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Funcionamiento de los lóbulos cerebrales y su actividad respecto a los juegos mentales

Los lóbulos del cerebro se pueden cometer el error de imaginar una serie de estructuras

separadas o diferenciadas entre sí. Bien, es importante señalar que no hay barreras

intermedias y que las cuatro grandes áreas que configuran los lóbulos cerebrales trabajan

siempre en armonía, conectadas y compartiendo información de forma constante. Por otro

lado, que cada lóbulo cerebral presente una serie de características propias no significa que

cada estructura controle casi en “exclusiva” una determinada tarea. Muchas actividades y

procesos se superponen a través de las distintas regiones cerebrales. Así, el funcionamiento

de una región no puede darse de forma efectiva sin la presencia de otra. (Vega, 2018).

El lóbulo frontal. El lóbulo frontal es uno de los cuatro lóbulos de la corteza cerebral y

constituye una región grande que está situada en la parte delantera del cerebro, justo detrás

de la frente Es el responsable de procesos cognitivos complejos, las llamadas funciones

ejecutivas. Estas funciones son operaciones mentales dirigidas hacia un fin que permiten el

control conductual, es decir, posibilitan que podamos elegir, planificar y tomar decisiones

voluntarias y conscientes. (Guillén, 2012).

Según Goldberg, el lóbulo frontal es al cerebro lo que un director a una orquesta:

coordina y dirige las otras estructuras neurales del cerebro en una acción concertada.

(Goldberg, 2009).

Por otro lado, la memoria de trabajo, el lenguaje, el movimiento o la autoconciencia

dependen del lóbulo frontal, así como la originalidad y la creatividad (para innovar hace

falta conocer, lo que indica la importancia de la memoria de trabajo).


La región ejecutiva: la corteza prefrontal. La parte anterior de la corteza frontal, la

corteza prefrontal desempeña el papel decisivo en las funciones ejecutivas a través de la

integración de la información, permitiendo la elección de objetivos y la organización de los

planes de acción para realizarlos. Constituye una región cerebral que nos hace humanos y

únicos porque es de las más recientes filogenéticamente y la última en madurar en la

ontogénesis. También ha demostrado que existe una relación entre el desarrollo de las

funciones ejecutivas y el proceso de maduración de la corteza prefrontal. Algunos estudios

demuestran que en niños de 5 años ya se han desarrollado, parcialmente, la memoria de

trabajo, la inhibición y la flexibilidad cognitiva que son componentes claves de las

funciones ejecutivas. (García, Enseñat, Tirapu, & Roig, 2009).

De igual forma, la corteza orbitofrontal, que forma parte de la corteza prefrontal, está

implicada en el procesamiento y control socioemocional, en el trabajo cooperativo y su

responsabilidad en las funciones frontales se debe a sus conexiones con la amígdala y el

sistema de motivación y gratificación de la dopamina.

Desde la perspectiva educativa, es importante analizar el aprendizaje de las funciones

ejecutivas del cerebro, dada su responsabilidad en la dirección y regulación de la conducta

del alumno. El autocontrol y la capacidad de inhibir la respuesta instintiva constituyen

factores críticos en la optimización del rendimiento académico (y no sólo académico).

El lóbulo frontal en acción: novedad y rutina. Diversos experimentos han demostrado

que el lóbulo frontal se activa más cuando la tarea es novedosa. En un estudio5 se pedía a

los participantes el verbo adecuado que representaba a un sustantivo que era presentado

visualmente. Mediante la tecnología PET (tomografía por emisión de positrones) se

observó un mayor flujo sanguíneo en el lóbulo frontal. Sin embargo, cuando los

participantes seguían con el experimento y el proceso se convertía en rutinario, el flujo


sanguíneo desaparecía. Al introducir una nueva tarea similar a la inicial, se observó un

aumento del flujo sanguíneo frontal que no alcanzó los máximos iniciales. Esta

investigación demostraba la importancia del papel desempeñado por el lóbulo frontal en el

procesamiento cognitivo novedoso. Cuando las tareas realizadas ya son conocidas la

participación del lóbulo frontal es menor, asumiendo el control el resto de la neocorteza.

En otro estudio se midió el flujo sanguíneo cerebral (mediante la misma tecnología que

el anterior) a participantes a los que se presentó una tarea novedosa y se observó que el

lóbulo frontal derecho se activó más que el izquierdo. La práctica continuada de las tareas

hacía que el lóbulo frontal izquierdo se activara más que el derecho. Esto sugiere que en el

proceso de aprendizaje existe un desplazamiento del control cognitivo desde el hemisferio

derecho al izquierdo conforme la tarea novedosa inicial se hace más familiar. Además, se

comprobó una mayor activación en las partes posteriores de la corteza respecto a las

frontales mientras se asimilaba la experiencia. Este estudio resultó de suma importancia

porque también determinó que el lóbulo frontal (especialmente el derecho) es el

responsable de mantener la atención continua. Y el que permite a nuestros alumnos,

aburridos ante nuestras explicaciones, evitar la desconexión cuando creen que puede existir

alguna información importante. Una muestra más de la confrontación continua entre el

cerebro inconsciente (más emocional y automático) y la consciencia (más racional y no

automática).

