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"M. J. M. Y OTRO/A C/ M. A. C.
S/CUMPLIMIENTO DE CONTRATOS
CIVILES/COMERCIALES"
Expte.: SI-32454-2013 (J. 9)
Registro Nº 100

En la Ciudad de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, a los


días 13 de Julio de dos mil diecisiete, se reúnen en Acuerdo
los señores Jueces de la Sala Primera de la Cámara Primera
de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento
Judicial de San Isidro, los doctores Carlos Enrique Ribera
y Hugo O.H. Llobera, para dictar sentencia en el juicio: “M.
J. M. Y OTRO/A C/ M. A. C. S/ CUMPLIMIENTO DE CONTRATOS
CIVILES/COMERCIALES" y habiéndose oportunamente practicado
el sorteo pertinente (arts. 168 de la Constitución de la
Provincia de Buenos Aires y 263 del Código Procesal Civil y
Comercial), resulta que debe observarse el siguiente orden:
Dres. Llobera y Ribera, resolviéndose, plantear y votar la
siguiente:

C U E S T I Ó N
¿Es justa la sentencia apelada?
Votación
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor LLobera
dijo:
I Antecedentes
1. La demanda
J. M. M. por su propio derecho y en representación
de la sociedad de hecho que dice formaba con F. R. A. promueve
demanda por incumplimiento de contrato con más daños y
perjuicios contra M. C. A. C. (v. fs. 110 a 117).
En su escrito inicial expresa:
 Que celebró un contrato de concesión con la
demandada en el cual su parte, como concesionaria, debía
brindar el servicio de restaurante en las instalaciones de
aquella; detalla que comprendía el salón VIP, la caseta de

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tenis, la confitería ubicada en la zona del golf y dentro del
propio restaurante del Country.
 Que el plazo de la contratación se pactó en
cuatro años, desde el 15-8-2012 hasta el 15-8-2016.
 Que la accionada se obligó a comprarle un
mínimo de quince viandas diarias, de lunes a viernes, con un
valor inicial de pesos treinta por persona, suma que se
ajustaría cada dos meses según el aumento del costo de vida.
En el supuesto que las viandas fuesen suspendidas, por
motivos no imputables a la concesionaria, la requerida
abonaría en forma semanal el equivalente a quince viandas
diarias, en concepto de pago asegurado y ello durante la
vigencia del contrato, aunque el servicio no fuese brindado.
 Que a mediados de junio de 2013, luego de
efectuar reclamos en forma verbal intimó a la concedente a
que cumpliese con sus obligaciones y cesara en diversas
irregularidades, las que detalla en la carta documento n°
379280360 que a tal fin le remitiera (fs. 17).
 Que el 8 de agosto de 2013, dado la falta de
respuesta resolvió el contrato en cuestión, con fundamento
en la exclusiva culpa de la demandada, a quien notificó
mediante la carta documento n° 218041788 (fs. 14) sin que
fuera respondida por su contraparte.
 Que en consecuencia reclama resarcimiento
por los daños y perjuicios, que detalla:
2. La contestación
La concedente se presenta y opone excepción de
falta de personería de la actora, respecto de la alegada
sociedad de hecho, con fundamento en que no acompañó los
elementos que acrediten la representación invocada. Pide que
se tenga a M. como única demandante.

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Sin perjuicio de reconocer la existencia del
contrato niega los hechos expresados en el escrito inicial
y sostiene:
 Que su parte siempre colaboró en la ejecución
de lo acordado.
 Que dado la falta del rendimiento esperado,
M. comenzó plantear diversas cuestiones lo cual produjo un
desgaste de la relación contractual.
 Que los reclamos que efectúa la actora
responden a su decisión de liberarse de la concesión y obtener
un beneficio económico.
 Que ha sido la demandante quien, ante las
intimaciones efectuadas por su parte, decidió dejar la
concesión y llevarse sus pertenencias, lo cual se hizo
constar mediante acta agregada a estas actuaciones (fs.
151/152).
Peticiona el rechazo de la demanda con costas.
3. La sentencia
La Magistrada de la anterior instancia consideró
en primer término la excepción de falta de personería la cual
admitió con costas (v. fs. 592 a 597).
Para arribar a tal conclusión sostuvo que del
escrito de inicio surge que J. M. M. comparece por derecho
propio y en representación de una sociedad de hecho, cuya
razón social se desconoce, formada con F. R. A., quien no ha
comparecido.
Asimismo señaló que del contrato de concesión
agregado (fs. 3/10) quienes lo suscribieron fueron M. y A.
por derecho propio y no como socios de una sociedad de hecho.
Teniendo en cuenta lo expuesto, de lo cual resulta
que la invocada sociedad no fue parte en el contrato en que

