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El trabajo de sanación con el Dios y las tres almas

Via Sidereaque/Via Stellare

Uno de los aspectos que en los textos anteriores no hemos tratado es la faceta de
Sanador del Dios. Es válido aclarar que la figura del Maestro como fuerza sanadora no se
remite a imágenes estilizadas como Apolo o Asclepios, que nos muestran una medicina más
refinada y científica, sino que nos trae imágenes chamánicas, relacionadas con la curación
interna y la superación personal. La enfermedad es una encrucijada, es un momento crítico
en el que caminamos entre los mundos, por eso le corresponde al Dios orientarnos en este
proceso. Lo mismo sucede con las emociones no liberadas, resultan ser un momento de
quiebre, de decisión ante dos caminos.
El Dios habita en todos los cruces, no sólo los físicos sino también en los
espirituales. Se cree que cuando una persona se enferma se está alejando de la perfección de
los ciclos de la vida porque por un motivo particular no desea aceptar esos ciclos. Entonces,
ante esta frustración sale eyectada de la perfección del Todo y comienza a “cegarse”. El
brujo es manifestación perfecta del Maestro y sigue sus pasos –en los casos óptimos, claro,
es decir, aquellos en los que no se presenta ninguna mistificación– y como tal tiene la
capacidad de volver a insertar a las persona enferma a los ciclos en los que se vio
extraviada. Durante la sanación, el Brujo se alinea con el WitchFather y emula sus ciclos.
El alma de la persona que padece la dolencia reconoce la perfección de la obra que se está
actualizando en ese ritual (puesto que todo ritual es una actualización de un evento mítico)
y vuelve a ingresar al Todo.
Es obvio que el enfermo no está completamente alineado del Todo, sino que
simplemente se ha producido un quiebre que lo ha alejado de las perfecciones de los
Dioses, pero es imposible perdernos en lo que No Es, porque todo forma parte del Ser,
incluso lo que es potencialmente. Dicho de otra manera: un enfermo está desconectado de
su realidad pero no de La realidad, por eso es posible su reinserción. Sucede que algunas
personas se alejan más que otras y de eso se deduce el tiempo en que tardan para sanarse.
En la enfermedad estamos fuera de nosotros mismos, no nos reconocemos y no
reconocemos lo que tenemos frente a nosotros. El Dios es el que revela, el Sol que lo
ilumina todo, el hombre que nos entrega la llama para ver el camino. El proceso de
entender lo que nos pasa es la primera parte del camino hacia la sanación. Uno se “salva” o
se recupera por medio del conocimiento mismo. En este punto yo trabajo con un rostro del
Dios típicamente itálico llamado Splendor. En mi Tradición, Splendor es la faceta más
apacible y consoladora del Dios, el lucero del alba, la fuerza que abre las puertas y refleja el
nacimiento, el que advierte la presencia del Sol. Concebimos a Splendor/Heósforo
(relacionados con Lucifer) en conjunto con Hesperus/Héspero/Vesper o incluso como un
par Lucifer-Vesper de rasgos alquímicos. Ellos son las dos fuerzas equilibradoras del
Universo, los gemelos divinos de los que muchas tradiciones hablan. Trabajar con estos dos
aspectos es verdaderamente útil cuando las enfermedades se producen a partir de un
desequilibrio o exceso de una cierta energía. Cuando trabajamos por personas muy
desestabilizadas energéticamente o con personalidades muy ciclotímicas es propicio
invocarlos para armonizar sus dos hemisferios.
Una forma sencilla de trabajar con ellos es exponernos a los opuestos: colocar una
vela blanca a la derecha y una negra a la izquierda, agregar algunas rocas de los mismos
colores y dos copas con el mismo vino. Luego de meditar y de trabajar con cada uno,
unirán ambas copas en una tercera y la beberán visualizando cómo la luz blanca y la negra
se mezclan en sus cuerpos equilibrándose.
También se habla de una alineación de las tres almas. En la Brujería Tradicional
muchas tradiciones creen que el hombre tiene tres almas. En mi tradición (cuidado, el
Tradición Feri tiene una concepción diferente de las almas) son: el Alma Negra (Vivi, o
Alma Inferior), que es el encargado de mantener nuestra energía vital, contiene todas las
percepciones sensoriales, se comunica con nosotros a través de los sueños y los símbolos
(imágenes, sensaciones, aromas, sonidos, etc.). De ella nacen todas las sensaciones internas
y las emociones; actúa por impulso primario. Físicamente, podemos notarlo mejor en el
punto bajo el ombligo pero generalmente es percibido como nuestro cuerpo astral, el que
viaja y se mueve entre mundos, el único que puede Cruzar el Cerco. Es la parte de nosotros
que se codea con los demás, que absorbe y emite energía. Con la muerte desparece o se
degrada.
El Alma Roja (Emi o Alma Media) es el alma que vine en nuestros huesos, es la
llama del Dios Rojo en nosotros, la parte de nosotros que recuerda nuestras vidas pasadas y
los vínculos con la tierra. Ésta alma es la que juró, en el momento de la creación, unión y
paz entre todos los seres. Es la que se encarga de las emociones verdaderas dejando las
impresiones para el Alma Negra. Todo conocimiento espiritual se obtiene por medio de ésta
primera pero se almacena en la Roja, por eso adoramos a los antepasados por medio de los
huesos. También depositamos toda la memoria de nuestra familia, por lo que podemos
encontrar el origen de alguna enfermedad heredada o que se ha producido a raíz de un
