumpleaños, a un
bautizo y a una boda.

Ella es una buena alumna, pues es estudiosa, dedicada y responsable.

Por Victor Categoria: Gramática

Citar en formato APA: ( A. 2017, 11. Ejemplos de coma enumerativa. 10ejemplos.com.


Obtenido 03, 2019, de https://10ejemplos.com/ejemplos-de-coma-enumerativa/.)

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Uso de la coma

Ejemplos de coma explicativa

Ejemplos de uso de los dos puntos

Ejemplos de coma hiperbática

Ejemplos de sujeto compuesto


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Andeea, Comentó Hace 6 Meses:

Pues me a servido de mucho gracias

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Jhamilete, Comentó Hace 8 Meses:

me gusto

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Cielo, Comentó Hace 9 Meses:

cielo tiene apios, lechuga, tomate y zanahoria.

Responder ↑

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Ejemplos de coma explicativa

La coma (,) es un signo de puntuación que representa una pausa corta en el discurso escrito. Es
uno de los signos de puntuación más utilizados ya que tiene diversos usos, tanto lingüísticos
como estilísticos. Debido a que tiene muchos usos, hay distintos tipos de comas, como la
coma elíptica, la coma vocativa, la coma hiperbática, etc.

Se le conoce como coma explicativa a uno de los tipos de comas que existen. Esta coma tiene
la función de delimitar o separar un inciso del resto de la oración. En gramática un inciso es
una frase, expresión u oración que es independiente del resto de la oración y que explica o
añade información que complementa lo que se expresa en la oración.
Las comas deben escribirse antes y después del inciso; es decir, la frase, oración u expresión
explicativa debe estar escrita entre comas.

En particular, pueden ir entre comas explicativas los siguientes tipos de incisos:

a) Las expresiones enfáticas u oraciones con las que el hablante expresa por lo general una
opinión o idea que no se relaciona con la oración directamente. Ejemplos:

La película, creo que una de las mejores que he visto, duró más de dos horas, pero capturó
todo el tiempo mi atención.

Los zapatos, ¡qué bonitos!, combinan con tu atuendo.

b) Los sintagmas nominales que funcionan como explicación de otro sustantivo dentro de la
oración. Ejemplos:

La Gioconda, una de las obras de arte más conocidas, se exhibe en el en museo de Louvre en
París.

Berlín, capital de Alemania, será sede de un evento deportivo muy importante.

c) Adjetivos u oraciones adjetivas que califican al sustantivo y explican alguna característica de


éste. Ejemplos:

Las frutas, verdes y duras, todavía no pueden ser comidas.

El perro, que se la pasa ladrando todo el día, molesta a los vecinos cuando pasan por la casa.

d) Las oraciones o frases que funcionan como explicación de algo que se está diciendo.
Ejemplos:

Los tiempos pasados, según dice mi abuelo, siempre son mejores.

Todos, hasta los que al principio no querían, terminaron probando el delicioso postre.

110 Ejemplos de coma explicativa

Las comas deben escribirse antes y después del inciso

Para una mejor comprensión de los ejemplos, los incisos se resaltan con negritas.

El partido, uno de los más esperados de la temporada, se jugará en la ciudad de Río de Janeiro.

Las salsas embotelladas, llenas de conservadores, no son buenas para la salud. Son mejores las
salsas caseras, hechas con ingredientes naturales.
La mudanza, tardada y estresante, nos quitó mucho tiempo, pues teníamos muchas cosas en la
casa.

La habitación, ordenada y pulcra, parece que todo el tiempo está recién limpiada.

A Roberto le gusta leer novelas, muy buenas por cierto, que hablan de temas psicológicos o
sociales.

Fabiola estudió gastronomía, arte de los alimentos, y ahora ha puesto un restaurante propio.

En el banco un señor cambió unos billetes, viejos, rotos y gastados, por unos nuevos.

Mi mascota, de apenas seis meses de edad, es un San Bernardo muy inquieto que mordisquea
todos los objetos de la casa.

Hoy llegaré a casa desde las seis, incluso antes, para preparar la cena de Año Nuevo.

La ciudad de México, capital de la República, es una de las ciudades más pobladas del mundo.

El pelaje del caballo, largo y sedoso, se movía suavemente con la brisa.

La ley sobre impuestos en alimentos, según escuché en el noticiero de la mañana, tendrá


varias modificaciones.

La dosis del medicamento, 400 mg al día, no debe excederse o puede provocar efectos
secundarios.

Sus manos, ásperas y llenas de callos, son las manos de alguien que siempre ha trabajado.

En la vitrina exhibían una guitarra eléctrica, blanca y de formas redondeadas, que estaba
siendo rematada a un buen precio.

Los puntos de sutura, que fueron colocados hace dos semanas, fueron retirados pues la herida
ya estaba cerrada.

El cristal del parabrisas frontal del coche, el cual estuvo involucrado en un accidente, estaba
cuarteado casi en su totalidad.

Las muestras de cariño, abrazos, caricias, besos, etc., pueden fortalecer una relación y crear un
vínculo entre las personas.

Este fin de semana habrá varias ofertas, las cuales se deben al cambio de temporada, por lo
que aprovecharé para comprar.

