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1 Lo que Mateo acaba mostrando es que la labor del arquitecto es la de construir ocasiones,
más que verdades, situaciones que se estructuran a partir de un ámbito de relaciones
determinado en una situación específica. Reactivar y cuestionar estas oportunidades
ocasionales se está convirtiendo en el centro de la praxis arquitectónica de hoy día. En cierto
sentido la figura del arquitecto se desplaza de ser agente de una situación, a ser el medio que
provoca una ocasión. Es decir, un arquitecto ya no es un lugar, es un tiempo. O dicho de otro
modo, dada una situación, palabra etimológicamente más ligada a un espacio físico concreto,
un lugar o un sitio, no siempre se da la posibilidad de intervenir, en cambio, a una ocasión
siempre le corresponde un tiempo en el espacio, un tiempo específico. De lo paradigmático a
lo estratégico Si aceptáramos esta aproximación como momentáneamente acertada,
empezaríamos a comprender como aquello que aporta valor a un lugar concreto es el tejido de
relaciones que lo envuelve en un tiempo determinado, y por tanto parece lógico, que lejos de
operar en términos de paradigmas, el arquitecto viene a operar en términos estratégicos. Y es
que la concepción de paradigma lleva integrada una cierta inmovilidad en tanto que se
desarrolla en el territorio acotado de una serie de creencias científicas, unos procedimientos
de aplicación, una obtención de resultados y unas aplicaciones de estos 2 según Thomas S.
Kuhn. Es decir, la condición de paradigma encierra una determinación previa de los asuntos o
problemas a tratar y por tanto funciona como un a priori, con lo que eso comporta de rígido y
preconcebido. Por el contrario la idea de estrategia, no encierra una estructura previa, sino
que más bien se desarrolla a partir de hipótesis, hipótesis de campo, eso si. El concepto es por
consiguiente mucho más amplio en cuanto al punto de partida, ya que se pueden manejar
varias hipótesis o se pueden confrontar diferentes puntos de partida sin que por ello deban
entenderse como válidos antes de empezar. Con ese ámbito de libertad que da lo potencial, la
idea de hipótesis queda íntimamente ligada a la idea de lo posible, lo probable, y lo
previamente indeterminado. El arquitecto se desvincula así de lo inmutable, o lo mutable a
largo plazo, para centrase en lo que podría llamarse un hiperpresente, un lugar en el tiempo,
que aglutina las lecciones del pasado, la proyección en el futuro, y un instante, un ahora. Un
tiempo hipertrofiado que requiere de la sagacidad estratégica del cazador de ocasiones. Al hilo
de esta consideración inicial, uno de los puntos clave, reside en la obsolescencia del utillaje
estándar del acto de proyectar la arquitectura. La manera en que proyectamos ha cambiado de
escala de tiempo y por tanto requerimos la agilidad de la estrategia en vez de la potencia del
paradigma. No nos referimos, evidentemente, al paso del lápiz al ordenador, sino más bien al
instrumental intelectual con que los arquitectos suelen resolver la reflexión arquitectónica,
que más tarde darán cabida en sus proyectos de manera más o menos específica. Igualmente
nos referimos a la aspiración de que, con un nuevo instrumental intelectual, volveremos a
establecer un puente de diálogo con nuestra sociedad, escucharemos las situaciones que nos
propone el lugar y emprenderemos el viaje crítico que todo proyecto debería llevar
incorporado en su código genético.
