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RESEÑAS

muchos patrones de pensamiento o de


acción que parezcan estar más alejados
del presente ideal de conocimiento que
la utopía; a ésta se le ha identificado,
por lo general, con lo no realista, con lo
irreal, en el mejor de los casos con una
cavilación amable pero, en definitiva,
alejada del mundo real. No obstante, al
conducirnos por el locus del argumento
central, el autor nos obliga a observar
detenidamente y junto con él, notare-
mos enseguida varios puntos de con-
tacto.
El texto se divide en cuatro partes.
La primera se refiere a la esencia y la cri-
sis de la etnoantropología; la segunda
se dedica a la otredad utópica; la tercera
tiene como objetivo reflexionar sobre la
Esteban Krotz otredad de las ciencias antropológicas,
La otredad cultural entre y, finalmente, la cuarta intenta relacio-
nar a la antropología y a la utopía como
utopía y ciencia
dimensiones de un nuevo paradigma.
México, FCE-UAM
A lo largo del texto, el autor anali-
Iztapalapa, 2002, 495 pp.
za cómo se crea esa relación. Pero antes
nos avisa, en la primera sección, que te-
Se esté o no de acuerdo, en mi opinión, nemos que ocuparnos de la propia pala-
hay un creciente descrédito de la uto- bra “antropología”, que hasta ahora ha
pía. Las grandes plumas en la antropo- sido utilizada de manera más bien difu-
logía se han pasado poco a poco a la sa. De hecho, existe una “pregunta an-
biografía, a las memorias, al documen- tropológica” que se ha formulado una y
tal, al reportaje o a la historia, basadas otra vez desde el inicio de la vida huma-
en hechos reales. Hay una pasión en la na en el planeta. Para empezar, podría
demanda de realidad y no de ficción. quizá representarse con las situaciones,
Para el caso y a contracorriente, Esteban al parecer algo dispares, del encuentro
Krotz nos propone un estudio interesa- de grupos humanos del paleolítico, de
do particularmente por la relación entre los viajes y de la expansión imperial del
antropología y utopía. Esto puede sonar poder. Precisamente éste es el sitio de
extraño, pues seguramente no existen la pregunta antropológica: por la igual-

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dad en la diferencia y la diferencia en mento individual será visto desde esta
la igualdad. Pero en la medida que sí totalidad cultural.
es posible hacer una afirmación general En la segunda sección del libro la
sobre el contacto entre culturas —por utopía es el tema central de Krotz. Sobre
lo menos en el ámbito cultural occiden- esta noción afirma que es patrón de pen-
tal—, ésta se encuentra en la demostra- samiento, impulso para actuar, objeto
ción que la cuestión disciplinaria tiene de anhelos, tema de sueños, principio
su momento decisivo en la categoría de de organización, forma de imaginación
la otredad. Para Krotz la otredad sig- y dimensión de sentido. Asimismo se
nifica una clase especial de diferencia, puede encontrar en todas las épocas y
tiene que ver con la experiencia de la en todas las culturas; no sólo en aconte-
extrañeza, se refiera a paisajes y climas, cimientos extraordinarios, sino también
o a plantas y animales, formas y colo- en las trivialidades de la cotidianidad
res, olores y ruidos. Pero solamente la y de los sueños diurnos en la vida de
confrontación con las particularidades todos los individuos.
hasta entonces desconocidas de otros Basta pensar cuánto difieren, en
seres humanos –idioma, costumbres co- un mismo país, las concepciones (y las
tidianas, fiestas, ceremonias religiosas prácticas que éstas conllevan) acerca
o cualquier otra cosa- proporciona la de la niñez y la muerte, el trabajo y la
verdadera experiencia de la extrañeza. sexualidad, que tienen las generaciones
Para el autor, la alteridad es la categoría actuales y las anteriores; y no se trata
central de una pregunta antropológica sólo de diferencias respecto de valora-
específica. ciones obtenidas por medio de la re-
En la categoría de alteridad, el otro flexión, sino también de esquemas de
—en el sentido que describe Krotz—, percepción y del acomodo de lo perci-
no se considera como tal en relación bido en contextos globales, casi siempre
con sus particularidades individuales, aceptados sin cuestionamiento alguno.
y menos aún con las “naturales”, sino En ambos casos, podremos ver cómo la
como miembro de una comunidad, co- utopía representa una forma específica
mo portador de una cultura, como here- del análisis de fenómenos sociales, en
dero de una tradición, como represen- que la categoría de la alteridad tiene
tante de una colectividad, como punto una importancia decisiva. En los acon-
nodal de una estructura permanente tecimientos y situaciones descritos se
de comunicación, como iniciado en un trasluce continuamente una especie de
universo simbólico, como participante “contramundo” que es por completo
de una forma de vida distinta de otras, distinto del orden real que impera en el
como resultado y creador de un proce- mundo. La razón que da origen a estos
so histórico específico, único e irrepe- contramundos es siempre la misma,
tible. Al otro individuo, al producto sin importar el lugar: la insatisfacción
material institucional o ideal aislado por principio con las condiciones exis-
de una cultura o de un individuo en la tentes.
comunidad, siempre lo acompañará el Con la lectura reflexiva del libro
conjunto de la otra cultura, y cada ele- nos queda claro que quien tiene jus-

