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Universidad Autónoma Metropolitana

Unidad Iztapalapa
Posgrado en Humanidades
Línea Filosofía Moral y Política
Trimestre 011-I
Teoría de la Democracia
Mtro. Gabriel Vargas Lozano
Raúl Sotomayor Guerra

Las críticas de Marx a Hegel bajo un supuesto democrático

La Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel es un trabajo de juventud de Carlos


Marx que señala un paso importante en la evolución y al mismo tiempo de ruptura de su
pensamiento que “era un comentario casi literal de los parágrafos 261 a 313, es decir, los
relacionados directamente con el programa que a la sazón preocupaba a Marx: el
problema del Estado”1.
Marx, con ayuda de la lectura de Feuerbach, descubre “la existencia de una aguda
contradicción entre el Estado, que él ve todavía hegelianamente como esfera de la razón
y de lo universal, y los intereses particulares vinculados a la propiedad privada” 2.
Podemos decir que también este texto sirve como una respuesta al proyecto de régimen
hegeliano, es decir la monarquía constitucional (que para la época era algo avanzado),
así como una noción de izquierda sobre el Estado.

Así, para Marx el Estado está compuesto de hombres “reales y concretos” que en
su forma de organización crean una serie de pautas políticas mediante los cuales hay
unos condicionamientos históricos y este argumento sirve para definir una idea central
en la crítica de Marx a Hegel: el Estado surge de los individuos como una condición real
y empírica: “La transición de la familia y de la sociedad civil al Estado político consiste,
por lo tanto, en que el espíritu de esas esferas, que es en sí el espíritu del Estado se

1
P. 5
2
Ibídem, p. 6
relaciona ahora también como tal a sí y es real, en tanto que es su esencia, para sí”3.
Según lo que podemos entender de la lectura, para Hegel el Estado es la culminación del
espíritu infinito que solamente encuentra su faz concreta en la familia y en la sociedad
civil. Para Hegel lo que es una relación concreta se vuelve un fenómeno, una
manifestación abstracta.

Esta es parte de la ruptura con Hegel en cuanto que la idea de Estado se identifica
con el ser real. Lo que sigue en adelante es una argumentación donde prevalezca el
“predicado abstracto”, en contraposición a la idea del Estado como un fin concentrador,
general, como voluntad general que tuviera como predicado la realización real de su
existencia. El problema radica en la existencia del Estado como realidad separada de la
vida social. Podemos decir que para Hegel la figura del rey como representante de la
soberanía es la esencia del Estado mientras que Marx encuentra en la idea de sociedad
civil su realidad concreta. Este es el punto que considero medular para considerar a Marx
una suerte de joven demócrata, que a pesar que en los escritos posteriores no defendió
una postura similar, puede servir para allanar el camino en cuanto a su idea sobre la
democracia. Para llegar a esto, se sirve de la superación de lo que en Hegel se conoce
como la individualidad particular como contraria al Estado. Para Marx, Hegel menosprecia
la cualidad de sujeto político al individuo en aras de la consolidación del Estado. En este
sentido, otro problema que salta a la vista es que para Hegel el monarca es la
autodeterminación del Estado, su personalidad restringe esa autodeterminación como,
dice Marx, forma de Estado al simple contenido del yo como personalidad real, como
voluntad. En pocas palabras, Hegel reduce y concentra el carácter social de todos los
individuos a la voluntad del monarca y entonces “la democracia es la verdad de la
monarquía, pero la monarquía no es la verdad de la democracia. La monarquía es
necesariamente democracia en tanto que es inconsecuencia con respecto a sí misma; el
momento monárquico no es una inconsecuencia de la democracia”4. Hegel evapora a
través de la personalidad del Estado la autodeterminación del mismo y lo transforma en
un yo, si se me permite la expresión “volitivizado” que, aunque debería representar la

3
Ibíd., p. 17
4
Ibíd., p. 40
síntesis de lo particular en lo universal, sin embargo no expresa la soberanía, “pero si el
soberano, en cuanto representa la unidad del pueblo, sólo es por lo tanto representante,
símbolo de la soberanía del pueblo, la soberanía del pueblo no es expresada mediante
él, sino a la inversa, él mediante ella[…]¡Cómo si el pueblo no fuera el Estado real! El
Estado es lo abstracto. Sólo el pueblo es lo correcto. Es notable que Hegel únicamente
después de grandes vacilaciones y reticencias atribuya a lo concreto una cualidad
viviente como la de la soberanía, mientras lo hace sin hesitación para lo abstracto”5.
Deduzco que naturaleza monárquica y la figura misma del soberano en el Estado es un
error en la dialéctica hegeliana porque éste es producto de la síntesis de varias
determinaciones, dejando de lado la más importante: la del pueblo. Así, la lógica de la
democracia para Hegel es “la verdad de la monarquía, [aunque para Marx] la monarquía
no es la verdad de la democracia. La monarquía es necesariamente democracia en tanto
que es inconsecuente con respecto de sí misma; el momento monárquico no es una
inconsecuencia de la democracia. La monarquía no puede ser comprendida en sí misma,
pero la democracia sí”. La distancia abismal entre Estado y sociedad civil podemos verla
claramente en el lugar privilegiado que Hegel le da al Estado, entendido como
universalidad espiritual de la voluntad de la sociedad civil y para dotar esta idea de
justificación, dice Marx que Hegel apela a la personalidad del monarca como voluntad del
Estado. ¿Entonces dónde queda el posible criterio arbitrario del soberano? El ámbito de
la sociedad civil aparece distante del Estado y es muy difícil que aquélla pueda
expresarse a través de la voluntad del monarca a quien, sea dicho de paso, Hegel propina
el atributo de “pura autodeterminación de la voluntad [de la cual su esencia es]
determinada como sujeto místico de la voluntad”6.