De esta manera, las emociones y sentimientos en la toma de decisiones, como objetivo

educativo esencial, por la enseñanza de la gestión emocional, asumiendo con naturalidad la

presencia de emociones positivas y negativas aunque intentando cultivar las primeras en

detrimento de las segundas. Por otro lado, las emociones y lo sentimientos que de ellas se

derivan son componentes imprescindibles en los procesos de razonamiento, toma de


decisiones y experiencias sociales. Aquí tiene un gran valor el habla interior: ¿Cómo realicé

el ejercicio?, ¿qué consecuencias tuvo su resolución?, ¿qué emociones recuerdo de aquel

suceso? Según Damasio, “el hecho de que los sentimientos sean acontecimientos mentales

nos ayuda a resolver problemas no rutinarios que implican creatividad, juicio y toma de

decisiones que requieren la presentación y manipulación de enormes cantidades de

conocimiento”. (Damasio, 2005).

Somos conscientes que cuando manifestamos emociones positivas podemos focalizar la

atención en las tareas deseadas, mientras que las emociones negativas (por ejemplo, la

tristeza) pueden ralentizar el proceso de razonamiento. Además, las emociones desempeñan

un papel importante en la cooperación. Por último, el aprendizaje de comportamientos

cooperativos implica a la corteza orbitofrontal y su falta de desarrollo en los niños hace que

les sea difícil cooperar. La cooperación se aprende conviviendo, compartiendo y

comprendiendo, que es lo que posibilita el lento desarrollo del lóbulo frontal a diferencia de

otras especies. Aunque existen predisposiciones genéticas, el verdadero aprendizaje se

obtiene en la escuela de la vida.

Lóbulo parietal. El lóbulo parietal está sobre el lóbulo occipital y detrás del lóbulo

frontal. Sus funciones son múltiples, pero si hay algo que define a esta área cerebral es su

papel en la percepción sensorial, el razonamiento espacial, el movimiento del cuerpo y

nuestra orientación. Es además en esta área donde se capta la información sensorial relativa

a la mayoría de nuestros órganos sensoriales. Es aquí donde se procesa y regula la

sensación del dolor, la presión física y la temperatura, entre otros. (Vega, 2018).

Por otro lado, el lóbulo parietal procesa la información sensorial que llega a todas las

partes del cuerpo, ya sea calor, frío, dolor, presión o cualquier otra forma del tacto. Junto

con el lóbulo frontal ayuda en la coordinación de movimientos y también recibe


información visual del lóbulo occipital, por lo que crea asociaciones entre los datos. Este

lóbulo se sitúa entre el lóbulo frontal y el occipital, en el centro del cerebro.

Lóbulo occipital. De entre los 4 lóbulos cerebrales, el occipital es el más pequeño a la vez

que interesante. Se sitúa cerca de la nuca y no realiza una función en concreto. Es casi

como esa ruta de paso por donde pasan, se organizan y conectan la mayoría de nuestros

procesos mentales. Participa en los procesos de percepción y reconocimiento visual. El

lóbulo occipital, además, tiene una importancia clave en todo lo relativo a nuestro sentido

de la visión. De hecho, su corteza integra diversas áreas visuales como la que detecta los
patrones, procesar esa información y enviarla a otras áreas del encéfalo. Nos ayuda a

diferenciar los colores. Participa también en la elaboración de las emociones y

pensamientos. En esta zona de la neocorteza se recibe la información visual. El lóbulo

occipital es el responsable de reconocer objetos cuya luz es proyectada por la retina. Este

lóbulo, el menor de los cuatro principales, se encuentra en la zona posterior al cráneo, cerca

de la nuca.

Lóbulos temporales. Pegados casi a las sienes y a ambos lados de nuestro cerebro, están

esos lóbulos que regulan también gran cantidad de procesos. Como hemos podido ver hasta

el momento, resulta muy complicado asociar a cada una de estas estructuras a una única

función especializada. Todas dependen unas de otras, todas se hallan conectadas y

favorecen esa armonía perfecta donde los lóbulos temporales desempeñan también tareas

esenciales: Nos ayuda a reconocer rostros. También se relacionan con la articulación del

lenguaje y la comprensión de los sonidos, las voces y la música. Facilita el equilibrio.

Participa en la regulación de las emociones, como la motivación, la rabia, la ansiedad, el

placer, entre otros. Los lóbulos temporales reciben información de muchas otras áreas y son

responsables de la memoria y el reconocimiento de patrones de datos que se obtienen de los


sentidos. Esta parte del cerebro es la que nos permite reconocer rostros, voces y palabras.

Tenemos un lóbulo temporal por cada hemisferio del cerebro y estos se encuentran en los

laterales de cada uno, pegados a las sientes.


Bibliografía

Damasio, A. (2005). En busca de spinoza neurobiologia de la emocion y de los sentimientos. critica.


Recuperado el 27 de 09 de 2018, de
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García, M. A., Enseñat, C. A., Tirapu, U. J., & Roig, R. T. (29 de 01 de 2009). Maduración de la
corteza prefrontal y desarrollo de las funciones ejecutivas durante los primeros cinco años
de vida. Revista de Neurología, 48(8). Recuperado el 27 de 09 de 2018, de
http://eseupe.com/wp-content/uploads/2018/03/Garcia-Molina-et-al-2009-Rev-Neurol-
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Goldberg, E. (18 de 03 de 2009). El cerebro ejecutivo: lóbulos frontales y mente civilizada.


Barcelona: Critica. Recuperado el 27 de 09 de 2018, de
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Guillén, J. (12 de 08 de 2012). l lóbulo frontal: el director ejecutivo del cerebro. Recuperado el 27
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https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2012/08/12/el-lobulo-frontal-el-director-
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Vega, B. M. (12 de 02 de 2018). Lóbulos cerebrales y sistema límbico: el cerebro moldea las
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Argentina. Recuperado el 27 de 09 de 2018, de
https://www.elliberal.com.ar/noticia/436067/lobulos-cerebrales-sistema-limbico-cerebro-
moldea-experiencias-lobulos-cerebrales-facilitan-funciones

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