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se sustenta la demanda, la representación invocada por la
actora respecto de un sujeto distinto de los firmantes carece
de fundamento no siendo idónea para representarla.
Concluye que debe hacerse lugar a la excepción de
falta de personería respecto de la invocada sociedad de hecho
y tenerse a M. como única actora. Adelanto que este aspecto
de la sentencia ha quedado firme.
En cuanto a la cuestión de fondo, resolvió rechazar
la demanda. Sustentó su decisión en que del contrato agregado
a la causa (fs. 3 a 10) las personas que lo suscribieron como
concesionaria fueron M. y A., quienes entonces expresaron
actuar por derecho propio. En virtud de ello entendió que no
existían dudas que, a su respecto, existe un litis consorcio
necesario entre los nombrados, por lo cual el proceso no puede
sustanciarse, ni componerse en forma útil y eficaz sino con
la citación de todos aquellos que aparecen comprometidos en
el negocio. Destaca que ello también resultó necesario para
ejercitar la opción resolutoria.
En virtud de esto último y dado la ausencia de
intervención de A. en la decisión resolutoria como su
participación en autos, tanto una como otra, resultaron
ineficaces. Se afirma en la sentencia que debe considerarse
a la parte contratante como una unidad no susceptible de
división; de lo contrario se presentaría el caso de un
contrato rescindido por uno solo de los contratantes activos
y vigente respecto del otro, que conllevaría al dictado de
una sentencia de imposible cumplimiento ya que sus efectos
no podrían alcanzar a quien no decidió la extinción ni fue
parte en este proceso.
Se señala en la decisión apelada que el contrato
que vinculara a las partes fue resuelto sólo por la demandante

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en los términos del art. 1204 del Código Civil, con fecha
8 de agosto de 2013 y luego ratificada tal decisión,
remitiéndose a la documental de fs. 13 a 14 y fs. 151 a 152.
En consecuencia dado que la requirente ha sido quien resolvió
el contrato en forma unilateral no resulta admisible su
reclamo de ser indemnizada.
IV. La apelación
La parte actora recurre la decisión arriba
reseñada (fs. 598) y expresa sus agravios (fs. 607 a 610)
respondidos por su contraria (fs. 613 a 620)
V. La deserción del recurso
Al contestar los agravios la demandada solicita se
declare desierto el recurso presentado por la apelante por
cuanto a su criterio, no cumple con los requisitos previstos
por el art. 260 primer párrafo del CPCC. En consecuencia, con
carácter previo al eventual análisis de aquellos,
corresponde tratar el pedido de deserción.
Para resolver esta cuestión, es necesario tener
presente que expresar agravios consiste en el ejercicio del
control de juridicidad mediante la crítica de los eventuales
errores del juez y al ponerlos en evidencia, obtener una
modificación parcial o íntegra del fallo en la medida del
gravamen que ocasiona.
Bajo ese concepto, el tribunal de alzada no puede
examinar consideraciones de tipo genérico que denotan una
mera disconformidad subjetiva con la sentencia y que por
tanto son insuficientes como fundamento del recurso (arts.
246 y 260, CPCC).
Entiendo que la facultad de declarar desierto un
recurso ante la insuficiencia de la expresión de agravios,
debe ejercerse por la alzada con un criterio restrictivo, ya

