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¿A que denominamos fantasma en psicoanálisis?

¿Cuál es su relación
con la repetición?

Para poder abordar lo que es el fantasma en psicoanálisis, se hará un recorrido desde sus
inicios y principales conceptualizaciones desde Freud. Lacan es quien introduce el término
fantasma; sin embargo este término parte de las conceptualizaciones de las fantasías histéricas de
Freud. A continuación atraviesa ese recorrido desde lo que fue fantasía para Freud; como el las
relaciona a la repetición en la vida del sujeto. Luego se precisara la lectura que efectúa Lacan a
través del fantasma y finalmente como este lo relaciona a la repetición.

Freud, inicia su teorización sobre las fantasías, pasando de la vivencia sexual prematura
traumática a la de sueños diurnos y fantasías. Freud deja de tomar los relatos de sus histéricas
como meros acontecimientos y los comienza a cuestionar como hechos reales. Muestra tal
distanciamiento en la Carta 69 de su correspondencia con Fliess señalando: “Ya no creo más en mi
neurótica”. Esta frase parte de la conjetura de que todo padre sería perverso, de ser verdaderos
los relatos. Toma como base que lo inconsciente usa representaciones para el onanismo del
sujeto, pero estas quedan en el olvido o reprimidas ya que son inconciliables con el yo. En la
misma carta al argumentar su incredulidad, explica que hay signos de realidad que un enfermo no
podría distinguir de su “delirum” por la cantidad de afecto con la que inviste su ficción. En este
caso las fantasías estarían cumpliendo la misma función que un verdadero acontecimiento, ya que
los neuróticos estarían utilizando esas fantasías para embellecer el autoerotismo de su infancia.
Estas fantasías inconscientes acompañaran hasta la edad madura al individuo; como esas
representaciones que no están destinadas a realizarse y que mantienen un rol importante en su
desarrollo y su onanismo.

Las fantasías quedarían en el inconsciente ya que tienen un carácter incestuoso, sobrepasando la


ley, el complejo de castración, donde el niño queda privado de su madre por el padre. Para poder
desplegar este tema Freud desarrolla su teoría sobre la fantasía de “pegan un niño” y “la teoría
sexual infantil”.

Por un lado “la teoría sexual infantil”, armada por Freud gracias a la ayuda del caso Hans, un niño
con fobia. Este le permitió teorizar sobre la sexualidad infantil en cuanto a su investidura de objeto
de amor la madre, objeto incestuoso que deberá ser prohibido por el padre. En la fobia se puede
ver la marca del fallo del padre como privador de satisfacción, haciendo que el niño mediante su
fantasía busque un privador con el que pueda tramitar la angustia por su deseo. Esto iría de la
mano de la fantasía de “pegan un niño” que explicaría la posición que toma el individuo frente a
ese deseo incestuoso por la madre.

Es una fantasía que apareció en personas que están en un tratamiento analítico, ante dicha
fantasía se anudan ciertos sentimientos de índole placenteros. Freud señala que dicha fantasía es
confesada por el sujeto con cierta inseguridad, vergüenza y sentimiento de culpa. Cuando Freud
hace referencia a las fantasías neuróticas, las denomina perversas en su naturalidad ya que hacen
referencia al amor incestuoso que estás mantienen, con su carga libidinosa y el sentimiento de
culpa adheridas a ellas. De esta manera deduce que las fantasías de paliza se encuentran
igualmente adheridas al Complejo de Edipo como la “cicatriz narcisista” que este conlleva.

La fantasía de paliza tiene una historia evolutiva y va cambiando en relación a personas, contenido
y significado. Freud propone tres fases de dicha fantasía donde se instauraría la evolutiva. La
primera fase de la fantasía está en relación al periodo pre- edípico y se revela mediante el
enunciado: el padre pega al niño, que traduce al padre pega al niño q odio, por lo tanto dicha fase
se concibe como rivalidad narcisista. Dicha fantasía nos da un contenido sádico pero Freud
propone que dicho componente sádico es solo en apariencia ya que en esta fase no hay
satisfacción onanista, es un concepto lógico.

La segunda fase adquiere un carácter masoquista, ya que dicha fantasía deviene como una secuela
del Complejo de Edipo, es decir se instaura como una cicatriz de su salida y tras ello aparece la
fantasía: yo soy azotado por el padre. He aquí la importancia en relación a esta fase y por lo cual
presenta su grávida consecuencia. Hay que recalcar que Freud se refiere a esta fase únicamente
dentro del campo de la fantasía, no hay un acto concreto real. Por lo tanto dicha fantasía es
inconsciente. En su sentido más estricto la fantasía es un sustituto del Complejo de Edipo en el
cual se genera la regresión de la fase fálica a la fase sádica anal y en la cual el componente
masoquista hace alusión a una satisfacción masturbadora, por lo tanto al ser pegado es el
sustituto del ser amado por el objeto prohibido. Es decir la humillación es el precio por tener
mociones pulsionales eróticas hacia el objeto del amor del saliente Complejo de Edipo. También a
dicha fantasía se la concibe como fantasía fundamental en la cual Freud propone que es fija y
monótona. Constituye la realidad psíquica de la persona y en el cual no se interpreta sino que se
construye en el análisis.

