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Cómo aplicar la Ley de pareto (80/20) para ser más

productivo

Tim Ferris se encargó de hacer de la Ley de Pareto o la regla del 80/20, un tema candente
del que seguro has escuchado aunque sea mencionar una vez gracias a su libro best seller
“La semana laboral de 4 horas”. La misma comenzó con el economista y sociólogo
Vilfredo Pareto, quien fue el encargado de anunciar la Ley de distribución de los ingresos,
encargada de mejorar la calidad de vida.

Pero son muchas las dudas en torno a este tema, por lo que a continuación se conocerá
mucho más acerca del mismo. Así como de su origen, las formas más eficientes de aplicarla
y sus principios.

¿Qué es la ley de Pareto?

La ley de Pareto, también conocida como regla 80/20 es aquella que establece que el 20%
del esfuerzo genera el 80% de los resultados. Esto es aplicable tanto de forma general como
para un gran número de fenómenos. Otra forma de entender al principio de Pareto es que el
80% de las consecuencias proviene del 20% de las causas.

Conocer la definición de la ley de Pareto y aplicarla en la vida diaria nos sirve como
referencia para centrarnos en las cosas que de verdad importan. Con ella se entiende que
en realidad sin la necesidad de malgastar energía o recursos en pobres resultados, existen
ciertas acciones que son capaces de dar mayores satisfacciones con menores esfuerzos.

En el campo empresarial, más específicamente en el campo de ventas y gastos, puedes


interpretarla como que el 80% de las ventas de una empresa proviene de un 20% de un
producto o del 20% de sus clientes. Mientras que en la logística otro ejemplo sería que en
el 20% de los productos almacenados se encuentra el 80% del valor de los productos de
este lugar. También en ingeniería de software con que el 80% de los fallos de un software
se origina es en el 20% del código de éste.

Los casos de la regla de Pareto son interminables, y como ya se ha mencionado es posible


que coincida con una infinidad de situaciones. Es así como esta puede ser de utilidad para
obtener una mayor rentabilidad enfocándose en los recursos más productivos, en lugar
de hacerlo en todos por igual.

Si bien los porcentajes no son precisos en muchas ocasiones, la conclusión de esta, es que
se dedica mucho tiempo en cosas que aportan poco valor. Por ello, al malgastar tiempo en
estas actividades, se avanzará de forma muy lenta en la consecución de nuestros objetivos.
Pero si se fuese capaz de concentrar en el 20% central, todo sería mucho más sencillo.

Para ello es necesario identificar esta relación y con ello priorizar las tareas por resultado y
estimar cuál es el esfuerzo que conlleva. Hay que identificar lo que es importante, de lo
que no lo es, y lo que nos acerca a los objetivos marcado invirtiendo poco esfuerzo y
tiempo.

Origen de la Ley de Pareto

La teoría de Pareto obtiene su nombre de Vilfredo Pareto, pero ¿quién es Pareto? El


economista que la enunció por primera vez en su «Cours d’économie politique» de 1896.

Entonces ¿cómo aplicó Pareto este principio a la economía? Con una simple
observación.

Con base en el denominado conocimiento empírico, se encargó de estudiar a las personas


de su sociedad. Estas se dividían en dos grupos bien definidos que eran los “pocos de
muchos” y los “muchos de pocos”, una proporción 80-20. En específico, Pareto se basó en
la propiedad de la tierra en Italia donde el 20% de los propietarios poseían el 80% de las
tierras, y el resto del 20% de los terrenos pertenecía al 80% de la población sobrante.

Pero estas cifras tenían un carácter arbitrario que podía variar al no ser exactas. Y es que su
aplicación residía en la descripción del fenómeno, haciendo que se debiese adaptar al
fenómeno tratado. Para Pareto, las masas tenían poca influencia en la política, algo que se
replicaba en el reparto de bienes naturales y la riqueza mundial.

No obstante, fue Joseph Juran el responsable de popularizar esta regla en un uso


general y en una gran cantidad de contextos. Juran fue un experto en calidad y gestión de la
calidad que conoció la obra de Pareto en 1941. A partir de entonces se dedicó a ampliar su
aplicación a las cuestiones de calidad con un considerable éxito.

Pero cabe destacar que en los últimos años, Jurán sustituyó el pensamiento de «los pocos
vitales y muchos triviales» por el de «los pocos vitales y los muchos útiles». Es decir, el
esfuerzo restante del 80% no debe ser por completo ignorado.

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