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que lo contrario puede llevar a que, en forma arbitraria se
afecte el derecho de defensa del recurrente.
En mi parecer, la expresión de agravios del
demandado se refiere en forma concreta a lo decido en la
sentencia respecto de la cual cuestiona los criterios de
derecho utilizados.
En razón de los expuesto y siguiendo el criterio
adoptado por esta Sala en casos precedentes (“Reynoso, Jorge
c/ Kriptonite S.A. y otro”, causa nº 100.470; “Zárate, Aníbal
J. c/ Transportes Avda. B. Ader S.A. y otro”, causa nº
102.592; “Olivera, Daniel A. c/ Hazmat S.A.”, causa nº
101.100; “Peñalva, Jorge – Vivas, Mirta G., Peñalva, Ornella
L. c/ Maestretti, Roberto L.”, causa nº 102.722; “López,
Daniel A. c/ Empresa Ciudad de San Fernando y otro”, causa
nº 99.866; “Herrera Cabrera, Michel Franklin c/
Municipalidad del Pilar y otros”, causa nº 100.375;
“Maldonado, María Luisa c/ Castronuovo, Marcelo Alejandro y
Otro”, causa nº 100.883, causa 37.332/2010; entre muchos
otros), propongo se le tenga por cumplido al apelante la carga
que le impone el art. 260 del CPCC.
Por todo ello y de compartirse este criterio,
corresponde proceder al análisis de los agravios, en estos
aspectos.
VI Los agravios
a. El planteo
i Fundamentos
La apelante sostiene que en la sentencia no se han
observado los principios que rigen las obligaciones
simplemente mancomunadas, los que permiten a cualquier
acreedor reclamar daños y perjuicios emergentes de la mora,
por el incumplimiento del contrato.

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En segundo lugar cuestiona que en las presentes
exista un supuesto de litis consorcio necesario, dado que al
tiempo de abrir la causa a prueba nada se dijo a su respecto.
Afirma que se trata de un caso de sujeto múltiple,
en los cuales las obligaciones son simplemente mancomunadas.
En ellas existen varios deudores o varios deudores a la vez
y tiene un solo objeto debido aunque divisible, en los cuales
cada uno de los acreedores puede exigir su parte de la deuda.
Señala que en ellas los vínculos entre las partes son
distintos y separados. En virtud de ello entiende que su parte
está legitimada para exigir el cumplimiento del contrato.
Asimismo cuestiona que en la sentencia se sostenga
que su parte y A. suscribieron un contrato con la demandada,
importando ello que existe una pluralidad de sujetos por lo
cual media un litis consorcio necesario. Señala que conforme
al art. 89 del CPCC el juez, antes de ordenar la apertura a
prueba, debe ordenar de oficio la integración de la litis.
Expresa que siendo que ello no tuvo lugar, ahora no puede ser
invocado para rechazar su acción.
No comparte el criterio de la sentenciadora en
cuanto ésta afirma que debe integrarse el proceso por mediar
litis consorcio necesario pese a que la actora también
reclamó por derecho propio.
ii Respuesta a los fundamentos
La accionada pide el rechazo del recurso de
apelación pues afirma que M. y A. debieron comparecer
conjuntamente ya que ambos conforman una misma y única parte
del contrato.
Agrega que el último de los nombrados tampoco
intervino en el ejercicio de la opción resolutoria pese a ser
ello necesario. Dice que la sociedad de hecho formada por M.

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y A. debió realizar las previsiones que le garantizaran la
defensa de sus derechos.
Asimismo afirma que F. R. A. se mantuvo al margen
del accionar de M., por lo cual ésta debió arbitrar lo
necesaria para demandar correctamente.
b. El análisis
Es sabido que el tribunal de alzada debe expedirse
sólo respecto de aquellas cuestiones de hecho y de derecho
que habiendo sido planteadas en la instancia de origen sean
motivo de agravios (art. 266, CPCC).
Partiendo de tal premisa cabe recordar que la
sentencia ha decidido que en el contrato de concesión origen
de estos actuados no participó una sociedad de hecho, sino
que como concesionaria actuaron M. y A.; y dado que únicamente
ha sido la primera quien demanda, ella sola debe tenerse por
parte en ejercicio de un derecho propio (v. fs. 595 vta.).
Este aspecto de la sentencia no ha sido cuestionado por la
demandante razón por la cual no corresponde volver sobre
ello.
Sin perjuicio de lo expuesto es necesario recordar
que la actuación de dos personas como única parte de un
contrato no importa en absoluto la conformación de una
sociedad de hecho. Nada autoriza a presumir la existencia de
una sociedad en tal supuesto. Además, el vínculo entre ellas
puede responder a otras figuras dentro del ámbito de aquellos
contratos asociativos, que no determinan la creación de una
persona jurídica (personificantes), cuya enumeración legal,
anterior (arts. 367 y 377, LSC; arts. 1 y 2 ley 26.005) como
la actual (arts. 1442, 1448, 1453, 1463 y 1470,
Cód.Civ.Com.), no es taxativa, sino abiertas al amplio margen
creativo de la autonomía de la voluntad.