La resequedad de la piel puede disminuirse, me han comentado, utilizando vaselina.

Pedro intentó pagar la cena con su tarjeta de crédito, que tiene un límite amplio, pero le
dijeron que no fue aceptada.

Del techo colgaba una lámpara de cristal, brillante y resplandeciente, que alumbraba el pasillo.

La cantidad de agua que bebes al día, la cual debe ser de dos litros aproximadamente, ayuda a
mantener una piel más suave e hidratada.
Quitamos la película, aburrida y tediosa, y pusimos un programa de televisión.

La botella de vino, que hace unos momentos estaba llena, se acabó por completo en cuanto
inició la cena.

Las botellas de plástico, limpias y separadas por tipos, van a ser recicladas para uso comercial.

Pavi, así se llama mi mascota, es un pequeño pescado de color amarillo.

El día, aunque prometía ser caluroso y soleado, fue lluvioso y un poco frío.

El muchacho se paró frente a la playa, con la mirada puesta hacia el horizonte, y reflexionó
durante varias horas sobre su vida.

La báscula para cocina, tan pequeña que cabe en un bolsillo, puede pesar objetos pequeños,
de hasta 2000 gr.

Las fotografías, antiguas y algo gastadas, mostraban a personas de otras épocas posando en
jardines.

Las manzanas del árbol, rojas y jugosas, lamentablemente estaban llenas de plaga.

Mi madre cocina un caldo de pollo, con verduras y especias, cada vez que alguno de mis
hermanos o yo nos enfermamos.

Este champú, preparado a base de savia y menta, logra que el cabello que ya no salía vuelva a
crecer.

La película, que me pareció terrorífica, al parecer no asustó a los demás espectadores en el


cine.

En una hora en la que todos dormían, aproximadamente a las tres de la mañana, Viviana se
levantó a escribir un sueño extraño que tuvo.

El conocimiento, fuente inagotable, se adquiere por la experiencia y por el estudio.

Las margaritas, hechas con hielo, tequila y un preparado especial, son muy populares en
algunos bares.

Las olas, altas y potentes, eran idóneas para los temerarios surfistas que las cazaban.

Los recuerdos, que pueden ser positivos o negativos, son fragmentos de nuestra vida que
podemos rememorar porque de alguna manera nos marcaron.

En la esquina, con pancartas, consignas y carteles, los manifestantes exigían al gobierno su


derecho a la libertad de expresión.

De cumpleaños le regalaron una medalla, de plata y con detalles hechos a mano, que lleva
siempre colgada al cuello.

La camioneta, que hacía un ruido extraño al virar el volante, tenía una fuga de aceite de
dirección hidráulica.

En los ojos, enrojecidos, se le notaba que había llorado.

La pequeña cortada en su rostro, de unos dos centímetros de largo, parecía ser un rasguño de
gato.
No hay nadie, ni vivo ni muerto, al que no le pueda gustar este delicioso pastel de chocolate
con queso.

En el cielo, exactamente arriba de donde estábamos, pasó un avión del ejército realizando
acrobacias aéreas.

En el vuelo, que duró más de 20 horas, dieron de cenar, de desayunar y de comer.

La pintura, que resultó ser auténtica, fue vendida en varios miles de dólares.

Un vendedor ambulante, que siempre pasa por estas calles a las once de la mañana, vende
fruta fresca.

Estas casas, del mismo tamaño y del mismo color, parecen todas idénticas.

El jugador, con las manos en alto, celebró la primera anotación después de casi 60 minutos de
partido.

Cuando las personas salen de trabajar, alrededor de las seis y siete de la tarde, es cuando hay
más tráfico en las calles.

Esta cerveza, hecha en una pequeña fábrica, es una de las más ricas que he probado.

Por las noches el padre le contaba a su hija una historia, la cual siempre terminaba con un final
feliz, y le deseaba las buenas noches con un beso en la frente.

La nueva carretera, que abarcará alrededor de setecientos kilómetros, será inaugurada el


próximo año.

Mi mejor amigo, uno de las mejores personas que he conocido en mi vida, vendrá a visitarme
por primera vez desde que vive fuera.

Tú, aunque no quieras decirlo, estás enamorándote de tu pareja.

Rememoro con nostalgia mi infancia, una infancia repleta de juegos callejeros, y extraño
aquellos días en que la vida era un descubrimiento.

La nueva película del cineasta, titulada Días de batalla, es una autobiografía que narra sus
vivencias durante la guerra.

Subimos una pequeña montaña y nos aventamos de una tirolesa, una de las más largas que
hay, que tenía varios kilómetros de largo.

Paris, capital de Francia, es una ciudad conocida como “la ciudad del amor”.

En el acto académico las autoridades de la universidad otorgaron reconocimientos, que


constaban de medallas, a los estudiantes que sobresalieron.

En este pequeño pueblo, ubicado al sur del estado, preparan un dulce típico a base de frutas
de la región.

Los niños, una vez que terminaron de comer, pidieron de postre un helado de chocolate.

Este cargador de celular, el cual es de carga rápida, puede cargar el celular completamente en
una hora.
Los alumnos de bachillerato leyeron la Iliada y la Odisea, obras clásicas, para la clase de
literatura.

