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En la época del Derecho romano se inventó la expresión «Derecho civil» (ius civile),
este era el Derecho del cives, del ciudadano romano, frente al derecho del
extranjero (ius gentium) o de quienes carecían la ciudadanía romana (Lacruz,
2004). En Roma el ius civile comprendía todo el sistema jurídico y por lo tanto
normas de Derecho privado como de Derecho público, si bien estas últimas eran
cuantitativamente escasas.
Hoy en día todo el Derecho civil es Derecho privado, pero no todo el Derecho
privado es civil, sino solo el Derecho privado general o común; este regula, pues,
las materias privadas para las que no hay dictadas normas o disposiciones
particulares constitutivas de otros derechos privados especiales. Actualmente
deben considerarse Derechos privados especiales el Derecho mercantil y la parte
no pública del Derecho del Trabajo.
Hoy en día, el Derecho Civil es el que determina las consecuencias esenciales de los
principales hechos y actos de la vida humana, como ser: nacimiento, obtención de
la mayoría de edad, matrimonio, defunción, etcétera. Además se ocupa de la
relación de los individuos con sus semejantes, como en materia de créditos y
deudas, así como de la regulación de los derechos sobre las cosas, a saber:
propiedad, usufructo, servidumbres, etcétera.
En un panorama breve de descripción puede decirse que los temas que aborda son:
f. los contratos.
Ahora bien, dentro del ámbito individual, podemos conceptualizar a las personas
Colectivas como: Un ser de existencia legal susceptible de derechos y obligaciones
o de ser término subjetivo en relaciones jurídicas y que se encuentra integrada por
un grupo social con cierta coherencia y finalidad además de un Estatuto jurídico
peculiar.
Los entes creados por el derecho son las personas morales o ideales, llamadas
también personas jurídicas colectivas.
II. Al que está por nacer se lo considera nacido para todo lo que pudiera favorecerle, y
para ser tenido como persona basta nacer con vida.
III. El nacimiento con vida se presume, salva la prueba contraria, siendo indiferente
que se produzca naturalmente o por procedimientos quirúrgicos.”
El artículo en estudio señala al nacimiento como el comienzo de la personalidad,
admitiendo sin razón ni fundamento que, al que está por nacer se lo considera vivo
para todo lo que pudiere favorecerle.
El Cgo. abrg. (art. 507) exigía la viabilidad (de vitae habilis: aptitud para vivir
durante un mínimo de 24 horas), condición originaria del derecho romano
transmitida por las partidas. Se considera absurdo, actualmente, hacer depender la
capacidad de derecho de la persona de la circunstancia de haber sobrevivido horas
más u horas menos. Además se requería que el nacido tenga figura humana,
condición reputada ociosa porque todo ser procedente de la unión sexual del
hombre y mujer, ha de tener siempre los rasgos característicos y generales de la
especie humana (Scaevola).
-
- La muerte natural: real y positiva.
- La muerte presunta
- La muerte civil, hace mucho borrada de la legislación de los pueblos cultos.
Las presunciones que la ley crea sirven para definir derechos en interés de la
sociedad. Tales los casos de las concepción del hijo de la mujer que contrae
segundas nupcias, dentro de los 300 días de disuelto o anulado el primero y del
nacido dentro de los 300 días después de muerto el de cujus que se considera
concebido a tiempo de abrirse la sucesión.
La norma en estudio explica así mismo que cuando se produzca un siniestro que
provoque la muerte de varias personas, se considera que todas murieron al mismo
tiempo a efecto de determinar los efectos jurídicos sobrevinientes.
Así pues, abandona el Código las antiguas leyes, que tenían su razón de ser para
suplir con presunciones legales la dificultad de averiguar la verdad, cuando ocurría
el fallecimiento de varias personas sin conocerse positivamente el instante del
óbito de cada una, en razón de la edad o sexo de las mismas.
- Críticas
a. Si las mismas son una ficción creada por la autorización del Estado:
¿quién creó al Estado? Si éste es una ficción, ¿no es ficción el Derecho
que el crea?
3.1.2. Teorías de la realidad: En las personas jurídicas no hay ficción, sino que
son instituciones provistas de voluntad, que existen y constituyen una realidad
diferente a la de los individuos que la integran.
