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LITERATURA DEL ROMANTICISMO – ESTÉTICA EN CUMBRES

BORRASCOSAS DE EMILY BRONTE


El factor de lo “grotesco” aparece en el panorama, aproximadamente, en el siglo XV, y
es posible observarlo en autores como Rabelais, por ejemplo, donde abundan los
elementos que resultan cómicos, pero al mismo tiempo se perciben como desagradables,
en fin, grotescos.

Sin embargo, la forma de manejar lo grotesco dentro del Romanticismo se separa un


poco de esta “propuesta” inicial que se muestra en Gargantúa, y es que, en el caso de la
literatura romántica, lo grotesco tiende más hacia la psiquis de los personajes; es decir,
son feos, internamente grotescos, y es precisamente eso lo que muestran a los demás, lo
que exteriorizan.

Por esa razón, probablemente, es que un personaje como Heathcliff esté tan cargado de
descripciones negativas, y es que, toda su “contenido” psicológico, se revela en su
interior, y precisamente eso hace que los demás lo perciban de una forma que no es
precisamente positiva; en efecto, todos los referentes que se utilizan para aludirlo son
malos.

• “En el Romanticismo, lo grotesco designa un espacio individual de fantasía e


introspección, el concepto se asocia con la psiquis y con el cuerpo como proyección
cultural de un estado interno” → En el caso de Cumbres Borrascosas, se nos presentan
personajes que, de alguna manera, discrepan con la literatura que había funcionado hasta
entonces, porque pareciera que no se buscara embellecerlos, sino mostrarlos de una forma
que resultaría violenta e, incluso, grotesca.

Particularmente Heathcliff, es un personaje en el que pueden observarse los cimientos


de lo grotesco, y esto porque se trata de una figura que, más que cualquier cosa, se
construye desde lo interno: pareciera que su personalidad define la manera en que lo
perciben los otros, y por ello siempre se le describe como una persona desagradable, se
acentúa su color de piel y aspecto, que resulta distinto al de los demás.

* En el Romanticismo pareciera que lo grotesco acciona de maneras diferentes, porque


no trata de cambiar la realidad, sino generar algo distinto en la psicología de los
personajes; parece, más bien, un elemento de introspección.
• “(…) Lo grotesco se perfila ahora no solo como una desviación de la belleza, también
como una inversión de lo sublime”.

• Estética de lo feo de Karl Rosenkranz:

- P. 33-36 (“Lo feo espiritual”).

“También el hombre que, en ciertos aspectos, desde el punto de vista moral es malo o
incluso malvado, sin más puede manifestar belleza, si entre sus vicios y depravaciones
posee también virtud y temple”.

“La fealdad ha de ser naturalmente mayor cuando se desea el mal en sí y por sí. Más a
pesar de lo paradójico que suena, a través de esto, el mal se fija como una totalidad
sistemática, restablece cierta armonía de la voluntad, así como la manifestación de la
voluntad que suaviza estéticamente la forma”.

“La causa del mal y de lo feo por aquel posibilitado en el aspecto exterior del hombre
es, por tanto, su libertad, en ningún caso un ser trascendente externo a él. El mal es una
acción propia del hombre, y por ello este ha de asumir también sus consecuencias”.

IMPORTANTE: “(…) no podemos abandonar todavía el espíritu, pues este puede


generar fealdad de modo diferente a como lo hace en las enfermedades comunes (…) el
trastorno psíquico es como el mal, la verdadera y propia fealdad del espíritu en cuanto
tal. Pero esta fealdad interior se traduce también exteriormente: la idiotez, la demencia,
la locura, el delirio hace feo al hombre (…) En el trastorno psíquico, el hombre pierde
la universalidad del sentimiento de sí en la idiotez, ora en la demencia se enajena en una
finitud, ora en la locura se siente aniquilado por el poder de una contradicción
fingiéndose otro, o refugiándose en el delirio”.

- P. 36-41 (“Lo feo artístico”).

- P. 100-101 (“Lo vil”).

“Lo sublime es grande en su falta de límites, es violento en la irresistible expresión de


su potencia, majestuoso en la incondicionada autodeterminación de su finitud”.

- P. 107-111 (“Lo casual y arbitrario”).


“Si un ser que debe ser majestuoso no consigue lo que ambiciona, contradice la
seguridad que en él presuponemos y deviene lo cómico o feo (…) todos los movimientos
que hacen aparecer a un individuo que debe ser majestuoso como inquieto, presuroso,
sacudido de acá para allá, son feos porque contradicen la incondicionada certeza entre
sí, en cuanto la naturaleza de la majestuosidad”.

- P. 111- (“Lo burdo”).

“Lo burdo no es una fealdad opuesta y contraria a lo bello. Son estadios inferiores,
frecuentemente inevitables, que la existencia debe atravesar para realizar su concepto
sucesiva y completamente. La disposición burda es un estado inaugural que no excluye
positivamente de sí la belleza y a la que oponemos el estado perfeccionado, limado y
pulido. En este sentido, lo burdo –en la medida en que él opera una abundancia de fuerza
productiva en fermento- puede ser para nosotros una garantía de excelencia futura”.

- P. 151-152 (“Lo malo”).

“La voluntad malvada es lo éticamente feo. Como voluntad por sí recae en la pura
interioridad. Pero para devenir estéticamente posible debe reflejarse simbólicamente en
la fealdad de la forma, en parte expresarse como acción y devenir criminal”.

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