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La filosofía en la Grecia Clásica estuvo enmarcada por los pensamientos de sofistas y

socráticos, los cuales discutían sobre diversos temas, principalmente sobre el que englobaba
la justicia, la democracia y la retórica. Al surgir la democracia para alcanzar la libertad y
organizar la sociedad, surgen instituciones y cargos que incentivan la participación política
en la comunidad para la toma de decisiones. Entre estas; el teatro, el cual permite tratar
asuntos serios, temas cotidianos y hacer denuncias públicas. Es así como inicia la relación
isegoría-democracia –entrevé la relación con la libertad–. Por ello, es necesario educar a
los ciudadanos para que hablen bien, pues quien mejor habla es el que mejor piensa. Así es
como la herramienta fundamental de la democracia será la retórica, la cual se basa en emitir
discursos con el fin de persuadir. El debate es que la democracia lleva a la justicia pero si
aceptamos la retórica, abrimos la puerta a la injusticia. Los griegos tratarán resolverlo
haciendo énfasis en una democracia justa que pueda hacer uso de la retórica como medio
para un fin que esboce lo bueno y justo para la sociedad. Es así como intentaré responder
cómo se puede reconciliar el concepto de justicia con valor por sí misma con la retórica
como herramienta del poder, cuya reconciliación considero que es el conocimiento del
orador y el fin de su oratoria, para conmover las almas del auditorio hacía un fin virtuoso.
El orden que desarrollaré es en primera instancia la definición de justicia planteada por
Platón y trataré de explicar por qué la justicia es el mayor de los bienes en sí misma, allí
mismo hablaré de la importancia de la justicia en la construcción del orden, seguidamente
expondré la definición de retórica planteada por Aristóteles, la cual generará la discusión de
este ensayo y a partir de ella continuaré exponiendo las críticas a la retórica expuestas por
Platón e Isócrates, para que de esta manera pase a exponer los cambios que se le deben
realizar a la retórica en busca de su reconciliación con la justicia. Por último, retomaré los
puntos más importantes de la argumentación para construir unas breves conclusiones que
permitan apreciar si se logró el objetivo del ensayo, además de evidenciar los límites de la
argumentación presentada.
En el texto “República” existen varias definiciones de lo que es justicia, sin embargo, para
Platón estás nociones no tienen mucha validez, debido a que él planteará que no es justo
perjudicar a nadie, además de que el justo es bueno y sabio (República, 335c/350c) y al ser
poseedor de estas características no buscará dañar ni pasar por encima de ningún individuo.
Así llegamos a que la noción de justicia de Platón es que ninguna parte debe estar por
encima de la otra y que lo bueno siempre es bueno, por lo tanto, sus consecuencias serán
buenas. Platón (1988) llega a esta conclusión mediante los diálogos entablados en el primer
libro de “República” donde dirá que: “… ahora, añadí, si la justicia es sabiduría y excelencia.
Pienso que se manifiesta fácilmente más fuerte que la injusticia, puesto que la injusticia es
ignorancia.” (p. 96-97). Entonces, la justicia estará enlazada con el conocimiento puesto que
es un bien moral y es ella la que conducirá al individuo a la felicidad.
Sócrates considera que la justicia es un bien que deseamos por sí misma, puesto que ella
nos otorga consecuencias buenas que no solo influyen en nuestra vida moral sino también
en la material. De esta manera, Sócrates (1899) dirá: “Pienso -respondí- que habría que
colocarla en la clase más bella, la de los bienes que anhelamos tanto por sí mismos como por lo que
de ellos se genera, al menos para quien se proponga ser feliz.” (p. 105). Para explicar mejor esta
idea, Sócrates anteriormente habrá dicho que “…precisamente quien vive bien es feliz y
bienaventurado, al contrario del que vive mal… Por lo tanto, el justo es feliz y el injusto
desdichado” (República, 354a). Como ya sabemos, los griegos buscarán siempre la
felicidad, por lo tanto, al ser la justicia un medio para llegar a ella también se convierte en
el fin. Me explico: según lo planteado por Sócrates y Platón, quien es justo es feliz pues
vive bien pero quien usa la justicia como un medio para cometer fechoría en busca de un
fin que no sea la felicidad, inmediatamente será injusto y por lo tanto infeliz. Es por esto,
que la justicia no solo es un medio sino que también es un fin pues sin ella no se materializa
la felicidad, ni el orden, ni la libertad. En pocas palabras, sin justicia no existe la virtud.
También entrará la idea de que la justicia dentro de la polis es esencial y que será el mejor
orden para la ciudad, pues una ciudad que está bien ordenada es, por consiguiente, una
ciudad justa. Es decir que para llegar a ella se necesitan ciertas costumbres que se basen en
el bien común y no en el bien individual, pues el segundo está cegado por las pasiones y se
convierte en injusticia. Primero Platón buscará la justicia en la polis, pues considera que el
Estado nace cuando el individuo no se autoabastece sino que necesita de otros y crea la
necesidad de asociarse con otros para buscar el bienestar general.
La noción aristotélica acerca de la retórica será que esta es vista como la habilidad de ver
los instrumentos de persuasión, Aristóteles (1355b) afirma que la retórica es “la facultad de
considerar en cada caso lo que cabe para persuadir (...) sobre cualquier cosa dada, por así
decirlo, parece que es capaz de considerar los medios persuasivos, y por eso decimos que
no tiene su artificio acerca de ningún género específico”. Mientras que para los sofistas, la
realidad es construida a través del discurso y este vendría siendo una convención basada en
la verosimilitud, por esto, se dirá que la retórica no es justa. Su objetivo como tal es el de
persuadir, así como dice Gorgias, es "ser capaz de persuadir, por medio de la palabra, a los
jueces en el tribunal, a los consejeros en el Consejo, al pueblo en la Asamblea y en toda
otra reunión en que se trate de asuntos públicos" (Gorgias, 452e). También busca generar
cierto tipo de placer sin reparar si es bueno o malo para su auditorio. Está enfocada a un fin
específico, por lo cual no hay discurso neutral. Trata de persuadir sobre lo justo y lo injusto,
ante una multitud que, por principio, es ignorante. Por esta razón, veremos como Platón e
Isócrates critican arduamente esta práctica y a quienes la ejercen. Rossi, G (2003) dirá que:
Las críticas dirigidas por Platón a los tratados de retórica no se refieren a los recursos que
aquéllos ofrecen en sí mismos, sino al hecho de que no disciernen en modo alguno cuándo y
para qué es conveniente aplicarlos, del mismos modo que en el Gorgias no se criticaba la
producción de un efecto placentero en sí misma, sino más bien la ausencia de un principio
(i.e., el bien como fin) que regulara tal producción. (p.306)