El Derecho no crea seres de la nada, sino que le atribuye personalidad además del
hombre a ciertos entes que toma del campo social, entes que sin tener una realidad
corporal y espiritual, como el hombre, sin embargo tienen una realidad social, una
individualidad propia y participan en la vida de la comunidad como unidades
distintas e independientes.
La ley no crea la persona jurídica, sino que solo se limita a constatar su existencia.
El reconocimiento es declarativo.
La enumeración del segundo párrafo, que pudo ser más prolija, distingue entre
asociaciones, corporaciones y fundaciones, cuyo estudio científico requeriría
demasiado espacio. Reducido el tema a la esfera práctica de estas anotaciones, las
asociaciones o corporaciones pueden ser de interés público: gremiales,
mutualistas, asistenciales y todas las comprendidas en el párrafo 3); de interés
privado; culturales, deportivas. Las fundaciones, son entidades en las que
desaparece casi por completo los intereses individuales y, por el contrario, lo
absorbe todo el fin social: un hospital, una escuela, etc.
Quiere decir que concordando esta disposición con los artículos conexos, los
Estados extranjeros pueden tener propiedades en el territorio nacional, lo que
automáticamente pone en funcionamiento el privilegio de la extraterritorialidad,
por el cual no pueden ser sometidos a la jurisdicción de un poder extraño sin
perder en cierta medida su soberanía. Estas consideraciones han dificultado
permanentemente considerar a los Estados extranjeros como personas colectivas
de derecho privado.
ART. 58.- (Constitución y reconocimiento).
II. El Prefecto, previo dictamen fiscal, dispondrá por auto motivado la protocolización
de los documentos en un registro especial de la Notaría de Gobierno. Se elevará un
testimonio de todo lo obrado ante el Ministerio correspondiente para el trámite sobre
reconocimiento de la personalidad jurídica, mediante resolución suprema.
Para constituirse como tales en el estado de Bolivia, las personas colectivas deben
apegarse a la norma comercial, civil y demás normativa conexa para su
constitución y reconocimiento a objeto de poder ejercer sus derechos y contraer
las obligaciones sociales que importen a los intereses societarios.
Ahora bien, dicho lo anterior, definimos a los atributos de las personas desde el
punto de vista del derecho civil, diciendo que los mismos se encuentran
conformados por:
1) Los menores de edad, salvo lo dispuesto en los párrafos III y IV de este artículo
y las excepciones legales.
II. Los actos civiles correspondientes a los incapaces de obrar se realizan por sus
representantes, con arreglo a la ley.
La Ley considera a las personas como incapaces de obrar, a las personas que no
hayan alcanzado aún los 18 años de edad; la misma ley considera así mismo
como incapaces de obrar a las personas que, incluso habiendo cumplido los 18
años han perdido el uso completo de sus facultades mentales.
Se debe tener presente que a efecto de que una persona en principio hábil sea
considerada como interdicta, tiene que ser declarado judicialmente mediante
una sentencia ejecutoriada.
5.2. Nacionalidad.-
Así mismo, este derecho puede ser concebido como un vínculo jurídico en
virtud del cual una persona se convierte en miembro de la comunidad política
de un Estado determinado aceptando en consecuencia sus normas, tanto de
Derecho Interno como de Derecho Internacional.
“Artículo 21.- Las bolivianas y los bolivianos tienen los siguientes derechos:
1. A la autoidentificación cultural.
“Artículo 141.
Por ende, el estado civil sólo se refiere al estado de familia, a los derechos y
obligaciones emanados del matrimonio, los vínculos de consanguinidad o
afinidad y la adopción.
El nombre, en los pueblos primitivos, era único e individual: cada persona sólo
llevaba un nombre y no lo transmitía a sus descendientes. Este uso sobrevivió
por mucho tiempo, en algunos pueblos, principalmente en los griegos y
hebreos.
I. Toda persona tiene derecho al nombre que con arreglo a la ley le corresponde.
El nombre comprende el nombre propio o individual y el apellido paterno y
materno, salvo lo dispuesto en el artículo siguiente.
II. El cambio, adición o rectificación del nombre sólo se admite en los casos y con
las formalidades que la ley prevee.
ART. 10.- (Apellido del hijo). El hijo lleva el apellido o apellidos del progenitor o
progenitores respecto a los cuales se halla establecida su filiación.
IV. En otros casos el uso del nombre se rige por las disposiciones particulares de la
ley.