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Se desconoce la naturaleza y características del
vínculo habido entre M. y A., pero sin duda ante la concedente
han actuado como una única parte contractual
(concesionaria). En virtud de esta circunstancia no puedan
ejercer individualmente el derecho a dar por concluido el
contrato pues no se ha invocado y tampoco surge de autos que
existieran facultades de representación de la primera
respecto del nombrado en último término.
Ambos agravios de la recurrente están íntimamente
vinculados por cuanto el carácter de las obligaciones que
resultan del contrato de concesión celebrado por una parte
por la accionada como concedente y por la otra M. y A. como
concesionario es único. La incidencia de esta circunstancia
es lo que ha llevado a la magistrada de la anterior instancia
a considerar que en el caso debió conformarse un
litis-consorcio necesario.
Para cuestionar esto último la recurrente
argumenta respecto al carácter de las obligaciones que
resultan del contrato sin una clara ubicación al rol que a
su parte le incumbe en el contrato. Es decir, respecto a las
obligaciones asumidas por uno u otro contratante puesto que,
en verdad, en lo que hace a la concedente no existe pluralidad
de sujetos por lo que a su respecto no corresponde aludir a
obligaciones mancomunadas ni solidarias. En el caso, estas
características sólo podrán hallarse en las asumidas por la
concesionaria pero en nada inciden respecto a las que asumió
su contra-parte como para pretender sustentar en tal
distinción la posibilidad de accionar en forma individual.
Por ello se impone determinar si la argumentación
que formula la apelante, respecto a las obligaciones

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simplemente mancomunadas, resulta adecuada para desvirtuar
los fundamentos de la sentencia recurrida.
Para resolver esta cuestión y en atención al
carácter no retroactivo de la ley (art. 3 Cód. Civil), que
mantiene el art. 7 del Cód. Civ. y Com., vigente a partir del
1 de agosto del año 2015 (Ley 26.094 texto según ley 27.077),
corresponde resolver las presentes actuaciones a la luz de
lo normado por las disposiciones del Código Civil, dado que
tal ordenamiento era el que regulaba el régimen general de
las obligaciones en la cuestión que aquí se trata.
Son obligaciones de sujeto plural las que
corresponden a varios acreedores o pesan sobre varios
deudores, con respecto a una sola prestación debida, y en
relación a una causa única (Llambías, Jorge J., Tratado de
Derecho Civil Argentino, Tomo II A, Abeledo- Perrot, Bs.As.,
1975, con cita de “Busso, E., T° V, art. 690, p.17, n°11”).
En el caso de autos se presenta una causa única (el
contrato de concesión) respecto de una prestación también
única (el servicio de bufet contratado) que pesa sobre dos
sujetos que conforman una de las partes contratantes (el
concesionario). Es decir aparece una pluralidad de sujetos
originaria.
Además, es claro que se presenta como una

pluralidad de sujetos deudores “conjunta”, esto por cuanto

hay concurrencia de deudores de una misma prestación.

Esta pluralidad conjunta a la que me refiero tiene


otra característica en el supuesto de autos y es la de ser
indivisible, por cuanto del contrato de marras no surge que
la prestación pueda fraccionarse entre los sujetos pasivos

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que actúan como concesionario, ni que la concedente haya
prestado conformidad a ello.
Desde otra perspectiva cabe afirmar que las
obligaciones conjuntas pueden ser simplemente mancomunadas
o solidarias.
En las primeras se produce un fraccionamiento del
crédito o deuda entre varios acreedores u obligados: cada sujeto
está obligado como deudor, y tiene derecho como acreedor, a una
parte de la prestación total, en la que queda confinada la
pretensión de cada acreedor o el deber de prestar a cargo de cada
obligado. Por el contrario en las obligaciones solidarias no hay
fraccionamiento de la obligación debida: la virtualidad del título
de la obligación impone el pago total [...] empero no cabe confundir
las obligaciones solidarias con las indivisibles. En ambas el pago
de la obligación habrá de ser total, pero la razón de ello es muy
diferente: tratándose de obligaciones indivisibles juega la índole
de su objeto que no es susceptible de pago parcial; en las
obligaciones solidarias funciona la energía jurídica o virtualidad
del título que impide la división del crédito o deuda entre los
sujetos de la relación obligacional, aunque materialmente fuese
ello factible (Llambías, J.J., ob. cit. p. 371).
Aprecio que en el supuesto que se analiza la
obligación del concesionario de buffet es básicamente una
obligación de hacer que consiste en prestar los servicios
contratados y como tal reviste el carácter de indivisible,
(art. 680 Cód. Civil) sin perjuicio de la excepción
establecida por el art. 670 Cód. Civil, la cual no se
corresponde con la cuestión que aquí se debate.
Sin embargo, aprecio que todo ello no desvirtúa los
fundamentos de la sentencia en cuanto a que la actora carecía
de facultades por si sola para resolver el contrato. Por el
contrario, hallándose la parte concesionaria conformada por
una pluralidad de sujetos que debían realizar un prestación
única, la cual a tenor de lo arriba expresado revestía el

