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APARATOS IDEOLOGICOS DEL ESTADO.

LA ESCUELA.
Concepto y estructura.
Altusher (un autor marxista) distingue entre los aparatos ideológicos y los aparatos represores
del estado. Ambos tienen como función mantener el control del estado sobre la sociedad y el
orden vigente. Los aparatos represores del Estado son aquellos que cumplen esa función por
medio de la fuerza por ejemplo la policía, el ejército, las cárceles, etc. En cambio los aparatos
ideológicos lo hacen mediante el adiestramiento por ejemplo la escuela, la iglesia. Es decir
que unos actúan por coacción (represores) y otros por consenso (ideológicos). Entre los
aparatos ideológicos encontramos, La escuela.
Desde la pedagogía, la escuela es la institución de tipo formal, público o privado, donde se
imparte cualquier género de educación. Una de sus importantes funciones que le ha delegado
la sociedad es validar el conocimiento de los individuos que se forman, de manera de
garantizar que contribuirán al bien común mediante sus destrezas, habilidades y
conocimientos adquiridos. Hasta el presente, no ha existido una mejor alternativa a la escuela
para la entrega de conocimientos y aún, con el enorme desarrollo de la red Internet y de los
medios y metodología de la educación a distancia, no creo que desaparezca esta institución,
debido a que la gran red no enseña valores ni habilidades motoras ni favorece la interacción
con los demás.
Idea central.
Althusser considera que la escuela sabe cumplir muy bien su rol en el contexto del
enfrentamiento entre dominadores y dominados, pues silenciosamente, educa según las
directrices del estado y gobierno de turno, quienes, a su vez, obedecen a los lineamientos de
la o las elites privilegiadas.
La escuela toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de infantes,
y desde el jardín de infantes les inculca —con nuevos y viejos métodos, durante muchos
años, precisamente aquellos en los que el niño, atrapado entre el aparato de Estado-familia y
el aparato de Estado-escuela, es más vulnerable— “habilidades” recubiertas por la ideología
dominante (el idioma, el cálculo, la historia natural, las ciencias, la literatura) o, más
directamente, la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción cívica, filosofía).
Cada grupo está prácticamente provisto de la ideología que conviene al rol que debe cumplir
en la sociedad de clases: rol de explotado (con “conciencia profesional”, “moral”, “cívica”,
“nacional” y apolítica altamente “desarrollada”); rol de agente de la explotación (saber
mandar y hablar a los obreros: las “relaciones humanas”); de agentes de la represión (saber
mandar y hacerse obedecer “sin discutir” o saber manejar la demagogia de la retórica de los
dirigentes políticos), o de profesionales de la ideología que saben tratar a las conciencias con
el respeto, es decir el desprecio, el chantaje, la demagogia convenientes adaptados a los
acentos de la Moral, la Virtud, la “Trascendencia”, la Nación, el rol de Francia en el Mundo,
etcétera.
Por supuesto, muchas de esas virtudes contrastadas (modestia, resignación,sumisión por una
parte, y por otra cinismo, desprecio, altivez, seguridad, grandeza, incluso bien decir y
habilidad) se enseñan también en la familia, la iglesia, el ejército, en los buenos libros, en los
filmes, y hasta en los estadios. Pero ningún aparato ideológico de Estado dispone durante
tantos años de la audiencia obligatoria (y, por si fuera poco, gratuita…), 5 a 6 días sobre 7
arazón de 8 horas diarias, de formación social capitalista.
Pido perdón por esto a los maestros que, en condiciones espantosas, intentan volver contra la
ideología, contra el sistema y contra las prácticas de que son prisioneros, las pocas armas que
puedan hallar en la historia y el saber que ellos “enseñan”. Son una especie de héroes. Pero
no abundan, y muchos (la mayoría) no tienen siquiera la más remota sospecha del “trabajo”
que el sistema (que los rebasa y aplasta) les obliga a realizar y, peor aún, ponen todo su
empeño e ingenio para cumplir con la última directiva (¡los famosos métodos nuevos!). Están
tan lejos de imaginárselo que contribuyen con su devoción a mantener y alimentar, esta
representación ideológica de la escuela, que la hace tan “natural” e indispensable, y hasta
bienhechora, a los ojos de nuestros contemporáneos como la iglesia era “natural”,
indispensable y generosa para nuestros antepasados hace algunos siglos.
En realidad, la iglesia es reemplazada hoy por la escuela en su rol de aparato ideológicode
Estado dominante. Está combinada con la familia, como antes lo estuvo la iglesia. Se puede
afirmar entonces que la crisis, de una profundidad sin precedentes, que en el mundo sacude
el sistema escolar en tantos Estados, a menudo paralela a la crisis que conmueve al sistema
familiar (ya anunciada en el Manifiesto ), tiene un sentido político si se considera que la
escuela (y la pareja escuela-familia_ constituye el aparato ideológico de Estado dominante.
aparato que desempeña un rol determinante en la reproducción de las relaciones de
producción de un modo de producción amenazado en su existencia por la lucha de clases
mundial.