Para salir del problema entre la identidad del Estado y la sociedad civil, Hegel
propone una vía para que el ciudadano tenga la posibilidad de ingresar a la esfera estatal
y así actuar a favor del status quo7. Marx insiste en que con esto se abre la separación

5
Ibíd., p. 38
6
Ibíd., p. 46
7
Citando a Hegel: “Esta posibilidad que tiene cada ciudadano para llegar a ser funcionario del Estado es […] de
naturaleza muy superficial y dualista”. Y Marx rebate “La posibilidad ofrecida a todos de adquirir el derecho a
participar en otra esfera, sólo demuestra que su propia esfera no es la realidad de este derecho.”. Ibíd., p. 65
entre ambas esferas. Para que el funcionamiento del Estado Hegel propone que sea la
constitución y la división de poderes sean quienes controle al Estado pero, como dice
Marx, la existencia de la constitución no obedece a una necesidad abstracta
independiente o sujeta a la voluntad del monarca sino al revés: para que la constitución
sea el catalizador del Estado es necesario que se sujete a su sujeto real, es decir, a la
sociedad civil. “La constitución no es más que un arreglo entre el Estad político y el Estado
no-político; por tanto, es necesariamente en sí misma un compromiso entre poderes
esencialmente heterogéneos […]El poder legislativo no crea la ley; no hace más que
descubrirla y formularla”8.

Hegel cree que el intermedio entre el Estado y la sociedad civil son las clases,
entendidas como diferentes a la burocracia, quienes establecen relaciones de restricción
vis a vis el Estado, de modo que el núcleo político central queda trasladado a la esfera
pública de las organizaciones civiles (pero ordenadas jerárquicamente, eso sí). Esto sirve
a Marx para desarrollar una idea que será medular en su pensamiento maduro: la de que
el interés del Estado real se divide en intereses de clases que buscan cobijadas por la
normatividad estatal aislar los intereses reales de los ciudadanos, “las clases son el medio
en el que “el sentido y la mentalidad del Estado y del gobierno” deben encontrarse y
unirse con el “sentido y la mentalidad de las esferas particulares y de los individuos” […]
¿En qué, pues, sirven las clases como mediador con ese extremo? Únicamente en que
“los intereses particulares de las comunidades, corporaciones e individuos se aíslan”, o
en que sus intereses aislados arreglan por intermedio de las clases sus cuentas con el
Estado y también en que el “pensar y querer inorgánicos de la multitud y de la masa en
la creación de las clases han ocupado su voluntad en la apreciación de la actividad de
las clases”.

La propiedad privada es la condición “natural” del ciudadano contra el Estado y


está dada por los intereses de dependencia donde “el libre arbitrio general y la moralidad
sean inalienables. La “inalienabilidad” de la propiedad privada es al mismo tiempo la
inalienabilidad del libre arbitrio general y de la moralidad social”.” En tanto demócrata,

8
Ibíd., p 74
Marx critica fuertemente el consentimiento del monarca, “Soy un hombre por nacimiento,
sin que para ello necesite el consentimiento de la sociedad; pero este nacimiento no hace
reyes o pares sino con el consentimiento universal. Este consentimiento es el que hace
del nacimiento de este hombre y el nacimiento de un rey: por lo tanto, es el consentimiento
y no el nacimiento el que hace al rey”. Podemos entonces concluir esta breve monografía
sobre las notas críticas relacionadas con la democracia que Marx vierte sobre Hegel en
que los condicionamientos de clase son los que determinan las relaciones no sólo
políticas sino sociales. Considero que aquí está el germen para el desarrollo del
socialismo científico. La idea final consiste en que “el elemento democrático [para Hegel]
no puede ser admitido sino a título de elemento formal en un organismo del Estado que
no es más que formalismo del Estado [sino] por el contrario [dice Marx], el elemento
democrático debe ser el elemento real que se da en todo el organismo del Estado en su
forma racional.”9 He aquí el democratismo de Marx en su máxima expresión; quizás fue
un escrito de juventud, pero servirá para entender los supuestos bajo los cuales
desarrollará ideas como la de “dictadura de proletariado”, que tanta confusión ha
generado a partir justamente de doctrinas derivadas como el estalinismo y el marxismo
asiático.

Bibliografía:
Marx, Carlos (1961) Crítica de la filosofía del Estado de Hegel. Juan Grijalbo Editor,
primera edición. México.

9
Ibíd., p. 144

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