El velo de la novia, transparente, dejaba ver su rostro sonriente y despreocupado.

La puerta, que rechina con un gran estruendo, anuncia a todos la llegada de alguien a la casa.

La anestesia, sustancia que inhibe la sensibilidad y el dolor, debe ser administrada por un
profesional durante una cirugía.

En el cuerpo, en específico alrededor del cuello, le salieron unas pequeñas ronchas que
parecen una alergia.

Mi hermano cruzó los límites, muy poco tolerantes, de mi madre al llegar con aliento a alcohol
en la madrugada.

Marlene, la persona más adecuada para el trabajo, tiene más de diez años de experiencia en
negocios internacionales.

En el puerto hay un pequeño bote, amarrado con una soga, que usan algunos vecinos para
salir a pescar.

En las mañanas abro el periódico, que llega a la puerta de mi casa por encargo, y comienzo a
resolver los crucigramas.

El hombre llegó, como si nada, a la fiesta sin conocer a ninguno de los invitados.

En el mercado las básculas, que son alteradas por los comerciantes, no pesan los kilogramos
completos.

Ana lleva siempre un cuaderno, tan pequeño que le cabe en el bolsillo, para anotar cosas
interesantes que observa durante el día.

El catorce de abril, día de mi cumpleaños, haré una fiesta con mis amigos y familiares.

La amistad, tesoro invaluable, debe ser cuidada y mantenida como algo preciado y frágil.

Los alumnos de kínder, según cuenta la profesora, son muy despiertos e inteligentes para la
edad que tienen.

Bernardo participa en un programa de radio, que pasan todas las mañanas a las ocho, en el
que hace entrevistas a personajes públicos.

La botella de agua, que tenía una fuga, mojó los papeles que estaban dentro de la bolsa.

Mi apellido, Díaz Contreras, aparece en la lista de los beneficiarios del programa de becas.

La mujer, la más bonita de toda la fiesta, traía puesto un elegante vestido negro.

El abogado, que lleva años ejerciendo y es uno de los mejores de la ciudad, consiguió ganar el
caso que otros creían demasiado complicado.

Su peso, setenta kilogramos, y su altura, un metro con ochenta, son ideales para entrar a la
policía.

Su régimen alimenticio, a base de alimentos bajos en grasas y calorías, es sumamente estricto.


Aunque no quisiera decir la verdad, ¡sé que no quería hacerlo!, ya estábamos enterados de lo
que había pasado.

El accidente, ubicado entre la calle Cordero y Roma, involucraba a varios automóviles y una
camioneta.

Al principio de nuestra relación, cuando todavía no estábamos comprometidos, discutíamos


casi nada y nos la llevábamos muy bien.

Las cajas del banco, al parecer, están cerradas porque no tienen sistema en las computadoras.

El coordinador de la carrera de Química, el ing. Saúl Armando, le dio la bienvenida a los


alumnos de primer ingreso y explicó, a grandes rasgos, en qué consistía la carrera en ingeniería
química.

El hijo le otorgó el perdón a su padre, quien lo había abandonado de pequeño, y comenzaron a


forjar una relación.

El negocio de mi hermano, especializado en venta de materiales para la construcción, ha


prosperado mucho a lo largo de los años.

El pequeño, con todo y que llevaba puesta ropa y zapatos, se lanzó a la alberca desde el
trampolín.

La ventanilla está abierta durante los horarios de atención, que son de nueve se la mañana a
cuatro de la tarde.

Para la clase de física, impartida por un profesor muy estricto, los alumnos tenían que diseñar
y fabricar una catapulta.

Mi padre guarda discos viejos, de bandas que le gustaban en su juventud, en el librero de la


sala.

El techo de la casa, el cual tenía varias goteras, fue reparado.

En niño se entretuvo por horas en el mismo juego, que consistía en crear con pedazos de hoja
un camino para que transitaran las hormigas.

Nos servimos las bebidas, preparadas con alcohol, hielo y refresco.

La niña traía puesto un suéter, tejido a mano, que le quedaba muy grande.

El refresco, de 600 mililitros, era dietético y no tenía azúcar ni calorías.

Su colección de autos de juguete, entre los que hay modelos muy viejos y muy recientes, le ha
costado muchos años de trabajo.

Él compró una camisa, blanca y de botones, para la ceremonia.

El partido de beisbol, que fue jugado en el nuevo estadio, duró alrededor de dos horas.

El dinero, aunque es indispensable, no es lo más importante en la vida.

Buenos Aires, capital de Argentina, está repleta de bellas edificaciones.

La noche del incidente, que ocurrió hace dos días, no había ningún testigo alrededor.
Por Victor Categoria: Gramática

Citar en formato APA: ( A. 2017, 11. Ejemplos de coma explicativa. 10ejemplos.com. Obtenido
03, 2019, de https://10ejemplos.com/ejemplos-de-coma-explicativa/.)

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10 Ejemplos de Oraciones Adversativas

Las oraciones adversativas son un tipo de oraciones coordinadas en las que una contradice de
manera parcial o totalmente lo que dice la otra, esto sucede por medio de nexos adversativos
que le dan a la oración una oposición de sentido.