Y la tercera fase hace alusión al enunciado: otros niños son pegados. La característica de dicha fase
ya no es el padre en sí mismo, sino ciertos sustitutos de él. Parecería ser una fantasía sádica, pero
presenta al igual que la segunda fase una posición masoquista ya que el sujeto se identifica con los
niños. Cabe recalcar que Freud propone el azote, pero en general se refiere a una posición que
representa castigo o humillación que hace referencia a la pasividad. Por lo tanto dicha fantasía es
un sustituto de la segunda y es de índole consciente. De esta manera el sujeto tendría una
satisfacción masoquista, el ser azotado, sustituto de ser amado.

De resumen, para Freud las fantasías giran alrededor de una satisfacción pulsional entorno a un
primer objeto de amor, el cual es incestuoso, por lo tanto queda reprimido en lo inconsciente
pero se presentan de manera automática en la vida del individuo. Estas personificaciones en la
vida del sujeto se hacen de manera camuflada ya sea bajo representaciones sustitutivas en otros
aspectos de su vida o en desplazamientos corporales como en el caso de las histéricas.

En “sobre la dinámica de transferencia” Freud hace hincapié en el “agieren”, el cual impulsa al


sujeto a realizar en acto aquello que no puede poner en palabras, mostrando que hay algo en la
pulsión que no puede ser dicha y lo actúa en transferencia. De esta manera se encuentra una
repetición en transferencia.

Por otro lado Lacan, retoma los conceptos freudianos, dando una lectura a partir del lenguaje,
inaugura la definición del sujeto como parlêtre. Para Lacan el individuo al ser sumergido bajo el
baño del lenguaje queda con esa marca inaugural, como una falta, dejando el sujeto como un
significante a ser definido por otro, dejando caer ese resto, a. Hay un a como experiencia mítica
que no podrá poder ser aprehendida nuevamente y hay un Otro primordial aquel que responde
su primera demanda y le asegura un lugar en el mundo. De esta manera queda el sujeto dividido,
preguntándose qué es y esperando una respuesta de ese Otro ante su ser. Esta pregunta no podrá
ser respondida por el Otro creando un vacío una falta insoportable para el sujeto, de tal manera
que se preguntará, que me quiere? Que quiere el Otro de mí.

Para Lacan el sujeto responderá esta pregunta a través de su fantasma, su fantasía una respuesta
anticipada a esa pregunta, llevará los mismos componentes expuestos por Lacan y tomando en
cuenta ciertos componentes más como el concepto de pulsión y deseo. En grandes rasgos en el
fantasma estará abarcado el ello, ese núcleo de pulsiones. El fantasma para lacan estará
compuesto por el sujeto dividido y el velo ante el objeto a, el residuo de su primera experiencia
mítica $<>a. El fantasma permitirá velar ese objeto caído “a” lo real inaprehensible esa vivencia
mítica que describía Freud, ese real estará velado para evitar la angustia, frente a esa falta, la
castración.

En la fobia ese fantasma busca velar la falta paterna por la falla del Nombre del Padre en la
metáfora paterna, para evitar que el niño sea devorado por la madre. En el seminario sobre la
angustia, Lacan explicará como el fantasma busca velar justamente esa angustia. La fobia busca
tomar como suplencia un objeto que lo permita salir de la “boca del cocodrilo” antes de ser
devorado. En el seminario 16, lo toma como un ejemplo a ser una “placa giratoria” ya que busca
un objeto tranquilizante por el cual tramitar la angustia frente al significante. De esta manera el
fantasma se articula a un objeto específico para tramitar la angustia.

En el seminario 14 Lacan hablara del Ello, como ese resto de estructura que causa la compulsión
de repetición, un real que vuelve para el sujeto, como explicamos previamente de la explicación
de Freud ese algo inaprehensible que se juega en transferencia y con la cual el analista podrá
discernir la realidad del sujeto; donde siempre hay un impedimento, un azar que aparece. Como
explica Lacan el en seminario 11 “hay un encuentro fallido”, donde el trauma reaparece de
manera velada, en lugar de que aparezca lo real traumático aparece el fantasma.

En la repetición donde el fantasma disimula o vela ese “algo” ese das Ding, ese objeto a; es
simplemente una forma de buscar un sentido, de intentar esa pulsión que se encuentra en el ello,
en la estructura, con falta de sentido. Lacan intenta ir más allá de la repetición en transferencia
como lo sitúa Freud, al hablar de tyché como ese fallido que vuelve en lo real, como trauma no
ligado en la vida del sujeto. Así mismo explica el automaton como esa búsqueda de homeostasis
en el sistema psíquico del sujeto tratando de satisfacer la pulsión.
En conclusión, fantasma retoma las conceptualizaciones freudianas sobre las fantasías, sin
embargo toma en cuenta la pulsión y el deseo del sujeto. Abarcando ese ello núcleo de las
pulsiones, busca una constante homeostasis de una satisfacción erótica con objeto incestuoso. El
fantasma entra ahí como velo para evitar el encuentro con esa falta y la angustia que este real
provocaría. Sin embargo esa constante búsqueda se satisfacción crea situaciones “azarosas”
donde las situaciones advienen de manera similar al sujeto y a través de actos que no pueden ser
transcritos al discurso por lo tanto quedan puestos en acto en actos. La fobia, al tramitar esa
angustia de castración o falta en el Otro a través de un objeto en particular mantiene la incógnita
si el fantasma queda constituido o al ser tramitado directamente su constitución deja abierta la
posibilidad a una estructura neurótica o incluso perversa.

Bibliografía

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