Como se menciona anteriormente la crítica de Platón no va dirigida en sí a la producción de


placer, sino a que no existe un principio regulador, el cual debería ser el conocimiento de la
justicia, para así establecer el fin mayor y a partir de este producir placer. La producción de
placer sería admitida por Platón bajo ciertas condiciones, como que el bien debe ser el fin
regulador y el placer solo será un instrumento para llegar a él, siendo así, el orador debe
poseer el conocimiento de lo justo, de lo bueno y de lo bello. En “el arte de los discursos en
el Fedro”, Platón dirá que el arte de la retórica deberá cumplir con “algo más”, esto será el
requisito de toda téchne: conocer la naturaleza (el alma) de todo aquello sobre lo que
ejercerá acción para poder determinar qué tipo de discurso se ajusta mejor para producir
efecto en cada tipo de alma. La crítica es que los tratados de retórica no disciernen cuándo y
para qué es conveniente aplicarlos, por lo que es necesario ese ‘algo más’. Así que en boca
de Sócrates se dirá que:
Pero, cuando sea capaz de decir quién es persuadido y por qué clase de discursos, y esté en
condiciones de darse cuenta de que tiene delante a alguien así... Cuando esté, pues, en
posesión de todo esto, y sabiendo de la oportunidad de decir algo en tal momento, o de
callárselo, del hablar breve o del provocar lástima, y de las ampulosidades y de tantas
cuantas formas de discurso aprendiera, y sabiendo en qué momentos conviene o no
conviene aplicarlos, entonces es cuando ha llegado a la belleza y perfección en la posesión
del arte, mas no antes. (2712-272a)

Por su parte, Isócrates dirá que estos discursos son vacíos, que los oradores que se hacen pasar
por maestros con el fin de obtener discípulos y remuneraciones en riqueza, y solo intentan educar a
los demás cuando ellos son lo que deberían educarse (Contra los sofistas, 13). Crítica la manera en
la que se enseña la retórica y dirá que “no es muy difícil llegar a dominar la ciencia de los
procedimientos con los que pronunciamos y componemos todos los discursos, si uno se confía, no a
los que prometen con facilidad, sino a los que saben algo sobre ello.” (Contra los sofistas, 16).