Problema.

La educación en Colombia atraviesa en estos tiempos por una crisis notoria: La deficiencia
en la cobertura de calidad, la falta de inversión adicional, la ausencia de planes efectivos de
apoyo a los planes de mejoramiento en los colegios, la ineficacia en la aplicación de los
estándares básicos de competencias, el fracaso en la aplicación de pruebas a estudiantes y,
consecuentemente, los resultados desastrosos en las mismas, el papel indiferente de la escuela
ante la imperiosa necesidad de enseñar la convivencia, la ética, la moral, la democracia y la
ciudadanía, la apatía de nuestros niños y jóvenes con respecto a ciertas áreas del
conocimiento a causa de los bajos niveles de educación en éstas, la esquiva capacitación
continuada y permanente a docentes y el problema de la articulación de la secundaria y media
con la superior y con el trabajo y el empleo, constituyen los temas más escabrosos y
controvertidos del problema educativo actual, a la vez que, obligatoriamente, nos ubican en
el plano de la reflexión con respecto a esclarecer el sendero que debe tomar la educación
colombiana en los próximos años.
El primero de ellos consiste en cambiar la imagen de la educación dentro de la cultura
económica y política, de modo que ésta no sea vista como un “rubro engorroso del gasto
público”, sino como la inversión pública más productiva.
Como segundo reto, el articular la cobertura educativa (cupos escolares) con la calidad de la
misma. Es decir, invertir en la creación de más cupos escolares a la vez que se trabaja por
una educación que responda a los intereses y necesidades de nuestros niños y jóvenes, para
que, de esta forma, no se siga presentando el triste fenómeno de la deserción
Por último, al sistema educativo colombiano le corresponde un reto que quizá resulte ser el
más arduo de todos: La articulación de los distintos niveles y ramas de la educación. Para
esto se hace imprescindible comenzar por articular la educación infantil con la básica
primaria e igualmente, la primaria con la secundaria.

Soluciones.
Como solución ideal podremos plantear que la educación en Colombia debe hacerse
igualitaria en toda la expansión del territorio nacional, que todos gocemos de la misma
calidad alta la cual solo algunos tienen la fortuna de beneficiarse de ella.

Hay que mirar en la educación al motor dinamizador del desarrollo político, social,
económico y cultural de nuestro pueblo; por lo tanto, no deben escatimarse esfuerzos en
invertir masivamente en ella.
El gobierno debe, entonces, crear nuevos cupos reales, pero con inversión adicional, para que
cuando sean ocupados por los estudiantes, éstos encuentren suficiente calidad educativa, se
sientan atraídos fuertemente hacia el estudio y decidan por voluntad propia no desertar. A su
vez, para que los padres, al ver en la educación de sus hijos una actividad fructífera y que
abre puertas al empleo digno, a mejorar su calidad de vida, hagan todos los esfuerzos posibles
por ayudarlos a continuar.
Por último, al sistema educativo colombiano le corresponde un reto que quizá resulte ser el
más arduo de todos: La articulación de los distintos niveles y ramas de la educación. Para
esto se hace imprescindible comenzar por articular la educación infantil con la básica
primaria e igualmente, la primaria con la secundaria, de modo que cada estudiante encuentre
menos insuperables las transiciones o ascensos entre un nivel y otro, evitando así la deserción
escolar, que en muchos casos es el producto de la heterogeneidad de los distintos grupos que
llegan a conformar un curso. El reto se hace más difícil si se considera la necesidad de
articular también la básica secundaria y la media con la superior o la universitaria y con el
mundo del trabajo y del empleo.

Presentado por:
Luis Angel Rosa Gómez, Laura Barreto, Maria B, Xelena salas, Roberth Lobo.
Humanidades II
Universidad Popular del Cesar.

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