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PAUL CELAN
El encierro de Rilke en el castillo donde escribió Las Elegías de Duino tuvo como
finalidad poner el mundo a salvo durante la Primera Guerra Mundial. Dos poetas de
origen judío marcan otro punto de inflexión en la historia de la poesía y del siglo XX.
Osip Mandelstam, con la clara conciencia del siglo que le tocó vivir y su continuador
natural, Paul Celan. A raíz de un poema contra Stalin, Mandelstam fue deportando a los
campos de trabajo, donde murió en 1937. Celan perdió a sus padres en manos del
nazismo y fue él mismo víctima tanto de la ocupación rusa como de la persecución nazi.
A las reservas de la naturaleza toda, a las usadas como a las mudas o insensibles, a las
indescriptibles sumas,
súmate jubiloso y al número aniquila.
Ponemos en diálogo con este poema de Rilke, el poema de Celan Habla también tú:
Habla —
Pero no separes el No del Sí.
Dale a tu sentencia también el sentido:
dale la sombra.
Mira en torno:
ve cuánta vida hay en derredor —
¡Cuando la muerte! ¡Vida!
Verdad habla quien habla sombra.
Celan es quien también habla, allí donde Rilke no separa el ser del no ser y Celan el no
del sí. Pero el canto órfico de Rilke deja su lugar al Orfeo cinerario donde lo imposible
es Orfeo, no Rilke. La Eurídice en la que muere Rilke, consagrado, intenta reabrir la
posibilidad misma de morir.
Vida junto a la muerte, se canta.
Donde Rilke reza Señor, da a cada uno la muerte que le es propia, Celan debe
reapropiar la muerte misma, hacerla posible después de los campos de concentración.
Allí donde Nerval cruzó el Aqueronte, Celan queda en posición de señalar la infinitud
de la responsablidad en cualquier pérdida.
La reformulación de Celan, la reapropiación de la lengua poética, es esa resurrección de
la lengua referida por Derrida, no una resurrección cristiana sino espectral. Pues como
afirma el filósofo argelino, todo poeta trata con una lengua que muere y no ha habido
poeta más consciente de ese peligro que Celan.
Entonces, donde Hölderlin decía que es misión del poeta entregar al pueblo los dones
celestes en cánticos velados (¿función poética?), Celan parece sugerirnos que esa
palabra plena, de ser posible, es la del poeta, la de la sombra, la de la noche del mundo.
Pero las palabras vagan, (¿migran?) y la cifra a aniquilar propicia una errancia más
profunda aún que la anunciada por el mismo Rilke cuando dijo que finalmente nos
resguarda la desprotección. Vida frente a la muerte. Canto aún. El último. Hasta,
tomando una vez más al Hölderlin revolucionario, que todo cambie en todas partes.
Apéndice: recordamos también el verso del himno Patmos de Hölderlin que dice que el
dios está cerca. En Tenebrae
1. Filiaciones
Mandelstam se identifica con el poeta latino Ovidio, tanto como Hölderlin se identificó
con el lírico griego Píndaro o Gerard De Nerval con Virgilio.
«El verdadero diálogo entre poetas es necesario» escribió Hölderlin.
Celan encuentra en Mandelstam el referente que buscaba. Eternamente exiliado, dice
que traducir a Mandelstam es tan importante como escribir su propia obra.
2. Mandelstam y Ovidio
Mandelstam, tan renovador como clasicista, se identificó con el poeta latino Ovidio,
desterrado por sus escritos (y por algún otro «error» que la historia jamás aclaró).
Mandelstam, que también sufrirá el destierro, titulará su segundo libro Tristia, el mismo
nombre (Tristes) del libro que narra el destierro de Ovidio de Roma.
Cuando me viene la imagen tristísima de aquella noche / esa que fue mi ocasión última
allá en la Ciudad, / cuando recuerdo la noche en que tantas cosas queridas / hube de
abandonar, vuelvo otra vez a llorar... (Tristia, Ovidio, libro III).
Allí donde Mandelstam parece revivir el destino de los poetas clásicos, — tal vez el
último poeta clásico—, Celan parece convocado (y no por elección) a cerrar tanto el
clasicismo como las vanguardias.
El destino del último poeta.
4. Poetas
Mi siglo, mi bestia / ¿Quién podría mirar tus pupilas / y con su sangre contar / las
vértebras de dos siglos?
7. Algunas coincidencias
8. Tierra negra
«La poesía es el arado que desentierra el tiempo, poniendo al descubierto sus estratos
más profundos, su tierra negra» escribió Mandelstam en La palabra y la cultura.