Por lo tanto, llegaremos a la idea de que la retórica si se puede reconciliar con la justicia con valor
en sí misma y así, reconciliarse también con la democracia. Para que esto suceda es necesario un
orador y un auditorio conocedor, y esto solo se logra con la educación de los mismos. Empecemos
por la educación del auditorio, cuando cae el teatro a su vez cae la democracia pues se limita la
libertad y la isegoría, entonces una manera de obtener nuevamente ese auditorio conocedor es por
medio de las instituciones que permitan la participación del hombre dentro de los asuntos de la
polis, es por esto que Isócrates dirá en “Aeropagítico” que es necesario volver a la democracia, a
reconstruir esas instituciones, esos monumentos, esos templos, es necesario crear ese nacionalismo
que desencadenará la búsqueda por el bien común antes que el bien personal (Isócrates, 67, 70).
Además de que esta cooperación construida por la justicia, encaminada en la búsqueda de la paz
será el punto de partida para llegar al fin que es la felicidad y esto es lo que debe buscar el
legislador, en este caso, el orador.

La retórica también debe tener ese “algo más” mencionado por Platón, y es el hecho de conocer al
auditorio y a sus almas, para así aplicar los discursos adecuados que los lleven a ese fin que es el
bien y lo justo. Para que el orador conozca esto es necesaria la inteligencia, por medio de la cual
podrá regular ciertas prácticas –como sus discursos- y enfocarlas en la mejoría de su audiencia.
Pues entonces, si conoce el orden de la realidad, el territorio y la población, sabrá entonces como
hacer el bien y será poseedor de la inteligencia. Entonces, para llegar a la educación tanto del orador
como del auditorio, es necesaria la persuasión y la violencia, y estas se logran por medio de la
educación pública –como las académicas, el teatro, etc.-. De esta manera, si el discurso es divulgado
por un conocedor (buena persona) y este a su vez es un buen orador, llegará entonces a la retórica
filosófica, donde hará uso de la dialéctica para ser conocer y uso de la praxis para ser buen orador.

Podemos concluir entonces con que si tenemos personas educadas, inteligentes y virtuosas serán por
consecuente excelentes, y por medio de esta excelencia podrán saber cuál es la forma correcta de
hacer las cosas, de modo que como son conocedores sabrán que es lo bueno y actuarán bien, a su
vez, sabrán lo que es justo y obrarán justamente. Es fácil creer que esto no es posible, sin embargo,
me veo en la obligación de recordarles que la justicia que se impartirá será la que promueve la
equidad, es decir, donde todos están en las mismas condiciones y ninguno estará por encima de
nadie. Esto será apoyado y vigilado por instituciones como las asambleas donde participarán estos
ciudadanos educados con el fin de conocer y llegar a lo bueno para promover lo justo, de modo que
servirán no por la remuneración sino porque es un deber buscar el bienestar común de la sociedad,
de esta manera se crearán leyes que garanticen que nadie le cometa injusticia a otros individuos,
moderar los deseos para que siempre prime el deseo común antes que el individual, pues
recordemos que el “Estado Enfermo” que plantea Platón es aquel donde se sobreponen los deseos y
placeres individuales, donde se deja de pensar en el otro y solo por medio de la educación y la
noción de justicia se puede curar. Entonces, estas leyes creadas por hombres conocedores y justos,
serán en consecuencia: justas.

Es así entonces como por medio del conocimiento y de las costumbres implantadas por los
legisladores inteligentes que se llegará a un Estado donde es posible la convivencia entre la justicia
con valor en sí misma y el uso de la retórica como herramienta de poder, puesto que ambas van
encaminadas a una democracia que vele por lo público, lo general, lo que es mejor para todos.
Entonces, cuando la retórica deja de buscar el placer como fin, sino que lo plantea como medio para
llegar al fin rector que será la justicia, podemos hablar de su uso dentro de la democracia sin abrirle
puertas a la injusticia, ya que el orador y el auditoria serán conocedores y virtuosos.

Bibliografía:
Platón (1899) “República”. Madrid, España: Editorial Gredos.
Aristóteles (1994) “Retórica”. Madrid, España: Editorial Gredos.
Rossi, G. (2003) “¿Retórica o verdad? La ‘tercera vía’ de Platón”. Argentina: Revista
Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXIX N° 2.
Isócrates (1979) “Discursos I: Contra los sofistas”. Madrid, España: Editorial Gredos.
Platón (1988) “Diálogos III: Fedro”. Madrid, España: Editorial Gredos.
Platón (…) “Gorgias”. Madrid, España: Editorial Gredos.

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