Los nexos o conjunciones que podemos encontrar en este tipo de oraciones (los denominados
nexos adversativos), les dan un sentido de oposición o adverso a la parte siguiente al nexo,
respecto al resto de lo dicho en la oración. Esta oposición de sentido, puede ser parcial o total
en las oraciones adversativas dependiendo en concreto del nexo en cuestión.
Esto se puede observar en el siguiente ejemplo:

Hiciste un buen trabajo, excepto en esto y en aquello. En donde la conjunción “excepto”,


cambia la oración compuesta, dándole un sentido de oposición respecto a lo dicho antes en la
propia oración.

Tipos de nexos en las oraciones adversativas

Las conjunciones adversativas que dan forma a este subgrupo de las oraciones coordinadas, se
dividen en nexos exclusivos y restrictivos:

Nexos restrictivos.- estos restan de manera parcial el significado o el sentido de lo expresado:


Aunque, Con todo, No obstante, Más, Pero, Sin embargo, Sino, Empero (este último, casi no se
utiliza considerándosele como un arcaísmo).

Nexos exclusivos.- por medio de estos se excluye, estos son: A pesar de, Aun así, Aun cuando,
Incluso si, Pese a que, por lo demás.

10 ejemplos de oraciones adversativas:

La oración adversativa se marca en negrillas, y los nexos adversativos se subrayan para su


mejor comprensión.

Jesús me cae muy bien pero Rogelio no.

Está lloviendo pero hace calor.

Me haces enojar sin embargo te amo.

Estoy pasada de peso aunque cómo sanamente.

Estudié para el examen no obstante reprobé.

Todos están invitados a la fiesta excepto los vecinos de la casa 9.

No estoy enojada sino estoy decepcionada.

Juan dijo que vendría más no llegó.

Manuel no llegó a la misa pero sí a la fiesta.

Las primeras tres respuestas estuvieron mal, por lo demás contestaste muy bien.
Sufre mucho dolor, pero no lo demuestra.

Lucharon con valentía, empero no lograron vencer al enemigo.

No estudio mucho, sin embargo logró pasar el examen.

Quise alcanzarla, más ya corría el tren muy rápido.

Me conviene asociarme contigo, no obstante no me al cansa el dinero para ello.

No venderé mi casa, aun y cuando me amenacen.

Hizo lo que quiso, pese a lo que le dije.

No te dije que lo compres, sino que veas cuanto costaba.

No sabía que vendrían hoy, aun así ya estaba todo dispuesto para ello.

Según yo lo sazoné bien, sin embargo parece que le faltó sal.

Me rechazabas desde un principio, sin embargo te conquisté.

No perdonaré a tu hermana, incluso si ella misma me pide perdón por lo que hizo.

Puedo esperar una hora, pero no más tiempo.

Se levantó muy temprano, aun así llegó tarde a clases.

Me estoy fijando en el trabajo, pese a ello estoy cometiendo errores.

Por favor no tomes estos, sino

Trabajé toda la noche, sin embargo no terminé a tiempo.

Jugamos lo mejor que pudimos, pero igual perdimos.

Haré lo que me pediste, aunque dependerá del tiempo que tenga libre.

Iré a tu fiesta de cumpleaños, aunque antes tengo mucho trabajo por hacer.

Está haciendo mucho sol, sin embargo aun así llueve.

Estuve frente a tu puerta, más no pude entrar.

Luchamos y perdimos, aún así conservamos nuestro honor.

No quise hacerlo, sin embargo tengo la culpa.

Quise avisarte, pero no lo hice por no saber tu número de teléfono.

Le avisé a tu tío, más no lo vi en la boda.

Conseguimos ganar el partido, aun y cuando nos hicieron trampa.

Contrataron más trabajadores, sin embargo eso no fue suficiente para terminar la obra a
tiempo.

Compré los ingredientes, sin embargo no supe hacerlo.

Lucharon hasta el último hombre, aun así la fortaleza calló ante el enemigo.
Por Adriana Categoria: Clases de Español, Oraciones

Etiquetas: Oraciones

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Oraciones con v

Oraciones con gerundio

Acrónimos

Oraciones con r

Oraciones con diptongo

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Gabi, Comentó Hace 9 Meses:

Hiso está mal escrito,es con z..Hizo

Oración 17 y 22

Responder ↑

Pablo, Comentó Hace 7 Meses:

Hola, gracias por la observación, ya hice los cambios necesarios. Gracias por visitarnos.

LEGENDARIO, Comentó Hace 2 Meses:

ESTA MAL ESA PREGUNTA


YADIRA, Comentó Hace 1 Año:

Sí me sirvió de mucho

Responder ↑

Sara, Comentó Hace 1 Año:

Calló, verbo callar

Cayó, verbo caer.

Más, adverbio de cantidad

Mas, conjunción

Responder ↑

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Ejemplos de coma hiperbática

La coma por lo general se define como un signo de puntuación que representa una pausa corta
en el discurso. Sin embargo, no solo es una pausa. La coma tiene diversos usos lingüísticos en
el lenguaje escrito. Se le conoce como coma hiperbática a uno de los tipos de comas que
existen, los cuales se clasifican a partir del uso que se le da a este signo de puntuación.