Según Jesús García Gabaldón, «el poema Tierra negra de Mandelstam homenajea a la
tierra negra ucraniana y su lucha por la libertad. Mandelstam consideraba la tierra
materia poética por excelencia, y a la poesía como el arado que hace surgir de ella
frutos. Alude también al movimiento revolucionario «Tierra y libertad», que surgió en
Rusia en 1870 y celebra su primer congreso en Voronesh».
Sabido es que el poeta Paul Celan sometió a la lengua alemana a una compleja
operación de desmontaje y rearmado. Escribir en lengua alemana equivalía a exponer
las cicatrices, costuras y remiendos del discurso. Y así como en la reapropiación del
idioma alemán entraron las obras de Hölderlin, Rilke, Kafka y Heidegger; también
Freud fue parte importante de las lecturas del poeta.
Toda la cultura alemana, incluso la música (una fuga de Bach, un motivo de Mozart),
debió ser deconstruida y rehecha para seguir escribiendo. Estos breves apuntes intentan
dar cuenta de las huellas de la lectura de Freud en la obra del poeta.
1. Del fort da
ha tiempo
que se fue, como las cartas, como todos
los faroles, de nuevo
tienes que buscarlo, ahí está,
es pequeño, blanco,
a la vuelta de la esquina, ahí está,
en Normandia – Niemen, en Bohemia,
ahí, ahí, ahí,
detrás de la casa, delante de la casa,
es blanco, blanco dice:
hoy—vale "
Prosigue Felstiner, en su análisis del texto, con un resumen de la idea freudiana del fort
da:
"Dos partículas incluidas en estos versos suenan a gritos de descubrimiento: fort (lang
ist er fort: ha tiempo / que se fue) y da (da ist er: ahí está). Freud basó su teoría sobre el
recuerdo de las experiencias penosas en el juego de un niño que había observado: este
«buen niño pequeño», de año y medio de edad, con «tierno apego» a su madre, solía
arrojar un juguete de madera atado con una cuerda y pronunciaba la palabra fort («se ha
ido»), luego tiraba de la cuerda y decía da («está»). Este juego «un importante logro
cultural», le permitía al niño soportar las ocasionales desapariciones de su madre (que
murió unos años más tarde... y también el hijo).
Mámpara ciega
de barbada luz.
Un sueño de escarabajo
es quien la irradia.
El cuervo
de imitación
desayuna.
La oclusiva laringal
canta.
"Por última vez psicología" es una cita de Kafka. El poema termina en torno a una
chova (el animal heráldico del padre de Kafka). Kafka estaba leyendo las pruebas de Un
artista de hambre cuando murió de tuberculosis en la laringe y el asombroso proceso de
condensación del poema pide que Josefina la cantora, cante, a pesar de todo.
Camafeo-compulsión a la repetición.
Este poema de Paul Celan, está basado en la atenta lectura que el poeta hizo de la obra
de Freud Más allá del principio de placer. La compulsión a la repetición es justamente
el retorno a lo inorgánico.
Repetición que hace tropezar al hombre dos e infinitas veces con la misma piedra.
Repetición donde la vida es síntoma, excepción.
4. Hacia la diferencia
Cerramos (es tan solo una expresión) con estos versos de La Rosa de Nadie.
Instauran algo del orden de lo diferente.
Tal vez la poesía misma.
Tú estás
donde tu ojo está, estás
arriba, estás
abajo, yo
encuentro salida.
Lo
Mismo
nos ha
perdido, lo
Mismo
nos ha
olvidado, lo
Mismo
nos ha —
Escribe Maurice Blanchot: “La palabra profética es una palabra errante que retorna a la
exigencia originaria de un movimiento, oponiéndose a toda estancia, a toda fijación, a
un enraizamiento que fuese reposo”. La errancia entonces parece el horizonte natural de
esa palabra. Y la poesía el campo en el que se despliega. Edmond Jabés nació en El
Cairo. Paul Celan en Czernowitz. Ambos sufrieron el destierro y la persecución. Y París
fue la ciudad del encuentro. Sus poéticas, diferentes entre sí, no impidieron que ambos
incursionaran en las formas del aforismo. “La palabra es una sobrecarga de nada”
escribe Jabés. Esto no excluye un máximo de condensación de sentido que aguarda en
cada frase, por ejemplo: “Inconmensurable es la hospitalidad del libro” (Jabés) o
“Aprende del otoño como se espanta a los pájaros” (Celan). Quizás la tarea de Celan, su
extenuante desmontaje del idioma alemán, le permitía más que a nadie el derecho de
elegir el momento y el lugar de su muerte. Tal vez porque ya habían decidido por él
demasiadas veces. Se arrojó al Sena desde el puente Mirabeau en 1970. Esta trama de
silencios se escribe en el reverso del grito, en las anotaciones apuradas en los márgenes
de la hoja, el testimonio de los testigos, los mutuos subrayados y los escombros del
siglo soberano que vislumbró Osip Mandelstam. El mundo hecho para concluir en un
libro según el pensamiento de Mallarmé y su idea de la sustracción del autor. Queremos
pensar en las palabras que Edmond Jabés escribió para Celan cuando este decidió partir:
“Aquel día. El último. Paul Celan en mi casa. Sentado en el mismo lugar que mis ojos,
en este instante, miran fijamente. Palabras, en la proximidad, intercambiadas. ¿Su voz?