conflicto familiar en esta alma. Cuando morimos esta Alma queda en los huesos, aunque su
memoria alimenta a la tercer alma.
El Alma Blanca (Ori, Alma Superior) contiene todo aquello que somos realmente,
todo lo que podemos llegar a ser, y aquello para lo que estamos llamados a hacer. Es el
alma que nos guía y nos inspira. Su consciencia se encuentra más allá del pensamiento
lineal, de los sentidos y de la consciencia psíquica, pudiendo estar incluso más allá del
tiempo. En su interior guarda tanto lo masculino como lo femenino, y puede sentirse sobre
nuestras cabezas como una pequeña bola de luz, una estrella brillante o una flor luminosa
habitualmente de color azul, blanco o dorado dependiendo de tu grado de evolución
espiritual. Es difícil que una enfermedad se aloje en este nivel tan puro. Cuando morimos es
el alma que recoge todas las memorias de las otras dos y vuelve a La Patria, a la Tierra de
los Dioses para luego, dependiendo de la experiencia y la concientización de su perfección,
encarnar o volverse una Alma Vieja al lado de los Dioses.
Cuando hacemos rituales el Alma Negra nos proporciona la energía y el
conocimiento práctico, el Alma Roja es la que nos une con todo el entorno y con nuestro
pasado y futuro entregándonos conocimiento teórico y la Alma Blanca es la que
efectivamente se une a los Dioses y nos entrega conocimiento divino o Gnosis. La primera
alma debe estar desbloqueada para poder acceder a la segunda y así obtener el poder de
nuestras raíces. Sólo así, uniendo la voluntad del Alma Negra y el saber de la Roja
podremos ser conscientes el poder de la Blanca.
Para trabajar y depurar el Alma Negra suelo convocar a Melek Taus. Las siete
fuentes que llenó al llorar pidiendo perdón me sirven de alegoría para purificar los siete
chakras. También he intentado trabajar con Buca pero no aconsejo que lo hagan en el caso
de que no estén familiarizados con las energías feéricas ya que es un Dios bastante travieso,
en especial si se trabaja con Bucca Dhu. Para entrar en contacto con el Alma Roja
recomiendo a Tubal Caín y para trabajar con la Blanca con Jano.
Incorporar el Dios al Camino del Sanador parece ser una tarea fácil por la gran
cantidad de rostros que podríamos invocar, pero justamente por lo mismo podría ser
complicado. La sanación que puede entregarnos el Herrero, por ejemplo, resulta ruda,
rudimentaria, directa: nos enseña a cerrar nuestras heridas exponiéndonos al fuego. El
trabajo con Bucca podría ayudarnos a contactar con nuestra infancia y con recuerdos
intrauterinos, y Pan nos ayudaría a liberarnos en caso que las enfermedades estuvieran
producidas por ataduras emocionales. Lucifer es bueno para la ceguera de cualquier tipo.
El Dios Cornudo en sí se manifiesta a veces como un sanador, un chamán que se
viste como animal para ir en busca de medicina espiritual al otro mundo. El brujo puede
envestirte como él para obtener mayor poder. He conocido brujos que se visten con pieles o
se colocan cuernos en su cabeza, cuernos que adornan con diferentes objetos y amuletos
que le sirven para el viaje en trance. Ésta es la sanación de la que nos ocupamos en mi
tradición. Viajamos a los Otros Mundos para saber qué le ocurre al enfermo y para
preguntar la medicina. Purificamos su Alma Negra y la sintonizamos con las otras dos.
Luego insuflamos la medicina correcta y entregamos algún fetiche si es necesario. En el
proceso puede ser necesario hacer limpiezas con objetos, como flores, huevos, tabaco,
cuernos, palos, velas, incluso alimentos o pólvora. Procedemos a reintegrar al paciente al
Mundo de los Dioses presentándolo. A veces es necesario hacer más de una limpieza o
realizar algún ritual específico con el paciente, por lo que el proceso se dilata y puede llevar
un tiempo considerable.
Si practican alguna técnica de sanación con la imposición de manos, invoquen al
Dios Rojo en su faceta de Sanador y verán los resultados. Pídanle que les entregue
información acerca de los malestares de la persona que va a ser atendida. Yo dejo que este
trabajo lo realicen mis espíritus, quienes recorren los cuerpos del paciente y me comentan
lo que tienen. Luego evalúo si con una salmodia es suficiente o si necesitaré usar la
imposición de manos, pociones, baños o limpiezas con otros materiales. Allí invoco al Dios
para que auspicie mi trabajo. Cuando el proceso ha finalizado nunca faltan las libaciones y
las ofrendas a los espíritus que participaron de la obra.
Cuando una persona viene por algo específico, generalmente problemas que se
tratan con curanderos, como verrugas, culebrillas, manchas, saladuras, etc., trabajo de la
misma manera, siempre encomendándome al Dios. En caso de trabajar con energías
eminentemente femeninas no lo invoco, por ejemplo, en caso de un aborto (creemos que es
necesario eliminar las energías producidas por un aborto natural), o en cáncer de útero, o
problemas en las mamas o similares, porque pueden significar para la zona enferma un
ataque demasiado directo que no lograría nada, sino simplemente resentir más esa energía.
A veces no es necesario nada nada de esto, simplemente meditar para acompañar el
proceso médico habitual puede ser de gran ayuda.
Les propongo dos rituales, el primero es una alineación de las tres almas, lo que no
sólo nos ayudará a contactar con los Dioses sino que nos mantendrá alejados de la
enfermedad, y el segundo es un ritual de sanación.