La coma hiperbática es la que se utiliza cuando en una oración se invierte el orden sintáctico
normal de los elementos que la componen.

En concreto, la coma hiperbática se utiliza en dos casos:

Se emplea la coma hiperbática cuando los complementos circunstanciales anteceden al verbo


en vez de escribirse después de éste. Asimismo, se usa también la coma hiperbática cuando
otros tipos de complementos anteceden al verbo, como los complementos directo, indirecto,
etc. En este caso la coma no es obligatoria. Es obligatoria solo en el caso de los complementos
circunstanciales. Ejemplos:

Cuando la policía comprobó que todo estaba en orden, abandonó el lugar.

Después de mucho esperar, nos dieron por fin una mesa.

Según el informe médico, el paciente tenía una infección en la sangre.

Se emplea la coma hiperbática cuando hay una oración subordinada adverbial que antecede al
verbo. Es decir, una oración secundaria que cumple la función de un adverbio; generalmente
se encuentran introducidas por un adverbio (cuando, donde, como, etc.) o una conjunción (por
ejemplo: si, porque, aunque, etc.). Ejemplos:

Mientras todos estaban poniendo atención a la clase, él escribía algunas reflexiones en su


cuaderno.

Aunque no te guste hacer preguntas, debes aclarar tus dudas cuando surgen.

Si hay una buena oferta, compraré un par de zapatos formales.

La coma hiperbática recibe su nombre debido a que se emplea en oraciones que tienen
hipérbaton. El hipérbaton es la figura literaria o figura retórica en la cual se altera el orden
sintáctico normal de las oraciones; es decir, las palabras no se estructuran como normalmente
lo hacemos sino que se juega con el orden de éstas.

La coma hiperbática nos permite modificar el orden de la oración.

110 Ejemplos de coma hiperbática

Coma hiperbárica, es la coma que puede cambiar el orden de una oración.

A pesar de que Juan lleva poco tiempo en la empresa, ya ha sido promovido debido a su
desempeño.

Cuando mi familia y yo nos mudamos a una casa más amplia, adoptamos un perro.

Después de dos semanas de trabajo, el municipio reparó el pavimento de varias calles de la


colonia.

Donde ha habido fuego, cenizas quedan.

En vista de que la institución aún no ha respondido el correo electrónico, marcamos


personalmente al encargado.

Según las instrucciones que vienen en la caja del medicamento, no se debe exceder la dosis de
800 mg al día.
Al buscar en los viejos álbumes de fotografías familiares, Mariana encontró fotos de cuando
era una bebé y sus abuelos y sus padres la cargaban.

Entre todos los papeles y sobres que estaban en el armario, encontramos los documentos que
estábamos buscando.

Cansados de tanto trabajar, los albañiles se tomaron un descanso bajo la sombra de unos
árboles.

En el momento en el que la profesora terminó de explicar, muchos levantaron la mano para


preguntar sus dudas.

Aunque esté haciendo mucho frío, Cesar lleva puesta una playera de tirantes.

Si te encuentras en una situación de emergencia, lo más importante es intentar mantener la


calma.

Si ordenas tus cosas, luego no tendrás que perder tiempo buscando aquello que no sabes
dónde quedó.

Una vez anunciado el esperado concierto, se comenzaron a vender boletos casi


inmediatamente.

Con el fin de que no hubiera disputas respecto a la atención a los clientes, se dispuso que
fueran atendidos por orden de llegada.

Cuando nació sí primer hijo, fue el momento más emocionante de su vida.

A partir de los dieciocho años, las personas son consideradas mayores de edad.

Cuando conocieron a Jazmín, nunca se imaginaron que se convertiría en una gran amiga.

Después de indagar en el pasado de los personajes, el narrador continuó su relato.

Como si de una competencia se tratara, el hombre comía y comía sin parar.

Conforme lo estipulado por la ley, ambos padres biológicos deben hacerse responsables del
menor.

De acuerdo con este autor, la influencia grecolatina se puede percibir en nuestra cultura hasta
hoy en día.

Debido a que no tenía ya dinero en efectivo, busqué un cajero automático para retirar de la
tarjeta de débito.

En las ocasiones en que he ido a buscar a la profesora a su casa, nunca se ha encontrado en su


domicilio.

En vista de los daños estructurales del edificio, las autoridades decidieron clausurarlo hasta
nuevo aviso.

Después de mucho debatir y compartir ideas, los miembros del equipo lograron ponerse de
acuerdo.
Por más que sus padres lo han castigado, Mauro sigue llegando tarde a su casa los fines de
semana.

A pesar de que no tenía el dinero suficiente, Elvia decidió salirse de su casa e intentar vivir de
manera independiente.

Puesto que la firma fue falsificada, el documento es inválido y carece de valor legal.

Felizmente enamorados, los novios realizaron un viaje a la playa.

A causa de los problemas de inseguridad que ha habido, las personas están más alerta de lo
que sucede a su alrededor.

Mientras había gente haciendo fila, ella aprovechaba para leer un libro.

Aunque el profesor nos dio un mes para terminar el proyecto final, muchos comenzaron a
hacerlo faltando una semana para el plazo de entrega.

Si escuchas los consejos de los mayores, te darás cuenta de que estos son sabios.

