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El Articulo 19 indica que “las acciones privadas de los hombres que de ningún
modo ofendan el orden y a la moral pública ni perjudiquen a un tercero están
reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados.”
Señala un ámbito reservado al individuo y excluido del poder estatal.
Su primera versión normativa positiva es en el Estatuto de 1815 Establecía este artículo:
“Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al
orden publico, ni perjudiquen a un tercero, están solo reservadas a Dios y
exentas de la autoridad de la Nación.”
Y desde entonces en todos las constituciones argentinas. No tenía referencia a la moral
pública incluida en 1853. no hay norma similar en la Constitución de los EE.UU.,
aunque su jurisprudencia se ha esforzado en encontrar una fundamentación similar.
Tiene un origen lejano en el art. 19 de la Declaración de Derechos del Hombre y del
ciudadano de 1789. “La libertad consiste en poder hacer todo lo que no daña a
otro..”313
¿Puede ser la moral un bien público? No. La inclusión de moral pública es una garantía,
el Estado no puede imponer una moral sino dejarla al arbitrio de cada uno. Decía en este
312
Cf. Imaz y Rey. El Recurso Extraordinario. 2 ed. Nerva, Buenos Aires. 1963. p.
42.
313
Para un análisis detallado de las acciones privadas y del derecho a la intimidad
ver. Juan Vicente Sola, Control Judicial de Constitucionalidad. Abeledo Perrot.
Buenos Aires. 2007.
sentido Montes de Oca “la ley fundamental de la Nación se apoya simplemente en las normas
jurídicas que rigen el desenvolvimiento social; la esfera de la moral pura le es extraña”.314
Esta norma fija un ámbito que se encuentra reservado al individuo y excluido del poder
estatal, es decir, todas aquellas conductas de los hombres que “de ningún modo ofendan
al orden y la moral pública, ni perjudiquen a un tercero”, se encontrarán fuera de la
jurisdicción del Estado, es decir, éste no podrá intervenir allí para regularlas; fijar el
marco de la jurisdicción estatal sobre nuestras conductas o sobre el límite de injerencia
que tiene del Estado sobre nuestras vidas.
El derecho a la intimidad ingresa a nuestro derecho constitucional a través del artículo 1°,
sección VII, del Estatuto Provisional del 5 de mayo de 1815, cuerpo jurídico que se basó
fundamentalmente en el Proyecto de Constitución de 1813, elaborado por la Sociedad
Patriótica y Literaria. “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofenden al orden público, ni perjudiquen a un tercero, están reservadas a Dios y exentas
de la autoridad de los magistrados”.
El texto del artículo 1°, sección VII, del Estatuto Provisional del 5 de mayo de 1815, fue
mantenido intacto por el Reglamento Provisorio de 1817 y las Constituciones de 1819 y
1826. Fue la Constitución de 1853 la que, incluyéndolo en su artículo 19, lo modificó de
la siguiente forma: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan
al orden y la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están reservadas a Dios y
exentas de la autoridad de los magistrados”.
Tenían su apogeo las posturas contractualistas que hacían aparecer al Estado con una
sociedad formada voluntariamente por los hombres y para beneficios de éstos y tenían
por consecuencia la afirmación de las características fundamentales del Estado de
Derecho: la “soberanía del pueblo”, concepto que implicaba la limitación del poder
estatal para regular o interferir irrestrictamente la libertad individual.
314
Cf. Manuel A. Montes de Oca. Lecciones de Derecho Constitucional. Buenos
Aires, Imprenta La Buenos Aires. 1896. p. 537.
Se deja al hombre, entonces, la máxima libertad posible para desarrollarse conforme a
sus ideales de vida y, en consecuencia, se reconoce la existencia de un ámbito intangible
donde aquél podrá realizar las acciones que considere necesarias para llevarlos a cabo.
Con ello se distingue aquello que puede ser materia de regulación por parte del
legislador, de lo que sólo incumbe al individuo. El derecho positivo cumple, con la
función de garantizador de la libertad y dignidad de los hombres, pero no tiene la
facultad de imponer valoraciones morales sobre formas de vida.
Esta diferenciación marca toda una etapa en el desarrollo de los Estados. Previo a la
existencia del Estado de Derecho, la moral de los ciudadanos, sus pensamientos, su
religión, se hallaban bajo la autoridad del soberano.