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carácter de indivisible, no resulta viable que cualquiera de
ellas en forma individual decida poner fin al vínculo
contractual. En efecto, quien ha contratado un servicio como
el que es objeto de lo acordado por las partes aquí en litigio,
sin duda ha tenido en vista las cualidades personales de su
contraparte. Ello es claro desde que el llamado “contrato de
concesión privada” reviste el carácter de intuito personae
(CCiv.Com., Mar del Plata, Sala II, 28-6-2001, ED 196-353)
razón por la cual no es indiferente para la aquí requerida
quiénes han de prestar el servicio. Esto impide que el
contrato en tales condiciones pueda ser resuelto por uno solo
de los sujetos que conforman la parte concesionaria.
Es decir, no estamos ante una cuestión que solo
reviste carácter procesal sino de algo vinculado a la
relación sustancial y de significativa relevancia pues hace
a la extinción del contrato cuya subsistencia no puede quedar
supeditada al libre arbitrio de uno solo de los varios sujetos
que conforman una de las partes contratantes, pues se trata
de una relación jurídica compleja (doct. SCBA, DJBA, v. 127,
p. 58).
Al haber asumido la contratación conjunta debieron
prever tanto lo atinente a su ejecución como a las
posibilidades y formalidades de su extinción ya fuera por
rescisión o resolución. Así lo exige el principio de buena
fe que ha de presidir los contratos desde su gestación hasta
su extinción (art. 1137, 1197 y 1198 Cód. Civil).
Del mismo modo que no es posible “...contratar a
nombre de un tercero sin estar autorizado por él o sin tener
por la ley su representación...” (art. 1161 Cód. Civil)
tampoco es posible resolver el contrato por otro cuando ello

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puede afectar tanto los intereses de éste como del
co-contratante.
Y así como en aquél caso “...el contrato celebrado
a nombre de otro, de quien no se tenga autorización o
representación legal, es de ningún valor, y no obliga ni al
que lo hizo...” (art. 1161 Cód. Civil), por iguales
fundamentos carecerá de toda validez la resolución que se
pretendiera hacer de tal modo.
En el caso de autos la actora ni siquiera ha
invocado que obrase por A. pero sin duda no puede prescindirse
de la voluntad de éste en relación al contrato de concesión
que vinculara a las partes.
Adviértase, a modo de ejemplo, que si se
determinara que no hubo incumplimiento de la concedente y por
lo tanto M. resolvió el contrato de modo arbitrario, esta
circunstancia constituye un hecho único que, por simple
lógica, exige ser tenido por válido para los dos sujetos que
conforman la concesionaria. Esto último no podría resultar
de estos actuados, ya que sería arbitrario, pues no surge que
A. haya tenido voluntad de extinguir el contrato; tampoco ha
comparecido junto a la actora para demandar su resolución y
ni siquiera ha sido citado al juicio para posibilitar la
defensa de sus derechos.
Por ello es que “Cuando la sentencia no pudiere
pronunciarse útilmente más que con relación a varias partes,
éstas habrán de demandar o ser demandadas en un mismo
proceso...” (art. 89 primer párrafo CPCC) y la exigencia
aludida no sólo tiene lugar si la ley lo establece en forma
expresa, sino cuando es determinada por la naturaleza de la
relación jurídica que se ventila.