Según las autoridades, han hecho todo lo que está en sus manos para atrapar a los
responsables del atentado.

Por más que tocamos el timbre de la casa, nadie nos abrió la puerta.

A pesar de que me tomé el tiempo para llegar temprano, no logré hacerlo porque había un
accidente automovilístico.

Para la mayoría de las personas que viven en la ciudad, la vida en el campo puede resultar
aburrida.

Cuando sales a la calle con el cabello húmedo o mojado, puedes correr el riesgo de
enfermarte.

Según diversas fuentes anónimas, el joven actor y la joven actriz planean iniciar una vida
juntos.

En las afueras de la ciudad, a un costado de la carretera principal, hay un museo muy famoso.

A causa de los problemas constantes que tenían, ellos decidieron terminar su relación.

Aunque hagas mucho ejercicio por varios días, no podrás adelgazar si no llevas una mejor
dieta.

Si en realidad perdiste las llaves del carro, estarás en un problema porque no hay un
duplicado.

Frente al edificio de coordinación de la universidad, colocaron un módulo para que los


estudiantes votaran por una plantilla estudiantil.

Puesto que no hay lugar para las equivocaciones, los ingenieros que calcularon el puente
hicieron los cálculos con sumo detalle.

Por más que me esforcé este semestre, no logré obtener las calificaciones que quería.

Antes de que cierren la tienda de la esquina, podemos ir a comprar algo de cenar.


De vez en cuando, cuando tengo tiempo libre, me gusta tomarme un descanso para ver una
película.

En esta casa donde vivimos ahora, las generaciones pasadas y antepasadas también tuvieron
un hogar.

Mañana que te levantes temprano, puedes ir al mercado a comprar la comida.

En algunos momentos en los que Eduardo está molesto, cambia su actitud y su forma de tratar
a los demás.

Una vez que terminó la película, las personas abandonaron la sala de cine con rapidez.

Cuando las personas llegan a olvidar rencores pasados, son más felices en sus vidas.

Donde haya muchas personas haciendo fila para entrar, esto significa que el lugar es bueno.

Francamente hablando, es muy probable que lo que tienes en mente no funcione.

A causa de los cambios de temperatura a los que somete su piel, el cocinero tiene una
irritación severa en las manos y los brazos.

Mientras haya amor, tendremos razones para tener esperanza de este mundo.

Si supiéramos la verdad de todo lo que pasa o las circunstancias que implican muchas
situaciones, no nos sería tan fácil hacer críticas destructivas.

Ya que no pudimos salir de vacaciones en Navidad, saldremos en Año Nuevo a celebrar en otra
ciudad el inicio del año.

De acuerdo con la etiqueta de la caja, el producto que enviaron es frágil y se puede romper
con facilidad.

Ya que no hubo nadie que se opusiera al casamiento, la boda continuó.

Según el tipo de sangre que poseas, resulta más o menos difícil conseguir donadores de
sangre.

Conforme a mis ideales y creencias, las personas deben ser libres de elegir cómo y con quién
quieren vivir su vida.

Aunque una persona sea muy sabia, siempre hay algo nuevo que aprende.

Después de desayunar un licuado de proteínas, el muchacho se fue al gimnasio a entrenar.

Por más que utilizó diferentes productos de limpieza, no logró remover l mancha que tenía la
camisa.

Aunque las ciencias exactas no le gustan ni le apasionan, tiene aptitudes para estudiar eso.

Según tus gustos, tus capacidades y tus desventajas, debes elegir tu carrera universitaria.

Por más que he intentado pasar el último nivel de este videojuego, no logro pasar la etapa
final.

Mientras todos desayunábamos, recordábamos viejas anécdotas de la juventud.


Si te enfermas de la garganta o de la gripe, debes evitar tomar bebidas muy frías o exponerte a
cambios bruscos de temperatura.

Aunque el equipo dio su mayor esfuerzo y jugó como nunca lo había hecho, no logró calificar
para las eliminatorias.

A pesar de que nos repitieron las indicaciones muchas veces, algunos tuvieron errores.

Mientras unos partían las verduras y preparaban la carne, otros servían la mesa y disponían las
bebidas para los invitados.

Como si de un juego se tratara, los estudiantes exponían su proyecto riéndose y de forma poco
seria.

Puesto que pronto se irá a vivir fuera del país, todos le hemos organizado una despedida.

Ya que no has visto tu correo últimamente, no te has enterado de la noticia.

Para poder tener una buena figura, las personas tienen que equilibrar una buena rutina de
ejercicio con una buena dieta.

Después de que todos dieron su opinión, él permaneció callado observándolos con una mirada
extraña.

Según la normativa de la escuela, está prohibido que los alumnos asistan a clase con
vestimentas inapropiadas.

En la mañana que no haya mucho tráfico, tomaremos la carretera para ir hacia la montaña el
fin de semana.

A causa de las buenas calificaciones que ha obtenido, los padres de Ulises le obsequiaron algo.

Frente al edificio de la universidad, están las oficinas de egresados y posgrados.

Cuando al fin Fátima logró que su celular prendiera, no pudo hacer la llamada porque no
contaba con crédito suficiente.

Aunque todavía existen prejuicios, poco a poco se está luchando contra todo tipo de
discriminación y racismo.