5.5. El domicilio
Si el nombre es el elemento de individuación de carácter personal, que
imprime al individuo una marca que lo sigue y lo distingue de los demás en
todo tiempo y lugar, el domicilio individualiza a la persona desde el punto
de vista territorial. Expresa la relación de derecho que obligatoriamente liga
a una persona con el lugar preciso del territorio, en que ella debe y puede
ser habida para sus relaciones jurídicas (Bonnecase).
La doctrina distingue el domicilio político del civil; el general u ordinario
del especial; el natural o de origen del voluntario o de hecho; el necesario o
real del legal, etc. En la práctica la ley se refiere simplemente al domicilio,
sin preocuparse mucho en destacar explícitamente las distinciones.
En la doctrina la residencia es el asiento de hecho de la persona, (donde la
persona vive de manera normal: Mazeaud), en oposición al asiento de
derecho constituido por el domicilio, o sea, la sede de la actividad jurídica
de la persona (Messineo).
La habitación, (la demeure francesa: morada), considerada variante de la
residencia, es el asiento ocasional y esencialmente transitorio de una
persona.
El domicilio disfruta de una innegable importancia en el ámbito del
Derecho, dado que no sólo interviene como medio para la localización de las
personas para hacerlas destinatarias de efectos jurídicos y comunicarles los
procesos en que se ven envueltas, sino también como sistema de atribución
de competencia para los tribunales, entre otros variados aspectos.
Vulgarmente, es habitual vincular el concepto de domicilio con la casa en
que cada persona reside, pero esa equiparación no siempre es atinada. Ello
por cuanto, aun cuando etimológicamente el término domicilio deviene de
la voz latina domicilium, que a su vez se deriva de domus, equivalente a
casa, habitación o lugar en que se habita, esa acepción, dado el carácter de
materialidad que supone, no armoniza en modo forzoso con la figura qu
aquí se analiza.
Para los operadores del Derecho el domicilio es un concepto jurídico: «se
trata de una abstracción puramente intelectual, independiente del lugar
mismo a que se refiere».106 El domicilio aparece así como «la sede jurídica
de la persona», en virtud de que supone una vinculación estable entre la
persona y un lugar determinado y en que esa localización se realiza para
atribuirle determinadas consecuencias jurídicas.
En efecto, el domicilio es una noción jurídica, que suele estar determinado
por el lugar en que efectivamente habita o se aposenta la persona, pero que
en innumerables supuestos no depende de la radicación concreta en lugar
alguno.108 Es así que, en diversas ocasiones la persona se encuentra
domiciliada en lugares diferentes a aquellos en los cuales tiene su efectiva
residencia (es lo que acontece con los incapaces o con quienes fijan un
domicilio especial, de conformidad con lo que se habrá de ver).
El concepto de domicilio se tiene en cuenta, no solo, para el ejercicio de los
derechos y el cumplimiento de los deberes civiles, sino también para otras
consecuencias, como la adquisición de la nacionalidad o de la vecindad civil,
para determinar el juez competente y para apreciar la desaparición o
ausencia de una persona (Valpuesta, 2003).
En la legislación boliviana, se norma el domicilio en el artículo 24 al 30 del
Código Civil que señala:
ART. 24.- (Determinación). El domicilio de la persona individual está en el
lugar donde tiene su residencia principal. Cuando esa residencia no puede
establecerse con certeza, el domicilio está en el lugar donde la persona ejerce
su actividad principal.
ART. 25.- (Personas sin residencia fija). Las personas que por su género de
vida no tienen residencia en un lugar determinado, se consideran
domiciliadas en el lugar donde se encuentran.
ART. 26.- (Cónyuges).
I. El domicilio de los cónyuges se halla en el lugar del domicilio matrimonial,
salvo lo dispuesto por el artículo 29.
II. En los casos de separación, se estará a lo que dispone el Código de Familia.
Esta disposición antes que asegurar la unidad de la familia en interés de la
sociedad, crea ingredientes propicios para la anarquía familiar y una
incertidumbre evidente para los terceros que traben relaciones jurídicas
con el matrimonio. Condescendencia al parecer excesiva con las exigencias
de la sedicente liberación femenina, que en demérito de sus loables fines,
deteriora la seguridad que la mujer busca en el matrimonio, con detrimento
de la formación de los hijos y a pesar de la protección del matrimonio y de
la familia que solemnemente proclama la Constitución
ART. 27.- (Menor e interdicto).
