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AGRESIÓN
Las conductas agresivas tienen como finalidad causar daño a otros. Entre
ellas se anotan golpear, disputar, burlarse, atacar con palabras o destruir
propiedades ajenas. El ataque puede causar hasta daños corporales y aun
la muerte de la persona agredida. Algunos autores ponen en duda la
existencia biológica de la agresividad en el hombre, pero es lo cierto que
su expresión varía con el sexo, igual que ocurre en otras especies. Como
lo anoté en otra oportunidad, sabemos cuáles son los mecanismos
relacionados con la agresión. En la década de los 30 se descubrió que la
extirpación de gran parte del lóbulo temporal en los monos producía
cambios en el temperamento, incluida la domesticación. Más adelante se
descubrió que ello se debía a la separación de un conjunto de células
nerviosas agrupadas en forma de almendra, cuyo sitio se halla debajo de
la corteza, cerca de la punta del mencionado lóbulo, a la cual se le ha
denominado amígdala.
Cuando la frustración se trasforma en
agresividad (trastorno explosivo
intermitente)
La frustración es una emoción universal que todos experimentamos.
Al igual que otras emociones del polo negativo, como el miedo o la
tristeza, es necesaria ya que es un indicador de que algo no va bien y
hay que cambiarlo. También, como el resto emociones, puede hacer que
nos comportemos de forma agresiva.
Sin embargo, en este punto hay que identificar, dentro del estado
emocional de frustración, el grado de intensidad con el que se manifiesta
y la forma en la que se regula. Algunas personas sienten una
frustración desproporcionada con respecto de aquello que la
desencadena y, además, responden a ella de manera exagerada, con
explosiones de ira y agresividad: sufren lo que se llama trastorno
explosivo intermitente.
“La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente que lo
contiene que a aquello sobre lo que se vierte”
-Séneca-
Conclusión
Lo importante es que, tomando consciencia de que tenemos un problema
y buscando ayuda, podemos aprender a gestionar la ira y mejorar
nuestra vida y la de los que nos rodean. Esto vale para las personas que
tienen un trastorno, pero también para nosotros en situaciones
extraordinarias que sean.
“Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que si no dejaba atrás toda la
ira, el odio y el resentimiento seguiría siendo un prisionero”
-Nelson Mandela-