Si miran por la ventana, hacia su lado derecho, podrán observar la catedral de la ciudad.

En algunas ocasiones, cuando el jefe está de buenas, invita a los trabajadores a cenar.

Aunque se comprometieron a enviar el producto de 3 a 5 días, aún no ha llegado.

A pesar de que tiene ya un trabajo, está buscando otro para aumentar sus ingresos.

Debido a que el carro no quiso encender, tuvimos que llevarlo a reparar con un mecánico.

Por más que intentamos introducir la llave de distintas formas, nunca pudimos hacer que la
puerta abriera.

En el nuevo edificio de locales que inauguraron en la avenida principal, Aurora está rentando
un local en el que vende panes y pasteles.

A pesar de que el niño siguió las instrucciones de la caja paso por paso, no pudo armar el
juguete.
A la hora en la que todos estaban ya dormidos, ellos seguían con la fiesta.

Antes de nominar a las obras que serían finalistas, el jurado llevó un largo proceso de
selección.

Al mirar por la ventana, Elvira vio que unas nuevas personas se habían mudado a la casa de al
lado.

Aunque a veces las situaciones sean complicadas, siempre tenemos que dar nuestro mayor
esfuerzo.

Ya que habías comentado que no querías asistir a la ceremonia, no solicité un boleto para ti.

Mientras estemos concentrados trabajando en la oficina, la empresa nos permite utilizar


audífonos y escuchar música.

Antes de que regreses, fíjate bien si has comprado todo lo necesario.

Debido a que Nadia sacó buenas calificaciones y los demás reprobaron, se ofreció a dar
asesorías gratuitas a sus compañeros.

Aunque el viernes es un día libre y puedo salir de fiesta, prefiero relajarme en la comodidad de
mi hogar.

Pese a que las invitaciones fueron enviadas con mucha anticipación, algunos olvidaron la fecha
del evento.

Aunque es probable que no llueva, es mejor prevenir y llevar paraguas a la calle.

Si Vero consigue una buena oferta y una casa que le agrade, va a sacar un crédito hipotecario.

Debido a que los clientes se quejaban de la calidad de los alimentos, cambiaron los productos
que vendían.

Ya que no se pudieron recaudar las firmas suficientes, la campaña no pudo seguir con sus
iniciativas.

Debido a que le gusta mucho el arte urbano, Jacinto tiene distintas piezas artísticas urbanas en
la sala de su casa.

De acuerdo con este autor, la filosofía y la religión se han hermanado y se han opuesto a lo
largo de la historia.

Por Victor Categoria: Gramática

Citar en formato APA: ( A. 2017, 11. Ejemplos de coma hiperbática. 10ejemplos.com. Obtenido
03, 2019, de https://10ejemplos.com/ejemplos-de-coma-hiperbatica/.)

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Ejemplos de coma eliptica

Pide más detalles Observar ¡Notificar abuso! por Kattijuska 03.05.2015

Respuestas

brigimar67 Científico

Ana fue a la playa; Juan, al monte.

El perro come carne; el gato, pescado.

El coche es rojo; la bicicleta, azul.

El agua del río es dulce, la del mar, salada.

El verano es caluroso; el invierno, frío.


Si te das cuenta, después del punto y coma no usos ningún verbo, lo sustituyo por la como
elíptica.

4.5

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Comentarios ¡Notificar abuso!

gedo7

gedo7 Genio

EJEMPLOS DE COMA ELÍPTICA.

Camilo es gordo; Juan, flaco. (sustituye al es)

Juan perdió su camisa; Miguel, la mochila. ( sustituye a perdió)

Él vende caramelos; ella, chocolate. ( sustituye vender)

Juan tiene un perro, Miguel, un gato (sustituye tiene)

Las comas elíptica son aquellas las cuales sirven para reemplazar a un verbo, ya sea porque se
mencionó anteriormente o porque se sobre entiende. La coma elíptica permite no sobrecargar
la oración con palabras repetida, y que haya bastante fluidez, de esta manera se puede tener
mejor entendimiento.

Si quieres ver otros ejemplos visita este enlace brainly.lat/tarea/1418516.

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Oraciones con Aposición

Una aposición es un tipo de información adicional (es decir que funciona como un
complemento) y que se encuentra entre comas.

Una aposición es un tipo de información que aporta datos sobre la oración. Sin embargo no
toda información que se encuentre entre comas en una oración, es una aposición.

La forma de reconocer fácilmente una aposición es que ésta puede no estar presente en la
oración y la misma mantendrá la coherencia.

Cómo detectar una aposición:


“María, la niña de los ojos negros, se enfermó otra vez”. En este caso, la aposición es “la niña
de los ojos negros“.

Aquí te mostramos otro ejemplo pero en este caso no se trata de una aposición:

“Mi bicicleta se averió ayer luego del accidente. Se rompió la cadena, el manubrio, el volante y
el asiento”.

En este caso existe información entre comas pero ésta no se trata de una aposición porque en
ella se está enumerando algo. En este caso, parte de la bicicleta averiada.

En una aposición puede haber:

Adjetivos

Adverbios

Verbos

Sustantivos

Pronombres

Tipos de aposición

Existen diferente tipos de aposición: la aposición explicativa y la aposición específica.