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tamente sentido de la realidad, tiene se ocupan principalmente de descrip-
también sentido de la utopía, y no la ciones, análisis o de la evaluación ob-
confunde con la verdad ni con la false- jetiva de hechos reales. Sin embargo,
dad. Por ello Krotz en la siguiente sec- como lo demuestra el texto, los autores
ción, la tercera, se enfoca en los estudios de escritos utópicos establecen una cla-
escritos de estos sueños, redactados por ra relación con su respectiva realidad
hombres letrados, en los que se pueden sociocultural, que también es la de sus
reconocer con mayor o menor claridad lectores, quienes la reconocen.
los mencionados elementos del proceso A pesar de que a los narradores
de esa época. Estas obras se encuentran que aparecen en estas utopías siempre
entrelazadas en más de una manera con se les dificulta informar sobre la ubica-
la cultura del llamado “pueblo senci- ción precisa de estas islas de ventura,
llo”, de la mayoría de la población, que nunca se trata simplemente de un país
no sabía leer ni escribir. cualquiera de cuento de hadas, sino
De modo que, paradójicamente, la siempre de una región del mundo por
creciente demanda de realidad puede la que el narrador ha viajado en reali-
perfectamente ser un síntoma de un dad y su descripción no deja lugar a
descrédito de ellas, por lo menos com- dudas de que la existencia de un lugar
parable a la decadencia de la utopía así es por demás posible.
como indudablemente lo demuestra el En esta misma parte del texto se
autor; la tríada Moro-Campanella-Ba- discute profusamente sobre la cons-
con forma parte de los autores de obras trucción de la utopía, se muestra cómo
utópicas más conocidos (sin contar a es una constante en la historia cultural
Platón —a quien con frecuencia se ha de Europa, en virtud de una época pro-
considerado el precursor del género—, veniente del mencionado umbral entre
al llamado socialismo utópico del siglo dos épocas, al mismo tiempo final de la
XIX y a las utopías negativas de Huxley Edad Media y principio de la moder-
y Orwell). Según muchas presentacio- nidad. Por tanto, nos demuestra Krotz
nes panorámicas y críticas de la uto- que la tradición utópica se opone, de al-
pía, con estos tres textos dio inicio un guna manera, al orden predominante,
género literario al que, a mediados o sea que tiene todos los rasgos de una
del siglo antepasado, se bautizó como auténtica contracultura.
“novela política”. Sin embargo, de esta Conviene reparar aquí en tres re-
manera se favorece un insostenible es- flexiones que el autor nos propone pa-
trechamiento de la tradición utópica y, rafraseando a Bloch acerca del concepto
finalmente, una grosera falsificación del de utopía. La primera de ellas profundi-
concepto de utopía como tal. za la afirmación ya mencionada de que
Nuestro autor insiste en el falsea- la tradición utópica y su comprensión
miento que de la utopía se ha hecho, no se deben aislar de su origen, es de-
que se inicia con la clasificación de los cir, el ser humano soñado. Éste siempre
textos utópicos dentro del ámbito de pretende alcanzar más. La segunda es
la ficción; así, éstos son contrapuestos la enseñanza etimológica, es decir, el
de antemano a todos los géneros que hablar del “no lugar” o “sitio inexis-

