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CODIGO: 1103115885
Descorrer el lienzo de la primera gran labor de Nietzsche, El origen de la tragedia, nos conduce a un escenario
muy reconocible, actualmente a lo mejor demasiado contiguo para ser entendido correctamente. Lo que empezó
en su jornada como desafío de un lingüista volatinero haciendo equilibrios entre sabiduría y habilidad en el
filamento floja de la molestia de la cultura de la época moderna conforma actualmente ya la superficie
estremecida de nuestra ternura contemporánea. Por un lado, desde ahí se comprenden las rebeliones
contraculturales, la desmitificación de la fundación de realidad burgués, la rebelión dionisiaca de la vida... Pero el
viaje retrospectivo de Nietzsche al paisaje juvenil de la obra, en tanto centro neurálgico de su época, también
implica acceder de algún modo a un observatorio médico en el que la cultura burguesa asiste inerme y
autocomplaciente al proceso suicida de la estatización de la política. Sea como fuere, la batalla más importante
que se libra en el libro no es la del bárbaro Dioniso contra el prudente racionalista Sócrates —a fin de cuentas,
Nietzsche escribe desde la conciencia de un desenfreno socrático tan desmesurado como el dionisiaco—, sino la
del Apolo mediador cultural –un Apolo, eso sí, que venda la herida primigenia de Dioniso- contra ese Dioniso
desenfrenado que es Thanatos, ese voraz agujero negro que se aprovecha del agotamiento de nuestra realidad
disciplinada.
REFERENCIA:
Nietzsche, F. (2004). El nacimiento de la tragedia. Santa Fe, Argentina: El cid editor, pp. 8-29. Ensayo de Autocrítica. Recuperado de:
http://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2077/lib/unadsp/reader.action?ppg=1&docID=10050591 &tm=1489435982073