La aposición explicativa es un complemento del nombre. Es decir que aporta información


aclaratoria. Por ejemplo: “El empleado, quien otra vez llegó tarde, participó de la huelga
programada”.

La aposición específica generalmente no se encuentra entre comas pero aporta un dato


específico adicional. Por ejemplo: “El río Atuel tiene un gran caudal de agua este año”. En este
caso el nombre del río funciona como aposición específica.

Ejemplos de oraciones con aposición

Se escribirá en letras negrita la aposición para que puedas identificarla fácilmente:

Mis amigos, los de la plaza, me invitaron a una fiesta

La canción, esa que le gusta a mi tía Clarita, es muy romántica

La música que escucha Roberto, el papá de Tomás, es muy bonita

Mi mamá, a quien quiero mucho, cumple años hoy


Todas las notas, que serán publicadas en la cartelera, fueron muy buenas

La comida, aunque estaba fría, era muy sabrosa

A las plantas, aunque se las veía muy bonitas, les faltaba agua

Los animales del zoológico, quienes parecían tristes, estaban comiendo

El safari, realizado en África, fue muy interesante

Mi anillo, el de compromiso, se perdió ayer

Fred, el marido de Juana, no camina

Rafael, el joven de la panadería, me invitó a pasear hoy

Todas las mañanas Ana, quien ama levantarse temprano, prepara el desayuno para su familia

Roxana, tras su operación de rodilla, volvió a caminar sin dificultades

Katy, mi gatita, no quiso comer ayer

A Raúl, a quien no veo desde el viernes pasado, no le gusta mucho esa comida

Juana, mi novia, es muy celosa

Mis amigos, los que viven en el campo, festejaron el cumpleaños de su hijo menos

El ómnibus, que funcionaba mal, se rompió antes de llegar a la terminal de micros

Mariano, el vecino, fue padre otra vez

Mis amigas, a quienes quiero mucho, se rieron toda la noche

El payaso, a quien contrató mi mamá para la fiesta de cumpleaños, nos hizo reír mucho

El océano Pacífico, es un océano con olas muy grandes (aposición específica)

La basílica de Luján, estaba más bonita que nunca (aposición específica)

El tren, en el que iban mis padres, no llegó en el horario acordado

A las 19 horas, antes de que baje el sol, debo terminar los deberes escolares

Mirta, mi vecina, y yo fuimos a caminar por la plaza esta tarde

Al atardecer, y luego de terminar el trabajo doméstico, saldré a pasear con mi perra July

Todas las frutas, que estaban en oferta, fueron compradas ese mismo día

Carla y Frida, quienes no se llevaban bien, eran compañeras de danza para el acto escolar

Pedro, el albañil, terminó su trabajo hoy temprano

El reloj, regalo de mi abuelo, dejó de funcionar ayer

Susana, la mamá de Guillermo, me sonrió desde lejos

Damián y yo, que somos novios desde hace 6 años, nos vamos a casar el próximo mes

La fotografía familiar, que fue tomada hace 4 años atrás, se perdió hace unos días atrás
Las prendas para Halloween, que se encontraban en el ático, fueron usadas por los niños ayer

Mi tía Rosa, quien ya tiene 2 hijos, dio a luz ayer

Tamara, la niña nueva de la escuela, faltó otra vez hoy

Romina, mi compañera de taller, lloró cuando terminamos el proyecto escolar

Los regalos de navidad, que mi mamá me prometió, fueron más lindos de lo que había
pensado

Para las próximas vacaciones, que pasaré con mi tío Enrique, llevaré más dinero

Las trompetas, que sonaron durante del acto, no se escuchaban muy bien

Los pájaros, quienes se bañaban en la fuente todas las mañanas, se asustaron tras aquel ruido

Su sobrina, la mas linda de todas, se llamaba Rocío

Guadalupe, la hermana de Juana, no quiso venir con nosotras a jugar

Las playas del Caribe, de arenas blancas, son las más bonitas del mundo

La torre, que fue construida hace dos siglos atrás, se derrumbó luego del bombardeo

Todas las madres, emocionadas, aplaudieron a sus hijos al finalizar la presentación escolar

Mis zapatos, los que me regaló mi prima Rita para mi cumpleaños, se rompieron esta mañana

Carmen, la niña rubia de la escuela, pasará sus vacaciones con nosotros

Esa tarde, todos reunidos, comimos y nos reímos mucho

Franco, el niño de la escuela, se mudará el año próximo

París, la capital de Francia, tiene más de 12 millones de habitantes

Claudio, el más bonito de los niños, estaba triste esa tarde

Ramiro, a quien no había invitado a mi cumpleaños, me sorprendió con un obsequio

Denisse, la niña delgada, sonrió nuevamente al ver llegar a su padre del viaje

Lucero, luego de tanta tristeza, volvió a sonreír en el parque

Camila, la vecina más guapa de todas, no me saludó ayer

Rodrigo, el novio de mi hermana, se enojó de nuevo

Mi hermano Patricio, que vive en Canadá, vendrá el mes próximo de visita a la ciudad

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Enciclopedia de Ejemplos (2017). "Oraciones con Aposición". Recuperado de:


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