Dulce, la mayor parte del tiempo. Y, sin embargo, no es aquella voz la que oigo, sino el
silencio. No es a él a quien veo sino el vacío, tal vez porque aquel día, sin saberlo,
ambos hicimos el recorrido cruel de nosotros mismos”.
“Tras la lengua de Paul Celan hay el eco jamás acallado de otra lengua”.
”¿La lengua del secreto, inaudible?”.
“El silencio, ningún escritor lo ignora, permite escuchar la palabra. En un momento
dado, el silencio es tan fuerte que las palabras se limitan a expresarlo”.
El que está con la lámpara a solas, no tiene más que la mano para leer. dice un verso de
Paul Celan. Sutil desorden sinestésico que puede aludir tanto al cuerpo implicado en la
escritura como al placer de tocar un libro o incluso al braille que propone el juego de la
luz y de la sombra. Solo manos verdaderas escriben poemas verdaderos dirá el poeta en
una carta. Cuando salió Reja de Lenguaje en 1959, el libro que contiene el verso citado,
el crítico Günter Blöcker escribió en el Tagesspiegel, dentro de una reseña por demás
desafortunada, las siguientes palabras: por su origen Celan tiene tendencia a moverse en
el vacío. Corrían tiempos difíciles. Ya cargaba Paul Celan con una acusación de plagio
hecha por la viuda de Ivan Goll. El poeta leyó la crítica como un claro acto de
antisemitismo. Escribió desesperado a Max Frisch, el marido de Ingeborg Bachmann,
en busca de un apoyo que no llegó. Yo actúo en el vacío subrayó Celan, por mi origen.
Es sabido que las crisis del poeta iban en aumento y en 1970 terminó arrojándose al
Sena.
Es en su libro Reja de Lenguaje, precisamente, donde Celan comienza a distanciarse de
las metáforas y se despide de lo que él llama el engañoso adverbio “como”. Lo hace en
este verso: Si yo fuera como tú. Si tú fueras como yo. Celan busca la desemejanza:
ninguna persona es como otra, dice. Mi lector solo puede entenderme distanciado…
únicamente puede aprehender, en todo caso, los barrotes de la reja que hay entre
nosotros.
La crítica de Günter Blöcker, cuando menciona el origen de Celan, alude a un poeta
judío nacido en Czernowitz, que perdió a sus padres en los campos de concentración y
vivió en Francia, escribiendo en alemán para intentar desmontar esos pliegues donde
ningún idioma es inocente.
Muchas son las definiciones que Occidente ha dado acerca del vacío: existencialismo,
angustia, nada, abstracción, etc. El poeta cubano Lezama Lima habló de lo expulsado
por el vacío creador. En los libros de Oriente el tema se menciona de forma aún más
clara. Dice el Tao Te King: Unimos treinta radios y lo llamamos rueda; pero es en el
espacio vacío donde reside la utilidad de la rueda. Moldeamos arcilla para hacer un
jarro; pero es en el espacio vacío donde reside la utilidad del jarro.
Pasados los años releemos la crítica de Günter Blöcker y nos preguntamos si acaso es
posible que algún poeta no actúe en el vacío.
De pronto somos arrojados a una pesadilla. Esa grieta que se abre en la frágil
seguridad del mundo que creamos. Una dimensión sutil donde el absurdo y lo incierto
se manifiestan con violencia. Ningún escritor describió mejor que Kafka esta forma de
ruptura. Al inevitable precio de su condena personal, su viaje hacia ninguna parte o
punto de no retorno.
Los cuervos afirman que un solo cuerpo podría destruir los cielos.
En verdad no hay más que la luz proyectada sobre un rostro, que retrocede con una
mueca de espanto.
Todo es falso.
La primera adoración a los dioses fue con certeza el miedo ante las cosas, pero junto
con esto, miedo ante la necesidad de las cosas y miedo ante la responsabilidad por las
cosas.
¿Hay algo que puedas conocer que no sea una ilusión? Si una ilusión se disipara no
debes mirar o te convertirías en estatua de sal.
El solo hecho de vivir implica una fe inagotable. ¿Consistirá en eso la prueba de fe?
No vivir es imposible. En ese imposible está precisamente la fuerza demencial de la fe;
es en esta negación que adquiere forma.
Es totalmente cierto que escribo porque estoy desesperado a causa de mi cuerpo y del
futuro con este cuerpo.