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El orientador escolar centra su actuación en los alumnos, pero también tiene en cuenta el
ambiente y la comunidad educativa. Por ello, podemos decir que este profesional trabaja en el
campo aplicado de la psicología educativa; utilizando los recursos que le aportan la investigación
en psicología y pedagogía.
Las funciones del orientador educativo son las siguientes:
Asesorar al alumnado, tutores y familias, con el fin de mejorar calidad educativa y el ambiente
académico.
Identificar las necesidades educativas de los alumnos y actuar en consecuencia.
Colaborar con los profesores y familia en la prevención y detección de las dificultades de
aprendizaje que el alumno o alumna presente.
Asegurar que todos los alumnos reciban una educación adecuada y continuada, por muy distintas
que sean sus necesidades.
Prestar asesoramiento psicopedagógico al profesorado y órganos de gobierno del centro para que
sepan cómo actuar ante las necesidades específicas de sus alumnos.
Atender a la diversidad funcional de sus alumnos, para conseguir una educación inclusiva y
universal, y que ningún alumno sea excluido del ambiente educativo.
Contribuir a la interacción entre todos los integrantes de la comunidad educativa para una buena
convivencia y una mayor comunicación entre todos.
Participar en todas las planificaciones y/o toma de decisiones de la escuela, así como en todas las
reuniones de profesores que se establezcan; de esta forma estará siempre informado de los
acontecimientos que sucedan en el centro.
La figura del psicólogo educativo en la escuela
Ahora bien, a pesar de que la figura del orientador es esencial, no cubre todas las necesidades
técnicas que presenta una escuela en el ámbito psicoeducativo. Por esta razón es imprescindible
un profesional que las atienda: el psicólogo educativo. En contraposición a la figura del orientador,
de naturaleza aplicada, el psicólogo educativo en la escuela debería ser una figura más centrada
en la investigación y la evaluación.
Los centros escolares y la educación tienen una naturaleza dinámica en continuo cambio, lo que
provoca que la aplicación de métodos estandarizados no personalizados suela tener resultados
muy pobres. De ahí la necesidad de un psicólogo educativo que pueda conocer en todo momento
como avanza el centro en su totalidad y cómo actuar.
Otro aspecto diferenciador es que no actuaría sobre los alumnos, sino sobre toda la comunidad
escolar y sobre la propia institución. Debe de ser el encargado de que la manera de instruir y
educar sea la correcta para los alumnos, y de que la comunidad escolar responda a todas las
demandas que la educación de los alumnos genere.
La figura de psicólogo educativo en la escuela actuaría de supervisor y planificador de todos los
agentes educativos presentes en los alumnos, basándose en una investigación científica
continuada y nunca en criterios personales.
Un aspecto esencial de esta figura es la colaboración con los diferentes profesionales de la
escuela, y con el resto de la comunidad escolar(padres, madres, alumnos, etc). Su función sería
trabajar en los aspectos más básicos y en su aplicación. De esta manera, puede lograr los
resultados que se merece una educación de calidad.
En la actualidad, muy pocos colegios o institutos cuentan con la figura del psicólogo educativo o
incluso en algunos casos este papel lo asume el orientador. Asegurar un ambiente educativo de
calidad es un trabajo complicado que se debe desempeñar por la totalidad de profesionales de la
educación. Sobrecargar las funciones del orientador supone un pérdida de eficacia. Por esta razón,
la figura del psicólogo educativo en la escuela tiene tanta importancia.
Es necesario que la educación no responda a intereses políticos y económicos, donde interese más
contratar a un profesional que se encargue de todo que a un equipo que realice correctamente su
cometido. Todos los expertos y científicos educativos deben colaborar y trabajar juntos para lograr
una educación que merezca tal denominación.