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Ojos cafés

La lluvia golpeteaba las ventanas ruidosamente, mientras los niños salían a jugar en las charcas
de lodo; ella se quedaba sentada en la butaca con su oso teddy jugando a las escondidas, junto
a él, realizaron su cuartel general donde estarían a salvo de cualquier peligro.

Le gustaban mucho los osos, le hacían recordar a su papa cuando se acercaba a ella y la
abrazaba fuertemente mientras los vellos incipientes de su barba le hacían cosquillas para
luego darle vueltas en el aire como a una princesa. Al pensar en él, se sintió triste, pero él
siempre le decía que en menos de lo que canta un gallo regresaría a su lado, así que todos los
días al salir el sol lo esperaba junto a su oso teddy en la espera de su regreso.

Después de robar las golosinas que tenía su hermana debajo del colchón, se dio un gran festín
como la princesa que era junto a su compañero de travesuras, guardando la evidencia en una
bolsa, se dirigió rápidamente a la calle para encontrar la canasta más cercana para luego
botarla y regresar por la parte trasera de la casa a hurtadillas antes de que la fiera de su
hermana se diera cuenta.

Al entrar, se fue caminando de puntitas hacia las escaleras como un ladrón, apenas dio tres
pasos cuando escucho el grito de su hermana. Sintió como su piel se le erizaba de miedo, iba a
empezar a correr.

- ¡Alto ahí, sanguijuela!..- se quedó helada al pie de las escaleras, iba a decir algo en su
defensa.
- Voltéate…
- No he hecho nada malo, tati..

Se giró lentamente haciendo un ligero puchero y ojitos de perrito abandonado que funcionaba
con toda su familia, le llamaba la jugada maestra.

Iba a echarle la culpa a su hermanito, pero…

- El robo casi perfecto, excepto; la evidencia que está en tu boca y de tu compinche dice
lo contrario…

Se pasó la manga de su saco de lana por la boca, para luego ver la gran mancha de chocolate
quedarse en él.

En castigo, su hermana le puso a hacer el aseo que le tocaba a ella, no replicaba, ya que aquel
castigo era mejor que los castigos que imponía mama.

Después de lavar todo los platos y darle de comer a rufus, el gato consentido de mama; se
quitó su delantal de princesa, para luego coger a su oso teddy y salir a la calle a jugar, al
acercarse al parque, observo a Lucas y a sus amigos patear el balón, quería unirse al grupo
pero prefirió sentarse en el pasto un rato mientras esperaba a que sus amigos vinieran.

Mientras tanto se imaginaba con teddy en una misión secreta, donde los dos eran súper
agentes que tenían que custodiar la fórmula de la cangreburguer.

- Tierra llamando a Laura…- Canturreo su amiga despertándola de su maravilloso sueño.

Se levantó con desgana, tenía mucho sueño y hambre, que hasta comería un elefante si se lo
permitiesen.
- Toma…- alzo la mirada y cogió la empanada que le había traído, por eso la quería
muchísimo a ella y a su mama.

Después de darles un par de mordiscos a aquel manjar, vieron a Sam venir con un balón hacia
nosotras, levantándose del cómodo pasto, se fueron a atacarle entre las dos a Sam para
quitarle el balón, trataron casi toda la tarde pero no pudieron.

- No es justo, eres un tramposo…- Sam sacándole la lengua a María haciendo que se


enojara y lo correteara por todo el parque.

Estaba empezando a atardecer y vio cómo su hermano mayor venía a recogerla, terminando el
juego se despidió de sus dos amigos para luego correr y lanzarse a los brazos de su hermano.

La cargo como una princesa hasta la casa de madera azul, al entrar a la sala el, la bajo
cuidadosamente.

- A sus órdenes mi lady, espero que haya encontrado nuestro servicio cómodo y seguro.
- Por supuesto caballero, la he encontrado de lo más reconfortante

Diciéndolo con voz aguda para luego realizar una torpe reverencia se rio de su hermano
que trato de hacerlo pero parecía una rana tratando de saltar.

Se fue hacia la cocina para saludar a mama, al entrar corrió hacia sus piernas y alcanzo su
rostro con sus pequeñas manos y le dio un sonoro beso en la mejilla.

- Hola mami…-Le alegraba cada tarde cuando su madre llegaba a casa aunque muy
cansada, nunca faltaba a su promesa.

Entre charlas sobre el trabajo de mama, chistes y chismes del barrio se la paso con su familia
durante toda la comida.

Al terminar su plato se despidió de todos y se dirigió a su cuarto, al subir a la cama se tapó con
las sabanas y se acurruco junto a teddy pidiéndole a Dios antes de dormir que cuidara a su
familia.

A la mañana siguiente al salir el sol y ser despierta por el pulgoso de rufus se vistió para ir a la
escuela, bajo las escaleras casi corriendo ya que si volvía a llegar tarde la maestra la
suspendería ya que no llevaban una buena relación todo por culpa del angelito que tenía por
hija.

Al llegar al comedor saludo a sus hermanos y a su madre, para luego desayunar casi
atragantándose en el proceso, después de terminar su desayuno se despidió rápidamente para
después correr como si estuviera en una maratón.

Esto era de vida o muerte, pasaba barrios sin importarle si botaba algo, al pasar cinco cuadras
acelero más hasta ver el portón para luego entrar rápidamente y dirigirse a su salón para
botarse sobre su silla como si su vida dependiera de ello, y lo era.

Las horas pasaban volando que sin darse cuenta ya era hora del almuerzo, todos se dirigían al
restaurante en fila india cuando escucharon las sirenas de alertas y luego disparos.

Todos los niños estábamos aterrados y no sabíamos que hacer, los profesores agarrándonos
de las manos empezamos a evacuar hacia el cerro, donde estaba la iglesia.
Al pensar en su familia, se rehusó a irse sin ellos y cogiendo impulso se separó del grupo para
luego escuchar como su maestra la llamaba pero ella no se detendría hasta llegar a casa.

Corría con toda la fuerza que tenía, lloraba asustada escuchando como los disparos se
extendían por todos los barrios.

Casi llegaba a casa, le faltaban unos pocos metros; al divisarla acelero para cuando llego entro
rápidamente a la casa para buscar a su familia.

Revise todas las habitaciones pero no los encontraba, con los ojos llorosos fui a mi habitación y
tome a teddy para luego salir de casa, triste.

Ya iba a dar la vuelta a otra calle cuando escucho la voz de su madre llamándole, sin pensarlo
dos veces me dirigí corriendo devuelta a casa, al entrar; mama me abrazo fuertemente.

- No vuelvas a hacer aquello…me asustaste mi niña

Iba a decirle que no lo volvería hacer, pero fue interrumpida por dos brazos que la abrazaron
fuertemente por detrás.

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