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-Esta breve gran frase que acaba de leer es el artículo número uno de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Antes de nada, ¿Qué es la Declaración Universal
de los Derechos Humanos?
Según la Carta de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, los niños tienen
derecho a la vida, tienen derecho a la educación, tienen derecho a una alimentación
adecuada, y sobre todo, tienen derecho a la libertad. No solo son explotados niños, sino
que los adultos también son explotados para realizar generalmente trabajos forzados que
un niño no podría realizar.
No obstante, la culpa no solo la tienen las empresas. Los consumidores (en su mayoría
occidentales) cargan la mayor parte de la responsabilidad. A todo el mundo le gusta
decir que está en contra de la explotación infantil y que lucha contra ella. Sin embargo,
¿Cuánta de esa gente va cada mes a cenar al Mc Donald’S? ¿Cuánta de esa gente
compra su ropa en Zara? ¿Cuánta de esa gente estará leyendo este documento en un
dispositivo Samsung?
Sí compañeros, miremos por donde miremos, hay empresas y gente que miran antes su
bolsillo que la vida de un pobre niño oriental. Total, ¿Qué importa que un niño de 10
años esté trabajando 12 horas cada día bajo circunstancias mortales si yo me puedo
comprar una camiseta por 5 euros? A casi nadie le importa que haya una persona
ganando millones de dólares al año a costa del sufrimiento de otras personas, pues la
mayoría de las veces, pensamos más con el bolsillo que con la cabeza.
Antes de nada, ¿Cuándo se produce una explotación y que tipos hay? Una explotación
laboral es todo trabajo o servicio que se presta de forma no voluntaria bajo una
amenaza. Muchas veces se piensa que una persona es explotada cuando recibe una
recompensa (un salario) menor que el trabajo invertido, pero no es así. Si una persona
acepta un trabajo con unas condiciones mortales y por un salario mínimo de forma
voluntaria, no es explotación. Si la persona es obligada, sí que es explotación. Así pues,
se pueden distinguir varios tipos de explotación laboral. Los tipos de explotación laboral
más comunes son los trabajos forzosos (trabajo o servicio que realiza una persona de
forma no voluntaria y bajo una amenaza), la trata de personas (comercialización ilegal
de seres humanos) y el trabajo infantil (cualquier trabajo o actividad física que priva a
los niños/as de su infancia).
Los trabajos forzosos consisten en trabajos que debe realizar una persona de forma
involuntaria bajo una amenaza. En la mayoría de los casos, esta amenaza consiste en
retirarle el sueldo al trabajador o golpearlo. La trata de personas es otro tipo de
explotación, en la cual se comercia ilegalmente con personas, con el objetivo de
retenerla con distintas intenciones: explotación sexual, comercialización de órganos,
esclavitud, etc. Por último, en la explotación infantil, los niños/as son obligados a
realizar actividades muy peligrosas (robos a mano armada, tráfico de drogas,
prostitución…) a cambio de una salario mínimo, por lo que los niños apenas ganan
dinero y siguen siendo pobres. Además, estos trabajos violan completamente sus
derechos. Como dijo Grace Abbott: El trabajo infantil y la pobreza están
inevitablemente unidos, y si se continúa utilizando el trabajo de los niños como
tratamiento para la enfermedad social de la pobreza, la pobreza y el trabajo infantil
perdurarán para el resto de los tiempos.
-A estas alturas puedes pensar que todas las grandes marcas y las empresas
multinacionales con mayor éxito utilizan la explotación laboral para maximizar
beneficios, pero no es así. También hay excepciones, como el caso de Balay (hasta hoy,
no se ha informado de ningún caso de explotación) o Gulpener Bier (empresa
cervecera de Holanda), además de otras empresas menores. Estas empresas no son las
más ricas del mundo, pero el resultado económico que consiguen es considerable.
Llegados a este punto nos podemos preguntar: Si la mayor parte de las empresas utilizan
la explotación laboral para conseguir mayores beneficios, ¿Cómo hemos tardado tanto
en enterarnos? Por una simple razón. Hay inspectores que trabajan para grandes
empresas multinacionales que van a revisar las fábricas para controlar la producción y
las condiciones laborales. En la mayoría de los casos, estos inspectores no llegan a las
fábricas, pues se quedan en el hotel y un encargado de la fábrica se reúne con ellos y les
dice que todo va perfecto. Los pocos inspectores que llegan a las fábricas no ven las
zonas de explotación laboral por el hecho de que el encargado de la fábrica les guía por
una zona limpia (si quieres informarte más sobre el tema, puedes ver el capítulo de
Salvados de La Sexta protagonizado por Jordi Évole , Fashion Victims).
Pero no solo la culpa la tienen las empresas. Los consumidores tenemos tanta culpa
como las empresas, pues nosotros también nos estamos beneficiando a costa de su
trabajo. Las personas, a la hora de consumir, nos fijamos principalmente en el precio, y
las empresas lo saben. Por eso, la mayoría de ellas siguen una estrategia económica
llamada Low Cost, que consiste en minimizar los precios de un producto para asegurar
la venta de este. El problema no son los precios baratos, sino que para conseguir esos
precios explotan a los trabajadores a cambio de un sueldo mínimo. Los consumidores
hemos adoptado una costumbre que es tirar la ropa de empresas Low Cost porque
siempre podemos comprar otro producto a un precio mínimo cuando queramos.
Deberíamos tener en cuenta que detrás de una camiseta que cuesta 5 euros hay un niño
menor de 15 años al cual le estamos robando la infancia y las ganas de vivir. Ese un
gran problema, pero el problema es aún más grande cuando no se reconoce. A la hora de
consumir deberíamos tener en cuenta que detrás de una camiseta o unas zapatillas hay
un niño o una niña como nosotros que se está muriendo para que nosotros podamos
pasar una agradable tarde de compras. En nuestra sociedad, trabajamos para poder vivir,
sin embargo, ellos viven para poder trabajar.
Sé que muchas veces compramos productos de marcas que explotan laboralmente para
evitar los prejuicios de la sociedad (pues estos están presentes continuamente). Sin
embargo, hay muchas empresas menos conocidas que venden productos de buena
calidad sin necesidad de explotar a trabajadores. Sus precios son un poco más altos,
pero merecen la pena.