Alineación de las Almas

Enciende algún sahumerio que te guste y que te relaje, yo prefiero usar simplemente
incienso pero puedes usar el que prefieras. Dispone tres candelabros, tu athame y una copa
con agua (o vino) frente a ti. Si usas cuerdas de iniciación, puedes disponer las tres cuejrdas
frente a ti también.
Respirarás veintiuna veces profundamente. Las primeras siete te centrarás en la
parte baja de tu estómago, las siguientes en tu pecho y los huesos que se mueven mientras
respiras y las últimas en un punto que se ubica a una mano por encima de tu cabeza.
Encenderás una vela negra que tenga escrito tu nombre y la tomarás en tus manos.
Siente las emociones que fluyen en tu cuerpo, los olores que inundan tu nariz, el tacto de la
vela en tus manos, el sabor de tu boca, el movimiento de tu lengua, la posición de tu
cuerpo. Respira haciendo que tu conciencia se meta en tu cuerpo. Imagina cómo un aire
negruzco entra por tu nariz y se ubica justo debajo de tu piel. Canta tu nombre tres veces.
Deja la vela en el altar y cruzarás por unos segundos tus manos sobre tu barriga para luego
mostrar tus palmas hacia la tierra.
Encenderás la vela roja, también con nombre escrito, y la tomarás entre tus manos.
Siente todos tus huesos y trae a tu memoria tu familia. Sé consciente de la energía que los
une. Recuerda a tus ancestros y, si los conoces, a tus espíritus guía. Luego recuerda que
todo lo que existe está conectado y que todo respira contigo en este momento. Imagina una
luz roja que entra por tu nariz y se ubica dentro de tus huesos. Repite siete veces tu
apellido. Deja la vela en el altar y cruza tus brazos sobre tu pecho para luego extenderlos
hacia adelante.
Por último, encenderás la vela blanca con tu nombre y la tomarás entre tus manos.
Siente la energía de los Dioses dentro de ti. Percibe el Espíritu Divino flotando sobre tu
cabeza como una luz blanca o azulada. La llama de la Creación, el Fuego Sagrado sobre ti.
Respira e imagina cómo esta luz te baña en la periferia de tu cuerpo. Repite once veces tu
nombre mágico. Deja la vela en el altar, cruza tus brazos sobre tu cabeza y luego
extiéndelos hacia los cielos.
Ahora las tres almas respiran juntas: siéntelas. Con tu athame traza un pentáculo en
tus pies, otro frente a ti y uno sobre tu cabeza. Luego consagra con la daga el agua y bébela
en honor al Padre y la Madre de los brujos.
Repite: Tres almas alineadas dentro de mí (x3), tres almas que hablan como una
sola. Soy negro, soy rojo, soy blanco. Así sea.
Nota: el sacerdote de mi tradición adquiere tres nombres, que son los que se vibran
en este ejercicio. He reformulado la meditación para poder hacerla pública.