I. El domicilio del menor no emancipado está en el de la persona a cargo de
quien se encuentra.
II. El del interdicto está en el domicilio de su tutor.
ART. 28.- (Cambio de domicilio). El cambio de domicilio se realiza por el
traslado de la residencia principal o, en su caso, de la actividad principal a
otro lugar.
ART. 29.- (Irrenunciabilidad. Domicilio especial).
I. El domicilio es irrenunciable.
II. Puede elegirse un domicilio especial para la ejecución de un acto o el
ejercicio de un Derecho.
Como todo atributo de la personalidad, el domicilio es irrenunciable, es
decir, no se puede pretender vivir o actuar jurídicamente sin domicilio. Esta
disposición no comprende la renuncia de domicilio, que es fórmula de uso
corriente en materia de convenciones y que en realidad importa señalarla
en forma especial en estrados, sin mencionarlos, para las notificaciones
emergentes de dichas convenciones.
Aunque una persona tenga su domicilio conocido, real o legal, o ambos a la
vez como sucede frecuentemente, puede elegir, además, un domicilio
determinado para cumplir alguna obligación o exigir el cumplimiento de
algún derecho. Esto no afecta en modo alguno al domicilio conocido. Es el
llamado domicilio especial, siempre convencional, constituido para
determinadas relaciones jurídicas y es asiento legal de la persona sólo para
esas relaciones. Debe ser expresamente constituido y no se presume en
caso de duda. Surte efectos para todas las consecuencias accidentales o
necesarias de las relaciones para las que fue constituido.
ART. 30.- (Indeterminación del domicilio actual). Cuando el domicilio
actual de una persona no puede determinarse con certeza, rige el último
domicilio conocido.
6. DERECHOS DE LA PERSONALIDAD
Los Hnos. Mazeaud, también advierten que es un error confundir, como ocurre
frecuentemente, los derechos del hombre y los derechos de la personalidad.
Son muchos, ciertamente, según el ilustre autor de "Los Derechos del Hombre"
(Castán Tobeñas), los puntos de coincidencia entre los derechos del hombre y
los de la personalidad, porque unos y otros pueden conceptuarse como
derechos naturales, ya que los derechos de la personalidad representan
atributos, que corresponden a la persona por su misma naturaleza y están
enraizadas en la propia condición del ser humano. Más, los derechos de la
personalidad tienen siempre una esfera más reducida que la de los derechos
humanos, que corresponden al dominio de aplicación de la protección
constitucional, en tránsito a su protección internacional, así sea todavía
imperfecta esta última (Carta de las Naciones Unidas, de 26 de junio de 1945,
Preámbulo y art. 1º prf. 3).
El Anteproyecto de Ossorio (art. 11) propuso: "La persona humana es libre por
esencia. Los derechos de la personalidad son irrenunciables por el individuo y
no admite más regulaciones que las establecidas por ley legítimamente
dictadas". Juzga el autor del Anteproyecto, necesidad primordial de los tiempos
presentes proclamar cuantas veces fuese necesario la libertad humana, ante el
avance de las corrientes racistas y totalitarias de uno u otro extremismo.
- ART. 17.- (Derecho al honor). Toda persona tiene derecho a que sea
respetado su buen nombre. La protección al honor se efectúa por este Código y
demás leyes pertinentes.
El derecho a la intimidad es una cosa cada día más real y más viva que el
derecho moderno no puede dejar desamparada (Ossorio). La jurisprudencia de
los
I. Si después de dos años no hay noticias del desaparecido, los presuntos herederos
y otras personas que tienen o razonablemente creen tener derechos dependientes
de la muerte de aquel, pueden pedir que el juez declare la ausencia.
II. Para justificar la ausencia, el juez, con arreglo a las piezas y documentos
producidos, ordenará se levante una información en el lugar del domicilio de la
persona desaparecida.
II. Los que serían herederos testamentarios o legales, o sus respectivos herederos,
así como los que serían sus legatarios y otras personas con derechos que
dependen de la muerte del ausente, pueden pedir y obtener se les ministre la
posesión y el ejercicio provisional de los bienes y derechos que respectivamente
les corresponderían si el ausente hubiese fallecido el día de la última noticia
habida de él. En cualquier caso se formará inventario estimativo y se dará fianza
imputándose al ausente los gastos resultantes.