No interfiriendo en los planes de vida que éstos tengan, impidiendo que terceros
interfieran en dichos planes de vida.
Se afirma la imposibilidad de interferir en los planes de vida individuales, con lo cual, por
definición, se afirma la existencia de una moral privada de los individuos que es posible
regular.
“El punto de vista liberal... implica... limitar la vinculación entre derecho y moral a aquellas
reglas morales que se refieren al bienestar de terceros. Los ideales de excelencia humana que
integran el sistema moral que profesamos no deben ser, según este punto de vista, homologados e
impuestos por el Estado, sino quedar librados a la elección de los individuos y en todo caso ser
materia de discusión y persuasión en el contexto social...”.
“Es a la luz de este punto de vista liberal que debe interpretarse el artículo 19 de la Constitución
Nacional ...Cuando el artículo en cuestión habla de ‘acciones privadas de los hombres’, esta
expresión debe interpretarse teniendo en cuenta que ella describe acciones que se distinguen de
aquellas que ‘ofenden la moral pública’. En definitiva, la distinción que la norma formula es la
que está subyacente en la concepción liberal de la sociedad y que consiste en discriminar las pautas
morales referidas al bienestar de terceros de los ideales de excelencia humana, que constituyen una
moral privada” (315).
La primera parte del artículo 19, protege un ámbito en el cual el individuo tiene un
señorío absoluto para dirigir sus acciones conforme a sus propios ideales, a planes de vida
que no le son impuestos obligatoriamente. Las metas de esa realización personal no
pueden ser fijadas por terceros, incluido entre éstos el legislador. Además la función del
Estado es, en este sentido, simplemente garantizar la intangibilidad de esas “esferas”
privadas que garantiza la norma mencionada.
Al hablar de acciones, nos estamos refiriendo a los actos que tienen una trascendencia en
el mundo exterior. Si el acto queda en el mundo interior o fuero íntimo del sujeto, dentro
de él no existirá posibilidad de que sea objeto de regulación.
Como vemos, se impide que sean sometidas a “la autoridad de los magistrados” (con lo
cual evita, por ejemplo, represión por ideas políticas), o condiciones personales.
La reserva del ámbito de lo jurídico a las acciones públicas, consideradas tales las que
lesionen el orden público, la moral pública o cualquier bien de tercero, deja el ámbito de
lo exclusivamente moral fuera del alcance del derecho.
317
CSJN, 27-XI-1986 “Sejean, Juan B. c/Zaks de Sejean, Ana” (voto del Dr. Bacqué,
concordante con el Dr. Petracchi).
Si esto es así, ¿cuáles son entonces las acciones privadas? Son simplemente aquellas que
no son públicas, entendiendo por públicas las conductas que se realizan en nombre del
Estado, representándolo.
Por lo tanto debe quedar en claro que la característica de “privada” no dependerá de que
la acción se realice “a escondidas”, fuera de la vista de los demás, sino de que ella no se
ejecute en representación del Estado.
Esto resulta lógico si recordamos que la hipótesis liberal trabaja sobre el supuesto de que
el Estado no debe interferir en la vida de las personas sino garantizar que éstas se
desarrollen en la máxima libertad posible. Visto así, toda relación intersubjetiva debe
considerarse privada, mientras que sólo serán públicas las que se realicen en
cumplimiento de la función estatal.
La moral pública
Éste es la idea más intrincada de toda la primera parte del artículo 19 de la Constitución,
y la adopción de una correcta definición será sustancial para que el principio de reserva
no quede reducido a palabras.
En principio, consideramos que tanto la afectación al orden y la moral pública son modos
de perjuicio a terceros, por lo cual la norma constitucional en análisis queda reducida a
esta norma.
“El alcance de la moral pública está definido por el propio artículo 19 al presuponer que las
acciones que la ofenden son coextensivas con las acciones que perjudican a terceros; la moral
pública es la moral intersubjetiva. De modo que lo que el artículo 19 de la Constitución Nacional
proscribe es toda interferencia jurídica con acciones que no afecten intereses legitimados de terceros,
aunque ellas representen una desviación de ciertos modelos de virtud personal y tengan el efecto de
autodegradar moralmente al sujeto que la realiza”.318
318
NINO, Carlos, “¿Es la tenencia de drogas con fines de consumo personal una de
las acciones privadas de los hombres?”, L.L., 1979-D-743