2 GARCÍA-GERMAN, Jacobo,
Estrategias Operativas en Arquitectura, Ed. Nobuko, Buenos Aires, 2012 a partir de las ideas de
KUHN, S. Thomas enThe Structure of Scientific Revolutions, University Chicago Press, Londres,
1962
No se trata por tanto de operar en términos de posicionamientos categóricos, sino más bien
de tejer balizas, nodos conceptuales, puntos de reflexión que inviten a una inflexión en las
bases teóricas de la arquitectura y en las propuestas de valor de los proyectos del futuro, tanto
en los docentes como en los profesionales. Para manejarse en este panorama convulso, los
arquitectos deberían moverse en términos estratégicos más que paradigmáticos. La movilidad,
fluidez y dinamismo de lo estratégico se contrapone así a la estructura estática, consolidada y
fija de lo paradigmático. Esta idea tampoco es nueva. Si miramos unas décadas atrás en 1962,
Peter Eisenman reclama en su tesis doctoral The Formal Basis of Modern Architecture 3. que
también existe una categoría de teorías que parecen proveer las bases de una reflexión más
contemporánea. Esta es la categoría del ensayo polémico que puede ilustrarse en los escritos
Geoffrey Scott principalmente, y de manera menor en otros autores como Abbe Laugler o
Augustus Welby Northmore Pugin. En Scott parece que nos encontramos ante la fundación de
una teoría de final abierto que permite que ésta esté siempre en proceso de expansión y de
continua aplicación. Para Scott la arquitectura es un campo con tres ramas principales: el
ámbito científico, el ámbito práctico y el ámbito de lo estético. La arquitectura pues, debe ser
estudiada como un arte, como una materia donde debe analizarse lo estético en el sentido
más estricto, de manera que clarifique y haga inteligible la historia e igualmente permita un
goce completo. Sin embargo, Scott, mantiene que los análisis del pasado sobre lo estético
habían oscurecido el entendimiento de la arquitectura con pensamientos borrosos de manera
que el objetivo declarado de su libro The Architecture of Humanism: A Study in the History of
Taste 4, fue el trazar la medida total de tal confusión y en lo posible corregirla. Esa corrección
consiste principalmente en entender que la conceptualización de la arquitectura, los
razonamientos e ideas que la sustentan, deben de comprenderse desde la idea de lo abierto y
por tanto, en tanto que algo móvil y dinámico, líquido lo llama Zygmunt Bauman, la única
actitud posible es la actitud basada en la estrategia. Desde esta actitud, o diría más, desde ese
valor, nuevas herramientas para la arquitectura pueden empezar a forjarse. Hacia un nuevo
pragmatismo Más aún, entendiendo que lo estratégico es fundamentalmente pragmático,
también parece lógico llegar a la conclusión que pensar y hacer , estrategia y táctica en
arquitectura, se funden en una sola estructura. En este sentido, sin ir tan lejos en el tiempo
como en el caso de Eisenman, el texto de John Rajchman A new pragmatism?, presentado en
primera instancia en forma de conferencia en Rotterdam en Junio de 1997 y posteriormente
publicado en Anyhow en 1998, 5 viene a explicar precisamente esta fusión. Una referencia
más contemporánea y de enorme seguimiento por parte de ciertos arquitectos es la conocida
obra The craftman, de Richard Sennett, donde el autor aboga por una vuelta a una actitud, la
actitud de artesano, el que busca en cada momento hacer las cosas bien, y como eso está
íntimamente ligado a la construcción intelectual de ideas y conceptos. 3 EISENMAN, Peter,
The Formal Basis of Modern Architecture,publicado originalmente como tesis doctoral por el
Trinity College de la Universidad de Cambridge en Agosto de 1963 y posteriormente reeditada
en Lars Müller Publishers, Baden, 2006. 4 SCOTT, Geoffrey, The Architecture of Humanism: A
Study in the History of Taste,Charles Scribner’s Sons, NuevaYork, 1969 5, RAJCHMAN, John, A
New Pragmatism?, Ed. Cynthia Davidson, MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1998.
En traducción libre, vendría a ser algo así como que en realidad, las cosas no están hechas, sino
que las cosas son, en su devenir al hacerlas.
La frase vendría a ser como una proclama a favor de la importancia de los procesos, puesto
que es durante un proceso determinado, que las cosas son, y no en su condición de producto
finito y acabado. Aún más, la idea de la importancia del proceso queda del todo acotada
cuando James afirma que once made, they are dead, and an infinite number of alternative
conceptual decompositions can be used in defining them.