Ritual de expulsión de la enfermedad y sanación con el Dios

Encenderás una vela roja en el centro del altar. Extenderás tus manos hacia el cielo
y dirás:

Melek Taus, Akheraiaun, Pan, Jano, Fauno, Sylvanus, Viejo Nick, Poderoso Bucca,
Ancestral Atho, Herne, Enastado Kernunnos, Maestro, Dios Rojo, te saludo en esta noche,
ven y auspicia mi trabajo.

Alrededor colocarás tres velas negras. Encenderás las velas negras en forma anti
horaria, diciendo:

Gran Dios, Maestro de los Brujos, Señor de los Cuernos,


Forjador de las Almas y Portador del Fuego de la Astucia,
en esta noche me propongo repeler a la enfermedad,
con el poder de la luna
y con el que crearé bajo el manto del cielo.
Por los poderes de la Luna,
Por los poderes del Antiguo Hombre,
que así como esta cera se derrite,
También desaparezca mi enfermedad.

Tomarás un ramillete de ruda y romero, lo mojarás en agua y lo pasarás por tu


cuerpo (o por el del enfermo) y recitarás a la vez que “barres” hacia abajo:

Por los poderes de la ruda y el romero


Por los poderes del agua,
Por los poderes del Gran Maestro,
Purifico mi alma, mi cuerpo y mi mente
De toda enfermedad.
¡Aléjate oscuridad!
¡Aléjate enfermedad!
Que yo no sea preso por tu poder.
No tienes poder sobre mí,
No tienes autoridad sobre mí.
Te barro, te limpio, te exorcizo.
Ruda bendita, destrúyelo,
Romero bendito, expúlsalo.
Gran Padre, auspicia mi Oficio.
AKHERAIAUN, IO, EVOHE, IO, PAN,
IO EVOHE, IO EVOHE, PAN.

Encenderás el carbón y quemarás un poco de sangre de drago. En forma anti horaria


pasarás el incensario alrededor de ti o sobre el cuerpo del enfermo:
Por el poder de la sangre de drago,
Y del carbón,
Por los poderes del Fraguador,
Que así como este humo se eleva,
Se eleve la enfermedad y sea arrastrada por el viento.
Los poderes del aire me son propicios esta noche.
¡Aléjate con el humo, enfermedad!
Ya no habites en XXX [el lugar de la afección]

Por último te pintarás sobre la zona afectada con la pintura negra. Puedes hacer
espirales de expulsión, cruces, lo que desees para expulsar.
Tomarás la naranja y dirás:

¡Espíritu de la enfermedad, toma como casa esta naranja y aléjate de mi cuerpo!

Lo que sigue es o enterrar la naranja, o quemarla entera o apuñalarla, las tres


opciones son válidas. Elige la que te sea más sugestiva.

Aléjate y jamás vuelvas

Podrás quitarte los símbolos una vez que las velas se hayan consumido.
Todos los restos serán enterrados. Enciende luego una única vela blanca en tu altar y
deja una copa de vino al Dios.

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