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Siguiendo con el análisis de ciertas palabras y gestos del Jesús histórico, es necesario
insertar muchos de estos al interno de las celebraciones litúrgicas del pueblo de Israel.
Iniciamos nuestra reflexión partiendo de la fiesta de las tiendas, tomando como referencia
bíblica el texto de Jn 7,37-39:
Y en el último día el grande de la fiesta se puso de pie Jesús
y gritó diciendo: Si alguno está sediento, entonces que venga
a mí y beba. El que cree en mí, como dijo la Escritura: ríos
desde su interior brotarán de agua vivificante. De hecho, esto
dijo del Espíritu el cual estaban por recibir los creyentes en Él.
Dado que todavía no había Espíritu, pues Jesús aún no había
sido glorificado.
Este texto describe un episodio acaecido el último día el grande de la fiesta. Sin
embargo, no indica por cuántos días se celebraba esta fiesta, la cual gracias a Jn 7,2
sabemos que se trata de Sukkot o fiesta de las tiendas. Tampoco se explica el porqué del
superlativo el día grande, ¿acaso por su importancia en cuanto punto cúspide de la fiesta
o simplemente porque era el último en orden de sucesión?
A lo largo de la fiesta, aun cuando enfrente diversos frentes de oposición, Jesús se
muestra moderado en sus intervenciones: ¿por qué precisamente en el último día
reacciona de un modo enérgico alzando la voz, gritando? ¿por qué no mostró ese tipo de
reacción desde el inicio inclusive con sus propios hermanos y discípulos? ¿qué relación
pudiera tener ese cambio repentino con último día, el grande de la fiesta? ¿qué y cómo
se celebraba ese último día?
A la luz del texto una de las mayores amenazas que sufre Jesús es una trazada
conspiración a fin de atentar contra su vida. Sin embargo, sobreponiéndose a dicha
situación y dejándola en segundo plano, Jesús en el acto de gritar lejos de exponer un
discurso apologético de su persona o mensaje, hace una invitación: si alguno tiene sed,
venga a mí y beba. Podemos imaginar los rostros de sus perseguidores, este al cual todos
buscar para ponerle fin a su existencia ahora no solo les grita, sino ahora él se ofrece para
saciar la sed del que la tenga. ¿Acaso dicho pronunciamiento es aislado o tiene relación
con la fiesta de Sukkot? ¿qué significa tener sed en el marco de esta fiesta judía? ¿a qué
se refiere el hecho de ir a él y beber? En otras palabras, estaría diciendo yo soy el agua
por excelencia, pero tiene que beber de mí. Si ya para algunos Jesús era considerado un
endemoniado (Jn 7,20), para otros un usurpador (Jn 7,27) o un desequilibrado mental
pues sus declaraciones eran como acertijos (Jn 7,35-36), ahora podríamos imaginar la
reacción de quienes escuchan una proclamación de este tipo. No sería la primera vez que
los judíos escucharan algo así, ya que en uno de los episodios precedentes malentendieron
el anuncio de Jesús cuando se presentaba como pan vivo bajado del cielo. Al respecto
estos decían: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? (Jn 6,52). Desde esta
perspectiva, la paradoja era que no tenían únicamente que comérselo sino bebérselo, es
decir, comer su carne y beber su sangre.
Otro elemento relevante es centrar nuestra atención en la importancia que tiene el agua
no solo en la fiesta de Sukkot, sino en toda la Escritura. En efecto, solamente el vocablo
agua es utilizado en múltiples y variadas formas por ejemplo se encuentra en un
aproximado de 1,500 versículos del AT y 430 del NT. Sin descartar que, más allá de su
cuantiosa recurrencia, dicho elemento encierra en su campo semántico un caudal de
significados y sentidos simbólicos. La primera y la última página de la Biblia ponen el
agua como elemento dominante. La protología y la escatología concuerdan al dar al agua
un puesto importante. Agua al comienzo, agua al final, agua en los momentos
culminantes de la historia. Es como si el hombre bíblico, que vive en un ambiente escaso
en agua, no pudiese prescindir del agua como personaje de una historia donde ella es
necesaria para que la vida pueda mantenerse y sin la cual la existencia se convierte en un
problema decisivo para su futuro.
