Cristo Nuestra Bonanza

Mateo 8: 23-26
Introducción:
Un dicho muy popular dice; “la desesperación es causa del fracaso”. La humanidad es objeto de
fenómenos naturales que producen desequilibrios y disturbios emocionales. El creyente también experimenta
los efectos de los fenómenos espirituales, muchas veces movido por las mismas fuerzas infernales.
¿Qué puede hacer el creyente ante los ataques espirituales? ¿Cómo puede el creyente lidiar contra esa
avalancha de hostilidades la respuesta está en 1 Juan 4: 4 “vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque
mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

1. Lo imprevisto—“se levantó en el mar una tempestad”:

a) Aun el creyente más devoto, más consagrado, puede verse en cualquier
momento en medio de inesperados temporales.
b) Hay temporales donde fuerzas exteriores operan y hay temporales donde fuerzas
interiores operan. En los exteriores tenemos: hijos desobedientes, vecinos
imprudentes, cónyuges incomprensibles, patronos abusadores, enfermedades,
accidentes... En los interiores tenemos: amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia,
malicia...
2. La reacción—“Señor, sálvanos, que perecemos”:
a) Los discípulos se olvidaron que Jesús era su seguridad, su salvación y protección divina.
No pensaron en los milagros que Jesús había hecho ante ellos.
b) Cuando los fuertes oleajes estremecen nuestras vidas, nos desesperamos, lloramos, nos
turbamos. Creemos que Dios nos ha desamparado, nos da la impresión de estar solos y
nos olvidamos del poder de Dios.
c) Si bien es cierto que en medio de las vicisitudes tendemos a ofuscarnos y
angustiarnos, las promesas del Señor Jesucristo nos llaman a mantenernos en control
emocional: “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da. No
se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14: 27)
3. El reproche—“¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”:
a) Jesús desaprobaba la falta de fe. Después de que Pedro comenzara a andar
milagrosamente sobre las aguas, empezó a hundirse y le gritó al Señor: “¡Señor,
sálvame!” Jesús lo tomó por la mano y le dijo: “¡hombre de poca fe! ¿por qué
dudaste?” (Mateo 14: 30-31)
En otra ocasión también desaprobó la falta de fe: “Y reprendió Jesús al demonio,
al cual salió del muchacho, y éste quedó san o desde aquella hora. Viniendo
entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¡Porque nosotros no pudimos
echarlo fuera’ Jesús les dijo: Por vuestra poca fe...” (Mateo 17: 18- 20)
b) Jesús elogiaba todo acto de fe: “Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y
volviéndose, dijo a la gente que le seguía: si digo que ni aun en Israel he hallado
tanta fe” (Lucas 7: 9) “Y le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz...”
(Marcos 5: 34) “Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe;
hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora”. (Mateo
15: 28)
c) Las fe es la protección inmovible de los creyentes: “Sobre todo, embrazando el
escudo de la fe, conque podáis apagar todos los dardos encendidos del maligno
(Efesios 6: 16, RVR—77)
4. La ejecución de su poder—“reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza”:
a) Ante la fuerza sobrenatural del ciento y el descontrolado oleaje, Jesús vio la
mano disfrazada de Satanás, y reprendió estas fuerzas, siendo una reprensión
directa al maligno.
b) Nuestra paz descansa en la obra de Jesús. Él domina y controla todas las cosas
visibles e invisibles.
c) Cuando el creyente aprende a esperar, sin desesperarse, sin dudar, y lucha sin
desmayar, entonces podrá contemplar la perfecta obra de Jesús en todas las
dimensiones de su vida.

Conclusión: Termino este sermón: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la
excelencia del poder sea de Dios, Y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no
angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados,
mas no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Corintios 4: 7-10)