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Se trata de un supuesto en que no hay acumulación
de pretensiones “...sino una sola prestación que comprende
a varios sujetos, quienes necesariamente deben demandar o ser
demandados en conjunto... la necesidad del litisconsorcio es
de índole constitucional, ya que se trata de resguardar el
derecho de defensa en juicio...” (Fenochietto-Arazi, CPCC de
la Nación y de la Provincia de Buenos Aires..., T° 1, Astrea,
1987, p.321 y ss).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
señalado que el fundamento del litisconsorcio necesario
radica en la exigencia de resguardar el derecho de defensa
de todos aquellos que se encuentren interesados en la
cuestión que se debata en una causa, a quienes habrá de
extenderse la cosa juzgada propia de la sentencia que se dicte
respecto del fondo del asunto (Fallos, 258:375, 256:198). En
ese orden de ideas es claro que siendo el contrato de
concesión que vinculara a las partes una unidad aunque con
sujetos múltiples en lo que se refiere a la concesionaria,
es imperativo que en su resolución participen todos los
interesados en dicha contratación.
“En sentido concordante se ha recalcado,
parafraseando a Acuña Anzorena, que ‘si lo que se busca es dejar
sin efecto una convención, un acto bilateral, es necesario que
la demanda, se dirija contra ambos contratantes, pues tanto uno
como otro pueden afectar la declaración de inexistencia de lo que
voluntariamente convinieron’ (Juris. Arg., v.47, p.896, N° V, de
la nota al pie), quien unos años después, trayendo a colación el
pensamiento de Chiovenda, agregaba que cuando una acción tiende
al cambio de un estadio jurídico en el que participan más de uno,
no puede proponerse sino frente a todos los partícipes, porque
lo que existe como unidad compuesta de varios, no puede cesar de
existir como unidad sino respecto de todos (en Juris. Arg. 1942,
v.I, p.833 en nota al pie), concluyendo que una sentencia que
hiciese lugar a una demanda en inobservancia de la citación de

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todas las partes carecería de validez, porque una relación
jurídica compleja no puede ser dejada sin efecto o modificada sin
la participación de todos los que participan en ella...” (SCBA,
DJBA, v.127, p.58).
“En el litis consorcio necesario la relación es única
y vincula a todos los intervinientes en forma indivisible (son
los casos clásicos [...] de las obligaciones indivisibles). La
integración de todos los intervinientes aparece por los efectos
inevitables de la sentencia sobre todos ellos y por la necesaria
participación de los mismos en el proceso” (Falcón, Enrique M.,
Derecho Procesal... T° I, Rubinzal – Culzoni Editores, Santa Fe,
2003, p.261.
Cuando no sea observada la regla del litis
consorcio necesario la parte demandada puede oponer la
excepción de falta de legitimación para obrar y nada impide
que si ello no hubiera tenido lugar, el juez advirtiéndolo
al tiempo de dictar sentencia ponga de manifiesto la
circunstancia y resuelva conforme a ello.
Si pese corresponder la integración de la litis en
la forma establecida por el art. 89 del CPCC el proceso
hubiese continuado sin que ello se cumpliese, la sentencia
“...será siempre ineficaz, ya que aunque no se declare
expresamente su nulidad, resultará de imposible ejecución ni
aun contra quienes han sido parte...” (Fenochietto-Arazi,
ob. cit. p.323).
Advertida la irregularidad al tiempo de dictar
sentencia debe rechazarse la demanda sin que tal decisión
produzca cosa juzgada en cuanto al fondo de la cuestión en
debate, procediendo tal rechazo aun de oficio, aunque las
partes no hayan planteado el tema (Fenochietto-Arazi, ob.
cit. p.324).
Y si bien se ha admitido que “...el juez puede
intentar sanear el proceso, mandando citar tardíamente al

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omitido, quien puede consentir las actuaciones expresa o
tácitamente, o plantear el incidente de nulidad”
(Fenochietto – Arazi, ob. cit. p. 323), ello no ha ocurrido
en autos.
En particular, “Si se demanda la resolución de un contrato,
se torna necesario la integración de la litis con todos los
participantes del negocio jurídico o con derecho al mismo (arts.
1200 y 1203 del C. Civil). Así la resolución contractual sólo puede
pedirla la parte vendedora o compradora. Si bien puede dividirse
el crédito acorde a los derechos patrimoniales prorrateados entre
sus titulares -v.gr. en caso de reclamar por cumplimiento
contractual-, no corresponde escindir la facultad resolutoria que
requiere unificación en su legitimación, pues debe considerarse
a la parte contratante como una unidad, no susceptible de división
(CC 2ª. Sala 1, La Plata, causa n° 119.382, RSD 71/16, Sent. del
7-4-2016, "Pereira, Nahuel Edgardo c/ Beluardi, Ulises Oscar y
otro/a s/Resolución Contrato" – JUBA, B258254; en idéntico
sentido CC, Junín, causa n° 42.669, RSD-109-49 sent. del 20-5-2008,
“Gargiulo, Alfredo Ariel c/ Los López S.A. s/
Resolución contratos”; CC 1ª Sala 2, Mar del Plata, causa n°
86.866, RSI-147-93, 11-3-1993, “Villareal, Néstor c/Shell CAPSA
s/ Cumplimiento de contrato y revisión”, JUBA B1400730).