Para entender de mejor forma las palabras pronunciadas por Jesús en el contexto de la
fiesta de las tiendas (Jn 7,1-8,59), se necesita conocer algunas características importantes
de la misma en su marco celebrativo y ritual, con el afán de resaltar los gestos y palabras
de Jesús a la luz de los signos y símbolos realizados en la celebración de la fiesta1.
Esta fiesta originariamente agrícola, deja de ser una celebración donde se comparte la
alegría de los bienes de la tierra, y se transforma en un medio para expresar el sentido de
pertenencia y con ello generar más que intercambio de productos agrícolas, experiencias
que han permitido vivenciar la providencia divina, particularmente durante el éxodo en
el desierto. De hecho, mediante un genérico punto de referencia al éxodo, la fiesta es
denominada de las tiendas porque uno de sus elementos externos más sobresalientes
previstos en el rito, tiene que ver con la construcción de una tienda o sukka, que debía
recordar al pueblo la liberación de Egipto y la permanencia segura y providente en las
tiendas durante su travesía por el desierto2.
Sukkot se celebraba a finales del mes de septiembre o comienzos de octubre (Tishri);
si en aquella época llovía, esto se consideraba como garantía de que habría lluvias
tempranas abundantes, tan necesarias para que el año siguiente hubiera una buena
cosecha. Está íntimamente unida no solo a la historia Judía, sino también al ciclo agrícola
que es parte fundamental en la vida del pueblo de Israel 3. La fiesta de Sukkot era la más
popular de las tres fiestas de peregrinación, junto a la pascua (pésach) y la de las semanas
(shavuot) y era conocida como «la fiesta de YHWH» 4 o, simplemente, «la Fiesta»5.
El historiador Flavio Josefo hace referencia a tal festividad, proporcionando algunos
pormenores de dicha fiesta especialmente en su obra antigüedades judías (III, 244-247),
1
Cf. MANNS, F., Il giudaismo. Ambiente e memoria del Nuovo Testamento (StBib 26;
Bologna 1995) 120-121.
2
Cf. Dt 16,13.16; Lv 23,34; Neh 8,13-19
3 Cf. G. ROBINSON, Essential Judaism: A complete guide to beliefs, customs, and
6
Cf. Ant. VIII,101; Ant. III,247; S. MASON, Flavius Josephus. Translation and
Commentary (Leiden 2000) III, 300-302.
7
Cf. BJ I, 73; VI, 300; Ant. XIII, 304
8
Cf. RUBENSTEIN, The History of Sukkot, 103-117.
9
Cf. Dt 31,10-11.
10
Cf. 1Re 8,65-66; 2Cr 7,9.
11
Cf. 1Re 12,32-33.
12
Cf. Esd 3,3-4.
13
Cf. Neh 8,17-18.
14
Cf. Zac 14.
15
Cf. BROWN, Evangelio según San Juan, 340ss.
16
Cf. H. ULFGARD, The Story of Sukkot. The Setting, Shaping, and Sequel of the
Biblical Feast of Tabernacles (BtrGeschEx 34; Tübingen 1998) 252-263; H. M. KNAPP,
«The Messianic Water which gives Life to the World». (HorBibTh 19; 1997) 111; G.
BIENANIMÉ, «Moise et le don de l’eau dans la tradition juive ancienne: Targum et
Midrash», AnBib 98 (Roma 1984) 200-229; W. G. MACRAE, «The meaning an Evolution
of the Feast of Tabernacles,» CBQ 22 (1960) 251-275; J. DANIELOU, «Le siymbolique
eschatologique de la Fete des Tabernacles», Irén 31 (1958) 19-40; J. L. RUBENSTEIN,
«Sukkot, Eschatology and Zechariah 14», RB 103 (----) 161-195;.
7,37-39 se plasma y evidencia el agua como signo «clave» para profundizar el significado
teológico de la pericopa y con ello dilucidar apropiadamente el impacto y resonancia de
las palabras de Jesús.
La proclamación de Jesús en Jn 7,38 parece dar cuenta de este rito de la libación del
agua, que por lo demás no se menciona en la Biblia:
El que cree en mí, como ha dicho la Escritura:
“De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”.
En los textos del AT encontramos solamente las precisiones sobre la duración de la
fiesta y el tipo de ramos que debían ser utilizados para las procesiones17; se refieren datos
también para las prescripciones detalladas de los sacrificios que se debían cumplir
durante los ocho días de la fiesta (Nm 29,12-39)18.