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tente”, no debe distraer la mirada del rios, sino que su conjunto y muchos de
hecho de que la perspectiva básica de la sus elementos particulares remitan con
utopía no es de naturaleza topológica, claridad a la existencia de uno o pocos
sino cronológica. Finalmente, la terce- conflictos básicos que crean, mantienen
ra reflexión: toda expresión utópica es o, por lo menos, influyen de manera de-
necesariamente fragmentaria porque cisiva en los demás.
está condicionada por la historia: en la Estas cinco relaciones estrechas
negación dialéctica, de la positividad demuestran que la utopía es algo más
ya germinante siempre aparecerá un que una imagen ideal arbitraria y na-
bien que permite entrever, a pesar de cida del capricho individual. En esta
su orientación a lo absoluto, los intere- parte del libro, y la más interesante a
ses de grupo y de clase del soñador, las mi gusto, logra demostrar además, que
circunstancias biográficas y de época de la utopía en todas sus formas —como
su vida, y, con frecuencia, aun los es- juguetón sueño diurno, como antigua
tados temporales y muy personales de profecía, como tratado escrito, como
disgusto o de exaltación. revuelta ritual, como comunidad con-
En la última parte del libro, el autor tracultural, como movimiento revolu-
describe con gran destreza la relación cionario— es una forma más o menos
entre realidad sociocultural y utopía explícita de análisis social.
a través de cinco propuestas teóricas. Para finalizar, Krotz insiste en la
En primer lugar, lo social tiene una es- relación entre la antropología y utopía
tructura reconocible. Ésta es previa a y esto con relación a la posibilidad de
cualquier individuo y, por así decirlo, una nueva perspectiva antropológica y
está por encima de él. En segundo lu- también de una nueva formulación de
gar, este orden no es estático; los seres la pregunta que guía a esta disciplina
humanos lo han cambiado y por tanto científica y que reconquiste la dimen-
lo pueden cambiar también ahora. En sión utópica. Es necesario asumir que
tercer lugar, el orden analizado por la hay una crisis de la antropología y de
utopía, como conjunto y en relación con la utopía: por ello se debe realizar una
sus partes constitutivas, tiene causas, y recapitulación dialéctica entre ellas.
el conocimiento humano tiene acceso a Como queda claro en el libro, la
ellas. En cuarto lugar, la realidad expe- afirmación de que las ciencias antropo-
rimentada de la convivencia humana no lógicas se encuentran en una profunda
corresponde, en modo alguno, a la ima- crisis de fundamentos y que sus sínto-
gen supuestamente válida de la colabo- mas más evidentes —la fragmentación
ración, más o menos unánime, de todas del conocimiento antropológico y de su
las fuerzas sociales, que se apoyan, fo- proceso de producción, así como la in-
mentan y complementan mutuamente definición respecto de sus límites y rela-
para lograr el bienestar del conjunto y ciones con los ámbitos vecinos (empíri-
de cada individuo. En quinto lugar, la cos, metodológicos, teóricos)— se basan
sociedad vislumbrada utópicamente no en la carencia de una matriz disciplina-
se presenta simplemente como un cam- ria unificadora son absolutamente cier-
po lleno de tensiones con pesos arbitra- tos. El carácter y el contenido de esta

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pregunta antropológica se derivaron de tradiciones precientíficas de la historia
la situación del contacto cultural, que se de la civilización europea utilizadas
ha seguido dando de nuevo una y otra para plantear la pregunta antropoló-
vez desde el inicio de la vida humana. gica. En el caso de la antropología, el
Y es que la pregunta antropológica, de contacto cultural y el asombro que éste
cuya formulación, tratamiento, obser- implica han demostrado ser este marco
vación y respuesta ha tratado y trata de experiencia. Por eso, la investigación
este libro, es la que aborda el hecho y de campo y la comparación son consi-
las causas, el alcance y el significado de deradas justificadamente como los ele-
la igualdad y la diferencia –de lo igual mentos clave característicos del método
en lo diferente y de lo diferente en lo antropológico.
igual- en las culturas o en fenómenos Ya no se escriben textos así, en los
socioculturales individuales o en con- que un antropólogo, convertido en un
juntos parciales de este tipo. forzado de la pluma se empeña, como
Sabemos gracias a Krotz que, la fic- los clásicos del siglo XIX, en oponer al
ción es la ficción, es decir, la negación mundo real un mundo ficticio tan mi-
de la vida, un espejismo, una vida artifi- nucioso y tan vasto, tan atestado y tan
cial que recrea la real imponiéndole un frenético, que parezca atrapar en sus
orden, unas jerarquías, una coherencia páginas, toda la vida, toda la historia,
y un principio y fin que la vida real no toda la realidad. Sobre todo, porque
tiene nunca. Por tanto, en la utopía se no se detiene sólo en rasgar los velos
encuentran unidos indivisiblemente la de la antropología. Ofrece destellos de
acusación y el anuncio, el análisis de lo posibilidades alternativas, a partir de la
existente y la instigación para subver- utopía— lo que el lector debe agradecer
tirlo, igual que el esfuerzo de la razón de manera especial es, sin duda, un fas-
y la imaginación de los sentidos, y el cinante esfuerzo intelectual. Me queda
concepto de “en resumen, una vida me- la idea de que a la antropología todavía
jor”, que se va aclarando poco a poco, y le podemos dar mayor juego con otro
el asombro ante la diversidad real de las tipo de racionalidad práctica y colecti-
culturas existentes y pasadas. va basada en una nueva articulación: la
Vivimos una época en la que dedi- utopía asociada de razón y liberación,
car tanto esfuerzo de la vida a escribir como lo sugiere el colega Esteban
un libro de antropología de tanto vuelo Krotz. El autor es un antropólogo cu-
va totalmente en contra de las modas rioso y activo, la suya es una trayectoria
establecidas, que, en la actualidad son a través de la que se puede comprobar,
obras leves, poco entendidas y nada bri- sin duda, que la filosofía ilustra a la teo-
llantes. La otredad cultural entre utopía y ría antropológica.
ciencia obliga a un esfuerzo intelectual.
La utopía, como se comprueba en este ALEJANDRO GONZÁLEZ VILLARRUEL
libro, fue una de las más importantes Museo Nacional de Antropología

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