Ahora bien, más allá del aspecto relativo al


proceso y tal como lo anticipara, advierto como evidente la
prestación conjunta e indivisible que asumió el
concesionario en el caso y en función de las consideraciones
precedentes cabe concluir que M. carecía de facultades para
resolver por si el contrato celebrado con la accionada.
Dado que la parte actora demanda en función de la
resolución que ella decidiera y notificara a la concedente,
en forma individual; y que, como se ha visto, carecía de
facultades para realizar tal acto sin la participación de A.,
no es viable admitir la demanda intentada de tal forma.

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Es así que, careciendo la actora de facultades para
resolver por sí sola el contrato, resulta innecesario meritar
si más allá de ese aspecto que hace a su legitimación
sustantiva, la resolución ha sido con justa causa que amerite
la consideración de los rubros pretendidos. En otras palabras
no corresponde siquiera analizar si ha sido legítima la
extinción del contrato pretendida, no ya desde el aspecto del
sujeto sino en lo que hace a las causas que podrían
justificarla.
El litisconsorcio necesario tiene lugar “...en
razón de la mayor intensidad del nexo de derecho sustancial
que existe entre todos los cotitulares de una misma situación
material (común, indivisible, única)...” (Morello, Augusto
M., Sosa, Gualberto L., Berizonce, Roberto O., Códigos
Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos
Aires y de la Nación, II-B, Librería Editora Platense –
Abeledo Perrot, Bs.As., 1985, p.310; en similar sentido
Arazi, Roland – Bermejo, Patricia – de Lazzari, Eduardo –
Falcón, Enrique M. – Kaminker, Mario E. – Oteiza, Eduardo –
Rojas, Jorge A., Código Procesal Civil y Comercial de la
Provincia de Buenos Aires, Anotado y Comentado, T I,
Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, 2009, p. 172.
Aprecio que en las presentes tratándose de la
existencia de una relación sustancial única entre todos
aquellos que celebraron el contrato resuelto, cuyos daños y
perjuicios con causa en dicho acto se demandan, y no
hallándose acreditado que los dos sujetos que integran la
parte (contractual) concesionaria hayan pretendido resolver
el contrato, corresponde confirmar lo decidido en la
sentencia recurrida cuyos fundamentos la apelante no ha
logrado desvirtuar.

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En cuanto al cuestionamiento que se formula a la
magistrada de la anterior instancia por no haber mandado
integrar la litis, ello no resulta fundamento para modificar
el sentido de la sentencia, pues como he mencionado a ella
correspondía en primer lugar velar por la adecuada
integración y desarrollo del proceso iniciado en su interés.
Para la parte actora constituye más que una carga procesal,
lo que modernamente se denomina una sujeción procesal, pues
su incumplimiento importa ineludiblemente para él una
desventaja procesal: la imposibilidad de citarlo a
posteriori con la consecuencia de que por falta de
integración de litis no se pueda dictar una sentencia útil
(CCiv. Com., Sala 1, Mar del Plata, 9-5-1996, JUBA B1351381).
c) La propuesta al Acuerdo
En virtud de las consideraciones precedentes y lo
establecido por los arts. 680, 1137, 1161, 1197 y 1198 del
Código Civil; art. 89 del CPCC, propongo que se confirme la
sentencia apelada.
VII. Las costas de Alzada
En atención a que propongo rechazar los agravios
y confirmar la sentencia postulo que conforme al principio
objetivo de la derrota las costas de esta instancia se
impongan a la parte actora vencida (art. 68 CPCC).
Por todo ello voto por la afirmativa
Por los mismos fundamentos, el señor juez doctor
Ribera votó también por la afirmativa.
Con lo que terminó el Acuerdo dictándose la
siguiente:
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, se
confirma sentencia apelada.

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Las costas de Alzada se imponen a la parte actora.
Se difiere la regulación de los honorarios para su
oportunidad legal (art. 31 de la decreto ley 8.904/77).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.

Carlos Enrique Ribera Hugo O. H. LLobera


Juez Juez

Santiago Lucero Saa


Secretario

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