Básicamente la ceremonia de la libación del agua se desarrollaba de la siguiente
manera:
a) En las primeras horas de cada uno de los siete días se formaba una procesión hacia
la fuente de Guijón, situada en la ladera sudeste de la colina del templo, que vertía sus
aguas en el estanque de Siloé 19. Una vez llegado el cortejo, un sacerdote recogía agua
de la fuente en un jarro de oro capaz de contener tres log (0.6 litros), mientras el coro
cantaba repetidas veces el texto de Is 12,3. Además se hacía sonar el «shofar» 20. Es
preciso resaltar que, en la descripción de la ceremonia, la atención es colocada en la
figura del sacerdote, llamado a efectuar con suma meticulosidad cada parte del rito
para poder ser válido.
b) La procesión regresaba al Templo a través de la Puerta del Agua 21. De acuerdo
con la literatura rabínica, la Puerta del Agua tenía un significado escatológico 22,
aunque se discutía fuertemente sobre la identificación exacta de dicha puerta 23. Rabí
Eliezer ben Jacob la identificó con la puerta sur de Ez 47,1-5, a través de la que
manarían las aguas de vida procedentes del umbral del templo 24. Al llegar a la zona
de templo, hacían una procesión en torno al altar y cantaban los salmos 113-118 (el
Hallel) 25.
17
Cf. Lev 23,4.
18
Cf. G. A. SOGGIN, «Festa delle capanne», Israele in epoca biblica. (Strumenti 4;
Torino 2000) 110-113.
19
Cf. H. BORNHÄUSER, Mishna, Mo’ed Sukka. Die Mishna (Glessen 1935) 130; S. J.
D. COHEN, Josephus in Galilee and Rome: His vita and Development as a Historian
(Leiden 1979) 254-55.
20
Cf. M. Suk 4,5d.
21
Cf. T. Suk 3,3; M Suk 4,9.
22
Cf. T. Suk 3,3-13.
23
Cf. J. HOCHMAN, Jerusalen Temple Festivities (London 1910) 114.
24
Cf. T. Suk 3,2-10; Gn R. 28,18; M. Sheqal 6,3; M. Mid 2,6.
25
Cf. M. Suk 3,9; 4,1.3.5-8.
c) El «lulav»26: un manojo de ramitas de mirto, palmeras y sauces, en la mano derecha,
y en la izquierda el Ethrog27, que era el símbolo de las cosechas28; se balanceaba al
tiempo que se decían las palabras del Sal 118,1 «Dad gracias al Señor porque es bueno»
y de nuevo con el v. 25 Yahvé, danos la salvación! ¡danos prosperidad Yahvé!.
d) Al llegar al altar, el sacerdote correspondiente, según el turno, vertía el agua en
las vasijas colocadas sobre el altar, haciendo que el agua se derramara sobre el altar29.
En el día séptimo de la fiesta, la procesión en tono al altar se repetía siete veces30.
e) También hay pruebas de que la ceremonia del agua estaba vinculada con la
expectación mesiánica en la que un maestro como Moisés31, repetiría el don del pozo
de la Tora32. En cambio, en el tratado Sukka de la Tosefta 3,11-13, la ceremonia de la
libación del agua era considerada como una representación del milagro del agua en el
desierto, para ello incluyen algunos textos del AT como prefiguración de tal
ceremonia33. De acuerdo con este testo rabínico, la roca-pozo-fuente que acompañaba
al pueblo en el desierto propiciaba aguas que irradiaban a todo el campo de Israel,
tales aguas llegaron a ser grandes torrentes, luego grandes ríos y finalmente se
transformaron en un gran mar del cual el pueblo podía tomar todos sus bienes
necesarios34. Es evidente que el rito de la libación del agua comporta un significado
escatológico, ya que, celebra para el pueblo de Israel la espera de una lluvia
escatológica y de un nuevo milagro del agua comparable incluso al ocurrido en el
desierto35.
Conclusiones
26
Cf. M. Suk 3,1-8; 11b-15; 4,1-2.4; RUBENSTEIN, The History of Sukkot, 305-311.
27
Cf. MANNS, Il giudaismo, 122.
28
Cf. BROWN, Evangelio según San Juan, 535-583.
29
Cf. M. Suk 4,9.
30
Cf. M. Suk 4,5.
31
Cf. M. Suk 3,3-9.