Cesando la causa, que es la ausencia, deben cesar sus efectos. Que es lo que
debe restituirse? No lo dice el art. Otras legislaciones establecen con prudente
previsión que la restitución se hará en el estado en que estén los bienes, sin
reclamar frutos ni renta. Lo contrario, se considera, constituiría una verdadera
expoliación. El Código reconoce esta regla en el art. 45 pero sólo para el caso de
reaparición del declarado presuntamente muerto. Lo correcto respetando
ambos derechos (el del ausente y el del administrador), en que los bienes se
recobren en el estado que tengan a la fecha de la recuperación. Si en ellos
hubiera habido mejoras, las hará suyas el ausente, lo mismo que las
depreciaciones o pérdidas por daños que los hubieren sufrido. Aplicando el
precepto del art. 34, ha de considerarse que el ausente recupera el tercio de los
frutos, cuando los administradores no eran herederos forzosos y de los bienes
los que queden si hubo alguna enajenación autorizada (conforme al art. 35).
Por la prueba de la existencia del ausente, bien porque reaparece, bien porque
se acredita su presencia en otro lugar. Se dicta resolución judicial –auto o
sentencia– dejando sin efecto la declaración de ausencia.
I. Transcurridos cinco años desde la última noticia sobre el ausente, puede el juez
declarar el fallecimiento presunto de aquél a solicitud de las personas referidas
en el artículo 33. Esta declaración puede también hacerse después del plazo
indicado aunque no hubiera habido antes declaración de ausencia.
ART. 41.- (Fecha del fallecimiento presunto). La sentencia fija fecha para el
fallecimiento presunto: en los casos 1 y 3 del artículo anterior, en la fecha
correspondiente al suceso si ella es conocida, o en la del término medio entre el
principio y fin de la época en que ocurrió o pudo ocurrir; y en el caso 2, en la fecha
correspondiente a la finalización de la guerra.
8. REGISTRO CIVIL
Así pues podemos afirmar que los actos concernientes al estado civil de las
personas se harán constar en el Registro destinado al efecto. De esta forma se
da seguridad y certidumbre al tráfico jurídico, puesto que la eficacia de los
actos y negocios jurídicos depende fundamentalmente de la capacidad de obrar
de las personas, determinada por su estado civil.
II. Todos los bienes y activos del Registro Civil y del Padrón Biométrico serán
transferidos a la nueva entidad. Del mismo modo los Recursos Humanos serán
contratados, según la nueva estructura establecida para el Servicio del Registro
Cívico.
13. Elaborar, a partir del Padrón Electoral, la lista de personas habilitadas para
votar y la lista de personas inhabilitadas, para cada proceso electoral, referendo
o revocatoria de mandato a nivel nacional, departamental, regional y municipal.
Averiguar el estado que tiene una persona en cada momento sería difícil y lento
con los medios ordinarios de prueba, de ahí la ventaja de Registro Civil, con una
normativa específica para la constatación solemne y pública del estado civil. Se
preconstituye así la prueba del estado y sirve de título de legitimación, es decir,
habilita para el ejercicio de las facultades que forman el correspondiente
estado (Díez-Picazo y Gullón, 2003). Además, el Registro constituye y permite
la custodia de todos aquellos datos en archivos oficiales (Albaladejo, 2002).
Los jurisconsultos romanos, con gran claridad conceptual, definían los hechos
jurídicos como aquellos acontecimientos independientes de la voluntad
humana que producen efectos en el campo del derecho.
Explica el codificador argentino “no se trata de los hechos como objeto del
derecho sino únicamente como causa reproductora de derechos. Los hechos
como causa productora de derechos, pueden ser actos humanos o actos
externos en que la voluntad no tenga parte.
Los actos jurídicos son hechos voluntarios que tienen la intención de producir
efectos jurídicos. puede considerarse al acto jurídico como una manifestación
de voluntad que lleva la intención de crear, modificar o extinguir derechos y
que produce los efectos que desea el actor o las partes involucradas porque el
derecho reconoce esa manifestación de voluntad como válida para producir
efectos jurídicos.
Como vemos los actos jurídicos puede intervenir más de un sujeto, Cuando en
el acto jurídico existe un solo individuo, se le denomina autor, las partes dentro
del acto jurídico pueden estar formadas por más de una persona. Para que el
acto jurídico se perfeccione no solo hace falta la voluntad de las partes, sino que
es necesario que la autoridad lo reconozca.