Igualmente pertenece a las lógicas de lo que aquí llamamos Espacios Comunes la concepción
de lo ordinario en oposición a lo extraordinario y la idea de lo cotidiano en oposición a lo
inhabitual. Paisajes Productivos_ La idea de paisaje ha abierto una brecha en las
consideraciones y los principios tradicionales del cuerpo disciplinar de la arquitectura y el
urbanismo. En realidad las lógicas del paisaje, interpretadas de forma abierta, permiten
entender las relaciones entre entornos, es decir arrojan nuevas lecturas entre, de un lado, los
paisajes urbanos o naturales, y del otro los procesos de crecimiento. De forma emergente el
paisajismo se está convirtiendo en un modelo para pensar la ciudad. Esta relación entre
entornos, es en realidad una nueva modalidad espacial que tiene la forma de un punto de
encuentro entre las tres disciplinas que la modernidad mantuvo desvinculadas, la arquitectura,
el urbanismo y el paisajismo. El meeting point donde se produce esta confluencia viene a
configurar una nueva organización, una síntesis orgánica de lo objetual verticalizado, la
arquitectura, lo operativamente horizontalizado, el paisaje y lo sistémicamente extensivo, el
urbanismo. Si asumimos la idea de paisaje como catalizador de esta confluencia disciplinar,
igualmente deberemos asumir la necesidad de construir un nuevo léxico que prevenga del
predominio de algunas de las antiguas disciplinas. Por consiguiente un nuevo campo de
operaciones se abre de par en par para ser explorado con nuevos instrumentos y
metodologías. En definitiva, si como dice Stan Allen, el paisajismo ha sido definido como el
arte de organizar superficies horizontales 8 prestando una mayor atención a las condiciones de
esta horizontalidad y buscando la confluencia disciplinar, no solamente en términos de
configuración, sino también a su materialidad y su rendimiento, los arquitectos, urbanistas y
paisajistas podemos activar espacios y producir ciudad sin el pesado aparato de la manera
tradicional de urbanizar y colonizar el territorio. La idea de paisaje se convierte así en un nuevo
instrumental operativo para definir, redefinir e incluso predefinir posicionamientos
estratégicos en la concepción de las condiciones urbanas. Hipermaterialidad_ Si entendemos la
idea de materia en su forma filosófica, a saber, todo lo que existe fuera del espíritu e
independientemente del pensamiento, o en otras palabras, la parte no espiritual y no ideal de
lo real, tendremos una definición puramente negativa. Podemos quedarnos con esa definición
y esbozar el papel de la materialidad en la arquitectura como un lugar de destino. Podemos
fijar toda decisión de lo matérico como subproducto no pensado de decisiones previas, como
pura consecuencia. Lo matérico, si seguimos estirando del hilo anterior, viene a ser todo
aquello que no tiene conciencia, todo lo que no piensa, todo lo que está desprovisto de
memoria, de inteligencia, de voluntad y afectividad. 7
Quizás esto valga para el pensamiento económico tradicional o tenga sentido para la
metafísica, pero no pensamos que este precepto sea válido para la arquitectura. Y aún menos
para la teoría de la arquitectura, como no lo es para la física contemporánea, que dota a la
materia de capacidades pensantes, en el mismo momento que incorpora el vector tiempo, es
decir de memoria, en su formulación a partir de la física cuántica. O por hacerlo mucho más
sencillo, de la estricta condición material de la arquitectura, todos hemos sacado lecciones que
tienen que ver con la memoria, la inteligencia, la voluntad y/o la afectividad. Quizás en
términos aristotélicos la materia no piensa, pero sin duda la materia hace pensar, aporta no ya
una parte marginal de la experiencia espacial, sino una parte central y estructuralmente
constitutiva. Avancemos un poco más. La definición de materialismo hace referencia a
Aquí sí que la arquitectura puede empezar a sentirse reflejada. En cierta medida toda
reflexión arquitectónica de valor tiene algo, o mucho, de materialismo, en tanto que ser
materialista no consiste en negar la existencia del pensamiento, consiste más bien en negar el
carácter absoluto y la independencia ontológica del pensar, su condición transcendente. La
materia es pensamiento y atmosfera. En definitiva, estamos hablando de la mutación tanto de
la disciplina, como de la actitud de los arquitectos respecto a lo que significa proyectar la
arquitectura hoy. Eso parece realmente central en el debate contemporáneo y por otro lado
absolutamente necesario si queremos responder a los retos del hiperpresente