32
Cf. Nm 21.18: CD 6,2-11; PsFilon, LAB 10,7; 11,15,28,7-8; Targum Onqelos sobre
Nm 21,18.
33
Cf. Ex 17,1-7: Nm 20,8-13: Sal 78,20; 105,41.
34
Cf. T. Suk 3,12.
35
Cf. SCHAEFER, The Ending of Book of Zechariah, 223.
36
Para citar algunos ejemplos: Gén 13,10; 18,4; 26,18-22; Éx 3,8; 17,3: Lev 15,1;
16,24; 26,20; Nm 5,17; 13,27; 19,2-10; 20,2-11; 21,17; 31,23-24; Dt 6,16; 8,7; 11,10-12;
28,12; 1Re 8,35; 17,1-16; 2Re 20,20ñ 2Cro 6,26; 32,30; Sal 1,3; 23,2; 42,23; 63,2; 65,10-
14; 95,9; Prv 13,14; 18,4; 20,5: Sir 15,3; 21,13; 29,21; Cant 4,15: Is 8,6; 33,15-16; 41,17-
20; 43,19-20; 44,34; 48,21; 49,10; 55,1.3.10-11; Jr 2,13.17-18; 17,8; 31,9; Ez 19,10; 47,1-
considerando el agua como elemento decisivo de la protologia 37 y de la
escatología 38 respectivamente. Se puede notar una serie de eventos
relevantes y decisivos en los que el agua tuvo una incidencia fundamental:
El paso del mar Rojo 39, el agua en el contexto del desierto, como signo de
que el Señor está con ellos 40. El Paso del Jordán 41, que dicho sea de paso,
la reflexión teológica ha presentado la entrada en la tierra prometida como
una antítesis de la salida de Egipto: los dos sucesos se producen en la misma
época del año, en primavera. A la pascua en Egipto siguió el paso del mar
Rojo, al paso del Jordán sigue ahora la celebración de la Pascua. Esta
presentación teológica responde a un acontecimiento histórico. Algunas
tribus que venían de Egipto atravesaron el río Jordán cerca de Jericó 42. El
suceso legitima también el papel de Josué como sucesor de Moisés. Como
Moisés en el mar Rojo, ahora Josué ha dividido las aguas del Jordán 43.
Es oportuno enmarcar que muchos de los encuentros de personajes
bíblicos importantes se llevaron a cabo junto a determinadas fuentes de agua,
en particular alrededor de los pozos: Isaac, Jacob, Moisés, Rebeca, Raquel,
Séfora 44. De este modo adquieren un gran valor en la historia del pueblo de
Israel, por ejemplo en Nm 21,16-18 da testimonio de un canto popular,
compuesto y cantado con ocasión de la apertura de un nuevo pozo,
acontecimiento relevante en aquella cultura. Pozo es una palabra femenina y
va ligada al tema de la fecundidad de la tierra 45.
Partiendo de los elementos antes referidos se puede agregar que el agua
en su connotación trascendental y hasta cierto punto sacramental 46 aparte de
figurar como memorial de los beneficios divinos, orientaba al pueblo a las
promesas mesiánicas, porque en los profetas inclusive el agua era símbolo
de la efusión de gracia para los últimos días 47.
Es en medio de estas múltiples apreciaciones, concepciones y
percepciones en las que encontramos el tema del agua en el Nuevo
Testamento. En la tradición rabínica, p. ej. aunque el agua sigue siendo
12; Am 8,11-13; Zac 14. N.T: Mc 7,2-4; Mt 23,25; Lc 7,44; 11,38; Jn 2,6; 3,5;13,1-15;
15,3; Rom 6; Ap 7,17.
37
Cf. Gn l,lss; 2,4bss.
38
Cf. Ap 7,17; 21,6; 22,1.17; Ez 47,1-12; Jl 4,18; Zac 14,8.
39
Cf. Ex 14,28: 15,1-6: Is 51,9-10.
40
Cf. Ex 15,22- 25: Nm 20,10-13.
41
Cf. Jos 3,14-17: 2 Re 2,8-9
42
Cf. R. DE VAUX, Histoire ancienne d'Israel (Paris 1971) 558.
43
Cf. J. GRAY, I & II Kings (Old Testament Library; London 1977) 477.
44
Cf. Gn 16, 7-14; 24,11-17; 29,23.9-12: Ex 2,16-21.