Los hechos y actos jurídicos son ambos acciones realizadas por los individuos
pero se diferencian en que un hecho jurídico, se conforma por los
acontecimientos que no se pueden evitar y que existen por el simple hecho de
nuestra existencia como es nacer o morir, y son hechos involuntarios, es decir,
no tenemos control sobre ellos. En cambio los actos jurídicos son aquellas
acciones hechas por los individuos pero que son hechos por voluntad propia, es
decir, el individuo decide si realizara el acto o no, como por ejemplo realizar
una compraventa o divorciarse
Entre el hecho jurídico y acto jurídico existe una relación de género a especie.
Todo acto jurídico es un hecho jurídico pero no todo hecho jurídico es un acto
jurídico. Hemos dicho en el capítulo anterior que los hechos, en nuestra
legislación dedican especial atención a los hechos humanos. En otras palabras,
el hecho jurídico comprende, además de los actos jurídicos, a los actos
meramente lícitos, los actos ilícitos, los actos involuntarios, sean estos
conformes o contrarios al ordenamiento jurídico, y también a los hechos
naturales o externos que inciden en la vida de relación social del ser humano.
De ello se infiere que los actos jurídicos pueden ser existentes o no existentes,
válidos o nulos. Esta diferenciaci¾n dio origen a la clasificación clásica, que
distingue en la materia la inexistencia, la nulidad absoluta y la nulidad relativa
o anulabilidad (Aubry y Rau, cit. de Planiol y Ripert), y que Bonnecase reduce
sólo a una diferenciación bipartita: inexistencia y nulidades.
Mas, como quiera que el Código en esta materia, como en varias otras, ha
concretado sus reglas a una funci¾n esencialmente práctica, por fuerza ha de
prescindirse de las formulaciones doctrinales o las comparaciones sobre
puntos que elude el Código.
Con esta mira y según las reglas dadas por el capítulo en examen, puede
resumirse brevemente las causas y características de la nulidad absoluta, según
la escuela clásica o simplemente nulidad según el Código, y de la nulidad
relativa según la escuela clásica o anulabilidad según el Código.
Quiere esto decir, en concepto de Messineo, que la anulabilidad del contrato es,
respecto de la nulidad, un grado menos grave de invalidez. Por eso el c. c.
italiano también llama a la anulabilidad: impugnabilidad (arts. 1395 y 1426,
respecto de la anulabilidad del contrato consigo mismo en el supuesto de
conflicto de intereses, o de la anulabilidad por incapacidad del contratante).
La nulidad afecta el interés general. Es de orden público; por eso puede ser
declarada aún de oficio, es imprescriptible e inconfirmable. La anulabilidad,
toca al interés privado; no puede ser declarada de oficio, es prescriptible
(excepto como excepción) y confirmarle.
2) Si el contrato ha sido anulado por ilícito, el juez puede, según los casos
rechazar la repetición.
Hay efectos generales antes de llegar al destino de las cosas o del precio, que no
deben pasarse por alto.
Por efecto de la nulidad, el negocio no crea derechos para quien podría obtener
ventaja del mismo, ni, inversamente, importa vínculos o deberes, para quien, en
el supuesto de su validez, resultaría reatado a ellos: el negocio nulo está
destituido de todo efecto jurídico (Messineo). O como recuerda Scaevola: quod
nullum est, nullum producit effectum (lo que es nulo no produce efecto alguno).
1) Por faltar en el contrato, objeto o la forma prevista por la ley como requisito de
validez.
2) Por faltar en el objeto del contrato los requisitos señalados por la ley.
3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud del motivo que impuls¾ a las partes a
celebrar el contrato.
3) Porque una de las partes, aun sin haber sido declarada interdicta, era incapaz
de querer o entender en el momento de celebrarse el contrato, siempre que
resulte mala fe en la otra parte, apreciada por el perjuicio que se ocasione a la
primera según la naturaleza del acto o por otra circunstancia.
4) Por violencia, dolo o error sustancial sobre la materia o sobre las cualidades de
la cosa.
5) Por error sustancial sobre la identidad o la cualidades de la persona cuando
ellas hayan sido la razón o motivo principal para la celebración del contrato.