45
L. ALONSO SCHÖKEL, Pentateuco II, Números (Madrid 1970) 205.
46 A. GIRLANDA, «Agua», Nuevo Diccionario de Teología Bíblica (Madrid 1990) 39.
47
F. BRAUN, «L'eau et i'Esprit (Jn 7,37-38; 19,34; 1Jn 5,6)», RTh 49 (1949) 5-30.
símbolo del Espíritu, se aplica, sin embargo, con más frecuencia a la Ley (cf.
Is 12,3; 55,1) 48. No entraremos en detalle sobre el tema del agua en el Nuevo
Testamento, pues en este caso solo nos interesa subrayar algunos aspectos
teológicos presentes en Jn 7,37-39 y particularmente enfatizar aquello que
atañe al significado del agua tomando en cuenta el trasfondo ritual y
celebrativo de la fiesta de Sukkot.
De acuerdo al evangelista Jesús se halla presente en la fiesta de Sukkot 49,
se puede deducir que también Jesús es testigo de los diversos ritos llevados
a cabo 50. Como se ha señalado anteriormente el rito de la libación del agua
no podía pasar desapercibido. En el marco de este rito Jesús se «proclama»
como la fuente del agua vivificante 51, y como bien ha indicado
SCHNACKENBURG en su comentario: «En esta llamada de promesa
soteriológica solo falta una palabra –Ἐγώ εἰμι - para poder colocarla,
incluso formalmente, al lado de aquellas otras grandes sentencias
reveladoras de Jesús, como 6,35.51; 8,12; 11,25; pero la auto manifestación
de Jesús como fuente de agua viva viene dada como una cita escriturística»
52
.
Jesús se presenta «en el último día» 53, como la nueva Sabiduría que grita
ofreciendo el agua del Espíritu en lugar de la antigua Ley; Él es la roca de la
que fluyen los ríos de agua y que acompaña al pueblo en su Éxodo hacia la
tierra prometida; es el nuevo Moisés que proclama la nueva Ley, el Espíritu,
fundamento de la nueva alianza 54, que es expresada en el nuevo
mandamiento: Igual que yo los he amado, también ustedes ámense unos a
otros 55. Él es el templo profetizado por Ezequiel 56, del que saldrá el rio de
agua vivificante, y la fuente anunciada por Zacarías 57, que Dios abrirá en
Jerusalén y que correrá de mar en mar.
Jesús invita, por tanto, a adherirse a Él como Mesías, que, con su éxodo,
funda la nueva comunidad, única esperanza de salvación para Israel 58.
48
Cf. J. MATEOS, El Evangelio de Juan (Madrid 1979) 284.
49
Cf. Jn 7,10.14.37.
50
Cf. Jn 7,37; 8,12.
51
Cf. Jn 7,38.
52
Cf. SCHNACKENBURG, San Juan, 14-219.
53
Cf. Jn 6,39.40.44.54; 7,37; 11,24; 12,48.
54
Cf. Jn 1,17.
55
Jn 13,34.
56
Cf. Ez 47,1ss.
57
Cf. Zac 14,1ss.
58 MATEOS, El Evangelio de Juan, 382ss.
Son tantos los elementos plasmados en el cuarto evangelio que son dignos
de estudio y profundización, considerando no solamente la obra en «macro»
sino en las múltiples «micro-unidades», que como ejes del gran ensamblaje
pretenden evidenciar las puertas de ingreso para los grandes horizontes
escatológicos, y al mismo tiempo iluminar nuestra experiencia de fe
detallando las razones y motivos para configurar la propia existencia con
Cristo glorificado 59 en toda su expresión. De este modo, se orienta la
reflexión teológica, es decir, de lo que sucedió… a lo que significó 60,
retomando solamente un factor determinante de toda la pericopa que se ha
venido analizando, es decir que, de la unidad Jn 7,37-39 se toma como punto
de referencia fundamentalmente la forma ὕδατος ζῶντος (agua vivificante)
del v. 38 61.
Para poder accesar a una posible interpretación del ζῶντος, es preciso
denotar que entre ὕδατος y ζῶντος hay una plena identificación. Sin entrar
en detalles morfosintácticos se percibe cierta dinamicidad interna, resultado
de una concatenación consecuencial, es decir, el agua vivificante hace parte
de una misma realidad. Y dado que Cristo mismo se manifiesta como el agua
vivificante 62, se puede hablar a raíz de esa identificación profunda de un
agua Cristificante. Tal fluidez ontológizante posibilita la participación con
Él, de modo dramático y pleno.
Partiendo de tal consideración, se propone una especie de «Mapa
Lexical», para hacer notar de modo preciso la importancia del agua (ὕδωρ)
en el cuarto evangelio, y cómo esta serie de apreciaciones nos pueden ayudar
a encontrar ciertas luces en la comprensión y asimilación del texto.
59
Cf. Jn 8,28; 16,7.
60
COLOE, Temple Imagery in John, (Interpretation 63; 2009) 368ss.
61
Cf. Textos paralelos: Is 44,3; 55,1; 58,11; Ez 36,25; 47,1; Zac 14,8; Mt 10,20; Jn
1,12; 3,5; 4,10.14; 6,35; 1Cor 10,4; Gal 5,22; 2Pe 1,21.
62
Cf. Jn 4,14.
63
Cf. ὕδωρ: En los evangelios Sinópticos Mt 17,15; 27,24: Lc 7,44.
τὸ ὕδωρ οἶνον ὕδωρ ζῶν αἷμα καὶ
ὕδωρ
(Bodas de Cana) (La Samaritana) (La
Transfixión)
(Jn 2,9; 4,46) (Jn 4, 7.10.11.15.46) (Jn 19,
34)
AGUA/VINO AGUA/VIDA
SANGRE/AGUA
67
Cf. ὕδατος: En los sinópticos Mt 3,16 Mc 1,10; 9,41; 14,13 Lc 22,10; 16,24.
68
Jn 2,7.
69
Jn 3,5 .
70
Jn 4,13.14.
71
Jn 7,38.
72
Jn 19,34; 1Cor 10,4; Is. 55,1; Zac 13,1; 14,8.
73
Jn 4,21-23.
74
Jn 2,21-22.
75
Cf. 1Cor 1,18; Fil 2,17; Col 1,20; Heb 9,14; 10,19; Ap 7,14; 12,11.
76
Cf. ὕδατι: En los sinópticos Mt 3,11 Mc 1,8 Lc 3,16;8,25.
77
Cf. Jn 1,26.31.33.
adelante serán cruciales para comprender el significado teológico de Jesús
como «agua vivificante» y como dador del Espíritu.
ὕδατα 78: Este sustantivo (Acusativo/neutro/plural) aparece en el contexto
del ultimo testimonio de Juan acerca de Jesús, que según el relato se ubica
en Galilea. Básicamente y sin entrar en pormenores se acentúa con ὕδατα,
el hecho de que las aguas son abundantes 79 y señalar a nivel geográfico la
ubicación de alguna fuente de agua sea este rio, mar o lago 80.
Finalmente se puede aducir que este recorrido lexical a través del cuarto
evangelio ha permitido dilucidar las grandes líneas teológicas y meta-
históricas de la manera en que es considerada el agua, partiendo de su
realidad natural-elemental (ὕδατος - ὕδατι - ὕδατα), para luego
escatologizarse y con ello donarse en la realidad de una persona, en este caso
Jesús (ὕδωρ ζῶν). La novedad es que el agua que brota de la nueva roca y
del nuevo templo es capaz de saciar la sed mesiánica, es decir, de que
finalmente el reino de Dios se haga patente en medio de su pueblo en todo
su esplendor y verlo de nuevo a Él, rodeado de gloria y majestad. Por tal
motivo el agua vivificante se plenifica en agua cristificante, pues al
saciarnos con tal agua, compartimos con Jesús de su misma naturaleza y por
ende nos convertimos en el hic et nunc testigos auténticos de Él, con la
misión de hacer fluir el agua especialmente cuando en el desierto de la
existencia, el ser humano pretenda satisfacer su sed de inmanencia en fuentes
someras y superfluas; rebelándose a su sed primigenia de trascendencia y de
amistad con su Creador.
En consecuencia, el ser humano en su realidad ontológica es llamado a
redescubrir la vocación de definirse como un ser sediento, y por ende
despertar la consciencia de considerar su propia historicidad en éxodo, sin
pretender eludir los grandes desiertos de la deviniente existencialidad.
78
Cf. ὕδατα En los sinópticos Mt 14,28.29 Mc 9,22.
79
Cf. Jn 3,23: Ap 17,15.
80
Cf. Mt 14,26.28-29.34.